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1. EN QUE ELEMENTOS COMPITE LA MALEZA CON EL CULTIVO?

La competencia directa entre cultivo y maleza es por recursos que muchas veces son limitados
como son nutrientes, agua, luz y espacio. Sin embargo, también suele presentarse
competencia indirecta por la exudación y/o producción de sustancias alelopáticas. De manera
general, las malezas aparecen mucho más adaptadas a los agros ecosistemas que los cultivos.
La competencia entre el cultivo y la maleza se expresa por la alteración del crecimiento y
desarrollo de ambos.
Competencia por nutrientes. Las malezas a menudo absorben los nutrientes minerales más
rápido que muchos de los cultivos agrícolas, acumulándolos en sus tejidos en cantidades
relativamente grandes. En el cultivo de maíz por ejemplo, la cantidad de nutrientes removidos
por las malezas puede ir de 7 a 10 veces más que la realizada por el cultivo.  Las malezas no
sólo tienen la capacidad de absorber y acumular nutrientes sino también la de reunir grandes
cantidades de materia seca. Competencia por agua.

La competencia por el agua. se presenta por debajo de la superficie del suelo entre las raíces.
La capacidad para absorber el agua por parte de las plantas, de manera general, se relaciona
con el volumen de raíces. Sin embargo, no sólo las dimensiones de las raíces es importante
sino también su capacidad para extraer agua. En general, para producir cantidades similares de
materia seca, las malezas transpiran más agua que la mayoría de los cultivos. En campos
altamente infestados de malezas la humedad del suelo puede ser agotada para cuando el
cultivo llega a  su etapa de floración-fructificación, en donde presenta las mayores demandas
de agua. Tenemos por ejemplo que el uso consuntivo por el quelite cenizo (Chenopodium
álbum) es de 550 mm contra los 479 mm empleados para el cultivo de trigo, lo cual se debe a
la capacidad de las malezas de extraer la humedad a una mayor profundidad en relación a los
cultivos. Competencia por luz.

La competencia por luz. se presenta cuando una hoja o planta sombrea a otra y reduce su
suministro de luz por intercepción directa. Esta competencia se vuelve mayor cuando se tienen
altos niveles de fertilidad y niveles adecuados de humedad, ya que las plantas crecen de forma
vigorosa y tienen áreas foliares muy grandes. Las plantas con un mayor índice de área foliar
(IAF) presentan una ventaja competitiva contra aquellas que tienen un IAF pequeño. La
competencia por luz se vuelve más intensa cuando la densidad de plantas es mayor. La altura
de las plantas también es un componente importante en la competencia por luz, sobre todo
cuando las condiciones de humedad y nutrientes están en niveles de suficiencia.

 TIPOS DE CONTROL DE MALEZA.

. Los métodos de control de malezas pueden ser mecánico (arranque, quema, inundación o


corte frecuente), químico (usando herbicidas), cultural, integrado o biológico.

 Control mecánico

 Se basa en la utilización de fuego y medios mecánicos, como herramientas manuales (azadón
y pala), tracción animal y maquinaria agrícola (arado y surcadora). Se pueden también utilizar
coberturas de plástico negro o de material natural (residuos de malezas y cultivos).

 
Control químico

A los matamalezas o herbicidas hay que darles un uso adecuado, puesto que pueden
contaminar el medio ambiente, afectar los pastos que queremos proteger y las personas que
los aplican.

Por su efecto sobre las plantas, hay herbicidas selectivos (que actúan sobre determinadas
especies) y no selectivos. Por la forma como actúan, pueden ser sistémicos (la planta los
absorbe y le causan la muerte) o de contacto (actúan directamente sobre el follaje y causan la
muerte por quemazón, corrosión, asfixia, etc.).

Hay diferentes métodos de aplicación de herbicidas, de acuerdo con el tipo de maleza y la


clase de producto. Los más comunes son: aspersión del follaje, aspersión a la base del tallo,
tratamiento de tocones y tratamiento de fisuras o anillos.

 Control cultural

 Los métodos culturales son aquellos que se han desarrollado de forma tradicional para
eliminar o reducir las malezas, tales como la rotación de cultivos, el uso de la cobertura viva,
las asociaciones de cultivos o el acolchado o mulch.

 La FAO sostiene que las prácticas culturales para el manejo de malezas son compatibles con
las técnicas y estrategias de manejo integrado de plagas, son ambientalmente seguras y más
accesibles a de agricultores de bajos recursos.

 Control integrado

 El sistema integrado de control de maleza es el más efectivo, pues combina el uso de prácticas
culturales como fertilización, con prácticas de manejo como pastoreo racional, prácticas de
control mecánico como el corte y prácticas de control químico.

Los búfalos son una especie muy rústica que consume todo tipo de vegetación, incluso
malezas, por lo cual, en explotaciones de tierra caliente, preferiblemente con zonas bajas e
inundables, debe contemplarse la posibilidad de tenerlos.

El control integrado permite disminuir el efecto indeseable sobre el medio ambiente,


aplicando herbicidas solo cuando la población es muy alta, para continuar con otras prácticas,
privilegiando el manejo adecuado de los potreros.

 
Control biológico

 La eliminación o reducción de malezas a través del uso de organismos específicos es una
opción positiva desde el punto de vista ambiental según la FAO, pero otros consideran que es
muy poco estudiada y difícil de aplicar.

Los agentes biológicos, una vez establecidos, pueden llegar a controlar las plantas indeseables
en lugares inaccesibles gracias a su gran habilidad de dispersión. El control biológico es
bastante específico, por lo que con su práctica se logra eliminar una especie de maleza.

Existen dos tipos: el clásico y el inundativo o aumentativo. El primero implica la introducción


de un enemigo natural para el control de una especie de maleza exótica, ya establecida y
diseminada en el territorio del país.

El inundativo se basa en la reproducción de un determinado agente existente en el territorio


que usualmente no presenta los niveles de abundancia requerida para ejercer el control
deseado. Sin embargo, su aplicación requiere de un laboratorio o instalaciones especializadas. 

Allí, se hace la multiplicación del agente para su posterior liberación en el campo. Con este
método de control se pueden usar insectos y ácaros, pero los patógenos son generalmente los
más usados con este procedimiento. Por ello es importante investigar y conocer la existencia
de organismos útiles para el control de malezas.

 CLASIFICACION DE HERBICIDAS.

Época de aplicación. De acuerdo a su época de aplicación los herbicidas pueden clasificarse


como de presiembra (PS), preemergentes (PRE) y postemergentes (POST). Los herbicidas de
presiembra se dividen en PS foliares y PS al suelo. Los herbicidas PS foliares son utilizados en
algunos sistemas de producción en sustitución de la labranza primaria para el control de la
maleza presente antes de la siembra de los cultivos. El glifosato, el paraquat, y el 2,4-D son los
herbicidas comúnmente aplicados en esta época. Los dos primeros no son selectivos y no
dejan residuos en el suelo, lo que hace posible su uso sin afectar a los cultivos sembrados
posteriormente. Los herbicidas PS al suelo son aplicados antes de la siembra del cultivo y
generalmente requieren incorporación mecánica al suelo para situarse a cierta profundidad y
evitar su degradación por la luz o su volatilización. Normalmente, estos herbicidas tienen poca
solubilidad en agua, por lo que la lluvia o riegos no los lixivian o mueven en el suelo. Este tipo
de herbicidas afecta a las semillas de maleza al germinar o emerger sin afectar al cultivo, el
cual debe ser sembrado por debajo de la capa de suelo donde se sitúa la mayor concentración
del herbicida. Un buen ejemplo de este tipo de herbicidas es la trifluralina de amplio uso en
frijol y soya y el EPTC de uso en maíz. Los herbicidas PRE se aplican después de la siembra,
pero antes de que emerjan la maleza y el cultivo. Los herbicidas PRE requieren de un riego o
precipitación pluvial para su incorporación en los primeros 5 cm de profundidad del suelo,
donde germina la mayoría de las semillas de maleza. Este tipo de herbicidas elimina a las malas
hierbas durante la germinación o recién emergidas, lo que evita la competencia temprana con
el cultivo. Por lo general la semilla de los cultivos se coloca por debajo de la zona de suelo con
alta concentración de herbicida y la selectividad al cultivo puede ser tanto posicional como
fisiológica. Los herbicidas PRE presentan una gran interacción con algunas características del
suelo como son: textura, pH y materia orgánica que pueden afectar la cantidad de herbicida
disponible en el suelo para controlar la maleza. Comúnmente, la dosis de este tipo de
herbicidas se ajusta según el tipo de suelo y materia orgánica, requiriendo una mayor dosis en
suelos arcillosos y con alto contenido de materia orgánica (Anderson, 1996). Algunos ejemplos
de herbicidas PRE son la atrazina, el metolaclor y la metribuzina. Los herbicidas POST se aplican
después de la emergencia del cultivo y la maleza. En la mayoría de los casos, la aplicación de
herbicidas POST debe realizarse sobre maleza en sus primeros estados de desarrollo cuando
son más susceptibles a los herbicidas y su competencia con el cultivo es mínima. Los herbicidas
POST pueden ser más económicos para el productor al utilizarse sólo donde se presenta la
maleza. La actividad de los herbicidas POST depende de factores como su grupo químico,
especies de maleza presentes y condiciones de clima como velocidad del viento, temperatura
del aire, humedad relativa y presencia de lluvia (Buhler, 1998). Algunos ejemplos de herbicidas
POST son el glifosato, el nicosulfuron y el paraquat. Selectividad. De acuerdo a su selectividad,
los herbicidas pueden ser clasificados como selectivos y no selectivos. Los herbicidas
selectivos, son aquellos que a ciertas dosis, formas y épocas de aplicación eliminan a algunas
plantas sin dañar significativamente a otras, por ejemplo, atrazina es un herbicida selectivo en
maíz y sorgo. A su vez, los herbicidas no selectivos son los que ejercen su toxicidad sobre toda
clase de vegetación y deben utilizarse en terrenos sin cultivo o bien evitar el contacto con las
plantas cultivadas. El glifosato es un ejemplo de herbicida no selectivo (Caseley, 1996). Tipo de
acción. Por su tipo de acción los herbicidas pueden ser: De contacto, herbicidas que eliminan
sólo las partes de la planta con las que entran en contacto por lo que requieren de un buen
cubrimiento de la maleza para controlarla y tienen un transporte limitado dentro de la planta,
por lo que se recomiendan para el control de maleza anual. Algunos ejemplos de herbicidas de
contacto son el paraquat y el bromoxinil. Sistémicos: herbicidas que se aplican al suelo o al
follaje y son absorbidos y transportados a toda la planta incluyendo sus raíces y otros órganos
subterráneos. Debido a lo anterior, los herbicidas sistémicos son utilizados para el control de
maleza perenne (Ross y Lembi, 1985). Algunos ejemplos de herbicidas sistémicos son el 2,4-D y
el prosulfuron. Familia química. La clasificación de los herbicidas en familias químicas se basa
en la composición de los diferentes ingredientes activos usados como herbicidas. Los
herbicidas dentro de una familia química tienen propiedades químicas similares y
generalmente tienen el mismo modo de acción (Retzinger y Mallory-Smith, 1997). Algunos
ejemplos de las principales familias químicas de herbicidas son: las triazinas, las dinitroanilinas,
los fenoxiacéticos, las cloroacetamidas, las ciclohexanodionas, las sulfonilureas y los bipiridilos
(Hance y Holly, 1990).

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