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Juliana Spinoza:

González Valenzuela ética y libertad

d
la mayor parte de los que han escrito sobre las afecciones y sobre la conducta de la via humrma (de affectibus et
hominum vivendi ratione) parecen no tratar de cosas naturales que siguen las leyes comunes de la naturaleza,
sino de cosas que estánJuera de la naturaleza (extra natura). Se diría, en verdad, que perdben al hombre en la
naturaleza cOTTUJ un imperio en otro imperio (imperium in im perio) ...
. . . a éstos parecerá ciertamente sorprendente que me proponga tratar de los vicios de ú,s hombres y de sus lccuras
(incptias) a la manera de los geómetras, y que quiera demostrar por medio de un razonamiento riguroso ú, que no
dejan de proclamar contrario a la ratón, vano, absurdo y digno de horror ( quae rationi repugnare, quaque vapa,
absurda et horrenda), pero he aqui la razón en que mefundo: nada sucede en la naturaleza que pueda atribuirse
a un vicio existente en ella... Por consiguiente, las afecciones del odio, de la cólera, de la envidia, etc ... se siguen de
la rnis11i.a necesidad y la misma virtud de la na.turaleza ...,consideraré [por tanto] las acciones y ros apetitos humanos
corno si se tratase de líneas, de superficies y de cuer pos sólidos (si quaestio de lineis, planis aut de·cor poribus
esset). 1

E
n este memorable pasaje se halla condensa­ y herética teología spinoziana. Y esto sigrúfica que la
do el propósito central de la Ética de Spino­ divinidad está en la naturaleza corpórea tanto como
za: naturalizar y racionalii.ar la vida humana, está [es] el pensamiento mismo. Y al revés: la natu­
oponiéndose a toda aquella tradición que cree ver raleza es atributo divino: es divina ella misma: todo
en esa parte esencial del hombre que es el reino de es Dios y Dios es todo: pa:n-teos.
sus "afecciones" (acciones y pasiones), algo extra o Y si la extensión y el pensamiento han quedado
antinatural, contrario o ajeno a la posibilidad de unificados en esta premisa fundamental, si el pan­
una comprensión racional. teísmo intenta resolver -en esencial unidad- las di­
En concordancia con las voces de su tiempo que, ferencias más tajantes entre espíritu y materia, infi­
tanto en el orden de la ciencia como en el de la exis­ nito y·finitud, absoluto y relativo, eternid�d y tem­
tencia, proclaman la reconciliación con el mundo poralidad, etc., se entiende que, con más razón, el
.natural, Spinoza piensa no sólo que la naturaleza hombre, con todas sus afecciones, no puede consti­
"está escrita en números" y que tiene en sí una ra­ tuir una realidad sui generis, fuera de la naturaleza. Si
cionalidad causal, matemática y perfecta, sino que Dios mismo no es extra-natura, menos aún puede
todo es susceptible de una demostración en el orden geo­ serlo el hombre: éste no constituye "un imperio en
t
métrico, incluyendo la Eica misma. La naturaleza en otro imperio".
general pierde en el racionalismo moderno esa es­ Pero el monismo naturalista trae consigo ijunto
pecie de carácter demoniaco que llegó algún día a te­ con la posibilidad de que las afecciones humanas
ner, y en Spinoza adquiere, incluso, un status divino: puedan ser tratadas y demostradas exactamente
dentro de su concepción panteísta, Dios es la única igual que si fuesen líneas, cuerpos y superficies [ ordi­
sustancia que exisce, poseedora en su perfección de ne geometrico j) que quede, consecuentemente, cues-
infinitos atributos de los cuales los conocidos por el tionada la libertad:
hombre son el pensamiento (la espiritualídad) y la Los hombres se engañan al creerse libres -dice
extensión (la espacialidad, la corporeidad); Dios no Spinoza-... 2
es sólo pensamiento, como creía Descartes, sinQ
también extensión, según declara la revolucionaria No hay en el aJma voluntad alguna absoluta o libre,
sino que el alma es determinada a querer esto o aque-
' Baruj Spinoza., Etlúca ordine geomtlrico dt11UJrutrata; texto latino con
notas de G. Genrile, G. Latena e figli, Bari, 19l.5; Parte m, prefacio.
jTrad. esp. rct, México/ • lbidnn., Parten, Proposición xxv, Escolio.

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llo por una causa que es detem1inada también por
otra, y ésta a su vez por otra, y así hasta lo infinito.3
La libertad no parece tener cabida dentro de un
orden de absoluta y necesaria causalidad,o sea cuan­
do, como asegura Spinoza: --
Todo en la naturaleza se produce con una necesidad
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eterna y una suprema perfección.4 �


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No hay propiamente libertad, en efecto, si por és­ -J: t:!_:
ta se entiende (como suele entenderse) actuar sin cau­ :,:, ,,/1
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sa y sin razón; si la acción libre se concibe precisa­ _ IJ:l
mente como la posibilidad humana de actuar con
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independencia de las causas determinantes. O sea
como, cíe hecho, ha sido concebida la libertad, sobr; ::-i��-·--- ��- _.
todo después de Spinoza, notablemente por Kant o
por Sartre, por ejemplo:
Por Kant, como "la facultad de iniciar por sí mis­
ma (sponte) la serie de los propios efectos... sin que
tenga necesidad de otra causa que detemline tal co­
mienzo" ; 5 como causa sui: espontaneidad absoluta
"que no recibe otra determinación que de sí mis­
ma" .6
Y por Sartre: propuesta como absoluta indeter­ causalidad y causa/,idad necesaria o determinismo: las
minación, como "la nada", como una propiedad mismas causas producen los mismos efectos me­
"entera e incondicionada", antinatural, injustifica­ diante enlaces uniformes, predeterminables y nece�
ble, absurda, etcétera. 7 sarios; lo cual hace absolutamente incompalible la
La idea existencialista de la libertad se da, cierta­ libertad con la racionalidad y con la naturaleza mis­
mente -como exacta contrapartida- en los térmi­ ma y su régimen causal. Se entiende, así, que afir­
nos mismos en que la caracterizó Spinoza, y el exis­ mar, como hace Spinoza, la condición racional y na­
tencialismo no se detiene en afirmar la irreductibili­ tural de la vida humana, implique el cuestionamien­
dad de lo humano, asumiendo precisamente el ca­ to de la libertad.
rácter extranatural, contrario a la razón, "vano, ab­ Pero}. p!,ieden realmente explicarse el hombre y
surdo y di gno de horror" de la libertad absoluta. lo J1umanó dentro de una concepción estrictamente
Lejos de los términos spinozianos, en cambjo, o monista, naturalista, racionalista y determinista?
más bien como algo imposible de concebir dentro ¿ Puede haber étita en un universo determinista, re­
del racionalismo de Spinoza, estaría la idea kantiana gido por leyes de causalidad necesaria? ¿ Cómo se
de la libertad, en tanto que ésta se halla fuera de la explica la presencia universal de la imjmfección hu­
naturaleza y fuera de la causalidad natural y, no mana, particularmente de la irracionalidad, la destruc­
obstante, es racional: está en el orden de la razón tividad y la maldad del hombre, que parecen ser los
práctica, que es, para Kant mismo, la razón primor­ rasgos más inextirpables de su condición? ¿ Puede
dial. haber ética ordine geometríco demon.strata, es decir, sin
El racionalismo moderno, del cual es Spinoza libertad? ¿ Logró realmente Spinoza su proyecto de
uno de sus más altos exponentes, dejó establecida una ética estrictamente determinista que elimine
una identidad esencial que se formula en términos todo factor de libertad?
de causa sive ratio: causa o razón: causa es lo mismo Precisamente, la Ética de Spinoza oscila en esta
que razón, razón lo mismo que causa. Y no sólo es­ doble y excluyente posibilidad: si hay ética, no hay de­
to, sino que produjo también la asimilación entre terminismo en sentido estricto: se restringe la deter­
minación y ésta ya no resulta incompatible con la li­
• Ibídem., Parte 11. Prop.xLvm. bertad; la caus�lidad deja de ser absolutan1ente ne­
• lbidem., Parte,, apéndice. cesaria (que es lo que implica un determinismo con­
s Emanud Kant, ProlegómemJJ a toda metajisica fu.tura; 53. secuente). O bien, como garantía de perfección ra­
• Id. Crítica de la ra..ón práctica; ,, Libro ,, cap. 111, Esclarccim1emo
crítico. cional y de verdad absoluta, se insiste en un riguroso
' Cf. Jean Paul Sartre, L 'Eire et le Néant; pas,ím. determinismo y, entonces, se toma imposible la ética: ésta

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se desvanece en proporción directa a la consolida­
ción del determinismo, y viceversa: la Elica de Spi­
noza da testimonio, expreso o implícito, de que ella
se instaura., de un modo u otro, sobre diversos senti­
dos de la libertad.
Así, por una parte, Spinoza habla de "buenas" y
"malas" pasiones: el gozo, la alegría, el placer, el
amor, la seguridad, la esperanza, etc., son buenas
pasiones; malas, la tristez.:i_, la melancolía, el dolor,
el odio, la inseguridad, la desesperación:
por gozo (i(ietitia) encenderé ... una pasión por la que el
aJma pasa a una perfección más grande. Por tristeza
(trislitw) una pasión por la que pasa a una perfección
menor.�
Pero unas y otras pasiones, las que derivan de la
alegría o de la tristeza, son para Spinoza racionales
en tanto que expresan, en definitiva, la pertenencia
del hombre a la naturaleza: su inclusión en el orden
causal universal por el cual es afectado, necesaria­
mente, por todo lo externo. Sólo que las afecciones
pueden favorecer o no favorecer al ser del hombre.
Lo fundamental es que hay en éste, como en todo lo Las buenas pasiones son para Spinoza aquellas
que existe, según Spinoza, una tendencia originaria, que favorecen el conatus primordial ?e 1a �ida ten­
una especie de éla:n vital, un esfoerw o impulso esen­ diente a su expansión y a su perfecc1onarn1ento: al
cial (conatus) a perseverar en el ser. El gran axioma es goce y todos sus derivados. Por el contrario, la mala
que: pasión contraviene el ímpetu de ser:
Cada cosa en cuanto es en sí, se esfuerza en perseverar
en su ser.9
Por úien entiendo aquí todo género de gozo y LOdo to
El deseo (cupiditas) es la esencia misma del hombre, es que conduce a él, y principalmente lo que satisfa�e el
decir, un esfuerzo por medio del cual trata el hombre intento (conalus) cualquier cosa que sea. Pdr mal. enuen­
de perseverar en. su ser. 10 do todo género de tristeza y principalmente lo que
frustta el intento.13
En contraste con aquellos que pudieran ver en la
condición humana alguna tendencia originaria a la Pero es decisivo adverür que la sola existencia de
destrucción o a la muerte (con Freud, por ejemplo, la mala pasión bien pudiera ser un signo inequívoco
a pesar de lo mucho que éste hereda de Spinoza) el del quebranto en la supuesta perfección �umana.
optimismo racionalista obliga a sostener que la Porque ¿cómo se explican, en verdad, la tristeza, el
muerte es externa o extrínseca. Así, mientras Spino­ sufrimiento, el miedo, el odio, la muerte, en un rei­
za declara: no donde todo lo que es tiende a perseverar en el
ser y en un orden sometido a la más necesaria y divi­
No puede ser destruida ninguna cosa más que por una na racionalidad?
causa exterior. 11 El hecho mismo de que haya diferenci,a, o contraste
encre buenas y malas pasiones es testimonio eviden­
Freud en cambio habrá de asegurar:
te de la condición étka del hombre, fundada en la
libertad. Pues en un sistema rigurosamente determi­
Jo viviente muere por fundamentos internos ... la meta de
toda vi.da es la muerle.12
nista no caben distinciones cualitativas: todo es líte­
rahnente in-diferente, descualificado, neutro, preci­
samente por ser necesario. La diferencia entre bqe­
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n. Spin01.a, op. cit., Parte m, Prop. x1, Escolio.
9 Ibuúm., Pa.n:c 111, Prop. vi'. na y mala pasión impljca la negación del régimen
10 lbi.dnn., Parte 1v, Prop. xv111, demostración. causal perjecto. O más bien, revela la existencia de la
11 lbiáro,., Parte 111, Prop. 1v.
11 Sigmund Frcud, Má.! ai/á del prirtcipio del placfT, trad. ¡-sp. L. López­
Ballesceros, Obras completa,, ed. Biblioteca Nueva, Madrid; PP· 1104-5. ,. B. Spino;,.a, i,p. cil., Pane 111, Prop. xxxix, Escolio.

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imperfección y, en definitiva, el carácter posible y con­ gundo no .tiene que agradar rná!> que a sí mismo y hace
tingente (no necesario) de la determinación. La di­ solamente lo que sabe ocupa el primer lugar en la vida
versidad implica alternativas distintas de posibles y que, por esta razón es lo que más desea. Llamo en
enlaces causales, diferentes y contrarios; unos bue­ consecuencía siervo al primero, al segundo libre. 11
nos otros malos, unos favorables a la naturaleza Un hombre libre no piensa en cosa alguna n1enos- que
ese�cial, ot;os contrarios a ella, unos de vida, otros en la muerte, y su sabiduría es una meditación, no
acerca de la muerte, sino de la vida. 18
de muerte. Estamos en un o,den de contingencia y
no de necesidad: de lo que es, pero puede no ser; La libertad verdadera consiste, para Spinoza, no
de lo que es así, pero puede ser de otro modo. Y a en un obrar gratuitamente, sin causa y sin razón,
esta contingencia ·corresponde, precisamente, la li­ sino al contrario: en actuar conforme CQn la natura­
bértad. leza necesaria del hombre: en obedecer al conato
Por otra' parte, ademá.s, la �iferencia no sólo exis­ predeterminado de perseverar en el ser, actuando en
te, según er pr:opio Spinoza, entrn buenas y malas conformidad con �'las ideas claras y distintas" que
pasiones, sino entre pasiones. en general yacciones: en­ muestran la racionalidad universal ycon las verda­
tre la vida pq,siva que es afectada por el ext_erior, que des eternas y necesarias de codo cuanto existe 1sub
"responde" o "reacciona" pasiva o pasionalmente a specie aetemitate -dice Spinoza-l. La libertad, para­
las determinaciones externas, y la vida activa que, dójicamente, entonces, no sería sino el cumplimien­

por e1 <;:ontrario, es �aus?: ella misma y no sólo efec­ to con la necesidad propia y absoluta del ser.
to, que obra conforme con la razón y p,roduce su Y en este sentido, puede decirse que el cambio en­
propio movimiento de adentro hacia.af�era y no de tre la vida pasional y la vida activa y ·"libre" no es
afuera a adentro, como en la pasión, y que no es realmente sino el cambio de una esclavitud o servi­
otra cosa, a la postre, que la expansión y el cumpli­ dumbre por otra: dejar de obedecer a los determi­
miento mismo del cona.tus: nismos externos (pasión) para someterse a los inter­
Ademá� del gozo y del deseo, que sori pasíones, hay nos absolutamente más determinantes (acción). La
otras afecciones de gozo y de deseo que se relacionan libe�tad sería, entonces, corno la mera expresión de
cort nosotros·en cuanto somos activos. 14 una naturaleza fija, predeterminada e inalterabte,
Como la razón no exige nada que sea contra naturale­ necesaria y no libre o posible ella misma. Pues Spi­
za, pretende, por consiguiente, que cada uno se an1e a noza no ve que la acción libre pueda recaer sobre la
sí mismo, busqué la utilidad propia, lo que es real- propia naturaleza y transformarla: que la libertad
. mente útil para él, apetezca todo lo que conduce real­ introduzca novedades, cambios verdaderos; que sea
mente al hombre a una perfe<:ción mayor, y absoluta­ productora y creadora; que explique la condición
rn.ente hablando, que cada uno se esfuerce en conser­ cultural, histórica y propiamente ética .
.. var su ser en cuanto de él dependa. 15 Pero, en otro sentido, no puede considerarse que
Por eso, ia melancolía, el odio, la trístezá misma, sean indiferemes la vida activa y la pasiva, ni que el
no son nunca acciones y éstas coinciden con las bue­ cambio de una por otra no implique realmente li­
nas pasiones: bertad, ni tampoco que ésta no sea condición de la
actividad ética, aunque ella se realice en conformi­
No hay, pues, afecciones de tristeza que se puedan re­ dad con una presunta naturaleza o esencia necesaria
la:cionar eon el alma .en cuanto es activa, y sí solamente e inalterable. Pudiera decirse, incluso, que la para­
afecciones de gozo y cleseo..1 6 doja es doble, pues no sólo se manifiesta en que la
libertad consista en la necesidad, sino en que ésta, a
Y precisamente, la diferencia entre pasiones yac­ su vez, remita a la líbenad: en que la naturaleza ne­
éi0nes, entre pasividad y actividad es, en términos cesaria del h·ombre (su conato racional de pervivir)
mismos de Spinoza, la dife_re:r-cia esencial entre lo no es en realidad necesaria: no se cumple forzoza­
qu� él conceptúa corno esclavitud y como libertad: mente, de manera espontánea, como una necesidad
o un instinto natural. Por el contrario, es adquisi­
Veremos con facilidad en qué defiere un_ hombre con­ ción libre (posíble y contingente) nacida de la elec­
dµcido. sólo por la afección o la opinión [por la· pa­
sionJ, de otro dirigido por la razon. El primero, quié­ ción y de la efectiva actividad humana, que puede
ralo o no, no sabe en modo al.guno lo que hace; el se- darse o no da.se. El conatus es ciertamente mero co­
natus tendencia, posibilidad y potencialidad: eifuer-
ª J/¡idem., P.ane 111, Prop. LVru . •
"Ibídem., Pane1v, Prop.xvin, E�colio. 11Ibídem., Parce 1v, Prefacio .
'' ibídem., Parce 111, Pro p. Ltx, Demostración. u Jbidem., Pane 1v, Prop. LXVII.

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zo, lucha y conquista de la libertad. No es propia­ Más allá de los inmensos esfuerzos que hace el
mente fuerza o ímpetu espontáneo que se réalice pensamiento humano por estrechar entre sus redes
con natural y universal facilidad. Y así parece reco­ la realidad, más allá de sus afanes de dominio racio­
nocerlo el propio Spinoza cuando dice: nalista y de exactitud absoluta, los hechos mismos,
con su riqueza cualitativa, su movimiento y su pro­
Si los hombres naciesen libres no formarían concepto
alguno de lo bueno y de lo malo durante todo el tiem­ pia vida, rebasan y desmienten los "sistemas'' y ha­
po que permanecieran libres. 19 blan por sí mismos; la fluidez libre de la a.ctividad
humana desborda, en efecto, los rígidos y limitados
El conato, para el hombre, es potencia, es apetito márgenes del esquema determinista y del orden
y deseo, es literal empeño que requiere lucha, "traba­ geométrico con los que Spinoza quiso constituir la
jo", arte y artificio humano; es producto cultural y ética. Ésta sólo es posible en eJ orden de lo in­
no natural, es moral y libre, no espohtáneo y nece­ necesario, de lo cambiante, de lo imperfecto, del
sario. Incluso, para el propio Spinoza, la vida activa bien y del .mal, de lo humano, no de lo divino, de la li­
de verdadera libertad es algo muy dificil de ·alcan­ bertad, en suma. La ética se hace visible sólo en la
zar; así lo reconoce al final de su Etica en un pasaje medida en que el mundo recobra su sentido propia­
revelador que deja bien kjos los esquemas de la mente humano: imperfec.to y perfectible, esencial­
pei¿-e�ción determinista: mente cualitativo, siempre amenazado de irraciona­
Si el camino ... fa la vida sabia] parece extremadamen­ lidad y de nihilidad; siempre abierto y en gestación.
te arduo, no por eso debemos dejar de entrar en él. En un mundo geométrico no hay ética: no hay acciones y
Ciertamente tiene que ser arduo lo que se encuentra pasiones, no hay diferencia, no hay conflicto, ni vi­
con tan poca frecuencia ¿sería posible, si la salvación da, ni posibilidad.
estuviese en nuestra mano y se pudiera conseguir sin Pero tampoco hay ética en la pura indetermina­
gran esfuerzo, que fuese desdeñada por casi todos? ción, en el sinsentido y la vacuidad. El mundo hu­
Pero todo lo que es hermoso es tan difícil como raro. 20 mano es un mundo ético porque también hay en él
Más allá de su reconocimiento expreso, la liber- causalidad, racionalidad, diferenciación, sentido,
tad se hace patente en el sistema spinoziano de di­ conato de perseverar en el ser. La vigencia de Spinoza
versas maneras, mostrando la inconsistencia del de­ no está, ciertamente, en su racionalismo determinis­
terminismo. El hombre puede (y debe) gobernar sus ta, pero sí en su afán de encontrar un lagos de las
pasiones; ha de cambiar tristeza por alegria, fomen­ afecciones humanas y de ver la libertad íntimamente
tar los determinismos vitales y combatir los que in­ conjugada con la determinación; no en el monismo
hiben el ímpetu de la existencia; debe generar una naturalista y panteísta, pero sí en la reivindicación
vida actíva y racional: de la naturaleza y el cuerpo humano con sus propias
pasiones; no, tampoco, en su optimismo unívoco e
Cuanto más nos esforzamos en vivir dirigidos por la ra­ ilusorio, pero sí en su postuladón de valores vitales,
zón tanto mayores eiuerzos har;emos para no depender de afirmativos y expansivos; en su propósito de conci­
la esperanza, libramos del temor, dominar en lo posible
la fortuna y dirígfr nuestras acciones conforme al segu­ liar el bien y la alegría, las acciones y las pasiones, el
ro consejo de la razón. horizonte natural y el horizonte moral de la vida hu­
mana.
Pero todas estas acciones: esforzarse, no depen� En la antípoda más extrema del pesimismo hob­
· der, librarse, dominar, dirigir, estimular, luchar en besiano que proclamó el horno h(fm,i,nis Lupv.s; se situa­
contra, cambiar unos condicionamientos por otros, ría la deificación y glorificación spinoziana de la na­
etc., son la libertad: el poder humano de intervenir en turaleza y del hombre mismo. Pero, frente al propio
los enlaces causales, conforme con su designio, y Spinoza, y su implícito horno hominis deus, la ética
transformar, así, la naturaleza externa e interna. contemporánea se asienta en la más segura y fecun­
Cierto que la libertad no es absoluta ni es incausada, da esperanza de que, ni lupus ni deus, como señala
ni es. tampoco contra o extra-natura; pero la natu­ Fernando Savater, sino: horno hominis homo. 22 Spino­
raleza para el hombre Oa suya y la ajena) no es un za, no obstante, es un hito decisivo en es.ta posibili­
régimen causal cerrado necesario, uniforme inalte­ dad de una ética fundada en la propia condición hu­
rable, perfecto y divino. Por eso hay historia y hay mana.
cultura y hay ética. Tepoztlán, Mor., noviembre de 1982.
" lbide�., Parce 1v, Prop. ucvtu.

0
. ,v, Prop. xw,, Escolio.
Ibidem., P arte u Cf. Fernando Savater, Invitación a la itica, Ed. Anagrama, Barcelo­
71 Ibidem., Parte 1v, Prnp. XL"ll, Escolio. -na, 1982.

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