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Etica y libertad
A diferencia de otros posibles enfoques, una
Etica ontológica centra su objeto de estudio princi
palmente en la constitución misma del hombre y en
aquella característica de éste que le hace existir co
mo un ser ético, productor de ese orden existencial y
cultural sui generis que es el orden moral. Esta con
dición ética no sólo es algo propio y exclusivo del
hombre, sino que tiene el carácter, ciertamente,
de una nota ontológica y, por tanto,. de una carac
terística universal y permanente del hombre que le
define en su propia condición humana: la eticidad
o moralidad constitutiva está presente en todas las
modalidades posibles de existencia, sean morales o
inmorales, se rijan por "esta" o por "otra" o por
"ninguna" moral particular; es la base que condi
ciona toda la variedad histórica y social de las mo
rales y todas las manifestaciones subjetivas u objeti
vas, reales o ideales de la vida moral de los hombres
. y los pueblos. 1 Y como de todo constitutivo ontoló
gico, de la eticidad cabe decir lo que dice Heidegger
respecto de esa otra nota "esencialmente inherente"
al ser del hombre que es el ser-en-el-mundo:
Eticidad y libertad
al igual que forman parte de él el campo de los valores, los
ideales, los principios éticos más generales; o bien el del len
guaje moral, con su peculiaridad y su lógica particular, etc.
La Ética varía históricamente, como disciplina teórica, por
el énfasis que puede poner en uno u otro aspecto. Por su
Juliana González Valenzuela parte, la Ética ontológica, desde Platón ( con sus anteceden•
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No es... una "peculiaridad" que unas veces se Ontológicamente, la moralidad constitutiva o
tenga y otras no, o sin la cual se pudiera ser eticidad implica, en efecto, la temporalidad y con
tan perfectamente como con ella.. . 2 ella el no-ser y la contradicción. La eticidad es una
nota definitoria del ser del hombre, pero del ser
Las morales varían históricamente y el hombre comprendido no como una "esencia" o "sustancia"
puede tener o no tener una moral determinada; pue fuera del tiempo y de la existencia, como era para
de ser más o menos moral; puede incluso declinar la ontología tradicional, sino del ser identificado
hasta límites extremos su conciencia, su responsa plenamente como tiempo o como existencia espa
bilidad y su proyección ética( de la vida; pero en cio-temporal, que es como lo ha comenzado a reco
tanto que hay hombre hay moralidad o eticida9- y nocer la ontología contemporánea desde Hegel.
no existe la a-moralidad propiamente dicha. Esta Anaximandro hablaba del "orden del tiempo "4
sería la completa in-diferencia, la neutralidad exis y Heráclito afirmaba que "cambiando, reposa", 5
tencial, la imperturbabilidad y la descualificación. expresando con ello la primigenia conciencia de
La a-moralidad consistiría, en efecto, en esa peculiar que el cambio (µe-ro:�o'Xi¡) no consiste en una pura
característica que Freud le adjudica al inconsciente aniquilación: engendra su propia estabilidad o con
"puro" (ese que, precisamente por ello, es en sí sistencia (ser), y de que el tiempo (devenir) es un
incognoscible) cuando dice que el inconsciente orden: conlleva su propia legalidad o racionalidad
-manifiesto sobre todo en los sueños- no conoce p,oros-): "se enciende y se apaga según medidas".6
el no ni la contradicción ni, por ende, está en el_ Se trata aquí de la conciencia dialéctica de lo real
orden de la temporalidad y la moralidad.3 por la cual se reconoce que el orden y la razón se
cifran en la contradicción ya que ésta es racional,
tes socráticos y presocráticos) hasta Sartre, busca el ser y la y que, por tanto, el ser es el cambio y el cambio
esencia del fenómeno moral en general y en particular ( el mismo es ei ser: no hay ser que no cambie ni deve
ser del valor, de la conciencia moral , de la normatividad) y
el ser mismo del hombre en tanto que éste constituye y es
nh: que no sea. Dicho de otro modo: el cambio mis
constituido por lo ético en general. mo tiene un aspecto contingente y otro necesario;
2 M. Heidegger. El ser y el tiempo, Pról.y trad. espa· unas modalidades superficiales, meramente fugaces,
ñola de José Gaos, la. ed. en español, Fondo de Cultura Eco· particulares, azarosas, intrascendentes, y otras
nómica, México, 1951 , p. 67s. literalmente fundamentales, esenciales y estructura
3 "Nada termina -dice Freud-, nada pasa, nada se ol les: son estructuras reales del proceso (ontológicas)
vida en el inconsciente..." "En este sistema no hay negación
ni duda alguna ...ni tampoco grado ninguno de seguridad".
que le dan orden, consistencia y ser.
"Los procesos del sistema inconsciente se hallan fuera del Y el cambio se dice en dos sentidos principa
tiempo. .. no sufren modificación ninguna por el transcurso les: en el orden sincrónico, como cambio de cada
del tiempo y carecen de toda relación con él" (Metapsicolo cosa respecto de las demás: el cambio como alteri-
gía, V, "Lo inconsciente" , Obras completas, Vol. I, Biblio
teca Nueva, Madrid, 1948).
"De la contradicción [ el sueño ] prescinde en absoluto, 4 Anaximandro , Bl.
como si 'para él no existiese el 'no'" (Interpretación de los s Heráclito , B84a.
sueños, Ibídem, p.413). 6 Heráclito , B30.
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l,111, mulUplicidad, diversidad, existencia singular tencia, como dejó sentado la ontología existencial. 8
,h 111110 cuanto existe. Y, en el orden diacrónico, Y el hombre es el ser cambiante (contingente) por
, 1111111 rnnnbio de cada cosa en s(misma: el cambio antonomasia. No sólo cambia como la materia (en
, 111110 nltcraci6n, transformación, proceso, devenir el modo del dinamismo micro y macro físicos) y
1,111pl11monte dicho. El cambio del ser implica, a la como la vida ( en el de las transformaciones y de
, lll existencia como diferencia y como moui- la evolución filogénicas y ontogénicas), sino que
"'''"''º
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necesaria la existencia: abierta, multívoca, in-deter- paz, unidad, no-contradicción): se recupera, literal
minada, capaz de alternativas : no-ser esto, no-ser lo mente, la dialéctica de la dialéctica. 17
otro; ser esto o lo otro. La libertad es literal princi- Y sólo el ser libre es un ser ético: la eticidad
pio de individuación humana. Diacrónicamente ella es incomprensible sin la libertad (y sin la dialéctica
es el cambio temporal: ruptura con el pasado, adve- de la libertad). La eticidad es, de hecho, expresión
nimiento a un futuro que no es: no-ser-ya, no-�"-Or- • ' eminente del carácter libre (posible, insuficiente y
aún. La libertad es principio de transformación, el "erótico") del hombre, contradictorio y conflictivo
motor de la historia. en sí mismo; penetrado del no ser y portador de las
Pero dentro de una efectiva concepción día- negaciones y las "negatividades". Pues ahí donde
léctica el no-ser no es la Nada en sentido estricto no hay "no" no hay, en efecto, tiempo, ni contra
(No-Ser absoluto, meramente abstracto y especula- dicción, ni posibilidad, ni moralidad, ni tampoco,
tivo). El no-ser es siempre relativo: es no-ser esto, por supuesto, hay "humanidad". Pero tampoco la
algo concreto y determinado: relativo al ser; es hay si no hay ser.
literal "modo de ser"; técnicamente: ser en poten- El ethos (;eof) es, realmente, una literal "se
cia: ser y no ser a la vez. 15 En esta relatividad de gunda naturaleza y en esto se expresa ya su unidad
los contrarios se funda la necesaria relatividad o la dialéctica: es segunda naturaleza: no la primera y
implicación recíproca (la unidad dialéctica) de la li- originaria, la naturaleza "natural"; es artificial, de
bertad [cambio] y la necesidad [ser], de lo posible y rivada, adquirida y cultural; se conquista más allá
lo real, de la indeterminación y las determinaciones, de la ñ.'aturaleza misma, sobrepasándola: el ethos
del individuo y la comunidad, de la discontinuidad es literalmente sobre-natural. Y sin embargo, sigue
y la continuidad temporal, de la historia y la natu- siendo naturaleza; no sólo porque emerge de la na
raleza y la materia, de lo "psíquico" y lo "somáti- turaleza "primera" (física y biológica) y porque
co". La dialéctica, como vio Heráclito, es, cierta• recae sobre ella sin que el hombre salga jamás del
mente, Pólemos: guerra, lucha de contrarios. Pero, a orden natural, sino además porque el ethos mismo
la vez í.Y esto es lo propiamente dialéctico) es Her- se constituye en algo "natural": por un lado, aun
monía: unidad, racionalidad e implicación recíproca cuando sea "arte" o "artificio", sólo vale como tal
de los contrarios: "acople de tensiones". 16 Si se ethos en la medida en que se toma una "manera de
rescata el sentido verdaderamente ontológico (uni- ser" espontánea y natural; por otro lado, el ethos,
· versal y fundamental) de la dialéctica, ésta abarca, el carácter, se convierte en una especie de "natura
en efecto, el dinamismo dialéctico entre Pólemos leza" forzosa, de necesidad o de destino: "el ethos
(contradicción) y Harmonía (conciliación, orden,
15 "La Nada" sólo tiene, si acaso, validez metafórica. 17 En Heráclito está claramente expreso que el Logos
Cf, Aristóteles. Metafísica, IV, 1007; IX, 1060; XII, 1071; mismo y la realidad cambiante no tienen contrario ni cam
Física, I, 192 ;De anima, III, 427; principalmente Cf, E. Nicol. bian en cuanto tales: son lá totalidad (1r&vra) que no po
El absoluto negativo. Diálogo. dría pasar a "otra cosa". La contradicción es interna al ser:
16 Heráclito. B51. se da entre los relativos y por eso la dialéctica es concreta.
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Eticidad y libertad
j•� para el hombre su daimon (destino)", dijo Herá- eticidad no es, en última instancia, sino la libertad
1illtc). u que recae sobre sí misma: sobre el productor de
Es cierto que la moralidad se conquista en gran toda posible acción libre; es la capacidad humana
1.nodida sobrepasando, en lucha dialéctica, la mera de vivir en el orden de lo posible, y por ende cuali
naturaleza pulsional, "a-moral" en sus trasfondos ficable; de vivir en la opción, el riesgo, la indeter
rn'1s arcaicos e inconscientes, según Freud. Pero minación, la soledad, el futuro: en el orden de la
l,1tmbién es cierto que la pulsión (Trieb) es la única no-indiferencia y del sentido.
l'uonte de energía y que, en esencia, el ethos no se Pero el orden del sentido es también un orden
1 1xplica sino naciendo de las fuerzas primigenias de dialéctico: sólo hay sentido donde hay más de un
In vida y de la muerte: Eros y Thanatos en el con sentido. Si la vida humana no tuviese más que una
Lt!xto freudiano. 19 Cabe decir que la naturaleza es, dirección posible, no tendría propiamente "senti
úlla misma, contradictoria y ambivalente para el do". Pero, a la vez, la vida pierde sentido cuando
hombre: impide y a la vez posibilita las tendencias todo es posible, cuando "todo está permitido"
1hicas de la existencia: éstas no vienen de ''fuera"; -como decía Dostoyevski-, cuando cualquier
11i de un trasmundo metafísico o religioso, ni son posibilidad es igualmente posible: cuando todo es
ulgo ajeno al hombre mismo en su condición real y igual o indiferente; no hay posibilidad donde no
tenenal (temporal y corporal). hay imposibilidades; lo posible y lo imposible se
Ontológicamente, la naturaleza (y con ella implican recíprocamente como se implican recípro
todo lo que está en el orden de la necesidad) no es camente el "sí" y el "no", la luz y la sombra, la vida
algo absolutamente necesario para el ser humano: y la muerte. La realidad marca, en efecto, los lími
es a la vez contingente: es, pero podría no ser: es tes de lo posible y lo imposible: lo uno por lo otro.
así, pero puede ser de otro modo; es realidad y En esta misma medida no hay libertad inde
posibilidad al mismo tiempo: realidad en acto y a terminada: no hay libertad {ni eticidad] que no se
la vez en potencia. Ninguna realidad, ni la propia ni conjugue dialécticamente con la necesidad. La
la externa, es algo "en-sí" para el hombre: algo realidad humana no puede seguirse concibiendo
unívoco, acabado y necesario; le son inherentes, dualista y antinómicamente como "alma" y "cuer
junto con sus contr adicciones, sus posibilidades y po", "espíritu" y "materia", "res cogitans" y "res
sus potencialidades: o sea, el orden ontológico extensa", "civilización" y "pulsión", "ser-para-sí"
del ser que no-es pero puede ser, sobre el cual, y "ser-en-sí". El punto de partida de una ontología
precisamente, recaen la conciencia y la acción trans concreta es la unidad psicosomática en que el hom
formadora del hombre: ya sea hacia las realidades bre consiste y que es base, a su vez, de la unidad
externas, ·o bien hacia su propia naturaleza (praxis "espacial" del hombre con, el mundo y con los
y póiesis exteriores; auto-praxis y auto-póiesis). La otros, y de la unidad temporal del ser y el no-ser, de
la realidad y la posibilidad. Se trata, efectivamente,
u Heráclito. B119. de unidades dialécticas que conllevan sus intrínsecas
19 Vid. J. González Valenzuela. Freud y la moralidad, dualidades y contradicciones, pero siempre en el
(en preparación). seno de una misma y dinámica realidad.
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El ethos, la "segunda naturaleza" propia del lógico de lo posible sólo es tal vacío en función de
hombre, expresa de manera eminente esta condición un lleno, relativamente a algo real, limitado y limi
unitaria-o_·,.ál, este estado perennemente contradic tante, sino que tamhién la libertad misma niega las
torio derlser humano, emergiendo y no emergiendo opciones y las posibilidades: es elección y determi
de la naturaleza, oponiéndose a sus pulsiones más nación que generan sus propias renuncias, sus impo
originarias, a la vez que activándolas a ellas mismas sibles, sus necesidades y sus realidades.
o potenciándolas hacia otros destinos posibles que El movimiento en que la libertad consiste
el designio humano les quiere imponer. El ethos es implica sin duda una primera fase en que ella no es
anti-physis y physis a la vez. "Sentido" y "pulsión" otra cosa, ciertamente, que la "conciencia de la
se contraponen y no se contraponen al mismo necesidad"; pero es evidente que la libertad es praxis
tiempo. Es esta tensión la que explica en sus últimos (es la praxis misma e incluso la praxis de la concien
fundamentos el carácter verdaderamente ético de la cia); por esto la acción supone, a su vez, la "con
vida humana. Si hubiese dualismo o ruptura, si el ciencia de la posibilidad": es la posibilitación mis
orden moral fuese ajeno, realmente extraño y ex ma, con toda la ruptura aniquilante de lo real que
terno al orden natural, si la libertad fuese absoluta conlleva; la libertad es liberación, emancipación de
mente opuesta y excluyente de la determinación y todas las cadenas y sumisiones, externas o internas,
la necesidad, no habría propiamente conflicto ni en que está inmerso el hombre; y no hay liberación
problema: no habría en sentido estricto responsabi sin rompimiento y sin "nihilizaciones". Este primer
lidad. Radicalmente comprendido, todo dualismo momento es, precisamente, como el advenimiento
elimina el movimiento [cambio] . de "la Nada" en el seno del ser (como lo expresaría
La filosofía existencial, desde Kierkegaard, ha Sartre) en el que prevalece la angustia de la indeter
recaído ante todo en el carácter indeterminado, minación.
vacío y angustiante de la libertad (y con ella de la Pero hay un segundo momento (que no es
eticidad): en "la Nada" de la libertad. Por su condi propiamente tal porque puede ser simultáneo y no
ción libre, el hombre aniquila las determinaciones y sucesivo) en que se produce lo inverso: la libertad
se proyecta hacia el vacío de su elección. La libertad trasciende la angustia con la fe: esa otra vivencia
es, en este sentido, asunción de las posibilidades existencial y temporal que no tiene originariamente
como tales posibilidades (lo que puede ser, pero no nada qué ver con la religión ni posee ninguna con
es) y, por su propia indeterminación, por su oque notación "teologal", sino que es la clave para la
dad ontológica, la libertad es en su esencia misma proyección temporal de la existencia: la fe como
angustia. necesaria anticipación del futuro [como imagina
Pero éste no es realmente sino, por así decirlo, ción, si se quiere, entendida en este sentido radical
un "momento" dela libertad, o más bien un aspecto de la fe creadora] que libremente llena el vacío,
o polo dialéctico de ella: la libertad es sí apertura determina lo indeterminado, asegura lo inseguro,
del ser (no-ser): indeterminación en la angustia; pero ve lo invisible: genera esa certidumbre en el reino de
también es cierre de caminos: determinación. No lo incierto, que permite el discurrir temporal de la
sólo ocurre que, como se ha dicho, este vacío onto- vida humana; que es condición sine qua non de que
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e imprevisible. 21 La soledad tampoco es absoluta como un modo de vincularse y responsabilizarse.
sino relativa: es modo de relación y la libertad es Eticidad es en esencia responsabilidad: responsabi
siempre, necesaria y dialécticamente, libertad-en-si lidad ante sí y simultáneamente ante los otros; con
tuación. lleva a la vez la autenticidad (el ser autós: sí mismo)
Cualquier otra forma de concebirlo torna im y el compromiso (ser-para-los-otros); ambos son
posible, aquí también, la comprensión efectiva de inexplicables si no es dentro de la unidad ontoló
la realidad cambiante del hombre y, en particular, gica del yo y el no-yo, si no es sobre la base de la
de su eticidad; pues si hay algo que ésta revele ante comunidad radical interhumana (hermandad en el
todo es, precisamente, la implicación recíproca ser: "simbolicidad" en el sentido platónico) y de
de los contrarios: de lo individual y lo social tanto la consecuente implicación dialéctica de lo indivi
como de lo inestable y lo estable en la unidad del dual y lo social. No hay moralidad en sentido
proceso temporal. estricto que no implique la apelación a una con
El orden ético remite, es cierto, a la dimensión ciencia libre y responsable en pleno riesgo y soledad;
interna personal o subjetiva de lo humano; la praxis pero tampoco hay moralidad que no implique la
ética recae sobre cada hombre en su singularidad. "sociedad" y la pertenencia del hombre a la comu
No obstante, como bien sabían los griegos, ética y nidad. La moral une y separa al mismo tiempo. No
política i:onstituyen una unidad indestructible. hay autenticidad moral que no se realice en y
Ethos es precisamente carácter, en cuanto modo in como una positiva vinculación (y viceversa). La
dividual y único de ser, y es, ar:,,mismo, disposición praxis ética no elimina el conflicto entre lo indivi
básica, actitud o manera de estar dispuesto ante el dual y lo social [entre el para-sí y el para-otros]; no
otro y lo otro: modo de relación. La vida ética es lo elimina, sino que lo torna realmente dinámico y
la forma eminente de individualizarse precisamente fecundo, justamente porque implica la relatividad
de los contrarios y no consiste en la exclusión entre
:21 Cosa que también reconoce y desarrolla Sartre,
absolutos, la cual es necesariamente estéril, circular
sobre todo en su Critica . .., como lo destaca ampliamente y en esencia estática y paralizante.
Jorge Martínez Contreras en su estudio sobre Sartre, Pero la También el ethos remite, ciertamente, el "há
libertad es categoría dialéctica en el orden rigurosamente bito" ( e8 os-) o costumbre, en tanto que con ello se
ontológico. Su carácter dialéctico (y no especulativo) no lo alude al orden de la acción temporal que sólo es
adquiere a condición de que se abandone el campo de la onto·
logía hacia la praxis poi ítico-social o hacia las ciencias sociales,
propiamente ética en la medida en que conserva y
como ocurre en el paso de Sartre del "humanismo" a la transforma al mismo tiempo. La eticidad expresa la
"antropología", segCm lo designa Martínez Contreras. A condición temporal, siempre abierta, riesgosa y posi
nuestro juicio el fracaso (y la imposibilidad de dar cuenta ble de la vida, pero también es en el ethos, y sólo en
adecuada de la praxi, histórica y de la praxis ética) de la él, donde el hombre encuentra su humana firmeza,
ontología existencialista sartreana (antidialéctica, "idealista"
y abstracta) no es fracaso de la ontología como tal. Ésta se estabilidad y seguridad. El ethos es, en efecto,
ha de revolucionar a sí misma, precisamente en el orden de "morada" del hombre, su "recinto" seguro que le
una dialéctica concreta. Vid J. Martínez Contreras. Sartre, presta fuerza y continuidad a la existencia: es
la fi101ofía del hombre, Si glo XXI editores , México, 1980. principio de pern)anencia en y por la acción misma:
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1 11 111 11hábito". Este, en la medida en que es genui- presa un ser ya constituido (ni individual ni colec
111, y 1•xpresa la eticidad, conlleva una. necesaria tivamente), sino un ser que se autoproduce, se
"' 1 lr111dicción: es acción eternamente renovada, "humaniza", hace su propia esencia, "acrecienta"
111111 y temporal, que se rehace a sí misma y se au- su propio ser, o sea su propio devenir. La eticidad
111d11L1,rmina desde su propia indeterminación; que trae consigo también ese peculiar fenómeno de
1111111 1 M reposa ni tiene completamente asegurada su "crecimiento" o "aumento" (a U�11cnn ontológico
, • 1Nl1m.cia y que, paradójicamente, produce el único que ya advertían los filósofos presocráticos como
,, pollo" y la única seguridad, el único ser, que le una propiedad constitutiva de la psique y el logos
,111 d11dos al hombre. humanos:
J,a significación ética de la existencia sería El alma -dice Heráclito- tiene un logos que
hr1111mible si la libertad no implicase la creación y se incrementa a sí mismo (�aurov aU�wv).22
1,, 1·c111lización en la continuidad temporal de los Y esta necesidad de crecimiento y movimien
111 lo11; la acción ética se cifra, efectivamente, en la to; de individuación y de unión;· de "elevación" por
• 111r•l6n reiterada y en la confirmación del compro- encima de lo dado; de superación y firmeza; de per
111 hm; eticidad es perseverancia, fidelidad, lealtad sistencia y transformación ; de todo esto en que la
ti, 1 hombre consigo mismo y con sus opciones; la eticidad consiste es, realmente, una necesidad radi
,u1c1l6n ética es, como vio por su parte Nicolai cal del hombre, una nota constitutiva, universal y
1 hrntmann, la lealtad y el amor sostenidos a lo largo permanente de su ser. Es la necesidad inherente a la
1 \I, la vida por los cuales f)l ser humano adquiere libertad.�
•u 11 identidad personal". Esta no es ninguna sus-
1,mcia estática y cerrada, sino proceso inacabado,
••NLnble e inestable al mismo tiempo, en constante 22 Heráclito. B115. Cf. Empédocles B106: "La inteli
p11oceso de gestación ontológica: la eticidad no ex- gencia del hombre crece.•. ( lie�Eraf)".
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