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17294-2020-00276
Comparezco, por mis propios derechos, en mi calidad de afectado, ya que soy víctima
directa de la violación de varios derechos constitucionales producida en la acción
ordinaria de protección que se sustanció con el número de juicio 17294-2020-00276.
Es la sentencia de lunes 22 de junio del 2020, las 11h49, emitida por la Sala
Especializada de lo Penal, Penal Militar, Penal Policial y Tránsito de la Corte Provincial
de Pichincha, dentro de la acción de protección que se sustanció en esa judicatura con el
número de juicio 17294-2020-00276.
Esa sentencia es una decisión jurisdiccional definitiva, pues no resta ningún otro recurso
adecuado y eficaz que pueda ser agotado en contra de ella, según se demuestra a
continuación: (1) no cabe interponer en contra de esa sentencia el recurso de
revocatoria, porque, según el art. 100 del Código Orgánico General de Procesos, una
vez pronunciada la sentencia esta debe mantenerse inmutable; (2) no cabe interponer
recurso de apelación en contra de ella, pues, de conformidad con el art. 256 del
Código Orgánico General de Procesos, este recurso solo cabe contra las sentencias y
autos interlocutorios de primera instancia, siendo la emitida por la Sala de lo Penal de la
Corte Provincial de Pichincha una de segunda instancia; y (3) no cabe interponer
recurso de casación en contra de ella, pues, de conformidad con el art. 266 del Código
Orgánico General de Procesos, este recurso recae únicamente sobre procesos de
conocimiento, es decir, de declaración de derechos, y, según se deduce del art. 42
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numeral 5 de la Ley Orgánica de Garantías Jurisdiccionales y Control Constitucional, la
acción ordinaria de protección no tiene como objeto la declaración de la existencia de
un derecho, sino la protección de uno ya existente.
En la sentencia de lunes 22 de junio del 2020, las 11h49, emitida por la Sala
Especializada de lo Penal, Penal Militar, Penal Policial y Tránsito de la Corte Provincial
de Pichincha, se vulneró mediante una serie de omisiones los derechos constitucionales
que, en forma sucinta, enumero a continuación:
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grave en la actualidad, como es la precarización laboral en el sector público. En segundo
lugar, según se demuestra a continuación, la acción extraordinaria de protección aquí
presentada, dará la oportunidad a la Corte Constitucional de corregir la inobservancia de
los precedentes establecidos por la propia Corte que se enumera a continuación:
El 3 de marzo del 2020, interpuse una acción ordinaria de protección, que se sustanció
con el número de juicio 17294-2020-00276, en contra el Consejo Nacional Electoral; a
fin de obtener la tutela judicial frene a la violación por parte de esta entidad, de mis
derechos al trabajo, a la estabilidad laboral, a desempeñar empleos y funciones públicas,
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y, por conexión, a la vida digna, y al acceso a la vivienda. Esta violación de derechos
constitucionales, según sostuve en mi demanda, se produjo debido a una acción de esa
entidad pública. Esa acción consistía en la notificación de la terminación de la relación
laboral que mantuve con esa entidad bajo la modalidad de contrato de servicios
ocasionales de forma ininterrumpida a lo largo de seis años, mediante el Memorando
Nro. CNE-CNAFTH-2020-0311-M de 28 de febrero del 2010, suscrito por el Lic.
Eduardo Bladimir Franco Enríquez. Coordinador Nacional Administrativo Financiero y
de Talento Humano del Consejo Nacional Electoral.
Esa acción ordinaria de protección fue conocida en primera instancia por la jueza de la
Unidad Judicial Penal con sede en la parroquia Iñaquito del Distrito Metropolitano de
Quito, provincia de Pichincha, Campaña Terán Paola Viviana; quien, mediante
sentencia de 19 de mayo del 2020, la negó. Interpuesto el recurso de apelación de esta
providencia mediante escrito de 2 de junio del 2020, el mismo fue conocido y resuelto
mediante la sentencia de 22 de junio del 2020, por la Sala de lo Penal, Penal Militar,
Penal Policial y Tránsito de la Corte Provincial de Pichincha. En esta última sentencia,
se produjo las violaciones a mis derechos constitucionales que enumero a continuación:
En el escrito de martes 2 de junio del 2020 con el que interpuse el recurso de apelación
de la sentencia que resolvió en primera instancia mi acción ordinaria de protección,
expuse en el acápite segundo los argumentos a los cuales contraje mi recurso. En ese
acápite que contiene el siguiente título: “II. FUNDAMENTOS JURÍDICOS”; se
expone los argumentos de mi recurso, con ayuda de sangrías y empleando negrillas,
bajo la siguiente numeración: “(1.1.1)”, “(1.1.2)”, “(1.2.1)”, “(1.2.2)”, “(2.1)”, “(2.2)”, y
“(3)”; y, en tanto tienen rasgos en común, se agrupa algunos de ellos bajo los numerales
más omnicomprensivos: “(1.1)” y “(1.2)”. Cada uno de estos argumentos, según se
afirma en el escrito de interposición del recurso de apelación, expone los “errores in
judicando e in procedendo” que justificarían que se revoque la sentencia de primera
instancia y se de una distinta en segunda instancia. De allí precisamente la numeración.
Para interponer ese recurso, previamente tuve que, debido al desorden expositivo de la
sentencia de primera instancia, enumerar de una forma semejante los razonamientos que
había empleado la jueza a quo. Debido a esa falencia, solamente esto me permitiría
ejercer mi derecho a la defensa oponiendo, por ejemplo, al razonamiento de la sentencia
número 1, argumentos número 1.1.1, 1.1.2, 1.2.1, y así sucesivamente.
Pese a que son siete los argumentos que empleé al formular mi recurso de apelación –
argumentos: “(1.1.1)”, “(1.1.2)”, “(1.2.1)”, “(1.2.2)”, “(2.1)”, “(2.2)”, y “(3)”-, en la
sentencia de 22 de junio del 2020, de la Sala de lo Penal, Penal Militar, Penal Policial y
Tránsito de la Corte Provincial de Pichincha, solo se hace referencia a uno de ellos.
Sorprendentemente, al finalizar el numeral 4.3 del considerando “CUARTO” de esta
sentencia, luego de exponer los antecedentes, dice el Tribunal ad quem:
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“…el accionante limita su recurso a una presunta falta de motivación de la
decisión, por no haberse considerado todas las Resoluciones de la Cote
Constitucional que ha citado a lo largo del proceso, afirmando que esa presunta
omisión, se constituye en “error in procedendo”, de la sentencia, que la hace
objeto de revocación por el superior y de declaración de “error esencial” a la
Juez que lo emitió” (el énfasis me pertenece).
Esa delimitación de los argumentos de mi recurso -arbitraria en tanto que reñida con la
realidad- dio lugar a que el Tribunal ad quem omita pronunciarse sobre todos los que
había expuesto como fundamento de mi recurso. Tras sostener que solamente expresé
un único y exclusivo motivo, se limita a analizar el mismo en todas y cada una de las
páginas que la integran. La sentencia deja así de lado, injustificadamente, el resto de
motivos a los que -según dije: enumerando, y haciendo énfasis para destacarlos con
negrillas y sangrías-, había contraído mi recurso.
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En el numeral “(1.1)”, argumenté en segundo lugar que la sentencia de primea
instancia “(1.1.2) no valora adecuadamente el material probatorio constante
en los autos”. A breves rasgos, sostuve que la valoración de la prueba en que se
había basado su decisión, no era la debida conforme a lo dispuesto por el art. 60
de la LOSEP. Nada dijo el Tribunal ad quem en su sentencia, sobre si a la luz de
esa disposición legal esa valoración era correcta o incorrecta.
b) En el numeral “(1.2)” de mi recurso, por otro lado, alegué, en primer lugar, que
la sentencia de primera instancia: “(1.2.1) inaplica disposiciones legales y
reglas de interpretación constitucional”. Entre otras cosas, argüí que la jueza a
quo había hecho en esa sentencia una interpretación de normas constitucionales,
que las utilizaba para justificar la violación de los derechos que ellas mismas
reconocían, pese a estar esto prohibido por los instrumentos internacionales de
derechos humanos, y en franca tensión con el principio pro homine previsto en
la Constitución. Sin embargo, nada dijo el Tribunal ad quem en su sentencia,
sobre si era verdad o no que la norma constitucional había sido utilizada contra
sí misma, para justificar su propia violación.
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En fin, ambos argumentos -el “(1.2.1)” y el “(1.2.2)”- habían sido agrupados en
el numeral “(1.2)”, por cuanto tenían en común ser errores in judicando que
habían conducido a la jueza a quo a considerar que no existe la violación de los
derechos alegados al plantear mi acción.
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adjuntados al proceso desde fojas 62 a 179; sin embargo, a mi únicamente se me
había permitido conocer y contradecir, trece fojas del informe antes mencionado.
Si, según afirma la doctrina, “La garantía de motivación (…) demanda (…) que el juez
muestre cuál fue el camino recorrido, el itinerario seguido para arribar a la decisión”;1
una sentencia que resuelve un recurso de apelación, naturalmente debe hacer mención a
la procedencia o no de los argumentos por los que se pide que se revoque la sentencia
de primera instancia, y que permitieron resolver ese recurso afirmativa o negativamente.
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(1.2.1) Luego de referirme a él en forma extensa en el anverso de la primera
página de mi escrito de apelación, alegué como argumento en la interposición de
ese recurso, que la jueza de primera instancia no había considerado al resolver la
causa la sentencia No. 048-17-SIS-CC, caso No. 0238-13-EP, de 22 de febrero
de 2017. Esto pese a que, según expliqué en dicho escrito, esa sentencia era
evidentemente aplicable al resolver la causa. Pese a esto, en su sentencia el
Tribunal ad quem no incluye este precedente en su análisis de adecuación al caso
y pertinencia. Esta falta de pronunciamiento constituye una violación a mi
derecho a la motivación, según se puede despender de la reciente sentencia No.
1035-12-EP/20, caso No. 1035-12-EP, de 22 de enero de 2020, de la Corte
Constitucional. Aquí la Corte sostuvo en el considerando número 20:
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RUIZ, Alfredo; AGUIRRE, Pamela; ÁVILA, Dayana (Eds.), Desarrollo jurisprudencial, p. 105
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Quedan dudas de si con esto, el Tribunal ad quem sostiene que la sentencia No.
0009-09-SIS-CC no es precedente aplicable al resolver mi acción: (1) porque
tratándose de una sentencia dada en un proceso constitucional en el cual la
entidad accionada fue la Universidad Técnica de Machala, y el mío uno en el
que la accionada es el Consejo Nacional Electoral, no se pude extraer elementos
de la primera para aplicarlos en la decisión de la segunda; o (2) porque siendo
una sentencia sobre una acción de incumplimiento y la que incoé una acción
ordinaria de protección, no pueden extraerse de la primera, elementos para
decidir la segunda; o (3) porque el caso sobre el que trata la sentencia de esa
acción de incumplimiento es relativo a la aplicación de la LOSCA, y el de la
acción ordinaria de protección que incoé guarda relación con la aplicación de la
LOSEP, no pueden extraerse de la primera, elementos para decidir la segunda; o,
finalmente, (4) por todas las razones anteriormente mencionadas. De ningún
modo con esta argumentación se puede haber cumplido con la garantía de la
motivación. De esos argumentos no se puede deducir que esa sentencia No.
0009-09-SIS-CC no sea aplicable al decidir sobre mi acción de protección. Al
emplearlos no se puede haber cumplido con el parámetro de la lógica, que, según
se ha dicho en su sentencia No. 080-16-SEP -CC, caso 0131-09-EP, de la Corte
Constitucional, exige:
Por un lado, si bien para que una sentencia sea considerada precedente
jurisprudencial para un supuesto de hecho determinado, se exige que este
supuesto sea análogo a aquel sobre el que se resolvió en dicha sentencia, no se
llega al extremo de exigir identidad entre los sujetos intervinientes en uno y otro
supuesto. Por eso debió resultar irrelevante para el Tribunal ad quem a la hora de
decidir si esa sentencia constituye un precedente jurisprudencial para mi caso,
que en él haya intervenido como accionada la Universidad Técnica de Machala,
mas no el Consejo Nacional Electoral.
Por otro lado, según es sabido, bien pueden extraerse criterios del orbiter dicta
de una sentencia, como fundamento de la pretensión de una acción, como
argumento de un recurso, o, en general, como argumento de defensa; de las
sentencias se cita como fundamento jurídico, no solo los criterios ratio
decidendi. No solo al decidir, sino al hacer razonamientos que conducen a esa
decisión, los jueces crean Derecho. De allí que estos razonamientos puedan ser
alegados, para dar fuerza a los argumentos vertidos en una acción, o, como dice
la sentencia No. 1035-12-EP/20, caso No. 1035-12-EP, de 22 de enero de 2020,
de la Corte Constitucional “…como argumento (…) con finalidad persuasiva”.
Por eso el Tribunal ad quem debió haberse pronunciado también sobre los
razonamientos adoptados en la sentencia No. 0009-09-SIS-CC, aún cuando no
los considere aplicables, según se dijo mantuvo la Corte Constitucional en la
sentencia No. 1035-12-EP/20, y razonar, explicar, en fin, motivar, si estimaba
que esos argumentos tenían relevancia en la resolución de la causa. Esto, sobre
todo, porque al citar la sentencia No. 0009-09-SIS-CC en mi escrito de
apelación, se incluyó una larga cita de los argumentos que se habían vertido en
la misma, arguyéndolos en respaldo de la resolución favorable de mi recurso.
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Esta sentencia no se citó antojadizamente, tomando como argumentos de mi
propia defensa, lo que habían sido utilizados en ella.
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(1.2.2) Según sostuve, el Tribunal ad quem analiza también en su sentencia la
adecuación y pertinencia de otros precedentes jurisprudenciales, pese a que,
según sostuve, su aplicabilidad no había sido alegada en ningún momento como
argumento al plantear mi recurso de apelación, sino en el alegato de cierre
rendido por mi abogado en audiencia única de primera instancia. Tampoco su
pronunciamiento al respecto, puede haber sido debidamente motivado.
En primer lugar, pese a que previo a hacer ese análisis sobre su aplicabilidad al
inicio del párrafo 6 del considerando “QUINTO” de su sentencia, el Tribunal
sostiene que “...el accionante refiere la no consideración de citas
jurisprudenciales, que a su criterio, le otorgan estabilidad laboral y que serían de
obligatorio cumplimiento y adecuación a su pretensión”, mi abogado defensor
había aducido esos precedentes en el alegato de cierre de la audiencia de primera
instancia para probar “La aplicabilidad de esas medidas de reparación integral a
casos análogos” al mío. Es decir, argumentando la posibilidad de que la jueza a
quo las aplique en forma legítima, porque precisamente su legitimidad había
sido reconocida en esas sentencias por el máximo órgano de justicia
constitucional. Este hecho, por sí solo, demuestra una falta de motivación: de esa
forma el Tribunal ad quem realmente no podría haber estado rebatiendo los
argumentos de mi defensa, sino otros; él se dirige a probar que esos precedentes
no pueden ser utilizados en respaldo de la afirmación de la vulneración de
derechos que he alegado, pese a que mi argumento fue que servirían como
prueba de la aplicación legitima de las medidas de reparación solicitadas.
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Consejo Nacional Electoral 6 años. Y bien, en ese contexto en la página 29
de esa sentencia, la razón por la cual se ordena como medida de reparación el
reintegro del accionante a su empleo, es porque:
Nuevamente he de presumir que el argumento del Tribunal es: (1) que esa
sentencia no es aplicable porque en el caso que ella resolvió la entidad
accionada fue el Registro Civil, y no, como en mi caso, el Consejo Nacional
Electoral; (2) o que no es aplicable porque al tratarse de una acción de
incumplimiento, no se pueden extraer de ella elementos para decidir una
acción ordinaria de protección; (3) o que por haber sido regido ese caso con
la LOSCA y el mío con la LOSEP, no se puede aplicar los razonamientos
empleados para resolverlo al resolver el mío.
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- Finalmente, de una forma que parece más una descripción de sus caracteres,
antes que un argumento sobre su inaplicabilidad, dice el Tribunal, sin más. la
sentencia “0014-15-SS-CC, adoptada en el caso No. 0047-14-IS, referida al
incumplimiento de la Dirección de Salud de Sucumbíos, de la decisión
adoptada por la Tercera Sala del Tribunal Constitucional, en base a la
LOSCA”. Otra vez: el que la accionada en ese caso fuese la Dirección de
Salud de Sucumbíos, no impide el uso al resolver uno en que lo es el CNE; el
que ese caso haya sido regido por la LOSCA, no debería importar al decidir
una cuestión constitucional y no de legalidad; y el que sea una acción de
incumplimiento, no impide traer de ella elementos al resolver una acción
ordinaria de protección. No hay lógica, ni motivación en este argumento.
Asimismo, no queda claro si el Tribunal ad quem utiliza todos, o solo una
parte de estos argumentos. Su resolución no es comprensible; no resuelve
motivadamente.
Se trata de una regla de carácter erga omnes que la Corte Constitucional dispuso
anteriormente para el conocimiento de las acciones de protección en la sentencia No.
001-16-PJO-CC, caso 0530-10-JP, de 22 de marzo del 2016, del siguiente modo:
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cuando no encuentren vulneración de derecho constitucionales y lo señalen
motivadamente en su sentencia, sobre la base de los parámetros de
razonabilidad, lógica y comprensibilidad, podrán determinar que la justicia
ordinaria es la vía idónea y eficaz para resolver el asunto controvertido” (énfasis
añadido)
No pude ser profundo ni minucioso el estudio contenido en la sentencia del Tribunal ad
quem, sobre la vulneración de los derechos constitucionales a la luz de los precedentes
jurisprudenciales alegados como fundamento tanto de mi acción cuanto de mi recurso
de apelación, pues se limita a analizar las cuestiones que se encuentran en la superficie,
tales como: quién fue la entidad accionada en los precedentes alegados, cuál fue la
naturaleza de la acción constitucional resuelta en ellos, y qué ley regía los casos que
fueron materia de su resolución. Un estudio profundo y minucioso hubiese exigido que
el Tribunal ad quem entre a tratar los razonamientos de dichas sentencias; o, al menos,
rebata por qué lo argumentos que había extraído de ellas para citar textualmente mi
abogado defensor, no podrían ser significativos al resolver mi caso.
Nada dijo el Tribunal ad quem sobre las violaciones al debido proceso acusadas en mi
escrito de apelación, y referidas en esta acción de protección anteriormente en el literal
d) del numeral 1.1. No subsanó la nulidad procesal que se había producido en primera
instancia, al haberse resuelto la causa sin permitirme contradecir la prueba presentada
por la accionada, sin correrme traslado con 117 fojas que sí fueron objeto de análisis por
la jueza a quo. No subsanó la nulidad procesal causada al valorar la prueba ilegalmente
practicada por la entidad accionada. Nada dijo frente a estas violaciones al debido
proceso, pese a que en mi escrito de apelación había llamado la atención de esa “franca,
alarmante y deplorable” vulneración. Causa un daño también quien omite socorrer a
quien le presta su llamado de auxilio, y mucho más si tiene el deber de hacerlo. Por eso
el art. 130.1 del Código Orgánico de la Función Judicial, les impone el deber de cuidar
que se respeten los derechos y garantías de las partes procesales en los juicios.
Sin que exista motivo plausible alguno para hacerlo, con los hechos que expliqué en los
numerales anteriores en su sentencia de 22 de junio del 2020, las 11h49, la Sala
Especializada de lo Penal, Penal Militar, Penal Policial y Tránsito de la Corte Provincial
de Pichincha, me ha dado un trato diferenciado injustificado al dejar de aplicar normas
constitucionales, legales y jurisprudenciales al decidir mi recuso de apelación. Esto
permite afirmar que ha vulnerado mi derecho a la igualdad formal, con un trato
discriminatorio.
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En lo particular, la inaplicación referida en el numeral 2 de la fundamentación de esta
acción extraordinaria de protección, de las sentencias de la Corte Constitucional No.
139-18-SEP-CC, caso No. 1972-17-EP, de 11 de abril del 2018 y No. 001-16-PJO-CC,
caso 0530-10-JP, de 22 de marzo del 2016, supone una violación de ese derecho porque
la igualdad ante la ley no supone tan solo la igual aplicación de la ley, sino, al mismo
tiempo, la igual aplicación de los fallos jurisprudenciales que la concretan. El principio
de la igualdad ante la ley estuvo ligado en la Ilustración con el “espejismo” de que el
juez al aplicarla, no realizaría un ejercicio interpretativo. Por eso se limitó a contener
una exigencia, que obliga al legislador a no dar a los ciudadanos ante supuestos de
hecho idénticos un trato diferenciado en la ley, pues con esto quedaba asegurado que los
jueces, verdaderos autómatas o “boca de la ley”, tampoco les darían un trato
diferenciado arbitrario al aplicarla. Sin embargo, pronto quedó claro que la ley siempre
da lugar a un margen interpretativo, y, por tanto, que para garantizar la igualdad ante las
leyes: “De poco serviría que estás no establezcan desigualdades entre los ciudadanos si
luego su descontrolada aplicación las acabará generando”.3
En ese orden de ideas, la doctrina sostiene que “…para que la igualdad ante la ley se
concretice en el derecho se necesita de una serie de mecanismos para hacerla efectiva.
[Y que] La jurisprudencia toma aquí relevancia al convertirse en instrumento
garantizador de esa igualdad”. Los precedentes, según se dice, se convierten en una
“extensión de la ley o de la disposición normativa” en tanto dan “un significado justo a
los conceptos [de esa ley o de esas disposiciones] respecto a ciertos hechos”, y de este
modo adquieren el mismo rango de la ley o la disposición normativa que aplican, sea
esta constitucional o legal. Es por eso, se concluye, que la igualdad ante la ley en tanto
igualdad de su aplicación, “…requiere seriamente tomar en consideración decisiones
anteriores como ejercicio de argumentación”.4 Por decirlo así, la falta de una igual
aplicación de un fallo jurisprudencial, equivale, entonces, a la falta de una igual
aplicación de una parte de la ley que es su interpretación; y, por ende, a la falta de igual
aplicación de esa ley misma.
3
OLLERO, Andrés, “La igualdad en la aplicación de la Ley en la doctrina del Tribunal Constitucional”,
en: COLMENERO, Miguel (Ed.), La casación: Unificación de doctrina y descentralización. Vinculación
de la doctrina del Tribunal Constitucional y vinculación de la jurisprudencia del Tribunal Supremo,
Madrid: Consejo General del Poder Judicial, 2007, pp. 229-260, pp. 232-233.
4
BAZANTE, Vladimir, El precedente constitucional, Quito: Corporación Editora Nacional, 2015, p. 36.
5
LARENZ, Karl, Derecho justo: Fundamentos de ética jurídica, DIEZ-PICASO, Luis (trad.), 1 ed., 1ª
reimp., Madrid: Civitas, 1990, p. 47.
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Según se ha sostenido en la sentencia No. 016-13-SEP-CC, caso No. 1000-12-EP, de 16
de mayo del 2013:
“La “debida diligencia”, se refiere a la actuación pronta y prolija por parte de las
autoridades jurisdiccionales; esto es, en un tiempo razonable y dando trámite a la
causa con apego a la normativa pertinente, con el objeto de dar efectiva
protección a los derechos e intereses de las partes”.
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que las violaciones a mis derechos constitucionales, se han dado en una franca
infracción de las normas más básicas de nuestro ordenamiento jurídico.
CAMILO MORENO-PIEDRAHÍTA H.
MAT. 17-2011-586 F. A. C. N. J
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