Está en la página 1de 4

Nada más temible que decir algo que podría ser verdad

J. Lacan 

Lacan nos advierte que el psicoanálisis no es una mántica, dice está tan estructurado
y delimitado por una técnica que, incluso llega a compararlo de nuevo, como también
lo hizo Freud, con una partida de ajedrez que, dependiendo del movimiento de las
primeras jugadas, queda prácticamente determinado el movimiento de las últimas.

Los errores de un análisis siempre están del lado del analista; es el analista el que se
equivoca. No se puede responsabilizar a un analizante de su transferencia, porque
desmontaríamos el elemento que legitima que el psicoanálisis exista como discurso,
decía Lacan.

Se puede afirmar entonces, como lo hace Lacan, que el analizante no es responsable


del fracaso de un análisis. Ahora bien, el que se queda sin análisis es él, al que le
queda pendiente llegar al final de análisis para desvelar su verdad como sujeto y el
goce que le es propio es a él; luego, si quiere salir de la situación en la que se
encuentra, habrá una responsabilidad que tendrá que asumir, aunque no haya sido el
causante directo de la misma.

He comenzado con estas reflexiones acerca del posible fracaso de un análisis ya que
quiero compartir este caso, debido a la confusión que he sentido respecto de la
transferencia, sin darme cuenta que quizá algo de la repetición se estaba jugando de
mi lado, del lado del analista.

Fabiana, tiene ahora 31 años. Hace poco mas de un año que comenzó su tratamiento,
si bien llegó por motivos que ella tenía muy claros, en ese momento en relación a su
familia primaria, y a su hijo, por aquel entonces ya conocía a Juan. Esta relación con
un hombre casi treinta años mayor que ella, la hacia vivir situaciones de mucha
angustia, porque Juan “desaparecía” tan pronto como “aparecía” de su vida, dejándola
sin respuestas.

A lo largo del año, el tema de Juan, en sesión ”desaparecía” con él, y ella lo retomaba
cada vez que Juan decidía volver. Sin Juan, Fabiana se lanzaba a vivir experiencias
que la dejaban perturbada, no se sentía segura de lo que hacia y se preguntaba si
realmente lo ella que quería era estar en pareja.

Me pregunta un día:-“¿qué tiene de malo querer un compañero de ruta?”

A lo que respondo:- “como un GPS?”

Fabiana se ríe y me dice que yo no comprendo, que el amor de ella por Juan es de
otro planeta, y que si el no está, le da lo mismo quien sea.

Luego de varios meses, y algunos llamados telefónicos, finalmente Juan, reaparece en


escena. Fabiana no me lo cuenta inmediatamente, hasta que un día me
dice:-“apareció Juan……hace dos semanas”, ella estaba realmente contenta, aunque
confesó su miedo :-“ no me importa si se borra, disfruto lo que tenga para darme y
chau…”, luego de una extensa pausa, llora. Cuando puede retomar la palabra, me
cuenta que él la invitó para Pascuas a Tandil.
Hasta ahora los encuentros con Juan eran “íntimos” durante estos dos años no salían
salvo algunas veces que comían en algún restaurante. A ella esto le provocaba
bronca, pero no le decía nada. Aceptaba cada encuentro, aunque luego se quedaba
con mucho para decirle a Juan. Ahora, parecía que él volvía con algo diferente, una
invitación para estar juntos un fin de semana largo, estaban saliendo a pasear y Juan
estaba hablando más de él. Ella está manejándose con cautela, siente miedo. Se
pregunta qué habrá cambiado en Juan?

Esa pregunta fue directamente direccionada a mí, Fabiana esperaba mi respuesta.


Como habíamos dedicado muchas sesiones hablando de su madre, de lo que ella
había vivido en relación a situaciones extremadamente crueles, crueldad de la que en
algún momento me hizo cargo frente a alguna intervención, decidí preguntarle, como
estaba actuando ella con Juan, como era ella, como se veía ella hoy frente a Juan? en
definitiva mi pregunta apuntaba a cuanto tenía que ver ella con el cambio de Juan?

Pregunta que a Freud le costó el tratamiento con Dora.

Fabiana me miró fijamente a los ojos, me dijo que no entendía, que fuera mas directa
con mi pregunta y apuntándome con el dedo índice dijo:-“yo te autorizo a que me
hables directamente, no des vueltas!!”. No lo hice, ella se paró, tomó su cartera, sacó
dinero y me dijo:- “cobrate, si no tenes cambio, dejalo para la semana que viene”. Ante
mi estupor, Fabiana se estaba yendo, cortando la sesión. La acompañé hasta la puerta
y allí le dije:-“si tenes ganas pensá en que otras situaciones actuas de esta manera”.

Agieren, acting out, la repetición en lugar de recordar, Fabiana no pudo contestar a mi


pregunta y fue expresada en acto. Momento de silencio, de no interpretar.

Honestamente pensé que Fabiana no volvería. Me puse mal, luego pensé que me
llamaría para disculparse. Me encontré de pronto en una situación donde creí/temí que
algo de la transferencia había caído, parada frente a “mi deseo” de no perder a
Fabiana como paciente, frente a una situación en la que era convocada a hablar y al
mismo tiempo fui silenciada ante la inminencia del acto; me situaba frente a la máxima
de la ética profesional propuesta por Lacan con la pregunta "¿has obrado conforme a
tu deseo?". Así paciente y analista tendríamos que responsabilizarnos de nuestra
actuación frente a esta máxima. A mi me cabe la pregunta ¿has actuado conforme al
deseo del analista? Y a Fabiana ¿has actuado conforme al deseo que te habita?.

Unos días después me puse a revisar algunas cuestiones teóricas y pensaba la


importancia que tiene reflexionar sobre la dirección de la cura, tanto en lo expuesto por
Lacan como así también aquellos indicios y especificaciones de la técnica que pueden
leerse en Freud

"El Psicoanálisis se aprende primero por  uno  mismo, por el estudio de


la  personalidad  propia".
"Existe una serie íntegra de fenómenos harto frecuentes y de todos conocidos que tras
alguna intervención en la técnica, pueden pasar a ser objeto del  análisis  de uno
mismo".
"Mas lejos se llega si uno se hace  analizar  por un analista experto, si se vivencian en
el yo propio los efectos del análisis y se aprovecha esa oportunidad para capturar en
el analista la técnica mas fina del  procedimiento".
(Conferencias de  Introducción  al Psicoanálisis, Freud, S. cap.I)
Quiero destacar un aspecto significativo y a tener en cuenta, y es la existencia de una
escena en el transcurso de un análisis en el que el  discurso y luego la aplicación de la
regla analítica puede dar lugar a la aparición de un punto clave de la situación, y es lo
referido al lugar de encuentro entre dos personas, al motor y al recurso de un
fenómeno subjetivo singular, que hace a la especificidad del análisis y a la
imposibilidad de la objetividad empírica reglada de antemano. Este encuentro es
particularmente destacado tanto por Lacan en su primer Seminario, como por Freud en
"La  dinámica de la transferencia", y es lo referido a una serie en la cual un instante de
acercamiento por parte del paciente hacia un momento de confesión y de
develamiento Icc ,el momento en el cual el sujeto se encuentra a punto de revelar "la
esencia de su ser”, este momento imposible de reproducirse, provoca la aparición de
la  resistencia y es en este lugar en el que se abre la dimensión del Otro, al tomar el
sujeto constancia de la presencia, lugar en el que va a poner en juego la dinámica
transferencial.
"El analista sin duda dirige la cura, consiste en primer lugar en hacer aplicar por el
sujeto la regla analítica, o sea los directivos cuya presencia no podría desconocerse
en el principio de lo que se llama la situación analítica".
(Lacan, "La dirección de la cura y los principios de su poder")

Teniendo en cuenta la situación analítica, y lo formulado por Lacan como condición


ineludible de que el analista también debe pagar, dice: "El analista tiene que pagar con
su  persona, la presta como soporte a los fenómenos singulares que el análisis a
descubierto en la transferencia, tiene que pagar con lo que hay de esencial en su juicio
mas íntimo" y sigue diciendo: "Libre siempre del momento y del número, tanto como
de la elección de mis intervenciones, hasta el punto de que parece que la regla haya
sido ordenada toda ella para no estorbar en nada mi quehacer de ejecutante, a lo cual
es correlativo el aspecto de material, bajo el cual mi acción  toma aquí lo que ella a
producido" .
(Lacan, "La dirección de la cura y los principios de su poder")

Me quedo pensando en esto último "libre de la elección de mis intenciones", e


inevitablemente me surgen preguntas: ¿como sería la posición del analista libre de la
elección de sus intervenciones? ¿qué se o que desconozco que estoy pagando con mi
ser, al servicio de la dirección de la cura? Es un juego dialéctico que se fundamenta en
la importancia de aquello que desconozco con relación al saber puesto en juego?, el
analista debe entender que desconoce y no sabe nada acerca de la singularidad que
va a presentar en análisis el sujeto y en esto radica lo contradictorio y subversivo del
psicoanálisis con respecto al modo de proceder, como así también al ejercicio de
poder que se pone en juego en una transferencia basada en la identificación o el
fortalecimiento del yo del paciente por la identificación al yo del analista, a quien se le
supone un certero saber sobre su síntoma.
No puede pensarse una dirección de la cura sino está instalada la transferencia, como
eje y motor del análisis, es una herramienta para el trabajo terapéutico.
Comprendí que indagar acerca de la importancia que tiene reflexionar sobre la
dirección de la cura y pensando además al psicoanálisis como práctica singular me ha
llevado a pensar este trabajo en torno a la transferencia.
FREUD, S. (1914): “Recuerdo, repetición y elaboración” Amorrotu Editores. Bs.As.
FREUD, S.: "Sobre la iniciación del tratamiento” Amorrotu Editores. Bs.As
FREUD, S. Observaciones sobre el amor de transferencia  Obras Completas
LACAN, J.  Los Escritos 2 / Cinco /” La dirección de la cura y los principios de su poder
LACAN, J. : "Intervención sobre la transferencia" Escritos
SOLER, C.: "Lacan y el Banquete"

También podría gustarte