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siglo XXI(1)
Jacques-Alain Miller
Les entregué(2) este título ayer en mi exposición de política lacaniana, junto a las
razones que me llevaron a elegirlo. Esas razones me hicieron pensar que era
importante prestarle atención al psicoanálisis puro, una atención que se vio
movilizada, distraída, incluso monopolizada por el psicoanálisis aplicado. Es cierto
que no es sin comillas que empleo estas expresiones de psicoanálisis puro,
psicoanálisis aplicado; es para hacerme entender. En una intervención en el cierre
de PIPOL III había insistido sobre esto: que el psicoanálisis aplicado, es
psicoanálisis. Lo entendieron, es eso lo que me inquieta. Se entendió qué había
dicho: el psicoanálisis aplicado, es el psicoanálisis. ¡Ah! ese el, es fatal. Es lo que se
llama un malentendido. Este fue impulsado hasta el punto de que se creyó que de
ahí en más el psicoanálisis aplicado sería lo que prepararía mejor al psicoanálisis,
que ejercer el psicoanálisis aplicado a la terapéutica era formarse como
psicoanalista, que esa era la vía regia del psicoanálisis.
Singular y paradigma
Entonces, al ser, preferí el devenir. El ser invita a la identificación. Y la
identificación es lo que repugna al psicoanálisis. Es lo que el psicoanalista se
prohíbe. Operar por identificación, que sea en la cura o en la institución, es decaer.
Si hubiese que definir un criterio del ser analista -¡Dios no lo permita!-, entonces
diría que es la intolerancia a la identificación, así sea en el pánico o en el
entusiasmo, en la rutina como en la sorpresa. Un psicoanalista no quiere
semejantes, quiere solo diferentes. Es el sentido de la palabra de Lacan: "¡Hagan
como yo, no me imiten!".
Vayamos un poco más lejos. Un psicoanalista no quiere ser mimado -salvo en
su vida personal, evidentemente-, exaltado, puesto como denominador común; él
quiere ser abandonado. Y todavía un poco más lejos: organiza su operación de
manera tal de ser el engañado y volverse el desecho. Lacan lo dice crudamente: "El
psicoanalista quiere ser la mierda". La mierda es el destino del amor. Lacan vela un
poco las cosas diciendo: L 'oiseau de Venús est chieur(3). El momento masoquista
se conecta íntimamente al deseo del analista. Y es conveniente recordarlo cada vez
que se quiera entonar el himno de la posición del analista, que se quiera exaltar la
posición del analista. Le resta al analista cuidarse de ese masoquismo estructural,
de gozar de él. Se cuidará también de confundir su trabajo tenaz de analizante con
su ejercicio de analista. Hay que mantener ambos separados, a falta de lo cual,
como dije, es el análisis de la contratransferencia.
En el título que propongo, dije también cómo, cómo se deviene. Lo dije como
parodia de todo lo que se propone como manuales de saber hacer. En inglés: How
to. Cuando se trata de devenir analista todo saber hacer desfallece. Y es porque,
llegado el caso, uno se lanza hacia el saber hacer clínico. Esto debería sin embargo
aguzarles el oído porque, para aclimatar el psicoanálisis a la Universidad, un señor
que se llamaba Daniel Lagache y que permanece por el "Informe" que escribió y
que suscitó en Lacan algunas observaciones(4). Este Daniel Lagache debió inventar
el psicoanálisis clínico. Eso no era otra cosa, y no es más que la promesa de un
saber hacer que desconoce el inconsciente y el deseo, y en particular el deseo del
analista.
Hay una clínica. Esta no es psicológica, nunca lo fue. En primer lugar, es
psiquiátrica. Fue transformada por la experiencia freudiana, fue llevada al materna
por Lacan, y la originalidad de la Escuela de la Causa Freudiana fue promover el
slogan del retorno a la clínica. Es así, al menos, cómo un historiador del
psicoanálisis contemporáneo resumió la orientación dada a los trabajos de esta
Escuela en 1981, en tanto que esta nacía milagrosamente de los escombros de una
disolución que, un cuarto de siglo más tarde, determina aún el panorama del
psicoanálisis francés.
No reniego del retorno a la clínica. Desde hace veinticinco años el esfuerzo de
las Secciones Clínicas es el de condensar, resumir, volver pragmático el saber
clínico que se desprende de la enseñanza de Lacan. Pero lo que caracteriza al
clínico es su experiencia, su saber hacer, el talento de apretar los botones
necesarios para que el otro se avenga a la operación. Es justamente de lo que hay
que desaprenderse para devenir analista. Es el olvido de la clínica lo que funda la
operación analítica. Se es clínico cuando se ha acumulado la experiencia de un gran
número de pacientes, y es eso lo que hay reducir a nada para, en el discurso
analítico, acoger como único al sujeto que se ofrece ahí.
He aquí entonces el trasfondo del título que propongo: Cómo se deviene
psicoanalista en los inicios del siglo XXI. Agrego que hay todavía detrás de ese
título uno de Baudelaire de un artículo de su juventud. Tenía veinticuatro años
cuando escribió, a propósito de una jugarreta de Balzac: "Cómo se pagan la deudas
cuando se es un genio". Lo que me gustó en ese título es el se. "Querido se", dice
Lacan. Ese se es todo uno-cada uno. Es el HCE de Joyce. Here comes everybody,
cada uno se inscribe ahí. Cómo se deviene psicoanalista en los inicios del siglo XXI
quiere decir entonces: malditos los analistas que serían clínicos. Ser clínico,
dejémoselo a los psicólogos.
Nosotros queremos analistas que sean analizantes, analizantes perpetuos, que le
arranquen incesantemente al sujeto supuesto saber que no existe trozos de saber,
tanto más preciosos por ser raros y singulares. Porque la vía analítica no es la del
gran número ni la de la estadística, es la de lo singular y del paradigma -Ia de lo
singular y lo singular llevado a paradigma. Y entonces, si son necesarios los
slogans, el retorno a la clínica lo sustituimos de ahora en más por el retorno a lo
singular.
Desde hace muchos años que en nuestras Jornadas se exponen casos, casos de
pacientes. ¿No ha llegado el momento de exponer el propio caso? Es el privilegio de
los AE, lo sabemos. Sin embargo, ya sucedió que para un volumen titulado Qui sont
vos psychanalystes? les pidiera a los colegas hablar de sus análisis. Yeso se hizo
también en 1991 para el Coloquio que conmemoraba los diez años de la
desaparición de Lacan. Después, yo mismo lo hice una vez en Buenos Aires, y aún
el año pasado en París. Y bien, propongo a la Escuela de la Causa Freudiana
autorizar en las próximas Jornadas a que se hable de los propios casos, de sí
mismo como de un caso, que se elabore la relación al sujeto supuesto saber, y
también que los analistas den a conocer cómo se elabora en el paciente de ellos el
deseo de ser analista.
En efecto, el deseo del analista no es el deseo de ser analista. En ciertos
aspectos, incluso, ambos son antinómicos. De uno al otro hay ruptura, enredo, zig-
zag, y es por eso que propongo agregar al título que indiqué un subtítulo: "Del
deseo de ser analista al deseo del analista".
Notas
1. Intervención publicada en La lettre mensuelle n'' 279, en junio de 2009,
Boletín mensual de la ECF.
2. Intervención pronunciada el 12 de octubre de 2008 durante las Jornadas de
la Escuela de la Causa Freudiana. Retranscripción: Catherine Bonningue. La primera
intervención fue publicada en la Lettre Mensuelle n° 273, diciembre de 2008, bajo
el título: Perspectives de politique lacanienne - Primera intervención. Texto no
revisado por el autor.
3. Lacan, J. “Discours a l’École freudienne de Paris”. Autres écrits. Seuil, 2002.
Págs. 647-684.
4. Lacan, J., "Observación sobre el informe de Daniel Lagache”: “Psicoanálisis y
estructura de la personalidad". Escritos II, Siglo XXI editores, 1985. Págs. 627-664.
https://puntodefugarevista.files.wordpress.com/2020/05/recopilacion-pf4.pdf