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• PALJL FRIEDLÁNDER

PLATON
Verdad del ser y realidad de vida

I
l
PAUL FRIEDLÁNDER

PLATON
VERDAD DEL SER
Y REALIDAD DE VIDA
TI TU LO O RIG INAL:
Plalan. Band 1: Seins wahrheil und Lebenswirkl íchkeit

Im presión de cubierta: INDI CE


G rá ficas Malina
INTRODUCCiÓN . . . . . . . Pág. 9

DEL PRÓLOGO A LA PRIM ERA EDICIÓN (1928) . 17

PRÓLOGO A LA TERCERA EDICION 18

PRIM ERA PAR TE

CAPíTULO 1: MEDIO Y E NTO RNO 21

CAP1TULO 11 : DEMON . 48

CAPITlJLO 1Il : A RRHETON 73

CAPITULO IV: ACA DEMIA 95

CAPITULO V : LA OBRA ESCRITA 115

CAP1TULO VI: SOCRATES EN PLAT O N lJ O

CAPITULO VII : I RONIA 140

CAPITULO VlII: DIA LOGO

CAPITlJLO IX : MITO 170


Reserv ados todo s los derecho s. Ni la to ta lid ad ni par te de este libro p uede
rep roduci rse o tra nsmitirse por nin gún pr ocedim ient o electrón ico o mecá -
nico, incluyendo fotocopia, gra ba ció n magnética o cualquier almacen am iento SEGU NDA PARTE
de informaci ón y sistem a de recuper a ción , sin per miso escr ito de Ed itorial
Tecnos, S.A. CAPITULO X : I NT UlCIO N y CONSTRUCCIO N (Un pu ent e hasta Bergso n y
Schope nha ue r) . . .............. ................. 207
© WALTER DE O RUYTER & CO., Bd. 1, 1964 3. , durch gcs.u.erg.Au fl,
© E DITO RIA L T ECNOS, S.A., 1989 CAPITULO XI : ALETHE IA (Una p olémica del auto r co nsigo mismo y con Ma r-
Josefa Valcárcel, 27 - 28027 Ma dr id tí n Heidegger) .. . . 214
ISBN : 84- 309-167 1-7
Depósi to Legal : M-3 14 2-1 9 89 CAPITU LO X II: DIALOGO Y EX ISTE NC IA (Un a preg unta a Karl J asper s) 222
Prlnted in Spain. Im preso en Espa ña p or Un igraf. Avd a . Cáma ra de la Indu stria, 38.
Mó stoi es (M adrid) CAPITULO X III: SOBRE LA S CARTAS PL ATONICAS 226
8 PLATON

CAP!TULO XI V: PL ATON COMO FISICO DEL ATO MO (Construcción ato -


mlstica y destrucción atom ística en el Timeo de Platón) ........... 235

CAPITULO XV: PLATON COMO GEOF ISICO y GEOGRAFO .. .. . . . 248

CAPITULO XV I: PL ATON CO MO JURISTA (Po r HunlinglOll Cairn s) 269 INTRODUCCION


CAPITULO XVII: PLATON COMO PLANIFICADO R DE CIU DADES (La
ciudad ideal de Atlantis) . 293 La obra de Pa ul Friedlánder sobre Platón ha sido objeto de nu-
merosas reediciones y trad ucciones a muchas lenguas, pero hasta ahora
CAPITULO XVIII: SOCRATES EN RO MA . 300 no lo ha sido al castellano. Con to do, creemos que ya este hecho ju s-
tificaría un a versión a nuestra lengua que nos acercase a esta impor-
NOTAS 309 tante apo rtación al estudio y a la comprensión de un filóso fo funda-
mental no sólo en el mundo griego sino sobre todo en la génesis de
I NDICES .. . .. . •. • •.. • • . • • •• . • • • •• • •• • 357 la civilización occidenta l. Sin embargo, el que desde la primera edi-
A. Sinopsis del contenido . l59 ción de esta obra se hayan producido numerosas contribuciones cien-
B. Nombres y conceptos . . 367 tíficas en este campo puede dar pie a la idea de que nos encontramos
C. Escrilos de JOlalón • . . . . . . o • ••• • • 379 ante algo desfasado o simplemente superado en sus líneas más impor-
D . Escritos de Aristóteles 38 1 tantes. Semejan te punto de vista ha sido atajado por el prop io autor.
en cada una de sus nu evas ediciones. Concretamente la tercera edi-
LÁMINAS 383 ción alemana , que es la que nos ha servido de base para nuestra tra-
ducción, ha sido cuidadosamente revisada, correg ida y acrecentada
con nume rosas adiciones, incluso con tod o un capítulo, acerca de Pla-
tón como ju rista , que se debe a Huntington Caíms . Así que, por esta
part e, no caben dud as al respecto.
Por otro lado, la obra de Friedlñnder supone un cambio en el punto
de vista tradicional que se mant enía entre los historiadores de la Filo-
sofía Antigua, como él mismo estab lece en los diferentes prólogos a
sus ediciones, sobre todo en el correspondiente a la tercera edición
alemana. Se tra ta de intentar comprender a Platón en cuan to autor
«total», esto es, sin extraer de sus Diálogos los supuestos hechos doc-
trin ales apartándolos del «ropaj e» literario, como si éste fuese sólo
escenificación o relleno sin valor ideológico. Eso lleva a un análisis
filológico más profundo y más completo, capaz de ir más allá de la
terminología o del estudio lingüístico para establecer la cronología de
sus obras por estilometría. Todo ello se ant icipa a las concepciones
que se barajan actualmente y que, en buena manera, se deben a los
trabajos de la escuela alemana y a esta obra entre otras.
Indudablemente sería preciso establecer la influencia filosófica que
se encuentra en la base de semejant e actitud, pero eso lo deja perfec-
tamente claro Friedlander y no es preciso hacer elucubraciones al efec-
to. Están suficientemente expresados en su obra el alcance y las limi-
taciones que, ineludiblemente , se encuentran en la utilización de las
cor rientes filosóficas del momento en que él la escribe. De esta mane-
ra el valor científico queda intacto , y es preciso estab lecer asimismo
otras correcciones desde nuestro propio momento, a partir de las crí-
ID PLATON INTROD UCCION 11

ticas que actualmente se ha cen a las escuelas filosóficas utilizadas ccn ap orías y de convertir a Platón en un platónico o neoplatónico
por él. má s bien.
El mero hecho de servirse de las corrientes de interpretación filo- Si Che rniss trató de libera r de aristotelismo a los filósofos grie-
só fica allí , en donde las categorías filo lógicas presentan sus limita cio- gos, incluido P latón, Friedlander trata de apartar la ps eudo -filología
nes, es alg~ qu e debemos a Friedla nder y que hoy constituye un fenó - y la pseudo-filoso fía de la Hist oria de la Filosofía y en concreto de
meno habitual de los buenos aná lisis en Historia de la Filosofía . Con Plató n. Y, aunque él mismo reconoce que todavía queda una gran
t?do, la obra de este autor es un mo delo precisamente en esta utiliza- labor por delante, sin du da su aportación puede dejar una línea y una s
cíen, ya que el estudio de Platón no se convierte en la excusa para directrices perfectamente establecidas sobre las que la investigación
estab lecer una doctrina propia o una versión int eresada , aj enas a la puede continuar.
verdadera comprensión del filósofo griego. Son estas consideraciones las qu e nos han llevado a traducir esta
Ad emás queda también claro algo que es particularm ente impor- obra y a pon er a dispos ición de los alumnos de Filosofía y de cuantos
tante y qu e por lo genera l se mantiene fuera de los a fanes de un inves- sientan la necesidad de comprender a Plató n y a su aplicación de la
tigador en estos estudios. Nos referimos al sent ido de la Historia de Filosofía a la ciudad el cam ino imprescindible para ello .
la Filosofía, a su valo r y razón de ser en un mundo mode rno, sin que
est.o n.os lleve a plantearnos las aportaciones lejanas del pasado o las
reliquias que han quedado de una cosmovisión primitiva y desfasada. NUEST RA T RADUCC ION
. Fr!edla nder ha:e notorio qu e P latón nos puede enseñar y que el
histor iador de la Filosofía no es un embalsamador de cadáveres sino Cuando se pret ende establecer una versión en castellano de una
q.uien descubre los prob lemas de nuest ra sociedad y pon e de mani - labor filológica y filosófica tan precisa como la que nos atañe, es pre-
ñes to que , en la solución de los mismos, nos encontramos con un Só- ciso solucionar un conjun to de problemas previos.
cra tes y un P lató n en la ap licación operato ria de todos los días a par-
tir de lo que denominamos «cultura occidental» y que tenemos en la l . Las citas en las lenguas originales: En líneas genera les hemos
base de todas nuestras acti tudes y respuesta s. de respet ar el que el autor haya preferido no inmi scuirse en un int en-
En esta línea inicia o descubre Friedlander el camino que llevó desde to de tradu cción que pud iera traicionar la forma y el contenido por
la ciudad a la Filosofía y que Platón transformó en una vuelta desde el que aparecen pr ecisamente como elementos de l estudio qu e se está
é ~ ~ a a la ciu?ad. El valor de la «utopía» platónica, como planifica- llevando a cabo. Sin embargo , somos también conscientes de que ello
clan necesana y campo para el desarrollo de la actividad filosófica puede significar el aleja miento de la realidad que tratan de mostrar,
ap arece anali zado desde todos los cauces posi bles. Y es precisame nte por cuanto en este caso lo mejor sin duda es enemigo de lo bueno y,
en eS,ta dir ecc,ión en la qu e el papel de los mitos, de las ideas y de la lam entablement e, el estado de nuestros Estudios Clásicos y el conoci-
poesta plató nica se estab lece como orientación para todo tipo de filo- mient o de los Mod ernos no alcanza ni mu cho menos el grado de difu-
s?,fías y teorías. Es,' pues, una recuperación de Platón y una compren- sión que sería de esperar en nuestra cult ura y qu e resu ltaría impres-
sie n de la. «letra viva» de sus. diálog os, tal com o pret endía él mismo cindible para la comprensión de Fri edl ánder . Como pretendemos que
cua ndo dio esta forma pecuhar a la Filosofía, a la comunicación de esta obra result e asequible y pueda conseguir el fin propuesto , hemos
las ideas. Y el estudio de Friedlander nos pone en disposición de ap ro - traducido , por nuestra par te, dichas citas, bien aliado del texto origi-
vechar este campo y estos análisis. na l o bien mediante no tas a pie de págin a. En el primer caso, figu ra
P ero no es eso todo lo qu e se pued e sacar de esta obra. Queda entr e ba rra s y con letra diferent e.
un punt o pa rticularmente válido hoy : la «desmitificac i ón» de los es-
tudios pla tónicos qu e se puede notar en el esfuerzo de Friedlander por 2. La familiaridad de Friedlander con el mundo griego le lleva
superar todas las cuestiones que la Filología ha esgrimido du rante si. a utilizar conceptos o térm inos que entiende como per fectamente co-
glos pa ra de alguna man era llegar a la exactit ud en el conocimiento nocidos por los lectore s. La razó n que hemo s aducido ante s nos ha
de Platón, pero que asim ismo han pert urbado la comprensión de su llevad o a utilizar las notas a pie de página para explicar aq uéllos que
ob ra; se trata de problemas como el de la cronología, autentic idad pudieran plant ear dificultades y oscurecer la argumentación que apa-
conceptualización y valo r poético de sus comparaciones. Todo ell~ rece en el texto. Con el fin de evita r confusiones hemos detallado cuán -
no es má s que un intento de traicionar la escritu ra platónica de con . do las anotaciones son del autor y cuándo son nuestras . En todo caso
vcrtir al diálo go en tratado , de ha cer dog ma s en donde se' establ e- hemo s señalado con asteriscos y en notas a pie de página nuestras acla-
12 PLA TON INT RODUCCION 13

raciones y hemo s ma ntenido la numeración y la colocación al final 6. En lo que se refiere a estudios au tor izados s?bre P latón, e,s
de las notas que el auto r señala. posible acudir a la traducción del clásico libro d,e David Ro~s, Teoría
de las Ideas de Platón, Madrid, 1986. ed . Cat e~ ru;. rea lizada por
3. Las citas en alemán han sido tradu cidas al igual qu e tod o el J . L. Díez Arias . Hay tr ad ucción al castellano, asrrrusmo, de la ma-
texto en esa lengua . En lo que se refiere al capítu lo de H. Cairns, en yor pa rte de las obras generales que cita Friedlander y que hemos ~d ­
inglés, lo hemo s traducido asim ismo, al igual que las cit as que en él vertido en su lugar correspo ndiente. No hay , en cambio, t r ad u~c l ó.n
y en sus notas aparecen en dicho idioma. Fuera de estos casos hemos de la gran obra de Wilamowitz, que es en la que más se apoya filcló -
respetado siempre el idioma origina l y hemos traducido el texto en gicamente el autor.
las notas a pie de página.
Ovíedo, 4 de febrero de 1988
4. Por lo que se refiere a las citas de lenguas clásicas , cua ndo S . GON ZÁLEZ ES CUDERO
ésta s fueron traducida s o parafraseadas por Friedlánder hemos res-
petado su versión, que es la que hemos traducido (y en este caso no
hemos cambiado la letra ni lo hemos colocad o entre barras). Cuando
no era así. hemos tr atado de establecer una traducción 10 más litera l
posible. El lector puede cot ejar las existentes en cast ellan o que respe-
tan la numeración científica utilizada por el autor, y que asim ismo
hemos tenido en cuenta:
Platón, Diálogos, to mos I-V, Gredas, Col. Clásicos. Varios tra-
ductores .
L. Gil, El Banquete y Fedro, Guadarrama.
J. velarde, Protágoras, Pentalfa .
Merecen especial ate nción las ediciones bilingües del Instituto de
Est udios Políticos. reeditadas recientemente bajo el no mb re de Cen-
tro de Estudios Constitucionales:
J. M . Pa bón-M, F. Galiana. La Rep ública, Centro Estudios Cons-
tit ucion ales. 1949. 3. a ed . en tres tomos 1981.
J. M . Pab ón-M. F. Galiano, Las Leyes, C. Est. Const., 1960, 2. a
edic. en dos tomos 1983.
J. Calonge, Gorgias, C. Est. Co nst., 1951.
M. Toranzo, Cartas, C. Est. Const. , 1954.
A. González Laso . El Pottüco, C. Est. Co nst. , 1955.
M . Rico. Critón, C. Est. Const., 1957.
L. Gil. Fedro, C. Est. Const. , 1957.
A. Ruiz Elvira, Menen. C. Est. Const ., 1958.
A. Tovar, El Sofista, C. Est. Cons t., 1959.
La edición hecha por Aguílar de Platón, Obras Completas, corres.
pendiente a dife rentes traductores de muy distinto valor. carece de
la num eración científica estricta.

5. Para una orien tación bibliográfica acerca de Platón nos re-


mitimos a los dos magníficos est udios realizados por E.LledÓ:
E. Lledó , La memoria del Lagos, Madrid. 1984, sobre todo págs.
229-237. y la introducción al tomo 1 de Pla tón. Diálogos, en la Bi-
blioteca Clásica G redas.
UDALRICO DE WI LAMQWITZ-MOELLEN DORF
TOl AAIMON lm
hoc opus manet dedicatum
MDCCCCXXVI II MDCCCCL III MDCCCCL XIV
,

DEL PROLOGO A LA PR IMERA EDI CION (1928)


w as kann uns allein wiederherstellen? Hace casi 10 afias - en los inol vidab les días de la «Universidad
Del" Anblick des Vollkommenen alemana de guerra en Wilna»- ha hab lado el autor por primera vez
sobre Platón, con la conc iencia aún impr ecisa de que sobre él ten ía
Nietzsche, que decir algo propio y, a la vez, no sólo subj etivo. Para quien en
Vorarbeiten zum Pall Wagner los años de la guerr a, en las trincheras ante Ypern y en las cabañas
rusas, estaba a solas con las ob ras de P latón, pa ra ése tuvieron que
hacerse vivos esos «dr ámata», ese mundo de Filía y Neíkos / A mor
/¿Qué es lo único que puede restaurarnos? y Odío/, con una fuerza hasta entonces desco nocida. Ni de lejos se
La visión de lo perfecto pensaría en cualquier clase de trabajo científico en el que tod o futu -
N., ro , sobre todo el futuro científico, se disipaba en lo desconocido . Pe-
Trabajos previos al caso Wagner/ ro eso sería algo muy distinto al azar el que P latón, sob re las embro-
lladas fronteras de la guerra y la paz, se convirtiera en guía y consi-
guiera sob re todo la vuelta a la ciencia en este trabajo de ah ora recon -
virti éndo lo en sendero científico.
He obt enido, por medio de conversaciones o mediante críticas al
manuscrito , múltiples estímulos ante todo de Fritz Klingner, Nikolai
Ha rtmann, Ernst Robcrt Curtius, Herbert Koch, Rudolf Bultmann ,
Martín Heidegger y Ha ns-Geo rg Gadamer. A to dos etlos les doy las
gracias.

Marburg, a 18 de Enero de 1928


P.F.
PROLOGO A LA T ER CERA EDICION
¿Por qué toda vía un libro sobre P lató n, además de los mucho s PRIMERA PARTE
q ue ya se hicieron y de los que siempre van de nuevo a escribirse? El
aut or se encontra ba ent onces entre dos frentes. Uno , lo ocu paban los
Neo-kantia nos y ot ras líneas de la Filoso fía trad icional. El elemento
literario y poético de Platón no ten ía valor fundam ental alguno para
los filósofos; era obra de relleno . la bor de espacio pa ra el con tenido
filosófico. El ot ro frente llevaba al gra n intérprete de la Filología Clá-
sica , a quien estaba y siempre permanecerá dedicado el libro : a VI ·
ricb von wñ amowitz-Moellendor f. El escribe la biografía de Pla tón
y analiza sus obras, pero, con frecuencia, deja lo pro piamente filosó-
fico a los filóso fos.
Para superar esa cont radicción , habia ento nces, y todavía queda
ho y. una tarea . « Verdad del ser y realidad de la vida », figura por eso , .
desde la segunda edición, de subtítu lo en el primer to mo . Vale tam o
bién para los to mos 11 y 111 . «Idea y Existencia» se podria po ner
igualmente.
Se ha n revisado el texto y las notas para la tercera edición; no obs-
ta nte, no ha y diferencias susta nciales respecto a la segunda. Como
cambios generales sólo se ha introd ucido la discusión co n Heidegger
en el capítulo XI. Hu ntington Cairn s ha permitido imprimir aquí su
trabajo « Plato as J urisr» co mo capítulo XVI , igual que ya -apare cía
en la edición inglesa del volumen 1 de Platón . Ello ayuda a com ple-
tar, ju nto con los capítulos XIV. XV YXVII. la imagen de la univer-
salidad de Platón .

Los Angeles, California, a 24 de Ab ril de 1964


P .F.
CAPITULO I
MEDIO Y ENTORNO
lUnas palabras de Platón .. .!

«Una vez, cuando yo era joven» - así escribe Platón a los setenta
y cinco añ os en su manifiesto epistolar «A los am igos y partidari os
de Dióne -c- «me sucedió como a muchos: pensaba dedicarme a los
asuntos públi cos de la ciudad en cuanto fuera dueño de mis actos.
y me topé, en la vida de la ciudad, con las siguientes clases de vicisi-
tudes: pues, como el régimen de entonce s fuese censur ado por la ma-
yoría, tuvo lugar un cambio, y se colocaron al frente de esta transfor -
mación, como dirigentes, cincuenta y un hombres, once en la ciuda d
y diez en el Pir eo, en cuyas mano s se concent raba lo referente al ágo-
ra y a los asuntos entre los conciudadanos; en cam bio establecieron
con plenos poderes a treinta como jefes de todos" . Casualment e al-
gunos de éstos eran pari ent es y fam iliares míosv", así qu e, en efecto,
me llamaron de inmediato, en la idea de que eran asuntos que me con-
venían . Yo , a causa de mi juventud, nada extraordinario noté; pues
pensaba que ellos iban a conducir de verdad a la ciudad de una vida
injusta a un mod o justo, de form a que atendí con todas mis fuerzas
a ver qué hacían . Y cuando vi que, en efecto en poco tiempo esos hom-
bres demost raron que el régimen anteri or habí a sido una eda d de o ro
y que, entre otros abusos, también a un anciano amigo mío, a Sócra-
tes, de quien no me daría vergüenza decir que era el más justo de los
de ent onces, le iban a enviar junto con otr os a tra er a la fuerza a un
ciudadano para asesinarl o , a fin de que, tanto si quería como si no ,
quedase implicado en sus ma nejos*** - mas él no les obedeció y se
expuso a sufrir to do ant es de converti rse en su cómp lice en acciones
indig nas . Al ver, en efecto, todo eso y otros detalles nad a insignifi -
cantes de semejante índole, me irrité y apa rté de los males de enton -
ces. No mucho tiempo después cayó 10 de los treinta y todo el rég í-

• Se refiere al 404 a.C e, época de la derrota de Aten as po r Esparta com o fina l de


la Guerra del Peloponcso y al estab lecimiento de los llama dos T reinta Tiran os, enca r-
gado s en un principio de refo rmar la Co nstit ució n y tra nsformarla de democrática en
oligárquica, bajo la pro tección de los espart anos. (N. del r .)
•• Cármides y Críuas, que formaban parte de este gobierno , eran tíos de Pla tón
y hablan esta do relacion ado s con Sócra tes, (N. del T.)
• •• Se trata ba de la detención de León de Salamin a. Este pro cedi miento co nstituía
un sistema ha bitu alment e utilizado por los Treinta para involucrar a la gente en sus
accio nes. (N. de! T.)
22 PL A TON MEDIO Y EN TO RNO 23

me n de esta época . De n uevo, a unque co n más lenti tud . me da ba vuel- ad mitir ag radecidos todos los datos, que por el testimo nio propio se
ta s sin em bargo el deseo de actuar en los asuntos público s y comuni- nos permite llenar, o ver la confirmación de cualqu ier otro. Pero p~­
tarios. Hab ía, por consiguiente. ta mbién en aq uellos mome ntos con- ra el co nocimiento de la evolución platónica no utilizamos en resunu-
fusos mucho s sucesos que cua lquiera desaprobaría y no era nad a da s cu entas más qu e este pasaje auto biográfico -c-que sin duda t ie~e
extraño que se di esen grandes ven ganzas de en em igo s perso nale s en en cont ra a los muchos que se han molestado en llevar la contran a
aqu ella época de cambios; con todo , los que regresaban entonces uti - a P latón en su manifiesto epistolar y ta mbién el escepticismo de un
lizaron gra n moderaci ón". En cambio. por una mala suerte, unos de Nietzsche: « Ninguna fe se puede dar a una historia de la vida de P I.a-
los poderosos, a su vez, llevan a juicio a ese compañero nuest ro , a t ón escrita por él mismo , como tampoco a la de Rousseau o a la VIto
Sócrates, con la acusación más ignomin iosa y meno s apro piada a Só- Nuova de Da nte l .
crates que a nadie: pues co mo impio le detuvieron, condenaro n y eje- Aqucl doc umento se opone sob re todo a la repr esenta ción popu-
cutaron, a él que no quiso participar en una ocasión de arresto inj us- lar de P lató n. A él lo han visto como su predecesor gra ndes pensado-
to de uno de los amigos de los exiliados de entonces, cuando ellos es- res de siglos posteriores. El pertenece a la Histor ia interna de la Me-
ta ban pasando desgracias al huir. Al observar eso, ya los hom bres tafís ica occidental. Dentro de las conclusiones de sus prob lemas des-
que llevaban los asuntos públicos, las leyes y su carácter, cuanto más cubre verdades, en el fund amento de las verda des, que ya Parm éni-
me fijab a a medida que ava nzaba en eda d, en tanto más dificil me des Heráclito y Sócrates hab ían descubierto , y a las que ot ros filóso-
parecía qu e era la correcta administración de los asuntos públicos: en fos'proyectan sus problemas. «Después dc los anteriorm ente llamados
efecto , no era posible actuar sin am igos ni compañeros dignos de con- filóso fos, se presenta la doctrina de P latón com~ la q u ~ en g~nc ral
fianza, y era imposible co nseguir otros nuevos con una cierta Iacili- siguió a ésos, pero en muchas cosas ta mbién ~efleJó partlC u l a r~ d ades
dad , ya qu e no se man tenía la ciudad en las costumbres y convenien- de rivada s de la Filosofía de Italia». ¿Es posible proyectar afinados
cias de nuestros padres; ad emás se iban corrompiendo la letra y el ca- torrent es creadores sob re una superficie mu y co ncreta de problemas
rácter de las leyes que se daban en admirable cantidad; de forma q ue históricos como Aristóteles hace aq uí (Metafts íca, A 6)7 Así es pos i-
yo, aun que en un principi o estaba lleno de mucha ilusión para actuar ble referirse a aqu ella forma de pensamiento , En efecto , si ni P latón
en los asun tos públicos, al verla así y conte mplarla arrastrada por to - mismo podía verse ya en esa perspectiva , ca~e p regu~tars~ si nc.' se
dos en tod as direcciones y al terminar hastiado , aunque sin deja r de oye en el Fedón a Sóc rates referirse a su pro pia evoluci ón filosó fica .
ob servar por dónde pod ría surgir algo mejor sob re estas cuestiones, Pero eso queda sin respuesta, y en ningún momento hay nada de ello
ta nto enton ces como en toda Constitución, esperab a siempre oport u- en la carta.
nidades par a actuar; y al final llegué a pensar que, en lo que se refiere Por lo tanto seguro que la ojeada d e la carta no es completa . De-
a los asun tos públicos , todas las ciudades act uales están ma l goberna- bería ser demostrado el concepto de «Filoso fía», que sa lta al fina l sin
das. En rea lidad en cuestión de legislación casi están desahu ciad as, que en ningún lugar se hubiera dicho có mo se ~a llegad o a esa filoso-
a no ser que, con suerte, se dé algún remedio ext rao rd inario . Es o bli- fía . Platón se sabe a sí mismo como el descub ndor de u n mundo me-
gado decir, en alaban za de la correcta filosofí a, que d e ella procede tafísico y la correcta Filoso fia , de que habla en su car ta, ¿acaso pue-
el en focar los regímenes justos y los asunto s part icula res. Asi pues, de ser otr a cosa que el conocimiento de las formas eternas y de su
no cesarán los males del género humano antes de que la estirpe de verdadero ser? Pero tampoco trataba de alcanza r ese n uevo mundo. 'J
los q ue correctament e filosofan llegue a [as magistraturas polí ticas o El buscaba la ciuda d yen la búsqued a de la verdad era ciudad" enco n- '
bien la de los que dirigen en las ciudades llegue, por una suerte divi- tró el reino de las ideas.
na , a filosofar de verdad . Co n ese bagaje de pensamientos viajé a Ita-
lia y a Sicilia en la primera vez que Iui» 1. . .
Así el viejo Plató n echaba una ojeada al tiempo de su desarrollo
espiritual, en tre los J 8 Ylos 40 años de su vida . Ta l vez tenga ra zón • El autor emplea el térmi no Staat cuando se refiere a tod o lo concern iente a nues-
rro t érmin o mod erno «Estado», como es lógico desde el punto de vista de la equivalen-
Goet he en que «Nadie puede participar de la forma peculiar con la cia lingüística . Sin embargo resulta m uy discutible el q ue los Griegos en. la Antigüeda?
que un individuo contempla su vida pasada». Nosotros deberlamos hu bieran llegado a un concepto semejante (d r. a es~os e.fectos CoIoqulO$ ! ob rt' teorra
ae
poJ¡~iJ:a la Anligufflad, Madrid , I9fíS). Lo q ue ss tema n era u~a orgaml~ctÓn cen-
nada en la ri udad y completamen te autó noma puesto que no ha bla est ablecido un po-
• Se reñe re al derrocami ento de 1m T reinta y la consígmeme resta uración de 13 de- der sc penor. Por esa razón hemos uuliza de en este sentido la palabra «ciuda d», como
mocracía t on el regreso de los exiliados . (N. del T.) traducció n del griego ~OAIf y no co mo el t érmino usado entre no sotr os como tal.
•• La, not as del au tor se encuentra n a pa rtir de la página 309. (N. del T.)
24 PLATON MEDIO Y ENTORNO 25

A partir de las condiciones hist óri cas bajo las que Pla tó n se desa - no ha llegado a ser lo bastante pronto alumno del enton ces recién lle-
r~o ll6 quedará más claro cómo ha de ser la ma nera de entender sufi - gado Protágoras. Y su respuesta: «Sí, po r Zeus , ami go Sócrat es, si
clr::otemente eso y que no pu eda ser de otra forma. Su nacimiento ocu- debo decir lo que pienso», ha bía sido el pensamiento de aquel ate -
rnó en un lugar ~ tiemp?,,r la Sociedad que le rodeó no impulsa ade- niense educado (Protágoras 312 A).
m~s a llevar la vida de filosofo , tal como desd e siglos un hombre po -
dr á haber nacido - y no por él mismo- dentro de un gran filoso fa r
qu e pa~a a t ravés del género humano. «Como yo estaba introdu cido / La formación de Platón /
en l~ Filosofía... », escribe Dilthey en una ocasión. P latón no hu biera
p.odldo hablar así. Pues era completa mente distinta la situación espi- Aristóteles, allí en donde inscribe a la Filosofía de su maestro co-
n tual para un hombre que ha bía nacido, al comienzo de la gran gue - mo continuación del sistema metafísico (Metafísica A 6),cuenta que
r ra, en Atenas dentro de una renombrada estirpe. Platón, de sde su ju ventud, había estado en relación con Cratilo, el
segu idor de Herácl ito, y que ha bía pasado a través de él la doc trina
del eterno flujo y de la imposibilidad del verdadero conocimiento. Pero
/ Situación de Atenas y su renovación/ que luego Sócrates le había imbuido algo , en la parte ética, que no
pertenecía al mundo de los sentidos, y que de esta manera habr ía to -
~l Aric a era todavía un peque ño país de señores, agriculto res y mado él esas «ideas». No se pu ede inter pretar a Aris t óteles a duras
marmcros en el alb?rear de su ya amanecido día, en el qu e el sol de penas y ma l, de peor manera que si se entendiese esa cons trucción,
~omero ya l,uce .bn llante sobre Jonia. No tomó parte Atenas en el que sólo tiene sent ido en la dirección de sus propios problemas, en
ár bol de la ciencia y de la metafísica qu e brotó en MiJeto y qu e fue una relación histórica sobre el verdadero desarrollo espiritual de P la-
trasplan tado a l~s colonias de It alia. Mien tras que en la ot ra orilla tó n. Pues, sin duda, no es má s difícil hacer que se anticipe al periodo
se calcula ban eclipses y se compr obaba el fundamento último del ser escéptico en su vida uno materialista, inclu so. Sólo se necesita que
del mundo , cons truían Salón y Plsfstraro para los atenienses su ciu- aq uello que Sócrate s conta ba en el Fedón sobre su evolución filosófi-
d,ad y le creaban a un pueblo joven una pos ibilidad de entrada en las ca se tome como biográfico y se tras lade a P lat ón J. Y ha cer ab str ac-
nc as c,o~tas del Este. Mient ras que en Jonia y en la Magna Grecia fue- ción, sin embargo , igualmente de modern as hipótesis: no sabemos en
ro n erigidos el ser c?mo único sin contrastes y la ley del eterno, y siem- 10 más mínimo qué profundamente pudieron habe r entrado en él so-
pre opuesto, devcn~r, que se altern ab an para regir el mundo, y se iba br e todo algunos pensamientos «fi losóficos» de aquella época que,
desarrollan~o la búsqueda del orden en la con str ucción del mundo par medio de Cratilo y seguramente también a t ravés de otros , llega-
y de su ~entJdo, fundamentaba Atenas la ciudad de ciudadanos libres, ro n a su entorno. E incluso si hu biera llegado a una desesper ació n
c?mba~Ia, a J? S persas y regalaba al mundo la T ragedia , Sin duda, la de todo conocimiento - lo que sin duda recordaría más al doctor Faus-
filosofía Jom a de la Naturaleza delegó a At enas a su primer gran de- to que a un hombre de la Antigüedad- as! se hu biera podido dedicar
tentador en Ana xágoras, cuya nueva sabiduría se ganó tanto al go- al mundo, al come rcio . Y habría podido dedica rse al comercio y se
bernante Pencle~ como al P? eta Eurípedes. Pero era un extran jero , hubieran volatilizado, tal vez, todas las cavilaciones, no de forma dis-
como t o.~ os los i óvenes «fisiólogo s» qu e suscitaban en Atenas, por tinta que el do lor del mundo a lo Byron y el escept icismo de Feuer-
ap robaci ón, carcajadas o enemistad. Y pronto llegaría el tiempo en bac h fuero n, por ejemplo , para el joven Blsmark en el mom ento en
que, a parur de la oposición a esa fisiología y de los pensamientos qu e empezó a orientar la vida.
de l~ s anter~or~s sobr e «teo ría del conocimiento», se extendiera la con- No , un at enien se, en cuyo árbol genealógico figuraba el nombre
clusi ón esccpuca. de Salón, y también al fina l del siglo V, sólo podía q uerer ha cerse
También Gorgias y Protágor as, los sofis tas, vinieron a Ate nas co- hombre de Estado . «Lle gar a ser un hombre dirigente de la Polis» ,
~o huéspedes. A su lado corr ió la juventud atenien se, porque ap ren- eso es lo que quiere cada uno a los veinte a ños o incluso an tes : Alci-
dIa'.l a conocer allf una nueva clase de deseada competición , y a su bíades, en el diálogo de Platón del mismo nombre, Glaucón, el her-
an sia de peder se le ofrecían armas has ta ahora desconocidas, Pero, mano de Platón, en los Recuerdos de Jenofonte, el propio Platón,
a.unq u~ se .reclbe ~on hono,r al vendedor de esa mer cancía de nu evo en la mirada retrospectiva de su gran carta. Sólo con la diferencia de
upo, lllngU? at enien se hubi era podido ejercer su profesión. «¿No te qu e para él se insertan aquí aq uellos profundos pro blemas qu e, a lo
ave ~g~ n za n.as de pr esen!a rte ant e los griego s como maestro de sa bi- largo de su vida , motivaron los cambios,
duna . », aSI pregunta Socrates, en Pla tón , a un joven ateniense qu e En efecto, más de una vida humana se vuelve a lo esencial tanto
26 PLATON M EDI O Y ENT ORNO 27

más cuando se ve ta n llena con los símbolos que ante ella aparecie- ca. algo se establece en él a pa~i~ del r~uerdo de ca da momento del
ron. Pla tón vio la disolución de At ena s conectada al destino de Só- m un do y de la existencia soctanca en este . . .
c ra tes. Si Atenas ya no so po rtab a a su más fiel servidor. que siem pre Nosot ros . finalmente pues, podemos com pa rtir co n el n ~ otra co-
esta ba dispuesto a morir por esa ciudad y que, de hecho , murió por sa que el «modo peculi ar en el que P lat ón con templó su Vida pasa-
sus leyes - cuando los revoluciona rios a ristocrá ticos quisiero n hacer- da» ' . Segura me nte ese desa rro llo es ta n rico que una fór mu la. ta n
le cóm plice de sus acto s, a él qu e siempre luchó po r la voluntad de amplia no podría abarcarlo , No obstante es por eso po r lo que el ha
la mayoría en cada ocasión y que había seguido el régimen de los «me- visto válido lo esencial como justifi cación de su propia obr a: Lo Re- x.
jores»- . si, con una inau d ita forma de llevar las cosas, la restau ra- p ública y Las Leyes supera n ya con m,u,cho. en gr,osor a c ualquiera ot ra
ció n dem ocrát ica lo sometió a jui cio , a él qu e se había negad o ante de sus ob ras, El examen de su creac ton literaria debe colocar Just a:
los oligarcas a ir co ntra un miembro de la democracia; ento nces ya mente en su centro a La Rep ública; Y es da rse c ue n l~ del asun to SI
no proporcionaba la ciudad aq uello para lo que los antepasado s la se ve a la mayoría de los pri meros diálogos como camillas ~ue lleva n
hab ían const ruido y con lo q ue se desa rrolló, mas bien su espacio fue derechos a ella . Su elaboració n tend ría luga r de nuevo a partir de aque-
ocu pado por una act ividad política que se ha bía desviado de las más lla convicción de qu e tos verdade ros dirigentes y los verdade ros filó-
profundas raíces. sofos serí an un o solo , hasta incluso en lo más in tern o , y en s~ ,cent ro
Ser un hombre púb lico : eso fue par a Platón . cua ndo toda vía este- a ira vez el ag udo ep igrama de la Séptima Ca rta sob re los dir igentes
ba decidiéndose para llega r a ser algo . una ocupación no sepa rada de filósofos, Defin iti vamente la vid a de Pla tón aparece llena de inte ntos
la vida. Pue s Ari stóteles. con su de finición del homb re como «a nima l re novado s po r realizarse en la ciud ad de. su tiem po . a pesa r de todas
pol nico », só lo puso e n concepto lo que cada hom bre vivía. Cómo ga- aqu ellas paradojas. ¿Qué significa , por fin , est?? A es ta, p regu nt~ res-
no yo «Areté: • y cómo llego a ser un hom bre público : esas eran las ponde una corta punt ua lizació n so bre la esencia de la CIUda d griega .
preguntas que existían a ntes de cada desa rroll o . y ambas er a n. en de-
finit iva, sólo una. Uno podía no llega r a ser un político; y eso no co n- I Lo ciudad griega: su esencial
sistía -como de alguna ma nera actualmente- en elegir en opción un
o ficio frente a cualquier otr o. sino en que un hom bre se nega ba e n La ciudad griega. en un primer mom ento . está ligad a a los dioses.
su ser. T ambién esa im posibilida d, que Platón vio ligada a la suer te Zeu s, en Homero , proporciona a los reyes cetro y auto n dad para do-
de Sócra tes, significaba o bien la negación de la vida o la prom oció n mi nar . Hesiodo coloca a T emis" como esposa de Zeus y l: s da co mo
para esta blecer ot ro ca mpo distin to ente ra mente nuevo . Eso quiere hijas. además de las Mo iras, las gra ndes entidades del destino qu e e n-
decir - pues todavía fa ltaba much o tiempo para que el individuo ais- vía n bien y mal a los hombres mortales. a la s tre s H o ras. en cuyos
lado se pu diera colocar den t ro del todo sin la ayu da de la Sociedad - nom bres de g uno mía, Dike e Irene está expresada la ley de los hom-
una nu eva funda mentación del hombre y, en consecuencia. de su ciu- bres. de la sociedad «urba na» . T a mbién. todo aq uel q.u: , ,como des-
dad . ¿Y no había t amb ién Sócrates mostr ado cómo se debla come n- tr uctor o tir ano. conc ulcase el derecho . reconoce su d ivinidad cua n-
zar eso? Ya no valía remenda r las instit ucion es, ha brí a que renova r do pronuncia la pa labra Temis o Dike. Pero. ,cuan~o en lugar de la
la sustancia. Sin que el hombre se hubiera convertido en «virtuoso» . inquebra ntab le seguridad se pasa a preguntar e ínvesng a r, fundament,a
no habría que pensa r en la Are té de la ciu da d . Por eso. cuando Só- H erácli to . de for ma meta física. a la ciudad en el cosmos . ¿ Po~ que.
cra tes enseñaba a pregunta r por la «virtud », había él ya comenza do si no, «de be luchar el pu eblo por su ley como por sus m urallas»? P or-
la ob ra de renovación . El sólo ha bía sa bido qu e es necesa rio; y ha bía que el orden de la ciudad es una parte del gra n orde n de l m undo . De
sido así el único hom bre verdaderamente político (Gorgias. 52 1 D). la misma manera. en to nces. las leyes humanas tendrfa n razón de ser
Si, po r medio de su boca, Platón estableció la conclusión de que los
filósofos debían ser dirige ntes o los dirigentes filósofos. eso no fue
un «exceso de autoconciencia filos ófica » {Burckhardt) ", sino la com- * 'r emts es la personificaci ón de las normas rmdicionales de organizació n socia l.
prensión, resumida en un epigrama, de que , pr ecisam ente pa ra políti- Sob re los origenes del no mbre cfr . M. S. Ruipérez, " H ~,to.T1 ~ de e}<~~II:: en ~, I om.ero ».
· , XXVIII I""n ~~ ..~ <)9. 125 Dike en un pnncipto se aplica ba a os aju stes
en Emen o . ,........ va....· · . 6 id H ·000 '
sentencias en casos d udoso s de la Temis, a la q ue luego suslltuy ,V I . esr
• El concept o griego de ..Areté» se ref iere a los ideales co munes y genera les en ca- , I .,- d .- Dike en Los T,..,.... ;",· Y hJj oas. Eunomia se rditr t a la «out1\a
su nueva va OI1IClun 1'... ........~ . . I d 1 h .
da época y por lo ramo su significado es va riable. Respo nderla más a nu estra idea de le islacló n» Y se aplicó a las ooTTtCCio nes y establecimientos de eyes e ~ «sop ?I~>
«modelo» o «a rquetipo » qu e a la de « virtud" q ue es por lo que se sude tradu cir. 8 rimeros legisladores' éste era el titulo del poema en el qu e Solón resurma su actwr-
(N. del T.) ~~d en esle campo . E ir~ n e es una personificación del co ncepto de « pa z», (N. del T,)
28 PLATON MEDIO Y ENTORNO 29

a parti r de una sola. la divina . «Domina tan am pliamente co mo quie- Nat uraleza lo Que es co rrecto según la Constitución» y «Lo Que fue
re y se extiende desde todas parles a todas par tes» 6 . establecido co mo útil por la Co nstit ución, eso es traba de la Natura-
Que Heráclito , con esto, no ha jugado co n ningún verdadero jue- leza» , Píndaro honra a la ley como al «rey de los d ioses y d e los
go de palabras. es algo que es licito pensar. Aquellos primeros pensa- hombres», el sofista Hipias (en Platón) la calificó co mo «tir ano
dores habían ya precisamente co locado, en rivalidad entre ellos. a la de la mayoría que constr iñe a la Naturaleza». , .
Dike de la sociedad hum ana en el todo universal. Anaximandro ve En donde todavía habí a prevalecido algo de esa Vieja configura-
en la negación de todo orden el castigo y expiación (hiN'!.. ka i TiOI" ), ción , el mundo y la ciudad en un único lazo, allí . s~ co nvirtió en pe~.
los cuales pagan las cosas, recíprocamente. por la «inj usticia» (&óu'ia) meable. De los hermanos enemistados, que Eurfpides, en Las Feni-
de su ser. A la Dike confía Parménides las llaves del po rtón por el cías", enfrenta ent re si en una lucha verbal , como má s ta rde en una
que pasa el sendero del d ía y noche. y las cadenas en las que permane- bata lla reclama el un o su poder con el nombre de Derecho , que ya
ce sujeto el ser uno, inmóvil e inaherable. Dike es, para Heráclito . no es p~ra él una divinidad . El ot ro reconoce, sin reparos, «la .tira nía
expresión de necesidad cósmica - para acercarl o al pensamiento de la más gra nde diosa». Nada extraña que no ba ste con co nj u r~r a
actual-o Ella se pr eocupa , por medio de «sus auxiliares las Erinias» la madre para la di scor dia frate rna, pues sólo , en efecto , la. d lO ~ a
('E'HI'VH .1.íIH/S bri}(ouQo ¿) de que «Helios no sobrepa se sus medi- «Igua lda d» puede acudir en ayuda . Bajo su ley apa recen «ojos sin
das». Y si de nuevo Heráclito asienta en una sola a las fuerzas opues- brillo de la noche y luz del sol que ven siempre igual el círculo del
tas «De recho» y «Lucha» , luego apare ce, a través del apenas cubier- año». Así, o sea ent re hombres y ciuda des, t~mbién domi ~a «la que
to círculo mítico, su visión primitiva de la ley del mu ndo, de la «a r- co n los amigos coloca al amigo y enlaza conjuntamen te clUda~ con
mo nía bien tensada» de part e a parte . Así se ensancha aq uí el orden ciudad y ca marada con cama rada». Pero allí en donde se olvida la
legal de la c i ~ dad en el todo y gana allí la ciudad y su ley de nuevo, divinidad de la Dike debe establecerse a lsotes'", como un espectro
en el pensam iento , la grandeza que empezó a decrecer en una larga de palabras que ya no tiene ningún p ~ er sob re l a~ almas. El sag rado
realidad llena de dioses ". lazo es aflojado y ro to , y desatado el hbre albed río ; el ( hombre nra-
Pues no era n aquellas ligadu ras tan firmes que no hubiera n sido nico» se desliga del lazo de la Dike. . .
su ficientes unas cuantas generacio nes de hom bres de movimiento más . En Sóc rates encont ró Dike a su defensor. Para aprender a mq ui-
ráp ido para soltarlas. La separación del yo y de la Sociedad habia siem- rir de nuevo, después de su desaparició n, lo co locó ante esa tarea la
p.r~ aumenta do, tanto en el pensamiento como en la vida . l a amplia época del mundo en la que él habla nacid o. Y sólo po r eso «ha enco no
visi ón en to rno a muchos pueb los y a sus di ferentes cost umbres habia trado el método ind uctivo y la d efinició n» o «ha fund ament ado la
hecho comparables las co nstituciones particulares de los demás y, co n ciencia» - icuán ta s veces Y ta nto co mo él había hecho! ~o_; porque
la ~ nvicción de su caracter ística prudencia, sacudieron la fe en la ne- él, en el la gos, en la conversació n sin fin, preguntaba e indagaba de
cesida d. Los grandes destinos individuales de la época trágica habían qué en concreto y prop iamente el discurso trataba: el «gq u é es?» acerca
hecho con vertirse en pregunta a la ju sticia, que hasta entonces estaba de la justicia, las «virtudes» y la única «virt ud» . El bu.sca, en e ~ecto ,
firmemente fundamen tada en la ciudad y en los dioses. Ahora el «do- có mo ella en la ciudad y Estado de los padres ha do minado : asr, por
ble discu rso » de los sofistas enseñaba que correcto e incorrecto serian mucho q ue la hayan ocultado , tiene que ser de nuevo encontra~ ~ . De
lo mismo : lo que una vez era correcto, sería incorrecto otra vez' lo esta manera muere bajo su mando y a sus ó rdene s en el serVICIO de
inco rrecto podía ser tan bueno co mo lo correcto, incluso mejor que esta ciuda d que incluso en la decad encia da muestras de su poderío:
lo co rrecto . tiene q ue ser así.
Critias co ntab a - igual que Demócrito, Epicuro y lo s ilustrados
de época más reciente- una historia de la civilización humana en la
que unos indi viduos inteligent es superaban la más profu nda susta n- ! El encuentro con Sócrates y los «ojos del alma»!
cia primi tiva median te leyes: «co n ello el Derecho sería un tirano y
tendría por esclava a la aut oridad », Y así, humana o demasiad o hu- Plató n se encuentr a a Sócrates. Encuentra la propia volunta d too
ma na , sería para Antifonte la ley por la que se establecen acuerdos davía muy indecisa «para alca nzar de inmed iato la e~ e~ ci a general»
sobre lo que se asient a y se eje rcita. l o que en Heráclito hab ía sido a través de aquel pregunt ar orientado en una car actensnca direcci ón.
una parte del gran orden del mundo, eso lo at raviesa entonces la Fisis « Para mí nada hay más urgente que llegar a ser tan capaz como le
como un completamente ot ro, con un efect o a veces co nt rario co mo
una acción enemiga: ( En la mayo ría de los casos es enemigo de la • Personifkación del concepto de «igualdad» . (N. del T.)
30 PLATON ME D IO Y ENTORNO 31

sea posible a cualquiera . y para ello, creo, nad ie puede echarme una (518 C) - cua ndo allí se habla de los peso s d e plomo d e la sensuali-
mano más resueltam ente que t ú». Así hab la en El Banquete Alcibia - dad , que la «mirada del alma» (n7" T~S y,uxi¡~ OY,l ") barre hacia a ba-
d:s a Sócrates, y así lo ha dicho o sentido Platón frente a él. Y de jo , de fo rma que no puedan esto rba r pa ra lo verdadero (519 B)-.
Soc.rat es ha lom ado, o pensado tomar, las pala bras cuando le hace Más tarde eso significa que, a pa rt ir de la ciencia ma tem ática y de
decir en otro diálogo al joven Alcibíades: «Tod os tus proyectos no la astron om ía, (la través de ellas , en cada uno , llega a reunirse y an i-
pueden ~lca nzar su término sin mí; pues hasta ese punto he tenido marse un instr ument o del alma (oe -ya vó" TI y, I1 X~ s ) , qu e se pierde y
influencia yo sobre tus cosas y sobre ti». Así tomó él vida y muert e a paga bajo otras conside raciones; as¡ que seria más se rio co nserva r
del maestro como su propio destino. eso qu e centena res de ojos: pues sólo a tra v és de eso po drla verse la
Platón dijo lo que le faltó a Sócrates, sin que fuera consciente de verdad» (527 DE). Y de allí procede un escrito to davía más peq ueño
ello: el ojo escultórico de los griegos, un ojo parient e de aq uel con que ha bria tomado los ( ojos del alma» j usta mente como aquellos «or-
el que Polfcleto ha observado el canon en los co rredores y lanzad ores ganas » (533 O): éstos se encon t raría n enterrados en barr o y po co a
~e jab alina ~e la pa lest ra y Fídías, en los hombres llenos de Ze us (ÓiOl po co se alza rían y el métod o dialéctico los co nd uciría a rriba a lo inte-
QPÓpu)". la imagen de Zeu s. en Homero; pari ente también de aquel ligible más elevado, que enseguida aquí llegar ía n a igualar el mundo
male~át lco gnego que le orienta ba en las formas pu ra s geométricas . de lo sensible con la más excelsa co ntemplación (532 B). Así tra nscu-
Deb ena parecer como si Platón se hubiese hecho consciente de ese rre durante largo tíempo la preparación, con el objeti vo final en esa
don .que entre ot ro s pensadores le ha llevado a él a la mejor part e. inte rde pend encia rea l, la pura metafísica y la con templación de las
O bíen , zes una cas ualidad qu e se cons truy a precisam ente en él po r ideas, enlazando inte rn amente por fin la ima gen acabada : el alma ,
1 pnmera vez la metáfora de «ojos del alm a) ? 11 pensada según el modelo del cuerpo, tie ne ojo s co mo él pa ra ver , sólo -,
An tes de él un poe ta como Esquilo se ha at revido a hab lar de un que esos ojos están enfocados hacia las forma s etern as. J
enten,dimiento que tiene ojos (t/JQi vu w¡¡.¡mTw¡¡.i VTI")' como , a la inver- Platón es un poeta qu e no se rep ite con faci lidad en sus imágenes
sa , Plndaro de un corazón ciego (TI,<phOV qTO Q). Asimismo se encuen- sin un propósito . El mito d el al ma en el Fedro habla de l lira de ca ba-
tra en los filóso fos poetas Parménides, Bmpédocles y Epicarmo la exi- llos y del cond ucto r de su ca rro, del plumaj e del alma. y se recon oce
gencia de qu e se debería «Ver co n el espíritu »; allí efectivamente en el porqué el ojo no se adapta del tod o a este cuadro de co nju nto. Pe-
un giro medio poético y medio de crítica del con oc imiento , se pi;nsa ro se debería intentar pensar, en efecto , en la imagen de Lo Rep úbli-
o se expresa el co ntraste respecto al mirar corpóreo , En la So ñs tlca ca, cua ndo una y otra vez nos topa mos co n expresiones del eje mplo
suena algo de eso cuando Gorgias habla de los bu scad ores de lo de de la acció n de mira r. Las almas inmortales co ntemplan lo qu e hay
~ rr i ba (PETf WQOh ó')' Ol ): « Los que trataron de demostrar claramente lo fuera del cielo , La fuerza del pensam iento (óHXVOta ) d e la divinidad
increíble y no a bierto ~ I~s ojos de la creencia (m is riis dóbll: ó¡¡.¡mo~ v»)) ; ve la justicia en si en el recor rido celeste; ve la Medid a. ve el Co noci-
y no otra cosa muy distin ta pret end e también el compilador so físt ico mient o; y después de eso co ntempla así a los verdade ros seres y se ha
de un escrito hipo crát ico qu e coloca enfrentada en el méd ico la mi ra. acercado a ellos , luego cae de nuevo a su casa. Por el a lma hum ana ,
da del espírit u (~ T'iiS 1'vw¡¡'1/S ó1/Jn 12) a la mirada de los ojos. Todo co n la ca beza del co nductor , puede ser alcanzado lo más puro en el
eso es muy griego, también cuan do ent re sí se diferencia n de múh i- espacio exte rior , y ser visto , con esfuerzo , lo que es. Pero a la na tur a-
~I es .~aneras: Pero ~e encuent ra todavía lejos de la corpo reida d y de l leza del alma le corresponde qu e ha reci bido la esencialidad por la
'/ significado Sistemático de la imagen platónica,
Verda de ramente no pa rece sepa rarse demasiado de los últimos
vista , y, si el ho mbre sintet iza en el pensar una for ma a pa rt ir de muo
chas sensaciones, así pare ce que el alma ha utilizad o la vista en el en-
ej e~p l os la fras; de El Bc:nquete (2 19a): «La vista del pensami ento torno de la divinidad . De esta man era se podría a veces inser tar las
(~ Tr¡s ÓUHO W: ~ o1/Ju) comienza a echar agudas miradas cuando la de pa la bras de ojos del alma. Casi como la solución a un enigma se ex-
los ojo s se dispone a perder su agudeza visual». Así Platón va mu cho presa en El Banquete allí en donde Diotima muestr a a Sócrates qu e
más lejos. Ya, en una bella comparación del R ip ias Mayor, había tra- él se convierte en un sab io al fina l de un camino de grados . Sería allí
zado la Imagen del proceso del conoc imiento en el mirar de los ojos visible para él la divina belleza, pura , sin mezcla, limp ia de todas las
humanos, de esta man era el símil de la caverna en La República saca futilidad es humanas, de una sola forma (jw voét5ú). El «mira con aq ue-
sus mejores fuerzas a partir de ese paralelismo " . y no es una casua- llo con lo que se le perm ite mir an> (dQwVTt ~ dQ aTóv) (212 A) - fá-
lidad si en una discusión, qu e explica en pa rticular lo an ímico y lo cilm cntc se dedu ce qu e con los ojo s del alma . Y por ultima vez se alu-
cor poral, pon e los «instrumento s con los que cada uno aprende en de a la misma imagen en El Sofista (254 A), de tal modo que uno piensa
el alma», y coloca los ojos del cue rpo comparándolos un o con otro toda vía alcanzar de lejos la ima gen de conjunto en la que eso se ha -
32 PLATON ME DI O Y ENTORNO 33

bría realizado: el filósofo se detiene en el prot otip o del ser, y no es avala su existencia, y en su esencia los «ojo s del alma). de Platón lle-
fácil pode r mirar en ese lugar a pesar de la claridad . porque la mayo- garon a vislumbrar inmediatamente figu ras de aquellas imá genes de
Tia de los ojos del alma se encuentran sin fuerzas para dirigi r la mira- formas l • •
da a lo divino. Aristóteles utiliza una sola vez, en la Ética, la rene-
xién ( Ip(? ó" qon) «ojos del alma », y así, de forma extraña, se sit úa es-
ta imagen en medio de un co ntexto aristot élico que no se puede reco- l Eidos e Ideal
no cer en relació n co n P latón l• • Todavía en tiempos de la vida d e Pla-
tón uno podía volver a una 11 ot ras de aquellas historias en las que ¿P ues a qué se llama «eidos» e «idea» 17? Algo para 10 que la ac-
los cínicos se bu rlaban a propósito del ojo con el que la «caballidado" ción de ver abre la entrada . Podr ía ser que «id ea» fuera, en un pri -
recibía un aspecto o el del espíritu de la «mcsidad». Luego Epicuro mer moment o ya, la «visión », en donde se reúne la activida d de ver
o uno de sus discípulos. cuando peleaba con la cosmología platónica, y lo que llegaría a ser visible alojo ; «eidos» má s bien lo visible y lo
hacía brom as sobre los «ojos del espírit u- co n los qu e Pla tó n habría visto , imagen, forma , figur a , que o bjeto del mirar . En tod o caso am-
contemplado el taller del mun do u . bas pa la bras han llegado a ser cas i interca mbiab les. En e fecto , se sue-
Así de pront o, parece. se hebrfa apoderado de aquella elevada ima- le pensa r que su sentido se ha ido desgastan do más o menos con el
gen la charlatanerla inevitable. En épocas tardías se encuentra mu - tiempo . Más ace rtado seria, tal vez, decir, en lugar de eso, que él ha -
chas veces entr e platónicos muy distintos, co mo Filón, P loti no, Pr o- bía tom ado la di rección de la mirada desde el exterio r hasta la forma
clo y Agustin, o tam bién podría ser Que de alguna manera claramente y estructura intern as . Heród oto " dice «hojas de cada forma o clase).
las flor es del ja rdín de Plat ón hub ieran florecido . (rplÍ)J.,a T017joÓE l~m - idéas- ) y piensa también qu e la acción co-
P or ot ra parte, no es ningu na casua lida d que Plat ón, por primera rrosiva de la savia no es algo dife rente po r comp leto a lo visible, o
vez en lo Que sabemos, hu biera hab lad o de los ojos del alm a; pues deja a cada uno «pensar en doble forma» (lrpeó"'I oa v ót<{JQaoim lóÉcn
él realizó ju stam ente eso, cuando deja rad ica r en la mirada el últ imo - idéas- ). Los médicos jonios, frente a los físicos, negaban «q ue
objetivo d e su filosofar, y también allí, en donde no se sirve de la pa - hubiese caliente o fria o seco o húmedo en si, qu e no se asoc iase
lab ra, cor respon de a la misma tarea el lenguaje de imágenes y de mi- con ningun a ot ra forma de sensación» (P.r¡5EV¿ &>'>'0/ EloEt - eídei-
tos. Sólo sitúa como gu ía para este objetivo a Sóc rates, a t ravés de x O( l' w vif o v , Il.aex. lr¡Te .l 605 L); o piensan sobre las. «cuatro for-
qu ien ha encontrado el camino , en sus diálogos . Tamb ién, en el símil mas de lo húmedo: ( Tf <1l:Ja QH lOÉm - idéa- TOl! ~"YQOü . Iltg ¿ "Yo v~s
de la caverna de La República, el hombre que logró la disolución de - Sobre generación VII 474, Il t Qi I'o úawl' - Sobre enfermedades-e-
las cadenas y la salida lleva el paso de Sócrates. Pues a aquél, cua ndo VII 542) flema, bilis, agua y sangre, o del «j ugo dulce» h>'vx¡:'~ xv~ó s) ,
vuelve de nuevo con los encadenad os y quiere «liberarlos y saca rlos que se tr an sfor ma en ot ra forma (la &llo Elóo ~ - eidos-. Il . &ex .
-1 afuera ». llega rán a matarlo, só lo con pod er tenerlo a mano. Platón lr¡TQ. -Sobre la A ntigua Medicina- I 635 ), o de las m uchas « fo r-
no pod ría decir claramente quién lo había transformado y sacado hasta mas » de las enfermedades (ro>J..a¡ lófm n7l v I'OVO",,~TWV. Il . rplÍa .
allf en don de por primera vez ap rendió a ver somb ras reales de cosas &P6e . -Sohre la naturoteza del hombre- VI 36) de las. que depende
reales, luego sus imág enes reflejadas, y despu és a (ellas mismas» y la ca ntidad de salud , o de las «ciares» (como nosotros decimo s) de
al «sol» . También po r medio de Sócrates, y justamente en él, con- vendajes, fiebr es y remed ios. De seguro que ha y en ello algo de clast-
tem pló con los ojos del alma «lo j usto » y también «el valor», (da ver- Ficación, pero aquí Incluso es el pensamiento el que dirige la clasifica-
dad », «lo sabio» y, sobre todo, «las virt udes» y «la virtud ». T odos ción (co mo en otros casos el pensamiento de la ram a ..,il' o~ , f8J'o~­
los ho mbres hablaban en realidad de ellas, ya fuera n enseñables o no , o de la manera y modo -T'lÓ:¡rOS- ). Y los mismos reco piladores ha-
y cada UllO pensab a una cosa distinta, con el no mbre grabado en lo blan de «for ma nudosa » (ElóM XO I'ÓU>'WOH) de un fémur, o de que
más querido de lo Que amaba . P ero Sócrates es el único que no bus- los riñ ones tienen la «forma » de corazón; o bien, de nuevo, de algo
caba estas cosas sólo con palabras - al menos eso intentaba con más más interno, de la «naturaleza del hombre, eda des y forma» (nj v TE
seriedad y asiduidad que los otros-, sino a través de su vida; su muerte h>'u(i"l/I' )(a¡ TO flóos VII 52), en las que deb e fijarse el médico. Aris-

• Se trata de 1M burlas acerca de las ideas de Platón, ya que entendía que no se • A partir del fundador de la Historia . Heródoto, el autor menciona una serie de
trata ba de las cosas reales sino de estructu ras generales, as' treme al caballo concreto ejemplos en los que figura la palabra «idea". En ellos hemos colocado entre guiones
ellos colocaban irónicamente la «cabaljidad» , como recoge Diógenes Laercío en $U bio- la tran scripc ión para que quedase más claro su uso en griego. Luego hemos puesto la
grafía de Platón, en el libro 11I de su ob ra. (N. del T.) correspondiente trad ucción co mexruat . (N. del T.)
34 PLATON MED IO Y ENTORNO 3S
tófanes trae siempre «nuevas formas» a la escena (&ú xm,,¿u lófcn das las demá s de su lengua, debería expresa r qu e lo «j usto en sí», «lo
f l l1"Pf Qw I'), y su coro cant a una «forma distin ta de himn os» (hÉpa !' valiente mismo » era para él un algo que él pod ría contem plar con los
f./-lJ'w" iói:a,,). Tucidides, segun ent iende n sus comentaristas , suele co n- ojos dcl alma .
serva r casi siempre la pa lab ra l óf u para usa rla en algo como «tipo Sóc rat es, se dice desde Aristóteles, habr ía sido el descubridor del
y clase» " : así pod emos sin duda dec ir «m uchos tipos de guerr a», concepto y de la defi nició n, y Platón ha bría hecho la id ea a pa rtir del
«cada t ipo de muert e», «ca da clase de fuga y decadenc ia». ¿Pe ro q ué concepto 111. ¿Cómo par ece que sería pro yectad o aquí lo viviente a la
es lo qu e nos ob liga a cree r qu e allí, en donde a noso tr os no s falta superficie de la ab stracción histórica del co ncepto? ¿Preguntaba Só-
el sello preciso, tam bién les tendría que haber fa lta do a los griegos? crates continuamente , sin duda, qué es la ju sticia, qué es el bien, y
Nosotros también ha blamos de los «cuad ros de la enfermedad » (f ló o ~ rumbién qu é es la «p olis» o el «p olües » o la democracia , qué es la
rij~ "óao u, 70 vócrl1¡.ta TOW Ü TOV~" hri ,¡ni" ft¡v {óf rn / cuadro de la en - «rékhne» o la «so phía» o fu ndamentalmente aquello so bre lo qu e ha-
fermedad. la dolencia era tal en toda la apariencia/) , y segur ame nte bla ba cada vez? El di rigía en la conversación un trabajo const ante de l
que un a com prensión de la lengua mucho más se nsible que la nu estr a «legos» en to rno a esas preguntas reno vadas en cada ocasión . Pero
podría llegar con seguridad a algo más evidente allí, en donde noso- no era una determinac ión concept ual, un último ob jetivo, puesto qu e
tros «trad ucimos» la «forma visible» por un té rmi no genérico deseo- nunca po dría permanecer fija en torno a una definició n cua ndo ésta
lorid o o por un - ía o - idad . se hub ier a alca nzado. Det rás de cada pregunta en pa rticu lar y detrás
Plató n pa rticipa po r co mpleto del uso común de la s pa labras de todas en co nj unto est a ba la últ ima : có mo el hom bre debería vivir
«eidos» e «idea», y tampo co es lícito ver en él gener alidades e imp re- al servicio del Estado, qu e quiere al hombre lleno de virtudes, y de
cisiones en lo qu e en griego está sellado con precisión . Segurame nte la divi nidad , que quiere al hombre bueno en la poli s o rdenada. Por-
él podría a firma r que co nsiste en el sonar las sila bas , concert adas en- que él mism o era ese hombre, por eso sabia Sócra tes que había una
tre sí, co mo una unid ad . Sin em ba rgo dice : como una fo rma unita- respuesta, y, a tra vés de ese sabe r, era establecida la for ma de su d iá -
ria , un cuadro un ita rio (picx ló~cx lE b,á oTúJ P TW P otJ Pcxep.orró PTúJP logo. El, po r medi o de sus pregun tas, movía a los demás hacia allí
OT0tXtlúJP ~ OUhhcxtN · Teeteto 204 A . / La silaba es un solo cuadro a e n donde deberla esta r la respuesta . P regunta ba.. .:¿qué es.. .? Ta m-
part ir de los elementos que la comp onen/) , algo qu e se recibe en el bién ten dría que consistir en un ser . Pero sólo los oj os de Pla tón veían
ojo» . No pregun ta Platón si el alma es una dualidad o tríada; ta mpo- y encontra ban en el <leido s» lo que Sócrates enseña ba a bu sca r y lo
co si tiene do s o t res part es, sino si dos o tres «formas», las enccr ra- qu e Sócrates vivía.
das en st, las piensa enseguida con la vista la per son alidad separada No pasa de mero afán de curios idad biográfi ca , que aquí estarí a
de cad a uno . Si, en efecto, po r fin toda «verdade ra j usticia », toda meno s e n su sitio que en cua lquier ot ra par te, si noso tro s queremos
«pura belleza» todo «bien en sl» también se tom a a veces como «eidos» ba rru nta r có mo P latón siente la «idea». Seri a tam bién más cla ro qu e
o «idea», ento nces te nemos que c uida r de int roducir para «idea» una noso tros tr at ásemos co n ello, no una acció n histórica o tal vez bio-
palabra ext ra njera ya acuñada terminológicamen te. Debemos ta mbién gráfica , sino un último fina l filosó fico sin trascendencia . La idea ne-
cuidarnos de habl ar de «doct rina d e las ideas » en el viejo Platón , en uc una historia de dos mil añ os y ningu na pa lab ra del léxico ñlos óñ-
el que ya se llegó a ese completo esquema de pen samiento (rj rW P fllJ,W .. ca es más fuerte en el uso de la la bor del pen sa miento de cientos de
ao<piCf r; xa h; rau r¡¡. Carta VI 322 O/ ... con ese bello conocim iento a ños. El «eidos . platónico no es sólo filoso fía de filoso fia , como des-
de las ideas/t. Es tamb ién pa ra noso tros m uy poco significa tivo , en de Plat ón, y esencialmente por él, tod a búsq ueda de ideas. Por ello
el fondo de dónd e saca Plat ón aquel nombre: si de la Medicina, de es necesari o de inmedia to hacer el concepto visible otra vez en su pu-
los físico s o de los ret óricos, del c uadro de conjunto de una enferme- reza . Sin dud a, no es posib le da r una transmisión histórica de la «p ri-
dad o de la materia fun da mental del cuerpo (nem a, bilis o sangre) , mitiva me moria» de Pla tón . En luga r de ello , pa ra no d esco ncertarse
o de aqu ella s especies de susta ncias casi reales: «calor y fr ío» o «ato- a t ravés de la opinión ha sta a hora dada de for ma incompleta, se to -
mas» de los ñslc os o figura s del discurs o delinead as como «formas» ma lo siguiente: lo contem plativo, estético e intuitivo en la idea - que
o «con figuraciones»; o de la lengua corriente que verda deramente entre apenas con dific ultad se puede conocer- sería una conces ión pro ba-
los griegos, mucho más que en cualquier ot ro pueb lo, tenía una moti- bleme nte disculpa ble, en todo caso autén ticam ente griega , pero al fin
vación pa ra escoger palabras de estas esfe ras. " Formas visibles»: así y al ca bo una concesión a partir de la pureza del co ncepto , una «cal-
denominab a el -sin percibir una solidez termin ológica, pero proba- da pecaminosa intelectual»; - más bien los nomb res, co n los que Pla-
bleme nte no sin un sentido de las pa radojas de la expresión- a las tó n del inea su expe rie ncia , son muy senci llos de alcanzar y de ver po r
esencias eternas invisibles; po rq ue también esa pala bra, mejor qu e ro- los sentidos j untam ente co n sus mitos e imágenes . Inmedia ta mente
36 PLATO N ME DI O Y ENTORNO 37

de aque l origen por cuya causa no podemos parafrasear desde el prin - Schopcnha uer) «sólo es alcanzab le para el genio, de a hí que no sea
cip io concept ualmente <do que la idea sea» , cómo ella en efecto a Pla- co mpa nible de mala manera sino sólo bajo co ndiciones ) ? 21 ¿Cómo
tón le sirve verdadera me nte de co mprensión más que todo lo demás, habría qu e esta blecer so bre todo firmemente lo que es utilizable para
a unque no sea complet amente expresable en co nceptos 10. Nosotr os conocimiento y sa ber . o sea . pa ra el con oci miento particu lar y el sa-
nos cuida mos ta mbién. sob re el tipo de «int uició n» , de fija r algo y ber más elevado? De hecho «no es decible en mod o alguno como ot ros
qu eremos expresa mente guardarnos de ello, de iluminarla como un objetos de la doctrina»: así se considera en aq uella Séptima Carta (341
acto de éxtasis, en el sent ido usua l del término actualmente. Sólo se C) . Y Platón nunc a ha po dido o querido habla r, de otra man era que
har ía aquí el inte nte de fija r el punto en donde Pl atón . en la bú sq ue- en indicacion es. de las formas ete rnas. Pero él sa brta q ue «meras op i-
da de la verdade ra ciudad, se encuentra con aquel asu nto en cuya des- niones del alma del hombre corr en, así que no vale n mu cho hasta qu e
cripción utilizó las pa labras «eidos. e «idea». Pero luego tiene que alguien las sujete . a tra vés de a rgume ntos conceptuales. a su fun da -
penetrar, desde ese punto , en la totalid ad . ment o esencial» ( ~W~ á p TU a vnh &ja'!'l alríen AO"Ytap..if Menón 98 A).
Q uien con los ojos del alma vio las formas ete rnas. segura mente Y si también lo que él en su oj eada hab ía recibido era inexp lica ble,
y sin comparación, lo logró con más certeza que con los ojos del cuer po Ill UY distinto de la opi nión y apariencia, necesitaba, por ta nto, del sos-
las terrenales por pa rte de aquellos que ha bían hecho perder todo sen- tén de la pa labra para qu e perdurase pa ra él y pa ra los demás. Busca r
tido a los «dobles discursos» de los so fistas. Que bue no y malo sea n algunas ligaduras sería el con tenido de todo su filoso fa r. Y conducir
un a sola cosa; Que uno y lo mismo sea para estos bu eno y pa ra aq ue- a los hombres, «a través de duradera socied ad» que «como de una
llos malo. y pa ra los mism os hombres unas veces bueno y otr as malo ; súbita chispa se encendiese una luz en el alma ) (Corto VII . 341 C) ,
y que de la misma ma nera se trate bello y feo . justo e injusto, verdad era la fo rma de tod a su doct rina .
y falsedad : todo eso se revela como un ju ego de pa lab ras vacías para Un a digr esión podría ser permitida para expli car lo dicho de otra
los que ha yan visto lo «bello» y (do justo » y «lo verda dero », Ya no forma por completo dífc rente " . Se conoce la respuesta que el 14 de
se pod ría. pu es. preguntar más si habrá justicia o si lo útil. pero sin ju lio de 1794. en aq uel primer encuentro. Goethe reci be de Sch iller,
co nsiste ncia en sí. es una pa lab ra en un certa men. Se podría. pues. cua ndo él le «expuso la meta mor fosis de las plantas y con muchos
no du dar si eso ju sto es enseñab le o no . Si lo justo existiera , sería un rasgos característicos hizo forma rse una plant a simbó lica a nte sus
«eidos», así, si éste se co ntemplaba . se llegarí a a ser j usto. I(¿D sos- oios». Schiller mueve la cabeza y dice: «Eso no es un expe rimento .
tie nes t Ú» -dice el Sóc ra tes de La República (VI . SOO C) -«que le eso es una ídea.» Y piensa la idea, según se comprende en el sentido
es posible a alguien duda r de que no se imit a lo que se admira? (~ kantiano. como concepto me ntal necesar io al que, en lo s sentidos, .no
OfH n va W'l XO'.v~v fI va¡ bTW¡ ní Ol-ltAft &:"Yá~ fVO ~ ~~ p..¡w;:ia80'.t h ftVO: pued e ser dado nin gún ob jeto congruente. O ocrhe se q ueda perplejo ,
/ ¿ O crees que hay algún medio por el que alguien no imit e aqueJJo está enfadado. Pa ra él, para un espíritu intu itivo . como enseguida se-
que adm iro y con lo que convtverrt. También el filóso fo. el Que se rá delineado Schiller al comienzo de su correspond encia , es aq uella
ent retiene en lo divino y ordenado , llegaría a ser or denado y di vino . diferen cia . la Que se asienta pa ra el espíritu especulativo ent re expe-
seg ún las po sib ilidad es huma nas ». Pero fue culpa ble de eso. pues s ó- riencia e idea. indefin ible cada vez. «P uede ser m uy que rido po r ml»
lo dio algunas leccio nes par a abrir a los dem ás los o jos a lo que uno - es su respuesta- «que tenga ideas sin saberlo y que la s vea Irecucn -
mismo vio, Y no sólo vino eso para la educación de un pa rticul ar. temente con los ojos» , No un a kantian a sino una idea po r completo
Se disuel ve el Estado porque Temis y Dike ya no ha bría n de ha bita r pla tón ica en sent ido primitivo : eso era la pr imera de Ooerhe . Goe the
en su tierra : así debería ser fu ndamentado pa ra el «eidos- de la justi- sa bia «q ue ha bía un a di ferencia e ntre ver y ver . que lo s ojos del espt-
ci a, so bre tod o llegaría a ser pa ra el eidos. finalme nte para la primit i- ritu tenían que actuar en un a vital a tadura con los ojos del cuerpo,
va imagen del «bien» como un med io ordenado . relacionado y di vi- po rque. de lo contra rio. se corre el peligro de ver y P3Sa:r de largo» 2J.
no . En eso y no en ot ra cosa piensa el epigra ma de Pla tó n de que nin- El vio «con los ojos» - con los ojos del alma , ha brí a d icho Plat ón -
gún final del desastr e se puede percibir si ni los filósofos dominan ni la plan ta primigenia en aq uella pa lmera de abanico en el jardín botá -
los dominadores bus can la verdad en recto sentido. Sólo es una ex- nico de P adua , él esperaba «descu brirla» entre la vegetación de los
presión distinta de aquella interdepende ncia «siste má tica» q ue - no jard ines púb licos de Palerm o , y si él. según sus propia s palabras. ( se
por cons t rucció n sino por necesidad vital- pa ra él se ha esta blecido dio cuenta en Sicilia de la prim igenia ide ntida d de tod as las partes de
en tod o tiempo entre «eidcs» y «pó lis». las pla ntas y t ratab a ahora de realizar eso en todos los sitios y perca-
Pero. sin duda. ¿cómo podríamos ha cer visible para los demás lo ta rse de nuevo », así es lo qu e él toma co mo comprensió n finalmente
hecho , lo que sólo los ojos internos de Plat ón vieron, lo que (segun de aq uel com pre nder por observaci ón y de cualquier a iro intento de
38 PLA TON MED IO Y ENT ORNO 39
hacer sensible lo qu e sucede a t ra vés de la lucha siempre re nov ada del ma terial del habla de su tiem po, fueron muy imitadas. Pu es con aqué-
la gos. llas entra ba en un a búsqueda del ser, qu e, por encim a de Gorgias,
Mellsc y Zenón, volvía al gra n Parménides como descu bridor de un
ver inalterable y eterno. Al principio Plat ón , para esa dependencia his-
/ Or íg ínatidad de la Filosof ía platónica/ tórica. no necesitaba saber. y probablem ente sa bría ta n poc o de ello
como un hom bre de hoy sa be qu e habl a al modo hegelian o cuando
Si nosot ros, present ando a quí a Platón, habl am os de aq uellos la- dice ( en y para sb o de un mod o paul ina -lu ter ano cua ndo dice «tod o
zos mediante los cuales él a pa rta de su conte mplació n la existencia en lod o» o a lo Co rnee con «I a m po sní ve». Pero no es ningun a ca-
y co municabilidad, de esta ma ner a se alejaría de la opinión. cua ndo cualid ad qu e él tome aqu í la dir ecció n hacia aque lla mu y tem pra na
Quería mos o pod íamos demostrar de alguna ma nera un sucesivo lle- '1 muy po derosa bú squeda del ser.
gar a ser. Sólo pa ra hacer sensible la estructura debe ser empleada La Histo ria de la Filosofí a qu e predom ina despista e n cierta ma-
una ap a re nte representación genética, probablement e no de distinta ncra sobre quién e ra e n realidad Sócrates. Le po ne en efecto . con C i-
m anera a co mo él mismo, en el Timeo, rela ta el m ito d e la creac ió n cer ón , a pasa r la Filosofía del ciclo a la Tierra, y con ello ha ce má s
del mundo y 10 advierte ant es, para to mar , literalmente, una cosa des- amplio el aleja miento ent re él y los anteriores pensadores. P ero no
pués de la otra. Pl ató n podría ser am pliamente un expert o en los filo- conoce la cuest ión so bre si, sin Platón que relacio nó la fuerza y dir ec-
sofcmas de los predecesores, yen efect o Cratilo le hace tra nsmisión ción de las pruebas y enseñanzas de Sócrates con las especulacio nes
de ellos, ent re los de los segu idores de Heráclito ; as í, al me nos de esta de aq uellos predece sores. hab ría so bre todo la posibil id ad de meter
zona del pensamiento él ha tenido conocimlento w. Casi por 10 ge- en una y la misma «Histori a de la Filosofía» a los «e l énkticos" con
ner al encontramos exte nd ida al menos la certe za. y casi siempre el re- los físicos. Y en efecto, también aquí se extiende una sec reta ínterd e-
conoc imiento, de que no extrae la filoso fía dc sistemas anteriores. En pendencia . Sócrates se realizó en medio de los (so fistas », pa ra la gra n
primer lugar, cua ndo le abrieron con fuerza los ojos par a el «eídos», mayoría no d ifere nciab le de ellos; pa ra Aristóteles, sin ir más lejos,
se volviero n todas las fuer zas de su ser con inesperada tensión en ese era su representa nte; y así ciertamente en una abismal opo sició n a ellos
se ntido . Por prime ra vez a hora fue Plat ón «filóso fo . -en un sentí- que se debería ser ca paz de ver con el ojo agudo de Pla tó n. La So fís-
do completa mente nuevo- oY es más com plicado busca r la ley según tica , sin em ba rgo, cuan do ejercitaba sus juegos de bo lsillo con el ser
la cual las mat erias crista lizan e n aquel único punto de unida d que y el no -se r, no siempre conserva ba las formas de pensami ent o de Par-
el orde n histórico en que todo pasó . ménides y deseaba q ue éstas est uviesen disecadas como esqueleto de
Si Platón qu eria sostener su intuición pa ra sí y pa ra ot ros, se de- la pa lab ra . En efecto, no fue en realidad di ferenciada la esencia de
bía servir del ma terial de construcción de su lengu a . ( Lo justo» o (do Sóc rates po r medio de la o pos ición a los sofistas. sino en efecto po r
bello », que él contem plaba con los ojos del alma , lleva ba para él el el tipo de su pregunta . Cuando él pregun t aba « ¿Q ué es la justicia?»,
sello de toda realidad . Qu ería, asimismo , proteger (do bello» ante la de una cosa al menos estaba seguro , de qu e la justicia es o de qu e
confusión con una bella muchacha - yeso sucedía y era a veces cla - algo es; por eso no necesitab a sa ber qu e en secreto hab ía sido mostra-
ro , como el H ipias May or (287 E) m uestra->, así podía él añadir: (d o da a ntes de él, que así pretendía , y era por completo dife rent e la for-
bello mismo . (a ¡iTl) Te, xa>'ó v). Además se le present ó una palabra ma de la búsq ueda po r medio de los viejos grandes pen sad ores.
que, como moneda recién acuñada del tiem po de la So físt ica, ha bía Así, con la pregun ta de Sócrates, luego ante todo con cada pru e-
sido dada por ellos desde ento nces: A partir de Eurípidcs y de A ristó- ba pa ra de no minar esencias recié n contem plad as y para a fia nza rlas
fa nes se conocía aquel «siendo en fo rma de sen ) ( ÓV TWi , T~)( ovn), frente a aquello con lo qu e no debe rían ser con fundidas, tom ó P latón
que, en contraste con lo sólo apa rente, no suele expresa r cosas rea- formas corrientes de dicción y de pensamiento que , finalm ente, lleva -
les " . Así ha ha blado P latón del «realmente bello. y de «belleza»; ba n sus ramas genealógicas ha sta Pa rménides. Pero con esas múlti-
también ha exte nd ido ese adverbio a una pequ eña frase: «el conoci- ples formas , a veces débilmente or denadas , muy poco podría Pla tó n
mie nto de lo igual mismo, (es decir , de aqu ello) que rea lmente es» conformarse pa ra sus elevad as enseñanzas. Por medio de toda apa r-
({lrton1¡.u/ aVToíi 70V ¡'OOl! on fonl' Fedón 75 B), Yha da do a esta pe-
queña frase un primer y leve tono term inológico: «todo eso a lo que im-
primimos lo que es (realme nte) » (7l"fel Q1l"aPTwJI oli ~T¡O<pe a )' l }óJ.u,Oa • Co n este término se señalaba el método de preguntas y refutaciones de respues-
70l'TO t) ron Fedón 75 O lS) .
las q ue se relaciona ba con los sofistas pero ta mbién con Sócrates y sus seguido res. en
Aquellas exp resio nes, que Platón arran ca o refunde a partir del pa rticular a los Megáricos, (N. del T.j
40 PLATON MED IO Y ENTOR t'O 41

tada espec ulación vuelve de nuevo a su pun to de partid a. No tomó de captar del conocimiento J<l. Platón , que coloca dentro de su mun -
como pensado r filosófico - como ha hecho más tarde probablemen- do del ser toda la cantidad de formas obs ervadas para cuya gra n ex-
te Aristóteles respecto a él mismo o Kant con los empiristas en senti- pericncia, por medio de Sócrates, el hombre posee el «a lma», ya no
do más estr icto - , los problemas restantes que sus pred ecesores hu- ha de pode r construir tan sencillamente. El se encarga dc las forma s
biera n dejado . Má s bien la doctrina del ser de Parmén ides le dio los fundamentales del pla n. Pues coloca, frente a los grados de los obje-
medio s de llevar a térm ino su intuició n con pensamient os y pala bras ros, los grados del co nocimiento de los obj etos en hábil correspo n-
du rad eras. En verda d. en el lugar del ser de una forma circular com- dencia. Ha construido , pues, un arm ónico sistema del ser y del cona.
pletame nte simple e inqu ebrantable en la fantasía contemp lat iva de ccr mas allá , a partir de Parménides. Pero eso pertenece a la cons-
este primer gran on tólogo , en ese más inhábil y desmañado pero gran Irucción de su filoso fia y debe permanecer apartado aJli en donde só-
poeta , que ta mbié n «ha bría mirado con el espír itu », estaba en Platón lo se debe mostrar que utiliza la materia del pensa miento precedente
la plenitud de la mirarla qu e con nuevas ojeadas se engrandeció y en- para unirla, conceptualmente, a la int uición propia.
sanchó; y así se alca nzaba una nueva unidad que nu nca aq uellas de- Tampoco hoy está muert a la rep resentaci ón qu e, como for ma dc
sertizadas rigideces hubieran podido conseguir . Pero , a pesar de ese pensamiento al men os, se puede remontar a Aristóteles: Platón ha-
inevitabl e co ntraste, vemos asombrosas correspondencias hasta en el hría unido al ser de P ar ménides el devenir de Heráclito y así habría
curso de las palabras . Incluso so n aquellos predicad os del ser de Par- construido su «sistema». Pero una adición nunca implica una cosa
mén ides -ccompleto, simple e inalterabl e- los que Platón traslada viviente y Platón habría tenido otras preoc upacio nes que el asegurar-
a su «imagen primigeniae é . Y, si Zenón habia deducido de nuevo se un lugar en la Historia de la Filosofía . Habría recibido, en la vista,
la existencia en solita rio del ser de Parménides a pa rt ir de las pruebas el «eidosr y se habrfa encontrado ante la tar ea de convert ir la con-
en contra de la multiplicidad , así emplea Pl atón el contrasent ido que lemp lación en algo fijo po r medio del «lagos». Eso signi fica . sin du-
se comete si se piensa lo jus to, bello y pie en plura l, en vez de en la da, que lo qu e siemp re es sólo puede ser dado inm ed iatam ente co n
unid ad del ser ideal 27• la op osición de uno qu c no es en este modo. Así también los pensado -
P ero más lejos qu e eso. La con strucción co mpleta del mundo del res indio s habrían tomado de múltiples maneras al m undo que está
ser y de las formas del co nocimiento comprend idas en sus grados, tal enfrentado a un «a una n. eterno, en calidad de inestabilidad . cam-
co mo él hab ía mostrado mu y clar amente en La República (476 E y bio, pesadumbre y no-m ismo . Pl atón , según sus propias palabras, no
ss. ), es estrechamente parmeniana . En ambos pensadores se extiende necesitab a tocar . Cuando él busca nombr es pa ra eso «que noso tros
en el ser el absoluto no-ser como diametralmente opuesto . Para am- (en la vida diaria de tod os) consideramos que es) " , tam poco aquí le
bos es el no-ser incognoscible. «¿Cómo se podría llegar a conocer un deja Parmén ides en la estacada . La fórmula de Parm éni des «ser tan-
no-ser?», pregunta Glaucón en La República. «T ú no puedes ni co- lOcomo no-sen ) «(l val re K(X i It~ ( l POOl) sirve pa ra ello en lodo el sis-
nocer ni lomar el no-ser». enseña la dio sa a Parm énides 11. En cem- lema ontoló gico de La República, pa ra enlaza r finalm ent e nuest ro
bio , lo que es en perfecto s modo s de ser (1n:~ V U}.,W 5 ov) es en P lat ón mundo del devenir co n el verdadero ser y pa ra formar plenamente un
cognoscible por perfectos modos (1rOOVTfAW ~ YVWU7ÓV); como en P ar- eterno contraste a partir de una pa radoja. Pero Parménides ha bía se-
mén ides, sólo ha y un único cam ino de bú squeda: el que de verdad parado también el puro ser de lo qu e deno mina este irreal mundo nues-
cond uce al puro ser y lleva com o señales (<n1lto: m) las determi nacio- tro: devenir y transfo rmarse, crecer y disminu ir. De su boca toma Pla-
nes esenciales de ese ser. En ambo s yace el mundo , en qu e nos mo ve- tó n esas palabras para qu erer ser ori ginal, po rque ellas delinean pero
mos, entre aquellos po los , o sea, ser y no-ser n . Sobre ese mu ndo de rectamente su propio sentido y no está suficiente mente falto de ini-
incertidumbre está en Platón dirigido el part icular mundo del conoci- ciati va n . «En esa ojeada» vio a Heráclito y a Parmén ides enfrenta-
miento, al que considera «dóxa», (pur a) op inión . En Parm énid es se dos entre st. En ello el discípulo de C r átilo debería pasar po r alto en
llam a al mundo intermedio comple tamente cor respondiente al mun- principio, como en todo su tiempo ya no se sabría , que en Herácl ito ,
do según «dóxa» (x cn a OÓtOO f~ U 7Ó'Óf ) , sólo que en él en esa pa labr a si no se miraba al devenir y al cambio sino a la ley del devenir y a
se mezcla la opi nión entur biada del yo y la experiencia enturbiada del la du ració n en el cambi o, aquello daba ade más algo parecido a Par-
ello inmóvil. Pues aq uí ciframos entonces la diferenciación de las dos ménide s. Con aq uella fuerza de lo aparente y del orden, por med io
estr ucturas tan pa recidas. Pa ra Parménides, el que por fin sólo reco- de la cual Sócrates y los so fistas (históricamente con más profundo
noce co mo rea l el puro ser uno , es «ser y pensar uno y lo mismo », derecho), a pesar de todo lo que era común entre ellos, apartaro n.
justamente así como para él, en aquel mundo intermedio de la d óxa. igual q ue en el techo de la capilla Sixtina el Creador, el día y la noche ,
andan en conju nto en uno solo el modo de ser del objeto y el modo y sit uaron alejados entre si el sentido del mu ndo de H eráclito y el de
42 PLA TON MEDIO Y ENTORNO 43

Pa rménides; y uncieron ambos, de nuevo juntos. como símbolo de tad pa ra co locar el orden en el luga r del desorden. Según el ejemplo
la op osición del mundo del ser y del mu ndo del devenir, lo que a partó de los tra bajadores ar tesa nos, qu e encaja n en conju nto por pa rtes.
el descubrimiento de las formas eternas. una cosa situada y ordenada en una fila (Tt: T<:rtllf VOV Tf KOl
Pero proporcion ó asimismo un elevado pu nto de vista por el que l(f;Jf. OCJIlJjP.Ü Ol' T ga")'p.a). "así debería ha cerse un orde n ( r&El l' Jf.Ol
esa dualida d se convirt ió de nuevo en unid ad . «Uno es todo», «Lu- ltóo P.O.l') entr e cuerpo y alma. vida casera y ciudad; en ello co nsistiría
cha conjunta -oposición entre contr arios. sonar acorde-sonar dis- la primacía y per fección en cada estruct ura : eso enseña Platón agu -
corde de nuevo, de tod o uno y de un o todo», así H eráclito . Y Platón : damente en el punto culmina nte del diálogo Gorg ías (503 E-507 E
El «eidos» un o y las múltip les cosas pa rticula res se act ivan recíproca- Ys.), después de que ha motejado a los cam peones del a rte de los dis-
ment e. El «eldos» da a las cosas pa rticipación y ser, ellas tiend en a cursos , del placer y de la arbit ra riedad con una sola palab ra: el desor-
la perfección del «eidos». Só lo si lo uno no está sin lo ot ro es «e nla- den . Nada hay más ce rcano a P latón que aquel dicho de Goet he de
zado el tod o consigo mismo ». ¿ No era el heraclitismo más a uténtico que él pod ría sorporta r mejor un a inju sticia qu e el d eso rden . Pues
incluso que aquella conf usa y soñsñca mente mal usada doctrina del injusticia es desorden. Allí e n do nde Platón vio e vitado el od ioso mez-
Flujo de tod as las cosas'] " . Plat ón no ha dad o for ma a esa «juntura cla rse de círculos de prod ucción extraños, eso es medida , «sophrosy-
de nuevo de 10 te nso» ( 'Il"OA. í V TO VO~ aQJ.tovíl1 J4), que en su construc- ne» y ju sticia . Y si un obrero o un a rtesano crea n, en una ma teria
ción del mundo está viva po r to das panes, en ningún sitio má s expre- perecedera , algo «pe rfecta men te ordenado», en mayor medida de al-
sa mente que en su Parménides; pero ahí ella hace cristaliza r, pa ra su guna manera debe corresponder ese (orden» al modelo invisible ( que
culminación, la dialéctica de lo ((l10 0 >> y de 10 «o tro ». Por par adójico observa ro n en su obrar». Así no puede ser otr o que lo que Pla tón vio
que suene, es completamen te correcto decir que el diálogo Parmén i- como reino de las ideas, ese reino de lo perfecto , un recinto en el que
des es el má s fuerteme nte heraclíteo ent re los escritos de Platón . y que todo «t iene su orden y se encue nt ra etern amente de la misma ma nera
el filósofo P ar ménides, en esta ob ra, es ta n «heracliteo » como eléa ta . y ni se hace algo incorrecto ni, recíproca mente, tampoco algo inco-
Pero con ello hem os alca nzado fina lmente el luga r en donde las fue r. rrecto se recibe: todo está a llí per fectamente conj unta do y relacion a-
zas de los dos viejos gra ndes maestros se reúnen para Plat ó n hasta do» (L a República, 500 C). En efecto era el cosmos de los nú meros.
ta l punto qu e «corno en una circunferencia están juntos el princip io esa a rmonía y proporción de las c uerdas vibra ntes que. en la zona más
y el fin». El «modo único s de Heráclito. que la plu ral idad co mo la gra nde del cielo estrellado co mo mod elo de un ser per fecto . se ~xti~n­
tota lidad encierr a expresa men te en sí. y el «ser uno » de Parménides, de y se alza a rriba al lugar suprace leste. Pa ra eso están las ciencias
q ue quiere asimila r no-ser con plura lid ad -Y. e n realidad , no puede de ese o rden , an te tod o son su unidad y referencia en el sistema pita-
asimila rlos , pues frecuentemente hablamos del ser co n «nom bres» , górico las qu e él tomó y qu e le mo straron aq uello . de lo que nad a
desde este mundo del «ser Yno-sen>, Yel ser está presente en el mu n- había podi do encont rar en la ciudad de su tiempo , pa ra proyectarla
do de la apariencia : esas dos visiones coinciden en el m undo lleno de a otro mundo por comp leto diferente. Co smos es tanto la estructura
ideas de Platón. pues en él sobre todo por med io del no-ser se aparece del mundo como de la ciuda d. como del alma. La geometría tra ta en
el ser, po r med io de la m ultiplicidad la unid ad . igual que inexo ra ble conjunto cielo y tierra . «Dicen los sa bios, querido Cacicles, que cielo
y necesa riamente el ser se enlaza con el no-ser. y tie rra, d ioses y hombres esta blecieron la com unidad ( Jf. o l vw v ía ) e n
A l iado de Pa rm énides y de Heráclito . fue P itágoras el te rcero en- con junto y la am istad y la co rrespondencia ( x o CJp. ( Ó 1l1 ~) y la medida
tre los viejos gra ndes sa bios por cuya irradi ación P la tó n fue gradu al- ( owlPe OOúvI/) y la justicia (ó ( /{ cn ó 7ll ~) : todo eso se considera o rden
mente ab ordado en los círc ulos pita góricos del sur de Italia , y ya an- ( Jf. óop.ov xaA.Oiiol Jl), q uerido co mpa ñero , no deso rden e indisciplina .
tes en el entorno de Sócra tes. ¿Qué ha significado Pit ágoras, esa fuerza Pero tú pareces en ello no co nducirte con todo t u se ntido, en tod a
realizadora 15 , leja na en el tiempo , que, de mo do enigmát ico , siem- tu sabiduría; más bien se te escapa que la igualdad geom étrica (la pro -
pre extend ió nuevas fuer zas y a tr avés de ellas llegó hasta alll, ha sta po rcio nalidad) fu e establecida por los dioses como por los hom bres.
Platón? No es un a cas ua lida d que la únic a vez qu e en sus obras fue Tú piensas en que hay qu e ejercita rse sin desca nso en la acción
nombrado P itágoras mismo a pa rezca como «guía de la educaci ón» ('Il"A.fOJl f Eía l' & OH Ei v) . Pues t ú no te preocupas de la geometría». (Oor-
al lado de Homero (L a República, X,600 A ). gius, 507 E Ys. ). A hor a queda cla ro lo qu e le ha ap ort ado la relación
Co nsidera mos que las conmociones más fuertes de Pla tón , en to- con Pít ágoras. Sócrates se ciñó a la esfera del ho mb re y de la ciuda d,
do el ma rco tem po ral, se produjeron a parti r de los enredo s de la ciu- y así Plat ón , tant o po r fa milia como por el precedente del maestro.
dad a la qu e él pensaba perte nece r y a partir de la inco nsistencia de Pero. mient ras que Sócrates nada se molestaba en co mprender «las
los ho mbres que dirigían esta ciudad . Así llevó a ellos tod a su vo lun- cosas de a rr iba» (rO- P.ETfWQ f.Y ) , ha bía en el alma de Pl atón algo ca m-
44 PLATON M EDI O Y ENTORNO 45

bi a~ o y promovido al cos mos, que rodea al hom bre y a la ciudad en cibido ante su vista y qu e pasarla desape rcibido a tod os los de más,
conj unto como los círcu los concéntricos externos. A Platón la rupt u- y el resulta do habría sido una doctrina del lodo-uno . P ero Platón era
ra co n la ciudad .Iellevó afuera. a ese cos mos, y aba rcó hom bre y ciu- demas iado co nsciente del hombre concreto, hab ía oído demasiado en
dad como esencias «de categoría cósmica»; en eso era deu do r de la Sócrates a los demás hom bres, demasiado fuerte al Eros, q ue arras-
gran ~abjdur ía itálica y de la fuerza que aún irradi ab a d e ella. Y era tra al hombre hacia el hom bre y a ambos junto a la idea , para que
~onSCIente del porqué la contemplación de ese universo él la puso ha. le hubi era podido bastar la conjunción de P arménides entre pensar
JO el nombre del pit agór ico Timeo, después de qu e había hecho fun- y ser. En efecto, el mu ndo le parece situado en la zona de lo que nu n-
damentar a Sócrates la ciudad ideal. ca es, siempre devenir y desa rrollo, y en la del ser eter no, que sería
Todavía ha y una cosa más que, pa ra él, los pitagóricos tu vieron port ador de to do valor, en esa estaba la pregunta de ¿a qué pertenece
que hacer inmor tal: la seriedad co n la que ellos tra ta ron sobre el alma el hom bre? Y no se for mula por un interés teóri co o sistemático, sino
humana . Con el alma individual y su profundo sentido se asomb ró ante el objetivo de su tarea de formar al hom bre nuevo y fund am en-
~ erácl ito . sin alcan zar en efecto sus límites. En mitos de co ntempla- tarlo en una nueva ciudad. En A tcibtades May or, en el examen de la
ción hablaron sob re su esencia y destino los pitagó ricos y <e1os del en- sentencia délfica «Co nócete a ti mismo », había puesto la pregunta de
torno de Orfeo ». P latón ha compartido sus not icias del alma con su zq u é es ese «mismo»? Y la respuesta alcanza una gran parado ja, pa-
más f,uert e i~terés, .Y en su obra escrlra hay tanto de ello que podría ra los griegos mucho más paradójico que para los que viven en el mun-
?ar pie a la impresi ón de que hab ría sido ent re otras cosas también do cristiano: el hombre es alma. O sea, lo que propiam ente const itu -
I~cluso un «teólogo órfico», La doctrina de la etern idad e inalt erabi- ye al hombre, su «existencia», lo esencial en él es alma. Para decirlo
Itdad del alma individual, así se denomina , ha y que ponerla en fuerte con palabras de Plotino : «Según lo más excelso es la tota lidad de la
consonancia con la doctrina de las ideas. Pl at ón , en efec to, hab ría forma humana )¡ (xcml: 5f 70 k QEi'íTOII Ti, b}.,ollltÓo~ &1I0 e W "1l" O ~) . P la-
toma do aq uella cuestión de fe de los maestros de fe que la brinda ron Ión ha descubierto el nuevo mundo de los seres eternos. De esta ma-
completa )6. Pero , aunq ue presen tase aquí un co ntra ste co n el siste- nera sería el homb re un miembro de dos mundos y nin guno , algo en-
ma, .10 que no es .en a;bso lulO, no hay man era alguna de explicarlo a Ire ambo s mondos: el mun do del devenir y consumirse relacionado
pa rtir de una conj unci ón, en el punto de partida, de doct rinas separa - con el cuerpo , el sentir y «el no participar del alma », y el mun do del
das. ¡Y a ~U ?to en Plató n! El espiaba sin d uda en todas pa rtes en ser co n lo eterno en el a lma . Así es el desc ubrimiento del reino de las
do nde. percibía to nos emparentados, pero era el último en hace r pa- ideas el que no deja al hom bre ser co mpletamente y de ma la ma nera
sar, bien o mal, a su peculio doctrin as extra ñas. Se está mu y poco un miemb ro de un mundo inseparable, sino que su fuerza de separa-
seguro d e qu e Platón no «en señe» directamen te sobre todo del dcstl- ción radica en «cuerpo y alma ».
no del alma . Sócra tes hab la de ello en los mitos Que son una parte La «doctrina : de la eterni dad o inmortalidad del alma en Platón
de los dramas platónicos . Y si se hace referencia a los sacerdotes de no es ni una comp leta teología transmitida ni se refie re a claves con -
los mist~r~os· ya los teólogos. eso es en todas part es la dirección de seguidas conce ptualme nte . El diálogo Fed ón 10muestra con toda cla-
la q ~e VIniero n aquellos cuadros míticos, con lo que se delinea, pero rida d de dos man eras. Plat ón ve la eterni dad del alma ava lada por
d,e n m~una manera se afi rma, lo que ellos fuero n pa ra él mismo . Se- el t riunfo de Sócrates sobre la muerte. Aq uí habría un algo que no
n a posible so bre ello co njetu rar aq uí algo, si ellos tenían una realidad se trata, que «Sócrates», el que ellos allí tenían, iba a yacer muerto
ta n profunda mente llena de signos o eran indicios de for mas, imáge- y a ser depositado en una tum ba. « Yo no puedo convencer a C ritón
nes y palabras para lo que hab ía q ue decir en un hab la part icular. Pe. de q ue yo, el de aquí, soy Sócrat es, el que ah o ra estoy cha rlando y
r? co nduce a erro r si se hace de ello una física plató nica o una Hisro- pongo aq uello que se dice en su luga r; pero él cree que yo soy el que
na del alma, poco más tarde va a ver como cadáver, y se pregu nta có mo me debe
,Si Pl.atón ~ue ra Pa rm é.n i des ~ estaría enfrentado así por igual a la enter rar,» Pero la creencia en la inmort alidad del diálogo, de la que
acción, inmediatez y consistencia del «agath ón, ...., que él hab ría re- no se alcanzó la meta con mu y buenos fundamentos hasta el final,
apa rece una segunda vez con más claridad , La eternida d del alma es-
tá ava lada para Platón por el ser de la idea . E n efecto, para el «a migo
• El ~ Ulor hace refe rencia a los ó rfic?s y a los misterios de Eleusis, tal co rno a pa re- de las ideas» tiene sentido hablar de inmortalidad. Si el alma humana
cen en Plndar o , de q uien hac e refere ncia expresa Pla tó n en el milo del Más Allá y está tan preparada por su naturaleza que conoce el ser eterno, ent on-
en o bras de Eunpides com o Los BOl·omes. (N. del T,) •
. •• «Agatb ón» significa «bue no » y aqu t, lo ma do co mo a bstr acto «lo bueno» «tI ces - puesto que lo igual se conoce por lo igual- debe de tener un
bien» . (N. di" T.) , , ser según el modo de las formas etern as . Y lo mismo qu e las pruebas
46 PLATON MEDIO Y ENTORNO 47

de la inmortalidad del Fed án no están po r casualida d encuadradas fren- dos ambos modos de conocer en los diálogos platón icos a t ravés de
te al relato de la mu ert e de Sócrates, así tampoco están po r casuali- do s movim ientos que con duce n al «eído s»: «maniaa" y dialéct ica .
dad una frente a a ira aqu ellas dos garantías pa ra el ser ete rno del al-
ma . P ues en Sócrates, y po r med io de él, ha bía o bse rvado P lat ó n las
for mas Nemas; y de esta manera para él se fundam entan en el mismo
medio «S ócrates» , «eídoss e «Inmo rt alidad», que casi son sólo tres
nombres diferentes para la misma esencia.
El ho mb re en la ciudad : esa era la oportu nidad de la que Platón ,
como tod o griego, salió . Se ha bía ro lo la vieja uni dad incuest iona ble.
Pero de la desavenencia y de la lucha para un nuevo orden se formó
su visión peculiar: aqu í, el hombre o el alma como la «po üteía»> in-
terna; allí la ciuda d como alma extend ida , alma y ciudad como jun-
tura uni taria de la misma estruct ura en un recinto necesari amente
opuesto , ambas está n di rigidas al «eidos», al punto más alto de la «idea
del bien ».
El hombre en el tod o: ese era el conocimiento pa ra el que Pit ágo -
ras aux ilió a P latón . Y la visión a [a que impulsó a Pla tón fue esa :
vio encerr ad o en el gran co smos al peq ueño cosm os y a a mbas «esen-
cias vivientes- en necesarias y opuestas fundas, pu es «alm a» do mina-
ba a las estrellas y al mundo y el alma perfect a el mo vimiento ordena-
do del uni versa n . El principio conj unto de su orden es, sin emb ar-
go, lo «agat h ón».
El ho mbre y el «eidos »: ésa era la enseñanza más característic a
de Pl ató n, la que deb ía mu cho a Sócrates y no compartía con nadie.
El alm a recibió de nuevo de pa rte de l «eidos» , de l que fue contemp la-
dora, la eter nidad . El «eidos» esta ría lleno de alma, más bien lo esta-
ba desde el princip io. Pues lo ju sto, valeroso , piadoso y bueno se de-
nom inab an las ideas que Plat ón vio po r primera vez al mirar a Sóc ra-
tes. Y en una épo ca más ta rdía era pa ra él incomprensible cómo po-
dría la soc iedad del ser po r antonomasia contradec ir al conocimien-
to, vida, alma o pensar o bien el parentesco y semejanza co n el
espírit u " .
Alma y «eidos» están también en un reci nto necesario. y como
el ojo del alma reconoció po r primera vez en una gran ojeada a las
formas ete rnas y el filosofar de Platón es luego siempre un ren ovad o
intento de hacer sensible el mu ndo descubierto, así estarían refleja-

• La palabra «polue ía» se sut le traducir por " Constitución», si bien la obra de Plalón
con ese título tradicio nal mente loe conoce co mo Lo Replibli ca. El a utor da a esa o bra
en alemá n una versión más aco rde co n el origina l griego . Staat , as í qu e, por esa razó n,
co n eltérmlno «po liteia » enti ende también teda la amplitud de las retacíones púb licas • La pa la bra ..manía » señalaba la pérd ida.de co ntrol del individ uo sobre ~ í. mi.s mo .
en la ciudad gr iega. demrc de las cuales loe encuentran po r sup uesto incluso lo q ue no- por lo que pud iera trad ucirse por .. locu ra..: Sm en;bargo. de acuerd,o e0J.l su Slgmfiea-
sones esra blecerfamos como pro pias de la familia o del ind ividuo. (N. del T.) do car acterístico, se en tiende co mo la «salida de ~I» hasta llegar al extasia. (N. d/"I T.)
DEMON 49

que «intro ducía nueva s ent idad es de d ém o nes » (XQ¡ I'Or Ocnp..ÓI'¡Q). No
nos cuestionamos . en el terreno de la P sícopat ologta, Que clase de de-
mon era y no intentamos, como Schopenbauer, da rle un lugar ent re
CA PITU LO 11 ensueños, espectros y ot ros fenómenos ocultos 2. No me nos libremen-
DEMüN te se podr ía acercar lo inha bitual por medi o de la razón, como se ha
ordenado en el claro entorno de la experiencia racional y cient ífica
algo así co mo «una voz inte rna de la cadencia individ ual », como «ex-
/ Dem onologta y demonico/ presió n de la libertad espiri tual» o «como med ida segu ra de la subje-
Iividad» 1, Se tras toca propi amen te el paso de esta manera , si se dice
Para l o ~ platónicos de la An tigüedad la demonolo gía" tiene un lu- «el dcrnon» como si fuera una cosa , en lugar de to marlo en el mod o
gar determinado en la co nstrucció n del pensamie nto del maest ro l. neutro de expresión del griego (do dem ónico ». En esa c o?st r ucció~
Los mod ernos estudioso s de su filosofía tienen qu e exp lica rlo pa ra lingüíst ica se encuen tra expresada , po r un a par te. aq uella llld et~r.m l­
toma r completamente en serio sus declara cion es sobre este asunto . ¿Pe- nació n: «Pero tú no sa bes cuándo viene y a dónde lleva »; es suñcien-
ro con qué derecho se to ma por puro j uego lo qu e se dijo de los dé- te, sin em ba rgo, qu e ese algo activ o no se encuentre en el interior del
mon~ y se pasan igual ~en te po r alto las «doct rinas» física y fis iológica hombre y a su disposición, más bien se le acerca , extern amente, des-
del ~lmeo y la « fi ~osofla del lengu aje» del Cralilo en los párrafos de de una zona inco ntrolada. y era tratado con pr ofun do respeto . De
un sistema plat ónico? Sólo po rque hay una ciencia de la Naturaleza est a man era hay otro gra do de (<\0 divino», y Platón hace a Sócrates
y del Lenguaje , pero ninguna de los démones. En efecto, el CratiJo relaciona r, en un razonamiento de justificación, e incluso usar aque-
se pa rece.en ,verdad a un revuelto loco de piruetas, muy lejos de un lla exper iencia de «algo divino y dem ónico » (9t ióI' n Km' ómpóI'tol'
t ratado cíennñco del leng uaje; y so bre la ciencia mítica de la Nat ura- l í'}'vt TCU ) O también (da se ña l del dios» (TO Toii 9toV o'l'Ptiol'). De esa
leza! en el Timeo. un in vestigad or como Demócrito probab lement e fuerza suele Sócrates decir. en Jenofonte, qu e ella le «ac onseja ) o (de
hubiera vuelto la cabeza. Sobre todo no debería ha ber duda algun a muestra antes lo que hay que ha cer o D Q)) · . La únic a vez en qu e una
dc qu e Pl,at ón no enseña directamente en sus escritos ciencia algun a, determinada acción llegó a ser sensible, o sea cuando Sóc rates se quiere
en ,el sentido nuestro. Y SI ~s un «j uego» consci ent e lo que los per so- encargar de su justificación, ella se le opone (~I'o;I'nwlhl Recuerdos
najes de los dramas platónicos declaran sobre el mundo de los d émo- IV 8, 5), Y eso, que es una oposición, algo opu esto, fue subrayado
nes, s: trata. en t o nce ~ de . un ju ego qu e, como todo s los juegos con especia l énfasis en Plat ón , No se tiene fu ndamento alguno, en
plat ónicos, vive en su mten or la más profunda seriedad. Sin duda a líneas generales. pa ra fiar se más de Jenofonte qu e de la m~s estr e.cha
q U,ien q.uisiera a t~ev e rse a expresar con pa lab ras esa seriedad le po - delimitación de Platón. que, a su vez. pudo acrecentar y Sistema tizar
d~la objetar Plat on: «Hasta lo q ue yo sé; si deb iera haber escri to o eso. Al menos se podría co mprender que Sóc rates fue conscien te co n
dicho eso, esta ría dicho po r mí de la mejor ma nera » (Carta VII mucha cla ridad de aqu ella fuerza activa . allí en do nde se establece co-
Ml ~. ' mo oposición . También Goethe - uno no qu erría recurrir a él como
Pl a~ ó n se enco ntró con .un as unto de d émones cuand o acompaña - ayuda pa ra Sócr ates sin precaucion es- casualmente era propenso, en
ba a S~rates. Pu es ~n la Vida de ese hombre. qu e como ningún ot ro un punto de vista muy dife rente que el expresó sobre lo dem ónico,
mere cra ha berse dedicado a la tarea de «explicar » lo inexplicable co n a respetar Jo represivo . que era pa ra beneficio. como algo demó nico
la fuerza de su entendimiento , había acciones misteriosas que él no que se adora sin jactarse pa ra querer explicarlo luego s. La Apología
veri fica ba en su rectitu d sino a las que obedecía . Habl a ba a veces, (3 1 D) expresa q ue la voz nunca intenta prop ulsar (r e o7é r H ot ovói·
y co n gusto, de su «demonio n», y era así ta n reconocida esa pecu lia- ron ) y también te xtualmente el Teages (128 D). Pero no es ningún
rida d que la acusación se pudo fun da men tar en ella y echar sobre él indicio par a el ori gen no platónico dc ese diálogo cuand o allí ensegui-
da se dice que la fuerza de lo demónico «coge a uno con algo» (co-
,. H em o~ l ral a d~ de tra n.scrjbir el término griego óO¡[¡JNJ P como demon . A pa rtir >"AáI3r¡TO!t) (129 E). En todo caso el recop ilador del escrit o deb ía hab er
de el hemos intro ducid o los terrninos «detnó nicm>, «demon ología» y «demonio n», que esta do co nciliando esas do s interpretaciones. Sócr ates podía utilizar
son de uso norm al entre los estudiosos de Platón, El término castellano «demo nio»,
q ue ~ denv.a ~ e éne, es conceptualmente distinto po rq ue recoge sólo co nnota cio nes
y t oma r algo de impulso para la acción inmed iat amente en el silencio
negallvas cnsna nas qu e no resulla n en a bsoluto válidas al Plat ón. Po r esa razón nu n- de lo demónico .
ca lo h~ os uulizado co mo equivalente, a unq ue así apa rezca e n algunas re ferencias
poco CUIdadosas a Sócra tes de algunas trad uccio nes. (N. del T.)
50 Pl ATO N DEMON 51
/ Lo acción del demon/ la voz y piensa en él. En el modo de expresión del Teages, lo dcm óni-
":0 le a yuda . O , como ento nces en donde la fuerza activ a par ece llegar
Pla tón, en primer luga r, ha dejado «el demo níon », en su imagen a su esbozo más cla ro , en el A lcib iades (106 A) se dice: el d ios, qu e
de Sóc rates . como un rasgo por el Que el ho mbre co mún era co noci- hasta a ho ra me estorbaba. a hora me ha d irigido a ti. No sería una
d o , igual q ue po r su nariz respi ngo na y por sus ojos salto nes . A q uello pregun ta pedante la de si aqu í demon y di os sería n lo mi sm o , Lo so n
cc:m m ~cha frecuencia se mete y se po ne en cont ra de pequeñas cosas, y tam bién no lo son. Pu es par a actua r se depende de acciones y no
di ce Sócra tes en su discurso de defensa (40 A). Asi no no s extraña de nom bres ' . T ambién po rque va para instar a lo má s decisivo pa-
en pa rticular, ni debemos ta mpoc o olvida rnos de que est a mos leyen- ra la edu cación. pa ra eso es t am bién aq uí efectivo lo dem óníco . Y es-
do el relato caracter ístico de un irónico, cuando en el Eutidemo (272 tán relacionado s ambos en un sentido t am bién m uy pa recido en el
E) la «señal dem ónica- le impide leva nta rse y le ayuda ta mbién para Teeteto. Sócr ates ha bla allí de s u a rte de comadrona (150 B) y de la
el e ncuent ro en el com bat e con el profesor de esgrima ; y no meno s, acción d iferenciad ora : como muchos lo ab an dona n, a rues de tiempo ,
cua ~ d o en el Fed~o aq uello no le deja salir de allí, a ntes de qu e ha ya par a da ño de aque llo qu e hubiera nacid o , o lleva n con ellas ames de
expiado . por medio de un segund o discurso má s a mplio. su fa lta co n- dar a luz. Como ejemplo principal se tomó al pro pio Ar lstides, qu e
tra Eros (242 BC) - , En el Teages fue comprobada la autenticidad en file admitido a la relación ami sto sa en el Teages y qu e vemo s en el
una lista de casos en los que la prevención se había cumplido: cua ndo t.aques encomendado po r su padre, Lisímaco, a Sócrates. Lu ego se
Cd rmides se ha bía querido entrenar para los juegos de Nemea en el dice en el Teeteto : «Si ése. en efect o, volviese a desear mi compa ñía
plan de asesinato de un conocido Tima rco y en la desgraciada pa rtida y me hiciese signos fehacientes de ello, de esta manera me impide lo
de las naves a Sicilia. Per o aquí está perfectamente seña lado que esas dcm ónico. que se instala ante mí , reunirme con algunos, y me pcrmi-
cosas no son su objet ivo propio . No se encuent ra en absoluto en el te reunirme con otros y luego pasa ad elante con eso s de nu evo »
Teages, como se suele decir, que se haga de Sócrates un ta uma turgo . (15 1 A) . Así quedaría claro el porqué ese tirón es esencia l en la ima -
Muchas veces da Sócrat es mismo el punt o de vista en el que él ha bía gen de Sóc ra tes, pues, para Platón. es más útil que la nari z respi ngo-
c~:m t ad o aq uellas h is l or~a s : «porque esa fuerza dem ónica ta m bién sig- na o los oj os penetrantes. En Jenofon te se debe pensar e n un peque ño
mfi ~a todo pa ra la SOCiedad con los que bu scan mi co mpañía. (Sn oráculo part icula r q ue, a su portado r y a los que es tá n con él, propo r-
" ÓtlVU¡US a un¡ TOV OaIJ!ovi o tl TOtÍ TO tl J(ai ~l~ Ten otl "o tlo¡a~ T(;W ¡ud cio na infor maciones sobre cosas q ue desean, para q ue haga n unas y
'JlOV Otl Jló IaTQl/J 6 J'TWV ni a1fa Jló lÍ')'aTm) (129 E). Pu es muchos lo po- dejen ot ras (Recuerdos 1, 1.4) . En Platón se difere ncia lo demónico
nen en contra. Esos no podrán o bte ner ningún provecho de su rela- en Sóc rat es sobre todo po r su obra de ed ucación. Co n él no es sólo
ció n Y. po r consiguiente, él no esta ría d e acuerdo con semeja nte la aso mbrosa notab ilidad de un ho mbre pa rt icular, sino qu e pert ene -
co m pañia -.~n much os casos no impide el que esté n j unt os. a un qu e ce a la esencia del gran educ ad or . El, como algo extr alógíco, preser va
ninguna utilidad sacase n los int eresados. Pero en don de la fue rza de la educación, que se mueve en el «legos», para convert irla en un asunto
lo demónico toma parte a fa vor de la sociedad . allí ensegu ida va con raci onal. y protege aquella depe nden cia del secreto que le falta a las
ellos. leccio nes de los so fistas. Debe haber sido entendido por Plat ón ta m-
Mu y pa recido en el Atcibtades Mayor. Y allí se tra ta referido a bién como no rma tivo. no como a no rmalidad . Mu cha s veces registró
un primero . mu y trascend ent a l y la rgo encuentro, así se podria reco r- él mismo un hecho semeja nte, ¿y debe tal vez men os registrar algo
dar de nuevo unas pala bras de G oethe a Eck er man n del 24 de ma rzo de eso el qu e no sólo está dedicad o a encuadra r simplemente hom bres
~ e 1 ~29 : «C ua nto más hom bre se es, más se encuent ra uno baj o el sino ta mbi én llamad o a ello'?
influjo de los d émonos, y sólo debe cuida r siempre de que su volun-
tad conductora no se extr avíe , Así fui dominado en mi conocimiento
de Schiller por medi o de algo demónico; nosotros pod íam os antes y / Interpretac íones erróneas del demon /
p od ía ~o s después llegar a estar de acuerdo; pero lo que nos pasó ,
en la epoca en que yo tenía tras de mí el viaje a Italia y SchiJler empe- Lo s platónicos po sterior es se han planteado mu chas veces la pre-
zaba a est ar cansado de la especulación filosófi ca, fue significa tivo gunta po r la esencia del demon soc rático , Tenemos tratados sobre ello
y de grandes consecuencias para ambo s». No de diferente ma nera aquí de Plu tar co . Ap uleyo, Má ximo y Proclo 7. Todos ellos const ruyen,
ta mbién podrían maestro y discípulo ir de ac uer do a ntes y después. hacen concept ualmente a tr a vés de ello lo singu lar qu e libera n de su
Por med io de la o posició n dem ónica ha estado Sóc rates mucho tiem- aislamie nto y lo colocan con ot ros «d émones» en la mism a fila ; sobre
po lejos del joven. A pesa r de que lo había admirad o . Ah ora calla tod o co n aq uel demon que acompaña a los hombres a través de su
52 PLAl ON DEMON 53

vida , según una extendida creencia . y, segú n «doc trina» platón ica , que une macro cosmo s y microcosmo s. La demonología pro pia t ra ~ s ­
al alma huma na incluso má s allá de esta vida . No es tampoco hoy Forma por la base la plat óni ca, incluso además en la form a plat ónica
un absurdo pensa r ta les cosas. P ues no se trat a de enco ntr ar aq uí to - del mito . En el Timeo (90 A) se dice: El dios da a cad a uno, Cot~o
dav ía espí ritus y fa ntasmas para ritos mágic os y teú rgico s, sino de a c- \ 11 demo n 10 dominante en el alma . Reside en la cabeza vuelta al CIe-
cio nes, aunq ue se podrían encont rar tamb ién en Yámblico y P roclo lo y co n éi relacionad a . Y se tr ata de co nsiderar eso divino (7() 8t io ll);
y, po r el cont rario, con mucha frecuencia con los límites borrosos ' , con te que el hom bre tendría perfecta mente colocado al demon como
y también. cuando se despacha este asunto como supersticiones. se ~ u inquilino y llegaría a ser «eudem óníco» . ~ es I~ que, .dt;sde un
pien sa en la jerarquía de án geles que en Dante alcanza el trono del punto de vista lógico y psico.lógico , se de~oml~a I~azo n , recibida co~
Alt ísimo a tra vés de m uchos rangos y se reco noce, a part ir del últ imo piadoso cuidado sobre la mas elevada existencia • Con esa «docni-
libro de «Verdad y poesía ) , las conversaciones con Eckermann y las na» del Timeo pa rece Plutarco habe r visto en una sola cosa lo q ue
vieja s pala bras ór ficas, lo qu e significan en la imagen del mu ndo de Platón poetizó del demon en el mito del alma. En el Fed ón en efecto
Gcethe, por cuya claridad tanto t rabajó, lo dcm ónico y el demon v. gula a los hombres el demon, que formó parte de ellos en la.vida. des-
En P lutarco, sobre [a pura co nfusión infan til en [a qu e [o dem óní- pués de la muert e hasta el jui cio , y después de la sentencta hasta el
ca socrático fue mezclad o con algunas manifestaciones de la mántica lI ades. Y ot ro demon los conduce más tarde a ira vez a fuera . En el
natu ral , como estornudos o «voces» presagladoras. se recoge una opi- mito de La Rep ública sucede a la inversa , es el alma la que esco~e
n i 6~ más elevada, muy cercana al espíritu de Posidonio 10 : como pen- libremente su forma de vida y co n ella a su demon como el «cumpli-
samient os humanos en el o ído , a sí actúan los «lógo¡» (para usar de do r de la elecci ón» (a n "l">"'lJ Qwri¡s ¡WI' aiet6fV7r..H'), antes de la intro-
paso la pala bra de múlti ples sentidos) de los d émones sin parar en el ducció n en un cuerpo -sólo restringida . pero no deter minada, po r
alma huma na . Y lo q ue los ho mbres corrientes suf ren sólo en la laxi- el aza r de la suerte-o Aq uí no hay d iferentes doctrinas de Platón;
tud d el sue ño, eso les pasa desp iertos a los hombres, de contextura Plat ón no da dogma alguno y mucho menos sob re démones. Pero en-
indómita y alma sin torment as, que nosotros consideramos como san - laza con las creencias populares sob re el dem on qu e acompaña a los
tos y dem ónicos. Un caso único, apartado de la falt a de ar monía y hombres a través de su vida; unas veces po r su sab idur ía en to rn o al
de la alteración (&IIa Q~oo¡ ia HQ" j ml?Q"X~) de los demás, fue Sócra- alma humana, a iras veces además po r la imagen ó rfica del Más Allá ,
tes. Y luego , en un milo ptaton ízan re, parecía most rar P lutarco lo que a fin de ha cer imagina ble y aprehensible también para los demás algo
entend ía po r los d émo nos. D émo nes: as¡ co nside ra una voz oracu lar de su propia experiencia. Demon significa en pr imer lugar algo así
a aquellas estrellas qu e en el antro de Trofo nios extasiaron a como la forma humana de nacimiento - <d a existen cia » se dir ía hoy
Timarco s ", las q ue vio suspendida s sobr e la oscuridad: qu e serían las mejor-e, que se mantiene, como la constante propia , a travé~ de todo
partes más pura s de la mente (votit) de hombres selectos, lo q ue no azar y movimiento de la vida y hace que todo co~porta m lento sea
ent ra en la mezcla de alma y de cuerpo . Como nadan los corchos so- mi compo rtamiento . Así ya Heráclito, en la creencia popu lar de un
b~e ~ a red, así aquellas estrellas demó nicas sob re los hom bres, ya ellas, acom pañante espiritual, ha bía situado su fra se: (~Demon es para el
d ócil o no d ócilmente, esta ría atad a el alma . hombre su especificació n». P latón , sin embargo, prensa ver mas y po-
Esta doct rina. aquí inspirada en los estoicos, al meno s tanto co- der expresar más en su mito . Esa especificación interna no es nada
mo en los plató nicos, es la del «lagos) por el que todo t ranscurre , que cor respo nda a su por tador sólo en esta vida . Le sigue sobre las
fro nte ras del Más Allá, permanece co n el ante el tribu nal y le con~u­
ce a la peni tencia . Pu es juicio y castigo están estrechamente relacío -
• Se trat a ba d e un oracujo , d escrito det a llada mente por P a usania s (IX.J9,1-5) , en nadas con la forma de vida que transcurr e por esta parte. Ella . a su
el q ue el con scname, tras seguir un lar go y com plejo ceremo nial de puri ficació n Ibebfa vez, no se encuentr a externamente colgada a su munda na l portado r.
de la « FUe~l1e del Olvido » y de la. « Fuente de la Memo ria.. para conseguir. repectiva - La ha llevado con él más allá de la fro nte ra del nacimiento desde una
mente, olvida rse de lodo lo antcrsor y recordar lo s avisos del o rá culo , era introd ucido existencia anterior . El mito de La Repúb lica lo pone con la libre elec-
en una p ro fund a cueva llena de oscuridad en la q ue ola una voz sín ver su proce dencia .
Se trata ba de lino de lo>«genios» de la épo ca de C ro nos , que ha bía consultado a l espf- ción del individuo y con el anuncio de la Moira '" (<<La culpa está en
ritu de Tro fcnlos aparecido en forma de serpient e. En rea lidad se puede entender co-
mo uno de lo lugares de comu nicació n con el Ha des: son ti ar as las semeja nzas co n
el Aquerc nte y la laguna E!iligia. (N. del T.)
• • Tima ren es uno de los perso najes dd Tta ges platónico . Al q ue precisamente avi- • La pa la bra «rnoirae tiene q ue ver con «rn éros», " pa rte". « porc ió n" y d eterm ina
sa Sócr~tes, Impulsa do por el dérncn , para que no rea lice la acción que piensa ha cer , la ca ntid a d de vida de cada u no. M1 destin o. Las Mcír as personifica n ese co ncepto.
UII asesinato, porque va a suponer su p ropia mu erte. (N. del T.) (N. del T.)
54 PLATON DEMON 55

el q ue elíge»): la casi metafísica forma de responder parece dirigirse bres, despojados del cuidado del demon elegido por no~otros . Aquí
exp resame nte al Pedon, Que quería hacer pos ible un a peligrosa inter- el de mon no es perte neciente al indi vidu o sino de inmediat o a la So-
pret ació n fa tal ista pa ra la cuest ió n mo ral, con la fra se opuesta : «no cieda d como mediador de la mayor existe ncia en sí. de la cósmica o
os podría salvar el demon, sino que vosotros elegiríais al demon ». Así. divi na. Es fácil de ver cómo enton ces ese demon de la totalid ad se
en efecto, en el mundo platónico es el demo n no sólo un símbolo pa - deja unir al demo n del ind ividuo . sobre tod o si se piensa en I~ iguala-
ra aq uello visto y respe tado co mo un hecho de «así debes tú seo, (Goe- ción de «no üs» y demon en el Timeo. P ero no llega a constitu ir un a
the, Urworte .6.AIMON), sino sobre ello además sobre la ta n secreta unidad concept ual sob re eso a partir. si cabe, de su co locación en un
como inexorable vinculació n de la existencia humana co n la t ranscen- espacio part icular . Sólo se tiene qu e sabe r el conjun to d e esas señ ales
dencia . La elección del demo n , tal como se remite a los hom bres en míticas.
el mito de Lo República, simboliza aquella «libe rtad trascendental » Todav ía una cosa sería a precia ble en el últ imo ejemplo: está n tan
(Ka nt) , aquella «libert ad en el deben ) (Jaspers) que es propia de la juntos en el lenguaje demon y dio s que sól ~ .una imperfección huma-
existencia humana : «Sucede como si yo me hubiese escogido antes del na ha ce notoria esa diferencia . E n el pottnco (272 E) se llama una
tiempo como yo soy» (J aspers) 11• • Co n ello , con la igua lación del de- vez al qu e tod o dom ina «el mayor demon» y los somet idos a él se de-
mos y «noüs »". muestra el Timeo cómo en toda introspección en nomi nan «los dioses a uxiliares» , segur ament e para no apart arlos de
lo oscuro Platón acred ita su predominio al espíri tu pensa nte. los «dioses do mmantes» (27 1 D), y proba blemente en su pensam ien-
to tenía a los «démones protecto res de ho mbres» de Hesiod o . Así la
famosa explicación El Banquete (20 1 E y ss.), de qu e Ero s no sería
/ Oemon, alma y dios/ un dios sino un gran demon, se pod ría dejar de to ma r a burla. co mo
si dio s y demon en Platón pudieran significar cosas diferentes y an u-
Para la existencia ciuda dana del hom bre gusta Platón , en sus años larse a su vez uno cerca del otro o mezclarse en uno solo . Uno oye
más ta rd íos, de determina r rango y ta rea , mien tras lo mezcla en un las s~tiles y rí~idas clasificacio nes de los posteriores; así se pien~ en
mític o mundo de la perfección . Así, en el mito del Pol ítico (269 C la anotación de Goethe de que «La s doctrinas ori gina les siempre sien-
y ss. ), estaría represent ado , a trav és de los períodos del mu ndo : allí ten lo aú n inacabado de la tarea y buscan a prox imarse a un mod o
el más alto dios se preocupa por el cosmos; en un brillante pasaje de ágil y "naif" . Las continua ciones ya se co~vierte n en di~ácticas y des-
Las Leyes (713 8 Y ss.), por medio de la Edad de O ro de Cro nos. Y, pués se yerguen en lo dogmáti co hasta lo intolerante: . P or el con-
aq uí como allí. estaría gest iona da esa perfec ción de la esencia social trario en Platón mismo llegará. a hacerse claro cómo se puede n ver
por med io de dém ones di vino s que han repartido todo lo vivient e en- diferenciar las cosas iguales y, una vez diferenciadas. usar se. Conoci-
tre ellos, según est irpes y hogares (Potttíco, 27 1 D). po rque ellos en- miento mente en sí misma y lo co rrespondiente a ella , así se hab la
vían a los lina jes que controla n pa z y unión. en un a palab ra: «cudaí- de «noüs» , puro pensar (~" O P€tv). conocimiento (lll"tuí1ÍJn¡) '. La pie-
monta»..... (L as Leyes. 7 13 E). En Las Leyes se argumentab a qu e sólo dad venerada lo mismo qu e rayo de un mundo de pe rfección, del
el domi nio de dios, no de un mo rtal, podría resgua rdar a las ciudades «bien» , así se co nsidera a lo divino, igua l que en el Atcibtades Mayor
humanas de la-desgracia. y qu e no sotro s deberíamos aspirar de nu e- se tomó «saber y pensar como lo divino, en el alma » y g~a.rdan u~o
vo a aquella perfección de la Edad de O ro por med io de «aquello qu e con el otro. «dios y pensar» (OfOS Ncr¿ ~eOP1JOu) «todo lo divino» (...o v
vive como inmortal en nosotros». En el Politice avanza más el milo . ro (h tov) ". y de nuevo a lo mism o. que es intu ido y usad o po r cada
Si el Altísimo . se dice allí. retirase la mano del timón del mu ndo y obse rvador qu e siente reali zar se las accion es tan incon ceptu al c0rt.t 0
así la totalidad volviera a agitarse según su ley inte rna «y de nuevo inev itab lemente , lo llam a el demon. Tan cerca , hasta q ue ya no exrs-
cometiera errores de antaño) ( x a ¡ ÓllPOl1THíu TO nj~ roAa iof te n fronte ras, se aproximan dio s y demon en Pla tón allí e~ donde n~
& pae ,uooTiof 'II"&8of /r se gobernase en la experiencia del antiguo de- fuero n difere nciados, como en El Banquete. con un a p recisa y rnaru-
sajuste /], entonces dejarían tam bién las divinidades protectoras la zona fiest a expresión. Y siempre hay que recordar una y ot ra vez cómo re-
a ellas confiada, y ento nces nos encon tr aríamos nosotros, los hom- húsa por indigno el desmedido afán po r la terminología (ro l11fOUOOrUp
l ... ¡ rOtf ovóPOOt) y «la lucha por da r un nombre allí en do nde se está
t ratando de co sas tan aut éntic as como si estuviesen ante nosotros»
• « No üs» sig niñca «mente». « int elige ncia». (N_ d el T.) (La República 533 D) 14 . • .'
•• «Eudaimo nía» significa en griego usu al «felicidad» . su co ntrar io es «kakodai- Los platónicos de epoca tardía se habí an entregado demasiado um-
mon ta». (N. del T.) camente sin duda a la fe en las palabras y a lo dogmático" . Ya ba-
56 PLATO N DEM ON 57
jo tos ojos del gra n maestro seca ro n el desa rrollo del milo vivaz con el tr ibunal y luego al H ade s, «tiene la misión de llevarla de aquí», y
el esq uema tismo de una do ctrin a de los démones, que se int ro duce en don de luego otro guía la saca de allí. Se podría pe nsa r par a ello
co mo una rama particular en Filipo de Opunte co n la física de los cinco en el luga r dem óníco e n donde , en el mito del alma de La República
elementos y en.e l suceso r de P latón , Jenócra tes, co n la matem ática (X,6 14 C), se celebra ría el j uicio , «entre» cielo y tierra . Resu en ~ ':0-
de las. rorma~ tr iangula res, y los posteriores, siguiéndoles luego a ellos. mo un eco en el Timeo (90 A) cuando el dem on, aq uí el qu e d irige
co n d ~ferencl as. en punl ~s co ncretos pero en la totalidad de modo mu y en el alma, «nos alza desde la tierra al pa rentesco en el cie lo ». En efec-
J>:8-recldo, ha n In l r~ducl do. al dema n socrá tico en las fuerzas y esen- to, en el Politice (309 c) se llam a a las prop ias almas u n «género de-
cia s del mu ndo , jerá rquicame nte escalonadas . M áxim o de T ir o m óníc» en el qu e como algo ( divino» se int roduce el co noci miento
(XIV , 8) da múlti ples em pleos a los 30.000 démo nes Que imita de He- de lo bello . de lo justo y del bien. Siemp re es lo «meta xy» , el pasaj e
slod o : «.•• y uno ha ob te nido como luga r de resid encia este cuerpo por don de el demon y lo dem ón ico es simbolo , y se ve tod o eso en
el. ~Iro aq uél, uno el de Sóc ra tes. ai ro el de Plat ón . ot ro más el d~ el más preciso co ntorno , si se tiene en los ojos el mito de Diotima .
Pitágoras... », Pa ra Proclo, el de mon io n socrático pertenece a la ele- Segu ro qu e esto es un mito y los platónicos no tienen mucha ra-
se más alta de los d émones, a los d émon es divino s. Plat ón no piensa zón pa ra hace r de él un dogma. Asimis mo , si se dice: eso sería «sólo
en tales esquem as. Pero seguro que el no decía pa labras sino cosas mítico», ta m poco se tiene razón y se trastocaría la cuest ión acerca de
-c-eei ~ice cose e voi dit e parole»- , así debían también para él óaí¡u..JI' 10 que entonces se ha br ía pretendido con ello . Pero, una vez pre gun-
y óal~O "¡ O " corres po nder a 8l Ót y Ol io". Y nadie puede decir de cuán . la da , no por ello tiene que llegar a ser men or , porque finalmente no
to de aquello, que en s~ escuela fue más tarde pensado y afinado, él ha y ningu na respuesta conceptual. Platón no se hubiera expresado en
se hubiera reído o hubiera rechazado involuntariame nte por co locar mitos si lo hubiera llegado a perfeccionar en concepto.
~ormas dem~iado rígidas pa ra lo inconcebible y de que hubiera él de. En efecto, en d onde aq uella representación surge vista genética-
Jada a lgo , aSI como Goethe soportaba d e for ma amisto sa las ínter- ment e, es fáci l de mostrar . Homero y H esíodo hab ían creado par a
pre taclones de Eckerma nn. los griegos sus dioses, o sea ha bían extraído el O limpo y dioses celes-
Aq uellas «demo nologtas , desde Filipo y Jenóc rates hasta Yém- tes del mundo de los d émo nes, y, si también los nom b res di os y de-
blico y Proclo.tienen en común, a través de tod os los siglos, una fo ro mo n tod a vía en Pla t ón podian esta r conta minados el un o con el otro,
ma de pensamiento, o mejo r un momento de conte mp lación, que real. sin embargo estaba fundamentada la representación d e un a di teren -
ment: f~e tomad o de Plat ón y que debe haber sido para el del más cía de ra ngo . Esa represe ntación la ha sacado y sistema tizado Pla tón ,
alto sígníñ cado. Es el pensa miento o la imagen de lo «demó níco» co- cuan do sitúa a lo dem ónico inmediata me nte como medio proporcio-
mo ~n a ~o n a «( en,t re» la superficie humana y la divina Que, por su si- nado entre lo hu ma no y d ivino . Más dificil, con todo , y más real que
tu.acl.6n m~e~maha, «enlaza el todo conj unta me nte co nsigo mismo ». mostra r ese ca mino es pregunt ar qué necesidad de reconst rucción del
Dioti ma snua ese reino, al comienzo de su mito de Ero s, y lo hace pensa miento fue tomada por Plat ón pa ra co nduci r a eso.
como luga r de lodo tr~fico entre di oses y hombres, pa ra lo qu e esta Bajo mu y diferentes fo rmas de co nsigna r y observar el mundo,
todo el a rte de. la m ánti ca y el sacerdot al , toda la bruje ría y la magia , se encuentra n den tro del recint o europeo , cuya imagen del mundo es-
o sea , toda s aq uell.as cere monias y celebraciones qu e P latón perm ite tá fund am entalmente determin ada por la A ntigüedad Clásica, dos ma-
coloca r como al usion es a un a recóndita Alte za, también en calid ad neras, la una frente a la ot ra, Se ven en la más clara di ferencia, cuan-
de intermediari as, mediad oras, así en tan po ca med ida desear ía usa r. do se co mpa ra de alguna form a un paisaje de Dur ero co n uno de Ru -
las. En este espacio está ordenado, pues, el ( hombre demónico » mien- bens 16. Tal como aquél dirige la mirada en capas qu e se van degra-
tras que bajo él perm anece el del «b ana usós » y sobre él -lo que nun- da ndo de delante a atrás, ése la arrastra en un movi mie nto más int er-
ca fue dicho por Diotíma-; la cuestionada esencia divina, no hacia lo profundo - esa diferencia en la for ma de la imagen expresa
una oposición de la visión del mundo, Pues es un a opo sición úl tima,
si fue observado el mu ndo como una obra de const rucció n, conc reta-
/ L a función del «m etaxy» / da e historiada, o como un espacio sin fin qu e se filtra int ernamente.
y esa doble ma nera de observar es también aprecia ble en la Antigüe-
Así, con u~a co mp leta co ntemplación mítica, se encuentra co lo. dad ; por eso se reco nocería poco que la visió n clásica d el,mundo per-
cado lo dem ónico , sólo en El Banquete, como reino intermedio. Per o te nece ab solutamente más a la estru ctura qu e a 10 co nun uo. Así es
se podría co nsiderar una llamada previ a en el mito del alma del Fe. en P latón . Se compara una forma de alma de tr es caras iguales con
don, en donde el demo n acom pa ña al alma a su cargo primero a nte aquella infinitud llena de,fuerza qu e, en ciert a manera, es den om ina -
58 PLATON DE M ON 59

da por los mod erno s «al ma»: o bien su ciudad, constru ida a pa rt ir In qu e crece librem ente, no la int erdepende ncia pensa da , aseg urada
de tres clases , con aq uella ca ntidad de accione s Que se apoyan y se (1 completa mente alca nzad a del sistema. Y d~bemos gu a rdarnos de
oponen,. que mu chas veces está n ante los ojos cua ndo decimos la pa- ver más allá de lo qu e está claro en sus propias expres iones.
la bra «Ciudad ». «Q ue dos cosas so las, sin una tercera, no es posible Sin em ba rgo , deben ser contempladas algunas pa labras de ~ ro.
que se enlac en bien», así se dice en la doctrina de los eleme nto s en cío . Pu es ese discípulo muy tardío ta nto trastocó en 7sque ma~ el hbre
el Tim.eo (31 B). Pues tiene q ue haber un vínculo ( ÓEU/AÓS) en el mun- discerni miento de las imágenes plató nicas, y con ta n dlferente.alre llenó
do um en ~o a ambas. ~I ~ás bello lazo, sin embargo. es aq uel que, su espa cio espi rit ual y el de Plató n, que revive, de ma nera ~ncompa·
en la medida de las POSibilida des, se hace un o solo a pa rtir de si mis- rablemente fuerte , pens amient~, imágenes y pala~ras plat ónicas . Pro-
mo y del entre laza miento conj unto . Y. para termi nar, el más bello d o ta mbié n dice no sólo de S ócrates que «E l mism o Sócrat es es en
de estos es la esencia de la proporción. Así estarí a construida co n prime r lugar un ho mbre eró tico y demó nico (o "Ya ", q¡,lTó ~ lo1"tP
dos partes proporcionad~s, la cuadratura de los eleme nto s, y d; esos lew nx ó~ re xat óm~ó"to~ (h~e ), sino que él va un pas'?,.más ad e la~­
c uat ~o elemen tos se.alzan a el cuerpo del mun do en relación conj unta le, «El demon es por completo culpable de su a mor» (:~v t"'~TOS alrl"wt
consigo mismo , segun la ley de la proporción , y ob tendría luego a mis- o
rá PTws óa¡~ " arnos) 1'. Co n ello ha puest o ta mb i én ba jo una l u~
t a~ ( 1"IAi'u P), así. qu e, «en unión ind isolub le conjunta mente consigo creadora lo que Pla tón deja como no sab ido, así ojea u na verdad allí,
rmsmo . por medio de aq uellos otros, llegó a ser como uno solo, a tra- en lo qu e P latón di ficilmente hu biera dicho que no . Y de nuevo, des-
vés de aq uel que ha e nlazado consigo mismo » (32 C). Esa es la co ns- de un mu ndo estructurado de ma nera por completo di feren te, podría
tru ~cíón de la Naturaleza, tal como fue dominada por las leyes de la ser co nvo cado Ooethc pa ra corrobora r, porque expresa un últ imo y
Física . Y en efecto , pa ra Pla tón sale el m undo sucesiva mente en idea ~rofu ndo par entesco, (~ No so mos el puro ~~on>, ~ice el 5 de mar zo
y a pariencia de form a com pleta mente más sutil un lazo ta n fuerte de 1830 a Eckermann, «sino qu e eso es tam bién el objeto que nos atra~.
~ebia ca'!1biar de nuevo esa oposición en unida d . Así es pa ra él un y luego llega como un ter cero activo también lo qu e ~o hay que olvi-
intermedio (flf m~ lÍ) ent re idea y apa riencia es el alma hum a na, así la da r, lo dem ónico, que cuida de acompañar cada pa si ón y encuentr a
«d óxa» , como terce r grado del mundo del conocimiento un interme- en el amor su elemento propio».
dio entre no-ser y ser , conducida de éste a aquél. Pues' de nuevo la Sócr ates , - para empezar de nuev o con é!-,
vive en !odos los sen-
«dlá nola», la zona de la ciencia ind ividua l, está en el med io, entr e tidos la vida de su patria, Atenas. Esa es la Vida de una clUd a~-Estado
el. puro conoc! ~ i ento qu e se diri ge al reino de las ideas y la mera epi- que , como hereder a de la cultura de la ~ob l eza en decadenc ia, h ~ t~­
mo n que lo di rige a la fluct ua nte ap ariencia 11. Sin la proporción de mado en si m ucho uso ca ba lleresco, de Igual manera qu e las Repubh-
I?s elemen tos, s i~ el armó nic~ sistema de las fo rmas de ser y conoce r, cas italian as de la baja Edad Media. Está fun da mentado en la usanza
sl. n la «n;'etaxy)) del alma, sin la zon a de lo «dern éníco», se rompen guerrera doria , como también «política », el1ra tótKOS tew i~, y esa so-
Ciclo y llena entre sí. ciedad - la más potente en cada materia qu e el mundo ha visto-e- está
com pleta me nte llena del amor ent re hombres t;~ tod os los .grados y
«S iempre q ueda un algo ent re un hombre y él mismo; en toda a preciación, desde la afectuosa aceptacron ~asta el l uego .ru.
y co mo en un a esca la trepa gaz , desde el más huma no fa natis mo ha sta, por a baja, el ma yor utu-
a lo celeste » (Hólderlin) beo del sent ido y, por a rr iba, ha sta aquella fuerza en form ~ hum a na,
ta l com o permanece para no sotros en el ar te; ~ es aquel mlSffi? efec-
to resona nte en la gra n vida por dent ro de la CIUdad, el que dejó p~ o­
I Demon y Eros/ ducirse la caída de ia generación de los P isistrát idas por apetencl~
de amor y por celosv" . No hay que dudar de que Sócrates compartía
A esa zona qu e PI.atón tomó co mo lo «dem ónico . debe, pa ra él,
pert enecer el «dcmo nlo n» de Sóc ra tes , como su nom bre indi ca. Pla- o Para la «pederastia» o el «a mo r do rio .. "id. F. R. Adra dos y o tros, El descubri-
mi ento del umor en Grecia, Madrid, 1955. (N. del r.) .
tón no lo expresa. P ues el mito de Diotima tiene que act uar con Eros. 0* Se refiere al asesinato de Hip a rcc , hijo del tirano Piststra to y su cesor , Junto con
Pero para nosotros, qu e buscam os visiones de conjunto, se muest ran su herma no Hipias, en la tira nía . p arece ser q ue esta a.cción fu~ de~ida a razo~es pa-
demonion y Eros, la acción que estorba y la que perm ite, como em- sio nales y no polttjcas, si bien la gente exaltó a Harmodio y a AmtogJt~n , loe «ur~ nLCI­
parentados en lo más profundo " . En Platón eso es un paren tesco de das.. como cam peo nes de la libert ad . A pa rt ir de ese mom ento la ten sión y hostilidad
cont ra Hipias fue a umentando y conduj o a la inmed iat.a C'l(pulsi.ó.n d e éste , con el ~ta ­
blecimjentc co nsiguiente de la «de mocracia» como régImen político, a Ilna les del Siglo
o « Melaxy.. significa « media dor», «intermediario» . (N. det r.) VI a. C . (N. del T.)
60 PLATON DH toN 61

ese eros desde un prin cipio . Te nemo s la exp eriencia de aqu el Zopy- libro só lo para que su cabeza estuviese mu y cerca de la ca beza del otro
r~s. el iniciador de la Fislogn órnlca, que en los rasgos del rostro de y su hombro desnudo pudiese roza r con el suyo (IV,2 7) 2J. y su re-
Socrates encont raba expresadas sensua lidad y avidez de mujeres. La taro de Eros comienza cuando todos los participantes en la co nversa-
historia está bien atestiguada, se encontraba probablement e en un diá- ción toman compañeros de pandilla entre los dio ses, y de sí mismo
logo del propio círculo socráti co 20. El que se pud iera contar dice más dice: «No sabría fijar un tiempo en el que yo no hubi era am ado a
qu e todo lo restan te sobre el viejo desarrollo de su ape tito de am or . alguien» . Seguramente eso es también poc o, compa rad o con la abu n-
y lo fuert e que se.expresa ba . segun apetito y costumbre. encamina do dan cia plat ónica . ¿Pe ro no debería esta diferen cia estar dispuesta y
sobre todo a los Jóvenes, so bre esto las expresio nes reunidas de los pront a para explicar, a partir de eso, qu e J e-,?-ofont~ ~ólo habla .pero
socráticos no dejan la menor duda . Los diá logos de Pla tón están lle- no experi menta y que Platón . po r el cont rario . debi ó hacer a Sóc ra-
nos de ello. y se pod ría estimar tan alto incluso su acció n sobre los les complet amente com o ama do r (erotik ós), po rque había exper imen-
compañe ros Que ello no a fectaría pa ra pensar la imagen de Sóc rates tado al dios o demon en el co ntacto con su maestro'? Am istad y amo r
determina da sólo po r esto tanto que, con una inversió n parad ójica podrían ta mbién cifrarse en primer lugar en uno solo, pero están c pues:
de tod a probabilida d , se hubiese pu esto a Sócrates como un an tl- ros siempre en su satisfacción: así muestra Plató n ante tod o en el L1-
erótico , po rque sólo actúa una nat uraleza lógica y racional que Pla- sis, en el Alcibíades y luego en los grandes diálogos del amor. Qu ien
tón, que estaba formado de un tipo completa ment e opuesto, a part ir estaba lleno de esta creencia, ¿podría tr ansformar a S ócrates en ama-
de sus p ropias int enciones hub iese tr ansforma do en el tipo del ama n- dor y dejarle incluso enseñar lo cont rario a toda amistad y amor, si
te ed ucador 21. En el diálogo A lcibíades de Esqu ines com par a Sócra- en su juventud se hubi era topado con algún tipo de pasión por un a
tes su amor po r Alcibíades con la pos esión báquica de las mén ades . carencia de amo r?
Igual que epas hacen brotar ? e fuentes secas leche y miel, así él espe- En el Teages de P latón (128 B) se co loca irónic am ente ,Sócrates
rana , med iante su pura acción, hacer mejor al ami go am ado 22. Y frent e a los maestros gremi ales de sabiduría : ' Yo no me enti endo en
tampoco en Jenofonr e falta ese elemento . En realidad [os Recuerdos abso luto en ningu na de esas cosas de altos vuelos - iya me gusta ría,
dic~n poco d~ ello; s.u tono a po logético y mor a lizante no podría co n- ya!- sino que mi pensamiento es éste , qu e fund am entalmente yo no
venrr a la accron peligro sa y en do nde ella sucede, sería interru mp ida me ent iendo más q ue con un objeto de enseñanza mu y pequeño, la
y rehusada . Pero la frase: «muchas veces decía él qu e esta ba enamo- esencia del aman). De forma muy pa recida habla Sócrates de sí mis-
rado de uno » basta ría pa ra toparnos con la realidad , ta nto como in- mo en un pasaje de El Banquete (127 D): (~ EI que yo ha ble de mí (eso
mediatamente las siguientes pal ab ras hacen referencia, en su conteni- puede significa r, y significa si se compara c~n el Teages, ~ l que ~o
do, al uso de las ciudade s: «estaría , con todo , muy claro qu e no se de mí me cuide de hab lar) que yo no me entie ndo a mi mismo mas
mov ía tras aquellos de más atractiva belleza juvenil sino hacia los q ue que en la esencia del ama n) , Ya eso se co rresp~.>n d e, sólo qu e m ~ s
fuero n educados en amplitud (virt ud) de alma » (IV, 1,2). Y en una hinchado en alguna palabra, con aquello del L ISIS (204 B): «Además
larga conversación con Critóbulos, en torno a la cuestión de cómo yo no valgo en abso luto pa ra nada . Sin embarg o , de alguna ma nera
~ podría hacer ami gos, se mete Só crates en una repentina interr up- me Iue dad o po r el dios que yo, al primer impu lso sea ca p~z de reco-
ción: « Proba blemente pu edo ayudarte en tu caza del bello-bue no , por- no cer el amor de alguie n y que está enamorado» . Uno considera estas
q ue soy un amador (oli:r TOi pwnJt:os f l vm). P ues si yo preguntase por expresiones en las que la amatoria socrática se funde ma ravillosamente
un deseo hum ano , así irta violentamente, co n todo mi ser, en relación co n el soc rático no-sa ber y la iro nía socrática; así a d uras penas se
con.ello, a se.r co rrespondido en mi amor por aquél y llegar a ser reco- puede hacer otra cosa qu e creer qu e aq uí más o menos ha sido toma-
nocído en mi a fán y ver mi ape tito de un ión satisfech o con un ape tit o da po r P latón una for ma de pensam iento casi impr esa, un «pcnsa-
de unión semejante» (11 ,6,2 8), Eso aparece sólo a duras pe nas y se mient o fijo» del Sócrat es histórico , Pe ro se podría ence rrar en él - y
gasta Juego otra vez en cha po teos de a fa nes morales. Sin embargo , 110 ha ce falta asegurarlo más, porque la figura platón ica par a nues-
El Banquete de Jeno fonte, má s sencillo, imaginativo y mov ido qu e tros ojo s casi ocu lta el modelo completamente- ; así b rilla po r com-
los Recuerdos, en un juego libremente establecido da más vida y se- pleto la esencia del Sócrates plat óni co en aquella pa la bra , ,Y para el
guramente más realid ad también , Así, cuando Sócrates es ten tado po r gran amador de los diálogos plató nicos debe qu edar reducida sólo a
uno de los compañeros de ju erga con la más frívola proposició n de la con tem plació n. ,
qu e roce el muslo del jove n sentado delante (I V, 20) o cua ndo Cármi- En el diálogo Cárm ides, Sóc rates ha llegado en la tarde ant enor
des le reprocha en broma qu e él, en casa del ma est ro de escritura se del campo de batalla . Su prime ra visita, al día siguiente . le lleva «a
habí a sentado cerca del bello Cr itóbulo y mir ado co n él en el mis~o los acost umbrados p untos de encuen tro », a una escue la de pugilato .
DEMON 63
62 PLATO N

Su primera pr egunta, después de que él ha debido hacer un relato de / t-ros educadorl


la bat alla , se ciñe a aqu ello que es lo más verdadero de todo: cuá l es
la situación por allí pa ra la «Filoso fía», si co n los mayores se entre- En el comienzo del Protágoras piensa bu rlarse del «compañero»;
t ienen los muc hac hos q ue se d istinguen por su intelige ncia o belleza . Sócrates viene de la caza de la belleza ju venil de Alcibi ad es y Sócrates
y entonces, cuando entra Cá rmid es, el deseado por todos, recon oce entra en su tono y se muestr a como perito en las co sas de amor. Pero
Só cra tes: él es una «sabia pauta para los her mo sos», no podría dife- algo extr año ha pasado: «Aunque él estaba prese nt e, yo no le estaba
rencia r ent re ellos (co mo s610 los ru bo riza dos), sino q ue todos. c ua n- presta ndo at ención , ya incluso hasta me ha bía ~lvidado completa ment~
do llegan a la adole scencia . le parecerían bellos. Cármides sin duda tic él» . Y el más bello, po r el que él lo ha olvidado , es... Prot ágoras.
le había pare cido en alma y belleza particularmente maravilloso. Y, pues lo sab io es bello. Esto es una broma, segura mente , y como bro-
co mo el co noc edor , que se va nag loriaba de se r en el Lisis. pronuncia lila es tom ada a ju ego por tod os. Pero en ello se encuent.ra el amor,
el j uicio: La genera l conmoc ión de la gente no había sido tan marav i- tamb ién el amor sensual po r Alcibíades, comp letam ente SIR más,:ar a:
llosa . Los muchachos, po r su parte, sólo ha bían mirado a uno y to- I:s rea l, es el grado sobre el Que se alza el filoso far, co mo en el Cdrmi-
do s le ha bían contemplado como a la ima gen de un dio s. des la belleza del jo ven era un grad o sobre el Que se alza ba su belleza
No se reconoce la iro nía -iSócrates, el que creía no pod er dife- anímica y la belleza del alma sobre todo . Así marcha en efecto el ca-
renciar!-, qu e per ma nece asimismo co nsta nte y notoria a trav és de mino gradua l (~lJ'n e bra va.fJa.O~ois xe W~{ ~OV / como ~t;l~zando gra-
toda s las capas: un a pasio nado am or de la belleza . Más tarde dirá Pla - dos/2 11 C) a la par del amor y de la ñlosoñ a, al qu e Díotíma co ndu-
tón : un recuerdo del arquet ipo de la belleza cae en el alma desde el ce en El Banquete, para alzarse más tarde desde un ,:uerpo he~ ~oso
cuerpo bello a través de los oj os. Los muchachos, los homb res, Só- a la belleza de alma en donde luego sin duda «t amb ién es suficiente
cra tes mismo, todos está n ( como tocados po r un golpe y arrast rados». una pequeña nores~ncia del cuerpo» (210 B). Esto es pla tónico y grie-
Nadie tiene razón pa ra hacer débiles las palabras fuert es, pa ra decir: go , mient ras que en el adagio de Nietzsche «El ~ ás bello cuerpo -un
Sócrates sólo está jugando. Sócrates no se encuentra detrá s de los de- velo solamen te pa ra el pudoroso- oculta lo mas hermoso» con la pa-
más en el a pet ito po r la belleza viva . En ello , sin embar go , entre ot ras labra «solamente» introd uce un tono de un mund o co mpletamente
cosas , se diferencia de los qu e se detienen allí como en algo último , distinto.
él , al cont rario, todav ía aña de a esto «u na pequ eñez »: que, en efecto , En el diá logo Alcibtades se hace mayor qu e en cua lquier ot ra pa~­
también Cármides está bien desarro llado an ímicamente. Cuan do Só - te la oposición entre el modo con el qu e aman Sóc rates y I~s. demas
crates mezcla una pequeñez así, es ind ud ablemente lo diferenciad or . hom bres. La mayo ría de los ena mo rados, qu e ent ran en delirios tras
No bleza de amor no sería desv irtuada po r nobleza de alma , sino que un jo ven, se o lvidan de él cua ndo se marchitó su flor ~e ju ventud ;
ambas dan la forma perfect a juntas. Y la misma int ensidad y movi- Sócra tes, que 10 ha rodeado largo tiempo , ahora por p n?;lera vez se
miento se repiten una y otra vez. Cármides se ha sentado al Iado de acerca a él. De esa rara diferenciación part e la conversación, y la so-
Sóc ra tes y le lanza mirad as con ojos expecta ntes. «Allí vi lo que esta- lución se da al final: los demás han amado sólo el cuerpo , en ab sol u-
ba en su ropaj e y me puse caliente y ya no estu ve más en mi, me pa só, to «a él mismo» . Sóc rates, que ama su alma. es el único enamorado.
en cosas de amor, aq uello de que está muy ente rado Clinias, el que Así se coloca eso en la descompo sición con ceptu al de Sócrates . Pero
cuando hab la de un hermoso muchacho acon seja a otro guardarse de ese aislamiento del amor del alma radica , sin embargo , sólo en la opo-
que , ante los ojos del león, no fuera él a tomar parte en el ba nq uete sición al amo r senso rial en genera l de la mayoría . El amor de Sócra-
como un cervat illo ». Todo eso hay que contemplarlo literalmente - lo tes es el hombre total. Uno piensa experimentar qu e la emoció n del
mue str a la mi rada a la desnudez tapada- incluso, si se pudiera, hay sent ido tampoco falta aquí, al comienzo, en donde Sóc rates alude a
que tama l de nuevo las fuert es pal abr as poé tica s como el primer ind i- la «belleza y tipo » del joven . y se podría entonces perfectamente ~om­
cio de una caricatura en voz baja . Pu es, co n lodo, en cua nto se desa- plementa r, a par t ir del Prot ágoras y de El Banquete, lo que aqur s~lo
rr olle la co nversació n quedará claro : que lo malo y lo bueno pa ra el se bos queja en voz baj a. Ese elemento sensorial no es ta mp oco de nin-
amor , y pa ra tod o lo hum ano en partic ula r, procede del alma. Y en guna manera sólo máscara y envoltura. Es c~sc ara, pero cáscara de-
la superficie del alma perma nece entonces la discusió n que trata de sarr ollada , sin la cual el núcl eo tampoco serta verdadero. Es un gra-
la «sophrosyne» . de la medida y pudor de las a lmas bellas. do qu e lleva al más alto gra do, pero necesa rio, sin el que no se pod ría
alcanzar lo más elevado .
y tod avía enseña un a cosa má s este encuentro, con má s cla ridad
que ninguna otra cosa ade más en la obra plat ón ica: Alcibiades ha sen-

64 PLATON U EM O N 65

tido la silenciosa admiración de Sóc rates como «Inc ómod a». Esta es tln aprende , sino además incluso ese amor es desde lo que «se esta ble-
una palabra fuerte. y se ras trea la ira, sin duda tam bién la curiosidad. \"l' la má s profunda intro spección» . Así se conv e rtiría Eros en gu ía
con la que él se hubiera anticipado aún a la alocución de Sócrates. hacia la idea , y ese es en primer luga r el giro propiam ente platónico .
P ero al final, después de la primera conversación, ha pa sad o a nte no- I um bi én aparece incluso co mo interpretació n de la Figura de S ócra -
sotros, se ha tr ansformado la relación a mo rosa de am bos, y a parti r I l' ~ , pero ella lleva a más pro fund idad . a nte la cua l tal vez el Sócra tes
de la de pendencia espiritual de las palabras oye Sóc rates con razón h i ~ hl r ico se hubiera quedado ma ravillado .
q ue su amor en el joven «co mo un tipo de cig üeña ha empollado amor Ese giro propiame nte platónico se muest ra prim ero en el di álo go
alado y de ese amor con tra riado entonces de nuevo va a ab rigar espe- lisis, en don de Pla tón. en In fo rma y en la superficie espirit ual de
ra nzas». En do nde la pasión camina al obj etivo co rrecto , tiene nece- vu obra te mp ra na , discut e aq uella pregunta que luego , en El Banq ue-
sa ria men te que responderle pasión. Y vemos por todas partes, más /1', va a cond ucir más allá a una más elevada situación. En real idad
fuerte o más dé bil , junto a Sóc rates aquella fuerza que extrae de sí: el objeto de la con ver sación es la «a mistad» ("' IAin ); pero el que bajo
cua ndo él llega a la palest ra, va n inmedia ta mente los muchachos a l'"'' pa la bra se oc ulte, tímida me nte toda vía , el ero.. pred omi na nte IIc·
su entorno, se sientan en su banco, se ruborizan cua ndo él ha bla . Suena gará más ta rde a esta r claro. y a hora ya por alguna s ind icaciones po-
en especial fuertemente aq uello en la boca de aquel joven del di álogo tlría ga na r una cie rta pro ba bilida d Yo . No sólo está cr ótlcamc nre in-
Teeteto ( IJO E): «C on mucho y en mayor grado me sucedió a mí, cua n- luido todo el espacio de la co nversa ción, ha y un fu lgor d e a mo r so bre
do me enco ntraba sentado cerca de ti y en ti me alXlya ba» l4. las figuras de los jóvenes y muchachos. Aq uí es tam bién en donde
El enamorado le ha bla por primera vez a aquel cuya mirada ha Sócrates confiesa su único don pa ra recon ocer rápida men te a ama-
persegu ido desde hace mu cho tiempo. ¿Serian entonces, en su pri me- dos y enamo rados (204 B). En efecto, Sócrates puede ha bla r de sí mis-
ra conversación, las pa labras acerca del yo y el tú y de aquello que 1l10 , del joven so bre el q ue hace valer toda su pasión a morosa e~ la
han sent ido el uno del otro? Pe ro, en luga r de eso, se oye sobre el adquisició n de amigos ("- Q o ~ ",V rwv ",u.wv Il' rija u' :lf<YVV f Qw n ll' W~ hw
enseña r, sobre el hacerse mejores, sobre la ciudad y la acci ón en la 2 11 E) . Y así resulta menos una cla sificaci ó n aq uello q ue se dijo e n
ciudad . En vez de llega r a ser festejado por el e na morado , lo llena pri mer luga r d e que el q ue ansía a nhela algo en donde hay mucho ;
la altivez de examinarlo, hu millarlo y pro ba rlo . Así la conversación y, al punto, podría seguirse de esto que se extiende al poseedor «amor,
amo rosa de Sócrates pa rece lo cont rario de las falsedades que hacen a mistad y deseo» ( 70 Ü o{x !Í ou 1) r e fQw s na ~ ¡pIAin: )(l:Ú ~ f-1f¡(Jup.Ífx
los dem ás. «Así, querido Hi p ótale s, », se dice en el diálogo Lisis (210 ll'l'Xá VH oz,lJo:) .
E) después de que Sócrates ha dado una prueba de la conversación Tam bién fue a bordada en esta conversació n la esencia de la «a mis-
a morosa en esos térm inos, «se debe cha rlar con el ena morado , al que tad». y la d iscusión se m ueve a las preguntas de si la inclinación pue-
se re baja y humilla, no co mo tú que lo haces enorgullecerse y o pulen- de ..cr de una pa rte so la o tiene q ue ser recíproca , de si el igual es a mi-
to ». Prueba del alma y con d ucción a la «aret é» y a la «pólís», es la ':0 del igual o el di ferente del difere nte; o sea , si se m ueve en la di rcc-
co nversación a morosa para Sóc ra tes y Pla tón , la que se rem ite aq uí ci ón única del yo y el tú. En primer luga r, hacia el fina l, después de
a lo más pro fundo y da menos la imp resió n, po r el co ntra rio , de cual- que se ha hab lado d ialéctica y em píricamente, sin resultado, de aquí
quier ot ra cosa. Y un a ley general consigue, en el Sócra tes plat ónico, y allí , hace Sóc ra tes notar que se ha llegado a 10 má s importante . La
la figura más sensible por la que uno se puede referi r a lo más grande : inclinaci ón es querer un algo . su «ca rác ter intencio nal» (por deci rlo
«a ma r es da r lo mejor de lo mort al- en Hól der lin , «Se enseña sobre en el lenguaje escolar de hoy) es evide nte; y ese objetivo al que se diri-
todo de aquello q ue se a ma » en Goethe , «Só lo a partir del amor se ge es algo co mo «a mor» o un «b ien». Má s que eso : en efec to. cada
esta blecen las más profundas ob ser vacio nes» en Nietzsc he. Se co rres- hie n tiene uno más elevado so bre él. así se esta blece una se rie gradual
pond en de mar a villa esas pala bras, que Bm st Bcrtra m, en su lib ro so- hasta a rriba, en «el más elevado ob jeto del amo r» ( :lI"QWTO V ",t" ov/ ama-
bre Niet zsche, ha concretado en t res acuerdo s: Hdld erlin mu estr a al do p rimero!2 19 O ) o a 10 qu e es a mado en su propio se r (r o rrf ó vn
que enseña, Goethe al que aprende y Nietzs che aq uello que de la con - ", ¡"A O II 220 1l) Y no en cualquier ot ro género . Con ello se ha llegado
junción se esta blece > . Tod os los encontr amos a su vez en P latón, en- arriba a la nueva dimensión de aq uello , y tanto cl ca mino grad ual co-
tonces del tercero tiene qu e ser todavía el discurso . rno la fó rm ula de lo más a lto y del a mor que está en la verd ad clar a-
Ero s conduce juntos a dos hombres, y, si esos do s se llam a n Só- ment e m uestra n que se recoge la nueva dime nsión en el «cidos».
c rates y Alcibladcs, llega n luego a filo sofa r entre ellos. Así 10 ha n vis-
to los otros. Pero Pla tón vio más. Vio la fuerza del gra n demon co ns-
tre ñida a una nueva direcció n: no sólo enseña el e namorado y el a ma-
66 PLATON DEMON 67
l E! objeto del Eros/ 1 1 1' ~1 't' lo divino que él pro fesa al a mad o (f<'oet~E, Elm W~ (lEOI' ad3w:n
l/lItlrl escalof r íos, luego le reverencia como a un dios!) es como un
. E~ ~iscu rso de Sócrates, en El Banquete, se consume ya desde el I IIU de plata en el qu e viven recíprocamen te rec uerdo y ret rato , y es-
pnncipio en aquel caracter «intencio nal» del amor: amor de algo. Pa- "u lu Iihre el camino al reino de las idea s. P ero eso es el comien zo ,
r~ce ~ ~mo si esa rc.lación fue ra necesaria pa ra co locar en co nceptos 1 11 11I imer lugar. Y un tipo huma no dife ren te, que se habría pasado
ñlosóñcos la esencia demón ica so bre fiestas de himnos, sobre mitos ,1,,1 M\quito de un dios al reino su pracclcstc (lo que significa - si se
y también sob re el retin tín de las palab ras. Eso fo rmal se llena de con. lllllu de deci rlo sin mitos - qu e es la ley individual de fo rmación de
tenido, allí le:' l?c.1I0 y el perfecto bien se reco nocen como el obje tivo 1,. vida) la cond uce desde aq uel punto a caminos distintos , cuando ella
de aq uel ser-JU ICIO. La dimensión del ello se con tem plaría ta mbién al 1 1I 1 ~ l'll su parentesco en lo otro . As í el alma , por medio del am or, lle-
pri ncipio. Y como si así fuera ya suficiente la cla ridad conceptual, 11 111111 a ser consciente de su pa rticu lar inqu ilino divino ; y las almas
~ace Sócrate s que, en un tono de difusión más festivo, la vidente Dio. Iluh elevadas, que ha n estado en el séquito de Zeus , de su determina-
urna hab le d~ nuevo del amor . Amor se nota po r una procreación en I h\ 1l para filoso far y di rigir. Ellas, a través del am or, se darán cuenta
lo bc~l~: aquí corporalmente, allí anímicamente; y ese deseo de pro- .t.' mirar a Zeus y de formarse según él. «Zeus», eso signi fica aq uí
cre~clOn e.s anhelo de perpet uació n, así el verdadero am or exige que l'I IIl:\s alto mo do de existencia divina en el rostro de la s formas eter-
el bien «siempre» to me pa rte en él. La producción del alma sucede IlUS. El más alto mo do; pues ta mbién en ese mundo hay un orde n je-
en ella cuand o el deseo de procreación se encuentra sobre una bella ¡,I r(juico dentro de los dioses, como en el Paraíso de Da nte. Y por
alma en un cuerpo bien desarrollado. Lo que él en eso prod uce es «vir- , ' ~ 101 jerárquica estructura está determ inada la comunidad am orosa de
tud>; y alimenta lo producido en conjunto con ella . Se ve como el yo, IlIs hombres de aq uí y la de to do s los hombres. Que hombres filóso-
el. tu y el : 110 se conuencn en sí incompa ra blemente conjun tados, y 1m y las ideas se amen entre sí es una función de ello , de q ue Zcus
como aquí se separan las dos dime nsiones que nosotro s hemos reco- contempla las ideas. Sólo desde aque lla pa rte se deja conceptualizar
nocido. Y sobre una más alta superficie se re pite una vez más la mis- cuán alto modo de amor puede conducir al punto a filoso far y a la
~a relaci? ll fu nda m en ~ aI. El do ble mov imiento a 10 queri do, y con educaci ón filosófica de los demás de igu al tipo , ad em ás de cómo un
el a la «vir tud», llega ra a ser en un camino gradual que lleva a rr iba verdadero amor - del dios más elevado- es una verdadera educa-
a la contemp l~ción de las ideas: si se es joven, se ve la belleza corpo- rión hacia el más alto dios. En el encuentro amoroso doble, para el
ral , y desde all¡ se avanza en grados, de los que no pue de hacerse om i- ncrtcnecicnte a Zeus, o sea para hombres que son filóso fos y dirig en-
sión alguna , hasta arriba finalmente «a lo configur ado en sí consigo les, está dada inme diatamente la nue va dimens ión en la idea.
y que .s ie~pre es» (& ~ ¡ Ko:{I' O'Óro ¡.uO' O:Órov p.o l'oHóh (h; 01'). Eso es El filóso fo lleva , en su nombre, la adoración amoro sa . P ues si en
la asp irac ión del amo r desarrollada hasta la más alta satisfacción - en l-ros siemp re está presente, potencialmente al menos, el linaj e, así pue -
el amor están incluidas las más profundas introspecciones- o toda - de por un momento encont ra rse como un contacto productivo -y eso
vía, sin embargo, radica el or igen en la contemplación de la belleza sucede en un pasaje de L a Rep ública (I V 490 AB )- el impulsar a lo
en sí a partir del encuent ro inequívoco del yo con el tú. y así como verdadero y el llega r ha sta lo verdadero. Como el que procrea debe
al principio, se encuentra el ob jetivo bajo el mismo gran demon. ser del mismo género « 7 v 'Y)'fI'~ ~) que el objeto de su amor, así el ena-
y la necesaria unión de ambas di men sion es, la unidad de la ense- morado de la verda d debe estar próximo a lo verdadero y rozarlo con
ñanza del amor y la contemplación de las idea s, aún má s ines ta ble- su alma (se podría casi decir: con su órgano), o sea, es pariente de
men te a vanza an te el lector en el Fedro . El mome nto en el que la mi- ese verdadero ser. BI ser y esencia en el alma, al procrear, ta mbién
ra? a de lo b~ llo enciende el a mor es como un ra yo que cae desde el se reú nen con el verd adero ser y esencia de las que está llena el alma;
reino de las Ideas en nuestro mundo del devenir y del cam bio. Pues y, com o una auténtica reunión de linajes no sólo procrea sino que pro -
el que miró a lo bello se acuer da de la pura belleza qu e cada hom bre duce, así también debe aquí el conocimien to producir .. . ¿qué? : espí-
- por el contrario, ning un o ha br ía entonces- ha contemplado en un ritu y verdad. El niño lleva los r asgos de ambos pa dres. Y asimismo
lugar sunracelcste , antes de la entrada en esta vida. Pero él ve bellos no es aquí 10 pro ducido, como un niño entre los hombres, ajeno a
a los demás, porque vio un rost ro de figura divina o una figura de ellos, sino que el amante mismo de la sabiduría se coloca, según esa
amor que el mod elo de la belleza lleva configurada en sí (STo: I' (/w Hóh pro ducci ón y nacimiento, com o uno de los que «están hechos enton-
7I'"~óaw7l'"ol' 1'Ó11 K~AAOS ~O p.€p.¡p.r¡p.áol' tí UI'O' awp.O'ro~ lÓÉ.O:I'/cuando ces pa ra el conocimiento y viven verdadera mente y se desarrollan en
VIera un rostro de fíg ura divina o unaforma corp órea que ha im itado uno con él.» También, dentro de su propia existencia vital, se esta-
perf ectamente fa belfeza/251 A) . y lo que sien te el co ntemplador y blece el conocer no como algo establecido a parte de él. Es conocer
,

68 PLATON DEMON 69

«ex iste ncialme nte . vivir y recon ocer un idos en inconmovible un idad . buno. Si. según las pala bras de Diot ima , Am or inspira al ed ucador
« y así tienen las desgracias un fina l» con cluye Sócra tes, cua ndo él los discurs os de «c ómo ser el hombre perfect o (Ó: JI~Q á-y0l8ós) y lo que
con la sola palabra wói~ /doJor de parto / revoca una vez más el sub- el deber ía ejercita r; así no hay qu e dej ar de lado el to no po lítico. y
suelo de esa igualdad de prod ucir y engendr a r. esta ría así más cla ro cua ndo se encuentr a conside rado como produc-
¿ Po r qué no da el nombre de Eros a un dios sino a un gra n de- cien espiritu al entre las gra ndes creacio nes poét icas de H omero , He-
rnon? ¿Q ué es el conj unto de dernon, demonion yeros? No lod os ellos siodo y las leyes de Licurgo y de Sa lón (El Banquete 209 D). La Re-
designan un ser perfecto , más bien zo nas, movimien tos y acciones q ue pública pla tó nica enseña que Eros y Eidos sólo se realizan completa-
lleva n má s allá de tal se r. Ta mb ién Eros perte nece al m undo de los mente en la « p ólis» , co mo a su vez la «pó lis» co nsiste sólo en Eros
«mc raxy» y significa un ca mino del alma a un otro lado en el doble y Eidos. Pues está funda da para lo «aga thó n» , y Eros es el e nlace de
se ntido . ya q ue une el yo y el t ú en do ble conversación, pues los tran s- los que ella cond uce en la aspiració n so bre este medi o .
mite uno Iras otro hasta el «eid os».
El doble movimient o hacia lo bello y desde lo bello fue visto po r
Platón en la acción que tomó por Eros. Suceso de am or y co nocimiento I EI puesto filosófico del dém on /
d e las idea s se enlaza n ind isolub lemente: no es co mo un d ogma el ca-
rácter con el que el pensador lo siente, así sólo puede decir las parti- Pero el hombr e y su «pó lls» está n ordenados dentro del cosmos.
c ula res experiencias d e si mismo. P reservado a través de tod a una la r- Cielo y tierr a se destru irían entre si sin el Eros. Así, para Platón, se
ga vida. es eso todavía para sentir en las pa labras de mediados los llevaba a cabo su actuaci ón. sobre tod o cua ndo él tam bién lo intu ía
setenta a ños . Plat ón hab la en la Sépti ma Carta de la s cosas que mere- en ese amplísimo espacio . A través de la zona demónica , asi lo en seña
dan su verdadera seriedad (n e i 61 " O'lfovoo t w / por las que me afa- I>iot ima en El Banquete. se encuentra «el tod o relacionado consigo
110 / 341 C) . No serían compa rtidas median te discur sos. como ot ro s mismo ». Eso es sólo una oj eada corta . Luego Sóc ra tes. y Diotim a por
objetos de la doct rina. «si no a pa rtir de una vida jun tos y de un roce medio de él, hablan del hom bre. Fedro . sin emba rgo. ha conj urado
conj unto para que la cosa misma surja de repe nte. com o de una bri- a aquel e ros cosmogónico de los viejos po etas para intr od ucció n de
llant e chispa salta rina se enciende un fuego en el alma y puede ento n- tod o discurso de Ero s. Erixímaco ha mostr ado al Eros no sólo en las
ces ella misma acerca rse». Allí sin dud a nad a se no ta . o nada más qu e almas de los hom bres sino también en los c uerpos de toda esencia vi-
eso . qu e el filóso fo ga na. en el ca mino del co nocimiento , a partir de viente y en todo aquello de la tierr a que cre ce. y sobre todo en todo
un suceso de a mor. Sólo de la pa rt icipación par ece que es el discurso . ser como la acció n que co njunta a los contrari os op uestos: frío y ca-
no ya de la prod ucción de las más altas verdades . ¿ Pero en dónde se lor, a margo y dulce. seco y húmedo predo mina n. en r itmo y a rmo-
encuentra n los límites fronterizos? ¿Tam bién pa ra el ancia no . asimis- nía . has ta en el o rden cósmico celeste. Finalmente Aristófa ncs con-
mo . es cada pa rticipación producció n re no vada y la do ctrina no es fiesa la espera nza de que Eros venga a nosot ros de nuevo para condu-
ningún bien fijo sino co ntinua búsq ued a que se re nueva. qu e no pro - cirnos a la vieja susta ncia; o sea. q ue nos proporcione otra vez aqu e-
cede incluso de aquello q ue no puede llegar a ser expresado como lo lla figura perfecta qu e nosot ros tenfa mos en un pr incip io , cua ndo fui-
má s alto ? lila s pro ducidos. Eso es un ju ego poético, segura me nte. Pero ¿por qu é
y ant erio rm ente, a pro pósito de esto , se indicó qu e - no por re- juega así P latón? En el Fedon, con más «seried ad» pero asimismo
co nstr ucció n sino po r necesid ad vita l- pa ra Platón existe un a int er- siem pre con una expres ión medi o mítica, dice él qu e las cosas tien-
dep endencia «siste mática» entre «cíd os » y «pólis » como entre Ero s den y sienten apetencia de l Eidos, Ero s es ta mbién el lazo entre aqué-
y «cidos». Con ello se ap un ta . en pri mer luga r, que ta mb ién Er os y llas y esto. De nuevo en fo rm as míticas habla él en el Fedro, en donde
p ólis está n entrelaza dos de modo ind isoluble. Si, según opinión de Pla- la contemplación de las forma s eternas domina el obje tivo afanoso
tón , Sócrates fue el ún ico verdadero político, incluso a través de aquello a que se aspira, que es, ta nto «de lo divino como del alm a human a»,
de que se reco noció a ma ndo, si par a Pl at ón mismo , el fundamen ta - la «avidez de lo de ar rib a» , como una fuerza que mueve, la cual - na-
dor del reino de las ideas y el fundado r de la Acad emia. la situació n cida del dios del amor- es esa alada expresión concentradora y do -
histórica determ inab a el pri mado de 10 «p olíti co », así es imposible minadora del mundo . Tal vez sólo sea eso qu e otros mo tivos míticos
el err ar de fuera a adentro , cua ndo se ha da radica r en el Eros pla tó- pusieron como lo do minante en el mito de la creación del mundo; culpa
nico el que, medi ante su guía a la idea, hada realida d aspiraciones suya seria si en el Timeo no suena nad a del Eros cósm ico y cosmo-
y necesida des individuales, q ue quiere aislar a lo particul ar de la tot a- gónico.
lidad . No hay ningun a «areté » ni «paideía» qu e no tenga sentido ur- Se qui ere asegu rar la tota l profu ndidad y ca ntidad q ue, pa ra Pla-
70 PL ATO N DEM ON 71

t ón, subyace bajo el nombre de Eros, así uno podría, por un lado ayu- .ln algo visto para intuir algo de la fractura qu e ya desde a llí, hasta
da rse co n una oj eada a la su perficie sobre la que Plat ón se encum bra- Ilualmente en aquella profunda grieta, separa co rpo reidad inanima-
ba pa ra filosofar , la socrática; por otra part e, a aq uella sublimación .In y animidad incorp órea .
y ensimisma miento del mundo platónico , ta l como se puede encono En el discurso de Pausanias, en El Banq uete e- tam bié n bastan te
t ra r en Plot ino y en los platónicos ta rdíos. Sobre la superficie «soc rá- Iit'IlIPOantes de que Sócrates llegue a tomar la palab ra y, de un gol-
t lca» - como mu y bie n po dríamos decir. si fuéramos suficiente mente pI' , haga insignificante todo lo an teriormente dicho- , se sacó a relu-
co nscientes de aquello último inabar cable Que el nombre de Sócrates rir II n desaj uste en la apariencia entre la esencia de Afrod ita y Eros:
supone para nosotros- se realiza Eros en la única dimensión entre "'luí Afrod ita Ura nia , alli A frodi ta Pan dcmos, cada una con su hijo
hombres ena mora dos y filóso fos, les da la fuerza del nunca agotado t' ros. Esa oposición nunca ha muerto desde entonces; ta mbién resue-
preguntar -c-ecomu nicacién existencial», pa ra decirl o con Jaspers-c. 111\ en Plotino . Pero, en él las fro nteras en tre las dos zonas se mostra -
En Platón lo objetivo camina a la fuerza socrática que él conserva ron muy diferentes a las de aquel discurseado r platónico , y de nuevo
- si no sistema, sí, sin em bargo, aspiración al sistema co mo una nue- hay ahí una d iferencia en la q ue puede leerse la distancia entre Platón
va cantida d positiva- oY entonces quedaría claro , por la otra parte, y Plotino . Para P ausan ias la fro ntera d iscurre a través de este rnun-
có mo P lot ino ya no pod ía mantener esa fuerza y ca ntidad. Ero s to- \10, separa nobleza de vulgaridad en el amor de homb re a hom bre.
daví a significa para él el movimiento hacia arriba, al altísimo Uno. Seguramente aqu í no habla Sócrates y no se habría declar ado de acuer-
Asuntos mundanos de amor no podían ya ser salida dispensadora de \10 con aqu ella separación que, en el sentido de P latón , sería definiti-
fuer za de toda filosofí a para aq uél cuyo bióg rafo, su discípulo Porfi- va. Y asimismo él nunca habría trazado la línea por donde él anda
rio , comienza con la fra se: «Plotino, el filósofo de nuestro tiempo, r u Plotino. Para él es amor el impulso necesario del a lma para reu-
es como aq uel que se avergonzaba de estar en un cuerpo». nirse de nue vo con dios, a partir del cual ella es pero del que se en-
Se nota con la ma yor clar idad la distancia de Platón a Plotino allí, cnentra separada (VI 9,9). Como una doncella . lleva noble amor a
en donde el tardío sucesor se ad hiere so bre todo al maestro . Qui ere \ tI noble padr e. Cuando ella está allí, tiene Ero s, celeste y es la propia
saber el cam ino que, tras un vasto rodeo, lleva a la casa del pad re, Afrodita celeste. Pero si se introduce en el devenir, enga ña a ot ros
a los lugares verdaderos y pertenecientes al alma, al bien y al Uno ( 1111 amores mortales en su lejanía del pad re, así se co nvertirá ella mis-
(V 9,2). Allí puede dirigirse «el hombre aventajado en am or a la Na- lila en Pan demos, efectivame nte sería considerada como si fuera una
turaleza, que, desde los primeros filósofos, es el recinto de la verdad ». ..hercra»> (l J'TO' íi8or -Y{"fTCH :lTáJ'óJl~o s 010J' LTal Qts olooo). Vida terr e-
«El, como un homb re que sigue el amo r, sufre do lorosas penas por na y amor terreno son ta mbién una caída , y ella deb e od iar esa
lo bello. Pero él no sopo rta la belleza corpo ral, sino q ue vuela desde co hybris))" y purificarse de esa vida para volver de nuevo al padre.
aq uí a arriba, a la belleza del alma, virt ud , co nocimiento , acción y De esta mane ra es perfectamen te consecuente q ue no se pueda habl ar
leyes (0 0" aJ'a(f XO~f J'O f TO U ~ " (fw~O' n xá>J..ovs ahh' f MJf" ava<PlryWJ' ), propiamente de «amor» en el recinto de lo sensible. Am or se desar ro -
y desde a llí ava nza de nuevo hacia ad entro al or igen de la belleza ani- lla en principio si se prod uce una impresión no sensible ( 001{ aloOTlToJ'
mica y a lo que tod avía está más alto que ésta, hasta que finalmente n j 'lro " VI.7 ,33) en un alma no dividida . Así pues amor de hombre a
alcanza al ultimo. Primero , el que es bello por sí mismo . Y una vez hombre ya no es un grado, co mo en P latón, y un grado necesario ,
q ue lo alcanzó, esta rá liberado de su dolorosa pena, pero ant es no.» vino pur a marca de reconocimiento para almas apoc ad as . «Quien la
Eso es easi igual al camino de grados que Diotima muestra en El Ban- sustancia del verdadero amor, la fusión en uno con la divinidad, no
quete, menos en una gran diferenci a: en Platón, cad a uno de los que conoc e, ese podría medir en amorosas experiencias terrenas lo que eso
to ma n el ca mino recto tiene que amar en pri mer lugar un hermoso quiere decir, el alca nzar eso por 10 que uno ve en la ma yoría de los
cuerpo y en él «producir hermosas palab ras », luego debe reconoce r, casos» (VI,9,9) . Un puro y débil reflejo , <limitación » de elevados su-
en otros cuerpos bellos, la única belleza y llegar a ser ama nte de todos l;CSOS, eso pasa cuando parejas de amantes terrenales tienen que fun-
los bellos cuerpos. Nadie se salta esos grados, sobre los cuales el ca- dir conjuntamente el impulso (VI,7 ,34). Pero el modelo primitivo, el
mino conduce a la belleza del alma y luego más arri ba . Pero Plotino umor pro piam ente, es la unificaci ón del alma con el más alto dios.
ya no sabe nad a de eso. Para él comienza la ascensión correcta pro-
piamente con el aparta rse de lo bello corporal, que su alma «no so-
po rta) . As! es ella completamente extraña a este mundo y está tan • Con el térm ino griego «he tera» se designa a una «mujer pública ». (N. del T.)
.. La «hybrls» era el sentimiento de creerse po r encima de los limites humano s
lejos la espiritualidad sin cuerpo de la sensualidad completa en la ple- y llevaba cons igo el castigo imparable de los dioses, la «né mcsís». Este conj unto co ns-
nitud de la vida plató nica que, frente a este tiempo tardío, ap enas que- tituia el mecanismo de la mayoria de las T ragedia s griegas. (N. del T.)
72 PLATON

Luego depo ne la figura en qu e ella se asienta e incluso lo q ue de espi-


ritual tiene como figu ra . Pu es en ta nto Que ella mism a tod a vía es algo
o llegaría a ser. ni puede ver al altísimo ni llegar a estar en armo nía
co n él. En primer luga r. si se desembaraza de tod os esos imped imen-
tos y se ha preparad o par a el enc uent ro con él. y ha llegad o a ser se- CA P ITULO 1II
mejante a él, entonces de repente le ve a él aparecer en sí. «Ya nada
hay en medio . y ya no dos sino uno son am bos. No se pued e ya dife-
ARRH ETüN
renciar ent re ellos, en tanto qu e él está pr esente». Así la «unío mysti-
ca» exige no s610 acto de mezcla del cue rpo sino d isuelve asimismo Eros es un gra n d émon , un intermedia rio ent re dios y hom bre. El
toda forma anímica . Eso es de Plotino, ya no co n mucho Eros plato- cond uce al alma huma na desde el mundo del devenir hacia arriba , al
nico . lugur supraceleste en don de tienen su morada los dioses y los arqu en-
pos. En esos espacios mít icos, figuras y destinos , Plató n, como
ütóso fo-poeta . ha visto la esencia del mundo . Nosot ros nos erice n-
11 amos lejos de ello para reducir su visión a los conceptos actua les:
muamos de seguirle hasta el secreto de las más altas esferas.
Sobre ese punto no se oye nada de cómo Pla tón se hi zo consciente
de ese secreto . P ero sabemos que Sócrates le servía de compañía. SÓ-
enucs vivía, en completo aislam ient o , la vida de sus conciudadanos
en el mercado y en los banquetes, en medio de la mul titu d y en las
batallas. Vivía, sin embargo, más arriba de allí, en la super ficie del
nrbcr: y aq uí se perdía su vida en lo indecible, en la tr ascendencia .
H mismo no había sabido expresa rlo. dado lo Que pr egun ta ba y ense-
naba a preguntar, y lo sencillo además Que vivía y de la man era tan
dm ple en que muri ó . ¿Acaso ese secreto de lo alto ha sido consciente
para su portado r de ot ra manera Que en una vida colmada po r la sen-
sació n de su divina profesión o po r la súplica al dios que lo había lla-
mado ? Desde fuera se nota ba si el ha blador y cuestionadcr incansa-
blc de repent e se quedaba de pie y caía en un estado de silencio , du-
mnte un largo rato , en las proximidades de la casa a la que estaba
invitado . o en el campa mento, desde po r la mañ an a tem prano duran-
te todo el día y la noche hasta la salida del sol. ( Luego se ma rcha ba ,
desp ués de q ue habia rezado a Helios». Ca da expresión de ese secreto
..e veía abrirse paso como uno de los más profundos .
l o qu e Sóc rates preguntaba seria en Plat ón pregunt a y respuesta.
lo que Sóc rates vivía, vida y do ct rina . Sócrates pregunta: ¿qué es lo
justo? Deja a los d emás ver que ellos no saben nada de eso. Busca
la respuesta en un co ncepto, pero fina lmente la da en su vivir y en
su mo rir. Pl atón vio y dio forma a ese vivir y morir. P ero ve má s.
Encuentra también la respuesta como un filosofema , ve po r dent ro,
a t ravés de la figura de Sócrates, la idea. «Lo justo ». como etern a
esencialidad, como arq uetipo contem plado y mostrado : esa es la res-
puesta a la pregunta de Sócr ates, a la que Sócrates se refiere, leída
en la misma realidad.
Si se ha est udiado a pensador es modern os sobre (da doctrina pla-
tó nica de las ideas» y luego se ha vuelto a los propios d iálogos de Pla-
tón. se habrá llegado a tener qu e aprender en un primer mom ento la
74 PL ATON ARRHETON 75

extrañeza po r lo poco que alli se halla expuesto propiam ente de esa .lc gra n esfuerzo y trabajo (P ¡jI'I ~ !con dificultad!) de repente
pa rle funda menta l de la filosofía plat ónica . Efectiva mente, en los d iá- ¡I ~ ,d'P JllJ ~) el co nocimiento reflexivo brote (l: ~É}.,o.P. '¡'f 'Pe ÓJl'1(f1S n ,,¡
la gos tem pra nos hasta el Gorgias se topa uno sólo con insinuacio nes h HOTOJl x o.i lI oii~ / brilló sobre cada cosa ref lexi ón e ín teligencia/} o ,
de que algo se dar ía como un bien en sí, un amo r alt ísimo o algo bello cruno se dice a nteriormente. «sa lte la chispa y se e ncienda el fuego
en verdad. El Fedón promueve (al menos en apariencia) pruebas de en el al ma del compa ñero» (341 C ). Co n esto se cump le aquí. sobre
inmo rta lida d que asie nta n previamente a las ideas como se res. En El el ca mino del conocimiento , que sus grad os son. en pa rl e, de una c1a-
Banq uete se encuent ra descr ito el camino qu e conduce hacia a rr iba, " o' más co nceptual o lingüíst ica co mo pala bra y frase. y, en parte, de
a las ese ncialidades eternas ; en el Fedro, un mito tej ido por medio una clase más propia de la observació n como imagen . En ello ya se
de l espacio de las ideas; en La Rep ública se ha mostrad o la elevación encuentra que el «conocimiento del quin to» (lr t oní~u7 '10 (; r ÉjlrTolJ
a tra vés de la ciencia; y, med ia nte un ca mino igual , desfigurando esen- 142 E). o sea, del ver dadero ser, debe tener pa rte en am bas formas
cia y acció n, está n en el Parménides estab lecidas las aporías de la doc- ejecutadas espiritualmente. El o bjetivo es una co ntemp lación intelec-
trina y en ot ras obras po ste riores su previa funda mentació n lógica y mal . Lo más elevado sería «lo más ra ro y singula r de la creac ión».
las co nsecuencias corr espo ndientes. Pero una misma «doctrina» no Se puede in dica r perfectamente el camino del conoci mie nto. eso se
figur a en ningun a pa rte ; ningún sistema que encierr e el orden d e esas hace en la ca rta. P ero most ra rlo e ir po r él so n dos cosas distintas .
for mas, qu e pa rt icipe su conocimiento, que expliq ue su relación co n 't' en su ob jetivo ha y algo no expresa ble. Pod ría ya ser algo de eso
el mundo de las sensaciones. que aquí ha sido mo strado un reino místico y un ca mino de glo ria
Así pues, es así, nos ense ña la Séptima Corto. aquello sobre cuyos pe rso nal, sólo si baj o mística se represe ntase algo del éxt asis del ebrio
a uténticos reco vecos siem pre de nu evo nos lleva el camino: No hay y bajo camino de gloria algo clerica l.
escr ito alguno de P lat ón, no es pos ible. y no fue dado po r él escrito Es pri vilegio de Platón que el solo pud iera hab lar en fo rma no do g-
alguno acerca de lo que , en su doctrina y par a él. es propia mente se- mática de ca mino y objetivo , mien tr as que toda interpre tación de Pla-
rio. «p orq ue no es en for ma alguna decible como otros objetos doc- Ión, casi po r necesida d , cae en el riesgo de dogmatizar . Lo de menos
trlnales». No ca be du da alg una de qu e se está refiriendo a la esfera t'S que se permanezca consciente de ese peligro . P la tón no tie ne, en
de las ideas. ¿Po r qué no pudo ser escrito po r él eso? ¿por qué no la Sép tima Carta, ningu na estruct ura dentro de la cual la que él can-
pudo llega r a ser expresado? P ara uno s. po rque no está determinad o sidera allí como «lo qu into ) se encuent re de ntro del verdadero ser.
pa ra todos. « Bien formado » t iene qu e ser el que 10 «bien formado» Nu eleva un ta nto el b ien a un ra ngo pa rt icula r. sino qu e 10 deja estar
qu iere ca pta r. Tam bién se seg uiría un «pa ren tesco ». j unto a la ca pa- al iado del grado y del circulo de 10 bello y justo. en cada individuali-
cida d es pirit ual. del a prender y recorda r. Con las indispe nsables ca - dad q ue Sócra tes le atribu ye en Lo República pa ra a sombro de los
pacidades se debe aq uí relacionar todavía , por pa rte del alma . una oyentes. Por eso se encuent ra en la ca rta toda aquella zona del ser
panicula r adherencia a las ideas. Si el alma huma na , como resulta que fue marcada enseguida co n el sello de lo inexpresab le. Por eso
del Fedon, pertenece al reino de las ideas , de esta manera el mito del debía mos te ner cuidado de que en nuestr as man os no se entu meciese
Fedro muestra gradaciones para las propias almas , después de que más cil io do gmático lo que sólo una vez - visto desde el mit o del Timeo-
pronto o más ta rde ha n po d ido recogerse en el luga r sup raccteste, y está formado , incluso también co n un a expresión medio mística, en
despu és de q ue han seguido al altísimo Zeu s o a algún ot ro dios. Así el espacio más interi or de Los Ley es. sin dud a co n ino lvidable enero
se concept ualíza lo que, en el lenguaje menos ardiente de la ca rla , se gfa. En el cent ro de la gra n ob ra. después de qu e la construcción se
entiende por pa rentesco con las cosas: llegaría eso a ser sólo par a unas mant iene en su esencia , ava nza en el ho rizo nte la pregunt a a la más
escasas . Lu ego , sin embargo , corresponde a ello una «la rga vida en elevada enseña nza (¡.d' I' /CTTOV ¡,«XO'1J.1.O: 504 D) . Lar ga ha discurrido la
co mún (de maestro y discípu lo) y un interés co mún por las cosas». con versaci ón a propósito de ello , y se ha encubierto allí (503 A ). Y
Pu es hay un camino del conocimiento que asciende por grados pero tam b ién ahora se agit a Sócrates y se dej a ins istir por los interlocuto-
fecta mente delim itados: dcsde nombres (OJlOp,o:) o pa labra por encí- res (506 B). Estamos convencidos : eso debe se r algo impor tante, pu es
ma de la expresión (defini ció n oral AÓI'0~)' luego sobre imagen, as- a hora debe llegar a ser pisado el «ca mino» más an cho , a tr avés del
pecto y sensació n ( f iow}.,O Il 342 B, o"¡'f¡~ ú }(o:¡ a laO~ (fm 344 B) hasta cual debe ser recogido por prime ra vez co n exactitud (435 D , 504 B)
los más altos y respetados act os del conocim iento . Y ese camino debe todo lo qu e a ntes se dijo . en la educación, en calidad d e preludio so-
llegar a ser repetido con fr ecuencia como bajada y subida ; las formas bre las virt udes; lo qu e ha sta a hora sólo era n « suposiciones»
de la aprehensió n, en los difer entes grad os , «llega n a fro ta rse entre ( ~ r o 1'e o: fj."~) va a recibir «co mpleta explicaci ón» (504 D). La ciudad
sb ('1 Qt/3ÓJ.4Ho. r e o ~ &}.,}.,'1}.,0. m h wlI f}( o.a m 344 B), hasta q ue después va a estar perfectamente ordenada si su di rigente asienta ese conocl-
76 PL A TON AR IUl E l O~ 77

miento (506 A). También por lo mismo debe espera rse aq uí la con- llIih alto objeto de enseñanza» (505 A) , d ice Sóc ra tes. Ta mbién ya
clusión del todo. Pero la espera fuertemente ala rgada fue fallida . Só- 11ll 1~· .. los discu rsos se han referido frecuen tement e a esto y tiene n que
cra tes también aquí se recon oce como no- sabedor (506 C) . Uno llega- l!lriRir..e a esto en lo que esta el o rigen y met a de todo . Pero na da
ría a acept a r no oí r lo especí fico . se confor ma ría si la discusión per- ' 1' ~'tJllOCC sobre ello, ni ta m poco en ninguna ocasión fue explicado.
ma neciera al margen po r com pleto, como hasta aho ra . en la justicia I'uc.. ..e podría usa r correcta ment e, no expr esar , y no necesita llegar
y en las demá s virtudes. Incluso . lejos de que a hora fuese term inada ' 1 wr cifrado artística mente como «doct rina esot érica) co n prohib i-
aq uella discusión po r medio de ellas. seria preferib le eso a qu e aqu e- Ilolll.'S y s ím bolos. por qu e su propia esencia, más bien su «M ás a llá
llo . qu e esperábamos oír, q uedase pendiente, en la misma for ma ína- 111' tod a esencia », lo prot ege de la profan aci ón .
cabada que aquéllas antes. El saber sería «lo que el bien es», cuando Exi..te una gra n diferencia ent re si me esfuerzo d esde lo cla ro a
nosot ros llegá ra mos al conoci mie nto . Pero ha llegado a ser silencia- lo osc uro o desde lo oscuro a lo cla ro; si, cua ndo la cla ridad no me
do él mismo, el «padre». S610 del vástago del bien O;Jf 'Y o v o ~ 10V & )'0: - conviene, aspiro a en volverme con una conoc ida penumbra o si yo,
Oov) llega mos a oir, y sólo en ima gen llegar em os a recibir en el rost ro, 1' 11 la con vicción de que lo cla ro desea nsa so bre un fu nd am ento pro-
de lejos, la realidad. Igual que, en el m undo del de veni r y la sensa- tundo y d ificil de bu sca r, ta mbién de ese fu ndam ento siempre d ifícil
ción, el sol da a las cosas la luz con la que pueden ser vistas, alojo ,k explica r me he decid ido a saca r adelante lo posible) J, No se pa -
la capacida d de visión con la que se pu eden ver , ast, en el mu ndo del tilla dudar que Platón se ha esfo rzado apasionadam ent e desde la os-
ser, aq uel altísimo bien da al objeto del conocimiento el ser percib ido r uridad a la luz. To da su o bra no es ot ra cosa que un intento siempre
sin man cha (&)" ~ O HC¡':) y al espírit u conocedor la posib ilidad de un ver- renov ado de sacar a la luz lo posib le desde aq uel pro fu nd o funda -
dadero conocer. P ues lo semejante pas a dentro de la zona del cono- mento del que allí hab la Oo eth e. cuyo con tenido fue aq uí muy ter gi-
cer a la del ser. Co mo el sol dispensa al qu e nace en este mundo del ve¡..ado y del que aquí se vislumbraba un pre tendido secreteo, Platón
d evenir su llegar a ser y crecer, y la ley segú n la cual lo q ue llega a 110 es un plató nico 4 . P ero tiene, co mo tal vez ning uno después, con-
se r se hizo , as í la imagen del bien da su ser a las cosas que so n y el I lcuc¡a de a mbas cosas: par a los «Iégoi» y pa ra lo «a rrheton», que

orde n po r el que ellas son. El que el verda dero círc ulo o la verdadera \c debe degusta r sin excusa a tra vés de aquellos con lo que esté más
justicia se cumplan depen de de aquella dignísima perfecció n. Con ella cerca no a esto , en cua nto es posib le para los hom bres, pero ta m bién
llegó al final una ultima ap roximación sensib le a la esfera del ser. Igual In irrecusable de aquéllo s en esto.
que las ca usas del devenir no son devenir mismo, así el dispen sador La obra de P latón existe para co nducir a la vista de la idea y al
de la esencia t ampoco es esencia misma. Entonces esto oscila dentro vi..lumbra miento del más alto bien . ¿Es eso tal vez el sentido más ca -
de la más sublime de las par adojas: no la propia esencia , ni fuera , ructcrfsüco de su creac ión dialógica? Dentro de ellos, en cada caso,
sobre el ser, ni más allá de la esencia , H ay un con ocim iento de lo que llegan a ser mostr ados todavia pasos especí fi cos a cada objetivo . Ex-
es, sin duda aquí ya no sólo un con oc imiento discu rsivo . así ese co no- plica ya la Sép tim a Carta brevem ent e una guia (ó J.a'W"'( ~ ) sobre cua-
cimie nto no puede ya da r aq uello que está mis allá del mismo . «Si 110 determinados grados par a el «co noci miento del q uinto», o sea ,
has expresado lo bue no , nada más asientas así; po r el co nt rario , lle- del más alto ser, al q ue asimismo en las o bras pro piament e dichas se
ga rás a realiza r sólo plena carencia de ello co n aq uellas cosas que aña- delinea n tres caminos. El camino princip al fue to mad o en La Repú-
das», así dice Plotino (111. 8 11), cua ndo q uiere most rar a conti nua- blica en primer lugar en la fam osa contemplació n de lo.. ho mb res en-
ción todo en el sent ido de P latón l. A eso Sóc ra tes nada podría de- cudenados, liberados y co nd ucid os a la luz; desp ués, en la explica -
cir, debe ser un no-sa bedor, porque aqu í algo indecible fue capta do ción de la compa ración , e n do nde él [o recoge expresame nte co mo el
po r la vista . Se encuent ra una elevad a inte nsidad paradójica en esa "ca mino dialéct ico ». En El Banqu ete la vide nte Dionm a a nuncia el
a ntítesis: que , por un lado , [os «l ógo¡», sólo ellos para Plat ón , encie- cam ino grad ual del verdad ero ser a la belleza eterna ; y pa ra ello se
rr a n el ser - «me par ece q ue ha br ía que rem onta rse a [os lógoi yafir- puede ta mbién cons ider a r el mito del alma en el Fedro , el del vuelo
mar en ellos la verdadera esencia de las cosas que so n», se dice en y sa lida de las almas hasta elluga r supr acclcste. El Fedón ensalza de-
el Fedón (99 E)- , pero incluso se arra nca algo de ese ser, lo que está finitiva mente la disolución del alma y del c uerp o , concib e la vida del
más allá de todo y q ue ta mpoco puede llegar a ser co ncentrado en filósofo como paso a esta meta, su muerte como la c ulminación de
los lógoi 1 , Asi desaparece lo alt ísimo en el secre to, Esto sin duda - ran dirigida vida , Se pu eden esta blecer así los t res ca minos: ca mino
ciert a ment e de diferen te modo que en Plotino- no es ningún miste- del conocímleruo , ca mino del a mor y ca mino de la m uert e. So n final-
rio de aque llos q ue ya só lo a tra vés de la palabra puede llega r a ser mente sin emba rgo uno só lo bajo tres formas. P ues tam bién a mor y
pro fan ado . «T ú has oído muchas veces qu e el modelo del bien es el muerte se rea liza n co mo co nocimiento y el conocimie nto, a su vez,
78 PL\TON A RRHETON 79
no exist e sin amor y tam poc . I
por si mismo se ded uce I o srn a m.uert e que lo culmina. Como ll ll ~ tll r os, los hombres, vivimos en oquedades (t-yx ot}..a 111 C) , que
uno solo. ' a consecuencia de ver los tres cam ino s en I I¡ln excavadas en el glob o terráqueo . Pero luego se im prime además
Lo ' 111 rep resentación de la cá rcel. Con cadenas en el cuello y en las pier-
ha de ;~i~~era~ ~~~SO. que el h~ho ~ lo que en él se comprende 1I , 1 ~ re tiene la caverna de La República a sus moradores como pri ste-
«salida d ialécli~> (d ~s pan~s baJo, la Imagen del ca mino r. De la 11\,11)" : eso significa , co mo d ice en la so lució n, el mundo de los senri-

Por todas partes hay l':.l~b~~~~ rQel~a 522 B) hab la L a R epública. ,1m que nos es da do a tr a vés de los ojos (517 B). En el Fedón se deno-
se de lata tod ' h P om.o Ir , anda r. guiar , y e! ((método)) mina prisión , de nu evo con sonido órfico , al cuerpo sensible en rcla -
se debilit a ta~~~n ~i~I~OI:cel «ca rmno ha cia algo de allí»; igual que 11')11 con el alma (67 O h}..VO P.fPr¡P W01rf QÓfllJ1.WP h 1'0;; oWJl.a 1'o ," Isol-
(L a República 533 e Fe~6nS~;~)~llle en.esa coherencia de imagen tandose de l cuerpo como de atoauras/i. Y en el mito del fina l, en el
minado mod o: lleva 'ha cia a·fuera. En ~r;;;~osel arJcanza d ' lun det e~. mismo diálo go, los piado sos llegan desde los espacios a esta tierra «co-
mil liberados de pris ion es para salir a un a man sión pu ra arriba, en
eleva al alm haci "b ' a uerza e plum aje
(246 .o). y a~ 1í ~:~~r~edaa:~c~~sdonde la est irpe de lo~ d ioses vive 1,1 verdadera tierra » (114 B C ). ¿Acaso la prisión en que fue encerra-

't v:z
los d ioses conducen su ca rr o a rr ibao una más ese a rriba , c ua ndo do Sóc ra tes, también encadenado en las piernas (Fedón 60 C) Y libe-
hasta la comida el disfrute de I la bóved a celeste en el trayec to rudo po r el alma para su morada en la luz, ha alcanzado en P lat ó n
de la caverna de 'La Rep ública eSIa: orm~s eternas (247 ~). El símil un a forma mítica mezclad a con imágen es ór ficas ?
el mismo as........... o " comp erarnente det erminado bajo En donde se mostrÓ la pri sión , la liber ación perte nece a esta ima -
. r-'" , y aSI sen a menos experiment ada , . I gen . «El puro ser del cuerpo has ta el dios mismo no s disuelve », se
imagen qu e «sólo de nue vo sería ofr . aqur. me uso, una
d e lo que está arri ba (' " .J. ' ecida para la ret irada y la vista sigue en el Fedón (67 A). Co n la disolució n empieza a expresa rse del
" J1 a l'w UI'atJml u ) como ex r ., d i ' todo el ca mino dialéct ico en La Rep ública. Co n él relacionada y reco-
h~cla arnba del alma , hasta el lugar inteli ibl e» p ,lca~lon e. ca~Jno
T1I" ~(lxlj s ál'oáo" 517 B) H ~ e (f U TOl' I'0 J1TO I' TOr o l' trilla cla ramente como un nuevo acto está la invers ión, el ca mbio
el bro te de la Huma nidad .
ma nu estra ca beza ' allí col
E¿ de;n~~~<~IT ~a) un pe~sam~ento sobre
TI a a lu~, hacia alh se enca ra-
(nc! la'YW)'~ , p f m0 1'e O"'~) de lo hasta ahora vislum br ado po r la pa-
red de las sombras (514 B, 5 18 O, 532 B, crc.). Se contempla en ima-
si sab emos con Pla~ . ocam?s nosotros DIOS, verdad y nitid ez gen co n tod o el cuerpo, en la interpret ació n con toda el alm a (5 18 C).
on
porcion a tanto la m , que el a rn ba especial dcl ciclo estrellado pro~ El fuerte sonido de estas palab ras demuestr a lo decisivo del mo-
e a correcta pa ra sí I di ., '. mento .
para los o~os del alma (La República ~~~~). a ITeCClOn mvertid a
Si la «vuelt a» sólo tiene su lugar en el símil de La República, dc
La subi da tra nscurre po r escaJ L 'Sé. .
lro.gn~dos, que siempre se repiten~~e:~bi~ ~ 6:J!;:~i~~:J?aU,tu;lni'Oa (~,u a. esta manera veía mo s la salida que enton ces comienza , el movimient o
hacia «a rr iba) , también con los demás camino s: el camino del am o r,
xca )(Q:'TW p.f m l1a · 1 'r al'W
descr ito po r O· r tl'o voa '" )(UOTOl'). El ca mino grad ual del a mo r en El Banquete y e n el Fedro; el ca mino de la muert e, en-el Fedón ;
sa do s «uno pOI~ ~:: 'y Pe'no m eIUm
, vod
e a qu e sus grados teng an q ue ser pa: el ca mino del conocimiento, de la Séptima Carla, pro piam en te co n
E
Jlila ~~a~~~~~:)e~:~:;e~~cs~~~eb;~~~1~
en el símil de la caverna s
t: ~/f!in~t~fl ~ec).," s:
o corr ecto» (1", Eii " 0- 2

epu f~a por pnm era vez


ligeras diferencias por toda s partes, Y en ni nguna pa rte fa lta , como
acompañante de esa aspiración, el gra n esf uerzo y tr abajo . ~< E I cami-
no ha cia arriba y ha cia abaj o produce por todos los grados , con es-
mo el ca mino de arriba y ~ m ~estra lueg~ , e~ la Interpretación , co - fuer zo (ju)-,n), conoci miento», se dice en la carta (343 E). Si el pr isio-
y, a través de ella al o b" atOra v s de las ciencia s, hasta la di aléctica ncro , en la ca verna de La República, se endereza , leva nta el cuello,
. , :.le IVO exacto y co mo cierre id da el primer paso, mira hacia afuera, a la luz, cada una de esas accio-
ma s enc~recida serie (532 U). ' , ensegur a una
nes está relacionada con el do lor (1fá l'm Ót txxirnx JfOÚ;'''' &}..-, oi 515
don~;:;~~¿~;e~~~~oe~~~~dexpresamente e.1 p~nto ~e com ienzo. En X); la libera ción está co nfusa ( a ll' og tt P á" 5 15 D), a nte la vista de
puede ser visto de otr ader amente unua na la Imagen , pero no la lu z le d uelen los ojos, quiere aparta rse para echar a correr (515 E).
de a rriba Así I a manera qu e en con tac to con la altura brillante Aspero y escarpado es luego el ca mino a lo alto (Óto: 1'QaV iás rij~
. es o Oscuro en el concepto má I r apa¡jáofw~ )(aL a pcl" r ovl" 515 E) y, como el desencadenado fuc incli-
lo oscu ro a la luz de la luz a I s genera y uerte: de
dad (La Repúblic~ 5 18 A , 516 ~o~cI~ri)con los oj os, llenos ~e oscuri, nad o hacia ar riba co n fuerza (¡jia ~}")( ÓJLf PO ") , así sient e to rt ur a y re-
fango en el q ue yacen los oj os d; 1alma (5~~e~) ~ slm bolo ór fi co del
siste ncia (J óvl'ii uOcn J( cá & -YU I'U)('Tttl' / lamentarse e irritarse/) . En El
Banquete, cua ndo ha alcanzado lo alto, contempla «eso por cuya a tra co
des da vueltas la fan tasía. En el mito geo fisico del ~ ~~r,t~~ ~t¡.~~:: ció n fueron todas las a nterio res molestias» (r óI'ot 2 10 E) . En el mito
80 PL A TON A KRHETON 81

del Fedro condujo a lo alt o el tronco de ca ballos, q ue fun ciona equi- 11111 mat ado al que probó a liberarlos y guiarlos haci a arriba , en cuan-
librado y ligero en la riendas del d ios. pero di fícilmente (p01'H 247 lo le hubieran tenido a mano y le pud ieran mata r?
B) en las de los hombres. porque el mal ca ballo del a lma q uiere a pa r- Platón lleva esta co nducció n y esa co acció n como coacción del
tarse a la tierra. Luego rad ican en esto las may ores mo lestias y luchas 111l10r. Y no hay contradicción en que sea el mismo camino el que,
del alma ( lr Ó VOS Il'ai a-yW p 241 B). Y hacia arri ba fue el alma , at oló n- lleno de esfuerzos , a parece mostr ad o en El Banquete co mo cami no
d rad a (Oo Ql!{JOt'I'i: VT/) por los ca ballos, y sólo con dificultad (uÓ1' t~) pue- lk Ero s. Si a Eros se le llama el inter mediario entre dio ses y hombres,
de ver [os arq uetipos (248 A). En el Fed6n se trata del desp iste (7I"M VM, ~l' expres a así con ello su empleo: ser co nductor ha cia a rriba, a la be-
TAa l'7I 79 D , 81 A) d el que el alm a se libera por medio de la entrada lh-za d ivina. Y expresamente se hab ía d icho, al final del camino , qu e
en lo que es puro y simple. Y Sócr ates expresa la espera nza de qu e t'ros era el mejor cooperador de la naturaleza hu mana en el recinto
él llegue a conseguirlo en la meta de su viaje, «en el afá n de esto ha lid altísimo ser-allí, el d ivino y, en la medida q ue es h umanamente
sido la mucha fatiga ( lrQll l' lUl n ia ») (67 B), todo igual a lo qu e Dioti- posible. el inmortal (2 12 AR). En el Fedro eso es la «locura di vi na )~
Ola ha dicho. en El Banquete, del camino dí.'! amor. lit- Eros q ue co nd uce al am ante hasta el bello amado (249 D). Y, SI
Sobre todo se entiende ese fat igoso cam ino 1.'0 1110 una conducción, ••qu í el «camino» sólo está explicado en voz baj a, sin embargo , así
una coa cción a realizarse. «La conducción sobre todos estos grado s, v Ind o . no debe ser pasad o po r alto : es la ed ucació n d el ama do po r
arr iba y a bajo», se dice en la Séptima Carta ( ~ ódr Tá v¡wv m;¡ wv medio del ama nte, segú n la imagen del dios a la qu e ambos, en su
ÓUl'l'wyq 342 El . Luego, en la imagen de L a República: el prision ero ¡'\l'ncia supratemporal, perte necen (252 E). El amante fo rja al ama-
en la caverna fue liberado y «const reñido» a levantarse y volver el dn . Para ello él mismo debe mirar hacia el dio s, según el cual moldea
cuello . El libertador lo «co nstriñe» a mirar a la luz, lo saca por fuer- L. esencia propia y la act uación ; y, segú n la propia imagen y la del
za de la oscuridad , «él no lo deja en paz hasta que lo ha arrastrado dios, el alumno a su vez. La meta es la participación d el hombre en
a fuera» (515 E) . Y luego en el cami no gra du al de la ciencia: « Nuest ra dios según capacidad humana ( HaO ' ()ao r ÓUI'C1101' OlOU á l'l? QW1f't'
obra , la fund amen tal , es ésta, constreñir a las mejores almas a alean- ¡U HtaXtiV 253 A) y sanción de hermosa bienavent uranza ( TtAf nj X UA ~
l ar el más excelso conocimie nto- (5 19 e ). l os que, final men te, han r. lfai f VOO I~OJllX Jj 253 C) .
q uedado , tras cont inuada selección, despu és de cincuenta años deben Segú n el placer y esfuerzo de la subida, segú n coacción, am or y
ser co nducidos a la meta , y ser constreñid os a mi ra r la fuente de toda tormento, sucede de repente algo . De repente ( l~ i'f' vl'J ¡;) , eso quiere
luz (540 1\). En t..1 Banquete la vidente tiene casi siempre a la vista decir, en aq uel pas aje de la Sép tima Corto (341), que, Iras un la rgo
un co nductor «para ir rectamente a la esencia del amor o llega r a ser esfuerzo conjun to en las cosas, se enciende , como po r medio de tina
co ndu cidos por algún otro . (21 1 B); «si el q ue dirige, dirige correcta - chispa que salta, un fuego en el alma. Y el cami no del amor, qu e Dio-
men te» (2 10 A). Ella piensa el cam ino del am or co mo conducció n de lima muest ra , co nduce a una mela en la que se vislumbr a de repente
muchachos, educació n (tis qp r Ulkeywy"Oij 210 E). El alumno debe ¡,' ~a i.p p "s ) un algo de marav illosa belleza (2 10 E) ~a .
ser co nstreñido a ver lo bello en una espiritualización que siempr e avan- Sería pensab le que la fa ntasía human a viese como un ton o y lla-
za (210 C) . Y tal H~Z se podría recon ocer este mismo camino funda - mada el últ imo val or al q ue el alma penetra . Pero ent re los griegos
men tal . avan zand o a lo más alto, en el miro del Fedro: allí es Zeus sucede q ue las imágenes para aqu ello más alto fueron to mada s ta n
el gran conduc to r en el ciclo, le sigue la hueste de dioses, dérnoncs Idos del mun do de la luz como del mun do del sonido. Eso pa ra Pla -
y almas (246 E); y las hor das paniculares, a su vez, sigue n, si acaso, lt'; n sucede por completo en lo correspondiente «a l más agudo de to-
al dios que es su «se ño r» (247 A, 248 A, 253 B). Es verdad que el dus los sentidos corporales», como se cons idera ba en el Fedro (250
a lma , en un foso solit ario . en una in vestigación so litari a, busca la sa- IJ ) a la vista; también el alma po see o jos y co n estos o jos ca pta la
lud . P latón mismo conduce a sus alum nos y ha encont rad o y ha sen- verdad lilas excelsa. Así es visible y espacialmente plástica como un
tido vivamente una a prehensió n firme como aq uello exigía, para q ue lugar aq uella mela a qu e co nduce el camino dialéctico hacia arri ba.
el alumno fuert e y testarudo se alce más alto sob re aquellas mcdiocri- lu ese lugar se encuentra el más am plio respland or de la luz. Pu cs
dadcs y pueda , desde cualquier part e, llegar almenas a algo de valor. uqu i, en nuestr o mundo del devenir en dond e la oscur id ad predomi-
El mismo hab ía vivido la garra de ese co nd ucto r, d isolu ción de las na, el más noble sentido se queda sin acción y sin realiz arse; por eso
cade nas, giros violentos y do lorosos, coacció n y arrast re hacia lo más en el mundo del ser lo que está puesto co mo de más alto valor se t iene
alto . a t ravés de Sóc rates. i. y que el liberta do r de la cavern a es, fin al- t ille llega r a ver co mo luz. Y en este espac io brillante ta mbién co n el
mente, el propio Sócr ates , a unque eso sea pasado por alto , no se de- más alto rango se vería tina oposición inna ta a toda forma mezclada
bería reco nocer en las solas palabras de que los encaden ados hubie- y correspon diente fealdad. En el simil de L a República la luz prcdo-
82 PLATON A RRHETO N 83
mina en todo . l a explica ció n habla de l ascenso del a lma hasta el lu- « Budemonía», es deci r, aquella sustancia q ue na sa l ro s só lo pode-
gar inteligible (nj .. fl.. rO/l I'011TO I' TÓrO l' rij f f lJxi;s &"OÓOl' 5 17 B). En IIlU S Irad ucir de mala ma ne ra al cas tella no co mo «felicida d», c ua ndo
el vivir de form a duradera en lo puro ( OrNÚ " Él' TijJ Ir:o:8aeijJ 520 O) «ucudemos en ello perfecció n y culminación, as í «eude mo nia. acom-
esta el a nh elo del alma. En el Fedro el «luga r suprace leste» o «lugar ¡",na por lodos los sitios a aq uel espectá culo. En un a culminaci ón pia-
exterio r » (h fE"w TÓ..-oS) está to mad o según la vista (247 e, 248 A). AlIf .!llsa es el ser mismo 10 que es visto ( r o f.' v&nJ.tO J'~o ra ro " ro v ón os
vive el alma más pe rfecta en puro respla ndor (Él' aVy¡i NaOaea), lim- 111 más biena venturado de lo qu e es/ Lo Rep ública 526 E). Quien
pia y sin ra stro del cue rpo (Jra Oa e oi ~ "Tn 'ra í b:o~J.laVTOI 256 C). Y II C:Wa hasta allí es ensal za do co mo «eudemó nicos (516 C) , cree vivir
propiamente lo uno es lo ot ro; si en el Fedón al alma insensible .CO. li la «isla de Jos bienaven turados» (519 C). Así en L a República. Al
rre spo nde a un luga r de insensibilida d pu ra , q ue aq uí, en una explica. , jUl' co ntempla lo bello mismo le ad scrib e Dio rim a un se r-a hí de va lo r
ción etimológica. lleva el nombre popular de H ades ( r ó 'I"ov a tÓ", df ,Ir vida (21 1 D) Yco nsidera a ese , q ue produce y sie nte verdadera vir-
"A¡óoll l en el Hades. lugar «aidé » o invisible/ SO D) . nul, un «ama do del dios» (2 12 A) . En el Fedro es la estirpe de los
Pasó ya el ascenso co n gra n esfu erzo , pe ro no pudo a ho ra el ojo ,1I11ses felices la que co nte mpla las esencias en su paseo (247 A) . Dig-
llega r a ver en la meta a la rea lidad en sí. P ues una turbació n d e los uu de a laba nza el aspecto , feliz e l co ro en el q ue llega ría a ten er pa rtí-
o jos se sigue t anto en el pa so de lo claro a lo oscur o co m? desde . 10 r lpad ón (!in lJV" fVÓCX[¡WV¡ )("oQw ¡.u:n aeio. I' ~1,l- ¡" n x cx¿ 6~cxv f ló o "
osc uro a lo cla ro (L a República, 518 A) . P or eso ahora est an los ojos h ilando con un coro de bienaventu rados contemp lase la visión y es-
llenos de luz y tan cegad os q ue, en prim er luga r , nad a de 10 qu e es I'.'l'/(Ículo feliz/ 250 8 ). El pe nsa mient o del filósofo perm an ece por
rea lme nte verdad ero pueden mirar (516 A ) . Pero luego llega el espec- tuerza siempre junto a aquellos en do nde el dio s se mantien e y por
tá cu lo per fecto que está a rr iba (O~ a 7W" Q:vw 517 B). El alma se ac os- un-dio de los que es divino (lI"QOf ololl"fQ Of OS W" Of 'ióS i on " 249 C).
tumbra al resp la ndo r; ella es capaz de soportar definitivam ente lo más Un ca mino de la oscuridad a la claridad; un camino gradual, no
luminos o de lo-que-es, el a rquetipo del bien (5 18 C). En el mito del _111 m últiples esfuerzos y no alcanza ble por to da la gente, en cu yo fi-
Fedro so n las a lma s de los di oses la s q ue pueden llegar a ser par tici- n.rl, sin emba rgo, se muestra a los ojos a lgo d ivino entre cegad o ra
pant es t ra nquilame nte de esa visió n. Mu cha s mar a villa s co ntem pla y 111 / ; el más elevado o bje tivo , ro de ad o de un secreto, q ue no está asen-
celebr a la estirpe de los d ioses den tro del cielo (247 A}; en el viaje «con- rudo a rbitrariamente , sino q ue pa ra ello no necesita profa nación por
templa el a lma la just icia en sí, co nt em pla l a "sophros yne", co nt en:'- medio de pa la bras , po rq ue no pued e ser expre sable en pa la br as : si se
pla el co nocimiento » (247 D). l a mejor de la s a lma s h um~nas , ~m echa una ligera ojeada a esas t ra yectorias que so n pro p ia s del filos o-
d uda só lo co n la ca beza del co nd uc tor del ca rro, se alza hacia a rriba bu y de la d oc trina platónicas, no se deja ría de reconocer q ue m u-
a l espacio exterior y gira a la vez en el tr ayecto de los d ioses . Pero I has cosas de ella está n em pa renta das co n los misterios de Eleusis 6 .
incluso as¡ ta mbié n sería perturbado r y só lo co n esfue rzo podría ob - Plató n m ismo ha sent ido viva la co nco rdancia y a sume much os det a-
serva r la esencia (PÓ-Y1S Ko.6oQWocx 7a. oJ'To. 248 A); lo mismo que se lic'~ de ello s en su len gua de imáge nes. En el Fedon se m uestr a ya , en
dice en El Sof ista (254 A) que los ojos del alma de la mayoría son ''' llId recinto de culto , la «pur tfl caci ón». que se piensa co mo la sepa-
incapaces de persevera r en la visión de los dioses (Ka pn pfi " 1I"e os 70 I ncion del alma y del cue rpo (67 C). Pu es ritos ca tártico s está n en el
6ü oJ' & .poeWJ'1a &hti J'o.ra). Pero debe haber o bservad o lo q ue pe rte- \ nmino de lo místico . Esa «purificaci ón», sin emb argo . es el co noci-
nece a su esencia; sin lo c ua l no pod ría llega r a enca rn a rse en figur a miente o el pu ro pensar (""eÓPJlon) . Y, en efecto, las bend icio nes $C-
h uman a ( 1I"aocx if¡lJ )( ~ ""tÍou Tt6tam~ ro. Ó" 7a , ij O ~ K &J' ~A6fV d s r oóf «eras y su revelació n se vieron co mo ind icacio nes ( )( ' ''Ó tl ''H¡ O tlO~ P
r o tW to P / toda alma, por naturaleza. ha observado lo que es. o no "t',·iTTEoOm ) para ese proc eso dc pu rifica ción espiritua l; y el co ntras -
podria llegar a ese ser vivo / Fedro 249 E). Y su ta rea es pr ecisa ment e re entre los no sa ntifica d os , qu e yacen en el fa ngo de l Hades , y los
ésta , en una existencia te rre nal po r med io de Eros « pa rticipar en dios, puri ficados y santificad os , que viven en tre los dioses, co ns tituye la
en la medida en qu e es posible al hombre» (253 A). En el Fed ón llega oposici ón en tre lo s qu e ha n buscad o en el m od o correcto la verdad
el alma , po r medi o de la co rrecta filos ofía en la q ue ella se ejercita y los demás . Y el ver so ó r fico de «M uchos so n los q ue llevan el tirso,
en verdad a morir , a lo que es su igual, 10 insensib le, 10 d ivino, in- pn o bacant es hay pocas »> m uest ra la gra da ció n. Si el alma, a sí se
mo rta l y sabio, en donde está fijado q ue sea «cudem ón ica» (81 ~) . dice má s ta rde , llega al recin to no sensible empa rentad o co n ella , en-
Y en la cos mología mítica de! fina l se hace má s a llá de los espacios
terrenales la ve rdadera T ier ra en su preem inencia. la mor ada pura de
• Se refiere a la vara enr ama da que llevab an los participan tes en las celebraciones
los piadoso s (1 14 C), « un espectá culo de felices co ntemplador es» h'¡' luicas o dio nisiacas. Bacantes o ~ énades so n las q ue entran en trance poseíd as por
(8~ cxll o. f ~hcx l~Ó "W " 6W TW P 111 A). fl ,lim (efr . Las B(lC(lntes de Eurfpidcsj. (N . del T.)
r

84 PLATON ARRHETü N 85

tonces es «cud cm ónica» y, «com o se ha dicho de los santificados, pa- El «viaje dialéctico » de Plató n, su pun to de arranque par a la luz
sa el resto del tiempo en la verdad con los dioses» (/;JlJ1l"EQ ÓE "Af)' E7a1 lid sol desde lo oscu ro de la caverna , la pa rtida del carro del alm a
xccrix TWI' ¡.tt/wr¡¡;.,¿rwv, W ~ UAl'/ eW5 7011 AO ~ 1l"OIl Xgóvoll (l ETa 'h:wp hasta el luga r supraceleste: todo eso tiene de inmedia to sentido allí
ólá)'ol)(Ja 81 A). Así, en la sustancia precedente , en el «d ar vueltas {' JI do nde siempre ha y mística. La peregrinación de Dan te a través de
alrededor, en la locura , en el espa nto , en la salvaje pasión del amo r los tres rein os es la formulación poética más elevad a. Pe ro en esencia
y en las restan tes penalidades humanas» se habría intentado encon- rudica sobre lo mismo San Buena ventu ra con su ltinerarium mentís
t rar formado algo del paso de lo misté rico, por medio de todo tipo lid Deum, en donde se prefigura la par tida «desde lo más abyecto hasta
de oscu ridad y pavor, de lo que la fe tradicion al sobre los Mist erios 1\1 más sublime, desde lo extern o a lo más interno , desde lo tempor al
hub iese informado 7 . En El Banquete establece Diotima la difer encia n lo etern o» o un monjil «conductor del cielo), o u na «escala de per -
ent re el impulso baj o y elevado. El anuncio de Ero s como aspi ració n lección ». Viaj es de peregrinación mística ha y tanto en la Inglat erra
a la inmortalida d: eso es el misterio preparado (xáv 01; ¡,wr¡e EÍ'lI ~ I y prot estante como en el Oriente islámico. El «suñ» es un viajero sobre
serias iniciado a los misterios/); por el cont rar io , el camino gradual una calle, debe atr avesar siete valles o ava nzar siete grados desde el
a la vista de las imágenes eternas : eso es la culminación del giro, la «arrepentimiento: hasta la «purificació n», cada estación le conduce
elevación a la «epopt é» (7a n "A(rx )(a1l 1ro7fTl)(á Ilos misterios y :" U más más cerca de dios. En la Ind ia enseña Buda e! «verdade ro camino de
alto grado - la contemplación-/). En el Fedro po r fin se vio el des- ocho pliegues», qu e com ienza con la correcta creencia y termina con
tino cósmico del alma como un giro de misterio . Antes de nuestra exis- lu aut ocomplacencia, conduce a la superación del su frimi ento . Pero
tencia terrenal, vivíamo s en felices coros a la vista y con temp lación lambién la religión de vísn ú conoce el «camino de! conocimiento» y
divinas y estábamos consagrados por la bendición que con razón se e! «camino del amor a dios», la meta de ambos es la unificación con
considera la más comp leta bienavent uran za. Nosot ros la celebr ába- lu divinidad 10.
mos incólu mes verdad eram ente, y no en contacto con los males que Oscuridad y luz, cárcel y libertad . Para los indios que adoran a
nos aguard aban en tiempos posteriores: el rostro como intacto , sen- Siva, es el cuerpo un animal hundido en las cadenas de la materia.
cillo , inconmovible y feliz contemplaba , por medio de la más elevada Sólo si disuelve las cadenas puede el alma alcanzar a Siva 11 . Para el
bendición, en el puro resplandor (",á ap.ara p.lJ oúW/Joí TE )( CÚ «sufl» ésta se encuentra en la cárcel, separada por setenta mil velos
E1r01r n ÚOvn s f/J aV'Yi/ )(aOag ? 250 C) . Pero quien tiene experien cia tic la divinidad de la que procede. «T ú sabes qu e el cuerpo es una c ér-
de eso , al introducirse en la vida terrenal , pued e en cada acción de wl» . dice poéticamente Goe the , com o un sufí, en el Div án, P ero ante
recordar ma ntenerse en esa medida, y así «estaría él solo realmente lodo , a través de la An tigüedad tardía y de la Eda d Media, discurre
realizado, consagrado a una continu a bendición» ( nA É OlJ ~ chi nA~rá s una gran corriente de la «metafísica de la luz» que, siemp re nueva,
n"A o ú ¡t~YO S, ri:Aws or7w<¡ p.óros "y í'Yr~1CH 249 C). Aqu í com enzaban bro ta prof undamente en el homb re como fenómeno histórico y tiene
las palabras de Platón sobre el resplandor que en el «telesterion» de mas fuentes, adem ás de La República de Pla tón; sobre todo el cuarto
Eleusis hacía felices a los creyentes y sob re la conocida esper anza de ttvangetío (ey la luz brilla ba en las tirueblas») y el círcu lo Helenístico
una inmortalida d qu e ellos sentían a pa rtir de aqu ella consagración. de la piedad de los misterios al que ese Evan gelio «míst ico» pcrtene -
Más aún: la teoría de Platón de las for mas eternas ap arece, vista des- ce. En los escritos Herméticos, en Filón , no pueden ser pasad os por
de aquí , no como una enseñan za particular sino com o una sublima- alto los sones platónicos; tampoco pod rá ser negado e! momento orien-
ción, dentro del auténtico helenismo, de la piedad más sub lime del rul". Y sobre P lotino , el Areopagita y San Agustín pa sa la corrien-
pueblo 8 . te a la Edad Media. Heinrich dc Susa «mir a fija men te el brillo más
Un cam ino grad ual de esfuerzos desde la oscuridad hacia arriba , resplandeciente», Mechthild va n Magdcburg ve la «Luz que se extiende
hasta la contemplació n de la divinida d del rayo: uno se figura ese to - de la divinidad». Para Dan te es el punto de partida de su viaje la «sel-
do, y se sabe también incluso cómo ha empezado su consagració n de va oscura», su objetivo se define:
los misterios de Eleusis; así, y con ello Platón no va a ser tergiversa-
do, uno debe preguntar: ¿es Platón un místico? La pregunta tiene que «Ficcar 10 viso per la luce eternas"
esta r autoriz ada cuando se con oce que en toda mística el alma huma-
na llena un afán intem poral; sin embargo las for mas histór icas que y para su reunión con la má s excelsa realidad encuentr a estas palabras:
adopt a esa etern idad, al menos en la mística cristiana , la islámica y
la cabalística, han recibido su estructura de pensamiento en su part e
esencia l de P lotin o y, en consecuencia, no sin Platón 9 . • «Fijar 10 visto por la luz eterna». (¡V. del T.)
86 PLATON A RRHETDN 87

«Ció cb'lo d ico e un semplice lume»>. mtnació n «llega n en la regla como una corrie nte r ápida y aguda a ntes
de que se pueda reunir su pen samiento», así describe Sa nta Te resa
Como el camino d ialéctico d e Pla tón , empieza el ca mino místico U I exper iencia . «En Dio stando r ápido », as í ca nta Tomás de Ce lano
co n la disolución y vuelta , ruptura liberado ra de las ligaduras del mun- 111 suya. Según Samkara el percatarse del propio ser Brahma sucede
do sensible. vuelta del alma a dios. Tampoco aquí llega a ser visto ruu un go lpe , cua ndo se percib e la gra n palabra «Tat tva m as¡» ; y
en realidad históricamente el movimiento sino el sistema espirit ual de ' t\lo pa ra quien esa experien cia no le es enviada el correcto camino
Pla tón en el que fue con ceptuaí lzedo . Segú n su ejemplo. los neopla- f \ pensa r repetidamente el texto del Veda. El sufí se sabe sepa rado
tónicos. que ven el destino del alma como salir de la divinid ad ('iI"eóo- de rodas las cosas ter renas , pa ra asenta rse en aq uella sustancia en la
Óot) y tendencia a ella «í voóos). han puesto la vuelta (f r !OTQor,Mj) en. tille le entra la más excelsa revelación como un relám pago bri llante 17.
t re esos dos movimientos. Agustín la ha refundido co n elllamamíen- { ' 0I1l0 algo humanamente co rr iente, muy a pesar de t od o , es lo que
to de la nueva doct rina de «Ca mbiad vuestro sentido», y co n aq uella enseña un relato de visión exrática de nue stro s días: «Me encon t ré allí
vuelta (fJrWTeO<p~) que significa , en el N ue vo Testamento, la conver- de repente, sin indicios previos. envuelto e n una nube de fuego» 11.
sió n de los gentiles al verdadero dios, y la ha fund am entado como Existe ra ra vez la mística sin el pr imado del amor de Dio s. Se usa
«conversío- en el ser-ahí y el pensamiento occídc ntal v . Pero la aven- sólo para pensar, en el comienzo en las Confesiones d e San Agu stín
t ura es general y no ha y vida mística algun a en cuyo comienzo no se y en las últimas palabras del «Paradiso» de Dante, o para oír en las
co nceda aq uel cambio rad ical. Con frecuencia será prese ntado como conversaciones de amor de Susa, Ta uler y Mecht hild I ~ . Místico es
un acto repen tino «como un relámpago que brilla en la oscuridad de uuubién, en Spinoza , el a mor intelectual del espíri t u a Dios, que fi -
la noche, así parece que el pensa miento de los hom bres, por medio lialmente es a mo r de Dios a los hombres y amor de Dios a sí mis-
de la gracia de Bud a , se vuelve en el "Nu" hacia el bien» " . 1Il0 lll • Una mirada sobre el mundo occidental pasa luego al sufí ebrio
El camin o pla tón ico está acompa ñado de esfuerzo s. Así ta mbién de a mo r que , en el (doble escr ito secret o» de su canción de a mo r,
el ca mino de los místicos; pue den mort ificar su cue rpo, luchar su yo media nte la alegor ía del ruiseñor y la rosa. la ma riposa y la vela, es-
cont ra el inte rio r, o sufrir por un resb alón ot ra vez e n las proximida- conde y pregona la sit uació n del a lma hacia la mas alta rea lidad . Y
des de l di os. Los torme ntos que Heinrich de Susa ap lica a su po bre la India tiene el amor a Dios de Bha kti, cantor e brio . que celebra a
cuerpo se co rrespo nd en en con junto con los gra ndes horrores del a rte M I d ios como el «emba ucador, el ladrón, el gran seducto r». «El ha
gótico en las imágenes. Pe ro los sufrimie ntos del alma son más fuer - llegad o co mo un mago y ha penetr ado en mi co razó n y en mi vi-
tes y la luc ha co n los sufrimie ntos , que es el medio para la ilumina- da» 21. En el B ñagavad-Gua. sin em ba rgo, suena:
ción, será descrito po r el persa A l Gh azzal¡ con palabras mu y pa reci- El más excelso espíritu se alcanza a través del amo r que no busca
d as a las Que utili za el silesio Jakob Bóhme ", En la Ind ia se ap ren -
día en libros desde mileni os el yoga como un a técnica y era practica- otra cosa.
A tr avés del amor él me conoce en verdad quién y có mo soy».
do casi escola rmente. En lo mas fuerte agarra el tormento , en donde
él es ma r, suave. «Mon Dieu, me qui uerez-voust a- », consigna por es- El más excelso bien, al que Amor condu ce al b uscado r, es, según
crito Pascal cua ndo la iluminación comienza a sac udirlo. El «exilium Pla tó n, «no la misma esencia, sino incluso más allá de la esencia».
cordis», la noche oscura del alma , la sequía espi rit ual so n pena s que y esa pa radoja en la utilización de lo inutilizable es, a su vez, una
pertenecen a la enseña nza míst ica. Si ade más la metod ología míst ica tra yecto ria que pa sa a tra vés de toda míst ica . Lo s neo plat ó nicos no
se cuida de diferencia r el su frimiento del ca mino y el suf rimiento en pueden tra ba jar lo sufície nte con eso co mo para a pa rtar al excelso
la meta, de esta ma nera con elJo pa rece apenas enco ntrada la esenci a; Uno de aquella predicción; a veces, sin embargo , repi te n y defo rman
pues, en efecto, el cam ino es sin fin y detr ás de la meta siempre hay el platónico «más allá ) 22, a veces, en un so plo, amon ton an en lo
un nuevo camino , y a su vez ta mbié n siempre fat igoso . Uno las expresiones opuestas. (Nada es eso del ser y todo; nada, por-
Tras muchos esfuerzos en el camino, llega el alma «de rep ente» que el ser es po sterior; todo, porque es a partir de él». Esa frase de
a la meta prevista . Así P lat ón . Y tam bién esa ense ñanza vuelve de Plotino (Vl ,7,32) per man ece a m bigua para cualquiera . El cristiano
muchas ma neras. «L uego, se debe creer qu e se ha co ntemplado si el neop latónico Dioni sia el Areopagita, que se esfuerza en «expr esar la
alma capta de repente la luz», dice P lotino (V, 3, 17) 16 . Éxtasis e Hu- multiplicidad de nomb res de la divinidad im pronunciable e ínascqul-
ble», lo ha formulado ya en la Icaria : «En la divi nidad se debe to ma r
• «Aq uello que d igo es una simple luz». (N. del T.) y afi rma r lodo ser - pues ella es la ca usa de lodos- y no negar todo
.. «¡ Dios mio! ¿Me vais a abandona r?» (N . del T. ) ser e n pa rtic ular, pu es ella está sobre todo. Y no se p uede creer que
88 PL ATON ARR UETON 89

la negación cont rap uesta a la afirmación, po r más que est é ella mis- res, sin embargo , se vuelve incluso más sensible que el ca mino dcl co-
ma sobre la negación , esté sobre tod o Quita r y po nen) 1). Esa teolo- nocim lento. En verdad la «G nos ls». tal co mo predomi na en los escri-
gía apofá ntica suena más tarde en aquello del maestro Bckart «Das tos Hermét icos, se sirve de remiendos platónicos pa ra el traje torn a-
¡S.l sin nature, daz el ane natu re sil) / Lo que es p ura naturaleza, es sola do en el que encierr a su éxtasis. ¡Sin emba rgo no se tol era a nda r
Sin naturaíeza/ , en la fra se de Scoto Erigen a «Deus pr ópter excetlen- dando vueltas ! Ya las invitaciones a «h acerse igua l a Dios) , «llega r
tiam no n immer ito nihil vocatur»>, en la « No esencia) de Susa en 11 ser ete rn idad» (a l w l' ')'EI'oti) , «to ma rse a sí mism o por inmorta l y
la de Ange lo Silesio « Dios es una pura nada» -y de la misma ma ne- 1)(11' ca pa z de conocer todo: tod o arte, tod a ciencia, tod a clase de esen -
ra también en los no mbres que la Kaba la tiene pa ra lo ilimitado ~~. da vital, estar en tod as partes yen tod o , co nocer todo de inmed ial o,
Pero , fuera de esa línea de pro pagación, ta mbié n entre los indi os se tiempos, luga res, cosas, cualidades y ca ntidades ) tod a esta lista mues-
e~ cue n t ra n asom ?rosas semeja nzas y ademá s lo do un desarrollo pro - Ha, como aqu ¡ se ha explicado, un espíritu completamente nuevo > .
pro. En los Upamshad a parecen cont ra puestas las mism as pa radojas. Lo que quedará especialmente claro si se da la vuelta enseguida a lo
« Lo uno se mueve y no se mueve, está cerca y está lej os, está dent ro que señala , sin ca mbia r nada en cl funda mento, y pa sa a l luga r del
y fue.ra de toda s las cosas) . Hay la misma ab unda ncia de negaciones : conoci mie nto de todo el silencio de lod o co noci miento. Es sólo una
1(Lo I ~ p er ecc? er~ no esgrueso ni. delgad o, ni corto ni lar go, sin sa- clara voz, pero no aislada, la que suena en Filón: la luz divina va so-
bor ni olor, sin oj os y sin o ído , Sin voz y entendimiento sin fuerza brc el homb re, si el ente ndimiento huma no se ha hundido , y la oscu-
vita l ni aliento, sin boca y sin medida , sin in terio r y sin exte rior-. No ridad , en prim er lugar, le pr odu ce éxtasis y locura llena de dios 27 .
co nsume nada ni es consumido por nada» . Y es definiti vo aquel «no, Nada puede habe r más aleja do de Platón que tal sup er emb ar azo ex-
no» qu e para muchos de los viejos sa bios in dios dibuj a en la forma tñrico , que se sirve tan a gusto de fór m ulas platón ica s y sin embargo
más aut ént ica la esencia de Brahma 25. se llena en oposición a la fuerza soberana del hom bre . Y un paso más,
I.:a ~st ru~t ura d e la co ncien:ia mística, y a nte todo d el pensa mien- asi ha llegad o la vida míst ica a un a co acción mágica . Las mortifica-
to r~lI st l co , tiene la ma yor semeja nza con la estructu ra de la visión pla- cioncs del místico cristiano realizan as¡ co rrecta mente, en primer lu-
t ónica de l mund o . La acci ón hist órica de Pl at ón ha co nt ribuido ta nto gnr, la dan za salvaje del de rviche y la inacab a ble repet ici ón del nom -
a m uchos sistemas místicos como a generales as piracio nes de desa- bre del tod o en el Isla m, la regulación de la respiración en los indi os,
rrollo. apo yadas e n la búsqueda de orígenes del a lma human a , Pero la mirad a fija en la base de la nari z de los magos de la síla ba «o m».
ya es hora de decir que, con todo, Platón no es un místico, y de de- A travé s de un ancho m undo , el contenido del pen sam iento y la ense-
mostrar en qué se di fe rencia él, por su parte de un míst ico verdadero ñanza del pensam iento fuert eme nte científico de Pla tó n se encuent ra
y determinado . ' segregado po r tales rito s. No sólo es que él se ha bía mantenido lejos
Lo mas excelso de Plat ón no se coloca a ntes del mu ndo , ni ca nce- de tod a magia, incluso desde la mística debía apa recer él como un com-
la el ser , más bien se ma ntiene inmedia ta mente en la fila del ser, sólo pleto racionalista . En verdad no se encuent ra en él aq uella sepa ración
tan elevado sobre tod os los demás qu e la pa radoja puede toma rlo por entre sent ido y pensam iento, entre co razó n y espí ritu, por la qu e úni-
más allá del ser pero incluso más allá del Ser. A él se llega , no a t ravés cemente se justifi ca n tales a preciaciones . Par a él ningú n dios ha he-
de un solita rio hundi miento, salt o vio lento o caída en la osc ur idad dIO la sa bid uría de este mu ndo por una ton tería . Sería incon cebible
sino por el ca mino que se aseg ura en el conocimícnto del ser. Sin doc - en él la cont radicción de la lla mada tan con movedo ra de Pascal q ue
trina de los núme ros, geo metrí a, astrono mía y teo ría musical sin una dice : «Dieu d'Abra ha m, Dleu d 'lsaac, Oieu de Jaco b, non des ph i10-
estrecha y filosófica dia léctica, no se pue de aprox ima r nadi e a aq ue- sopbes el des sa va nts!»» . En Platón locura de dios y matem áticas guían
lla meta , a un que a nte la visión de la meta la pal ab ra ya no bast a. La hacia a rriba el ca mino , a través de la geometría llega el ho mbre a dios.
mística se ma ntiene allí mismo , por la ot ra pa rte, en donde se encuen- Así este mundo es algo incl uso en su más a mplia int ensidad ,
tra bas t~n t e llena del.conocim iento , en la zona teológica; y se queda E igua l que toda zo na espirit ua l Platón contempla así todas las
fuera, siempre consciente de que el ob jeto de su búsq ueda . no va a fuerzas hum anas, amor del sentido, pensam iento agudo , la má s ex-
ser encontrado po r rncdio de la «ratio» sino a través de un descender celsa elevación . Para los mí sticos, los sentidos son lo que merece an u-
«al fundame nto de lo que es sin fu ndamento». La may oría de las ve- lació n, de man era mu y par ecid a al mundo de los cristianos, dcll slam

• « Dios, po r su elevada d ignidad, no inr nerecida meme es lla mado "nada"». • «¡Dios de Abraha m , Dios de l ~aac , Dios de Ja cob y no el de los filósofos y el
(N. del T.) de los sabios !». (N. de{ T. )
90 PL ATON A RRH ETO N 91

y de la India. Y sólo en intrigas, llevadas por alas de alta s canciones listo es por completo d iferente, sin embargo, de la divinidad sin sabi-
o por la poesía de los suñes , avanza la sensualid ad de nu evo , defor- du ría de Bckart , del mar sin co lor de toda d ivinidad, como dice poé-
mada las más de las veces, a la vida mística. Seguro que ha y ta mb ién ricamente Angel Silesíus, o del to do completo sin forma como Brah-
en Pla tón to nos enem igos de los sentid os. Vivir es a pren der a morir, ma en los Upaníshads. No se podría mos trar con fac ilidad la difer en -
cada deseo y de sga na cose com o una aguja el a lma al cuer po ; por ello cia . En el cam ino se deb e ap reciar lo que se co nsidera a q uí y allf alma
el al ma qu e quiera filosofar de verdad tiene qu e librarse del cuerpo : y las formas sobre las que ella consigue «como las co rr ientes que flu-
así suena esto en el Fedón. Pero en El Banquete y en el Fedro suena yen allí en el mar y pierden nombres y for mas, a sí la manera de nom-
de ma nera mu y d istin ta y, si hay igualment e fuertes lucha s co n el ca- bres y formas habría perdido y entra en la "purusa" celeste , qu e es
ba llo de salvajes a petencias del alm a , sin embargo tampoco está la más a lto qu e el altísimo» , as í en un Upanisnad ". «¡Oh, d éjame ser
temeros a opción entre felicidad sensible y pa z del alma . El amor de nunc a; pu es ser-nunc a se pregona en el ó rgano: no so tros vol vemos
los senti dos y el amor de dios no se encue nt ran en frent ad os co mo ene- al hogar en él!», así en Dschel-Alledin JI . Y el ma estro Eckart: «To-
migos, sino qu e el am or por un cue rpo herm oso es un grado neccsa - da nuestra perfección y toda nuestra felicidad radica en eso que el hom-
rio para el ascenso hasta el más excelso ser. Se podría añadir también hre, a través y por encima de toda condición y de t oda temporalidad
que P latón ha deja do permanecer en el exterior el contraste entre el y de toda esenciali dad , pase má s a llá y vaya al fundam en to q ue es
Fedón y los diálog os del amor , de forma que se podría ver la fisura sin fundamento » J2. La totalidad de fo rmas eur opeas y la herencia es-
ya ind icada como un ligero sa lto, que más tarde pasa a través del mu n- pirit ual griega ha n protegido sin duda a la Huma nidad occide nta l co n
d o , y q ue circun scri be , en cu rva s q ue oscilan ampliame nte , todas las frecuencia de m ezcla rlo todo, com o el hombre del Este lo ve. Pa ra
fuer zas human a s. los místicos cristianos se to ma a veces eso que mantiene su esencia
El a lma mística está solitaria . «Flujo del Uno al Un o », así consi- en otra fo rma 11. Pero dejar de ser, separa ció n y deshacerse es asimis-
dera Pl ot ino (1,6,7. VI,9,11) el camino del alma a Dios, como ya los lila en Bckan y en la mayoría de los místicos cam ino del a lma hacia
neopitagórico s había n hablado de la com un idad del uno con el su met a, el desca nso exte rno en Dios es la cu lmina ción pa ra el ho m-
uno 19. P ero lo mism o se da en t oda s partes. En el maes tro Ecka rt es bre . Así el místico sólo conoce un movimiento: fuera del aquí y aho-
la separación 10 mejor de tod o , «Ella deja conoce r a Dio s, lo unifica ra, en el que se colm a por completo el hombre clásico. y si Platón,
con la criat ur a y la reúne co n Dio s». Y así ya la Mística con oce gra n- visto históricamente, a tr avés de su movimiento a la «e pekeina», in-
des guías espirituales ; así en parti cular en el Islam y en la India, pero tro d uce aquel flujo de aquí y en él ha y que bu sca r el punto de partida
también algo en los monjes griegos qu e, co mo medio para la santi- de una gran especulación mís tica, per te nece sin duda mucho má s al
dad , habían seguido en noviciado co n un sabio, qui en de be hab er pen- lipa clásico , de fo rma que finalmente no debería llegar a ser visto en -
sado probablemente el propi o acto de «u nío » según Plotino lo descri- Frentado a toda mística. El objetivo a que él llega aquí podrá hacerse
be " . Per o P lotino no es a hí un platónico. Según Platón, se cnclen- claro al final, en donde co mpa ramos los eleva dos vérti ces platónicos
de «t ra s un a larga vida en co mún y afanes conjuntos po r la s cosas, y la especulació n de Plotino, a sí como a nteri or mente hem os me did o
co mo por una chispa q ue salta, el fuego en el a lma», y si tam bién se clara ment e el Ero s platónico en el de P lotino.
h ubiese a trevido a querer expresar algo ad emás de como el alma llega El que siguiera las instrucciones del camino de Diotima «toca en
a la «epe keina e", un o no pu ede así , sin la comunidad de investigado- la meta » (aXfÓOI' al' 7t &'1l"70¡ TO TOV T¿>"OV j 211 B), el que recibe el ar-
res enamorados, llegar a su bir el camino dialéct ico. q uetipo de lo bello en la vista ( x a Tól/-fT CH 210 E). El discur so es siem-
El cam ino dia léctico co ndu ce al reino de las formas puras o sabi- pre nuevamente de ver y de cont emplar . Aq uel ar q uet ipo de lo bello
d uría y más a rriba de él, a lo q ue est á más allá de toda esencia . Si (211 C) sería cons iderado un objeto de doct rina (¡uxlh¡Jia). Para q uien
as í lla ma a «el bien» , se encu entra así exp resados po r igual en él toda co ntem pla lo bello, es digna de aprecio la vida (21 1 D) . Y luego deb e
belleza fo rma l, orden rea liza do ; per fección creadora. Aú n se debe pa- «pro d ucir verdade ra virtud, a cercarse y llega r a ser ama d o de dios co n
sar so bre la s más a ltas fo rm as para llegar hasta él. Como lo más ex- ellas y, en la medida en que es human am ent e posible, ser inmor ta l»
celso en el re ino de la sabiduría, sólo com o tal, se ha lla so br e todo (212 A). En el Fedro se ven los dioses, lo perfecto , los arquetipos,
esenci a. Es un a forma tan alta qu e, por ello, está sob re toda forma. en un espa cio no sen sible; las almas humanas quieren llegar a él y re-
cibir con esfuerzo en su vista la s esencias. Ese aspecto es el sust ent o
de lo mejor en el a lma (~ 1l"eo a~xo u aa "pvxih TW¡ &Q ¡aTW¡ I'OjlJÍ 24 8
• El tér mino «cpckcína» es el uso abstracto del demos trativo que literalmente equivale B) Y por medio de ello crece el plumaje del a lma . Si ella recib e en su
a la expresión «mas allá». (N. del T.) rostro algo de lo verdadero, eso deci de so br e su destino (249 B). El
92 PLATO N AR RIIf:TON 93

filóso fo se mantiene siempre por fuerza junto a aquellos recuerdos. dad del ob servado r, en un sustancia en la que, sin quererlo, se con sa-
El sabe (l~(aTó:~ltJ'oI ) de las co ndiciones humanas Y. como así está en- ara la irradiación, po r si deja de tomarse y transfo rma rse. «Tanto ticm-
tre lo di vino , trata de la ca ntidad como locura del sent ido y no sabe (lO como él lo vea co mo un otro , tod avía no está en lo bello, pero
que está en un éxtas is a~o vouí túl" 249 O) . \ i él mismo llega a ser para ello , entonces él está sobre todo en lo be-
En todas partes se sostiene fuert emente un cara a cara de al ma lto». Una vez que se ha visto la «energía » de esa «kcnosíso" , se vuel-
y arquetipo. También el entusiasmo y la divina locura no correspon- ve de nue vo a Platón, en donde el yo y el ello se mantienen en estre -
den a ningun a introducció n del alma en algo muy distinto O a la in- cho en frentamiento.
tr oducción de ese otro en el alma . sino a un alejamiento de 10 que Lo qu e Plotino ha vivido con lo «be llo» se repite en mayor grado
los hombres loman como serios condicionamientos (&ve" W"I" l JlU cu n lo « bueno o el uno» (VI,9). El no puede co nfo rmarse con dec ir
a"'ollóáa~aro / condicionamíemos humanos/) . Para Plo tino. sin em- siempre, una y otra vez, que el alma va a un algo sin forma (d i
ba rgo , experiencias comp leta mente dis tintas se mant ienen en el mis- .r¡'f iÓt oJl, ca p. 3), que aquel sin forma es asimismo sin la form a llena
mo lugar de la interdependencia sistemát ica. En su pasaj e sobre lo del puro pensamie nto (ó:/LOe lpOJl Ót JHt t JlO J(Qi ¡LOQ.¡rih 1'0 '1n1 ¡ , ca p. 3),
bello inteligible repi te la imagen del Fedro del tr ayecto al dios y del ¡IIJC aq uello sea sin forma como anterior a toda forma (¿ " fiÓf O" Tea
alma a la mirada de las formas eternas. Pero ya aquí se pierde el es- '¡'ÓOu¡ &lI'{l I'TOÜ. Así necesitaba, pu es, el homb re también una pecu-
tre cho contraste entre la imagen contemplada y el contemplador liar man era para alcanzar ese alt ísimo. «No a través del conoci mien-
(V,8, lO). «Pues todo despid e brillo y llena a los llegados allí, de for- to, ni a t ravés del puro pensar, esto sería alcanzado, como las dem ás
ma que lleguen a ser ellos bellos, así como a los hombres, cuando lle- entidades inteligibles, sino en una oposición q ue está más allá de lodo
gan arriba al lugar más excelso , llegan a estar colmados por el color conocimiento» . Y para ello debe ser también el alm a de configura -
amar illo br illan te qu e tie ne allí la tierra y se hac en igua les al suelo en ctón particular, pariente de lo qu e ella quie re alcanzar, por lo ta nto
el qu e se encuentran». Lo que despide rayos y fuer zas se sintió con ct!a misma sin forma y figura . «Co mo se d irá de la ma teria q ue ella
may or int ensidad . La act ividad del conte mplador se trastoca, se lle- tiene que libra rse de toda co nfiguració n co ncreta, si t iene que so po r-
na rá de aqu ella fuerza qu e irradia de allí. Más, la to ma en sí, estaría la r la impresión po r med io de toda s las cosas, así, y má s a mpliamen-
«enseguida borracho y comp leta mente lleno de néctar» . Lo co ntr ario te, ha de ser el alma sin figura, si es qu e no tiene que haber co n ella
tiene qu e ser oído . «P ues no es más el uno fuera y el ot ro fuera . Sino nada sensible, que sea em barazo so pa ra llega r a ser colmada e ilumí-
que quien ve con ag udeza tiene lo visto en él y, como lo tiene, no sa be nada po r medi o de la más excelsa ent idad» . Y si ella ha alcanzado
má s que él lo tiene y mira hacia sí como hacia el Uno que está a fue- (" 3 meta , «entonces ve aq uello y enseguida a sí misma según la ley:
ra». «Tod o lo que cualq uiera ve, med ian te algo se nsible, lo ve afue- ¡l s¡ misma transparente, llena de luz inteligible. mucho más pu ra luz
ra . Pero eso se debe luego t ransmitir a sí mismo y ver como uno , co- cltn misma , sin gravidez, ligera , con vertida en d ios o má s bien sién-
mo si mismo , igual que si alguien, conmovido por un dio s, po r Febo dolo» . Tan pronto como el alma ha llegado a ser sin figura como lo
o una de las Musas, realizase en sí mismo la observación del dios; de uno, ento nces siente po r completo lo que no deb e considerarse co n-
esta man era él tend ría fuerzas pa ra ver en sí al dios». Pero todavía tcmplaci ón sino un ión (Wj &1' p.i¡ lwecr.p.i Jlo v ¿>..>... v"wp.iJlov cap . 11).
se buscará un a nueva expresión pa ra dec ir con mayor claridad este No se podría ha blar de quien ve y lo visto sino de qu e a mbos son uno
sentimiento de la unidad del contem plador y de lo contemplado. «Pero colo. «P ues ni ve el observa do r ni difere ncia, tampoco se representa
si alguno de nosotros, (despu és) de ob serva r 10 q ue hay fuera de sí dos entidades, sino él llegaría a ser un ot ro y no él mismo y no está
mismo , recibiera en la vista algo visible, conmov ido por un dios, se illli como do minio propio, como propiedad de aquel otro ha llegado
recibiría a sí mismo en la vista y miraría la más hermo sead a ima gen ¡, ser uno , un id ad de inmed iato, mitad co n mita d». " , Y el t rayecto
de .sí mismo. P ero luego se dejaría llevar por la imagen , tan hermo sa II lJ se llama «co ntemplación sino ot ro modo de ver, éxtasi s y simplíñ-
es, y llegaría a uno consigo mismo y ya no estaría dividido, sería uno ración , aba ndono de sí, an sia de tocar, paralización y sensació n de
y todo con aqu el dio s que, sin ruido, se encuen tra presente y él está nuión . ' \
con él t anto tiempo como le guste y quiera». En giros nuevos cada Cuando Ploti no tom a como «el bien» a este elevado Uno, sigue
vez se expresará el llegar a ser uno , recogiendo al contra rio. «Ha su- u Platón, se realiza como su exégeta (VI,8). y lo «epck cin a» de ese
bido corriendo a lo in terior de tod o y, en donde queda atrás la sensa -
ció n por temor a ser algo d istinto , es allí uno». (Se deb e uno diri gir • «Keuosis » es el sustantiv e verba l co rres p ondiente al verbo «vaci a r»; pod rla mo s
a lo interior y en el luga r de ver uno no llegar ya a un a ob servación nuducirjo po r " privación» y rererír to a l a cto media nte el cual el alma pierd e su indivi-
del uno distinta del o bserva do r». Eso se ha convert ido , por la act ivi- dualidad y se co n funde co n la d iv inida d en un todo único. (N. del r .)
94 PLATON

eleva dísimo bien, que el Sócrates de Lo República ha ex presa do, siem-


pre resuena en Plot ino : «No quiere deci r " más allá de todo ser" ése
determinado; pues no lo establece. y no expresa tampoco ningún nomo
bre de é l sino se reduce só lo a qu e aquello no es eso». Pero claramen. CA P ITU LO IV
te no es men or la diferencia frent e a Platón . La vieja forma se ha como
penetr ado con una vida comp leta mente dist int a. Qu e lo altísimo fue- ACADEM IA
se sin forma ni figura, que el alma tuv iera que llega r a ser sin forma
ni figu ra para alca nzar a aquél, de eso no ha y nad a en Plat ón . Permi- 11-:1sentido de lo fundación /
le a Sócrat es calla rse sobre todo de eso. P ero a él le hubie ra n pareci-
do esas palabras seg ura me nte minimizació n y se llegar ía, en su senti- No e ra P lat ón m uy libre sobre si quería «Forma r escuela» o no .
do de pa radoj as, a la subida que él esta blece en el «más allá de tod o SI.' hab la enco nt rado en Sócrates un a fuerza pa ra la que pensar y en -
sen>, am pliándo la a un «incluso más allá de toda fo rma y figura». , r nar era una sola vida indivisible. hast a tal punto que no se puede
y no le ha llegado el pensa miento para de ja r perd erse el alma en algo hablar a gusto de una filosofía socr á tica que sea sepa rable de su ense-
sin figura, podría no llegar nunca el habit ante de un mundo lleno de nar. Platón es, de una manera completa mente distinta, un pensador
figuras. Así finalmen te tampoco conoce la unión extá tica del alma con teórico como su mae stro ; y, en luga r de mom entos de p ro fundo hun-
lo altísimo . Seguramente él se calla sobre todo de eso y Plot ino po- dimiento . que en la vida del Sócrates plat ón ico qu edan como algo ra-
drla inte rpretar en el sentido suyo este silencio. P ero , co mo pa ra P la- I ns veces explica ble, debe ha ber ha bido en Platón mismo la rgas tem -
tón es impe nsa ble qu e alguien no se moldease copia ndo la imagen se- porndas de pensar , in vestiga r, observar y escri bir, todo a la vez. Pero
gún la que está conjuntado, enamorad o y ma ra villado, y como ta m- hasta tal pu nto es fuer te el impulso socrático . básico en él. que pue~e
bién la visión «de lo or denad o que se mantien e siempre de la mism a 'l" visto filoso fando y enseñando s610 como dos ext remos de la mis-
man era» por necesidad debe el alma hacer pa recida a lo ob servado , lila fuerza qu e irr adia de un solo medio . Así que, si es correc to q ue
a la idea (La Rep ública 500 C), incluso debe ser visto lo mism o sólo In voluntad era ir a renova r la susta ncia de la ciuda d, ¿cómo lo po -
en un alto grado de espiritualización cua ndo ella está pró xima a lo tiria hacer co n los demás más que por medio de la ense ña nza? Así
que está más a llá del ser. « Llega r a ser Dios», es el a fá n de Plotino: dcju que Sóc ra tes - prototipo e imagen a la ve;z- diga en el Menón
« No se tra ta de esta r fue ra de defectos, sino de ser Dlos» (1,2,6). En (100 A) qu e sólo quien fuera un hombre per fecto de verdad podría
Platón se de nom ina el objet ivo llega r a ser de for ma de dios, a mado convenir a algún otro en hombre politico ; yen un fa moso pa saj e del
de dios , ser parecid o a dios, en la medida de la s pos ibilida des 1<1. Y (Inrg ías (521 D) se toma a sí mismo co mo la más alta paradoj a del
no se trata de pura diferencia de pa labras, sino qu e aqul se cambian uutco que pone sus ma nos en el verdadero ofici o del Est ad o y el úni-
el ca mino dialéct ico de Pla tón y la «scala myst ica» de Plotino, que , ro, entre los ho mbres de su epoca. que se preocup a de los asuntos
pa ra equivoca ción de aquellos que se fían de los no mbres. se diferen- rle la ciuda d. Eso dice el propio Sócrates. que en la Apología partici-
cia n por comp leto entre sí. Plotino dice so bre el objetiv o má s cosas pn su alejamiento del Estado co n la dem ostración de que «necesa ria-
qu e a partir de Plat ón . Pero se debe sa ber que aqul no habla en nom- mente qu ien qu isiera lucha r en la rea lidad por lo justo. si ta mbién.
bre de Pla tón. El ca mino de Plató n cond uce a lo secret o por medi o aunque fuera por corto t iempo , quisiera perma necer con vida, debe-
del reino de las fo rmas eternas. ¡Cu án llena debe esta r el alma con rfa ser un hom bre pa rt icula r y no una perso na pública » (32 A ). De
las figuras en las que ella ha contem plado los a rquet ipos iguales a esen- \'\Ia mane ra se ha co nvertido aqu í e n enseñanza el asunto prop ia men-
cia s, q ue conserva frente a ella ! Y así es el camino a lo «a rrhet on»; le político .
ta mpoco se tr ata de aq uel Altísimo alc an zable por ejercicio pro pio. Lo que ha debid o ser pa ra Sócra tes es pa ra P latón un fundame n-
Sino inclus o debe permanecer el alma frente a él en una ma nera llena 10 ta nto debido como quer ido . Sócra tes entra en conversación pasean -
de mi sterio. no hun dirse en la co rr iente 11. Con ello podrla , por me- do con cualquiera y le instruye, por medio de su conv ersación cxa mi-
dio de la compa ración fre nte a Plotino , llega r a hace rse cla ro lo ca- uudor a, en to do lo que qui era deja rse inst ruir. Si se relac iona con él
racterístico de P latón; así seria medible lo qu e quiere expresar en lo 1111 círculo más rest rin gid o de jóvenes de los mejores, sucede así, se
que él mismo ha debido calla r. podría pensar. como por una ley natural. Plató n vincula su fu nda-
rh'm a un solo lugar. se preoc upa de su existencia externa, deter mina
IIn sa ntua rio de las Musas pa ra su sagrado medio . Exc avaciones de
lo~ últimos diez a ños en el recinto de la Academia ha n sacado a la
96 Pl ATON ACADEMIA 97

luz los pó rt icos que se debían esperar y una inesperada inscripción IU sentido de la Academia desde los Diálogosl
todavía del siglo V. por lo tant o más antigua que la fundación plato-
níca, con nombres que se repit en en el entorn o de Sócrates y en la ¿Pero so n, pues, los diálogos una cop ia de la vida en la Acade-
familia de Plat ón l. A la pregunta de ¿q ué era la Academia de Pla- mia? Ellos no lo pretenden ser, ya que inte rpreta n efect ivamente el
tó n? sin duda no se puede responde r med iante exca vacio nes. mundo socrát ico . So bre tod o , por el choque entre Sóc ra tes y fuerzas
Una escuela semejante exige, como tam bi én los primeros adeptos enemigas de aq uello que allí es mo strado , a penas podí a haber sido
pod ría n haber sido reu nidos así, la co nsciente elecció n de a lumnos ca- liado en ellos para la escuela un mod elo inalt erable. Y por ot ra pa rte
paces. Eso co nfirma la Séptima Carla. en la que Plató n ha bla de su 110 hay que pensar que la escritura de Platón pod ía ha ber existido sin
prop ia perso na y ta mbién de la Academi a. El. primero , gradúa el ca- relación fun cion al co n su doctrina - en el triple sent ido de que sus
mino del co nocimiento hacia arriba. a las «formas etern as) y luego diálogos aq uí transmiten rayos de la Academia, allí envían rayos a
lleva má s lejos (343 E): «La conducción sobre tod os esos grados, pa- 101 vida de la Academia y, finalmente, q ue la Academi a era el espa cio
sean do a rriba y aba jo de todos ellos co n esfuerzo , saca un conoci- 1.'11 el que sus escritos deberían ser «p uestos en pú blico» y conserva-
miento de lo que está bien pr oducido (o bjeto) en quienes están bien do!\ J .
pr odu cidos (suj eto), En cambio , si est uvieran mal dispuestos-como Cuando, sob re esas cuestion es genera les, se ha intentado efectiva-
en la mayorla se encuent ra ma l prod ucida la disposición del al ma pa- mente ava nza r a lo concreto, se han establecido imágenes fan tásticas
ra aprender y para lo que llaman carácter, que una s veces se ha dis- pur co mpleto diferentes. Para el q ue se inspiraba en El Banquete, se-
puesto así y otras veces está corrompido- ni Linceo mismo podría ría la Academi a una espec ie de reuni ón festiva en la que predom ina-
ha cer a tales person as que viesen. En una pa labra : qu ien no tuviera ha la locura divina y en donde se enton ab an himnos a Er os o se discu-
afinidad co n el objete, no podría proporcio nársela ni la facilidad de lía la esencia del amor. Así lo ha n pensad o , con la intención de reme-
aprend izaj e ni la memoria. Pu es en dispos iciones aj enas no rad ica un morarto , los flor entinos. Si se echase un a ojeada atenta al Fed án, se
principio; de tal manera q ue cuan tos no esté n ind inados y sean a fines llega ría a una secta de liberadores q ue se suma ba a la im agen de los
co n las cosas justas )' las demás qu e son bellas, a unq ue, en cambio, buscadores de salvación. Hay profesores alemanes qu e corren el ries-
fuesen buenos co nocedo res de ot ras y al mismo tiempo las reco rda- go de confund irse con un semina rio universita rio, y el que pertenece
sen, y cua ntos sean a fines pero n o ca pac itado s y sin memo ria, ningu- l\ una asoc iación de enseñanza ve sin querer en ella a la ciencia orga-
no de estos a prenderá jam ás la verdad de la virt ud ni la ma ldad en uizuda actualmente en Aca dem ias. Mu y dist into , a su vez, fue lo q ue
lo posible». Fácil ca pacidad de comprensió n y at enci ón ag uda , co n \ IKOOió en los denodados inte ntos del último siglo pa ra desentrañar
un a incli naci ón a la vez a la «virtud», fuera de «placer y de ot ras lu- \ 11 esencia, tan buenos como pa ra una escuela de matemáticas co n un
j urias»: eso es tam bién lo que Pla tó n, en otro pasaj e de la misma car- Platón, en ella o ju nto a ella, q ue escribe diálogo s filosóficos. Una
ta P~? A Y s.), elogia del joven Dión , por la época del primer viaje volu cosa ha cen cierta todas esas imágenes cont rapuestas: que nun ca
a Sícilia , un poco a ntes ta mbién de la fundac ión de la Acad emia. Exi- \ 1.'coge la totalidad, si se per mite q ue se co nvierta en abso luto un con-
gencias espirituales y de cost umbres, exacta men te po r igual, determi- tenid o parcial; y otra: que se debe diferenciar, con más clari dad de
nan , en la utop ía de la ci udad, la elección de los ca pacitados par a el lo que co mú nmente sucede, entr e la Acad emia como institución y la
o ficio de filóso fos-dirigentes: «Pr imero hay que con ocer su natu ralc- Academia como espac io espiritual, que en la primera está mucho me-
za» (485 A) 2, ¿Y c ómo deben ser pr eparados ellos? Por buena me- nos pues to que en la segunda, y q ue no sotros, por suerte, po demos
mori a y ap licació n, elevac ión de sentimientos, simetría y buena dis- saber más de ése que de aq uélla 4 .
posición (ri'}H Te O ~ x a L f tiXa e ¡f) se encariñan y familiarizan con la ver- En primer lugar, se podría tomar como única pretens ión para la
dad , ju st icia, valentía y «sophrosyne»> (487 A). Aq uí concierta las Acade mia de Platón lo que se ha lla como común en tod os sus escri-
exigencias qu e Platón pone en bo ca de Sócrates, de acuerdo co n las los : eso es, que incans a blement e se dirige al conocimiento, al saber
que en la ca rta recoge por prop ia boca. hacer, una conversación examinadora e investigado ra . Luego , sin em-
burg o , algo que , a modo de imán no sensible, da a todos los diálogos
el giro determinad o , Todos se refieren a las ideas, se encierran en ellas.
FIl los comienzos se podría , de t odos modos, dudar si P latón cnton-
res «ya estaba tan avanzado». Luego ésto s se mue stran cada vez con
• El término griego «so ohro sync» es ma s p reciso que el cast ellano «prud encia- e más claridad ante aq uellos puntos centrales que fueron abarcados de
indica más bien «autodominio». (N. del T.) cerca o de lejos en las obras de madu rez, Pu es es la idea , secreta o
f

98 PL AT ON ACA DEM IA 99
claram ente. el punt o de gravitación de toda obr a platónica; de esta piensa que esas dos fuerzas del cosmos plató nico, la que huye del mun -
manera es el punto central, en todos los sentidos, ~e la ci ud a~ plato- do y la que vuelve al mundo , imperaba n equilibra damente en ella.
nica . Idea y ciuda d tampoco son aquí separab les, smo q ue la Idea es-
tá envuelt a po r la ciudad como la pepita y la semilla por la cáscara
protectora . Con ello se ve efectivamente de forma bastante general IS(k rotes y lo A cadem ia/
el ensamblaje fundament al de la obra escrita que podr ia ser confiada
a la Academia . También la Academia era una comunidad dialógica A la vista de los diálogos se pod ría preguntar si la Academia se
en mo vimiento . T a mb ién se e ncerr a ba en el «eidos». Se podría decir l'eiHa más al maestro vivo o a la imagen del sabio Sóc ra tes. Pero eso
de eso más o menos: todo lo que allí era d icho se man tenía po r eso un sería ya luego exigir una diferencia más o menos, si se hubiera mos-
en primer lugar en un último sentido. Y rigurosa mente era la Acade- nudo cómo tod o Pla tón ha recogido en si mismo todas las fuerzas
mia la que en cualq uier modo. más lar de aparecerá más cla ro, se vuelve vitales de Sóc rates 1 . «Dejadme decir po r mí mis mo q ue ningu no de
hacia la ciudad . po r más q ue o precisamente porque se apar tó de la vosot ros co noce a Sóc rates; por ot ra parte q uiero mo st rároslo a vos-
política ateniense de su tiempo . Eso no podría ser de otra manera, otros ». Esas son pa labras de l platón ico Alcibfad es (El Banquete
si uno se acuerda de que P latón encontró el reino de las ideas cuan do l l6 C) l . Pero , tanto vio la Acad emia a Sócrates, po r a sí decir, a tra-
buscaba la verdadera ciudad y de qu e fundó la Academia cuando creía vés de Platón, q ue para ella siempre significaba algo n uevo y ante él
tener qu e renunciar a su o bjetivo de t rabajo par a la ciuda d . revivía. Y que ésa era una comunidad de amado maes tro y amado
T am bién a pa rtir del Banquete y del Fedon se pod ría transferir dtccfpulo lo confirman po r to da s pa rtes los diálogos pla tó nicos de ju-
menos la «tendencia) como el movimiento funda mental de la Acade- ventud has ta el Fedr o. Pu es se podría con razón gua rdar e individua-
mia - y el lector moderno la ve fácilmente por si mismo en su más hsur pa ra recoger la imagen de la Academia a partir de él: no se pue-
agudo cont ra ste- oEl Fedón celebra el recuerdo de la muerte de SÓ· dl' pensar en ella sin tod a la fuerza en movimiento del gra n «demon».
crates. Y esto tam bién fue celebrado por la Academia . Pero ante too M.is aún: ella es él mismo en una encarnación anta ño histórica y
do enseña en aquella imagen de qu e el vivir es aprender a morir. Lo ejem pla r.
q ue no significa abandona rse a la muerte sino má s .bien vivir d.e cara A ella Platón tras ladó en su propi a forma las afi nes y mo ldeadas
a la idea, y así el saber y la muerte da n su ley a la vida ; pero. Sin e.m- tuerzas que el, en el entorno de Sóc ra tes. ha bia experime ntado consi-
ba rgo, o bien justamente po rque la muerte corporal para esta vida lIn mismo y con los demás, con lo qu e surgió un producto qu e en su
nad a im po rta, sitúa un final muy lejos de esta vida. El Banquete ha- ni igen se asemeja más bien en general al orden pitagó rico . Co n una
bla de amor y de fiesta . Y, co mo en la ciuda d de Atenas ape nas algo comu nidad que se consideraba al modo de Pitágoras se relacionó P la -
podría ser tomado más en serio que el juego de la fiesta , ha pe rtenecí- lbll en el sur de Italia. En La República (600 AB) se refi ere a Pitágo-
do la fiesta en la Acad emia a la plen itu d de la vida . A «P lató n y Es I ji " como «guia de educación » ( ~ YfJlW I' Tm óf ún), amada y mara vi-
peusipo» se remite todavía la escuela aristotélica par a sus pro pios con- llosa cabeza de un tropel de discípulos y fundad or de aq uello que los
vites de amor l. Pero más auténtico es el movimiento interior , aquel wgutdores tard íos consideraron forma dc vida pitagórica (lIuOa yoQHo5
«hacia ar riba » de la belleza sensible a la eterna , el ascenso a la idea, Il.Hílf05 TOV (3 iov ). Si se comparan las escuelas pitagórica y plató nica ,
Lo que todavía hay en ambas obras más o puesto entre flujo de la vi· U' ve, tanto en una como en ot ra, al ma estr o como centro, en torno
da y afi rma ción de la vida debe mos tomarlo nosot ros, con nuestros ni cual mira , con particular adm iración qu e llega hast a la ap oteosis,
pensamientos, dentro de la Academia ". P ues así seguramente el «més . u círculo . Aq uí como allí es un objetivo la unidad espi rit ual de vida
allá ) del lugar del alma y el «hacia arriba», que es su movimiento ca rn conjunto del que enseña y del que apre nde, qu e cont iene sin dife-
rrespondicnte, muestra n a este mundo , como enseña el Timeo , con rcucíar religión y conocimiento , ética y polít ica . Esas d os aso cíacio-
su or den po r el bien del creador y lleno con las copias de las puras III' S se distinguen por completo de la enseñanza de los so fistas . Ellas
esencias. Pe ro luego sólo el movimiento circular , alzarse y descender ~ ll ll creadas, no hechas; son una for ma ción esencial, no una organi-
en eterna cadena , llena toda la realidad. Así se dice en La R epública ració n para un objetivo . En ellas el espíritu , qu e los sofistas vend ían
que quien ha dejado tr as de sí los más altos grados de enseña nza debe rmno mercancía, es un libre do n del maestro , y por med io de la libre
ser ob ligad o a regresar a este mundo y a realizarse en él (539 E). LI «uuribución de sus miembros se mant iene su existencia externa . Se
fuerte energía qu e subyace en el «ob ligan> puede mostrar cuá n difícil encuentran casi asentad as en el espacio y perd urando en el tiempo ,
era la componenda, pero tamb ién cuán inmo rtal. Y así seria ajustada 1'11 vez de, como los maestro s am bulant es, llegar a establecerse siem-
sólo luego la plenit ud de la vida que la Academia for mulaba, si se pre otra vez en un lugar nuevo cada vez.
100 PL ATü N ACADEM tA 101

Pero la com unidad platón ica, por su parte, se sepa raba asimismo d ones human as y espir it uales. Ta mbién de eso da ría n probablemente
de 10 más pa recido a ella por medio de l espí rit u de Sóc rates. qu e se tina imagen los diálogos . C uando Ti mco expo ne su filosofía na tural.
hab ía int roducido en ella po r co mpleto. Sócra tes , según unas bellas Hermóc rates q uiere hab lar de po lítica y Critias co mienza su relato de
pala bras de Pluta rco en las que sólo una ca rac terís tica a uté ntic a del la ciudad . o ta mbién, cua ndo el «E xtr a nje ro de Elea» em prende un
Sócra tes platónico está fun cionand o. « ha hecho so bre tod o huma na lar go ejercicio dialéctico con los jóve nes co nd ucidos a él. Sócr ates se
a la filosofía por medio de la pérdida de nebulosas y por la senci- encue ntra po r allí presente sin toma r part e más q ue ocasiona lmente .
llez» ". Pa ra el q ue proced ía de aq uélla s de bía n existir sím bo los lle- Pero sin duda él, a pesa r de tod o , está presente po r allí y tod o lo qu e
nos de misterio y cer emo niales. y ta mbién ascet ism o en vestidos y ali- allí se dice tiene un últ imo sentido en la referencia a su «doctrina de
mentos, só lo víncu los a poyados en la zona de la superstición, sin re- las ideas». Igual mente Plat ón a veces per ma necería callado. cua ndo
ferencia al verdade ro ser. El secreto pitagórico parece volunta riamente - así podríamos pensar- Eudoxo disertaba sobre la teoría de los irra-
afi rmado y refo rzado po r prohibicion es silenc iosas, mient ras que lo cio nales o sobre las esferas de est rellas. Incluso callado. determ ina el
platónico necesa riam ente crece de eso , de qu e el más excelso co noci- sentido que se experime nta ante tod o eso, por el qu e no hubiera sido
miento «en ninguna manera es decib le como los dem ás objetos de la presentado en el ob servato rio de Cízico sino en Atenas , en la Aca -
doctrina , sino que , a partir de una larga vida en co mú n y de la Ia rni- demia.
Iiarizadón conjunta con las cosas. como una chis pa de fuego que sal- Si algún género de particularid ad es podría ser aportado po r los
ta de repente y enciende una luz en el alma , se extiende y se acerc a diálogos para la imag en buscada de la Academia. eso es la en señanza
desde ahora a si mismo» (Carta Vll, 341 C). Y, pa ra delinear el con- de los guar di a nes en la utopía de la ciu dad. Segura me nte esa ense-
tr aste probablemente más agudo. allí distingue en «él mism o lo ha ña nza en doctrina de los núm er os. geo metría. estereometría , ast ro-
dic ho» cada pregunta. mientras qu e la gran herencia de Sócrates en nom ía y armonía es una exigenc ia de la ciuda d ideal, Y. pu esto que
la escuela plat ón ica es qu e la Filosofia se red uce a una conversaci ón la estereometría. qu e en a bsoluto esta ba dada todavía. fue colocada
entre maest ro y discípulo y a mbos. en búsqueda con junta. sube n el en el pla n se m uestra como ta mpoco aquí se pu ede proced er sumari a-
ca mino dialéctico hacia las id eas y a lo que est á «más all á». ment e. P ero en esencia la educación de los guar d ianes no pod ía haber
sido pensada como diferent e a la de los alumnos de la Academia. cua n-
do ent onces, como ya se dij o y más adelan te qued a rá a ún más cla ro ,
/ Orgunizacion y sentido de la Academ ia/ la Academia tenía un sent ido de ciudad. Y que al meno s la geome trta
era usad a en tod as pa rtes en donde se da ba un discu rso de enseña nza
Esa ha sido la constante. En puntos particula res, sin embarg o , de- académica . eso pertenece a lo conoci do po r todos. U no puede que-
ben ha ber sido cambiados muchos. casi todos incluso . d ura nte las cua- da rse sat isfecho de sí cu a ndo topa con aq uella inscripción en el par-
tro déca das en las que Platón ha dirigido su Academ ia. l os joven- lón de la Acad emia qu e prohibía presunta mente la ent rada a tod o « Ig-
zuela s. que se ha bian reun ido los prime ros en torno al a mado maes- noran te en geome tría» u .
t ro . se hace n hom bres. Se va n luego lejos, como Eu freo a Macedo- Ejercita rse en geo metría , sin emba rgo . fue lo prime ro que Pla tón
nia , Co risco y Erasto a Assos, y asimismo lleva n co n ellos un tr ozo exigió al joven Dionisia y pronto , a su vuelta - así d ice un relat o
de la Acad emia y Plató n se realiza en extensión a tra vés de ellos . Ot ros burlesco-e al palacio de Slracusa. vio los mismos espacios, po r los
se q ueda n más t iempo perteneciendo al bo squ e de la Academ ia y se qu e ha bia discurr ido el bulli cio de la fiesta , cubiertos d e po lvo en el
convierte n a sí mismos en maes tros de otros discípulo s. tal vez no de que se dibuja ban figuras geométricas. lo que fue apostillado por la
la misma man era que hay en el Peripato una or gan ización por grados oposición : tanto un solo sofi sta le había comido el seso que abando-
de «jovenzuelos» (Jiw Jiiaxot) , de «mayores » (1T Qf a{% u Qo L) y de <de- nó las anteriores prerrogativas reales pa ra «buscar en el círculo de la
fes» (O: QXWJi) In. As í lo dice He racIides P ónüco, el conoci do astró no- Acade mia el bien silencioso y llega r por la geometrí a a [a per fección »
mo , pol ítico y pol ígra fo, discípulo en pa rte de P la t ón y en pa rte tam- (11' 'A k a ór¡w ír¡ ro a LW1fWI'O'OI' o:yo:Ool' t r¡r~i l' kCÚ ÓH::t 'Y twp.tr Qtia ~
bién del discípulo de Plató n Espeusipo 11. Si un hombre pr incipesco, 1 l1 óo:[I'0 JiO' 'YtvÉaOw ). De ma nera completa mente igual llevó a la corte
como Dión , va a la Academia , si un astrónomo como H elicón, si to- de Perdicas III de Macedonia el discípul o de Pla tón Eu freo los estu-
__ - _ da un a hilera de ma temáti cos. además del alumno de Eudo xo, accc- dios geométr icos «yen una forma tan ins ulsa org a nizó los asuntos
;;-::,-o~--c> ieron a ella , si el propio Eudo xo era señala do como co mpañero del de la corte» - dice una insc ripción host il a Platón- «q ue en el plan-
<~}' '{":~ culo platónico , la inicial relación de maestro y joven ya no está asen- rcl cortesa no sólo podían to ma r pa rte quienes supiesen eje rcer geo-
l· húla en un forma simple sino a tra vés de un va riado siste ma de rela- metr ía o filosofía» .
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102 PLA TON ACADEM IA 103

/ Contenidos doctrinales y hmít es/ tcnc i ón de interpreta r la investigación y doct rin a de la A cad emi a, de-
la tan , pues, có mo Platón perm ite alca nzar su reino suces iva mente en
U no ha leido , a propósito de Lo Rep úbííca plat ón ica, que en Pla- muchos aspectos, en los qu e ni de lejos en un prime r momento pre-
tón sólo se ha bía llegado en las ciencias matemáticas a la especula- tend ía hab er pensado . y una y ot ra vez se recogen las mismas pre-
ció n co n los núm eros, o sea, al co nocimiento a priorístico de las rela- guntas por la est ructura y sentido de este cosmos espiritual. Se ha co n-
cio nes y consonancias a bsol utas de los núm eros ". En ese punte es templado , a veces, la divert ida descrip ción del co med ió grafo Epícra-
seguramente correcto que él no qu ería comentarse con la astro no mía 1<.'5 : Un discíp ulo de Platón es obligado , en el prim er curso, a esta ble-
y a rmonía de <dos asl Ilamados pitagóricos) , porque ellos dab a n la cc r rasgos diferenciadores entre a nima les, á rbo les y lech ugas entre si,
imp resión de quedarse fijo s en lo empírico (L a Rep ública 53 1 C) . Y preocupado por la pregunta de a qué género pertenece la cala baza.
el extra ño juego de números- ¡ju ego y realida d son herm anos!- , co- t'or estos es present ado P latón , y se le m uestra sin dejar su gra ve re-
mo los cómputos del «n úmero de la salud» y del «número de la felici- poso a ca usa de u na molestia incómoda, intenta ndo de nuevo orde-
dad», en L o República, o la construcción del alma del mundo según llar el sistema. ( P ero ellos hacían divisiones»: Usenc r ha considerado
princi pios a rmónico s, en el Timeo, muestran, tanto como las aspira- la realida d, que, po r medio de la caracte rización fác il de los comed ió-
ciones de sus viejos discípu los Espeusipo y Filipo de Op ur ue, a dónde gra fos, ~parc;~ bastan te clar amente como una a nticipación del em pi-
tendía eso ". Pero , po r otra parte, no puede llega r a desconocerse TlS~O aristot élico, cuan do él veta ese as unto de ciencia s biol ógicas en
Que su alu mn o Teeteto ha confi gurado la estereometría Que Platón conjunt o con la s dem ás, en part icula r con las mat emát ica s, hab lando
ped ía y Que el funda do r de la ast ronomía matem ática, el gra n Eudo- de una «o rga nizació n del tr abajo cíenuñ co» en la Academia. Por el
XO, con su sistema de esferas concént rica s daría la respuesta a la pre-
otro lado , parece qu e el comediógra fo efectivamente d elata que aqui
\ C v~ menos una dim ensión a mpliam ente em pírica que alg o as¡ como
gunta, planteada po r Platón a los astrónomos, acerca de Qué mov i-
mientos ~e?erian ser asentad os para «preserva r los fen ómenos», o sea, «delimitaciones» y ( divisio nes» co nceptuales, e n las que de un lado
los mo vmuenros a pa rentes de los planetas IS. El contras te se pierde se debe pensar en el ( furor díc hotomlcus» de los diálo gos ta rdíos y
de for ma Que entre los números y las figuras matemát icas griegas siem- I~o r ot ro en el escrito de Espeusipo titulado Semejanzas ('O¡tOl Ó7llTB
pre se ha resgua rdado algo Que, más allá de la ab stracción sin colo r, ' O¡tola ). Y ta mbién en la expresió n algo sucia co n la qu e un recién
co bre un poco de belleza y magia . Para Platón era además esto dis- llegad o médico sicilia no confirma la «pala brcrta» de esos jovenzue-
t inti vo de que él eie rcta y deja ba ejercer las ciencias matem áticas con los, dedicados a una conocida a ntítesis de esa investigación empírica .
tod as las fuerzas, de forma qu e ellas siempre tuviera n un sentido por A,í en efecto se une ho ya P lat ón incluso el dar por b ueno «menos
encima de lo que una ciencia particula r era en sí, elevaran y co nduje- interés po r la ciencia empírica de la Na tur aleza » y el reh usa r la fór-
ran a lo más excelso. Lo contra rio hubiera sido también q ue lo que mula de Usener, po rqu e ella mezcla ba la Acad emia a ten iense co n las
enseña ra fuera sólo erudición . Pu es en «a rte de habla r, astrono mía, em presas de enseña nza actu ales, o a Plat ón con A ristó teles 17. Pero,
geometría y música» enseñaba ya el sofista Hipias 16. Pero el giro pla- por otra parte, es sin embargo ind udable qu e «e n la esc uela del viejo
tón ico más peculia r es éste: las ciencia s elevan al alma hacia a rr iba , Platón ha bría sido conside rado y come ntado un mat eria l m uy am plio
a la verdad, está n dirigidas al co nocimiento del ser eterno (527 B), y un Ari stóteles pudo , en ese entorno , ap render a aq uilata r el signifi-
pur ifica n la herra mient a del alma (527 D), sir ven pa ra la búsqueda rada de las particularidade s de las cosas, que más tarde seria n tan esen-
de 10 bello y bu eno (531 C). De est a manera ta mpoco se podría n estas clalcs pa ra su forma de investiga r» (J aeger). Se podría también pro -
desa rroll ar en nuestr o sentido . En efecto , la búsqueda individual por luiblemente (0 0 haber tenido a la vista ningun a leor ía positiva de las
tod as pa rtes por mor de sí mismo y más lej os está tra tada como algo plan tas, en la cla sificación de las plantas», así se ha br ía tra bajado en
« ridículo» (531 A). Sin emba rgo la op inión opuesta, que sólo ha lle- cierto ~odo incid entalmente. Pue s, para po der «hace r di visione s»,
gado a a bsur da s especulaciones, se opone no poco a los hechos. Y ha n tenido que verse en la Academia ba stantes «a nim ales , á rboles y
también aqu í se contempla sólo para igu ala r la estructu ra jerárquica lechugas». Y, en realidad, desde la sistemá tica del reino animal y ve-
de la búsqueda académica y de la doctrina, cuando se piensa confronta r gctal , tal como por med io de Aristótel es perdura hoy, ya desde los
mat emát icas, astro nomía y a rmonía con una pasión, que no se siente escasos, pero caractcn stícos , fra gme nto s de Espeusipo se habria de-
a part ir de la fuer za que se ori gina en los problemas parti cul ar es y most rado no menos que un bien académico 18, Si se piens a ahora en
en su s ~s t em a , sino que, desde el objetivo supraordenado , experimen- el ~am po biológico de las especies, se muestr a esa latin ización del griego
ta sus Impulsos más fuert es tanto como sus paradas delimitad oras. «cidos» como un símbolo: en primer lugar, que la sistemát ica toda -
Propia mente los diálogos platón icos, que en absoluto tienen la in- vía usada actualment e se debió en su pr incip io a P latón , y, en segun-
104 PLATO N
ACA l>H ll A 105
do lugar, qu e ha sido formada no a partir de una pasión por llenar
la realidad. sino porque el ojo de su creado r buscaba las formas eter- pensa r en ello. pues ya en Las Nubes de Aristófanes (v .200 y ss. ) Só-
nas y su or den arriba, más allá de tod o ser terreno. cra tes est á guarnecido co n un globo del cielo y un ma pa de la tie rra
A las ciencias matemáticas pert enecen en Platón. de distinta ma- en el «pensadero»> de los sofistas. y en el «Testamento de Teo fra s-
nera que en Demócritc y en Aristóteles, los principios de la Fisica. 10)) [Diógenes Laercio ,V,51) se mencion an en una sala del Liceo « Las
Sin du da que en el Tímeo sirvieron para eso, cuando no otros ade- pizarras con los mapas» " . Pero en Platón hay aún un segundo cua-
más, los cuerpos elementales de los cuatro elementos. form ados pre- dro de la tierra situado al co mienzo del Timeo, co n el fin de adecuar
viamente de manera rigurosa mente esrereom étrica, en su co nstr ucción, el espacio para el relato de la Atlántida del Crítias. Otra vez el «ecu-
su d ispersió n y su nueva formación, que se muest ra en el ca rácter ar- mene», inmoderadamente pequeño , yace sobre la colosal superficie
tístico medio mítico del libro. en absoluto para la Acade mia. Aristó- del circu lo. Sin embargo las alturas ya no son nuestro espacio habita-
teles cita la obra que denomina Divisiones de Platón para el número ble separado po r otras p ro fundidad es sin número , y co n ello ha ca ído
tres de elementos. Jenócratcs, q ue debía saberlo sin emb argo. atribu- sobre los hom bres una indescriptible desgracia. Aho ra nuest ro «ecu-
ye a Platón cinco elementos igual que el pro pio J cn ócr a res , Filipo de mene» es una isla entr e muchas, a las que pertenece ta mbién la in-
Op unte, Espeusipo y Aristóte les ha n fijado el núm ero cinco . Q ueda compar able Atlántida. A todas ellas las rodea el «verd adero Mar»
P latón muy lejos de esta blecer dogmas sobre esos principios. Pero la qu e po r su parte está encerrado dentro de la «verda de ra Tie rra Fir-
variedad de testimonios pru eba que sobre los fun damento s de Física me». Por si esto no present ara dificultade s empíricas para avan zar
y Cosmología habrí a realizado vivas discusiones en su círculo 19. desde nuestro «ecurncnc> a alguna otra parte y al verdadero co nti-
Fray además qu e tocar aquí otr o tema con el qu e tienen que ver nente, el viaje no estaría permitido por fronteras física s, o cas i se po-
los tr azo s de la investigación académica y que llegarán a esclarecer dría decir meta físicas, que son indescr iptibles para nosot ro s, La su-
su estr uctura interna : La geogr a fía del globo terrestre lO. En el mito perficie superi or del circulo terrestre se ha co nvert ido ahora en pri-
del Fedó n fue co locado ante el lecto r, como luga r del mítico suceso, mcr lugar en una unidad y la exploraci ón está abierta.
un model o suficiente , se pod ría decir, de la esfera terrestr e; como en No SOIl dos fantasías q ue se encuentran sin relación en la creación
el mito del Final en La República un modelo suficientemente cons- platónica, sino dos cuad ros de la tierra pensados con rigor cient ífico,
truido del edificio de l mu ndo . La esfera terrestre es muy grande en entre los cuales hay una cont inuida d histórica. No sa be mos si Platón
compa ración con nuest ro «ecumene»>. Pu es ése req uiere un espacio mismo o a lgún otro ha reconstruid o el primero en el segu ndo . Pero
tan peq ueño en la gran esfera que noso tros vivimos en el mar interior ambos, incluso, pudieron haber sido co nstruidos fue ra de la Acade-
(como ran as en un charco u hormigas» . Nuest ro «ecumene» no está mia: así se probarla. no obstante, una interesante parti cipa ción de Pla-
co locado en la sup erficie superio r propiamente dicha del círculo sino tón, una decena de años ant es. en el problema de la geog rafía del clr-
en una elevación , de las qu e ha y muchas situadas en esta superficie culo de la tierra .
del círculo. Pero la nuestra es la única que pod emos co nocer. P ues y también aquí está cla ro que , por lo menos al com ienzo , no ha -
sólo las a lturas están llenas de aire, en el que respiramos, mientras hría una interru pción propiamente voluntaria de Plató n en la atenta
qu e la pro pia superficie super ior del circulo se plant ea en el puro ojeada a la realidad . El cuadro de la tierra co n las elevaciones so bre
« éte r» . Ese es un intento muy tempr ano , incluso el primero , de la ima- lodo co n la elevación de nuestr o «ecumene », es sólo, a l menos en el
gen del «ecumene», tal como fue ideado por Anaxima nd ro: luego , milo del Fedon, el suelo apro piado para el dest ino del alma huma na .
en un cambio inmediato de par ad igma de cons trucció n y de realiza- 1.;1 oposición mela física entre mundo de las idea s y mundo de la ex-
ció n, a través de una serie de investigado res - sólo Hecateo , Herodo- periencia sensible, está aquí proyectada en la tierra . y se interpr eta
to y Dem ócrito serían co nsiderados aqu í- fue recon struido para su en t.a oposició n de valor entre la «verda de ra tierra», la super ficie su-
t raslad o al círculo de la tierra de los pitagóricos. Pero no sólo fue he- rcnor del círcu lo prop iamente, q ue irra dia en los más puros colores,
cho intu itivamente dónde y cómo vivimo s, sino que un sistema de pa- compuest a po r las más ricas materias , y nuestro «ecum ene», que, in-
sillos y espacios sub terráneos sirven de precedentes de una, hasta ellos sen ado pro fundamen te en aquella superficie, sólo es un destello de
I única. teoría geofísica co nstr uida . aquel seño río de arriba . Vivimo s debajo, sin presentir que no vemos
i Eso es tod avía menos aplicable a la Academi a. aunq ue se pueda

• El término griego e rro nnste non», usado en este co media, fue co nstruido burles-
• «Ecumene» se refiere al mundo hab itado por el homb re. (N. del T.) rmnente po r Arisl? fanes sirviéndo se del sul1jo utilizado para designar los lugares cñ-
, 1;11('$. La trad ucción por «pensadero» es la más frecuente del mismo. (N. del T.)
....
106 PLATON ACA DE MIA 107

el verd ad ero cielo so br e noso tro s, sino Que vemo s, a t ra vés d el med io cómo se de bía pon er la vida anímica en la figur a humana, así tiene
turbio de nuestro mar de aire. el Eter hacia a rriba . Y el juez tendría que llegar a ser com prendida de una vez también en la s o bras d el arte
que ~ ife renci a ~ si nuestra alma debería q uedarse. en el futuro. en el figurativo aquella penetración de «Manía» · y dialéctica , de «pathos. ....
interior de la tierra o llegar arriba, a aque lla verdadera superficie su- e «iro nía», aquella nueva tensión ent re la parte de aq ul y más allá .
perior en el puro « éter». y la pregunt a es ta l vez más apro piada sobre que de platón ico pued e
haber en un Apolo, Eros o Hcrmes de Esca pas o Praxiteles !". No-
sotros vemos en el último encrespamiento de la supe rficie supe rior,
/ ¿Para qué la Academia?1 en la charla de los ciudadan os, tal como apa rece en la comedia de es-
le tiempo , qu e se reconoc ía a los al umnos de Platón :!l. Se vest ían y
De es ta ma nera, ciencia de la Naturaleza y poesía mítico -met a física
tenían mejor t ipo que la mayoría , hab laban y se mo vía n con una re-
se introd ucen fuertemente unida s en Platón . Y todavía una decena conocida graveda d. pero no se podí a en ese tiempo d ejar de recon o-
de años más tard e se conserva en el segundo cuadro del círcu lo de la cer a un hombre tal, que era más exquisito (f t O' TO XO ~ ) y ca paz de pro-
tierra . al menos en los nom bres de «verdadero mar » y de «verda dero nuncia r perfectos pensamientos (o ~ x l'raXf'll"m Ó l1 ,á~fJ'Of >"É")'HJ' / que
co ntinente», que fuero n usados así por nuestro mar y nuestro co nti- podio decir palabras no desmañadas/) . Llamaba la atenció n de cua l-
nente , dil uyendo como siempre el contras te de la idea con la apari en- quiera con:
cia . El Todo es un símbo lo, como mu cho se esfo rzaba Platón desde Una túnica más blan ca, aseado y fino el tr a je gris,
la especulación en to rn o a una ciencia específica , y com o mucho para un suave gorrill a , bien torneado bas tó n,
él, sin embargo, toda ciencia específica estaba bajo el precepto mela-
fisico. Y si se mira n ambas en conjunto , se pod ria vislumbrar có mo ento nces, «se pensaba ya qu e se veía a la Academia co mpleta» . O en
ha sido eso realmente. la Asam blea d el Pueblo estaba «uno de los de la Aca demia , un alum -
Asl pod ríamos co mpre nder aquí y allí un luga r de investigaci ón no de Platón » éL.:
aca dé mica en la fantasía reproductora, nun ca el T odo , pues perma-
nece ca llado el Tod o en su tr an sformación temporal. Eso , q ue aque l Llevaba el cabello cortado a navaja - muy fi no ,
fragm~nto no permita conocer la estructura del Todo, sería muy po- dejaba la barba abu nda nte sin a feita r - muy fina ,
ca satis fac torio. Y si hay que insistir sobre ello para conoce r lo bas- calzaba en los pies sa nda lias - muy fino,
t ~ nt e sobre la organi zación del estudio, se llegaría po r fin a la convic- con co rreas a la misma altura de las piernas.
ción de que tod o ese desconocim ient o es ta mb ién meno r en rea lidad . Perfectamente blasonado po r la riqueza del tr aje,
Se llega a la Acad emia no co mo institución sino como vida . Y allí ha y la respetab le figura en un bas tó n apoya da ,
unas tareas casi ina movibles: có mo y en qué or den también deb ían Al mo do extra njero. no indígena me parece,
llegar siempre los objetivos doctr inales al ed ucando en el curso de la comenzó: «Hombres vosot ros de la tierr a ateniense... »
enseñanza; tod o debla, «tenia que ser usado para contemplació n co n-
junta , tanto según el parentesco de los objetos de enseña nza entre si l a compacta mayoría de los ciudada nos sólo atendla a lo exter-
como po r la naturaleza del verdadero ser. Pues só lo tal ap rendizaje no, como se comprende. En Plató n se destacaba [a po stura inclinada
se encuentra casi en su portador. Yeso es fa prueba más fuerte de hacia delante, que muchos de sus alu mnos habían imitad o , o su in-
una na tu raleza dotad a para la dialéc tica y una no do tada . Qu ien pue- quisitivo ir y venir; un personaj e de comedia gritaba:
da observar en conjunto , es propiamente un dialéct ico, y qu ien no,
no» (La República, 537 C) . ¡Oh Platón ,
Plat ón no se d irigía sólo al intelecto, aunq ue él lo amaestraba mu- tú no sabes en ab soluto cuándo la frente se arruga
cho . Pensaba en el hombre comp leto , al que enseñaba a diferenciar y cómo un caracol dirige hacia ar riba solemne las cejas .
etern o y cambiante con más claridad que en su tiem po , y distinguía
entre el rango del «alma» y «cuerpo ». Nos otros ya no vemos el géne-
ro qu e él sacaba , y con ello nos falta la más firme realización de la
Acad emia . Y, sin embargo , como en los Recuerdos de Jenofont e la • «Man ta» es el eq uivalente a (locu ra divina» o «exaltación» . en el sentido de su-
vuelta socr ática haci a si mismo se desarrolla en una con versación con ¡..... ració n de lo particular, qu e a par ece en ot ras ocasiones . (N. de' T.;
el pintor Pa rrasio y con el escultor Clitó n , que ap rendían de Sóc rates •• «P ai hos» designa la «experiencia», lo que uno sufre. (N. del T.)
108 PLATON ACADE~lIA 109

Pero tan pro nto como la gente supiese lo que ha bía tras esa fren- escrita de P la tón . La relació n de esa ob ra escrita con la fo rma de la
le; podía sa ber que , bajo ese manto de la más fina clase y co n aque- Academia se podria pen sa r, incluso , ta n apartada que la co rrespon-
llos zapatos de cordones, a van zaba tal vez un hom bre nuevo, prepa - dcncía ent re a mbas fuese en general: si se deja cla ro qué espacio exí-
rado para la «areré. platónica . gen, en la obra escrita, los diálogos de I ~ ciudad, .del político y de !as
La doct rina platónica y la formación platónica de hombres, tal leyes, es imposible pen sar as¡ la Academia e~ un aisla miento ~~ la CIU -
como ha llegado a ser notada hasta ahora . permanece todavía siem- dad como el jard ín de Epi curo. Desde el d ia en el qu e la visi ón del
pre asentada en un último malentendido. En efecto, hast a a hora na- rey filóso fo apareció an te él, Platón ha ten id~ siempre; e.n.el ca mpo
da imp ide pen sar en lo que significa Acad em ia: flujo desde la reali- visual de sus ojos, la ciudad ideal que esta ba sm pa rar dirigida al ser.
dad , culto de la idea en el alejamiento del vivir , pura post ura «reórl- l-n su o bra pr incipal la recon stru ye a partir de aq u í~ y muestr a a las
ca ». y los dis~ip u los de Plat ón estarían formados pa ra no llegar más demás ciuda des posibles co mo fo rm as err óneas en di fer entes grados.
a una perfecci ón para aira s q ue pa ra ellos encerrados en sí mismos. En el diálogo del Político se vuelve un a vez más a lo tra nscendente
S! ~ em bargo , así no puede ser , si es que es algo de lo que antes se y coloca allí a la total ida d de las demás ciudades, un a frente a ot ra,
dije: que la Academ ia te nía un sentido político, que ella no se refería corno el único a rqu etipo cuyas copias (JHp-~ t1a m), más o menos per-
a la idea sino de inmediato a la ciuda d . fec tas, sería n las form as emp íricas de C~:msti t u dó n . En L as.Leyes, por
fin, lo deja incluso aparecer en el honzont; como ap ro piad o ~(para
dioses e hijos de díose s», mientras que sen a constrUl~a un a ciud ad
/ Eidos, pó lis y Academia/ de segund o orden ant e nu est ra mirad a. Era la Acad~mla una. necesa-
ria irradiación de la linterna plat óni ca, por eso ta mbi én ella tiene. qu e
Platón ha encontrado el rein o de la idea , cua ndo buscab a la ver- ha ber teni do m ucho tiemp o a la ciudad en su vista . Y eso lo co nfirma
dadera ciudad. «Eidos» y «pólís» , la más elevad a «thcoria» y la más Aristóte les. En el estrato más a ntiguo de su potníca, allí en do n~c
elevad a tarea práctica perma necía n pa ra él unidas sin d isolución . Eso roda vla ha bla como u n acad émico, es su int ención d irigir po r medio
es lo que enseñaba , j unto a tod a clase de libertad poética , el siempre de ella a la «mejor ciudad» 24. •
todavía fiel desa rrollo de la Academia: la com unidad de filósofos de Platón no ha dejad o pasa r ocasió n alguna de acumular expenen-
la Polileía plat ónica . Ese círc ulo interno , qu e, como cent ro ordena - cías sobre At enas y las demás ciuda des de su t iempo. Eso aparece re-
do , encierra en si a todo el edificio del Estado , es cond ucido hacia cogido por su bosquejo a utobiográfico en la Séptim'! Carta , y sus .es-
arriba , a la vista de la idea, por medi o de la ed ucación . Sobre él se critos so bre la ciudad, a nte todo Las Leyes. lo exp lica n. Se est ~dlan
dirige el ojo de los filósofo s, pero siempre tiene que ser otra vez for- basta nte las Co nsti tucion es de C reta y de Esparta , sin duda med iant e
zado a vo lverse hacia abajo, con lo que 10 contemplado sería recons- la mirada totalizadora de la Filosofía y no co n la del Der echo Políti-
tru ido en la ciudad . L ~ Academia, la imagen empírica - o, platóni- co. La edu cación fue así comprendida co mo la vida en soci ~ad y la
ca mente pensada, COP Ia - de ese circulo ideal tiene la misma forma formación del poderío. En una Hi storia del fundamenh? dono .de la s
de educación: el camino dialéctico; la misma dir ección de la mira da : ciuda des - la pregunta iba so bre cuá les se han m~nte mdo , c ua l e~ se
hacia arriba , a la idea . Les fall a ba una ciuda d real que los rod ease. ha n hundido y po r qu é- se e ncierr a la comprobació n d e la Con stitu-
Así la vue lta al tra tam ient o de los as untos de la ciudad sólo puede ción espa rta na como mezcla de reino de prosperidad y de zo na firm e
toma rse en el fondo, no co lma rse . Pero si la relación de Academia por eso (691 O Y ss. ), un a ná lisis que más ta rde se lleva a ca bo en
y gua rdia nes ha de ser co rrec ta me nte vista, no fue un repentino deseo Polibio y C iceró n. Cu ando se refiere a otra pa rte, en Ta rento toda
sino una necesida d el que la Academ ia se volv iese a la po lítica at e- la ciu dad esta ría ebr ia e n la fiesta de Dionisos (637 B), los de Locros,
niense; ~sa misma necesidad q ue había pro duci do al maest ro, según que hab ía n tenid o las mejores leyes entre las ciu dades del sur de it a-
su propio relat o , a causa de la imposibilidad de la realización en la lia hab rían sido asimismo so metidos po r los siracusanos (638 B): eso
d ll ~ a d . Pero, como Plat ón «siempre espe ra ba por la corre cta o po r- suena así como a obse rvacion es del viaje de Platón por It alia . Egipto
tunídad del asun to) hasta que por fin se dio cuenta de qu e sólo el ser ía ap recia do como una especie de prototipo, a causa dc la incf:">ll-
go berna nte filósofo o el filóso fo convertido en goberna nte podían lle- mens ura bilida d de su art e imagi nero y de su música a tra vés de milc-
va r rectitud 23, se debe concluir así también que la Acade mia había níos, y las palabras de «si tú allí contemplas, así llegarás a e.nco ntr.ar.)}
sent ido los sones esta ta les y esperaba áv ida el momento en que ella enseñan cla ra me nte qu e aque llo cons iste en una cxpenencra de v ~aJe
misma pudiera convertirse en el cent ro de una ciuda d ideal realizad a . (656 DE). La depredació n del scñorlo persa será most rad a y explíca- .
Lo dicho se llega a con firmar por medio de un a oj eada a la obra da (695 A Yss.), pero inmediat am ente cae ta mb ién la mirada en las
110 PLA TON ACA DEM IA 111

necesidades de pueblos primitivos: las cost umbre s de los escitas en el Un demo ledo r de la tir anía como Qu ión de Heraclea o Clot is, el
beber, de cart agineses. celta s, iberos y tracios (637 DE), la posición asesino del caudillo de Odrisía , se consideran como perte necientes a
de la esposa entre t racias y s ármatas (805 D. 806 8) . Ho mero sirve la Academi a. Por otra pa rte, una hostilid ad coetánea po r las di versas
de demost ración para la sustancia pr imitiva de la cultura humana (680 revolucio nes totalitarias que ate nta ban co ntra ciud ade s democráticas
B. 681 E). De ello no se usa na da para decir qué co nocimiento de la ha hecho responsab le a Pl at ón como maestro de un Eveo de Lá mpsa-
int rod ucción ateniense de las leyes - hasta las disposiciones sobre ubi- (O, T imo lao de Cinco y Q uerón de Palene. la malicio sa cari cat ura
cación de jardines y ut ilización pub lica de aguas- pertenece a esto de que Querón se ha bía iniciado en su violencia «con ayuda de la her-
para poder reconstr uir la ciudad de las leyes 2S. Se ve sobre qué abu n- mosa co nstituci ón y de las leyes ideales) (~ ~'10l i s b.: rijs .-:aAijs
dancia de experiencias se eleva la const rucción . Sin duda no hay nada II OAITE la s .-:a i TW P "ll"aea pop.wv Nopw p A teneo X I, 509 B) , muestr a
empírico, en el sentido del Aristóteles posterior que reunió toda la amo mejo r qu e muchas otras lo que se pensaba que la Acad emia era ca paz
plit ud de las Co nstit uciones en aquella gran obra de la Po!iteia. Pero de d irigir. De ella salió también el político ateniense Formión . Y, si
se deja ver aquí también una a preciación y observación muy vivaz , se puede dudar de si su parca po nderació n de los medios atenienses
dominada siempre en todos los aspec tos po r el pensamiento de la «me- y su con fianza en lo s macedo nios d ebía alcanz ar las estrellas, en cual-
jo r ciudad» . Es impensa ble q ue no hub iera tenido que esta r. tanto quier caso su pusilan imidad frente a Casandro . po rque seria mejo r
para la una com o para las otras, en la Aca demia. sufrir una injusticia que cometerla 29, le ha situado tras la mal enten-
dida doctrina de la primera gran ob ra de Platón sobre la ética de la
d udad .
/ Teoria y práctica en la Academ ia/ Pero queda finalmente lo má s importante: en su avance guerr ero
co ntra Dionisia , fue auxiliado Dión por la Academia y, si se lee la
Se podría entend er siempre como «t e ór ico» todavía . Pero la tr ans- referencia de Plutarco, se tiene completamente la imp resión de que
misión no dej a ningun a d uda de qu e P latón y la Academia, a su vez, una comunidad de eruditos, só lo consagr ada a sus estudios, se t ran s-
fueron reconocidos co mo hecho político y han tenido realización en forma de repente en algo distinto , como si el pensar y p lanificar dedi-
las ciudades l6 • Platón fue llam ado por los de Cirene pa ra esta blecer ende a la ciudad encontrase aquí su legítimo desarrollo. Uno mira otra
leyes. pero se negó . Tampoco fue él en person a a Mega lópolis, sino vez el «jardín» de Epicuro y está cla ro que en él sería imposible una
que envió a Aristónimo, como a Elis a su «compa ñero» Fo rmíón. ocupaci ón semejante.
Quien allí dulcificó la co nstitució n del Con sejo de oligarq uía ext re-
ma . En la mitad de los sesenta, bu sca el rey Perdicas de Macedonia
a Plat ón pa ra establecer un Co nsejo . Platón le envía a Eu fr eo , quien 11.0 práctico de Sicilia/
exh orta a la cort e a «ejercitar geomet ría y a filoso far» y por cuyo in-
flujo Perdicas se resuelve a dar al joven Filipo una pa rte concreta de Así queda, pu es, la mirada remitida a Sicilia y con ello nos topa-
su tierr a en adm inistración propia. Espeusipo ha ind icad o más tarde riamos pro pia mente con el tr ab ajo práctico y po lít ico d e Platón . Con
a Filipo que él debía los co mienzos de su poderío a Plat ón " . Tam- razó n: pues sólo de él, com o su irrad iación necesaria, tendría que ha-
bién hemos ha blado bastante sobre Corisco y Eraste, a lumnos de Pla- hcr sido contemplada aquí la Academia . El d rama - la s personas im-
tó n, q ue se traslada ron a Assos, en Eolia, Asia Menor , y que entra- plicadas, ade más del prop io Plat ón. so n: el joven Dion isia , que s.e
ro n en estrecha relación co n el dinasta Hermias de Arameo . Tenemos convirt ió , sin embarg o, en el más indolente y voluble de los prfnci-
la carta en la que a parece P lat ó n como el co nsejero de esa alianza , pes, Dión. el príncipe relacionad o con Platón en a pasio nada amistad ,
y sa bemos qu e, gracias a él y a sus alum nos, Her mias t ransformó en que qu ería lo más excelso, sin estar completamente p reparado para
concreto la tir aní a en un a suave y casi legal forma de dominio u. Se ello y po r ello se relacio nó con la vileza de este mund o y se lanzó a
reconoce aquí, como en la refo rma de Formi ón , el pensa miento de la culpa y ruina; su an tagon ista , el astuto ca udillo popular Heracli-
Platón sobre el poder ; en la medida en que él se inmi scuy ó en las ciu- des, ya flexible ya te na z según que el asunto de Dión fuese bien o no ;
dades de su épo ca , y el desarrollo político en esa realida d ter rena, que Cnlipo , el Ju das del círculo , y mucho s otros caracteres que apar ece~
fue transmitido a Her mias, puede mostrar con qué de recho fue juz- luego menos claramente pr esentados- oEl dr ama se presentab a aqur
gado Pla tón po r tales cosa s como «político» - en el más concreta- co rno co nocido. igual que nosot ros en efecto. por las prop ias cartas
mente mod ern o sent ido de la palabra-; como el «ideólogo a pa rta do de P lató n y por los rela tos de los histori ad ores. co nocemos bastantes
del mun do» fue piadosamente considerado . hombres y recuerd os JO. El juicio sobre estas cosas es hoy casi unáni-
112 PLATON ACADHHA 113

me : aquí está el gra n ejem plo de la perniciosa y ta mb ién culpa ble usur - rias, que en abso luto era n desho nrosas, y me entreg ué a un gobierno
pación de un hombre teórico en la zona de la acción JI . a utoritario que no iba de acuerdo ni con mis palabras ni co n mi per-
Pero nosotros sabemos que Platón fue cua lquier cosamenos un sona. Sin em ba rgo fui a él», así recog e una vez más al final sus moti -
hombre teó rico en el sentido de Aristóte les o en cualqu ier sentido ac- vos, «Me libré de mi culpa cont ra Zeus, protector de los derechos de
tua l del término. Si él participa en un hecho po lítico, no hay por ello hospita lidad , y me compor té sin mancha fre nte a la Filosofía, que se
usurpación alguna de un recinto to talmente extra ño. Más bien él vio hubier a con vertido en objeto de bur la y censura si yo, llevado por co-
aqu í por fin la ocasión po r la que - como dice él mismo en aquella ha rdía o desidia, hub iese pa rticipado en alguna vergonzosa malda d ».
carta-e- nu nca había dejado de espe rar. Y si se dirige la mirada a la Así habla alguien qu e tiene bastante conoci miento de los hom bres para
totalidad de la vida platónica , se tiene que reco nocer así qu e la reali- hacerse ilusión alg una sob re las perspectivas de su empresa , pero una
zación, para un eupátrida de la rama de Sa lón, de su más prístino, just ificación es suficiente frente al amigo y la cau sa para to ma r sobre
alto y legítimo impulso era la acción en la ciudad . sí, a pesar de todo , la arriesgad a empresa. ¿Y cómo le fue en el terc er
P latón tampoco ha vivido , a través de esto, algo así como el trági- viaje ? En un pri mer moment o rehusó las exhorta ciones apremiantes
co na ufragio de su más osado proyecto . Con ma nifies ta desc on fia nza de Dion isia tanto como las de Dión. El príncipe insistía cada vez con
hab ía ido a su segundo viaje a Sicilia y con mayor aún a su tercero. mayor apremio. Le envió un ba rco de guer ra , pa ra alige ra r el viaj e,
¿O se tienen motivos para duda r de su expresa reseña? El describe y a las personas con las que Plat ón más se había relac io nado en su
suficientemente cómo le había importunado Dión para que fuese allí, a nterior esta ncia en Siracusa . Ello s contaban que Dio nisia se hab ía
después de la entrada en el gob ierno de Dionisia el Joven; el joven vuelto de lo más ad icto a la Filosofía. Un ma nuscrit o del príncipe ha-
príncipe y sus jóve nes pa rientes serían fáciles de ganar pa ra el ideal d a pend iente la suer te de Dión de si P lató n aceptaba la invitación o'
platónico; ahora podría cumplirse la esper anza de que se unieran en 11 0 . Otras cartas de Arquítas y del círcu lo de Ta rent o co nfirmaban
una sola persona filosofía y poder. «P ero a mi entender, así continúa que esta ba n de acuerdo con [os enviados siracu sanos so bre las incli-
Platón (Carta VJJ, 328 B), «tenía miedo, en lo que a tañe a los jóve- Ilaciones filosófi cas de Dionisia y añadían có mo la llegada de Pla tón
nes, de por dónde podrían llegar a salír: pues rápidos son los deseos sería del mayor int erés para sus relac iones po líticas con el tirano . De
en tales gentes y muchas veces llegan a pos tu ras con trarias a sí mis- lluevo sopes a todas las cosas que le esto rba n para el viaje: «y así me
mos. En cambio, conocía el ánimo de Dión, que era de nat ural sensa- puse en marcha, enfra scá ndome en ta les reflexion es, a pesa r de que
to, aun que ya más asentado por ed ad. Por eso , tras observa r y vaci- tenía muchos temores y no vaticinaba bien alguno» (340 A). De esta
lar si debí a ir o no, sin embargo me arr astró el qu e era neces ario , si manera no habla nadie que resba lase con facilidad so bre dur as reali-
es que alguna vez se debía t ra tar de lleva r a la práctica lo pen sado dade s. Platón conocía a los homb res, y más que sexagenario iba por
sobre las leyes y la Constit ución, y ahora era el momento de intentar- el mar, sin falsas ilusio nes en nada, pero en la convicción de que tenía
lo : pu es si persuadía a una sola perso na, esta ría todo perfectamente que hacerlo .
bien. Con este pensamien to, en efecto , y at revimie nto partí de casa, En la expedi ción guerrera contra Sirac usa, que tu vo lugar irreme-
no por lo que algunos creían sino sob re todo por vergüenza prop ia diablemente po r med io del fracaso de su último viaje, to mó viva par-
de dar la impr esión de ser sólo experto en todo tipo de pala bras y en Iicipació n la Academia al iado de Dión. Su so metimiento a juicio an-
cambio no estar dis puesto nun ca a intenta r na da de obra , y de arri es- le la ciudad parece aq uí encontrar su just ificación , muy poco así se
garme a traicionar primero la amistad y camaradería de Dión , que ha escla recido el asu nto - sin di rigente, como ella estaba en sentido
se encontr ab a en peligros no pcqUCÜOS». Y, en efecto, en don de el pro pio- oPu es el maestro mismo se se apartaba de nuevo por su avan-
movimiento es más fuerte le imp one una forma de pen sar y narr ar l ada edad y porque, como huéspe d, Dionisia era sagrado pa ra él. Que
que conocemos en él desde el Cr íton. El momento que podia llegar l'l deseab a suerte a la emp resa , desp ués de que de una vez Dión se
a suceder sería vivid o con todo deta lle. Ve a Dión, como desterrado, hab ía decid ido a ello, nad ie puede duda r. Pero él no lo habla aconse-
venir a él lleno de recriminacio nes y le deja exponer que Platón come- jado y también sus discípulos sólo permitía n perma nece r no inc ita r.
tió traición , además de contra él mismo, contra la Filosofía : «Pero Con consejos po líticos se mezcla todavía una vez más, cuando los com-
la filosofía , cuyo pa negírico tú estás siemp re cantando y que, en tu nnñer os de Dió n, despu és del asesinato de su jefe, se dir igen al maes-
opinión, perm anece deso ída por los demás hombres , ¿cómo no iba Ira , como partícipe de sus plan es. Y, en efecto , se pue de ver, en los
a ser ella t raicionada junto conmigo, en la medida en que la tenías dos gra ndes escritos enviados por P latón, cómo es en la ideología po -
en tus ma nos?». Así estric tamen te no le quedaba a P latón elecció n lítica que se le atr ibuye. La verdad es que nadie con ocía con más fuerza
alguna. No fue ligero de corazón . «Aba nd oné mis ocupaciones dia- que él la realida d política conc reta de los as untos sicilia nos. Sabía bien
114 PLATON

que «la gra n ciudad de Dionisia el Viejo estaba puesta para salvar
a los griegos ante los bárbaros. así qu e se tenía so bre todo entonces
la posibilidad de hablar po r primera vez sobre una Constit ución»
(VIl,35 5 D). Y, en consonancia con esto, ante la perspectiva del peli- CAPIT U LO V
gro capital qu e se ceñía a partir de Cartago y de los OSCOS, ha ce él
su advertencia política (353 E). Ese consejo gravita sobre una monar- LA OBRA ESCRITA
quía, afirmada por medio de leyes, que aplaqu e la hos tilidad de los
pret endi ent es y proporcione una base firmemente apoyada y segura / Pensam íe nco y Iúgosl
a los gobernantes. ¿Hubiera tenido él que decir lo que los histori ado-
res polít icos de nu estro tiempo pa recen at ribuirle: sólo un tirano del Cer ta ins peuples se perdent dans leur pcnsécs; mais po ur nous
tipo del primer Dionisia puede dominaros? Pero Platón era demasia- a utres Grecs , to utes chose s son t forme s. Nous n'en ret enons que les
do sabio y dem asiado político para clam a r por el héroe qu e es un te- rapp orts, et, comme enfcr m és dans le jour !impide, nous bátíssons,
galo de los dioses . Y lo qu e él aconseja a los partidarios de Dión es pareils a Orphée, au moyen de la pa role, des tem ples de sagcs se et
10 qu e hab ía llevado a cabo He rmi as en Asia con éxito, por lo que de scíence qui peuvent suffirc a tou s les erres raisonnables. Ce gra nd
aquello en el oeste no podía ser inviable. Finalme nte , ¿qué se sabe, urt exige de nous un lang age admirablem ent exact. Le nom m émc qui
pu es, en contra de la proposición de Platón? ¿Algo así como 10 con- le d ésign e est a ussl le nom, parmi nous , de la raison et du calcul ; un
tr ario de 10 que él hacía y que pareciera miserable? Nad ie, sin embar- scul nom dit ces trois c1IOSeS »*. Así habla Sócrates en el di álogo Eupa-
go, sabía mejor qu e él mismo cómo un «cons ejo semejante a un de- linos ou l'archítecte de P aul Valéry.
seo» (VII, 352 E) encuentra la realización en las rodillas de los dioses. Cuando los griegos descubrieron la Filosofía y se di eron cuent a
Así efectivament e todo fracaso no podía haber hecho a Platón de que er a el lago s el qu e infiere la esencia de las cosa s, allí empezó
a band ona r ilusiones que le hab ían llegado a ser por complet o extra- casi un pod erío señorial. Cua ndo Heráclito habla de «ese le gos» qu e
ñas. Seguramente que debió afecta rle pro fundamente la m uerte de él anuncia, están así con él unidas sus propias pa labras como la ley
Dió n. El epi gram a en su t umba , compuesto por él, da prueba de ello , etern a del mun do que siemp re ha ce nuevos ap énd ices pa ra expresar.
como también el qu e usó pa ra citar en el final de la gra n ca rta: «Así se. En un fa moso pasaje del Fedón platónico , en el que describe SÓ~
yace él derribado, y ha desa tado sobre Sicilia un inacab able dolor» orat es, según parece, autobiográficamente su desarrollo filosófico, es
(351 E) J O. También le debe haber conmovido el que un miem bro de el momento decisivo cuando Sócra tes fluct úa de las «cosa s» a los «l ó-
la Acad emia comet iera el vulga r asesinato de Dión, a pesa r de que goi», de la especulación en Filosofía de la Naturaleza se remite al me-
hay qu e cree r qu e ta mbién él mism o estab a ente rado sob re Calipo , dio que ha ce po sible en todo principio la especulación . Así los «dis-
cua ndo dice de Dión : «Q ue 10 malo sería que a él le harí a caer des- cursos: en Platón llegan a esta r en una esencia viva que preexiste al
pués de todo, sobre ello no se hacía ilusiones; sólo le intri gab a qué hablar individual , que debe llegar a ser realizada por el hablar . Eso
altura iban a alca nza r sus tonterías y sobre todo su maldad y avidez exige y conduce sin duda al aparent e err ar hasta su objetivo, corre
en t odas las cosas». ¡Cómo te nían que ofusca rle a Platón todas esas desde él, no permite dejarlo en la esta cada , nos suena como un hom-
cosas! bre (/:JlJ7I" f Q &P/}QW1f05), se burla, pa sa alIado de no sot ros, hace con
Su nombre fue arrastr ado en la lucha de pa rt idos aq uí y allá, y nosotro s lo qu e quier e y hay que ir allí a donde, como un golpe de
con tra las embestidas que le propinaban se defiende en su gran ma ni- viento , nos a rrastr a l.
fiesta epis tolar. P ero si nos ot ros podemos vislumbrar algo sobre ello, «La gos» es desd e el princip io discurso oral, y un a primacía del
su más pro funda acción es permanecer int act o. Había visto proba- lego s oral fre nte a la escritura siempre se ha mantenido entre los grie-
blemente suficiente maldad humana desde su juventud com o pa ra ha-
bcr po dido aprend er alg o nue vo sobre ello. Que cada ima gen de la
idea en nuestra existencia es una rea lizació n y un mezclarse con lo ma- - --
* «A lgunos pueblos se pierd en en sus pensam iento s; pero para no sotr os , los grie-
10, eso pertenece a las frases fundamentales de su doctrina. Pero su ~" \ , to llas la s cosas son formas . Nosotr os no reten emos de ellas ma s que las relac¡o-
alm a no vivía insertada en el mundo pa ra cons umírsc en esas cosas: IICS, y, com o encerrados en cl límpid o día, cosntruim o s po r mcdio de la palabra, al
rgual que Orfeo, templo s de pru d encia y de ciencia que pue den ser suficiente s para los
ella per ma necía con sus oj os fijo s en las formas eternas y dirigida a hombres ra zona bles. Ese gran art e exige de nosotros un lenguaje admirablemente exacto.
la verdade ra ciudad . Jo:! propio nomb re que lo d esigna es también el no mb re, entre nosotros, de la ra zón
y del cálc ulo; una so la pa labra dice esta s tres co sas». (N. del T.)
116 PL ATO N

ga s. Ningún dios entre ellos ha descubierto la escritura o la ha regala.


r LA OBRA ESCRITA 117

hil' la el último d ía de su vida esta palabra como algo q ue se corres-


do al hombre, como Apolo el verso o el arte de tocar la cítara , La llulldía co n su filosofar; mien tr as que la escr lrura de Pla tó n muestr a
escrit ura ha sido traída a ellos po r un hombre fenicio y en ello , antes drhcr de escribir, como una irresistible necesidad de figur a, asimismo
del influjo o riental en tiemp os de Alejandro, no estaba en par te algu- uqucllo era ya de don de na da en ab solu to percib ía en sí m ismo Sóera-
na asen tada una fuerza sag rada o mágica. No hay ent re ellos «[erc - Il'\. Pero . ¿cómo habría qu ema do para eso Platón sus tragedia s, al
glíñ cos». Tam poco co nocen el libro sagrado de las religiones asiári. comienzo de su nueva vida . y empezado de nuevo desde el princip io
cas o bien tienen bastante con conocer eso en do nde nosotr os esta- ron tates rep resentaciones que, sin em ba rgo, nad a se había n pensad o
ma s en la frontera de lo prop iamente helénico , en los círculos I o n toda escritura y tod o arte? ¿Q ué valor tenia su esc rit ura que le
órficos ". Impuso una coacción interna y que no parecía esta r de acuerdo co n
La escritura ha sido par a ellos, durante cientos de años , un auxi- el funda mento socrático? ¿Q ué valor ten ia sobre lod o escribir?
lia r. no un sustit uto, de la pal ab ra. El «epos» hom érico só lo llegará
a ser escrito para ser transmitido . El poner po r escrito un poema de
P índa ro ayuda a la interp retación y al recuerdo . pero es vivo s610 en I. ogos y escritura /
la alta ocasión de la Fiesta , en la que será can tado en hon or del ven-
cedor . de su hazaña y de su pa tria. Y no sucede de otra manera con Tuvo qu e tocar Pl atón aquí. al meno s, la vivaz discu sión que se
la interpretació n dr amá tica . En primer lugar. cuando se descubrió el había desatado entre los maes tros del habla de su tiempo sobre la re-
pensamiento. el pensam iento ind ividual . tiene qu e establecerse el de- luci ón entre pa labra y escritura ; por lo menos la habrla alcanzado en
seo de qu e ot ros ho mbr es lejanos también puedan reproducir lo pen- 111 profundidad en que movía su propia problemática .
sado en el silencio. Uno puede imaginar. no sin dificultad, que las El ar te de la pa labra. ejerci tad o desde mucho tiempo antes en la
sentencias de Heráclito hub iesen sido en esa misma forma palabras prúctica , se contemplaba tam bién teóricamente desde hada una dé-
públicas. como seguramente fue toda la vivaz poesía de Hesíodo . Con ruda, y también có mo se habia empeza do a utiliza r las letr as como
ello. sin emba rgo, gana la escritura su persona lidad frente a la pa la- «auxiliares de la pa labra ». Lisias tuvo entonces que convertirse en «es-
bra ha blada . Ambas jurisdicciones se desa rrolla n extensamente en los vrttor de discursos» par a los demás co n el fin de ga na r d inero . Pero,
siglos V y IV, no sin apoyos. sin embargo. de una en ai ra , pero, con rn primer lugar , co n Isóc rares, el mayor talen to ret órico entre los coe-
todo , libres entre sí. cua ndo se compara la anterio r relación , cas i uni- ulneos de Plat ón, venció el lagos escrito - siemp re aún «discurso» ,
dad . Cuando Plat ón escribe sus dr amas filosóficos. esto no les pro- II111lque escrito-e a l ora l, co mo ideal de la «destreza » (a x " í,su a ) a r-
porciona , de diferente manera que a los pasajes de Sófocles o de Aris- tbtica sobre el discurso improvisado ). A part ir de su pro pia experien-
r ófanes, aquellas horas en las cuales. y sólo en las cuales, ellos se ha- da construyó una doctrina y, como él mismo elaborab a larga y muy
bían «p ropia mente. vivido. Ellos al men os eran tant o pa ra la lectura cuidadosamente en el silencio de su cua rto de estud io sus «discu rsos
de un individuo como para la lectura en un círculo dete rmina do. Y politice s», en realidad folletos y manifiestos, así transmit ía a sus dis-
el coe t áneo dc Plat ón Is ócrates, escribe, con la inte nción dc realizarse clpulos un com porta miento semejante. Pero eso levantó una o posi-
polí ticame nte y de for mar en el discur so. tr atados retó ricos y mani- clón a la novedad , por parte de la fila de las cor po racio nes qu e pa rtl-
fiestos en la man era en que fuero n pro nunciados en púb lico ante el ripaban del arte or al puro de su maestro Gorglas. Docum entos de esa
pueblo de Atenas o de los pan helénico s. No necesitab a mucho para con versa ci ón de dispu ta , a veces con ducida de forma mu y mor daz,
que la relación del «togos» hablado con el escrito fuera objeto del peno nos coloca n ante los discurso s de ambo s líderes de palab ras, ls ócrates
samlento. y i\ lcidamante. Pertenecen a los aftas oc henta del siglo IV · . Plat ón
En él Platón filosofa ba y enseñaba ; pod ría verse como portado r también vio ante él esa discusión cuan do co mpon ía el Fedro, el díálo -
de aquella fuerza- «Sócrates» que hab ía entrado completamente en 1(0 que par te de las diarias discusiones de los r étores y cond uce de nuevo
él-, Pero P latón ha escrito ad emás libros, a través de una larga vi· ,1 la sit uación trans formada desde la que él. co n inalca nzable vuelo
da , mientr as que Sócrates vivía tanto en la conv ersación qu e no se 1'11 la «m anía» de Eros . ha remiti do a la mayo r altura de la Filosofía,
le puede imaginar escribiendo . ¿No estaba entonces P latón allí. en don- Alcidamante (en su discur so - escrito- «Cont ra el propu gnado r
de representaba a Sócrates, influido sobre todo po r él? De hecho se de discursos escritos») se ve a sí mismo com o el hom bre afortunado
descubre aq uí, como en un símbolo , una diferencia. desde el comien- cu discursos (Q~TWe óUj)ó~, cap . 34). el qu e consigue sus discursos im-
zo, entre él y su ma estr o . Sócrates recibía con aso mbro, en sueños provisados (O:~TOoX~ÓlCl'an x o ~ AÓI' 0l) sin una larga dem ora (~ l )( 6 / de
a veces repe tidos . la orde n: ¡Ej ercita el arte de las Musas} , y pensó /llanera naturat/ , cap , 29) . P or la otra parte frente a él se sitúa el «ar-
11 8 PLATON LA OBRA ESCRITA J 19

list a d e la palabra» o «p oe ta de di scursos» (7I"OtlJn)~ AÓI'WV), u,n nomo de. El pu nto de pa rtida es la ret órica; pero, después de que ha sido
bre q ue Is ócra res habla usa do para él y que entonces le designaba . considerado el a mor, qu e se a rr an ca de la pa la bre ría de I?s retores
Eso es el hombre que ela bora mucho co n an ter io ridad sus disc ursos y se co loca en su esencia propia como cond uctor has ta la Idea; des-
tranquilamente (O'Xo),,~. p.u-ñ :r(l{laO'xurijt). En Pla tón se po ne S ócra. pués de que se ha sacado a la Filoso fía co mo la única e l oc ue~cia ver-
tes, con irónica autodeprecíacíén, como improvisador inculto (lOu:.,TIll dadera y, por el contrario, aquello que se to ma por elocuencia, c.s a.l~
athOO XfÓHrtwp 236 D) f rente a l h ábil artist a (ToulT7Ít 236 D , 278 E). go asf co mo palabreria : ¿qué validez tiene allí todavía la l.ucha di ana
Lisias, que en largo tiempo con calma (l " n h>4 XQó"<t' /Caro O)(Oh~~ de las escuelas pa ra una com posició n im pro visada o escrita? Es ver-
228 A i r xeó"o/ 278 D) hab ía comp uesto su d i s~ur so del amor . Segun dad qu e ni Alcid amante para ellos, ni Is ócrates se diferen cia n de Pla-
Alcídamante. es s6lo la pa labra, que se eleva sin más del pen s amle~ . tón. ¿Esas señales no está n lejo s de ser «au xiliares de la palabra" , co-
lo a nimad a y vivaz (tP.lfIlXÓt lun Jtai tii ca p. 28). U n di scu rso escn rno el tío Cntias hab ía dicho po ét ica mente heQJ4IlQ1 ' &:>"f ~íAO)'Q frg.
la ' no es, en sentido est ricto . un aut éntico «discurso » sino só lo una 2, 10), muy lejos de ser un a medi cin a para I ~ mem oria y sabid uría,
copia, forma e imitació n (trów>..o: )(Ul oxJÍ¡.KITa )(Ul p.tp. JÍp.a Ta >..ó~w ~ , como el egipcio Theut h, el inventor de la escritura de letras, se va na-
t ilr¿¡v>"ó)'ov). No es igual a un cuerpo real sino a hombres esculpidos gloriaba en aquella fáb ula del Sócrat es platón ico? ¿No p r?ducen ellas
o pintados (xa A)(W" &"óeui",wv xo¡ >..,Oi"w" a )'a>..,uí'w" )(al más bien olvido en las almas cuyas fuerzas de la mem o na perrnan e-
)'f )' Qa ll¡Ú PWP f"wwp ), es inmóvil «(h i P11 'o ~) y ta n inútil como ésos . En (en inac tivas? ¿Y no sería una oposició n entre la po sesión, ap arente-
el Fedro se llama a la palabra hab lada «viva y animada» (>.ó'Y0P f"Wl'1"O ment e negra o bla nca, qu e se pu ede lleva r a casa y la posesión rea l
)(ui lip.1/tvx op 276 A), y a la escri ta su mera copia (liL 6w>"ov) . Tam bién que se lleva en el alma? « De la sa biduría tú cre as en el alum no a pa-
allí fue colocada la escritura en el lado de la pintura (0P.01O" f"w)'Qa<pi<, riencia , no verda d», así esta blece diferencias Amm ón sobre el descu-
27S O) . En su nacimi ent o son co mo vivas , pero se queda n allí sin roo brimiento de T heut h.
vimic nto (fOnjltfV Wf f"w pra ) y sólo d icen siempre lo mismo s. y Pero tampoco eso sería otra cosa que un juego de pen samient?
cuando Sócrates añade luego que los discursos escrito s «necesitan siem espiritual, sin mostrar las palabras «a pa riencia ", «verdad» y ~(sa bl.
pre de su padre como ay uda (& i n u (301180 ii), pues po r sí mismos no durla» e n su última profundidad , sin referirse al punto de mira de
pu eden ni protegerse ni ayudarse» (olí, ' ap.v PQ'(J8al ol lre (10T/ 8~ (JCfl toda la discusión sobre discur sos y escritura: la Filosofía . Se podría
ÓV VQ'7lh av , w), es secundado así est a vez por Isócrates que, con oca- toma r, finalmente, lo mi smo po r a rt e del discurso, ya sea hablado o
sión de una carta a Dionisia de Siracusa , reconoce entonces por una escrito (>"f1't1 ~ )'Qá",u 277 B): en donde esto va a lo Just o, hermoso
sola vez la desventaja de la pala bra escrita frente a la com unicación y bueno, allí ta mb ién en do nde no-saber es igno minioso, no puede
oral: «C ua ndo el que escribe está au sente, entonces falta la ayu da pa- habe r una pregunta qu e el la gos escrito necesa riamente considere co-
ra lo escritos (fe'7p.a' ro ii ¡So 178JÍ (Ja p 1"(i~ Jan, cap . 3 6 ) . Sin embargo es mo juego y no completamente en serio (277 DE) . Y quien pien se ?O-
finalme nte en Alcidaman te tan fuerte el an tagonismo frente a la pa- dcr dejar su sa ber como una «doctri na de a rt e» confiada a la es~ nt u­
labra escri ta como e n P lató n; no pued e, sin embargo , ser censurado
en ellos completam ente lo qu e ambos escriben . Sir ve co mo una ex-
ra, y así a prehen sible, debe ser mu y iru:ensato (27 5 9 .. l o escnro es
I igido. No pued e dar un a respuest a, mas allá de sus límites, a lo.pre-
ten sión de nu estra voz, da señal de nosotros, sirve pa ra nuestra pro- guntado y no tiene protecció n contra ataques. ~on ello .se re~hc a .a
pia memoria y como recuerdo casi pa~a ot ros de lo que hemo~ dicho . la sentencia socrát ico-pla tó nica fun damental: solo ha y Filoso ffa, FI-
Así Alcidamante (29-31) . Y para el Sócrat es plat ónico la escritura es loso ffa co mo una co nversac ión sin fin qu e se renueva co ntinua mente
recuerdo para no sot ros y marcas del ca mino pa ra aquellos q ue vienen ;1 partir de la preg un ta . Para ello ha y qu e escoge r un verdadero dis-
detrás de nosot ros (275 O, 276 D). J uego ( walól á , 35) es finalme nte ( ursa filosófico, pa ra dirigir la pa lab ra a uno si y a otro no -la frase
para Alcidam a nte, y como juego ( WatÓ t & ~ xáe lP, wai f"up) permite fund amental que, en oposición a la enseñanza de los sofi stas, debe
t ambién P latón tomarla una vez (276 D) . haber determinado el mod o de enseñar de P latón- , mientras que la
También aqu í se ve cómo la conversación vivaz de la escuela y de palabra escrita se diri ge a todos y a cada uno (275 E , 276 A).
la disputa hab ía proporcionado un tesoro en mon.eda acuña~a en el
que sólo se necesitab a int roducirse. Así el Fedro tiene el comienzo y
el ob jet ivo aparente en co mún co n los representantes d.el art e del pu- lI.ogos y escritura en Platón/
ro discurso oral. Pe ro eso sería sólo verlo en la superficie, y la pro ble-
mática , que existe en Platón desde el encuentr o con la ~i pificaci ó n por Así de dubi ta tivo pensaba P la tón , tras haber escrito dura nte toda
co mpleto distinta de Sóc ra tes, avanza a una pro fun didad mu y gran - una vida libros, acerca del valor de la escrit ura. P ero q ue aquí no se
L A O BRA ESC RIT A 121
120 PLATON
110 so n cosas susceptibles de expresión como ot ras materia s. sino que,
despierta poco a poco una duda ta rdí a 7 , sino Que ella aco mpañ a ba a pa rtir de la la rga con vivencia en relació n con el mismo asunto y de
toda la obra de su vida, lo dem uest ra un pa saj e de uno de sus d iálo- la com penetración , de repe nte, co mo de una ch ispa centelleante, se
gos de juventud, Pro tágoras (329 A), en don de Sócra tes esta blece su enciend e una luz en la pro pia alma y se alimenta a sí mism a». Y lue-
manera de co nvers a r entre do s personas fre nte a los largos discursos go , una vez más , despu és de que él, en un as poc as frases, tam bién
de los sofistas y po líticos: «Cuando pregunta algo a uno de ellos. le efectiva mente más ha justificado aq uí que expues to su doct rina y m é-
pasa como con los libros: no pueden ni respon der algo ni ta mpoco lodo: «C ua ndo se vea un escri to consignado por alguien, b ien en co-
preguntar a ellos algo de 10 que dijeron. suenan como vasijas de bro nce sas legales po r un legislador o bien en cualquiera ot ra me ter la por cual-
go lpeadas . q ue siguen reso na ndo si no se las pa ra . Así actúa n ta mo qu ier per sona , es preciso saca r la con clusión , en una palabra , de qu e
bién los ora do res. Nada más que alg uien les hace sólo un a peque ña no era n muy serios esos puntos, si es que él mismo es serio, sino que
pregunt a, desata n exte nsa mente igual sus discursos». Eso no es a ún esa seriedad se enc uentra e n algu na pa rte e n el lugar más hermoso
toda la pro blemá tica qu e el a ncia no Plató n descuidaba . Pero. co mo de su apa rtado U). Pero si fue ron colocados por él en la esc ritura esos
procedente de Sóc ra tes qu e nunca ha pod ido escr ibir un libro, es ade- lemas co n verda dera seriedad, entonces (p a ra decirlo con Hom e-
cuada a él esa duda de e nto nces sobre el valor de la escritura , y aquí ro) no los d iosas sino los mismos mortales destruyeron su ra zón »
llegó a ser una convic ción mant enida luego a lo largo de to da su vida. (344 CD).
Sus cartas concuerdan con eso que él deja deci r a Sócra tes en los H ay una prueba de qu e para Platón la rela ción ent re discurso y
diálogos 8: «Ten cuidado», escribe él en la Segunda Carta (entre 360 escrito poseía un sent ido simb ólico . Pu es la mism a problemát ica se
y 367) a Dio nisia , «de q ue estas doctrin as mías no caiga n en manos repite una vez más en otr o lugar diferente. ¿P or qué se sir ve Pla tón,
de estúpidos. P ues, en mi opinión, no hay na da que suene má s rid ícu- en el pasaje de su car ta fina lmen te citado a modo de eje mplo , para
lo en el oído de las masas, pero tampoco nada qu e sea más maravillo- eso de que lo escrito no con tiene la última seriedad de un ho mbre ver-
so y espirit ual pa ra los bien prepa rados) (3 14 A) . Ento nces Platón dadera men te serio , de las leyes escritas? ¿No debe pe nsa r en sí mis-
mismo M= ha precavido bien . El, como diplomá tico que era , no ha que- mo, q ue d urante muchos afias escribia leyes, prim ero pa ra Slrac usa
rido en a bsoluto rechazar a l príncipe de compartir su doct rina «en y luego pa ra la fa ntástica ciuda d de Creta ? Y el que, en su ú ltimo gr.a n
palabras enigm áticas», difícil por de más, «con lo qu e, si a lo esc rito diálogo , hace decir al Ate nien se (858 E) qu e de todo lo que fue escruo
le pasase algo en tierra o en el sinuoso mar, quien lo leyera no lo pue- era n fundamentalmente las leyes de la ciudad co n m ucho lo más bello
da entender »: por otr a parte seguro que de este mod o pa ra el propio y mejor y qu e ellas darán la medida pa ra tod o lo que un poeta escr i-
destinatario permanecería ta mbién en e nigma. Dion isia , en su fa tui- be. ¿Ta mpoco ento nces era esto co mpleta mente serio pa ra él? Y allí
dad , ha bia compuesto un «Ma nua l» sob re la Filosofí a plató nica, co- lino se acuerda de cuán frecuentemente era designad o co mo bro ma
mo cuenta Pl atón a los a migos de Dió n en la Sép tima Carta. So bre y juego ('J'cuóui) aquello qu e, en su última gran obra, se elabora con
ellos debe de ir aquí, en la Segunda, la declaración al p ropio tir a no: partic ula r celo: la construcció n de la ciudad de las leyes. «Eso tene-
« jProcura qu e no tengas qu e arr epe ntirte de lo que tú ahora has deja- lilas nosotros ahora que contempla rlo y experimenta rlo», d ice un a vez
do resbalar! La mejor preca ució n es que sobre todo no se escriba na- el Ateniense (685 Al , «nosot ros qu e con las leyes hemos jugado ~n
da, sino sólo que se ap renda . Pues lo esc rito se le esca pa necesa ria- juego educa tivo pa ra mayore s ('J'f12i I'ó,""I' "l"a i t Ol'ITH "I"~ tÓtal'
mente a uno de las manos. Por eso yo nun ca he esc rito nada sobre " i! f ol3v mt ~ I' OW,p e Ol'a) , y así nos he mos ayuda do en las m o l es~ las ~el
esas cosas, y no ha y escrito alguno de Platón y nu nca habrá. Lo que ca mino». De igual man era as imismo a veces . Pero una e xplicaci ón
a hora se toma por tal - así se cierra an ula ndo sec reta mente o , si se por co mpleto a uténtica y en serio de l profundo sentido de tales pa la-
prefie re, con la más pro fund a broma- fue dic ho por Sócrates c uan- liras se in fiere en el diálogo de El Pollt ico (293 ss.) 11 .
do era joven y bello » 9. Y en la Sép tima Carta se mo fa a propósito
de Dionisia, po rqu e había hecho un ma nual a partir de lo que le ha-
bía llegado sob re la doctrina de Platón , por el propio Plató n o a tra- / Logos y ley l
vés de un tercero, y al mismo tiem po a propósi to de los otros qu e hu -
biera n hecho cosas pa recidas a esas. «Tanto tengo qu e añadir sobre El verdadero mona rca, así se demuestra allí, se diferen cia de los
aquellos que han escr ito o va n a escribir cuanto dice n que sa ben so- demás dominadores en qu e (el conoci miento y lo justo» so n conduc-
bre las cuest iones en las que me a fano , bien porque las ha yan oído lores de su acció n (293 D), o , como sc menciona en ot ro pasaje, e n
de mí o de otros o las hubiera n descubierto ellos por sí mismos: a és- que él «co n razón y a r te lo que conviene a cada uno distri buye entre
los no les es po sible co nocer nada sobre el tema , en mi o pinión. Pu es
122 PLATON
LA OBRA ESCRtTA 123
los ciu~a~~ nos y ~~emás lo ma ntiene y hace mejor en la medida de
I~ s posibílídad es, . E nt0':lc~ n~ pued e estar ligado a ninguna ley, convicto de haber com unicado a un joven o a un viejo su influencia
smo ~ ~e llene que poder discernir con entera libertad . Pu es las leyc, contra la ley, condenar a las más altas penas. Pu es nada pu ede con -
so n. n glda.s y po nen obstáculos para la colma ció n de la vida. «Es im- tlucir mejor que las leyes. Cada uno , asimismo, sa be lo q ue hay co n
pos l~l e . Sin emba rgo , qu e pueda pasa r por sencillo lo que nunca e~ 1:1Medicina y la salud o con el art e del piloto y las características náu-
s~nc I JlO» u. Para orga niza rse en su cometido, el sa bio co nd ucto r de ticas que le a fecta n. Todo el que quiera puede, en efecto , tomar co-
c 1Ud~d es debe da r ta,mbién. sin d uda , leyes. Ellas s610 pod rían no o bs- nccímien to de aquello que permanece escrito y de las cost umbres de
tact.t l~zarle y, 7omo ; 1las ha dado . él las po d ría apa rt ar, a su vez, pnr los padres.
~ ccl sl ón propi a. ASI qu e Pl atón está resuelto, al menos, a dar campo No se llegaría a reconocer que esas sarcásticas palab ras tienen que
libre 8.. la, voluntad . La opinión del gobern ante s610 puede ser el pu ro ver con el destino de Sócrates. y por una vez podemos ver clarament e
cono C~I~ l ent o que hab,la a t ra ~ é s de él, y allí en do nde aqu el verdade - a dó nde le lleva eso a Platón. El sabio permane ce sobre la ley, no en
ro pol ítico no eS,té, quiere decir ~ n toda ciudad empírica, debe seguir. el sentido de una voluntad sino como la más alta norma perman ece
se a la ley lo mas ,fielmenle posible. Pues quien no quisiera preocu- sobre las norm as más inferiores. En donde no sea reconoc ido eso se
parse de las leyes ese tra stocaría lodo cuando tuvie ra que hacer algo camina hacia el más vil asesinato de la justicia y en pos de lo indivi-
antes de las leyes escritas. En efecto, siempre son las leyes un sedi- dual: ( Todo o ficio deberla caminar por completo y de grado en su
mento de muchas experiencias, y bueno s co nsejeros han moti vado al fundam ento », y «La vida, que ahor a ya es basta nte dificil, ya no se-
p~e~l0 .rara darlas. Tam b!én son leyes «copias de la verdad» ~'1,I.~¡.¡am ria, sobre todo para el futu ro , digna de valor» 14. Así pensaba el Vie-
:'1{ ~'10f(Q'{ 300 C). Est ricta co nsecuencia de la leyes el segundo vía - jo , al que por lo general se remeda ba , que él había querido const reñ ir
Je.(ol VTf QO{ rXoiit), en donde se rehúsa lo mejo r. Y si el desconocí. a la vida en formas rígidas insoportables. Pero nadie ha sab ido mejor
nu ento osa ~i v.i r sin leyes, sería lo verdadero una cop ia muy mala del qu e Plató n que lo de uno no se puede t raslada r a todos. La voluntad
PUTl? conocimiento, que hace super fluas en la ciudad ideal las leyes co ntraria del tirano permanece en amplia oposición en el exterior frente
e~~lt as . Aquí se ~ ecoge la oposición entre las dos grandes o bras pla- al poderío libremente asentad o de los regentes sabios. Pero la ciudad
torneas s? bre la c 1U d ~d : La República construye aq uella ciudad en la recibe la jurisdicción mediad ora para la que son una necesidad leyes,
que domin a el conm:lmlento y que, en consecuencia, no utiliza ley al. aunq ue la ley no asegure la más elevada rectit ud (oú x d Q Oó m To~ d
g u n~; Las Leyes qui eren asegu rar, ~.n un «segund o ca mino» ya que J!Ó¡,tOs 294 O). Nos referimo s a los grados del ser y del cono cimiento
e~ primero, el que es.«para dioses e hiJOS de dioses», no puede ser tran- de Platón: El señor sabio represent a la superficie del puro ser y del
sitado, la co mprensi ón al menos de esa form a cercana a lo mejo r por conocimiento , el ti rano la del no-ser y del no-saber, y las ciuda des
medio de los más estrictos precepto s. ' con leyes pertenecen en múltiple grado a la jurisdicción mediadora
Có mo, co n todo eso , se habrá hundido la so nda en lo profundo del mundo cambiante. Con esto también está propiamente dicho qué
del pensar y ser plató nicos lo muestran unas poca s frases pasadas por valor tienen las leyes. Como todo valor en el mundo ca mbiante, de-
alto (298 E y ss.)-. ~ un desatino limitar al regente sabio por medio pen de de su participación en el «eidos»: as¡ son las leyes «ar quetipos
de leyes y de precisiones de comportamiento. Para hacerlo notor io del verdade ro sen (,l t¡u íp.a m 7~ S &X'I8f ias 300 C) . Y no llega con ello
pone Platón, en un irónico juego, al médico y al timo nel sabios efec- finalmente en la ob ra a que en efecto al iad o de las leyes escritas, en
t l~ameme tambi.én en su oficio, const reñidos como el po'litico por las el mismo grado de l ser y valor, debe n ser tom adas las no escrita s, en
m l sma~ ga ra nnas e-leyes. decretos en ca ntidad y nor mas de calidad de las más completas y puras tradiciones de los pad res 11. Por
act ua~lón - . Y eso llega hasta una caricat ura grotesca. Se finge una otra parte, la escritura es só lo el símbolo más claro de la rigidez, o
ley: SI alguno, al desempeñar el o ficio del arte de co nducir barcos o sea , de la materia que está mezclada co n las fo rmas pura s.
de ~ a Me~icin a , intro?uce ot ras informacione s fuera de aquellas que
es ta~ es: n tas.o se re mlt~ a una i~terpretación particular de ellas ( .I'1TW~
1raQ~ rcx i'Qct¡.¡p,o.Tct xcu: O:01Pt .lOp,flJO~ onovv 1rl Q¡ 7Q 7o mü m ) , a ése, IL ogos Y di álogo/
en primer lugar, no se le tiene que considerar un ap licado a la Medici-
na o a I ~ náut ica , sino un ob servador de las estrellas ~lnwQ o >" ó)' o s ) De la escritura de leyes volvemos de nuevo a la escritura de diálo-
y un so fista ~ h arl atá n. Así pues, a ése, co n el fundamento de q ue ca - gos, así quedarán clar as muchas cosas. No queda d ud a alguna de có-
r!ompe a la Juventu d y de que lleva a la Medicina y a la Ciencia N éu- mo Platón , en los años tem prano s como en los tard íos, tanto durant e
uca cont ra las leyes, se le deberla detener, procesar y, si era declarado la escritura de sus diálogos como en la de sus leyes, experimentó la
dignidad de pregunta de toda escritura , y que en sus escritos - también
124 PLATON L A OBRA ESCRITA 125

para lo que nos ha quedado de él y que nosotros a veces entendcmo de Aristóteles, le faltaba el «erhos» (de PoIigno to), que po r ello sen-
co tT,l~ sus f!l ás elevadas creaciones, como las más elevadas, quizás, dQl tIa placer con todo lo particular y pintab a unos racimo s d e uvas tan
espmtu griego -e- no pensaba haber d icho lo más serio . Lo má s se¡ i emba ucadores que los páj aros picoteab an en ellos; o en Parrasio y
pro piamente fue para él su filosofar y su doctrina , o sea , ñ nalmenr l' lI Pa us ón 20. Dent ro de la creación se encuentran tales pintores mi-
su co nocimiento de dios y la co nducción de los qu e acudían a él haslll mét icos en múltiples aspectos iguales al Eurtpidcs ta rd ío y a sus se-
ese co ~oci mient o. Pero el hacer diálogos fue para él un juego al qu guidores. Uno ve en ellos al destructor de la alta tragedia y al que allanó
se ded ica ba, «c ua ndo los demá s se entrega n a ot ros juegos, en un ha ll el camino pa ra el d ram a burgués - que no formó a su pueblo de Ate-
q uete o en a lgo pa recid o , se lo pasan bien ». Así dice Sóc ra tes en el nas co mo Esqu ilo ni puso la inexorabilidad tr ágica frente a la caída
Fedro (276 D). Sin d uda «es un juego muy bon ito frente a algum (lile sobreviene, como Sófocl es, por el contrario, él mism o incrustó
de muy poco valo r». le responde Fedro, «si uno sabe j ugar con paln en su poesía tod o el movimiento en torno a éI 21_ ; así quedaría cla-
bras y conta r historias de la ju sticia y de lo de más de que tú ha blas» ro có mo, en su arte, la mayoría común no podría ver ot ra cosa , Pla-
y Sócra tes asiente " . Ión no quería ver ot ra cosa que la imitación de la Nat ur aleza y no
El lugar q ue tiene en el mundo platón ico el «juego. ( 'lral Ó H~) nu J c una vez la más bella. Pero con ello ta mbién qu edaba d etermin ada
ha sido aún bastante determinado . Se recuerda en la pa rte fina l da la mane ra, pues el arte de los señores pro po rcio na an tes para tod o
La República. La construcció n permanece en los comienzos, son mo. la medida, en la que se co ntemplaba a Esqu ilo y a Sófocles y se leía
tr ad as las constitucion es ( corrompidas» y por fin se ha llegado desde a Homero , el abuelo de la poesía tr ágica . Así está claro por qué no
el recinto de la ci udad al d iscurso del alma individu al. Luego vienen podía qui tar de su juicio tam poco a los viejos gra ndes maestros, po r
un par de palabras sobre el lugar de la ciudad ideal -«en el ciclo, los qu e él mismo «a veces habia quedado aso mb rado ». Mím esis taru-
como modelo para él, quiere verlo y luego forma rlo según esoe-; asen roca era otra cosa que la tende ncia real hecha co nsciente en el co n-
tado como un sello bajo el Todo. Y, en efecto , un poco antes del rnl cerno que la co ndensación le ayuda ba a fundamenta r. Im itación per-
to del Final, se encuentra forzado y cargado de apariencia el episodio manece un grado después del verdade ro ser, cua ndo el mundo de los
del poeta «Imitador» y la hostilidad de la ciud ad platónica contr a ~t objetos, q ue el Pr oductor (ÓljJLWVe"'Óf ), co n la mirada dirigida a las
(X, 595. t:'- y ss.). ¿Por q ué es eso tan imp ortante par a Pla tón que I( for mas arquetípicas, saca (5% B). Ella tiene «el tercer puesto después
da un silla tan inesperado ? ¿No ha puesto ya ant es la pregun ta cuan del rey y de la verdad» (re i To'> TI'> &,,0 (j ao(>"t'w'> J<a¿ Tlj,> 0:>"lj8fim 597
do él expuso la educación musical de los guardianes? (I1I, 394 y ss.) E) y quien la practica no tiene sabiduría alguna sobre los objetos, ni
¿Para qué ento nces la nueva discusió n sobre lo aparentemente ya con siquiera o piniones correctas . Tampoco nad ie, que co mpre nd iese a las
c!uido ? 17 . No tiene sentido imaginable eso, si ya Plató n no se reñe (los para crear la ob ra según el modelo del «eidos» etern o y a la vez
re aquí a la propia creació n de diálo gos y quiere asegurarle el conve las cop ias de esa ob ra , habría dedicado la últim a serieda d a tal actu a-
niente espacio en su nueva ciudad . ci ón imitadora ({¡ri rfi TWP flóW>..w p Ó7JI.uovQ'Yia l a vToP &"'fiPO't (i-p
Al principio de este ap artado (595 e y ss.) se encuentra una teorfa rnro uóá t u p) qu e le pareciera la ocupación cap f!al de su vida . G ran
de la mimesis que nu nca se ha evaluado correctamente, cua ndo se bus seriedad habría puesto él en la ob ra y habría inten tado dejar muchas
ca en ella ~n a poco valiosa filoso fía del arte -una cosa asi no la pu hermo sas ob ra s. ¿No hace en el Fedro (276 y ss. ) el mismo Sócrates
do co ncebir Platón en sentido propio 18_ en lugar de reconocer Ia, el co ntraste entre el «j uego» de escribir libros y la «serieda d» co n la
armas co n las que él hab ía pensado golpear a los arti stas - esta vez que se impl an taba conocimient o en el alma? ¿No sospechab a el lec-
poetas- de su tiempo. El pin tor es como uno que se coloca ante un tor a quién se refieren las pa lab ras también aquí en La República ?
espejo y con él crea imágenes de todo objeto viviente, que de ninguna ¡\ uno que es autoconscient e de poder crear tanto las ob ras como las
manera produc e una cama sino que sólo pro por ciona ilusión , y por imágenes, y que por ello está suficientemente enterado del rango di-
eso lo coloca detrás del eba nista. No se not a la ma licia y que Platón ferente entre ambas acciones.
no hubiera ju zgado así con la mirada puesta en Poli gnoto - ¿el «buen
pintor qu e pinta un mode lo puede ser algo así como el hom bre más
hermas??» (472. D) I ~- . Per o tamb ién ha pensad o en la más joven / Poesta y di álogo/
generael? n de pintores que, tanto por su comportamiento co mo por
su tr abajo, compara con razón con los «sofistas»: en Apo lodoro , el
inventor del ilusionismo del «pintar con somb ras» (O"J< to:'Y I2 Q'l"ia), que Así es esto un indefinible enigma que lleva Sócrates ad elante cuan-
Plat ón rechaza co mo una farsa ; o en Zeuxis, al que, según el juicio do se hace a Homero el t utor de los asunt o s públicos, o por tutor del
._ --- - - - - - - - - - - - -.
126 PLATüN LA OBRA ESCRITA 127

hombre parti cular, como Pitágoras ha sido pa ra muchos «co nducto¡ daría aún más claro qu e ocu pa el luga r que necesita inclus o quitar
de la educación»; y asimismo Pródico y Pr otágoras, los sofis ta s, su- n los poe tas t rágicos.
piero n aportar a los homb res el convencimiento de qu e debían ir con Finalm ente el resu ltado : en nuestra ciudad no tienen sitio tod os
ellos a su doctrina . De hecho muestra cl 16n qu e tales opi niones dio aquellos poetas mim ético s y su abuelo Homero. Nosotros toma mos
sobre Homero que hab ría tenido en cua lquier época anterio r su buen sólo himnos a los dio ses y enco mios de los mejores ( V"'I' OV ~ (Jwis XCiL
sent ido, pero ahora sólo podía distraer de lo esencial. ¿Licurg o , co- l -y x wlltCi TOis &'Ycx (Joi~ 60? A). Segu ro qu e se tiene que tomar literal-
mo funda do r del Estado , Pitágoras y los sofistas, como educadores, mente, en primer lugar. Pero luego uno se da cuenta de que El Ban-
estarían colocados frente a los poetas? ¿Pero incluso P latón mismo quete y el Fedro están llenos de himnos a los dioses, que ha de ser
no hab ía fun dament ado, por medio de Sócrates, a la ciuda d educa. expresament e usad o así, El Banquete corona, en el discurso de elo-
dora, que esta ba por encima de la de Licurgo como la idea po r enci- gio, al bueno de Sócrates. ¿Y qu é son tod os los diálogo s plató nicos.
ma de la copia , y qu e lleva ordenada en sí misma la educación pitagó - en definitiva, sino encom ios dirigidos a un Sócrates en concreto y al
rica como par te de una zo na compendiada ? ¿No se ve qui én es el que más excelso «agathón»?
trata de pisar la pretensión al puesto de Homero ? 2 ~. Y en efect o es- El «agon»» resuena una vez más en la obra tardía de Las Leyes
t á ~ij ad o su arte en su rango: es, como pura cop ia, un juego y no algo (SI? A y ss.). El creador ( 1rOt17 ní ~) de la tragedia hac e int ención de
seno ( t l l' cl't 7l"cnó,ál' TI VCi xcú OV rJ7l"O V01]JJ 7~ 1' ¡.iÍ,¡;:r¡rJ I V 602 B). Nos da- tratar algo en nuestr a ciuda d. P ero nosotro s, dice el A ten iense, so-
mos cuenta una v.cz más de q ue P latón ha designado su dialógica, en mos en persona creadores (7l"OOjTUi). Luego, si una tragedia es un a
el Fedro, como «Juego», y nos pr egun ta mos cóm o él ent onces hab ría copia de la vida, es de esta manera nuestro fundamento de la ciuda d
tenido que designarla en todo el mund o, si no es com o mimesis de algo así como «imagen de la vida má s hermosa y mejor» - que se pre-
la vida socrática; así es evidente que aquí no sólo hab la de sí mismo senta igualmente llena de ideas y es realizada por nosot ros-, la más
com o fundamentador de la ciudad y educado r sino también como ar- hermosa y mejor de las tragedias. Po r eso somos noso tros vuestr os
tista mim ético . rivales artísticos y antagonistas para el premio al más bello drama
Pero luego se trata de ras trear qué clase de lugar, den t ro del arte (al'Ti ux voi TE xcú rXl'TCi-YW l'wmi TOU xuA}.. íaTO v óQá¡.¡.cao ~ . y carece-
mim ético, se atribuye a sí mismo . Objeto de la poesía, se dice, son ría de sent ido que os diésemo s un espacio vacante en n uestra ciud ad.
hombres de acción (7l"eá7TO¡¡m~ ¡'¡"/-Iúm, 603 C), apasionados actan- Más bien tendríais qu e poner vuestras composic iones frent e a las nues-
tes que se encuentran en fuertes emociones y en lucha cons igo mis- [ras, con lo que los di rigentes de la ciuda d podrían comparar. Se re-
mos . Héroes que dan rienda suelta a su dolor, person ajes cóm icos que conoce lo com pleto de este juicio . Se expresa claramente aq uí tam-
se portan sin dignidad. De todo ello ya tiene bastante nuestra alma, bién la lucha del mundo . Ta mbién aq uí está introdu cida en el diálo-
y no se le debe mostrar eso qu e le daña, al desviar su proporción por go . También podría llegar a estar co locad o el diálogo, com o for ma
medio del mal ejemp lo, sino lo que ayu da a que alcance ese ord en artística , frente a la tragedia , como forma artística , sin rom per la ilu-
de la «ciudad interior», la sede de la fuer za del pensamiento. Racio- sión o la estructura . Pero ape nas se podría dudar de que, por lo me-
nalidad y tipo de esencia tranquila que siemp re per ma nece igua l (70 nos , está pensada en con junto la lucha del mundo de la tragedia y
\C' g o v'1l 0 ¡¡ u x cú ~ rJ tÍ X w v ~(Jo~ 7l"cxQa1r}..~ rJw l' 01' /xli mlro cxlnw 604 E) el diá logo filosófico. ¿Es que no ha luchado cons igo mismo, el pri-
sin d uda no es fácil de representar por el poeta y difícil de conseguir mero, Platón en esta lucha, él que prete nd ió llegar a ser un poeta
increí ble, en consecuencia, para el obs ervador. ¿Pero cómo ? ¿No h~ trágico?
representado siempre ya P lat ón por todas pa rtes en Sócrates ese tipo Se trata, dice P latón en L a Repúblic a, de una vieja desa venencia
de esencia? ¿No se muestra por él en el Fedón cómo despide a las mu- entre Filoso fía y Poesía (607 B). El conduce el «agon» con tra la poe-
jeres deshecha s en incon ten ible dolor, am ones ta y anima a los amigos sía mimética, que ha predo mínad o en el viejo mundo del pasado, rom -
que llor an? ¿No nos da mos cuenta , en El Banquete, de cómo el <do- pe el primado de aquella poesía y lleva allí a la Filoso fía , pero con
gos » supera el riesgo de t urbación cómica ? Y cuando luego se dice ella, igualmente, el nuevo art e mimét ico. Sin duda no se trata de una
que el poeta mimét ico pon e por ob ra un mal orden de ciudad en el mimesis cuyo objetivo fuera el placer. Esa nueva marcha hacia la ver-
alma de los individuos ( )( a x ~ 1' 7l"oAmícxl' {ÓiCi ExáoTOV rii l/tvxfí Ejl1rO lfil'
605 B) con quienes él co n ello ha bría caíd~ en lo irnlciona'l ; así nos
damos cuenta de que Platón a partir de la obra llega incluso a orde- " «Agom designa el certamen en un deporte. ta mbién el choque de la batalla. la
nar el Esta do de los ciuda danos como el estado en el alma individual discusión en un juicio y, en elteauo, el cua dro de la dispu ta entr e [as tende ncias co n-
para asegurar, tanto aqu í como allí, el dom inio de la razón . Así que - tra puestas . (N. del T.)
128 PLATON LA OBRA ESCRITA 129

dad sería por ello no sólo, como la antigua, agraaable sino también prcsentativo , luch a P latón, que, a su vez, fue reno m brado como el
sería útil (ou P.ÓI'OI' ~óf'io: a AAo: xcú W<pEAlWr¡ 607 D) para la ciudad y uutor «homérico» en el escrito de crítica de arte más apro pi ado entre
la vida hu mana. Pero se mantiene la mimesis, con la que se coloca los griegos (n f g ~ l.Il/tOIJS ISobre elevación deestilol cap. 13), yeso con
en la «tercera plaza tras el rey y la verdad» Y si se ella se pu ede apro un bu en fundame nto, ¿pues es que no hay en los di álogos plató nicos
xima r a lo serio, queda como juego . un tor rente de lo representativo, también de lo «homérico», incluso
lilas allá de lo que la po esía anterior ha bía creado como mímesis: SÓ-
crates de paseo con Fed ro, en el ba nquete, en el gim na sio y en la ca r-
I EI valor del juego/ rcl? También es aquella lucha con tra la mimesi s an te todo esto: lucha
de P latón contra sí mismo , lucha del filósofo en él mism o contra el I,
Aq uí es preciso recorda r una vez más qué valor, no el más digno poeta en él mismo, y co n ello una vigilancia que establece sob re sí y
pero sin embargo alto, ha dado Platón, quien como po cos domina ba que sólo puede ejercita r so bre ot ros. La ob ra escrita de Platón es siem-
la ley de los grados , a la broma y al j uego . <dura con to tal seriedad », pre mimesis repet ida, pero se de fiende del permanecer como mime - I
escribe en la carta a [os discípulos de Assos a pa rtir de aqu el sencillo vls . As imismo, allí en donde parece establecerse con más fuerza como
ta puj o que enton ces apenas deshace, «el que no fuere alegre, y con obra de art e no qu iere en definitiva ser leída como tal, sino co mo «exis-
la broma, hermana de la seriedad» (hrop. vúJi T(n 07ro vofi TE ~/m ¡.t~ rcncial» o sea, con la mirada fija: tua res agitur.
&¡.tovo'f xa ; ry ri]s a¡¡-ouó1js &óú, opij 1'I"móu'i 323 O). En el Timeo (59 C, Ya la escuela de P latón se ha preocupado de la pregunta de la que
69 A) se llama a lo mít ico, es decif, a lo s~ncillamente po sible, discur- nos ocupamos aquí noso tros 25. En un tratado neoplató nico se ha
sos del mu ndo cam biante, «un placer del qu e uno no tien e que arre. presentado la aporía de que el maes tro habla despectivamente de la
pent irsc» y un «juego medido e intelect ual» (¡u TgiO' }(O'i <p g ó l' ¡¡W~ escrit ura y de que entonces hab ía estimado de valor poner por escrito
1'I"mó¡á). Pu es, elevados sob re esas ocupaciones, de las q ue en efe cto su obra. La solución rad ica en lo siguiente: había querido seguir tam-
trata n tantas fuerzas del pensamiento , brillan los «dis curs os sobre lo bién en este aspec to a la divinidad . Como la divi nidad ha bía creado
que es» (AÓ)'O' 1'I"~ g¡ TWI' bI'TWI') como el objeto de nuest ra propia se. ta nto lo insensible como lo que cae bajo nu estros sentidos, así habría
rieda d (ha ¿v(( El{!' o i~ (J'/f ovóá i'o/u v /aquettos sobre lo que nos afana- él transmitido algunas cosas por escri tu ra y otras sin escribir. ¿Po-
mos!) " . Jue go, cuentos y sueños toma a veces P latón en Las Leyes drí a ser así pensado todo en las for mas fuert es del dogma neoplat óní-
como la ob ra del legislador , a la qu e ha con sagrado dur ante muchos co? ¿No parece al menos vislumbrado correctam ente algo de la rcla - i
a ños un trabajo agotador. Y sobre la relación entre los dos herma- ción en la que la cre ación y la escritur a platónicas se mantienen en I
nos , juego y seriedad, habla, probab lemente en la manera más enér- su filosofa r? 26.
gica, en un pas aje de esa o bra ta rdía (VII , 803 B): «La vida huma na La vida humana un juego, el hombre un juguete: y entonces ¡qué
no es digna de gran seried ad ». Ca si literalmente así había ya dicho fuerzas de la volun tad ética tra nsforman al viejo Platón qu e así habla
en La República (X, 604 B). Ahora va más lejos: «D ios es digno de de la vida y con qué responsabilidad ha visto an te sí siemp re con tra -
feliz seriedad, el hombre, por el contrari o , es sólo un juguete en las baj o esta vida! Dar leyes un juego: y en efec to, ¿no es ino lvidable la
ma nos de Dios, y eso incl uso es lo mejor para él» 24. Así sin dud a só- imagen del Anciano que, después de malogr ars e todas sus espera nzas
lo pu ede ha blar quien «di rigía la mirada a díos » (804 B). Y que el polí ticas, para un a fundación en la tierr a de Utopía, que est a vez se
hombre, con todo - pro bablemente incluso por eso- , es «digno de denomina Cre ta, escri be leyes y siempre leyes? La escritura, la nueva
una consabida seried ad» (804 B), qu e <da educación seria par a na so" forma de arte y toda la filosofía dram ática , un jue go: y asim ismo ¡con
tros el asunto más serio» (803 D) estaría dicho en la misma interd e- qué pas ión artística , con qué artística ... seriedad ha jugado él durante
pendencia .;'Jn juego también la escritura , un juego que se com pa ra medio siglo a este juego! Así no se podría apartar probableme nte de-
con lo serio del filosofar y edu car de Plató n y final me nte del conoci- masiado de él, si se piensa en el sen tido de su ob ra escrit a - por aho-
miento platónico de dios, en consecuenci a un ju ego serio . Por eso, ra suficiente- según el arquetip o de los fenómenos que son sólo im á-
¿po rq ue se esta blecen en una relación de imagen respecto a aquella gene s de las esencias, pero incluso como imá genes de las esencias ado -
seried ad en sí? ¿Porque eso mismo es educar? ¿No es asimismo sólo lecen de todas las restr icciones e inestabilidad de aquéllas. Sólo, en
mimesis de lo crea do? ¿Tal vez inc!pso tam bién un crear demiúrgico efecto , pa ra el ojo que entiende de ser , corresponde enfocar al ser eter-
con la mirada en los a rquetipos?/ no y a lo que está má s allá del ser . .
Se ve así qu e la luch a de Plató n con t ra la mimesis tiene ot ra dir ec-
ción todav ía. Con tra H omero, como fun da mentador de todo a rt e re.
SOCRAT F.S EN PLATO N 13 1

llosa tamb ién allí en do nde , respecto a la sente ncia de la unidad de


lod o ser dice oír «no a mi sino al lagos» {Frag. SO), Pues en él se ría
perceptib le el lagos. Sin un «me par ece» o «yo digo » o « me exp resa ré
CAP ITU LO VI co n más cla rida d», po cos, entre los fil óso fos de l siglo qu into y los
SOCRATES EN PLATON médicos qu e pertenecen a ellos 2, pod ría n ser co nsiderad os po r su lec-
tor. l a nueva Historia se d ifere ncia de toda cró nica po r medio del
yo de Heca teo , de H erodoto y de Tu cldíd es. Y la So fístic a d ice su yo
I EI «yo» del autor! más e n voz alta que en baj a . En eso no ha y contenido alguno que la
línea socrát ica hubiera rec hazado en algo. Jeno fonte escri be sus Re-
Hesiod o de Ascr a , con su yo a nte los hombres, da el primer paso cuerdos de Sócrates, en El Banqu ete ha estado él mismo presen te y
en la H istor ia del espir itu europeo pa ra tal osad ía cua ndo desde ese la Defe nsa de Sócrates la a bre y cierra co n sus propias o pinio nes: en
yo se vuelve al tú , al lado de l más alto dios: suma, el yo de l escritor de memorias se introduce en IOdo lo que él
ha escrito sobre Sóc rates.
«juzga segú n inflexible de recho Uno t iene qu e a tend er a estas cosas en su sentido y luego mirar
tú , Zeus ; yo quiero, sin embargo, anunciar a Per ses la verdad.» en relación con Platón . Pla tón ha escrito , a lo largo de cincuenta años,
par a el mu ndo coetáneo y pa ra el mundo posterior. Per o , además en
. La forma épica transm itida dej a tod avía más vencido el senti do , algunas ca rtas , que fueron compuestas para un circulo más reducido
de forma que aquí se ha desprendido la cubierta bajo la que hasta y con un objetivo determinado, nun ca ha bla él por propia perso na l .
aho ra se ocu ltaba el yo del poeta, y se mide lo fuerte que tiene que Uno piensa lo que Quiere deci r: ¡Pl at ón no ha querido que n osot~os
haber sido la tensión interior que, a partir del salto de sde el sent ido oyéramos su yo! Y su nombre, que asimismo en el circ ulo soc r ático
de los propios derechos, mej or qu e la fe en la todopo derosa «Dike» tenia q ue significar algo , a parece muy ra ras veces en sus propios diá-
de Zeus, j unto al movimient o del derecho, hacen q ~e se desa rrolle en logos y sólo casi en el mar gen . En la Apologla, Sócrates mismo me n-
la T ierra un dirigente" . Ese yo lib remente estab lecido habla po r mu- dona dos veces a Plat ón como situado e ntre los a migos más cerca nos
chos en el futu ro. H abla de la po esía de la elegía y del ya mbo, de lu- y co n ellos cuenta para librarse de la ac usac ión. Y, como por el con-
cha y amor , de neces idad y de la alegria de fiesta , ca nta en ~a n ci o ncs 1rurio , el Fedán se refiere casi por encima a la au sencia de Plat ón en
de Sa fo y de Alceo'. y luego , cuand o ha nacid o el pensa miento, 110 la muerte de Sócrat es: « Plat ón, sin emba rgo, creo que est a ba enfer-
dicen «yo » al men os todos aqu ellos pensadores o rgullosos por sepa- 11I0» . Ahí se lee ent re lineas -sólo que menos festivas- lo q ue Da n-
ra rse el uno del otro, y de las masas, ca ntores y leyendas. l os vence- 1(.., qu e sin e mba rgo conduce a su yo por todos los reinos, dice a ma-
do res de luch as y de carreras, asegura Jenófan es, « no so n ta n merco llo de just ificación allí en donde po r única vez e n tod o el poema toma
cedores (del premio) como yo; pues nuestra sa bidu ría es mejor que ~ 1I nomb re pro pio: «la necesidad que aqu í im pu lsa a ha bla n >.
fue rza victoriosa de corceles y de hombres ». Pa rménides c uen ta poé-
tica me nte la visita a la d iosa q ue le a nuncia la verd ad. «Yo, co mo un
dios desterrado en med io de todos vosotros, ta mbién fui expulsado / 1"0 presencia de Sócrates en fa obra plat ónica/
una vez. v.», así habla Empédocles a sus co nciudada nos. Y los que uti-
Iizan el nuevo ar te de la prosa no son me nos am igos del yo. Her áclito No menos maravill oso que el silencio del yo plató nico es un se-
pone agud ament e las «pala bras y obras, como yo las anuncio » con- gundo deta lle perteneciente a ese un o que, en correspondencia, se ma-
tr a (dos discursos de hombres sin ra zón» , y su yo suena todavía orgu- nifiesta como nece sari o : es la importancia de Sócrates e n la obra pla -
tónica. ¿En dónde se conoce un ejemplo de eso de que un filóso fo ,
a lo la rgo de una década, en lo má s importante que pu do compa rtir
• Se refiere a las noticias acerca de su vida q ue nos da Hesíodo en Trabajos y [)im ro n los hombres se pued a decir designado, se pueda decir encubiert o
que refieren el hecho de q ue su hermano Perscs habla con seguido ar rebatar le la hcre- a tra vés de un no mbre distinto , el de su ma estro? No hay escrito algu-
dad paterna, apo yándose en j ueces q ue se dejaban co mprar; Hesiodo reacciona acon-
scjan do a su hermano sob re el cultivo de los campos con el fin de qu e no se piertln 11 0 de Platón, a excepción de Las Leyes, que es ob ra ta rd ía , en el qu e
por co mpleto dicha heredad. De esta manera la o bra comb ina la exposición dc un pro- xócr at es no estuviera presente. En la ma yor pa rte él se e nca rga de de -
blema particular y la necesida d de un calendario de orientaciones gene rales sobre el cir lo decisivo, o al men os fue dicho ante sus oído s. Uno pregunta
mod o dc vida de un agricultor cn esta época. (N. del T.) lo qu e significa el predo minio de esta figura en la obra p latónica; s é-
132 PLA TON SOCRATES EN PLA TON 133
lo puede dar razón de ello , por cons iguiente, la propia obra. Per o e 1'1 omite un tercer acontecimiento, a pesar de que , como muestra la
razón tiene que pas ar, en primer lugar , por la superficie de la vhl lp% gü¡, le hab ía producido una gran impresión: la oposición de SÓ-
de Plat ón : Plat ón ha tenido en su vida un destino en el qu e todo I \ mtcs contra la sente ncia del tu mu ltuoso juicio en el proceso de Las
que en él entra -ccncucntros con gentes, co n el mismo Dión , amplf A l glnusasv. Sólo permite vislumbrar que Sócrates había conocido en
viajes, incluso con los pit agó ricos y sacerdotes egipcios, acciones pu ~ 1I (l la med ida que en todas las cosas es «justicia» y « piedad», y no
líticas, la propia int romisión en los asuntos de Sicilia- se convertí ,Ilre que reconoció la «verdadera Filosofía», a la que él se hab ía vuel-
en un episodio . Luego todo eso ha dejado en su obra hu ellas más 111en ese suce so en la justicia y piedad de Sócrates. Pe ro no necesita
menos claras, pero, co n todo, na da más qu e hu ellas. Y se plant e decir lo que todos saben.
al contra rio, la gra n exte nsión de este destino. Este destino se Hum
Sócrates .
En ningun a part e nadie, ta l vez, se percató con más claridad d rt .a relaci ón Platón -Sócrates/
«h álito de final» del tiempo en el que Platón fue un hombre que ..
maest ro de la comedia po lítica. El gran Búpolis , despu és del írrcm No necesita en ab soluto hablar de lo humano que había ent re él
diable desastre de la expedición a Sicília, en su Dcmol, manda a hu v Sócrat es. El discurso de los antiguos desp rende vapores y crea con -
car a los viejos políticos al mundo subterr áneo , po rque los politiqui uus tc: «un viejo amigo amado por mí, Sócrates» ("P~'}..Oll álloga ¿/-lo¡
1I0s de su tiempo llevan a Atenas al caos. Un año antes de la con qui ~ l.l w{3 ú u g o " :CwxgáTl}) y (muestro compañero Sócrates» (ro" h a tg o"
ta de la ciudad po r Lisandro, presentó Arlstó fa nes, en Las Ranas, ~II W P) . Habría sido Sócrat es para él sólo eso , de forma qu e diera co-
los grandes poetas t rágico s también desde el m undo inferior «porqu IIIn enigma la escritura de P latón y el dominio que Sócrates ejer ció
tú no puedes encontrar ya a ningún creador, por muc ho que busque s 1' 11 él durante una década . As í tiene razón la biografía en sentido par-
que pued a hacer sona r una pala bra au téntica» . El comediógrafo n rlcular cuando hace el encuentro de ambos como leyenda . Sócrates
quería darse cuenta de qu e tamb ién él ca ntaba el ca nto del cisne d ve. en un sueño, sobre sus rodillas a un jov en cisn e qu e inme diat a-
su pro pio a rte, la gran comedia antigua . Asimismo en las art es figu mente echa a volar y que marchará volando bajo un dulce canto. P la-
ratívas, después de Fid ias y de la generaci ón de sus discípu los, habl 11\ 11 rompe las tragedias, qu e él entonces habría querido presentar, de-
qu edado como nu eva tarea luminosa un a palpabl e debilidad que pn lnntc del teatro de Dio nisos, cuando ha oído a Sócrates. Sócra tes tie-
rece per du ra r a lo largo de la década 4 . Los bri llantes po rtadores de uc que ha ber sido consciente de qu e estaba allí la fuerza que le arr as-
movimiento sofístico o bien han muert o , como P rot ágoras, o está nu ría tod a su vida. N unca llegaremos a sa ber en qué for ma se ha de-
viejos y lejos de Atenas, como Gorgias. Y la decadencia del aparará uurollado el encuentro . Pero no haremos nada incor recto en ello si
est at al y humano, que ellos con su t rastoca miento t eórico de las no 1111rodu círnos a Platón entre los Carmídes, Lisis y Menexenos que es-
mas ha brían anu nciado ya como consecuencia, se muestr a, alojo ave ruch amos al iado del nombre de Sócrates, quienes pudieron, a ru ego
zad o , en la escasa dirección y en la incapaci dad de los grandes dir! Ik sus padres, ser alumnos suyos; los que, cuando él se ha sentado
gen tes incluso para pretende rla y queda clar a ta nto en los fracaso \' 11 el vestua rio del gimnasio, se int roducen de improviso y le rodean
exte riores como en las revo lucio nes inte rnas y en la s accio nes escan luego cua ndo habla . No suena tampoco cómo se experimenta eso que
dalosas de los en otro tiempo podero sos. P latón vio la ru ina del vie] \'1 jo ven Ar fstídcs dice a Sócrates en el diálogo Teages: «Me pasó a
orde n con los ojos ab iertos y tan clara como él, por nacimiento y de Illi, cua ndo estaba contigo , con ta l de estar en la misma casa, aunque
cisió n prop ia, experimentó el dedicarse a pa rticip ar en la vida de eS1 II n en el mismo cuarto; y cuando estaba en el mismo cu a rto, mientr as
ciudad y «como m uchos en cua nto llegan a la mayorí a de edad pensa t ú ha blabas, te mira ba y cada vez me parecía como si mirase a un si-
ba ir a los asuntos públicos», yen la caída vio una cosa firm e: a Só tio diferente; a partir de entonces más y mejor, sin em bar go, me en-
crates. cent ra ba cuando esta ba cerca de ti y en contacto conti go» . Nada ex-
Platón pretende hablar de su propia evolución sólo en el pasaj e truño, sin du da, qu e los hombres de hoy considere n esto en for ma
au tobiográfico y serio de su gran relato de rend ición de cuentas . Mues
tra cómo había reconocido el desastre general y la ruina creciente, y
cómo sólo Sócra tes se mantenía en pie, fre nte a su tiemp o, en los dos • Se refiere al jui cio contra los generales en la batall a de las Arginusas, en los años
grandes momentos en que él se rebeló contra la revolu ción de los Trcin- d l' decadencia. Dicha batall a habí a resultado una victoria at eniense, pero los generales
1'" habían recogido los cadáveres de los caldo s en la misma , ya que una tempestad exl-
ta y en el qu e la resta uración democrá tica se desembaraza de su ínso- ~ í:l
q ue retiras en los barcos. A pesar de todo , sin emba rgo fueron co ndenados a mue r-
po rtable amonestador. Platón de ningún modo pretende ser íntegro. h', pese a la o posició n de Sócrates . (N. de! T.)
134 PLATON SOCRATE5 EN PLATON 135

no platónica y mezclado con «fenómenos ocu ltos», porque les faltll enton ces se tra ta de asegur ars e una vez má s de la especie única: Pla-
la experiencia. ¿Yen realidad hubie ra podido P latón escribir todo eso t ú u nunca ha hab lado en sus escrito s de forma manifiesta y ha hab la-
que dice de Sócrates Alcibíadcs en El Banquete sin haberlo experl do siempre de Sócrates o al menos permitido oír, a lo largo de cua -
mentado en contacto con Sócrat es en person a? «Si alguien te escu 1¡' II ( a añ os, sobre todos los temas. Ese estado de cosas lo designa por
cha, a ti o tus pala bras por boca de otro, puede quedar asimismo com dlls part es y se oculta igua lmente Platón mismo, t ras el particular ara-
plet amcntc pr endado, ya sea muj er, hombre o muchacho el qu e te o ye bcsco de su estilo maduro , en aqu ellas pa labras de la Segunda Carta
ra, así quedaría de atónito y co mo en destierro», «Cuando yo te o igo , l' 14 C) . El nun ca habría escrito nada sobre los pri ncipios de la Filo-
me da un salto el corazón mucho más que el de los danzantes y S~ ~ o fía yeso no lo proporciona ningú n escrito de P latón y nu nca llega-
me caen las lá grimas b ajo tus pal abras, y también veo a m uchos com 111 a ser prop orcionad o uno; 10 que aho ra era cons iderado como ta l
port arse de esa manera», «Este Marsias a veces me conm ueve de foro pertenecía a un Sócrates qu e habí a sido joven y hermoso - o más bre-
ma que [a vida qu e yo llevo no me par ece digna de vivir». ¿No se de vemente: a un Sócra tes rejuvenecido, Y no hab ría escrit o Plató n mis-
be creer, incluso con un fund amento mayor , que el encu entro, que 11 10 , como muchos incluso hoy piensa n , estas pa la bra s; así ha brían
encadena de por vida a Platón, no pudo haber ocu rrido sin la fuerza quedado po r eso par a siempre ellas en la fuert e y fan tástica expresión
del gran demon? En efecto , ¿es pos ible sin éste, sob re todo en la Are- que para nosotros incluso es lo más característico de sus escritos. ¿Pero
na s del siglo v , un encuentr o semejante ? ¿Y habría mostrado Platón, cómo explicamos lo caracte rístico ?
en sus escritos, a Sócrates más o menos siemp re como amante , si no Es perfectamente cor recto decir que aquí el agradecimiento del jo -
hubiese estado jamás en relacione s con él? Y, en definitiva, ¿hubierll ven respecto al maestro encuentra una expres ión como , por otr a par -
podido P lat ón dar en su imag en del mundo ese espacio a la fuerza te, no se encuentra otra en tod a la His toria del Espíritu. Arist óteles
que él denomina Eros, si no hubiera realizado todos los encuent ros lI a permanecido durante veinte añ os en la escuela de P latón. Se man-
particular es a partir de él? 1lene ha sta su edad madura com o platón ico en part icip ación tota l de
El acto más fuert e de ese amo r y la proximidad a ese individ uo ~ Il esencia . Pero el Aristóteles tardío - siempre está lo plat óni co ta n
peculiar ha n reco nducido al joven Pla tón por todos los ca uces a par- rucrtcme nte en su ima gen del mund o- sc ve en una confrontación
tir del destierro qu e pa recía predestinado para él. P ero hay tiempos const ante con el maestr o y de cua ndo en cuando par ece como si sólo
en los que se tiene asimismo que perd er lo má s grande pa ra encon- pudiera ser él mismo con clari da d cuando toma el cam ino po r encima
tr arse '. ¿Qu é hu biera llegad o a ser de Platón sin el encuentro con de esa op osición . Tal vez sea ese su mod o de agradecim iento . Plató n,
aquel hombre anciano , caracterizado de fo rma t an distin ta? Un diri- por el co ntr ario , no sólo nunca se ha opuesto a Sócrates, él ha habla-
gente político en la lucha de las facciones at enienses, seguidor de Cri. do por boca de Sócra tes a lo largo de decenios. Y así sería perfecta -
tía s, en un tiempo de confusión po lítica, en el que las más gra ndes mente correcto , aunque tampoco basta, decir que el alumno ha erigi-
de tales luchas no merecian el más mínimo esfuerzo. Y, ad emás de do con sus escritos un mon umen to de grat it ud .
eso, un comp ositor de tragedias , seguidor de Eurí pides y de Agatón, «En cada corazón noble arde una sed eterna de uno más nob le,
ent onces cua ndo el momento de la alta t raged ia ática llegaba al final 1· 11 lino hermoso de uno más hermoso; quiere contempla r un ideal fuera
y sólo había espacio para epígonos. Sin embargo , ten ía que llegar 11 tic sí, en un objeto corpóreo , con un cuerp o transfigurad o o acepta-
ser pri mero socrático dur ant e mucho s año s pa ra poder llegar a ser el 110, pero más fácil de lograr porque el ho mbre elevado tiende sólo a
mismo . P odrí a no permitir qu e se hicieran libres sus pretension es po é- una elevación , lo mismo que se logra el bri llo de los diamantes sólo
tieas y políticas, si él estaba decidido al conocimient o y en un idad con con diamantes». Esas palabras, en Titán de lean Paul , las habría vi-
él para constructor de la ciud ad ideal y para poeta de drama s filos ófi- vido ant eriormente Platón durante largo tiempo . En su Academia los
coso y él mismo tenía conciencia de ello. Ha da do las gracias a S ócra- ulumnos tendían a esto mismo . Se dirigía en libro a lo s homb res, así
tes, por sacarle del destierro, a tr avés de un a larga vida como nunca wn an sólo pa labras para él, aunque las más pura s y brillantes, sin
un mo rtal ha agradecido a otro mortal. Lo sacó par a tod a la poste ri- efecto , sin el portador viviente, por más qu e - o pr ecisamente
dad de la masa de los sofistas, en la qu e, po r otra parte, tal vez en porq ue-e- para él todos los «discursos» no eran en ab soluto del «dis-
el futuro hu biera permanecido ocu lto y desconocido , y le metió en curseador», pre cisamente porque «no se podían reproducir fácilm en-
el cielo en la imagen del hombre qu e murió por la verdad , como la te la verdad ni S ócrates» (El Banquete 201 C) . Y así tien e él a la fuer -
del único dirigente para la Filoso fía 6 . la que haber hecho a Sócrates más violen to en su obr a escrita, por -
A partir sólo de la Séptima Carta nunc a se podría adivinar lo que que de ninguna otra ma nera sería posible transmitir claramente la re-
Sócrates ha sido pa ra Plat ón. Para ello hay que leer los diálo gos y lnció n del «hablante» co n el «discurso», ya qu e le parecía que sólo
136 PLATO N
SOC RATES EN PLATON 137
a sí pod ría llegar a ser int eligib le ed ucación y lucha , búsq ued a y co ns-
trucció n. fiesta y muerte, en una pa labra: Filosofía. No sólo un mo- ches años: se dirige en sus comi enzos al intento de ejercer polít ica prác-
nu mento de gra titud, sino ta mbién el más excelso monumento de la rica en Sicilia y cuá nta pro fund idad de ese ncia, dilapida da en este tr a-
fuerza de formación para todo tiempo lo ha erigido allí. en do nde co- bajo, se pued e co legir a part ir de aqu el pasaje de la ca rta en el que
locó a Sócrates co mo centro de su d rama filosófico . Sin duda pod ría su tem prano conocimiento so bre las esencias opuestas de ciudades ex-
llegar a ser tergiversado incluso esto , como si se tr atase aqu í de algo plica «que ellas en co nj unto está n en un a mala Constitución; pues la
as í co mo de un recurso a rtístico o sobre tod o de una opc ión. Pero susta ncia de sus leyes es ta n buena como incurab le si no se reúne de
a bier ta mente se t rata de una necesidad. Inmedia to una act uació n milagrosa con un azar propiCiO») (VII, 326 A) .
[P ero entonces se ve ta mbién la ot ra ca ra ! En Las Ley es recono ce
expresame nte el H uésped atenie nse: la ciuda d en la qu e predomine
/ S ocrates en Platón y el Viej o Ateniense/ al má ximo la comun id ad de bu enos, mu jeres y ni ños, sería la prime ra
(' I~ el ra ngo ; pod ría ta mbién servir sólo par a dioses o h ijos de dioses,
¿Q ué defiende el Sóc ra tes pla tónico ? El esta blece la pregun ta po r nuentras que la Co nstit ución, en la que ellos ahor a han puesto las rna-
la «enseñabllidad de la virt ud), po r la esencia del «virt uos o», por la nos, sólo pu ede estar próxima a la inm ortalida d y ten drí a el segundo
esencia de los demás actos de la vida como amistad y conoc imie nto . puesto , sin du da como ún ico (739 C y ss.). Ta m poc o . como podría
Defiende la inalcan zable dignidad de la justicia y de las dem ás «virt u- p~recer, esta ría dad a la primera const rucción de la ci udad , ella más
des» . Co nst ruye la ciuda d ideal . De su boca sue na el elogio de Eros, hien debe ( mantenerse en la vista inevitabl ement e como prot otipo» .
suena n los mitos de inmortalida d , el jui cio de los muertos, la eleva- y así se podría con buena s ra zones creer qu e no se hab ría desalojado
ció n d el alma hasta el lugar no sensible. Defiend e, en fin, lo qu e fue 11 Sócrates del centro del ca m po visual plató nico, más bien que él do-
mo strado po r las idea s y el ascenso a tra vés del reino d e las ideas has - mina allí co n una acción invaria ble y sólo la ciud ad de Los Ley es será
ta lo «arrhe to n». Pero de ninguna manera defiende tod o lo q ue Pla- ent re todos un trabajo dem asiado alejado del ce ntro pa ra entra r in -
tón com pa rte con sus lectores. En verdad no ha y eso q ue alguno con cluso baj o los elevados nombres.
mala intención suele tra ta r: qu e se ha defendi do contra Sóc rates, qu e La di aléct ica, tal como fue ejercitada en el Parménides. El Sof ista
vo luntariamente P latón de algun a ma nera lucha encub ierta mente con y El Pottttco es, sin duda, ejercicio prepara tori o par a las más eleva -
Sócrates; seria e ntonces qu e lucha co ntra el Sócrates dentro de él, con- das ta reas filosó ficas , pero , sin em ba rgo , en rea lidad sólo ejerci cio
t ra sí mismo ' . Pero la image n del m undo, a mod o de las ciencias de prepa rat o rio . ¿Y Sócrates no se ha convert ido e n algo más insignifi-
la Na turaleza, fue puesta en boca del pitag órico T imeo, en calidad cante? 9 El esta blece allí la existencia inq uebra nta ble del «filós o fo»,
de ast ró nomo y de rep uta do investigador de la na tu raleza del Todo; él coloca un algo para el verdad ero ser que, como en un juego , unas
y en la de Critias, el ho mbre de la más ra ncia nobleza átic a , la histo- VL'Ces toma de imp roviso , con ojos fijos, esas pesq uisa s y otras veces
ria de cuento po pula r ace rca de los hechos de la At lán tida co ntra la de nuevo las deja de las man os. Así tienen ento nces que simbolizar
vieja Atenas. A llí deja qu e Sócra tes «se regale con discursos ». De la el estado de las cosas esos di álogos ta rdíos, de for ma que aqu ellos
misma ma nera se contenta co n escuchar, en la seg unda par te del Par- mismos a nálisis, elevados e import a ntes, no t ienen u n valo r p rop io
ménides y en los diálogos de El Sofista y de El Poutico, en do nde él vino que sirven a uno más elevado. Adem ás del ce nt ro socrá tico en
sólo provoca ejercicios dialécticos sin inte rvenir en ellos. Y la gran Platón. se encuentra asimismo enfocado a ello el eléa ta , como ta m-
ma sa práctica del estable cim iento de leyes en La s Leyes él no la escu- hién la investigación pita górica de la Naturaleza , que también se en-
c ha ni una vez s. cont ra ba en él. P ues para la const rucció n de la imagen científico-
Segura mente que la ciencia de la Nat uraleza del Timeo ha tenido natural del mund o , en el sentido de los viejos «fisiólog os», ha usado
para Plat ón la mayor importa ncia, como lo ha determ inado a nte to- Pla tón el trabaj o agot ado r de muchos a ños , pero nunca esos resulta-
do la ima gen platónica a través de los siglos. Un largo tiempo de bus- do s pod rían alcanzar la sa bidur ía de la dialéctica ; tend ría que que dar
qu eda, reflexión y creació n conjunta serían necesarios hasta qu e esa en «d iscursos de probabilidades» 10, que incluso Sócra tes , el sabio del
const rucción hub iera pod ido erigirse. Seguro que los ejercicios día- camino di aléctico, no hub iera pod ido suplir. Pero debe presta r aten-
l éctíc o s en los que el sofista y el político defin en y establecen las pa ra- ción a ella. porque la investigación de la Na turaleza só lo para P la tón
doj as de lo uno y de lo otro-múltiple, allí en donde el sepa rar y reunir tiene sentido por eso, porque rem ite a la bú squ eda de las ideas, por-
confo rma la dia léctica, son grado s prev ios al grado más elevado . Se- que desarrollo natural o paradoja platónica corresponden al desplie-
guro que el gra n esta bleci mient o de leyes con tiene el t ra bajo de mu- gue del «ei dos- en el espacio. ¿Se necesit a entonces inclu so el rela to
polí tico del Critias pa ra llega r a explica r por q ué nadie podría espera r
138 PLA TON SOCRAT ES EN PLATOÑ 139

co mp rende rlo de la boca de Sócrat es? Esta ba ya ta n lejos, por fuera, rcc ido es ta mb ién la diferencia en cuanto se penet ra en el int erior y
en la esfe ra plató nica , q ue las fuerzas del centro ya no podía n ma nt e- se llega con la vista a l ca mpo en el q ue las luchas filosó ficas tu vieron
nerlo po r igual y formarlo para la per fecció n. luga r. Pu ede la distancia llega r a ser ca da vez ma yo r co n los años,
Así, en los diálogos q ue dejan visiblemente retroceder o disipa rse así sin em ba rgo no hay ningún diá logo «soc r ático» de a ntema no q ue
por completo a Sóc rates, fue ya más cla ro para qué él está íntr od ucí- deje de parecerse a lgo a l puro platónico del t iempo ta rdí o . Ha y so bre
do e n Pla tó n y pa ra q ué no . Resulta ría abiertament e fa lso dec ir que tud a só lo un más o menos de alejam iento . Ya e l Protágoras, Laques
para el viejo Platón la figura del maest ro habla palidecido completa- y Córmides m uestr a n co nverge ncia en un o bjeto no p ura mente idea-
mente. Atestiguaría lo co ntrario el que en el Filebo correspo nde lo do y no del todo ex presado; también el objetivo platónico, co mo pa-
más importante a Sócrates , por no hablar del Fedro. en do nde trae m el hijo de So fro nísco, ha sido extraño. Así q ue el Sócra tes pla tó ni-
la más viviente frescura a la escena. Y q ue él en El Sofista, en El Pal/- co crece a partir del Sócrates histó rico . Y se reco noce có mo ese creci-
t íco, y en la seg unda parte del Parm énides. no ma ntiene a llí algo por miento ha ido a nte sí, cua ndo se co ntempla a l Sócrates de los más
costumbre y q ue está lim ita do ento nces a un indiferente papel ar tísti- puros diálogos platónicos. La doctrina del orden en el a lma indivi-
ca, eso q uedará claro cuando se le piensa fuera de ello : enseguida cam- d ual y en el gran recint o de la ciudad: ésa es la plas maci ón del pen sa-
bia todo su sentido , pierde u n ca rácter relega do si eso ya no fue trata- miento, de la cual lo q ue Pl a tón vio en Sóc rat es sólo él en sí podría
do ante sus oídos. Pero tampoco puede Plató n, en el modo en que ver, y la ampliación concéntrica en la esenci a de la ciudad , a la que
utiliza a la persona de su maestro en sus dramas , pronunciar un jui- tam bién se había ref erido todo sen tido y pregunta de Sócrates hi stó-
cio en cua lquier di mensión histórica. Pu es lo q ue él ocupó en la His- rico . La «te oría del aman) platóni ca es un to ma r co ncie ncia y un ex-
toria y el Sócr ates histó rico en re lación con la creencia en la inmo rta- poner en pa labras aq uello que Sóc ra tes vivía y lo que P lató n en él y
Iidad del Fed án, el discu rso de Eros en El Banquete. la co nd ucción co n él vivió . La ( doc trina de las ideas» de P latón : esa es la respuesta
d e la ciudad y la co ntemplació n d e las ideas de La República, sólo a la pregunta de Sóc rates, el S ton / to que es/ q ue res pon de a la pre-
co n un mov imiento de ca beza podía decir algo de la semejanza ; lo gunta Ti ton / i qu éest/ , la visión de la just icia verdadera como res-
q ue (en un verdadero y pro fundo senti do ) ya deja vislumbra r la anéc- puesta a la pregu nt a de q ué es propiam ent e ju sticia . Y no supone eso
dala según la lección del diál ogo Lisis: « ¡Po r Herá cles! ¡Cuánto in- que Pla tó n diera la resp uesta só lo desp ués de q ue Sócra tes hub iera
ve nta el jo ven ese de mí!» Incluso es Pla tón m ucho menos un direc- hecho la pregu nta . La pregunta - vista co mo te ndencia a clari ficar
to r de escena de sus diálogos que Cice ró n, que basta el fina l está du - toda la .existencia socrática para las cos as, para las cosas q ue ig ua l-
dando de a q uién tiene q ue po ner en la bo ca los pa peles de los Acode- mente tienden a los a lumnos - resu elve en un sentido muy co ncreto
m ica o de la co nversa ció n del De re publica, sino q ue eso es notoria- la respuesta en sí. Más a ún , el S ócra tes q ue pregunta era, e n su exis-
me nte una necesidad , q ue so bre ello dife rencia lo q ue Sócrates tiene tcncía . la res puest a que Plat ó n dio co mo filosofem a , nunca, sin em-
q ue decir o escuchar . Así pu es, tiene que ra strea r esa necesida d y me- bargo, co mo do gm a fijo . Lo qu e ha bía del Sócrates histó rico lo ex-
d ita r la pregunt a co mo los platón icos.. .decimos en primer luga r: la presa el Sócrates plató nico cua ndo él en ello acred ita la expresión: «Ca-
forma de exp resión «Sócra tes : se manti ene a costa de la realidad his- tia respu esta perma nece sólo co mo respuesta a la fue rz a en la medida
tórica «S ócra tes» . en q ue está arr aiga da en el pregunta n> (Heidegger) .
Si el Sócrates de Plató n habla , si escucha, si está por com pleto
aus ente: en ello está n simbolizados g rados de nt ro del lem a pla tó nico.
/ Los rasgos reales de Só crates/ Sólo la zona cent ra l del pensam ient o de Pla tón podía y debía mete r
a Sócra tes en los diá logos, aquella zon a q ue es interpretació n de la
El Sóc ra tes qu e ha bla en los diálog os plató nicos lleva los ra sgos figura de Sócrates . La respuesta ha desarrollado a pa rtir del pregu n-
físicos del Sócra tes rea l, sus penetrantes ojos y su na riz roma, su ir tar, q ue en la respuesta se ma ntiene conse rvado , la figura filosófico-
descalzo y su incan sab le preguntar y examinar, su esencia de tranq ui- poét ica a partir del ho mbre vivo filosofan do , en un cre cimiento nece-
lidad espiritual, su crá neo de bebedor, su du rez a co nsigo mismo y Sil sa rio del que Platón con seg uridad no ha sido co nscie nte en la expli-
pa rt icular va lentía . Lo suficientemen te qu e ha sido co nfigurado el Só- cació n ra cional e hist óri ca co n la qu e noso tros, hom br es de un tiem -
cra tes real, en apa riencia , movimientos y ac to s, po r P lató n se puede po histó ricamente ma yor, co ncebimos ta les fen ómen os : sin em ba rgo,
co nfirma r en la sala de la cú pula de la Gliptot eca de Munich, si se esto , que .a pa rece claro y acuitado enseguida, a l modo de la Antig üe-
siguen las con versa cio nes q ue co nducen , frente a frente, el Sóc rates dad, ha Sido expre sado en la pa labra sim bó lica de Sócrates « rej uve-
en bro nce co n el Lisis en bronce. Sólo tan gra nde co mo es a quí el pa - necido».
IRONIA 141

honia de Sócrates» (L a Rep ública 1,337 A ). Si un maestr o de retórica


hnbla del concepto de iro nía y, a este propósito , quiere ilustrar sobre
tille no sólo ésta oc upa un lugar determ inad o en la técn ica del discu r-
CA P ITU LO VII m sino «que tod a una vida pue de te ner iro nía », e nto nce s utiliza co-
mo ejemp lo la vida de Sócrates {Q uintilian o , IX.2,46 ). No se t iene
IRüNIA II<¡uí motivo alguno par a diferencia r agudamente entre el Sóc ra tes his-
t órico y el platónico . Le vemos a aqu él sólo a tra vés de éste, pero ta m-
/ ¿Qué es ironlo? IIO{."O po dría mos duda r de que lo hemos recib ido de verdad aquí en
Iigura . Y la pregunta va más allá: a qu é luga r ocu pa la ironía en la
(Segura mente q uien no s expusiera lo que los hombres como Pla- existencia soc rática y platónica.
tó n han dicho en serio , en broma o medio en broma y lo qu e por con- El irón ico, según la imagen de Teofras to en Los caracteres, es un
vicción o sólo en for ma discursiva nos hab ría hecho un serv icio ex- hombre que se compo rt a, en accion es y discursos. más frívo la mente
traordinario y ha bría co ntribuido infi nitamente a nuestra forma- de lo que es, que oculta sus puntos de vista e intencio nes, su obrar
ción» 1, No se puede decir que esas palabras de Ooeth e hubiesen si- y sus energfas ' . Este aficion ad o a la bot án ica no atie nde a valores
do ta mbién tomadas en ser io lo sufici ente sólo como exigencia. Pero morales, aunque el sistema de valores éticos de su maest ro Aristóteles
seguramente es qu e no se pu ede uno int ernar en Platón , si no se ha coloca su fundamento a tod o lo que la «eíroneía». co n un a partarse
considerado lo qu e es «ironía» y lo qu e significa en su ob ra. del ca mino de la verdad, asienta. Y asl se podría hacer oscilar el con -
Sin duda , si iro nía no fuese más qu e «un puro inter ca mb io del si ccpto de iro nía entre un disimulo más bajo que se aprecia o despre-
frente al no» - por decirlo co n la definición bromista y a nod ina de c¡a, un juego de pensa mie nto sencillo q ue la soc ieda d de la Atenas
Jea n Pau l- esta ría así la co nsideración de un fina l antes de que ella democrá tica, tan rica en espíritu como suspicaz me nte cr ítica , ha bria
hubiese comenzado co rrec tamen te. Pero hoy se emp ieza de verdad a recogido casi como to no general del discu rso y del t ra to, y como una
a prender algo en serio so bre «el problema de la ironía q ue, sin igual, peligrosa cubiert a que sería efectiv a pa ra lo temido o e xtraño . De he-
pro fun diza y radicaliza el m und os-e-y ¿en quién mej or que en Th o- che a migos y enemigos podría n hab lar de la iro nía de Sócra tes con
mas Ma nn, el gra n irónico ? 2. Por ot ra pa rte, desde hace cientos de muy dist into so nido . Pues en él ha bía un co ntraste similar, pa rticu-
a ños, el sa ber sobre esas cuestiones casi sólo ha disminuido. Frente larmente evidente, entre comportami ento exte rior y aspecto y la esen-
a esto , los románt icos, a nte todo Fr iedrich Schlegel y Solger, luego da interna . Nadie ha dicho nada más pene tr a nte que Alc ibíades, en
co mo co nt inuación Kierkegaa rd , han sido consc ientes del sentido me- JJ Banquete, con la imagen del aspecto de l Sileno qu e encierr a una
ta físico de la ironía y sus investig aciones han pro fund izad o siempre noble imagen de un dios. Po r fuera no bello, por dent ro divino : así
en la imagen de Sócrates, del Sócrates pla tó nico . «La iron ía de Pla- aparece él desde el primer mom ento frente a aque llos que no son más
t ón », así se dice en Jea n Paul , «se pod ría tomar como si hubiera un allá de her mosos, y eso ta ntas veces como sencilla me nte se tom a la
humor del mundo, una iro nía del mun do , qu e no se cierne pura mcn- belleza . Pero si se ha recon ocido e n él q ue hay una más profu nda y
te, ca ntando y juga ndo , sobre el equivoca rse (como ta mpoco igual misteri osa belleza, aquella «belleza interi or» q ue Pla tón hace ped ir
so bre las tontería s), sino sobre todo saber; lo mismo que una lla ma a su Sócrates a P an y a las Ninfas al fina l de l Fedro ( ÓOÚ/ 1É ¡JOl xa AWt
libre, qu e se consume y a viva, de fácil movim iento y as imismo que i'H Éu{}m Tá "óo{} f/I / concededme llegar o ser bello de in terior/ 279 B),
só lo penetra en el ciclo» l . luego , las dos superficies, que se han visto hasta ah ora , inte rca mbia n
Si incluso las marcas par a la ironía falta n siem pre en nuestros ti- sus posiciones , ta nto como en un diseno en perspectiva pu edan saltar
pos de imprenta , lo qu e el propio Jean P au l simu la ba mezcla r - iró- ade la nte y atrás . Lo que parecía hasta a hora má s fút il, se ve de repen-
nicam ente- entre los signos de preguntas y de admiracio nes, no se le encima y al fin al queda la gra n extr a ñeza sobre 10 inesperado en
necesita, pa ra saberlo, que P latón además de patét ico fuera un iróni- lo que se ha con vertido en visible.
co y a veces am bas cosas cn el mismo instante. Pe ro en ello no se po- El A lcibíades platónico describe al maestro sobre t od o en contac-
dría duda r que el Sócra tes platónico , en primer lugar, no toma pres- 10 con jóvenes (El Banquete 2 16 D): «Sabed qu e si al guien es bello
tada su ironía de Plat ón, que Sócrates era un irón ico mucho más ca- le deja de lad o en cierta ma nera (por otra pa rte, él des precia mucho
racte rizado que la ma yor ía de sus discíp ulo s, que m ucho s, en la rela- eso, como nad ie pod ría creer), ni si alguien es rico, ni si alguien tie ne
ció n con Sócra tes, habían pensado o dicho lo que P la tón hace maní- otro privilegio lo elogia como la gente. Además co nsidera todo eso
Iesta r burlo namen te al so fista Trasimaco : «T enemos aq uí la consabida de ni ngún valor y tamb ién a nosotros. E irónicamente, y como un jue-
142 PLATON IRONIA 143

go, tran scurre el tiempo de su vida frente a los hombres». ¿Sería as! dos» (Lisis 210 E). No es su Eros una máscara ; una máscara es la for-
entonces lo eró tico una máscara'? Sin duda, si sólo se atu viera al Eros t il a que él utiliza con dignidad, la ad aptación a la Sociedad de su tiem-
Pandemo s, no pod ría ver ninguna esencia en Sóc rates como simula- po . Pero este Eros de Sócrates se diferencia del de cua lquier otro co-
ción . En Alcibíades esto es fuerte, al menos así por completo se como uro su no-sab idurí a de la de cua lquier otro . Como un pro fund o sa-
portaba. Oye al Sócratcs-Ma rsias tocar la flauta y pretende sacar pro- ber, así es su Ero s una fuerza de transfo rmación de hombres empare-
vecho de a quello que es [a clase de lo im pensa ble. P ues se da perfecta jada al unísono con el «le gos». Al que eso soporta como algo
cuenta de que Sócrates podría ser muy bien el más fuert e valedor en tota lmente nuevo , para ése se había abierto una profundidad que no
sus intenciones ({1lJAA~ 1(TO(la oVáiv r:x X VQ H') Tf QO I' ~ l"oa ero ü 2 18 D). Pe- había ideado .
ro no tiene idea de qu e Sócra tes aquello no podría llevarlo en sentid o Y, en efecto , se asienta la ironía en la discusión particular, en la
má s profundo si estuviese ocupado por un Eros vulgar. Por eso argu- conversación educadora . La forma de esa relación irónica es aquella
ye Só crates, que medita todo, «mal irónicamente y de muy bu ena ga- que Sócrates pone entr e los jóvenes, en los qu e, según la opinión co-
na, según su man era de ser y costumbre»: «Si fuera eso así, entonces mún, debía establecerse como educador, igual qu e realizan rea lment e
de hecho mi belleza estaría muy por encima de tu buena hechura. Luc- esolos sofis tas. En el Cármides se dice, como inicio de la sesión: «De-
go irías a cambiar en realidad oro por cobre. Pero eso no es así». En hemos examinar en común» ( )(OtVV áv d 1¡ OX f1l'7 ÉO/l 158 D). En el H í-
la fo rma de la irrealida d se dibuja lo pa rt icular. Sí y no se encue ntran pías Mayor, aún más fuerte: «Nosot ros queremos tratar en común
pro piamente trastocados en las pa labras de los irónicos . Repu lsión de qué manera podemo s llegar a esta r de forma tan perfecta como
pelea con atracción en el pecho de los demás, en cuanto que la ncga- sea posible. Pues yo estoy muy lejos de decir de ti lo que tienes que
ción estric tame nte vence y su contr ario, sólo como una espina esti- desarrollar y de igua l ma nera de mí 10 que no hub iera precisado» (124
mula nte, se contiene en ella. Pero Sócrates no se mu estra agudo por C) . Y, cuan do más tarde le pregun ta Alcíbíades qué debe hacer él,
medio de pa labras sino a través de su autodominio, que él asienta real- le es repetido : «Contestar . Y si tú ha ces eso, entonces todo irá mejor
mente en aque lla alta belleza. entr e noso tros» (127 E). En el M en6n: «Tú y yo, mi qu erido Menón,
parecemos ser ho mbres que no sirven para nad a, y a ti te pa rece con
Gorglas y a mí con Pr ódlco que no han triunfado en educarnos. Más
/ M ascara y personalidad en el irónico/ ¡ [lI C todos los demás deb emos también cambia r el sentido y buscar
quién de alguna manera nos llegue a hacer mejores). Y en el Laques,
Mucho, ciertament e, es máscara en los sentimientos de Sócrate s. a [os pad res que 10 querían de maes tro par a sus hijos: «Yo digo que
Se comporta como si hub iera dominado al instint o de «ser vencido todos nosotros juntos debemos buscar a la vez el mejor maes tro posi-
por los bellos» (~ TTW ¡J TW¡J x aAW¡J Menón 76 C) Yél tiene, en las ac- ble sobr e todo para noso tros mismos - pues tenemos necesidad de
cion es de am or, la apariencia de participar por completo como los c[- , luego también pa ra los muchachos. Pero para quedarnos así co-
demás, sólo que, incluso, sup era en pasión sensual. P ero Sócrates es mo ahora somos, pa ra eso no aconsejo ... pretender pasar cuidado s jun-
un transformador. Por encima de las demandas aparentes se muestr a tos por noso tros mismos y por los mu chachos» (201 AB). De nuevo
enseguid a qu e él es un señor, no un esclavo , de su instinto . La con- tamp oco está aquí como máscara par a hablar. Sócra tes sólo puede
versación con Cármides, con el Alcibiades del diálogo del mismo nomo de hecho buscar en conversación conj unta, y para él tal búsqueda es
bre , ya se ha olvidado de todo ero tismo en las primeras palab ras. Y una verdadera tarea qu e por nad ie está culminada ni tampoco por él
el Alcibíad es de El Banqu ete ha recibido una doctrina que es todavía mismo. Y, en efecto , ¿es qu e no parece Cármídes respecto a Sócrates
más penetrante que la más aguda catequesis: «Me levant aba, despué s en relación como de evolución frente a culm inació n? Sí, en efecto ,
de haber dormido con Sócrates, no de otra manera que si hubiera dor - ¿no es en realidad Sócra tes algo así como un consumado conocedor
mido con mi padre o mi hermano mayor». Así es de desmedida, pues, siempre del camino así como del ser en cada instante? Y de nuevo ,
la realización: «De esta manera me maravillaba de su cscncía, de su ¿no es también Cármides necesario par a Sócrates? Sí, en rea lidad ¿no
autodominio y de su valent ía, allí me había encontrado con un hom - es Cá rmides el joven perfe cto en educación natural a su modo? Así
bre, de tal categoría en razón y autodominio, co mo nunca creí encon- se encuentra ya, en esa delicada y ocultamen te agit ada dia léctica, la
tr ar a nadie» . Sócrates no avanza por los grados de los demás en su propia seducción: iro nía es el olfato del gran educador para la caza,
relación con los jóvenes, sino que tiene un modelo, como ellos solían Particularmente fuerte se extiende la ironía al final de aque llos di á-
decir: «Querido Hipotales, debe s departir con los amados de forma lag os terminados en aporía en la «prima ma niera» de P latón , Tú no
ta l qu e se les haga recogidos y hum ildes pero no exultantes ni engreí- sabes. c.q uíé n 10 dirige, quién debe añadi r eso mismo ; porque el «ló -
144 PLATON IRO NIA 14l

gOS)} lo desvía. él se enco ntr a rá humillado. Asi mismo Sóc rat es se ele natu raleza de tirano , como Calicles, con clerica les como Eut ifrón . En
rra igualme nte con sigo mism o : yo tampoco sé; y el otro se ve cogido 111 A po logía describe Sócra tes có mo , impulsado por el d ios, exa min a
en la sociedad de un nosotros que transforma la derrota casi en In [us difere ntes ramas. Acude a los po líticos, a los poe tas, a los trabaja-
cont rar io. Los pa rt icipa ntes e n la conve rsació n tiembla n con el resul rlores manuales y exa mina su «sa ber». Se da cuenta de que c uanto
lado: no pod emo s reconoce r q ué es la valentía o la «sop hrosyne». Pero más alta es la pretensión ta nto menos se acredita : en efect o, pued e
cada uno experimenta que con este reconocimiento de no-saber no estA comproba rse Que allí en realidad a los hom bres no les fue dado el sa-
dic ho lod o con largueza. «Cómo tengo yo que saber», así dice Cár ber, pero tam bién falta en ellos la convicció n del no -saber. Mu y duro
mides (176 A), <d o que voso tros mismos no podéis encontrar en su tiene Que hab er sido el encue ntro co n los maestros gre miales de sa bi-
propia esencia e-como t ú, al menos, dices; yo, sin duda, no le creo .lurfa, Que en la Apología no son mencio nad os. Pu es incl uso a nte los
mucho (Wf ~ s oii. hw P.fJ' TO! 00 ..á ll u UOt ni9oJlm). Y yo mismo. políticos siem pre hay toda vía una práctica , a partir de una inte ncio-
mi querid o Sóc ra tes, es perfecta me nte evide nte que necesito una fór nulidad, Que pod ría cond ucir a buen os result ados -así ensena el M e-
mula mágica (la image n chusca de la fór mula mágica pasa a través I/t>n. Pero qu ien sólo hace j actancia en el as unto de la sa b iduría y de
de todo este diá logo), y, en lo que de mí d epende. nada impide ser ,ti doctri na , ese nada sobre tod o puede sa ber y co noce r.
encantado por ti durante los día s Que sea n hasta Que tu di gas que 1: La co nversación sobre la «justicia », a part ir de la Que se desa rro-
suf iciente» . El disc ípulo ha no ta do que Sócrates, por su pa rt e. sabe lla Ia co nstrucció n d e La República, es anunciada en un no-saber . Allí
más de simplemente nada, a nte todo qu e es más de lo que él ha dicho de po r medio anda Trasímaco como el más recto doxógrafo de la es-
ha sta ahora . tal vez más de lo que pudiera exp resa r. Y en esa su perio tricta oposición a los filósofos. Tod o eso seria mera cha rlatanería. Só-
ridad, Que no se llena con intenciones sino con necesidad y que estó erutes no s610 tie ne que pregunta r sino también Que responder. Y tie-
ma ravillosamente emparejada con a mor. radica aquella seducción que ne que precaverse en su respu esta pa ra acepta r eso , lo otro y lo de
los jóvenes husmea n. m,is allá . Una imp osible exigencia de una respuesta, y una resp uesta
De nuevo se expresa con más clarida d el Alcibíades de El Banque fU determina da de a ntemano, solicita da po r aquel pa ra Quien sólo hay
le; en efecto, con finura dice: «Qu é mal se ha po rta do él conmigo, uue buscar. Sócr at es sería un dogmá tico y un so fista. no un a ma nte
y no sólo me ha hecho eso a mí. sino también a Cá rmi des y a Eutide tic la sa biduría, si se so met iese a ello . Tr asímaco se encuent ra , a su
mo y a m uchísimos ot ros: él engaña , como si fuera el ama nte, y resul vez, fuera de lugar pa ra reconocer esa im posibilidad. Toma tod o eso
ta luego más como amado Que co mo a mante ». Esa misma tran sfor lltlr disim ulo intencionado , po r «ironía» e n el se ntido com ún del tér-
maci ón está fo rmul ad a co mo precedent e en Alcibíades M ayor: al co mino . ( Yo sabía Que no iba a Quer er responder sino j uga r a ocu lta r
micnzo a parece Sócrates como el Que persigue, AIcibíades como el con- (de wvuíaato))) (337 A) . El desea ría en favo r de sí mismo, si pudiera
trariado; al final dice el mismo Alcibíades: «H a llegado a ser como hacerlo, Que esa ironía no fuera Querid a sino obligada.
si hubiésemo s interca mbiado los pa peles. P ues no de otra ma nera yo
me apartaba de t i desde ese día y tú querí as hacert e acampanar pOI
mil}. Así no se recon oce, pues, a al go esco nd ido presente como más ttroma, Eros, educación y j uego!
ca ra , más bien como ironía impregnada de erotismo, y a la conversa
ción examina do ra, cuya actit ud además es iró nica, finalment e como Segura mente hay un juego en la actitu d de Sócrates. Así, cuando
la más elevada expresión de la esencia propiamente socrática: él tram describe su asustarse por que Traslmaco anda entre ellos, cu ando rue-
for ma. educa , saca hacia sí y hacia su elevada tarea . lla que puedan com padecerse de él más que enfadarse. Pero ya lo que
Ironia se realiza por igual como repulsión y atracción ' . En un Al de ot ros pudiera ser tomado por hipocresía, «yo no pu edo» (o~
cíb íades, como el que P latón coloca en El Banquete para dis cursear, hU l'tX¡.u(Jo: 336 E), eso es comp letamente de verda d o cont iene al me-
lucha n ent re sí, en una especie de 'test' en broma, las dos fuerzas opucs nos algo completa mente verda dero. Y «tú er es el más fuerte » (Ó1rO
t aso C ua ndo se encuentra más cerca el otro de la esencia socrática y I"/IW I' TWV OU I'W I' !por vosotros los fuertes/Y, eso rea lment e en el sen-
cuando má s disp uesto él está a la educación socrática, tanto más con- lido plató nico no es corre cto. P ero pa ra la representación común el
tie ne en si, como un aguijón, la rep ulsión a su co ntrario. Lo repulsl- labio Traslmaco está por enci ma de Sócrates que no sa be . Asimismo
vo de la ironía tien e que llega r a ser comp leta mente realizable sólo comie nza entonces el juego específico qu e se podrla toma r por envol -
allí , en donde ningun a educación puede ser dada de in mediato por- tura irón ica. El sabio (cree tener una respuesta perfectamente bu ena
qu e el otr o, a su man era , ha llegado a ser inflexible: en citrato ante li la cuestión» (t/"Yov/.u I'O~ f XH V O:1fÓXQHJ"l1' 1fO:"Y XO: h~ 1' 338 A) qu e él
todo con un maestro gremial de sa biduría , como Trasímaco, con una pretende llevar al hombre. Y ya ese -defecto de a utoco nciencia, qu e
146 PLAT ON IRO NIA 147

enseguida es defecto de iron ía , lleva al «fuerte» a la caída. Pues tan erares es la fuer za central. Como Sócrates y Pla tón «so n la pareja que
p ronto como esa respuesta tan hermosa se encuentre fuera, es cosa ni los más potentes instrumentos llega n a separar por com pleto» (Emer-
de nada para Sócra tes el mostrar su futilidad . Así llegará a ser sorne- son), así no hay ent re ironía socrática y platónica ningun a aguda fron -
tida la apariencia a lo q ue está por encima en la verdad. Com o tra s lera, y también lo qu e has ta ahora sería notorio en Sócra tes tend ría
la no-belleza de Sócrates se esconde una belleza de más alto orden, todavía que mo strarse con esa frecuencia en la vida del hijo de So fro-
y tra s el enamoramiento un verd adero am or así llega a ser noto rio
I nisco ; eso necesita ba P latón para convertirse en algo as í de not orio .
t ras el no -saber un pro fund o saber. Pero tan pronto como esa nueva Pero ava nzamos, empero. a formas de iro nia de las q ue po r comp leto
a parece, el saber del sofista y el no-sa ber del filóso fo invierten su rano sólo Plat ón, el artista y el meta físico, tiene que responder.
go, y los oyentes de la co nversación exper ime nta n pro piam ente aquel Cómo el a rtista Plat ón , en las a bu nda ntes figuraciones de sus
«salta r adelante» y el aso mb ro interno que despierta . obras , ta mbién está relacionado y enred ado de mú ltiples ma neras oon
Hegel 6 ha entendido la iro nía socrát ica como una cara del méto- la ironía , el diálogo Eutidemo da , en reducído espacio, el más rico
do socrá tico (la a ira es la ma yeútica). ( Lo q ue S ócra tes quie re reali- ejemplo de esa irónica polifonía: Est á ocupa do en su ma yor par te por
za r con ello sería a port ar sus fund amentos que se man ifiesta n a los la payasada, interpretada , por los do s so fistas maestros de esgrima
otro s» . Sin duda está descrit o así correctamente algo esencia l de la y bufo nes, con una traca del más completo reperto rio del arte eríst i-
realización . Pero estar ía siempre te rgiversado el fenómeno - y en la co: finales enga ñosos y equívocos. Aquí se da ría una lu cha ta n co mo
litera tu ra filosófi ca, cuya comprensión He gel pa rece haber determi- pleta menre inútil y tan por debaj o de la dign idad de Sócra tes q ue la
nad o, no es rara esa terglversacíón-c-, si se toma po r una regla de me- más cortante defensa irónica podría ser su única acción op uesta. El
dida pedagógica intencionada lo que asimismo sólo pod rla sacarse ver- celebra a los dos, como representantes de la verdadera ciencia , más
dad erament e como un ser deb ido . Una verda dera iron ía contiene en que al Gran Rey por su a uto ridad (274 A ). «Tú te entiend es en la co n-
sí la tensión que ella ocu lt a, co nfundiendo, po r una ca ra ; po r la ot ra versación filosófica mejor qu e yo (kÓ:>J..w l' 17riuroUJOIL ÓW:A¿-yf u(Jal 295
dice sin reservas lo q ue es. Más o meno s co mo Sócrate s dispo ne del I!) q ue sólo tengo el art e de un ho mb re sencillo », as í d ice el maest ro
co njunto de la figura de Sileno y de su belleza interna , más o meno! del diálogo y de la dialéctica a uno de los dos imp ostores. Y a nima
así es libre de ocu lta r vo lunta ria men te tras un no sa ber su sa ber. Por a aq uellos, qu e hasta a hora hab ía n brom eado, a act uar m ucho más
otra pa rte, ambas cosas está n relacion ad as en un co nti nuo círculo o en sería (278 C). Si ellos fina lmen te sacan a relucir su seriedad, en-
movimiento de bala nceo . Abierta mente él sa bia. Pu es conducía a 101 tonces se da ría por primera vez algo tot almente bello (288 C). Luego,
dem ás y a los que cre ía n sa ber y se revela ban enseguida a nte él como ellos saca ría n tam bién el conocimiento en cuyo recinto se podría lle-
no-s a biendo. En par ticular , sin embargo , él sabía . según sus propia, var muy bien su vida a rtística (293 A ). E igual Que se co loca un bob o
y siemp re repetidas palabras, qu e no sabía . Así se inclina el sa ber a en la comedia . así estaría el esclavo de la sabiduría. En esa escena de
su cont ra rio. Y en realidad él no sabía expresar qué es 10 justo , y, payasada hay trozos flot antes de una seria co nversación educa tiva que
po r medio de ser ese no-sa ber , nunca hab ía llegado al final de exami Sócrates lleva a través del joven Clinias . y si él ma neja por doq uier.
na r y pregunta r corr ecta me nte. Pues el no -sabe r esta ba funda menta en aquellas esce nas, una maliciosa y fur ibunda, ta nto como re pulsi-
do en el «legos» sobre un vivir allí de lo no-sa bido . ¿Y en dónde aquc vn, iro nía, ta mbién per mite oír e n ella los to nos de la a mabl e y a trac-
110 puede da r un profundo saber, como si eso fuera verdade ra mente tiva ironía , sólo q ue en voz muy baj a y ocasio nalmente . Así, c ua ndo
en el vivir y morir . po r lo cua l no se deja nunca busca r en pa labras1 se dirige al pup ilo «m ás hermoso y sa bio , a Cllnías, (290 C) o c ua ndo
él se coloca ent re los ot ros en su conocida forma : «C a si nos hemos
port ado e n son de burla a nte los ext ra njeros, yo y t ú, hijo de Axioco»
(279 C) . Eso, reun ido entonces, da ría aq uello de la «do ble ironía» qu e
/ t ronia socrática e ironía plató nica! Fricdrich Schlegel luego verla esta blecida «cuando dos líneas de iro-
nfn co rre n paralela me nte, la una j unto a la otra, sin estorbarse, una
Lo que Ooerhe, en un eufemismo de herencia kanti a na. dice: «Kant para el sucio y otra para el palee » ij.
se circunscribe int encionada mente a un conocido circu lo y se manl Pero entonces las dos lineas escénicas del diálogo se encuentran
fiesta siempre irón icamente sobre ello» 1 , sucede -si no se imprime una frente a la otra , diri gidas y relacionadas una sobre la otra en iró-
«intencionada mente»- en relación con Sócra tes . como hasta a hora utca tensión. Por todas pa rtes muestra Sóc ra tes a ambos sofistas en
lo hemos visto en el espej o prepa rado po r el a rte de Platón . Eso S~ una conversación prototípica, tal como ellos tendrían que hacerla. Pero
udapru bie n, en primer luga r, a Platón , en cu yo proceso creador S6 ' lo' tra ta po r entero de aq uellos dos tipos de ironía, si él da por senta-
148 PLATON I RO NIA 149

do previamente que ellos tendrían qu e actuar así y q ue se de berí a des de si en Fr iedrich Schlegel esta ría asentado ta mbién aq uel centro al
prender de ello algo tota lmente bello en pa rticular (278 D, 288 el que siempre apunt a Pla tón a través de un espacio vací o, N o ob st ant e
A la inversa, sería to d avía más drást ico. Ya qu e reconoce en u n mall hu realizado una pro funda compr ensión , a través del recur so a la ob ra
cio so pasaj e que los dos , Clinias y él, se habían portado burto nameu platón ica , de la esencia de la ironía. Así q uedaría demostrado en aque -
te, no sólo mal, por ot ra part e, a nte los ext ranjeros (279 D). Y casl llus palabras el punto en do nde ironía se ade nt r a en lo me tafísico y
como la representa ción de una farsa sería eso cua ndo él, al llega r ¡ lu última alt ura en la que se recoge el P latón metafísico e irónico . El
un punto de do nde no se podía pasa r adelante, llama a los sofi sta Sócra tes plató nico lleva el secreto socráti co y la ironía soc rática, q ue
pa ra que le ayuden . «Como yo esto y atas cado en esa dificultad, IIn expresa y supera aq uella te nsió n ent re el no sab er de pa labra y el sa -
roo a hí con toda mi voz y pido a los ext ra njero s, como se acud e 11 bcr en la vida que se vive, pero lleva, como desarrolla a lo largo de
los Dió scuros, q ue nos a co nsejen , a m í y a l mu chac ho , desd e esas NI los años co n Platón y en él, to davía además el secreto pl at ónico y la
nuosidades del l ógos» (l x ri:¡s ¡ QUíU/ÚCXS TOV AÓI'0 U 293 A). De ellos: Ironía plat ó nic a. ¿No es ma ra villoso cómo P latón envuelve con iro -
po r cierto , p uede esp erar « ¡que lleguen a sacar el conocimien to qll" uta lo más elevado q ue él tiene q ue m ostrar? En do nde llega a las pro-
se debe te ner para ir co n belleza por la vida fu tu ra !» dmidades de los prototipos, en el Pedon, dice: «Si hay allí de dond e
Pero no basta con ese pa ralelismo de las iro nías y de su irónl« nosotros siempre esta mos cha rlando un bello , un bien y todo lipa de
tensión ent re ellas. En efe cto, las con versaciones de Sócrates con ¡;j¡¡ esencia s de esta cla se», y po r otr o lado habla de ellas co m o «aq uello
jo ven Cr ít ón sería n co nt adas con todas esas ironías , sería n conta das tuuy deb atido», co mo si escogiese intencio nadamente palab ras de me-
iró nicam ent e - ¿pues cómo hu biera podido Sóc ra tes de otra man co nospr ecio 10. Luego, dirige la discusión al punto central de La Repú -
ra ? Y com o así la t otalidad esta ría incluso sume rgida de una vez en Mica. Anteriormente se hab ía ya demostr a do có mo a lo largo de la
un medio irónico , estarí a permitido hablar, con Schlegel, de una «tro conversació n se ha evita do 10 último , lo más excelso, y cómo expres a-
nía de las ironías», si es que no se hu biera alca nza do a quí igualmente mente so bre este ent orno sería indicado cuando se acercaba ento nces
una dimen sión más alta, Se resp ir a ese aire por todas partes, sin He nl «más perfecto cum plimiento» ( íiA~w 7á711 &7l"~e "ya(Jía ) JI . Pero. a
ga r a estar preparado para ello , P ero en un pasaje se hace de pronto pesar de t oda la espe ra excita nte . no sería a lcanzado lo más alto . SÓ-
tr a nsparent e to do lo que se cue nta allí. Sóc rates deja decir a Clinla¡ erutes se revela co mo el no -sab edor . «Pe ro ¿cómo te parece co rrecto
cos as ta n inte ligentes q ue Critón, el que escucha , se q ueda ató nito a hablar so bre eso , de lo q ue ningún saber se tiene , co mo si se supi e-
interrumpe el hilo del relato. Critó n: ¿Cómo dices tú, Sócrates, qua re? » (506 C) . Y cuand o los oyen tes se han aclarado lo suficiente, tan-
a quel jovenzuelo podría hab er dicho tale s cosas? Sócr at es: ¿Crees tu lo so bre lo bueno como so bre to do lo ant erior, para recib ir sólo preli-
q ue no, C rit ón ? Critón: No , por Zeus, de ningun a manera. P ues cree minares , dice él allí , un a vez más, iró nica mente: «También ser á su fi-
q ue , si él hubiera dicho eso, no se encont raría falto de enseñanza ni ciente eso para m í, con gusto. [Pero yo estoy fuera de mi sit io y si
de la de Eutidemo ni de la de cualqu ier o tro hombre, Sócra tes: ¿P et'o yo supie ra, a pesa r de mi situac ión, sacar pro vecho de mí mismo, me
no es, curio so Crit ón, que prefe rirías que algo de cualquiera de In. compo rta ría burlo nament e b (506 D ). Esa es la inexpresión de la vi-
más a ltos (o sea , de los dioses) hub iera estado por allí y hub ier a dicho sión platónica más a lta, qu e sería simbo lizada por me dio de la ironía
eso? Cr itón: Sí, po r Zeus, Sócrates, eso me parece a m í de hecho, del no-s aber socráti co . Sin d uda se muest ra lo « bueno» «incluso más
de los m ás a ltos ¡y de los m uy altos, en verdad! -c-Entonces cada uno nllá de la esencia , situ ado por encima de la grandeza y acción- (509
enc uentra, a través de ese iró nico juego, que no sot ros no hem os oído H). A llí cae Gl aucón en un to no muy bro mista»: «r l'o r Apolol , [un
a Cli nias sino a Sócrates-o La tra nsmisió n, a q ue Sócrates se refiere. exceso complet am ente demónico! » (xa¡ o PAmíx wv ¡.¡.áAa "y~A oíw s,
habría estremecido , ha bría roto la ilusión de la conversación lntenm "A-lfOAAOV, fl'n¡, ow¡.¡o vía s vn e (3 oAi¡s 509 C) . Sobre lo cual reco noce
co mo en una comedia romántica. Pero noso tros no estamos en uu Sócrates: «D e eso tú eres efectivamente culpable po rq ue me o bligas
mu ndo romántico; sería impens able que esa so lución ro mántica tam n decir mi opin ió n sobre ello». Aquí propiamente se encuentra, por
bién entre ba stidores pudiera to mar la conversa ción. El movimiento decirlo con Schlegel, la imposib ilida d y necesidad de un a completa
centelleante no se pierde as imismo, y la elevada luz irónica perma nc comunica ción . Y expresame nte estaría ase nta da esta irónica tensión
ce adherida a la figura del saber-no saber. no só lo co n el acostum brado recurso de la ironía socrática, del socrá -
Según unas pa lab ras de Friedr ich Schlegel: «Ironía co nt iene y re tico no-s aber , sino también incluso a través de esto de qu e lo có mica-
gula una zona de la oposición indisoluble de lo inco ndiciona do y de mente serio se coloca de inmediato frente a lo festivo , Así sería aqu í
lo condicionado, de la im po sibilidad y necesidad de una cons ta nte co llevada la ironía no sólo po r Sócrates sino ap ortada ta m bién po r lo s
municac ión- 9 . Uno puede, co n dificu ltad, sustraerse a la sospecha demás interlocu tores para la «cos a » sup erior; y se ve ya en ello q ue
.. '

150 PLATON IRONIA 15 1

aq uí no sólo se va en torno a la ironía socrática sino en torno a un nía. ( Yo no co nocía tampoco la cor recta ma nera del elogio de l amor
co nte nido de frase de más rico orden . y, sin sabe rlo, os he prometido que esta ba dispuesto a hacer po r mi
Cua ndo en El Banquete tiene qu e a brir el discurso de Sócrates. parte un discur so de elogio. La lengua, asi mismo , ha p ro metido , pe-
entre muchos otros añad idos , el camino al reino de las fo rmas etcr ro el espíritu no . ¡Q ue lo co nduzca , pues! Por que yo ya no elogio de
nas, sucede algo notab le. No lo co nduce Sócrates en perso na sino que: ninguna man era - no sería ca paz. Mas , co n tod o, quiero , si os pa re-
muest ra cómo la vidente Diotim a le ha guiado a él mismo . Así se du ce correcto , decir la verdad a mi man era , no co n la mi rad a en vues-
da meno s de que Diotima es en todo lo esencial una creación del 56 tTOSdiscursos, de est a manera no me portaría bur lonamen te». Así se
erares platón ico - igual que la elevad a figuració n de aq uel más o me extiende la iro nía y descubre el camino de la mayo ría a Sóc rates.
nos indeterminado «c ualquiera» co n q ue él tan frecuente mente jue Pe ro, apenas ha comenzado Sóc rates, y ya no es él mismo el más
ga , en co nversación y combate verbal, como si fuera otro de su entor alto. Alguien más excelso se a lza sobre él. Diotima le ca tequiza igual
no , para ocultarse iró nica mente tras él- , así se está de desacorde so que él a los demás. Ella ironiza co n él y se burla de él (202 B). Ella
br e el sentido e intenció n de ese invento. ¿Sóc rat es aporta aquí cosa encuentra la respuesta a una de sus preguntas , «también clara para
que no fueran doctrina del Sócrates históri co? Pero infinitamente mu un niño» (204 B). Y ante todos se explican sus pa lab ras q ue muestran
chas expresa Sóc rates en los diálogos de Platón a las q ue el hijo de: el paso a la más excelsa culminación: «A esa esencia de amor pod rías
Sofronisco nunca dedicó un pensamiento. ¿Sería una fina cortesía para tal vez llegar tú a estar consagrado. Pero la co nsag ració n perfecta de
Agatón qu e no hubi era superado a Sócra tes mismo? Pero así deter la más alta conte mplación, po r cuya voluntad tam bién es esto, si to-
mina la libera lidad perfeccionada de un ha blar form and o y de su pro mas un camino correcto -yo no sé si tú ahora estarías para ese»
piament e segura com pa ñía y forma de expr esión en los diálogos pla (209 E). La vidente, que puede llevar a los mayores secretos, con duce
tónicos; de est a manera nunca se podría deducir completamente e 5lt una fuerza que igualmente, a partir de Sóc rates, se po ne, frente a los
elevada creac ión de Platón a partir de la esfera colectiva. ¿Sócratel discursos bellos y de medi as verdades de la mayoría , co mo una íroni-
podría, com o el dia lógico , no tener ningú n discurso y P latón , para ro tensión en Sócrates, qu ien domina el principio de la verdad pero,
la unidad de la imagen socrática, tend ría que solucio nar voluntaria no obstante, no sabe. La iró nica tensión entre él y los dem ás es super-
mente en un diálog o qu é discurso. por ot ra pa rte, hubiera sido? Pero puesta en el punto de diferencia de una tensión irón ica en tre el busca-
en el Fedro pronuncia Sócrates largos discursos y la consideración téc dor de la verdad y una fuerza que est á so bre él imp ulsándole. Uno
nica da tan to co mo la colectiva una última respu esta a la preg unta. se queda dudando si Sócrat es sería «consag rado» y si, en primer lu-
Má s co rrecto es ver en est o que el no-sa bedor no pod ría llevar a 111 gar, si se está iniciado uno mismo pa ra la «e po pté» del misterio. Y
más alta culminación de la tarea filosófi ca 12_ Con todo , la totalidad asl eleva a los gu ías de grados, en te nsión iró nica respect o a los lecto-
consigue una más amplia pr udencia. res, a la idea de un as elevadas existe ncias y deja at rás el a fán de b üs-
queda int eligible según lo ideado. Ella regula, pa ra decir lo con Fr ie-
drich Sch legel, una zona de la oposición insoluble de 10 incondiciona-
/ La iron ía como salida de lo condicionado! do y de lo condicio nado 1).

Cuando Sóc rates, despué s de muchos precedentes, comienza a ha


blar, quedará claro enseg uida qu e ha alcanzad o una nueva superfl- ! La ironta cum a recurso del Arte en Platón!
cie. ( Me he da do cuenta de que me he po rt ado bur lona mente, cuan-
do , en correspondencia con vosotros , quería elogiar igualm ente por Otra clase distinta de iro nía, con [a que el artista Pla tón quiere
mi parte a Eros y creía estar impu esto en cosas de amor; allí en donde identi ficars e, es la que se po dría denominar en ob ras de a rt~ el des-
por otra part e na da ent iendo de lo qu e cua lqu iera tiene qu e usar paru plazamiento del peso. El Banqu ete es un a conversación de la esencia
elogiar algo. Pu es, en mi torpeza, pensaba que se deb ería decir la ver- de Eros y to dos los discursos han asentado esto com o un objeti vo cla-
dad » ( 198 C) . Con esa última pa labra quedaría desp reciado todo lo ro. Muy diferentes son los discur sos de amo r del Fedro. Ese diálogo
anterio r ante lo nu evo: habria que actuar con correcci ón ante el pcn- procede en efecto del arte del discur so y de la adm iración ap asio nada
samiento sorpre nden teme nte sencillo ... de la verda d . «La verdad es, que Fedro siente por ello y que Sócrates pretend e tener . El discu rso
mi muy querido Agat ón, aq uello de lo qu e tú no pu edes disentir. Pues apo rta do por Fed ro depende de Lisias, como muestra de un tema es-
discre par de Sócrates no es difícil» (201 C) . Y ese trayecto de la nueva colar, retó rico y complej o, sobre las fra ses que debe rían ser para pla-
zona fue llenado po r la vieja a tr avés de la co noc ida for ma de la Iro- cer ta nto del no enamorado como de l enamorado . El amor, par a el
P'
r
IRONI A 153
152 PL ATO N
llegado a estar claro. es aq uello por cuyo motivo es tod o eso que a ho-
maestro de discur sos, carece por comp leto de un sentido pro fundo, ra ha sido hablad o» (286 A). Pero asimismo no podemo s vo lver a es-
y Sóc rates tiene mucha razón con eso de qu e, en lugar de l ena morado cuchar co n ai re solemne aquella coo rdinació n del sofista con el pes-
y no enamorado , d e la misma ma nera podría pon erse el rico y el po- cudo r de ca ña y muchas otra s d e tipo similar. y si com pleta mente en
bre oel joven y el viejo o alguna otra cosa a gusto de cualq uiera (227 C). serio fueron puestos frente a frente los hombres y los p ájaros co mo
El p rimer discur so de Sóc rates sólo pretende mostrar en primer lugar bípedos frente a cuadrúpedos (266 E), habría tenid o así mucha razón
cóm o sob re el mismo objeto se puede habl ar de otra man era y mucho Diógenes para bu rlarse de la bipartición platónica con su ga llo des-
mejor. Luego , par ece Sóc rates traer a la memoria el co ntenido en pri- plumado . Pero lo cómico de nuestr a división está expresa mente mos-
mer lugar . Lisias y él han herido a Eros. Qui ere, po r med io de un dis- trado en el propi o diálogo (266 BC). Aparecen tensiones irónicas .aquí
curso como pócima. eliminar lo salino que le pertenece. Pero qu e tamo para den unciar de una vez entre correctas y falsas pa rticiones, pa ra
bién aq uí -c-aparentemente.-. se mueve sob re la superficie de las lu- impulsar a la conciencia crítica de otra manera pa ra las señales ent re
chas retóricas , lo muestr a el consejo a Lisias, él debía en erecto por intención y ejecución, a lo qu e, po r otra pa rte, esos ejercicios prepa-
su part e seguir posiblemente de inmediato al discur so de Sócr ates con ran ante lo más serio , pero en efec to sólo preparan .
uno propio co n el tema ahor a debatid o (243 D). Se encuentran esas tensiones irónicas en el lado de la forma , así
Después de qu e se ha remontado el tercer discurso de amo r, el se- se tiene una tensión irónic a diferente a tr avés del objeto. Se busca al
gundo de Sócrates, con el impulso de la «man ía» al cielo de las ideas. sofista , asimismo , como en un juego, con los ojos fijo s se encuentr a
retorna de nuevo la discusión a la Tierra para fundamentarse. Esto con el fil ósofo. Y la pregunta qu e se plantea es si con esa defin ición
sucede cuando en absolu to el discurso ha sido de tan altas cosas, sino 11 0 se hace demas iado honor al sofista (El Sofista 231 A) . ¿Pero no
qu e todo 10 qu e ah or a llega depende de la técnica retóri ca, de la ins- c.~ al filóso fo , al que propiamente se busca y piensa, cuya imagen per-
trucción de los or adores, de la relación de la obr a escrita con la ora l. manece tr as el otro, cuya definición tiene que ser dad a después de que
Si se toma el diá logo letra por let ra , se circunscri be a la retór ica , y se encuentran determinad os sofista y polí tico? Aqu í ha y así una író-
los discursos de amo r resulta n meros ejemplos retóricos, algo en tor- nica tensión entre el que se defin e propiam ente y el que fue buscado
no a la const rucción co rrecta o falsa de un discur so o lo cont rario de como último final, y se refuerza a través de eso qu e, como en un ins-
t rabajar mediant e escr itura y de hacer observable un «légos. impro tant e, llega a esta r más cerca de la pro pia meta .
visado. Pero ya la primera impresión dice que eso no puede ser real. Pero luego los ejercicios d ialécticos y el objeto del que se oc upa
mente así. Y de hecho quien pretenda designar as í defi nitivamente el no están asimismo enfrenta dos po r casualidad , como la ma yoría de
contenido . se habrá dejado llevar a error po r el arte irón ico de Pla- las veces tiene la apariencia. En efecto , es improbab le que, en pura
t ón . P ues. como hay imágenes en las qu e el centro perma nece vacío seriedad , la defi nición del politico sólo tuviera el valor d e un ejercicio
y el peso pesado, a través del juego com pletamente inesperado de ll- dialéctico , como se dice en el diálogo por todas partes (El Político
neas , colores y luces. está desplazado a una esqu ina . si se echa una 285 D). Con ello pa rece más bien encubierta irónicam en te la relación
mirada aho ra al d iálogo , co ntiene igu almente lo que hasta ahora pa- de valor . P ues el ejercicio dialéctico sin duda pretende equipa rar el
recía el centro . co mo sent ido propio del todo , el más Fuerte resplan- objet ivo de la búsqu eda de la esencia y de su contemplación ; y este
dor que efectivamente irrad ia todavía sobre eso y le da un pro fundo objetivo es el objetivo de los Filóso fos, cuya for ma aparencial se t rata
contenido, que, en ta nto no se reconoce ese iró nico desplazamiento de separar de la del sofista y del político . Así final mente en una so lo
de lo pesado, debería a pa recer como el objetivo principa l. en co njunto cae n el objetivo material y fo rmal . y también las tensio-
Trabajad a aún más a conciencia , se encuentra la misma iron ía aro nes iró nicas en ambas líneas está n, no por casualida d, una frent e a
tistica en do s diálogos tardíos . El Sofista y El Po tiüco . Pr opiament e la otra . Ellas designan ambas veces un condicionamiento e ind icación
están aqu í, entrela zados uno co n otro , los lar gos ejercicios dial éctico- en lo profund o de lo incond icion al.
formales. por medio de la división binari a, para llegar a la definición Con ello los dos diálogos conducen a una última fo rma de juego
y a la búsqueda de aquellas esencias espirituales qu e se designan con irón ico : (a iranio sin palabras. qu e se extiende a tr avés d e aqu ello que
el nombre de sofista s, políticos y filósofos. Se ter mina lo que se dijo, Sócrates llegó a ser por medi o de su man era de estar allí, en silencio
así es esta búsqueda de objetivo , de método for ma l, (da q ue sólo para pero lleno de tensión irónica. Det rás de las definiciones del so fista y
eso coloca ant e nosotros la inspección sobre los políticos, con lo que del político. se esta blece como tar ea la del fil ósofo . Sobr e ello se in-
nosotro s nos convert imos en dialéctico s pa ra todas las cosas) (El Po- terp retaba repetidamente y también se esperaba q ue se pensase en qu e
lítico. 285 D). «P ues lo incorpóreo , lo más bello y lo más grande que debería buscarse un tercer d iálogo, «El filósofo »; y o bien se enco n-
sólo a través del " Iógos" y no po r med io de ninguna ot ra cosa ha
154 PLATON

traba en algún otro diálogo o se ay udaba con aq uello, en los dos \1


lagos conservados, el fragmento de una incomp leta trilogía de la vu
vers ación 14. ¿Pero no se ha llevado a ca bo con ello el sacriftcto t
una Iro nía platónica? Una tensió n irónica va des de el SÓcrates sil CAPI TULO VIII
cioso oyente a la co nversación del Extra njero de Elca y a sus jóvCI
int erlocutores. Están bu scando el cam ino a lo más excelso . Se enea I DIALOGO
tra presente allí Sócrates, el que, en Platón, tra nsita por ese cantlu
y la misma dialéctica irónica conduce de las defi niciones de amhl fI discurso griego!
diálo gos a la definición que se une del filóso fo, y de ella, de 1l11C'
oscila a aq uéllas en el modo oculto de esta obra tardía, pero SiClll~ Tan poco pueden decirse, en completa correspo ndencia, concep -
toda vía llena de figuras . entre el por tador de la convers ación de e] ! 1I\ como «legos» y «eidos» en castellano, igua l que son poco tradu-
cícío dialéctico y el filósofo que, como un di os homérico, pcrmnu Ihb térmi nos como «interioridad » o «provi ncial) al gri ego. Ta m-
allí, «oc ulto en el aire». hi t'u, allí en do nde el griego evita e! mundo , sucede eso só lo porque
La ironía socrática , contemplada en su punto central, expr esa pi mundo qu e busca o persigue ya no existe o todavía no existe. Su
tensión entre - lo que cons tituye la imposibilidad - el no -saber de I ,olt'dad es azar o necesidad, no suerte o camino para la perfección
completamente en pa labras <do que es lo justo», y el vivir allí de 1 humana. Y si la soledad del hé roe trágico , en la tragedia d e Sófocles,
no sabido , el ser del hombre correcto , que lo eleva hasta la supcrf k] l1l'lIcnece a su perfección, asimismo ta mb ién de la misma manera a
de lo divino . Para P latón sería co ntestable «en pa labras» a").,61'11(1 ' " a niquilació n. Pues es indi solu ble en la esencia del griego la Socíe-
la pregunta socrática . P ero esa resp uesta sería primero c umplida .l.ul y lo que él en ella representa. Ver y que rer llegar a ser necesa rio
la contemplación de las formas eternas y en su conocimiento de 1I V tener que serlo - aunq ue sólo como aUI'lnfíov- bajo los presupucs-
ideas, que está n más allá de todo ser. As í se repite una vez más aqu 1m más pro fundos de los que se toma por forma griega l .
en una superficie aún más alta, la misma relación fun da mental, la mi Discursos epidíctícos, disc ursos que se mues tran o en los qu e uno
ma oposic ión de lo condicionado e incondicionado. Co n ello se mucsu ~l' represe nta , son un género del mo do antiguo de discursos descono-
la ironía plató nica, despu és de que ella ha t omado en sí misma lml cldo y fuera de clasificación. Pero algo de epidcixis hay en cada dis -
la «d idaxis» y tod a la magia de la figura socrática, más allá que com I Il I'SO griego y se podría or denar toda fo rma de discurso en una csca-
envoltur a y protección de! secreto platónico . Pero , como en una e In , según el dominante de ese elemen to de comedia . Discur sos ob jct t-
cultura griega e! traje no sólo envuelve sino que man ifiesta, a Sil V~ vos contienen menos de eso que discursos de ostentación, convers a-
lo envuelto en un a fo rma muy característica, así es la ironía de I'ln 11t'1Il entre dos me nos que discurso de uno solo. Y como la más aleja-
t ón , como una con ducto ra pa ra e! camino hacia las formas eternll, ¡la epideixis de todos ha bría quedado la verdadera co nversación
y lo que está más allá de! ser I ~ . socr ática . Pues nunca ha hab ido en Grecia palabras que fuera n de for -
ma tan completa única mente al «sen) como estas que salieron de la
lux-a de Sócrates y que buscaban a ot ros para sonsacarles. En ellas
rl se dife rencia de todos en que él era sólo sencillez y no se representa-
ha. Tal vez sería lo que todos podemos con más claridad entender por
medio de una comparación con Di ógenes, «el Can»", que asim ismo
se relaciona con Sócrates. En él es conscien te ese apartarse de tod a
representación de sí mismo y ese conver tirse a su vez en representa -
clón de sí mismo .
'1
* Se refiere a Diogcnes de Sínope (4\3-327 a.C) que se suele co nsiderar como el
III ;"IS representativo, cuando no el fundador de la escuela Cínica. Como es sabido el
nombre de dicha escuela procedía del lugar en el q ue solían hablar de sus ideas, la «Puerta
del Perro». El primero que lo relacionaba con Sócra tes era el mismo Díóae nes, según
informa Laercic, q ue, como era su costumbre . conta ba el mismo relato que aquél en
relación con sus antecedentes familiar es y su vinculación a la Filosofía , sólo q ue dis-
torsio nado . (N. de! T.)
156 P LATON DIALOGO 157

Es una senda que se mantiene repetid a en los diálogos platóu! 11Ic/o\o «recond ucía a la tot alidad de donde salía el discurso a su fun -
de forma q ue Sóc rate s pone su co nversa ció n en un contras te qur a"
,111I llCI11 Q)} (¿lI'i ri¡1' Ó 1l'"ÓO Ea~ 1' JlI'a vijYEI' lI'á vra TO Jl Myo " J enof . Re-
canza a la raíz, a la exposición continua -de los sofistas. El d i ~1 1l werdos, IV, 6,13). y ello se cuidaba luego de revela r que el otro no
Protágu ras est á co nstrui do so bre ese co nt ra ste , incluso resucnnut 1IIIfu da r razón so bre el « zqu é es... 't» . «Yo pert enecía a a q uellos q ue
Gorg ias. Sócrate s no puede man tener discur sos co mo los so ñsnn , II juvto se dejan sacar del erro r, cua ndo dicen algo no -verdader o; gus-
puede escucharl os «po r debilidad de memo ria ». Insi sten ellos vu 111_lllltcnte sacaría a o tro, si dijera algo no-ver da dero, y no men os a
fo rma y no en tr an en su manera de conversar entre dos , así él 1111 _11 _1 0 llega ría a sacar que a ser saca do » (Gorgias 458 A) . La «elé nct í-
capaz luego de participar. El a rtista de di scursos se mece en la son I + 1" de SÓcrates só lo puede [legar a realizar se en conversación con otro .
dad de sus pr opi as palabra s. «C o mo vasijas de bro nce golpeadas . I '1 «clénctica » es un escrito al mo do de una «paideia». Edu ca r, o sea:
suenan largamente y vibran si nadie las toca, así pasa también nmcr saber. Pero saber no es en absoluto aque llo que , como en vasos
el maes tro de discur sos: a nte un a pequeña pregunta dej an corr er «uuunícantes , «co rre de lo lleno a lo vacío» (E / Banquete 175 D) . Son
discurso» (Pro tágoras 329 A) . P ero Sócrates se hall a decidido en • 1'1\ falsos ed ucado res los qu e piensan así: «colocab a n instru cció n en
a q ue la verdad aparezca a la luz; par a sali rse co n la suya nada le Ir 1+1\ almas, cuando ella no se encontraba precisa me nte allí, como si in-
po rt a (Gorgias 457 E). Sin d uda q ue la co nversació n ent re do s pu '~ l l as e n capacidad de visión en unos oj os ciegos » (L a R epública 5 18
tener algo de embuste y converti rse en m edio de represent ación de u 11 ). Frente a esto , como todo el mu nd o sabe, se esta blece lo socrático,
mismo. Los ar tistas universales, los so fistas , de bían también colo ~ I principio eterno de to da educació n, q ue sólo tr at a de lo q ue e! pro -
a su hombre en lucha de pa labras y, en Platón , lo co nside ran eXIl 11io hombre aporta de sí m ismo. Eso es, en efecto, un co nstante dis-
samente así en su prog rama (Pr otágoras 329 B, Gorgi as 447 C) . rurs o en el Sócrates plató nico : «que lo pr egunta do , cua ndo alguien
efect o, e! par de acró bat as que act úa con su pieza ar tística di alé crl entiende co rrec ta me nte de preguntar , dice todo tal com o se encuen-
en el Eutidemo de P latón , da al pu nto una represe nt ació n en un j 1111'>1. Lo que se considera co mo «do ctrina de la an amnesís» , del M e-
go de pregun tas y respuestas. «[Mostraos !», les dice Sócrates, «in\' w ln, es un ca min o semimítico al «eidos» preex istente, q ue reposa en
tados en conjunto a most rar vuest ra destr eza en e! arte» (274 D). Tu uuln consa bida y repenti na convicci ón soc rá tica. El amado educador,
bién el Sócrates platónico a veces to ma in ten cionadamente tales 1lI,: ~ l de la mayéuti ca, se crea su forma aquí, en el diá logo q ue det erm ina
tija s, cuando exhaust ivame nte pru eba y a medren ta par a hacer 1101 111a lumno a afirmar lo propio, a negar, a encontrar la verd a d, en una
las más estúp idas tontería s m edia nte el desconci er to o también cm I pnlabra a «filosofa r». J enofon te hace a Sócr ates tratar arengas de ad-
do qu iere mostrar el obj etivo correc to sobre falsos ca minos . Y a qul monición, de educación y edificantes. El tam bién pue de decir algo so-
llega de fu era le par ecería qu e un trozo de conversac ión socrática brc su mét odo, au nque no dir igía conversaciones, pues : «s i bien él
veces no suena de dist in ta manera que un an draj o de la pelea soñu rulsmo dir igía algo a tra vés de discursos, luego to maba el ca mino so-
ca . Pero esta rá n separados de fo rm a interminabl e po r medio de III \l luc aquello que esta ba a la vista ante to dos los demás, en la opinió n
tima intención: incl uso si Sócrates ace ptara el ar te sofís tico, CUUllLl1 .lc que en ello se encontraba la segurid ad de la di scu sión» (Recuer-
él (como se dice en el Hipías Menor) «e ngaña a sa biendas» , inclu( dI/S, IV,6, 15). Esto es un contraste con e! Sócrates platónic o , en par-
así también estaría dir igida su vol untad «a las cosas». ticular en lo que ése mismo reconoce sobre discursos y co nvers ació n
entre do s co mo su visión . No es co mpletamente impro b able el q ue
rcnofontc cree a Sócrates para el Protr éptlco a partir de ver da de ros
/ E! discurso de Sócrates/ recuerdos . P ero t am bién habría puesto luego P lat ó n la gran realida d
Ilsí, porque ha bía comprendido co nscientemente la ma nera peculiar
Pu es ya él, en la Apotogta, po ne eso como el em pleo que el dio 'J diferenciado ra . «Sócrates preguntaba, per o no respo nd ía; pu es re -
le ha enca rgado. ~< Vo y dea mbu la ndo a busca r e investiga r, según lA cono c ía no sab en) (l: w)(Qá n¡s ~QWTCl', a}.,;": 00)( Ct:1I'"EXQíVO: TO. <1J¡WAÓYH
voluntad de! di os, entre ciu dada nos y extr anjeros si yo me tengo pOI "'( (l e 00)( ~ló~ Jlm, así Aristóte les ha reducido el sag ra do p roccdimicn-
uno entre los sabios . Y si me parece q ue él no muestra eso , en tonela lo a la fórm ula m ás co rta y a lo fun damental inmediata m ente a partir
voy al dios en busca de ayuda y muestro qu e él no es sa bio » (23 II) , del punto centra! del modo de pen sar socrático. En Platón anda to-
La época - co mo la nues tr a- se enco nt ra ba llena de t oda clase di davía Sócrates en perso na por allí en do nd e tiene que mante ner un
fa lsificadores espirituales. Sócrates se vio llamad o por el dios a COl1l discurso ; esto sería por q ue la ley de la ciudad o las reg las del banque-
probar, di ferencia r y golpear en los cacharros , por si ellos esta ban en le perm iten, en la med ida de lo posible, el flujo q ue corre en el género
te ros o tenía n grietas . Una declaració n que él enco ntraba , prob abu dialóg ico. Se encuentra n también excepciones en ello, en el Protágo-
158 P LATO N DIALOGO 159

ras. Menexeno y Fedro. pero por lo general llegan a ser exprcsauu Kll1 h il tl un afilado agui jón a llí en do nde el gra n no-sa bedor debe ha-

designadas como excepciones. En los grandes mitos se alca nza llOl I • mcpa rado la más violenta fuerza de la a poría sin fin.
das pa rtes el punto en el qu e el discurso del Sócrates plat ónico \1'
sa rrolla con mucha diferencia po r encima del histór ico .
1IIIhilogo p lat ónico /

1:1 diálogo plat ónico es la representación de un a co nversación so-


/ El movimiento dialógico/ 11\1 "::1. Pero se difer encia necesa ria mente de ella en su más profundo
tundamento t . Ellas permanecen , la una frente a la a ira, como cua-
A través de Sócra tes ha y un mo vim ie nto dial ógico en lo grie hu urtistico y vida nat ural. l a Na turaleza esta fragme ntada en ca da
con él ha llegado a la vida espirit ual occide ntal que, co n anteriorld 1111 '1 de las partes individuales. En ella se añade el cént uplo pa ra la
sim plemente no había existido. Se puede recordar sólo e n qué Ion 11l 1ll1 itud de la existencia. U na obra de a rte se encuentra a pa rta da de
di ferent es los pensadores anteriores se expresaron ). E incluso 10 I Interdependencia con la Na tu raleza . una totalidad que tiene que su-
pa só a lo escr ito de las co nver saciones y luc ha s espirituales del 1 1,111 . por medio del cierr e y de la reparación , los defec tos; q ue sólo
v como diálogo es menos comparab le con el impulso que ha di vnpuz de un añ adido, y no creíble. Eso , qu e es tan provisional, Ira-
primero poco a poco, Sóc rate s que nunca se rinde por complet I .vu relación con los d iálogos platón icos, de designarlos co mo obra
Tod os sus alumnos. fundam entalmente los que escriben, parece (1 l. ene . l a co nversación socrá tica surge con mucha frecuen cia a par-
ha n compuesto d iálog os. Pe ro ninguno ha transmitido la fuerza 111 de una situación casual en un espacio cas ual, como «a partir del
creaci ón de una larga vida en forma ta n expresa como P la tón. S .onracro vivo de lo Que sucede por cas ualidad con el a rte del trato
pa ra él fue tam bién el arte poé tico de la «conversació n socr ática» I humano y el discu rso de objeto espiritual llevado en conversació n Ii-
cesidad últim a . Pu es los demás socráticos que han dejado una i tuc » [Karl J usti). P latón no podía sopo rta r cas ualidad alguna en su
ob ra de escrit ura , Aristipo, Antístenes y Jenofonte, no se han limll IIhra. Tenía q ue escoger los interl ocutores de la convers ación y orga-
do a los diá logos y no todos sus diálogos han sido conversaciones 1 ntzurlos según las di rectrices del a rte, qu e ha cen co ncordar el co nte-
cr áücas. Los po cos d iálogo s, sin embargo, que se saben de Euclid nIdo con su procedencia espiritual y libera n el espacio d e su cas uali-
Fedón y Esq uines no pueden ponerse alIad o de Platón ni en ca nten ,1,111para deja rle conv ertirse en colabo rador de la obra completa . «Lue-
do ni en ra ngo. Asi, au nque a ntes de él ya se pueda n situar reñe¡ lO está cu mp lido todo el a rte, si tiene el aspecto de se r Nat ura leza)
de conversaciones socrát icas en la literat ura de aq uí y de alli, pucd lo Historia). De ta l ma nera es el triunfo de la fue rza creadora de P la-
que sea él solo creador del d iálogo filosófico como necesidad, de igu 111.11, que nosotros to mamos allí como real idad histórica lo que él as i-
calidad como obra de a rt e qu e la vieja tragedia y la co media. nnsmo ha encont rado. Segura me nte que ha bría podido Sóc ra tes ro-
La conv ersación del Sóc ra tes histórico está perd ida pa ra nosotro pollSC en una plaza pública cualquiera con un sofista forá neo que acom-
y verdadera mente po r necesidad . Pu es a la esenc ia de su co nvena I',tl)aba a su alum no y a la vez a nfitrió n ateniense. Pero q ue esos tres
ción pertenece el ser oral. Se extendió sobre muchas cosas de las qu luego sirviera n de imagen de cla ridad, co mo po r casua lidad en una
nosotr os podemos sa ber a partir de Pl atón. El que Jenofon te, acerca wrlc de grados, y d e apertura de la autoexposíció n de có mo el alum-
de su pa rt icipació n en el camino de Ciro , ha t rasladado el consejo d 11 0 quita las vacilaciones éticas de su maestro en fa vor de un a gra n

un hombre sabio es sin duda un hecho histórico (An ábasis 111 ,1,5) «uisccucncia: el an fit rión incorp or a por completo una inmor alidad
En la A polog ía platónica el propio Sócrates nos dice que ha bía cxn vln ata dur as, qu e asimismo sólo a pa rece como el co nsiguiente desa-
mina do a político s, poe tas y obreros manuales. No toda s esas sitúa 110 110 a pa rt ir de una po sición re tóri ca : eso es el ha llazgo de Pla tón
ciones - y ya no pueden ser má s- están recogidas en los diálogo (' 11 el Gorgias. Con [os m uchacho s y los jóvenes se ha enco ntr ado se-

de Pla tón; así qu e debe mos dirig irnos más bien a Jenofonte para IW gura rnent e Sócra tes en muchos lugares: en la calle, en las casas y en
menospr ecia r la ab unda ncia de los moti vos y de las particip aciones las palest ras. Pero qu e Pla tón sitúe precisam ente en un a pa lestra ese
en conversación , y asimismo escasea, a su vez, en las con versaciones ('l1cuentr o. en donde él so br e todo estab lece con claridad el espacio ,
de Jenofon te aquella energía, aque lla fuerza liber ad ora y pu rificado. en el Eutidem o, y la conversación princip al del Lisis también en el
ra que debí a to mar necesaria me nte prestada nu estra fantasía a la so- Apodyterion , eso habría est ado bien hallado para que llega ra a verse
crática baj o las conve rsaci ones de ést e. No fuero n ilum inadas, en el la gim nasia espirit ual y qu e el precedent e desn udar del espíritu, con
sentido de Jenofonte, y «provechosamente par a tod os». P ero intcr- el qu e juega a gusto Pl atón 6, tuviera su a parente co rres pondencia,
160 PLATO N DI A LOGO 161

proba bleme nte de acuerdo co n que se personificase la imagen de, 111 que él se reconoce acompaña ndo a Clinias como alumno de Eu ti-
da de la educ ació n e n el desa rrollo co rpo ral y espiritual en ellos. ,k l1ltl y Dio nisodoro. Así está fo rmado C tesipo en con tras te con Só -
Protágoras reune a los so fistas en una casa en la que ellos tal vez nun .mtcs y ese co ntraste se expresa desde el principio en el o rde n de las
ca se ha bía n encontrado juntos de esa manera. En ella, al comicnv IllImas en el espacio total.
les hace estar en di ferentes espacios. y no es casualidad en abso lur tenofonte, en su Banquete. ha ce igualmente que Sócrates de ante -
que el más destacado, compa ñero de juegos propiamente de S ócr m lll1 U se encuentre presente y lo hace participar generalmente en la
les, ent re y salga en el vest íbulo delantero así como Sócrates gustul .onvcrsací ón. Co n ello ha renu nciado a todo lo que da u na doble ten-
de ent ra r y salir. mientras que Hipias perma nece sentado al fondo " ,11\11 tan fuerte al cuadro espacial en el diá logo plat ón ico del mismo
su silla de enseñanza » y Pród ico se encuentra aparte, en un espacl¡ nombre : que Sócra tes. en primer luga r. entra cua ndo todos los de-
oscuro, en u n cam as tro . En primer luga r es Sóc ra tes el que conju nt "' 1\\ es t án ya desde la rgo tiempo en la mesa, y su discurso de elogio
a su vez a esos hom bres ta n diferentes mientras se encuentra entre ell urnc luga r cua ndo ya todos los demás ha n ha blad o . As í que nosotros
en el espacio dent ro del grupo unita rio de los «so fistas». Ju nto al pur segunda vez llega mos a est a r ob ligados a esperar con él con á vida
pacio el tiempo colabora a la d ra mática y al punto filosó fica ent rad suciedad, a refe rir a él todo . Pero ¿q ué quiere decir el que Ari stófa-
qu e se observa en los preám bu los de la con versación en este misu¡ Il r.~ , cuando le llega la vez de habla r, se encuentre aq uejado de un ata -
diálogo. El joven Hip ócra tes encuentra a Sócra tes en la cama , y ~ 'lile de hipo de forma que se tenga que reemplazar por un vecino de
un dormitorio oscuro se intercambian las primera s palabras. Pero lu IIIt' Sa , el médico Eri xímaco, y tome después de éste en primer lugar
go salen al pa tio , ta mbién en un recinto a bierto, y anda n de acá pm j" palabra? ¿Por qué P latón no ha a nticipado a los do s hombres un
allá . Enseguida la conversació n se desliza de las perso nas a las COSII .lIio en la mesa de acu erdo con el orden en que él ha pensad o dar
y co mo ellos han hab lado a nter iormente, esperan «hasta que se halt 1,,\ palabras? Má s bien, ¿qué ha prete nd ido con ese desplaz am iento?
la luz: para t ratar de ma rcha rse; as í comienza poco desp ués a di /, lIa huscado esto pa ra dejar desca nsar a la fantasía entr e los discur -
rea r, efectivamente cua ndo Sóc rates pla ntea la pregun ta difercucl ' 0 \ con un juego gracioso y sin objetivo , y pa ra mostra r a nte la gente
dora ..., segur a men te as í se puede ver el ru bor del joven; pero el nr 111cómic o en una situación ridicu la y al méd ico en la más simple pe-
ba r muestra asimismo sólo que ta mbién , en un sentido diferente, «em .rentcrta del ente nd ido? ¿O pa ra rom per de una vez con la mo noto nía
pczó a cla rea r» 1 . .Ir la costumbre con un movimiento en cont ra? Segura me nte que es
El cuadro espacial de l Eut idemo, desp ués de que el movimicm todo eso y tal vez incluso m ucho más. Pero la última cuest ión q ueda
inicial ha llegado a su fina l, aparece as í: En el banco se sie nta [u nt eun por preguntar. La cost umb re: ¿sobre qué pone ella la mira luego
a Sócrates el joven Ctinía s, y ambos llegan a estar cercados , a der 11110 sobre Sóc ra tes? Nosot ros sa bemos en efecto que él hablará al fi -
cha e izqui erda, por la pareja de sofistas . Ctesipo, el adorador de cll nnl, .. ¡si los demás le han dejado algo rest ante! Así la interrupción "/
nia s. que se sentó prim ero como quinto en el banco. se ha colocad, .tcl orden se vuelve al orden mismo, el orden en él. Lo qu e tenemos
frente a los ot ros cuat ro. Y en circu lo se colocan en torno el resto d medio olvid ado entr e los discu rsos de elogio , sobre lo q ue luego todo
los adorado res de Clinias y de los seguidores de los so fistas. Sócrat I/~ (l pretend e salir. eso será de nu evo consta table lo mismo que, me-
en el ba nco jun to al muchacho : nosotros co nocemos el cuad ro desd dtnutc el movimiento contra rio, el movimiento; co n el movimiento
el Lisis y el Cármídes, Se t ra ta del pescador de hom bres que ha unidQ entra en la co nciencia el objeto y con ello él como la más alt a instan -
a él a los m uchach os, el «eiron» que se sabe no frente al pupilo sine cfu. en la que tiene que ser agrupado lo qu e los demás dicen y son.
a su lado . Pero , en efec to , está fla nqueado el grupo de am bos po ¡\ ~í. pa ra la composició n del d iálogo , debe se r exa minado , más de lo
los maestr os de esgrima so fistica s. Así la doble di recció n del co ro d 'lile po r lo gene ral, en su significació n espiritual. el espacio formado
nuestra ob ra , en la que la melodía del diálogo educat ivo -del tillO IHU" los precede ntes corpóreos en él. No como si se trata se de una ale -
del Lisis- y la del diá logo de competición - del tipo del Protágoras lIuría en el sentido de los neoplatón icos -cntre los cuales asimismo Pro-
han llega do, la una a tr avés de la ot ra. a enco ntrar su expresión espll do tiene qu e decir algo muy inteligente sobre la pura visión filos ófi -
cial . El contras te, sin emba rgo, de qu e Ct esipo se man teng a en fin t'ü, y no puramente artística ni pur am en te histó rica, de la pieza dialó-
fren te al otro mientras qu e Sócra tes se man tiene sentado a su vcru, alcu de Plat ón 8. Lo qu e actualmen te se deja al afi ciona do a la lite-
es, a su vez, ob jeto de particular simbolismo. Ctesi po sa lta rá después mrura y al histo riador de la interpretación filosófica de P lat ón debe
en luch a abi erta por su joven am igo cont ra los e rísticos y lleva rá C~ II ~l' l co ntemplado en su conten ido existe ncia l. Pu es aqu ellas pa rcelas
lucha con igual veheme ncia siem pre, au nque no siempre co n éxito. 11 0 est á n por cas ualida d un a co ntra otra, no porqu e los escritos de
Sócrates, po r el con tra rio, no deja nunca aquella iró nica actitud en t'hu ón no perte nezca n a un moralista sino a un relato de a rte clásico .
162 P LATO N DIALOGO 163

IEI espacio dialógico en Platón/ It 1111 espacio del mundo espirit ua l siemp re diferen te por completo,
Hi t !' los indios concretamente, hay una gran liter atura de conversa-
Las mismas preguntas se colocan para la relación de los diñlo hul!" Filosóficas. También ellas son la image n poética de una vida
entre sí. Las conv ersac iones del Sócrates históri co se podrían y se ( '11' _l' mueve dialógicamente , y permiten comparación, entre toda la
berían en realidad con frecuenc ia relacio nar previamen te una con ul 1Iu-n-ncia de unas con ot ras y entre todo el con traste d e con ten ido,
Así no se le ve a men udo a P latón remitir a un a futura conrinuncl 1I11 111 forma griega de ello, con el diá logo socrático; de mane ra que
la conversación interrumpida. También en Jenofonte se Ice cómo . U,U, romo obras litera rias, están frente a la conversac ión natural co-
era tes en primer lugar t iene que actuar tres veces sob re el joven l'u mil una arquitectura respecto a la peña que se yergue. Pero con ello
demo ha sta que él se cura de su altanería (R ecuerdos, IV,2). Pero 11 pmlrfa esta r ya al final de lo comparab le. Co mp letamente distinta
má s está la cantidad de encuentros con los diferentes hombres y 1 In realidad que aquí y allá fue formada . Entre los griegos, de uno
ben ser dej ados cada uno por sí al aza r. Por el con trario, en la oh 'Iur no sa be, de un buscador, de un comproba do r e instructor. En
del gran artista domina la necesidad. Se ha censurado una vez cu 111. rlt mnishads. los muchos sa bios a los que se pregunta, que luchan
mu chas qu e Platón no pone a su maestro en contacto con ob re¡ 1 uuv sí, que desde la profun didad de su sab iduría hab lan en rcson an-
como había hecho Fedón de Elis en un diálogo perdido pa ra nn_ 1 dog mas. Incluso si se destacase uno, si se escogiera a Yajnavalkja
tras 9, Sería mucho más correcto recordar qu e Platón escoge sólo ¡ utuníunte en el torneo de discursos contra todos los b rahmanes, él
terlocutores tales que pudieran llegar a ser fr uctíferos pa ra él. En cr I h 'lI l' UIl espíritu distinto de Sócrates. E incluso radica menos en la
.to, hay allí labradores, zapateros, carpin teros, flau tistas y otros 11 1'1'1' 0 11 '1 , de forma qu e en otros Upanísh ads ta l vez el asceta Aruni
cios ma nuales como ejemplos ap ropiados para aq uello de que ¡¡tlll 11 tnvluso el dios Prajapati llegarían a ser portadores de idéntica pro-
ha aprendido lo que pra ctica, y de que en realidad conoce lo que .bmmción de sa biduría 11.
jact a de conocer a través del nombre de su oficio. Pero tras el orle I':n efecto , parecen estar los diálogos socráticos cerca de aquellas
manual como tal no se extiende mundo espiri tua l algu no qu e trarc 11 , «nvcrsacíones de do ctrina y de disputa tal como se encuentran entre
defe nder eso, ninguna fu erza flo reciente que lo tr ate de educar. y 1.._ "discursos de Gautama Buda» 12. Allí ha y por lo general un real-
la plenitud del cuadro en un cierto sentido no podría añadirle una re¡ 11' uuv en sus monjes, cuando él, predicando, no los «avisa, anima,
lidad más comedida de experiencia qu e radicase en la pro fundidad 1 111 1e....Ia y ama ina», imprime en conversación instructiva el dogma del
las esencias . Se encuent ra también, por un lado, una elección en f 1" ' UI", del desarr ollo del pesar, de la liberación del pesar y del sende-
creación platónica, y así, por la otra parte, una integración de lo el 111, 1) convierte a alguien muy reflexivo y brillante a esa doctrina. Real-
gido. Si el gran artista crea una larga vida por medio de una cantldn 1I11' 11 [ C permiten most rar muchas similitudes de las situac iones y for -
siempre abarcable de obras, entonces no es así verdad scguramcru n lll ~ de la conversación con los diálogos socráticos . Pe ro para sllen -
qu e desarrolla desde el pri ncipio un plan que más tarde sólo ejecutn , Int incluso a pa rtir de la incompat ibilidad de los mun dos que fueron
pero incluso mucho menos sería así que cada obra en particular fuc ~ . uuxr ruidos aquí y allá, pa ra silenciar además que Gau tama tiene una
un fruto cas ual de disposición de án imo e imp ulso. De hecho se v .I..r[rina casi acu ñada de forma inquebra nta ble ha sta en el tono de
ya a pr imera vista que se encue ntran en conjunto gru pos; así las abril 1'1' palab ras qu e él mismo se adju dica, como «comprensión , autopro-
del prime r período, por medio de su for ma aporética y de su ser (;0 luudización y sab idu ría», que contra su oponent e Saccako, cuando
mo un proc eso unitarío hacia un objetivo marcado, de esta manen W II no quiere respo nder, se dirigió a un relampagueante espíritu para
La República, el Tímeo y el Critias; el Teeteto , El Sofista y El Poflll que le rom piese la cab eza en siete tro zos: en ninguna pa rte entre los
co, en la otra par te, po r medio de interlocutores en conjunto y de tm rudlos se encuen tra una gran figura individual como imagen del maes-
ta mie nto unitari o . Y fáci lment e se notan también expresas rcmís¡o ! I O y a la gran cantidad de conversaciones de realce, como en la ma-
ncs, así del Fedón respec to al Men6n, de L as Ley es respecto a La Re wnrfa de los Upanishads, debe fal tarles aquella aita unidad del orga -
pública. To do eso se apr ecia en la primera ojeada y se puede esun nismo que en toda la ob ra escrita de P latón se encuentra ante noso-
seguro de qu e mucho hay que no se ve a primera vista . Tal vez se trn n os. Pero t ampoco está dich o con ello to davía lo más importante,
ta de una tarea sin solución, pero se tiene que intentar «de ter mina¡ Vya aq uí se pod ría hacer aún más clara la comparación que ahora
la ob ra escrita de P latón como un sistema estelar en el que níngunn hay que añadir.
luz ni ninguna fuerza pueden llegar a falta r» 10. En la India, el compos itor de conversaciones o de discursos no tiene
Se pod ría detener uno en este lugar y acordarse de qu e -c-pcrfecta- mula que enseñar qu e no rep ita del maestro o pensase que repe tía.
mente sin aquella interdepend encia histórica con el diálogo plat ónico-e \' , en todo caso, hay, entre su propio mo vimiento del pensamiento
164 PLATON DIAL OGO 165

y el q ue él figura ba , a penas algo q ue sea sentido como tensión . El rnun- que uno de los mayo res a rt istas se ha brí a enga ñado en lo esencial y
do platónico , sin em ba rgo . se ma ntiene frente al socrát ico com o dis- tiene que ser corregido de su err or po r la po steridad? En dond e. co-
tin to con pro pios medios y un círculo pro pio. 1110 co n frec uencia - pa ra decirlo con Schteie rmac her-c-, «sólo des-
co noció el fu ndamento del se nt imiento y e n su lugar fue asenta do el '/
q ue j uzga pa ra busca r en lo juzgado». Q ue él se volvía contra la reali-
/ Dt átogo socrático y diálogo platónico / dad común, seguramente nad ie lo sabia mejor que Pla tón. El comienzo
de su Teeteto sería efectiva me nte su ficiente, si fuese p reciso , pa ra la
Asi se dife rencia, pues, finalmente y ante todo el d iálogo pla t ónl- prueba de que él esta ba perfect a me nte consciente ta m bién en teo ria
ca del socrático. en que él ta mbién ad emás y fuera del reflej o de la sobre los funda mentos de su composición dialógica , Co mo él hace decir
vida socrática - para expresarlo de manera mu y provisional- pre- allí al que narra, había dad o la conversación en pura técnica d ram á ti-
tenda da r representació n de la filoso fía platónic a. Dos intenciones fun- ca pa ra no resultar pesado po r medio de las aco taciones al relat o, así
dam entalmente d iferentes. como pa rece, de las que es preciso pregun- tampoco se habria espantado de omitir los discursos e nt re los partici-
tar se cómo pasan de la una a la otra. Se ha dicho que una o bra en pa ntes en la conversació n. Pero la coacción int erna par a el di álogo
d etrime nto de la ai ra. El iró nico , el no -sa bedor qu e siemp re bu sca tiene que haber sido ta n fuerte que superase tod as las demás co nside-
y persigue, el que mandab a poner la ad oración a los héroes, se en- raciones y for zase a una única for ma toda una vid a. Sobre esa neces i-
cuentra en constante lucha co n el dogmát ico , el qu e ha bla ba o ore- da d es preciso llega r a ser aq uí más cla ro.
tendía hab la r po r Pla tón y que llega a estar impedido pa ra su com ple Sócrates vivía en co nversación oral de forma tan exp resa y sin va-
ta expresión por la au tocoacción impu esta u. Entonces también Pla- cilaciones in ternas que nu nca podría haber pensa do escribir de ello
tó n habia escogido una forma. y se habia man tenido en ella has ta su una filosofía. a unque es per fecta mente cuestionable si él. en efecto.
más ava nza da edad , que le debía po ner en un consta nte con f licto con- se ha hecho un pen samiento sobre el valor o no valor de la escritu ra .
sigo mismo . ¿ Y no se habría sac udido de este lastre nu nca o po r pri Eso ya lo ha ce en P latón , en el Protágoras y ad em ás en el Fedro. po r-
me ra vez en Las Leyes. en do nde ya no ha bla Sócrates en ninguna que Platón lo hacía . Pues lo qu e en Sócra tes co nstit uía un sencillo
par te, pero en don de por ello lo últ imo de la doct rina propia no sólo element o de la vida. se asienta en Plat ó n más allá , como una vacila- ..J
no llegará a ser lib re sino que se oculta aú n más an te el mundo? Pero, clón sob re el valor del escribir, con vencimiento de su duda , desvalo- r-
según lo que a ntes ha bía quedado claro. aquellas op inion es no se pue rtzació n de hecho de tod o escrib ir, de lo que hace ha bla r a Sócr ates
de n resis tir a ello , porq ue Sócrates vive en P lat ón y ha bla a pa rtir de: en aquellos diálogos y él mismo ha bla en su cana 1'. Y ad emás se e n-
f él. Es mejor buscar si las dos sit uac io nes, que andan en ta n a pa rente
me nte enfrentadas direcciones, no se reúnen en lo pro fundo seria mente
centraba vivo en ello el impulso del a rt ista imaginer o co n desacos-
lumbrada fuerza . H abí a quemado las t ragedias , así que tenía que dar
en una sola. figura al nuevo suceso, q ue ya no se lla ma ba Edipo o Filoct etes, sino
" ¿Q ué significa entonces po r fin el diálogo, a nte tod o eldiálogo única me nte Sócrates . Pero en lo qu e llegó a él enco nt ró el med io de
soc rático , en Pla tón? A veces se encuentr a expresada la o pini ón, y levanta r la co nversación socrá tica misma a la altura de un nuevo ar te
aún co n más frecuencia se presupon e en silencio, d e qu e P latón ha dram ático; así, al meno s en la medida d e sus po sibilidades , supera ba
bría empezado a escri bir una vez conversaciones soc rá ticas y de que uquclla ca ntidad de libros que son rígidos y no sa ben res po nder y qu e
se ha bría luego man tenido en ello cuando, con el tiempo , hubiese. t~ súlo da n un tono, como una vasija metálica cua ndo se golpea . P ues ~¡
nido que cehar t ras de sí esa for ma y escoger la manera de escriblr desde el diálogo escrito sale a los lect ores el mo vim ie nto dialógico.
qu e ya los médi cos jonios desde hacia la rgo tiemp o había n dispuesto A él se dirige la pregunta de Sócra tes: a cada «sí» qu e dicen Gla ucó n
y de la qu e más ta rde se sirve Aristóteles 14" P ero si esto fue ra corree o Lisis estaría también su «si» - o también su «no x-c-, y al fina l reso-
to , se tend ría que deducir lo siguiente: luego es La República de Pla- llaría el movimiento dia lógico en él. El di álogo es la ún ica forma de /
tón , un a obra de su altura, pu esta en con denación. ¡Qu é monstr uosi- libro qu e parece superar al pro pio libr o ,
dad de hecho }, [u na conversación de Sócrates relatada dura nte un ca
mino que los antiguo s tuv ieron qu e dividir en diez libros y a la que
nad ie ni siquiera sólo escucha r puede en un cam ino ! Una conversa /Saber y filosofar/
cíó n adem ás que, asimismo , dur ante muy am plio trecho lleva pum
comuni cació n de la doct rina de Sócrates o pa rece qu e lleva, y que ti De Sócra tes procede también este recon ocimiento en Platón de que
mita al int erl ocutor al sí o al no o a ¿cómo piensas tú eso? ¿Pero es JlO hay un saber ter minado y trasm isible , s610 un filoso far , cuyas co-
166 PLA TON D IALOGO 167

las más alias se delimita n por ot ra pa rte frente a frente. Sócr ates filo- erutes histó rico se mant uvo co n sus rivales de forma tan objetiva ca -
so fa nuevamente co n uno y de otra manera con otro , ese es el funda- Il lt l Platón lo hace. Pues P latón mismo es com pleta me nte dist inlo en
me nto de su instru cción . «Un instructor nunca dice lo q ue él mismo rvencia . El valora mucho el placer de discursos sonoros y ret umba n-
piensa : sino siempre sólo lo que piensa sobre una cosa en relación con n-s, de lo contrar io no hubiera puesto en escena a Aga tó n y a Pro t á-
la ut ilidad del qu e él instruye) , así Nietzsche, co n la mirad a puesta lloras. Se alegra con todas las a rgucia s y a rdides de las refriegas de
más en su imagen ideal de Sócra tes que en si mism o 16. Pla tón tiene palab ras, como ca ricat uriza las refriegas de go lpes del diálogo Euti-
sab iduría y doctrina q ue dar. Pero todavía de una ma nera tan fuerte (temo y asimismo las pe rsonifica . Si no hubiera algo en él de Ca licles,
alienta en él aquel funda men to socrá tico: también él llam a «fra ude» el «esprit Iort», di fícilmente hab ría pod ido luego colocarlo co n una
a un saber que es igual par a tod os y siempre de igual ma nera válido. tuerza ta n imponent e que llegase a ser dada siempre e n ho mbres j6-
Se filoso fa a pa rtir de un pu nto continua mente ca mbia nte. con una \"l"IlCS; que aquél combatido y asediado po r Sócra tes mara villase más
extensió n de ho rizon te a veces pequeña y a veces gra nde. en una alt u- que Sócra tes mismo Il. ¿No ha tenido efec tivame nte P latón algo de
ra y direcció n de co ntemplación siem pre di ferente. Y luego , no es sa- nquclla «piedad» clerical de su E utifrón como situaci ó n y protección
ber humano, que se d ifiera igualmente sin calma , después de que una tic aq uella dest reza universal de sus so fistas? «H ay pues to en P latón
vez llega a ser sabido. Igual que Sócrates se crea los opo nentes po r mucho de sacerdocio», juzgaba , co nsider ando su estilo, un crít ico de
medio de su prop ia existe ncia , así los convoca la nueva visió n de Pla. une tan fino como Demet rio de Pal ero " . ¿ Y la luch a que lleva en
tón , y si no est uviera n allí tiene qu e cre a rlos po r si mismo . Filosofía I {/ Repú blica contr a los poetas y sobre tod o co ntra su jefe H omero
es cos mos a partir del caos. Toda altura, ordenada sin embargo, se 110 est á enfocada como una lucha contra la activ idad que le ha bia su b-
encuent ra siempre a me nazada y tiene que llega r a ser prot egida con- yugado (607 B), una lucha cuya veheme ncia segura me nte se adscri be
tra las acciones aventureras. El bien se encuent ra en realidad muy ale- 11 partir del afán verd aderament e griego po r el seño río, pero muy en
jada par a resistir por el favor de su opuesto . Pero la luz no es po r particula r a partir del viejo am or y enca nto? ¿U na lucha ta mbién co n-
tod as pa rtes cognosci ble y asequ ible sin la oscuri dad . Incluso más: Ira si mismo? Platón te ndría qu e superar una natura leza rica mente
el orden huma no ha sido ent umecerse o dormirse, no ha bría q ue pro- tintada, como muchos ba rrunta n. Pero lleva ba ta mbién a Sócrates en
tegerlo siempre de nuevo en lucha cont ra la sublevació n. Así sucede , 1 mismo, y de las luchas y victorias , qu e él muestra, se han hecho
en la frase que se asie nta en el diálogo Lisis -es refu tad o sin duda ('11 él las difere ncias.
co n algo más válido , al meno s e n la zona hum a na , el que el bien se Era uno de los movimientos fundame ntales de la co nversación so-
logra rá «a ca usa de la presencia del mal». Sóc rates no se realiza sin crá tica, pa ra borrar del alum no la creencia de q ue él sabia, desp erta r
Caliclcs. Ta mpoc o llega solo a la victoria (¿fue, pues, Calicles por fín la impresión de qu e él no sa bia; de ninguna manera acaba ba con ello
vencido?); más real que la victoria es la propia lucha , que es también en el escepticismo , más bien era pa ra d irigir a una eterna bú squeda
aq uí el pad re de ladas las cosas. « Nada nos place más qu e el com ba- conjunta de lo verda dero . Ese sencillo encaje se extiende en el mun do
te, pero la victo ria no», escr ibe Pascal. «N osot ros nunca buscamos pla tó nico y se coloca allí una y a ira vez: en primer lugar tiene que
las cosas, sino la búsq ueda de las cosas» . Así P lat ón tie ne que da r destruir lo fa lso; la fuerza contra ria tiene que ser negada , a ntes de
su sa ber en la tensión dial éctica de una lucha tal en la que sólo eso II1Ie pueda ser lo verdadero y funda me ntal el nuevo reino . Según lo
es vivo. Y esa forma de pen sar es vista espirit ualme nte enseguida, por dic ho, está claro que la superación tiene luga r en un t rabajo conjun-
otra parte, en su ar ticulació n dramática . P ues se es dram á tico si se lo; la lucha debe llega r a ser mostrada en todas sus exigencias dialéc-
vive el mundo inmóv il como la luch a de fuerzas desatadas en co ntra , ricas. Lo s diálogo s de la primera époc a platón ica tiene n sólo esta t a-
fuerzas con figu ra 17. Así es, pa ra Platón, el di álogo la ún ica forma rea (al menos en apa rienc ia), au nque ta mbién se prepa ra n ya para lo
a rtíst ica de amor y de lucha; aq uel diálo go en el qu e no todo lo que que ha de llegar. El Alcibiades Mayor, el Gorgia9 Y, en su medida má s
se enfre nta larga mente es vencido y elimina do, sino el que destierr a a mplia , La República destruyen pr imero y luego de n uevo constr u-
a la imagen la lucha y la derrota. Como Goethe en Ta sso y A ntonio , yen. Pero tamb ién la creación de lo nuevo t ranscurre en un filosofa r
así P lat ón no es sólo en Sócrates - y en los discípu los de Sócra tes: en conjunto . Pues, según la Séptim a Carta; sólo «a partir deuna lar -
Cá rmidcs , Teages y Alcibiades-c-, sino en cualqui er manera t ambién ga vida en común para las cosas» surge la chispa repentina y debe tr ans-
en los rivales de Sócrates. Se ve, en efecto , esa rela ción incom pleta, curr ir «la conducción arriba y a bajo , po r todos los grad os del conocí-
si se verifica sólo la defe nsa de esencias, pen sami entos y opciones ex- miento» , as í es necesario que tam bién aq uí cada paso d el alumno ha-
trañ as. Polémica es luchar con un o mismo: esa aguda fó rm ula de No- ya sido hecho po r sí mismo y en un determinad o orden. En el aparta-
valis no sirve finalmente para P latón. U no tiene qu e dud a r si el SÓ- do de la vida filosófica , ese camino grad ual del conocimiento es el
168 PLA TO N
DIALOGO 169
«ca mino d ialéctico», y en el apartado de la creación filosófi ca es '\1
imagen el diálogo . \ l óu soc rática el que termine con el no-saber, así a la del d iálogo pla-
Pero aq uí te nemo s referido a una o pos ición el filosofar socráiíc tónico el que se man tenga firme a nte lo ultimo sin traerlo a la vista
y el platónico . P latón no ter mina como Sóc rates en un no-saber. El Ituh que de lejos. Esto mismo qu edará evidentemente más claro po r
ha descubier to un mundo meta físico y su tare a es hacérselo ver a 10 tudas partes para todo co ntemplado r en el contenido de La República.
demás con sus ojos. ¿Có mo. a la vista de este contraste, la fo rma d4 Si ante riorment e 21 se dijo que el nombre de Sócra tes designa el
t etrato cent ral en la imagen pla tónica del mundo, de esa man era hay
la conversación socrática puede dar abas to para expresa r lo comple-
tament e nue vo ? Más que eso: ¿po r qu e es aq uella forma la (mica en tille añad ir ahor a lo siguiente: con ese nombre se lIenaria enseguida
la que puede ser expresado Jo co mp letam ente nu evo? lo último de la cosmovisión platónica. Esa es la doble función de lo
La solución no está lejos. Platón encontró alli en do nde Sócrate rróulco en la ob ra plató nica, igual que antes nos aparecía como Iun-
«sólo» buscab a y enseñaba a buscar. Pero se sa be q ue buscar bien ríón do ble de la iro nía 12. Y muy lejos de que hubiese aquí una lu-
es válido. «E n la pregunta está la respuesta , la seguridad de que ~G , ha entre el Platón metafí sico y Sócrates el irón ico «zercmarico»: así
puede pensar algo so bre un punto semej ante, idear algo» , dice GOl: hu visto Plató n todo el tiem po en Sócrates, el d ialógico y dialéctico ,
the 20. Después de que P latón se sometió a la dialéctica socrática, lle el símbo lo inmediato de la realidad como también de la inexpresab ili-
gó a ser libre para él la mirada a las forma s etern as. En y por medio dad de ello , lo que él - COIl toda sencillez- ha to mado como «lo
de Sócrates contempló él lo justo en sí. Así pod ía ser alcanzado el nue- trueno».
vo grado que él consiguió, y sobre él sólo ya esto: tenía que tomar
por completo en sí la dialéctica socrática, pero no llevarla más allñ
de sí misma, a un final escépt ico y negativo, sino a la resp uesta a una
cuestión planteada y, si fuese posible, al conocimient o del mismo ser.
Sólo el «camino dialéctico» podría soport ar ese co nocim iento sobre
una visión subjetiva y sin respuesta . Sólo así pod rla P latón llegar II
ser más que «un nar rador de cuentos» , como le pa recían los viejos
fisiólogos (El Sofista 242 C). Sólo así pod ría él, en el modo socrático
e incluso más que socrático , «dar razón» de su nuevo sí mismo y «en-
laza r lo encon trad o, por medio de deducción , sobre el fundam ento»
(Menón, 98 A). Sólo así pod rla elevar se sob re la guía de grados del
fundamento (tiro8iom) a lo imprevisto (&:I'lIró8fTol') (La Rep ública,
5 10 B, 511 B),

I Saber e ideal

Pero existe aú n un último punto de vista desde el cual la forma


dialógica llega ría a ser tan evidente co mo necesa ria para P lató n, por-
q.ue la estructura de la visión platónica del mundo parece igual que
SI repitiese. en gran amplitud asimismo . la estru ctura socrática . Para
Sócrates la respuesta a su pregunt a acabab a en el no-saber. Par a Pla-
tón el camino dialéctico conduce hacia arriba, a lo que está «más allá
del sen >. Lo «epekeína» no es cog noscible y, en consecuencia , tam -
poco compartible. Sólo el camino puede llegar aquí a ser preparad o.
Por ello es el diálogo guía de ca mino paso a paso hasta una meta que
se ga rantiza t ras el socrático no-saber y tras lo inexpresable de la más
alta visión platónica , por med io de la persona viva del maestro como
rea lidad . Y como pertenece a la experiencia sensible de la conversa-
M ITO 171

«mitó logo», ning ún narrador de historias . Su ocupació n fund amen-


lal, la de exa mina r y pregun tar, es completa me nte opuesta a la po stu -
ra del po eta . en relación co n el mundo y con los hombres.
CAPITULO IX Cua ndo P lató n asu mió en sí mismo la pregunta de Sócr ates, que-
mó sus t ragedias. Pero no podía cha musca r al poe ta que se enco nt ra-
MITO ha e n él mismo cer ca del soc rát ico, cerca de Sócra tes. Tenía q ue se r
a mbos a la vez pa ra llega r a ser espectador de las fo rmas etern as y
/El mito griego/ ambos ta mbién para crear la nueva dramaturgia filosó fica. Ta l vez
hoy fuera muy difíci l de comprender, si se dijera que él, para for mar
En la Hi storia del mi to griego, que acom paña a la vida del pueblo llueva s mitos en luga r de los viejos de su pueblo , creó el mito de SÓ-
griego como una linea del destino . es el siglo v el momento de su par - era res. Pero él mismo no ha bría dado ese nombre al «Bias» qu e ima-
ticu la r plen itud en el desarro llo . Mient ras que, co mo T ragedia, ad- ginó ; y só lo hay q ue ha bla r aquí del mito en su prop ia forma de pen o
qu iere su más alta elevación , se ha dispuesto su descomposición por samienro l. «Mito» se encu entra e n él e n co ntras te co n «lógos. 2; es
medio de las reflexiones criticas de hombres más a ntiguos . En la últ i- «Historia ) , en opos ició n a discusión concep t ual, lo que prevalece co-
ma década de Eu rípides , qui en -en calidad de creado r y destructor mo vieja Historia , tradición de los antepasados, sa bidu ría po pular.
de mit os al mis mo tiempo- insert ó las fuerzas de disolución en las doctrina infa nti l, cuentos de viejas y fá bul as: lleva el se llo de «pseu-
raíces del mismo mito , transcurre la j uventud d e P la tón . Es bueno do», al que sin duda no le falt a un contenido de verdad l . Así el tér-
aco rd arse de q ue su tío y admirado mode lo fue Crirías, y de qu e entre mino tiene un cierto tono de a precio , incluso cas i fest ivo, que ta m-
los seg uidores de Eurípides es el propio Critias el qu e, desde la escena bién - entre o tros- se encuentra adh erido a ella en la act ua lidad y
at eniense, muestra el mun do de los dioses co mo el venturoso halla z- qu e no acom paña al uso lingüístico de Pla tó n, a un cuando ho y en
go de un ho mb re astuto . día se haya a proximado basta nte a nosotro s po r medio del uso q ue
En la manera en que se consideraba al mito dentro del círcu lo en hace él de las cosas. En todo caso « fábu la », en su más amplio sent i-
el q ue Pl atón creció se llega ría a recon ocer, tras algunos camb ios, el do , es para él una forma de expresión q ue tiene sus reglas dete rmina.
diálogo . Hipót ales, en honor del bello Lisis, pone en verso las tamo- das . En el Fed án (61 B) rec uer da Sócrates un a observación general,
sas victorias de sus antepasados en las carreras; y además ha y algo a su parecer, de que el poeta, si quiere ser verdadero poeta, tiene que
que es «un pasado todavía má s borroso» (xgo VtIl'WTfea, Lisis 205 C): crear «historias», no «discursos ». Idéntica po stura, sobre la supre -
igual que an tiguamente el que fundamenta ba sucesos, el mismo que macía de la «fábula» frent e a cualq uier otro medio de forma poética ,
se refugiaba en una genealogla mítica, hab ía mostrado a H eracles co- pred om ina en Aristóteles; po r eso tiene qu e ha ber sido as í obli ga to-
mo su a ntepasad o , par a el q ue co mpo ne los versos , q ue co n toda p ro- ria mente ya para Pla tón . Pero , a nte tod o , todavía exis te pa ra él la
bab ilidad se coloca ent re los seguidores de Pínda ro, es de la misma tradición mítica de su pueblo, qu e tampoco se halla ba despreciada por
mane ra un adorno ba stante bueno para su pasión aquello que es to- completo a través de Eu ríp ides y de Crttías, y para cuyo fundamento
mado de ca ntos de viejos (& n e al 'Yeaim Ó:ÓOVO¡I') po r el crítico pro- él se erige en último luga r antes de que quede entumecida en co nsejos
sa ico . En el Fedro (229 B Yss.) el pa isaje del I1iso evoca en la mem o- enigmáticos o se pierda en juegos vistosos. Aquellos mit os era n «mu -
ria el cue nto del ra pto de O ritia por Barcas, y Fedro pregunta , como chos y a ntig uos» (Las Leyes 927 A) y, a través de ellos, parecía ha ber
si se enco ntrase po r primera vez con ello, si Sóc ra tes creía en la ver- un contenido de verdad y una relación co n los oríge nes (El Político
dad de esa fá bula WvOoAó'Y',,~a) . Ta mbién un cuent o de viejas o un 271 A) . Po r otra parte, presentan ser ios riesgos a tr avés de su imagen
juego de crítica y chiste han llegado a ser para los j óvene s las tradi - de los d ioses, q ue no sólo por medio de la crít ica ha bía que enco ntra r
ciones míticas cuya image n Pla tón dibuja. sino ta mbién en el «agom del po eta contra los po etas 4 . Para Plat ón,
Sócra tes, al meno s el S ócrates plató nico , al cont ra rio qu e los so- come intérprete del mun do, había sido dad o en esas leyendas un fra g-
fistas, no compa rte lo de la disolución del mito. Rehú sa la curiosa mento de explicación del mun do - 6 <P¡}"ÓI.wOO ~ 'P¡}"Ó(10'PÓ~ 1rWi ¿o'n
pregunta de su acompañante, porque para él aqu ello es más impor- l el amigo de los mitos (filomythos) de alguna manera es amigo de
ta nte también pa ra hacer útil esa vigencia de su única tarea, el cono- lo sabiduría (jilósofos)-; frag mentos de un gra n mito medido, pero
cim iento de si mismo , en luga r de destru irlo . Pe ro, a pesar de ello, dido y troceado a través de las vueltas del tiempo, que se tra ta de pu -
queda el qu e Sócrates -se t rata, en lo más pu ro , del Sócrates históri- rificar, de enlazar y de da rle forma de nuevo ' .
co qu e ha bla de sí mi smo en el comienzo del Fedón- no es ningún
172 PLATON l\.'I ITü [73

/ Socrates y el mito/ rrotagoras, qu e viene «de la caza de la juvent ud en flo r de A lcíb ta-
dcs») . Es «valiente, int répido , diligente» (el más valien te es, en el La-
En eso de que Plat ón era un const ruct or de mito s y de que Sóc ra- qnes, Sócrates ), siemp re está tram a ndo alguna a rtima ña» (iel guía!,
tes daba la impresión de estar tan lejos de todo mito co mo sólo po día Id ir óníco t): ante todo es «cuidados o segú n la razón y vigila nte del
estarlo un griego se muestra un contra ste similar al que se da ent re f ilmina hacia ella, buscando la sa bid uría (rptAoao<pw I') d ura nte toda
la co ntem plació n platónica de las ideas y la pr egunta sin fin de Sóc ra- \ 11 vida, un gran taumat urgo . e mba ucad or y maestro de sabiduría».
tes. Pero . tal como anteriormen te se demostró que creacio nes de Pla- I o es Sóc rat es y ninguno más; as í la que ha bla eleva también su ima-
tó n, incluso ta n o puestas , se enraízan as im ismo en Sócrates . de la mis- Il l· l l. No hay duda algu na de que Plat ón ha 'listo a su maestro como
ma ma ne ra ha bría que preguntarse si el nuevo mito, tan en contra «eró tico - no sólo en el sentido de «Bios» ni sólo co mo un hombre
del modo socrá tico de ha bla r. no est á desarrollado po r Pla tón en la dcru ónico: hubo un mom ento en el que el maestr o hum a no se co nver-
imagen del ser socrático. 1irá en mítico co mo el gra n demo n Eros en persona ,
¿Comienza ta l vez la evo lución mítica de Sóc rates co n aquel gusto
ta n griego po r la compar ación o semeja nza de imagen (d )(á !;w ' )? A
nadie. encuent ra A lcib íades (El Banquete 215 A Y ss.), es pa recido
este Sócrates; por eso «efectivamente no tiene un puesto, él está sin / Plafón y los mitos órficos /
lugar (á Tor of») en un mu ndo en el que tod os y cada uno pertenecen
a un sitio determinad o . P ero ya en los rasgos de su rostro, exterior- Se cree reconocer el punto en el que Platón se apropia del mito
mente, es parecido al silenc y al sátiro . Más qu e eso: enca nta a los órfic o del Más Allá en la Apología y en el Gorgias , allí en donde se
oyentes con pa labras co mo el «demo n», med io sileno, Ma rsias me- encuentra ese mito por primera vez en la obra platónica. H acia el fi-
d ia nte el so nido d e su flau ta . Así de cerca alcanz a ese Sóc rates al ser nal de la Apología cuenta Sócrates con él: «li bre de estos d e aquí que
mílico . En el Fedro (230 A) se hace aparecer a sí mismo, a despecho \C' hace n pasa r por jueces, para encontrar a los verdaderos jueces, de
de tod o esce pt icismo. en la atmósfera, todavía siem pre llena de mi- 1m que se mencio na q ue hablan más allá del derecho » . Y lo mismo ,
tos, de la tie rra del Arica como una esencia mítica mezclada . «más m ñs o menos, con más am plitu d en el Gorgias. El proceso de Sócra-
ent relaza da que T ifón»; de manera muy pa recida a como en un pa sa- les se revela como el fondo secreto , ya veces no só lo secreto , de ese
je de La Rep ública (588 B y ss. ) «fo rma en palabras una imagen del diálogo . Con los medios de la retórica prepararse de antem a no a tales
alma, compa rá ndose con un mo nstruo de m uchas cab ezas. en la línea pel igros en ciernes , exige Calicles a Sóc rates, y éste se niega impávi-
de la creació n mixta de los mitos. El alma humana , po r ta nto, ina- do, [ta n cla ra mente ve a nte sus ojos él mismo la sente ncia ! Pero , en
barcable; Sócrates. q uien no sólo para otros sino para sí mismo es erecto , 'le él también el Más Allá y a los j ueces del Más Allá. P ues,
ina ba rca ble, es lo más próximo a esa figura mítica. Sólo un paso más, In mismo que en el Fedón se encuent ra la info rmación so bre reco m-
luego llega rá a ser, a pa rtir de la comparación con Marsias, «ese Ma r- pensa y cas tigos y en La República sobre la elecció n de la suerte de
sías» mismo (El Ban quete 2 15 E): la co mpa ración pasa a ser un re- vida. así en el Go rgias sobre el juicio. Antes de ese ju icio del Más Allá,
cu rso mitológico . echa una ojeada sobre sí mismo -pues quien es de o tra índole que
En El Banquete hace Dioti ma qu e llegue a ser sensible un ma ravi- «el filósofo, que ha realizado su come tido y no se ha inm iscui do en
lioso Ero s. No es tot almente suave y hermoso. «como la mayor ía cree» cam po s de act uación aj enos » (526 C)- Ymira a Ca licles, a quien no
y como Agatón lo ha bía calificado poco ant es. sino «desastrado , des- ame na za con algo dis tinto de aq uello co n lo qu e él mis mo habí a am e-
calzo, sin casa , yace siempre en el pur o suel o a fa lta de cam ast ro de nazado en relació n con los tribunales te rre na les: «Tú abrirás de pa r
pa ja y du erme a nte la puer ta, en la calle bajo cielo raso». Q ue aquí, en pa r la boca y scrá para ti mentira» (527 A, C fr. con 486 B). Así
al meno s con estas palabras de «desastrado y descalzo» (a ti XIl7/Q(h x cri se podía contemplar, en la Apologia y en el Gorgias, cómo en el espí-
(hll7rÓÓ7/T05) . no se pu ede pensar en otro qu e en Sócra tes, siempre se ritu de Platón la postura de Sócrates ante el luga r de juicios ateniense
ha visto 6; y lo reafirma má s el qu e ya al comienzo del relato Sóc ra- ha mo str ado en sí mism a la imagen mítica op uesta del juicio de los
tes ent ra «r eci én la vado y con zapa tos elegantes en los pies», m uy irre- muertos: frente a los jueces terrenales, que juzgan con entu rbiado sen-
gularmente y en con t ra de su costumbre (174 A) . Ad emás de a él co- rldo, se alza n los jueces del m undo subterrá neo , que «sólo con el al-
mo pro totipo para el Eros de Dio tima , se indica toda vía a mu chos ma observa n a las alm as solas; fren te al Sócrat es co nde nado y al po lí-
en la dcscripc lón: «Eros se po ne tras los bellos y los buenos, como rico victorioso que tira niza a la democracia, el t irano condenado y
un rep utado cazador » (igual qu e Sócrates a nuncia, al comienzo del el filósofo absuelto. T ambién aquí Sóc ra tes, el q ue parecía tan aleja-
174 PLA TON MITO 175

do del mil o , ha sido convert ido po r Platón e n despert ad or del nuevo t iempo», «no ha bía ciudad algu na»; los ho mbres de é pocas prim iti-
mito. vas se encuentra n desn ud os y yacen en el frío suelo y será n atac ados
Prim er Grado. Dentro de la obra platónica a parece el mito más po r a nimales sal vajes ; Zeu s, o el dios que se cuide de eso, de que lo
an tigu o, el que relat a Prot ágoras en el diálogo de este nombre: sobre creado no vaya a extingu irse. por medio de Promereo . Hefesto y At e-
la creación de (a Huma nidad y el estab lecim iento de la esencia de la nea, inicia a los hombr es en el fuego y en las a rtes manua les - se ve
vida y sobre cómo llega el art e de la política ent re los hombres. No lo fuert emente que se asemejan entre sí ambos a pa rt ad os hasta en los
es Sóc rat es el que ha bla aqui sino el sofista, co n lo q ue no q ueda fija - detalles ~-. La gradación de las fuerzas natu rales (O I1J'á~E U) . Epimc-
do so bre ello si todo o pa rle lo tomó , en cualquier caso, de una obra leo la maesrrla y P rometeo la «a rer é» , q ue Zeus concede se puede vol-
de Pro tá go ras 7 . Co mo un rela to so fistico - que de ninguna manera ver a encontra r sin forza r nada en Lo Rep ública: desa rro lla a pa rt ir
se nom bra : una co mpleta nada- ha puesto Platón ese relato en su de la «fisis» el asenta miento conj unto primitivo que obedece a un mu-
sit io . Allí Protágoras somete a elección si debe proba r su tesis por me- tuo com plemento de la ca pacidad hum a na, y que luego, med ia nte la
d io de un milo o un legos, luego opta por el milo como lo más di fun- «areté» . llega rá a co nvert irse en ciuda des. Así tambié n ya se tie nde
di do . sin em bargo sin dud a todavía la discusió n conce ptual remite a efec tiva mente mucho en el mito de Prot ágo ras al pensa miento e ima-
después del hecho , así tiene que quedar clara la libre voluntad del pro- gen que más ta rde eran au tentic as pa ra Pla tón. Como la postura so-
cedi miento. Cuando Sócrat es, en los diálogos tardíos, se sirve de un fistica no sólo está en frent ad a co mo algo para combat ir y ser derr o-
mito, se desa rr olla de esta ma nera porque él tiene qu e expresa r así tado por Sócrates, sino igualmente como una primera apro ximación
lo qu e no es exprcsablc de otro modo . y de ello depende a la vez el a los prob lem as, de esa ma nera el mito de los sofistas resulta un com-
que los mitos socr át icos se encuentre n en el medio o al fina l, pero no pleto acerc a miento no menor que ella , pero por la mi sma razón no
allí en donde el procedimient o dialéctico a ún no ha comenzado . com pleta mente extra ño a Platón ; más bien co mo algo que va crecien-
Por lo ta nto ser ía falso pe nsar en esto como si se introdu jera aqul do en él co n los años 10 .
algo completamen te platónico . Incluso si se tuviera que dejar indife- De igual man era se enc uentra co n el primitivo mit o del Más A llá
renciado cuá nto de la histori a de Pla tó n es hallazgo propi o , es evi- que hay en la obra pla tónica: en el d iálogo Trasimaco (Lo Rep ública
dente que, pa ra esta blecer relacion es co n sus mitos ta rdíos, aquí sue- 1). La co nversación que Sócrates mant iene co n el a ncia no Céfalo tra-
na n mot ivos q ue durante décadas ha n significado de lejos algo pa ra la de la adquisició n de di nero y de su utilidad . Una co nocida valora-
él. Los escultores divinos de <d a estirpe huma na » se repiten en el Ti- ció n mediadora en el relat o y una conocida negación med iado ra pa ra
meo igua l que los dioses subterr áneos, de los q ue el Demiu rgo saca la ad quisición de dinero se ap recia n ent re los pa rt icipantes. Allí Só-
la imagen del «cuer po mortal». La mat eria de la Que son imagi nados crates le pregu nta por el «gra n pr ovecho » que él tend ría de ello. y
se denomina en el Protágoras «t ierra y fuego . y la mezcla de t ierra entonces aparecen «las historias que sobre el Más Allá solían contar -
y fuego ». Esa vieja Física , en resumidas c uentas de Parm énides ". se» entre los antiguos. Se hace vivo el contraste entre la vida justa
asienta en el Tímeo únicamente una nueva estr uctu ra a ritmética . Pu es y la inju sta , y se relaciona con ello, en fu nción de la re presentaci ón
el cuerpo del mundo , del que tamb ién constit uyen " partes prestadas» del Más A llá, un temor a nte el cas tigo y un a espera nza de premio.
las ese ncias mort ales, con siste igua lme nte e n fuego y tierra , en tre los El no mbre de Pindaro suena igual que más ta rde en Pla tón en el rela-
qu e, al modo de «e nlace» . otras do s materias llega n a ser con struidas to del qu e sale el mit o: la visión ca mina bajo los nom bres de los gra n-
seg ún las leyes de la propo rción. Como en el mito de P rotágo ras Epi- des po etas.
meteo " imagi naba» (IJllJ;V :l!va TO 320 E, 321 A) , así el Demiurgo del H a y qu e recalca r m ucho que e nto nces la conversación expcrime n-
Tímeo (37 E, 70 C , 73 C): co mo aq uél, así imagina este sobre la «con- la el giro hacia el Má s A llá po r medio de Céfa lo. Pod ría n ser culpa-
servación» (aW77/ e i a) de lo creado (P rotágor as 32 1 A, Timeo 45 D); bles de ello los achaqu es de la a ncia nidad o la cerca nía del viejo a la
el uno «ha gast ado» (xUm l'UAWam Protágora s 32 1 C 1, XU m l' 11AWXf l muert e; en cualquier caso, sucede que tiene q ue hab la r, no de mane ra
Timeo 36 B 6) las fuerzas en dividir, el otro lo mezclado dc la ma teria filosó fica . so bre justicia y su cont rario como si el discurso no fuera
del alma. Los sinta gmas finales de relación, «con ello» y (con ello en a bso lut o so bre el Más Allá ; ta n sólo toma el concepto de j usticia,
no». se encuentra n en el Prot ágoras y predo minan en a mp lias zonas y la co nversación tr a nscurre hasta el fina l de mod o completam ent e
del Timeo para la constr ucció n de una fra se com o expresió n del pen- concept ual y no mítico. P ues la tra nsmisió n, que m uestra únicam ente
sam iento teológico. Ot ra co sa , a su vez, tiene su co rrespondencia con al Tras/maco metido en la gran obra de constru cción de la Pottteia,
el mito de El Polftico, en donde se mue stra relacio nado po r igual el po r lo menos no esta ría eq uivocada en ese punto acerca del conten ido
desa rrollo del mund o y el desa rrollo de la ciudad : «Cua ndo llegó el primitivo . Luego, Platón no co noce tam poco en los grado s de los diá-
176 PLATON MITO 177

la gos apo réticos un mito del fina l y, po r pr imera vez, cuando ha amo mediato y que , sin duda , en el sentido de Platón se llenan en primer
pliad o con el Tras/ma co/ La Rep ública, ha situado como desen lace lugnr co n conte nido , si se sa be qué es lo perfecto y el Tod o .
de la to talidad a uno semeja nte a l mito d el co mienzo. En todos estos discursos se encuentra presente el mito en el grado
previo. De ninguna man era se trata de un j uego gracioso y sin signifi-
fado. ¿Lo ha bría escrito Platón si fuera lo co ntrario? ¿Y no son los
Indicios lo suficiente mente fuertes para co nvert irse en pertenecientes
/ M ilo y filosofla/
nlo propia mente platónico? Sin embargo se tiene, sin d uda, la irnpre-
, ión de qu e se ha «mitificado» a l tuntú n y de q ue se hu cuidado en
Igua l que pa ra A ristót eles el milo es una especie de grado previo rilo de que permaneciera sin sepa rar lo que previamente tiene que coin -
del filoso far (Metafísica A. 982b 18), así tampoco aqu ¡ es a lgo sin va- cidir. Allí Sóc rates empieza a hablar y asume completamente en sí,
la r. Pero Sócrates pasa por encima de él a una tarea conceptua l y ya desde el principio, todo lo anterior como «engañ o ». P ues sucedió an-
no regresa a él. En todas las veces que Pl atón cierra con la a po ría. le\ de cualquier discusión co nceptual y, en el sentido de Sóc rates, es
no podía - como had a desde el Gorgias- cerrar co n un mito socré- un mal sust itu to pa ra ellógos y la verdad , En el discurso de Sóc rates
tico ; só lo se encuent ra un mito del co mienzo co mo fo rma de expre- tenernos el cuento de la prod ucción de Eros por med io de Po ros y de
sión momentánea no soc rática , la forma en la que el sofista O tamo l'cnia, «A bundant e. y « Pordios era» en si, no de ot ro tipo que el q ue
bién el hombre llano tienen relación con lo eterno . En todo se revela en el primer grado fue fab ulado ; y asimismo se añ ade q ue se recono-
qu e el mito se encuentra de an temano al margen de la interpretació n ce cambiada la situación. Sócrates ha explicado previamente la esen-
platónica del mundo . Pero primero se introduce más profundamente cia del amor en una discusión conceptual. Se ha establecid o el pu nto
en un segundo gra do y se convert irá en una man era en la que habla más serio : amor es amor de algo, sobre todo de belleza .
el propio Sócrates de Platón , después de que previamente ha reco rri- Amor es un desea r y un carecer. A mo r qu iere co nseguir lo que
do el camino dialéctico . no tiene. Eso es la «verdad. y ant e ello quedan de strui dos tod os los
Segundo grado . En El Banquete se encuentr an los dos grados míti- cont enidos de los discursos anteriores a uxiliados po r la m itología . De
cos, el presocrático y el socrático, el uno j unto al ot ro y no sobre el manera distinta completa mente sucede aho ra cuando sigue un mito
otro , En el presocrático están situados los cinco primero s discursos vocrátlco: el fuego fatuo ya no se enciende en un espacio vacío -en
de Eros. Aquí está el elemento mítico, de la manera más endeble, en rl caso más favorabl e seria una casua l indicación de lo verdadero , en
los discursos de los investigadores de la Naturaleza, de los interme- rl más desfavorable un embro llado juego - sino qu e él sigue suficien-
d iarios . El primero y el quinto, el de Fedro y el de Agató n, propor- teniente las lineas qu e ahora mismo el lógos ha mostr a do .
cio nan los dos aspect os míticos tradicion a les: el Eros cosmogó nico La historia de Poros y Penía pod ría parecer actua lmente co n faci-
y el juvenil d ios del Amor. Y asim ismo se enc uentra en el discurso lidad un revestimiento alegó rico del concepto de «metaxy» pensad o
de Pau san ias, que introd uce en la unitaria esencia de Eros la oposi- raciona lmen te. Pero eso seria verlo mal. T an pro nto co mo Diotima
ción entre el Uranio y el Pandemos, el co mienzo entre las tradici ones comienza a ha blar, por boca del Sócrates «dern énico». esta mos en
poét icas y po pu lares. Lo más característico y creativo de este grado 1111 contexto mítico . Y el «meraxy: mismo es un as pecto casi ta n miti-
se lo ha dado, sin emb argo, Plat ón a Aristófanes. Su fantástica hísto- ni com o racional, referido al T od o. que, a través de ese rela to demó-
ria es del tipo de los mitos de la creación del mundo , qu e ya nos mos- uico, «llegar a estar relacionado consigo mismo»,
Iró el Pro tdgoras. Vemos, tanto en uno como en el otro , actuar y ha- El mito socrát ico no concluye el discur so . Desemboca en la des-
blar a los dioses. Zc us, en medio de per plej idad y preocupación , COII crfpción de aq uel camino gra dual qu e se alza hasta ver lo bello-en-si.
ayuda finalmente de Apo lo - igual que en la otr a parte con Her mes- y no por azar llega así la contemplación de la esencia en imagen a
reformó la creación peligrosa . P or otra pa rte sin duda se cncucntru colocarse en el centro del discurso . Ero s es el prop io med iad or entre
todo en los comienzos . Los hom bres redondos, que se par ecen en for- ciclo y tier ra . En medio de la existencia ve Platón ese pr od igio qu e
ma y en movimiento a los astros de los que se sepa raron, bos quejan ninguna razón puede explicar, y qu e, asimismo, preserva ante el To-
igu almente, en fa ntá stico ju ego , el pensam iento del Fedro, del Tim en do (para decirlo con palabras del Platón tardío) «pa ra hundirse, fue-
y de L as L eyes, antes de la relació n entre alm a humana y cosmos, en- ra de si, en el lugar incom parable sin fron teras» (El Pot nico 273 D).
tre mov imiento del alma y movim iento fantas mal 11, La imperfec- Asi llegará a ser Er os el Metaxy en el discurso de Sóc rates, igual qu e
ció n, el «semi-e-s de nu estra existencia te rr enal, Er os como el « ir n- {'l es lo metaxy en el mundo de Platón .
pulso al Tod o »: eso son imáge nes cuyo valor se eviden cia como in· Ya fue anteriormente establecido que el camino del a mor y el ca-
178 PLATO N M IT O 179

mino de la muert e cond ucen . par a P latón , al mismo o bje tivo n , No. 1I11, e n el primer gra n dra ma escatológic o que ha formu lado P la tón.
pa sa mos al gr upo de los milos escatoló gicos. Y tra nscurre. como tod o el diálogo. en el co ntraste entr e justo e in-
En la Apolog ía ha ce Platón habla r a Sócra tes todavía hipot ética III\ to; aquí será representado ese co nt raste en la tran scende ncia.
rnente sobre el destino del alma. menos segura me nte po rqu e realmcn El mo tivo del peregr inaj e de las almas, que en el Gorgias esta ba
le Sócra tes hub iera hablado así -sobre ello nada puede inferir e~1t presente só lo encubiert o de esa man era de fo rma q ue se reconociera
pasaje- que, por ot ra pa rte, po rq ue es co nveniente ta l consideración mine todo. se saca en el M enón (8 1 A·E) como lo más impo rta nte
ante la audiencia concreta, e incluso más, porque en lo anterior 111) para una esca tología. Aquí se encuent ra en co ncreto el m ito en el pa-
se ha preparado una cha rla más sólida. Todo 10 que se había dicho ~ , I a u n~ nueva superficie, en la qu e tiene q ue llegar a ser afi rm ada
sobre el Más Allá , en cuanto al co ntenido , es o bien contr a posición 111 esencia de la «a rete» , después de que no ha q uedado ca ptad a po r
o co nfirmación de la existencia de aquí. Los jueces del mundo sub! mcdio. d~ la definición. T iene que a yuda r a afirma r la posibilidad del
rr áneo son verdaderos j ueces fre nte a los falsos de aqu i. El e ncuentre vouo cirmento . Ha de ser precipitada a la sab iduría de los sacerdotes
con tales héroes, que al igu al que Sócrates han llegado a la muen y de los poe tas di vinos , y se cita n por un mom ent o versos de Píndaro
po r una sente ncia inju sta . ad quiere aq uí al go irónico , a nte su destt ¡'U la peregrinació n del alm a. Por fin va a ser mostr ad a la co nsecucn-
no , por su a ma rgura . Lo má s impor tan te es la conducció n más all d a pa~a la esencia del conocimiento , qu e es un reco rdar lo qu e se co n-
lnctuso de aquella existencia exa min ad ora de hombres. que él habl tem pl ó antes de esta vida 1); no se podría dejar que se co me nzase po r
mo strado co mo su la rca dad a por el dios, y 10 qu e, por último . e! l ógos de los erísticos, qu e ha perdido el co noc imie nto. sino que se
real iza en su muerte: ante la vista de la eter nidad también eso ser deber ía bu scar de hecho y con fuerza la verdad .
confirmado. y la mu erte se despoja de su am enaza, como si fuera un Si tamb ién con el mit o se va a alcanzar un nue vo grad o. no se tie-
necesar io final, un corte . En el final se alzan inmortalidad y biena lIC q ~e compara r .ést e con los añadidos descoloridos en el Gorgias.
vent ura nza - (lsi es qu e es verdade ro lo que se cuentas-e- muy iró nl Ilabna quedado dicho de antemano en el M enón más bien lo más fuer -
ceme nte fren te al juicio terrenal de m uerte. te, el res ultado anticipado. el tem a que se ha de probar no sólo esta -
blcciéndolo sino sacá ndolo a lo mitico : El sab er-c onsta nte. También
IlI l Uí h ~y da d~ en P lató n en bo squejo una completa interdependencia
/ Formación del mito ptatonico en el Gorgias/ - !iC d!ferenel a en efecto sólo por su mani fiest a pobreza esta repre-
wutacl ón de los demá s milo s del Más Allá-, porque sólo depende
En el Gorgias ha y en pri mer lugar un pasaje en el que el mito d de las consecuencias pa ra el «acorda rse» y pa ra la bú sq ueda de la ver-
Más Allá se qui ere introdu cir prematur a ment e. pue s al fin al se en dad. No seria discordante con la cita de Pmdaro . referida a (dos más
cuentra un segundo pasaje en donde se ha dejad o como a uto rizado poderosos en sab i d u~í~» (oo<píf! P.ii'UJTot) . El Gorgias y el M enón pre-
Primero se ha revelado la tesis de la primacía de lo más fuerte corm venta ron en efecto visiones par ecidas. El Gorgias iba di rectam e nte al
una expresión del principio del placer , de la luc ha individu al pa ra qu correcto obrar, el Menen, en su pa rte central ta n buena como el res-
este principio tenga qu e infla ma rse. Lo intenta allí Sócra tes en prl lo. al verdadero conocer. Qu eda ya exp licado a lli lo inq uebrantab le-
mer lugar con do s imágenes, «re la tos de cu entos) (p.lJ8o>'oi'w 493 D) me nte que am bas se correspo nden en con junto . En el Fedon, actuar
Noso tros nos encon t ra mos muertos, el cuerpo es la t umba del alma y reconocer tr anscu rren uno por otro como la única ta rea del alma
En el Más A llá los no santificados (&p.Vl1TO t) -o sea, los ínse nsatoe de ca ra a la muerte, a la «exis tencia» frente a la «tra nscendencia».
sin espíritu (&VÓl1TO¡)- tienen que saca r agua con un cedazo -o St'I1, t;lo es ca.s u~1 que Sócra tes explique enseguid a, al comi enzo, a propó-
con su alma - de un tone l agujereado . En la segunda imagen, qU¡ Sito de SI rrusmo que él no es un «cucntamítos» (61 B). Eso hace visos
procede «de la misma palestra », se mod ificaría la primera , el cont rau irónica mente entre el sí y el no . En rea lida d este diálogo se encuentra
entre lo mes urado y lo indiscip linado se conformaría a semejanza lt asentado por com pleto con «mitología », y un resplan do r de ello es
la vasija de provi siones complet a y la aguj eread a 12" . ya, al principio, el discu rso, qu e se mueve entre las cree ncias secretas,
Una escatología pa ra la cual Sócrat es se remit e a Eurípidcs , el por ¡J ~ q u~, nosotros los ~ombres estamos «en un a vigilancia, e n una guar -
ta. ya la do ctrina de hombres inteligentes - órficos y pitagóricos dia) (tJl TL V¡ 'PQ olJec¡.: ). La ma no que tap a el destin o del alma se leva n-
Pe ro Sócrates ve por sí mismo que él ta mpoco pu ede supera r su en la un poco durante un os instantes. Ahí el Fedán habla de la muerte
frcnta rnient o «con m uchos de tales cuentos». Como un intent o, insu pero de lo que está má s allá de la fro ntera só lo müíc am ent e se puede
ficientem ente asimismo, debe realizar esto. Pero espera al lugar cu hll ~ l a r ; de es!a mane ra se establ ece igualmente aquí una primera indi-
don de ha de realizarse con suficiencia . Eso sucede al final del dlülo cnció n de la Interdependencia entre esta y aque lla vida . Luego, en la
180 PLATON arr e 181

conversación propiamente dicha, será relacionado en cada uno de lo 111 1 lluevo medio: igual que la justicia e injusticia en el recinto de
tr es grados el mito del Má s Allá . pa ra suplir lo dicho, y será realmcn 1'1 d udad , así es el destino del alma en el Universo . Allí ent onces ,
te allí en donde se pretende cerrar el circulo . 1"11 una par te, la nueva obra se relacion a con el viejo Tras/maco,
En el primer círcu lo (69 C), despu és de qu e se ha mostrado la vid 111 11 SIL mito de! comienzo; y de esta man era llegan principio y fi-
del filóso fo dirigida a la mu ert e, sale reco gida la corriente del orfl 11111 iI una correspondencia simétrica. Al insuficiente intento de allí
roo, ya desde antes siempre reconocible en el concepto de (disolución II U responde , como acerca de lo mismo, la perfecta conformación
y «purificación», Igu al qu e en el Gorgias y en el Menón, se refler IlIllll. Se podría considerar a ambo s, en la Historia de la evolución
aquí Sócrates a los misterios y a su diferenciación entre recompensn 111 'llll llica o en la Potiteta, como una totalidad qu e se extiende co n-
do y cast igado. Y también la explicación tr anscurre de la misma OHl luida ante nosotros; de esta man era ellos no s most rarían dos gra-
llera: «santificación» significa platónicamente razón ; por ello. los san ,jp ~ de la const rucción platónica de mitos. En e! grad o infe rior, e!
tificados son aqu ellos qu e han filoso fado correctame nte. Así pues ti nl110 es una pr eparación pa ra e! camino dialéctic o; en el segundo,
gan a vivir entre los dios es, mientra s que los no santificados «yacen 1111 11 visión má s allá de la frontera hasta donde puede condu cir la
en el fan go». De esta manera esas do s líneas fundamentales de la eren üurtécríca.
ción órfica del Má s Allá se encuent ra de nu evo en la prolongación Ahora tiene que ret rasarse todo lo demás ant e la comparación de
su ficiente de la compre nsión filosófica. 111\ tres grandes escatologías en e! Gorgias. Fedón y Po fitela 14.
En el segundo círculo va expresamente la pregunta por la «inmm El Gorgias combatió en la lucha entre just icia e injusticia. Esa lu-
talidad del alm a». Así queda asent ado en el comienzo «un viejo di. 1 hl1 es la que se continúa en el mi to. Sólo para ello están verdadera -
curso de lo que nosotros pensamos», que se pasa de allí a aquí y II 1I II'IItc aquí el ju icio de los muertos y los castigos del Más Allá. P ara
aq uí a allí y qu e los vivos hemo s nacido de los mue rtos. Si esto fUclil I UI ~' c r sensiblemente fuert e lo esencial de est e juicio , se fa bu lará que
así, sobre ello se dirige ento nces, al final, la consideración de encaml 1.. sustan cia de ahora no siempre ha sido, sino que se ha d esarrollan-
narsc de nu evo al mito según múltiples conclusiones. El alma que hu .111 a partir de lo opuesto. La an terio r será car acter izada, en e! lado
filosofado de modo correcto y se ha ejercitad o en morir intro duce pu .1 1' los jueces, mediante el que juz gan ellos con sentidos corporales y
rificada con ello de la misma forma su invisibilidad - lo inv isible, el 111 11 todos los atribu tos de la existencia corpó rea; en el lado de los juz-
Hades y el «lugar inteligible» son concept os inte rcambiables-; esll\ Mudos, po r el hecho de q ue han de ser juzgados inmediatamente antes
libre de toda ma ncha y lleva, según va el discur so de los santi ficados, I!I' la muerte, revestidos con el cuerpo y vestidos , y acomp añados de
e! tiempo venidero con los dioses (81 A 9. C fr. 69 C 6). El alma IH1 muigos que en su favor at estigüen . La sustancia actual es así: que jue-
purificada se arr astra, co n lo más corpóreo, terrena l, pesada y vis! ~ (.~ y reos están ambos muertos y ambos desnudos; por lo tan to el
ble. Por ello resu ltan las sombrías sensaci ones que la fe popular pien IHe'-, con el alma pu ra, ve al alma pur a. El radicalismo d e esa dife-
sa qu e ve en t orno a las tu mba s en calidad de espírit us. Ellas se en u-ncia e igualmente la esencia de! puro conocimiento no pueden estar
cuentran errantes, sufren conden a por sus malas experiencias ante u-lacionados más claramente.
riores y se reencarnan de nuevo en los muchos ti pos de especies anl El juicio no será descrito de forma tan expresa en e! Fedón y en
ma les. El err ar , el an sia por lo cor póreo , se encuentra en el Más AI1~ 1(/ Rep ública. Pues en e! Fedón no es temático, como en el Gorgias,
igualme nte etern izado, igual que entre los otros tip os la familiaridad t'[ contraste entre justicia e inju sticia y en cambio en La República
con los dioses y la perte nencia a lo inteligible, al mu nd o «i nvisible». l' ~ ampliado, asimismo, este tema y sob repasado por medio de mu-
Eso son deri vaciones de aqu ello que se most raba en la primera super d lO S ot ros. Po r esa razón podría parec er sufi cientement e descrito el
ficie. Lo nuevo es e! mome nto de la peregrina ción del alma como sím luicío en el Gorgias. Así éste, jun to con su lugar, estaría sólo breve-
bolo mani fiesto de la ete rnidad de la misma . mente delimitado , au nque con agudeza, en los otros do s diálogos. A
Co n el tercer círculo se te rmina el Fedón . Así se establece, aquí rilo se añadir ía en el Fedón la partida hacia el juicio, en la que se re-
en el fina l de la discusión y co n ello sobre to do en el fina l de la con vela igualmente la diferencia ent re alma racional y codiciosa. A aqué-
versación filosófica, el gra n mito del Más Allá , para el cual estaban lla la lleva con facilidad hacia abajo un démon y la ot ra no encuentr a
las ind icacio nes en los dos anteriores grados. ningú n acompañante. Ella vagabundea por los alrededores y será di-
En la Poli/era estarí a reto cada la simp le forma fund amental del I igida violentamente hacia aquel lugar. Allí, más allá de las puras esen-
Gorgios, la qu e se refiere a la oposición entre ju sticia e injusticia, en clas y, con ello, más allá de la mu erte , continúa la existencia juzgada
un nuevo gran plan de construcción . Así se encuentra tambié n de nuevo del filósofo y el vagabundear de su rival en el viaj e del Más Allá. Las
el mito escat ológico del final, el del Gorg ías, también él retocado en distintas for mas de comportamient o de las almas son características
182 P LATON xnr o 183

para el Fedón, mientras que en La R ep ública ese viaje ap enas e 1 ,k ~ !i Il O del alma 16: el Fedon , el cuadro del círcu lo de la Tierra
todav ía pensado (614 B 8). h " I~ ca vern as y canales de en lace; L a República, el h uso celeste
En el Go rgias se encuent ra el pereg rina je de las almas 15 no I ~ 11 _ II~ es feras. En el Gorg ias es ya vivaz el pensa miento del cosmos
sentado expresamente sino sólo presenti do, cuando los incu ruhl U/ I' ), y Sócrates, para el excelso eje mplo que pone frente al rcprc-
el Más Allá sirven de ejemp lo (1I'"aeáÓH)'wl:') de que los demás r¡ 1IIIIII le del deso rden, pa ra el orden del mundo se refiere a los «sa-
que estar mejor: los otros, esos sólo po drían ser los que han plln Ii'_", l'cro la cosm ología todavía no se introduce aq uí en el mito ,
pado en la carrera de círculos. En el te ma estaría la «palíngcne . Ulllltlcnle porque el diálogo se limita casi por completo a la esfe ra
en el bosquejo de mito del Menon, porque sirve para el sabe r ni 11. 11 política . Las otr as dos obras están dirigidas igualm ente en mu-
rístico . En el Fedón , en don de se llega a lo mismo, se menciona 1 111' III1.yor grado a la esfera del conocimiento, en do nde efec tiva men-
vcmente que de nuevo sob re la tierra sería conducido «en círculo l couoclmíento de la Naturaleza sustenta un rango particularmen -
tiempo muy grandes» (107 E). Pero pa ra ello se tiene que tomn ••110 .
que había sido relatado, en el segundo grad o del diálogo , sobre In I
carnación en múltiples tipos de figuras ani males y humanas (H1
ss.). En L a República hay un acento muy fuerte aún en la vucl "1vosmo visi án mítica socrática/
la elección de la nu eva suerte de vida . En realidad las experienc!n
la vida anterior resu ltan serias para la elección de la nueva, pero 1·,11 el rela to que da el Sócrates del Fedón acerca de su desarrollo
a pesar de ello, es completamente lib re. La justi ficación mctnlt 1I1 ,I',Mico se ha seguido una visión del m un do que mostraría al Uni-
del hombre por su existenci a, la negación de todo fa talismo , siell '1 '0 como un sistema de orden más o menos perfecto. Así, en ta l
su más fuerte expresión, mientras que eso en el Fedón -c-algo . plicación del mu ndo la fo rma de los cuerpos terrest res y su pos i- ,1,
flojo - se t iene por «probable», de for ma que la reencar nacións h\n en el espacio del mundo tenía n incluso que desarrolla r ese prin-
de en efecto según el tipo de ser que las almas en la vida an terio r ¡plo de lo «m ejor ». El desengaño sobre tod o 10 que se encont ra ba
revelado. !I wmejant e explicación en Ana xágoras y la limitación a las directri -
Los hombres , cuyo destino en el Más Allá es con tem plado. l.' l ' dcllógos (h' ).,Ó-Y0 LS) no impid ieron a Sócrates reconocer qu e muy
clasificados por todas part es de la misma mane ra. En primer 111 1\ ansro se habrían dejado de instruir en aq uellos con ten idos de cosas
entre aquellos que deben ser cast igados por sus errores, se establ u.hr c la Nat uraleza (99 C) . ¿Es una cas ua lidad que en el mito del fi-
dos gru pos: los que so n capaces de mejorar y los «incurables» «(h i nnlun «cua lqu iera» estableciera una visión del mundo que, en esen-
Gorgias 526 B 8, Fedón 113 E 2, La Repúhlica 615 E 3). Los casrl rlu, resultaría suficiente pa ra lo que ant erior mente se perseguía? La
entre los primeros son medios de educación; ent re los segun dos, e] I u-rra es un círculo en med io del cielo. Ella no necesita el aire o cual-
plos para que los demás se aparten. Como incur ables de la peor ~ i1 nulcr ot ro sustrato mecánico de apoyo, sino qu e llega a mantenerse
ña llegan a enco ntra rse allí, en los dos di álogo s polí ticos (el GfII' ' 1 dmisma en equi libr io. Con ello se encuentra ent re aquellos qu e han
Y L a República), caudillos y potentados; entre todos es mencíou u-ducido la detención de la Tierra a causas ma teriales (97 D, 98 C 1).
Arque1ao de Macedonia y en L a República Ardieo, el tirano de r'cro luego será construida la Tierr a de t al manera que las demostra-
ciudad de P a nfilia, cuyo to rmento fue pintado con imágenes dan¡ rtoncs más reales de la Naturaleza (como marcas. vientos. fuentes y
cas. El Fedón menciona sólo en general a to dos los incur ables en nupcíones volcánicas) llegarán a ser ente ndidas desde esta for mación,
Tártaro, sin cita r sus nom bres; así que 10 particular de este diáln v asimismo al mismo tiempo se establecen los lugares simbólicos para
al que le fa lta el giro «político» de los ot ros dos, también quedO r! destino del alma: el int erior de la Tierra, las cavernas - p ara el tiem-
daro en ello. Además los ca paces de enm ienda so n cla sificados , po de vida terr enal- y la «T ierra más propiamen te » 17. Esa ar monía
una vez aquí en unos que son deudo res de severa corrección y en <lit .k construcción causal y te leoló gica colma las pretensiones y espera n-
que han llevado una vida a medias entre buena y mala. Como lel IllS anteriorme nte expresadas . T odavía la formac ión del mundo en
gru po, fina lmente, llegan a añadirse por todas pa rt es a los curah t \'1 Timeo se mantiene por completo bajo el mismo doble aspecto.
e incura bles los «piad osos», entre los cua les inician todavía un ilPll En La República es ob jeto de consideración ya no la T ierr a como
ta do particu lar, en el Gorgias y en el Fedón, los verdad eros filósofo medio del edi ficio del mundo, sino ese mismo edificio del mundo con
El mito del Gorgías se limit a al juicio. Las otras dos obras illln4i I ll S esferas. Aq uí se mostr a rá el destino de la H umanidad en su necc-
nan más ad elante - y esto es pro ba blemente lo más notor io y mejor vidad (qu e la libertad del ind ividuo no saca sino que incluye) . Las tres
un cuadro cosmológico bas ta nte pensado , en el cent ro de este rchu diosas del destino - Cloto , la que hila; Láquesis, la que da el lot e;

I
MITO 185
184 PLATO N
l uir paso a paso lo designado expresamente po r. Pl~t ón. Pero , t~n
Atr opos, la ineludible-e- son hij as de Ana nke, la necesid ad. De! ~ H III [O como se echa un a ojeada al Tímeo, que dibu ja una vez mas
de Láqu esis serán tomados los lotes. Bajo el trono de Anankc de 1 Imagen de la ciudad a ntes de dirigirse al edificio del mu nd o, q ue-
ca mina r las almas pa ra ad quirir de manos de Clo to y de Atr opo .ll¡l evidente as í la «simetría) entre ciudad y c,os mos. C uando en ~ I
firmación e inaltera bilidad para la libre elección de la nueva vida. 1 """'0 (98 CO) se d ice que ta rea del ho mbre sen a conocer la a.rmonta
bí én son esas manos, de las Moiras sin emba rgo , las que mueven movimientos del círculo del Uni ver so y co ncorda r lo co nocido con
rutas de las estrellas y en el seno de Ananke se ha ce gira r al huvo I que conoce, en la medida de la prim iti va natura leza ~Ner ?"~ nj"
m und o . Así se enlazan sucesos cósmicos y destino huma no. A~I ' (fin" opV(H"), así qued a explicada la simetría 7nlre alma mdlv l d~a l
roo la interdepend encia es aún más profunda. La imagen del muñ 1 11'1 110 5 . A la analogía entre alm a y ciudad remi te toda const rucción
dispo ne la ciu da d, la ciudad de la educación en la que la as trono tl, In t'olueta pla tónica . Y eso significa segura mente leer esa ob ra en
ha sido erigida como un auténtico objeto de ed ucación. l a astro I ecmid o de P lató n, cua ndo se ve que t e~mi na en el mi to del fina l
mía que se ha pensado a llí es, sin emba rgo , escuela preparatorln I • dimensiones generales: alma humana , CIUda d y cosmos se contem-
la dialéctica (VII 529 e y ss. ): no es su objeto lo ab igarrado de Illllll como tres formas colocadas en simetría respecto al mismo cen-
expe riencias celestes, sino las verdaderas distan cia s, núm eros y 111'. Y, asimismo , a su vez no como esferas s~pa rad as , a ~ nque cons-
mas q ue, consideradas con el pu ro pensa mie nto . se relacionan, uutda s a la vez fo rmadas una baj o la ot ra , smo que, al I g u a~ .que el
los ojos fijos en el cielo , como imágenes con su prot ot ipo . Una 'ni nombre pertenece en su esencia a la ciudad, así pare,ce él ta mb ién per -
truccíón ta l dcl Universo y de su movimiento según pu ras pro pord 11 1I1'ccr en su esencia al cosmos. Como en el Fedon el circulo de la
nes matemáticas: eso es -siempre también como bajo un ro paje I l'ler ru, de la misma mane ra parece aqu í organizado el cdi.ficio del rnun-
no de cuentos- el huso con sus vola ntes. Si entonces en cada volar du II fin de crear pa ra el alma humana el espacio medid o en corres-
girase alrededor una sirena qu e e mitiese cada vez sólo un tono, de F l'lllldencia con ella. l os gra ndes mitos del alma ~rese nta ~ , en co rre~­
Ola ta l que «en conj un to los ocho so nasen en una a rmonía únlc 1'll11diente turno al final de una obra, el ~ ás AI!a no sab ido de la VI-
uno se tiene que acordar ento nces del libro séptimo , en do nde se ,11 114, después de que previa mente. co n la mirada 510 du~a en el ser ete r-
en la ve rdadera astronom ía la a utén tica doct rina de la música qu e 11 (1, ha sido conocido en el Más Acá el o rde n d eterm lT~ad ~ o lo cog-
lo t iene que actuar con la consona ncia de la pura proporción de I Illl~c i b le conceptualmente de lo de aquí. Se trata de van~clO nes sob re
núm eros. Igual que aquí se enlazan astronomía y música , ta mbién I elünlco tem a que, asimismo, sólo se adapta a estos diálog os. ~ues
dica en esto (ya visto por los pitagóricos y de elevada seriedad 1l1l1 .Ir difere nte ma nera qu e los mitos de los prim eros grados pla t ónicos
Platón ) un caso modelo para toda com un idad y pa rentesco de las elil ,, \1 ron estos verdad era mente socr áticos un juego chistoso sin respuesta
cias pa rticu lar es , con cuyos mét od os se puede n alzar hasta el obieu II\lC , por casualidad, pueden enco nt ra rse alguna vez con algo ese n-
que se pretend e. Pero este cosmos de las trayectorias astrales y de I( ,1,11. Asl establecen la discusión conceptual previamente y co.n d uc~n
sonidos pu ros es sensible al alma y asequ ible en e! Más Allá . De e 1 '11\ líneas más allá de las fronteras que se asienta n entre la ex~ st e ncla
man era ella se encuentra e n la pro ximidad de los más excelsos COIl\! humana y el conocimiento humano . O incluso más, en.el se ntido pla -
cimientos. Todavía falta la contemplación de la más egregia imall 1 túnico : el mito que, más o menos como el l ógos fue invent ado , fue
mism a, qu e aportará po r primer a vez el Fedro. Aq uí sólo parece pcu hnlludo a su vez, t iene, al igual qu e ése, su propia est ructura. Y sólo
sada en lo que las alma s reciben del bien en su viaje celeste parü nnonces tiene el mito valor si se revela que sus líneas conducen más
as pecto : «as pectos de inaudita belleza» (6 15 A) . .Ila, sobrepasando al l ógos.
Todavía queda una última cosa : Platón no se estremece, al '!'en<?s
en el Menón (86 B) y e n el Fedón (1 14 O), por conmover la sabidu r ía
/ La interpretación neoplatónica del mito/ lid mito de nuevo al final, y no deja en efecto en ~a rt e al guna una
Iluda de que aq uí [a verdad está mezclada con ficció n p.oetlea. ~ s e
Una últim a y excelsa cosa . La interpretación neo platónica del 1111 volver a asegurarse pertenece muy en pa rt icular a la esencia del mito ,
to , qu e tenemos ante nosot ros en el engaste arreglado por P roclo, ~~ «con ello no se podría preparar pa ra lo rígid o». En el Menón : «De:
m ueve e n esa dir ección : igual que nuestra alma debe ser una «poli warta así no reem plazarlo completamente ». En el Fedán: «Esto es aSI
tela » ordenada y la ciud ad re pite el recin to a m pliado del alma , 8\1 1,.1 algo perecid o». Pero de esta manera es más inquebra nta ble la ~egu ­
mu estra el co smo s, tal como incl uso un a vez se present a en el miro nd ad de las consecuencias que el mito ha confi rmado: «Se podría es-
del final , «lo mismo en medidas mayores» (ro erUTa P.f1 j"ól'Wf II 99,23). rar confiado so bre el destin o de! al ma , si se hubieran evitado en la
Se podría renun cia r a interpretaci o nes pa rt icular es, po rqu e se pod rlu
186 PLATON M ITO 187

vida las alegrías corporales. q ue apart an del a prender y se hU"1


I 1 .1In de su pasión po r las Mu sas, anima el espaci o, lo mismo que
arreglado el alma con los adornos que muy propiamente le corres¡ precedente, con figuraci ón mític a. Pero enseg uida expresa la ad -
den» (Fedón 114 O). «Se debe preca ver uno más an te la actuac ucncia de no dejarse confu ndir po r las cigarras sino «po nerse a con-
injusta q ue ante el sufrir inju sticias; se debe cuida r en ello no de I 1' ¡U f), y hace a las Musas presidentas de la co nversación filo só fica ,
cer bu eno sino de se rlo; si alguien exige lo inj usto , debe ser castil l"r ce ha confundido ella misma co n una obra musical. y también
po r ello, y realizar esto es el sentido de la Ret órica » (Gorgias 527 • _ulla significat ivo el pasa je del diálogo en donde se halla el interme-
«Sedebe creer en la inmor talidad y mantenerse siempre en a SCClUl 11 11, allí exactamente en don de co mienza a desa rroll arse la discusió n
practicando ju sticia junto con la razón en todas sus formas» (1.11 uu-dinme una escaramuza llena de seriedad,
p ública 62 1 C). La concordancia qu eda delineada . El mito ticun 1.a histo ria de T heu th y Th amú s (274 C-275 C) no tiene un recinto
valor característico como «dircctio voluntatis», pa ra decirle con Dant 1' 1I 1 ~ajíst ico co mo las do s pr imeras. Pero se encuentra , como la segun -
P or ello . como sus líneas con cuerd a n con la discusión conceptual. 1 ,hl, en una significativ a cesura alll en donde comienza la última dis-
sembocan así de nuevo en las exigencias pedid as a la vida, las ¡¡u. udó u. Y un verdadero lazo objet ivo se est ab lece ent re am bos cuen-
diálogo ha bia explicado y fun damentado . 111' . Igual que el segundo se tomó para el uso musical del discurso ,
..1avisa el tercero ante el ab uso de la escritura . Los do s pu ntos fron-
,,, ilOs de la conversación del lógos llegan a estar fijados juga ndo en él.
I EI espad o m ítico del Fedro / Así apa recen ent relaza dos el primero y el segundo de los mitos a
uuvés del recinto espacial, el segundo con el te rcero a tra vés del re-
Tercer Grado . Con el gran mit o del mundo y del alma, en el tnto obj etivo del diálogo Fedro. En conjunto conforman , dentro de
aro, alcanz amos un nuevo gra do en la for mación platónica de mIl una discusió n muy técnica y abstracta, el país mon ta ñoso mítico so-
Pero , en las pa rtes de l diálogo en que esos mitos ocupan el ceur hit' el q ue se eleva la cumbre del gran mito central.
se encuent ran a ún tres nar racion es míticas peque ñas. Tiene mil)' 1\1 Se diferencia mucho de los mitos en el Gorgias, Fedon y Pottteta .
ca de casual el qu e lo paisajístico en el Fedro tenga un valor más fu I 11 aqu él sería visto el Más Allá en la prolo ngación de esta vida como
te qu e en cua lquier otra parte de P latón. Y, en t ercer lugar, no es nl 1111 ju icio con premio y castigo , y se ensancharía en prime r lugar des-
guna casualidad el que se toque en la conversació n la historia de lit ,k allí aspectu almente a lo telúrico en el Fedón y a lo cósm ico en la
reas, po rque Sócrates y Fedro está n paseando po r el lliso, y la III l' l ~ t'otueta: de esta manera se tr astoca aquí la relación . Se toma enseguí-
mor fosis de las cigarras, por qu e am bos se encuentran echados CII II I dula pos ició n en el cosm os y aparec e en primer lugar, dentro de ese
dio de los ina uditos ruid os de un med iodía mediterr áneo a la somb evpacio más o menos de grosor, el dest ino corres po ndiente al alm a
de los plátan os. Má s bien todo eso se comprende en conjunto. Tkr humana individual; así que también aquí se ha visto una vida terrena
po y hora consti tuyen, en unió n de los mitos, el paisaje an ímico nuno un punto en la gran esencia del mu nd o . Y ese mito tr anscur re
la o bra . no de di ferente manera que en El Banquete, pero con tanto más
La leyend a de Bóreas y de Or itia (229 B· 230 Al también pre!1 111.'\0 cua nto má s allá entr esaca-e en el centro del Todo . Igual qu e en
el espacio a una figuración mítica un poco así co mo en un cuadro rl Banquete. también aqui había pu esto Sócrates la pregunta funda-
P oussin, y esto puede venir de perlas para qu e la mirada inmediat mental en la esencia de aquello sobre lo que se hab lara (237 BC) ; lue-
mente caiga sobre otros personajes de cue nto; centa uros , quimcr llO, habia dejado ata r ju ntas las formas de la «manta» en un sistema
y go rgo nas. Pero ento nces sería explicable el sentido concreto en .1 cuadrimembre y ha bía desplegado como cuarto miembro la man ía er ó-
q ue aq uí se ha hablado de tod o eso. Sócr ates se aparta del presunr üca. a partir de la doct rina del mito.
pensa miento de si la historia podría ser verdadera o no , o de cón« Resu lta un a novedad en el Fedro q ue preceda al mito una díscu -
se podría explicar. No tiene tiempo pa ra ello, porque todav ía é l -~ sión sobre la esencia del alm a -alma como movim iento- oNueva es
gún la sentencia dé lfica- no se «ha conocido a sí mismo ». Pero IW I (le ese to no la fuer te dedu cción co nceptual e igualm ente su contenido
med io de eso no le será ind iferente el mito , much o menos indiferente más solemne. Nuevo es el cuadro conceptual: mov imiento , prin cipio
qu e a aquel nueve veces listo . El, con la mirada en el mito, se pruclm ( (~g X~ ) , ca mb iar y perecer, inalte ra ble e imperecedero - o más bien
a sí mismo si él es más co mp lejo y más engre ído que T ifón . O S~'Jl, no es algo propi amente nuevo : se trata asim ismo de aque lla «busq ue-
apr end e en el mito , qu e él acepta como dad o , para su única lar('ll da de ca usas en el a partado del cambiar y perecen> , qu e Sócrates deli-
El cuento de las cigarr as (258 E·25 9 D), las q ue en un tiempo ( O ncaba en el Fedón com o el prime r grado de su salida filosó fica-. Más
mo seres hum anos se ha bia n o lvida do de la co mida y de la bebida en bien asimismo se tr ata de todo lo viejo de filoso fía de la Naturaleza,
188 PLATON M ITO 189

de lo «presocrático». De hecho encontramos en P arménides, I'u ll ll hll rodeado de obras de arte en las que veía caballos alados o con-
docles y Heráclito una concorda ncia de terminología y de ¡HU ,lUí ror es alados de carro - Eros, Níke o Eos -; podrían ser también
y en Alc meón (como se ha demostrado ampliamente) una vish\l1 '1I11 [,n:->, conductor y caballos, alados. Y, sin dud a, los cubos de las
neral m uy familia r, allí y ta mbié n aquí se deducía la inmortalhhu] IUH ln:-> podían lleva r alas: como frecuentemente se veía en cuadros
alma a partir de un mo vimiento eterno, y los mo vimiento s etcnm "que! ca rro alado en el que viajaba Tr iptolemo distrib uyendo el trigo
veían del mismo tipo que el movimiento de los astros 18, En el l III I C los hom bres. En el mito de Platón lo alado es expresión poética
también se a parta ba Sócrates de tod a invest igación, pero aqutnn 11IU ¡1 eso que antes había sido formulado en el concepto de movimiento
ce fuerte mente imp uesto en ella. Ve <do que se mueve a sí ml ~ IUll' I)I"ico-natural de sí mismo. Un estímulo particular para la COllS-
como esenci a (ou(Júx xcú ;"'ÓY05) del a lma. Ve también el principio 111I1'l'i tÍ n de ese motivo de imagen podría haber sido para Platón el
mundo y del alma como uno solo . Pero esto no sucede así de fu '1"1' en el relato precedente de creación poética el Eros a lado hab ía
que el Sócrates de P lató n vaya a recaer sencillamente en el modo udo modelado para la Psique ala da. P latón mismo parece pensar en
investigación del que se había apartado por entonces . En el punto ~ _11 cuando , poco después, pone en boca de su Sócrates so bre el dios
tral del mito tam bién aquí se establece la necesa ria situación del I ,.Indo del amor dos versos que atribuye a la «poesía misteriosa de un
cio, sucesivamente de alma y «eidos» , tal como se encuentra en el pUl HII IlH:ido homé rida» 19 . Y realmente no sería una casualidad o una
cen tral del filosofar platónico. El cua dro concept ual de filosoffn {mvlución lúdica, sino qu e en ello se explica que un alma es entonces
tural no sustituye en algo al recinto cent ral , sino que fue consnu! ' l1l1l plctamente alma si es alma que ama.
previamente a él - como ya reve la el pas aje de esa ded ucción en t'cro ahora llenan el alma sus pro pias solicitudes: ella anima, avi-
construcción total del mito - en calidad de nuevo pasaje, porque l' \', 1. Si en un principio todo el recinto del mundo pa rece como un es-
tón en la Filosofía de la Naturaleza sólo ve líneas que conducen pucio de acción, por esa razón pasa ella por aquí avivando y movícn-
recinto dc la filosofía de l Eidos. ,lo, sucesivamente. Dos formas de (esencia de vida » (\wc~) fue ron he-
I. IIUS como las verdaderamente más visibles: las inmortales (1os astros)
Vlas mortales (los hombres). Desde el movi miento perfecto, con el
I Ef papel del mito en fa fo rmación del afmal que rodean todos aquéllos el ciclo, el movimiento del alma hu ma na
. hw ifica una caí da. Ella ya «ha perdido plumas» y se ha despeñado ,
El siguiente grado en la construcción del mito es la fo rmación l cuando se encuentra un cuerpo humano y ambos se entrelazan. La
la imagen del alma, después de que la tarea, para habla r de cómo encarnació n como caída pecaminosa de aut oincul pación del alma fue
realmente su esencia, ha deb ido ser dada como «completamente div mostrada en el Fedán y en La República, al igual que el cosmos como
na». En la nueva visión del alma en el Fedro se a br en paso dos mol o pacío para su destino. En el Fedro se consideraba como un cambio
vos de imágenes. El carro tirado por corceles y el hech o de qu e senil .h-l punto de vista de la perfección del cosmos a todo lo restante, y
ala dos. El pri mer motivo se encue ntra hasta , en una pa rticu lar eiccu el mundo de los astros se mantiene como un mundo de vida más per-
ción, en la India, en el Katha Upanisnadv-, Allí aparece el carro ti I fecta frente y an te la humana 20 . En esa nueva dimens ión y con la
cuerpo humano. El intelecto (budd hí) lo condu ce. Las bridas que arra llueva imagen, la contemplación de la s ideas del alma eterna, que no -
tra n so n los órganos del pens amiento (ma nas). Los corcel es diñclle « ur os conocemos por los mitos del Menón, Fedón y La República,
de domina r son los sentidos. La verdadera alma, ella misma (atman j estar ía formada una vez más . El movimiento «de arriba» ha brí a ga-
viaja en ese carro. ¿Ha tenido que venir desde Oriente esa imagen hast llada como «dirección» (a l'w &)'w"y~). como «elevació n» (&vw & 1'0:-
Platón? Sí, si luego la hu biera acom od ado a la doctrina del alma tul (l¡w n ), como «contemplac ión de lo de arriba» (OfO: rwl' &uw), en el
com o ésta predomina en La República. Pues la imagen de Platón, fren símil de la caverna de La República su expresión hasta ahora más al-
te a la india, es simplificada y diferenciada. Los dos caballos son de la. Por medio de la imagen de lo alado estaría a ho ra organizada esa
diferente tip o : un o es el «an sia », el otro es el «t hymos», la voluntad, aspiración del alma como un camino de esencia. y «lo de arriba» pre-
el ansiar. El espíritu dirige a ambos en eq uilibrio o se dej a arrastrar sentar ía una nueva fijación cósm ica. Pues el «l uga r inteligible» ( TÓ 1fQ ~
con el carro a lo profundo. 1' f) r¡ TÓ ~) de La República (VI 509 D, VII 517 B) estaría aquí enlazado
La imagen del carro podría esta r inspirada de lejo s; Pl atón deja con el «luga r sup raceles te» (TÓ1fQ~ VU1fEQouQál'tos ) y ta m bién con la
que predomine un segundo motiv o: el carácter de alado. ¿Qu ién es imagen del cielo que efec tivamente, según la etimología de Platón,
propiamente alado: los ca ballos, el carro o el conductor? Eso no que- es lo supremo «visible» (oueo:vó~ = ÓeO:TÓV, La República 509 O).
da claro, no debe quedar cla ro . Alado es el Todo . Pla tón se encono Y el mismo momento fo rmal cósmico o, si se prefiere, astronómico
]90 PLATON M ITO 19]

co nforma también la contemplación de la s ideas de La Rep úbtica. \13 descripción se recuerda aq uí en el símil de la cave rna de Lo República
relaciona co n el mo vimiento del círculo de estrella s o co n la extens ión y en el episodi o del Teeteto 2l _ constituyen algo necesar io , po rque
de los d ioses imaginada según su mod elo: las esencias de la vida in \ IIS almas aladas, que han contem plado las ideas , buscan necesaria-
mortal se man tienen en el «dorso del cíelo» y la ro tación del circula mente con el recor dar el de sviarse hacia allí, «en donde el dios mora,
se to ma con ella; ellas conte mplan lo qu e se encue nt ra a fuera del cte para co nvertirse en divinas» (reOi OlO'lfEe "8EiH wv (kiói loTtv).
lo . La familiaridad del alma con el «eídos» fue el conoci miento bá ~i En la última parte del discurso del Fedro (249 0 -256 E) estaría
co que en el Fedón determina la «prueba de inmortalidad ». Tam bién captada la situació n en la existencia humana , y llegaría a ser encu-
será esto ahora refor mado en la misma dirección . la visión de las esen hicrta belleza terrenal y sociedad am orosa de los hombres -c-también
cia s eternas es el al imento del alma. Efec tiva mente, segú n su fucrlll el cont enido esencial de l Lisis, del A lcibíades y an te todo de El
alada. consigue pa rticipació n en esa com ida . La encarnación como nooquete-: nuevamente colmad as con la dinámica mítica y la co ns-
hombre depe nde de la «ley de la ad rastefa», si ella ha llegado a esa lrucción de imágenes del Fedro . La belleza humana permanece como
visión . La periodicidad del destino del alma estaba pensada en el PI' objetivo, igual que en El Banquete. al que se dirige el amor. Pero apa-
dón (107 E) sólo co n (dos muchos y grandes recorridos del tiempo» . rece co mpletamente nueva como modelo de una de las imágenes que
En Lo República (X 6 15 A) se revela el «viaje de mil años» como dé el alma ha visto en su viaj e. y verdaderamente no se sirve de una sino
cuplo en recompensa de la vida asentada en cien años. En el Fedro de aquella en la que. po r los ojos terr enales, fue sobre todo reflejado
se encuentra asimismo el per iodo de mil años sometido a un décuplo el modelo " . A partir de eso explica Sóc rates . hast a en lo más carac-
mayo r , sólo Que los filósofos, despu és de tres periodos de mil años , terlstíco, la conducta del enamorado tal como se pr esen ta en la vida.
se apartan ya del círculo del llegar a ser " . El ho mbre busca la proximidad de la belleza, porque ante su visión
Lo República Parte de este tipo de vid a y dete rmina desde ella lo crece el plumaje de su alma. Los dolor es d e amor son dolor es de ere-
restan te. El Fedro ve en primer lugar el gran o rden cósmico y dentro cimiento . Cad a mezcla multiforme de placer y dolor, en Que vive el
de él también la existencia humana. Resulta mucho menos cas ual Que amor sensible, tod a singula ridad en la ascensión del en amo rado sen-
la repart ición del al ma en tres clases de va lor y ante todo la particular sual existe n sólo para ca pta rlos en la verd ad , si yo sé de las plumas
clase de los «Incurables», como ya fue esta blecido desde el Gorgías del alma y también del Eidos . Pero eso no llega finalmente pa ra S ó-
hasta La República, se encuentren aquí dadas y colocadas a t ravés crates en esos pasos. Para él cada verdade ro amor es a mor q ue ed u-
de aq uella sucesiva gradación en las nuevas formas de almas, desde ca. La interdepen dencia entre amor y educación es formaci ón del ama-
la de los filósofo s hasta abajo en la de los tiranos (248 OE) :U. El que do según la imagen del dios de quien am bos, el amante y el amado ,
mire estas cosas desde el cosmos y no desde la vida humana, ése ha se han conv erti do en seguido res; con ello co ncibe la ob ligació n de es-
considerado lo «alado» parte perteneciente a la esencia del al ma que te act ua r igualmente también para el q ue ed uca : mirar al d ios y ase-
no tuvo capacidad pa ra desechar po r co mpleto ninguna alma huma- mejarse cada vez má s a él. Asimismo lo más excelso , el amor socráti-
na, porq ue pertenece a su esencia de forma qu e ella, una vez q ue ( ha co nu nca es una perfección sin perturbaciones. Amor es lucha cons-
visto lo verdadero» (249 B) Ycon ello sus posibilidades, pued e siem- tante entre el conducto r y los caballos por la hegemon ía , y todas las
pre verlo de nuevo . El juicio de los muert os, el sacar la suerte y la distintas fases del amar, que se co nocen en la vida , están entendidas
elección de la vida más ap ro piada aparecen contado en Lo Rep ública a partir de esa lucha : el llegar a ser conmov ido , igua l qu e la realiza-
con el mayor detalle. En el Fedro (249 AS) tan sólo están brevemente ción del recordar en el cond ucto r, la avidez sensible, como tormenta
pensados. Se sumergen así en un episodio en el gran drama cósmico . del cab allo irr acion al, el respetu oso recelo, como temor de ese caba-
Pa ra una rea lización tan gra nde juega en él la an ámnesls . Igual q ue llo domado ante la brid a y rienda del co nd uctor.
en el M enón y en el Fedón tamb ién es ella aquí el rayo que une «cidos: Ya en la dialéctica del Lisis se recogen las sentencias de que cl rna-
y alma, sólo que aq uí el viaje del alma y el lugar supraceíeste presen- 10 no podría ser am igo del malo y de qu e el bueno ten dría que ser
tan sobre el aspecto má s simple que los diálogos ant erior es una di- amigo del bueno. También esas fras es con ducen aho ra a una referen-
mensión más profunda. Así se dice, pues, por un lado qu e la dialécti- cia a la tra nscendencia; en ella se revela la amistad como fundamen-
ca filosófica misma es inmediato «recordar» (249 BC) Ypor otra par - tada po r medio de la partida en común en seguimiento del dios, al
te está fund amentada en el reco rdar la «manía er ótica ». Por tanto que esos hombres se asemejan y pertenecen . Pero con ello entr a en-
ambo s movimi ento s, qu e conducen hacia arriba hasta el Eidos, to- tonces tam bién en con sideración el pr oblema del amor recíproc o . Pa-
man el rumb o de la anámnesis. Con lo cual parece tambi én qu e el aparo ra hacer evidente y sensible el amor tenía Platón que hab er tomado
tarse del mundo y el cómo se sepa ra la esencia del filósofo - cuya de la repr esentación empedocleo-atomística una imagen . Un «flujo»
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192 PLATON MITO 193

(&r oQQolj) desde la belleza pasa de lo bello al enam orado a través II 11:1 papel del mito en el Timeo/
los ojos, yen él po ne en creci miento el plumaje (25 1 B). La corrlent
que flu ye co rre d esde a fue ra Y. al igu al Que d e un objeto q ue se ren"" El mito de la cre ación del m undo en el Timeo es tan singu lar y
ja, vuelve de nuevo a lo bello, a tra vés de los ojos en el alma, en 11 evimismo ext iene sus inesperadas raíces hasta la obra temprana de P la-
q ue a su vez hace crece r el plumaj e (225 e y ss.j. El a mado no sah 14\11 . El moti vo mítico de la creación se reve la ya en el Pro tógoras co-
cómo pasa eso y se le escapa que él se ve «como en un espejo: en mo puesto en frente, y, a pesar de la limitació n a la «especie mortal» ,
el enamorado . Así el amor recíp roco consiste en una imagen (c1ÓWo denota indudab lemente sendas del Tímeo. Luego presentaba fa milia-
AO ") del am o r. Se t iene qu e volver a pen sar aq uí e n el A ícibiades, ('11 tldad co n el discurso de A ristófanes en El Banquete. Pe ro si se co n-
el q ue la situació n en la que están ena mo rado y a mado fren te a frcnlf templa tam bién aquí a la primera visión del hombr e en el ce ntro del
ha sido puest a con una intensidad ina udita has ta El Banquete. AlU lodo, se encontra ría así plena mente ya un desplazami en to del pu nto
tene mos la imagen del espej o: el amado se mira en los ojos del enn ¡le dificu ltad . La figur a de circunferencia de los hombres primitivos.
morado «como en un espejo» (132 E Ys. ). y luego , al fina l, se mues '1 1 movimient o circular y el parentesco con los as t ros , sus producto-
tr a Que el a mor de Sócrates había «empollado» en el joven amor ala ICS, son, sin duda. juegos de cuento popular. Pe ro se m uestran pre-
do (135 E). Se ve eómo la nue va hechura de las imá genes del Pedro viamente en el Tímeo, en donde el Dem iurgo implantó en los as tros
tira hacia dentro de si de esa imagen anterior. Incl uso mas, se consl IlI s almas humanas (41 D), las asentó en la Tierra, en la Luna y en
dera palpable có mo la image n del Eros alado en el A lcibíades se vuel 111 \ demás «prod ucciones del tiempo» (41 E), con lo cual lu ego los dio-
ve ha cia la ima gen del alma alada en el Fedro 25. "'S infe riores -y se encuentran éstos , los astros , a su vez inclu so en-
Remod elado y pensa do de nue vo sería también sin du da lo QUl' II C los dioses de la fe popular - crea n para esto un cuer po humano ;
A lcibíades recon oce en El Banquete acerca del senti rse atraído por S6 y en donde el ca mino de la vida humana cons iste en q ue los moví-
crates . Cuando se oye hablar del amado en el Fedro. él añora ver al mientes circu lares del comienzo , a pa rtir de la co nfusió n en un prin-
enamorado. acaricia rle. besa r le, te nerlo en sus brazos; y cua ndo sr ripio, se vaya n po niendo más claramente en lo correc to (90 C p ). Asl
ve luego la conmoción en el alma del ena morado . igual que el con en aquel juego fa ntástico de A ristófanes se delataba la un ión del ho m-
d uctor y los corceles lucha n po r la primacía, as í se e ncuent ra la rela hrc con la con strucció n orde nada y divina del mundo .
ci ón de A lciblades y Sócra tes exaltados a lo vulga r y tran spasados por Está desde siem pre presente la imagen de la «creaci ón- en la fan -
la nueva fuerz a de imagen . Fina lmente llega n a esta r los diferentes tasia platónica y tem prano a pa rece ya para saca r en si el objeto «mun-
grados de pu reza en la relación amorosa - el primer grado el del «ena ,!cm ; es evidente de esa ma nera en una segunda linea de la esca to logía
morado de la sabiduría», e n el qu e el conductor de l ca rro se manti ene phu ónica cómo ese objeto «mundo. -siempre en el se ntido de cos-
como a mo ; y el segundo, el del «a ma nte fiel». en do nd e el caballo mus o rde nado , lleno de las ideas d ivinas- va a umenta ndo en impor-
nob le en unión con el innob le duran te un tiem po consigue la victo ria-e rancia más y mas.
esos grados se co nvierten de nuevo en significa tivos en un a visión es- Mientras que el Corgias contem pla sólo el de stino del al ma , se ha
catológica pa ra el destino fu tu ro del alma 26. creado en el Fedón pa ra ese dest ino un espacio cn el qu e se desa rrolla
Igu al que el mito de El Banquete. as¡ se encue ntra ta mb ién el del In imagen telúrica. Y, si aquí ya se m ueve el circulo del m undo en me-
Fedro a mitad de la ob ra. Eso hace qu e se desvíen en primer lugar din del espacio del mundo. así, en el mito del final en la Potíteta, la
del pla n de primer término , según el cual las piezas de m uestra de dis- const rucció n telúrica se a mplía a cósmi ca . En el Fedro q ueda rá com-
cur sos son pa ra la discu sión teórico-retóri ca de la segunda parte del pletado el destin o del alma humana como un miembro del Universo.
diá logo. Pero , como la totalida d del diálogo llega a un a pro fun da ex. I le esta manera se aprecia cómo el momento de la «creación. y el mo-
pllcaci ón, probablemen te así también el lugar del mito en él. El Pott- mento del «mu ndo» en Platón se mezclan moderadamente en el mito
tíco sigue, a unq ue está co nfeccionado por completo de di fere nte ma- tic la creación del m und o,
nera, asimis mo en ese punto al Fedro; el Timeo llena comp leta mente Ese mito toma en sí mismo el contenid o de la vieja filosofía de
tod o el espacio con el mito . Así aparece aquí algo delinea do y pensa- In Naturaleza , y con ello el pensamiento de Plat ón se ext iend e, como
do para el tercer y cua rto gra do de la mito logía platónica, rn un último y muy am plio anillo , so bre la zona de las prim eras cspc-
cnlacíones . Rellena con ello una estrecha lcy " . Le sirvieron de ayu-
da en esta labor, como a nterio rmente veíamos, Parm énid es y He rá-
d ilo ; yen la delimitación entre ser y seres, ta l como deberían repre-
wnt a rse según el desa rrollo del «eidos» , le enseñó P itágoras a consi-
194 P LATO N MITO 19 5

dera r el Universo co mo un sistema de orden matemático y a introdu r;'l como formado sobre el pla n funda me ntal del Menex eno, incluso
cir en ese cosmos a la Humani dad ur banizada . De esa manera, en su en formas tan d iferentes. El elogio de Atenas, igual que en el discu rso
empeño también de e ntonces en dominar el contenido,de la e~pe ri c n co nmemorativo en el Menexeno, tal vez con tod a la Ironía posible,
cia individual. encuentra a yuda ent re aquellos qu e hab lan escn to «So pero así y tod o esta ría reproducido ; ahora se convertirá en el m i t~
brc la Na turaleza ». Los a nálisis demost rar án más ta rde có mo se re en el que los co mercia ntes de la vieja Atenas se desa rroll a rá n a partir
mite a la «d óxa- de P arm éni des, Bmp édoclcs, Anaxágoras. Leucipo. de la cosmogonía del Tím eo y se va a con verti r de un a vez el pensa-
Dcmócr ito y Di ógencs de Ap ofonía no meno s qu e fin,a lmentc a.Ale miento pla tónico de la ciudad ed ucadora en un a exist encia mito-
meó n y a los médicos. incl uso hasta en el texto propiam ente dicho. histórica ; y, en tercer luga r, la Antigüedad egipc ia, co mo recuerdo
y có mo se fu nde esa doctrina en su pro pio metal. .. del hombre, se convertirá en la tradición del t iempo viejo qu e se con-
Parménid es y Em pédoc les habían aportad o sus opiniones sobre Irasta (Timeo 27 A H). Pero un a necesar ia rep rese~t aci~n auxili~ r. ~o n
la Na turalez a en forma de cosmogo nía ; en realida d en forma de mí- la que llega ría a sustenta rse el Tod o , es la,l ey delina udito h u~d lm l e n­
tos c uyas potencias divinas - A frod ita, Filia o Nei kos- se encargan lo de la perfección del comienzo, En el Tun eo ap a rece os tenslblemen-
de la creación del mun do . Ta mb ién encontró Plat ón precedentes de le como des tino del alma perdi da en encarn acion es cada vez más a b-
ello en la zon a griega . Si ya las histo rias ori en tales de la creación ha- yectas y en la ciuda d como destino a modo gradual desd e la fo rm a
bía n entrado en su circulo de conocimientos, si de alguna manera Ahu- I......rfecta hasta condiciones cada vez más i m per fecta~ . Aqut se encuentra
ra Mazda le hubiera proporcio nado un modelo para su creador del la formación del suelo ático (Crilias 1L2 A). el hund imiento de la Adán-
mu ndo, esa pregunta sería mu y pertinente, a unque, con nue stro s rne- rida, y con ello la con stitución del mar Atlántico (Timeo 25 C O) -a~­
dios de investigación , no pu eda co ntesta rse deñniüvamentc " . Pero , has qu e sucede n en «una noche» o en «un día y UO? noch es-e, la h l ~
en todo caso , no se trata de limitación síno de necesidad c ua ndo el pótesis geo lógica. Pero ella corresponde a un destino general , y alh
hablab a en el mito de ma teria del mundo y de los ast ros, de cuerpo en donde se inte rr umpe el Cri üas hemos ya for ma do a los a tla ntes
hum a no y de la interdependencia ent re el cuer po y el a.lma. , H ~ s t ? lo como «la po rción del dios desviado en sí mismo a t ra vés de lo mor tal,
qu e siem pre es, hasta los ra yos del «bien» llevan el ca mino dial éctico. que en mucho y a menudo a parece mezclad o co n él» ~C;:ritias 12 1 A).
Pero a un «legos» estrecho le est á ved ado mostr a r en la s cosas del A partir de aquí está tan dife renciado en efect? tambi én el punt~ se-
mundo cambia nte cómo se afana n contra el «bien) y que «po r eso creta de unida d que se reúnen motivos pa ra Vislumbrarlo : el Eidos.
ca mbian». De aquello juniO a lo cual uno encuent ra d istracció n tras El Tim eo realiza la «idea del bien" en la creació n . en L a Rep ública
los esfuerzos de la dialéctica se pueden sólo conta r «disc urso s proba- fue introducido en relación con la acción hum ana, Crit ías recibe de
blcs» (59 CO) de si en el rnito el buen dios crea el m undo según el tímeo al ho mbre como esencia natural det erminada desde el Eidos
modelo de las fo rmas ete rna s, de si «no üs» co ncluye la obra de pero pero, como tod a realización, ya entu rbiada e ~ su pureza , Recibe de
suasl ón de la Anánke, de un orden, lle no de figuras, profundamente Sócrates a «algunas, entre estos hombres, pa rticula rmente ed~c~~ as )
hundido en aquel no-reino de la po sibilidad , siempre sin for ma y que (Timeo 27 A), t ambién como esencias de imagen vueltas y dirigidas
siem pre recibe formas 29. al Eidos. Eg ipto, en el rela to de la experiencia platónica, constit uía
En el Fed6 n (99 C) ha bía d ic ho Sócrates: Iría gustosa me nte a la un aso mbro so ejemplo de una inconmovible existencia urbano-
escuela de quien est uviere en situació n de mostrar la construcción del cult ural en contraste con el inau dito giro de las for mas helénicas de
mundo de forma que todo t uviese en conju nto «lo bueno y necesa- vida , una esencia de ciud ad , en el mun do graduado y sistemá tico de
río » (TO ¿')'aOo p "ai ÓÉ o p) . En el mito del Tímeo rellena P lat ón esa Pla tón, e ntre Atenas y la ciudad ideal. Sin d uda el pensa miento debe-
profunda instancia de su pensa miento. Pod ía llenar la co n aq uello a ría presenta rse a partir dcl hun dim iento en ~o~de se com p.ro bó,el d ~ ­
lo qu e el pit agórico supeditaba el reino de t od a filosofi a ~e.1a Natura- brete : El Eido s presente en este m undo y asumsmo la realidad mfim-
leza a nterior al mo tivo de pensamiento de o rde n mat emanc o : Sóc ra- la mente sepa rada de él; y en don de se sobrepasa esa introducción en
tes ponía en él el mom ento ordena do y fo rmado del «bien» co mo un aquel desarrollo mític o, q ue, desde la leyenda en H esiod o de las eda-
imá n que da la dirección a lo que atra pa , Así es Sócrates, el oyente des del m undo , constituía una forma de pcnsami cnto auténticame nte
-oyente activo-e, cuando el pita gó rico rela ta el mito de la per fec- helénica. Platón deb ería haber teminado el Cm ías, con lo que vería-
ció n del mundo de las ideas. mos representa rse eso e n su continuació n, Se encuen t ra , sin em ba r-
Co n el Timeo se encuentra relacion ad o el Crítías, de fo rma preci- go , establecido po r todas partes. Si tenemos el (verdadero m~n) y e~
sa mente muy entrela zada, as í qu e también en el el mito llena casi to- «verdadero continente» ( Timeo 24 E Ys.), de fo rma qu e aq uellos aSI
do el espacio de la obra . El Critias, al meno s en una mitad , se revela- llamados por nosotro s mares y co ntinentes par ecen ya co ntener a és-
196 PLATON MITO 197

to s en el nombre, igua l qu e las ideas respec to a la expe riencia, así no Pa lco-Atena s es Atenas ideaJizada lo mismo que Atla ntis es Orient e
podríamos vislumbrar cómo se habría realizado luego ese cont raste. idealizado. Ambas son imáge nes muy contrapuestas y asimismo de
Sin emb argo , au nq ue no resulte tan con ocido, la Acrópolis , tal como ninguna ma nera tiene At enas de ant emano la superioridad incon di-
era propiamente, tiene asimismo relación con los fragmentos que nos cional que se suele ver . Ambas ciudades están, en efecto, fundamen-
ha n quedado de eJIa : el Lycabeto, la colina del cast illo, la Prryx y una tadas por los dioses, si bien Atlantis, en ta nt o que construida como
fuente que corre desd e la actual Acrópolis a los muchos regue ros la más rica y más ar tística mente , lleva en sí el mayor peligro de deca-
(vá¡.¡o: m ) en el entorno (C r it ias 112 A Yss.). Con todo, eso podría dencia , y po r ello, en e! t iempo de la guerra con Paleo -Atenas, ya se
concorda r con los no vecientos años que el sacerdote egipcio coloca encuentra muy alejada de la perfección de los comienzos . Lo que so-
entre ent onces y ahora (Timeo 23 E). Desde el mito del Fedro hemos bre todo está contrapuesto aquí son las do s pa leo-constitucio nes de
ap rendido que setecientos años constituyen un período del mundo ; las que, según expre sión de P latón en Las Leyes (693 D Yss.), se deri-
desde el mito de El Polltico, que van cambiando uno tras otro gra n- van todas las restantes: una se llama mo narquía y democracia la otra.
des períodos del mundo en los cuales o bien el dios per mane ce senta- E( gran ejemplo histó rico pa ra la una - como así se mostraría luego -
do al timón de! mundo o e! mundo se co nside ra a sí mismo abando- es P ersía, para la ot ra es Atenas . De ambas formaciones se debe ne-
nado al paso de la Necesidad . Esos mitos y el Critias constituyen sin cesariamente t ener parte, si tienen que predominar libert ad y amistad
du da, por otra parte , desarrollos pa rticulares. Se int enta , sin embar- en unión de comprensión. E n la oposición histórica entre At ena s y
go, unirl os; de esa manera se proporciona al Cr ítias e! resulta do muy Pcrsia se explica la mítica entre Paleo-Atenas y At lant ís.
ap arente de que Atlantis y la vieja At enas lleguen a situ arse en el co- At lantis está regida por un rey supremo y nu eve príncipes territo -
mienzo de nu estro período del mundo, hacia allí también en do nde riales. El palacio del rey supremo y el templo de los fundadores div i-
el Universo «se aco rdaba de la doctrina de! Demiurgo y del padre, nos de la dinastía se encuentra en el centro de la capita l, en el medio
en la med ida de sus posibilidades» (El Político 273 Bj . del círculo, en una isla-ciudadela rodeada po r canales circulares. Un
rígido sistema feuda l establece una det erminada prestación militar ,
como servidumbre, en cada una de las 60.000 parcelas de tierra geo-
/ EI m ito de la ciudad/ mét ricamente igual es. Cada uno de los príncipes tiene a bsoluto poder
en su par te del terr ito rio. Pero su mutua conducta aparece fuertemente
¿Q ué significa, sin duda, el mito de la vieja Atenas? Con el giro determinada med iante la ley sagrada: en una estela de «bronce» per-
del discurso Atenas esta ría aq uí idealizada, se qu edaría a su vez tras manece gra bada, exactamente en el punto medio del círculo en la isla
la voluntad de P lató n tan ampliamente como el ideal tras la vida. Más central. Así el seño r de esta mon arq uía es la ley y no el hombre en
correcta serta la respuesta : Atenas fue ideali zada, estari a ella misma sent ido más estricto . Nada puede delinear con más fuerza su esencia
llena de ideas tan to como se parece sobre todo a la ciudad de la Poli - en el comienzo que la facilidad con la qu e «se llevaba como una carg a
leía platónica y a la construcc ión del mundo en el Timeo . Eso en Ate- el peso del oro y de las demás riquezas» (121 A) Yla convicción de
nas se podría seguir como una experiencia históri ca, a su vez, sólo que «todo se desarro llaba a t ravés de una socieda d de amistosos de-
en la forma de mito histó rico o de novela utópica . Ya qu e Platón in- seos unida a la más alta virtud» (€x <p¿Ai:m Tij~ X O¿Pi¡ S /lf7 · Ó:Qf71i ~) .
ventó esa creación , ya que ha ce presentarse en las fiestas de las Gran- Entre los persa s, Ciro - así lo ve Platón en Las Leyes- era un
des Panateneas con el mito del universo, ya que lo puso en boca de buen soberano que amaba a su ciudad (<p ¡AÓ ll" OA t ~) , sólo qu e le falta-
su tío lejano Criti as 30 , el abuelo del «tirano» Cri tias , ya q ue po nía ba inst rucción y no se preocupaba de administrar. Más claramente
a Sócrates, víctima de'esa ciudad de Atenas, como e! oyent e de su elo- estaría esto en Daría , qu e no es imaginado como un dé spota absolu-
gio, instituye la expiación de una acción tan host il. El camino del Me- to: junto con otros seis ha consegu ido el reino; lo ha dividido en siete
nexeno al Critias, o sea e! camino desde un discurso de alabanza, cons- par tes y aún habría huellas restantes de esa igua lación. Ha propor-
truido muy irónicamente al viejo estilo de los años SO, hasta allí en cionado leyes e introducido una reconocida igua ldad, la «distribución
donde el Eidos de esa Atenas era sensible en su ser verdadero y verda - de Ciro » (70P mi) KV Qíov ÓQU/lÓJl), que, junto con la ley, garantizaba
dero sentido . En el Critias responde P latón a la recrimi nación que se- a todos los persas amis tad e igualdad ("' IAíaJl xa¡ XOIPwJlíaJl). De fun-
guramente sus contemporáneos aten ienses , igual que en época más dament o va ese orden en el que pr evalece la ab undancia (7QU<P1 695
reciente Niebuhr, habrían difun dido de qu e él era un mal ciudada- B); el qu e amenaza también la esencia común de Atla ntís y en el qu e
no J I . Se trata de una reconciliación con Ate nas . Tal vez fuera una el despotismo ha transpasado la med ida acor dada, y así amistad e
necesidad el que esa reconciliación tuviera que permanecer incompleta. igualdad (70 <ptAOJl xai 70 xo¿póP 697 C) son destr uidas. La avidez
198 PLATON M ITO 199

de más es, aq uí como allí, lo que destruye la ciudad (Critias 12 1 B, lleva en sí menos de bien pero un a fuerte mezcla de o puestos JJ . Se
Las Leyes 697 O), porque la pérdida del éxito hac e desarrollarse la Ilota qu e aquí fue int roducida en el Un iverso. de modo más fuerte
guerra de conquista . Y como noso tros hemos experiment ado desde que en el Critias y de manera completamente distinta q ue en el Protá-
ese punt o, a partir de la caída de la milicia entre los persas, de esta Moras, la existencia urbano-humana. Lo que implicaba, al comienzo
manera podemos presumir que sólo para ello está imaginada con cal- del Tímeo , la repe tició n de la uto pía de la ciudad, que fue form ulada
culos ta n precisos la constitución del feuda lismo en Atla ntis; ya que en El Político con incomparable fuerza : se trata de la delimitación
en la guerra de conquista contr a Atenas había quedado mostrada la cósmica de la «politeía».
descomposición de esa condición. El Tim eo hace que el mundo con sista en representación del Eidos
Así Atlantis es la monarquía idealizada, o sea, un po der centrali- en materi a corp órea . Lo per fecto esta ría representado y enturbiado
zado en el que asimis mo igualdad y ley proporcionan el señorío; P aleo- enseguida por la corporeidad. Tanto en el Todo como en cada miem -
Atenas, la democracia idealizada (en el sent ido de Las Leyes de Pla- bro pa rtic ular se encue ntran unidas «no üs» y Ananke y a pa rt ir de
tón), o sea, una esencia de ciudad construida sob re la igual dad de los su int ernamiento está mezclado ese mundo .
ciudadanos, en la que, asimismo. el princi pio de dominio se encon- El tod o cons iste en que el «Noüs» llegó a ser el señor sobre la Anan -
traría remitido po r la gradación permanente y la ley de que cada uno ke (47 E 1). De modo completament e análogo se encuentra mezclada
completa con su tarea . Amb as forma s de ciudad llevan en sí el ger- el alma del mu ndo a pa rtir de do Mismo» y de «lo Ot ro», que se do -
men de la caída, en el qu e se rom pe lo cons truido ant eriorment e se- blan po r sepa rado en los dos círculos de lo Mismo y de lo Otro, los
gún las leyes del número y de las formas geométr icas, y que suele con- qu e se representan en el mundo sideral como cielo de estr ellas fijas
du cir a aquella guerr a de conquista qu e, si P lató n no hubiese dejado y órbita s de los plane tas (38 C); en el mundo físico, como espíri tu y
incompleta la obra, hubie ra llegado a convertirse en un Ma ratón idea- conocimiento , por una part e, y op inión y fe, por otra (36 E y ss.).
lizado 32. Esa dualida d conjuntad a ento nces, qu e ereó su expresión en la ima -
En el Cruias se encuentra, como algo distinto qu e en El Pottttco gen del Universo y, una vez más , en el alma del mundo, fue asentada
(268 O Y ss.) un mito político en la época tardía de Platón. Anterior- en el mito de El Político, por medio del mo tivo for mal de los perío -
mente fu e ano tado respec to al Protágoras que se encuentran cono ci- dos del mun do, a pa rti r de uno en otro y de uno con ot ro en uno des-
das conside racio nes acerca de la existencia humana en el pa leo-tiemp o, pués del ot ro. Espacios de tiempo, en los que el dios está sentado al
acerca del flo recimiento de la civilización y acerca de la par ticipación timón del mundo, se inte rcambian con aquéllos en los que el t imon el
de los dioses en el destino de la Humanida d muy parecidas ya al pri- se ha vuelto a levantar de su at alaya y el Todo se mueve según las
mer gra do en la const rucción platónica de mitos. P ero, sin dud a, eso par tes op uestas, a t ravés de la necesidad del destino (fO{P.rxgP.Ú'r¡) y de
fue llevado en el tercer grado a una forma por completo distinta, que sus innatas apetencias (atÍwPll ToS J7rt6l1p.irx 272 E). Los períodos de pre-
queda más clara con la comparación con el Tímeo, por un lado , y do minio divino significan el orden perfecto , la inmediata realización
con el Crít ías, por el otro. En relación con ello conci erta - se podría del «eld os» en materia mortal, en la medida de lo posibl e; y la send a
decir: a pa rtir de aqu ello concertó- el Demiu rgo los bienes de la crea- irónic a, que también actúa en esta ima gen de la edad de oro, se en-
ción que garantizaban la existencia y la formación del Un iverso como cuent ra allí para eso, para enseñar cómo t ienen que priva rse necesa-
un cuerpo perfecto, pero asimismo cuerpo, el movim iento circular co- riamente todas las imág enes hum anas de tal sustancia J4 . El período
mo aproximación al mo vimiento perfecto y la confusión del pa leo- de alejamiento del dio s tiende a la sustan cia de la vieja realización ,
pri ncipio. En relación con el Critias conc ierta - y, a su vez, se aleja por la qu e el bien divino entonces ha permit ido conformarse al cos-
de él- qu e allí los dios es sortean ent re ellos toda la Tierra por luga- mos y por la que fue reconducido todo lo que de artero e injust o su-
res, aq uí están distr ibuidas por zonas todas las par tes del mundo en- cede en el mundo. Pero lo que también contri buye así a la per fección
tr e los dioses. Allí sería n los dioses , aquí los démones divinos , los que , y orden remit e al recuerdo del tiempo de predo minio divino . En esa
igual que pastores, se encargan de los hombres. «Como con un timón» idea de period ización puede también haber sido estimado el intercam-
conducen ellos a las almas humanas en el Crít ías; el timón del mundo bio de Empédocles entre el régimen del Amor y del od io y puede de-
se pierde y quedan a su vez sin el timonel divino en El Potttico. En sarrollar asimismo algo oriental 31; todo eso pa ra Platón sólo habría
aquél disminuye la pa rt icipación divina ent re los hombre s, porque se sido materi a en bruto y es completamente propio lo esencial de ese
encuentra mezclada con muchas cosas mo rtales y pr edomi na la for- mit o que relaciona con el Eidos el mundo y la existe ncia urb ano-
ma humana de sentir; aquí es eso todo el Un iverso, el qu e pierde po - humana en él. Ya que se trata de vínculos históri cos, te nía qu e predo-
co a poco su perfección po r mezclas entre las corporeidades o porque minar el mo mento temporal en el mito. Pe ro eso sólo podría ocurr ir
200 Pl AT ON M(TO 201

en la forma de período . En ella hab ía figurado amp liam ente Plat ón, la respectiva obra o llena po r com pleto tod o el espacio. Esas no veda-
en La República y en el Fedro. el destino del alm a. En el Tímeo ens~ · des formales constituyen un símbolo de la t ran sfo rmació n del conte-
na a ver co mo ca rre ra cíclica al tiempo , que es el mod elo de ete rm- nido . Aho ra en él ya no se representa un camino sobre el qu e el Ei~os
dad , y con ello se co nvertirá en punto de arr anque.de toda in ~ est i g~ . mostr aría el obj eti vo, sino q ue se forma dent ro del mund o, de la CIU -
ci ón sobre el Todo e igua lmen te en punto de pa rtida de la Filoso fía dad, de la vieja Atenas. Así queda el Eidos secreto o expresado el punto
tTímeo 47 A B). focal de las cu rvas del mito plató nico , igual qu e consti tuye el punt o
El mito se encuentra en med io del diá logo de El pottuco. El El éa- med io del filosofar de Plat ón.
la busca. a pa rt ir del tr ab ajo oral de int ento dicotómico d~ d ~fi n i ­
ci ón, una instrucción y espera de inmediato que la ojead a al mito Junto
a ese mismo métod o pueda serie luego de ayuda (268 e y ss. ). El re- / EI sentid o del mito en Platón /
sullado es, pues, también una pequeña alteración del arte real de la
dudad . Pero uno siente inmediatamente la impresión de que el gasto Hegel ve en el mito plató nico algo perteneciente a la pedagogía
del mito no resulta de igual peso que el beneficio con ceptual, y Pla - de la especie humana, que ya no necesita el co ncepto cuando se ha
tó n ma nifiesta esto mismo: «Nosotros hemos am ontonado una ma- desarrollado.". Pero de un estadio infantil de la Filosofía, un grado
ravillosa ma sa mít ica y ha sido conducida a alegar más de lo que es sobre el que ya Platón habria avan zad o, se podría hablar referido a
necesa rio» (277 B). Para seguir con la tarea fundament al y previa del Plató n en todo caso en un sentido muy concret o, de forma que la con-
diálogo , que de hecho hubiera po dido verse co n más facilidad sin el cept ualización platónica estaría desgaj ada de una má s aguda . Como
mit o, también será menos interru mpido el desarrollo del métod o con- creador tiene tan poco que superar como cualquier crea dor pu ede ser
ceptua l por medio de aquel «j uego». Más ~ien se trata de su .aspecto superado mediante el refinamient o o exten sió n de un medio formal.
para cond ucir a la vista desde la tarea previa de fundame ntac ión h ~s. Sin duda, si efectivament e se rodea al mit o con una tr aducción ro-
ta lo más profundo . El mito asienta a la ciudad en el Todo y permne mántica de las que hoy perviven - precisa mente así porqu e t rata de
qu e, a tr avés de él. tome parte tanto en la per fección COn;t0 en la nece- cosas excelsas- se encumbr a po r encima de la elevada forma de ex-
saria imperfecció n; tanto en el Eidos como en la mate na muestr a la presión de Plató n, y de esta manera se encontrará menor oposición
necesa ria pa rad a de la ciudad en lo malo, la necesari a perte nencia del en sí mismo. En el mundo ún ico , irrepet ible e insuperable de Platón
polüico rea l a este mundo de lo imperfecto , pero t ambi~n la nec~sa ria el mito ocupa su lugar necesario. La transformación de su forma apa-
relación de la ciudad y el po litice con lo perfecto, el Bídos, el dIOS... rencial ilustra sobre la evolución de Platón o, d icho de forma más
Han sido contemplados po r nosotro s t res grados de la formación cuidadosa y correcta , sobre la evo lució n de la obra p latón ica . Pero
platónica de mitos. el uno vuelto hac ia arriba a lo más próxi mo, tam- podría predecir ju gando , pod ría ser guía del camino, pod ría finalmente
bién usurpad o en sí mismo y por lo tanto claramente a partado . En mostrar a lo eterno enca rna do en este mund o de la Nat uraleza y de
el pri mer grado el mito aguarda hasta el límite del mu ndo soc rático la Historia : se encuentra, pues, en el ca mb io algo igual. Mito es el
y pretende penetra r violenta mente . Se muest.ra desar rollado aparen- engaño mezclad o con la verdad (La República 1I 377 A). Co n ello,
temente sin respuesta, de forma qu e - po r ejemplo en el destino del muy lejos de constituir una arbitrariedad, se fundamenta profun da-
alma y la evo lución urbano-hum ana- proporciona algo que no pue- mente en la natu raleza del mismo ser y del co noci miento hu man o de
de ser referido , o no en primer lugar , por el más est ricto y responsa- ese ser. Pues la verdad pura es del dio s: «Además son sin mentira (sin
ble lógo s. A todo eso el Sócr ates en Platón podría no dejar espacio engaño , &1Pwóü) 10dem ónico y lo divino» (La R epúblic~ JI 382 .E) H .
algu no, ha sta qu e po r tod as partes la aporí a hubiese llegado a las pa- As! llegamo s a un punto de vista qu e pa rece desde el mito rel aclO n~ ­
labras. En el segundo grado Sóc rates en persona se apodera del mito. do co n la ironía, en la medida en que se descubre y encubre enseg ui-
Aqu í se encue ntran los camin os qu e conducen al Eidos: el camino de da, y aquí hay que vislumbrar una vez más el po rqué el iró nico Sócra-
Eros por medio de esta existencia, el camino de la mu erte del alma tes puede llegar a ser un descubridor de mitos; en efecto tendría que
en los límit es de esa existencia en la que Sóc rates ava nza, despu és de negar a serlo po rq ue el mito se encuent ra ebrio de ir onía y porqu e
que ha llegado al camino del conocimiento, tantas veces como sea po - en el diálo go irón ico de P latón tiene un sitio en todas part es allí en
sible o necesari o. En el terce r grado per ma nece sólo en el Fedro to da- do nde en prim er lugar unrayo de la «ep ékeina. introd uce más y más
vía Sócrates - el Sócrates dom ina do por la «m aní a» divina - como la carga de ideas en esta vida.
portador del mito . Luego sólo atien de aún a cómo los de más le cuen- Ese es también el fundamento por el que en Las Leyes de Plat..ó~
tan cuentos. Enseguida se ap ar ta definitivamente el mito a mita d de el mito suena sólo co mo de lejos 37" . Tamb ién el Eidos sólo es ~.I~ o:.' \ '·c " ,,~?

l·, ,
202 PL AT ON MIT O 203

rio en los límites, cuando al final de esta inmensa obra por una sola Ira la cual siempre se ha defend ido P larón"> Nunca en realidad ha
vez ~ ~ a ~x ig i do que los guardianes tienen que ser capaces de «mirar pretend ido qu e sus propios mit os fuesen en tend ido s literal mente, po r
a la uruca Id ea » (XII 965 e). Así fu e encajado un «mythos» en medio eso a cada insta nte so n preparad os nuevamen te para retom ar aq ue-
de los «Iógoi» (IV 7 13 A y ss.) allí en donde se comienza pa ulatina- llas «místicas » exp licaciones en la imaginaci ón de l comien zo . Plat6n
mente a da r leyes: es la vieja historia de la edad de oro, en la qu e Cro - 110 sólo evita el peligro de un dog matismo meta ffsico , sino también
nos, co.mo señor, introduce en los hombres accio nes dem ónicas. Pero la rigidez misma de una delimitaci ón crít ica de front eras, lo mismo
enseguida cambia el lo na y aprendemos que la historia «habla en ver- que él, median te una forma art ística de diálogo, evita la seriedad dog-
~ ad » . U na vez más aparece la palabra «mi to» en el gran episod io del mática de la escritura rígida median te la ironía. El mito alca nza «a que-
libro X acerca de las creencias correctas y falsas sobre los dioses: «Ne- 110 de la vida secreta q ue él promueve a sentido abierto» y no sólo
~~ita mos los m.itos para encantam iento de las almas» (903 B). Tam-
como un contenido vago . Más bien la evidente fant asía será cond uci-
bien era percep tible una forma mñica (904 B) en: cuando el rey-creador da a un camino claro y t erminado; los co noci mientos obt enido s dia -
«co ntemplaba esto, allí imaginó .. . » , Así «imagin ó» ya Pr ometeo en lécticamente y las inquebrantables consecuencias de su compo rtamiento
el mito del Protágoras. y la palabra «imaginar» será pronunciada a ético hablan en el mito y él, a su vez, en ellas. Multa namque per inte-
veces en el Tímeo por el creador míti co del mu ndo. Pero. a su vez, lIcctum videmus - se dice en aqu ella carta de Dant e- quibu s signa
lo que po r un insta nte se denomina «mito» enseguida esta rá en el «Ió- vocalia desun t. Quod satis Pla to insinua r in suís libris per assumptio-
gos » (903 B 5), en teología , se podría decir, o en un sermó n. l o que nem meta phcris morum. Multa enim per lumen intellcct uale vidit, qu ae
en el Fed,ón f.ue relato mít ico de la elección de la suerte de vida y de sermone pr oprio neq uivit expr lmere" .
la peregrinaci ón del alma, será transformado aquí en lo legal de la
Naturaleza . Co nceptos de las ciencias naturales, co mo cambio de lu-
gar! se ensalzan a I? alto peor que peor -a lo pro fundo , mejor que
mejor-oEs como SI se dejase a A naxágoras, Empédocles o Demóc n-
too La visió n mítica llena en el Tímea casi todo el espacio . Así en las
leyes s610 por un instante ser ía perceptible la llamada mítica cuando
no corres po ndía propi ame nte a ese a partado de SoI6n ... '
En la gran carta al «G ran Can della Scala» habl a Dant e so bre las
mull.iples interpretacio nes ~e. su Commedia: «quod istius operis non
est simplex sensus, rmmo d ie¡ po test po lysemum » 38•• El único senti-
do es el. «literal» y frente a él se encuent ran enfrentados po r igual el
«aleg órico» o el «mñlco»: cad a uno recibe por su lado distint as foro
m~s . Est ergo subiect um tctius operis, literaliter tantum accepti, «sta tus
ammarum post mort em simpliciter sumptus». Nam de ilIo et círca illum
oper at ur proc essus. Si vera accipiatur opus allegorl ce, subjectum est
«horno , pro ut merendo et demerendo per arbitrii libertatem J ustitiae
praemia nti aut pccnienti obnoxíus est»...... , Tam bién de los mitos de Pla-
tón , que ya, en voz baj a pero con claridad, preludian la gran poe sía
d~ Dan te, se sigue siempre que se entienden o bien alegóricamente o
bien ~ora [mente.o como guías. P ero, segun una manera us ual ya en
otro tiempo para Interp retar los dicho s transmitidos de los dioses, con-

• «Siempr e se puede decir que aquello que en esta obra no es sentido corriente es
pclis émico ». (N. drf T.)
•• «Es , po r ta nto , tema de la ob ra completa, entendida sólo literalmente "el esta-
do de las alma s tras la muerte, simplemente consid erado" , P ues a partir de' esto ~ en • «Muchas cosas , pues, vemos a través del intelecto - se dice en aq uella carta de
to rno a esto se opera un pr oceso. Pero, si se entiende la obra alegóricament e el tema Da nte-e- para las que faltan signos vocálicos. Y esto lo insinúa ba stant e Platón en sus
es: "el hombre en la medida en q ue se encuentra forzado a reci bir premio o; no recl- obra. mediant e la aceptació n de elemento s metafóricos, En efecto , mediant e una luz
birlo mediante la libertad de decisión de la Justicia que premia o ca stiga" ». (N. de / T,) intelectual vio muchas cosas que no puede expresar con palabra s adecuad as». (N. drl T.)
SEGUNDA PARTE
CA PITULO X
INTUICIO N y CONST RUCCIO N
(UN PUENTE H A ST A BERGSON y SCH O PENH AUE R)

I.n tensión entre intuición y construcción, «the orfa» y teor ía", «ma-
11111 » y dialéctica camina a tr avés de la obr a de P latón y allí, desde
C' I princi pio, se encuen tra tomada como en una tensión creado ra. Tal
'<l'1 ap arece en él más fuerte, tal vez más consciente qu e entre la ma-
yor fn de [os filósofo s. Pero ninguna gran Filosofía existe sin aquella
Intuición cent ral sob re la que se dispone n todos los pensamientos con-
ccuruales, a la que en consecuencia está dirigido y de la que irr adia,
u su vez, todo el pensamiento conceptua l. En los primeros capítulos
~ l' intentó presentar esto en Platón, sobre to do en los tres primeros,
¡,Sucede entonces que ya desde un principio mi pun to de vista se en-
centraba bajo el influjo de Bergson y de Schopenhauer ? En tod o ca -
'u entre ellos encuent ra el apoyo filosófico más fuerte.
En la ob ra miscelánea La Pensee el le Mouvant habla Bergson m u-
chas veces sobre este o bjeto , sobre todo en su exposición «L' intuition
philosophique» (191 1) y en su «l ntrod uctíon a la M érapbysiqu e»
(1903)" , El describe dos precedentes de su más vigorosa experiencia :
primero , el brote de una filoso fía creadora y la mane ra en que el filó-
, ufo vence co nceptualmen te ese brote; en segundo luga r - en un es-
pacio más am plio y asimismo paralelo a él- la man era en que el his-
toriador de la Filosofía busca co ncept ualizar en un sistema filoséfi-
1.:0, cuando ras trea el brote creador y en él diferencia los elementos
constructivos con los que el filósofo man tiene presente lo intuitivo pa ra
sí mismo y hace de ello par tícipes a los demás.
l o abso luto se o bserva desde el interior ; así, descri be Bergson en
«L' íntroduction» (pá g, 205), la experiencia propia es algo muy senci-
llo . Uno sólo pued e aproximarse a ello desde fuera en un número in-
finito de pasos. De ello se sigue qu e lo ab soluto sólo puede ser dad o
en una intuición , mient ras que todo lo demás depe nde del an álisis.
Intui ción es la «sympathle» po r medio de la cua l uno se traslad a al
interior de un objeto, a fin de coincidir con 10 que es característico

• El término «thcona», que es t ranscripció n del griego , significa «contem plación».


(N. del T.)
.. Ha y tra ducción española con el tftulc Pe nsemíeruc y Movimiento, en Ob ras Es-
cog idas, vol. 1, 19 59. En ella se encuentre n recogidas «La intuición ruosence» e « In-
trod ucción a la Metaflsica». (N. del T. )
~I

208 PLAT O N lNT UICION y CONSTRUCCION 209

e inexpresa ble . An álisis es la operación que reco nd uce el obje to a ele- Ilcr. Y últimam ente dirigen al final esa forma de pensar a A ristó teles,
ment os ya conocidos, o sea, tales Que sean comu nes ent re otros y él. quien , en efecto, constr uye el sistema pla tónico a partir de la conjun-
El filósofo , se dice en la «Int uition philosophique. (pág. 155), no se ción de tr es líneas: la her aclitea, la socrática y la pitag ór ica (Metaj[si-
sustrae a pensamientos que se extienden a nte él. Se pu eden decir mu- " 1/ A 6, 987a 29 y ss. ; 4, 107gb 9 y ss. ).
c ho a ntes de que él llegue a ellos. Y cua ndo llegó a llí, de esta manera
ya no es el pensa miento , que luego es ap licado al movimiento de su
es píritu, el qu e se en contraba fuera del torbellino; se anima co n una
nueva vid a igual qu e la pa labra que recibe un sentido en la fras e. I/ .U derivación de la «doctrina de las ideasw/
A él corres ponde ta mbién el co mpo rta miento de doble faz del his-
toriad o r de la Filosofia . Nosot ros, d ice Bergson (p ág. 136), vemos un ¿Cómo no se iba a se r m uy exacto en esas const rucciones? Como
edificio doct rinal en su completa arquitectu ra . Tratam os de ejecutar mucho pr ob ablement e habría que examinar eso de nuevo, despu és de
el orden en pensam ien tos. Pregun t am os de dónde vienen los materia- que se ha dejado claro qu e en él está ignorado todo el conten ido de
les y enco ntra mos los eleme ntos de sistemas anteriores. Asl se a nda n partida de la metafísica platónica . ¿Problemas de rest os?, ¿deriva-
luego en esto hasta qu e, sin duda , se proporcion a una síntesis más dón? , ¿eco no mia de pen sa miento? Tal vez alcanzarían esas pregun -
o me nos o riginal de aqu ellas idea s en medi o de las cuale s ha vivido las su sitio correcto si se contemp lase en primer luga r de una ma nera
el filóso fo . l o que Bcrgson descr ibe aquí es el compo rta miento en completamente diferente el punto de pa rtida; yen efecto se t ra ta de
el qu e se m ueve a 10 lejos la H isto ria de la Filoso fía . P ar a volvemos rastrea r con qué medios racionaliza la observaci6n del comie nzo y se
a Platón; así se ven desa rr ollarse lentamente las ideas e n su obra temo int rod uce en el apartado del pensa miento que se t rata . Pu es -y aquí
pra na a partir de la defi nició n socrát ica (G rube); va n desarrollándose de nuevo dejamos ha blar a Bergson (pág. 152)- las rela cion es de una
como la objet ivació n (h ypo st atisatio n) del concepto ético que Sócr a- ñlo so ña (o sea , de una verdadera y gra n filosofía) con los fil6sofos
tes ha bía descubierto (Shorey 1). Igualmente ha llegado a ser formu - que la ha n precedi do y los coetá neos no es lo qu e nos quisiera hacer
lad o a veces esto : «En Platón, como en un hom bre de sobresa ltada asenta r un a co nocida con templación de la historia de los sistemas. El
sensibilidad y ent usiasmo , el enca nto del co ncepto ha llegado a ser filósofo (o sea , el verda de ro y gra n filósofo ) no to ma pen sa mientos
ta n gran de qu e él invo luntariamente t ra ta y divin iza al concepto co- vigentes ante riores pa ra mezcla rlos tod os jun to s en un siste ma supe-
mo una forma ideal». En esa sentencia de Nietzsc he (La voluntad de rior o para un irlos a un nuevo pensamiento . Más bien puede lleva r-
poder § 431) sólo es de su peculio el tono, la melodía puede encon- nos a veces a un rep etido contacto , sin dud a, con el pensamiento del
t rar se en mu cho s luga res, por ejemplo en Ueberweg-Prachter (14. I maestro, de forma q ue todos en conjunto se refiera n a u n solo pu nt~,
ed . , pág . 262): a partir del significa do lógico de la idea , ta l como pre- al que se a proxima más y más sin alcan zarlo en efect o. E n eso consrs-
domina en los primeros diálogos de Platón , se tendría desarrollado te la intuición dcl punto de partida . Es de tan extraordinaria sencillez
el ontológico . Pero con ello no se enco ntrar ía tomada con suficiente que nunca ha llegado a ser expresado por el filóso fo. «Et c'est pour-
a mplitud la perspecti va par a la con sideració n an alítico-genética. J. A. qu oi iI a parl é to ute sa vie» (pág. 137)*.
Stewart pone, j unto a la idea , una mezcla de eleme ntos metodol ógi- En el inte nto de derivar la metafí sica pla tón ica, o la así llamad a
cos al Jada de uno estét ico, Friedm a nn 2 uno lógico con un o religio- «doct rina de las ideas», co mo pura mente concep tual no le ha faltado
so. H . Cherniss ha realizado un ingenioso intento de deducir la «doc- eso a otro pa ra da rle su razón de la con templació n, visión e int uición.
trina de las ideas» a partir del rest o de los pro blemas de los predece- Si se oyera hablar a Pl atón , se podría no dej ar pasar por alto ese mo-
sores, «con una econo mía de pensa mientoe t . En la Btica, en la Teo- mento asimismo; se po drfa pensar además en contemplar en él el punto
ría del Conoc imiento y en la Ontología - así lo ve Ch er niss- se ha- de partida u orde narlo co mo un mo tivo entre otros o también juzgar-
bría n desarrollado, a fina les del siglo V, doc trinas de ta l grado de lo como un extravío del pensamiento de P lat ón . Podríamos, como
paradoja y desunión que Platón se dio cuenta de que era necesa rio antes, toma r aquí sólo un poc o, y casi por aza r, del gran trabaj o qu e
enco nt ra r un a hipótesis unitaria, para a bandona r el pro blema de los tiene qu e llegar a ser emprendido alguna vez: seguir la h istoria de las
tres ap a rtados y, mediante esto, reunir las fase s sepa radas del conoci- interpretaciones de Pla tón a través de los siglos.
miento . Ta mbién Chemíss tiene sus precurso res (¿quién no los tiene?); J. A. Stewan, que fue cita do más a rr iba , co mo psicó logo, encuen-
as í Windelband : en la doctrina de las ideas se a nuda n jumas todos
Jos pensamientos diferentes que se alcanza ron en lo fisico , en lo ético
yen lo lógico. lo mismo había planteado en un primer momento Ze- • oc Y este es por lo q ue él ha ha blado durante toda su vida ». (N. drl T.)
2 \0 PLATON I NTUICtON y CQNST RUCC tQN 211

t ra reunidas en la idea platónica las experiencias de un ho mbre que en la que no estaría raquítica o desfigurada una senda de la realida d
fue un gran científico y un gran artista. La «doct rina de las ideas» concreta . Co nsidera en la vista el «concepto de iluminación en Pla-
tiene, conforme a eso, dos lados. el uno metodológico y el otro estéti. t ón», en mitad de La República y en la Séptima Carta. y trata de arran-
ca . En el espíritu de Plat ón se hab ría fund ido un concepto cient ífico car esa iluminación de toda mística plato nizan te, pero no platónica .
co n ideogram as artísticos. imágenes on íricas y co ntemplació n.
Stewa rt ju nto con W. Lutow slewskl 4, que con su «esulometrta»
ha realizad o el intento de determinar exactamente el orden cronológt- I De las ideas a la Metafísica europea l
ca exacto de los diálogos y, ma no sobre mano en ello, de revela r el
anunciado desarr ollo de la Filosofía platónica de diá logo a diálo go. W, ~ i lt hey, en su Einleitung im die Geístesw íssenschaften (1 883),
Desde el estadio socrático se desarro lla el propiament e platónico. El ha quend,o presentar el paso a la metafísica europea. En esa Historia ,
e ra/ita sería el comie nzo de la lógica prop iamente platónica, en El la «do ctrina de las formas sustanciales» significa un p aso metódico
Banquete alcanza ría ella su grado más elevado. Plat ón hab ría llegado necesario q ue Platón ha dado , contando con Só crate s sobre la meta.
a ser consciente de qu e sólo tend ría que delimitar la ciencia ética, so- física de los presocrá ticos y el escepticismo de la Sofí s'tica _La ciencia
bre la que hab ía estado tan violento en el Gorgias, y el artista que posterior d isolverá esta meta física. La tarea de la conciencia históri-
hab ía en él alcanzaría la idea de belleza en una repentina visión. ca, sin emba rgo, es proc urar la interdependencia de tareas individua.
les, la prof undización de las cuestiones, la gener alización de los pro.
blemas y la co ntemplació n del horizont e. Así ve Dilthey qu e la teoría
t1.e las formas susta nciales co nsiste en la condición bajo cuya acept a-
I EI modelo del Arte/ ción el ser puede llega r a ser pensado como saber y el cosmos como
la voluntad mo ral. Ella se establece en Platón para culminar en Aris-
El deán lnge ' , sacándolo de P lotino, deja t ras de sí la tesis del tóteles y ser derribada más tarde.
desarrollo : P latón vio sus ideas generalizada s, las vio con ta nta clari- Pero, para una simp le ojeada, Dilthey se detiene, en medio de esa
da d como vieron los artista s plástico s griegos sus tipos ideales. Tam - contemplación investigadora de las cosas , con un to no de admiración
bién Lutowsla wski ha remitido a Fidias, y se llegó a encontrar más retó rica inesperado par a ese lugar: «tOuí én no experimenta en el ce.
de una vez co n la referencia a la plástica griega allí en do nde el dis- gador brillo de los más bellos pasajes de Platón que las idea s no sólo
curso tr ata del «cidos» de P latón . En Schopenhau er no es Fídias sino I!ene~ existen cia como cond iciones para 10 dado en su dimensión poé-
el Apolo de Belvedere qu íen se encuent ra ante sus o jos -« La cabeza tica SIllO que hace n estéticam ente poderosa al almal» . Algo así no ha-
mirando am pliament e en el entorno, libre so bre los hombros, com o bía sido asimismo co ntem plado en aquella co nstrucción lineal de la
pletame nte liberad a del cuerpo y ya no sometida a su cuidado»- ya Histo ria del Espirit u y es, con todo, esencial, si no pa ra ella, si pa ra
en el pasa je de la obra principa l ( final de § 33) «el paso desde el co- Plató n: «El co ntemp lado r de las ideas, en esa existencia de hecho , no
na cimiento común de las cosas concret as al conocimiento de la idea las pensaba como las con diciones mismas» . ¿Se ca mbia co n ello algo
sucede de repente» (comienzo del § 34). en la const rucción de la Historia del Espíritu? P or eso, n ada . (En ese
Ent re los historiadores alemanes de la Filosofía del siglo pasado, pasa je, sin embargo, debe permanecer excluid a aq uella discusión qu e
R. Hó nigswald 6 ha resaltado fuer teme nte en más estrec hos concep- tiene co mo obj eto el pun to de partida de esta gran doct rina». El pun -
tos la intuición en la concepción de la idea platónica, puesto que apa rta to de pa rt ida significa aquí lo mismo que pu nto de partida bíogr áñ-
a esa intu ición de toda for ma ext ática y ro mántica . El pensam iento (O; pues, en efecto, ha ent rado el discurso de la historia espiritual de
pla tón ico de la contemplación intu itiva de la idea permanecería cre- las cosas. «Nosotros e-co ncluye Dilthey- tenemos q ue act ua r co n
ciendo sin disolución ju nto a los motivos lógicos de la determinación el pa ren tesco de este pensamiento, en tan to qu e avanza en la conduc-
apriorística del valor; la determinación metód ica de va lor de la idea ción de la conciencia y se correspo nde, en esa forma sistemática con
platónica sería de inmediato un valor estético. el ampli o progres o de la metafísica europea». Pero uno se debería prc-
J. Stenzcl intenta hacer algo claro como el pensar en objetos del guntar, ¿es rea l sacar de su sitio y de su act uación dentro de la Histo-
tipo de la virtud, de lo bueno , que entre los griegos sería necesaria- ria de l Espíritu al pu nto de pa rtida de la doctrina? ¿Lo que se pasa
mente en una contemplac ión ' . El ve en el Eidos la delimitación que por alto en esas necesidades del pensa miento es lo que ho y se denomi-
sólo se pued e corresponder en definitiva co n el co ncepto científico y na ( existencia»? 8
que inmed iatame nte sería el resultado y órgano de una « int uició n», Nietzsche, en su pri mer año de Basilea , escribe Unzeitgem ésse Be.
212 PLA TON INTU ICION y CONSTR UCC ION 2 13

trachtung üoer Schope nhauer als Erzieher (1874)· , «pa ra te ner pre- ¡\sí Nietzsche y J usti, de maneras dife rentes, llevan de nuevo a la ob ra
sente una doctrina y un maestro de investigación del q ue me vanaglo- capit al de Schope nha uer, y co n ello a aquella metafísica nov ecentísta
ri ó» . Pero si él al mi sm o tiempo, co mo profesor de F ilo log ía, mantie - que ha pensa do asumir totalmente en sí la idea platón ica. «La idea
ne sus lecturas de Plat ón , critica po r ello la «falsa derivación de la platónica : el obj eto del Arte» , así reza el título del tercer libro de El
teo ría platónica de las ideas que hace Scho penhauer» y ésa, contra Mundo com o voluntad y reoresentacion. Allí Nietzsche tiene ra zón,
la que él se dirige, es aq uella «intuitiva contemplació n de lo general», lodo 10 lejos que la idea rea l de Plató n ava nza más allá sobre el apar-
en la que Schopenha uer había pensado que se con temp laba el punto tado del Arte. Pero , por el contrario, Scbopcnbauer, más que cua l-
de partida de la idea plató nica . En su crítica (Ph ilologica m, 271 y ss.) quier otro en tiempos más recient es, ha considerado lo intuitivo en
Nietzsche se deja ac onsejar, po r decirl o ast, de Zeller. Schopenhauer la idea coincidiendo con su propia experiencia. A pa rtir del mund o
habría partido de la idea estética. Pe ro P lat ón no llega ba a la idea como vo luntad, resalta, com pletamente puro, el mundo como repre-
desd e la co ntemp lación sino desde co nceptos no co ntemplables, co- sent ación ; en do nde un i ndi vidu o conocido - P lat ó n o
mo j ust o, bello, igu al y bien. Ot ros argume ntos en contra de la géne- Schopenhauer- se alza a sí mismo como pu ro sujeto del conoce r y
sis estética serían: la dialéctica como camino a las ideas, la mezcla en tam bié n con ello el objeto considerado para la idea. « . .. E I paso desde
Pla tó n entre el arte y su simpat ía por las matemáticas. P uede estar el conocimiento comú n de las cosas concretas al conocimiento de la
en esa crítica en algo correcto cuando se vuelve con tra la limitación idea sucede repentinamente, cua ndo el con ocimiento log ra desaslrse
de lo intuitivo a lo esté tico. Resulta asim ismo un error, aunque muy de la servidumbre de la volu nt ad» (§ 34). «Só lo a tr avés de la ... pura
extendido - un err or, por ot ra par te, del que ha participado contemplación, integrada completamente en el objeto, llegan a ser con-
Schopenhauer-, el qu e P latón desp recia sob re todo el ar te mientras sideradas las ideas. y la esencia del genio consiste en la capacidad con-
que critica el arte de su tiemp o. Las formas geométricas, sin embar- centrada en tal contemplaci ón» (§ 36).
go , habían llegado a ser enseguida un elemento que podía ayudar a Sólo fragmentos del puente de una interdependencia histórica real
una intuición. podrían llegar a ser reunidos en est e cap ítu lo . Para investigar la His-
Elabora también igualmente Nietzsche una crítica a Scho pen hauer torta de la interp retación de Platón y del Platonismo a través de los
porque éste encontraba el pu nto de partida de las ideas plató nicas en siglos y para mostrarla queda una enorme tarea.
la intuición. Así también Karl Ju sti , que fue historiador del A rte, un
decenio antes había asumido la inte rpretación de Pla tón hecha por
Scho penha uer y ya a causa de ella, en su tem prano escrito Die iisthe-
tíschen, Elemente in der pla tonischen Phüosophie (1860)"'*, se había
vuelto contra el propio P latón. Habría tomado perfectamen te la fi-
gura de Sócrates en Pl at ón , su artista filosófic o (pág. 8). Asimismo,
por la otra cara , ese arte habría llegado para desgracia de la dia léctica
plató nica, pues se habría mezclado un elemento fantástico en lo pro -
pio del pensamiento (pág. 56). «Es ya efectivamente el elemento que
echamos de menos en la teoría del Art e en Platón la representación
de lo idea l, o la corrección de la Natura leza. que aq uí mantiene indi-
cado su asiento en el objeto de la ñlosoña» (pág. 62). La ma la inter-
pr etación de la sup uesta «teoría del Ar te» en Pla tón la comparte J us-
ti con Scho penhauer y con Niet zsche. Pero entonces no se dirige J us-
ti, como Nietzsche, contra la int erpretación de Platón po r Schopen-
hauer, más bien to ma de ella , y juzga con ella, la metafísica de P la-
tón. «Con ello, como en un a caída intelectual, se encuentra entorpecido
el despliegue de aquel germen socrático tan prometedor» (pág. 67).

• Consideración intemp oral sobre Schopenhauer como educador. (N. del T.)
•• El título significa "Los elementos estéticos en la Filosofía plató nica". (N. del T.)
ALETHEIA 2 15,

*, n ~ palab ras una cr- pr ivativa , lo que las viene ta n forzado y lo q ue


IIl11lpOCO ayuda apa re ntem ente?

CA P ITULO X I Si la interp retación de &Al'J8~ i co mo & -A.118~ i fuera cie nt ífica me nte
uurccta , se podría sa ber establecer la diferencia o no . Resulta mucho
AL ETHEIA 1Il ~ ~ real el que los griegos, desde Ho mero ha sta la épo ca ta rd ía , han
s aociado &A.ljO* con NxO-, A1j8-, >.a"O-. Y esa asociación se ha mante-
(UNA POLEMI C A DEL AUTOR CONS IGO MISMO IIhlo íncoruestada en la poesía y en la litera tura en pro sa, y se oye
Y CO N M ARTlN H EIDEGGER) Il Ul tu desde el escena rio como ante el tr ibunal o en la pla za del mer ca-
lhl II los oradores. Se ha manteni do hasta época ta rdía . Los léxicos
Heidegger ha tratado en Sein und Zeit (1927) de los conceptos (c ió «nrlguo s lo encasillan como algo unán ime. Sexto Emp írico, en Ad-
gos » y «al étbe ia» (págs. J2 Y SS., 2 19 Y ss.) Y con ello determina. 1'I"(.\ /lS Logicos, co nstruy e todo un ap a rt ado a partir de u na variante,
pen sam iento de toda una generación pos terior. El porqué de su vuel IllU Y subjet iva, de esa etimologia. El neoplat ónico Olimpiodoro, en
ta a la et imología lo ha form ulado penetrantemen te él mismo : eso s _u Comenta rio al Fedón, par ece rem iti r, pa ra ella, a Pluta rco.",
n a el asunto de la Filosofía , «proteger la fuerza de las palabras mi Hay aq uí una pa labra per so na l que se refiere a cosas . Cua ndo yo
elementales en las qu e se expresa la existencia individual (Dasein), ant revisaba el capítulo «Alét heia» para la ed ición inglesa (1958). me he
de qu e lleguen a ser niveladas en lo inteligible por medio del entendi ltlldo cu enta) de qu e H esiod o se opone a mi con tra po sición a la in-
mient o comú n». En su libro Plarons Lehre von der Wahrheir (1947) h', prelació n de Alétheia como A-léth eia . Mientras tanto he llegad o a
ha interpretado luego Heidegger en esa base el sím il de la caverna d (1M me cuenta 4 de que mi oposición en ese punto no estaba justifica-
Platón, El filó sofo bu sca lleva r a la luz aquello que co nti ene el habla, Iln. Sólo queda establecer que aA1j8~f y &A.~8ua : l . Tal vez en un pri-
y ¿en dónde puede se r eso más impo rtan te que junto a la verdad? El mcr moment o no fuesen negativas, y 2. Q ue ellas de algun a man er a
co ncepto «verdad» ha bría llegad o a estar corrompido e n los pensa 1111 fuesen sent ídas co mo negat ivas:
dores de muchas generacio nes: segun la o pinión q ue prevalece actual
mente, verda d se adhiere al pensa r y hablar, no a las cosas mismas. &,.-auníf QJl'-(fióuu á-atp~f a- CJUlua
El concepto de verdad ha sido tras ladado «desde el ret iro de l ser a &-ra01)i &·ráOHa á-a8f"* á- aOfPua
la rectitud del mira n ) (pág. 46). Pa ra hacer reversible esa decade ncia
y par a reconducir lo de nuevo al pu nto de pa rtida está el esfuerzo de
&-rA.a l"ji
&-aa ./nh
, .
&-TA.áJ'
a -aarpua
Ela &·opal"jf &-.pápuu

Heidegger. La caída comienza, segun él, en P lat ón , y el giro se inicia


en la determ inación del ser co mo lbia , Vam os a demostra r lo que es- Pues para ninguna de estas pa labras ha y una negación . Pa ra &A.'18~~
to quiere decir . Tomemos como frase-guia la pr opi a adverte ncia de l'\t:.í la nega tiva &,.aA.'1e~i . que sin duda no a pa rece a ntes de Polibio .
H eidegger: la tendencia en cada uno (o sea, en el habla) de bería pre- Pero para el problema esta blecido por Heid egger na da significan esas
caverse de la mística sin est orbo de la pala bra (Sein u. Zeit 220). limita ciones.
La etimología de &A.l'J O~~, &A.'IfOua como &-A.l1nj~, & ·A.~8ua par ece En un tiempo más an tiguo está muy cla ro el esta do de la cuestió n
esta r hoy en general acep tada: lo encubiert o , que no ocultado , es 01· en Hesíodo, para quien establecer etimo logías es un elem ento escn-
vidadc o el que no ocu lta. de for ma escondida, olvida l . En realidad clal de su doctrina so bre los dioses. Así. en la Teogon ía (226 y ss.)
no es tan firme como parecfa. Se com pa ran dos palab ras no mu y ale- pone como nacidas de la Noche la s dos acciones opuestas ent re sí,
jadas ent re sí tanto en for ma como en significado , como & Te E H ~ i , ltrts y Nereo. En tre los nacidos de la di osa Discordia se e ncuentra una
&rQhua o (hQL¡3 ~ ~, &xemwx; ambas no son de etimología segur a. canti da d muy amplia de hijos e hijas; está L éthe, olvido y oscuri da d.
C uando se der iva n del material lingü ístico indo europeo. siguen incier- Se encuentra , por una parte. entre «Trab ajo Dol oroso» y «H a mbre
ta s, pese a los intentos de los etimólogos. También ¡J;EVÓ~ i, ¡J;EÜÓOi, y dolor de lágrimas», por la otra . En agud a oposición con Eris pone
el opuesto co mún de &A.110 ~ i . &A.~OHa desde Homero . y ot ro contr as- Hesíodo a Nereo (233 y ss.). Segura me nte tamb ién se debería enten-
te más: & 1l'cr7~. «engaño » «me ntira», son en apariencia no indo - der el nombre «Nereo» como «No-Bris» . El contraste se expresar á
europeos. Po r esa razón probablemente &A1)B~i, qu e pert enece al mis- más tarde : mientras que Eri s tiene. en su generación, «las palabras
mo ca mpo semá ntico , no es seguramente & -A118 ~~, lo mism o qu e la engañ osas y el discurso doble», Nereo conserva los epítetos de : 1. «no
interpr etación de &·7eE)(~ i. & -)(¡;lt¡S ~ ~ y &''lranj ¿no sería imponer a engañ oso» (&¡J;éVÓÚ'l'), y 2. «q ue no oculta y no olvida » (&A.l'J Oúx). La
primer a negación co nvierte en ind udabl e a la segunda; y eso todavia
216 PLATON ALETHEIA 217

será confirmado luego cua ndo Neceo se conside re como «el que no irreal o sueño o incitación o fa lsedad; 3. por el lado del ser-a hí hu ma -
se equivoca» (V1¡p.lQn7f). y más tar de se dice de él: «no olvida. no se no : la falta de sinceridad , el hábit o de mentir y la falta de confia nza
equivoca en lo qu e es justo (oVó{ Ot:P.U1Tf WP >..;,etT<u) sino que él sabe Co n Pa rm énides se alca nza un punto de bisagra en la Hi sto ria del
co nsejos justos y amables (&).}..U ói:/fO.ux xai ~ T IQ Ó~VfQ olóuo»). Tarn- Pensami ento Grieg o y con él del concepto Alétheia ". Su doct rina ra-
bién Hesíodo, que consideraba, en cabal labor de pensamiento. a dical del Uno no con oce en su fundamento realidad alguna que se con-
&).tr8~ fcomo &-).'*'if y Jo trataba de inculcar a sus oyentes, designa temple de u':la verdad opuesta a ella . Verd ad del pensar y realidad del
con ello al que no olvida, al que no se equivoca; y piensa también ser caen conjuntam ente en una sola cosa, precisam ente aquel Uno fuera
en aquella «rectitud de mirada» que Heidegger atribuye a un grado del cu~ nada real ha y sino la irrealidad y no- verdad (o semi-rea lidad
posterior de l pensam ie nto griego . al platónico. y semi-verdad) de la op inión sola y del pa recer solo. Significa tivo es
Menos unánime q ue Hesíodo resulta Homero . S610 en una oca- que Pa~m é n id es , so bre esa realidad -verdad, ha a prendi do veracida d
sió n se p uede observar fácilmente que áXlj8ú , &Ar¡Ofa, a>"qfü Íl ¡p en de la d iosa . Las tres pa rte s del co ncepto griego Alétheia se encuen-
la poesía homérica -con una sola excepción- siempre son objeto Iran aq uí en ind isoluble unidad.
de un verbo de lengua ' . Po r dos veces resuena una aj usta da int er- A l lado de Pa rménides est á H eráclito . En las fa mosas sente ncias
pretación : H éctor (Z 376) ordena a los sirviente s: « tC uenta rela tos de Her áclito, en el com ienzo , Heidegger co n m ucha razón ha encon-
no eq uivocados ni mistificad ores (vr¡¡.ueúa. ¡'HJ O~ oa. oOE)! » y un a cria- Irada una re ferencia al «fenómeno destacado de la verd ad en el senti-
da le responde : «Tú nos has ordenado que contem os rela tos no ocul- do de desc ubr imiento o desocult ación ». Pero Heráclito , cuyo lengua-
tos ni que oculten (&>"170fCl ,w O~ oClo l)at ) ). En la lucha por P atroclo je ap arece tan lleno de juegos serios de pa labras, no hu biera puesto
(v 36 1) indica Aquil es a Fénix su sitio en la met a de la pista de carre- a >"a ~8á vH y a l1!- IAavOavo vruL el uno junto al otro, si no hubiera pre-
ras; «Para que mantuviera en la memoria las carreras (ó s ¡J.~¡J.Vf'fTO tendido hacer perce ptible la «alé t heia » como el contraste entre am -
ÓeÓ ¡J.O tlf ) y lo verdadero ( = qu iere dec ir lo no-olvidado, 10 no- hos verbos s. Si pudiéramos seguir en ello también a H eid egger , sin
oscurecido) (¡axi &}.."Of i17 v á'lfofÍrot»). De esa ma nera par ece co mo duda sería sólo que Her áclito ha bría única me nte oído la desoculta -
si ta mb ién Homero hu biera quer ido man ifestar en esos do s pasajes ción del ser en la «a térheia». Pues «co n ese l ógos » y la incapacidad
la no oscuridad del hecho junto con la rectitud de expres ión. Se not a, del hombre para contempla rlo co mienza Heráclito su discurso . Así
y así quedará eviden te, que en conj unto Homero y Hesiod o tie nen es proba~le que pa ra él la «aléthe ia» fuera ambas cosas: ¿la desvela-
perfect amente clara s, en la eta pa más an tigua , las dos acepciones que do ra claridad-verdad de su lógos y la cla ridad-verdad del ser, que ese
Heidegger distancia entre dos períodos muy separados del pensamiento legos desvela? ¿Y no es él mi smo quien pone su nombre al comienzo
griego. corno el qu e discursea y el que , t odavía en aquella prime ra sentencia,
Una sola vez fue aplicad o en H omero el térm ino a>.."O* a una per- habla de palab ras y obras «tal como yo las enn umero, una tras otra»?
¿Se enc uentr a n también aquí un idas, co mo en Parménides, esas tr es
sona: en un simil fue considerada una hila ndera «verdadera» , «au tén-
tica e". A ca usa de q ue ya en la Anti güedad er a dudoso el sign ifica- partes del concepto de «alét heía», si bien más enigmáticas según la
do que en Homero se encue ntra sólo aquí (M 433) , uno se plantea costumbre de Heráclito?
si Homero podía ha berlo d icho así. ¿ Pero es q ue el símil co mpleto ~ho ra a P latón . Su símil de la cave rna se encue nt ra delinead o po r
no es un tipo único? y sin duda pert enece al viejo «epos» . Aq uí ta m- medio de aq uel doble sent ido de l ca mino gradual: ca mino gradual del
poco áA1701j ~ significa ni lo no ocu lto del ser ni lo inequ ívoco de la ser y del conocer, a mbos est recha me nte relacion ados e nt re si. Sobre
mirad a, sino la veracidad inequ ívoca de la persona ; incluso tiene la ambos se ~e rni rá en la mirada, de lejos, allí de donde y a donde van
ter cera acepción qu e la pa lab ra podía adoptar también en tiempos pos- a co nvergir, lo que el ser envía (ofrece, conserva) a lo que es y el ca .
teriores. Si se tom a a Hesíodo y a Homero en conjunto , queda com- noccr al que co.noce : es la «idea del bien» o <da figura de lo perfcc-
pleta : las tres acepcion es de &>"1JOljs, &>..~OH(X se encu entran ya en el 10 »), cuya esencia .n o es expresable en pa labras, sólo captablc ap roxi-
uso del lenguaje de la vieja épica ; l . la no -os cur a, no encubiert a recti- rn án~osc por m c~1O del pensar e imitable por semejanza. En esa C011S-
t ud del hablar y pensar, 2. la no -osc ura, no encubierta realidad de ~ r uc~ l ? n sistemá tica . ~ a present ado Platón su experi encia filos ófica,
la existencia del ser, 3. la no-olvidada, no engañosa rectitud y veraci - intuició n y ela b ~)faClO n; le ha dado en un principio la imagen en In
dad del ser humano, del ca rácter - de la «Existencia», si se prefiere que ella se ma nucne. H a hecho portador de su pen samiento a S ócra-
decir asi- , la «verdad qu e yo mismo soy» (Jaspe rs) . Lo s contrarios les, que a causa del giro a la verdad- rea lidad ve la mu ert e en el rostro .
son: l . por el lado del decir y opinar, la ment ira , el enga ño, el error, 1.0 q ue pa rece esta r presentado en pr imer luga r como el doble sent ido
la habladuría y la reserva; 2. por el lado del ser, el juego, lo q ue es del ca mino gradual llega ría a co nvert irse en tres sent idos, si no se ol-
218 PLATON ALETHE IA 2 19

vida que se trata del lleno de verda d de cuya boca no sot ros oímos III ral: verdad desta pada y reali -
alego ría de la realidad sin oc ultación y de la verdad no ocultada . dad destapada .
La interpretación del símil de la caverna po r Heidegger 9 es dig-
na de admiració n po r su energía; es también inst ructiva allí en donde que pri ncipalmente en adelan- Co n «en adela nte» sale la fal-
ab ar ca ca mino s rea les ( por eje mplo, las figu ras tri dimension ales que te la esencia de la verda d no se sa co nst rucción de la Histori a
son llevadas a través de la caverna) o en donde se hace oracular (In desarrolla co mo la esencia de de nuevo . Es co mo s i Heideg-
« presencia», pág . 35) o en donde se confia po r co mp leto en la etimo- la desvelaci ón a partir de su ger dejara a P lat ón mo str arse
logía (la esencia del (leidos », de la idea, no sólo radica en el «pa recer prop io contenido de esencia , ant icipadamente en el mo do
y el ven>, pág. 34 y SS., sino sobre lod o en forma y estructura) . Resul- misterioso de la Histori a de la
ta part icular mente ind uctor a error, en la interpretación de Heideg- Filosofía post-p lató nica.
ger, el paso siguiente : cua ndo Heidegger habla de la «ideas o de la sino que se deposita en la esen- No se deposita -en P latón-
lóia piensa fundamenta lmente no en la idea en genera l, no en el aparo cia de la lOi a. sino que la realidad desarrolla-
tado de las « formas» sino piensa en la idea única, deli neada, el «ar- da, la verdad que se desa rro-
qu eti po de la perfecci ón», la que, semejante al sol, se reco ge incluso 1Ia y el espíritu en el que pre -
más allá del reino de las ideas, «más allá del sen ) - la «transcenden- domina esa verdad, y que por
cia» , para decirlo como Heidegger y Jaspers; ya que ella tiene en el med io de esa verdad aquella
«epé kelna» su orige n filosófico-histórico 10_ . realidad descubr e, llega a estar
Per o lo más aso mbroso de la nueva interpretación viene en pti- fund amentada en algo má s al-
mer lugar: Heidegger ve consumarse un ardiente pr ecedente. ¿En dón- to : en el bien o en la perfec-
de se co nsuma? ¿En la Histori a del Espíri tu Humano o en el pensa- cien .
miento de Plat ón qu e tiene un lugar en esa Hi storia? Nosotros oímo s
pronto una ind icación Que ad elanta algo: ' En lugar del desvelamie n- La esencia de la verdad da va- Si co n ello tiene qu e ser pen-
to, se abre pa so en la preferencia ot ra esencia de la verdad » (pág . 33). lor al funda mento de la desve- sado qu e el lado «ontol ógico»
O ímos lo qu e supuestamente se consuma. «Esa pa rábola», dice Hei- lación. de la «al étheía» debe ser esti-
degger (pág. 40), «cont iene la doctrina de la verdad de Platón . Pues mado a costa de l lado «gncse-
se fundamenta en la preferencia no expresada de llegar a que la ¡hia lógico », eso seria - para
dom ine sobre la &}..lj6u a }). Heidegger ve una preferen cia: el llega r a Plat ón-e- falso. la elevad a
domin ar. Yo veo - en Platón- un ser: el ser predo minan te. Y la ¡óia perfecció n, Q'tlTó ro &-yaOoiÍ, ~
TOV &-ycr8oli lUa irrad ia la ver-
no es (o no llega a ser) dominadora sob re la &}..~8ua, en donde asi-
mismo la &}..'¡Oua es proporción de ambas cosas, tan to del ser de las dad de si, «alét beia », entendi-
formas, «ideas ». como de su llegar a ser cap ta blcs a través del espíri- da tan to como realidad desve-
t u. Dominadora no es la «idea» o el «eidos» sin más, sino la más ele- lada del ser como realidad des-
vada idea : la forma esencial de la perfección . velada del co nocer y en tercer
lugar co mo verifica ción de la
He aquí en detalle la exposición. existe ncia del espíritu que, por
medio del conocer, afirma la
realidad del ser.
Heidegger. pago 41 Mi cntica Así , dimana de la primacía de Co rrectamente a su vez: en la
la iMa del lÓfiv, ant e la «alé- más elevada ibiO'. . El lOfiv só-
Cuando Plató n hab la de la No de la ¡oia sin más sino de theia», una transformación del lo puede ser pensado aqui, en
¡Ma, ella seria la dominadora, la iMa de la perfeccion oNo se ser de la verdad . el sentido de Platón , como la
qu e tolera la desvclacíón y se rem ite, sino que dispone, di- expres ión imaginati va del co-
remit e a un no -dicho ; vierte, presenta (7fae a ax O/-lfvl1 nocer intuit ivo. Ese int uir qu e
517 C.) En vez de desvelam ien- conoce no tiene la primacía an-
to más claro y menos unilate- te la «id éa», sino que es el ob-
" 1

220 PLATON A Ll'.T HE IA 22 1

jeto del int uir desvelad or, ver. Heidegger pág. 43 Y s.


dad descobijadora .
All1 has frases ha blan de la pri- A quí vue lve Heidegge r a la
Heidegger, pág. 42 Y s. mada de la idea del bien como sencilla corrección. Con «igua l
dr- la posibilidad de la rect itud qu e) vuelve de nuevo el viejo
Verd ad respecto a OQtlÓTI)f. a Verdad, en la int erdependen- lid co nocer y del desvelamie n- err or: a parti r del yugo de la
la rectitud del percibir y expre- cia sistemática de Platón, es de In de lo conoc ido . Verdad es unifi cación llegarí a a surgir el
sa r. inm ediato dos cosas: real idad por fin desvelamiento y corree - yugo de la subyugación e lóla
desveladora del ser y rectitud ción , igua l que también la des- se man tiene allí en donde la al-
desveladora del co noce r y ex- velac i ón ya se enc uen tra bajo ta lóla tiene q ue man te ner se.
presar . Además, como tercera: ('1 yugo de la ¡Met.
la ver acidad del «noüs», de ese
conocer, se dirige a aquella
reali da d . En luga r de «noüs». Co mo conclusió n aparecerá sencilla y correcta mente en H eideg-
se po dr ia decir «existencia». gcr (pág. 48) lo siguiente: « lo más llevad o a la zona de lo suprasensí-
lile es aquella idea qu e, como idea de todas las idea s, se man tiene co-
En esa tran sform ación de la El cambio que se consuma, el 111 0 la ca usa del conocer y del aparecer de todo sen) . ¿ Pero qué es
esencia de la verdad se consu- cambio de lugar, el «todavía es lo que ha quedado entonces - al menos para Platón- de aquella co ns-
ma inmediatamente un cambio ella» y «se con vert irá » perte- uucci ón de la que nosot ro s somos con secuen cia'?
de luga r de la verdad . Co mo necen a la falsa cons trucción. En mi polémica con H eidegger he aprendido cómo mi a nterior opo-
desvelaci ón es ella todavia un vici ón a la de svelación, desocultació n, era improceden te. Lo que no
paso fun damental del ser mis- ve ha modificado es mi crítica a la const rucción de la Historia en Hei-
mo. Como rectitud del «mi- dcgget. Pues clar am ent e el resultado es este : En Pla tón no esta ba por
Tao>se convertirá en la desig- primera vez la verda d para la rectitud del considera r y exp resa r; eso
nación del comportamiento sucede ya en el viejo «epos». En Platón predom ina en ¿').Jl8~ f y en
human o para el ser. .\). ~8ft a el eq uilibrio ent re verdad desvela dora. realidad desvela dora
En un modo conocido. debe La restricció n «en un modo y veracidad . Asi Platón no ha corrompido el concepto «al étheía» , co-
Platón, con lodo , tomar toda- co nocído» y el «todavía ) ha- 11I0 pretende Heidegger, sino qu e lo a fina , siste mat iza y recoge.
vía la verdad co mo ca rácter del cen una sinrazó n de la cons-
ser. t rucció n platón ica de imáge-
nes.
P ero enseguid a se d irige d esde Nada se dir ige en P latón sin
el pregun tar a la desvelacíón, qu e la realidad desvela d ora del
en el mostrarse de la aparien- ser y la rectit ud desoc ulta do ra
cia y con eJlo... en la rectitud del mira r est én relacion arla s
de l ser. Por eso hay en la doc- entre sí.
trina de Plat ón un necesario En luga r d e doble sentido de-
dobl e sent ido . be llamarse doble lado .
La doblez de sentido es mani- Las dos caras se manifiestan
fiesta en todo corte , en cua nto en todo corte, de forma qu e
que depende dela &>..110HC~ ••• y, depende por igual de ¿'A~O Wl:'
no obs ta nte , se pen só la y de OeOÓ711 f.
rectitud .
DIALOGO Y EXISTENCIA 223

únicamente ese diálogo e incluso ése con las mayores limitaciones. Jas-
pers sa be un fundamento de ello . «Para el griego de alto valor y bien
for mado , [la comunicació n) pa rece encont rarse fuera de lo que es co -
C A PIT ULO X II uocido como sen }. Muy extraño: ¿ No podría la comunicación, para
11 11 griego de a lto valor, «llegar a convert irse en conoc ida como sen )?
DIALOGO Y EX ISTENCIA I. No pod ría esta r relacionado con elJa un homb re «bien formado»
que es exactamente lo que siempre significa esa expres ió n-? Má s
(UNA PREG UNTA A KARL J ASP ER S) tille eso : ¿Es que incluso no es «co mmunicat io» la co rrecta t raduc-
cion de ap(Vfoi"wo( ~? ; ¿y no son J(ol Povu6m y apaJ( o IPoiiu6a~ pa la-
«Existe ncia» es el concepto q ue act ualme nte presta su rostro al fi- liras que en P latón se encuent ran con frecuencia para expresar la so-
losofar, per o inevita blemente es ta mbién una palabra de moda en las cicdad humana en la conversaci ón entre dos? Muy raram ente, de le-
cha rlas conte mporá neas. En la obra, en tres tomos, de Jaspers deno - los: El Banq uete es mostrad o por Jaspers por un momento como una
minada Filosofia (1932) se man tiene la iluminación de la existencia gran excepción. ¿Pero es que no mantiene viva Sóc rates, en el Fed én,
como un vínculo mediador y extendido entre orientacion filosófic a hasta el momento de la mu erte, y con esa muert e an te lo s ojos, la co-
del mundo y la Metaf isica. Iluminación de la existencia, no existen- municació n con sus ami gos. yeso de si el «l ógos» mu riera no parece
cia: pu es lo que Jasp ers emprende es la descripción y an álisis de la luma 10 más odioso? ¿Có mo sucede en el Crito n, en el q ue Sóc rates,
existencia co n medios no-existenciales. El filósofo habla de «n a ufra- m conversació n con el am igo qu e viene a distraerlo , explica el porqué
gar» per o su bot e no se nos hace notorio. Habla de la historicidad, se podría trastocar la obra de su vida? ¿Acaso el Eutif rón o ta mbién
cuando en expresió n co mún conduce a la fro ntera de lo individual- el Teeteto no son sólo expresión de la estruct ura dialéctic a del cono-
part icular y luego le dej a al lecto r el «salto». Escribe sobre «co muni- ccr pensa nte? ¿Aquél es entonces rea lmente sólo la búsqued a de una
cación» , pero se encuentra allí sentado, an te la ch imenea, q u iz ás tan defi nición de «piedad» y éste en rea lidad ún icament e un ca pítulo de
solitari o como Descartes. En todas partes hay preguntas a todo el rnun- la temprana histo ria de la teoría del conoc imiento? En d on de asi mis-
do, tam bién a los int érp retes de la obra platónica . Pero q uien no se mo en ambos la d ialéctica se reduce a la vista del proce so socrático,
hubiera di rigido inmediatamente hacia Ja spe rs. no enco nt raría algu- 1,.·11 el Tceteto además a la vista del valo r del héroe de ese nombr e que
nas valiosas líneas en las qu e la co mprensión de Platón se mant iene se encuent ra malherido ; por eso queda au to rizada la preg unta al lec-
como pregu nta (11 , li S). ror -una pregunta muy «existencia b-c- de qu é tiene que ver la valen-
Ja spers habl a so bre comunicació n y de que la verdade ra filosofía tía en la guerra y el valo r cívico co n el pro blema del co nocimiento .
sólo viene en comunida d con el ser- ahí. Eso lleva a la pregunt a de qu é No los menos sino los más de los Filóso fo s actuales argüirían : ¿Pe ro
con secuencias para la forma de la Filosofía se desprenderí an de este 110 es que Plat ón es tal vez de otra opinión y pretende lo bastante algo
estado de cosas . si es que no constituye el diálogo la for ma medida de esto : fun damentar la d ialéctica en la Existencia y exp licar la Exis-
de la participación filosófica . Así se podr ía mostrar, dice Jaspers, pe- rcncla po r la dialéctica?
Así los diál ogos plató nicos, al menos muchos de ellos. sirven in-

~
ro no es así. El d iálogo. como cua lquier otra const rucción filosó fica
del lenguaje, es sólo una forma de parti cipación par a el lector y pero efuso para algo muy distinto de (sólo para la estr uct ura d ialéctica del
mit e suma rse y enredarse en su com prensión. Segur amente , se podría conoci miento pensan te» . Cuando yo leía ese «s ólo » en J aspers, tenía I
objetar, él lo permite. ¿P cro no es el diálogo una forma que persigue qu e pensar en eso q ue Herman n Bonita, hace tres cuar tos de siglo ,
en part icular ese sumarse, si es que verdaderamente se trata desde el en sus Ptatonischen Studíen (3 ed ., 1886), ento nces, y todavía en mi
princip io de un diálogo y es leído como tal? Aq uí entonces el propio juventud , muy a preciados, escribe: El se limita , «con omi sión de to-
Jaspers se dispon e a echar una ojead a a Platón. Se espera poder ap ren- do lo que se refi ere a la composición art ística del diálogo [del Fedó n ] ,
der algo de Pla tón sobre «co municación existencial» , algo de eso tamo est rictamente a hacer pr esent e lo doct rinal del contenid o». De eso me
bíén como pa ra que sea cumplida aq uella suma y realización de los ha bía extrañado hac e muc hos años, y de eso ha salido mi interpreta-
lectores. Pe ro uno se engañaría. «Los diálogo s de P lat ón no son ex- ción de Pla tó n. Si Ja spers tu viera razón, me ha bría eq uivoca do en
presió n de la comunicación de posibles existencias , sino sólo de [a es- mi punto de vista, por no colocar nun ca un tab ique entre la discusión
tructura dialéctica del conocer pensante». Asi dice Jaspers. Luego duda filosófica y lo que se considera ropaje dram ático o algo parecido . Pues
du rant e un instante: «El Banquete es leído por nosotro s de una vez, ese era mi punto de vista , y se entiende qu e no me enco ntraba solo
como si aqu ello fuese una revelación de auténtica comun icación». Pero con él, ya que no se t rata de na da nuevo sino de algo m uy viejo. El
1

224 PLATON DIALOGO Y EXISTENCIA 225

neoplatónico Proclo, en su comentario al Alcibíades de Platón, hace 1I 1l1 1lCra en el diálogo Parménides fue considerada la dialéctica más
est imaciones de reflexión sobre (as escenas platónicas de íntroduc- dificil de la segunda parte, un juego que nos han obli gado a jugar;
ción 1: éstas no se encontrarían allí para el desarrollo dramático, tamo ~ I·~ C juego recibe un atributo (7{'eCt''YI.u:m;~wó1/ íTwótáv) de for ma qu e
po co como obj eto histórico, sino que desde el pri ncipio tienen que 11 hicn la dificultad o bien el contenido o ambos significan algo para
ver con el obj etivo filosófi co del diá logo. En el A ícíbtades esto serta Ilodcr convertirse en acción. En una explicación muy característica
el ob jetivo: dejar clara nue stra esencia y el ser total mediante el cual lk la Carta VI también fue recordado , y asim ismo, por otra parte,
todos está n determinados y contemplados en conceptos científicos. 1'11 muchos pa sajes de P latón 3.
La escena del proemio hace volverse al joven a sí mismo y le convier- Sc sabe que fue Kierke gaard el qu e ha planteado el concepto «Exis-
te en examinador del modo de pensar dado previamente en sí mismo u-ncia» en su sentido actual. La s cosas que ha señalado con él las ha
(o de los pensamientos 7W/I f.1' ~ O:Vío/ ¡rQ OU1I'O kH¡i f:v WI' ÓW/lOl1WXTW/I) . llevado Kierkegaard a si mismo , como cristiano solitario y en lucha
Con ese gir o a sí mismo quedaría elevado a una inspección del cono - runrra la filosofía de sistema que culmina con Hegel. Pero en Kierk e-
cimie nto socrático y al punto a una contemplación de la vid a comple- 1I111l rd , allí en donde se habla de existe ncia , siempre se encuentra pr e-
ta de Sócrates (o, como se preferiría decir hoy: de la existencia de Só- u-nte Sócrates, es decir, sobre todo el Sócrates platónico 4 . Mit stiin -
crates). ,I/¡.: /'n /linblick auf Socra tes no es sólo su primera obra escrita sobre
Lo mismo que Proclo. En todo caso habría que est ablecer: la Fi- t'[ concepto de iron ía. Uno abre los Philosophischen Brocken, que trata
losofía no em pieza , en Platón, primero allí en donde el punto de la di' fe, pecado y de Dio s como maestro . Allí encuent ra la primera pá-
discusión dialéctica fue fija do en prim er lugar, sino más allá, en don - II llI a con la pregunta socrática dc cómo podría llegar a se r aprendida
de nosotros creería mos per manecer todavía en una charla sin delimi . In verdad . Y en un lado y en otro está siempre Sócrates de nuevo pre-
ta r o aún en la construcción del juego inf or me o de lo serio . ¿En ton · u-nte hasta en el final en donde Johannes Climacus habla de «aquel
ces es que Jaspers ha leído los diálogos platónicos sólo, o casi sólo, nvun broso irónico durante aquel siglo» a quien él «se acerca con lati -
allí en donde se encuen tra un marco idóneo para el que dis fruta artfs- ¡los de entusiasmo». Con sus preguntas socrá ticas y no socráticas pa -
ticamente, para el historiador o pa ra el qu e todavía relea , en vez de Il ' CC qu e se trat a de insistencia de Kierkegaard para acreditarse ante
algo «existencial» en el Fedón; o sea, si Sócrates se sien ta en la cama, xocratcs. ¿Por qué? Efec tivamente será porque, como él mismo dice,
se frota la pierna y comienza a hablar con los ami gos mucho más in- 1¡1 relación socrática entre hombre y hombre es lo más elevado y lo
cluso que antes, sobre todo desde las primeras palabras de la conver- ll1 ~ S verdadero . «El único que me reconfo rta es Sócrates». ¿O se po -
sación am bientadora? 2 . .hfu expresar mejor de esta manera: Sócrates, t al como Platón nos
Resulta singula r, como ta ntas veces cuan do se oye a Jasper s ha- 111 mediatiza , es la propia existencia filo sófica S?
blar en general de existe ncia, qu e, en un di álog o pla tónico, uno se Así pues es el diálogo pla tónico «exist encial: asimismo en un sen-
tenga que acor dar de repente de un momento concreto de la vida . 1,56: 1[;10 rad ical como la explicación de existencia, ta n valiosa, de Jaspers.
«Una situación se convierte en situación límite si el sujeto se despier- I'ucs lo que Jaspers aporta es descripción, análisis y sistematización
ta a la existencia po r medio del estremecimiento radic al de su ser-ahí» de la existencia humana aquí y allí con una palabra para provoca r
- Eso es el Alcibíades-. Il,1 7: «Realidad existencial es la incondi- verdadera existencia. El Fedón, El Banq uete y otros diálogos son dra -
cionalidad en el instant e decisivo» - Eso es el Critón-. 11,101 : «Quien lilas en los que se rep resenta esa existenci a humana. Pero no son, o
se in clina a los monólogos, abrumando unilateralm ent e a los demás, 110 son sólo como obras de arte ante las que uno se para extasiado,
trata fa lsame nte de callarse» - el Protágoras present a ejemplos-. dno que so n vida filosófica que con voca al lector para co mpartir, pa-
II,65: Para los que «aman la luc ha de la comunicación existencial» 111 entra r en la conversación a oponerse, a con tinuarla. No filosofan
hay ejemplos pa rad igmáticos en el Cárm ides, Lis is, E utidemo y Alci- sobre existencia, sino so n ellos existencia - no po r todas pa rt es si-
hiades. TI, 255: «I ron ía es el asegurarse an tes de caer abajo, a la fa lsa no a lo lejos- oO , para no usar y abusar siem pre del mismo término:
colocació n sagrada de las objetividades». 11 ,286: «Juego: no hay que \ 0 11 realid ad de vida mientras qu e investigan la verdad del ser.
tomar algo dicho com o estab lecido objetiv a mente, de forma ta n im- Lo que en est e capítulo se intentó probar lo ha reconocido Jaspers
port ante que resulte intangible». «En la solemnidad de un recint o de (' 11 su última obra, Die Grossen Philosophen (1,1957,265): «Así per-
verdad se encuentra olvidado el juego como un objetivo expresado». mite el diálogo dej ar que se haga presente el sentido existencial de lo
(Sólo en medio del juego es posib le la verdadera seried ad». Con lo pensado junto con el lógico: por medio de la refer encia d el contenido
qu e Jaspers dice sobre ironía y juego se da vueltas a pasos esenciales del diálogo a hombres y situaciones ».
del Sócrates plat ón ico. Como juego se tiene qu e pensar que de alguna
SOBRE LA S CAR TAS PLA TONI CA S 227

ttltkos (Uebe rweg, 1861; Scbaarschmídt, 1866; Hu it, 1891; wíndel-


l.nml, 1901)? ¿Qu ién se preoc upa sólo de eso, en lugar de habérselas
t '111 la interp retación? ¿Y quién ha «probado- propiame nte la auten-

CA PITULO XIII Ild da d? De esta man era se intenta aq uí mostrar qué verdade ras cues-
tloncs han conseguido plant ear las ca rtas y tal vez respo nder. sin que
SOBRE LAS CA RTAS P LATONICAS uno se decid iese a favor o en con t ra de la autenticidad ; pues a veces,
en efecto, la concentr ación en la cuest ión dc la autenticidad co nfunde
Las Carlas plató nicas eran desaprovechadas en el siglo XIX como 1.1 mirada y arrincona la serena comprensión de los documentos.
ha llazgo falso o novelístico por la mayoría de los C írculos de Hisro-
ria, a pesar de Oeorge G rote. el histo riador político . Desde hace 50
años son objeto de viva par ticipación e investigación . « Documentos ¡Ca rácter de la carta V/JI
de inestimable valor» era n par a el escritor de Historia de la Antigüe-
dad Edua rd Meyer (111 , 190 1, & 166; V, 1902, & 987 Y ss.) qu e, como La Séptima Carta. un docum ento sin igual en la Literatura Epis-
se comprend e, pensaba sobre tod o en ellas a propósito de la Historia rolar Griega - ¡sob re ella dedican los Epistolograp hi de Hercher un
Politica. Se ca usó part icular impresión cuando wiíamowitz. en su P ía- romo de 800 págin as!- y sin igua l, tal vez, en la Literat ura epistolar
Ion (1919), inesperada y ap asionadamente aboga po r la autenticidad en general, resulta del más alto significado para la comprensión de
de las Carlas VII y VIII. t ras haber explicad o ante riormente ya como Pla t ón, de su Filosofía, de su circulo, también pa ra la Historia po liti-
posible la de la VI. Aho ra , en PiOlO's L ije and Thought de R. SI. H. ca dc Sieilia (lo que, con todo, quiere dec ir del Mediterr áneo), para
Bluck (1949, 189), se encuentr a un meritorio repaso de los resultados la Historia de la Autobiografía e incluso para muchas ot ras cosas má s
de la investigación desde 1910 1 • Después de eso, podría parecer co- tod o eso lo mismo si no fue escrita po r Platón que si fue dictada
mo si la autenticida d de la V/I y V/ II fuera actualmente de recon oci- por él- Co mo cada un o de sus lecto res sabe. la cana contie ne t res
miento general. Sin embargo aún no está mu y ampliamente co mpro- ctcmcnros: el primero es una misiva política ; interviene, co n consejos
bada qu e las tr ece ca rtas no den la im presión de una novela episto lar prácticos, concretamente en las altas relacion es que llevan los sicilia-
comp uesta co mo una unidad y redactada en el 300 po r alguien de la 1l0S. Con ello se enlaza el segundo, una mirada ret rospecti va autobio-
escuela platón ica (Do rnseiff, 1939) 2. Ha ce mu y poco, co ntra la par- gr ññca e histór ica , que luego se convierte en una justificación del es-
te filosó fica de la Carla VJl, brotaba de nuevo un ata que dinam ita- vruo r de la car ta , y a la vez en una adverten cia a los destinatarios.
dar: de pasad a saltaro n como interpolacion es dos gran des trozos de y tercero , se recoge en la ca rta la sentencia fundamenta l de la Filoso-
La República, qu e además estaban escritos incluso en mal griego (G. na polit ica de Platón - la sentencia de los fil ósofos-dirigen tes (326
Mülle r, 1950) l . Cas i se olvida que P . Shore y se mantuvo has ta el Fi. AH, 328 A)- y aquel mu y raro pasaje de la ontología o metafísica
nal en la inaut enticidad de todo el conjunto epistolar (Whal Plato said, platónica. Esos tr es elemento s resultan tan divergentes qu e la escritu-
1935), y que igualmente a L. Rob in (Pkuon, 1935) le pa recía su auten- ra reitera su tendencia y cambia altas sit uaciones a lo más not able,
ticidad no demostrada de mod o definitivo 4. ¿Definitivamente demos- y asimismo están fuertemente relacion ados ent re sí. La misiva es una
t rada? No . Yo repito la sentencia metodológi ca fundamental de August respuesta, o se da como una respuesta. a una car ta de los «amigos
Bockh de que sólo la inautent icida d, pero nunca la aut enticidad , se y partidarios de Dión»; las palabras «consejo» y (aconsejar» apare-
puede llegar a mo strar ma rcada - muy marcada , aunque falten fun- cen siempre de nuevo en el curso poster ior, como tamb ién en la Carta
dament os externos-o Pero, ¿quién se preocu pa to davía de las tesis, Vl11. que es la continuación de la V1l 6. La histó rica mirada retros-
en torno a los diálogos plató nicos, de Massenath, que estuvieron de pectiva y la auto jus ti ficació n pr etenden estar escrit as expresamente
moda en Aleman ia en la primera mitad del siglo XIX? $ Ta l vez den- «para el consejo» (330 C, 334 C, 337 E). Pe ro el ter cer elemento , que
tro de algún tiempo llegue a amainar la cuestión de la aut enticidad en cualq uier otro escri tor de car tas podría parecer como una digre-
en la discusión de las Cartas VII y VII I, Y se conviertan a sí mismas sión improcedente, es lo de menos en Platón (ya fuera él mismo o cual-
en documentos suficientemente reales. Si se espera a una ocas ión pos- quier otro quien comp usiera la carta): El apa rtado sobre los princi-
tcrior en lo semejante de la 11 y 111, así es equ ita tivo que haga el re- pios funda mentales de la Filoso fía está pue sto allí porq ue sólo de esa
prochc dc la falta dc crítica de ta l pr edicción y de tales ocasiones fu- manera se pod ría juzgar co mo op uesta la pseudo-ñloso ña de Dioni-
tur as. Per o, ¿cuántos lectores del diálogo Parménides saben hoy que sto, y con ello se pod ría establecer diferencias ent re auténtico y no
en otro tiempo ha bía sido explicado como no platónico por famo sos autént ico. La pa radójica frase fundamental sobre la co nj unción en-
228 PLATO N SOBRE LA S CA RT AS PL A TONI CAS 229

t re co nocimiento filosófico y acció n po lítica es la reflexión (Ótáil oud mente la no a utentic idad, ha bría q ue seguir fundamentos de muy dis-
en q ue se apoyaba la ac titud plató nica de otro tiempo ta nto co mo su tinto peso .
co nsejo actual. l o que incluso a hora también falta en la H isto ria d e la Aurobío-
Q ue el a utor de la ca rta dispone de m uy diferentes to no s, efecti- alfafía A nt igua no puede ser reemp laza do aquí así de pa so ". Mi sch
vamente, después de que se mueve en uno de lo s tres aspectos, esa ha presentado có mo Sóc ra tes fundam en ta un a nuev a co ncepc ió n de
sencilla verd ad no necesita llegar a ser reflejada, cuando aq ui no era 111 persona lida d, y luego la ha remitido a P latón qu e se ca mbia a ella,
notoria una exposició n con la Gesch íchte der Autobiographie de G eorg de forma que la articulación de la historia de su vid a en épocas limite
Misch . En esa obra tiene Sócra tes su puesto co mo la fue rza decisiva t"~ la ma nera como Platón e n el Fedón (96 A Yss .) po r boca de Sóc ra-
en el llegar a ser del au to conocim iento del hombre. Pero se e nga ñaría les, en un fr agmento aparenteme nte a uto biográ fico, cambia de refe-
si se espera encont ra r aq uí aq uel fra gme nto excepcio na l de autobio- tcncia . Pero ento nces ese rela to de Sóc rates sobre si m ismo tiene ma r-
grafía a partir de la Carla VII . Fa lta po r co mp leto en la primer a edi- r ados puntos de relación con la au tobiografía de Plat ón e n el comienzo
ción (1907); pues ento nces empezaba n por primera vez a ent ra r de ~u e· ele la Carta VII . «C ua ndo yo era joven , me vino el deseo ). (ll'¿" ya"
va las ca rt as platónicas en el circulo de la H isto ria de la Investiga- ,·,·os Wl' l r BJúp.71oo:), comienza Sóc rates en el Fedón. «Cua ndo yo era
ción. En la segu nda edición (1931) se notó el defecto . Sin emba rgo Joven, me vino ... » (l'fOS l:yw Ton Wl' f'l'a Oov), comienza Platón en
fue en la redacción inglesa (1950) en prim er lugar en do nde se dedica- la Carta. En el Fedó n los grados so n , en pri mer lugar el entusiasmo
ron mu chas páginas a ese gran doc umento a utobiográfico. Aq uí, en por la Filoso fía de la Naturaleza, luego la decepción; en segundo lu-
efecto , pasa algo ra ro : no avanza la cuestió n so bre qué luga r oc upa gnr , el co nocim iento del libro de Anaxágor as y la decepción reno va-
en la His to ria de la Autobiografía Gri ega la carta, sin má s bien el pro- da; en tercer lugar , el flu jo a los «l ógoi» y el descubrim ien to del mun-
blema histó rico-filológico de la autenticida d do min a el pensamiento do del ser. Los grados en la Carta so n: en primer luga r, la ent rada
de los investigador es modernos en un gra do tan a lto q ue siempre se de Plató n en política bajo los Treinta, su espera de alta tensión y luc-
ac a ba volviendo a ira vez a la diferencia de altura co mo un arg um en- KO la decepción ; en seg undo luga r, la reno vad a tendencia q ue la vida
lO co ntra el ori gen plató nico; co mo si no fuera ya esa d iferencia una de la ciudad, baj o la restablecida democracia , tenía para él, so bre ello
necesidad , y co mo si P latón se t uviera q ue sent ir co nd i ci on a ~o a cada la co nde na de Sócrates y la renu ncia de P latón a un po sterior co m-
ho ra po r la postura con la q ue pasea por la ca ted ra l de los filósofos, por tam iento po lítico; en ter cer luga r, el giro a la co rrec ta filoso fía y
en el fresco de Ra fael. Pero final mente viene en Misch el a rgumento el flujo a la fórmula de los filóso fos-dirigen tes.
deci sivo co ntra la autenti cid ad . Yo mismo, escribe el a ut or de la ca r- El ca mino so bre esos gra dos a pa rece desc rito co n pa labras mu y
ta (348 A) , mira ndo haci a afuera (ftAf'l'WI' ;ew, de m i prisión , se en- par ecidas tant o en la Carta com o en el Fedón : « Yo creí a, me venía
tiende) co mo un pájaro (xo:8CÍlne Óe"¡s) qu e de algu na ma nera a ño- a co nsideracíé n» (~P.71 '" ef~8'7 '" QY71oáP.71P) . «Esta ba desco ntent o, me
ra volar (r oO'::'" &"o:nfoOo:t) y, asimismo, no puede. Pero Dionis ia retir é de nuevo , abandoné>. (lóvox fea ..a, l:¡¡.aVTO" lra ..~ya")'o ..,
buscaba cam inos y m edios pa ra có mo pod ría él ahuyentarme, sin que l ~ rfle~ X'7). En a mbos relat os se tr at a de un part icipio (d o q ue yo con-
po r ello tuviera Que devolver a Dión algo de lo q ue le debía . Ese her- templaba » (OXO'l''::''' ), qu e designa la actitud del que habla, y también
mosa ima gen, dice Misch , se nos a ntoja qu e es una fa lsa imp resió n lo es el ténnino «final mente » ( n Au.m :::w ), para el proced er coordina-
de sentim iento . (Asimi smo se encuent ra en un lugar en el que no se do . A q uien ha llegado a estar deslumbrado (o tiene mied o de conver-
puede mostra r ta mpoco a l crítico. ) P ero en rea lida d ha bía to mado la tirse en ciego, fóu oo: p.~ nl" Y, VX~ I' TVlP>..w9f i'7v ) en el Fedón co rres-
co m pa ración en co ncreto del Fedro (249 D): cua ndo el hom bre co n- ponde en la Carla el «v értigo» po r el que P latón se ve « finalmente»
templa belleza terre na, y co n ella recuerda la verda de ra belleza, cre- cog ido ( n At UThw ro: D..t')'')'ial' ). Am bo s rela tos a caban en fundamen-
ce n sus alas y desea vola r ha cia ar riba ('lrQ 08tJ/w úp.f'PO S&PO: :lJTfoOo:¡), ración del m ism o o bjetivo ; tampoco aq uí se dife rencian las pa labras.
pero no podía, y como era un pájaro (oQI'¡8os ÓíX711') miraba. hacia Pues la «ve rdadera Filoso fía» de la Carta es efectiv amente aquel giro
a rri ba (ftA¿'¡rwv &l'w) . C on ta les prést am os literarios y profanación de ti la «verda d del sen>en el Fedón .
la Filo so fía no se podría car ga r a Platón . ¡Extra ño! Las dos com pa- El relato en primera per son a sobre el desarrollo filosófico de P la-
raciones so n idén ticas, pero ca da un a tiene su buen a razón, y Queda- Ión y los tro zos que se re lacionan co n él ace rca de sus viajes a Sicilia
ría la razona ble pregunta de si un gra n escritor, en una obra literaria, tienen que oc upa r un sitio destacado en la H istori a de la Autobiogra-
no pudiera em plear ambos maravillosos entornos sin hacerse sospe- fía Griega, aunque esta carta pudier a no haber sido escrita por Pl a-
chos o. Todavía no se han a port ado suficientes exp licaciones par a la tó n sino po r cualq uier o tro bajo este no mbre. Es P lat ó n mismo, su
au tenticidad de la Carla VII. cua ndo se dice que, para demostrar real- voz se oye aquí, de esta man era se desa rrolla de lo más extrao rd ina rio
230 PLATON SOBRE LAS CA RTAS PLATO NICAS 231

en importancia. Sólo una consideración habria que añadir aq uí. El pensado de largas discusiones. « El o rador respira con alivio» . Sin du-
relato autobiográfico de amo nestación y de aurojusriflcaci ón ~el 11'1, por el contrario, no habría encontrado tod avía a nad ie al Que le
político-filóso fo qu eda seguramente d esgajado po r una amplia dis- hubiera bastado algo de esa índole. Dionisia también habría podido
ta ncia de la Rendición de Cuentas del Divus Au gustu s al pueblo ro- nfr eso de cualquiera « ¡había, en efecto, muchas habladurías, tanto
mano y al mundo. De forma extrañ a la frase del comienzo en ambos (' 11 Atenas como en Siracusa, sob re esas cosas t} o tal vez realmente
docu mentos evid encia d o s corres po ndencias q ue llegan a ser muy so r- habría pensado él mismo sobre ello, y entonces, asimismo, po r medio
pr enden tes si se coloca la trad ucción griega de las Res Gestae junto de una determinación divina de la suerte. « Eso suena muy solemne;
a la Carla. «C uando era jo ven » (e écs l lW 'lr OH w,,), comienza Platón . pe ro ¡qué posibilidades a cada opci ón ü ) ". Si hubiera sucedido eso,
«Cuando yo tenia 19 años» (17(;,1' ÓOt ClfIJPta <:,,,). co mienza Augusto. aln duda no le hubiera presta do crédito y esas cosas se hubieran esca-
y en la segu nda pa rle de la frase aparece en ambas <dos asuntos pú- pado. «¡Pájaro liviano, esa creencia príncipescalj) . Pero en ello, ade-
b lico s» ( ra XOtpa rij~ 1rÓ).,E wf - ro x onra "' Qá Ylun cr). C as i res ult a in- lanta Platón , tú no está s solo , a todos les pasa así al co mienzo de su
necesa rio añadir cómo el pensamiento de Plató n se encuentra puesto nprendizaje, «También el príncipe es un principiante y tiene todavía
frente al comp ortamiento de Augusto: «pensaba» - «me dispo nía, Il1lC aprender todo , si. ..» .
confiaba». Parece autorizada la pregunta de si la correspondencia es Uno lee ahora todavía una vez más aque lla part e enigmática de
puro azar o de si se encuentra fundame ntada en una tradición de las In Cana Segundo que tanta indignación provoca, enton ces habría que
normas par a autobiografías, Ya más arriba hemos recordado que tamo empezar a experimentar con qué sarcasmo, hasta llegar ligeramente
bién el Sócrates platónico , en el Fedon, comienza la historia de su de- a una burla encubierta, se encuentra impregnado por medio de ella
sarrollo filosófico con algo muy semejante: «Cuando yo era joven». el «pathos» y el «mister io» . El escritor tiene que habla r en enigmas;
p IlCS, «si a la carta le sucediese, por mar o tierra, algún percance»,
, i asimismo él cayese en desgracia, debía de precaverse para que nin-
/ Lo político práctico en lo corto l// itlln lector la entendiese. « ¡Con Dionisia ha llegado él también a la
Ilisputa!)). Y luego la ad vertencia: ¡preocúpate de Que esos secretos
La Corto Segu ndo del conju nto es considerada como no platónica filosóficos no caigan en manos de hombres sin la suficiente prepa ra-
por muchos críticos que toman a la Séptimo po r auténtica l . «Una ción! «el destinatari o pertenece, a su vez, a esos que se encuentran
demencia , una puerilidad, la no autenticidad no necesita prue~a al- preparados -10 preparado q ue está es lo que, oculta ndo, desvela en
guna» , así se expresa Wilamowitz sob re la Carta /l. Sho rey considera efecto enseguida la conversación bajo los laureles y lo q ue le sigue».
que todas las cartas son no auténticas; pero la segunda lo sería tanto La mejor precaución estriba en no escribir ((Dionisia ya ha actuado
(y aqui se encuentra Sbo rey compartiendo la actit ud de su rival Wila- contra ese consejo con sus escritos pseudofilosóficos. Pero si él no
mowitz) que apenas se podría discutir con alguien que tomase en con- estuviera de acuerdo lo bastante en acudir a Plató n como su prece-
sideración la auten ticidad . Y para ello cita Shorey aquel párrafo, que dente en la escritura , la respuesta es aquí así:))_ No hay ningún escri-
de hecho raya en el absurdo , en el que el autor de la carta habla «en lo de Platón -y luego siguen las palabras ya fa mosas en la Antigüe-
enigmas sobre la esencia de lo primero», luego sobre el « rey de todo?> dad sobre los así llamados escritos de Platón; que pertenecían a un
y sobre «lo segundo y tercero»; también aquel pasaje en el q ue el pn- «Sócrates rej uvenecido » 10.
mero de los teólogos cristianos creía captar un resplandor del dogma Uno deja caer esos paréntesis al modo de un intento muy funcio-
de la Trinidad . Auténtica o no , ¿ha entendido Sho rey también sólo nal de penetrar en las palabras de la Carta, pero lo que realmente sig-
ese trozo tan marcado de la car ta? ¿Se trata de casi un sinsentido pa- niñea interpretar la carta y mostrar que aquí tenemos prob ablemente
tético, de un misticismo fantástico? ¡Pero primero léase, asimismo, tilla obra completamente distinta de «nimiedad y falsedad» (Stefani-
más ampliamente! Platón (el verdadero o el ficticio) recuerda un en- ni) y Que se debe leer la carta de diferente manera de la de Souilh é,
cuentro con el señor de Siracusa «en el par que, bajo los laureles», quien describe el tono como «esporádicame nte algo bru sco, pero en
(Ese parque, por el contrario , se menciona más veces en las ca.rtas: conj unto coherente y bien trazado»; de muy distinta mane ra tamb ién
m, 319 A; V1l348 C.) El tirano había hablado allí sobre los últimos de la de Morrow, Quien hace a Platón «p úblicamente» creer en la ca-
secretos del filosofar platónico; los había comprendido ; más incluso: pacidad filosófica de Dionisia y espera r realmente resultados ñl os ó-
los había descubierto él mismo . (Por tan to , él no tendría en absoluto ricos del tirano 11 ; Shorey, al menos, ve una base común entre aque-
necesidad de Platón» . Y sobre ello él, Platón, le hab ía entonces res- llos que, enseguida {immediatelyl), reconocen que Platón no habría
pondido: si eso fuera así, de alguna mane ra su Majestad le habr ía dis- pod ido escribir nunca esa char la místico-teosófica y aquellos que im-
232 PLATON SOBRE LAS CARTAS PLATONICAS 233

ponen al texto un significado edificante. Al menos aquí se ha indica- d.iscordia, suelen informarse y dejarse informar sólo de forma par-
do que existe un tercer camino de interpretació n. Ta l vez en esta car- cial . Por lo tamo una co nversación, a unque mo lesta , qu e fuera seria
ta, en do nde tant os escándalos hay. se han unido aquella «seriedad , en torno a la verdad es lo qu e quita el suelo al «ma l d iscurso» . Bas-
que no es amiga de las Musas y su hermano mayor, la broma) . Serie- ran te es lo qu e con eso aconseja al prín cipe el escrit or de la carta: tú
dad y broma. colorea das sin duda la un a co n la otra de distinta ma- oyes que alguien de mi círcu lo ha dicho sobre ti algo molesto, escribe-
ner a, está n en la Carta JI: la seriedad más som b ría , la broma más amar- me, pu es, así una carta y yo te dir é luego, sin vacilación ni timidez,
ga qu e en la Carla VI. qu e pro ced e de aq uella expresió n not ab le " . la verd ad .
Pero aq ui se enc uent ra un segu ndo lugar d e la m isma Car l a 11que, · U n~ ti.en ~ sin duda ~ uc aclararse aguda mente dc lo qu e qu iere de-
junio con aquel enigmático pasaje, pru eba la inautenticidad a muchos cir una mjuna verbal. SI alguno dijera q ue Dioni sio se hab ía compor-
ojo s: se trata de las precisiones. que están casi al comienzo (310 COl, lado con Dión inj usta y autoritariamente, eso realmente no es una
sobre los sucesos en Olimpia . Dion isia ha exigido de P latón que era injuria verb al y - igual qu e en el Derecho Ati co el co noc imiento de
su deber impedir a sus partidarios acciones hostiles y murm uraciones la v~rdad fue institu ido frent e a la acusación de «kakegortav-c así
contra su persona . La respu esta toma por separado ambas reclama- aqur Plat ón ~cerca al príncipe a aquella co nversación clarificadora que
ciones - pues reclamar contiene exigencia. Acción hostil : eso ya se fue establecida en L os L ey es de Platón, en el sitio de las murmuracio-
des pacha por medio de la excepción que ha ce el propio príncipe; pues ncs, para int roducir la verda d. No se tra ta de «tart uferia» sino más
no exige, ni podrla exigir , qu e Platón resuelva tratar de Dión. Pe ro bien es un deseo del derecho e instruc ción el expresar, por ta nto, aqu e-
igua lmente al meno s, prosigue Plat ón , yo tendría un derecho de mando llas pa labras de la Carta, De que el príncipe no ha ya llegado a ello ,
sobre los hom br es de mi circulo (o sea, de la Academia) y por lo mis- y de . q ~e sob re todo efect ivamente no qui ere comprend erlo, el to no
mo igualmente, además se siente sarcástico, sob re ti. Si lo tuviera, apa- snrcasnc o y a margo de aquella frase no deja la más mí nima duda so-
recerfan, por ello las cosas de otra manera, ta nto entre nosotros co- hre el parti cular ante aq uellos en don de Platón lo ha int roducido y
mo más allá en toda Grecia . Eso queda perfecta mente claro. P lató n sobre I~s que no t!ene poder algu no - <IIos demá s, tú y Dión»- , y
no dice, de ningún modo, que él aprobase lo que Dión , en co nniven- se considera a si mismo como el único qu e sigue sus propias palabras .
cia con la Academia, hiciera; pero encier ra al señor de Siracu sa en · L.a Carta.JI presupone el tercer viaje de Platón a Siracusa. ya que
un circulo sobre el que él, a su pesar, no tiene derec ho alguno de mando nsmus mo alh (310 D) se mencion an las Oli mp iadas del año 360, y ése
- unas cla ras y a udaces pa lab ras contra el ho mbre influye nte. lOS , de acuerdo con nuestr a interpre tación, mu y poco dudoso u . Pla-
Tras el comportami ent o hosti l, lo de las ma las palabras. Murmu- Ión y el tiran o se encont raban dist anciados el uno de l otro sin una
raciones o chismes, dice Platón, yo no los he oído en aquel encuentro pública rup tura. Plutarco tDion, cap. 20) hace un di vert ido relato
de O limpia. Quien co nsidere la Carta como au téntica , juzga Pasqua- Ficticio seguramente en esta form a, de un intercambio de palabras entre
li, convierte a Plat ón en un Ta rtufo" IZa. Pu es los plat ón icos habla- ambos, muy poco ant es de qu e Platón llegase a bordo del barco ofi-
ban frecuentemente con Dión en Olimpia y lo bastante sob re el int en- cial enviado po r Arq uitas. La Carta /1 fue escrita (o se d io com o es-
to armado ; hacían , por tant o , mucho más qu e prom over contra Dio- c ri t ~) muy pronto tras la pa rtida de Platón , en un tiem po en qu e en.
nisia sólo murmuracion es. Pero aquí hab ría que pararse a pensar por tre el y el señor ca bia un a no tan débil posibilidad de entendi miento .
un momento en térmi nos específicamente ju rídicos . Ya que una inj u- 1.0 débil q ue el aut or la eva lúa se ha buscado para poner de relieve
ria verbal es un con cepto ju rid ico . En el Derecho Atico existían mu- nuestra int erpretación. En la Carta /1, por el contrario ha realizado
chas formas de querella co nt ra «kakegorta » ", Platón , en 5 U pro pia Plat ón (el verdadero o el fictic io) la ruptura irrevocable.
ciuda d de leyes, proporciona so bre el tema alguno s preceptos legales, , Sólo po rq ue se reco noc~ la exactitu d de la situación histórica, po-
yesos se resumen, en fonn a más ajustada y atin ad a, en tr es palab ras dr,la ~ ~o raramente descarna rse: La Carla lf esta ría fal sificad a po r.••
(Las L eyes XI 934 E): P-7¡ÓÉva. x a.xl1 /,oQt i¡ w J.l.l1Ótís, nadi e pu eda insul- Dlonisio para promover a una luz favora ble lo de su relación con Pla-
tar a otro ni diri gir malintencionados discursos contra otro 14. Pero r ón". H.aciendo abstracción de toda particularidad, se le supone, por
P latón, como instructor-legislador , dice lo que tenía que esta blecer cito, al tir ano una empr esa literaria para la que difícilmente se encon -
en el lugar de los ma los discur sos: si unos ho mbres se encuent ran en lru?a edu cado . Tendría que haber dispuesto de un secretar io «de epis-
tuhs» de la ta lla de un T ho rton Wilder , po r no decir de un Walt er
Savage Land or- _Un pensam ient o muy tentador. por ciert o: Dioni sia
• Se refiere ..1 conocido per sonaje de Moliere, cla ro reflej e de la hipocr esía y la
í a lseda d. IN. drl T.) • w etter Savage La ndor fue un escritor in. lb del si.lo XVIII fam oso por sus ¡mil_
234 PL ATON

como falsificador de un tro zo de obra cuyo más difamado brote se


int roduce en el conjunto de las cart as platónicas. y qu e, con su enig-
mática metafísica trinitaria, medio siglo después conduce o seduce a
los neop latónicos Plotino y Proclo y que a los Pad res Gr iegos de la CAPITULO XIV
Iglesia cristia na. a Clemente, Orígenes, Justino mártir, Hipólito y Euse-
bio les cau sa una profunda impresión. ¡El tirano de Siracusa ... pre- PLATO N COMO FISICO DEL AT OMO
cursor del Neopl ato nismo y precedente del Do gma de la Tr inidad!
CON STRUCC IO N ATüMISTI CA
y DE STRUCCION ATOMISTI CA EN EL TIMEO DE PLATON

(láminas IV-VII) 1

/ Platón y las Ciencias de la Naturaleza/

An te el abismo que se ab re entr e las Ciencias de la Natur aleza y


las Ciencias del Espíritu, entre Naturaleza y Espíritu, se ha llegado
a advert ir más de un a vez recientemente qu e pa ra const ru ir un puente
sobre ellas qu eda un arduo tr abajo 2 . La invest igación de la Natura-
leza, com pasiva con nuestra ignorancia en las cosas de su ciencia, tie-
ne que mirar por encima, y el historiador se extraña de cómo rara vez
se refleja de cuando en cuando en sus libros de Historia la Historia
de su propia ciencia. P or eso R. G . Collingwood ha formulado que
nad ie podría comp render la ciencia de la Naturaleza si no comprende
Historia, y la fra se de Augusto Comte, de que la Hi storia de la Cien-
d a sería la propia Ciencia, se esta bleció como mo to r de una de las
cortas demostraciones históricas dc la Ciencia de la Naturaleza 3 . Se
husea entonces, en esa o en ot ra obr a del mismo objetivo, qu é lugar
se ha atribuido allí al autor del Timeo, y así cl resultado es asombro-
so . P lat ón seria una desgracia en la Historia de la Física (Dampier-
Wetha m , 1930; sir Jam es Jean s, 1948); a partir de P lat ón conseguiría
el ton o la pseudociencia en Grecia (P . Rous scau, 1945); A ristót eles
hab ría padecido en la Academia el insano influ jo de Platón (A. Míe-
li, 1945); el Timeo sería una muestr a de 10 mucho que P lat ón podía
despreciar la ciencia (Ch . Singer , 194 1) --por ap orta r de paso sólo
algunos de épo ca reciente 4 . Se tr at a sobre todo de la aversión que ac-
tualmente predom ina co ntra el pensamient o teleológico y contra las
for mas míticas 10 que se expresa en tales ju icios ; ju icios sob re el hom -
hre que en su República convie rte el estudio de la matemática y de
la ciencia matemática de la Nat ura leza en necesaria p rop edeútica, y
cuya Academia se ha acerca do al meno s a esa exigencia .
Sin duda también se han no tado ya otras voces , a pesar de que
ginary Co n versat íons, diálogos ñc tlclos ent re personaj es histór icos. T ambién escribió se encuentren tod avía en minoría . Werner Heisenbe rg, el físico, en-
Imaginary Con versali o ns of Greeks and R om ans (1853) ut ilizan do personaj es clásicos.
Thorn to n Wilder es un escrito r no rteameric ano con tem por áneo que recreó la figura cuent ra en la Filos ofía G riega de la Nat uraleza do s pensamientos, so-
de J ulio César en u n besl setíer titu lad o Los idus de M arzo (trad. Ma d rid, Alia nza eon., brc todo , qu e hast a ahora determinan el camino de la ciencia exacta
1974). (N. del T.) de la Naturalez a: en primer lugar, la convicción de los atomista s so-
236 PLATO N PLATON COMO FtSICO DEL ATOMO 237

bre la co nstrucció n de la materi a a partir de peq ueñas unidades; en la doctr ina sobre la materia tod avía no está escrita; sería segura mente
segundo lugar, la convicción de los pitagóricos sobre la fuerza revela- la Histori a de la influencia de la Filosofía G riega en la ciencia de la
dora de las estructuras matemáti cas . Heisenberg ve reunidas ambas Nat uraleza» (whirehead) ". El término «materia» es a hor a de golpe
convicciones en la Física de P latón . una pa labra tant o del lengu aje cientlfico como no científico . Pr ob a-
A la más penetrante y acotadora ob ra histó rica de los últimos de- hlemente fue Ari st óteles, el crítico de la metafísica, quien, a part ir
cenios sobre la Cien cia Antigua , a la de Abel Rey, le son extr años to- {le la palabra «hyle» - ma dera o materia l de const rucci ón-e, ha ac u-
dos los prejuicios pos itiv istas y an titeleológicos. La d ial éctica de Pla- nado un término filosófico pa ra designar aquello de lo qu e se llegan
tón, así lo ve Rey, sería un paso que proporcionaría asimismo el fun- ,1 formar cuerpos y sobre lo qu e se imprime una forma . Pe ro aquí,
damento a la ciencia de la Nat uraleza. l a Física de P latón sería mítico- como es frecuente, Aristót eles es un plató nico. «Resulta correcto afir-
mat emáti ca; lo que se eleva de ella seria <d a grande math ématisat ion man >, recalca Plutarco. «que Plat ón ha descubi erto el último princi-
d u concret el du sensible» (111 286)· en dos aspectos, en la cosmolo- pio que se encuentra funda mentan do todo cambio cua lita tivo , al que
gía y en la Física de los elementos. actualmente se le deno mina materia o naturaleza (6 I'VI' t A'11' XCIi <PVOI l'
A Heisenberg y Rey correspo nde Wh itehead , el filóso fo matemá- ~UAOVO t l' ); y, po r med io de él, ha eximido a los filósofos de muchas
tico, que pon e ju ntos al Timeo y al Schoííum de Newtcn como «los dificult ade s» 8 , A lo que Ari stótel es toma por «material de con struc-
do s grandes doc umentos cos mo lógicos que han determi nado el pen- ción» corr esponde en P latón - correspondencia, sin d uda , no signi-
samiento de Occidente» ' , Seria el Scholium una fijación mu y signi- fica iden tid ad - el «reci piente de tod o llegar a ser» (ó d:a¡.¡,ú ~ ,
ficat iva de resultados especí ficos, así que el Timeo daría una compen- 11 1I"OÓOX~), «que es agitado y que agita como un instrumento que pro-
sación, po r medio de la pro fundida d filosófica, de lo que le faltaba duce conmoción» , o el «espacio» (XW l?CI) - de ningun a manera espa-
en los resultados específicos . Co mo representación de los resultados do vacío, ni menos el espacio entend ido «mo re geomctrico» 9 sino al-
espec íficos, científicos sin duda, prosigue Whitehead, apa rece el Ti- I{O pa recido a «espacio en el que algo sucede» - ; o bien a «un algo
meo, en comparación con Newto n, «sencillamente desati nado. 6. Po. u modo de masa compacta en la qu e llegan a ser imprim idas copias»
d rla ser así , o parecerlo así ho y, po r eso es, pues, una «locuras de ( 1 ~ ~ "YE ¡-ol'), o bien «la nodriza de todo llegar a ser », «la prop ia esen-
P latón; a preciable en muchos casos por un lector que no se da cuenta cialidad que soporta en si misma a todos los cuerpos», «semejante
de có mo están un idos sin fisura alguna un sentido profundo y el jue- a una mad re»: ¡qu é cantidad de palabras metafóricas y de imágenes
go en esta , la más extra ña de las obras platónicas. Podría mov er la poéticas! Pero para P latón se tr ataba de imágenes necesa rias, asl que
cabez a cua ndo se encuentra a los órganos corpo ra les de la digestión sabí a bien que «esa ralea escurridiza se debe vigilar siempre» (El So-
y a la parte concupiscente del alma avecindad os bajo el diafragma «así, tista 231 A) 10; Y necesita ba gran cantidad de ellas - no le habría sa-
en el lugar más alejad o, dentro de lo posible, del asiento de la razón»: tisfecho la metáfor a terminológicamente endurecida- po rque aque-
o cua ndo lee qu e el Creador de la Hu manidad habría formado el con- 110 que comprend e todo , todo produce y todo sostiene es insondable.
du cto del intestino co n muchas vueltas para redu cir nuestro apetito Es sin figura, «sólo puede ser ca ptado por med io de un tipo de naci-
de comida y de bebida, y así hacernos aptos para la Filoso fía. Sucede miento ilegít imo del pensami ento » ()..0"Y10¡.¡,(:lt TWI I'ó8w t ); «t iene una
per fectamente aquí qu e Plató n entrelaza po r lo menos tr es cosas : en parte cognosc ible en una ma nera impensa ble hasta la p lena sinrazón»
primer lugar, auténtica teleolo gla, que para la contemp lació n moder- (¡u m AaJt,6á l'ov &"I"oQwmm "1"111 TOV P01l70 ti) 100; se trata de algo «que
na de la Natu raleza cae así a cont ra pelo; en segundo lugar , una bu rla nosot ros vemos co mo en un sueño» , comprensible. ca ptable sólo en
sobre la teleología, si se reduce sobre todo a medida humana el «te- ~ II ser-as¡ o en sus cua lidades (po r eje mplo, si llega a ser piedra , air e
los» de la gran Naturaleza; y, en tercer lugar, una exigencia ét ica que ti nube). Cua ndo Platón lo pone como una tercera esencialidad j unto
fue revestida mítico -irónicam ent e con un traj e teleo lógico . ni mundo del verd adero ser y al mundo del devenir, continúa la línea
«hilozoista» dc la cosmologla ant erior. Pero su sustancia primitiva
t' S muc ho más radical qu e cl air e o el agua de los milesios o qu e la
/ A nálisis del concepto platónico de «materia»/ mezcla sin fin de entidades dim inutas de A naxágor as; probablemente
incluso más radic al que la visión , que llega a la ma yoría, de Anaxi-
Nos limitaremos aquí a alguno s conceptos fundamentales de la Fí- mandro, el fundad or propiamente de esa cosmología, con su ilimitado-
sica platónica y comenzaremos con el de «m at eria » , «La Historia de indetermin ado . El principio de Plató n es algo así como «espacio» y
también algo así co mo «materia»; pero eso «está lleno de fuerzas que
• «l a gra n mat emattzaclón de lo concreto y de lo sensible". (N. d~1 r .) ni son de igual clase ni de igual peso» (ódr T(l P.~Tt 6poíw p óvváp.wv
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I
238 PLATON PLATO N COMO Fl5lCO DEL ATOMO 239

¡'¡'~TE (aoQQótrwv fp':/ríp,7rAfXo()m) y que provocan en eso una permanente estrechamente lleva ella el pri ncipio del o rde n matemát ico, lo mismo
conmoción; por eso tiene enseguida algo de lo q ue nosotros conside- en el cosmos de los ast ros que en el de los elementos , que, en cada
ramos «energía», proceso de cambio y activ idad. apar tado de múltiples nombres por debajo del o rde n de los átomos
Al contrario que al á tomo de la Física actual, les falta a las mol é- en los element os, todo es por completo indet ermin ado. Esa ind eter-
culas elementales platónicas (sobre las que enseguida vamos a hab lar ) minació n se co nvierte en una estructura ordenad a en el mundo del
el momento de la energía que los medios de construcción de esos pri- aro mo , y desde all(hasta en el mundo de los astros . P ero lo qu e en
meros cuerpos sólo tendrían en conjunto, por medi o de un vínculo esa na t ura leza siempre está rehuyendo un orden más est recho lleva
geométrico o numérico, no din ámico : as í lo ve Abe! Rey. Seguramen- de nuevo a aq uellas fuerzas desequilib radas en el no- do minio de la
te Platón no tenía ni idea del electromagnetismo. Pero, si les fa lta el indeter minación.
momento de energía a sus poli edros, puramente este reométricos, co- Aquel ind eterminado e ina barca ble algo. o apenas ya algo, se co n-
mo tales, no fa lta así en su construcción final; allí parece, más bien, vcrtirá asimismo en det erminado y comprensible tan p ronto como se
qu e tiene un brote de doble cara: una, en el punto álgido, en la fuerza intro du zca en fo rmas precisas, en los cua tro arocve icc, «elementa»,
creador a del Demiurgo o, dicho menos míti camcnte, en la acció n for o elementos. Las «partes constituyen tes» de la Naturaleza, las «letras»
ma dora de la idea del Bien , es la figura de perfección (la qu e -c-de de las que se componen las pa lab ras, las fr ases y, en fin, el libro de
fo rma más a bstracta- perdura en el primer mo to r de Aristóteles) ; la Natura leza: esa metáfora le resulta familiar a Pl atón; en la Acade-
la segunda, una capa de múltiples nombres del todavía-na-ser, en don - mia se co nvertirá en un término técn ico, y como tal f ue transmitida
de, en inde ter min ada for mación previa, se encuentra esta blecido el por Ar istóteles a la po steridad 13. El moderno investigador de la Na -
trío de espacio, materia y fuerza de acción 11. Si efectivamente - sc- turaleza, en posesión de sus 94 o 96 elementos co n número atómico
gún Collingwood 110_ no sc puede separar en la Física moderna lo y sistema periódico, se reirá de los cuatro element os (fuego , agua, ai re
q ue es la materia de lo qu e ella realiza, m ientras que en la Física clási- y tierra) de los qu e nin guno, com o cualquier est udia nte actu al sa be ,
ca del mo vimiento eso q ueda afuera de la materia, se ma nt iene así es un a uténtic o elem ento . Y, co n todo, resulta del mayor significado
P lató n - al menos ta nto , y de la mi sma manera, que Leu cipo y lo q ue hizo Platón. El cons truye, en el interio r de su sistema de la
Demócrito-c- al iado dc la Física moderna contra la Física clásica. «A l- «physís». el edificio empedocleo de pensamiento de la s «cuatro raí-
gunos - .dice Aristóteles- siempre meten ac tividad (El'fQ"rHal'), co- ces de todo ser» ; les asigna su luga r sobre el caos en la superficie m ás
mo Leucipo y Platón , ya que ellos dice n qu e movimiento existe siem- baja en la que la raz ó n pu ede descubrir un orden, y designa a aque-
pre» (Metafísica A 6, 107lb 31). llas cuatro con la palab ra que, en su fo rma ció n lati na de «elemen -
Más aventurado se presient e también otro intento más reciente para rum », constituye todavía ho y un concepto fundam ental de la Física
encontrarlo en los an tiguos. Fue emprendido co n tod a la reserva que y Química. Po r lo demás no había establecido de un a vez sobre su
siempre se sigue en tales procedimientos analógicos. W. H eisenberg número un dogma; Aris tóteles le adscribe un sistema de tr es elemen -
ha descubierto el apartado de las «relaciones de indeterm inación», «el los y J enócrates uno de cinco - com o lu ego de Jenócrates establecen
principio del desen foq ue elementa l» , «the principIe of indetermi- cinco eleme ntos Filipo de Op un te y Aristóteles: en el círculo más ínti-
nancy».", «le príncipe d'Incertítude q ui chass ait le déterminisme de la mo de la Academ ia debe haberse verificado una viva z d iscus ión so bre
mícrophysique» (P. Rousscaujs " . En co ntraste co n la Física clásica, ese sistema de eleme ntos 14 _ . Pues se tr ata de un siste ma; en el Ti-
la «teoría de los quanta» ha llevado a la convicción de qu e (d as leyes meo es un sistema proporciona l (A : B = B : C = C : D), a unq ue
naturales funda ment ales no rigen el mundo en un modo de alguna segura ment e no un siste ma periódico en el sentido de la Química mo -
ma nera dir ecto, sino que contro la n un subst rat o del q ue nosotros no dcrna . Aquí, co mo es frecuent e, un a teorí a especulat iva va por de-
podemos hacernos representación esp iritual alguna sin po ner íncon- lante de la investi gación empírica cuyo sendero pu ed e obstru ir o
veníencías » (Dira c) 12. ¿No resu lta fantástico cuan do a lguien, que só- iluminar 15.
lo m uy de lejos com pre nde en sus fundamentos esas teorías moder-
na s, encuentra presen tido algo de ellas en la Física de Platón? Tan
/ Elem entos y cuerpos mínimos en Pla fón/

He mos subido desd e la mat eria a los elementos; sigamos ahora el


• «El principio de indete rminaci ón». (N. del T.) paso siguiente de Platón. Desd e Rober t Boyle y J o hn Dalton la cien -
.. «El princi pio de incertidumbre que expulsaba al determinismo de la microfis i-
ca». (N. d el T. ) d a moderna de la Naturaleza se mantiene en la a bsolut a invariabili-
240 PLATON PLATON COMO FlSICO DEL ATOMO 241

dad de los elementos - y así lo hab ía enseña do Empédocles- . Pero mica moderna . De esa manera . (a mo lécula del gas metano (CH~),
ya en 181 5 William Prou t expuso la teoría de que los elementos son por ejem plo. actualmente se rep resenta como una pirámide regu lar ,
vari a bles y se deja n reconducir a la ma teria del agua co mo sustancia con cuatro át omos de hid rógeno en sus vértic es y un áto mo de car bo-
fundament al - una tesis Que por mucho tiempo se había abandona- HO en su punto central ; el octaedro. como «octaedro de w erner », con-
do para resucitar de nuevo, por primer a vez después de decenios, en sigue un defensor en la Qu ímica mod erna ; y un perfecto doble de esa
una nueva forma- oEl que los element os son mutables, cada elemen- ciencia, la Bster eoq ufmica, ha sido compa rado , ya hace mucho tiem -
to un ser-así y no un ser-eso , o, en caso de que sea un ser-eso , sólo po . con la doctrina de los cuerpos mínim os de Platón 11 . Las mara-
e n un sentido provisional; el que las «let ras» de la Nat ura leza no son villosas fo rm as del cristal mineral, co ntem plada s po r medi o de los ra-
ningun a letr a . más bien sila bas o , más qu e sílabas , imágenes (48 B): yos X, ha n come nzado a extraer los secre tos de su estructura a tó mica
eso es la doctrina del Tímeo. La op inión ulterior de que los elementos y molec ular. Así la Cristalografia presenta qu e las formas simples mi-
so n mudab les remite en la ciencia moderna a la teoría de su co nst ruc- ncrales, por ejemp lo las del acero y aluminio, tie nen c ua tro átomos
ció n atómica - y así se encuent ra en Platón - . de oxígeno en los vértices de un octaedro, y que en el dia ma nte una
La Hi storia moderna de la Física y Química atribuye a Dalton el disposi ció n tetraédrica de fuerzas d e enlace rodea un átomo de car-
logro de haber vincu lado a la teo ría de los eleme ntos con la teo ría del huno -por sacar sólo alguno s eje mplos 11_ . Dicho finalmen te todo
átomo : hay tantas for mas de átomos como de elementos. El logro de de forma común: la s actuales formas fundamentales de los átomos
Dalton no qu edará disminuido por el hecho de que P latón fuera el 1tonen figu ra geométrica; tan grande es el paso todavía desde los me-
pr imer o - po r usar una expresión usual- que unió la t eorla de Em- deles geométricos de Platón hasta los dinámicos de la act ualidad . desde
pédodes so bre los elementos con la teoria de los cuerp os mínimos en aquellos poliedros hasta los pequeños sistemas planetarios de Ruther-
el sentido de Leucípo-Demócrito. En el Tímeo, más de 2.000 años antes furd y de Boh r -modelos que ya, a su vez, se captan en transforma-
de Dalt on , se le atribuye a cada elemento su propia est ruct ura atómica. ción, pues en principio se originan dudosamente, dada la tesis de : «To-
Consideremos a ho ra la fo nna de esos cuerpos mí nimos. esos á to- J o tipo de image n del átomo qu e nuestra rep resentación pudiera tra-
mo s como los denomine mo s fam iliarmente (vid . lám inas IV-VII ). En ta r sería "eo ipso" defectuosa». «El conjunto de las est ruct ura s ma-
el atomismo de Leucipo y Dem ócr íto ha y un número incon stat abl e temá ticas , que se enco ntraban a disposició n de la Ciencia a ntigua . era
y difere nte de ellos, for mas más o menos irregulares con ari sta s, ga n- proporcionalmente pequeño . Mientras que la Filosofía a nti gua agre-
chos, sinuosidades y perfo raciones de los más diferentes tipo s. Si son gaba los cuerpos regula res a los átomos de los eleme ntos, a las partes
redon dos, no necesitan ser esféricos; si tienen a ristas , no necesitan asen- elementales de la Física moderna les corr espo nde un a ec uació n mate-
tarse en un a figura regula r. Plat ón ha tran sfo rmado el at omism o del mática. Esa ecuación formula la ley de la Nat uraleza que dirige la cons-
Abde rita . Ava nzó un paso mu y grande qu e, tod a vía no hace mucho u uccíó n de la materia; ella encierra el térm ino te mpo ra l de un a reac-
tiem po . estuvo a punto de ser a bolido de una manotazo po r una a uto- ción química tanto como las fo rm as regula res de los c ristales o los
rid ad en la Historia del Pensamiento Anti guo (Heiber g, 1925) I~. En tonos de una c uerda vibrante» (W . Heisenberg) . Pero , e n Pla tón , T i-
el Tímea ha y sólo cua tro t ipos de cuerpos mínimo s, desde lo s qu e se 11 \1,."0 . el pitagórico, se hubiera reconocido como un físico semeja nte
orden an cada uno de los cua tro elementos. Esos c uat ro t ipo s tienen 11 Ruthe rfo rd y Bohr y hubiera tributado a éstos el prem io prome tido
fo rma estereom étrica: son cuatro de los cinco cuer pos regula res que para una de las hipótesis qu e estab lece 19.
todaví a hoy llevan el nombre platónico de «poliedros» . El átomo-fuego Ya se dijo antes qu e el mito cósmico de Platón sólo perm ite cua-
es un a pirámide. el áto mo-tierra un cubo , el át om o-air e un octaedro rro mo delos ató micos para la construcción de los cuat ro elementos.
y cl áto mo-ag ua un icosaedro. Es a con stru cción mat em áti ca es me- Hso tiene que ser precisado ahora . Verdaderam ent e to dos los át omos
nos fantás tica que la naturalista del atomismo clásico . en el qu e se de eada elemento tienen la misma forma estereom étrica , pero éste.
ha vivido por más de 200 afias. Po drían ser fantást icas las part icula- wg ún el punto de vista de Timeo, deb e proporcionar de cada forma
ridades, asimismo Platón establece así un principio fundam entador : diferent es t amaños. Pues hay diferentes clas es de aire, fuego, tierra
el orden en la super ficie más baja de la Natura leza es det ermi nante 11 agua (58 e y ss. ). Y esas diferenciacion es no se remiten a «A ná n-
para el orden en las más altas y elevadas superficies. No fue un a ca- kc», puro azar o ciega necesidad; son explica bles 20. Existe una rela -
sua lidad irracio nal la que ha fo rmu lado los sillar es de ese univer so: clón ma temática, por ejemplo, entre los octae dros e icosaedros pe-
tienen forma mat emática 1M . qucños y gra ndes. Cada uno de los dif erentes tama ños dc un poliedro
As! parece que se dan pasos en los qu e P latón da la imp resión de ~c ma ntiene para uno de los fluid os o para uno de los gases que los
ser un precedente mejor que Leucipo y Dem ócrito pa ra la Física y Qul- l! l'Ícgos designaba n de modo muy general co mo «ag ua» o «ai re»: a un-
1
242 PLATO N PLATO N CO\lO FI5l CO DEL ATOMO 243
que Plat ón y otros sabían perfectam ente que no existe un úni co tipo rect ángulos-no isósceles, se pod ría enlazar con 5 partículas-aire, que
p uro de (tagua» o de «aire» sino que hay mu chos. ¿Se oscu ra:erá o contienen cada una 16 triá ngulos, y con 10 par t ículas- fuego, de las
se clarificar á el prob lema si a esos tip os diferenciad os de los mismos que cada una contiene 8. O una pa rtícula igua l de «agua», que esté
ele mentos se les da el no mbre moderno de «isótopos» ? Act ualmente rom puesta de 160 de tales trián gu los, se pod ría enlazar con dos pa rtí-
se ad scriben a muchos elementos isótopos diferentes: los isótopos de: rula s de ot ro isóto po de «agua» ( 2 x 40) más una partícula de otro
un eleme nto son indiferencia bles en el número y disposició n de los Isótopo de « fuego» distin to del ant erior (1 x 48) más d os pa rt ículas-
elect ro nes de cada átomo ; se diferencian uno de otro só lo en aquellas aire (2 x 16), etc.. «La co nstan cia de esas cifras en la teo ría de Platón
pro piedades q ue se relacionan con la masa. De la misma man er a se: juega el mismo papel qu e las pro porcion es estab lecidas por el peso
d iferencia n 10$ dist intos tipo s en Pla tón de agua, po r ejemplo. o rne- (' 11 la Q uimica moderna desde Dalton » (A, E , Taylor) 21. Co n la di·
jor de fluidos (como vino, aceite. miel y ácido : Timeo 60 B) só lo en tercncía esencial, por ot ra parte, de que no hubo ningú n expe rimento
el tama ño de sus cuerpos mínimos no en su figura qu e siempre es ice- exacto y sistemático, aunque justifiqu en esas ci fras muchas ob serva-
sa édríca. d ones generalizadas con demasiada rapi dez 2.1 .
Pero lo que es aún más importan te: los cuerpos mínimo s de Pla-
tón no son ind ivisibles, no so n, en sentido est ricto , «a- to rna», un t ér-
mino qu e él jamás utiliza . Podrían ser quebrantados (XVHJOCU , rt.a realidad última en la «materia» plarónica/
Ó¡u>"VtuOal , Ti¡.¡."w8o l, óI.CI.8eavtuOaI , p.teirw(kn , .lltep.ari tw8m / de-
satarse. disolverse, cortarse, cortarse en trozos peque ños. romperse La «mat rix» es irreconocible pa ra el espíritu humano porque es
en parles, fraccionarse/t y en la «vasija» tiene efecto un duradero 11) contr ario de orden -es «Iactum brutu me-c- . Eso pretende dar a
«temblor de tierra» , debido a la disolución y nueva unió n (UVIITVXÓllíCl, entende r Platón con el paso mít ico : la vasija no fue creada por el De-
ullu nhm , ov " o QP.O uOi " TCt , uV¡J.Tcryi J'm 110 que se reencuentro, lo que miurgo , sino qu e se encont raba allí dispu esta cuando él comenzaba
se conjunta, lo que se articula, fo que s áíidamente se adhiere/¡ de los vu obra (53 A y s.). Có mo ha bria empezado esa ob ra, «sólo lo sabe
cuerpos minimos. l as afiladas pirámides del fuego se fragment an .de dios o ta l vez alguien qu e sea amado por dio s» (53 D). Asimismo, más
algu na manera en las partículas cúbicas de la tierra . Por el cont rari o, .llIá de los triángulos se encuentran aun realidad es ma temát icas y tal
po drían llegar a quedar rodeadas un pa r de pa rtíc ulas de fuego y do- "eL metafí sicas . Timeo pod ía decir sólo que la obra del Demiurgo o
min ad as a raíz de eso po r una gran cantidad de aire, o un pa r de pa r- In sustancia de la razón , y con ello de inm ediato del conocimiento ,
tículas de aire po r una gran cantidad de agua. En to nces se romperían comienza con los triá ngulos rectá ngulos, isósceles y no-isósceles, a par-
las par t ículas de fuego , y los triángulos del tet raedro se un en de nue- tlr de los cuales se formaron los cuatro poliedros funda mentales mí-
va en octaedros : de fuego se pasa a ai re. O las partículas de aire lle- nimos. Platón hab la ocasion almente de los triángulos a modo de jue-
gan a ser bombardead as po r las partículas de agua, así los t riángu los, go , cua ndo se abandona a precision es de detalle - asl cua ndo descri-
qu e forman los octaed ros del aire, se forma n de nuevo en los icosae- he la constitución del cuer po human o, de la médu la , semen, sangre
d ros del ag ua . De la misma manera sucede durante mucho tiem po en 11 huesos- , co mo de pequeñas super ficies pla nas que vibran a tr avés
la Nat ura leza (58 C y ss.}. Es, o pa rece, un puro hecho que el propio del es pacio, unas ( recientes, del ta llen) (8 1 O), Y otras, que ya ha n
suceder es un resultado de que «no se encu entr en en equilibrio las fuer- perdido su brillo original, ajadas y toscas. Lo que él piensa es así: «Los
zas» (52 E) de la «vas ija». Pero las par tíc ulas mismas tie nen figura triángulos de at a mos no co nstit uyen la reali dad ultima en un a frag -
mat emáti ca . y su destru cció n y reconstit ución se establece según leyes mentación posible de los cuer pos, sino el sillar de const rucción origi-
mat emát icas. nul de los regulares» 23, que , a partir del caótico e irra cion al «No-
Para una repr esentación particula r se establece un procedimi ento ver», no-ser-todavia, forma real mente existencias part iculares y cla-
muy sencillo. Una pa rtícula-agua, que se compone de 20 t rián gu los ramente reconocibles. Y cada supuesta irregularidad de las supuestas
equiláteros = 40 t riá ngulos rectángulos -no isósceles, se descompone vuperñcíes triangulares simboliza los desarreglos de las mate máticas
y se une de nuevo en una partícula- fuego, que se compone de 4 cqul- que siempre se encuentran de nuevo en la Naturaleza en movim iento
lat eros = 8 rectángu los-no isósceles, y en 2 part ículas-aire, de las que a través de lo caó tico - desarreglos que, asimismo , para nosotros, se-
cada una se compon e de 8 equiláteros = 16 triángu los rect ángulo s- res humanos, constit uyen un enriquecimi ento sin fin- oHubiera de-
no isósceles. Este es un caso simple. Pero otros tipo s de «a ire» o de bido expresar A ristóteles la teo ría platón ica con sus propios conccp-
«ag ua» pueden int roducir otros enlaces con grandes partículas; por lOS, en lugar de po ne rla, una y otra vez, como blan co de sus saetas
eje mp lo: un a partícula-ag ua, que se com pusiera de 160 t riángulos crüícas 24, asl hubiera dich o : La materia tiene [a posibilidad de rea li-
244 PLATON P LATON COMO FISICO DEL ATO MO 245

zarse en formas estereom étricas regulares. Para representa rnos como de Hum e, destructora del concepto de ca usa lidad, hubie ra encontra-
tiene efe cto esa realización , tendríamos que colocar una ca ntidad da- .ln su lugar en el símil de la caverna, allí, en la pa rte más profunda
da de tr iá ngulo s que se un iesen en ese o en ot ro luga r ent re sí para V alejada de la luz, en dond e esta ba n encadenados los hombres a su
ser po liedros. Los po lied ros se descomponen, a su vez: [a ma teria ha- , lIio , de forma que limitaban sus experiencias únicamente al a ntes,
ce volver a la susta ncia de la posib ilidad. hasta a iro mom ento, a los ..1despu és y a lo inmediato de las ap a riencias de som bras en la pa red
triá ngulos; o sea, los co mponentes necesarios de las fo rmas se unen ,It' la caverna; y q ue, en efecto , los más inteligentes entre ellos apren-
de nuevo pa ra la realidad de un nuevo sistema de ordenación. diere n a hacer prediccion es sobre lo que aparecía con frecuencia y que
La Física plató nica de los eleme ntos qu e se ca mbia n uno en ot ro nvimismc probablement e volvería a aparece r. Pero a éstas , que Schro -
y de los átomos regularmente divisibles resultó incom prensible en tanto dinger considera co mo las dos po sturas en frentadas del conoc imie nto
predominaba la Física clásica, o sea desde Newton hast a la más re- lit la Filoso fía de la Na turaleza , hab ía te ndido el Tímeo de Platón;
cien te actualidad . Ahora se ha llenad o este capitulo del Ttmeo con '11 significado mítico del mun do no fo rma ría part e de n inguna de las
nuevos significados, y tal vez puede Platón ser visto , en el mismo sen- dos po sturas , sino de una tercera postura po sible entre o ta l vez so bre
tido, como precedente de Rutherford y de Bohr, lo mismo que De- 111 «conservadora» y la «revolucio na ria». La Naturaleza sería ambas
móc rito como precede nte de Newton . Lo ar riesgado de semejante pro- cosas: estricta ley mate mát ica y azar caótico ; el azar se as ienta en aquel
ced imiento es evidente. Pa ra expresarlo co n pa lab ras de un historia- recinto de lo t otalmente inde termi nado ; la ley, allí en do nd e un orden
dor de las Ciencias de la Nat uraleza: «U no de los errores fatales que matemático forma aqu el caótico desorden para pod er fo rmarse com-
frecuent emente conduce a un conocimiento fal so e inseguro de la Cíen- pleta me nte sin aquel pero a tra vés de él. No estaría predominan do
cia de la Naturaleza es el leer en textos ant iguos conceptos mode ro sola mente ni la ley, asimismo , ni el azar . sino que el mundo, tal como
nos» (Sarton). Pero no se podría obvia r tal peligro n. Pues si se es- \c encue ntra realmente ante noso tros, consist iría en la acción con jun-
tudia el Tímeo, resulta un sinsentido y es per fect amente imposible ce- In de a mbo s.
rr a r las vent a nas co n tanta firm eza qu e ningún alient o de la Física Así, au nq ue con frecuencia se sepa ra ag uda mente A ristót eles, en
mo derna se introduzca. lucha co n la Física de Pla tón , no ha cam biado sus principios en el
tundeme nto , en la medi da en qu e se encuentra n ca usalidad y azar,
uno que, en ese apartado fund am ental, la doctrina de las cua tro «ca u-
/ A zor y causalidad en lo materia platón ica/ ens» sistema tiza la visión del mu ndo de su maestr o . ¿No se esta blece-
d", con este pensamiento sistemático, un a sepa ración real necesaria-
Según todo eso, zen dó nde se sit úa Platón en aq uella gra n dlscu- mente de las dos filosofías actu a les de la Naturaleza?
si ón so bre ley y aza r qu e actu almente agita de nuevo los es píritus? Una últi ma pregun ta se plan tea po r si misma : ¿Ha ten ido la Físi-
El fisico Erwi n Schr ódinger, en un artículo sobre «La ley del azar» ru del Timeo algu na influ encia e n la Ciencia mod erna de la Na turale-
po ne a las dos situaciones de la Filosofía de la Na tu raleza una frente la? O , mejo r: ¿En dónde, cuá ndo y cómo ha tenido luga r tal iufluen-
a la otra , a par tir de cómo se debe inter preta r el principio de ca usali- cia? Aquí podría a portarse poco más de los inicios de un a resp uesta .
dad en la Naturaleza 2S1, Pa ra la po stura «conservado ra» seria la ca u-
sa lida d un «apriori» qu e do mina tod o, y, como tal, no explica ble más
allá; el azar, por su parte, sólo sería una pa labra pa ra nuestra inca pa- /I nfl uencia histórica de [a Fisica platónica/
cidad de descubrir plenamente las innumerables cau sas que actúan con-
junta mente. Para la postura «revolucionaria», sería el azar el único En el siglo XIl 26 hubo hombres como Adelardo de Bath, Hugo de
principio do minante, qu e también, a su vez, fundam enta 10 qu e no- xnn Víctor y Wilhelm va n Conches qu e creía n en la teoría plat ón ica
sotro s tom am os por causalidad . Lo que en realidad seria juego de ese de la materia, de los elementos y de los cuerpos mín imo s, En el siglo
azar pod ría llevar a consecuencias predecibl es estadísticam ente, y «ley XIII Roge r Bac on cita a Averroes en referencia a los cin co cuer pos
natural » o «ley de la ca usalidad» serían sólo nombres pa ra tal regula- regula res de los «platonici» y trata en un la rgo capítulo la construc-
rid ad esta dística . Así esa postura «revolucionaria» reconduce a los rión mat emá tica de los cinco elementos de los que se com po ne el mun -
descubrimient os de Hume, según los cuales entre lo qu e nosotros con- do . Discute esa teoría con la ob jeción a risto télica , qu e en t odo caso
sidera mos causas y 10 qu e llamamos efe ctos no existe ningún vínculo vluretlza de Averroes, de que el resultado de esa const rucción estereo-
inte rior sino el acostu mbrado enlace de la experi encia . Co ntra esa vi- métrica sería el espacio vacío y qu e «espacio vacío ) serí a un imposi-
sión de las cosas, el Sócrates platónico habría ob jetado que la crítica blc. Pero 10 que es muy serio es qu e Rcger Bacon a ñada o bser vacio-
246 PLATON PLATO N CO\ tO FI SICO DEL" ATO MO 247

nes sobre la figura hexagonal de la s celdillas de miel en una col me La Filosofía de la Naturaleza de Emanuel Swede nborg, tal como
y sob re lo s cristales hexagonales de Irlan da y de la India . Se encuer , encuentra en sus primero s tratados cient íficos , pr oced e de d lferen-
tran aquí. tal vez, los rud imentos de una nueva ciencia . Es esperabl 1(' Iucntes " . Asi el to rbellino y los áto mo s circulares vienen a pa r-
que posteriores investigacion es descubran un a infi ltración de la Fl tu de Bruno y Desca rtes, los movimientos ci rcula res de nuevo so bre
ca pla tónica en el «Ockanismo» del siglo XIV. En todo ap arece ' 111 ~ «pitagó ricos». Debe a Brun o la d isposición de sus pequ eñas esfe-
du d a co mo la d irección p redomina nte el pensami ento a risto télico, JUI 111 \ al?micas en sistemas geo métricos y estereo mét ricos regu lares, co-
to con la autoridad de la Iglesia. qu e ha inclinado en o tra línea I( mouiángulo s, cuadrados, hexágon os y pirámi des. Asimismo ha br ía ,
cont enid os de la doctrina e investigación medieval es sobre la Nau ,l.' antemano. un recóndito influjo del Tim eo, tant o para aceptarl o
raleza. uuuo para rechazarlo . Se ha recalcado a veces, po r otra parte, que
E n el siglo x v ", en Italia , el gran Piero dclla Francesea , y ~ lri wcdcnborg ha bía ideado ant icipad amente inte ligentes te orías de As-
alum no el ma temá tico fran ciscano Luca Pacioli , renuevan el slstem nouomía , Cristalogra fía , Q uímica y Física ».
de los po liedros regular es: Píero, en la co ntinuación de Euclides, Pll En el año 1814 el fa moso físico Amp ére pub lica una carta al COIl'
cioli , co n un diferenciado giro a la Filoso fía plató nica de la Nat ural ,1.- ncrtholtcr en la que co nstruye 23 poliedros, desde el te tr aed ro has-
za. Pacioli ejerció , po r un lad o , un influjo en Leonar do da Vinci qu In el que denom ina el «hepto -oct aed ro», pa ra da r una rep resentación
como muestran sus manu scritos 27, estaba imbuido de la teoría pla Imaginativa de la situación esrereo m étrica de los átomos en la como
tón ica de los elementos: y, por ot ra parte, en los matemáticos del sI novición quím ica, Un pa r de año s an tes, en 1808, Willia m Wollaston,
glo XVI. 1'11 la Royal Soc lety de l a ndres, se ha bía mani fest ado en la misma

El mismo t ipo de co nsideració n esrereom ét rlca invad e el pensa dirección J4 . Ninguno de ellos pa rece ha ber tenido la menor idea de
miento y llena los escrito s de Joh an n Kepler 11. Hace un uso especial Ull gra n predeceso r. Pe ro Goethe co nocía probablemente la ca rta de
de los cinco poliedro s regulares en su Co smog ra fía, en la que ord en Ampere, y seguramente se aco rdaba del Tímeo, cuando pone po r es-
a cada uno , de grandes e insólitas dimensio nes, entre dos esferas pla uit o lo siguiente: «¿Seria la Nat ura leza, en sus comienzos ina nime-
net arias a fin de explicar sus int ervalos - una hipótesis fan tástica qu t l ll,~, tan pro fundame nte estereo mé m ca como se q uisiera al fin para
fue atacada enseguida po r Ty cho Brahe y por su autor , aunque n lograr vida incalcu lable y sin med i d ai» ) ~ .
fue abandonada sino asimismo reformada por completo ": Kepler
con ocía también los corpú scu los elementales del Tim eo y estudia la
manifestacion es como los crista les hexagon ales de hielo y la disposi
ció n de los peciolos en las ho ja s y en los tallos de las plantas
En el siglo XVII renueva el matemático y filósofo franciscano Pierr
G assendi el sistema de Epic uro , o sea. el sistema de l atomismo clásl
ca - un resultado de gran impo rtancia pa ra la Hi stori a de la Física-
Eso apenas fue un progreso . pero es dign o de men ción aq uí el qu
al menos él uno de los corpúsculos elementales de Platón, el retr ae
dro regula r. lo une a los átomos de Epicuro " . En el Tim eo es ést
el átomo -fuego. Gassend i lo co nviert e en el át omo del frío . Ambat
hipótesis pretend en explicar, de mod o ingenuo, la sensació n de picor
a partir del vértice de la pirámi de.
Sobre ello uno, invol unt ar iame nte , tiene que meditar en qu é ca-
mino hu biera seguido la ciencia moderna de la Nat uraleza , si en el
siglo XVII se hubiera revit alizado la Física de P latón en lugar, o al la-
do , del atom ismo de Dem ócrito. En los t res gruesos volúme nes de Ro-
bert Boyle, «el fundam entador de la Química moderna» en el siglo
XVII , no he podido enco ntrar ninguna referencia al Tim eo, mientras
que su coetáneo Ralph Cudwort h, la cabeza de los plató nicos de Ca m-
bridge, esta ba entusiasmado con lo que co nsidera ba «una imit ación
de la Fisiología atómica de P lat ón» 31.
PLA TON COMO GEOFISICO y GEOGRAFO 249

mitida como de Parménides 3 y, si se prescinde de la fo r ma de bo la,


Incluso la de Anaximandro. La bola de la Tierra se califica de «muy
arande», no tanto en relación con el Universo - al menos no se dice
CAPITU LO XV liada de ello- como en relación con el espacio qu e nosotros, los hom-
brcs, ocupamos en ella , «nosotros desde Fasis hasta las columnas dc
PLATON COMO GEOFISICO J l ércules», de este a oeste, el punto final de nuestro «ecumene». A
y GEOGRAF0 1 1111 espacio tan peq ueño corresponde la masa de Tierr a conocida por
nosotr os en la gran bola, la qu e ha bitamos en cl ma r interi or «como
runas u hormigas en torno a una charca».
Nuestr o lugar de vivienda es sólo, sin embargo , uno de mu cho s
que, como fosas o cavidades ( xou..o:), se encuentran repartidos en cír-
/Geografía de los mitos del Má s Allá/ culo en torno a la bola de la Tierra. En esas profundídades se juntan
ligua, bruma y aire, mientras que da Tierra propiamente dicha» (o:~ri¡
Al final del Fedón se encuentra el mito del destino del alma hu- ~ ¡liD, por lo tanto exactamente la superficie superior de la bola en
mana: un cuadro engorroso y nada sencillo . Dos líneas de representa- donde no ha sido excavada, alcanza el puro éte r. Todo eso se encu en-
ción se reunen aquí : la primera es cosmológica, fisicalista y geográfi- tra suficientemente representado y quedará más claro por medio de
ca ; la otra es mítico -escatológica. No hay duda alguna de que la esca- dibujos (láminas 11 ,1 y 2). Debajo, sobre el suelo de las hondonadas,
to logía es el obj etivo del Todo, mientras que los pensamientos de la se ha concentrado el agua sobre la que se extiende el continente en
Ciencia de la Naturaleza, aun cuando podrían haber significado muo {lile vivimo s, en torno al cual fluye el aire, y el grado más elevado
cho para el Platón investigador, son aqu í sin embargo sólo cimien- (' ~ la «Tierra propiamente dicha», bañada a sus pies por el mar de
to s. Uno compara las creaciones del Más Allá en el Gorgias y en La nire igual que nuestro lugar habitado por el mar de agu a; y de la mis-
República. En el Gorgias aparece por todas par tes el cosmos como ma manera sob resale en el éter como nuestra vivienda en el aire má s
prototipo de lo j usto, o sea, de la vida ordenada 2 . P ero todavía se pesado . La manera intuitiva en qu e fue pensado esto queda proba-
encuentra allí completamente dif erenciado de este símbolo el mito del blemente mejor mostrado en un punto concreto : La «propia Tierra»
Más Allá: el ju icio de los mu ertos en la pradera del triple camino y tiene exacta correspondencia con la manera en qu e nu est ro lugar ha-
los dos lugares para los buenos y par a los condenados, aquí la Isla hitado se enc uentr a respecto a sus islas, «que rodeadas po r el aire es-
de los Bienaventurados y allí el Tártaro - asimismo pura tierra mfti- r ñn flotando y se encuentran cerca del continente» (111 A) . Una mi-
ca sin inte nción alguna de cimentada en una imagen de la Tierra ° rada a la lámina 11,2 muestra el porqué no podía n haber sido imagi -
del mundo científico- o Por el contrario, ese intento lo lleva a cabo nadas lejo s del cont inente, asimismo a partadas del cent ro de la
el Fedón y verdaderamente con tal prolijidad qu e, de spués de eso, el oq uedad .
juicio de los mu ertos y el destino de l alm a actú an casi como un apén- Lo que nosotr os hemo s seguido hasta ahora es un puro cuadro
dice , si se mini meramente desde fuera la dist ribución de la gente. Y de pensamiento de las C iencias Natu rales, qu e en absoluto lleva en
al final de La República pone P latón, en el hu so de los ocho anillos, .~ í mismo algo de P latón y que puede ser imaginado po r cualqu ier físi-
colo cados uno dentro del otro, qu e circundan el eje de la Tierra, un co. Pe ro pronto se hará hu smeable un tipo propio del brillo descrip ti-
cuadro bastante meditado y calculado del Univ erso , antes de dejar va de Platón (110 B). P odría algui en conte mplar de lejos la Tierra,
pre sentarse a las almas ante las diosas del destino. Así ya parece refe- así le parecería una especie de bola variopinta . Pues la superficie su-
rir se esa comparaci ón a qu e, por medio del propio Platón, ha sido perior prop iamente brillaría con los más pu ros y resaltados matices ,
realizad o en primer lugar la unión de cosmología y escatología - se de los cua les los colores de nues tros pintores son sólo mu estra s pare-
trata de difer encia r, dentr o de la creación final del Fedón, los distin- cidas e incluso las brumosas «oquedades» , en conjunto con aque llos
t os elementos. lugares, se realizan como manchas coloreadas. Arriba se dan las más
Ni el tamaño ni la índole de la Tierra - así comienza Sócrates- bellas plantas y las rocas más ricas: 10 que se desprende de ellas se
corresponden a la opinión popularizada entre los exp ertos . La Tierra conoce aquí, entre nosotros, como piedras preciosas, oro y plata. Tam-
reposa , como una bola, en el centro del espacio de l mundo, debido bién seres vivos habitan en ese mundo más alto y también seres hu -
a su propio equilibrio y a la form a proporcionada por todas las pa r- manos dotados de un senti do más sutil y un pen samiento más cla ro,
tes de la esfera del ciclo . Eso es perfectamente la teoría que fue trans- en relación con los hombres de aquí abajo, ya qu e ello s se mueven
250 PLATON
r P lATON COMO GEOFIStCO y GEOGRAFO 251

en un elemento puro. Una primavera eterna predomina entre ellos, dudes ag ua y air e mient ras q ue la propia co rteza de la T ierra sobresa-
lo mismo que les corr espo nde una constante sa lud y una vida más lar- le en el éte r, se adapta po r eso a ese tod o . En tonces, co mo ya se d ijo ,
ga que entre noso tros. Los dioses viven y circulan en tre ellos. Se tra- fue reconducida la teoría de la bola j unto a la fundamen tación de la
ta, pues, de pasos qu e se recogen del c uadro de la isla de los biena - suspensió n-en-el-centro de Parménides. Pero de las oquedades na die
venturados o del Paraíso 4 . ha trans mitido, por el contrario, nada, y se puede un o preg untar per -
recta mente si Platón lo asumi ó y si vertió sobre lo as umido los colo -
I CS de su propia fanta sía o si lo había encont rado a fin de co nseguir
/ Lo doctrina ptat ánica en los operaciones geográficos/ esa base de oposición para aq uel con traste mítico . Asimismo esa c ues-
tión de la procedencia no es en primer luga r el p unto esencial, sino
Pero ya se encuentra im buido de un significado propiamente pla- que lo principal es qu e se ha hecho conscient e de cómo la imagen del
tó nico lo Que le precede (109 C) : nuestro mu ndo. en el suelo de la ca- mundo , tal como la hab íamos co nsidera do hasta ah ora, corr espo nde
vidad , es sólo un nebul oso refl ejo del reino de a rr iba . Y as imismo, ji dos diferentes zonas d e pensa miento, ta l co mo se hubieran cla ra -

en un sorprendente engaño, no sabemos de nuestra sustanci a . Cree- mente alzado una de ot ra la descripc ión infer ior geográfica y la des-
mas q ue vivimos en la superficie de la Tierra y no nos damos cuenta ctipci ón superior mñico- meraflsica , y como si la do ctr in a de las oq ue-
de que en realidad vivimos en el suelo de una profunda oquedad.'. dades ent rase de for ma dife renciada en la parte de las C iencias Na-
C reemos ver so bre noso tr os el cielo y en él las estrellas como si fueran rurales.
ellos realmente; en eso vemo s asimismo sólo las front eras superiores La investigación hasta ahora se había conducido sólo desde el pen-
de l aire frente al éte r, y la luz no s llega también ent urbiada por nu es- vamiento; as! parecía que la forma y expresión liter arias confirmaban
t ra brumosa a tmó sfera . Per o podríam os eme rger sobre la superficie el resultado. Se deben a porta r oc ho, co n cuyo én fasis establece Pla -
de nuestro ma r de ai re en el éte r, entonces lIega ria mos por primera Ión al princi pio un giro siempre nuevo en el carácter cie ntí fico q ue
vez a ser conscient es del error y estaria sobre no sotros el verdadero pretende expo ner . En primer luga r (108 C) : la teoría de Sócra tes so-
cielo y la verdadera luz, tendríam os también en to rno a nosotros la hre la for ma y figura de la Tierra entra en oposició n con aq uello qu e
ve rdadera Tierr a . la ma yoría de los expertos (ol 'nQ' ")', jf flw8óns )..É l'HP 1105 q ue suelen
A nadie se le puede escapar lo cerca q ue nos encontramos aqul hablar so bre la tierral) enseña sobre ello . El mismo también fue «in-
del punto de ntral de la creación platónica y de su filoso far . El mito fumado» ( 'lfÉTHO'pm) a tra vés de aq uellos. Ta mbi én Simias tiene op i-
del alma en el Fedro y el simil de la cavern a en Lo R ep ública ofrecen, niones de va rios tipos co rrespondientes a la T ierra. Entonces querría
cada uno a su modo, el cua dro más fa miliar inte rnamente y co n co- conocer él la «in formació n» de Sócrates, &: (ff 7fÚOH . Lo que ese tema
rrespondencia suficiente hast a en el texto 6 . y si contemplamos la ex- representa (& ")" fon p), argument a Sócra tes , no es difícil ; pro bar , sin
presión en el Fed án, se encuentran allí fórmu las como «la Tierra mis- duda, que es realmente así, sería de una desmedida di ficult ad y un a
ma», da verdadera Tierra », «el verdadero cielo» (aun} ~ ")'11, o a>"IjOWf rarea ina ba rcable. Pe ro él pretende sacar el cuad ro de la Tier ra según
OÚ UO:PÓf, ro ¿')..l'1'hPO P ¡pWf) como suficientes indicios de lo propiam ente MI «informació n» . Y ento nces co mienza con la frase «es toy infor ma -
platónico. La oposición metafísica entre mundo de las ideas y mun do do » aq uella expos ición cosmológico-fisicalista. De mane ra completa.
de la a pa riencia está aqui bajada a la Tierr a y se desarrolla en el con- ment e diferente es allí (110 B) en dond e proporciona la descripción
t raste de valo r de la «verda dera Tierra» y nue stro «ecumene- en el de la «verdad era Tierra», y en donde mar ca expresamente el nue vo
suelo de la oquedad. Ese co nt ras te de valor, as imismo, y con él toda p árra fo un a precisión de los interlocutores. AIIi habl a él de un «mi-
la descripción llena de fantasía de la «verd ade ra Tierra)¡ y ese mismo ro» que quiere co nta r y se sitúa , con toda la expresió n d e ese conteni-
nom bre, que en menor medida es propi am ente una creación platóni- do metaem pír ico , en co ntraste con la prese ntación geofisica del ca .
ca y corresponde en cada caso a una esfera distin ta de la geofísica con micnzo. Por ot ra parte, después de que el contraste de l principio es
la que Sócrates empez ó su exposición . compensado , se tiene asimismo que recon ocer, por otro lado , qu e las
Se disuelve aq uella capa que ha desp legad o allí la fa ntasía llena partes no se distinguen con una pureza tan completa como si no se
de ideas de Platón, así q ueda de nuevo un cuadro cosmológico cerra- hubiera dad o nada desligado en el espíritu de Platón . Pues ya, a ntes
do en sí mismo : la Tierra reposa como una gra n bo la en el centro del de que la pa labra «mito » estuviese allí como una marca fronteriza y
espacio del mundo de fo rma circular; en la bola de la Tierra hay a bun- la descripción de la Tie rra de a rriba come nzase , se ha recogido en la
da ntes oq uedades , de las cuales una es nuest ro «ec umene ». Ta mbién l'ierr a aquel cont ras te de ser y apariencia qu e en absoluto puede üe-
la dist ribución de los element os , po r la qu e se junt an en aquellas oque- gar a comprenderse sólo por la idea y por Física algu na . Pero t am -
252 PLATO N PLA TO N COMO GEO FISICO y GEOG RAFO 253

bién el camino po dría flu ir en cierto modo , así no podría llegar a ser 11 solicita r el perdón a aquellos que han curado , pa ra los que aquel
en nin gún caso men ospr eciada una indicació n propia de Pla tón de que mar es su parada , y así la liberación de la cor riente llega ría a tener
un polo de su edifi cio es cient ífico (en nuestro senti do) y el ot ro es lugar . E so perm ite segui r, aú n con mayor am plit ud , has ta en sus de-
mítico . Y lo harta claramente cognoscible también allí en do nde el mito talles cómo la descripció n de las corr ientes subt erráneas no corresponde
de nuevo alcanza su fin al. P ues, después de que él ha dejado sospe- a ningún sendero de pensamiento de las ciencia s naturales, sino qu e
char la felicidad plena de los habitantes de aq uella verdadera Tierra está pues ta completamente par a dotar de un fun damento topográfi-
(111 e xCt'i n1J! &}.,}.,11 1' €dóca/w "ial' TOÚTW V &XÓhOU(fOV d "m /y toda cu, por tanto, al consiguiente cuadro del Más Allá.
felicidad era su compañfa/), regresa con un perceptible traslado a la Efectivamente, pu es, las cuat ro corrientes determinadas que se re-
situación has ta la que ha sido llevado el cuadro de la ciencia nat ura l. cogen abajo no so n de ninguna man era las únicas en su clas e, más
Anteriormente Sócrat es só lo había insistido (109 B) en que los « lu- bien sólo las más dig nas de renombre entre muchas de ese tipo. Esos
gares» serían ricos y de diferentes figuras y tamaños, así ha ría noto- pasillos subterráneos, sin emb argo, por los que fluye agua , fan go y
ria esa diferencia. Algunas de las oquedades eran profund as y dota- fuego , y que más fuert e o más débilmente han de ser llenados por el
das de una a mplia a bertura, como nu est ro «ecumc ne»: otras serían gran dep ósito cent ral, no tienen po rqu é actuar menos como escatolo-
pro fu ndas pero con boca más estrecha , otras, a su vez, menos pro- ~ i a . Sirven, sin duda en la interdependencia de P lat ón , al objeto de
fundas y al mismo tiempo suavemente escarpadas hacia abajo. Y así ordenar las corrientes subterráneas en una ca tegoría m ás a mplia de
son todavía imagina bles mú ltip les forma s. Las oq uedades entonce s fenómenos par a no dejar que actuasen ellas solas de forma inc reíble
se prolongan en mu cho s enlaces subterráneos ent re ellas, y a tr avés e incomprensible. Pero en sí mismas tienen un amplio y abundante
de los canales de unión fluye agua, calient e y fr ía, pero también co- sentido . Proporcionan ha sta el detalle una com pleta teoría de fuentes
r rientes de fango de diferentes t ipos y te rribles corrientes de fuego . y ríos , flujos y reflujos, inu nd acio nes y sequías, fracturas de lodo y
El mov imiento en esas arterias esta ría regulado por el gran depósito de lava, viento y otros fenómenos geo físicos. De la lín ea de pen sa -
cent ral, el Tá rta ro . El mismo sería una «oqu edad» semejante, pero miento teológica y escatol ógica se ap ar ta ta n a mpliamente como es
se diferenciaría de las demás en que tras pas a toda la Tierra. Y, según posib le, e incluso A ristóteles, introduciendo controversias, en su Me-
qu e ento nces el «balancín: (olwQo ) de esa masa de agua unas veces teorologta toma po r válida la doct rina; de esta maner a pasa a noso-
se inclinase más fuerte en una dirección y otras veces en otra del pun- Iros diferenciada a la parte cient ífico natural del pensam iento pla-
to central de la Tierra, por su efecto se llenaría n con más fuerza, unas t ónico .
veces aquí y otras allá, los canales subterráneos 7. E ntr e las numero-
sas corrientes de diferente tipo que a travi esan la Tierr a la más pode-
rosa seria el Océano, y luego aquellas tr es: Aqu eronte, Pyrifl égue ton / Geoflsica y escatolo gía/
y Cócytos.
Esa do ctrina geofísica, liberada de t oda teol ogía, depende enton-
ces, hasta en lo más íntimo, de aquella teorí a de las «oquedades» ex-
I Corrientes y flujosl plicada antes, de la que al punto se erige en su precedente. P ues, en
primer luga r, incluso las oquedades se unen po r medio d e los ca na les;
El curso de esas corrien tes sub ter rá neas no necesita ser descrito los canales traspasan las paredes y los muros que entre cada una de
aq uí en todas las particularidades: su comienzo desde el Tár taro , al las oquedades, por así decir , se mantienen (lámina II ,3), así que se
qu e ellas regresa n de nuevo, sus recodos en el int erio r de la Tierra y presc inde de las oquedades y evidenteme nte los ca minos entr e ellas
cómo de alguna ma nera Có cyto y Pyriflégueton llegan al ma r de Aque- deber ían perder todo sent ido. En segundo lugar, está el Tá rt aro , el
rusia en un lugar m uy próximo , sin mezclar asimismo con él su agua. gran regu lador ta mbién , en el que t odos los canales finalmente tienen
Sólo llega a conocerse cómo todos esos pasos se encuentr a n y presen- principio y fin, él mismo es una entre las muchas oquedades, aunque
ta n con el único propósito de dejar prepa rados y pos ibles los dest inos la más activa y la única que se extiende a través de toda la bo la de
de las diferentes clases de alma s. El ma r de Aquerusia es pa ra los «me- la T ierra ; así que si se prescinde de las oqu edades. con el Tá rta ro ta m-
dio cres», es allí con lo que ellos sienten prem io y cas tigo. En el Cócy- bién entre ellas, se hab rá prescind ido de los ca nales 8.
to y Pyriflégueton son arroj ados los cr iminales difíciles, pero siempre Si asimismo un puro análisis dirigido al contenido de la fr ase de-
cura bles. Y las corri entes llevan a los puntos en donde cada río se a pro - muestra la interdependencia de ambas teorías, se aportaría así la me-
xima al mar de Aqucrusía hast a muy cerca, y desde allí deben insta r jor confirmación, ta n pronto como se diri ja la mirada de nuevo a la
.
254 PLATON PLATON costo GEOFISICO y GEOGRAFO 255

pa rte descr iptivo-formal. Después de qu e el cuadro lleno de fant asfu II


de la «Tie rra pro piame nte) se muest re an te nosotros (1 10 Bcl l l C},
vuelve el auto r (ya se ha ind ica do so bre esto) expresa mente a los «lu- H a imagen de la Tierra y los orígenes de la Geografía/
gares en las oqu edades» , esta blecidos en a nillo en torno a la bola de
la Ti erra . y describe perfecta mente su forma dist inta, mientr as que Pretendemos colocar el cu adro platónico de la Tierra en la Histc -
a ntes (109 B) sólo se hab ía referido al hecho de su diferencia . Eso lo da de la Ciencia Geog ráfica . Po r lo t anto di rigimo s nu estr a mirada
hace pa ra po der unir ento nces la teorí a flsícalista y así. med iante la 11 aq uellas acostum bra das «oqued ades» de la superficie superior de
co nstrucció n del «mito» de la «verdadera T ierra», qued aría comple- 111 Tierr a y nos pregun tamos qué es lo Que se ha prete ndi do con ellas .
tad o po r completo co mo algo que se-sost iene-po r-si-mismo, Y. pura- t'a rece en princi pio claro lo siguiente: si ha y tal es oq uedades y si una
ment e por medio de la co nstrucción, se confo rma rían aquellos dos de ellas es nuestro «ec umene» , la (mica de ellas qu e podemos cono-
complejos de pensamiento cíentlñco-natural en una unidad. ccr, entonces la teoría tiene que haber procedido de ese «ecumene»
Incluso se podría ec ha r una breve mirad a po r encima al mito es- y se tienen que haber formado las restan tes oquedades segun el mo -
cat ológico que suele surgir de una comparación co n el co rrespo ndiente licio de ésta sola . Pues no se podrla co menza r co n lo d escon ocido y
mito del Gorgias. En el co noce Plat ón sólo dos clases de alma s, las cons truir, relaci oná ndolo segun eso , 10 que se conoce bien, sino que
pecadoras y las justa s, y dos lugar es qu e les corresponden pa ra su vi· i-l paso sólo es posible así: un o pod ría pensa r analógicamente nuestro
da tr as la muerte, el Tárta ro y la isla de [os bienavent urados. En el «ccurncne» como un a pequ eña hon don ada en la gran bo la de la Tie-
Fedón de las dos clases han salido cuatro y, confo rme a eso , se ha n a. Pero por lo mismo esto hu biera burlado tod a probabilidad de que
fo rmado ta mbién la top ografí a del Más Allá . Pero una conte mpla- ese lugar de habi tá culo conocido po r nosotr os fuera tam bién realmente
ción más de cerca reconoce asimismo, sin esfuerzo, el ca mino qu e con- ct único, de esta manera , po r medio de una salida a naló gica , se snua-
duce amp lia mente desde los sencillos viejos aspecto s a [os nuevos . Los rtan ot ros muchos lugar es de vivienda en la superficie supe rior de [a
biena venturad os ha n qu edad o, aquí como allí, en una unidad . sólo Tierr a y se les da ría una for ma en co rres pondencia. o sea , se rep re-
que pa ra los filóso fos ha sido pen sado en el Fed ón un luga r especial senta ría n como oq uedades. Con ello. par a compre nder el punto de
incluso . En el sit io de los pecadores. sin embargo . se han introducido par t ida de ese ra ro pensam iento , debe ría mos pa rt ir de nuestra «ecu-
tres grupos : los mediocres. los criminales incura bles y los cura bles. mene» y de beríam os pregunt a r cómo se po dría ha cer para asenta r e n
Pa ra tod os los tres grupos está fija da su detenció n baj o la Tie rra , y el suelo semeja nte oq uedad . Pero a ntes de que se pu diera da r un a res-
se muestra as í co n ello su inte rdependencia frente a los buenos. los puesta. es necesa rio conte mp la r muy brevemen te las dos grandes lí-
únicos que llevan arriba , en la «ve rdadera T ier ra», su vida bienaven - ueas de desa rro llo a partir de las cua les la cie ncia de las imágenes de
tu rada. A fin de prepa rarles dignamente esa vivienda. la fantasía crea- la Tierra se ha movido hasta allí.
dora de P la tón ha adornado aq uella «verdadera T ierra » con todos En Jonia creó Anaxima ndro la Geogra fía . cua ndo con feccionó el
los colores que a bu ndaba n en la represe ntación popula r del Pa raíso pri mer mapa de la Tierr a. Así dice la T radición y razó n tiene. Pu es
y el m undo de las ideas de observaci ó n propia. se pod ría recalcar agudamente Que su mapa de la Tierr a no era un
Hemos sepa rado anteriormente el mito metafísico de su funda men- 1rabaio práctico sino ese ncialme nte teórico . y ta mbién que media nte
to geofísico, de la teoría de las oquedades, y luego la escat o logía de el ha fun da men tado una ciencia 9. Se hab rían dado ya desde hacia
su funda mento geo físico tambié n, de la teoría de las a rterias. Las teo- mucho tiempo ma pas pa ra uso de la vida . itinerari os y po rtulanos.
rías flsical istas se cierra n conj unta mente y a ho ra se reco noce la ma- Los viajes griegos de la Co lon izació n no son pensa bles sin semeja nte
nera en que ta mbién el mito y la esca to logía se com prende n uno en ayuda ; iYcómo iba a falta rles a los jonios 10 que se sab ía de Oriente
ot ro , cómo aqué l está fijado y ésa prep ara da. Ta mbi én, sistema tizan- y lo qu e los isleño s del ma r del Sur sabía n represent ar con var illas y
do con facilidad , se po dría separa r la cons trucció n de la creación pla- conchas! La acció n de Ana ximandro sólo podía haber consistido en
tón ica completa en cuat ro pa rt es. Las partes 1 y 3 se deben entender que creó una to ta lidad. Eso no pudo habe r sido muy úti l para un uso
de for ma científico-na tural, la s pa rtes 2 y 4 de fo rma mñico- práctico . P ues, cuando el timonel milesio cond ucía por el H elespon-
escato lógica. lo. nada necesitaba saber del Pe lopouesc o de Sicilia , y pa ra quien
hiciera una ru ta concreta un map a de la Tierr a sería tan distorsiona-
da r co mo inútil. El carácter teórico progresa así tan lej os qu e incluso
aquellas regiones de la Tierr a esta ría n necesari amente descritas allí no
a pa rtir de alguna experie ncia sino Que tendrí a n que ser const ruidas
í
256 PLATON PLATO N COMO GEOFI SICO y GEOOR AFO 257

puramente a partir de la imagina ción; p ues region es como [a or illa sentido el ma pa de la Tierr a en form a circular situado en la superficie
exte rio r del mapa , el Océano y sus costas, se pensaba que nad ie jn superior del tambor de columna s, como aq uel q ue mant enía en equi-
más pu diera alcanzar . librio a la T ierra en el espacio del Universo . Tal vez se podría aco rdar
Asimismo Anaximand ro ha hecho algo muy diferente que como uno de eso que en la superficie de la lámina de un tambor de colum-
poner un cuadro general del «ecumene » de sde partes sin ninguna uti- tlllS se siente que corr espo nde el calificativ o de «c óncavo » ( NOiA Oi) .
lidad prá ct ica. por lo ta nto no ha const ruido tal vez aqu ello de la na- l ~ ll realidad no es un tambor de columnas, sin embargo lo que resulta
da . Conocemos un ma pa de la T ierra babi lón ico no , o no demasiado, nquí como tal toda vía Demócrito lo po ne como una Tierra en forma
anterio r a A naxima nd ro , pero qu e está co piado de un o riginal más de disco , y así, en un caso simila r, no sólo ha trazado una imagen
an tiguo - del siglo IX, según piensa n los entend idos- o Co ncuerda en de la Tierra sino también ha realizado un ma pa de la T ierra; po r esa
un motivo formal con la co nstrucción de Anaxi mandro . Pues ambo s raz ón tiene que ha ber pensad o en el mismo caso, que los hab ita ntes
son mapas redondos: el babilónico encerrado por el «Río Ama rgo» de la Tierra se encuent ran de algú n modo en la superficie superior IJ .
de fo rma circular como el milesio por el Océano. Las pretensiones Hu Anaxímandro, para el Que la T ierr a era un ta mbo r y el «ecume-
d e cuadro general encue ntran en uno y en otro una rea lizació n anélo- ne» más o menos de fo nna circular , apenas se plant ea ban dificulta-
ga y es seguramente más qu e probable que en Mileto , adonde se llevó des. Dern écriro, por el co ntrario, estima ba en el «ecumene- la rela-
el reloj de so l de Ba bilonia, se conoc iera por la misma época un mapa ción ent re largo y ancho como 3 : 2, y permanece inseg uro si coloca-
babilónico de la Tierra 10. ha al iado islas con otros habitantes o dejaba que ellos fueran siem-
Asimismo también lo que Anaximandro ha creado seria algo esen- pre los únicos , como Anaximandro, simplemente con una relación
cialmente nu evo. En el mapa babilónico aq uel «Río Amargo» encíe- cambiada con el linde del circulo de la superficie de la Tie rra.
r ra de la misma manera que el pa ís es atravesado po r el Eúf rates. Me- Queda todavía un detalle que sacar. Si se pen sab a el cuerpo de
so potamia es, para el babi lon io, todo el «ecumene» , ya le parece a la Tierra como un disco y se construía sobre él el «ec umene» con el
él que no se encuentra n allí Egi pto y Asia Menor . Tiene aquí, por su Océano alred edo r, así infaliblemente tendrfan que pregu ntar aquellos
parte, Anaximendro, co mo no se podía esperar otra cosa de un ho m- jóvenes por el ténnino final de tod o . en el sent ido más ajustado de
b re de la tierr a de Homero , una apertura incomp ara blemente mayor la comprensión. Dicho bru scamente: el Océano Iluirla hacia el exte-
al mundo ; en esas co ndiciones resultan, por otra par te, extra ñas al rior. si alli no hubiese nada para co ntenerlo. De fo rma conocida, ya
se ntido de la realidad de un investigador milesio aquellas 7 u 8 islas en efecto la «Nekyia» de La Odisea" prepa ra la solució n con su Tie-
tria ng ulares que, en el mapa ba bilónico , se ade ntra n por la pa rte ex- rra del Más Allá y se encue ntr an muchas continuaciones po r pa rte de
terior del «Río Ama rgo » -en efecto, ¿a dó nde? A una tierra de na- los físicos j onios. En general proporciona C leo medes la vieja teo ría
d ie fan tást ica, a un mitico Más Allá q ue no tiene espacio alguno en y hab ía fun dam entos de ella a mano (Kykl . Tñeor . 1,8,40). Unos ha -
el espírit u cient ífico de Anaximandro 11. hian tomado a la Tierr a por plan a, pero otros, en su reflexión , le ha-
Her ódoto . co mo empírico , ha luchado co ntra eso, co ntra q ue se hían da do una forma tal que el agua sólo pudiera permanecer en ella
co nstruyera precipitada mente allí en dond e a du ras penas se pudiera si fuera «ahondada y c óncava» (fia8fia Na ¿ NoiA.''l ) l • • Se nos rnues-
te ner seguridad. Su protest a fue au torizada en un conoc ido sent ido Ira expresamente como autores de esa teorí a a Dcmócrito y A rq ue-
y no ha qu eda do sin éxito , como qu e esa ciencia nada ha acelerado lao . El mismo punto de vista sob re ello hay que at ribuir a An axime-
más que el poner y quitar de construcción y expe riencia . P ero el ma- nes, pues él (com o Arquelao) hací a que el sol no «se h undiera» sino
pa circular jonio du raria más, y desde el punt o de partid a de la geo- que «por las pa rtes alta s de la Tierra », asimismo po r una montaña
grafía de la bola de la Tier ra y de la doctrina de las zonas constituidas redonda, llegara a ser cubierto . A rq uelao emplea ba la vieja represen -
Aristóteles, con pa la bras muy similares a las de Herod oto, ha alzado lación en un nuevo sent ido para exp licar la variabilidad del horizon-
su voz contra geógrafos que dibujan en forma de círculo a la Tie- te. La misma imagen del mun do se le coloca en el Fed án (99 B) a aquel
rra 12. Es a misma po lémica se encuent ra todavía en Gémino (siglo I jo ven qu e «pone al aire, como una artesa lisa (WU1rf Q Na eOÓ1rW¿
a. C .), yen los mapas de rueda que proceden de la An tigüedad consl- 1fha 7f i a ¡), de soporte» de la Tierr a .
guc el predom inio la imagen en forma circular de la T ierr a, sólo que
lo qu e en otro tiempo era ciencia fresca e ingenua ahora está ent ume- • Se trata del canto Xl de L a Odisea, que se suele analizar como un aña dido poste-
cido por el más ingenuo esquemat ismo . rior a la misma. en el que Odiseo baj a al pa ís de los muer tos pa ra info rmarse del cami-
110 de regreso a su tierra y se encuentra co n los espfruc s difuntos q ue viven como som-
La teoría geográfica de A naximandro no es separable de su visió n bras y que s610 pueden recup erarse y ha blar con él bebiendo la sangre caliente de las
de conj unto ñ sico-astronó míca, y tenemos qu e pensa r en su propio víctimas del sacrificio q ue éste les ofrec e. (N . de/"T. )
258 PLATON PLATON COMO GEOFI SICO y GEOGRAI' O 259

/ La imagen de fa Tierra en Platón y sus consecuencias/ llos parajes se ha hecho increíb lemen te liso . Sin embargo en otro tiem-
po había un tráfico desde Atlant is a nuestro «ecumene» y a las demás
Ahora apenas se necesitaba llegar a decir algo más de cómo se de- islas en el mar ; luego, más tarde. hacia el «ver dader o co ntinente» que
be entende r la imagen de la Tierra en Plató n: se trata de un inteligen- está situado en tor no al «verd adero ma r». La expresió n «verdadero
te y j uvenil intente de trasladar . desde el d isco a la bo la , la imagen mar» está escogida en co ntraste con el pequeño Mar Med iterrá neo,
del «ecumene» u. El paso más chocante eran las «oquedades». Ellas «ver dadero continente» en contraste co n nuestro «ecum ene». que fue
no presentan ahora d ificultad de comprensión, desde q ue hemos po- imaginado co mo una isla entre ot ras muchas.
d ido seguir có mo los jon ios fuero n instados a ello, recogiendo su dis- Todo eso es perfectamente imaginable y permi te en esencia ser de-
co liso de la T ierra en los ribetes para imaginarlo hundido en el cen- lineado por medio de un dib ujo (lámi na 11I,1): un gran mar; en él una
tro. l a expresión «cóncavos (Je oiAm) había quedado para eso; es lo serie de islas gran des y pequeñas, de las que una es nuest ro «ecume-
mismo que nos encontra mos en Platón . La investigación cientí fica de- ne»: el gran mar estar ía rodeado por un gigantesco co ntinente. Este
bía esta blecer de una vez qu e el c uadro de la T ierra , ta n enérgica men- continente se alarga en torno a toda la bola de la Tierra; lo que siem-
te desarrollado po r los jonios, se junta con la teoría de la bola d e la pre hab ía parecido como un ma r extenso se encuentra metido en él
T ierra . Pues nada más próximo se encuentra conservado que el pen- como un mar interior y pod ríamos decir, par a explicar en todo lo po -
sar allí agujeros y, mediante una solución de pro babilidad, abunda n- sible esto en el sentido del creador de esa teoría, qu e fue da do en me-
tes agujeros análogos. También de este modo se ha bía sobrepasa do dio del «verdadero continente» apartado co mo una jo faina de mar.
una dificultad que podría pensarse como muy obstacu lizante en el co- ¿Pero no se tomaria sobre todo como un ju ego de la fantasía más
mienzo de la teoría de la bola de la T ierra : có mo en la ab ovedada su- que como una hipótesis geográfica'! Habría que destacar sobre ello
perficie de la bola seria imaginable una perman encia, mínimam ente lo siguiente: para la na rra ción son necesarios «ecumene» y Atl éntida ,
experimentable en cualquier bóveda . pero resultan superfluas - tal como lo vemos- las islas. «verdadero
Quien hubiera visto ese paso, seguramente como un paso concre- mar » y «verdadero continente». Ahora vayamos a tod as las particu-
tamenre científico dado prop iamente entonces, perma necería indeci- larida des en conjunto : esos pasos superfluos en una unida d, han sido
so. Se pod ría pensar en el propio Platón; asimismo ya no hab la por pensados, sin embargo . independient ement e de la narración y co nsrí-
eso en el mod o como su Sócra tes se remi te a un cualquiera. Pr eferiría luyen asimismo un teorema de la geografía ffsica , no el hallazgo del
tal vez tener para él la suposició n de que un pitagórico del círculo de juego de un poeta. Y seguramente no se ha intentado en un juego lo
Arquitas había alcanzado, como resultado de un pensam iento fuerte- que respo nde a un avance de hecho del pensamiento cientifico frente
mente combinatorio , aquella construcción cosmológico-física de la que al cuadro de la Tierra descrito en el Ped án.
luego se apropió P latón para hacer útil su objetivo escato lógico-
metafísico 16.
I Los do s imágenes de la Tierra en Platón/

III Los contrastes principales entre ambos cuadros de la Tierra se pue-


den considerar en las palabras siguientes 17: Las «oq ued ades: concre-
I La imagen geográfica de la A tlántidal tas del Fedón se encuent ran separadas entre si por medio de barrera s
inaccesibles. En la figuració n plató nica se empujan directamente mun-
El cuadro de la Tierra del Fedón no es el único en la obra de Pla- dos trascendentes entre nuestra «oquedad. y cualquier ot ra. Pero tam -
tón . Se toman háb ilmente de él las represen taciones que se desarro - bién, si uno se dirige al fundamento físico. el pensamiento parece de
llan al comienzo del Tímeo (24 E- 25 D) como fundamento gcográfi- esta ma nera querer llegar desde nuestro «ecumc ne» a algo en la ve-
ca para el relato de la At lántída. Con el cuadro del mundo dcl Tímeo cindad , de forma fan tástica y absurda . Tendríam os que estar constí-
no tiene esto nada que hacer, sino que pertenece de hecho a un círcu- tuidos como seres humanos de ot ra man era, tendría mos que poder
lo de pensam iento mu y distinto, al del Critias. respirar éter en vez de aire par a abandonar alguna vez nuestro sitio .
Rodeado por el mar se encuentra nuestro «ecumcne»: «Europa El cuadro de la T ierra del Timeo no nos fascina más por medio de
y Asia ». Delante de las columnas de Hé rcules se elevaba en otro tiem- tales eternas frontera s en una pequeña ma ncha de la bola . Se trata
po, en el Océano, la isla de la Atlántida, que, más tarde, por medio de un impedimento puramente prác tico cuando el océa no Atlántico
de poderosos terremoto s y maremotos, fue al fondo , y el mar en aque- ha llegado hasta el borde para permitir incluso el viaj e a su trav és.
260 PLATON PL ATON COMO GEOFI SICO y GEOGRA FO 261

¿Pero quién, sob re esta representación geográfica , podría impedir el do el verdadero continente, el «verdadero mar» se llama en él Océa-
pensami ento de que tal vez habría qu e arriesgarse en el Este a aquello no y, en vez de muc has islas, reconoce, si el relato de E liano es ínte -
que en el oest e, sin duda por medio de aquel impedimento práct ico, gro (Var, Hist. m ,18), sólo t res: Europa , Asia y África. Según esto,
se encuentra cerrado? Han caído aquí las barrera s absolutas, por me- en muchos aspectos se vuelve a una representación sencilla; habría de-
dio de las cuales nu estr a superficie de la Tierra, del Fed6n, había sido jado de lado, como hipótesis no demostradas, las mucha s islas del mar
dividida en un recint o pa rticular separado pa ra siempre de los otros; del mundo, y de [os tres elementos restantes (nu estro «ecum enc», el
la superficie de la Tierra se ha convertido en una unidad y se ha abicr- Océano que le rodea y el «verdadero continente») con struye su cua-
to a post eriores investigaciones y posterior es descubrimientos . dro de la Tierra. Per o desgraciad am ente no conocemos los detalles
Nadie pu ede dudar de que aquí la ciencia geográfi ca ha dado un de su teoría, ni sabemos lo mu y en serio que hubiera actuado con ella.
pode roso paso que, mirando a su línea de posteriores descubrimien- De todos modos te nemos que tomarlo como , pos iblemente, las supo -
tos , debe considerarse un avance. Permanece inseguro en qué medida siciones geográficas en Platón 21.
la Academia ha participado en ese descubrimiento. Por una parte po -
dríamos decir que no fa ltan por complet o ana logías con la represen-
tación geográfica del Tímeo. El «verdadero mar » es, en efecto , final- IV
mente - y ahora muy ampliado- el viejo Océano, En el «verdadero
continente» se reconoce con dificultad qu e la tierra situada má s allá / Los modelos griegos de la imagen de la Tierra/
del Océan o, tal como la «Nekyia» de L a Odisea la describe, propia-
mente en efecto per dur a todavía en la orilla que sobresal e de la Tierra Las antiguas His torias de la Ciencia son igua les a una co rrient e
en la Física jonia 18, La Tradición rehusó diferenciar si ya alguien , en subterr ánea que sólo aquí y allá, en cortos o largos trechos, sale a la
oposición a An aximand ro y Hecateo, coloca bajo ella, en el disco pla- luz. Allí nos enco ntramos con el problema de la geografía de la bol a
no , no una «ecume ne: redonda sino varias islas. Es completamen te de la tierra en el Fedón: serían visibles a lo más al gunos pasos al eja-
posible, Tal vez habría así pensado Demócrito qu e efect ivamente el dos desde el lugar de su origen . Pero luego tuvo que ha ber sido desa-
«ecumene. no es un círculo redondo sino ovalado, construido con la rrollado ampliamente esto con gran ene rgía , En el Tímeo, asimismo,
relación de ejes de 3 : 2; asimismo debía haber conformado su pensa- unos decenios más tarde, lo encontramos podero samente acelerado;
mient o en todo caso sobre su posición respecto a la orilla del círc ulo y Aris tót eles, que ya trata un punto de par tida completamente nue-
de la superficie de la T ierr a , Pero eso debe ser sólo una suposición, vo , nos enseña que esto, una vez que se suscitó, no vo lvió de nu evo
nunca una conjet ur a. a la calma,
Aquí asimismo hay un primer grado, en parte comprobab le y en Des pués de que Aristóteles, en su obra ITf et odea vov /Sobre el
parte imaginable; se percibe así, por ot ro lado, en un punto comple - cielo/, hubiera dejado ro ta la creencia en la forma de bola de la Tie-
tam ente firme un espíritu propio de P latón: en las denominaciones rra, va más allá (1I, 14,297b 30): A partir de la apariencia del cielo
«verdadero mar» y «verdadero continente» (Ó &}., 1J O ¡ J!o~ 1rÓ J!TO~ . bu:i vo no se sigue sólo que la Tierra no fuese una bo la sino ni siquiera una
bE 1rf}.,a)' o~ OJ! TW~ q re 1rf Qtf XOVaa ad ro )'i1 1raJ!n}., w~ &}.,1JO W ~ o QOórar' gran bola. P ues en un insign ificante cambio de nu estra posición en
&v }.,fYO ¡TO ~1rf¡ e M l el verdadero mar,' aquel verdadero mar y la tierra dirección nort e o sur se cambian las alturas de meridiano de los as-
que, rodeándolo, se denominaría con toda razón contin ente verdade- tros . Las estrellas que se ven en Egipto o en Chipre se convierte n en
ro por todas panes/t. Aquí se atiende estr ictamente al tamaño, no invisibles má s al norte (también en Grecia); otras, las estrellas qu e es-
se designa una diferencia esencia l. Y así debe cada un o ver que con tán en el círculo polar ártico, salen y se ocultan más al medio día . La
ellas se estab lece de nu evo en el fundamento, como decolorada asi- solución aparece en la pequeñez de la Tierra, enérgicame nte como él
mismo cada vez, la op osición ent re ldca y a pariencia 19 . A este res- lo expresó, como una corr ección del punto de vista antiguo que pasa
pecto no se dudará de que un trozo, y no el menor, del movimiento a nosotros en Platón , Allí se concibe, en primer lugar, a la Tierra co-
de pensamiento , si no la totalidad, qu e se dio aquí pa ra extenderse mo Una bo la y en ella se intent a meter la zona de T ierra conocida por
desde el cuadro de los antiguos ha sta el de los más jóv enes, se ha de- nosotros ; fre nte a eso, con una necesidad qu e fáci lmen te llegamos a
sar rollado en el int erior de la Acad emia . comprender, deb ía aparecer nuestro «ecumene. como a lgo impresen-
Se sabe que la repre sentación de la Tierra del Timeo ha sido t o- ta ble en su calidad de pequeña mancha, que no se sabi a a ciencia cier-
mada en conjunto con los mot ivos novelescos del e rutas por Teo pom- ta localizar si el péndulo se inclinase al otro lado. El avance radica
po , en un excurso utopi sta de su ob ra históri ca 20. Ha dejado de la- visiblemente en esto que no se podía aventurar en el primer estado
262 PLATON PLATON COMO GEOFIS ICO y GEOG RAFO 263

de cosas, en plantea r seriamente la cuestión de la situ ación de nue stra En un pasaje posterior de la Meteorologla (I1,6,362b 21) se afir-
tierra y de su relación con el tamañ o de la tot alidad . Eso fue por pri - ma que se limita la habitabilidad de la Tierra a las zonas templadas.
mera vez posible cuando se hubo hecho firm e la apreciación visual I labría también dos «ecumenes», sepa radas media nt e las zonas ca-
del glo bo terrestre. lientes, las que exte ndía n sus lími tes al Norte y al Sur en zon as desha-
La pequeñez relat iva de nuestra T ierr a es, para Ar istóteles, una bitadas. Pe ro no se habría dado límite alguno en extensiones este-oeste,
cosa demost rada. No le parece tan segura , aunque muy digna de con- y sólo la magnitud del mar im pediría en el práctica un viaje en torno
sideración, la conclusión que muc hos ha bían sacad o de que se acer- a la Tierra en la dirección dicha (l.:i a7' El Joí 1TOV )(WAVH (lC<Aá7rr¡~ 1TAijOoS
can el pa raj e de las columnas de Hér cules, por un lado , por ta nto el IV1TQ' I' ~11' Q'i 1ToQEVa¡p.OJl). Entre As ia Oriental y las col umnas de Hé r-
oeste del «ecurnene», y la India , por el otro, o sea su este, y que, en cules parecería que el ma r anu laba la interdependencia. Sin eso nu es-
consecuencia, el océano Atlántico y el océa no Indico serían sólo un tra zona templada habría formado un cinturón continuo de tierra ha -
mar 2" La representación resulta en general po r completo clara y pa- hitada (7a Óf. rijs 'IJllhxi]s fEw XCÚ 7(;)1' ' HeaxAflWI' arr¡AWI' ó¡a 7~1'
ra dibu jar en un cuadro (lámina m,2 2J). Llen o de du das y muy dis- fJá}.,a rra l' O~ <palI'OI'7Q'i aVJI~lQHI' 7<:7)[ ~VI'~XW~ EIJlca 1Ta Ua l' olxovJI~Jlr¡JI
cutible, si bien de poco sign ificado para nuestra inte rdependencia, es Iy por lo que se refiere a la p arte del exterior del Indico y de las co-
el cómo hab ría que considerar convenien te aq uel «acercamiento» lumnas de H ércules, a causa del mar no parece que toda la «ecurne-
(aVl'á1l"THI' ); si es que la teoría dada de nuevo por Aristóteles ha brí a ve» esté unida sin tnterrupcion/}. Como consecuencia del pensamiento
aceptado un mar completamente separado o un contacto real asimis- que aq uí Aris tóteles sólo toca ligeramente, se podrían haber desper-
mo con uno o más puentes de tierra desde Asia a Europa y Libia. Es lado muchas po sibilidades. Entre ellas fáci lmente se podría haber da-
seguro que lingüísticamente son posibles ambas 24 y también la frase do la teoría de un continente, de una «A m érica», ent re Asia Orienta l
siguiente , que remite a esta teoría la llegada de elefan tes a ambos «pun- y el Oeste de Euro pa . Pero Aristóteles pa rece haberse inclinado aquí
tos más extremos», no parece suficiente valoración para uno u otro también a la aceptación de que nuestra zona sólo consistía en una única
de los pun tos de vista. Ari stóteles se hubiera expresado sin dobleces, masa con tinent al. Así en primer lugar se consigue la im presión de co-
si la difere nciación hacia una de las do s partes hubiera sido significa- mo si el teorema sup lido en la Me teorologla concordase con el punto
tiva para su problema 25. de vista expuesto en el ITf e t o~ga l'o¡¡ bajo reserva, tal como se expre-
En las zonas más tem pladas hay una única masa de tierra, el res to sa en nuestra lámina 111 ,2. Pero, en una observació n más aqu ilatada,
de esta zona está cub ierto por el mar: esta es la visió n que se da como se reconoce aqu í todavía una diferencia esencial. Pa ra explicar la tra nso
a risto télica, a partir de dos pasajes de la Meteorotogta. En uno posición a los ma pas de la T ierra en forma circu la r, Aristóteles saca
(11,1,354a 1) se lee la siguiente deducción: Se debe llega r a mostrar [a experiencia, que ha aprendido de los viaj es por tie rra y mar, de que
que el mar , en contraposició n con los ríos, no tiene fuente alg una. no sería n iguales en longit ud y anchura, sino que se rel acionan como
Eso enseña la experiencia de mares inte riores cuya orilla se conoce «más de 5 a 3)}, por tanto
en efecto en todo su contorno. E nt re ellos el «Mar Rojo» comunica
en un punto con el «Mar exterior a las columnas»; el H ircanio y el 6:3 >L :B >5:3
Caspio, por el con trario, se encuentran completamente separados de
él y rodeados de tierra. La inserción del Mar Roj o en el Ma r Interior No sabemos qué anchura de la zona templada consideraba A ris-
no es allí muy estricta. En efec to, es «cas i» un mar inte rior, hasta en tóteles 2J . Calculamos a ojo lo medido en 43 grados entre nosotros y
un pequeño luga r de unión, así que, para el objetivo que preten de- conta mos el largo en el grado 36 de la titud (el paralelo de Rodas);
mos, podría ser cons iderado como tal. Esa característica casa muy bien así se concluye que la longitud de la masa continental suponía más
co n lo que es denominado por nosotros «Mar Rojo» y podría apli- o me nos una cuarta parte del círcu lo to tal. Y, aunque esas cifras con-
carse sólo a ése porqu e la discusión ent era se ciñe a un ob jeto con oci- tienen muchas posiciones muy inciert as, se man tiene en cada caso que,
do empíricamente, pero el océano Indico o el ma r ent re Arabia y la en toda relación de largo y ancho , ocupa la tierra mucho me nos y el
Ind ia , que por otra pa rte incl uso pod ría ser imaginado como el mar mar m ucho más de la mitad de la zona, de forma que ta mpoco la lá-
Rojo, no fue explorado por todas pa rtes y tampoco adm ite por com- mina Il I,2 corres po nd e por completo a [a visión prese ntada por Aris -
pleto aquella descripción. Dej a asl A ristó te les que el «Mar Rojo» se tóte les en la Meteorología. A llí pu ede quedar sin resolver ha sta qu é
una con el «Mar Exterior a las columnas», así pa ra ello es necesa ria punto ha dejado claras numéricamente las consecuencias y hasta qu é
la precisión que se formu ló en el II~gt o~gQ'l'o¡¡ de que el océano Atlán- punto tom a por defin it ivas las cifras dadas,
tico cae en conjunto con el mar del este de la India 26 . Depende entonces de esto un innegable contrast e, cuando la masa
264 PLATON
PLA TON COMO GEOFlSlCO y GEOGRAFO 265
de t ierra. según una de las teoría s, deb e co nsiderarse má s am plia y,
según la otra, meno s amplia qu e la mitad de la bola de la Tierr a; de znr a un a decisión en la pregunta de si Ar istóteles po nía un océano
esta manera se vienen aha jo esas dos opiniones opuestas frente a un ecuatorial o no . En primer lugar a porta un a ayuda el escrito , no em -
realce de la geogra fía de l Tímeo, en el valor propiament e de las va- pleado has ta aho ra , Sobre las oleadas del N ilo. Partsch , en un t rata-
riant es. vistas de nuevo como tesis fundament al: el círculo de la T ie- do destacado, ha demostr ad o «que la traducción med ieval Que llegó
rra es pequeño, las masas de Tierra conocidas por nosot ros (Eu ropa, hasta nosot ros, Liber de inu nda/ione N iJi, no lleva con falta de razón
Asia y Lib ia) ocupan una co nsiderable parte de la zona te mplada . El el n ombr~ de A ristóteles en su front is, sino Que una tran smisión (no
qu e, entre el oeste de Europa y el este de Asia . t uviera qu e ha ber in- co mpend iada por otr a parte de modo no esencial sino cambiada sólo
cluso ot ras masas de tierra es, según el punto de 'lisia mencion ad o en apariencia por medio de añad ido s puram ente forma les), qu e est a-
del n f (lt oV(la polÍ, tan bueno como imposible; según la M eseoroto- ha a la vista de Brat óstenes en una forma menos resumida, describe
gro, realmente posible en sí, pero no en correspondecía con la opio una a uténtico tratado del gran fil ósofo » JI. El que prete nda llevar
m~s lejo s ~ u escepticismo , debería añ adir qu e la ob ra se ha plantea do
nión aristo télica.
¿Pero cómo A ristóteles ha imaginado formado hacia el Sur el con- bajo los OJos del maestro , a donde se ve efect ivament e remitid o siem-
tinente del que nuestr o «ecu mene» es un trozo? El consideró también pre de nuevo uno par a toda cuestió n ese ncial. Aquí t ambién , entr e
en la zona templada del Sur una de nuestras correspondiente s «ecu- l a ~ diferentes teorías, estad a incluida la de Nicágcras de Chi pre: el
menes» . ¿Reunió su teoría las dos, po r med io de una masa de tierra, Nilo sube en verano, porque se origina en un a par te de la Tier ra en
en un gran co ntinente único. como corresponde en cierto mod o a la donde predomina el invierno cua ndo nosotros nos encontramos en
realidad , o la zona ardiente esta ba rodeada po r un cinturón oceá ni- verano . Cons iderado de forma más aqui latad a dice A ristóteles esto
co , de fo rma que se hubiera anticipado a la teoría de Cleantes y de motiva la representación de Que las fuentes se e'ncue ntra n situadas en
Cra tes en cierto sent ido ? lI. la zona templada del SUr. Y no sería refutada la teo ría por medio de
Esa segu nda perspect iva parece poder referirse a un pasaj e de la la referencia a un océano de circ unvalación Que cortase su camino a
Meteorotogia (II, 5,363a 5), en el que se hab la de los vientos del este la co rriente desde el semicírculo del Sur al del Norte, sino por medio
y del oeste «sobre el mar del Su r, fuera de Lib ia» (n e ¿ niP Ééw At¡'3 Vlli de la consideración de qu e la corriente entre los t ró picos debería atra-
8&>"anap ni P pOTiap ) l9. Una co nside ració n más pro funda enseña vesar un a zona doble tan ancha como la templada (pe ro un curso de
sin embargo, a comprender las palab ras Que lo designan de ma nera tama ña longit ud se ría ya en prim er lugar rechazado po r incompat ible
mu y di ferente. Ari stót eles explica que el vient o del sur no viene de co n la experiencia), que sería la «zona ardiente» (en la qu e, sincera-
alguna ma nera del po lo Sur. Por el contr ario , deb ería ha ber un a co- men te, el agua , en vez de llegar hast a nosot ros en ta l cant idad se hu-
rr espondencia entre el semicirculo norte y el sur en los fenóm enos na- biera eva po rado). Por medio de ese dob le argumento se refuta la teo-
turales esenciales, así que el viento del Nort e pasaría al semicírculo ría. ~ero la refuta ción se mantiene en el mismo punto d e part ida geo-
Sur . Pe ro eso no es en ab soluto el caso. Más bien ya aquí (en nu est ra grá fico Que ella . Nosotros aho ra sa bemos qu e en el cuad ro de la Tie-
lona te mplada) cesa y no pod ría dirigirse más am pliam ente al Sur; rra de Aristóteles se ha extendido una masa co ntinenta l sin interrup-
allí. «en el mar del Sur exter io r a Libia», igua l qu e entre nosot ros los ción desde la zo na polar del Norte hasta la menor en la zona templada
vientos del norte y su r, predom ina n los vientos del este y del oes te. del Sur.
(P arece pensado como si se extendiese una barr a tran sversal ante la
ru ta del viento. ) Se tr at a visiblemente en este lugar de la argumenta-
ción en torno a un hecho qu e se realiza empíri camente. Pero luego / Aristóteles y Eudo xo en fa imagen de la Tierra /
no puede ser imaginado en a bsoluto un océano ecuatori al. Pu es pare-
cería que la teoría propiamente lo ha bría sacado de algún fundam en- No sa bemos qué gente allega en su teor ía geog ráfi ca A ristóteles.
to particu lar así, como situado en la zona ardien te, y se habría a pa r- Asimismo más de un a huella conduci ría a Eudoxo, el gran matemáti-
tad o toda experiencia, po r tanto tam poco se hu biera podido añadir co e investigador de la Na turaleza. De esa man era, por lo menos, se
como algo evidente qu é clase de vientos sop laban sobr e él. Segun t o- trata en lo que ha qu edado de su doctrina geog rá fica para po nerlo
do eso , sólo se pudo haber pensa do do del mar del sur en las costas en comparación J2.
este y oeste de Africa» (incluso dentro de nuestr a zona) y sobre ello Eudo xo ha enseñado la forma de bo la de la T ierra. Eso se sigue
podría llevar también el curso de la frase JO. de consideraciones generales ba stante Ior zada s " . Pero se encuent ra
Parece qu e, con el mate rial usado hasta ahora , no po demo s for- ya t rans mitido en un pasaj e de Aecio (D ox ograph i 386), en donde se
compart e el punto de vista de Eudox o sobre la crecida del Nilo. La
266 PLAT O N PLATON COMO GEOF IS¡CO y GEOG RAf-O 267
explica . e ntre referencias a «Ios sacerdotes» , a partir de cha parro nes para una «A m érica». Asimismo parece que se refieren menos a una
de lluvia y a ellos po r el «cont raste ent re las estaciones del año » ( KCI:'rn teo ría semejante en Aristóteles. Endoxo da una relación igual por com-
n/JI O:JlTt1rfe íoTaO' ¡p TW P ¿¡ewv) Jo!. C uando entre noso tros, los que vi- pleto y se co locan junt as las dos semeja ntes:
vimos en el sem iclrculo Norte (se piensa en la zona templada del Nor -
te) predomina el verano, tendrían de esta ma nera los «a ntípodas» Budo xo 38 Largo: Ancho = 2 : I
(a vTO¡Xoi), en el semicírculo Sur (o sea, en la zona temp lada del Su r), Aristóteles 6 : 3 ( = 2: 1) > Largo : An cho > 5 : 3
el invierno; de allí vend ría el agua que se precipita en las tormenta s.
Visiblemente la hipótesis - ya nos hemos encontrado con ella en el Asi se realiza el punto de vista aristotélico casi co mo una corrección
libro de Ari stóteles de la crecida del Nilo H _ supone bien desarro- del eudóxico y todavía la familiarida d se reconoce en las discorda ncias.
llad a la reorla de la bola y de las zonas. No sabemos si Eudoxo imagina ba las partes restan tes de la super-
Si ento nces Aristóteles, para la pequeñez de la bola d e la Tierr a, ficie cubiertas por el mar o si todavía metía otras masas de tierra . Pe-
hace valer ampliamente estrellas que serían visibles en C hipre y en Egip- ro en do nde concuerda con Aristóteles eso sería resallado todavía aquí.
to pero que desaparecen más al No rte, de alguna manera tam bién en Ambos colocan la bola de la Tierra proporcionalmente pequeña. Aris-
la latitu d de Grecia, uno tiene que recordar también el hecho de que r óteles se sirve como prue ba de la a lteració n de las altur as de los me-
las famo sas observaciones acerca de estrellas del tipo de las de Cano- ridianos. para la cual incluso Eudoxo ha hecho el más fam oso descu-
bo ha n salido de Budoxo. Co mo es sabido Eudoxo ha bía conocido hrimiento de toda la Antigüedad . En una bola se extien den en amb os
en Egipto las estrellas brillant es y luego hab ía pod ido volverlas a en- las masa s dc tierra dc Europa , Asia y África desde las zonas fría s del
co ntrar también en su observatorio de la ciuda d de Guido, en el hori - Norte hasta las menores zonas templadas del Sur. So bre la relación
zonte. Posidonio, cuando estaba en Españ a. se acorda ba de ese des- del largo de nuestro «ecumene. con el ancho . verdaderam ente las dos
cubrimiento (Est rabón. 11 .119). Y se pod ría preguntar perfectamente auto ridades no son de la misma opinión. pero la diferencia hab la a
si Ar istótel es no ha bria tenido eso mismo a la vista > . Por otra par- favor de una interdependencia ta nto como de cerrarla .
te, verdaderam ente no se ha transmitido , pero es por compl eto muy Es muy improbable que Eudoxo , cua ndo vivía y estu diaba en la
proba ble que Eudoxo hubiera alcanzado la misma conclusión que Aris- Acade mia , hubiera podido d iscutir allí con alguien el objeto de la geo-
tó teles a partir de aquel hecho, pri ncipalmente en lo q ue se ref iere a graña del globo terrest re. No ha y induda blemente no ticias de ello y
la pequeñez de la bo la de la Tierra . Y que de hecho no la ha represen- por eso tenemos que co nfo rmarnos co n el estado de cosas de la His-
tado grande queda rá claro tras la siguiente discusión. toria de la Ciencia: que enco ntramos principalmente en Eudoxo y en
Nosot ros ant es hemos acord ado q ue Aristóteles no imaginaba a los fiado res de Aristót eles los paso s diferenciado res, d ados más allá
la zona calient e recorrida por una banda oceánica, sino que veía al de P latón , para el co nocimiento de la superficie de la Tierra. Es la
«viejo mun do » directamente en esencia como una masa continental misma línea que fue seguida por Eratóstcnes, P osidonio y, ent re los
que se extendía en el semicírculo del Sur. Lo mismo se puede demos- Anto ninos, por Marino y Pt olomeo )9 . También para ellos ha y algu-
trar con respecto a Eudoxo . Conocemos su punto de vista de que el nas masas de tierra robustas que se extienden a t ravés del semicírculo
Nilo brotaba en la zona templada del Su r. Tam bién tenia que atrave- del norte y del sur. sin duda una extensió n muy grande de este a oeste
sar la zona ardiente. y Africa en Eudoxo se extiende desde la zo na se encuentra en Eudoxa y menos en la primera teori a de Aristót eles.
templada del Norte al menos hasta la zon a temp lada del Su r " . Esa La lo ngitud co nocida alcanza , según Mar ino , 225. mientras que Pro -
d ivisión de la Tierra co ncuerda con Aristóteles y prueba además, co- lomeo la reduce a 180. Cuánto de lejos se extiende el cont inente aún
mo ya se mostró . la relativa pequeñez de la bo la de la T ierra en sobre Sera y Kattigara, hacia el Este. sobre ello se mantienen aque-
Eudoxo . llos. tan to en conocimientos como en renu ncias, como investigado res
En Aristóteles había dos puntos de vista so bre la distr ibución de adelantados en todas las hipótesis.
tierra yagua la una junto a la ot ra . El prim ero co nsistía en un conti- Los do s cuadros del círcu lo de la Tierra que la Antigüedad desem-
nent e sobre el globo de ta l «longitud » que el oeste de Europa y el este bocó en el Renacimient o fueron de gra n significado histórico. El ari s-
de Asia sólo se enco ntrarían separados por medio de un pequ eño mar. totélico fue, co mo se sabe. el fund amento para los viaj es de descubri -
El segundo , que se hace más prop io de Aristóteles, limitab a conside- mient o de Colón; él navegab a hacia el Oeste para alcan zar el cam ino
rablement e la extensión este de la masa continental y dejaba que ocu- más co rto al Este de Asía " , Pero se tarda sólo pocos decenios hasta
pa se, sólo en la zona conocida po r nosotros, presumiblemente menos que los descubrimientos de Magallanes, Balboa y Cortés enseñan que
de un cuarto de la to talidad . Ent onces habría Quedado en ella espacio eso no podía ser así y enton ces fue significativo el cuadro de la Tierra
268 PLA TON

del Tímea y del Critias pa ra los cronistas del siglo XVI 4 1• Las A nti-
Ilas pa recen ahora como restos del co ntinente d e la A tlá ntida el co n-
tinent e americano o bien co mo una parte de la Atlántida o corno el
«verdadero continente» y el océano Pacífico como el «verdadero ma r». CAP ITU LO XV I
Efectiv am ent e al pro pio Co lón le fue atri buida , en contra de la reall-
dad histór ica, la lectura del Tímea y del Crí t ías. Asl se intentab a ha. PLATO N COMO JUR ISTA I
cer com prensibles, en las más diferentes fo rmas, desde Plat ón los nue-
vos de scu ? ri ~iento s,. hasta que por fin, hacia el final del siglo XVI por H UN TlN GTON CA IRNS*
(1589), el resurta Jos é de Acosta mantuvo en relación con eso que el
cuadro de Platón no habí a que entenderlo real sino «simbólícamente». To d avía, acotacion es puestas de cuando en cua ndo , me ha n hecho pen-
sa r q ue ha y en P la tón pen samientos des tacables d e lo s que pod rla ben e-
ficia rme si tuviera la pacien cia de tra ta r d e entresa ca rlos.

Herbert Spencer 2

P la tón tom ó la visión más amplia posi ble de la Ley. El creía que
era un prod ucto de la razón y la identificaba co n la Naturaleza mis-
ma . La Ley fue un tema que ponía cons ta ntemente an t e él y raramen-
te hay un d iálogo en do nde no est é explícitamente tra tado algún as -
pecto de ella . Su teoría de la Ley constituye una pa rt e fundam enta l
de su Filoso fía general e ilumina, y es iluminada por el «corpus» pla -
tón ico entero . Igu al que la Ley de los griegos, su pensa miento legal
nunca fue siste ma tizado tal como nos hemos acos tum br ado a ver un
siste ma legal desde el último siglo de la República Ro man a ; incluso
fue visiblemente coher ente en relación con sus ideas filosófi cas ma-
yores. Era un legali st a de campo, como lo era n to do s los griegos, en
el sentido de que no era n juristas pr ofesion ales tal como no sotr os con-
cebimos hoy esta fu nción . Pero , en su pensami ent o ju rídico . aisló un
mon tó n de ideas legales de las más import antes en la H istoria de la
Ley y qu e ha n sido la Ley y qu e ha n sido las bases de mu chas especu-
laciones subsiguientes. Su i nn ue n~ sobre la Ley ha sido lar ga, ta nto
en sus aspectos teóricos como prácticos. Lo s juristas romanos «han
tomado mu chas ideas de Plat ón», dice el est udioso Cujas l; y su in-
fluen cia en la ley helenística y, a través de su práctica . en la ley roma-
na, y po r ta nto directa e indirectam ente en muchas de la s leyes de tiem-
po s modernos. no ha sido todavía completa me nte apreciada .
Este recuento de ideas legales de P latón significa incluir una des-
cripció n de sus principales teor ías sob re la Ley y su a plicació n a los
as untos prácticos de la Sociedad . Se trata de po ner juntas en un sitio
las numerosas ideas sugere ntes sobre la Ley, disem ina das a tra vés de
los diálogos. Sus principios se encuent ran abiertos por completo a la
crítica; pero como eso ha sido la pri ncipal ocupación de los plat óni-

• El o riginal de este ca pitulo se encue ntra en inglts a ñadíd o a la obra de Fried lá n-


der . (N. del T.)
270 PLATON PLATON COMO JU RIST A 271

cos y de otros, desde Ari stó teles hasta el día de ho y, aqu í se le ha de. cumplir, si los hombres le hubieran escuchado , él se dio cuenta de q ue
d icado sólo un mínimo espacio. Situar. de una man era tan precisa co- sus pro pu estas eran completamente visionarias (622 E . 712 B). el jue-
mo sea posible. Jo que él pensa ba acerca de un tema al qu e dedicó go de j urisprudencia de un viejo (685 A). Yno tenía esperanza algu na
tan ta refl exión ha parecido ser una ta rea de suficiente valor en sí mis- de que su idea l fuera a realiza rse en la práctica. Esta ba solame nte in-
ma. Hay numerosos puntos sobre los que seria provechoso tener más sistiendo en la necesidad de la ab stracción o de la hipótesis como con -
información; pero, como regla genera l, los intentos de establece r con- troles en una investigación de la Sociedad (739 E)~ .
jetu ras para reparar om isiones en Platón ha n sido dejados al lecto r. Lo q ue co nstituye tal vez la mejor defensa, in venta da por los pla -
tónicos. para la doctrina del filóso fo-rey arg umenta que ésta repre-
senta el principio de que el gob ierno es un arte o ciencia. como o pues-
La f unción de la Ley · lo a la idea de los po líticos del go bierno bajo la ley de la oratoria j urí-
dica ' ; esto es un reconocimient o de la exigencia de que el Esta do sea
Se asumen tres hipótesis como ba se del pensam iento de P lató n so- regulado po r la inteligencia más alta posible (7 11 A), Y representa só-
bre la Ley. Estas han sido logradas po r escuelas influyentes de pensa- lo la d iscreció n a ut ocrática del verdadero pa sto r, pilot o o médico ; y
mient o desde esos días; ha n sido , asimismo, la fuente de muchas an- finalmente qu e, a pesar de qu e Plató n insistía en la propuesta de qu e
gustias en admiradores cuyas creencias políticas son de diferente ín- es mejor para el ignorante ser regido, con su consenti miento o sin él,
do le que las de P lat ón. El estaba convencido de que el fin de la Ley por el sabio, cla ma en la prá ct ica por todas partes por el reino de la
era el prod ucir hombres que fueran «completamente buenos»: eso pu - Ley y el consentimiento de los gobernados (684 C; El Político 290 D,
do ser hecho porq ue, como los idealistas institucion ales del siglo XIX 296 B), Un rasgo destacad o en los escritos de Pl atón es el extr aor di-
afirmaban también, la naturaleza humana era capaz de mod ificacio- nari o cuidado que pone en limitar sus pro puest as mediante una cali-
n ~s de forma Ilimitad a; el método que debía ser empleado era una ficación explicita o un giro iró nico de la frase, La defensa presen tada
d ictad ura benevolente: los filóso fos debían con vertirse en reyes o bien por él no es, en todo caso , algo imposible.
los rey~ en fil ós~ fos . Esas hipótesis ha n, recibido mayo r atenció n que ¿,Es que P latón es hostil a la l ey? Esta es una pregun ta necesaria
cualquiera a ira, Inclu so en Platón, y solo es necesario qu e sean en- en lodo acopio de la ju risprud encia de Platón . No ha y duda de que,
te ndidas co n propiedad . co mo un visio nario tras un ideal, el Platón de La Rep ública prefería
Como filóso fo, Plat ón no po día acept ar nada menos qu e la bo n- la int eligencia del sabelotod o a utoc rático capaz de adapta rse a la im-
dad completa en el hom bre; por ot ra parte, rechazaba todas las leyes personalidad de los artículos de la ley. A pesar de qu e po r med iación
que no condujesen a ese fin (630 C). ( Pres tad atención a mi actual de las reglas generales, fijas e inflexibles y de leyes tendrían que ser
factura de leyes) , dice el A teniense. «en caso de que Iuera a introdu - dirigidos hombres y accione s que están cons ta ntemente cambiando y
cir una ley que o bien no tendiese a la bo ndad completa o que te ndie- son siempre diferentes. En un sistema tal era imposible alejarse del
se a una par le de ella » (70S E). Este no es el lugar para examinar el «caso duro» (El Político 294 B), Co noc ió bien la simp le verdad. co-
pa pel de los idea les en el pensamiento legal. excepto pa ra observar mo se la most ró el juicio de Sócrates, de qu e el método de debate de
que un ho mb re con un plan de una inmejorable co nd ición sobre los los t ribuna les era ta l vez el menos ap ropiado par a el de scubrimiento
asuntos ha sido con frecuencia un poderoso elemento en la forma- de la verda d 6 . Cont ra eso. el Platón de Las Leyes y de El Poluico
ción de leyes. Tampoco es preciso examinar los pu ntos de vista de Pla- ha llegado a demostr ar qu e en esta tierra una dictadura benevolen te
Ió n sobre las relacio nes entre la Ley y la Moral : sus puntos de vista era un decha do de perfección y qu e ser ía mejo r pro po ner una solu-
legales y morales se interfi eren tan to qu e resultan insepara bles. yen ció n que tu viera una posibilidad de realización. En el arte nosot ros
una ocasión (Hipias Mayor, 248 B· E ; Leyes 715 B; Minos 3 14 E) le con fia mos enteramente en los exper tos; pero en el as unto del go bier-
llevaron a afirmar que un a mala ley no es ley. Tení a tan to conoci- no el experto es más rar o qu e en cualquier otro ar te. Platón , po r 10
mi: oto como Hobbes y Austin de la distinción entre Ley y Mo ral, de ta nt o , creía que la Sociedad debería caer bajo la Ley como una se-
[a Idea de ley como un ma ndato (723 A); pero no tend ría na da de ello gunda posibilidad mejor (875 D; El Político 300 C) , tal vez incluso
(857 C D). A pesar de qu e sus intenci ones hu bieran sido pos ibles de co mo algo de la naturaleza de un «ú ltimo recu rso » -·Ia supremacía
de la no rma rígida, adapt ada al hombre «corriente ) y a la situación
general, incapaz de dispen sar equidad en el caso esp ecífico 7,
• El titulo de los pá rra fos es la traducción del q ue ha puesto el au to r del cap ítulo. Pl atón llegó así a su punto d e vista final sobre la necesidad de la
(N. del T.) l ey, Insist ía en que ésta era ind ispensable; sin ella seria mos indife-
"t"
272 PLATON PLATON COMO JUR ISTA 273

ren ciab les de los animales. Ella era la instructora de la j uvent ud . Su la vista o si se legisla para casos singulares (664 A, 739 C-E ; La Repú-
más nobl e tarea era hacer a los hombres odi ar la injusticia y ama r blica 419 y ss., 423 B, 462 CD, 466 A) . Esta es la visió n filo sófica
la justicia. La s leyes está n encaminadas a hacer felices a aquellos que o elevada , y conduce a la postura de que, si la función de la ley como
las usa n; y confieren tod a clase de bienes. Era duro par a los hom- el in terés de la Sociedad en tera es ob servado fielm ent e, al fin al se ob-
bres, apostilla Platón , dar se cuent a de que la preocupación de la Cien- tendrá una comprensión de las leyes ideales en el mundo de formas,
cia soc ial era respecto a la co munida d y no con los individuos ; la leal- que pueden luego ser utili zad as como mod elos. Es el opone nte de Só-
tad a los in tereses de la co munidad limita un Estad o en conjunto; la crates, en L a Rep ública, quien insiste en que la uni da d del grupo pu e-
persec ución de los intereses indi viduales impulsó separada mente a es- de ser conseguida sólo mediante leyes desviadas al interé s de los qu e
to . Platón po nía como duro para un hom bre el ver asimismo que Jos gobiernan o del gru po más fuerte (L a República 343 B y ss.).
intereses de ambo s eran mejo r servidos de la misma manera po r la
prosperidad de la comunidad qu e por la de lo individual. Entre no so-
tros no habría un hombre cuyas dotes naturales lo capaci tasen no só~ Teorfa de la L egislaci6n
lo para ver lo que era bueno par a los hombres como miembros de una
co munida d, sino pa ra ser ca paz siempre de verlo y de qu erer act uar En la rai z de la teoría plat ónica de la legislació n se encuentra la
para lo mejo r. Un poder irresponsab le par a ho mbres mortales siem- idea. desarr ollada más tarde por los detentadores de la Ley natural,
pre lleva a a ferrarse y a actuar en in terés prop io ; o , como Acron ha- de qu e el legislador es capaz , só lo por medio de la razón, d e for mular
bía de pa rafrasearlo más tarde, «todo poder corrompe y un po der ab- un conju nto de leyes que será adecuado a las necesidades de la co mu -
soluto corr ompe absolutame nte». Si hub iese por cas ualida d un hom - nidad . Para Plat ón , el legislado r es el filósofo en acción. Ese es el hom -
bre providencialm ente dotado de un a ca pacid ad natu ral para a pren- bre qu e ha visto la realidad de lo justo, la belleza y lo bueno';A pesa r
de r el verda de ro poder y la posición del gobernant e en corres ponde n- de que la mejor vida real está den tro de su poder, debe est ar Impulsa-
cia sólo con la razón, ése no necesita rla leyes pa ra gobernar ; no existía do a vivir una vida inferior y a regir el Estado; esto es así puesto que
para ninguna ley el derecho de dictar al verdadero conocimiento. Pe- la ley no se relaciona con la felicidad especial de una clase sino con
ro , tal com o eran las cosas, tal co mprensió n ahora no existía , salvo la felicidad de toda la Sociedad . Además él ha sido engend rado como
en pequeños asuntos; eso era por lo qu e teníamos que tom ar la se- un rey-potencial y un diri gente desde la cuna; ha recibido una ed uca-
gunda sol ució n mejor - la ley de lo general con la qu e no siempre ció n mejor que los demás y es también capaz de desarro llar ambos
se po dría hace r justicia en casos par ticular es ' . modos de vida. Tie ne, sin embargo , que bajar de las nubes. Obedece-
Anticipa ndo el análisis subsigu iente, Pl atón considera ba las suge- rá la orden porque es justa y él es un hombre ju sto . Tomará su o ficio
rencias de que la ley es de o rigen d ivino y de qu e la fun ción del hom- co mo una necesidad insoslayab le (La República 519 C , 521 8) . El es-
bre es descu brir sus verdaderas reglas (624 A, 835 C) 9; ésta es un pectáculo de un Henry Adams, que asum e el papel de excluir arist ó-
product o de fuerz as socia les y naturales imper sona les - económicas, cratas y de perm anecer apartado de un oficio públi co, es la antítesis
geográficas y sociológicas o , como él lo expresó, el resultado de opor- de este pu nto de vista.
tunidad y ocasión (709 A); y qu e esto es un invento de un hombre En el pensami ento de la legislación , Platón siguió la distinción ra -
para atend er a las necesidades de la Sociedad, A rte qu e coop era con dical griega entre ley escrita y no -escr ita . la réplica de Antigona a
Ocasión 10 . Aceptaba todos esos puntos de vista en algún sentido ver- Creonte se basa ba en (d a in mutable ley no-escri ta»; en Edipo Rey el
da dero en particular ; pero su idea última estaba en la naturaleza de coro se remite a las «leyes ordenadas desde arriba »; en Jen ofonte las
un co mpromiso. En su pos ición fina l conte mplaba a la ley como el leyes no escritas son defi nidas como aq uellas uniformemente obs er-
a rte de aju star la conducta hum ana a las circu nstancias del mundo vadas en todos los pa ises, y añ ade que tienen qu e habe r sido hechas
exterior. A veces, co mo Montesquieu iba a insistir más tarde, las con- por los dio ses, puesto qu e como hombres no pudi eron encontrarse jun-
diciones de la Socieda d dan form a a las leyes, y, a veces, como argu - tos y hablar el mismo lengu aje 11. Platón pensaba que las leyes. no es-
mentaba Condorcet, las leyes dan forma a las condi ciones. Platón veía crita s no era n leyes estrictamente llamadas así, pero que de ning una
así a la Ley co mo un dobl e proceso genético y teleológico , cuya fun- manera eran meno s imp ortant es 12. La concepció n an glo- americana
ción primaria como art e es correg ir las desigualdades en la relación de la ley común no-escrit a y la doctrina cont inental de ley no -escrita,
entre Socie dad y sus circunsta ncias (709). Es esta blecido en co ncreto que se remit e a la tradici ón monárquica y se administra por el depar-
el fin prec iso de la ley como el perfeccionamiento de la unidad de gru- tamento ejecutivo distinguiéndola de los tr ibunales, se a proxima , pe-
po , Que no puede ser obtenida si grupos mino rita rios están fuera de ro no es igual . a la idea de Platón . Ley no -escrit a representa especíñ-
274 PLATON
r PLATON COMO JURtSTA 275

camente las nor mas de regulaciones que se fundan en una tr adición posee un a influencia educativa dir ect a. Pero, det rás de eso , como de-
inmemoria l y en un uso social. La Ley es como un hombre cerril que, Irás de la educación, está la fuerza de la Ra zón. Esto se ha conjetura-
10 mismo que no perm ite nada cont ra rio a su ma ndato, (incluso ha- do a pa rtir de qu e la imagen ho mérica de Zeus a un extremo de la
cer una pregunta) a unque a alguien se le ocur rier a algo mejor que la cuerda de oro, resistiendo con éxito el inpulso de tod os lo s demás dioses
norma, tiene que o rdenarse a sí mismo. La vida humana no es senci- y diosas en el otro ext remo, se encontra ba tal vez presente aquí en
Ila, pe ro la ley, que es insistentemente sencilla . a yuda. a su pesa r, a el pensa miento de P latón (644-45) .
cont rolar aq uello que nunca es sencillo . La ley no-escrita ay uda a sao Plat ón , en su legislación , tomó el punto de vista de la moral tradi-
car adelante esa deficiencia . Pla tón se regod ea en una a bunda ncia de cional: se encontraba para regular la tot alid ad de la vida . A l mism o
metáforas pa ra describirlo . Es el seguro de la legislació n, el oráculo tiempo , reconocía qu e el da ño esta ba hecho po r esta blecer penas sin
qu e conecta las leyes esta tutarias ya promulgad as y aquellas que ven- importancia; de esta manera se conduce las leyes fundamentales al des-
d rá n, un verdade ro «co rpus» de Tr adició n que, correctame nte insti- crédito (788 B; La República 425 B). Sin embargo ha bía poc as cosas ,
tuido y co rrec ta me nte seguido en la práct ica , serv irá de pa nta lla para en op in ión de Plat ón. qu e no se encontra ra n sujetas a regulación le·
los esta tutos en vigor. Las leyes no-esc ritas so n los soportes o escua- gal: matrimonios, procreación, desa rro llo de los ciudadano s desde la
d ras de metal qu e ponen en posición a las piedras de co nstrucc ión; infa ncia hasta la edad ad ulta , distri bución de riqu eza, fijació n de pre-
son asi mismo los soportes principal es sobre los q ue descansa un a su- cios , todas las relacion es entre los ciudad anos, navegación, co mercio
pe rest ruct ura. de mercancias , comercio ambu lante, el control de las emociones, has-
Plat ón vio una ventaja al redu cir estas leyes básicas a la escritura; tclen a, la regulación de lugares de juegos , minas, préstamo y usura ,
po rque . una vez preservad as en la escrit ur a, perma necen escritas. No la su pervisió n de las granjas, pas tores y agricultores, incluida la su-
impo rta si un homb re no las comprende a primera vista , puede estu- pcrvis ión de sus útiles, la aplicación de magistrados, toda actividad
dia rias hast a que las com prenda. La nueva ciudad, que Pla tó n está de hecho entraba en la ment e de Pla tón, qu e concluía en el entie rro
formando en Las Leyes. no tiene una her encia de Tr ad ición in mem o- de los ciu dad anos y la celebración de ritos funer arios a p ro piados con
rial; sin embargo su legislación t iene que ir hasta el mínimo detalle, la asignación de señales adecuadas de respeto (780 A, 631-32, 842 e D).
de forma que la promulgación de leyes no vaya a fallar en su propós ito. Plat ón encont raba innecesa rio el enu mera r todas las le yes que el le-
Así la legislació n de tod a una co munidad puede ser estruct urada gislador tení a qu e promulgar . Los decretos q ue él propone est aba n
po r un esfuerzo de razó n. En tiem pos más tardíos esta doctrina hu bo di rigidos en pa rt e a ilustrar una teoría de la legislación . «Q uisier a
de ap a recer mod ificada en las teo ría s de H ume, Helvecio y Bentbam. mostrar », dice el Ateniense , «que aquí está una Filoso fía de la Ley,
P lat ón no tenía la menor duda de qu e la ra zón podría llega r al co no- un siste ma en el código orga nizad o con el fin de ser discern ido ,
cimiento ab soluto y de q ue nu estros errores son el producto de nues- por el filósofo y también por aq uellos que hu bieran vivido baj o
tro s sentidos y no son deb idos a ningu na fa lta de firm eza de nuestra un código perfecto, cómo ca pacita a un ho mbre pa ra juzgar sobre
razón . La ra zón es dueña de todas las cosas y ha prod ucido cada una la importan cia relati va y la funció n correcta de var ios decretos»
de ellas, incluyendo a la Ley (875 D , 890 D). A Plat ón le gusta ba cree r (622 r».
qu e la pa labra para «razón humana» estaba co nectada etimológi ca- A estas alturas de su pensa mie nto Platón da un gra n sallo en el
ment e con la pala bra para «ley» (7 14 A, 957 C 4-7). En el sentido futuro . Choc a fue rtem ente las manos de Bcntham . Bajo la influ encia
de intelecto que se afana filo sófi cam ent e, razón es la sup rema auto ri- de Newto n, Bentham int entaba descub rir pri ncipios directri ces en la
dad legal. Sugiere en una metáfora que los hombres son muñ ecos ac- elaboración de un código comp leto y sistemático. En ese campo cre ía
t ivados por los impulsos del deseo. El afán de diri gir es la sagrada que el equivalente de las leyes físicas de Ncwton era n el «principio
y dor ad a cuerda de la razón que da der echo a la ley pública del Esta- de utilidad» y el «principio de la asoci ación de ideas) . Platón t enia
do. Uno tiene siempre que cooperar con la cue rda dorada de la Ra- ~ reci s am ente el mismo objetivo a la vista, y los resulta do s de sus es-
zón. Con esto qu iere decir un cálculo cuida doso del fin por part e del tucr zos constituyen una extraord inaria a nt icipació n de Bentham. Sa-
Es tado, con vista al cual una estimación de los placeres y do lores pro - có a la luz que códigos existentes estaban formados por tópicos y que,
bab les te nd rá resultas en una ley. Eso es decir que el pro ceso legislari- en consecuencia, el legisla dor, cuando ten ía necesidad de proveer pa -
va , incluyendo debate y acuerdo final, concluy e en una promulgación ra una situación que el código no cubría , se encont ra ba obligado a
establecida. La Ley guia rá así a un hom bre, cuando se encuentra ar ra t- con fia r puramente a si mismo el toma r nuevas provisiones sobre el
do po r el brillo del placer o repelido por las per spectivas de dolor. capitulo apropiado. En materia de fraudes, por ejemplo , el legisla-
La Ley es, sin embargo , en un senti do , la con ciencia del Estado , y dar, que utilizase ese método , es ta ría en cada momento crítico cor-
r

276 PLATON PLATO N COMO JU RISTA 277

tando una cabeza de Hid ra " (La República 426 E). «Cualquier clase de la Espa ña act ua l)" . El legislador pondrá un cuidado const ant e en
de ley se encu entra necesitada de un legislador diferente), señala el ver qu e todas las leyes tienen sus preámbulos apropiados al tema. Co-
Ateniense. «en el mo men to él inventa y lo añade a su conju nto: uno metería un err or, sin embargo , si insistiera en un preá mbulo pa ra le-
añade una sección sobre herencias y herederas, otro sobre ultrajes» yes menores , lo mismo que no se debe trata r todas las canciones de
(630 E). Platón, igual que Bentham iría a hacerlo más tarde, pensaba esta manera. Debe quedar a la discreción del legislador si una ley con -
qu e un cód igo lleno de órdenes y exhaustivo se construid a sob re la creta necesita un preá mbulo (723) .
base de un principio más que por el método de qui tar y poner en pro- Todo esto, sin embargo , resultaba confuso para el siglo IV a. C .
cedimientos existentes. Como este principio él propone nada menos Austinia nos y realistas, quienes miraban a la ley como una orden y
qu e una forma del propio cálc ulo de la felicidad: «Do s consíderacío- quienes deseaban conocer lo qu e de hecho era la ley. El At eniense sao
nes», escribió , «van a los funda mentos de la ley: 1. ¿qué placer es no ca elega ntemente su po st ura. Sugiere que si un médico de baja cate-
deben ser permitidos? y 2. ¿qu é dolores no pueden ser evítados?» gorla oyera por casualidad al médico instr uido explicando el método
(636 DE). La medida de la ha bilidad del legislador estaba en función de su tratamiento a un paciente, su alegría sería inmediata y diría en
directa de su capaci dad para responder a esas dos cuestiones. Má s ade- alta voz: «jQu é estú pido eres ! ¡Está s enseñando a tu pacie nte en vez
la nte el legislador tenia qu e mantener sus pies en el suelo. Su legisla- de cura rlo; él no pretende llegar a ser médico, quiere sanan) (857 D).
ción tiene qu e ser definida. «Debe plantearse a sí mismo , con frecuen- Puede haber algo de valioso en ese punto de vista; pero P latón en rea-
cia, dos pregun tas: ¿A qué esto y yo apunt ando", y, en segundo lu- lidad no está legislan do ; de hecho su pretensión es as imismo enseñar .
gar , ¿estoy dando en el clavo u olvidándolo? De esa manera, y sólo La Ley para P latón es una fo rma de Lit eratura, y la responsabilidad
de esa man era, pu ede po siblemente desca rgar su tarea como para no del legislador es mayor qu e la del poeta (858-59) 13. El legislador es,
dejar nada que hace r a otros después de él» (744 A , 719, 769 D, 885 para sí mi smo, el autor de la más elegante y bella traged ia y sabe có-
B, 9 16 E) . Placer y do lor eran el material con el qu e el legislador tiene mo hacerla. En el fondo to da su política ha sido construida como una
qu e trabajar; eso te nía que ser controlado por medio de hábitos cr ea- dra matización de la vida más elegante y mejor, que es de verdad la
dos por la legislación . Resulta casi innecesa rio esta blecer qu e la idea más real de las tragedias (817 B). Platón, en apa riencia, di rigía su có-
de principio en la confección de un código , tan extensamente revisa- digo a qu e fuera estudiado como un libro de texto (810 B, 811 D).
da por P latón, aú n se mantiene en los reales de la piedra de los fi- Bentham también sugiere que el padre de fa milia debería enseñ ar el
lósofo s. código de Bentham a sus hij os y da r a los precepto s de moralidad pri-
Como final, el legislador tenía qu e tener a la vista tr es objetivos: vada la fuerza y dignidad de los de moral pública.
libertad, unidad del Est ado e inte ligencia o comprensión entre los ciu- P latón basa ba el deb er de ob ediencia a la ley en la id ea de la bue-
da danos (701 D) . Platón pensaba que la libertad y el despoti smo eran na fe y, en cierta medida, en la noción de honor, o sea, en el valor
amb os malos extremos. Concluía que u n gob ierno de mezcla era la moral que un hombre posee ante sus propios ojos y en la opinió n de
única salvación. Observaba que allí había dos formas en las qu e po- la Sociedad . Concedió mu cho valor a la obediencia a la legislación;
dían ser promulgados estatutos : un mandato perentorio, acomp aña- considera qu e el hombre cuyas victo rias alca nza ron esa forma sobr e
do de provisiones de dolores y penalidades en el caso de incumpli- sus conciudada no s tiene la mejor llave pa ra go bern ar (7 15 e, 762 E).
miento, o un estatuto precedido de un preá mbulo , qu e preparase la Est e punto de vista difier e radicalmente de uno moderno , aunque , sin
mente de los ciudadan os para las dir ectri ces contenidas en el estatuto emba rgo , es aún expresión escrita generalmente de la actitud de los
y los hicieran comprender sus sinrazo nes de forma que se encontra- gobiernos el que esa legislación debe asegurar la fidelidad por sus in-
sen ani mados a ob edecerlo. Compara el preámbulo con el preludio herent es cualidades. La solu ción se le presentó a P latón en un caso
de una composición music al o una canción (722 D). Los esta tutos ten- pa rticular, por el juicio y condena de Sócra tes (Critón 49 E y ss. ). Cri-
drían así dos partes: la «prescripción despótica» , que se corresponde tón sug iere a su amigo Sócrates, qui en se encuen tra en la cá rcel en
con la prescripción de un médico auto ritar io y que es pura ley; y, su- espera de su ejecución , que puede ser arr eglada su fu ga . Sócra tes re-
mado a esto , el prelud io, que no es el texto de la ley sino su preámbu- husa deso bedece r a la ley y perjudicar así a su tierr a , a unque por la
lo. (La misma idea se da explícita mente en algunos de los decretos-ley ley resultase perjudicado él mismo . Asienta sencillamente que un hom -

~ Hidra cs. en la leyenda griega de H ércules, un mo nstr uo de vari as cabezas que * El articulo que const ituye la base de este capítulo fue pu blicado en 1942. La rete-
se regenera ba n cuand o era n corta das . (N. del T.) rencia a España a parece así en el origin al. (N. del T.)
278 PLATON
r PLATON COMO JU RIST A 279

bre tiene que hacer lo q ue se ha comprometido a lleva r a ca bo y es En el mito del a nillo de Giges, qu e hacía invisible a su po rtador,
justo 10 qu e provee esto ; él no puede tr a nsgredir sus compro misos. Pla tó n intentaba responder al ar gumento común de que cualquiera
El Est ado no podria existir si sus leyes est uviera n flot ant es y las deci- pod ría ro mper la ley si se a trevi era , de que la observan cia de la ley
sio nes de sus tribun ales fuesen invalidadas y a nuladas por per sonas radica entera mente en la coacción. Si a dos ho mbres les fuera , a cada
pa rticulares. Eso es cierto aunque el Estado hubiera perjudicado a los uno de ello s, entregad o sem ejant e an illo . el hombre honrado po dría
ciud adanos y no hubiera juzgado correctam ente el caso. Po r su resí- ser dis ling uido fácilmente del no honrado (La República. 359 O y ss.).
d encia a lo largo de su vida en Atenas, Sócrat es ha prometido implí- Es el ideal lo que hace pa ra Plat ó n todas las d ifere ncias . Sin él, la
citamente obediencia a las leyes. No existe igualdad de der echo ent re Ley se co nvierte puram e nte en un as unto de fuerza; con él es posible
la legislación y el ciuda da no , no más qu e entre padre e hijo , a mo y la vida más bella y más noble pa ra todos los miembros d e la com uni-
sirviente. El niño , cuando es cas tigado. no go lpea. e n réplica, al pa- dad , y la ley se convierte a sí misma, en el esq uema platónico, en un
d re; ni el buen ciud adano debe po nerse a dest rui r las leyes, si su país bien de por si. Co mo filóso fo práct ico, sin emba rgo, sabía cuá nto de-
se po ne a destru irle. Sóc ra tes ha bía tenid o siemp re la oportunidad de pende de la co labo ración de los ciudada nos. «Al menos que los asun-
traslad ar se a ot ro país, si las leyes de Atenas no le hubiera n gustado; los privados sean t ratados correcta mente en un Estado » , escribió, «es
al no hacer eso , ha confirmado su pro mesa de obedecer. Si desobede- vano supo ner que cualquier código de leyes para asu ntos pú blicos pue-
ciese a las leyes de su país y esca pase a Tebas o a Méga ra, en cual- da existir» (790 B).
quier pa rte sería propiam ente visto como el enemigo de la Ley. Ese
ar gume nto , ta l como ha sido observado , deja ab iert a la cuest ión de
si está ma l disenti r de la sentencia de un tri bun al incompetente. En El sistema j udicial y adm inistrativo
el caso de Sócrates el tribuna l estaba sin j urisdicción; pero el tri bunal
pensó qu e él mismo era com petente y la ley ate niens e no tenia previ- La justicia ateniense fue tomada po r Pla tón en gran consideració n
sión para la a nulación de sente ncias como «ultra vires»: apa rentemente y se encuentra n a través de sus escritos numerosas indicacion es de qu e
Sócra tes pensaba que un juicio privad o no tend ría que pa sa r sobre dedicó una gra n reflexión a su reforma. El ha bía crecido , hast a la edad
la cuest ión de j urisdicción . ad ulta , e n la a tmósfera prod ucida por la desastrosa expedició n a Sici-
De todos modos. Platón da exp resió n co mp let a a la idea , y lucha Ha. cua ndo se vino abajo el Imper io ate niense. Los nu merosos j ura-
muy vigorosamente co ntra ella, de que la ley es una conv ención idea- dos de At enas era n jueces de am bas cosas, de la ley y de los hechos,
da por el débil pa ra sup rimir al fuerte y regu lar su conducta (714, 890 no era n afectados po r precedent es y se conmovía n por los gustos o
A; Gorgias 483 0.488 E; La Rep ública 359 A) . La Ley, en esa op i- el sentimient o que agitaba a la gente. Al fina l se convirtieron en ins-
nió n , no es má s que pod er ar bitrario y. si de be ser obedecida , dep en- trumentos del soborno po lítico y de asesinatos judicia les -una evi-
de ún icamente de la capacida d de alguno pa ra op on erse. De nuevo dencia de la desintegración del Estad o. Plat ón se encontró presente
P lat ón sugiere que, cua ndo los ciudadanos consie nten en la a utori - en la conde na de Sóc rat es, y los fa llos del proceso , incluso al obser-
dad de un código de leyes como sust ituto del go bierno personal de va r las fo rmal idades ord ina rias de un juicio corr ecto , tal como la pa-
la mino ría, se da un a d isposición para que haya ma yor unidad en el ciencia y el ma ntener el orden en la sala. no pasa ro n sin a no ta r en
Estado (627 DE). Esa unidad implica que la mayo rla lleve a ca bo que su descripció n de los pro ced imient os. Cua ndo la m uc hedu mbre -esa
es en su pro pio interés el obedecer a las leyes. La Soc iedad no actúa gra n bestia , como la lla ma Platón- se encuentra, todos junto s, sen-
contr a su propio deseo , cua ndo éste obedece sus leyes; querr á n a bo- ta da en la sala y con un fuerte grite río censura algunas de las cosas
lirlo al pu nto cuando éste ob edece a rega ñadientes (La Rep ública 359 que se dice n y añade o ap rue ba ot ras , a mbas acciones en exceso, co n
y ss.). Cre ía que, una vez q ue el respeto gene ral esta ba asegurado por clam ores y aplausos plenamente secundados, en tal caso Platón se pre-
un a ley pa rticu lar , ésta seria impl ícita ment e obedecida. La dific ultad gunta: ¿q ué es lo qu e tiene que hacer el joven ?, ¿qué ense ñanza en
radicaba en que la opinión púb lica estuviera preparada pa ra detener- co ncreto se a partará y no será barrid a po r el torrente de censura s y
se a medio camino, cuando el pro greso de la ley en cuestión fuera obs- ap lauso sino llevada af uera de esta corriente general, de forma que
tr uido por algun os sentimien tos apasionados de parte de un am plio afirmase las mismas cosas que hacen ser ho no ra bles e importantes y
número de pobl ación . Por ejemplo, la s dificultades que presentab a que haga como aq uello s hacen y sea ta mbién as imismo como aque-
la insti tución de comida s comunes fueron superada s en Espa rta por llos? Una cuenta ca pita l co ntra aq uellas cortes er a que se tra taba ex-
los hom bres; pero la cerr il hostilidad de las mujeres hizo q ue pa recie- clusiva men te de luga res de cas tigo y no de instrucción (Apologia 26
ra impo sible su exte nsió n a ellas (839 COl . A; La República 492 B-O ). T ras una la rga experiencia con los t rib u-
280 PLATON PLATO N COMO JU RI STA 281

nales ate nienses, Pl atón llegó a est a r convencido de que sólo reme- les será n po pulares, en definitiva. pero al mi smo tiempo no tendr án
d ios drásticos podrían eliminar los males qu e est a ba observando . que ser ni d emasiad o gra ndes ni demasiado peq ueñas; (<00 es fácil que
Como cue stión de p rincip io ge neral. P la tó n co nsidera ba que los un cuerpo gra nde ~e gente ju zgue bien ni ta mpoco uno peq ue ño , si
jueces tenía n q ue ser homb res de inteligencia superio r y que el siste- es de po bre ca pacidad» .
ma judicia l debía ser const ruido de fo rm a que allí se d iera una cla ra No ca bía apelación del die ast e rio a teniense . Plat ón , sin e mba rgo,
p resen tación de sol ucio nes y el tie mpo pa ra la debida deliberació n (766 provee un a a pelació n de esta corte popular a nte un tribu na l que tu -
DE). Un verdadero juez, cua ndo d ecide u n a su nto, no p ued e co nt en- viera «que ser orga nizado en la form a má s incorr uptib le que fuera
ta rse con un legalmente lim pio si o no, sino que tiene que establecer huma nam ente posible, especialme nte par a beneficio de aquellos que
los principios de su decisión. No tiene que utilizar como ju rados a ha n fracasado en obtener una instancia de su caso . bien a nte sus veci-
gente qu e sea de pensam ien to oculto e inart iculado, en los q ue Jos j ue- nos o en cortes t ribal es». Los jueces seria n elegidos po r oficiales pú-
ces nunca pueden captar que ellos piensen ot ra cosa, y que oc ulten blicos, q ue se reunieran en un templ o y escogiera n de entre ellos. en
sus opiniones del pú blico (876 B). sus filas , a aque llos de ma yor co mpe tencia , probada e n sus com et i-
Pla tón siguió la distinción de la Ley á tica y di vidió las ca usas en : do s, ~ que pa reciera n a sus compañero s. durante el año siguiente, en
pleito s priv ados -en donde la dispu ta era entre individuos- y plei- la mejor man era los más idóneos para decid ir los pleitos. Cuando la
tos públicos -en donde el mal era para el Estado (767 B) ", Pa ra las selección hu biera sido hecha. tendr ían que someterse a u n re-exa men
disputas privadas , propo ne un sistema de tres cor tes: una corte de pri- a nte el propi? cuer po electoral, y. si un nombre fuera rechazado. ten-
mera instancia , una corte de apelación intermedia y una corte supre- dria que elegirse a otro de la misma manera . La s audiencias de la cor-
ma de a pelació n. l a corte de primera instancia tendría qu e ser pro- te tend rían que hacerse públicas, en pre sencia de los o ficiales que es-
mo vida po r las propias partes. Ellas escoge rían a los jueces de e ntre tuviesen elegidos y de cualquier ot ro que desease asistir. y el voto del
sus vecinos y am igos co m unes , la gente que más sa bía del asunto en juez senta ría precedente. Esa última provisión será una salida de la
d ispu ta. Esa propuesta sin dud a le fue suger ida a Plató n po r el exce- práctica ateniense en donde el voto d e cada dicasta era secreto. Ade -
lente sistema de a rbit raje público qu e estaba vigente en Atenas La más P lat ón señala 35 como el número de jueces que deberían consti-
ma yor pa rte de los pleitos privados era as ignada a á rb it ros púb licos lu ir la corte (Cana Vll, 356 DEl, pero el esquema de Los Leyes apa-
que eran elegido s por so rteo. Se tra taba de hom bres de sesenta a nos, rentemente co ntemp laba una corte mucho meno r.
co n experiencia e imparciales, y su primer de ber era llega r a un co mo Las propuestas de P lató n, con la excepc ión princip a l del procedi -
promíso . Si ellos fa llaba n en esa tarea , oía n los argumen to s y reci- miento de ap elación , so n una ada ptación de la teoria y práctica a te-
bía n las pruebas. Exist ía una apelación de sus decisio nes. pero se ce- nienses. Esta ba conve ncido de lo sa no de la concepc ión de que la ley
ñía al acta hecha a nte los árbitros , que est aba depositada en un a caja puede ser simplemente esta blecida co n tal de que fuera com prendida
sellada hasta el día de la a ud iencia de la a pela ció n. Por ot ra pa rte éste po r el hombre ca paz . Creía ta mbién que una corte pop ular - o sea.
era un m étodo fácil y no ca ro de soluciona r disputas. y la única inno- co mpuesta por un amplio nú mer o de ciudadanos- era ta l vez el me-
vació n q ue Pla tón int rod ujo er a la de permitir al acusador y al acusa- jor seg uro de justicia; Y. co mo Maqui avelo tuvo q ue reca lca r más ta r-
do e le~i r su prop io á rbit ro más qu e depe nde r de la elección po r so r- de. una co rte formada po r n umerosos jueces era una ga ra ntía contra
teo . Sin d uda las ca pacidades de los árbitros pú blicos atenienses va- la rapacería . Una cor te ta n grande como la que j uzgó a Só cra tes, que
ria ban y la mod ificación pla tó nica del sistema ta l vez rep resentase un prob a blemente era de 501 miembros. era ta l vez m uy d ifícil de con-
e~ fuer~,? pa ra igua la r las desigua lda des del azar. Pl atón recalca que, tr olar pa ra Pla tón . Se co mprome ti ó a redu cir el número de miembros
SI los litigan tes fuera n im pu lsados a acudi r en primer lugar al arbit ra- y a añadir el elemento de publicida d. El permiti r una apelación de
je, sería afi nad a la salida entr e ellos, faci lita ndo así el trab ajo de [os una cor te de j ueces elegidos desde las gra ndes co rtes popular es, qu e
tribu nales (767 C , 956). en la teoría democráti ca at en iense eran supremas pu esto que se tra ta -
Una ap elació n de los ár bitros , como en la práctica ateniense, po- ba de un comité del pueblo soberano , fue una decid ida innovación
drí a ser llevada an te una corte inte rmedia, com puesta por vecin os y y P latón se esforzó en proveer las que pensab a que era n necesarias
hom bres de las tribu s. A pa rente mente en esas cortes tribales Plat ón salvagua rdas. Los jueces se encontra ban sujetos a mult as o a qu ere-
tiene en la mente, como mod elo . el Dicaster ion a teniense. Insiste en llas po r decisiones im propias y podrian ser ob ligados a corr egir sus
qu e todos los ciudada nos tienen un lugar en los escaños de una disp u- err ores. El man tenimiento de un a ño de oficio , au nque res ulta ría ina-
ta privada ; pa ra un hom bre que no parti cipa se en ayudar a juzga r ima - plicable a nuestro pr opio sistema legal profesion alizad o q ue exige un a
gina q ue no le cabría pa rte o suerte en el Estado en general. las cor- experiencia adq uirida sólo tr as un lar go período de aplicación, no era
282 PL A TON PLATON COMO JUR I STA 283
ob stá culo par a el sistema no profesionalizado co ntemplado po r Pla- prestar testim onio, lo daría; si careciera de conocimiento. tendría que
tón y pa ra el que se desarrolló en el mund o ático , tanto más cuanto prestar juramento de que no ten ía co noci miento y sería luego despe-
que aquí el énfasis esta ba en la in fo rmación del hecho y en la decisión dido . Un ju ez citado co mo testi go no podría vot ar en el juicio . U na
de acuerd o con las ideas de j usticia del sent ido común. mujer podría actua r como testigo si era de más de cuarenta año s y,
En los asuntos qu e pu dieran ence rrar perjuicios contra el Est ado, ,~ ¡ no estuviera casada , pod ría promover un a acción . Si t uviera mari-
Plat ón pensaba que era necesari o , lo primero de tod o , admitir al pú- do vivo, se le permitiría únicame nte prestar testimonio. En ju icios por
blico a una part icipación en el ju icio; cuando se le hacía un mal al homicidio , los esclavos y niños pueden ser llamados a prestar testi-
Estado. era da ñado lodo el pueblo (768 A). Pero , antes de que el caso monio , debidamente advertidos de que pueden ser llevados a juicio
llegase ante la ca rie po pular para sentencia. Platón deseaba asegu rar- por perjurio. Un testimonio podía ser denunciado como perju rio, siem-
se de que era presentado y prepa rado per fecta mente, una situac ión pre que fuera hecho an tes d e que concluyese el ju icio . Se fijaría un
que no siempre se daba en el sistema legal ático . Así, mientras que nuevo juicio, si se encontrase qu e se había decidido sob re un falso
era correcto qu e ambos momentos. el de comienzo y el del final de testimonio que hubiera in fluido en el veredicto.
cada asunto , se asignasen al pueb lo. el exa men tendría lugar an te tres Platón pensaba que la vida está llena de cosas buenas y que un
de los más alto s o ficiales o an te el Consejo público . en caso de qu e procedimie nto judi cia l cor recto era una de las ventajas de la H uma-
ellos fuesen incapaces de un acuerdo. Los t res co misionados llevarían nidad . Result ab a odioso . sin embargo. debido al ar te de la abogacía
la encuesta y desarrollarían las soluciones planteando preguntas profes iona l, que empieza po r afirmar que existe un ar tificio para tra-
(766 D). rar las tareas legales de alguien y que el art ificio deb e asegurar la vic-
Platón no pasaba por alt o el pro cedimiento (855 O-56 A): Los jue- toria ta nto si la cond ucta en litigio hu biera sido correcta como si no .
ces deberían permanecer senta dos frente al demandan te y defe nsor El abogado que de fiende a cua lqu iera por dinero debe ser silenciado
en a piñada fila en orden o po r edad . y lodos los ciudada nos que tu- y dester rado . Si alguno intentase perverti r la influ encia de la just icia
vieran qu e plantear quejas esperaría n y escucharí an atentam ente los en la mente de un juez, o de malas fo rma s hiciera q ue se multiplica-
juicios. El acusa dor plantearía su caso y el defen sor le rep licarí a. ca- sen los procesos legales o de maneras incorrectas ayudase a otro en
da un o en un pa rlam ento (mico . Cuando los parlamentos hubi eran tales procesos, debe ría ser debidamente somet ido a ju ici o y castiga-
sido pro nunciados . el j uez de más edad expond ría el primero su pun- do. Si el culpable hubiera act uado por el deseo de fam a . debería ser
to de vista sob re el caso: en él pasaría det allada revista a los pla ntea- exclu ido de lomar parte en cualquier juici o o de mante ner un proceso
mientas hechos. C uando terminase, el resto de los j ueces, cada un o promovido por él, a menos q ue se le encontrase po r dos veces co nvic-
a su turno , revisarlan algunas om isiones y er rores que tuvieran que l O, en cuyo caso sería con dena do a muerte; si hubiera actuado así por
objet ar a los alegatos de cada pa rte , y un ju ez que no tu viera obje- dinero , deberí a ser conde nado a muerte, en caso de tratarse de un ciu-
ción alguna que hacer cede ría la pa labra a su vecino. El acta escrita dadano. o expulsado , en caso de ser extranjero .
de todas las actuaciones pronunciadas deb erla estar confir mada para Plató n cop ió de la prá ct ica del Derecho ático la idea de un tribu-
ser relevante po r los sellos de lodos los j ueces y depo sitad a en el alta r nal de exa mina dores pa ra observa r la co nducta y llevar a ca bo una
sag rado de la Audiencia . Ellos se deberían enco ntra r de nuevo al día a uditoría de los procedimient os de los oficiales administ rativos y de
siguiente en el mismo lugar para continuar la revisión del caso , y una los jueces (945 B-48 B). Un pa ralelo moderno, en cierta med ida , es
vez más imprimir sus sellos en los documento s. Cuando esto hubiera la práctica am ericana de la misión del Controlador Gen eral y la teo-
sido hecho por tercera vez, añadido el debido peso atribuido a la evi- ría que hay tr as los comités de in vestigación del Cong reso, pero la
dencia y testimonios, cada juez pro nunciaría un vo to solemne. j ura n- sugerencia plató nica era de una escala mucho más elaborada. Algu-
do po r el alta r emitir un j uicio ju sto y verdadero según lo mejor de nos oficiales, en el Estado platónico. eran elegidos por sorteo. algu-
su pod er , y esto co nstituiría el final del juicio. nos po r elecció n, un os po r un año y otros po r un perlado más largo.
Platón desar roll ó una regla de Pe rog rullo para asegurarse de la Hab ía riesgos en ese mét od o de selección, y el Estado debía te ner exa-
veracida d de los testigos (937 e). Un solo «la psus» de la verda d po - minadores competentes en cualquier eventua lidad de que cualquiera
drla ser debido a un error inevita ble; do s de tales «laps us» indicaban de ellos act ua se de forma torcida, por enco ntra rse agobi ado ante el
falta de cuidado - un hombre de esa condició n no era bueno par a peso de su tarea y su propia inca pacidad para soporta r adec uadamente
testigo-; t res «lapsus» le co nvertí an en un b ribó n. Si alguien no qui- esto . Platón provee para la elecció n de examinadores por medio de
siera actuar co mo testigo. podría ser citado y te nd ría que obedecer un métod o circunscrito cuidado sa mente. Los exam inadores juzgaban ,
so pena d e castigo . Si conociera los hechos y estuviera d e acue rdo en mediante pruebas de comportamiento , las act uaciones o ficiales y la
284 PLA TON PLATON COMO JURISTA 285

vida de los servidores públicos. Una a pela ció n de sus a ct uaciones po- 1\) . Era per fectam ente consciente de las pasio nes q ue se po drían de-
dría ser llevada a nte la co rte de jueces selectos q ue o yen la s a pelado- ouar en cualquier intento de redistribució n de la propied ad ; si el le-
nes super io res; per o si fra casas e la apelación, la pen a (cuando no era ¡¡:islado r se em peñaba en tu rbar ta l estado de cosas , cualq uiera podría
la de muert e) sería doblada . Los examina do res mismos no se encono enfrenta rse a él bajo el esloga n de «r manos fuera b y co n imprecacio-
t ra ba n, sin em bargo . fuera de sos pecha , y Platón pro vee un exa mina- nes, co n el resultado de qu e él se q ueda ría sin pod er (684 E , 736 O) .
do r de exa minado res. Eso era un tri bu na l especia l. ante el cua l cual. Hajo o tra co nsideració n, la pro piedad del pueblo co mo sagrada, se-
q uier ciudadano pod ía plantear una d isconform idad de procedimien- i( 11Il creía él, era la base del co m po rtamiento mu tuo y, po r ta nto, ~ro­
tos. La co nvicción conlleva ba la pérdida de todo ran go de po r vida ponía co mo regla genera l lo siguiente: ta n lejos c~ ":I0 fu e~a posible
y la pérd ida del fune ral estata l t ras la m uerte. Si el desco ntento co n nadie tocara mis bienes, ni los mo verá en lo más mrmmo , SI no tuvie-
el procedi miento fracasa ba en o btener un qu im o de los votos del tr i- ra mi co nsentimiento; y yo tengo q ue actua r de la m isma manera en
bunal, el acusador se encontrarfa sujeto a multa. Podría destacarse relació n co n los bienes de los dem ás hom bres, po r prudencia . Dejó
ba sta nte q ue lo ju dicial se enco ntra ba sujeto a escrutinio por los exa. de lado la doc trina de qu e el ciudadano recibe sus t ierr as del Estado
m inado res y q ue era susceptible también de act ua ciones por da ños de (140 A , 923 A) , una no rm a q ue aún late en la Ley americana. Reco-
pa rte de los de ma ndantes del ab uso de pod er judicia l - una idea Que nocla Que el Estado podía im poner restriccio nes a la tra nsferencia de
aparecerá más tarde en la ley ro ma na y en ot ros sist em as. propieda d (923 A ) y proveía de una o ficina de registros y del registro
de títulos, de fo rma Que los derechos legales perten ecientes a todas
las materia s de pro piedad pu dieran ser deci didos fácilmente y co n per-
Contrato y Prop iedad fecta cla ridad; su sistema incl uía as imismo la valoración de la propie-
dad (745 A , 754 E , 850 A , 855 B, 9 14 e, 955 D ).
Pla tó n proporcionaba cobertu ra pa ra los fra ca sos en lleva r a ca- El es fuerzo al turuün de Plató n po r una clarificaci ón de la propie-
bo los términos de un acuerdo (920 D), a me no s q ue el ac uerdo fuese dad estuvo pro bablemente ca usado po r la a usencia de una tradició n
co ntrario a la Ley o hecho bajo coacción o frustrado por círcunsta n- de aná lisis teó rico , un a de las ventajas de la profesiona lización . Fue
cias imprevistas para el co nt rol de ambas pa rtes - el fundamento más incapaz de percib ir lugar a lgu no par a la aplicación de su.principio fa -
rec iente seria, ta l vez, una anticipació n de la moderna doc trina de la vorito de bifurca ció n algo qu e a parentement e fue aseq uible a un abo-
« frus traci ó n de riesgo », Que co me nzó siendo co mo resultad o de las gado romano y a la ley co mún , a unque esa percepción no estuviese
circunsta ncias cre adas po r la Primera G uerr a M und ial. Una acción fundada en un a base necesari am en te científica. P uesto qu e no pudo
po r incumplim ient o de ac uerdo sería entregada a las co rte s triba les, bíseccíonar, dividió la pro piedad , «co mo a un a nima l q ue se sac rifl -
a menos Que previame nte fu era est ablecida po r los á rbitros. Un ac uer- ca, po r las jun turas» (El Politico 287-289). Po r est.e métod o o bt uvo
do hecho co n ajenos tenía qu e ser co nt em plado co mo especi a lmente una clasificació n en siete a parta dos: ense res, ma teri ales de los q ue se
sag rado (729 E). Si un a rtesano era decla rado culpable en cu lminar hacen cosas , recipient es, vehículos, a rtíc ulos de de fensa , a rtíc ulos de
un t rabajo a l qu e se había co mprometido , tenía q ue presen ta r el do - juego y a rtículos para la nutrició n. Plat ón obser vaba qu e (d a ~I asifi .
ble de l va lor. U na vez recibido e l trabajo co nt ra tado, si no se pa gase caci ón es un ta nto forza da» pero da buena cuenta de toda propiedad ,
e n e l tiempo co nven ido, se recuperará el precio dob lado co n intereses excepto de a nimales domésticos, esclavos incluidos (776 C). H acia ob-
po r cada mes en q ue el pago fuere diferi do (921). jecio nes al sist ema oligárquico po rque inevitabl emente tendía a co~­
Plató n nunca fue ca pa z de desarrollar un a ley de pro piedad adap- vcrtir la pro piedad en una pru eba del puesto (698 B, 774 A; La Repü-
ta da a un a Socieda d en marcha. Sabía q ue la correcta di str ibu ció n biíca 551 B).
de la pro piedad resultaba vital par a el perfecto desarrollo del Esta do No int entaba un a medi ta ción sistemática de la Ley de Pro piedad,
(736 E), pero sus so lucio nes a los problemas se limit aban a las co ndi - sino q ue realiza un estudio , medi ante ella, de las reglas trad icion ales
cio nes ar tificiales de co munidades ideales. En la fuerza de su ma du - y prácticas, en co ncreto, en el Estado at eniense. Arriesga numerosas
rez, propo nía abolir la propiedad privada para lo s gua rdianes de su sugerencias. Sobre la problemática cuest ió n de lími tes, provee sim-
ciud ad ideal , a fin de asegurar un desinterés en la clase gobernante plemente que nin gún hombre podrá remover ma rca s de lím ites de tie-
(La Rep ública 416 D, 420 A, 422 D, 464 e, 543 Be). P ara la segunda rra (842 E-44 D) 15; si alguien lo hiciere, cualquiera podría denunciar-
mejor ciudad de su edad avanza da encont r ó Que la no rm a de propie- lo y, si fuer e co nvicto, la corte podrá estimar las co mpe nsacil:mes eco-
dad en co mún esta ba más a llá de la cap acidad del pu eb lo que la habi- nó micas. Pequeñas accio nes molestas sobre la parte de un vecmo , pen-
taba y se decid ió , po r ta nto, al parcelamiento de tierra y cas as (740 sa ba Platón, sobre t odo cuando se repiten co n frecuenci a engendra n
286 PLATON P LATON COMO JURISTA 287

g ~~n cantidad de hostilidad . Las invasiones de una propiedad , en opr _1110 dejada at rás po r otro , bien volunta ria mente o no , !a dej ará sin
mon de Platón , con stitu yen tal fuente de irritación que provee (lile tocar. so pena de castigo; ta les bienes se encuentran bajo la protec-
un ho m bre, sobre tod as las cosas, tiene qu e poner especia l cuidado dl'1I1 de la diosa de los cam inos (9 14 B-D) . Las reglas de P latón sobre
en no lastim ar en lo más mínimo la tierra de su vecino . Cualq uier te-uros esco ndidos y propiedad per dida (9 14 E, 9 16 A-e) so n con-
qu e se meta en la tierra de su vecino, tras pasando los límites, deber é templadas po r él como aplicaciones de la significa tiva máx ima de So-
paga r por el daño Y. por vía pena l, pagará asimismo el doble del co Ión: «Lo que tú no hubieres colocado no lo leva ntes» (913 e ). Un con-
to del daño . De igua l manera , un hombr e debe ser multado por el ro rrtbuycn te de una soc iedad de beneficio mutuo no. puede promo v~r
bo de un enjambre de abejas Que capte con ruidos de cacharros dCl uuu acción en torno a cualqu ier difere ncia que surgiese con su conm-
metal, y po r perj uicios ca usados por el fuego o por pla ntar érbole bución (9 15 E) 16 . Se desaprueba n las ventas a créd ito, y un hombre
pegados a las lindes del vecino. As imismo dejó de lado reglas elabo 110 debe poner su ma no e n la parte de otro sin a porta r el ~qu iva lente,
radas, co pió de las viejas leyes sobre regadíos , mejora de cultivos ~ bien en bienes o en dinero, como su pa rle de la tr an sacció n. Por eso
daños por riadas. Si la perte nen cia de un a propiedad perdida se hu. UI! vendedor qu e rea lizara una venta a crédito , tend ría que confiar
lla ra en co nt rove rsia, hab ría qu e soluciona r el litigio co n la ayuda del para cl cob r~ en la buena fe del comprado r. Le hab~a sido sugerido
Registro del Estado, en caso de qu e est uviera registrad a; si no lo estu- esto po rque se trat aba del mejor ca mino pa ra prevemr !a ~ reac lO n de
Viera, el magistrad o tendría que decidir el caso en tres días (9 14 CD), De recho en un Estado (742 C. 849 E , 9 15 E; Lo Republtca 556 A) .
P lat ón proponía abolir el pod er de estar so bre el suelo Que con I.os esclavos fugitivo s pueden ser ca pt urados por su propietario o por
demasia~a paciencia habia pagado el afán del agricultor por rete ner amigos o par ient es del mis.mo . Si un.esclavo es vet;ldid? y encontrado
su posesi ón (923 A y ss. ). Veamos el pr eám bulo de la ciudad legal: enfermo dent ro de un penado de seis meses, o epi léptico en un mar-
( Pobre criat ura de un dí a, en t u presente estado no sa bes lo que tie- gen de doce meses, podrá ser devuelto , a m ~nos ':Iue ~ I comprador
nes o I? qu e eres: t ú y lo t uyo no perte necéis a ti mismo más que a fuera un méd ico o un prepa rador o que hubi era SIdo in formado d.e
tu fa milia pas ada y fu tu ra, y amb os. tú y ellos, pertenecéis al Estado. la enfermedad en el momento de la vent a, El com prador d e un asesi-
Por eso no sopo rta ré que seas enga tusa do por la ad ulación o red uci- 11 0 tiene el derecho de devolver el esclavo cuando descubra el hecho .
do po r enfe rmedad a hace r un mal testa me nto: el inte rés del Estado Si el vendedor del escla vo enfermo fuese un experto de qu ien se pu-
debe con ta r a mes que cualquiera de los indi vid uales. Vete de la vida diera pres umi r que tenía co nocimiento, debería pagar, en co nce pto
e n paz y ca ridad; deja el resto a no so tros, lo s qu e otorga mo s la Ley». de d años, do s veces el precio de venta; si se tra tase de un hombre co-
Después hace una pro visión elaborada para la distribución de la pro- rriente, sólo el precio recibido actualizado (914 E, 916 ~-C) .
piedad de los fallecidos. Sin emba rgo. Platón creía que la práctica de ve nder bienes desa-
rro lla el ment ir y estafa r, y que los comercia ntes, negociantes y h ost~­
lera s nun ca se encuentra n satisfechos co n una gana ncia ra zon able SI-
Venta de bienes no que siempre está n de~cando una d es o rbita~a? si bien recon ocí.a l.a
necesidad de tales negoc ios: con todo , esta practica se encuentra limi-
l as pro pu estas de P lató n para regula r ventas de bienes carecen tada a los no-ciudadan os (917 B, 918 D, 920 A). Lo s mayordom os
de la riqueza concreta del caso de leyes de ventas. La con ducta huma. de los mercad os t ienen plena ju risdicció n en todos los asu ntos que se
na , cua ndo tie ne qu e v érselas co n la com pleja situació n co noc ida co- refieran a los me rcados, inclu yend o el ob ser va r de cerca compo rta-
mo la transfe rencia de la propiedad de bienes, se encu entra tan ape - mientos violent os (849 A) . Debe existir un precio fijo para cada artí-
s~ d u mb r ad a por lo inesperado y lo necesa rio que los recursos legisla- culo, y este precio no debe ser aumentado ni dism inuido dur~nt~ el
tIVOS para co nt rola rlo, a men os que estén funda mentados en íntim a día en que es an unciado (9 16-- 17). Lo s gua rd ianes de la Le y est án ms-
fa milia ridad con la práctica actual , son ca paces de o lvida r la ma rca . trui dos para po nerse en co nsulta con expertos en cada rama del co-
Platón se salva a sí mismo po r legisla r para una pequeña ciuda d-estado mercio y fijar un modelo de ga nancias y gastos que deber á ser esta-
o const rucción scmíu tó píca y por confirmar todas las t ra nsacciones blecido po r escr ito (920 C) . Los comerciantes no deben ponerse.a re-
a un á rea de dimensio nes estrechas. so pla r y echa r jura me ntos so bre algo que se.ofrece en ven ta, bajo se-
Prohibe completamente algu nas tran saccion es y sistemas de ad- veros castigos (917 C). Cualquiera q ue cambie por mon~a o b~en otra
q uirir propiedades. Nad ie qu e e ncuen tre un tesoro escon dido lo alte - mercancía viviente o no viviente , deberá entregar tal a rt icu le sm ad uí-
rar á, y se esta blecen penalidades pa ra la violación de esta regla (913- 14 terar. Si algu ien ha ce un seguro , éste debe esta r redactad o en t érmí-
B). De la misma manera, si algui en encuent ra una propiedad que ha no s expreso s, pon iendo a la vista la transacción complet a en un docu-
288 PLATON PL ATON COMO JUR ISTA 289
mento escrito ant e al menos tres testigos , si la suma estu viera po r de- Estado podrían desarrollarse a la sombra de las peores formas de de-
bajo de l.000 dracmas, y ante no menos de cinco, si más de 1.000. pravación pract icadas en otros Estados 20 . La Eda d de Oro había pa-
Un intermediario puede ser tomado en una vent a como garantía por sado y él se encontrab a legislando para hombres mortales; además po-
un vendedor que no tuv iera titu lación suf iciente pa ra vender los bie- dría habe r en su ciudad extranjeros y esclavos, que no ha brían pod i-
nes o que no pudiera entregar garantí a, y se puede emprender una do tener los beneficios de una verdadera educaci ón .
acción contra el intermediario igual que cont ra el vendedor (954 A), El argumento prin cipal de Plat ón parece dar vuelt as sobre lo qu e
Los puntos de vista de P lató n sobre estos asuntos repr esentan un in- IIn jur ista actual vería como una diferenc iación entre ag ravio y deli-
tento de encont rar un compro miso entr e lo que encontra ba que eran ro; pero es complejo porque la idea era nueva 21. Tuvo que llevar a
los male~ ~cl comercio aten iense y la necesidad , en cualquier Estado, cabo la diferenciación a causa de la sentencia de que tod o hombre
de pe rrmur la venta de bienes. Su solución fue la supervisión riguro- malo era involuntariamen te un hombre malo . Se encontró a sí mismo
sa, las limitaciones cuidadosas y el incremento de los castigos. difiriendo de la opinión popular sobre ese punto y sob re cl siguiente:
es justo, y además bello, castigar a un ladrón de un te mplo conde-
nándolo a muerte; pero un castigo es vergonzoso. Platón afirm a, sin
Notas sobre un código penal embargo , quc, si es justo que el castigo sea impuesto, no puede ser,
por esto mismo , impropio el sufrirlo . En todas las épocas y en cua l-
Por la época en que Pla tón hab ía llegado a formular los princi- quícr sistema legal, se ha hecho la necesaria diferenciación entre co -
pios penales de Las Leyes, había empleado mucha reflexión sob re las meter un delito de forma volun taria e invo luntaria . Platón no podía
circunstancias bajo las cual es estab a justificado el castigo . Su punto aceptar esa diferenciación porque atentab a contr a su postura filosó-
de vista general era qu e un castigo sólo puede justificarse por la supo- fica qu e el delinq uir pudiera no ser volunt ario. Lo qu e tenía que ha -
sició n de que la virtud puede y deber ser enseñada. Nadie reprueba cer, sin embar go , es dejar claro lo qu e los ju ristas tien en realmente
a otro po r una aflicción que le ha llegado por naturaleza o accidente; en la cabeza cuando distinguen entr e actos volu ntarios e involunta-
sólo sentimos pieda d por el feo , el pequeño o el débil. Pero nos pone - rios. Sus punt os de vista y los de los jur istas podrían luego reconci-
mos llenos de ira y de repr obación en el caso de esos qu e no poseen liarse. La solución plató nica de la di ficultad era establ ecer una disti n-
las cualidades que la gente supone qu e se ad quieren po r apli cación, ción ent re actos qu e fueran remedia bles en daños y actos que requi-
práctica y enseñanza . Esa es la idea del castigo . Ningún hombre ra- riesen castigo, ent re injuriar y delinq uir. Si un daño ha sido infrin gi-
cional, mantiene él, se dedica a castigar para vengarse de una ofensa do, el tribunallo debe co nvertir en un bien t odo lo am p liamente que
pasada, puesto qu e no puede conseguir que lo que se hizo no llegue sea posible; debe conservar lo que qued ó , restaurar lo q ue se estrop eó
a pas ar . Mira más bien al futuro y trata de que cua lquier persona y y reh acer lo qu e fue herido o eliminado . Y, cua ndo el daño hub iere
to do el qu e viera a alguien castigado se abstuvieran de hacer daño de sido repa rad o , la corte debe esforzarse siempre, median te leyes, en
nuevo. Su obj etivo al castigar debe ser, sin embargo, doble: ref orma convertir a las partes, la que hub iera infringido eso y la que lo hubi e-
y disuasión; y, por una implicación necesar ia, debe mos extender la ra sufrido , de un estad o de discordia en una situación de unidad. Allí
co nclusión de que la virtud puede ser generad a por educación (Protá- donde se ha delinquido el culpable debe pagar no sólo por el daño,
goras 323-24 C) 17. P lató n insiste asimismo , desde el pun to de vista ta mbién debe ser castigad o de forma que no se repita el hecho en el
sociológico , en qu e el delincuente no se encuentra solo en su culpa bi- futuro ; en ot ras palabras, el t ribunal le debe enseña r virtud, qu e para
lidad ; la comunidad entera , por la tolerancia de un mal gobierno y Platón es la base del castigo .
de prá cticas educativas defe ctuosas, es también culpable (Timeo 87 B) Al utilizar los términos de «voluntariamente» e «invo luntariamen-
- una noción que a veces se pone en pr áctica en la realización de la te», P latón advierte qu e él pretend e decir algo distint o al uso popular
justicia criminal en Ch ina 18 . Al delimitar sus principios penales, P la- de los mismos. El nunca qui so llam ar un daño no intencionado a ha -
tón tuvo que enfrentar se también a la dificultad de la propuesta qu e cer mal, com o hace la gente. Cua ndo alguien ha causado involun ta -
ha mantenido como un listón o má s veces: el que todo delinquir es riamente una pérdida a otro, sería un error describ ir su acción com o
involuntario y el resulta do de la ignorancia, puesto que una cond ucta un «mal involu ntario»; el ha perjudicad o real mente a otro . Una vez
correcta es feliz y nadie, po r tanto, preferiría escoger voluntariamen- qu e se capt a esa distinción, era , por supu esto , important e considerar
te una mal a conducta qu e le conduj ese a la infelicidad 19. el estado de la mente del actan te. E l grado de su intención de culpa
P latón encontraba que era una cosa vergon zosa tener que hace r debe ser to mado en consideración . para dejar más clara la cuestión:
leyes criminales, puesto que esto suponía qu e los ciudadanos de su Pla tón se vuel ve a la psicología y clasifica, como sigue, las ofe nsas :
-
290 PLA TON PlATON CO~I O J URISTA 291

l. Aqu ellas debidas a la pas ión y al temor; 2. Aqu ellas pro~u cidas El abogado
por el placer y el do lor; 3,' Aquellas pro~ovi da s P?T una cr~encl a ,erró-
nea en que era par a mejor - que pod n a provenir de I ~ !>~m ~ le rgno- El caso co ntra el abogado no ha sido esta blecido n unca de fo rma
ra nd a o del falso conocimiento de lo poderoso o de lo insignificante, más amarga qu e por P latón 11. Abundaban los abogados, ob serva ba,
En todo eso se percibe perfectamente, a despecho de oscu ridades. que cuando aumentaba la riqueza . Era un deshonor de to das maneras el
Plat ón se había esforzado en exte nder sus ideas de co nfección de có- ir ante la cort e. ¿Qu é prueba más segura po día haber de un a mala
digo desde el campo de lo civil al de lo criminal, y a deter'!'inar un y de fectuosa situació n de la edu cación que la necesidad de jueces de
có digo penal basa do en principios rac ionales. . . . primera instancia no sólo para los no educados síno también para aque-
Señala la debilidad de la refo rma y de las leon as disua sorias - que llos q ue se vanagloriaban de ha ber tenido un a formación liberal? ¿No
j ustifica n el castigo de hom bres inocentes- por man tener qu e, antes es desagra da ble para un hombre el tener que acudir a otros para su
de q ue un hombre pu eda ser castigado, tiene q U,e ha berse po rtad,o o just icia por una carencia de ta les cualida des en sí mismo y po nerse
dejar de haberse portado en algún acto q ue por SI reclamase la a phca- por eso en manos de hom bres qu e se convert irán en sus amos y jueces?
ció n de medi da s penales (862 DE ; El Potiuco 297-300). Un hombre Un filóso fo hace en paz su charla de disua si ón y pa sa a voluntad
no seria castigado solamen te para ref renar a aq uellos que es ~robabl e de un tema a otro , sin cuidarse de si sus pala bras so n mu chas o po -
que sean futu ros delincuentes o simplemente po rque se pod ría tr~ ns­ cas sólo si se atiene a la verdad . Pe ro el abogado sí tien e prisa; aquí
for ma r un hom bre malo en uno bue no. Ant es de Imponer un castigo, se ~stá escapando el agua de la clcpsídra", para diri girle y no dejarle
tiene qu e haber habido una ofen sa, Ese punto de vista conduce él mis- desarro llar sus puntos a voluntad; ahí se encuentra su ad versario atente
mo a dificu ltad es en Derecho Penal qu e t odavía está n por resolver. a él, forzando sus derechos; aq ui está la alegación para ser leída, de
La medida del castigo es básicam ente la ofensa y no la personalidad la que no puede desv iarse. El es un sirviente que co nti nuamente está
del delin cuen te. Si la medida del castigo fuera calculada según la per- discutiendo ant e su amo que se encuentra sentado y tiene en sus ma -
sonalidad del delin cuente, entonces se da ría un a vuelta a la pos ici~ n nos la causa. En consecuencia, ha llegado a ser ten so y agudo; ha
de que el malo, aunque inocente, debe ría ser castigado po r su prop io a prend ido cómo engatusar a su amo co n palab ras y có mo sat isfacerlo
bien; pero esa es una propuesta q ue pocos tienen la osa~ía de de f~n~e r. por escrito; y su man era de ser se ha convertido en fina y co mplej a.
A la ca beza de la lista de delitos figu ran el sacrilegio y la traición. Sus pensamientos nunca son desinteresados, po rque del éxito en la
El cast igo era la muerte o una pena menor a juicio del tribunal , p.cro aventura depe nde a veces su propi a vida. Desde su ju ventud en ade-
el cas tigo no pasaría a los hijos, a menos qu e el padre, ab uelo y bisa- lante ha sido un escla vo, yeso le ha privad o de desa rro llo, despreoc u-
buelo hubiesen sido condenados a la pena ca pital, en cuyo caso los pado de su vigor e independe ncia . Peligros y temores, qu e eran de-
hijo s serían deportados. El culpab le de robo tendría que pa gar dos masiado par a su verdad y hone stidad , se pr esentaron a él en sus t ier-
veces el precio del artículo robado; si no pud iera cumplir con esta nor- nos años, cuando la finura de la juventud estaba en des igualdad fre n-
ma debería per ma necer en prisión ha sta que lo hiciera o fuera perdo- te a ellos, y ha sido llevado por caminos torcidos; desde la primera
na do po r su acusad or. En relació n con el homicidio, Plat ón distin- vez ha experimentado la decepció n y el desquite, y ha llegado a estar
guía entre volu nta rio, involuntario y homicidio just ificable -la ú ~ ~i­ enco rvado y canijo. En consecuencia , ha pasad o de la juventud a la
roa clase se refería a mat ar salteado res, lad rones y rat eros-e, también mad urez sin ninguna fuerza de mente en él; pero piensa que se ha he-
esta blecía penalizaciones por heridas y go lpes. Dedica ba un extenso cho más listo y sa bio. Su mente estrecha , aguda y tra pacera revela
t ratamiento al delito de ultraje, qu e era com etido general mente por su impotencia , cuando , alejado de súp licas y réplicas, es llevado ~ I.a
jóv enes, y lo encas illa en cinco grupos: ultrajes contra cos as o.l';1gares contemplación de la nat uralez a de lo ju sto y de lo mato o de la Ielici-
sagrados , urna s y tumb as privadas , magi strados y der echos clv l~ es de dad y miserias hu manas. Puede hace r un discurso de adulació n inge-
ciudada nos partic ulares (884-85 A). Fue aq uí en donde, por 'pflmera nioso y limpio , pero no puede discursear inteligentement e sobre el sig-
vez en el mundo occidenta l, se propuso la idea de la InqUISICión, una nificad o de la vida bu ena.
institución qu e descubr iría, examinaría y castigaría herejes (885 B, 907
D-910 Ej.
• E l tiempo que se co ncedía al acusador y al acusad o se med ía en les tribunales
atenienses con un reloj de agua , la cjepsidra , qu e co nsistía en dos ca cha rros de ba rro
a 10$que se invertía co n el fin de q ue el tiempo de los do s opon entes fuera el mismo .
(N . del T.)
---------------w----- - - - - - - - - - --,
292 PLATON

Conclusión

l a co mpa ración kan tiana de Plat ón con la luz que llegó ~ tr.av c.
sa ndo el aire co n su fácil vue lo, imagina ndo que, aunque percibía su CA P ITULO XVII
resistencia . el vuelo pod ría ser más fácil aún en un espacio ~ací o 23,
t iene poca releva ncia para las ideas legales de P lat ón . El se dio cuen- PLATON COMO PLANIFICADOR
ta , en el largo trasiego . de que la práctica , al menos en el mu~d ~ le- DE CIUDADES
gal, desplaza a la teoría . Su estudio de las leyes y de los. procedi mien-
tos act uales fue amplio y profundo; su penetraci ón es eVidente,' en pa r-
ticular en la insistencia continuada po r los límites de una acción legal LA CIU DAD ID EAL DE AT LA NT IS
efectiva . En la Histor ia de la J urisprudencia. sin emba rgo, nadie ha
sido más plena men te consciente de la necesidad del reino de la Ley (Para las láminas VlII y IX)
pa ra cualquier ciudad q ue d eseara llevar a ca bo los ultima s valores
de felicidad y de bienestar para sus ciudadano s. El establece una com- Texto para la lám ina VII!: Llanura costera de Attantis
prensió n co mpleta de la función de la Leycom o agente ~e co ntrol
socia!. Sus propuestas concreta s deben ser sle~pre entendidas ~n los A ncho : 3.000 estadios" . Exten sión tierra adentro : 2.000 estadios
términos de los problemas suscitados po r esa epoca, y en pa rt icula r tCrítias 118 A) . Alrededor se eleva el gran ca nal de riego (TáIPQOS)
frent e al extenso panorama de Creta, en donde iba a ser establecida de 1 plet hro n de pro fundidad. 1 estad io de ancho y 10.000 estadios
la ciudad modelo. Sus determinaciones filosóficas sobre la Ley cons- de largo . o sea, 2 x 3.000 + 2 x 2,00Ct.. , Ese canal toca a la ciu-
tituyen otro asunto . Se t rata de teorías sobre la Ley en su generalidad dad por dos partes ({ piJE J' xo¡ r "oH ) y va al mar (I1 8 D).
y, si tienen validez en todo o en parte, la med ida de verdad que ellas «Por ambas part es» puede ha ber sido imaginad o así: qu e las mu-
contienen es independiente de su situa ción local. Alg unos de sus pen- rallas de la ciudad rocen el canal principal. l uego deberia haberse preo-
sam iento s no fuero n nunca completamente expresado s, algunos fue- cupado de un a desviación al mar, y allí ento nces un gra n ca nal de en-
ro n puros a partes. Aristó teles llevó algunas de sus ideas a un foco más lace co nduci ría desde el mar hasta el interio r de la ci uda d; la puso
penet rante ; pero otr as t uviero n q ue agua rdar más de dos mil años pa- más o menos para qu e este canal de enlace pasase po r lada la ciuda d
ra que se urgiera de nuevo su validez, ocasionalmente, por ho mbres hasta encontrarse con el canal p rincipal que está en la llanur a. Au n-
qu e creían estar est ableciendo doctrinas nU,e,:as. A d es pa;~o de lo que qu e «de a mbos lado s) podrla ser entendido , sin emba rgo, de forma
pud iera ser la act itud ante los as pect os «mtsucos» o «espirituales- del qu e la ciudad fuese cortada po r la mitad mediante el sistema de cana-
plato nismo , las cuest iones tocada s por Pla tón han estado en t ~ las más les, en lugar de ser sólo tocad a. En co ntra de este seg undo intento
útiles jam ás formu ladas po r la J urisprudencia . Tal vez la mejor prue- de solución ha ob jetado (oralmente) A. E. Brinckman n qu e conside-
ba de su grado de sugestión es el hecho de qu e nosotros tenemos que rab a esta penetración co mo un motivo no clásico , más bien bar roco .
ir tr as el platonismo po r las respuestas, Su captación de los proble- En el mismo sentido resulta decisiva la consideración del hecho de que
mas legales era t an aguda que es suficiente para at reverse a la pará- mediante semejante corte int erior queda ria tra stoca do el sistema de
frasis de que la Ju rispr udenci a occidental h ~ consist ido en una se.rie los feudos de tierras , Ese sistema llegó a una dirección ininterrumpi-
de notas a pie de página a Platón. La ext ensión de su efecto pr áctico da del nudo de canales en un pu ro rectángulo 1,
en las instituciones legales de las más de mil ciud ades-estado funda- la llanura rectan gular, dentro del gran canal de la orilla, está at ra-
das durant e la época Helenística se encuentra aún colocada entre los vesada por fosos (ó(wQux n ). El int ervalo de un o a otro es de 10
misterios de la Ju rispru dencia helénica. Pero es razonable supo ner que estadios.. -, La anch ura de un foso es aproxima da ment e de lOO pies,
fue considerable, Hasta la conquista romana , hubo un período de gran-
des sueños ; pero, bajo las no rmas romanas, como ha sido ob ser vado,
no había lugar pa ra sueños. • Un «estadio» equivale aproximadamente a l7 S' /iO metro s y un «plet hron» a 29'60
metros. De esta manera las medidas equivalentes resultan asl: S3S'SOO km. de ancho;
pro fundidad de tierra ade nt ro : 3S7'200 km . (N. del r .)
• • Equ ivale a 2 x S3S'8 + 2 x 3S7' 2 = 1.786 km. de longitud , más t7S' 6 me-
tros de anc ho y 29' 6 metros de pro fundidad . (N del r. )
• •• La dista ncia es de 10 x 178' 6 _ met ros. l a anchura de l fose es de 100
- - - - - - - - - - - - - - ".- - - - - - - - - - - - - -
294 P LATON PLATON COMO PLANtFICAIJOR DE CIUDADES 295

El número de los mismos debe ser de 29. En ese cálculo no ha consl- Puentes: Lo s an illos de ag ua está n cr uza dos po r puentes (115 C),
derado Platón el espacio que debería tenerse en cuenta pa ra el grosor En primer luga r no se dice cuántos trazados de pu entes . Se pod ría
de los ca na les (20 x más o me nos 100 pies). pensar en mucho s, de form a que la totalidad tuvie ra forma de estre-
No se ha puesto la cifra de la longitud de los fosos que a traviesan lla. Pero e n 116 A se dice «e l pue nte» en cont ras te co n «los a nillo s».
la llan ura (ÓUX'll'XOI rM")'u:r1) ni si la recorren por co mpleto . Sin em- O sea , que tod a la serie se co ntempla como un puen te. Naturalmente
bargo es probable, po rque se tr ata de lo más sencillo, que Platón hu- no se cont radice cuand o, en 115 E , se considera n co mo plural los tres
biese pensado tam bién en la misma dista ncia que los fosos t ra nsver- puentes de esa serie. Pero el uso en singula r impide multiplicar el nú-
sales cortados por ellos. Pu es esencialmente se da n 19 fosos, en total mero de la serie.
co mo 600 cuadr ados. Lo que hace entonces que la llanura co ntenga Los clrculos de tierra están atravesado s po r un tr azado de puentes
60 .000 pa rcelas de t ierra (J{ ).Jje ot), de fo rma que cada cuadrado ten- ( Na Ta r és -yirp lÍQCl'I) , de modo q ue una tr irreme pudiera ser llevada
d ría 100 de tales pa rcelas. a través de ellos .
En un detalle aparece el cuadro, tan pensado, de Platón co mo no
lo bastante pensado. El ult imo pue nte conduce grad ualme nte. según
Texto para la lámina IX. 1: la ciudad de Atíantís nuestra reco nstrucción, al gran ca nal, qu e lo pon e en relación con el
mar. Se hubiera podido librar fácilmente de ese inco nveni ente si hu -
La montada más pequeña . qu e más tarde se co nvertiría en la isla biera apa rtado la serie de pue ntes del eje de ca nales. Pero parece que
central, se encuent ra apartada del mar «a proximada mente 50 esta- Plat ón no había pensado en esa solución, Según se ent iende , él veía
dio s»> (113 C) . Algo más para ser más exactos. P ues la muralla cir- el cuadro ante él espiritualmente y no en el papel, resulta asombroso
cular de la ciuda d está separada 50 estadios de la más exterior, la ma- por tanto que sólo podamos ad vert ir imprecisión en un solo puma.
yor de las tres dár senas circulares (117 E) . H asta la isla central son
suficientes asimismo 61 estadios". Murallas: Rodean la isla central los anillos insulares y «el puente»
La m ura lla de forma circular «comienza en el ma r» (117 E), se (116 A), o sea, según nuestr a interpretación , los tr es p uentes de un
«encierr a» (o IlPh >"uu' 11 mthóv) allí en donde el ca nal desemboca trazado. Hay puertas y to rres en o sob re los puentes (bri TWv'Yi<PlleW p)
en el mar. Por lo ta nto la muralla circu lar toca la costa y ava nza allí en los pasos de apertura ( Na m Ten 8a>..áTTlJ ou::r,iáom ) po r ambos la-
po r las dos panes cerca del canal que, po r medio de un a abe rtura en dos (I Naom ):Ooi). Eso pued e llama rse izquierda y derecha (lo que ant es
el muro , encuentra el camino al mar . er a [viliv x ai ÉI'80'), pero ta mb ién entrada y salida de cada puente .
Pa ra las torres a mbas de nominaciones eran pos ibles, pa ra las puertas
só lo la segunda 2.
Texto para la lámina IX ,2: interior de la ciudad En to tal, visto desde el m uro ext erior, habia 4 a nillos de mu rallas:
los de a mbas islas circula res, el de la isla de la Acrópo lis y los mu ros
Desde el ma r, un canal de 3 plethron de a ncho, 100 pies de pro- de circunvalació n ( "'lQ í~O hO i) del sa ntua rio inter ior. La se rie aparece
fun didad y 50 esta dios de largo " · lleva ha sta el círculo del puerto revest ida con cob re, cinc , bro nce y oro.
más exterior. Ese es, igual qu e el círc ulo siguiente, de 3 esta dios de
a ncho .... el círculo de agua siguiente, como el de tierra, tiene 2 esta- Edificios y j ardines. En el «pcr íbolo- de oro más int erior estaba
dios y el circulo de agua más interio r l estadio (115 E). El diáme tro el te mplo de Poseidón {1 estadio de la rgo, Jeplct bron» de a ncho (116
de la isla central es de 5 estad ios (116 A) .. • • •. CD)]· . P asemo s por alto el equipa miento exterior y el interior. Po-
dríamos, con un po co de fan tasía, hacer un a reconstrucción imagina-
tiva propia , Ante el temp lo, el gra n alta r. En el círculo, entre las mu-
rallas revestidas de oro y de bronce, se alza cl palacio real l .
pies y un pie eq uivale a 2\1 '6 centímetros , así q ue tenemos en tot al Z9'6 metros. (N . En el pun to central de la isla de fo rm a circ ula r, o sea , exactamen-
del r.)
~ Eq uivale a 8'88 km. (N. del r, ) te de la ciudad com pleta, está erigida una estela de bronce con la ley
H Lo q ue resulta 10'11] km. (N. del r.) sagrada de la ciudad (119 CD ).
~ .. Es decir : 88,6 metros x 29' 6 metros x 8' 88 kilómetros. (N. del r .) En el medio de la isla bro ta n un ma na ntia l cal iente y otro fria (113
. .. . O sea, de S32' 8 metros . (N. del r .)
..... 2 estadios eq uivalen a 3S"2 metros y el diámetro de la isla es de 888 metros .
(N . del r.) • 177' 6 met ros x liS' S metros. (N. del r .)
-
296 PLATON PLATON COM O PLA NI FICADOR DE CIUD A DE S 297

E). Ambos son co nside rados como fuentes, rod eados de á rbo les y de En la ca pital de la Atlántida se encarece aun esto y a lo lejos se
cas as de bañ os (117 A). El ag ua, medi ante co nd uccio nes, es llevad a asienta la forma rectan gular por medio de la perfecció n del circ ulo.
al bosque de Poseíd én y sobre los puentes hasta la isla circular (no Si ento nces se añade aquí ta mbién la tierr a llan a , co n sus ca nales en
está n di bujadas las co nd ucciones de agua ). la regularidad del plano de construcción , se tiene que pensar de esta
En la isla circular : santuarios, jardines y gimnas ios. Las grandes for ma en el sistema de cana les de Babilonia y de Egip to (Herodoto
islas se encuentran, a su vez, divididas en 3 anillos. El anillo central I 193). Se debe también co nsiderar si la form a circu lar del plano de
es el gran hipódrom o . En los dos exteriores se encue nt ra n las casas I~ ciudad no se remite a mod elos orienta les. Según las descripciones
de los guardias. árabes el Bagdad del islamismo temprano era un a ciudad redo nda.
Otros guardias de m ás confia nza viven en la isla redo nda inte rio r. La re~onsl rucción de Herzfeld-Sarre, A rchiiologische Reise ím
los más fieles en la Acrópolis. en torno al palacio real. Euphrat-und Tígrísgebiet, 11 , 106 y ss., lo mismo en 180. Asimismo
No están dibujados Jos camarotes que, como una especie de cé- (pág . 132) era de forma redo nda el plano de la ciudad, reconstruida
maras de piedra. fueron const ruidos en la piedr a tal lada de ambos sobre las ruinas persas , de Qala i Darad de época sas énída, luego des-
lado s del canal circular (116 A, 117 D) 4. de el siglo 1d .C. Hatra (Wissenschajl Veroff. d . Orientgeselisch., 1908
Aquí se sostiene, pues, la tesis (arrib a pág. 196) de que la imagen y 1914) hasta Sendschirli (II , lámina 29), aproximada me nte en torno
platónica de la Atlánt ida es «el Orie nte idealizado ». Uno debe com- al 1.000 d .C. 3. En el vacío entre Sendschirli y Hatra pasaron los
parar con esto las descripcio nes de Babilonia y Ecbata na hechas por campamentos redondos de los asirios (por ejemplo, H unger-Lamer,
Herodoto y Ctesias o por Hecateo de Ab dera en Historias egipcias >. A ltoriental. Ku/lu r im Bi/de, figur a 139). T odavía muc ho an tes que
En el centro de la ciudad de Atla ntis el anillo mu ral de oro rodea el Sendschirli está Tepe Gawra , en el N.E. de Irak, una co lina que tiene
palacio rea l y el santuario . En el templo se encuent ra n estatuas de los de ntro 20 estratos de colonizació n y que ya por el añ o 1.500 a .C . ha-
dioses en oro y en torno a ellas pinturas y num erosos exvotos; delante bía sido ab ando nada . En el estrat o onceavo se ha encont rado una ciu-
hay un altar, cuyo tamaño y bello tra bajo están en co rrespondencia dadela de for ma circular en una situació n sobresaliente que reu nía en
con el resto . Babilonia está d ividida en dos part es: una mitad de la ella la for taleza y el templo . Fina lmente Herodoto describe las mura-
ciuda d tiene en el centro el palac io real, encerrado por un fuerte mu- llas de Bcbatana «elev ándose en círculos concéntricos; el numero de
ro circular, la ot ra mitad , el templo de Belo con una puerta de bron- círculos es de siete; el palacio y la casa del teso ro se encuent ran en
ce. En el templo la estat ua de o ro del dios. Además un alta r de oro el circulo más interior». La similitud con la co nstr ucció n fantástica
y muchos exvotos valiosos . Al mo numento funerario del rey egipcio de P lató n es inequívoca 9.
Osymandyas pertenece un altar, co nstr uido en la más bella piedra, No se puede decidir con seguridad si el sistema de Hip6d amo de
con bajorrelievesde artística elaboración y de ext raordinario valor por Mileto tiene que ver con la const rucción ori ental de ciudades 10. Pe-
su ta maño. Ecbatana , segun Herodoto, tiene siete círculos de mura- ro zno resulta muy improbable que no hubiera podido llegar hasta-
llas, cuyas almenas, una tras otra , son negras , blan cas, rojas, azules, Mileto -e incluso más allá- alguna de aquellas tenden cias de Orien-
rojo minio , de pla ta y oro; de esa man era aprov echa Platón los colo- te que se encontr aban, pa ra ser leídas, en Herod oto? Si Ar tst éfanes
res negro, blanco y rojo par a las piedras de sus casas y se sobre pujan pudo darse cuenta de que el matemático y astró nomo Metón coloca-
en valor 4 metales y finalmente la plata y el oro para el revestimiento ba las calles de forma radial hacia el mercado , en el centro de la ciu-
de su muro circular. Con plata y or o está revestido el templo de Po- da d, sobre un plan o de forma circular y cuadrang ular, segun el cual
seidón, lo mismo que el temp lo de Ya hv é de Salo món o también el debía fundam entarse la ciudad de los pájaros en los aires, de esa ma-
sant uario de Nebuk adn ezar ". Asimismo el canal que co nduce desde nera el poeta podría contar con la comp rensión de su público del prin-
el ma r a la ciudad tiene su para lelo en el canal por el que Semíramis, cipio hipodám ico de construcción , que cada ateniense co nocía por ha-
según Diodoro (Ctesias), iba de un palacio a otro. Aquí como allí se ber sido llevado a cabo en El Pirco. «Modern a e hipod ám ica manera
dan suficientes medid as para el lar go, ancho y la pr ofund idad . De es- de co nstr uir» la llama Ari stót cles (Pottüca VII, 11, 1330b 17 Y ss.)
ta manera quedan todavía po r mostrar muchas semeja nzas ent re los y la co ntempla como una expresión del sentido democrático frente a
elemento s a partir de los cuales se construyen las ciudades en un sitio la dispos ición «oligárquica» de la ciudad de los viejos tiempos. La
yen otro . Pero lo más importante es el conj unto del plano de la cons- co media de Arist ófanes fue representada en la juven tud de Platón
t rucción . Lo que en la descripción de Babilonia en Her ódot o , o toda- (414), y seguro q ue Plat ón , antes y no menos que Aristót eles, estuvo
vía más en la de Diodo ro , destaca frente a to das, al menos otr as, las preoc upad o por Hipódam o , en cuyo espíritu se reunía n la construc-
ciudade s griegas es la regularidad geométrica de las plantas 7 . ción matemática de ciud ades y la co nstrucción utópica de Estados,
_ c'

298 PLATON PLATON CO MO P LANI FICAIX) R DE C IU DA DES 299

lo mismo que, con buen fu ndamento. los pitagó ricos del Sur de Ita- for tificación que domine el sistema rad ial de las calles. Son ta n seña-
lia. Podría ser considerado como uno de los suyos 11. De esto, sin du- lab les las analogías como las diferencias. Pe ro se considera q ue las
da , lo qu e Platón , como utópico plan ificador de ciudades . vio a nte construccio nes arquitectó nicas de Platón no so n un o bjetivo pro pio
él con una agudeza tan digna de not a r fue el sistema hipocrático; tan sino una herrami ent a de una uto pía del Esta do; de esa manera no se
leja no como la dem ocracia del siglo v del cuad ro fantástico de una llega r ía a po der sepa rar del todo el pla no idea l de los a rquitectos del
mon arquía cent ralista en la leja nía imaginati va del espacio y Renacimient o de las utopías de Moro , Bacon y Ca mpa nella . En dife-
tiem po 11. rente sentido tam bién pert enecía n aqu éllas a una co n ñ nuaci ón de
La ciu da d de la At lántida es además una construcción de Pla tón Pla t ón.
y asimismo no puede ser concebida si uno al meno s no intenta entrar
en la historia de la Arquitectura . Lo mismo que ella sin precursores
no se puede pensa r, así es poc o creíble qu e ella hubiera permanecido
sin continuació n. Una pa recida ha señalado Herter en la villa del cé-
sar Adri an o en Twot í 1). «El así llamado natatorio o tea tro ma rítimo
de la villa de Ad riano es una isla circ ular a mura llada , rodeada por
un canal en for ma de anillo que, po r una pa rte, se encuentra encerra-
do po r un PÓrtico circular de la misma anchura, aproximadamente.
El recint o insular del cent ro de este pa raje estaba por eso en particu-
la r diseñado de forma que tuviera puentes volantes pa ra hacer discre -
cio na l el aisla miento de este retiro). La an alogía es por com pleto v é-
Iida y un pa recido fo rt uito es difícilment e pensable, a unq ue «la o bra
de Ad ria no perma nece como un juego romá ntico que recon duce l a ~
med idas co losa les de la fa nta sía platónica a un pequ eño ent orno».
La única posibilidad de interpreta r de otra manera el descubrirnien-
to de He rter sería la de que no se hubiera realizado de forma inequ f-
va ca en Ad ria no o en sus a rquitectos la constr ucción de P la tón, sino
q ue ent re éste y el c uadro en miniatura de la villa de Ad riano hubiera
estado inte rpuesta una obra de construcc ió n cualquiera, y dcsco noct-
da , del H elenismo en calida d de interm edia ria . El pa laci o del rey He-
rod es e n Masada , al oeste del Mar Muer to , consiste en una const ruc-
ción qu e no es del tod o desigual : dos murallas ho moc éntricas en foro
ma circ ular se encuentran rodeada s po r bases recta ngu la res de cdlñ -
cio s 14.
Al final de codo se encuent ra plan tead a la pregun ta de si la At lan-
l is de Platón fue realizada en las construcciones renacenti stas de la
ciu dad ideal. A . E . Brinckm ann , Platz und Mon ument, 41, lo se ñala
como probab le u . Se ve, en los planos qu e se de sarrollan en ellib ro
cita do y en la Stadtbaukunn del mismo autor (págs. 40 y ss.) , que
ha y un leja no par entesco má s en el sentido de la const rucción qu e en
el aprovechamiento de un motivo particular. Ta mpoco en los escritos
teór icos de Filaretes (Quetlenschríften fur Kunstges chifte N. F . VII 1)
no se encuent ra , en mi opinión. ning ún contacto inmediato. Es co-
mú n pa ra los arq uitec tos del Renacimiento y Plat ón el que la puru
forma geométric a se hiciera útil a su voluntad de poder. La ima gen
de la Ley sag rada en el punto med io de tod o se corresponde all í, de
algun a manera, con la const rucció n de un a cúpula o de un a torre de
SOCRATES EN ROMA J0 1

rect itud , moderación y ami stad , y que estaba prepa rado pa ra cual-
quier eventualidad .
Como el pro pio Polibio not a al co mienzo de este a pa rta do y co-
mo ya en an te riores libros, cua ndo tra taba so bre ello , había explica-
CA P ITU LO XVJII do, el tema del «excurs r» es doble: en primer luga r (d o lejos qu e se
SOCRATES EN ROMA había extendido en Roma la fama de Escipió n y cómo ha bía llegad o
a ser brillan te en una époc a de su vida inu sualment e te m prana»; e n
segundo luga r, «cómo la ami stad de Escipión con Polibio hab ía ere-
l' cido ta nto que se sabía de ella en toda Italia y G recia e incluso más
allá de ella ) . En los epígrafes correspo ndientes, si bien en serie t ras-
Es una suerte para nosotros y segura mente no un puro azar que locada en continu idad , no s informa P olibi o en principi o de su me-
e n los resú menes , realizados po r orden del césar bizan tino Co nsta nti- mora ble esta ncia co n el joven Bscipió n, luego no s da un tem prano
no Por flrog énn etos, en el tomo De virtudes y vicios se e ncuentren te- retr ato d el carácter de Escip ión y de su desa rrollo .
cog idas las famosas páginas de Polibio so bre la educaci 6n y el carac- La s dos partes ap a recen un idas entre sí por medio de un doble vin-
ter del joven romano qu e llega ría a ser má s tarde Bscip l ón Africano culo: el primer miembro de él es tomado co mo buen fundamento pa -
Menor t . Si se hubieran perdido, tendríamos que conformarnos con ra la co nclusión de la prim era parte y el segundo para comienzo de
un reflejo todavía incluso más oscuro en Diodorc (XXXI,26) y ot ro la segunda . En las do s frases de uni 6n el tono se po ne en primer lugar
mucho más oscuro en Pa usa nias (VlIl,30,9). Tendríamos, en la bio- en el comienzo de la ami stad : «de ese mutuo acuerd o» y «de ese tiem-
grafía de Escipi6n de Plutarco , cop ias más ciara s ta l co mo se enco n- IX»); en ambas part es lleva adelante P olibio la permanencia de la con-
tr a ría en los respecti vos capitula s de Livio y de D ion Casio si hubie- vivencia con el fin de resaltarla: «el joven era inseparable de Potíbío.
sen llegado hasta nosot ro s. Pu es aqu ellas páginas de Polibio han de- y (ellos est aban de hecho en relación consta nte entre sl» ; finalm ente.
jad a tr as de sí una profunda im presi6n. Sin embargo fo r malme nte mientras que el primer miembro retrataba el valor ext raordinariamente
co nstituía n un «excursus. ( ...a Qi:Jt fJao ! ~ XXXI,30), y así perm itía n al alto de esa asociación para el joven Escip i6n , ca ract eri za el segundo
lector el convenci míenro de que, sin la acción imagina tiva de Polibio la vida entre ellos como ent re padre e hijo o entr e pa rientes cer ca nos.
sobre la person alidad de Escipi én, el período de los Escipíones hubie- Inva ria blemente sobre ello comienza el retr a to del carácter de Bscí-
ra tra nscurrido de otra ma ner a . Lo important e qu e era aq uel período pión . Sin d uda el reco pilador pretend e establecer un a estrec ha un ión
de la obra de Polibi o quedará cla ro a partir de dos hechos : el recopi- ent re ese cuadro del ca rácter y el despl iegue de aqu ella am ista d . Una
lador lo ha bía ya preparad o para ello, en un pas aje a nte rior y a ho ra muestra de ello es que so bre los puntos de pa rtida arri ba menciona-
perdido so bre lo qu e él al comienzo del episodio tenía la intención dos, de «a pa rti r de ese ac uerdo » y «desde ese tiempo», más ta rde
de cubrir; y en su conclusió n señala ba que se contaría en los libros se vuelve co n la acla ración siguiente: du ra nte los primeros cinco a ños
siguientes: ta reas que fácilmente, con tod o , se hubiera pod ido , sin ra- se espa rcía la fama de la «sophrosyne» de Escipión; pues los cinco
zón, atribuir al azar, a pesar de qu e parti eran de unos principios ( k aiQ uños están cla ram ente contados a partir del ac uerdo.
>'ó )'O/l "'(l)'O/lÓm) . Polibio , en estas pa rtes posterior es, debía remiti r ¿C ual es ento nces el punto prin cipal de la primera conversació n
ot ra vez a las páginas qu e aquí nos interesan. Se con tiene, en efecto , decisiva? El joven rom an o pr egun ta al griego si ta mb ién él -como
en un ca pít ulo (XXXV ,4) qu e trata de la enérgica entr ada del j oven lu mayor ía de los demás- le tenía po r completa me nte apático y sin
Escipión en la cam pa ña de Hispania: Allí fue elogiado a cau sa más tuerzas para la acci6n, po r un no-romano , en definiti va. Polibi o re-
o meno s de las mismas ca racterísticas - a utodominio, elevados senti- conoce qu e ya esa preocupación de Escip i6n es muestra d e un eleva-
mient a s y valent ía- que no sotros hubiéramos encontrado igualmen- do sent imient o, y se pone él mismo como alguien qu e pod ria ayudar
te en nuestro «excurso». Probablemen te t ambién un pas aje sobre el al joven «a ha bla r y a por t arse de un a man era pa recid a a su abuelo»
carácter de Escipió n y de sus acciones en la obra histórica de Dion - hubiera podido decir: a conse rva r su «elevado sentimiento». Y Es-
Cas io (frag: 70,4) conservaba también algo de esos libros tardíos de cipión repite las mismas pa labras qu e expres a mente hubiera escogido
Po libio, qu e quizás pudo haber hablado con las mismas pala bras de M I am igo: «parecido a la familia y al a buelo» .
que Escipi6n plani ficab a reflexiva mente, pero que trataba bajo la im- Así son los pensamientos conductores de la co nversación . El re-
presión del momento; que él trazaba planes inacabables para la gue- truto que le sigue del carácter de Escipi ón tr at a en prim er lugar de
rr a, que en el compo rt amiento personal mostraba valen tía, probada \ 11 moderació n o autodominio o , como rec urso de siempre, la int ra-
- -- - - - - - - - - - -".
-

302 PlATON SOCRA T ES EN ROM A 303

d ucib le aw.pQoalÍV11; en seg undo luga r, de un alto sentimiento o mag- fo rma invisible pero plena, fue un o de los maes~ros co nstructo.res de
nan imidad en cuestiones de dinero; en tercer lugar, de su valentía. Roma» 6. Eso tr ata de mostrar la semeja nza, digna de se r tenida en
EW<PQooÜJl'1 puesta por igual co n EV Ta~ ía , buen orden (del alma), dis- cuenta, entre aquella conversación en Polibio '! el inolvida ble encuentro
ciplina interio r J, es abierta mente el fundamento de la ( virt ud ) en ge- de Sócrates con el jove n A lcibíad es en el d iálogo de Platón de este
neral. Desde ese fundamento cierra Polibio esa parte de su análisis, nombre. Sería anticiparlo el que la armonia en alto grado es una ar-
de spués d e Que ha contrapuesto el autodominio de Escipi6n a l desen- monia de op uestos. En un caso como en otro encontramos al maestro
freno general de su época co n las pa labras Ó~ o), O)'O Vltf I'O ~ . «bien o ro experime ntado en una plática con un joven qu e va a ser su a l um n~
dena do», y olÍF<PWJlOi «co he rente». qu e so n recogidas del léxico estoi- -el menos corriente de todo s sus alumnos- oEl maest ro es, en el pn-
co en do nde ambas sirven de definición para « " i rt u d»~. mer caso el ho mbre de acción que el destin o tran sformó en un obser-
La seg und a parte de la d escr ipción del ca rácter moral de Escipión vador y ;scritor de Historia ; en el segundo caso, Sóc rates. De lo~ j~­
trata de su elevado sentimiento y de su integridad en asuntos de dine- venes el uno e n concret o llegar á a ser el ma yor po lítico d e la re püb lí-
ro . Po libio lleva esa virtud en primer luga r a la disposición na tu ral ca romana; el otro , la más brillante figura política de A tenas y así-
de Escipió n, luego de nue vo a la inf'luencia de Em ilio Paul o y la po ne mismo su destructor.
al fina l en igual dad con «sopbrosyne» y «kalckagathla», de fo rma 1) En ambos casos vivimos la solución de una tensión digna de
qu e la segun da parte se cierra con la primera; pue s es finalmente la consid era r. El t ra to de Po libio con los do s hijos de Emilio Pau lo, ya
misma fu ndamentación la que se m uestra en su od io al placer sensual ha durado algún tiem po, pero el joven Esc ipi ón se veía desatendido
y en su magnanimidad m uy poco romana. y un día pregun ta al huésped griego por qué siem pre está con los hcr-
En la tercera par te será. la valentia de Bscipión el motivo con duc- ma nos mayores y no le presta a él atenció n alguna. En el diá log,o ~e
to r. El ejercicio de esa vía del carácter será reconducido a la pas ión Plató n co mienza Sócrate s la charla , se ad elanta, con todo, a Alc ibla -
del joven por la caza y también aquí , como en el as unto de los eleva- des sólo un instan te, como P lat ón hace decir a éste . Sócrate s.lla ma
dos sentimientos, es su pad re la fuerza imp ulsora . Pero hacia el final la atenció n acerca del contraste con los dem ás admi rad ores del Joven ,
ent ra el mismo Polibio como aquel que compart e ese ent usias mo y qu e perm an ecen pen diente s de él, y él mismo, que todavía no l.e ha bía
que, po r consiguiente, lo refuerza. ha blado una sola palabra . Alcib íades respo nde que habría qu endo pre-
Ese sumario es una muestra visib le de un vacío en el an álisis del gunta r di recta me nte a Sócra tes el po rqué le acosa~ a ~ n su a tención .
historiador. Inmediatamente al principio, en donde t ra ta de la ( SO · Es un instante decisiv o: en Plat ón seria un la rgo silencio lleno de ten-
phrosyne», evita decir quién podría ser el responsable de qu e Esci- sión ro to po r medio de la co nversació n pri me ra; en Polibio la p rim~­
pión se adhiri era tan to a esa pr imera y funda mental prefer encia , Pe- ra co nversación seria co nstit uiría un a lar ga y am isto sa pero , en OPI-
ro ya había ha blado efectivamente de qu e el joven romano era inse- nión de Escipión, insati sfactoria relación . . ., . .
para ble de él mismo y que su amor mut uo era como ent re pa dre e 2) En ambos casos sigue un a caractenzacion ~el Jov en .lll t~ rlo­
hijo . Probablemente nadie, que leyera la frase siguiente, dud aría de cutor . Escipi ón not aba que se le mira ba con desp recie, co mo indigno
que Polibio mismo era el que había dir igido el im pulso de Escipión de la fa milia de la que procedía, y pregun ta si Polibio compa rte es~
hacia la «sophrosyne». Con ello quedaría claro, si es qu e no lo había opinión. Pc libio respo nde que ya con esas palabras denot ab a E sc~ .
estado desde un princip io , có mo las do s pa rtes principales del (ex- pión sus altos pensa mientos <Jú'Ya 'l'e Ovw v), y le a.yu.da a co ~~gu lT
curso» - el desarrollo de la a mistad ent re Polibio y Escipi6n y el a n é- de ese mod o una primera entrada en el propio objetivo . Alcibiades
lisis del ca rácter moral de este último- se encuen tran un idas ent re es ca racte rizado así por Sóc rate s: no sólo pensa ba de fo rma e~ev~da
si. La influencia educad o ra de Polibio es más responsable que cu al- sino que se tenía por más qu e todo s los dem,á~ de grand es sent l mle~·
quier otra cosa de la formación de las dotes natura les de Escipión . tos; ent re ot ras cosas, descendía de una Familia muy Influ yent e: sena
ta mbién rico, «a pesa r de que tú de ello pareces estar men?s orgullo.
.se (muy po co da en esto la impresión de tener elevados Se,ntlnllentos»)
11 - palabras que, si bien en sentido difere nte,. son parecidas a ,las de
Políblo a Escipión, has ta en el tono y en el ntmo : «p ues es evidente
Frente a la tesis de Mommsen de que (P latón y Ari stótel es ha n que tú piensas de for ma elevada en relación c ~n e~o s h ? m~ res ,(eres,.
qu edado sin influir esencialm ente en la formació n rorna nae ", debe orgulloso sobre esos hombres)». (P latón: 5 oJ<ft~ Óf llO l hn TOtJTúH
a fianza r este capítulo, con los nuevos motivos fun da mentales de liNIOTO:: JAt-yet 'l'eOJ' fl V. Po lib io : Ó1¡'Aos "'r ae ti "óla T OVTWI' ,. ¡.¡É"'ret
E. K. Ra nd , una conclusión ta n sorprendente co mo est a : « Pl at ón, de 'Pe oJ'wv. )
304 PLATON SOC RATES EN ROMA 30S

3) Desp ués de qu e se ha caracterizado as í a Escipi6 n, a ñade Po - una profecía que se podía cu mp lir. Las palabras de Polibio suenan
libio : «quiero dedicarme a ti y llegar a ser t u compañero (UVI' EQ-YÓ S), como un falso eco ; ellas ap untan a un peligro posible que nunca se
de forma que aprendas a hablar y a portarte co mo digno de tu a bue- ha reali zado .
Ion. Y aun otra vez: «en tu act ua l situación no podrías encontrar me- En ese punto se notaría que también de la segunda parte del ex-
jor camara da de lucha y auxiliar que YOl) . Sócrates. que ha explicado curso de Polibio se deriva al menos una rara semejanza co n Platón .
a Alcibiactes sus plan es para la educación del esp íritu, añade igual, Sería un a casualidad que aquellas t res «virt udes», en las q ue se dest a-
pero irón icament e: «tú no podrías alca nzar tu objetivo sin mí; nadie có Escipi ón -c-autod cminio, magnanim idad y valentía-, también fue-
le podría ayu dar como yo a la acción por la que te a fan as) . La expre- ran dest acad as en el diálogo A lcibiades (122 C), en medio de un a lar-
sión utilizada por Po libio , «co mpañero de lucha y au xiliar », no tiene ga lista de «virtudes» que serían ad scrit as a los espartanos . Los estoi-
co rrespo nde ncia en el d iálogo Aldbíodes sino en El Banquete. en donde cos esta bleciero n una lista semejante 9 . Pero no ser ía ninguna casua-
es el mismo Alcibíades quien dice a Sócrates: «Yo me a fano para lle- lidad q ue Polibio com pa rase la natu raleza del joven Bscipién con la
gar a ser eso ta n a plicad amente como es posible, y ninguno podría de un perro de noble raza (xan'" ~úat v olx tíw~ ómxH/.tf.VO IJ XaOá1l"Ep
ser mejor a uxiliar para ello que tú» . (P lató n: TOÚ TOU Ól olp.a í P.Ot fV')'~POÜ~ <1 X VAa l(O ~ / por naturaleza estaba propiamente dispuesto co-
(J UAA~ 1I" TOW o~ófl' a )w QtWu QOV a Va l (JO Ü, Polibio: óoxw p.'1o€va mo un cachorro de buena raza), mientras que en La República de Pla -
tJlIva ')'wvttJn}v xcd (J lIv~e"Yov &AAOV d)e~¿v &v ~p.wv h nn¡óHÓUeOV, 7 11'10 (JI, 375 A) la natu raleza de un perro guardián de bu en a raza se
4) Escipió n choca la mano de P olibio y exp resa apas ionada men- compara con la de un joven noble de naci miento (Ott l oZv
te su conformidad: «[Que yo pueda divisar el día en que tú sólo te n ... Ó¡(~'P¿eH" ¡púa/v ')'f Pvai:ov O'XVACI:'Jl05 els ¡p llAa}( ~p vex viox ov t ú')'~ ·
ocu pes de mí y vivas conmígo!». Luego co n la repe tición de «a par tir J'Ofi5; / A sÍ pues, ¿crees qu e en algo...se diferencia la naturaleza de
de este enc uentro» (&11"0 mún¡~ Tií~ a v8op.oAo"y~atW 5) y «desde este /I n cachorro de raza para vigilancia de la de un j ovenz uelo nob le?).
tiempo» (a r o TOÚTW I' 1"W 1' x mewv ) sería subrayada su inquebrantabi- Políblo te nia cla ra en la memoria esa co mparación. Aprovechó tam-
lidad una vez tras otra. En el Atcibtades de P latón hay que esperar bién ot ros pasajes de La República. con o sin la anotación expresa
has ta el fin al de l d iálogo por la manifestaci ón decisiva, que es tan efu- de «como dice Platón» lO, y es sabido que se servía en concreto de las
siva y espiritual como la de la Historia de Polib io -incluso todavía teo ría s de La República y de Las Leyes y que las ha bía criticado 11,
más efusiva y espirit ual; en efecto , el suceso no tiene lugar en la Ro-
ma del siglo II sino en la Atenas del v. «A partir de hoy» (aTOmú1l/s
1II
rií ~ I)p.i"ad , dice Alcibiades, «yo me convertiré en tu insepara ble acom-
pañante ( r a Wa-yw-yót» ) y Sóc rates confirma su parlamento con la im- ¿Cómo hay qu e explicar las semejanzas que se ind icaron aquí en-
presionante metá for a del amor de la cigüeña que produce amo r en tre Po libio y Pl at ón ? A pa rti r de una t radició n literaria en general
sus polluelos ". u de una copia lite raria en co ncreto esto no se podría haber deri vado .
5) La nueva amistad se dirige. tant o en Poli bio como en Platón, Pues lo qu e dice Polibio a sus lectores no es un rela to meno s fiel en
al mismo objetivo, y en am bos casos es el joven el qu e expresa este eso porque el historiador fuera un participante en el suceso del que
ob jetivo. Escipión: «Desde este momento (avTÓOt.l') creeré qu e yo soy hace la cró nica.
digno de mi casa y de mis ante pasados». Alcibíad es: « Desde ahora Hay qu e plantear do s pregunt as: ¿podría ser probable qu e Po li-
(lvnii8Ev) co menzaré a afa narme por la ju sticia ». La diferencia de ex- b¡o conoc iera el A lcibíades Mayor de Plat ón o, cuanto menos, es im-
presión es la diferencia entre Roma y Ate nas - el romano piensa en probable qu e hub iera conocido el d iálogo? Y si esto fuera así. ¿cómo
el concepto de nobleza, los griegos en el de «ate t é», pero el sentido habr ía que enten der el raro hecho d e que una escena literaria se co n-
e incluso la forma son esencialmente los mismos. virtiese en modelo para un suceso históricamente a uténtico?
6) A pesar de todo lo qu e ha pas ado previamente, sin embargo P ara responder an te todo a la primera pregunta: Poli bio se habí a
Polibio tenía a ún una duda: :«si él seria capaz de pens ar a la altura familiarizado con la Filosofía de Platón , sob re todo con sus grandes
de la familia Bscipi ón y la riq ueza de sus miembros», No está muy escritos po lfticos, ya muy pronto en un período temprano de su vida .
claro si el rango y la po sició n de Emilio significaro n un impedimento lisa familiarización se retrotrae a sus a ños en Ar cad ia. m ientras que
para Polibio o un riesgo para el joven Escipió n; probabl emente se ha t i se acercó probablemente a la Bstoa por primera vez cuando se en-
pensado en ambas cosas, Sócrates, por el cont rario. exp resa sus te- ce ntr é con Panecio en el círculo de los Escípíones 12,
mores sin ambigüedades: « Yo temería», dice, «q ue la acción de la ciu- Pero Po libio no sólo cita y critica sustanciosamente a P lat ón , en-
dad nos sobrepasase a ti y a mi». Platón pone en boca de Sócrat es Ira en compete ncia con él. Con un a clara referencia a la conclusión
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SOCRAT ES EN ROM A 307
306 PlATO N
bius noster hespes nostro ru m inst ituto rum negtegentía m accusat .)
centra l de La Rep ública (473 C-O. 479 B-C), de la id enl i~ ad del dit i
¡,Qué se po dría pensa r con esto? El s ab í~ muy bien qu e .el jove,n ro-
gente y el filósofo , llega Polibio a una fórm ula mu y semeja nte, a que ma no era edu cado en la vida legal y polít ica del For o bajo la mira da
el polít ico act ivo debía escr ibir Histo ria o el historiador llegar a de de un viejo político . Ya esa clase de fo rmación práctica , que culmina-
sempe ña r un papel m uy act ivo en el Estado: «S¡ ver~ader.a men te eso ha en pleitos y a pretones de man os po líticos, es cont ra puesta po r él
no sucediese la falta de sabiduría en un escn tor de Historia no alean a la forma de vida del joven Escipi6n . Lo que le fa lta ba a un ro mano,
za rá ning ún 'fim). El está convencido de reu nir en su persona al fil ó y lo que Escipi6n era el pri mero en sentir, era «Filos oña y ed ucaci~n ~) .
so to , al po lítico y al histori ad or; y su léxico mu estra efe 7t iva mentt Su formació n no co nstituía un suceso a islado, era la ob ra q ue Pclibio
ha sta qué punto se sentfa de igual calidad q ue P la tón , mientr as que llevaba a ca bo jun to co n Pan ecio en la ge ner~ción jov e ~ .d e la ~ob le ­
su huésped Timeo era , según su juicio, «un litera to no filósofo y por 1.41 romana . ( Tu Platón », dice Laelius a Escípió n e n el dialogo crcero-
completo sin form ación » (a <pu..ó aolPo s ltCX¿ a lJ).).~I3ÓT¡ " a vá i'W"Yol niano De re publica. precisamente en el pasaj e en el que se e ncue n ~ra
o UY'YQQ <PEÚS) .
el prob lema de la ed ucación romana (lV,4 ~ . «( Nuestro. ~ I.at ó",> , d.l~e
Pa rece qu e está n reun idos como opuestos, y qu e, frente al arte de ot ro personaj e del diálogo , proba blemente incluso Esc l plo n , . ta~ blen
la politica y de la estra tegia de Po libio , se est ima como más pe qu eño en la misma inte rdependencia. Pues Plat ón era en efecto - el mismo
su pensamiento filosófico IJ . Pero él mismo lo ve de ot ra ma nera y había dic ho : no soy yo , sino Sócrates - el que todavía seguía siend o
se podría aventurar perfectamente la op inión general de.que.nunca la más elevada fuerza de formaci ón en Grecia . y el que, por medio
se ha dado un gran historiador sin un a filosofía meta-histórica . de la actitud de Polibio , se convirtió en la misma fuerza en Roma.
La Filosofía, para Polibic , se encuentra unid a has ta la ident idad No se podria expresar con más claridad que Cicerón , de nue~o en la
con la edu cación y formació n (r atófía). P ues juzga al rey Prusías co misma obra (111, 3,5), cuando pone en la boca de uno de sus interlo-
mo «débil y ama nerado. (óu ).os xaí ÚUt).)'7Ís) 14 y atribuye ese defec ente res esta fórmula : «Bsci plún y sus am igos añadieron a la costum-
to a fa lta de «ed ucación y filosofía» ("ll"atót ía s Ha ¡ ~v. ooo ~ías) ; Pru hre patria de nuestros an tepasados la doctrina de Sócrates qu e venia
sias no asienta o pinión alg una (8twe~¡KlTa) -que evident eme nte son del extranjero ) (ad domesticu m maíorumque rnorem etia m hanc a $0-
el resultado de la sab ia ed ucación- y no tiene la meno r idea de «10 erare ad venticiam doctrina m adhibu eru nt) .
que es bello » ( .II"a ).o p Tí 'lI"OT rOTl p), una fórmula q ue como tal ya se Eso qu e Polibio ha bía asimilad o en sí mismo como un a trad ición
muestra en el fin filosófico y último de la formación platón ica del hom griega vivient e era el arte de la co nversación filosó fica . Su más ex~el ­
bre, al qu e ella t iende. En agu do cont ras!e~ sin embargo , co n Prusias !I() ejemplo era par a él, como pa ra tod o el mundo , la obra de Plat ón ;
reun e Escipión las virtude s del a uto do minio (ow<peOOtlVll) y de la va MI inco mpa ra ble maestro de vida ha bía sido Sóc ra tes, in: l ~so más ~e
lentía (a pÓe t ia) . Debe estar ag radecido, después de a su prop ia con lo que él ha bía sido . ¿No es asimismo probable qU,e Políbio ~o~ocl e;
d ición na tural y al ejemplo de su pad re, a la in fluencia que la «educa ra ad emás de L a R epúb lica y de El Banq uete, el dialogo Atcibtadesí
ci ón y Filoso fía » del historiado r ha ejercido en él. El lector actua l to Se' tend ría que demostrar, incluso, qu e el mu y inst rui do historiador
da vía siente esa imp resió n a pa rtir de los fragmen tos de Po libio y ast 11 0 hab ía conoc ido ya ent re los d iálogos de P lat ón aquel qu e llevaba
lo juzga Diodoro (XX XI,26 ), q ue estud ió com pleta esa obra. D!od,o d no mbre de más gra ve destino de la H istoria G riega, el m ismo nom-
ro relat a qu e Escipión desde la juventud había des ar rollad o en SI m IS' hre ta n fa moso entre lo s roman os qu e ellos en una epoca tem prana
mo la formación griega. A los 18 años se empezó a preo cup a r de la hab ía n eri gido a Alcibiades una estat ua de bronce allí en d onde un
Filosoffa y tenia co mo maestro (h WTÓ: n¡ i) al historiador Po libio de oráculo les había aconsejado honrar al más valiente de los griegos [Plu-
Megaló polís . También Ap iano (P untea, .1 32), cua ndo relata la ~O I1 ' ta rco, N umo, 8). Polibio tenía qu e hab er esta do en el ~oro ante ese
vcrsació n entre los do s hom bres an te la VIsta de las humeantes rumas monumen to . ¡Cómo hubier a podi do pa sar por alto el diálogo que la
de Ca rtago, toma a Polibio como el maestro (óu'icnn a xAós) de Es- tot alid ad del Mundo Clásico (en contraste con el juicio moderno ) con-
clp ión 1$.
laba entre las obras de Platón yque la Academia - al menos la tardía-
Polibio, el admirador de Rom a, el que, por primera vez en el mun- utilizaba como «puerta de entrada» en la Filosofía Platónica: Aki-
do, hace po sible una correct a valoración de Roma, c ~ i.tica, ~ pesar Mades o Sobre la naturaleza humana! \6.
de ello, una cosa de la vida romana: la falta de ed uc~c lo n, (Cicerón, . Cómo hay que explica r ent onces la rara similitud entre el suceso
De re publica, IV, 3*: disciplinam pucrllcm lngcnuis... tn qu a una Pcly- histÓrico que narra Po libio y la escena qu e ha figurado el arte de P la-
Ión ? Aquella conversación del añ o 167/ 6 a .C . per ma nece aguda me ~ ­
• "Una enseñanza pueril para los libres.. . en la que nuestr o huéspe d Pol ibio acusa le detenida, perfilada en la mem ori a del historiado r. ¿Se debe decir
la negligencia de nuestras lnsrituciones». (N, del T.)
'---'---- - - - - - - - - - - - - - - - - - - ... .- - - ------------------- --",
, '1

308 PLATON

que estamos tan contentos así po r no usar un disco fonográfico de Los títu los d e las diferen tes obras cita das por F riedland er se recogerá n en su lengua
ello sino su condensación en un gran documento del arte histórico? originaria y entr e barras en itálicas pondremo s una tra ducció n nuestra al cast ellan o,
El suceso hace madur ar probablemente ya en el momento en qu e te- con el fin de facilitar la temáti ca de las mismas . Si dichas obras tuviera n una tr aduc-
ción al castella no , pondríamos entre pa réntesis los da to s de la misma . Por otra parte ,
nía lugar y con más seguridad en la época en que fue escrita la escena recogeremo s las citas que no figur asen ori ginari ament e en alemá n y trat a remos de tra-
del diálogo platónico en la memoria de Polibio. El vio a Escipión y ducirlas en las mismas cond icio nes. (N. del T.)
a sí mism o como los más afortunados actores de Alcibíades y de Só-
crat es. Se dio cuenta de la dignidad de la enseñanza qu e él pretendía NOTAS AL CAP ITU LO 1
para el hijo de Em ilio. y en consecuencia para los jóvenes romanos, I Carta VII, 324 B" 326 B ({ . .. it is his ph ilosop hic will, as it were ... » l es su deseo
y siente su imp ulso, directriz y confirmación a través de aquel gran f ilosóf ico, como si fu era.. .r, Erich Frank , Wissen, Wollen, Glauben ISaber, querer
ejemplo. Y no se ha equivocado en ello, La acció n «Sócrate s», refor - y creer/, 1955, 89.
mada de nuevo en la obra de arte filosó fica de Platón , no sólo enseña 2 Articulo de Goc the, Not íce sur la vie et les ouvrages de Goethe / l nfo rmacíon so-
ore la vida y obras de Goelhel por Albert Stapfer, Trabajos de última mano, to mo
un acontecimiento del más alto significado histórico, sino también «ene '¡6, 1833, 122. Para la cuestió n de la autenticida d de la car ta VII vid. capl t.Xl l I. Nietz -
of the rnost delightful passages in al! an cient history » " . P olibio era sche, La gaya Ciencia, Alian za , § 91.
contemporáneo del Sócrates que en ese hecho representaba actuando l E. Frank, Plato und die sogenannt en Pythagoreer I Platón y los as( llamado s p i-
y del Platón que lo escribe. tagóricosl , 1923, 122. H . Cherniss, Aristotle, Metaphysicsl A ristóteles, Merajfsica/987
1\ 32- b 7, AJP 76, 1955, 184 Y ss., ve en el "- 11 ¿;' TO ~ líOTfI1 0~ / ar uícípacíán d e Aristó teles
Por primera vez la fuerza socrático-platónica traspasa las front e- una sucesión biográfico-histórica frente a D . J . Ad ler, AlP 75, 1954,271 Y ss., que
ras de Grecia. piensa encontr ar a llí una priori da d "lógica» . En un sentido más amplio escribe Aristó -
teles sobre tod o su a pa rtado h istó rico (por ejemplo , Metafísi ca, A , cap . 3-6), ya que
investiga según causas y principios y, mediant e sucesivos descubrimiento s, pre tende dejar
claras las faltas de sus predeceso res. R. McKeon , "Plat o and Ari stot e a s hisrorians »
I" latón y Aristó teles com o historiadoresl en Et hics L1, 1941, 66 y ss., especia lmente
1)7: Neithe r Plato nor A risto tle wro te as historians.. . Both, as philosophe rs, tried to
relate the philosophers they quot et , not ro times and círcums tan ces, but to tr uth.l Ni
I'/atón ni Aristóteles escribieron como historia dores. ..A mbos, como fi lósof os, trata-
ron de relacionar a los f ilosofas que ellos apuntaban no con la ép oca y circunstancias
sino con la verdad / , F rente a eso , W . Jaeger, A rtsxat eles, 1923, I (t rad ucció n de José
n aos en el F.C .E ., M éxico 1946, con el mismo título) : «Ar istót eles es el pr imer pensa-
dor que funda menta inm ediatament e con su Filosofía la concepció n histórica de sí mis-
mo... ». De hecho Aristót eles es en efecto el fun dad or de la «doxcgr af fa» y con ello,
r u cierto sentido , de la Historia de la Filosof ía . ¿P ero es que los comienzos no son ya
perceptible s en P latón? Sof ista, 242 B Y ss. Cfr . nue stro tom o 111 2 243. Se comprue-
ha que nin gun a tesis parti cular ha solucionado la comp lejidad del estado d e la cuestión.
4 J . Burckhard , Griechische Kulturgeschichte lll, 393 (hay trad ucción de esta o bra
en castellano: Historia de la Cultura Griega, Barcelona desd e 1964, ed . Iberia, 5 to -
mos). Igualmente muy pareci da ya la crítica ma lévola de Plató n en la Antigüedad , en
Ateneo X I. 507 d: xc" 'ro 'lrÓ X,~ 01 OEXijOW lITÚ' O! ( xC<¡ TO ~OI.lOOErijOW ris ov 1"i¡"E( ..-á80¡
' ~"m I",!l oo o ~ i<n; IY el p retender fu ndar una ciudad y darle leyes, ¿quién no diria que
.'". un sentim iento de afán de notoriedad?l. Para esto J . Geffcken, «Antlplatonica»,
e l! Hermes 64, 1929, 87 Y ss.
s Cf r . E . Fra nk, Wissen, Wollen, Gtauben, 120 y ss. E . Howald , D ie Briefe na-
tons I Las cartas de Platónl, 1923, 39 y ss. y Platos Leben I Vida de Platónl , 1923,
I cconoce las circu nstan cias de la vida platónica, pero ve en el conj unt o una patr aña
dc vida o u n erro r de vid a.
6 Homero , lliada IX , 98 Y ss.: He síodo, Teogon(a, 901 y ss.• Trabaj os, 256 y ss.;
Heráclito, Pr esocráticos Iasf citarem os a part ir de ah ora la obra de Diels Fragmente
,la Vorsokratiker; para la traducció n en castellano vid . Los Fuosoios Presocráticos,
I·d. C redos. 3 tomos, con tabla de correspo nderclas en cada uno de elles) 22[12]B 44.144.
ron l~(XQI<f; 'lrQ "( XQ¿ 1l"EQt"yi')'~fTQ( Ibasta p ara todo y sobral esta suficientemente
pensado un «sat is supcrquc» Ib asta y sobra / , El «nom os» no se crea. Tal vez se pudio-
111 comparar con Esquilo , F rg. 10: Z f¡'~ TOl 'ri>. ..-á PTQ xwn T¡;'~O' t!1!"fQTEQ OV IZeus es
lodo y más que esto l y de alguna manera ta mb ién con Sa n Ag ustín , Confesiones, 1,3:
1111 imples et rest ar q uonlam no n te ca plur u? /e o llenas y sobras p orqu e /10 son capaces
310 PLATON
NOTAS AL CA P IT U LO 1 311

de cQptarte por completo?/ e h . W. Dielt hey, H istoria, 1, 76 Y ss.; R. Hi rzel, Them ~, ten, Die Sproche des menscñtícñen Antíítzes im j rüh f'n Griechentum I El lf'nguoj e de l
Dik e und Verwandtes / Tem ís, Dike y familial . (1907; f uste! de Co ula nges, Lo Cu¿ ros/ro hu mano en la Greeia untigual , 1961, 32 Y ss. C fr. , po r ej., C iceró n, El orado r
Antique, 1912 (hay tra ducción al ca stella no . Lo Ciuda d A ntiguo). W. Ja eger.... Die grie- 29, 101 (pla ton izando): elcq uemla ipsa , qua m n ullis n isi men tís cc uns videre possu-
cheche Sta a tldee tm Zeua her d es Pla to n» I La idea griego de EsIOOo en épum de 1'.10' mu s. I Lo propia elOCUf'ncio que no podem os ver con ning';n otro oj o a noser con los
l ón l en H um an i.sl isr:h e Vo rlrlJge / A r/icult)$ de Humanismo/ 1937. 93 'j ss.; M. P. Nils- de lo mente/. O vidio , Me tamorjosis, XV, 63, a propósito d e Pit"go ras: qua e na tura
son, 'Grrek Piely, 1948, 53 Y ss. {Tra ducció n a l castellan o,de M. S . Ru iptrez bajo el negabat visib us h uma nis, oculis ea pectons ha usil. / Lo que nif's a lo Naturaleza a lo
urutc de H~/oriQ de la Religiosidad Gritlo, Cred os, M adrid , 1969); F . Soltasen , He- visión humanu, u eso se atreve con los ojos df'1 pecho / , Boecio, COlISQloción, 111 , 9,
siod an d Aeschylus, 1949, 89 Yss.; A . E . Zi nnnem. Th e Grrek Commonwe.;ItJr J, 1922, 24: in te co nspeuos a nimi de figere visus. / Fija en ti la atento visión del únimo / . Ptolo-
86: Th ey (me n) carne tcgether no! so mu ch Ic r safety as fo r J usríce. Th is 15 the o ld" ! meo , en Flora 1,7: I'~ ";',al' 10~' WuX~. lJl'J'U &:un "o<. 1"0 10;; 0,;".010' lr1lflJ" ""'¿,.o..
and per haps the sl ro ngesf of lhe cítv's c1aims lO men' s devo tion . l E/los (los hO'f'brt~! / No ~ólo e~/aba priWldode la visión del atmas íno /ombién de la del cuerp<J/ -el a utor
/legaron o estar j untos no tanto por lo salvación como po r justicia. Esto es la mas onn- por su part e e:o;tá también necpla to nizando; por ej . S, 7 .pi;,f o¡}1"ooJ" / Iuz en sil . Se o b-
gua, lul W't la més j lln'le de las r.xigenciasde la ciudad para la sumisión de los Jwmbresl . ser va rla aq ul-eso como lo anrenor según indicació n de R. Bultma nn-e- la expresi ón
1 Anaximan c rc, Preso 12(2)A 9, 8 1. Pa rmén id es, 28{18IB 1, 14, 8 13 Yss. Her é- ó0p6aA,oW¡ rijf l<o"loia t / oj o del cora'lón / q ue se destaca en la Corto a los de EJ~ 1,18,

.
cht c 22(121B SO, 94 . en la primera Corta a Clemente y en la Hermétial (e llt ta mbién ' o ú J.p6a),p.o¡ / ojos
• Diolertis, cap . J : Pres. 90183]. C ritias , 88(81)B 25. An tifont e, S1ISO] B 44 . de lo mente / , en J. Kroll, Leh ren des Herma / Doctrinus de Herm n / . Aqu í el O rie nte
9 C fr . F.Dümm lff, Kl.Scnr. I Pequf'ños l!SCritosl l , 190 1, 159 Y ss. Y W. Ja eger, roza con lo griego. India : Bhagovod·Gita, traducido a l alem á n por L. vo n Sch roeder,
~ ..
lO W. Dilthey, H íüor íe 1, 178 : Sócrates ..dem uestr a que u na cie ncia toda~la n~ h'
. rene, 1919 , XI , 8 Yss.: «Asimis mo tU IK,I me podrías ver con n os o jos pro pios IUyos .
Te do y un ojo celeste. [contempla el milagro mío , del Sei!or! Dha n Gopal Mu kerji,
d e halla rse de verdad en ningun aspectos•. W . Wind elba nd , ú hrbuc h df'r Geschlchtt Thy Brother '~ Fuce, New Yo rk, 1924, 138 y ss., cit a del Bhagovad·Gita.' Behold Me,
der Philosop hie ' I Manual de Histo ria de lo Filosafia l 1910, 76. : . Problel/l dn- WiJ. lh y t rue Self, with t he eye o f thy Spirit.. . that our soul-eye may scon open wide and
senschaft, Sakra/es.. I Prob /em a dt la Citncia, Sócrates l . be hc ld H im who Í5 waitin g ro beccme visible. / ¡Miro en Mi tu verdadero Yo con el
u P ara la Historia de esta imagen se encuen tra algú n mat erial reunido en Th . Oon - ojo de tu r~p{ritu . .. que nuestro ojo-de1-fJimllpuede pronto abrirde partn par y miroie
perlo ApoIogie df'r HrilkufI5t 2 / A poI ogia del arte de la salw1f."ión l . 19 1 0, J , I ~5 . Asi, a El que está aguardan do a hIKYrse visible!l . Docu ment os de la Mística med ieval: G .
mism o hay basta nte usad o en Arisló teles sólo en un u níco ejem plo , Etica a /IIictJllIaco Lüer s , Sprochr der drutsrhen Mystik / Lenguaje de la Mística alem ano/ . 129. Algo más
Z, lI 44a JO; cfr. 00Ul 14. En gcoff a l lo ve B. Schweitzer, PiaJon und die blldende K UIlJI de nueva bibliogra rla alema na en G rim m, Deulsr:h es WOr/erbuch / Diccionurio A Le-
dn- Grierhen / Plalón y las A rtes Pllisticus de los griegos/ , 1953, 13 y 5. • So bre la meul · mán / IX, 2863 YS. Ademas ta mbien H . Leisegang. Der Heilige Gei.tt / E I Espirilu San-
fo ra de la visió n para p recedentes esp iritua les: C . J . Oassen , ..Sprachl iche Dculun, tol l , 1919 , 216 Y ss.
als Tri ebkra fi.. .>t / SignifKudón lingüistictl romo j uen.o molm . .! en ütimala 22, 1959, 11 Pa ra lo Sigllienle, cfr. A . E . Taylo r, tlTh e word s ~ :OOt ióia in Pre-plalonic Lite-
43 y 5~ . , ature» / Las palobrtlS"'eitJos>, .. ideo» en la Jit"utuTO pre-platÓnica/ . en Varia Socroti-
11 Esq uilo, CoijO TOS 854 (cfr. Euminides 103 y ss.; P indaro , NemetLS 7, 23 y s.) ('U 19 11, 178 YSS., co n a bundanle materia l pata la h islOria de las pa lab ras, pero con
Pa rménides, Preso 28118]B 4. Empédocles, 3 1(21)817, 21. Epicanno , 231131B I ~ . Gor imerprelaciones y consecuencias contra las que se vuelve con razón W . G illespie, Class.
gias, 8217618 11 S 13. (Los fra gmen los d e l os sofIStas no se encue ntran tr adUCid os en Qualt. 6, 1910, 179 Y ss.. A ckmas C. Ri/tf'r, Neue Untersuchungf'n / N uevus investigo-
Los fi fósof os pre~ocrdticosde Gredos, vid. en A.P iq ue, Los SOflSlas, Barcdon a 1985.' d ones/ , 19 10, 228 y s.1. Y Vo n Wi lamowitz. Platon , 11 , 1919 . 248 Y ss. Nuelitra inter-
Pseudo- H ipócr a les, 'lff "¡ ri" J"'1f 11 I Sobre el oficio / , en Go mperz, op . cit. 52. !,retación se d iferencia de las de estos ultimos en qu e ella no tr ata de ga nar ler reno
Il Cfr . mi ob ra Der Grosse Akib{odes / EI A lcibiudes Mayor/ 19 21, 27 Y ss. " !, latón d esde la significaciÓn po sible más d ébil sino desde la más rea li1.ad a en la me-
14 Eli ca a Nicómaco Z 13, 1144a 28 : fon,.lo· 4 .p"oo "'1an oit)( ~ lo¡,,.a¡m ¿AX' o ~ ~ d ida de lo posible. W. Ja eger, Paidf'ia, 11 , 33 y ss' (H ay tr ad ucción en castella no, con
&,tU rij¡ lov,.á,.t"'f mUnrl, ~ EH r~n rW' ¡¡¡<pan 10U""" ,,¡,i ,.¡m. rijf WV;rif oh &,.,. d mismo 1{I Ulo y en un solo lo mo, en el F.C .E ., México , 1951.) P . Brommer , ElAOI: et
¿ "frijl. ..:.ion <¡>aJ"lllo"o,. alourn10,. '1',,0,..,.0,. f~a 'll~ lr-yatloJ" / La reflexión .no I'S esa ISF.A. Etude sémant ique et chronolo gique, 1940 , se ha moleslad o en senalar una d ife-
capacidad pero no exisle sin e$(J capacidad y en cuanlo af habilO no,~urge baJo esa mi rencia , d ecisiva ler minológica me nte, y un d~arrollo cro nológic o e n la ob ra pla tónic a ;
rada dd alma ~in virtud ... dI' form a que estd claro q ue no es po~/blf' Sf'r refiexlvo .1/ lo primero qued ó a medias y lo segundo ~ po r co mpleto sin ra zó n . Cfr. sob re ello
.w ~f' es bueno l . 11. C hem iss, AJP 68,1947,126 Y ss. Sob re el U!iO preplaló nico de «eidos» e (<idea»
IS La lil' l'a ~ ~ 1"-"-01'11 Ot"'Qf t m, / visión en la que ~!.' ro ntf'mp la la «cabaf/i~ad» 1 y la «crea ción de un nuev o significado» qu e s.e remita a P lalón, c fr. lamhién Ka rl van
d e la " 0.1 ij> 1"a n ( 0Tll' f " ai n",~OÓ Tll' f ¡J}"in ra , / m f'nleCon la que se Vf' la « m f's /dad, I'ritz, Philosophie und ~prachlicher AU.'Id ruck bei Dtmrok ril, 1'1010 und A ristott'leslFi-
y /u «vasidad>l/ en la hislo ria de las bromas de la rivalidad d~ Platón con ~nt ¡sten~1 Irl.mffa y expresión lingüfstica f'n Demócrito , Platón y A ristót eles/ , 43 y S~. Las citas
y Dió genes, Zeller, Philosophie der Griechen .. . Il, 1 4, 295; Dló gcnes Lacrclo YI, 51 ' lile : iguen de Hipócrates corresponden a lIipPoCfa te. Ol'uvrrs completes de E . U uré ,
Un a broma igual en Lucia no. Bí",,. 1I"1Iá lJ<I , 18, en don de Sócrales adopta un alre.pOl l' ari s , 1839-6 1.
co mplclo platón ico . Cicerón, Dc Natura Deorum l. 8, 19 .. Usener, fra~ . 367: qmbm 15 C fr . K. W. Krüger y Classen-Steup sob re T ucldidcs 1, 109.
eniro oculis an imi int ued potu it vester P lalo fabricam ilIam ta nti opeflS. .• IC on 1m 19 Aquí y para lo siguiente cfr. capílulo X.
oj os de! alma pUf'de ver vueslro Plató n la construcción d!.' tant o trabajol , si se borralt l O P. Shorey, The Unily of Plalo 's T/wug hl lLa unidad df'l pellsllmif'nto de PIQ-
«a nimi» se estro pearía la punta de la fra se. Cfr . Cicerón. El orado r, 3,9: .. . per.fectar 11I11/ , 1903, 28: Except in pur ely mYll\ical passages, P lal o does nol lltt empl lo describ e
c10quenl ia e speciern a nimo vid emus. I Vf'm os en el alma laforma de la eiocuenclQ per- Ihe idea, any mo re than Kant descr ibes the Ding·an· sich or Spencer lhe "Un k. nowa-
f ecta/ . . ble». He does not teHus what thcy ar e, bU{ tha t th ey are. I l:.·xcep to 1"1 los pasajes pura-
1S Algún ma terial en Gomperz, op. cit. Vid. además R . Bultmann. «Zur GesC!llcl\lr 1/"'II te mfricos, Plolón no Irato de describ ir las idf'as m ás de lo que Kant de~cribe la
der Lk h lsymbolik. im All er lurn » I Para la HislOria def sim bolism o de ia luz f'n la A nll <'0-1'11-1'110$; o Spellcer lo I< lncognosdble». El no no.! cuen/ a aquellu qUf' son sino qul'
güedadl en Phiiologu.f 97 ,1948, 17 Y ss.; E . R . Curtim, Europüische Literatur un" 10,,1. Hab la de la manera más p rofun da, entre los aclua lcs, sob re las ideas el an ciano
lal f'inisehes Mitlel¡¡lt er / Literatura europea , Edad Media fatinul , 1948, 144 ; L. Mal Nalor p, Platos Idf'f!lllf'hrr IDoctrina de las ideas de Platón/ 2 edil'. 1921. 471 y ss. In-
312 PLATON NOT AS AL CAPITU LO I 313

terpreracío nes ta les, en las q ue la siste mática del qu e explica confluye necesariam ente visió n com ú~ del mu ndo se form ula sino de có mo se prese nta a pa rtir del ca mpo d e
co n el o bjeto q ue se está explica n do , tienen su p ropia ra zó n de ser. No J;C extienden 1u pura doc trin a d el ser . Y d esde allí no se podrla enco nt rar una expresió n mejo r. P ero
po r d ebajo d~ n uestra crítica . Sólo en la interp retaci ón lingü ística de un pasa je d e PI, d argumento rueda todavía a otra conclusión falsa. Co n la ,pala bra .a).¡"~(>"""t INuevo
tó n no s referiremos má s tarde a q ue P latón fue visto de ma siado a tra vés de P lot ino modol no se ha cons iderado , a partir de ella, una referencia a Heráclito, ya q ue Herá-
Las tran s fo rmacio nes mism as del co ncepto de intuició n como «ta rea especia l en la hl, elite 22II2J8 51 es asimísmo .a),¡~ ...o ~,,~ (no ,.... ),'rrli!" ,.. o~ ) &-Q....., t'l AU Q'It "'. .¡ ~o€ov
to ria d el pro blema »: R. Hoo igswald. Die Philowphie d. Afler fumJ / L a Fi foSQ! (a d, l «poll1l/0 nos .. (no «pal{nlropo$»). A rnlOnlu eídstíar de Ii,a y arrol la versión del co-
la Antigüedad/1 917, 176. mienzo. Uno se p regu nta po r q ué se ha e ncont rado Die ls en tre los q ue ha n dife rencia-
21 Scncpen hauer, ~ Jf'rlt (lIs Wille und Vorslrllung. I & 49 (lrad. a l ca stella nu do r aAi....." o.O t com o «variante en si misma equívale me » (Oids. /ierak feilos ro n
El mundo como l'OIuntod y reprc;enlarión en un volu men, 1928, reed . 1942). I:"phesos, 1901, 13 , respecto al frg. 51) de forma q ue se permita determinarla mediant e
22 El a n fculo de Goethc .. Erste Beka nntscha ft mil Schjller» / Pri mer ct/Cllemro ro~ Parménides - ¡en un palpable circulo ~icioso! (corr«ta11U'nlr G. Vlastos, «On Hera -
Schi/krl . al que se refine: lo siguiente, se encuentra, con leves modificaciones, en l. d itu s.., A JP 76, 1955,. 350 nota 30). E1 ,ó ",,~ se ada pta a la lira y a l arco , el 1(>i.. u '
Morpholog~ y en los A'ma/M, ed ición de la Gran Duqu esa Sofla 1, 36, 246 YSS. , 43' Ida, la vuellal al cammo (a pesa r de W . Kranz , Pres o6 1, 1951, 493). De raA t,.,0 . 0t
Yss. C fr, para e llo E . Cassirer , /dn und Geslah I ldea y figu 'al . 1'J11; C . F. von WelJ trata finalmente G. S. Kirk , Heradilus (Ca mb ridge 1954), 210 YSS.; para r"A¡'~Q O"OI
sacker , oc U~ einige 8egri ffe eus der Nat urwi~afl Goet hes» I~ algunas ro " Ph. Wh eelrighl . Herac:filus. Pri nceton , 1959, 153 Y » . Y W. Kra ne, Rh ein. M us. lOO,
~pl()S de CI~f/CIas. Nat..raks en Grw/h~/, en: Roben Boehringer, Eine Freundesgabf 1958,2.50 Y ss. wrtamownz, G,iech. Lesebuch . I Lib,as griegos de In:tura/ ll , 2, 125
I Un ,.egalo de am lgol ,. 1957, 700 Y ss., La di ferencia entr e idea plaló nica y de Goet ~ Impri me 'l'a>J" Ii!".O~ pero interpreta ... ),;rro'''~ . Si ,.... Airr",.o l es la lectu ra corr ee-
(Ca SSl rer , Jl38. 17) estriba seguramente rnás en la exp resión qu e en la cosa misma. Vid la, entonces nene P arménid es un fa lso lugar en los P/'esoc'ólicos de Dieís .
lambién O. W. Henz, Na/u, und GrisI in Goerhes Peus t I Natu' aln a y espiri/u ~Il , / lO Sobre el estar suspen dida la 6ó~ entre sujete y objeto hay algo en B. SnelI. .. Die
Fausto de Grwthel . 1931, 200 Yss.; R. C . Lodge , ThePhilosophy aj Plato I La Filoso Ausd riid :e für d en Begriff des Wissens» ¡ Los rXP'"iones pa,a el concepeo d~ S4lWI
f ía elePlatón!., 1~S6 , 296: .. .Biological scíeoce, as such, has finally dropped the Plato en Phi/ol. Unl..~uch . XX IX, 1924, 53.
JI Fedro 249 C h."..\.o~aa <inli! ,¡, f~nll .pol"I' I dm ellando lo q ue tlhora dn:i-
me Idea f rom 1tJ! 11" o f approv~ pr incip Ies. IlA cumcia biológica, co mo tal. finalm,,,
te luz dernlxtdo a la Idtu p{atónKQ de su lISIade principios aprobodos/ , ¿P ero levanta mas qu e a l. 247 E,1 , ; "" 1 ,w, en"" XaAoü,.,u Idr las que ahora nosotros ttamamos
oera vez tal va la cabaa la morfología1 Vid . W . Tro ll, Praktisch~ Einjührung ill dít ....resl . Teeteto 152 O . á,m á Ó'Í opa/u .. f~"'" oh & Q8¡;'~ .li!ooa)'OIi!~¡'anHI todo la
P/lanzen",orjologíe I lnl1odu<Xión prrklicu a la morfolograde IlIS plalltllS/ l , 19-'4. 11, 'Iue e n (frclO decimos qu e es sin de nom inado cor,ecltlmentel .
1957: The presem-doy sr:ienlísl tries lo desr:ribe how Ihin&S lNhaw. I EI Cíellt(firo d, ' u Cpr. a Simplicio 211 A &.i e~ . a i otí1' .,.I.,.' Ó.... ~O, atín. &.. ollul'f''''" "tín
"'om~nto O'Ctuall1ala de describir cómo actúan CO$O$I . ¿Só lo eso ! "~~ 'Ó"" 'O ' otín ~."" , Isiempre siendo y ni nadMdo ni deslruyindose ni crrciendo
1/1 agOlándos..1 co n Parménides. Preso 28118)B g, 13, 14 ..-o~ .lw. . .. otír• .,..,i06a. our'
1) En el conju nlo .. Bild ung und Umb ildu ng organ ischer Nalu",noo I Formació" 1
t1t!n.sjo , macidn ~e fa Noturafet.aorgónical . ba jo el epigra fe de .. Enld«kung einn uef ü>">"u06m &,ijJlf <1•• '1 l po, ..so 110 permif.. Just icia q.... nazca ni s.. deslruyal . 8 g. 6
y~. r ..... .,ali! ""'''''1' alr ~aUIt a h ov; rij• • (,8. , a¿hS;' I Pues ¿qui nacimiento bus-
nlChen Vorarbelln» I Descubrimie'IlO de un excelent"lrabajo prelimi1Ulrl , Ed ic. Grln
Du~na So fla 11, 6, 156. "ur/e?, ¿Cómo, cuóndo y d.. dónd..?I. B 8, 3g-40 rW' .áá ;;..0';' tOlUt... .,.'''to6t;o:'
n.
O . J . Alla n, «T he Pr o blem o f Cralyl us» I Ei pro blema del Cralilol en A JP", _..i OU.,..8at• • ~.... , n Jlai "'''x.í / todo IIOmbrn su á... /o de que nace y perece. aqu..1l0
19 54. 27 1 Y ss. ,le serlo y l/a serlol.
l] Ese lugar de la pregu nta y u na pa rle d e la respuesla se lo debo a l más hermo so
14 V. Wilam ow ilz, Euripid..s. Herod ..s 11 2, 1985. al verso lOó.
u Pa ra eso R"plÍblka 507 B Y 597 A . De ¡; Mi opal'H ~~l'Q' !i f<tTl .-A'''9 les /l nQ
y pro fundo tr al ad o de Na tor p. «Logos- Psyche· Eros». en apénd ice a Plal os ldeffl feh·
cuma aqu..llo que decimo s qu.. ~sl se sigue asimismo que en ¡; ¿cm.. ¡élo. 110 qu~ t $ re. 2.' edic. 1921. Sólo pue de no ser correclo , o mejor no nlar yo de ac uerd o co n q ue
¡guafl y e n .. h ov ~<t v ¡éloll !i f<tTll' I d.. eso mismo lo qu.. esl se debe enlender «lo que I'la ló n llegó a ser, en conl ra de su vol unlad. casí un completo heracl ilW enlo n( n . De-
es» y no «cua l es». bió de llega r a ha cerse el intenlo de hac er coincid ir a su vez en Pla tó n a Heráclilo y
16 En Pla tó n, FnJro 250 C, 6AóJlA'I(>" ¿.Aa ar(>fpij l enl"' o, simple .. inmóv ill, l' armtnides. C fr . para lal coincidencia lam bién a K. RiC'l ler, Pa,menides 1934. V. Gotd-
en Pa rm~n i d es OIlAO.. &6,.. í(> f~0" ,hQf;'Ú l enlero, indivlslbl.. .. "'móv il/. cfr . P . Na· 'lt:hmid l. Essai sur le Craly le I Ensay o sob ,....1 C'¡J/i1ol 1940 , 34 pa rece acepta r q ue
lo rp. 01'. cit. 1903.72. ['Ia ló n ha bia w nocido a H eráclilo sólo a Iravés d e Cratilo .
27 Pa r m~ni des 125 DE . J. Aprovec ho el int ento de traducción de B. Sne ll.
lB Parmé nides. P,es. 28[18]B 4. J' Cfr. K. vo n F ritz. Pythago,ean Po/itics in South ern Iloly I Poiilicos pitagó, icos
"11 el Su, d.. l lafia/ New York 1940 y las indicacio nes de E. Frank. A}P64, 1943, 220
N Parm~ n ides, 211[ 18]B 8, 40. El sufi ciente pa ra lelismo d e esle apa rla do plaló nico
con P ar mémdes me pare ce q ue indica el q ue P latón ha bía ent endid o a Parménides como Y ss. Pa ra [o siguien le F. M. Cornford, "The Ha rmon y o r lhe Spheres.> I La a,molll{¡
pleta ment e en la form a en qu e lo hac e K. Reinha rdt, Parm..nides 1916 , 64 Yss., Yno de las esj e,asl en The Unw,i rten Phi/Qsop hy .... 1950, 14 Yss. (H ay tr a d ucció n a l cas-
como lo elltendieron la ma yo ría desde Bernays , Ges. Abh. I Tratadas Camplelos/ 1883, tellan o (o mo La Filosojia no esc, ito en A rie!.)
62 y 5. La relación del frg. 6 con Heráclito (a pesa r de P,es. 5 1 233, nota 2 y ss.) po- J~ E. Rohde , Psyche 11 2, 1898. 278 (hay tradu cción al caste llano c on este mismo
d ría de esta manera ma ntcners e tan lejos q ue ori gin ar ía qu e en él se pensase como en thul o en ed . La bor en do, to mos y en FCE en uno w lo); W. WindcJband , Plulon ]
un repr esentant e del punto de vista com ún. (. .. al! me n, common men and phi losop · IYO[. cap . V: «El tcó log m>. Sob re la «religión órf ica » se puede habla r con ma yor segu-
hers a like. Corn ford , Piolo al/d Parmel/ides 1939 , 32 Y ss. ITodos los hum bres. por nJ ad que hasta ahora desde Wilam owilz. Der Glauhe de' l/el/enen / L a f .. de los grie·
iRllal homb,es corrienles y filósofos l) . Sin emb argo en los prop ios verso s se encuent ra I:')s/ n . 193~. 182 Y ~s. Y 1. M . Linfor th , The A ,ts ojOrpheus /L as a,les de O,feo/.
el "no». Cuando Kran z, Si/zungsher. Ber!. Akad. lAcias de la Academia de Herlln/ 194 1. Pero SI se reu mese n lo s resúmenes de ambo s inves tígado res qucdaría un espacio
1916, 11.73, saca, bajo la ap robac ión de Diels, que con las palabras de Pa rménides acerca vado. A . D . Nock en Class. Weeidy , 1942, 162: .. .Ihe mode rn concep l which Linforth
de la «doble cabeza» q ue lom a ser y no·ser como lo mismo no pod ría identificarse el llllacks does not spring fro m simp le wro nghead edn ess: it rests on cenain faclS... IEI
pu nto de vista com ún porque ésle en absoluto se expr esaría en alta voz. parece que t"<J1/ cepto moderno que Linfo,th ataca no puedesalta,d~ un simple maf t ncubezomien·
se encue nt ra aquí una falta en lo qu e se a!lade. No se tr ala en ello de cómo la propia 1<>: se mantiene en ciertos hechos.../.

3 14 PLA TON NO TAS AL CA P IT ULO 11 3 15

J7 C pr. J . Stenzel. « Zw'¡o.. und "'"Ion, zwei Begrilfe der pla tonisc ben M yslih y lo po nen de ob jeto en vez de coloca rlo como limite ». De ese m~o, con las '."ismas
/ .. ZÓiQn ,. y «kinnis», dos conceptos di" la 1.lísliro Plaló"ictll en Program. Ores/afl. palabras, se pod ria delimitar el contraste I.'!'tre Platón y ~~ plat.6nicos dogmatlz.ant~ .
19 14 _ KI. Schr. ¡ Pequeños escritos soo re Filoso/ ia Gri~al. 19 51, I Yss. Uno padrl. 10 Dtt genio Sot:ratu, cap . 20 . K. Rein hardt , Poseíd onios, 1921, 464 Yss. Del n ns-
no involucrar esos pensa mientos plató nicos oon las especu lacion es or ienlales acerca dd lila , Kosmos und Symparhie , 1926, 2.59 , 289. . _
microcosmos , sob re las q ue nos informa R . Reitzenstein , Sludil'n l um " " ti/u.." 5Y/lI.;,,. II Co ntra la equ íparación de la Morl"''' !liX'I l almu ~JOnall co~ " ll~ ro d emo,n"
t ísm us / Estud íos robre elsifll;rtli$m() fm liguol en Bibi. WlUburt. 1926. El escrito del 'oC alz.a Pr oclo , Comm. in A k ib . 383 (C oc sm ), y lo explica co rno 110 _.121 ",1 ¿O'Q~lal
Pseudo- Hipócrates De H rbdQmlldibus lleva tales especulaciones orienta les a suelo griego; liÓ"" . ¿;' J(8i1 I~~rdudero sólo huslU fu anu/o,IaI. porque se co nt radice con el SIStema
cos ntiiu yen ..un a roca etrame en la HBade.., K gún A . God a, ü ilsd . J. In d o/Qgie qu e se ded uce de ot ros pasajes pla tó nicos. .
und /f(ln lSlik. 2, 1923. 79. Sobre eso w. Krenz, ..Kosmos u . Mensch i.d. Vom clJ.d. 111 K. J aspers. Philosophie. 11 , 1932, ca p. 5 ttVolun.tad ,.. cap. 6 ~Llber1ad ,:" (hay
Irühen Oríechenrum s» / C osm os JI H o mbres en fa repri'Sl'n IOC;Ón de la Gr«iQ tem pm- tr aducción al cast ella no con este titulo en Rev. de Occidente). Las citas ta mbién en
na/ , en N GG 1938, n I y ss.; «Kosmos e en A rchi v f. /kgriff sgr.xh . 11 , 1, 1955, 7 Yss. págs. 197 y ss, r
)1 So fista 248 E Y !;S., C urto 111/ 342 D. Vid . J . E . Bcodin, «The Discovery of 11 Gest:hirlue der ForbMk h" I H islOria de lo doc"rrino de los colorPs I parte l . Au g.
Form » I E.I d escubrim ienlO de lo For mo l en Jo um. Jlisl . Idf'QS 4, 1943, In y ss. dcr leI. Hand LlII , 19.
u en. Der Gros. A lkib. 11 , 1923, IS.
l. So bre «demo n» vid . K . Lehrs, Gott. coaer und Damonen. Popu/iire A ufsiit-
NO TAS AL CA P ITU LO 11 l('1lDios, di oses y aemones . Temas populares l , 1875, 141 Y SS .; otro s R. E. S up /e-
mento JlI, 267 Y ss.: U . V . Wilamowir z, Der Gtaube d. H ell. 1, 1931, 362 Y ss.: O ',Kern,
I Albino ( '" 'A;';nvóov E toCl<r w-y'Í) ca p . l.'i. Di6gencs La ercío Ill , 79. Apuleyo , Dt nie R efigion de r Grieche n ILa R cligion de los Griegos l , 1938,60 Y s ~.; M. P. Nilsson,
Plat . 1, is. nrers. Doxographi .'i 68, 9 , C fr . con cap. II: H. Gu ndert, «Plat ón und (]nl Gesc hidue der griech ische Relig ion, 1, 1941,200 Y ss.: G reek Pie ty, 194 8, 59 Y ss. (en
Daimonion des Sokrate» IPlató n y el Duímon de Só crat esl en Gymnasium 61, 19.'i4, castella no Hístoria de la Religio sida d Griega, Gredo~) ; E . R . Do dds, Tñe Greeks all~
514 Yss.: E . Frank, «Bcgriff und Bcdcut ung des Damonischer» /Concepto y sign ífíca- tite trrottonai. 19.'i 1, 39 Y ss, Y 207 Y ss. (H ay tr aducción a l castella no en Rev. de OCC I·
do de lo demónico l en Wis.n' n, wo tkm. Gíauben, 19.'i .'i , .'il Y ss. dente Los griegos y lo srracíono í.¡ . '
2 Cf r. Schopen hauer, Versudl üb cr Geistersehen I PruebrHobre vtsiones/ en Ob ras u Bajo la confusión entre mito y dogma, Plató n y lo s plat ónicos se en cuentra sm
C ompletas, IV, 293 (Reclam} . cKe pció n L. Robín, L a théoríe plutonicienrre de I'amour I L a teona platónica del emor/ ,
J E. z etler, 11 , l•• 89; E. Pñckt erer, Sokrates und PIolo, 18% , 44. t90S cf r. en particular && 128 Y sa. (L'á me raiso nnable est IIn démon I EI elma qu e
• Recuerdos de Sócrat es 1, 4, u . IV, 3,12. IV, 8, l . razo~a es un demonl .) Pa ra lo q ue sigue crr. R. Heínee, Xenocnnes, 18.92, 92 Y ss.,
, Gesprac he mi t &kem um n I C on verslKiones con & kermon nl (recop . de Houbc ll, M. P ohlenz, 110m Zorne G Oltes / De la iru de Dios l , 1909, 129 Yss. P lo tlO o y P roclo
1913), 362. Por o tra part e, lo s démones que reta rda n, .'i53, y de n uevo, de o tr a ma llerl no se encu en lra n en ambos. Pa ra el ma teria l ta mb ién R . E . S uplem . 1/1, 267 Y ss. :
q ue lo demónico es «no negativo ,. en 373. Vid. ta mb ién Goelh e im Gnpriich, una se· ..da imo n».
lecci6 n de E. Grum ach ( Fischer lib r.), 168 y ss. I~ H . WOlfn in, KUflStgeschich tlkhe Gr u ndbegriff e I C onrep l os j u ndam en tu/n de
SI F«iro 242 B 9tendria que tener escrito ' 0 &r<,w ~<o~ " "ai lrol t '<J601 a1J¡<tCQ, Hisloria del A rte l , 1915. 80 Y ss. .
I EI dem on y - Ia- señal aC'Ostumbrodal . Wilamowi tl , PlolOn, 11, 362 con sidera lu 11 Cfr. pa ra esto, y para este ca pilulo sobre todo , E• •Honma nn, « Met hexlS und
palab ras '0 &r<1I0~tO' rt "a i co mo « una desdichada interpol ació n.. . El códic e Lau ren· Mctu y bei P la to n» I«M ediod óm. y ttmediodon en Pla ro nl, en J ah resb . dn Ph llo l.
tia nus IX , 85 no liene el segundo ro. F . ASI, en su ed ició n del F«iro (1810) a nOla: Arti· lIer. 8m., ell Sokral n 7, 1919, 48 Yss. So b re la repe rcusión del motivo del a~'&ajlÓ1
cul u m expu nximus, quia d ..IJot cum verbis ' 0 &u",o ~<o. cohaeret el &.....0"0. adjec ti- l utooura, religación l W . Jaeger , N em n ius W)JI Emeso. 19!4, 96. Y ss.; K. Relll ~rdt,
ve pos itum e!;t, I tochamos ti articu.lo porque «eio thón va ro n las palabrtl$ "" o d aimó- I'~jdon ios, 343 Y ss. A esta linea pertenece T omis de Aqmno (Cita dos por E . Gl1son .
"iom. y . daimÓniotIJ. ntd w.sado rom o adjetiv%~~ I.e Th omisme 1922, 137): a rd o rerum lalis esse invenilur, ut ab lino extre mo a d alle-
6 En A pologia 31 D SI.' encuentr a u nido (/t" i or T < ",ai oc...,.o" o, l algo di vin o y de- ru m no n per v~lI ia tur n isi per media. 151' ~rK"Jjentra un u situudón tur que n o s~ llega
m óniro/; en 40 B TO TO;; ll,oio C"t~io, I la selto/ d el d iosl designa al dem o n. Con eso dI' un ex tremo al O/ro u no se r por uno m l'diudón l . ..
pod ria haberse a rregla do el a rgume nto adu cido por E . Ho n ma nn...P lato nismu5 und 11 crr. Der Gros. Alkib., 192 1, 20. Par a lo q ue sigue cfr . 1. BrU ll~, AIIISC1re L it-
Mittelalter» I Plato nism o y Edad M edio l (Wa rburg-Vonrige 1926) 57. contra la auten - 'It'srheori~n. 1I0 rtriige un d Auf s . I Teo n'as dtiOl s del a,,!or. J!xPosici~n e jn l'!st igaClO-
ticida d del A k ib iad es f (a causa de 105 E Y5. ). ar omi Der GrosgA lk ibiades 11, 1923, ,res l , 1905, 118 Y ss. ; E. Bethe, .. Die do rische Kna benhebe, Ihre Ethlk und lhre Idee »
23 y ss. I EI omor dórico de j ó"e nn, su éliOl y s us id f'Qs l ~n R hein . Mus. 62, 1.907, 438 Y ss.;
1 P luta rco , M orolia, 111, ca p. 43. Ap uleyo , De deo Socrafi s; MáJlimo de Ti,o, Dis- (J . Simmel, « Der plalo nische u nd d er mo dern e Eros » I EI Eros platómro y el nwder-
cursos 8 y 9 (H obcin) . Prod i Opera Inedila , ed. V. Cousin, 1864, 377 y ss. 110 1 en f r agm ellte und A uf siitze I Fragmen ros Y urticulos l , 1923, 125 Y s~. ; J . Stenzel,
s Deán W. R. Inge, The Ph ilosophyof Plotinus, 1918, 11 , 199, fo rmula: The whole Plot on Der En:ieher I Plat ón el edu cado r l , 1928, , ap. V; H . Kehen, « DIe platom sche
beJief in inter mediate beings i. a parl o f the current religion of the time a nd has no l.iebel> 'IEI amor platónico l en ¡m ago 19, 1933,34 YSS.; M. A. Grube, P/ ato 's T.houghl,
inne r connection ",it b tbe p bilosopby which we ar e consi d erinll. I Toda la cree ncia en 193.'i , cap. Ill : Eros (bay tra ducdó n al ca lte !lano ); R . Demos, J?Urn . o f ~ hl lo s . 31,
sere s int erm edios es una p arte de la religión co m ún d e es te tiem p o y no tiene conex ión 1934, 337 Yss.; G . Krüger, Ein sichtull d L eidenschajr I C o mprensló n y paI~ón l, 1939;
Inte rna alguna co n la Fllosoffa Que estamos considerand ol . Cor respo mle más bien buscar Rcnat a von S, helika, Pat roklos, 1943, 306 Yss.; F. M . Co rn ford , «La doctrln a de Eros
sentido y cone xió n. en El Banquete de Platón », 1937, ~ n Lu Fllo.mjia, n ~ escri ra, 1950. _
9 Cfr. K. Ja spers, Psychologie der Weltanschauungen IPskologia de las Cosmo- (So bre este tema se puede ver el libro El descubml1lento del am or en Grec Ia. art icu-
visionesl, 1925, 193 Yss. Allf (pág . 198) se dice: «Lo demó nioo 00 es buscado por Goet he, l,,_s de vario~ autorc>, Ma drid.)
lan so lo se experim enta n y respet a n lo s limite!;d e su expe rienda. Por eso, en oposición 19 Pro d i Opera Ined ila , OO , Cou sin, 369. 33. )72, 18 .
a las construccio nes teosóficas, .e malltiene esa imagen del mundo en la q ue los que l() Se rip tores physiognom k i I Es crito res de Fisiognom íal ,oo, Foe rster , 1,VII Y s.s.
utilizan co mo ma teria a eso de mó nico lo buscan, oonslTuyen , se espa nta n, lo a nsían 11 Asi E . Howald. Plato 's L eben I lIida de Plat ónl , 1923.
316 PLATON NOTAS A L CA P ITULO 111 317

II Frg . 4 Kra u!>S (H . xrauss, A tsd,i"if Socratici Reliquiae. 1911) . (Tg. 11 Di Umar 6 C fr . W. K ranz, .. Diot ima ve n Man linea .., en lIerm n61. 1926, .w6, con biblio-
(H. Dittmar, A t St:/riflf's van 5phetlOS, 19 12) . gra fía.
2) 1. Bruns, A uisf:he L iebatheorien. 137 , 10 ha apartado ta mo sobre 1.. Ti o/ux; T Cf r. A. Lo beck, A g/aophomus l. 1829, 111 Yss.; F. Nova ck, Eleusis, 1927, 277
len el u/mal, en & 21, co mo sobre la"",,,,",,,, ¡j ugaron, tromeoron /, en & 28. ). ss.: M. P. Nitsson, Gesc ñ. d. griech. Relig. I, 194 1, 619 y ea.
l-4 Expresam ente tiene q ue Dotarse, co ntr a el desco nocimiento usual, q ue eso no 8 Eleusis, un poem a famoso del joven H egel a Hol d ertin, ve los mist erio s eleusi-
tiene nada qu e ver con «mágico» y q ue sería refer ent e 11 la ma gia del gra n ed ucador , nos como símbolo de lo «arrh eto n»: Jl61derlins Werk e, rccop. por Hellin grat h VI, 253
Cfr . el capítulo «Thcages» en el tomo JI. Y ss.
11 E . Bert ram, Nietzsche, 19 18, 3 16 Y ss. 9 P ara lo siguie nte se usan, entre otras, la. ano tacio nes de Schopenh auer, El mun-
u So bre esa co nexión vid. la recensión a J . Stenzel de W. Tb eüer , Zu r Geschichtt do como ~olunlad JI representacián (tr ad ucció n a l caueña no, 1902, en tres volúm enes;
de, teo íogiscñen NalurbelllN:htu ng bis ouf ArisfOfeleslPuro /0 Hislorio de /0 ro nside- en uno solo en 192.11, reed. 1942), libro IV, cap. 28. Además 105 libro s tle E. Mu nder-
llN:ión teológico de la Naturaleza hasla en A rislótelesl . en Gnomon 2, 1926. 323 Yss. hill, R. A . Nicho lson, f . Heiter y J . Bernhart . Rea lment e también ret rocede en part i-
cular lo histó rico Cil la, nuevas consideraciones: A . Merx , Idee ufld Orundli"itn einer
allgemtinen Geschichleder Mysrik l /deo y lineo.sfundamenlaln de una H isloria gene·
NO TAS A L C APITULO 111 rol de la M islit:ol (Discurses Aka d. Heí<klbefg, 1892). C fr. R. ouo. Wntastlicht Mystik
I Misti(a OIXidenlal y oriental/, 1926 , sob re todo 191 y ss. pa ra la determ inació n co n-
1 Todavía un Aristóteles m uy pla tenizante dice, frl . 49: OT< ..,a(ll....oli T< lrai tJ'-lQ ceptu a l de la Mí, tica; H . Bergson, Les deux sourcesde la mora/e el dI' la rt/igion, 1932,
ro .. • ou.. " a i riJ.. otJoía .. ¿ 'A(llor01f",,' 3ij>' ós lor ", "(10, 10is .-i(lOol rou I"l Qi .tJXijl cap. 111. (Hay traducción al castellano , Los dosjueflles de la moral y de la religiofl, 1942.)
(J1fI),iov oa .p<;,s .{"¿¡'})11 ¿ 11.01 ij >'OUI rOl1';¡ 17:i """"l '11 10U ,ou / Pues que A ,istdle/es 10 R. O no, Vischnu·Narajana, 1923, 135. Pr imero los guías celestes: Jcbannes Kli-
p iensa también en algo mús alld de la mente y de la esencia es eviden te hacia el fi nal ma ko s, Scala Pared ísí, (Mign e, PG 88, 631 v ss.): la escalera: Wa lter Hilt on, The Scate
de/libro sobr e la piedad. cuan do dice claram ente que la divinidad o bien es mente o /JfPerfec tíon, ed. Bvelyn Und crhill, Lo ndo n, 1923. Vid . E. Underhill, Myst icism 3,
algo mds allú de la mente / , La información de Sim plicio es suficiente y mu y expresiva, 1911, 154; J . Kr cll, Die Lehren des l/ermes Trismegistus, 19 14, 380.
co rno se podría conc luir de la interpretación de H . Cherniss, Aristotle 's Criticism of I 1 E . H ard y, lndtsche Religionsgesch ícnte I l/isloria de la Religión de la l nd ía/ ,
Plato ond the A cademy /C"~u:a aristo télica de Platdn y de la Academia/l , 1944, 592. 1898, I IJ .
609 . Cfr. W. Jaeger, A ristote/es. 1923, 163 4 (ha y tra d ucció n a l cas tella no de J . Ga os 12 Cfr. W . Bousser, Kyrios Christosl , 1926, 172 y !>S.; G . A. P. w en er, Phos
con el mismo tit ule en F.C .E ., México 1946); E. Frank , . Th e fundamen ta l opposition I Lul.!, ljppsala , 1915. La línea pla tó nica roe seguida, ente Edad Media , por O . Baeum-
o f Plato a nd Aristotle_ I Lo oposiciÓfI principal entre Plalófl y A risIÓIe1e'sI , en AJP ker , Wilelo. & itr. 1;. Gesch. d. Ph ilos. d. MA . I Wild o. Conlribución a la HislOria
61. 1940, 179 '= WiS$f'fI, Wolfen, Glauben, 480. de la Filosofia de la Edad Medial, 111.2, 1908.357 y ss.; en el Rena cim iento , po r E .
2 En cuentro aquí en Natorp , l dffnk hre, 516, una adec ua da con firmación e-creo Go ld beck, Der MellSCh ufldsein Wellbild I EI hombre ysu imagf'lI dt'1 mundo/, 1926,
q ue ta mb ién según E. Ho ff ma nn, Die Sprache und die a/ThaUche Logilt / El lenguaje 61 YM. (P lalón y Copémioo). C fr . ta mbién Gerda Walther, Zur Phallomt'nologie der
y la lógiCtl orcatca/, 1925, no se debe cam biar na da de lo dicho-. Esa o bra presenta Mystik / Para la fenomenologia de la Mistica/ , 1923, 1J6.
como instructiva también en P latón la unida d «a rcaic a» emre lenguaje y pensa miento. 1J Comp . K. Hall, «Augustinus lenere Entwicklun g» I Desarrollo inl"nQ de San
Pero no me parece cor recto (pá g. 73 y ss.) que la Sép lima Carta vaya a da r aqu í a lgo Aguslinl en A bhan dl. d. preussen A kede., 1922. 25.
comp leta mente nuevo. Ella sólo fo rmul a lo Que se encuent ra en todas parles como fun- l ~ R. ouo. Víschnu -Narajan a, 150.
damento y lo que resulta bás ico para la com p rensión del modo de escribir de Platón , Il E . Und erhil1, Mysücism, 127 y s.
en pa rticula r d e la for ma d ia lógica. So bre ello , e hablará en los capítulos V y VIII. 16 C fr. Ploti no V, S, 7; 11 , 7, 34, 36.
l Goel he, Zur Morpho logie, Aphoristisches, edic . Sofía, !l, 6, 354. Lo mismo tam. 11 J . ü berma nn, Der p hilosophische und religiose SlIhjekti vismus Ghazoli~ I EI sub ·
bién en Maxim en Imd Reflexionen , O bru , 21, Nr .577 (Atlas de viaje ). j l'livism o f ilosófic o JI religioso de Ghat alisl 1921, 92.
4 Suena a no pla tó nico, por eje mplo, lo qu e P roclo d ice e n la co nclusión de u na 18 W . James, The Varieties oj religious Experience IÚlS varianles de la experien·
lección §obre Lq República de Pla tón (Proclus Diadochus, in Platonis Rt m p ub/icom cia re/Igiostll ( Mistici, mo) pág. 399.
rommefltarillS, ed. W. Krolll, 1899, 205): mum, 1 <poAo. lmiQo,.",.,:¡.II'f' Jff ).a Qúlf", Tijl l ' G . Lüen , Die SprtlChe der deutsc hen Myst ik des Mi tlelaltf'rs im Werke der
ro~ "~'jII Ó.OI. ~~ , O~.>'OlHIial , I"oi p. ó,m Q.,m "Qos tJ..a~, ~"i, 6i crt!lI'lra Mtchlhild van Mogdeburg I EI lenguaje de la Mistir:a aff'f1lafla dI' la Edad Atedia en
rll OI 10 ~1 ro>.>.o"f . I Quendos rompoileros, sea en pogo af ren;erdo de la relación ron fa obra de M . de Magdeburgol , 1926, 76 Y ss. , 21g y s.s .
flun/ro maf!$tro eso que yo o.she de df!tCir a "oro/ras y que e'l cambio e.sindf!tCiblt' por 20 Etiea, parte V, prop . 35, 36 .
vosotro.s a la gentel . 21 R . Ott o , Vischm l-Naraj ana, 72.
, C fr . o. Becker, « Das Bild de, Wege, im rrüh griechischen Denten» I Lo imagen 22 P lo tino 1, 7, I d e lo lrraBó,,· _ai "ya", !in irilru.a OVillaS, u ·........a xai
dd «camin o» efl el J'efl.sumien lO de los primeros griegos/, en /fu m es. MOflografias, 1"' (I"Yt ia s " a i l.-ixu." "oi' "aj 'Oofllf<oll l e' bien: pues que más al/ó de 'a esencia, más
4, 1937; B. Sn ell, Die E'l/dec:kung des Geistes 3. 1955, cap. 13 (hay traducción al caste. IllId también de la at"IMd ad, m lÍsalld de la inleligenda JI romprel1Siófll . Eso es un ejemplo
llano con el título de Lasjuentes de/ Pefl.'lumiento Europeo, Madrid, 1965, págs. 341.355); llara muchos . Muy exa gerad o, luego , Dionisio Areo pagita , De di~inis nominibus lI .
K . Jasper s, Die gro.t~en I'hilo.mphen, 1, 1957, 274y Sil. (Hay tr ad ucción a l ca, tella no , 2, Ó'1rápr<ol p brf"!l vo: ri¡f f1rhH~ " 'll'ávr <ol . SA'I1 ,'O'ÓTllTOI 1"aur ó TllI Imás allá de toda
L os grandes f ilósofos 1, 1958.) identidad parl k'ular, mós alió de todo comp letamentel .
,. H . HOffd ing, Bemerkungen ber den platoni schen Dialog Parm eneides IN otas 23 De mysti(a ¡heo/ogia, 1, 2. El moli vo se cxtiende por to da la ob ra y suena co n
sobre ~I diá/~go p latónico Por,!,énides l, 1921, cap. 3: « El co ncepto de lo repentino l":'pecial clar idad enia conc lu. ión . La cila ante rior p rocede de Dedil'inis flom inibus, 1, 7.
en la f llosofla de Pla tó n»; E. Blckel, " p 1a:n., q,.a1 i r . <16a, . Ein übeuehener G ru nd be. 1~ " Yo sólo veo au n la d ivina Na da que mu eve el mu ndo »: en M. Bu ber , Eks lalis·
gri r~ lIn. P oscid on io , » I «Designar bajo otro nombre». U" conceplO jundamf'n tal de ..he Konf essioflem I Confesiones de éxtasis l, 1909, 186. Pa la la mist ica de la an tigua
Posldofllo pasado por 0/10 1, en Rhei" . Mus. l OO, 1957, 98; F. M. Cornford, Um ..... Alema nia vid. O. Lüer,. op. cit., 232.
Phi/., 1950. n y ss. 2S A . Hild ebr a ndt , A us Brallm an(l$ und Upanischaden , 1921, 9 1, 125. 171; P .
318 PL A TON NO TAS AL CA PITU LO IV 319

Deussen, Sechzig Upunischode" ISew nla Uptlnisl:hlldsl . 1897, 44$; H . Old en berg, [)~ l.JJgik , 1925, 64 y ss. ; del mismo a utor, Ptaum ísm us un d Mystik im Altertu m, 1935;
Leh re d.f'r Upa'!iS('hadtn t ú d oct rina di' los Upon ./. 1923. 62 YM. ; O .Stra us.5, lndi! J. Stenzel, .. Der Beg:ri Ff der Erleuchtung be! Plat ón.. IEI con cep to d e " iluminución ..
che/:hll050Ph,e. 1925. 58: Swam¡ Nilhila na nda. The U/xUl ischads l . 1949, 2$ Y " , en Platón / , Die A nlile, 1926, 235 Y ss. KI. Seh,. 2, 1957, 151 Y ss.; H . G un dert , «E m -
Cfr. los trn~ad()l; 10 y J I del ..corpus.. Herm tl ioo (Hermes TrÍ5mi gisle. eoll. Bu husiasmos u nd Legos bei Platon », Lex is 11 , 1, 1949 , 25 Y ss.; A . J . Fest u glere , Con-
dé, texlO esta blecido po r A. D . Nock y tra ducido por A . J . Festu,it're, 1, 107 Y n 1 '"'mplalion et vi, contemplat ive srlan Plolon. 1 1936 , 2 1950 - u n lib ro d esta cable en
'1 además J . x -en. op, cit., 1914, JSS y M. el que ¡.jn embarco la fro ntera entre P la tón y Plotino no queda clara. C fr . E . Bréhier,
n Qu is rerurn di vinarur n heres 511 M. I¡,QI"¡én es el here<!rrode lo divino?!. Cfr - Píaron lsme et N écptaro nísme», en R~'1. El . Gree. 5 1, 1939, 489 Y ss. Sobre P lo tino:
pa ra esto H . Leisegan g, lJt>r l1eili ge (Hist, 1. 1919 , 163 Yss.; ade más E. Norden. DI, L Bréhier, La Philosophie de Plotin, 1928; F. a reem. .. Plot in und das G rundpro blem
(Hburt des Kmdes l E/ nacim iento del "ill ol , 1924, 92 Y s. Y A llgeier en Hu i . Jah,f¡ d.griech. P hil... / Plo tino y el problema [undam~lIIal de la FilosoFo griega / , Die A mi-
d. Goerres- Gesl'ff. X LV. 6 Y ss. t e 18, 1942, 81 Y $S. La com par ación q ue esteblece Bréhier entre e l pensamiento de
• 21 .N u~('n ioe~ Eu~? ¡o: Pr~p. ,XI, 2~ (G uthrie: .N umenius S): IU t Mló..,o "'ÓQll"" Plotino y los Upa nlshads es verdad era, incluso au nque la infl uencia ind ia en Plotino
n.o" a.""'""" ?",). Jjo~ , ''''' Q1Q~' pOPW< /,oro. I A /(Jandose mucho ck to sensitde; mno no es fuert emente demo stra ble. Vid . E. R. Dodds, rese ña del libro de Br ébier en Gno-
ctarsecon el umco bit!fl/ , ro bre este pasaje y la corre~pondencia con Plot ino ha desta mon 5, 19 29 , 480 y ss.
cad~ ~. C umom, « Le Cune Csyptien el le mysucísme de Plotin» / EI culto egipcio ,
el rmsnctsm o de PIOImo/ en Monum ents PlOt X XV, 87. (La objeció n de f . Ilc incmann,
J fe'm.~ 17, alca nza sólo a la compa ración co n Tésa lo de T ralleis, I'O ~"" 1' 01 lf{'O¡ ¡tóvo~ NOTAS A L CA P ITULO I V
&¡t'~' ~ /'el~elOna'me conmigo solo ante e f uníco/, Cataf . coad. astr. vtrt 3, 4.)
Efectivamen te se Ice un éxtas is entre dos en Sa nta Ca ta lina de Siena: M . Buber 1 Sob re la situación lega l de la Academi a vid. U . v. Wilam ow itz, An tigonos von
iikstatische Konfessíonem , 137, Y erre en la crón ica de las leyend as de Ca talina en n : Kurysuu, 1881, 279 y ss.; adem ás Th . Oomperz, Ortecn . Denk er 11 2, 190 3, 220 Y ss .
Lüers , Maríen verehrung ICu fto mari/mol, 49. Cu anto más pr imitivo s los éxtasis mó\ ~ 60 Y ss. (hay traducción al castellano , L O.f pensadores gr iegos, Buenos Aires, 195 1,
fue rtemente llega a cuestionar se el mo mento del «co nta gio ». E fectiv ament e eso no tic tres to mos): O . C. Picld, Plato and hls Cantempcraries / Piat ún y sus contempordneos/ ,
ne q ue ver co n nuestra esfera. 1930, 47 Yss. P ara la topografía en general vid. W. Judeich, Top ograp h ie van A thcn 2,
JO Hill ebr and , op, cit. 139; Dcuss en , op . cit., 558 . 1\131, 404 Yss. So bre las exca vacione s en el recinto de la Academia vid. G . Kero, Ar ch .
JI R . A . Nicholson , The Myt t ícs of Islam /í. os m(srit:"o.r det t stom/, 19 14, 168. Anzeiger 11nd icurio-,es a'qu l!ológica~'I, 1933, 208 y ss.: H . G . Payne, Jo urn. o[ Hell.
12 Ma estr o Ec ka rt , llre víarium , reco p. por A . nemt, 19 19 , 20 . Slud . 5 1, 1934, 188 Y ss. Lo . nom bres cn la Inscripció n son: Xn " l'l ioks] A" i,,(rou]
11 E . Underh ill, My sticirm , 507. .\~'10)(OS ] K" .:..-o...
J. ''' '''& '''H ..oii ")'t "ÓJ<fVOf fl' ¡Otl v tx.lI"f {' Iri".,{'"" ",b'''Qo" o vl'áll-a~ . & 10 Iy nan Cfr. ta mbién 535 A Y ss. La I"i"n como estructura Funda menta l d e la educació n
d o de uqué f es uno como un celfl ro que se enso m bla en un centro/ .." tam bién resalta da oon frecue ncia por Isócrares, por ejemplo en X lIl , I 4 y X V,185
3' ... ¿-""'7mJ<~ ",n i &lfAwoU ",n i ¡ lfib()(J,s a';"oii ",ni l;p."n lI"Qos ~op;,l' ",ni "m.,ll y ss, Ed . Schwart z, Eth ik de' Griech en, 195 1, 50 Ys. ha demostra do có mo el cont raste
"'ni.lf'Q'''Ó"",~ TPOS l.pn{'fl o"';' ~ / b tasis, simpliflcució n y of recim iento de s( ~ impulsa ' lue ha y en P inda ro entre I"ro y ¡<á6o~ fue reto mad o en las discusiones de la época de
huclu el conructo y esl ubilidad y comprensión hacio lu conflu~ncia/ & 11. IIIS So fislas sobre la pr eferencia ent re I"OOU o Tn16fia I La pu fabro "phyá" sig"iflra
.l6 P lotino 1, 2, 6 "; "lI"DU,", oh 1"(..0 &,IlaQ7ín¡ ,{l'Q', &).)J¡. (¡.o~ . {ml / EI esjuen,o ulgo puredd o a ..crecimiento .. y en P(ndaro llega a ~uiVf1ler a "sazón .. y Q .. bel/l'v¡,,;
no a upurtarse del ~ado.sino de Sf'f d ios/ o VI, 9, 9 (¡f OI' "'Iu'Óp,fI'O" ,.o).).", lIf ón o "",álhas", tn C(JmbiQ, es «co nocim iento» , qu e en prndaro e H ipócrales se re<'ubrt de
/ llegundo 11~ d~ y ser m~/~ f rente 1II ew fhllHbf f Ij Ql'mll divinll/ Fedón 95 e, 6.""",).'; 1 "u/or tradicional y pusa a se..- ..costumb,t"'/ . Se enliende q ue lodo eso en Plalón recibe
/Ilma~o ~e dlOsl La R epub/1C1l 6 12 E, El Banquete 3 12 A , Y por Olra parle d f ;;"0' IIn nuevo y muy peculiar sentido .
~ UI'<II"fl" or(l""'lfO' o,.ol oiio6al (¡~. / en la medida de lo posible los h om b, es se iUt!mr- ) U. v. Wila mo wilz, Gnamon 4, 1928, 362 sobre la Cart a Vll de Pla tó n: ... .. pu-
j'!n a dIOSLa Rep úblit:"a 6 13 B. oflo i",.m (¡f(;,¡ ",arO .,-o bul'Q"'¡¡;'J,..,i...,.,n óf di"'n,o" ",n i t'licada nalUral menle, corno tod o d iá lo l O, por medio de la Academ ia.. .
0" ' 0' fl' rO I"QO"'¡"H... l'f riC18n l / iguald ud con dios en la m edida de lo posibl~;, esjus • Nueva bibliografia sob re la Academia: O . Imm isch , A cademfa , 1924; J . Stenzel,
ro y ~(1",O que l/egue a haber Junto con i",~f¡gf'ncio igualdad/ TNleto 176 B. C fr . U /'Iaton de, Enjth~r, 1928, 94 y». ; C . G. Field, PiulO and hu ront~mporarits, 1930,
v. Wl lam owi t~ , .R eden und Vortrdg~ I Di$C'U fSOS y artrculO$/ 11 · , 1925nó, 185. E . R. 10 Yss. ; L. Rob in, Pla/On , 1935, 11 y ss. ; E . Ka pp, « Pla to n u nd d ie Akade mie », M nt-
~ds, . T!adl.t lon and Persona l Achievem ent in the P hiloso p hie o f Plo tinus » / Tradi. mflsyne 1936 , 7 , 227 y n_; W . Jaeger , Paideia 11 , 1944 , 356 Y ss.; H . Herl er , Plalotl$
clón )' , eallzaClón ¡Jf'fSonal en la FilosoFa d e P fo tino/ en Jo urn. oj R oman Studies 50, Akademie 11946 , 21952 (vid . la recefl~ión de H. Cher niu, C fassiral Philo l. 48, 1948 ,
1960, 1 Yss. Dodds 7 14 con~¡dera q ue yo sobresti mo «t he d iffe rena: o f o Ulloo k bet. 133 Yss.); H. Lei~ga ng , " P lat on» en R .E. X X , 2352 . El «intento má ~ desta cado » ~
ween Ploll n us a ud P lato » / La diferencia de punto de vista ent,e Plotino y Plutón l el de H . Cheroi n, The Riddle o[ th e Ecrly A n tdemy I EI enigm a de la A cademio N ut-
. 31 ., EI ~ u.st o plástico .d e P la lón por los límit es se opone a la supera bunda ncia q~e "ul , 1945. Comp. Sir Da niel Ross, Pla/O's Th~t!rY Qf Id eus, 195 1, 142 y ss . (ha y tra.
mega los Iim.'tes» , H. Fnede ma nn , Platon, 19 14, 74. frente a F. MülIer, « tJio llysiOJ ducció n a l castella no , Teor(u de las Ideas d e Plató n, ed . Cá tedra, Ma drid 1986). Bi-
Pr o klos P lolln os» (en Baeumk er, 8 eilriige z ur Phi/osophie d es M illelalre, s I Co ntribu. hliografí a 1945-1955: T . G . Rosenmayer, Class. W«kly 50, 1957 , 176; 1950- 1957: Cher-
d ón .u la Filoso[ fa /~e la E dcd M edial X X ), 19 11. en donde se llam a a P lat ón «el mayO! "i s. , I.lIst,um, 1959/4 , 27 Y ss.
m!.l tlco entre los gn~g08}) (pág. 105) y en do nde se dice (pá g. 87): .. La mística plató ni. s A ntígOllO de Ca risto en Ateneo XII , 547 y ss. Vid. Wilamowitz, Antigono s von
ca , co mo la de Plollno, es el reconocer un ser u no escncial del que conoce co n lo qu ~ ¡';aryst oI 188 1, 84 y s" 264; W. Jacger, A,istot ,,¡'..s , 1923, 336 .
conoce , el conocimiento de Dios es un ión eo n Dios". El viejo Nato rp en perso na se 6 Supo niendo repetidam ente «cambio s de efecto» (Nat orp , Id eenleh,e, 168 ss.
enco ntra ba mu y en desacuerdo con la in terp retación de Plat ón completamente en el 1 173 y ~s . ) no ~e ha acercado en ningún cal O al pr oble ma filo sófico .
se~ t id o d ~ Pl ot i o ~. Asi,_en Idl'enleh f"f' 2, 472, ha recalcado fuertemente las palabras 1 Vid. ca pitulo VI.
lI~u"¡¡n, " " I' D" Ira , " UVU l'Q " en El B rlllq uele 2 11 D: I' ÓVOV significa «so lame nle » no 8 L. v. Sybcl ha explicado , en Pla/Ons Sy mposion I EI Banque/e de Plu to n/ , 102,
«so lo» y " u""i va, no es « ser uno >l sino q ue correspo nd e a la asociació n ent re do s que ' lue a quí P lató n, po r medio de las palab ra~ de Aleibíades, es par ticula rmen te d ifícil
C'S tá n separad os C fr. pa ra el ca p. 111 ; E. Ho rrma nn, Die Sproche und die a rchaische ,le ente nder . Par a eslo, se d ebe pensar en cuá nto de Aleibía des ha bía e n P latón .
320 PLATO N NOTAS Al CAP ITU LO IV 321

, Plutarco , 1Ñ genio Socraus, cap. 12: !:<.I_ ~10 n ¿"""Qilf ¡1lT""'~ _ai Ctopf),tit¡ Uebl'r di,. .,if'rj ahrigen Sonnenkrei.se der A lt en I So bre fas cidas :roJarrs de Cl/a/t? atlas
.I'Ó)" c:rm ri¡ , ",'>'ooo opiq. l fa ..8f(",..-íaa'7ol Po, m odeuia y Sl'fl cilln. el hombre SÓf:raltS de tos antiguos l. 1863, 155 Y ss.• y, con su acostumbrad a qudeza y precaución, no
COTl ~iertt sotNe lodo en hu mon" ti la FilosoJia . Fedro 230 A : O'>ro ...'" o ~ m uro &».. lanzarse tan amplialllCflle a negar sencillamente la relación clara ment e mostrada entre
o'
l,.avror, tin 10 ""pío. ""'»:á .... T.....,w~ I"O>'V1rM.';""' pO' . a i ,.a)J"o,. blln8U,.,u,,,,, los d os hombres : i fai(' o( TWI' 'l"f ('i Il Air,..,,.a 'lf 'Ó/tO OS, OI'"""s, lr " Qoorq s, .,,,.;,e ....ol
fin '''''(lWnQó" re "a i ....">.O V"ffpo . r.:¡.o, 9tíai TI" ¡.. "ai /rrV.pOlJ""'Qcn ",imu ,..n:t:0' IDáT,",' OS, a udi to r Pla ton is / aue flegó o serr:ompa nero de los en to rno a P fatón , co~e·
/ N o ObwrllO eso sino Q mi m ismo, f)Q' si por casualidad soy Ima lJ(>slia más compleja go, oye nte, conocido de Platón , oyente d~ Plotónl ~s llamad o E.u dOJl~ co..u frec~enC1a ,
que Tifón JI mós al'fSioSQ. Q bien si un ani maf más d oméstico y m ds simple que part ícípa Zeller, Ph. d . Gr. 11, 1 4, 933; lo mismo qu e Helicón d e C izjcc , UI 1'W ~ nNir 7'<ol ~0 (
de la "alufa/el« de una d;~inidQd JI de un modesto deslino/ . OI'~~(Jw~ Juno de fos habituales de PfaI6n / , en el Dión de P lu tarco, ca p. 19. C fr.
10 V. Wila mcwitz, op, cír., 268. v. w iíamowuz, Platon 1, 496 Y ss . 1 2, 501 Y ss.; W. Jaeger, Arísroteíes, 15 y s.; J.
11 Diógenes Laercio V, 86. Ciceró n, Tusculanas V, 8. Bidez Eos ou Ptaton ei t'Orient, 1945, 24 Y Sli.; E . Frank , « Die llcgr ünd u ng der mat o
11 Pa ra la mala tra nsmisió n (Elfos In Ca/ego 118, 18; Filop ono , In De Anima 117, hematischen Naturwis s. d urch g udoxos» / L e f undum entacián de los ciencias matemá-
29; Tzetzcs, Quiliades VIlI , 972) cfr . zeüer, Phil. d. Gr. u. 14, 441 nota 3; 1. T ho mas, ticas de la Naturaleza por medio de Eud QXo/ en: Wissen, Woflen , Gfauben, 1955, 1.34
Setections ítustr. (he Hlst. of Grcek Marhem. , Loeb, 1, 1939, 386 y ss. y ss.
lb Pl uta rco , Dió n, 13, 14; At eneo X I, 5(»1 E . ro
m"h ... ~os &.,o.(Jo, / El bien de 16 P latón . Protágoras 318 E .
Plat6n / era muy am plia men te co noc ido , de fo rma qu e los co mediógr a fos podía n ju- 17 Merece la pena tcd a vta leer el ernculo de Usen er . Orga nisation de r.wíssensch.
gar con ello: Amñs , en Diég enes Laercio 111, 21 . Arbeir» / Organización del trabaj o cient(firo l en lo s Vortriigen und A ulsa/un , 1901 ,
lJ E. Fra nk, Plato und die sogenann ten Py thagoreer / Plalón y los as( líemodos pi- 61 Yss. Ent re los opuestos a la fórmula de Usene r ha bla sobre todo Jaeger , A ristoteíes,
lagóricos l, 1923, rso y ss., 161 y 55. 11· casualmente más fuert e en la negación E . Fran k . Co mpletamente equ ivocados a n-
I ~ P . Ta nnery , . le no mb re nu ptial dans Plat ón» I EI número nupt:i41en Plalón l, da~ E . Ho wald , Die p fatolfische A kodem ie und die modem e Uni venitus l:iueraru"!_
en M f"m oirf's sdf'nliflquf'S I, 12 y M.; J . Ada m , The Rep ublie 01 Plato, 1902. !l, 264 1921. y P. L LandlibcTg, Wf'$1'1f wnd 8edI'utu nl der platonischerrAtademle l ú nCfa
y Sli. ; G . Kafta , PhilologlLS 13, 1914, 109 y SS.; A. Dles , «Le nombre de Platón» en y significado de la A eodemia plal6nica/ , 1923. .
Mf'm oirf'S p risentés do I'Acodemie d f'$ insmptjom et ~1ff'S Imrrs XI V, l. 1940. 1-139; 11 P . Lang , De Speu.sippi A cudem id scriptis 1 Y ss. sob re la &..... , 0. II gualdad. Se:
F. A. Ahlv ers, Zoh l un d Kfang"'i Plafon I Núm ero y so nido en Platónl, 1952, 11 y han transmitid o sote los nom bres d e clases como ItliNU óa1Qa ~a I de cu bier1a blando,
u .; R. S. Brumb a ugh , Plato 's Mathem a/ÍC(11Im aginal io n I Lo imaginación matemdn- mofar:os(r(ÍCftJSI y ro).';r o& t I de m uchos pies. pufposl . Pero es pu ro azar y u n siste-
ro de Phllónl , 1954, 101 Y u. Par a IlIS ma temática s de P latón vid. sa ble tod o Ch . M u- ma seguro pa ra inferir los «frag mento s ca rac terísticos» . C f r. pa ra ello E. Hambruch ,
gler, Pfa/on et la recherche mat ñémat íqu e I Plo/ón y lo in-..es/igación en metemdtíces/, « Logische Lehr en der pla tonischen Sc hule » / Doarinas fógicas de fa ~uela plutóni-
1948; H . C herníss, "Plato as Ma themat ic ian » en Rev. 01 M etaphy sics 4, 1951, 395 y cal (Programm Ber t ín, 19(4), 1 Y ss.: J . Sten zel, Zohl und Gnlall lNu me ro Y fi gura/
Si. En este a rticu lo se encuentra la bibliog rafía anterior de la qu e aq uí se cita s610 un 1924, 11; R.E. 111 A, 1638 Y ss. «Speusippos». .
poco. Nueva biblio grafía: T . G. Roscnmeyer, Ctass. Week fy 50,1951,194; H . Cher- 19 Los pasajes fundamen tales para ella d iscusión se dan en el cap itulo XV. VId.
niss, Lus /rum 1960/ 5, 388. en él también la expos ició n co n A . Rchm, Exokte Wissens., 12, y con H . W . Th o mas,
II Sim plicio, In libros A rislotelis de caelo 488, 16 Y SS., a partir de Sosígenes y más Epekeina, Diseta c. München 1938, 83 Y liS. .
al rás de Eudemo , No es necesar io to mar en sentido literal eso como si Platón hu biera 20 Cfr. para esto ca pílulo XV . Aristót eles, De generat. e/ corrupl. 330b 16 nAir ;", ~
puesto un tema d e ConCU rliO y Eudo xo lo hubiera perdido. Se to ma eso en general, por 1.. rct i"1 a,a 'QfOfOl,. I Pfat6n ,.n los divisionf'$l . R. Heinze, Xenokro/es 68 y ss., 119 (fra¡.
lo q ue el contr aste del ~ E udox o» de Hu ltseh (R .E. VI. 939) llega a ser inseguro. En 53). P ara ello H . Dids. Elementum, 1899, 2 1; W. Jaeger, Aristotelf'$ , 326 y s.; H . ~h~r­
Astrono mía pa¡,¡¡ba lo que el Index Ar:ol!emicorum , ed. Mekler, pAgo 15 y 55.• fo rmula ni55s A rislOtle 's Critieism 01 Plato 1, 145 Y liS. A . Rey, Lo Snence dans la A ntrqUl/t
par a las Matemá ticas : .. . " a¡ ,.WI' ,.af-qtJh.,.... b f ihoou 'l"0)J..~ "a,. · ¡>o:ti~o . ,.". ){(''' 'Ol' IV, 1946, 24 (hay traducción al castellano en Uteha , México) , sobre la ?PI~ de la ima¡en
lrQXtn >o:T"o .o1O PTO( ,.¡. "a¡ 'I"('o¡:»';,.anl ~,oo,.,.O( ,.010 (1).Q 7'<oI'O(, r " ,.o';.n.>1' & ¡urit dd espejo en el Timro ( 46 A-C) : le faÍl semble d ' un grand inlére l hlSlonq ue. 11do nne
arotJ6.ijt a .na rW' ~,..,.r.."w, . .. . mucho prog reso de 4u mafemárit;'as poraqurl tiempo a penser q ue I' a prio risme des con slruet íons ma thimatiq ues telles que les ~ha raude P la -
cuando Plafó n eSfaba afl ren /e y planffilbo probll'm os y los mutl'nráticos estaban in· Ion suivail une co nsultat io n tres atlentive d e I' obscnration et de I'expén encc. / EI he-
W's/igaruJo alanosomente estol . Cfr . también Sehiapar elli, .. Die homocentrisc hen Spha- ch o'par~ de l ran interés histórico. Dooco.si6 n Q pl'flSOr que ti aprior ismo de lasca ns-
ren des Eudoxo s,. I ÚlS esferas ron r:infrjqn de Eudoxo/. traducido al a leman en Abh. frucriof/f!.S m a/emdticas, com o fas que estab ff'Cf! Plolón , Sif"guia una CO flSUlt a m uy aten-
L Gesch. d. mot/em. Wiuens. I Tratado poro lo Historio de las cjencias matemálicas /, la a lo ob~ación y a lo experiencial .
1811, 110; P. Tan nery. Recherches sur I'lfistoirede I'Aslrononrie 1893, 296Y ss.; Frank, 21 V. Wilam owilz, Ploto n, 11. 388 entiende lISí Timeo 40 D 2: ..Seria ocioso ha -
op. cif., 35y s., 201 y M.; 1. lo Heiberg, Gesch. d. M athem . u. Noturwissens. im Aller- blar sobre eclipses d e sol y de lu na sin un modelo»; y añade además: « seguro que uno
tu m I Historio de las ciencias matemáticos y nuluralesen fa Antigüedadl , 1925, 1 Yss., se encontra ba en la Academia a dispo sició n genera l" . El aopaIQ' o,. l esl en la/, q ue se
51 y ss.; A . Rehm· K. Vogel, Exakte Wissens. (Gercke·Nord en , Ei"leilu ng i.d . Afler- critica en la Ca rla 11, 312 D 2, d e P latón , per tenece también a esta P!'rt<:. El Museo
tum wiss. 11 , 5 lJ",rvdur:r:ión a las ciencias de la Antiguedudl ), 1933. 37. En lo que Nacional de Aten as conserva un mod elo móvil de ast ro li y un co mplejO sistema para
a lcanzan las relacio nes de Eudo~ o con Pla tón las opiniones lie mueven entre extremos: con tar el tiempo, q ue fue saca do del mar juma a A micitcra y datado en tonces como
Usener, Vortrüge IInd A uf~iitze, 1901, 81, dice: «L a pri mera escuela de A str onomla de a ntes del 65 a .C ., a hora en el 82: D. J . de Solla P ricc, «An Ancie nt Greek Comp u-
de ent onces, ant es del gra n espíritu de Plató n, arrió el elitanda rle y wnllro n a juegos ter» /Una compulf/dora de lo A ntigua Grecia/, Sdentílic American 1959, 60y ss. Cfr.
a l entra r en la Academia ». H ultsch, op . cil., desea ría fervientemente imp ugna r toda además R . S . Brumbaugh, "Plato a nd the Histor y of Sciencel> , en Studium Geneff/le
relación. La hipótes is de F. Jakob y, Apollodors Chronik 1902, 324, Yd e Eva Sachs, 14, 1961,520 y Sli.
De Theae/I'to m o/hemo /ico. 1914. 11, de que E udo~o ha bía oste nla do la di recció n de Zl. B. SehweÍl2er, Pla/o und die bildende Kunst der Grier:hen / Plafó n y las ar~f'$
la Academia dura nte el viaje a Sicilia de Pla tó n, no se pod ría toma r por trad ició n fir· plásticas de los griegosl, 1953 , ha tra lado d e da r u na respuesla a esa p regun ta : v.d .
me. (la Vida de la Su idas da ta mbién la misma info rmaci ón a propósito de H cracH- en concre to 61 y M. .
des.) Pero se podrla reorganiza r el ma terial de ma nera d iferente a la de A. Boed:h, II An!Ífa nes en Anl eo. Efipo en Ná~ago (A teneo , XII , 545 A Y XI ~09 D. Aluls
322 PL A TON NOTAS AL CAP ITU LO V 323

en el Me ropis y Anfis en el Detxídemo (Diógenes Laercío . 11 1 27 . 28). En las palabras 31 Zeller, Ph . d. Gr . H, 1 4, 43 1; (Una equivoca ción fue sólo que el filóso fo se de-
de Anfis "'une xox),ún I5tp.~w~ f-K1I(?X W¡ ,fu o;oe ü ~ / alzando con d ignidad las cejos jase llevar po r la perspectiva de situa r una realiz ación política en Siracusa, y por ello
como los carucotes/, traduci da s en el texto , q ue llega n a comparar, en gro tesca hipér- ap enas ha pag ado basta nte ». En el extre mo : H owald , Platons L eben / Vida de Pta-
bole, las cejas a rquead as con los tentácul os d el carac o l, yo res alta rla el malen tend ido tón / , Mucho más correctamente que la ma yoría de los actuales juzga K. F. H ermann,
grac ioso a que dan lugar sobre el que se refiere pacienteme nte J. J. Bern ou lli, Onecnts- Gesch ichte un d Syuem der píaton , Philosoph ie /Historia y Sistema de ia Fttosofia pla-
che Ikonogra p hie, 1901, ll, 19. Oím o s a Plutarco, De ad uíatore, c. 9 , y De audíend ís tón ica/ , 1839,66 Y ss. Vid. actual mente Jaegcr, Paideia I1I, 271 Y ss., Lwíckert, «P la t ón
poeüe, c. 8, que muc hos discípulo s gustaban d e imit ar la manera de a nda r inclin éndo - und Syrak us», Rhein. Mus. 93, 1950, 27 Y ss.
se had a adelante del maestro.
23 Carla VIl 326 A; cfr , arr iba cap . 1, pág. 3 y ss.
24 Jaeger, Ariuo teles, 27 1 y ss. La cuestión que da en cuánto de esta cepa ha per- NOTAS AL CAP ITULO V
manecido siempre existen te .
25 Cfr . sobre ello los dos programas un iversitarios d e Ma gb urgo de 1836 de C . F . I Cf r. M. Holscher, «De r Lag os bei Herakllt» , Varia Variorum (Ho me naje a Karl
He rma nn, reco pilados en Graeca Hatensis, 1913, 67, passim; vid. el registro de pasa jes Reinh ardi), 1952, 69 Yss. A llí se encue nt ra la biblio gra ña an terior . A l m enos ya para
citados . O. Imru isch, Academ ia, Frelb urg, 1924, 12; W. G . Beckcr , Platons Gesetze He ráclitoes exacto que «se debería atri buir un sent ido ineq uívoco » a l «leg os».
und das grtechische Fam ilienrecht !Leyes de Pknán y el Derecho Familiar griego/, 1932; la Vid. mi o bra D er Grosse A lcib íade s 11, 1923,29. Además La Repúbiica 394 D;
P. Halistc, «Zwel Fragen zurn Katasterwesen. Das Servitut der Wasserleltung in Pla - Las Leyes 667 A . En el Protdgorus 361 A es ~ &(17' aobol r¡;' ~ M'Y"'~ /10 salida hasta
tons Gesetzcn» /Dos preguntas por ia esencia del catastro. L a servidumbre del con trol aho ra de los discu rsos / una variante del, por otra parte, co mú n <3 M'Y0¡ ° ot ).." 1'0 ( '
del agua en Las Leyes de Ptaton/, Eranos 48, 1950, 93 Y ss., 142 y S. Otros pasajes, en P . Sho rey, Whal Plat o «ata /Qué dijo Plató n/, 500; P . Louís , Les
26 La mayor ía se encuen tra reuni da en P lutarco , A dv . Co lolem c. 32. Cirene : Plu- Métafl hores de Platon , 1945 , 43 Y ss. En el Tee leto 173 C no dice Sócrates sino T eete-
ta rco , A d príncípem ínerud. 1. Eliano, Ver. HM. XII , 30. Megaló polis: Eliano , op . lo: Noso tros somos dueños del lógos.
cu.. 11, 42; Diógenes Laerc io I1I, 23. Elide: Pluta rco , Praec. ger. reip . 10, 15. Cfr . 2 Sob re la relación de los griego s con Oriente, en el libro citado d e Sp engle r , L a
E . Meyer, Gesch, des Auertums /Hist oria de la A nt igüedad! §§ 968 A, 976, 988. Ade- decadencia de Occidente 11, 1922,297 Yss. (Ese es el título de la trad ucció n al castella-
más . J . Fem ays, Ph okion, 1887,36 Y ss.: v.wíta mowítz, P laton 1, 698 Y ss. ( = 1, 2a no, Madrid 1934, 4 tomos; ed. recient e en dos.) R.H ard er, «Bemerkungen zur grie-
edtc., 705 y ss.}. Para el problema de Academ ia y Estado cfr. también P . Wendlan d , chiscben Schri ftlic h keit» ! Anotaciones sobre el arte griego de escribir/ en Die A nt ike
«A nfange d. plat. Forsch ung» /Comíenzos de la investigación p latónica! en N achrichten 19, 1943,86 Y ss.: E. R. Cur tius , Europ áische Lite ratur und lateínisches-Mütetaíter
Gc tt , Ges . 1910, lOO; W. Jaeger, Aristoteles, 112 y ss.: G . R. Mo rro w, St udies ín Ihe / Literatura europea y Edad Me d ia tat ín a/, 1948, cap . 16: «El llbro como símbo lo»;
p latun ic Ep ist!es /Estudíos sobre las carlas p iatónicus/ 1935, 134 Y ss.; B. Snell, op , W. Kranz, «wetr und Mensch cnlcben im Glcichnis » !Mundo y vida hu mana en alego-
cíc., 1955, 407; Ph . Merlan , «Isocrate, Aristo tle and Alcxandre the Great», en Histc- rta/ , Wírtschaft und Kul tursyste me /Sistema económ ico y cultural!, recop. de G. Eiser-
r ía 3, 1954, 60 Y ss. mann 1955, 181 Y ss.; F. Do rn seift, Das A lphabel in Myslik un d Mog ie / El elfaóeto
2J ri¡v ¿ºX~~ rq¡ ¡3ctat)..~[ct¡ <I>[),.(';I"'l:O\ b,a TI),.ár", "o¡ r.,.xu /Filipo tuvo el cornien- en la Mística yen la Mag ia!, 1922. Lib ro y obra en el Orf'ismo: Eurlpides, H ipólito
zo de su poder real pur mediu de Platón! Ate neo, XI, 506 E . 954 ';I"o ),.Mi ~ 'Y(lctp.wh",~ f<p.(;w Xct';l"VOl!¡ / esum ando vap ores de m uchas teoos/; A lces-
28 Plató n, Carla VI. La cita en P ollux , X 150, procede de una car ta d e esa corres- lis 967, 6,,*,<1<1(>;<1 iv o~"[a'~ rin 'OQ"Ú' ¡ xctri 'YQctof f V!lo qu e Orfeo escribió en tabli-
pon dencia dirigida a Plató n. Para ello: Didimo, en Demóstenes 4, 60 y ss. Jaeger, A ris- llas srocios/, co n u n esco lio de Hcraclidcs P óntic u. Demóste nes , Pro Co rona 259: rij (
toteíes, 115: «En la forma dulce de composición reconocemos de nuevo el pensamien- p.'1r(!¡ H)..OIÍm¡ t r i>s tN3),.[ous &~ ''Y[p'''.,. )(f \ /íetas a tu ma dre, en iniciación religiosa, los
to de Pla tón y de Dión». A. E . Taylor , Plat o, Ihe Man and his Wark ! Platón , el hom- libros!. Pla tón, La Rep ública 364 E: {3í¡3)..",~ ¡;I'ctbo~ 'Il"ctQ¡XO~7(>;< Mow~[oll " ct¡ 'OQ",i",s
bre y su obra/, 1927,7 Y ss. !presen lan una cantidad de libros de 111useo y de Orfeo!. Dióge nes La ercio X , 4 (so bre
29 Gorgias , 468E·48 1 B. Bernays , op . cit ., 45 y ss. P a ra lo ant erior : A teneo, Xl, Epicur o): ab~ rij, j{'1r,,¡ 'Il" fQ¡¡Óvrct alÍróv a\ r i> o:x[b,o; x~ 8ae¡to b s b~ct)""Ivw",x"P l iba
508 e y ss. y Academicorum Index, 35 Mekler. Vid. además Ingernar Diihring , «Ch ion con su madre p or las casuchas a leer ensaimos/ (A. Dietericb, KI. Schr., 1911,452).
of H eraclea, A novel in Lett ers» !Quió n tle Heraciea , una noveia epis tolar/ en Acla A eso ,e aj usta ban los libros d e Oráculos, Báqu icos y Sibilinos . P ara este capit ulo cfr .
Universitalis GOlOburgensis, 58, 1951. Aq uí hay qu c recordar q ue las luc has políticas tambié n A . Thibaudet, L a Campagne avec Thucydide 6 1922,58 Y ss. (<< La Grece ...la
toda vía se encuentran vivas en la Academia de Arces ilao: &demo y Megalóf anes ac- civ il i.~at ion sans livres» ! Grecia. .., la civili zación sin libros/) se remite al Fedro y al
túan en su pa tria Megalópo lis y en Sidón como derr ibad ores de t ira nos, en Cirene co· cont raste entr e Platón y el pla to nismo . P a ra 10 que sigue cfr . v . Wilamowitz, He llenis-
mo fundamentadores d e la ~ {¡ poj{[~. C L P lutarco, Ph ilopo imen 1, A cud. lndex 116 M. tische Dichtu ng /Poesia I1elenist ica/ 1, 1924, 98.
En efecto, esa tr ad ición política llega hasta ti empos tardíos. Se piensa en la Platonópo- ] C fr. H . v. Arn im, Leben und Werke des Vio von pn¡ sa / Vida y ob ra de D ió n
lis de Plo ti no. y se le~ a.Agathias I ~.' 30, so.bre la em i~ración d~ Da mas,:lo 1 de sus ,com- de Prusa/, 1894, 14.
pañeros al relllo sasanJda porque "'OPTO r-qvTItQ<1'X'lP ';I"O)..' HlctP ';1"0).).", EiPe>:, &j{H ~OPCI 4 So bre la exrensa bibliot!rafía en la que la discusión se relaci ona con la cronolo-
/pensaban q ue la Cons tilución persa era, con m ucho, m ejor/ o Cf r. tam bién G. Rul· gía del Fed ro, vid. T h. Gom perz, Pensadores Griegos, 11, 1903, 341, 375. L. Robin,
berg, "N euplat oni smu s und P olitik» , Symholae Osi. 1922, 1 y ss. La Ihéurie p latonicien ne de i'Amour !La leo rfa p la/Única del Amor/, 96 y ss.; Wila -
JO Vid. Ed . Mcyer, Gesch. d. Alt., V 500 Yss.; Ed . Schwatz, Charaklerkopfe ¡¡Per- llJowitz, Platon 11, cap . 10. G . Rudberg, ds okratcs u nd Platoll) , Sy mb. Osi. 1924;
so najes capitales!, 1903, 64 y ss .; C. Ritter, P laton l , 1910, 136 Yss.; v. Wila mowitz, M. l . Milne , A St udy in A lcidamas, 1924. W . Suess, Elhos, 1910, 34 y ss. a pa rtir de
Plal on 1, 531 y ss. ( = 1, 2. ' edic. , 537 y ss.); Renat a von Schclika, Dio n . Die platonis· la pre tendida y rea l com unidad entr e Isóera tes, Alcida ma nte y P la tó n, re co nstruye el
che Slaalsgründu ng in Sizil ien / Dión . La fu ndamentació n p latón ica dei Estado en Si- sistema de Gorgias. Co n ello, lo qu e para el 3BO a.C. eSlá lleno de sent id o, esta ría fe-
cilia/, 1934; H. Berve, «Dion», Abh . M ainz 1956; H. Breienbacb, Piaton und Dion, chado con medio siglo de antela ción .
1960. Cfr. C . M. Bowra, " Pla to ' s E pigra m o n Dion ' s Death », ! EI epigrama de P latón ~ Cfr. Carta Vil, 343 A ... ,,'1 ¿j{fra ,<i"ffO~, ¡; ó~ ';I"Ó<UV ' ro
"(f"(Qf'JIl"l"ivQ r Ú\l" o , \
sob re la mu erle d e Dión!, AIP 59, 1938,394 Yss.; H . He rter, « Plato ns Dionep igra m», .. en inm ó vil, lo que preci.~omen te experimen ta lo escrito en los caracteres/o
Rh ein. Mus. 92, 1944, 289 y ss.; H . Berve, Gn omon 35, 1963, 375 Y ss. 6 C fr . \sócrales , Carta 1, 3. 1sócrat es concuerda bien , en la exigencia f Ull damental
324 PLATON NOTAS A l CAP ITU LO V 325

de ..no dejar nada en las cosas que estén fijas» ~'16f . ñ;¡.. ¡"oI'TW" foi, :l'QQ-yJUl'O' l' &0 se ha dicho co n frecuencia , por ej. po r Ed. Müller , Ces. d. Theor. tkr Kunsl
I'((Q(( ~... fil', X III, 9), con aq uello q ue, en Platón , elogia el joven Fed ro de su maestre b. d . A lten , / H isl. de la teonadel Arl~~" tos A ntiguos / l. 1834. 27; Wa lther, Gn.
Lisias ( ,wI'II'(,ttTW I' &€íw1 4 '1eij~ l l. n¡. :l'QQ.ypan oUi.• ..-a " 0 ),,.1I.o<l.,. 2J5 B !t' uda d . Aeslhelik itTI Altert um, / H ist. de la EstltiaJ en IQ A ntigüedad / , 1893, 169 Ys.; E.
de lo que merecen" /0 ¡N1Ifl d edr hab la dejado en ¡lISrosos/J . Cassírer , .. Eidos und Eidolon.. , Vorlr . Bib l. Warbur, 1922-23, 26; B. Sc hweirzer, P Io-
1 Alii J . Stenzel, Der Bqriff ... / El ro nu p to de iluminat;Íón e n Plafó n / o XI. Seh" ton u. d. bilden. Kmm, / P /ato n y Ú1s Artes PldsJicm /, 1I Ys. Cfr. E. Panofsk.y, ..Ideu .
165 Y55. Stud. d . Biblia. Warbu'l, 1924 , 1 Yss.; Jottes, Vilruys A esthetik 51 y loS .; B. Schweit-
I Pa ra esto vid . cap . XIII. zer, ..Xeoocrat es va n Athen» , Anuario Kónigsberger ~Iehrt~ Gesell. 9 , 1932,9 Yn.;
, Resulta particularmen te co rrecto lo que dice el escotíc a la Cilrta 11, J 14 C: p . M Schuhl, PIQ10n et rarl d~son temps. 1933; W. J . v eroen íus, .. Pla t ón el la poé-
¡ .nUllf l' Ó'!>.ovr(lO'l ¿,a TÍ o ID..á"". I" mi, {Jí/f).o ll .. ,hoii I'~¡ ' 6wM"I'1 m. 1AhíSl! de- sieJo. M nemosy ne 1945, 118,/ ss., «Mime\i s», Phifosophie A ntiq. 1949; H . F. M . Brees,
mu~tra PO' q ué Pl ofó n no entre en la conW'fSQC';ón de susobrasl . El esconc (AppI.'n· ..Plato and Arl» , Mnemosyne 1951, 113 Yn .; R. C. Lod ge, Plalo 's Th eory of ArI,
d ix P/ato nica, edíc . C . f r . Her ma no, pág . 390) falta en los Scholia Plato nica. edíc. 1953; T . Mo ren¡ Consranzi, L 'Estetk a di Platon~, 1948; E. H uber-Ab ram c wícz, Das
W. C. Greene (1938). porque sólo se encuentra en un manuscrito del siglo xv. err. PrQb~m der Kun.sl bei Platon / EI problema d el A rte en Pfalón/ , 1954; H . J . Kram er,
L. Ede lstei n , «Pl atonic Anon ym i' y» , AJP 83, 1962, 7 17. El escolio podrla ser tard fo , Arete b. Platon und A rútOle/eS, 19 59 . Se encuentra en oposició n a mi visión de con-
po r eso d irfa en ton ces lo correcto. A fines del siglo xv se cita ba ese pasa je de la ca rla junio la in vestigació n q ue se dedu ce de R. G. Co lling woo d, .. Pleio' s P hiloso phy o f
socré üca con un 8pUTro/tH'of T"Of TOUS "'OAO ÍlS 1"'l0' / habla co mo si se dirigiffa a los Art », M ind 34, 1925, 154 Y ss.
eWQgidos / (Ep isto lograph i Graeci, ed. H ercher 622). Eso es ar bitra rio y nuestra mter - 19 C fr. p ara este 484 CO, 500 E, A ristótele s, Po/irica VIIl 5, 7, l34Ua 36.. .ól i p.~
p retación nu p uede tene rlo en cuenta. 1a l1a ;,aw ~os 8t"'''liv TOVI VH.VI &).).<1 T<l l1o A'l~wTOV ,,/i v I r rn ttA¡"or TW ~ "YQa."iw r
10 lH"Tn M TOVl~ XWlI'f rij x<l'¡"Ai"l"1/ rw~ TO IÍ Tov / se encu entra rn el mds bello de ; TW V &"Ya¡"paToTOIwv lon v ~O¡ 1/ 61 /Es necesario que tos i a venes n o co ntemplen /0.1
los territori os de éste / , el sUJetb pa ra está fr ase tiene qu e ser TO",;ovoo,o roTov / lo mds ob ras de Peus án sino las de Pouctero, aunque cualquier otro pintor o escultor fu ese
ofanoso/ , Cfr . con eso A ristóteles, De pa rt. animal. 1, 5, 645a 25: o ~ 6fvlxc.: cr v vicrl"1/ lH ~ morall.
ij "YirOVI ri ¡"ov¡ [sob reent . «las cosas d e la Natu raleza»¡ ri¡v TOÜ" c.:¡"" ü xw"av , l¡"'l1"1 20 C fr. Heibig, «Zeuxis und Parrasios», J . F. Phi/o 1867, 649 Yss. (662: «E llos apa-
/ A causa de q ue se mantienen o han llegado al f inal, {las cosas de la Natu raleza} han recen co mpleta mente como homb res de a quel tie mpo y recuerda n vivam ente a los re-
obtenido el espacio de lo bello / . presentantes má s car acterísticos y u niversales de las n uevas di rectrices: a los sofistas» ).
II Se co mpa ra ta mbién Fedro 258 A Y ss., en dond e, a parti r de la misma est ruc- E. P fuhl , Malerei und Zeichnung de r Grteche n / Pin lurQy dibujo ent re los griegos /o
t ura d e pensamient o, se ap lica el no mbre de «tog ógrat o s» a los q ue da n leyes. 1923, 620 Y s., 674 y ss.
l2 293 D . l1r1OTi'¡P.t¡ "ai Tlf lllxai", .poax"wl'ln.. / huciend o un uso díutnto d el co- 21 Cfr . mi art ículo « Die gnecbtscbe Tr a gOdie und da s Tragische» , D ie A ntike I y
nocimienl o y de to iuuo/ . 297 B TOp.ne. vou xoi Tix""s ó,,,atoTaTov ~ i Ó.a ~fp.o VTI I 11 , 1925/26 .
rois lv rij .0Ao:I otftu.. TtOv,olÍs... "al &",i,olls l l/ "t!"o.....~ a.onMi~ I/om TO óu.... ro~ :u Se repa ra en el sobresa lien te y durante mucho tiempo no mu,/ aprovechado ca-
/ siem prr distribuyendo lo más justo , co n inteligencia y arte, a los de la ciudad parQ pítu lo XIII d e la o bra n I" , ¡;~o vs / Sobre elevacw ,, / . En La República 378 E Ys. dice
qu e elfo s vivierall . .. y seconvirl in-all en m ejores desde peores, en la medida de lo posi· Sócr a tes: ~ ·A&i,..:. ,n , O ~I/ lo,..", ,;o.., ro:¡ ¿..,.;., Tt "'o ¡ au¡ .. Tlf Ta"""1"<, &J..),' olll&aro:,
b~/. T04",s / A migo Adimanto, no somos lú y yo, por el momento, poeras. sino fundado-
tl olhoji, a li 6.... To.. • ~ fXf& ~ .."OS m I'.,ói...on &d.o ro ó..:. .ór~ ros ,.t,. ~O"HO ~ rn d e una ciud ad /_ Ese «por el mo men to » podria apuntar a o tra época en la q ue SO-
& "Mji~ / ¿A caso no es jmpo!;ib le qu e estl bie" lutcer senciflo lo qu e ~ rotl~ierte en to- erales fue efectivamenle «¡x>eta » .
(alm ente sjm p le, ante lo que nliflCQ n se ncillo?!, 294 C . 21 El Tim eo tien e mucho de un «j uego» semej ame y, de acue rdo co n R . Retiu ns·
l. ÓijAO' Sn Ta rJai Tf o t , i Xrtr t 'l"tr vn>.i#t Ii ~ .nÓAO. TO '¡... i~ l/al o~· t «.aü6n tein (OIsludie n zum antik.en Synk.reli§mus.. / Est ud ios SiObre el sincretismo en los Qnti-
,.i.o"'''' tt ~ 'l"on taa T'" &T"x ..,),lÍono TO Uro, r1/ni~ ~o/Ul ~. :;"'TI d (Ji"s:.i. I/tr, 'u~ KUOS/, Stud. Bibl. Warburg, 1926.35, 145). si no se lee co rr ecta mente, se t OCUffltra
XOMTos tis TO~ X"'''''''
l"'ti,,, ~ &¡jWTOS,.i",~ot T' á v ,o .apa.a . / estd clQrQ qw' todas ..completamente disminuido » ffl el diá lo¡o el car.klCf de la 'l"a.&<o.
nuestras artes desa{Xlrtn'rían romp/ti'tam"ntti' y no Il'SUrgirian dti' nufi'YO fJOT la ley que 2. Úls Leyes VII , 803 B: ton ro
óiI 'roi,lIv 'Ñ, &vfJpw..,Jr TQÚl'~TU .... .,..,.¡,.'f~ JU'
trata de impedirlo; de form a que la vitkl, que ya es actualmente d ifícil, se ronwmirto cr.Ol/Óijl O~I/ &~«l / Pu es bien, ent onCf':!i los hechos de los hombres no merecen grQ"
en ese liempo ell imposible de ser vi...ida/ 299 E. esf uerzo/ . Cfr. co n l. 644 D. lA R epública X , 604 B: o¡;n n rWv &"""fA";""" Q~ t o"
u 295 E : .,." órl/-a"', XOI Q')'po.,oa ~o,...9. níoo "n / pa ra el que esrribe y pura el qu e ÓV ","""A"~ a ..oooijs / n i un a sola coso de los hum Q/lOSes dign a de un gran esfuerz%~~
instruye leyes no escritas / . 299 D: .,."ór lkr ~T<ll S l , I/ ;' Q(k<¡ i ,io. "'01 oTi'¡).crif, m óf xtri I'a ra nuest ro problema vid. E. Ze l\er , Pla to n. Smd. 1869 , 73; v. Wila mo witz, PIOlan
/i-rQa,ot:t .órrQ«l flt¡Ú~O Vf ~" / escribiend o en colum nas y es telas, y , ell ca mbio, esta· 1, 448, 686 ( - 1,2. ' ed ic., 453, 69 3). J . Bruns, Platos CeselZe / Leyes de Plató" / , 1880 ,
bleciéndolas, sin escribir, como costum bres palrias / . 299 D ')'t")'QQ,.,.i.... "01 ..órT"rn 93 y ss. rec haza esla o pinión co mo no plalÓnica y.se la a tribuye a Filipo de Opunte .
il1" ""puo / existen las escritas y las costum bres patrias / . Cfr. R. H itzel, «Agra phos 2' C fr. pa ra lo qu e Si8Ue los TQOAI""¡« I'a rijs I1MlTfA VO S I"tAooo",ias / Pro legó me-
no mos» /Ley no escrita / , A bh. SiJchs. Ges. XX , 1, 1903, 19. /lOS a la FilQ.IQj(o d e Platón/ pág . 209 Herman n. Tal vez ha pert enec ido a ellos el lr ata-
16 Nietzsch e, Mds alld del bien y del mal, proverbio 94: « Ma durez del hombre: eso do n t " i 'roi! ""Qa\l'fiv / So bre la e,'lCrifura/ del catá logo de obras de J enó crat es , Dio g.
q uiere decír qu e había vuelto a encontrar lo serio , lo que se tenia de nino en los ju ego s». Laercio IV, 12.
11 Má s allá de la perpl ejid ad d e los intérpretes. enseña la no ta de Ada m a 595 A. 26 Cfr. p ara este ca pítulo el imp ort ante informe de C. F. Hermann " Ueber Pla-
Si se int er preta (con Z eller , 11 , 1, 556 '/ otros) como ad ición el epis od io en el q ue Pla - IO ns schr ifte llerische Motive>; /Sobre los motivos de la escritura plalónical1 839 (Obras
tón respo nde a los ataq ues crilicos coutra el se8undo Y tercer lib ros , de esta mane ra Lom pletas 1849, 281 Yss.). Incluso su perio dización de las obra~ pla lÓnícas es sor pren-
ese enlres acar de la o bra d e arle es, co mo siemp re, un ¡mento co n medios inservib les. dc nteme nle correcta; asl ha fechado el Fedro en la época ta rd ía de P lató n. Co nlra Her-
Fre nle a ello, G. A . Finsler. Plato und die aristotel. Poetik / Platón )/ /a Poitiea de man n se vuelve H . E. Cha ignet , Les Ecrits d e Plato n, 1871, 469 Yss.; pe ro su «simpli-
A ristóteles/ , \ 900, 227 , inte nla ca pla r el signific ad o inm an en te de l episod io . Cfr. J. dté na¡ve el gau loise» / sen cillez ingenua )/ gala / (<<Pla ton a écrit pa ree qu ' il lui a plu
Tat e, tt1mita tion in Pla to ' s Republic» / Lo imi/ación en La Rep ub lica de Platón / , CIIlSS. d 'écr ire» / Platón ha escrito porque le ha dado la gana de escibir/ ) no só lo ha pa reci-
QuaU. 22. 1928, 16 Y SS., so bre los dos tipos de «m imesis». do insufi ciente a la seried ad a lemana, induso A . T hibau del (vid . má s a rr iba, no la 2)
326 PLATON :-.IOTAS A L CAP ITU LO VI 327

ha criticad o amplia mente esto . Importa nte para el o bjeti vo del capí tulo V es H .- G. el ímpet u prop ia mente innovad or y ta mbién los relieves belios en par ticu la r. p ues in-
Ga damer, PIolo und die Dich ter / Plolón )l los poe tas/ , 1934, y mucho en R. Schaerer , cluso un mae stro como Timoteo y Ce üsodoto no podri a en ello hacer o lvida r que entre
Lo Queslio n p/olonicienne. Etude sur tes rappoas de lo pensee el de rexpress íon aans las creacio nes de la escuela de Fidia s y las obras ju ve niles de Bscopas y Pra xueles ha y
tes Dialogu es I La cuestión platónica. Esludio sobr,. las re íociones entre el pensam iento una especie de valle. Como si ti arte hubi era con ten ido d a liento, mien tras que en otros
y Ja expresión en los D iálogos/, Neuch átel, 1938; a demás, Ph . Merla n, .. P ta tons f orm ca mpos hay un gra n genio q ue cambia d rost ro de la Antigüeda d y de la Hu manida d :
der phifosoph. Miu ei]ung lt I La for ma plalÓnM:a de 'a parlicipaóó n filo.wJficu/ Her- Pla tó n ».
m alon , fase. 10, Leopoli. 1939; «Form and Comem in Plato's Philosophy» / Forma , ..Las vueltas son segur ame nte co n frecuencia la (mica rela ció n posible. e n la Na -
JI contenido en Ja fil. de Plalón / , Joum . Hist. 01 Id eas 8, 1947. 406 Y SS.; G . J . de tura leza p rod uctiva, con ti ob jet ivo.., Fran z Mere . CarltL'J. 1921. 43.
v ne s, s,p,1 bij PiolO, Amsterdam 1949. 6 Para E. H o wa ld, Plotons Lelwn / Vida de PlaIÓ,,/ . 1923, es el enc uent ro con Só-
era res el pri mer puente en la linea de vida pre figu rada . Co n ello se resuelve u na visión
parcia l de Nietzsche: «¿ le ha echado a perd er el ma lvado Sócra tes? .., P rólo¡ o de Más
NOT AS A L CA P ITU LO VI a//á del bien y del mol (cfr. K. Hildebrandt , Nielt.sehes We1lkampf mil Sakrales u. PlafOn
/ La lucha de N. ron S6c ratl':fy Platón/ o 1923. 73, 96). Pa ra el ca p. VI cfr. K. roer.
1 Cfr. para esto Q. Misc h , Gt'sch. d. Aulobiographie / H is/. de la Autobiografía Geseh . d. A lft. Ph . IH ist. d e la Fil. A ntigual l , 1921, 271 y ss.; A . Di". A urour de
I z. 1931. ca p. 1: A . v, Blument ha l. Die &hdtvlflg dl':f Arr:hilochos im Altertume / Lo Platon l A /rededo r de Platón l . 1927. 11 «Sócrates»; J . Stenzel , «So krares », R .E. II I
lIQlororiÓII de A rq ul1oco en la Antigüedad/ . 1922. 7 Y s.; B . Snell , op. or., 19S5. ca p. A 81 1 y ss.: A .-K. Rogers , The Soc ratíc Prablem, 1933: H . Kuhn, Sa kroles. 1934: E.
IV; H . Frankel, Dich lung und P hllosop h ie d es f rühen Grin:m-nlum / Poes io y Filoso- Spranger , «So kra tes» , Antike 7. 1931. 271 y ss.; Alai n (Emile Chartier}, Idi-es. 1932,
fÚl de la Grecia lemprallQ/ 1951. 652, 658. 9 Y sa.; E. Bdelstein, X enop hOlf/isc:hl':f u . P{alOnlsc!res Bifd d . Sokrale:J I /m agen de
2 Arqu ita~ . fra g. 1: ",a}"i;" /&0 ' ó<>", ,,~,.n ... / m e partt:t bien l . Dió gl:fleli de Apelo- S. ell Jellofon/e yen Plotón l , 1935; V. Mar tin, .Le Probleme du Socrues hlstorique »,
nía , Itag , 1: )..ry01l ..O,.ro l 0.":1::0"00" Ó<>"'fi" /"JI n~i{;¡. fl. a l.. . l me partt:t qu e t:! úllI Re v. d . Théolog. et d . Phi/os.• 1935, 217 y ss.; R. Schaerer. LA Que:sti on plalOnicien-
al ro menw r toao dirurso... I. Hipócrares, rIf Q' ¿re"",. / Sobre Qiral. cap. 3: 1"';" l"1lirl1<ol neo 1938. 170 Y ss.: ti retrato d e Sócrates; W . Ja eger , Puid eia 11 ,1 944 , S9 y ss.; V.
aaopi..., / Yo explicarb :on c1aridadl ¡ n " ""I' r<o>aT.",o . I Pronóstirosl . cap. 1: ro. :.r(lo, de Magdh.ies-Vilhena. Le Probl~me de Sacra/ e. 19'2 (recensión de O . Gigon en Gno-
Ó<>Jrfi /l01 nQ1I7rO,. d..al... / m e partt:t que e/ mejor médico es.. .!; n . ,, ' ~w í"" I Sob" mon n. 1955. 2SS y ss.). Resulta u n defect o funda menta l en d estimabl e libro de D. Gi-
fig im en de vidal, cap . 2: ".oUO t,f.(lO''''' ., •.,,..;,.,,,,... ; ~.l "" i"ol 1"'¡fV faa. lrono1;co go n , Sokrotes. Sein Bild in Dichlung und Oesch ichte I Sóc rotes. Su imagen m /a poessa
m uclws rosa s de distinla manera a corno aquel/os tlalalt/ . Hipias, frg. 6: l.,w 6f h yen la H islorial , aem. 1947. el q ue se enfrente n lo s di:il.logos a lo sccréncc , como
...ir.rw,. roi>n.>,. ro /lh u77a "'lll ' ¿"";<jO~).Q a t>..ef¡'1""~r",, ",a.,.o ,. ",ai "',,).lJf.bij ro" ).0)'''' litera tura a las. asi lla mada s. informaciones históricas ; sin emba rgo se encuentra onen-
..." I1Í<1"p>" Iy yo, Tnln iend a lo m ejor y mds ron"enle de todos estos, nun ItU fi1{) y muy lad o a la certeza documema l ~ ¿q ué quedaría enton ces de Tu cldides?- y su idea de
sugerente ese dist:unol . Ps. Hipócrates, n f" ; ""''JI /Sobreel oficiol cap. 1: . la' n'(I " litera tura » se parece a lo que en inglés se denomina dietio n». Asl sucedería q ue lo
oL. l"o¡ ót ... IH ay algunos que... • pero a mí.. .!. q ue se sabe sup uestamente sobre el Sócrates histó rico se pod rla reunir en media página
I P e rece q ue no han existido nunca 10 5 esenios doct rinales de estilo más aristotéh- como una especie de retahíla de hechos a islados sin conexión (plig . 64), entre los q ue
ce , <ir los q ue - apoyá nd osr en d trata mien to seno de esa cuestió n po r W . Jaeeer, el .. ha bría retenido en la memoria un fina l q ue no era el acostumbrad o » (pág . 14 ). Pe-
Stud . 1;. Enlslf'hungsgf'seh. d. Melap hysik d . A ristole/es I Estud ios para /a His/. del ro en absoluto se tiene qu e pregunt ar a P la ló n sobre el SÓCTat ts real , c omo por ejem -
destlrrollo de /a Melajiska de Aristólelesl . 19 12, 131 Y ss. - habla J. Stenzd . Zahl u. plo acerca de la act uación de Sócra tes como p ritano / M iemb ro de /a comisión perma-
Geslall bei PlalOn u. AmlOtell'S. 1924. l . Si existen difcrcn tes rd undicio llt s de li-r"<>1O<'1 nente del gobiernol en el proceso de las Arginusas . que seria Histo ria , pero no su ne-
"'f '"
,,~,.,,~ ...;<>t .-&,...80 ~ / Sl':fi onl':fno escrilos so bre ef b ienl . pa rece que de esta man e· ga tiva con tra La orden de los Treinta de que interv iniese en la det ención de Leó n de
ra se sigue de ello q ue no se d io ningún bo rrado r genuino de Plató n qu e, por o tra par· SaLamina . ¿ Por q ué? Por que sobre ti pri mer hecho Je nof o nte en las HeMnicas. por
te. sólo hubiera sid o accesible a lo s d i!\Cipulos. Aristó teles. Fisiea 2mb 14: [rD.árw ..) ta nto en u na o bra de Histo ria. tien e ta mbién tres líneas, mientra s q ue el segu ndo .. só-
1, ro i, ),f'\'O'«'Olf ¿ )'''':'Il'O,f 6ó"YI"l"" " I/Plalón] en las llam adas se nlencias no escrilasl lo » fue co nservado e n la A polo gia y en la Carla VII d e P la tó n. G igo n sa be qu e Sócra.
no habla en abs o luto por Stenzc:l . Cfr . H . Chem ¡ss, The Ridd le of Ihe &irfy Academy tel; es una ,(fuerza primitiva» . Pero ¿có mo ento nces se pod ría echar a u n lado " en ce-
/ El e nigm a de la A cad em ia A nligual . 1945, 1 yss.; H . Leisegang. «Platon». R .E . XX, rra da resignación » la pregunt a por la esencia histór ica d e esa fue rza primitiva (pág .
2520; sir David Rass. Ttoria de las ideas de Pla fÓn. trad. J. L. Diez Arias, ed. C i te· 14)? Asimismo también se ol vida entre los textos el lestimon io de la ima ginería plásti-
d ra, Mad rid , 1986, pág. 170 Y ss. (ed. original Oxford 1951, 147 Y ss. ). Finalmente, ca : la image n de Sócrate s ocupa un luga r importa nte en la Historia del retr a lO griego
y d e 10 más eKtenso . H . J . Kramer , «Arete bei Pla ton und Ari. tot eles». A bh. d. Hei· t K. Schefo ld, Die Bildnisse der anliken {)ich ler, R echn er und Dcnker I /. os relratos de
delber8erA/(adem ie, 19S9, cap. III. 3 Ycap . IV. Kram er comprueba qu e no se trata, /05 anti guos p oelas, orado res y pe nsadoresl, Basel, 68 y s., 82 y ss. Noso tros. ade más
como se habia an und ad o a veces, de u na lecd ón apart e del viejo Plat ón sob re el bien, (le dI o, sabemos cómo se mo vía Sócrates: ¡1"f vO V¿'~HOI J<llli r wIl'Oco¡"l'''' TCO(l CO¡JÓ'Uwv
sino de «u n típ ico precedente». Pod ría, a su vez, ser cue stion a ble si P lat Ón aporta ba, /e~·tirándose y volv iend o /a visla . Pla tón , en su Banq uete (221 Bl, no hab ría tomado
sin dud a , « semeja nte sarta de co nversad ones}) para «un uso regulan;. ¿Y no se tiene C'ita ca racterística, a partir de Las Nubes (361) de Aristóf anes, si co n e lla no hu biera
qu e hab lar aqu í bastan te del " P la tó n esotérico ,)? ¿No pa rece co mo un irÓnico entrela· cogid n a lgo de la aparie ncia real dcl hombre. Y el mismo modo de movcrse, o uno
za mien to de esotérico y exotl!rico? El rela to de Aristoxeno, Armónico 44, S Y ss. • muy pa recid o , le pone Pla tÓn en el Frdón 103 A l l : Tlll(lCO¡3ci¡,.¡,.wv ri¡v "- ¡I"ClA~ V / vo/-
Krlimen , 40S l', (rov, 'Ir),fiO"TOVI T¡¡' ~ ¿ 1I' OV O"Ó'V TW V • . •T Q DOl i v (l:! "Ya" rJ<Ill"'TO ~ / La /na- viendo la cabez ol . C fr . tambié n 86 D 5 . Tamb ién d epend e en co nj unto de este hecho
yodo de los qu e escuchaban .. .; pues deja ba aproxima rse a cada uno/) habla en efecto c1 11 ue la cicncia de la Fisiognom ía alcanc e su o rígen en Sócrates. Cfr. Seriplores Physiog-
de una « lección a bierta '). qu e luego sería sin duda nevada a lo esotérico. IlOm ici, recop . R . Foerster 1, 1893, p. VII Y ss. Ar isto xeno , {3íOI l: w1I' (lQrOvl / Vida de
4 E . Buscho r en el texto de Fu rt wangler-Reichholds Oriechischer Vasenmalerei S,krates - Frag. Hisl . Orate. 11 , 280, frg. 28. U . v. Wila mo witl , A n tigo nos von Kary -
/ Pin/¡¡ra griega d e vasos/ , m , pá g. ISS: « Las per sonalidades dirigentes no ha n ent ra· ,1'/ 05. 1881, 148. Toda~ ía má s ra dica l que G igo n (él mismo ha mnderado su rad icalismo
do frecuentemente a fo rmar parte de la pintu ra de vasos . P ero ta mbié n en la plástica l'1l la recensión a Magalháes-Vilhenal es A . H. C hrou st. Sacra/es. Man und Mylh / Só-
se encuentra n ra ra vez. Incluso aquí predomina la misma decadencia dd ·' tem po" . Falta ,·rates. Hom bre y mitol , 1959 ,79 Ys. : (,We oUllht, at lastoto be hon e~t with ourse lves
328 PLATON NOTAS AL CA PITULO VII 329

and fra nkly adm it ¡hat lilepossess no knowledg e whatev er abo ut (he histo rie Socrarew ,11 alemán de H . H . Sch aeden, 1929) la rigidez hegeliana dela fo rmad6n del concepto
I Tenemos que ser, por fin, honradw ron nosot ros mismo s y adm itir fra ncamente qur _ «La nada ~in fi n de la ironí a». iron ía co mo «La absoluta negatividad sin fin»- ha
no poseemos ningún tipo de conocimiento sobre el Sócrates históricol . prevalecido a partir de un abundan te examen profundo del ir6nico nato . Pa ra eso cfr.
1( . Scbouanc er , «Sceren Kierkegaa rds Sokra(esa uffas~u ng" I ColUider« ión de Sócra-
1 También falso: Horn efrer, Plalo gegen Sokrotes ¡ Platón co ntr a S6€"raf es; pnn.
o

ctpe S. T rubetzko y, Ifermes, 1905, 636 (tom ado de una nO[8 de Wladi mir Scto wiowj: "'5 en S. Kk rkegtUlrdl . Phi fos. A nz.ejger 4, 1930. 27 Y ss.. La iron ía soc.:rá tica fue ca-
A. Oercke. «Ejne Niederlage des Sokraress l Una derro ta de Sócrates/ , Neue Johrb. racterizada po r E. scnwa u . Chorakt erkópje 1, 1903. 51. arieadam ente, como «la va-
l VII, 19 18 . Ha llegado co n má s fuerza a este pensamiento J. Stenzel, « Z Uf Logik des ucdad individ ual de una planta auténticamente ateniense, cultivada en el suelo de la
Sokra res», en Xl. $eh" t. gri«h. Phi/os., 19S7. 56: «Sin duda la exposició n objelh'. democracia •. En este sentido lo mejo r sobre ello es lo q ue la ciencia últimamente ha
co n el circu lo socr éuec de prob lemas podría haber sido siempre más seria pa ra Platón dicho sob re iron ía, desde el país de la «exposlcién débil.. (underslatemenl): J. A. K.
que la con tienda literaria en si misma. Así se q uedaría aqu el dialogo plató nico en un. Tho mson, frony , 1926. Cfr . tam bién K. Jaspea , Phifosophie 11 , 1932,284 Y ss.;
expolición con el propio Sócra tes». En esa ampliación q ueda rla lleno de sentido el peno k . Scbeerer, La Qut!stion pla /onidenne, 1938. cap . 1.4, .. La s.l nctritt et I' ironie. ; vid.
samiento de : en ta nto que cada diálogo es una exposició n de Plat ón consigo mismo tamb ién 168, 176, 258; K. Jasper s, Die Grossen Phifosophel1 l . 1957. 267 Y S~. R. Ro-
es ta mbién una con el Sócra tes q ue hay en él. ' binson, en P fato 's Eorlier Díofeclk I Diolk licf¡temprana de Pla/6nI. 1941.1953, Il Y
SS. , muestra como ha podi do llegar a S CT ma l enrendida la iro nía. Pa ra eso mi articu lo
• Grot e creía q ue Plat ón Ilabria p retendido iden tificar al Atenifflse de Los uytJ
con Sócrates y que no lo había hecho expresamente en ellas porque Sócra tes. como en Closs. Philol. 40. 1945.255.
~ Teofrasto resuha del tod o valioso para esto porque ti ha alejado de aquf por com-
co múnmente se sabe , no habla estado en Creta . (C itado po r W . D. Ron, A ristor/e 's
Mtlap"ys ics I MelaftsiCtl de A ris/Ólele$1 1,1924. pág. XL). Contra euo hay que decir pleto. o sea, con plena conciencia , la imagen de Sócr ates, pero tam bién para entender-
q ue la traslacién de la con versación a Creta no ha traído consigo el encuentro del imer- la luego, en pri mer lugar, correctamente, si se reco noce eso. Se pod rla conjet urar , en
locu tor principal ; hubiera resultado lo mismo encontrar cero escenario. Más bien hay con traste con las descripciones dd .. ciro n.. de A ristóteles (El . Nicóm . 4, 13, 1127a.
que pensar en la t rlUlación a Creta y en la introducci6n del Ateniense romo en un acto 22 y ss. , b22 y ss.)y de Arist6n (cfr . OIr. r ee sen, Her", n 46,1911, 343 Y ss.) en el
de cr eación unitario. n"i l<all ¡""" l So bre nw/vadw l de Filodemo, pág . 38 Jensen. Para ello L. Schmidt ,
, Aqui se encuentran dos formulaciones, en vez de muchas, para las opiniones con- «Comment atlo de fr"... '01 not ione a pud Arisl:o nem er Theophrastum.. IComentario
tra puestas: P. Wendland , Die Aufga bf'n der platon. Forschung. Naclrr. Goelt . Gts. a la noción de . eiron. en Arislón y TrojriJSlOl, lndex Ltct.MarburlI. 1873; W . Büd!-
l lAs tarNS de los in vestigaciones plutó nicas. ../. 1904, 1M: «Seguramenre traiciona ese ner, .. uecer den Begriff der Eironeia- l So bre el concepto de Eiraneial , Hemlf'J 76,
cam~io de pape les la cl ar~ conciencia de Platón para la dist ancia, aumentada por su
184 1, )) 9 y ss.
pro pio desarrollo progreSIvo. de la enea sccra uca del co ncepto y po r la impo sibilidad , Kierkegaa rd, op , cit.• pago 48: «Jus.ta menle po rque es la esencia de la iro nia el
de hacer de Sócrates el portado r, du ran te tan largo tiempo, de su propio mund o de nunca desenmascararse y porque. po r la otra cara, es asimismo esencial una modera -
pensamientos... G. Ryle, " Plato' s Par",enides», Mind 48, 1939, 130: ..So shgh t a pan ción de Prot eo para cambiar la máscar a, po r esa ruón tendría necesariamente q ue pro-
dces secretes play in lhe Pormenides. Sophist and PoIilkus... that the natural inferen- d ucir de esta manera mucha pesad umbre al j oven enamorado (NOIa. El irónico alza
ce wo uld surely be that Plato had disco vered that cer tam impo rta nt philosoph ic mnbs al individ uo de la existencia inmó vil. Eso es la libera ció n. Pero luego lo deja suspend t-
o r methods were to be credíted no t to Sócrates bu t to the Elealics. Zeno is the teacher do lo mismo q ue, en la leyenda, el ataúd de Maho ma se encuentra sus pendido ent re
now and no t Sócrates.. l Sócrules puede desempeñar una parte tan infim a en el Parm é- do~ imanes, uno que atrae y ot ro q ue repele.) Pero, asl co mo tiene ella en si m i~ma
nides, Sofista y Político qUf! fa deducción na/uruf podria ver seguramente que Platón algo q ue repe le. de inmediaro pose e algo elltrao rdinario seducto r y encanta dor » (pag.
habia df'S(:ubitrto cómo afgunos verdades y mélodosfilosóFu:os deberiun st'r acredi /a- 39 en la Iradu cción alemana).
dos no o SikraleJ sino a los eléa/as. Ahora el muestro es Zenón y no Sócra/es.! 6 Obras XIV, 59 Y ss. En la sucesión de He¡ el. por ejemplo W. Windelba nd. Lehr-
10 Cfr. L. Co uturat, De Platonkis mythis, 1896, 32 Y ss.; E . Ho wald, E" Il';'~ >'';",01 burh d. Gesch. d. PIr. IManuaf de Hisl. de lo Fil.!. 78, la po ltmica de Hegel contra
I Lagw na/ufolil , Jleflnes LVII, 1922,63 Y ss. el concepto ro mánt ico de iron ia alcan za en realidad sólo a su degeneración nihilista .
El co nde York a Dilthey (Corre!pondencja 1923, 216): .. La repetició n de l no-saber so-
crático (por medio de Plat ón ) no con stituye iro nia alguna - Ílem e a la consideración
NOTAS A L C APIT ULO VII ro mántica- sino pur a verdad, pues saber, según el ingenio griego, deter mina 6ntica-
mente». Aquí so rprende el cont raste que se establece entre iro nía y ver dad. ¿Qut es
I Goethe , al final del ar ticulo «Plato als Mitgenosse einer christlichen Offenbarung» 10 qu e seria más vetdadero - a pesar de Aristó teles- que , asimismo, la itonía? C fr.
I P /utón como compa fl ...ro dI.' una revelación cristianal (1796), A usgabe ItllI er Hand todavía F. As!, P/atons Leben und Schriflen I Vida y obras de Pialónl , 1816, 100, en
I T1abajos de ú/lima mano l 46, 29 : E. Gr uma~ h , Ca e/he und die Antik e 11, 762. do nde se no ta la proximidad de lo ro mántico . Sob re la iro nía román tica en relaci6n
2 Thomas Mann , «lronie und Radikalismus» en Betrachtung en eines UnJlO/irischen y oposici6n con la socrático· plat6 nica ha bla M. Brod , Heine, 1934, 289 y ss. Vid. ta m-
I Considefaciones de un apo /frico /, 1918, ~87 Y.IS.; Bem ühungen IAfanesl 1925, 56, bitn O. F. Watzel, Deutsche Romunlik I Ro manUcismo a/emdn l, 1908,32 y ss.
137 y ss.; Lo lle in Weimur ICor/oto en Weimarl 1940, 86 Y ss. T homas Mann , en una 7 Maximen und Ref lexionen, Schr. d. Goe rhe Gesell., to mo 21, 1907, n.1198.
carta al auto r fechad a el24 de agosto de 1948, dice: «La iro nía - yo siempr e considero 8 Pr(JSuische Jugendschriften IEscritos de juvenrud en p rosal, reco p. por Minor,
to davía q ue la mejor expresi6 n de Gocthe sobre ella es " Iro nía es la sal fina qu e hace 11 , 392.
a lo servido en la mesa, en pr imcr lugar y sobre todo , comest ible"" . «T hom as Mann, 9 Lyceumsfragment I Fragmento del Liceo/ , 108, Pros. Jug. 11 , 199. C ft . Schlegel
Hu mor and Iro nie» en Nachlese IA ñadidosl 1 9~6 , 166 Y ss. «Atheniiumsa ufsau über die Unverstlindlichkeit» IA rticula de A teneo sobre lo incom-
) Jean Pa ul, Vorschule der A esthetik I Curso preparatorio de Estétical § 38; Wah/- p rensib/e, ídem 386 y ss. H . Gu ndert , «E nt husiasmos und Logos bei P laton», Lexis
kupirulot ionem z wi.'iChen Vu/k an und Venu s I Cap itulaciones electoral f's entrf' Vu/callo 2, 1949, 46, sobr e discursos filosó ficos: «Sería visible su entusias mo s6 10 verda dera -
y Vellusl , ca p. 9. Los afo rismos más impo rtantes de SchlegeI será n citados más tarde. ment e en un dicho que es entusiástico en sí, pero es verdadero s610 en la ironia con
En la temprana obra de Kierkegaar d On Regrabet lr on i med stadig/ Hen syn til Sm;ro- la q ue el "16gos" de ese dicho se sustrae, a su vez, a su propia intervenci6n».
tes IS obre el concepto de ironla desde aho ra hasta Sócrutf'sl. Ko~nhagen , 1841 (tr ad. 10 f { ,.f, ra1l ~ & 0" ~XO¡¡"f~ (Ul, J(<xXiJ~ ... 11 1l<X¡ &",trlliJ , Ira, 'J"lrl1a ~ TOtQ~TIl o ~aia
330 PLATON NOTAS A L CA P IT ULO VIII J31

¡ Si e:f qu e u ut t aquello qw esfumas continuam ente repit~"do. ts afIO bello y bwno 773 Ys. ; e1capitulo« Dialo g» en Wila rno....íu, Plat oll 11 , 2 1 y ss.; H.-G .Gadamer, Pla-
, toda fll f'~"dll ~mtjQl1 tt/ 76 D . fl,.. ..ir).¿.l..· bit'ra Ta ro~", ,, lÍ).'1m 11,1 tk nuevo ros dialekti$l:hr: Ethik / Etica dialk tíro etl Pla/ón/ , 1931, ca p. J &: S.
Q aquello IURras wn'5 repe l ido/ . 100 B. s P a ra lo que sigue d r. K. J usti, Die iisthttist:hen Elemen te der pla lonisch . Phi-
11 Vid . ca pú. 111 . los. / Los efeme" tos estéticos de la Pilosofla platónica/ , 1860, 9 Y s.
12 Cfr. O. Apelt, ..Die Ta ktik des ple to nischen So krates» t LD tticliCtl del Sócrates 6 Cdrmides , IS4 DE; A fcibflll!ts l, 132 A; Teeteto 169 AB. El milO del Gorgias (523
platónico/ , P/otOllische Auf siitu / A rtÍC'ulos de Platónl , 19 12, l OS Y S.; para el ca pit. C y ss. ) co ntiene u n perfeccio na miento del mismo mo tivo de la con tem plación .
«Ironía» cfr. tamb ién el articu lo de Apelt sobre el humor en Platón , ¡bid. 72 y 5~.: 7 Se piensa en el uso meta fórico en P la tó n d e luz y o scuridad , po r ejemplo en Fe-
tambi én H ara ld H bffdln g habla del humo r en P lat ón y, asimismo, E . Bethe, Die grit - dro 26 1 E d r ~¡ &"yHP / ttevcr a la luz/ ; Las Ley es 663 B: ro olloror k'l'fAWP / apa rtan-
chische Dichl rmg / La poes ta gríega/ , 1929 , 258. P ero el humo r presenta una concep- do la oscu r ída d/ , 778 C: .,.w~-U X OTO¡ / tuz-oscur idad r ; ta mbié n en la C arta VI1 341 D:
cíón de la personalidad por completo d iferente. Sobre eso a pu ntan las últimas frases t~C< 'I'M v ""W¡ /ence ndiendo luz/ ~ en el símil de la caverna.
de Kierkcgaar d , op. cít., trad . alema na, 275. Para eso R. Bultma nn, Glauben und Vers- s Muy corr ecta mente P rocl o , In A lcib. (Opera ínedita, Co usin, 1864, pá g. 308, 24
tehen /Creer y entend er/ ü , 1952, 208 YSS. , sobre el hum or co mo «secular ización de ~ ss. = Lo G. w esterlng, Proclu s Diadochu s, Commentary an Ihe First A k ibiudes 01
la sensibilización cristia na del sufrimiento ». C fr. tambi én Thom as Man n, « Hum o r und Piol o, p. 8): ro 1'Qooí,uc< TW ~ n :\a TwPlllwP bl<.:\;;"j'wp uvP 'j"~H TQO¡ TO~ ~ S:\ov~ aÓTwP
lro nie», Nach lese, 1956, 166 Y ss. u )j o,..o "~. IrO' OVTt b'1... ¡urTIJr ;¡~ fpfI< .... ¡t.v);:CI' l""'YiC<ll'fl''1XiU'l7Cl'1 ,.¿;" lI:\á TwP, (";O,, " W
u Sobre Oiotima vid . W . Kran z, Die Anlike 2, 1926, 3 13 Y ss.; Herm es 6 1, 1926, 'I á e ¡UTU' & TQ ,). or O ~TOl Tijl OV1'1'ea.pij, rijl TOi'i I"I:\OU,).poV /' f1' ....:\O'l'''OO..''''l ) OV1"! rij ¡
437 Y SS.; G . Krüger , Einsicht und Leidensduifl / Comprensió n y pasión/ 1939, 142 l'u m e ía1 a Toxátf1"01 pOl'l'¡l l:>o1rt e Tl l'l1 r hfl>'~<P<tOI P (o¡;n "I"'te ..9rt,¡,,, ¡<nI " oÓn !I).",,~,
Y ss.; ibidem pág . 14S: « Dio tima es incom pa rablem ente más que Sócra tes, segvramen- bv..arill' &1'a ..ra l ii;l &'-0 TWP Yt")'o"ó""" ;; il'l8i.."".. >..ap/JOrPl o6a. 1r(l Ol Tij.. pi.. .. TW"
m., óon'
te po r eso la sabid uría mística es más que la pregun ta espontánea por ella» . Asimismo
no hay q ue perde r de vista que P lató n nos mues tra a Oiot ima sólo a través del d iscur so
irón ico d e Sócrates y que Sócrates muri ó por la libertad de preguntar. Kranz cr ee en
Ira. ,pi.
n>.a"""U WI' Ol"')'1'eaJ'I"Í'''"'P n Mi<oKJI ')' &;U' 1::an Q lIa, ~¡« rieot' Xo6nt ¡<Óa1
Ir.ri l . IDO I~ IU TQi"", O...ip ..,.,rn. (11'01 ) rijl líA"l ";;'P &.aMí..,..,p lbi ,, ~ rn. Ira,
m vrn 1'" oIJiOI""l / Los premios de los diáfogos plal óni cos tratall de co neaar con todos
la historicidad de Diotima, y el aplazamien to de la peste (20 1 O) suena, de hecho, a sus o1Jserlladore-sJI han sido constru ídos po r Plalón po r una especie de atrarrión IN -
dato histórico ("riiger). Pero ento nen también es .. la figu ra real de la sace rdoti sa sin trol (Ja que ~ modo de CfJI1lposicióll se ellC"UMlra lejos de la gra" delJJ del jilósofo),
signirlCació n para la o bra » (Kran z). C fr. L. Robín , Pteton, co l. Dudé, IV, 2, 1949, y no sólo sr:rrbusca en la indagación , como algunos han Sl4putsto (pues no es convin-
pág. XXII Y55. Un ba jo rrelieve át ico de u na sacerdot isa , de en torn o a l 420, ha sido cente, Ili completamente posible, que se regi.slre todo inmediafamenle o partir de los
interp retado como de Diolim a: H . Moe bius, Jahrb. d. Art'h . Im t. 49, 1934, S8; K. Sehe- SUCl'SOS O de lo hablado só lo en atefICión a la reafización de los p latónicos). Sin embar-
fold , op. cit., 1943, 36. Fanta sioso, pero d igoo de ser leido, es R. Godel, «Socrate et go, como lambién creen nuestros dirigenles J noso tros adl>Cf/imo.s adecuadamente en
Dioti me » , svn«: A ~QC". G. Dudé XIII, 19S4, 3 Y ss. otros lugares - ¿en dónde?- , se encuen tran armo niza dos (a totalidad de fas didlogos
14 El Pilebo está lleno d e tales cambios de peso iró n icos. vid. nuestro to mo Ill, y la aplic ación a eso/,
cap. 28. ~ V. Wila mowitz, Plota n 1, 181 = 1, 2." ed. , 183.
J5 wilamowhz, Piolan 1, S54 _ 1,2. ' edíc., 560, construye 10 qu e el Filóso fo de- 10 C fr. mi o bra D. Gr . Ale. 1, 2.
ber ia haber co ntenido. E . Sal¡n, Plato n u. d. gríech , Ulapie / Pkuán J la ulopia grie- 11 Deussen , Secñúg Upan . d. Veda /6 0 Upantsods de los Veda/ , 1897, 426, esta -
so/, 192 1, S7, ve en la renu ncia a l Filó sofo la pr ueba de q ue lo esencia l ya había sido blece la comparación con Só crate s. P a ra la fo rma literaria de los d iá logos indios cfr.
dich o . El Pilór% sustituido po r el Ttmeo: W. T heiler , M useum Helveticum 9, 19n , Old en berg , Lehre d. Upan. / Doarína de los Uponisads/ , 19 15, 48 Y ss.
66 , nota 7. Más sobre esto en el to mo 111, 261 Y 478. Cfr. n na lmente las ingeniosas 12 Die Reden Gotamo 8 uddhos . M itllehre Sammlu ng. / L os disc ursos de Cauta-
a no tacio nes, demasiado ingeniosas a veces, sobre el Filósof o de H. J . x rsmer, A rr te ma 8 uda. Recopilación de dtxlrinus de par ticipoc:ión / , tr a d. a l ale má n por " . E. Neu·
b. Plaloll u. Arislotell'S, 1959, 247 YSS. , 316 Ys. Mi tesi5 sob re la « ilo nia sin palabras » mann , 1896- 1902, en pa n icula r el to mo 111. C fr. K. Fries, Das philoscph. Gesprót:h
no ha s ido co nsiderada por Krimer . H. C her niss, Lustrum , 1959/ 4, 146. von Hiob bis PlalO" / Lo ron verSQCión jilosóf lCadesde Job hasta Platón/ , 1904, 7S y ss.
Il J . Slenzel , ..Lit erari!iChe Fonn uoo ph iloso phi!iCber Gehalt del plalOni!iChen Oia-
loges» / Form a lileraria y coflfe"ido jilosóf v:o def diálogo plalÓtlit:o/ , en Allhan, der
NOTAS AL CAP ITIJ LO VIII Sludiell :. EIII....icklung d. platon . Dialtktik / Suplem ento a lo.ststudios para el desa-
rro/lo de fa dialkt;ca platónica/ , 191"'1 _ KI. Schr . lo griedl . Ph ilos. / Pequeños esNi-
I Her man Grimm, Caethe, 1894, 322: . los anl iguos con ocían sólo el pa isaje ro. tos svbre Piloso. griega/ , 19S7, 32 YSS., ha elabora do con agud eza el pro blema. C h .
mo fondo de las aedo nes h uman as : les fa ltaba el concep to de a Lslamiento en sí mis- ta mbién R. Hiru l, Der Dialog 1, 240.
mo ». G . Simmel, Rem bralldt, 1919 , TI: . Los elementos fuero n rigur ado s, en tre lo s 14 Así, por ej emplo , e. F. Herma nn, Ges. U. Sy:rt. ete., J. 354; R. Hiru l, op. d/..
cLáskos, com o si ellos tuvi era n q ue provocar en un co ntemp lador tipico la impresió n 1, 240 Ys. (a propósito d e La Rr:p rib1ica); Wilam o llliu:, Piaron J, 5SS = 1, S61 (a pro -
favo ra ble en la consideración d e lo caracter¡stico , belleza y clarid ad ... Un recurso muy p¡hito de El SoflS la). Por el contra rio, P . Wendla nd , en Nac h. GOlf. Ges. 1910, 112.
comú n en los pu eblos mediter rán eos se ma nifestó ta l vez aqu í: p roceder co mo si §e di- L5 Vicl . capit ulo V.
rigiera n a u n espectad or pr esente». Vid. tam bién F. Schmalenba ch, «:l ur Genealo gie 16 WilIe zu r Machi / Vollm /ad para la acción/ § 980; cfr. W. A. Ka ufman n,
dcr Einsamk eit» / Para la genealo gio de fa saledad / , Lag os VII I, y su Leibllilz, 1921, «Nietzsche' s Ad miration for Socra tes» / A dm iración de Niel Z,Sche por Sócral es/ , en
152 ~ ss. Pa ra Sófocles vid. mi artículo " Die griech. Tragtidie und da s Tra gische» / La Jaum. 11isl. of ide. 9, 1948,472 Yss. A esto de aquí se refiere probab lement e ta mb ién
Iragedia griega J lo trágico/, en Die A ntike (, 1925, 303, 314, 11 , 1926, 96. Aristóteles, M etafisico 1, 3, 994b 32 y ss.
2 FedÓIl 73 A. c rr. mi libro Der Gr . A lcib. 11 , 29. 11 Esta ría referid o a Wilhelm von Scholz, « Das Scha ffen d es drama tischen Dich-
} Cfr. W. " ra nz, « Das Verthal tnis d. SehOpfers zu seinem Werk in d. a1th ell. Lj . terSl> / La creación del poeta dram ático /, en Kongress J . A est hetik u. allgem . Kuns-
t er alU n~ / La ,,"ación del creador ron su obra en la Literatura de los antiguos griegos / , t wissensachft / Congreso de E.stético J Ciencias del Arte en generaf/, 1914. 3TI Y 55.
en NeUl' Jahrb. f. d. Klass. A II. 1924, 6S y ss. F. Thi erK h, ..Ueber die dr amatische Na tu r des plat. Dia l.» / Sobre lo lIaturalna dra -
4 C fr . en gener al R . Hirzd , Der Dialog, 189S. Adem ás K. Joel, op . cir.. r, 1921, mdtico del diálogo platónico /, en Abh. d . bayr. A lead. 1837, se preocupa de que los
p

332 PL A TON NOTAS A l C AP ITULO IX 333

cinco act os del drama aparezcan en el diálogo platónico. y no pasa de una considera. 1939; M. P . Nilsson, Gesch. d. grie. Rrligion / liisloritl de la Religió n griega / l, I ~ I ,
ció n mecánica. So bre las relaciones e ntre la Tragedia y Plató n cfr. M . Ge nlile. « P lato- 772 Y ss.; P. M. Schuhl, Eludes sur fa f abulation p/at onkienn e, 194 7; l. Edelsrein,
ne autoee d i d ra mmi ñ tcsoñcí» , en Ri~. d . FiJOSOJUl Neo-Scolfl$tica 22, 1930, 427 Y « The Functio n of (he Myth in Plato 's P hilosoph y.. , Joum . of H ilt. of Ide. 10, 1949,
ss. ; H . Kuhn , "Th e True Tralledy" / Ltl wrdodera tragnlial . en Harvard Stud. Ctess. 463 y ss.
Ph i/% O n . 1941 y B, 1942; D. T arr ant , «P lato as Drarnatlst e, en J. H . S. rs . 1 95 ~, 2 Sin perjuicio de qu e asimismo el mito sea a su vez.uf;ll ipo de >'~I , en el ~áli
82 Yss, E l viejo libro de James Oed des, A l! asDy on Ihe {"f}mposition e na menner 01 a mplio sentido del tér mino . Cuan do Plat ón, en Úl Republlco 501 E, dice . I:o>'m ...,
"" iliI18 of lhe ullcwnts. pa rticulority Ptato ¡ Un C/lSDYO sobre fa com posición y formas ;j, "v60>'0")0~¡U:' >'Ó)'<o!" r l/....... "M I >'~ 1k '0l I"' form~i?n polü~, que relalamos co"
d.e ucn.b!' ~e /0$ antiguos, en esp«iol de Platón/ , Glasgow, 1748, sigue la ant igua eri- palabr(;lS, fin almente se realim rd de obral . muestra indicado asr co~ ellas el ca ráct er
uca ~J!l5llca y como documen to de una línea para Platón como filÓ50fo-anista no mitico- Iógico de la fo rma ción política, q ue ha to mad o parte en el d iscu rso en am bas
C8r~c actualmente de mterés. Si bien de ~ ya no se esperarían , sin duda , impresio nes fo rmas.
válidas . Cuando F. Oundolf, Gtwf~. 1925, 488, ronuula: ..El diálogo es el ¡ mero apr o-
piado para la discus ió n de contrastes ent re los hombres, pa ra enca rnarse com o dr a-
no,
1 Úl Repli b fica 377 A : TO~'O 6i. 'l"o v .:.t 10 0'>.0,. ~l'l<f'" ohvoos, r,., Di aA~ l Eso,
si 51! di« en cuanto a la to talidad, n f also, )' asim ism o verdadero en una so la cosa/ ,
ma .., en efecto asl se hab ria hecho de lejos en la ob ra escr ita de P lató n para esta blecer- 4 l a po lémica de Colores co ntra la creación plató nica de mitos y, por su p~ne, 1~
se como d rama , igual q ue en la o posición de Goer he entre « poe ta» y «escrito r de con. derensa neop la tón ica del maestre resulta instruc tiva : Ma crobio, In Sommum Sclp lOll/S
versacío nes» (D ie gute n Weiber I Las bu enas comadresr, en A usg. tetz. liand, to mo 1, 2; Proclo , In Rempu blicam 11 , 105 Y ss, Kroll.
15, 1828, 265) Pla tón es tan bueno en lo un o como en lo o tr o)' co n frecuencia es más , Es pa rticularmente claro e n ese sentido Polftiro 268 0 -269 C , 271 A , 272 C O.
aquello que esto. Pero también Timeo 21 D, 22 C . . . . .
11 Es ~ún muy poco cua ndo Ducmmler , Proleg.:;. Platos Staat 9 1Prolegóm enos 6 Eso se ma nt iene corr ecto , au nque en general el hom br e pnmruvo como "l' v¡< rol
a Repúb.!,ca de P.!at6n 91 - Kt . Sch r. 1, 1901, 158, refiriénd ose a La República VI, "'" ,,,,"V'lf ÓÓ'1TOS " '" IiOTl/ W TO¡ ""i ~O I:>'Ol I dem udo , d~scal:;?, .sin lecho y desarm a-
491 E, d ice que, Sin una supu esta simpa tía, no seria comp rensible la realización ar tísti- do l es d ibujado en el Protágoras 321 C 5 y co mo "l'V¡< VOI )( W " lJT QWTO¡ / desnu10 y
ca tan variada de esa descripción de ca racteres. Mejor Alain (Emile C baníer), Idées, sin tec ño/ en El Polníco 272 A 5 esa relació n es importante. ¿Debería ser dibu ja do
1932, 17: «Platón se peint ici tel qu' il aurait pu atre, tel qu'il a ct aint d'étre» I Plató n Sócra tes co mo un hombre primitivo? Para la salida de Sócrates a Er os vid. L. Robin ,
se pinta aqu( tal como habda p odido ser, tal com o ha temido ser/ , En co ntra de esto La théo rie platontcíenne de l 'am our, & 154.
G . J . de vnes, Spel bü Plato, 1949,277, j uzga, refiriéndose a este a uto r : «niet geheel 7 Que el mito, tal corno se encuentra en Platón, se remite a P ro tágor as ~os I? ha
onj uist, maa r met een gevaarüj ke afdwa lin¡ naa r psychnlogisme en eeu populalr se n demostr ado la agud ísima y eru dita d isertació n de Dickerman n, De argumentls qUlbus·
psychoa nalyse». dam ... e st ructura nom ínís et animalium peti tis l So bre los argument os, exigidos a por.
19 Dio nisio de Hallca rnaso, Episl . ad Po mp . c. 2 (p . 760 R.): ,m i I:O>'¡'I ¿ n>.iTlJI tír de la estructura del hombre)' de 10$ anim ales, con los que.. .! (Halle, 19O?). E.stá
l'17¡ ~ l~ 1"<11O.06ro" - en tales particularida des de estilo- I:a ,,' abr~, WI J(a ,4'''''''''LO I demo strado qu e el cue nto pla tó nico se mantie ne en el centro, en una eslT~ h~ dISCUSIó n
.1 + a >."" á l fr""J(; ro" "a, &».0. '''''''''0', o ~ "{OQ l,.Ol Ó ,.Wot I Y rl ~rdote es m u- sobre la formación múlt iple )' o portuna de las cria turas y sobre el ad v~mm lef;lto ~e la
eI!O ~n taler portkularidaJes de estilo- en eru caso, como ha dk ho en alguna oca- civilización huma na. Pero todo eso necesita pa ra prod ucirse de un ongen unuanc de
sió n DemdrlO de Faleffo y otros seguidores; pues no es mio rl re"' tol . l a o tra tr ad i- una sola vez y en dio se encuentr a n diferenciados unos paso s no prctagóricoa. Así
ci~ está en De DemOSl~ c. 5 (p . 967 R), sin duda J(a l. ..-o>.VTl'Afwir TU l . ro'I ... 0lll, oi W. UXk OU.Gyllenband , Gri«hist:he Kultur entstehu l1gslehre" l Doctr inas griegas so brr
"-"0""0' .. ./T/#'ne tam b wn una ma gnij lanóa sacerdotal entre los... seguidores de an- el dt!Sllrrollo de la c:u ftural , 1924,20 -e-que asume lo expuesto po r Dickermann y lo
les. ../. la pa labra "-l/Ófl " " , I de antes/ , q ue iie emplea sólo en est.l iiegunda reda c- a mplia- podía atrib uir el rop aje milico como posible para Pr ot ágor as, asi st podrla
ción , dice por si misma que Dio nisio escribe diftl"tll cian do entre las d os veces (a pesar calcula r a pro xima damente cómo debla haber ttllido q ue apa rea:r en .él, corno d de~­
de Usener-R.lderm achtl" y F. Jaco by, Frag. Gr . liisl. 11 B, 228 F Il). n ollo de la , eli¡ió n. Y así se lee en Platón: d hombre cree , por la mterdependenclll
:l(l Vorarbeiter tu einer Physiologie der Pj1anun I Trabaj os previos pa ra una f /Sir;- con la divinidad ( ! ), en dioses aislados de tod a esencia de vida , y co nstru ye alIares e
logia de las planlas/ . Edic. Gra n Duq uesa Sofia, 11 , 6, 302. imágenes de los d ioses (322 A) . Se reconoce una vez más 10 nr;-prot asórico de esto;
21 Ca pilUlo VI. de esa ma nera vendria la duda de sí el ori¡en divino de la i"rro:rot oo,pia / habilidad
2l Ca pítulo VII. Ik nical y de la 'lfoAl1IJ(iy ¿pf", I virtud pn k'tical pueden llegar a iier puestas por com -
plt to a el(pensas del ro paje. Por medio de la frase l'lftúñ¡ ¡¡¿ 3 á rO" wlf01 9ficn ,u Ti~)(f
1'0'''01 Idespués de qu e el hom bre fXlrticipó del destino divinal , se man tiene tII umó n
NOTAS Al CA P IT UW IX co n t i ori¡ en de la religión. Pan P ro tágoras q ueda con ello m uy ~lOco de lo. res/.a nte
que Uxhüll, op . cit ., reivindica pa ra él, al meno s « la fu.n da menta Cl ón de la CienCIa de
1 Los pasaj es t n los q ue ¡<VIlOf )' simila res se encuent ran t n Pl atÓn t stán recogidos la vieja hht oria humanan. Fue remitido a Protágor as el mito por W. Nestle, Vom Ml.t~ os
po r F. Co utura t en D e p latonicis My this, 1896, 3 )' ss.; W. Wili, Versuch einer Grund- :;. Logos 1Dt-1 m ilO al lógosl , 1<}42, 282 Y ss., Y por G . Vlast os en la ~ueva edICI ón
fegul1g der p latonischen Myth opoiie I lntento de una frmdam el1tación de la construc- de la traducción de Jo wett , 1956, p. IX. En COnlra de un origen protagóTlCo : H . Cher-
ción platónica demitosl , 1925,9 y ss. (Rel::ensión J . Stenzel D.L. Z 47,1 926, 1139 y niss, A ) P ,7 1, 1950,87. Cfr . K. v. Fr itz, " P rotagoras», R .E. XX, 917 Y s.
ss .) Pa ra el tema de este capítulo J. A. Ste wart , The Myths of Plato , 1905; K. Rein- I Diels; Yo rsok r, 28 [18] A 35.
hard t, Piatons Mylhen, 1927 _ Yerm iichtnis der Antike lL egado de la A nt igüedadl ~ lll"Uó;¡ /f0l' 10 6T o a Xlló vOI ~>.o .. ~ l!'ClQ!'ÜOf "y~ViO~ W I , Ide~pu~s de,que les ~/egó
219 y ss. ; R. Wiggers, Beitr. :;. Entwicklungsgech. d. ph i/o Mythos d. Gr. I Contribu_ a estos lafechafijada de nacimientol, Protdgoros 320 D - l ll"Uó'I 'Ya" lI"Cl' vrwv 1 0 V1'W _
ción a la Hist oria del desarrollo de los mitos filosóficos en los griegosl (Disertació n XQÓ VOf lTf>'fl WfJ'1 l pues desp ués de que f ue cum p lido el tiempo de tod o esto l , Poi. 272
de Rosto ck}, 1927; P . StOcklein, «eber d it philos. Bedt utung von PlatollS Myth en» D. 1" v¡< vó ~ n "a¡ ¿"r v ..-óÓ'r¡1'OV /fOl O~<T1" W10V I desnudo, desea!::o y sin fechol Proló g.
l Sob re el significado filosófICO de los mitos de Platónl , Philologus, s upiem . 30, 1937; 321 C _ "l' v¡< ~o ¡ 6f
""i Q OTl/ W TO. I desnud os )' sin techol PoI. 272 A . 'lf ó>'m o ~" ~(7av
H . W. T ho mas, Epekeina. Investi¡ acion es sobre la buena lra nsmisió n de los mitos del I no habia ciudadesl, Protá g. 321 B - 'l"o>.. n<Cl ' 0 ~1< ~" v I no habia reg(menes polrti·
Más AUáde P latón (Disertación ), München, 1939; G . Krü ger , Einsidlt u. Leidensch., cos l Poi. 271 E. /n:W>.>...... ' 0 h o fi"... 6"".w ~ l enJfl dntroidos por las fierasl, Protd g.
334 PLATON
NOTA S A L CA P ITULO IX 335
322 B - ó.,,, . . .
t ono ¡,.,.. Q;',w" [so bre: n;,,,"- . I
1. •
/ Z eU$ temienao, en lo que roncierne a n
• U IS OV" Of,aCt( n,.. . :" .
~nt.lasf/('ras'/ Poi 274 B Z' 1 'O . ' ." 'Q ..... ~ IrrQlI aTrrlJulodos por n las {sv-
.1 ~ .,.
. ' r ')'f " U '11"4" " " "''''0 1.0' ' 0 ll"lh
.\u hungsu it des Phuidros I Lo.s did/ogos de juventud de Platón y ta época de forma-
ción del Fedr o/ , 19 14, 163); fue inten tado refuta rlo en eltexto. Asi mism o el a rgu men-
d o / , ?raid, 322

e (j"., " ¡,uest"!' estirpe, que quedase deStruida de l to-
••• " " ....../U". $ "Q,. 'I -\flün <rll' • • -
ro contrar io, en H. W. Thomas, Epek eiflO, 1938,7 1, no ha causado ning u na imp resión.
dad. ..c.o'l/ormandose para que /'1 0, agitándose r la;¡ fl! V"'Q ro Q"q 'l I •• . I la dil'i~i_ 16 Proclo , In Rem pub/o 11, 105, 2 Kroll: TOti1""' ~ ~ 1'P' 1,,&11 1/0: ,.¿;,~ AÓl' W ~
o• • "I. (1rTU 'HI"n:ÚTro V Ir q , ' AO "el'! . "PO (~racl'ó.n ... / Po.I. 273 D. n " O¡t>¡8H! 1f1o. l'P.f VW ~ ~ ....I/¡ rij, >< oap.,x ij¡ rá ~CW f Of"'Qia ril~ p.( a'1 ~ á'n iA" ""c XWQ'o. ~ ... I Y en ca·
la habilidad técn ica de Hefeslo; de Ai:n;~~~VQ ;;D 'I" ~"puv v ,1rvQ' ¡P rom eteo." ro ba da una de esos razanamíeruos desurro íiados ha alcanzado la teoría sobre ei orden del
n"O¡ilIO¡~ f , ri X"O: I 5, rrr,,' ' U \I'll l UTQV x er' !! e ue!i 0 rolag . 321 e - "'vl?1"" " QfilO: cosmos el fugar centnü/,
de He/esto ~ de su compa ñera de arte/, p~;:"~;: ~fV OV .I/ uego d~ Promet eo -': (J~lts 17 Cfr. ca pítulos IV y XIV .
de esas co nsid eracio nes y la explica f Isa r . Ux ku.'l. op. CII., a no ta la ultima 17& Vid. J. J. Morrtson , " Pa rme nides and a r». J.H. S. 75, 19S5, 59 y ss,
d o en a mbos d iálogos la misma ob a meDle '''d' como SI P lató n hu biese a p rovecha. 111 I n .m, a¡..f~,,1Ó ~ lun, Ira, 1.l>,áop(JoQ"" abro a...:r..,- ,,'1 d..... / p ue.l lo que es ingé-
10 Uno lIe ría a ' . ra, o sea~ a . e Protégoras. nilo. tamb ién es necesario qlle seu indesiructible/ - Parménides . ':'S &-ri ...,TO' le,,, "al
r
ke l. 1, 2JJ ) :am uch: o~::a~v~:~=sem~~ SI, C~~ Schleier~a~her (Plolons Wer_ a,.¡'¡AfOe ó" la T', ()lil"OR >'';'''fl " "'Oti,I'U'O~ / por ser ingblito es tafllbiln indestructible.
como, si se explicase con Orcre el ami go de los o ~ una op<)$Joón a lo platónico , Nu nca dejo de moverse/ - Em péd oel es . lr>.Aiwoo"m 6.a~ ...t efl oOOa¡tO A~l''' ' o;n
pre .. superior to an y Glher fabl~ of Pla to / so. rstas (PIara 11, 47), sería por siem- a ró).),lIo6a, ,,; n; l' í",-"c06a,l>IIl'QTO" / de ninguno monera a'SO de cumbiar constante-
lón/ . O. Gigc n, «Srudien lU Pla tos Prot a~o SUperIor ;hcu,; /t lefa otro fáblllo de Pla- mente. No es posibl~ que se deslruya ni nazca/ - Pa rmén id es. " l/T( l't"falku ,,¡;,. .
1946, 124 y ss. m cuentra q ue « fra mmt osdras.., en ~ o . ~Ia f. P. vonderMühll, ¿').Avalh:n tr l'ij.-e ll.i" " . l"ao''''l'i'~a , ~ o u~naoiioo: " "rij...... / ni nacer ni perecer permite
en el mito.. y se a fan a en hacer q8 e p rocedenCia d lstmla está n co nfo rmad os Justicia. Contra rodo nacimiento rompelido eslá a permanecer/ - P arméni des. n..s""""'11
11 De la bibliografía sobre los :itapa~ezca .Iodo com o un posib le d ispar a te. pi , trfffa8w tU1 / el nacimiento queda anutado/ , Alcmeó n: v , Wila mowit z, Platon 1,
babi lónic os e ind ios y sobre posibles i~nujo~r~tói~n7 y pa ra lelos entre los ó rficos , 456, 459. J. Ste nzel, z.:¡.o ~ und ..¡".,a ll I Ser vivo y movtmtensa/, 13 • Kl. Scnr. Z.
werden» / Devenir de humanidad y 1 d ~" reg er , «M cnschen-, und wehen- gr. P/¡. 1957 , 15: « Esas represent acio nes se d erivan del mundo de pens amiento de los
529 y "s.; A. Goetze, ZeÍ/${.·h. f . B~~~~jn,"~S'4enl~;~~!:.7rb. f. ti· Klas. A lterl. 1913 , pr esocráticos» . Cf r. K. Reinha rdt , Platos Mylhen , 83 y ss.
l, 2. ' ed., 373; J . Bidez , Eosou Plalon et t 'Ori ' , l . a mo wrtz, Pla/~n 1, 370 .. ISa The thineen Princ . Uparus. / Los treinta principales Upunlsads/ , trad . R. E.
und der Orient , 1945, 147 Y ss. (recensión d ~nlR ~Ph' V, J . Kerscbenstemer. Platon Hu me, 1934, 351: A us Brahmo nas ulld Upanisaden de A . Híltebrandt, 192 1, 123. A .
u Cap itulo 11I. e . ele, Gnomo n 22, 1950, 6S y ss.). (J . Keu h, The Refigion of Ihe Veda ond Upanishads, 1925,609, 613, a p unta a los « ¡>¡I-
Ila E. Fra nk, PIoton IInd die Pylhago~ 19n 90 . rejelos interesantes», pero es par a u na independencia a lt icmpo que se encue ntran «com-
Sieve in Ptato's Gor gias .. / A /fIIo cedil ' el ' .YS.; 1. M. Lin forth , ..Sou l a nd pterameme diferencia dos los aspectos particula res».
de O1lifornio en Ctass. Philo/. XI[ 17 : : : ." 295Gorgl~ tk Plotón /, Pub/U:. Uni l'C. 19 Sobre esas relaciones en los más tempran os v, Am im, Píaios Jugenddialoge (vid.
209,225. " , y ss., E. R. Dod ds, op . cit ., 1951, nota 15), 156 Y ss, Por ot ra pa rt e, aunque no dema siado cor rectament e, A. K. Rog er s,
]J Coururat, op. cu., deduce q ue &...:r The Socretic Problem , a pénd ice C . El P seud o-I séc ra tes, Demonica 32. co mpara el a l-
co ncept o racio nal de doctri na ~ ""f<Jn es u n con~p1o med io mírico y no un ma co n un ca rro . La relación entre elurc de caballos de las a lmas, que se eleva al espa-
Uislo ria de la Filosofia (por ej::::;l~ ;;r o se lo ma en la mayoria de las veces en la
lo mítico se so luciona de fo rma racio nal er , op. cn., II ~ l ·, g35). Ent onces, cua ndo
cio su pracelesae, y eí urc de caballos en Parménides, que lleva derecho a la diosa Ver-
d ad (NalOrp , op. cit. , 72 = 2, 74) , ya ha sido esla blecida en la Ant igüedad . Pues Se x-
y s.: .,Noso tros vemo s aq uf (o ~ea en el F;d~~Y que a~udlr.a Hegel, Werke , X IV, 2 11 to . Adv. M alhema /. VII, 112, int erp reta el Proemio de P arménid es co n el pensamie n-
cia como un re<:uerdo Dice ex ) en q ue sentIdo habl a Platón de la cie n- lO de P latón . C fr. K. Rein hardl , Parmen ides 33.
y semejanza.). Así no ~e im pi d :,~~s~~e~~ q u ~ eso sólo ~e afirm arl~ en c?u:paración 19. En otro tiempo ha bía co nsiderado esos versos como <. ór fico s" . Pero Schleier-
«anámnesis» --de hech o cIJa es 1 g a .rn~nera una mt.erp relaclón ,do glca» de la macher 1, 1, 385, tiene razó n en «que toda traducción de /."ff., &... iJO f10< / versos mis/t'-
B. R . H onigswald , Phi!. d. Aliena f~~su~:-, n de tod o Afl' U,. - . (cfr. , por ejemplo, riosos / es prop iame nte sólo una adi vinanza ». El mismo hub iera desea do atr ibuir lo s
d e la interp re la ción d e lo milico ~moJ· ~o ha'y qu: prev~lII~se a nles de liempo versos a P lat ó n.
lo psicológico.. (Nato rp Platos Ideen¿-;:na /t
~n~oón sm vacilaCió n de lo lógico en 20 Sob re el el~m~nlO asu o nómic o del Fedro y la d ire<:ció n relacionada con él en
G rassi, 11 p roblem a dell~ Atetoftsu:a Plato':~ 19 , 36). Cfr . pa ra ..a ná mncsis>o: E. e l Timeo cfr _ Stenzel, Z<j>o..._. _ KI. Schr.. 1957, I Y ss.: Wila mow¡tz, Plalon I 456
a la lerllJ" de Plalo" 1945 3S / Ha)' / d ~6n : 2, cap. IV; A . "oyr~ , InrrOOUClion • 1, 2. ' ed ., 461; Arn im, op. c;I., 174 y 55. Boeck h, PhilolllOS, 1819, 10 5 Y55. ha inter-
r~_ de Plaldn, Alion';'/ . Ko'yr~ reco nO: e~r:cl <le a r:as~~flano: l m rodur:ción a la ler/u_ pretado esa pan icula ridad d el Fedro como influencia del muy inseguro eran ..Filolao...
Clo n enrre mirico y serio . Ha u . ~r ter mm c,:" pero esl.ablcce una oposi- De ~Ilo queda incluso algo co rre<:l o, si ~ p rescinde del no mbre. K. Ker~n )'i , ..Aslro lo-
" cxistencia..; Cfl. capirulo xf,q
e ap roxlm aue a la cuesuón a partir del con cep lo de gia Platonica .., A rr:hillf. ReligiollSwisJ. 22, 1923, 24 considera la exp res ión &-QX0 l'R J
I ~ Esquemá lica men r~ . . ' . . / dominando/ e n senlido astro lógico y a los doce d io ses como los dio ses del Zodí aco.
2~g, 2S No rvin : 1Q'~'" hf ;'ta¡;,:t~,~v:~~~P;lI~ ac~ón e:n Ohmplodor o , In ~h'!.edo~, p. Lo conlr ario J. Kerschensteiner, Plato und der Orien/ , 183 y SS.; w. J. W. Kosler ,
"a),A()~ l"(), tinu 10~ M,o, ~ 6,· 1.. .--. . ij p~ ... ~d le des p'hl1ldon ) nQ' 1W, TOl"W~ « Le Mythe de Pla lon, de Za ra thou stra el des Chald~e n s», Mnemosy ne, Suplem . 111,
• , oe')'m , l"tl/' 1W ~ 6 ' ,..a rO ~1 ~ • . , n' .
'He'• TW~ - , ' '1
' Xa rOpf ~W ~ / de Ius lres escutofogl. ' W~, '1 u~ H O"' t !l(;" 1951, 4 Y ss. A. v. Salis, «Die Gigantoma chie aro Sch ilde der Athenea Pa rthenos", Jahrb.
hincapié ell ei discursu mús que en los !lIgares u: e:/JI~n les: .. Ulla [Iu del Fedó n} huce d. Deu/schen Archiioi. IlIstil. 55, 1940, 160 Y ss. consi dera el moti vo del carro en el
y lalSde La Rep~b!ica sob re los j uzgad os/o , a e orglfls acerca de los que ju zgan mito de Platón co mo inspira do en el escudo de la Alenea de Fidias . La compa ració n
La eXpre.~IÓn ,(doctrina del pere rin . d ia l . es cor recta y no se puede duda r qu e Platón se habla fia d o de la ob ra de Fidias ha,ta
mente a llí, si pudiera llegar a ser desig:ad:~~ g e i a ~ as » sen a re<:haza da exp resa _ e n los delalles . El err o r en la co nstr ucció n de v. Sa lís es q ue é l mterp re ta 105 co nceptos
nuestra de q ue P lalón no tu viera ninguna doct ? co: o e resultado d e C$a explicación ~)'t"';"'" TÓl~'I • .. oo...t'~ , etc . e n senlido milita rista . En el mito platón ico no hay guerra
ción de las almas. Es opinió n generalizada q~lU: G una cosa asl como la peregrina · a lguna.
todo de esa ..doct ri na ,. (por ejemplo H A ' ~ ha ' rg/l1.S no loma referencias sObte 21 Ad am hace notorio con raz ó n, en La República 615 A, q ue a lll ~I periodo de
. v. rm m, r ,otos JlIgenddlalog~ und di~ Enl- 1.lXX> años no se rd iere en si a l per iodo d e vida de 1.000 a i\os, micntra q ue en el Fedro
-
JJ6 PL ATO N NOTAS A l CA PITU LO IX 337

tod o el per íod o intermed io de nacimiento a nacim iento se cuenta en 1.000 a nos. P ro- " a ToU tUCl'nt l. 0:0. ....,.;¡t ,..oc:.. I<I, ",nj¡.a ra " a i 6"t,.,.ara fa vn;".l1¡<ñ, rr(lt'Po. / Es-
babl~men le . por l;'OCO q ue Pl aló~ ha ya ren~xionado sobre d io, es esa diferencia signi - lubledénd~, nos cuidaban como a sus rebailos de pasto, poseuones y ensern! PoI .
Iicativa en el sentido de nuest ra interp retación . Cfr. para esto y lo siguiente v Arn im
op. dt.• 168 Y ss. . ,
271 D: ro t4>a "ara "}'f "'l "'ai lr'Y'~ olo ~ ~o,..ijt 6tio•. b.".x~~m 00""'0 '" / u los S;
res ~i~os los /"('partieron ¡o~.npenr.; J. /"('ba~(J$ los d.1~lnOS dem..0n~s/. ~~. 109. C; ti<
22 Sob re la relació n entre estos 'fados y los grados de la ccmpcsjcié n de la ciuda d :.-q""• ..,t &:.-• ...8... 0..,H o•• o..alll TI.80' ~ ~ X't' lopaT TOI'l . O, l(Cl'TQ ... . a vTw. 6.a. 0....
'1 del alma en Le Repúblit:acrr. v, Amim, 167. otiT<ol'l &yo..res ro BnlTo. 1"ir. l" v{jf,, _ . !con /ro/ando con un timdll df'lSdl' la popa,
a
U C fr . 1/. Arn im, 211 y s., q ue rolo se eq uivoca en que considera el moti vo in- tratando el ulma con ¡Wr:fuasión, llevando todo lo mo r/al según $U plan osi r abem a-
serta do exter namente en el FroTO. Se Ira la en efec to d e la I(I <.>TI"' . ,.a~i", / Iocur a amo- ban / PoI . 272 E: ~ " v{j.p"'¡"'1 o:.., ,..lJÓ<rAi.......:íU OI ¿tPi¡u.'o, / com o 1'1(Qpitón que
rose/, que en su grado más elevado lleva al f:OO" '1 finalmente el opv,ooo<¡>os es idéntico su rltu lu barru drl tim án/ . Gr . 121 A : Ini~·. ro;; Blo ;; p.t. ,w '(l Cl' It i,..,,,o( l "(tVt TO
al rp,)'O, o:AoSo el l") ~'''''¿'s J(Q¡ lr¡wn" ós (248 D ) (ef e. IIO"""'¡;" [ l/in Rep . 111,403 A) . l. a uror, 1l0XNf. rij> B.....,rij> ",ai TOAM"" &- " a •• ",.¡.'1. TO bf lr..B(lWI(, .o. ;;B01
24 Aquí se neta u na a lter ació n textual : ' 215 A 1 o 6t &" n n>'''s. o ,-wl' Tón 11"tI< (>irru . rOTI.;;mr ro ~" ó .1O" tPi(lu.ld" ro;;~Tft ioX'I,..;.ov. /pero cuanao la parte
Yo>'v8dt,...,,. l el recien iniciado , Que ha visto mucho de /0 d e t flloll CU/ no pu ede ser divin e se iba haciendo borrosa en elfos y se iba mue/ando en muchas paNI'S con abun-
co rrect o . P ues_Do todo &-" n T,,)"ír necesita ser :'-OAlI8oo,,II<oI" y tras to cado , en la med ida dan le morta' el carácter humano se ibu hllCiendo predominante; entonces, al ser yo
en q ue se man tiene en 250 E I 3 ¡t;, I'(O"A'I;¡ Ó.,.p8a(!¡&f"o$ / d que no $('(1 nue vo inicia- tncapaces de 'mantellf'1" lo actual, se soslf'n{an de malo manera! - Polo 273 B: rou,"",.
do o destruido/, Lo más p rob able en nuest ro pasa je sería Ij e n lugar dd segu ndo J. a"'", ro OWjIDro..¡'ú rij~ .."'Y"Qir......! al.TIO ~ ... /in 1"O~ij l ,;;~. ¡¡.tr~t:x.o" a~tiCl'1 ~,, ¡ .
y ~si se encuentr a en el papiro Onrrínco 1016. Vid. pa ra esto E. Sa lin, «P lat ón, Dión, . tS ro•• ¡¡ ~ ",óa/Ul. lr.pllr, <J6al.....,..."(la ¡U" ro~a, :'-OAA'1' ~ "'~ rwf' l va"n••w "'(la....
Aristót eles », en Ro ben Boehringer, Eine Freundesgobe, 1951, 525 y ss. La referencia J.. t "}'Jrt(la .. ioI"HOI oTi 6(a.,,8opirf ",t~v.o. a.p,,,~dr(n. !de esta en eso /0 human oide
de la pa lab ra &QnnA~1 a Aristóteles (Salin 533 y ss.) es ingeniosa, pero mu y cuestiona- de la m ezcla f ue culpable .. . parque era particip e de m ucha desorgun it acián antes de
ble. 1) &nA~ 1 y YtO nA~ ¡ / no iniciado y neófito/ pertenecen a la jerga de los Misterios ' I/egar al orden actuat •.. poca la buena y , en cam bio, sobreañodiendose la gran amal-
lo lIIismo suce de posiblemente con a " r, nA'~ I ; no necesita ser una acuñación n u ev~ gama de los contrarios se liega al riesgo de corrupclán/, .
de P latón. 2) A Q ":rro rtA ~ f y & l!nT! A~f tienen diferente acento , por lo tanto deben de J4 L. Campbell, T ñe Soph ísrez and Políticus of Plato, 1867 , p . XXVlll : «El rnou-
hab er ten ido muy dif erent e so nido. 3) «A ristóteles» no quie re decir «el nombr e lleno vo p rincipa l de la fábula es lla ma r la atenció n de la mente por apo yarse en un ideal
d e prom esa: el m uy santificad o », sino que el nombre significa el que cumple lo mejor . co mpletamente abstracto. Nosotros no esta mos viviendo en u na ed a d de oro: o sea,
Se p uede compa ra r a no mb res com o Ka AA( ffA,!I, .t;"~¡J.o rf¡"71 S , n " Cl'h ff A71 I, OlloutA71I. nosotros , al esta blecer nuestra concepción del verdadero político, hemo s de hacer a~?""
No está pro bado , pero es muy posibl e, que en 252 E 1 to'os 6.oy se refiera a Dió n de pio de las condicio nes imperfectas del mun do a ctua l». Es corr ecto , a unque ta mbi én
Siracusa (Sa lin, op. cu., 532).
2' So br e la interd ependencia ent re Eros y alma, q ue efectiva mente se tra ta de a m-
bos como «ímemedíanos», cfr. E. Hoffma nn, «P latons Lehre YOn der Weltseelc:» / Doc-
a lgo super ficia l.
H C fr . 210 B: TO riJ. ro;; ..-a.rol .po"in Tori ¡d~ 1",· & .¡;. ""Jr"0i"1O"1 opi(l tu6Cl" .
TOri fH ITi ra~anúr / eI movimiento de todo era llevada unas veces soore lo que ahofQ
trina de Platón sob/"(' el alma del mu ndo ! , Sokrolr.; 19 15. 181 Y ss.; del mismo au to r gira en cam bio otras W'n'S sobrf! lo contrario! - Empéd ocles frg. 17 , 1: To ri ¡J-. ")'QQ
«Methexis und Metaxy», Sokralr.; 19 19, 48 Yss. Cfr. más a rriba capitulo 11 , 4 3 Yss. r. ,;. . e
~ ¡<i¡ ~o' tb,a.lx TMO"",., rori b' Cl'~ 6.t<p v... 269 oootit tl"IJJrt'~ . li.. 6f 6ir
26 Sob re la clas ificació n sistemát ica qu e se to ma pr estada aquí, cfr . v, Arnim, op. MUtor Empédock:s frg. 17 , 25: ,... oiiru ... &6Q-q" . 8",rot lr"~Q . uu o· (nov<. 212
»

cit. , 215 y s. D: l,..u6ir ')'lrQrirHw' ro Un.o~ X" O~o( I"M '~ - Empédocl~ f rg. 30: a ~TáQ l:.-~ i ,.¿..,..
17 Para lo q ue sigue vid. capítulo 1, e n co ncreto pág. 25 Y S'S. " '''01 l.¡ ¡<fAft""'" 16Qi~ li n ¡¡.irt l' &-.O(lO VO. Tf),..o¡&f.o<o XQoPO.o.. . /17, 1: pues
1:1 C fr. R. Reirzenstein , Sl~d. z. amiA:. Syn1<ret. ! Estudios sob re el sin('/"('Iism o an- un os veces fu e ocreoentado a ser ",na solo a partir de mochos, y f! /I cum bio otras se
tiguo! , Bibl. Warb. 1926 , en pa rt icular cap. I y IV; J. Bidez, Eas ou Platon el l'Orient, iban dispersando. a su W'l, . . • J69 C: nadie lo ha dicho, ahora, en cam bIO, pretisam ell-
1945, cap. X. /e hay que decirla. Emp. frg. 17, 2$: eJU ningún... mor/uf la ha sabido. En cemb ío
29 P~ra el mito d~l Tímeo c h . - a demás d e a los comentaristas- E. H cffmann, lú escúchalu. 271 D: pues una Vf'l q",e sea cumplido el tiempo de todo esto - Emp. f r'!·
u P latOnls mus und Mm ela ltel">t /«Platonism o y Edad Media/ , Bibl. Warb. 1923!4, 60 30: pero cuando UIl gran odio se crió ent/"(' sus miembros y se lanzó por sus prerrogali-
Y ss. vas al OImplirse el tiempo .. .!. El último pa r ya fue compa rad o por Campbc:11 en la
)(l J . Buru et. 0,"1< Philosophy l . 1914, 338. ha demostrado qu e el personaje d e pá g . eit . P ara la po$ibilidad d e un model o o rienla l cf r. Rcitzcnstein. Syn1</"('tismus, en
la conversa ció n no es el «tir ano » C ritias sino su a buelo. Cfr . tam bién A . E. Ta ylor. especi al el cap. 2; Bidez , Eos, cap. 9; Kerschensteiner , Plalon u. d. Orient, 103 y S'S.
Comm entary on Plata 's Tímaeus, 1928, 23 Y ss. Es perfecta mente evide nte q ue ya en Po/. 270 A "'r' a ~ ~,;o n.i 6~'" ....(l0. oio." .la uro"
JI Como en ot ro tiempo N i~buhr, asi a hora G . Sa rtan, A History o/ Sciencf! 1, ll'a .ria OT" t ""." a "'r o.!ni que dos d ioses, con pensa mtentos op ues.tos ent re Sl, lo ha,
1952, 408 Y ss . Co nt ra Sanon Vid. en el to mo 11 al Cri fón y Menexeno y e n el lomo cen gira r!. asi com o en Las Leyes 896 E. se ha contemp lado el d ua lismo persa . De
111 al C.ríllas. ~af1ii lio Reino al Criti as: Pl ato ooster officiosi ssimus patria e suae filius la co ncorda ncia o bjetiva con tal representació n esca to lógica co mo la ¡¡ue Reilzenstein
la uda vlt eam In Menexeno ex rebu s co ntr a or ientales, laud at ru rsus in Cr üia ex rebus _segú n A . Ol rik, Ragnarok, 1922, 385 Y ss. - a lega del Mahabharalo y del Bohm an-
co nlra occidentales. Atqu e utro biq ue , ., co mmone fa eit omn es ne pat riae sint ¡ngra ti. Ya.lt persa, además de los cuent os (Mar chen) o rienta les y nórdico s, ha y qu e decir asi-
/ N ues/ro Plató n como muy alen/o hijo de su palria la alabó en el Menexeno a par/ir mismo de Plató n lo siguiente : en tod a escatología f ue hecha sensi ble la trastoc aciÓIl
de los suceso~' contra fas arientafes, la afaba de nuevo en el Cri tias a partir de los suce- dI' toda norma y por medio de ello el final del mundo que llega, de forma que ¡¡uita
sos ron/ra los accidentales. Yen cr,J da uno de es/as obras. .. avisa a lodos de que no ma gnitud y dur ación a la vida de lo s hombres. Reizsenstein ha est ableddo perfecta -
sean ingratos con SIl p atria/ o ment e y con raz ón esta relación en Hesiodo Erga 181: ~ h (i" ")'H"ÓI"~" O ' :.-o¡",oJrpóm ljOo<
J2 Cfr. para esto J . Kerschensteiner, Plalon u. d. Orient, 1945, 181 Y ss. nAt6WfJl !cual/do, al nacer, se conviertan en de blancas sienes/ o Sin embar go , P latón
lJ e r. 109 B: 8~0 ¡ &raaQY 'Yij~ 1"OTf JrarQ ro1os ró ,,"ouT 6.~"á'Y XCl'M . ! Los dios es se apa rta de todo tipo de perceptibilidad . En él es designado por med io de ello el tiem-
en una Q('OS'ián se repar/{on por lugares roda la /ierra! Poi. 211 O: "aro rÓ1"ovl ... po de la perf ección , en el que el dios sostiene el tim ón del mundo, de forma q ue ento n-
h o 8tw. &(lXOI'T.w~ :.-ál'T· ~. ro ro li "'OU/lOV ¡¡.tQ'1/nUA'I/I¡¡.iva / po r lugares.. . bajo el ces seria to do al rc:vb de 10 que es ho y: los ho mbres vend rian per fectos a l mundo y
mando de los d Ioses todas las partes del mundo estaban repartidos! . Gr . 109 B: sie mpre seria n jó venes. Se deb e ente nder cla ramen te cómo sucede esto pa ra R•• de for -
p

338 PLATON NOTAS AL CA P IT ULO X l 339

mil q ue, si dependiese de una rela ció n, P latón por lo menos hu biese trastocado el senti- Trolla de la d íatécnco platon ica/ , 1917, 13; PfafO's Melhod 01 Diuloc/ic, 1940, 36 y s.;
d o d e esta. cosas co mplet ame nte. E ntonces eso, ta l co mo yo lo v00, no concuerd a ni MelQphysik d. A uenums, Handbuch d. Philosop hie I MetoJ/siro de la A nligüedod, ma-
e n el moti ve n i en el uso. Desearíam os q ue los gra nd es período s, c ua nto antes, esruvíe- nual de H losoj lol 1929, 101; « Der Begriff der Erle uchtung bei Pla to n .. I EI concepto
ra n unidos en genera l y tota lmente co n el Or iente. (So bre lo s cua tro « Yugas» - eda des de ifuminad ón en Platón l , Die A nlike 11 , 1926, 235 y ss. _ KI . Sc ñr, z. griech. Phi/os.
del mundo- de la Ind ía vid . Chr. Lassen, Ind~he A lsenumw. I 2, 1814, 499: «no 1957, 151 Y ss.
~,:y. ba se pa ra sostener que ya a ntes d e Alejandro el sistema ya era habitual », según I W. Dilth ey, Gesomme!te Schnflf'n 1, 1922, 182 y ss.
JUICIOoral de Geldner. ¡ Así, dad o e l punt o a que hemos llegad o sobre «infl ujos entre
am ~ " e « inte rd ependencia», habría q ue p reguntarse qu é sen tid o tiene esta per iedi-
eacsc n en una pa rle y en erra.
)(o Hegel, W('rke, XIV, 189. NOT AS A l CA P ITU LO XI
17 Cfr. desde la polémica neoplatónica contra Colctes (vid . cap. IX, no ta 4) aMa.
cro bio In Somnium Scipio nis I 2, 17: De diis aut em el de a nima non frustr a se nec I Pa ra ñ)"llhís. Q>..j8ua, et c., ch. E. Boisacq , Dj¡:tionna;re rtymoloRique de la tan-
Ul cbtectem ad fa b ulosa oo nvenu m, sed quia sciu nt inimicam esse na tura e apenam gue grea¡ /le, Heid d berg , 1950; además lo s de Lídeü-Sco u, passo w-C r óner y los aro
n ud amqu e exposíuonem sui. Q uae Sle UI vulgari bus hominum sens rbcs imellect um sui tículos reseñados en R. Kitt el, Theologischn Wórlerbuch 1, 219 Ys. Mu y pru den te es
va rio rer um teg mtne operi memoque su btr a ~it . ita a p rudentibus arcan a sua vo lunl per la tesis d octoral de Goniegen d e W . Lu rher , Wahrhtit und Luge ;m altes/en Grirchen-
fa bulo sa n acta ri. / S¡" l'm bargo, sobre los dioses y el alma IW Si' vuf'll'en Qlaslóbulas tum / Verdad y mentira en el hf'1enismo más antiguo l, aoma. 19H .
en veno purQdistrQf'r sino porque Stllwn qu e ,.,/Q expo sición Qb;erlQy ctare es enemiga ¡ Ety m. !s1agnum: 70 P' ).i¡/ÑI. lo. OT'TTOJ' 110 que no CfligQen o fvido / . E/y m . G4 -
de ni noturQ ff'lJI. Y. as( rom o se nl stroe su comprf'f15ió n o los 5l!nlidos vufgares de la dianum: ra(IU ro ).;¡J", Imm alld del oIvidol. l-lesiqllio: '\')..,9tif ot,..,t.t~ l.tMofJa ~ófU. ~'"
gente fXJ' la VQf'ÍQdQcubierta y envoltu fTl de lascosal", de a ra manera quieren las intefi- I w rdodrros los QUt nodo se I~ ptlSt' por aflol . Sexto, Adv. Lo g. VIII &: S: &et, . .. ¡
gentes qu e _ n tTQtadQS mediantel dbulas sus 5«rf'tos./ . Cf r. la mbibl el neoplat 6nk o o )..,6il 'II't(l"' ~~ t i"ijaOa. TO,.. ).~ o ~~ .. ",.,..P'i¡,,.."";,,.,, . Id. dOllde tambir" ${! di~
Salus tic n t " i ,,,';,, .... ¡ ..Oc/U'u / Sobre díosesy mundo/ ed . Nod :, cap. 1 (Tt (li ,.íAw~ sig" ij"lCtllivQm. " te « verdadero.. lo que no olv ida la opilliólI grnerall . Ol impiodor o, 1"
/ soore mitm l ); r~IQn.Ji ....i ,.0, "ÍH1I'''~ "VIlo, t ir." . a<.>,.ánoo',.i, "'.. ¡ X"'1,",T"'~;' Phuedo nem, ed . Nor vin , p. 156 , 15: [1" 7;;" ,..,¡; X.. ,,,,,,, floll ] &eH "ai ; '\').,¡8Ha ro
...i~ Y'Q"o,.i""" .,l.IOXW ,.Ji .... ¡ ~.,¿" "(Iur ,.o/.¡,,,,, . l a posible tambirn dociTun mito oro,.a Ó'I)." ').i¡tI'Il ¡"'/Jo)., ' d ...u ri¡, lr.ari""", / [a partir de lo dI' Qurro nto) de dondt
1'11 cuanto al mundo, ro n cuerpos y objnos que aparezcan 1' 11 rf, y en cambio ocultdn_ tamb;rn lo «a/itheitn mu estra en et nombre que f'I conocimiento n una salida del olv i-
dose atmas y mtlltnl . do l oC fr. para esto a R. M . rones , Tht l'Iato nism 01Plutarr;h, d isert ode Chica go, 19 16,
)7. Vid. pi,l o 54; P. K ucha~k i , ..Ob servauo ns sur le mythe des "Lc is" 'JOl 8 - 90S 101.
D». en BuJl. A.s:soc. 8udr, 1954, série 4, 31 y ss. l Cfr. Kar l Daeichgráber , Hesiods Theogonie 80-103, Ooningen , 1947.
la Ta mbié n J . A. Stewart, nI' My ths 01 Plato , IS y ss. ha llegad o a hablar en se- • Ern st Heitsch, .. Die nicbt -philcsophische AA lle ~; IA .., Hermn90, 1962, 24 y 5$.
meja nle relació n de la ca rta de Dante y la explicació n correspo ndíeme d el Con vito, A lli ta mblén la 1I11eva bibliografía. que Hettsch sigue a part ir de Jo h. C lassen (1851).
so bre lodo para retira r a 10 5 mitos de Platón de las alegorías. Remitimos en particular a W. luth er , .. Der rrühgriech. Wah rheilsgedanke im Lícht e
J9 Fedro 229 8 Y ss. , Lo RepliblicQ 11 , 387 D. lo que a lli se denomina lJ.¡' ~o ... der Sp rache» I EI pensemleruo de la verdad de los viejos griegos a la 11.1% de IQle"gua l
más la rde es 0).),'1 ,.."" .... cfr . P IUla rCO, lJfoQud. poet, 19 E . Ha b ria q ue escribir a lguna en Gy mnusium 65. 1958,75 Y 5$., ya C. J. Classen, «Sprachlic he Deu lu ng als Trieb-
vel una Historia de la Inlerpretació n co n u na amplia mirad a , a l menos , sob re las lile- krart Platonischen u nd Sokratischen P hiloso phie re ns» ISignificado linguistica como
ra turas clásica, ; ud ia y cristiana . c rr. pa ra 1'510 R . Bultma nn, Das Problem der Her. luerw 'IU)/ri: del filosolar p/o/Ól/ica y wcrálical en Zetema /a 22, I\.tí inchen 1959, 94 y ss .
mene/ltik , 1950, e n: Glaulwn /lnd Verstehen I Cret'f'ycomprend" / 11, 1952,2 11 Y s.s. s Yo ha bia u presa do a nler iorm enl e lo mismo con las pala bras: siempre u nidas a
verbos de lengua, depend iendo de uno de esos verbo s. lo q ue es simple estableci mien-
to de una situació n linguistica Heidegger lo j uzga como una «co nclusió n a nticipada»:
NO TA S Al CA P IT ULO X UCllel y lo s Gr iego s en: «Die Gege nwaJ1 der Griechen ¡m neueren Dellken» I Lo prf"o
sencia de los griegus en ef nue vo pensmnien lo / en Fi'SISch. l . Hans-Georg Gadamer
1 O . M . A . G rube, P/¡JlO'S Thou ght I Pensamiento rk Plolónl , 1935. (Hay tra duc- (Ti.ibingen, 1960) , 35 y s.
ción a l ca!>te tlano en G rcdos, Bibl. H isp. de Fil.) P. Shorey, «The Queslion o f the So- ~ Sobre el pa saje M 433 'l' ~ ~ ~ Xoq ..ijrn &).'1!1i¡s o &>"i¡rn l una mujer hilandera ver-
cra lic Elemenl in Plato» I La cue,s/ión del elemento socrático en Plotón l , en Procee- dadera o vogQbundal vid. l ut her, op. d I.. 24. Cfr . l eaf a este pasaje y H . Fran kel,
dings ol tht Sixt h Interna/. Congress 01 Phifosophy l A ctas del sext o Congr. internac. Dit Homerischl'n Gleichnisse I Lus comparaciones homéricasl 5S y ss. Qu ien se Incline
de Hlosoj{QI 1927, 577. Ueberweg-P raech ler, Grundriss d. Geseh. d. Phil. I Funda- por la lectura o).ijn s debe cuest ionarse si esa lectu ra no se hace muy impro ha ble por
mento de Hist. de la Filo.sol/o l 1, 1926,262. Sir Da vid Ross, op . cil., 1951, 174. la consonancia de sonido de xo"vijru ¿'Xijnl . &X'II0ql parece ase nlarse en /'- ' l<1a (cfr.
2 J. A. Slewa rt, Platos Doctrine ol Ideos, 1909 . H . Fricde man n, Plalon: Seine Ges- larH<1 uoa Iq ue se asemej a/), mientras qu e ¿'>"ijns sería mero ado rno .
talt I Platón: su l igural 1914. R. S. BJuck, Plato 's Ph ocdo, 1955, 180 y ss . 7 Parménides: 28 [181 B 3: TO "ra" OÓTO voo ,v la7iv rf ",o , dv a . ,<p ues lo mismo
l H. Chern iss, «(T hc P hiloso phical Eco nomy o f the The ory o f Ideas» , A.J. P. 57 , e.1 pensar y sen>: Dicls·K ra nz. "Pues uno y lo mismo es pem ar y .~en> : K . Riezler, plJr·
1936,1 45 Y ss. W. Windclhan rJ , Lehrhuch d. Gesch. d. Phi!. / Mét odo de Ili.st. de la mf'nides, 1934, 29. ((For it is th e sa me thin g that ca n be thol lllht and that can be» IPa-
Fil.l, 1910, 76 y S!. ra e~'to es lo misma cosa que puede ser pensamiento y que p uede serl : F . M . Co rn fo rd ,
4 W. Lulo w.! lawski, The Origin ami Gro wlh oj Plato 's L ogie IEI origen y desa. Plato IJnd Pormenides, 1939, 31 Y ss. «Lo mismo pucde llegar a ser pensado y ser>;:
rrollo de la Lógica de Plutón / , 1897. U. H lllscher, en Varia variornm, Festgobef. K. ReinhardlJl, 1952, 79 Y S. C fr. lam bién
s W. R. ¡ nge, «The Phi losoph y of Plot inu !H, Giflord Lecl. 1918. H .-O . Gadamer, obra a nterior, 64, y H. Frlinkel, Dichlllng U. Phi/o d.lrü lzen Grie-
6 R. Ho nigswald , Die Philosophie d. A ltertu ms /La Filosojlo de fa A ntigüedad l , chl'nlJuns / Poes/o y Filosol/a de los primeros grirgosl, 1951,457 Y s. Má s seguro me
1917, 139 y ss. parece esto: en la ontología Pa rménides usa ~""n v o l <1Tiv, no «pucde» sino «es». Por
, l . Slenzel, Studien ~. Entwickfung d. platon. Diolektik IEstudios sobre el desQ. o tra parle, el sentido de &J7i~ probablemente está dema siado debilitado co n la inter-
>

340 PLATON NOTAS A L C A P ITU LO X lii 341

pret ación como «cópula .., Asim ism o ta l vez: «pe nsar es y ser es , y lo mism o es am bo s» ironía , «una psioo logla de sa cost umb rada en P lat 6n » y a poya su critica e n 342 E I so-
(la colccacíén de 1* está forzada por el verso). bre un a cuestion abl e varian te textu al (l.¡U;¡s "(i ...",s ro vez d e Ill).).,¡.¡, "(i ......, /e ae une
I M i" und Zeir 2 19. ma nera cualquiera, ciertamente», en vez de ..de distinta m anera, ciertam ente..I). Dis-
9 Ptato ns Lehre VOII de, Wahrheit / Doarina de Platón sobre la verdad / Bern cute M . el derecho de naturaleza del esce pt icismo pa ra los eleme nto s del pensamie n to
19470 L~ nÚf!lcr os d e páginas en lo q ue sigue se re fieren a esta ob ra . • , e n la ñ losoña plat6n ica ; al q ue , as imi smo , lleva L. Sldan ini, PIQton r 1, 1932, en los
Cfr. Heidegger, .. vcm w esen des G rundes» IDe la esencia del f undamentol en apart ados 111 y IV de: su in troducc ión, sob re la pro fund idad d e fu ndam ent ació n de ese
FesJseh. ¡ E. Hu~rl, 1929, 7 1 Y ss. allí en la pág. 88 : «Está prop iame nte expresada «esce pticismo» en el pe nsamien to de Platón. El dógos .. es, a pesar d e M., algo mu y
en P.latón la l ran$Ccndencia.co mo brbt ul'a rih OIÍU' "S». Para el cap. XI; G. Kruger. d ife rent e d e « fen ó me nos pura men te de so nido», el tercer grado (tl~o") no se ma n-
« H eidegger un d d er Hu ma msm ~s». en SJu dia PhilQSQph iro X I , Base t, 1949 , 93 Y ss., t iene necesaria men te m ás eleva do q ue el segu ndo Q.ó-r-o, ), pero a mbos son nece sa rio s
en panicular lOS y n. ; D. Fau ccí. ..Una recente interpreta zjcne H eideggeriana del mi. pa ra alcanzar el cuarto - por ej . la ciencia del circ u lo-. En vez de encontrar en 342
lO della caver na», en Leonardo, Ma iland , 1946 . B u na «su presi 6n lnexcusabje d e la esfera dia n~ica .., M: d eberla es ta b lecer qu e tes
cuat ro es fera5 del conoce r no está n ag udamente separa d as en tre si tri la cana como
en LA República VI. Sobre los pasaj es q ue se to m an d e la ca rla ( 328 B Yss. ), en lo s
NOTAS AL CAPITULO XII q ue se representa la lucha int erior para la difer enciaci ón fina l, j uzga M. que esto seria
el pensam jeruo de un m ilitar -para sólo r efer irse a algu nos p u ntos y si lenciar 10 de
1 Prot;/i PhilO5Oph id Plato nid OJ)trQ Inedita . . .s«ulldis curis emmdavi l et auxil las ..A tetesis.. / aboliciones/ en La RepúblicQ V y VII- . J . lohma nn, Gnomon 26,
Yictor Cousin , Pari siis, 1864, pá g. 308 5qQ. 1954 , 453, lo tom a por ..de finitivamente prob ado que esa elaboración (la CartQ VI I)
. 2 So bre D iá logo y .f u.isttnci a vid . E . Fra nk , Philosophirol Uoof'5rQndinl Qnd Re- puede estar escri ta en pri mer lugar en el H eleni sm o . .. It. Cfr., por el con tr a rio , Bertha
liglous Trutñ IEnlendlm lento filosófICO?f e religÍOSDl , 1945, 22 , Y ..D ie Philo sophie Stenzel, ,, 15 Pla to' s Seventh Epist le SpuriOU51» , ro A .J.P. 74 , 1953, 383 Yss. A dem ás
von J a sper1>l en W~n, Wo//en, Gfauben, 1955,269 Y ss. Ademb J . Stenul, .. Zum J . Stcnzd, U",W d. Aufbau der Erkenntflis im VTI. platon. Sr iej / So brt la eonsme-
A ulb au des p lat n . Dialop . IPara IQcvrutrur:ción de' diálogo plarónico/ , ro Fnlschr. ciÓ" del conocimiento CI la VTI carta de PlotÓ" / , KI. & hr. 8S y ss. ; G . Ru dbtfg, Pla-
f. KQrlJ<NI, 1934 ,234 = KI. & hr. 335: ..Allí él (Sócrates) se añade pa r a pe rm a necer tonjea 5e1«tQ 72 y ss.
Ira s.la ver dad y, para reconocer el verdade ro prog reso de la verdad , const riñe a todos 4 En A méri ca. procede d e Shorey una d esta ca ble actividad (cfr . R. B. Levtnscc,
sus Inle.r loculores y hace ~ti ble la fuerza de la ver da d filOSÓfica ro un gr ado la l Jfllhfr~ of Plato, 195 3, 4 1). De ou o modo no se entiende có mo H . Chemiss, The
co mo nlllguna fo r ma pos terio r del filo sofan . R. Schaerer, La Question pia fonideflne Riddle of (he Eorly Academy / EI ",nigm a de la A codem;a A ntiguo/ , I94 S, 5, podía es-
1938, 202: .. L'a rune pur cr ée des acunes fer mées ._. l es d ia log ues scm, a n conlraire' cri bir: " ...a nd for t he sa ke o f t hose who, like P rc jessc r Burnel, beueve the Bp ist els
des ce uwes ou verte s.. . .. / EI ortista puro crea obras ct!rrodas. .. Los diálogos, por rl to be genu lne.. ... /y por CQUSQ de oque/ÚJ.S que, como el profesor Bumet, creen que
cvntrario, son obras abiertas.. .!. las carlas tienell qlR! ser Qutéflticas.. .!, a 10 q ue lue go se citará n pas a je s de las ca rt as
r
~ Sobre j uego seried.ad vid . ca pítu lo V; so bre ironía , ca p. VII. VI y VII . (O vid. G . Boas, « Fae! and legend in the Bio gra phy of P la to .. / Rf'<Il idDd
Para lo q ue sigue: Kler kegaard, Ueber den 8egriff d. troníe / Sobre el t:Ot/CI!plO y leyenda en la biogrofia de Piorón / , Phifos . Rev. 57, 1948, 4 53 Yss. ; po r el co nt ra rio
de ironia / , t rad . a l alemá n po r H . H . Scbaeder. 1929 , y Ges. Werk", VI , 8 Y SS. , 239 . R . SI . Bluck , Philos. Rev. 58, 1949, 503 Yss .). En Fra ncia parece q ue se re al izó más
C fr. ~ra esto R. &:hotdii n d~r , «Só ren Kierkegaards Sokrat esa uffassung» / La consi- tar de el escept icis mu de Ro bin : cír , P . Chantra ine , RtII. €k Philol. 18, 1944 , 2 10 Y S. ,
derac íán de Sócrates de S. K,erkegfJ(/rd/ en Phil. A n¡eiger4, 1930,27 Yss ., Y en gene- mie n tras qu e V. GoI d schmidt , Les Dialogues de PIaron , 1947, tom a los pasa jes fil mó-
ra l ~ . ~ i lson, Seing and Some Philo.wphers / Ser ? QIgunos filósofos/ , 1949, 142 Yss. fieo s de la Carta VII pa ra pu nto de pa rt id a de s u inlerp retaci Ón. O. Oigon, Sokrates,
G llson , op . Clf. , 146: «Old Socrales had no phil owphy, he was il. » / EI ~iejo Só- 1947, no se ha bría ca llado por com pleto sobre la auto bio grafla de Pla lón si recono cie-
crates no lenia filosofla, era ello". ra la Carta VTI. Frent e a ellos de nu evo G . Méau lis, PlalOn vivont, 1950: " .. . un d ocu -
m enl d 'u ne ~aleu r uniq ue» . A. J . Fest ugier e , Contemplotion et ~ie con(emplQtivt sr-
Ion Plolon / Contemp lación y ~ido contl!'"lpiQriva según PIQtón / , 1950, loma la s Caro
NO T AS Al C A P IT U LO X III tos VTI y VITI po r au téntic as y la JI por «sil re men t fa usse» Isl!'gurQm"'n te fo /sa/. Asi-
m ismo W . Theiler , Gnomon 14, 1938 , 625 y ss .. Seg un J. Lo hma nn, Gnomon 26 , 1954,
1 C ier ta mente Bl uc~ 8;Sienta sólo las o piniones que ha n recog ido, tra d ucid o y co . 453, la CQrto VII, a ca usa de su teo ria del lenguaje y del conoc imiento , pod rla ser en
mentado las ca rlas. AsImIsm o fa lta n e n la rl:V i~ ta de Blu ck las qu e ~ a n desde RiUer pr ime r lu ga r helenb t ica . W . R. R undma n, Plato 's loter Epistemology / Epistemolog(a
(1910) hast a Pa squali ( 1938) y la s tra duccio nes d e G . Rudberg (1921) y de W . A ndreae del ~iejo PIQtón / , 1962 , 54 Y s.: la a utenticida d de la Carla VII seria i nde mo strable.
(19.2 3), as ! co mo el a rtí culo de R . O. Bu ry (1929) . Cf r. para el cap . X III: J . Ge f flte n, , C fr. Ze ller, 1I 1, 474 Y ss .
Gn ffh. LUeratllrgesch. 11 , 1934, 159 Yss. Ynotas 56 y ss., 134 y ss. ; H. Lciscrgan g,«Pla_ 6 C fr . F . Egermann , Die platonischen Sri(/e VII und VIII, diserl ., Berli n , 1928 ;
Ion », (1950) , en R.E. XX, 2522; L. Wick ert , «Platon und Syrakus», Rh . Mu s. 93,1950 , recensió n de Wilamowitz, Gnomon 4,1926,361 Y ~s. ; J. Ha rwa rd, t< T he Se vent h a nd
27 y .ss ., 383 y s.; l . Edelstei n , «P lato nic Anonym ity», A.J.P. 83, 1962 , 1 Y s~ . Biblia . Eighlh P latonic Epistle!» en C fass. Quatt . 22, 1928, 143 y ss. ; O . H en , Unlersuchun-
gr a fla .desde 1945 ha sta 1955: Ro senm eyer , CIQss. Weekly SO, 1957, 179; 1950-1957 : gen und Beobachtungen zu den p iolan. Brief en Iln ~estiRaciones y con.~'deraciones so-
C he rnls s , Lustrum 1959/ 4 , 88 Y ss . bre los cortas plat./ d iserto Berlin 1932; d el mi sm o , ((Z ur Da lierung de s VlIt en und
2 F. Dornseiff , Echtheitsf rogen d. antik-grlechischen L iteratur /Cuestiones de VIII te n Pl alo n. Br iefes» IPara la dotaciÓn de las cartas plol. VII y VIIlI, Hermes 67,
auten ticidad de lo literat. griega ontiguol , 1939, 31 Yss . Alguno s añ os antes Dorn sei ff 1932, 295 Yss. ; R. S. Blu ck , Pla(o 's Seventh and Eighth Lellers, 1947, 14 Yss. y apé n-
« P ! a l ~n~ Bu ch Briefe» (Cartas, libro de Platón l , Hermes 69 , 1934, 223 Y SS., habl~ dice 1II .
ambuld o la «novela eplstolam a Pl atÓn. 7 Cfr. H. Oomperz, Piatons Selbslbiogrophie / Autobiogniffa de PlotÓnl, 1928; re-
l ~ . M Ulle r , (,D ie Phi los . im pseudopla l. VII Brief» / La filosof la en la pseudo. cens iÓn d e F . Bergm ann , Gnomon 5, 1929, 629 Y n.; H . Weinsto ck , Platonische Re·
p lotómco V/I carta/, en A n:h i~ f. Phi/os. 3, 1950, 25 I y ss. enc uent ra en el fu nda men- chenschajtlRendición de cuentos de PlalÓnl , 1936.
to de las ma las in terprel aci ones (Carta V/l 341 A B, 345 A-C ), y p orqu e rec onoce la 8 La CQrfa 11 fue oomide rada com o no auténlica por W ila mowit z (l 9 19J, H o wald
-
342 P LAT O N NOTAS AL CAP ITU LO X IV 343

( 1 9~), So ullh é (1926), R. G . Bur y (1929), G . HeJl (1932), A . K. Ro gers ( 193J), Glen NOTAS AL CA P ITU LO X IV
R. Mo now ( 1935, . P asquali ( 1938), Th eile r ( 1938), Festugiere ( 1950). Co mo a uté ntic a
po r E. Salio (1921), A . E . Te ylor ( 1926), Novot ny ( 1930), Harwa rd (1932), Bluck ( 1947), 1 El capi tulo X IV es la reela boración del a rt iculo ...Structure a nd Destruction o f
L. wicken ( 1949), Leisega ng (1950), Un investicad or ta n d estacado co mo C . G . Ficld , the Ato m acco rding to P lato ' s T imaeus» d e Un ;v. o/California Public. in Phi/os. vol.
Plato and h~ ContemporQries / Plalón y sus coaempo r éneos/ , 1930. 197 Yss. conñe- 16, nr. 11, 1949. Para mocho de lo q ue a quí se dice cfr. P. s nc rev. «Pla tonism a nd
sa que t I «no podría tragar» el a pa rtado 312 D-311 A . Histor y of Scíence», en Prouedings ollhe A mer. Philos. S oc íety , vol. 66 , 1921, .IS9
y El mismo mot ivo ya an renormeme , ) 12 B, Y luego en la Carla Vl1 345 B. J . So uil- y ss. Además V. Aíüen , A to m os Idea, L 'origine del conceno delf 'otomo nel penuero
M (Plafon . co l. Budé Xfl l I , 1926, p. LXXX) lo lee en la Carto VII com o iro nía. co mo ¡:rt!CO, 19 S1: W. I<ran z, «Die Entstehung des At omismu s~ I El o.rigen del atomLfmol ,
pensado en primer lugar en la Corta 11, que por eso debe ser una falsificació n. en Con vi~illm, Bei/. z. Atsen . 1954, 14 Y ss. Apenas nece sita decirse cua nto de aq uella
10 Vid . la s citas en ug ua s en F. Novotny, Pl al onis Episl uloe. a mo. 19] 0. 9 1. Ta l empresa nene que agradece r.a las explicaciones.del Tim~ de PI~ tÓn - Ma ni n,.Archer-
vel ,,<1M , " a¡ vio, / bello y j o vl!nl sea unión de palabras q ue se encont ra rían dada s, Hind , Ta ylor, Co rn fo rd , R iva ud -s-. De trabajos espectñ co s Siemp re es. p~eclSO te ner
a lgo asi como ~i01 ...~¡ &raAóf Ij o w " y dt!lirod o l (cfr. Ast, L ex. Platon ). P ara la pro- e n cuenta: Eva Sacha, Dil!l ünl p laton . KOrper I Los cinco cuerpos pfatolllcos/ , 1917 ,
ximidad entre riOf y .c1lM., vid. Fi!dro 218 E, a ludido por Ho wald , Dil! Brit!11! P!atotU, ca p. l . C fr. adem ás a L Ro bín, Lo Plaa dt! lo physique dans la phifosop hll! dI!Plato "
1921, 188. Una a na logla mejor incluso aporta Her mípo, en At eneo XI SOS E: Gor¡ ias I EI puesto dt! lu / /sial en la fdoso/io dI!Plutó nl , 1918, finalmerue en Lo pt!nsh hl!flém·
ha bria ccnsíde rado a Plató n ,,"aM' ,,"a¡ ~io~ TOij TO ~ ' AQXiAoxo, 1t!S1! bello y jo ven Ar- qUI!, 1942, 231 Y ss. P ara esto recienteme nte lo má s serio cap. lIl en A . A hlvet1 , ... Zahl
qu/70r01. C f r. para los pasaj es de la carl a y pa ra la autenticid ad de la misma a E. Sa- und I<lan g bei p íat on » I N úmero y so nido I!n Plaló nl (Noctn RomanlW 61, 19S2; W.
lin, Plato" u"d dil! gri« h . Utopil! I Pla ló" y la ulopia griegul , 1921, 268. Sc hadew aldt « Das Weltm odell der G riechen» I EI modelo dt!l mundo d e los (negosl ,
11 lo Stefanini, Pla lonl! 1, 1932, p. XXX: J . Souilhé, Plulon XIII , 1, p. LXXIX ; en H elfas und H esoeríen, 1960, 426 YSS .; W. Heisenber g, Physik u nd P hiloso phy, 19S9,
G . L. Mo rro w, Studit in lhl! Plotonic Epistl~, 19l5, 106. c ap. IV.
U Po r la autenticidad d e La VI abogan : A . Brinckmann, R h . M us. 66, 1911, 226 2 1< . Riezler , P hysics and R eolily, 1940. prefacio: . The widenin g cleav age bet:ween
Y ss. Y W .Jaeger, Enutl!h. d . M tlaph. d. A risto t. I H istoria dt!l des arrollo dI!la Ml!faf. na tu re aOO ma n.. I La hendidW'u crectente e"lre notu ralnu ;f h om brel . G . Sarton , Th e
dI! A.ristóltln l , 1912, II Y ss.; Aristotetes, 1923, 112 Y ss, Estoy co nvencido de que Sl udy 01 Ihe hislory 01 sctence. 19 36, 10: .Thc rhasm which is cu tting out culture
tienen razón . Ah or a bien, a la s palabras de Jaeger de la «a utent icidad qu e se despr en- asunder a nd threatenin g to d estroy il» l LA fls ure qu e t!StIÍ cortando nu~tro (;J¡ flura
d e de la aportación de pruebas evidenci ad as por med io d e Brinckma nn.. ha ría la a d- o pedazos y tratando de destru irlal . H . M . Evans, Id f'flls in Medif'i~l!, ,1 95 ~ , 14: ...T he
verte ncia rnd odol6gica de qu e sólo p uede llegar a ser evidente un a ina utenticida d. l o grea rest rifl o r aJl, sure ly, is that GraOO Ca nyon cut acl ~ rhe mmd s hlgb platea u
a presura do qu e jUl.¡ a a veces un eTlIdito tan val ioso como Shorey lo dem ueslTa en su wh ich now bids fa ir lO !oC'para te forever studenU o r the sclmces flOm tho se o f the h u-
«a ltiesi s" de la Curta VI (Class. Ph iloJ. l O, 1915, 83). Ella rem ite a un ma lenlen dido mane letlCfs" l Ui mo)'Qr hendidufo dI! tOOm , seguraml!ntl!, I!S qu t el Gra n Cuñ ó n cor-
lingüístico. ofJJJl': l-,w Ir"';.! " li" ",,, ¡;,,, 1)'0 digo, aunqu e St!t1 vitjo, 1 (l 22 D) corr espo n- la por mt!dio lo suPt!rfICie superior dI! la m ente q ue ahora proclama co m o bueno I!I
d e clara ment e a lo que sigue, no a lo que f ue a merior ment e d icho . Pues la h ase Ira ns· separar para siempre a los estud iantes dt! cit!ncias dI!uqllt!1los de '''U.QS hu manosl . Cfr.
cu rre asi: 'E" aO"T"'1 6t Ir a ¡ Ko" io lr.... . .. "",p.' t "'¡" ... • "oaoSf iO' aoopia, l a Eraslo y a tamb ién G . Sarton , The H istory 01 Scienct! uTld ¡he N l!w H um am.sm , 1 9~ 1, ? y ss.
Corisro..• yo digo ... qUI! (1IIado" sugucid adl . Asim ismo "ti"",,;;'.. co n ao«tia. Ji. Iro).¡. ) R. G . Colli ngwood, 1110' Idea 01 Nuture, 1945, 111; P. Ro ussea u, H lSto" l! d e ~a
l bella sugoridud l no tiene nada qu e hacer, y Shorey lo ha a chaca do a ...senile eroti. Scir'ftC't!, 1945. La fra se de Comle es la va ria nte de la co nocida de Hegel : La " Iston a
cism». Segun eso, se podría medir que va lo r est é com pro bad o en sus juicios com o ...s i1Iy d e la Filoso fía seria la Filoso fía misma .
sent en~ " l opinión ton tQl o «foo li, h cquivocation » l equivorución ridiculu l . Co m ra ~ W. C _ Da mpier-Whetham , A History oI ScknCt!. 1930, 21: "Con el tiempo la mc-
la a ltera ció n textua l de Jaeger , A.rist otell!S 178, y de Novo tny. P/alonis Epis/ulae, I I jo r co nlem plació n es la breve" , según Sa rton, op . cit., 6S . Sir Ja mes Jeans. ~I! Grow,th
y SS. , hay que a rgu mentar que el participio tiene s u per feclo sentido si se lee con j unta. 01 Phys. ScienCt! I EI crecimie" to de lu Cil!"cia Fisical , 1948.. 41 YSS.: ~ Wh l.1c physl~s
me nte con lo q ue sigue: si ta mbién so y viejo , asi sé asimismo y lo ellpreso de ese mo do, was still in this p rimitive sta ge o f its develo pment , it mel wn h two maJo r d lsaSters m
d e ror ma qu e se tiene q ue ser po lítico verda dera mente, previsor y preparad o pa ra la lhe a ll ilude o f IWO great thin kers , P lato a nd Aristo tlell I Afie" trQS la Fisica se I!ncon-
d efensa. La fra~e está coloreada iró nica menle, co mo Apelt , Ho wald , So uilhé o Po st tru ba a ún en su p rim iti vo t!Studio de dr'surrof{o, SI!I!ncue ntro ~n los dO.f mayor~ d e-
(vid . Novotny, op . cit ., Il l) parecen e ntenderla. crr. G. Rud berg, Plalon ica SeI«la, sustres en lo ocli/ud de dos grandes pe nsado res. Plató n y A n sló telr's l . Ch. Smger,
19S6 , 7l . A Sho rr Jlist . 01 Srie" ce l Una brel'r' H isl. de la Ciencial , 1941, 34: P . R,?usseau , J.IIS-
I bl G . P asq ua li, u Leu ere di Platone, 19l 8, 173 Y s. to ire de lo Science, 1945, 64 y ss. : A . Mieli, Panoruma gr'nero l de H ,slo rlO dr' la CIen-
Il Meier-&:homan n-U psius, Da a(/ische Prozess IE I Proceso dtico / l /ll , 1S8l -S1, cia 1, 1945. 52. H . S . Willia ms, A J1islo ry ol5cience. 1904-1910, vol. 1, 1'11: Plato
628 y ss. «ap parently bad no sharply defined o pinions as to the mechanism o f the u n i ~erse , ...
14 Con la misma b revedad y generalida d or ganiza Ar istóteles, Et. N ic. E l , 1129 no tan gible ideas as to the problems of pbysics, no favo urite d reams as t? t.he natu re
b 222: no se podría pegar golpes ni pregona r malas palabras, !,~ TiJrtH~ !'rrM ""nrryoQll", of mallen, . ¡ Plalón aparen temen le n o lenio opi niones p f'fl eclamentr' d e/ lnldas com o
15 Según BJass, Po st , Novot ny y P asqu ali la carta sería escrita en 1<1 O limp iad a del pa ro el m ecunis mo del universo, .. . ni ideas longibles comu par~ los prob le';1as de la
364, antes dcl tercer viaje. Ed. Meyer , Gech . d . A llert. I H ist. de la Antigüedadl Y, /f.sica, ni suellos escogidos com o para la nut urole~a de la mater/o / . 1<. F . Rlchlm yer,
1902, & 988, Y 1. Har ward , The Plalonic Ep is /les, 1932, 161, la fecharo n en el afto Inlr o duclion to Modern P hys ics / Jntroducción o la Fisica M oderno / , 19l4 . 9: P lato
l 60. En todo calO pudo ser escrita o , si es u na ficción , imaginada co mo escrita só lo «d id not ma ke contr ibuti ons to p hysics such as ar e of intere st in co nneclio n with the
un poco má s tard e. p resent discussio n. Quite the op pos ite, however , is tru e of ~ r¡ stotle» . I Plat?n no hizo
16 C . G. Ficld, Plalo and his Contempo raries, 201; A . K. Rogers, The Socra/lc Pro- con lribucio" es tales a la Fisico q ue sean de intetis en relaCIó n con la d ISCUSIón actu al.
blem , 181 y ss. Par a lo que sigue es suficiente con la indica ción a Pl ot ino , Eniadas M ientf(lS que la contrario, sin embargo, es verdadero pa ra Ari.wJleles / . .F . Ro senb er-
Y, 1,8 (,<Id ea mme pa rtout ailleurs, il d te de mémai re,) IA qu( como en lodos los d e- ger , Die Ges. d. Phys ik / L o H iSlOria de la Fisical , 1882-90, I S: «La FlSICa de Platón
mos parles cito de mem oriol , P . Henry, Etu des Plo tinien nes 1, 1938, 131); VI, 7 , 42: es meno s impo rtan te».
P roclo , In Rem p uhficam ( 287, 11 I< roll ; In Timo eum 1 3S6, 8; 393,1 9 DichI. s W. Hcisenberg. ((Geda nke der a ntiken Na tu rphi losophie in der mod erne P hysik»
344 PLATON NOTAS AL CAP ITU LO X IV 345

l !'ensQmienfO de ta Qtl/ig rl Q Filosofía de 1(/ N aturoleza en la Flsica moderna/ , D íe An" 14 Diels, op. cu., 20 Y ss.; Cornfonl, Cosmatogy, 220 y s., a rriba Ca p . IV, pág . 101 .
tlke 13, 19) 7, 118 Y $S • • Wandlungen in den Grundl agen der Natur wiss. I Camhim 11 H Oomperz «P rcblems and metbc ds o f Ear ly Greek Science», Jo um . IIU/. Id.
en Io.s{un~nu:ntos de lasciencias de la Naturalewl, 1959, n y ss.; Abe l Rey, La Se/en,., IV, 1945, 16 1 Y ss..' So bre el con tras te entre teo ría ruoscñce e investiga cién empírica
dons I 'Anfl qullé, 1930-1948, 11I, 227 YS$. ; A . N. Whuehead Process and Rea/ily 1949 en la biología de los griegos vid . O . Oigon, ..Die naturphilo sophischen v oreusseu cn-
142 y u . " , l en der a ntiken Biolcgie.. / Las suposiciones de ta fitosof ia d e la Nalur"lela de la bl(}-
. 6 ~Irand Russell, A His/ory o/ w estem Phifosophy , 1945, 14) (Histor ia de la logia antigual GestrerUS 11I . 1946, J 5 Y ss. ,
F.,losofl/l. Ocriden./a/. O bras escogidas , 1956): P ta to's Timoeus «co nraím more tha! l. 16 J . Lo Heiberg, Gesch. d. malhema lik u. Na lUr wiss. im A IIl'r' . / HiSlorla de la
slmply 5111)' Ihan IS te be Io u nd in hls ot her writings.. IEI Tuneo de Pla t ón contiene Ma ll'mó'im y de las ciencias naturales en fa A ntig./, 1925, 12: " P la tó n , en el Timeo,
más de lo que es sencilla mente bobo q ue lo q ue se puede encontrar en el reste de SUl se ha serv ido de la doct rina atom ística de De m6c rito en u na fo rma no co rregida co-
obras / . RusselJ parece ser aq ul u n eco de Wh itehead , lo m ismo q ue Jea ns de Dam pier- rrect a rnente». E. Howa ld , ttermes 51, 1922, 74 co nsidera "cómico » enco ntrar en el
w herham. Contra d ios J. E. Boodin, «The Discovery of Fonn» I EI descubrimil!1llo Timeo un f undament o ma tem ático de la doct rina de los elemen tos . E. Oegm schalZ,
de ~afo,!"Q/. Jau",. Ifíst. Id~. 4, 1943, 178: .....the T ima eus , P lat o ' s inmort a l cosm o- Ptat ons A tlant is I94J 2 1 considera ..la ligereza sin pa ralelo co n la que Platón usa el
I~I dial ogue.. I ... ef Timeo, el inmorta/ diólogocosmológiro de Plulón/ . A . F_Bta un- descubr imiento del T~'eIO". P or d contr a rio cfr . el penetran te a nálisis filosófico de
lich . .. P lato on Twentiet h Cenrury P hysics» I Platón en la Fisim del sigfo ..,in'el e n H .-o.Gadamer, <l Anlike Alom{heorie» en Zl sch.¡' d. ges. Natu~. 1. 193516, ~ I Yss.
Slud. preso to D. M . Robinson 11 , 1951, 1072 Y ss. 160 Cuando Lo Rob ín. Lu Pensee heflenique 211 y ss., adscribe a la Necesidad la
; Whitehead . 77re Concept o/ NQlure. 1920, 16. co nstit uc jé n delos cuat ro cuerpos simples, parece con ello con fund ir la necesidad ma-
~ Vid. H . Bonnz , Ind, x Aristo tl'licus. 11170, 462; J . Ortega y Oa sser. .. Las dOI temática con aquella necesid ad ciega que Platón lla ma Anán ke. Es pensar de modo
ll ra ~ des metá foras », El EsJNCtQdor '¡. 1952, 153. no platónico (Robin 274 contra Brochard) "que la mat iere s'exprime en déter minanoas
. Pluta rco.. De de/"!tu oroculof"Um, ca p. 10. A ris.tóteles pe ne $U ~),'1 ju nto a l. gb>merriq ues a var u d'avcir con nu t' actío n persuasive de l·j n!elligen~e,. lqu~ ~ motI'-
l"'OU e~ el Tuneo: Fúu:a 4 2, 209b 1I Y SS.; De gener. " CO". 11 , l . 329a 23 . C fr. ria se expresa en determinacjones geomilricas anles de hatHr.conocldo la ~ón pe;-
L. ~obm . u 77rkr.it> pfQtonkiennt des ideis rl des nombrer l u troriQplatÓll ica de suasivQ de fa inteligencial. Asimismo es un modo no p1atómco cua nd o Rcbin, .baJO
1(1$ ideas, d~ los numerosl . 1905 , 418 Y ss.; Sir Da vid Ross, Plato 's 77rtoryo/ ldeas. refere ncias difíci lmente hallables a Aristót eles en De gen.el ( O ",. 329a 2 1 y ss., piensa
195.1, 125 Y s., Co rrectamente Cor nford, Píato 's Thf'Ol"Y 01 Xnowledge (Uttoria pla. la ma teria plat ónica extendiéndose a pa rtir d e tria ngulos q ue se arremo linan en eonfc -
~ó"'{'Q d~ rononml>tnto, N . Pa idos) 241: .... .a careful s.t udyo f P laro's accoum o f matter sié n. P ara los pasa jes aristotélicos c fr. H . Chermss, AríslOll~'s C",ü:ísm 01 Píato an~
In Ihe TtmaC'US 47 E ff . ltads lO Ihe .co nclusio n t~at he d~ nol reduce mau Cl'" simp ly the A codemy l . 1944, 147 Y ss.; O . S. C teghc m, Arislod~'s Criticism o/ Plato 'S n-
lO space.. .• I ... un cUIdadOS{} ~studlo df' lu r~lorión platÓnica de matl'ritI en el TImeo maeus, 1954. g.
4 ~ E Y n . conduce a I<! conclusión de que no reduce ..ma/erio. simplemen /e a ..espa. 11 E. Meyers o n, De l'exp fica/ion datlS les scien(es 1, 1921, 298 Y ss. ; A. Rey, op.
clo »... I . La comprens ión moderna de loque piensa Plalón se encuenl ra a men udo cm. ~ ,I II,m . , J6n
b,ua~ po r esto de q ue a pa rt ir de la mulli plicidad de sus lérm inos y metáfo ras fuera I1 Para Crislalog ra fía: R. Hein icke, en Zeilsch.¡' d. gesamt~ Notur""lSS. 11, 19 ,
~cogldo e l co ncep to de :t:~Qa. ¿Por q u~1 1) P orque P la tón mismo a l fina l d e su d iscu. 152 y ss. So bre estructura del á to mo: H . Reichenbach, AIO'" und Cosmos. 1932, 244
slón (52 a 8) usa .la pal~bra :t:~QOl no como sustituto de loda merMora a nterio r sino Y ss.; W. L. Bra gg, A tomic Structure o/ Minerals. 1931 , passim; H . A . Kra mel"$ Y H .
c?mo brC1le .cons~delacló~ ; .. .. .the Recepta cle (dieses wied erum ri ne Merapher unter Ho lst The A lom aOO Ihe Bohr Theory o/ ils Sff'ut:tur~ I EI alomo y la leona de Bahr
vld en) no~ ldenl lfied ulllma lely (a ber nich t so, dass a lle frü heren Z iige der Beschrei. sobre'su estrut:lUral. I92J , 19 Y SS.; E . & hrOdiTlger , op . cil. , 148 Y ss.: ..Concept uals
bllng dam ll ~llsgdó.'l,h t waren) with space » (Cornford) 1. ..1'1 recepttkulo (est) ~s o su Modcl s in P hysicsD. P ar a lo q ue sigue W. Heisen berg, Wand fungen. ... 1959, 81 Y S•.
ve<: una ml'fófora enlre muchas) ahora por fin identíflC(l(/o (pero no de / orma qUt Io- 145 Y s. • 162 y s.
dos los ret'1lf3}os antl'r~ores.de la escritura quedaran con elto aporlados) con espacio / 19 Wh itehead , Prot:ess... . 145: «Newlo n wOllld have becn sur pr ised at the modefTl
2) po rq,!e Aristóte les Identifica s u l.),,, co n la :\~Qa de P la ló n , om o con la metá fora q lla ntum theory a nd the dissolutio n o f qua nta ¡nto vibradons: ~l ato wo uld have ex-
n:a ás ~aclOna l. J) sobre lo do, po rque l~QOl parece co rrespo nder a un concepto de [a pecte d it». / NewlOn se habna quedados.orpr~ndlda ante fa ttorla '!1oderna del Quan-
Clen' la moderna . tu m y la disolución de los Quanto en VIbracIOnes: Plaw n lo hub Iera esperadol .
; 0 Pa ra el pr?blema de ~a l~lIOl ~id .. tom o 111 , J~5 Y S. , 499 n. J I . 10 Cornford . CQsmology, 230 y S5.
H . Chern lSS. « Wa r-tlme P ubh,allOns con'er lllng PlaIO» / Publicationes que se 21 T aylar , Tima eus, 230 y ss.
refieren a Plolón en el liempo de lo Guerral A .J.P. LXVII . 1947, 257 Yss. En trevista
de P . Louis, Les Métophores de Platon, 1945.
22 Que no le ha fa llado el experi mcTlto mismo a la .Ciencia A n l i g ~a lo demuc stra
el , ap ílulo «ExperimentatioTl» en la obra de W. A. HCld el The HerOlc A ge o/Greek I
loa ¿No está esto muy lejos de «... seule q ua li l~ do nl j' aíe u ne id~e claire el distinc- Science I La Edad Heroico de la Ciencia Griegol, 1933, 153 Yss. Frente a ello s.ubraya,
te» I. :. única cuu/jda~ de la que yo tengo una ideo clara y distint al de Oes, art es, que por ej ., Corn fo rd , Principium Sap ient iae 1952, «Th e TlcglcCI of experime Tl t a Tld indul- 11
G . M¡J~laud, L fi's Ph l/osofhes géometres de la Grece, 1934, 29J, sa,a a relucir como gcnee in speculative dogmas» /EI rechazo del expef/mentu y la m~ulKenCla ron los dogmas
ana logla? Par a q ue tam bu!n qued e sólo algo de esta comp a ra ción Mi lhaud omite la especulalivosl. Para esto G . Vlastos, GnumU/l 27, 1<)55, 68. L. Edelstem , ,(Recent Trcnds
pala bra Q--wo Qwmm I fo de menos recursosl. ' inthe ITlterprclation of Ancient ScieTlce» I Tendencias oClu(/les en fa illlerprelOción de
:~ R. O . ~olli nllwo o d , The !dea, of Naf ure, 1945 , 147. la Ciencia A ntiguo/. }ul/m. Hist. Id. 13, 1952, 573 Yss. ; D. 1 . Fu rley, " E m p ~dod es
W. H e~ senberg , DIe Physlk allschen Grund/agen del' Quantentheurie ILos f un- ¡¡nd the C lepsydra » Juurn. Hell. Slud. 17. 1951, 31 YIS. Ca ricatura de u n expen mento
domen/os /fslcos de ~a teod a d~ 'o: .Qurmtal . 1930; P . A. M . Oirac, The Principlfi'S
o/Quan~um M~chamcs I Los p rmclplOSde lo mecdnica cuónlicol . 19JO, 4 YSS.; P . Jo r-
en A ristó fa Tles, Las nubes 144 y ss. ,
2l Gadamer,op. cil., 94. La dis, usió n , o menza da (pa ra no sot ros) con Arli tótdes
dan. (, Ole Phy slk des 20. Ja hrh und erts» I La Fisica del siglo X X I , Die Wissens. to mo so bre la csend a de e5e triáTlgulo ha alca Tl zado p resumiblement e con ello s.u fina l.
88, 1936, 112 YSS., tr ad. inglesa 1944, 134 YS5.; E . SchrOdinger , Scil'nce and the H u_ 24 Taylor, op . cil.. 401 Y ss.; H . Cherniss.. Aristolle' s Criricisrn... I 128 Y s.s; 444
man Temp erament . 1935, 52 Y ss.: «i ndelermini5m in P hY5ics»
Il H . Oid s, Elemenlum. 1899, 14 Y 55. .
y 51 ; Sir Tho mas Hea th , Mal hernatics in Ar isto tle. 1949 ,. 169.y s... .
21 El cientlfico de la Natu raleza, q ue trat e UTl as.unt o hlit ónco , corre el ml,mo pe -
,I
346 PLATON NOTAS AL C AP ITU LO XV 347

I¡gro . Talvez sea 5ufic~tt con entresacar tres fra ses de las oeras de Sir J ames Jeans: S wedenborr 's Science, 1'J27, passim , Vid . tam bién la introducción a los tres to rnea <le
.. Plato tell us Iha. Ana xágoras cla imed lO be able lO explain the wo rt ings of nature Opera qu llf'dam... de Swedenbcrg.
a s a mac hine .. ¡ Plutó n 1t0$ cuente qu e Af/Qxagoras pedro SJe'f t:Opaz d e explicar los tra- J. W _ H . Wetlasto n en Philosop hit;al Trensacuons; ¡BOlI, 96 Y ss.; «Le n te de M .
baios de to Na lurakzo como una máquina/ (PhysicJ and PhilQSQphy. 1943, 13)... \IIe Am pere» en AnnafesdeChim~ 9O, 1814,43 Y ss. A mbas f ácllmente accesibles en Klus·
ha ve seen how his ¡P la to ' s) plcture uf lhe world con sísted o f forms, which exist un ly s ík em der exaklen WW:fi'ns. de Ostwald, 19 21.
in O U T min d s, a nd of sensib le objels » I lfem os visto como su (de Plató n) cuadro de' ]S Goe the, Maxim l'n und Reflexionen , edic. del J ubileo XXXIX SO. El nom b re del
mundo consisua 1''' fo rmas, que rolo existen en nuestras mentes, y en objetos sensi- físico And r é-M ane Am péres apa rece en lo s a péndic es de Ooeihe para la teor ía de los
blesl (ibid. 19S). «... in h is u nly sciennñc d ia logue -s-the Tímaeus, the weakesr of them co lores , ed¡c. d e Weimar , «Escritos d e Ciencias Natu rales» V 1, 412. Jea n-J acoues Am -
aH- he tr ies lO disco ver t he plan [o f the univers e] f rom the wholly gratuitous assump- peres, hij o de And ré-Marie, visitó a noeme cn 1827 y escribe a Mad a me Récarr uer :
tion that th e str uct ure is Jike that o f a ma n - lhe macrocosm mu st , he thin ks, resemble «ll (Goethc) m'a cntre tenu des d écouvertes de mon pere qu ' il counat tres bien.» IE I
the m ícrocos m » I .. . en su único didlogu ctenuf ico - el Timeo, el más dé bil de to dos (Doethe) me hu entretenido con los descubrímíentos de mi padre que conoca muy hienl .
ellos- trata de descub rir el plan [del universo] desde la presun ción comp leta mente grao Vid. Co nversacio nes de Ooe th e recop . po r Flodoard Frhrn. V. Biedc rma nn, 1909-11,
t uit a de qu e la est ruc tu ra es como la de un ho mb re - el ma crocosmo s, piensa él, se 11l 381, nr. 2487. Hasta qué pun to coeme estaba co nfiado en el Tim eo le muestran
asemeja al microcosmosl (TheGruwlh uf Ph)isical Science, 19411, 64). Uno se imagina sus materia les para la H isto ria de la doctri na de los colores. Al Timeo 68 c ap unt a ..el
lo que un ñsjcc pod rla decir, si un historiador igualmente sacase en el tema de las Ciencias colo r azu l de Plat ón» de Moxim en und R(j/exionen, nr . 1148 . Cfr. E. Grumach, Ove-
de la Na turaleza aü rmacíones desa tinadas e-corno prooablememe no sotro s esta mos lhe und die A ntíke, 1949, II 762 Y ss. Ooerhe leyó el Timen en el a ño 180 1, luego en
haciendo . 1804, cuan do le remitió el Dr . K. J. Windischman n su obra PlalOn's l1maeos. Eine
2'_ Schród in¡er , op . cit. , 39 Y ss.: ..T he Law o f Cha nce.. l La ley de la ocasidnl; (lecht~ Urk unde wahrer Physik , A us dtm Griechisch en ii.beTSelv und er fdulert (Ha da -
H. Reichenbach, ~ Risc of SdentiflCPhilO$Oph y I EI eflCllmbramiento de fa Fil. cien- mar 1804) I EI Timeo de Plalón. Un verdadero tatimonio tk lJerdode r"fisica, lruduci -
t{jiral , 1951, 156 Y$S.: ..The laws o f Na ture ..; M. Schllck , .. Die Kausalit31 in der ge- do del griego, tJC{Jlicado l, y un a vez más en 1827/8, cua ndo recibió el libro Pfatons
gen wárt lgen Ph ysih l La causalidud f'Il ÚI Fis. lKtuaJl (1931), ArlÍCI<los Rt'Ilnidos, 1938, úhren uuf d~m Gtbiet der Nalur!Jrtrrxhtu ng und der Heifkund~ / Doctrinas d~ Plutón
41 Y ss. ~n el aspecto de la ronsid~,ociQn de la Na/uraln. a y de la Medi cinal del Dr . J . R. Lich-
16 K. Lassw ue , Gesch. d. Atom istik vom Miltrla fler bis New/on I Hist. de fa A ta- tenstá dt (L.e1pzig, 1826). Ambos autores era n médicos. El lib ro de Wind ischma nn esté
mis /Ít:t'1 desde fa Edad Media hasla NeWlonl, 1890, 1, 60 Y ss. ; The ..Opus Maius» of d edicado : «Al Sr. Pr ofesor Schelling, q ue es el q ue rest iluyó a la más vieja y verdadera
Roger Bocon, ed . por J . H . Bridges, 1897, part e IV, cap. XII. R. Kliban sky, The Con - Fisica ». E n el P rólogo de Lichlenstád l se d ice: «... En los nuevos tiempos, en los q ue
finuily of the PlalOnic Tradilion during the Middle Ages I La continuidad de fa tradi- ha sido retom ado co n ve neración, por medio d e Schelling, el no mb re de P la lÓn la m-
ción platónica du rante la Edad Medial , 1939 , mu eslra cuá nto q ueda po r hace r en esa bién para los investigadores d e la Nato ra leza y los méd icos.. ... . En lo restant e Lic h-
dirección. lenstadl cs crl lico con Windi schm an n: ' El lílUlo . .. presa gia una SObre5tima ci6n de la
27 L. Ol.\chk i, Oesch. d. neusprachlichen wissl'fls. Li/eratur I /lisl. de la Lit . en las obra y co ncuerda con la e~céntri c a a labann que en clli bro fUe imp utada tambi én a
nuevas lenguas denl(f.l l , 1919, 216 Y ss.; C h. Ravaisso n-Molli en , Les Man userits de afi rmaci on es, notor iamente incorreclas , de Plat6m> .
l.éunard de Vind, 18119, manuscrilo F y 1, folio 27: Figura Delementi.
za Juhanni-f Kepleri A stronami Opera Oll/nio, ed. Ch. Fr isch , 11158-1871, 1: «P ro-
d romus Disser tal ionu m Consmographicanlln» 95 y ss. (vid. la imagen del titulo); « Har- NOTAS AL CA PITULO XV
mon ices Mun d i libri" V, V 75 Y SS. ; «Stre na seu de Nive SeJlangu la » VII, 715 Y ss.
29 E . Can irer , « Die Ant ike u nd d ie Entstehu ng der exaclen Nalurwiss" . I Los an o I Este capItulo a pareció por p rimera vez en el Jahrbuc h d. [)f'u/S(:hen An:hiio/o-
liguos y el desunollo de lasciencius exuclas de fa Na turJ , Die A ntik~ VIII, 1932, 281. gischen Institulus 29, 19 14, 98 Y ss. Independ ienlemente de ello , E. Fran k, Pfalo ¡¡'Id
JO W . Cha rlelon , Physiologio Epicuro-Ganendi-Charletoniana, 1654, 307: .. 11 can- di~ sog. Pythagorter I Platón )' fos asl llam ados pitagóricosl , 1923, 184 YSS. , ha llega -
nol imp ugne, at k aSl, not stagger lhe reawna blenes.s o f lrul co njeclura l Alsignat ion do fundamen la lmem e a los mismos resUllados w bre el milO del Fedon . C fr . para el
o f a T etra hedrica l figu re lo lhe AlomSo f Col d, that Plalo (in Timaco) d el"i nilely ads- cap. XV Berger, ..Atla ntis», R .E. 112116 ; Gisinger, ..Grographie» , R.E. Suplem . IV
cribelh a P yra mid al Figur e lo Fir e, no l 10 lhe Aer, i.e. lO the Atom s o f Hca l, not lO 577; A . Rey, La Science dans I'A nt iquit' 11, 1933,425 Y n .; J . O . Th om wn, HUfOfY
those o f Cold ». I A I menos, no p uede impugnur ni hucer tambolf"Or la sinrazó n de e:sIU of Anóent Grography , 1948, 110y ss. y para esto la precisión de A . W. Gomme , Journ.
atribución conjetural, de una fig ura te/raMri co a los átom os de f ria, el que Platón (en Hell. Stlld. 7 1, 1951, 261 YS., d e la que una fr ase cilada sería : ..On so rne points I a m
el Timeo) adscribiera definiti vam ente una fig ura de pirómide uf fuego , no al ai,.,., o inclined to doubl his ( .. Thomson' s) j udgcment , as o n P1alo ' s " posili" e contem pt for
sea, a los átom os de calor no a fos de frio r. ob serva tion upo n ....hich nat ura l science rests" l En algun os puntos me inclino a du dar
JI Rr. C udwOrl h, The True / nlelfeclual Syslem of Ihe Uni~efSe I EI verdadero sis- de su ( .. de Thomson) j uicio , como sobre ~I de pf"<'Cio posilivisla de Platón por fa ob-
tema intelectual del Universa l , 1678, 53: « Plalo ... d id bUI play an d 10Y so mClimes a servación bajo fa que se apoya lu ciencia de fa N uturalewl . Como Go mme, sólo q ue
htl le with Atoms and Mecha ni,m. A s Wh ere he wo uId comp ou nd Ihe Ear th o f Cub i- con más fue rza. A. E. Taylor , Com m rntar)' 0'1 Plato 's Tim aeus, 19 28,41 7.
cal, and Fire o f P yra midical A tom s, a nd lhe like». I Piatón.. .hit o, ¡Jl'ro a ~ecl'sjuega 2 Vid. cap. 1, pág. 29 Y cap. IX, pág . 197 Y ss.
)' enreda un poco fOn átomos y m ecani.wno , Com o en donde se '~)m¡Jondr(a la tierra ) Contra el inlento de E . I'ra nk (Ofl. ci/ " su plcm . V y VI) de dispu tar a Parméni-
de álamos cúhi ca.l' )' el f uego de piramidales, )' a~I1. des la doctrina de [a figura cir cular (así ta mbién W. A . H eidel, The Frome of Ihe A n-
)2 Emanuel SWffll'nborg, Opero qUOI,¡fom out inedita au l obsoleta De Rl'bus Na - cient Oreek Maps I Lo estructura de los ant iguos mapas griegosl, 1937, 70 Y S5.) hay
/uroUbus l/une edila sub auspicii-f Regiae A cudemiae Sciel/tiarum Suecicue l E. Swe- q ue nota r lo siguient e: 1) Teo h asto u tiliza pa ra el cuerp o de la tierr a de P arménides
denborg, A lgunas ohras inMi/os o de:sfu_~odus Sobre temas de fa Na/UraleU! edi/udas la e~ presi ón " 7Q"""' io)"os (28(18] A 44) I redondead o/. Eso en A ristóteles corresponde
ahora bajo los oU-fpicios d~ la Real A cadem ia de Ciencias de Suecial 1-111, 1907-191l . siempre, cua ndo habla de los cuer pos, a figu ra esférica o esfero idal. 2) Segú n Teo fra , -
K. lasswilz, Oesch. d. AlOmistik I His/. de la Atomislical 1, 372 Y S, to , h¡¡brl¡¡ sido Pa rménides el primero que ha bia a lribu ido a la Tierr a esa fo rma. Lo
1) M. " taller, Emanu eldeSwedenborg, 1863,39; Fra nk W. Very, An EpilOm~ of qu e no se ajusla a su T ierr a ima ginada en forma de d isco . 3) Co n 1) y 2) concuerda
=
348 PLATON NOTAS AL CAP ITULO X V 349

la expre sió n o¡oa:' Qot l6>Í¡ I de fo rma f's/érico l en Diógenes (28 [ [SI A l ). 4) Posi donío 96 Y ss.; 1. O . T homso n, H is/. of A nc. Grogrophy 39 y lám . 1; G. Hc lscner , « Drei
a tribuye a Parménides la loor/a de la s zon as, a pesar de Que se encuentra mu y escéptico Erdka rten » (Sit~. Heidelb. A kad , 1944/ 4S), 32 y ss.
Irer uea esa at ribució n - oon K. Rein hard t, Pur rnenides 147; Kosmos /(nd Syrnpo lhie H Si q ueda a ñadido q ue allí , en lo más a l no rte de esta « isla» , « no se ve el so l».
361- , así queda asi mismo lo restan te, de modo que la fo rma circula r de la Tierra se un o podría así acord arse de los cimer ios en la « Nekyia» IPosaj~ de los muertos en el
asie ",a previa mente en Pa rmén ides. Cfr. par a esto ta mbién A . Rey, op. cit. , 11 431 Hadesl de La Od isea (A l' Y ss.). En una inscripció n de Asu rba nipal se co nvertirla
Ys.; A . Rehm-K . Vogd , ExDkte WÍ\:l:Ms., Gercke-Norden, Einl . i. d. A l ferl um w., 1933, sin d uda esto en a lgo muy a partado. como Lid ia, e n un ent orno Ian tás tico: ..Gu-ug-
1I S, 11 Y1.- Se comprende q ue Pa rménid es, aunq ue diera a la T ierra rigura circu lar gu, rey de Lu-ud -di , u na zo na más allá del ma r, una tierra leja na , los reyes de cuyo
no nece~i la ~ apo rta r ".seri~s pruebas para la teo ría del círculo» (Frank , op , cit.• 187): nombre no ha bían pertenecido a mi padr e».
En la Histo ria de las Cie nCIas se a dela nta a veces la fa ntasía a las investigacio nes cue- 11 Heródoto, IV. 36: ')'tAW 6f ¿,,¡;, ,..;;, 'l!fQto.soVf "rQa1fa,raf ...oU oh ~" "a.
la s. y se sa be l.Iué sim bólico significa d o tiene el circu le pa ra el p uro Ser de P a rmt nidcs . oMüa ' ''0'' l X"'7l>1f lfrny¡uá,uc..o... o,' 1b :.... " .. 1{ kion.., "I'(Ial"'' '''''' lIiQtE rí¡. -y;¡.
A~i r~Ji~m o podría hablar Parm énid es de la T ierr a circular en su poema sin q ue d urante "' ¡'lIa. n "AonQfa':', a...o
1'"O,, '""v ""'. ritv ·Aui" . rijo EOQw"'" 1I0 Ui> ....W . IMe 1.,.,..
un SIglo se hubieran sacado consecuencias cíennñcas de ello. T . G. Rosenmever, Closs. no IIf W'f J'fI a m uchos trazando el pedmerro de la Tierra y a ninguno co nsiderúndolo
Qualt . N.S . 6 , 19S6. 193 Y u. pr etende demosuar q ue P lató n. en el Fedón no ha bría ro n la misma idf'O. Unos dibujll n el Oi:éonofluJ'f'n do ~n tomo a la Tíerra que t'$ circu·
imaginado la Tierra com o circulo. La di ¡,cu~ión q ue se desató de ello vid. e~ Chemíss,

e
Lust11lf1l 1 9~91 4, 131. nr . 660. La tesis de Ro senmeyer de qu e e! Fed6n II I e 4- 113
8 supone una Tierra pla na es fa lsa, como lo p rueba una oj eada a mi lám ina 11 3.
11, 5, 362b 12: 6.0 "ai ")'fXO.....S "r(la y"wut .¡,.
lar. ro mo de un tomo, y haciendo a A sia igual a Europa / . Ari stóteles. Meteorolog/a
nn 'l!fQ. ó60uf rijl lis. 1'1lt.l" OV'" -rO,"
""" AOTl' Qij rit. oi"o",.ú" •. / Por C'Of/Sigu ien/~ /amb iin dibuj an ohora de modo rid/cu-
4 Cfr . E . Rohde, Psych~ 1, 68 YU .; 11 , 208 Y ~ . ; L. Mall en. «Elysio n und Rhada- lo rl perímetro de la TU'fTI1: pues dibujan el «ccumene » circular/ . Gemini Elemen/a
ma ntys.. Jahrb. d. Der.< trdlf."n A n:hiiof. tn sm. 28, 1913, 49. A Slrono miae rte. Manit ius e. 16, 4: ol6f " 1'"QO'Y'/' ''A.n "l'1lt.lI'o.ns rUs ')'f.....,Qa"OiCII 'l!OA¡'
s Esa ilu~ión de los sentidos no es además ir representable. Nosotros no vivimos en nf S¿'A'Il1tiaSf {oi n ..."Iw"" I":'(l, /y los que dibuja" redonda la imllgen de la nerro es-
mane ra alg una a l final de nuntro ..ecumene», sino sencillam ente en su mitad . Po r eso /ún mu)' l'r rudosde /a ve rdad/, No está autorizada la d uda d e W. A . He ide! (Th eFra-
necesitamos ver las lejanas pa redes de nuestra oquedad tan poco como un ha bitante m~ of the A nc. Greek: Maps 1I y ss.) sob re esa tradición .
de la COSla del mar de! Norte íos Alpes . El d ibujo no seria correcto oon esto Il 68 (ni A 94. B H ; Pa ra eso las ob servacio nes previas I los esconce a Dic nisjos
. . 6 C. F. Hermann, Gnch. u. S)'5/l'f1I d. plato Philos. , 1839. 688. Para la oo~par a­ P erie getes, Geographi Gratei Minores, ed. K. Muller , 185' -61,11428; fina lmente d e
cson del Fedro y e! Fedón cfr. M . Pchlen z, Au:s Platos Wl'rdn eil / lNsdl' rl liempo Er atósl enC$.
drl de wnjr de Pla/ónl . 1913. 333 Y s. 14 Cleomedes. al. Zicgler I 8, 40. Igua lment e Manianus eapella VI ' 90: .. Form am
1 ~ . Oder, IC.E in angebliches Bruchst úc k Demos krits » IV n SU¡nie:SIO f rogml'nto di terr ae no n planam. u t aesrima nt , positioni q ui ea m di¡,ci diffu ~ioru assimña nr, neque
~ocrl1o/, Philowgus, Suplem. VII, 1899, 27' (agradezco a Dielsla indicación ): .. Para concavem, ut alii, qu i descender é ím brem dixerunt tellu ris in gremiu m (d ie Begrü n-
reah~rlo no se ~a ~~ntado Plat ón por un ir elementos dispa res; luego su "'U;¡Qa l ba. d ung isr erwas andera gefasst und mutcl alter tüm liclr a nJ. sed ro iunda m g lobOllam. Und
lanonl es un prinCI pIO mecánico que co ncuerda ma l con la reprCSClltació n vuatista d e nac hher : si emersi solis exortus conca .... is subdud io ris ter rae latebris abderetur». / Lu
una TI.err a ~1lI ¡mada q ue inspira y expira». Con tra esto se: podría decir q ue na ..repre. forma de la ' ierra no es plrula, como ju zgan qui~nes asemejan ista Q la disposición de
senlal.'lÓn vila ltsta» en Plaló n sólo se in trod uce co mo comparación (;:"'1"tQ /c om ol 112 un disco más extenso, ni cÓllca..a, co mo o tros qu e ha n d ic ho qu e la llu via ba ja al seno
8) Y q ue la teorla geo rísica ar riba representad a es un itariamente mIXanicista . de la tierr a (el razona miento está contemplad o de for ma algo d iferente y ca usa imp re-
a La doct rina de la por o$idad de la Tier ra . de pozos subtem i neos y de co rrientes sión cxtralla a la Anl igüedad ), sino redo nda en ronna de glo bo'. Y m ás a dela nte: si
d~ agua . se encuentr a en Ana d go ras (~9 146] A 42 , ~ . A 90) Y en Diógenes de Apolo- de cónarvos esco ndrijrn. a parta dos de la tierra se: alej asc la salida del sol nacie nte/ o De-
nta (64 1' 11A 17. 18). En ellos pro bablem ente. con Diels (..Ueber di Genfer Fragmente m6crit o , 68 155] A 94: (n Qi OXii¡<a1"oS 1'iís) 4 ",,0" Q'1'"Of 6,o"ot t6ij ¡Uvn;,. S'Aérrn" "",,,,,,..
des Xenophanes und H ippo n» / So bre los f ragmell1OS ginebrinos de Jenój ones l' Hip- <k Ñ . I' tO..,1 / Demócrilo, (acerca de la figuro de la TU'rra) qU~ es en jormo de disco
M nl , S,/zunlPb. d. Berl. A klld. 1891, ' 81) YOUer (op . cil.J, se pod ría n encontra r los en anchura y cóncID'aen elcen/rol . Arquelao , 60 147J A 4. 4: _h>- ,.i, o~ , t..hAi¡I'.
a l1l~den tes de la tcoda plalónica . Pero ta mb ién e~ po~ ib1e no reco nocer qu e P latón "too .. <k "o.>.."... ,",,,,'o.. <k 'l'f-Qu Tijs ","OIA0"l1"OI l:ín ¿ ~),,'Of 00" ,har~"A'u n "ai lo"f m .
exphc.a se .una tan gla n ca ntida d de experiencias por medio de un a construcció n geofls i. soo,," l en circulo es de o/lUro. cóncava en el centro. & señal de lo có nca....o que t'1sol
ca unl ta fla. no se levanta y se pone por todas parlesl Cfr . '9 [46) A 87: l:ín o ~n "01"" ~ ')"ÍÍ WS
9 H . Diels, ((Wisse ns. U. T echnik b. den Hellenen » / Ciencio y lécnico en los grie- 4,,,0" 1l'1"Of olín 'l!Aa n 'a ':'s 'Av"'Eal"0QCtS I que ni cóncava la Tierra co mo Demócri/o
gos/. Ne ueJohrb. XXX [[I, 1914, S '" An/ike Technik 1920, 10 pone el mapa prá ctico ni piona como Anaxágoras/. Ana >ti menes. 13 [3] A 7, 6: """...n I100d n ro.. ~),' oP oh
de la Tierr a en co ntr a posición con la lab or tcór ica de An axima nd ro como filóso fo. V... ol"ij.. "(tl'0l' l "O". ¿>'A· VSOO 1'"WI' Tijs ")';¡ f t..¡,,,A orfQw,,, I'f " W" O "f "' Ó"'f 'O ~ / ei sol no /1,...
No o bstante a llí, e n do nde se vuelve a lo práctico, ra dica su ca rácter cientifico. C fr. ga a ocultarse bajo (ierro, sino que se protege bajo las par/es mJs ele pudas de la t/e-
J . A .. K. T homso n, The Greek Trudilion, 1927,' Y s. (Sob re un viejo ma pa): «Was rru/.
Ana xlma nder' s really thc !irst map? T he first scient ific map it not d oub t was» / ¿Fue 11 C fr. a ho ra tamb ién 1. O . Th o mson, Hist. of A nc. Geogr., 1948, 114: ,ahe ba-
de Anaximondro reu/menle el primer mapa ? El p rimer mapa d enll/ ico, no hay duda sin is rea lly lhe old concave d lsc, but no w put on the su rface of a hu ge glo be» I la ....l1sija
de 1'110/. La '(te nJencia a la ma tcmal il ació n » (W. Ja eger, Paid('io 1, 1934,2 14) era se- es reaimen/e el viejo di5'CO cóncavo, p ero ohora pue.~ 1O sobre la superflcie de UIl ellor·
gura mente f uerte cn la ima gen de la T ierr a JI' Anax imand ro . A simism o se entienJe me glob o/ . Cf r . A . Lesky. Thalal/a, 1947, 79. E. Fran k, op. cil., 2', 189, se imagina-
q ~e ésta no po Jr ía ha bcr sido tan om nipo tente como cn la Cosmología, en la q ue Ana - ba las cosas de man era que se llega ra , por medio J e una inversión , J e la forma cónca va
xlma nJ ro e~ el p recursor JI' lo s pitagóricos. E . Berger, Ge.sch, d. wissens. Erdk unde a la convexa para la teorí a del círculo de la Tierr a.
d. Griech. I/lis/oria de la Geograjia cient(fica de /001' Griegos/, 1903, 2' 0 pa rece tras- 16 Nad ie pu ede desconoc er que la escato logía es el mo mento do minante. ¿P ero ,
torn ar cl co ntenido co rreclO cua nJ o se rep resel1la el desarro llo as! como se trat ad a en por ello -co n A . Rehm . Exakle Wisse.Y., Gercke-Nord en, Einl. i. d. Alterlum w., 1933,
el .sig.lo I V l'n el pasaje de los ma pas genera lcs de la tierr a con listas de puertos y des- 11 ' . 12, H . W . Thomas, Epekei na, 1938, 83 Y s ~., R . S. H . Bluck, Pla/o 's Phaedo,
cripcIOnes de COSla s. 19" , 200- podría uno apa rtar de paso los fundamento s geo físico s como «no imagi-
lO Cfr . B. Meissner, «Ba bylonische und griechi¡,che LanJ ka rt en », Kli o 19, 192' , nado s en serio »? Aqui tenemos breve mente los fundame nto s cont rarios: -I . La imagen
350 PLATON NOTA S AL CAP ITUl. O XV 351

de la T ierra d el Fedó n ne ne pasos que nada tie nen que na cer co n la const rucción mític a el mismo problema lingüístico: ro <lO¡ «1l' pal il"up ~l> P 'A tx.0fl'1a ró'J." oP o"uvQ"-~o~m r¡;"
superior , pe ro están \Ien os de sent ido como una co nstrucción geofísica . 2. Lo mismo rijr 'E r¡It08"al . ó'A.. ",.» ajJ..pi{Jo).ó~ lor " , l,.-ub;¡ ~o O"II.... lI"1l'lI' "'l l1Q i"u "Q¿ ~o O"\I,tYriru~
q ue a l mito del Fedó" una co nst rucción geo ñsica se esta blece pa ra fu nda ment o , para XQ i ro '/to\lfl~ I E;fn::tillom ente aquetto de ..es cenugoso elluRor qu e se dice que 1()f.'Q
el de LQRepública se tre ta de una cosmol ógica. El mito ha cambiado mucho a la ces- at golfo de Eritrea» es ambiguo, p uesto que eltocor implico el aproximarse y el eslar
mo log ia pero no la ha hecho esta llar. 3. EJ milo de la Atlántida tiene u na image n de en cont(l(.·/o/ . Cfr. F. Soror, De A ristOlelis geographia. disert o Halle 1886 , p. 8.
la T ierra como fu nda me nto igua l que el milO de l Fedó n. Ambas imágenes de la T ierra 25 Simp.licio, In A ,is/otelis ~hy'sicorum. Libr~ C~ment., ed . H . ~iels p. ~48 \ d i-
es tá n empa re ntadas ent re st, la del Timeo no sólo es la más posterior en eltiempo sino ee a propé siro del a rgum ento: O" lU" <I"o,oT'/m ,...,,, ~o "w, l ll".4tita. 8o\l>'tm. wl Oll'al
lam bien e n la histo ria del desarro llo. com o se demo stró en el capí tu lo XIV. a part ado OIQ roúTW' lV.'AQ ltlTriao, ~ /o ues. ~g'¡n creo, no prelende demostrur lo sem ejantJl
111. De esos tres a rgumentos Rehro y Th omas no han discutid o a gusto el segundo y de los lugo/?S o trowfs de esas rozones sinu su "er:¡"dad / . Pero v ronda d no es en abso-
el tercero. Para la au l05Unci encia del eleme nto geofísico en el muo del Fedón se pod rla luto conexió n de tierra . Inst ructiva es el dictamen de Alexander ven H u mboldt , Krit.
rem itir a A ristó teles, que lo critica co n mucha min uciosida d y co n pu ras ciencias natu- Unlersuch. über d~ hutorische Enlwidrlung der 8eogrophischen Kennlnis von der Neuen
ra les (M~/eorologfa 1I 2, 155b 32). Su critica está de acue rdo con el res ultado de nues- W~II I lnves/ig. criticas sobre ~I desarrollo histórico del conocimiento geográFICO del
tro an álisis. Co mo Re hm y T hom as j uzga , po r ejemplo , ta mbién Fruti ger , Les My /lles Nuevo Mundo/ , 1836-52, 1, 120: .. El ingen ioso ar gum ento , que Aristóteles tom a p res-
d e Pteum , 6 1 y 55 . ta do a la llegada de los elefantes a las costas opuestas de Africa y d e la In dia, se funda-
n Co mo Proc lo en su COm~n tario del Timaios 1, 180 Die hl desconoce el cor neas- menta en la insignirlCante d istanc ia de ambas ma sas con tinentales en d on de se había
te, MI con funden toda vía E. Bc:rger, «Die Grundlagc:ndes maríeísch-peotenaíschen Etd - supuesto q ue se tenían que encont rar previa mente en ambos pun tos extremo s del "ecu -
bildesll I ÚJs f undarnm tos de la ima gen de lo Tierra manno-oeo temece/ , &rl. d. Sikhs. mene" productos cotncídenrese. No es tam poco correcto infer ir una unión de ccnn-
(d~llsch. 1898, 9 1 Y ss. Y E. Geg enschat z, Píatons A ttantís, di sert o Zü rich 1943 , 48 ne mea a partir del argume nto de 10'5 elefantes. C fr . Rerger, Gt.st:h. d. Erd /(unde 31 8;
Y s.s. lacont rad icción . El circulo de la Tier ra de:! Timeo no tiene nin gunas XOtAa /oa ue- Th o mson, Huro ry o/ Aneient Geog rop h,. 119.
dadnl . P ar a la image n de la T ierra en el relato de la Atlántida cfr . J . Bidez, Esn, ou 26 Se: contem pla, como finalm ent e hace Panscb , ap. cit., 569 ( 19), ..del ma r Ro-
Pla/un et I'Or~nl. apén dice 11 : d:Atlant ide ..; J . O . Th om son , op. cit. , 90 y 55 . jo.. en sentido más ampli o , as¡ no afec ta nada a nuestro resulta do .
11 Cfr, Th . H . Mart ín, Etu des sur le Tim k 1,1 841,3 12; E . Ber ger , op. cít., 98. Z7 Berc er , Cds. d. Erdbmde, J05, 320.
Tambioén el eonuncn re extenos , Que en el mapa de Cosmas lndicopleustes rodea a l Océa- 21 Berger op . cit. (y Brr. d. Siichs. GI'S. 1898, 121) encuent ra la op in ión de Cr ates
no, correspo nde a la misma d irecció n de pensam iento; cfr . Th~ Chri~ion ToP08rophy de 105 cint uro nes marítimos Que K' cru zan ya pr efigu rada en el Fedón . Eso remite a
o/ Cosmas c:d . po r Win5l.c:dt 129 , 26 ( '" p. 185 A) Y lám. VII. u n malentendido en la lengua y en el comenid o.
19 No sin vacila ció n con sider a Berger , op. cit., 104, c:l concepto de verda dero con - 2'1 Sorof, De A ristotetís geograph ia 14; Bereer, GI'S. d. Erd/(. 32 1: Bokhert, A ris-
urente ..absolutament e mítico », y un singular erro r cua ndo co nsidera ese: verdadero ta teles ' Erdku"de von Asim und Lybien I Geogrqji'ooruto/ l lica de Asia y Libia (A/ri-
con tinente co mo u n paso previo a la imagen de la T ierra ma r jno- pt olemaica (con su ca)/, 1908, 44.
cierre del octa no Ind ico y su un ión terrestre e ntre Asia del Est e y Afdca del Este). JO En ~ re...8iJi},arra l el mar ex/erior/ piensa Aristóteles al este y a l oeste. Me/e<>--
20 F. Jaco by, Fr. Gr. Jlisl. JI B, m . ns. f rag. 75. Cfr. E. Ro hde, Der Grier:hist:h~ rologfo l lJ , 350b 13: XQt,.tT'/r... u's ~o " aw Qtt Bér'Aarmp. J62 b :U: m Of Tij r 'I vo",;;s
Romo" l Lo "o vtla griega/ , 1900, 219. a.. xa i ";;' v " 717).(;," ~¡;" ' H"a"'Mi"" IEl (n'ode lo Libio aristolllka) Crem é/es ... fluye
2 1 Se: remite a Plat ó n ta mb ién lo Que: P luta rco , De focie i" orbe lunae cap. 26 p . hacia el m ar extenor. J26b 28: lo exterior o fo Indio y o los colum nos de Hércull'Sl .
941, cuenta del .....erd adero co ntinen te» , co mo también a Pla tó n Mir" "" llor l" ~ors JI Part sch, « Des A risl. 8uch "Ueber d . Steigen d . Nil" " . El texto en 105 A ru tot.
Ai8.o ..",oir / MClrr:elv ent re los e/(opt'S/ en el Cum~ntorio ol Tim eo de P roclo I In Fragmenta, ed . Rose:, p. 188 Yss. H . Diels, Doxographi Graecl. 1879 , 226 Y55. co nsi·
Diehl -La moderna sucnió n del rela lO plató nico de la Atlá ntida es inmens a - oEl as- d era la o b ra a l meno s como peripat élica an ligua (m ¡~ntras que eJ, más ta rde, según
tró no mo y polílico fra ncés Jea n Sy l...ain Railly escribe: Leltres su r I'A tla"/ide de Pla· co municació n oral, ha seguido a Pa rt sch) . Un ar gum ento q ue pa reT.ca hablar conl ra
ton ~I sur f'onden ne huloire de I'A sie adressées Q M . de Vo /laire, Lo ndres et Pa d s la autoría d e Aristóteln creo poder in\<a lida rlo . Si, a saber, se al\ade el a uto r de De
1779 I Cor/os sobre lo A lldnt ida de Plató n y sobre lo antiguo historio de A sia dirigidos inunda/iane NiIi a la polémica co ntra Taln en He rod o lO. se tend rla qu e pensa r asimis-
a M. de Volluire/ . C h . finalm ent e (?) a H . Herter, Rh ein. Mus. XC II, 1944, 236 Y mo en Que la po lémica de Herodo to co ntra los ma pas redond os se recupera con cilas
ss. Futu ra s in...estigacio nes podr ían deja r ob ras sobre fuente s, como las qu e cita P ie rre te1;t uales en Aristó teles: ...id . nOla 12. T ampoco ento nces será cas ual o tra cita : H erodo ·
Benoit en su no ~el a L 'A tlanlide: «le Vo yage a l'A tlantide d u mythograph e Denys de to J 203: "' ~ ¡<fr ya " ' E ll" vf! PQllrtAA"Vm ¡ 'J."ao(~ ",o:i ~ aw "T'/'Aiw ~ (wozu will man
Milet» I EI Viaj~ o lo Atlúnt ida del mitógrofo Dionisia de Mi /elol }' ,d a pa.lsiona nte ' HQax'Aiwv einfügen1) Oá'Aa<1fJa ,¡ ·Ar1.arril "'a'AtOl'f ~" xa, ,¡ ' E " v8,, ~ ¡<í" lou fJa
histoi re de la Go rgon e d ' a pres P rocles de Carthage. cité pa r Pa usania s» I La uposio- ~\ll' );érve'. Ar ist. De caelo 298a 9: ro"l ó.. ,,'AU'¡t{3ápfJpml fJU~ Ct-lI"fH~ ro ~ ... ,,¡ ral
nanle hislorio d~ la Gorgona según Proclo de CarLago , cilado por Pousaniasl . ' lI" ax'Afíolll ".r~ 'Aa¡ "-Ó"fJ ~ rw, lI"t ei ",P 'b6,x ~p Ka' 10hfJ P rl>p r" óll"oP t~pm ri¡P
2l Pod emo s denominar a un autor de ese punt o de ...isla con nomb re y fecha. «Athi· Oá'Aanap ¡<íav. lHerodo to J 202 H ude: pu~s lodo aquel po r el que n a ll~gon los grie-
nago ras Arimnisti inq uÍ! unum esse ma re quo d ru bru m et Quod extr a Eracleas colum- gos, el ma, ex lerior a las colum nas (¿Pura qué se quiere afladir «de Jlércules»?), que
nas» IA lenágrJras Arim nisto dijo que ero uno so lo el mor Roj o y el exterior o los co- se deno mino A tlánt ico, y el Rojo son casualmente uno sula. A risl. De caelo 298a 9:
lumnas de Hérculesl : Aristó teles n,,,, 1"1j ~ rQu Nt í'AQU a pa{3á fJfWI /Sobre la r:r1'Cida del
Nilo /, A rislolelis Frugmellto, ed. Ro se, p . 194. lin. 3. Fue entre 357 y 349 cua ndo Ate-
los que suponen que el lugar en lom o o las colum nus de Jlércrtles e.l,tá en contacto con
1.'1 en lomo al Ind ico y que de esa man era son un .1'010 m ur.! Según eso, a pa rtir de
nágo ras sustentó aquella teorfa an te Arl aje rjes Ocho s. Cf r . J . M . P a rt sch , " Des Ari s- un mom ent o de so~p ee ha , má s bien llegaría a haber u n arg u menlO par a el ori gen a ris-
to teles Bueh Ueb~r das Sleigen des Ni!» I De/ libro de A ristóteles Sob re la crecid a dcl to télico. Pa ra la aute nticidad: A . Rehm , «N ilschwelle» R.E. XVII, 572 Y ss.
Nilo / , Abh.Siichs. Ges. 1909 , 572 (22),7 . ) 2 A . for biger , Handbuch d. ollen Geogruphie I Monual de untigua gogro/fal 1,
23 Las lineas costeras son llevadas simétrica mente por f uera d e las zonas templa· 11177, 112; Herger , Erdkunde 247; F. Gisinger, V il' Erdbeschreibung d. Eudoxos / La
das, por más q ue se su.majeran. según la o pinió n de aqu ella época , a un conocimiento desaipción de lo Tierra de Eudoxol, 1921: H . Kar pp, Unters. Z. Phil. d. Eud()xos I ln"
emp irico. vest. subre la fi loso/fa de Eudoxo l , 1933, I Yss.; Thomson, op . cit., 11 5 Yss.; E. Fran k,
2. Estrabón 1, p. 56, en una relación completa ment e cambia da pero que presenta «Eudoxos .. en Wissen, Wollen, Glouben. 1955 , 138 Y ss.
352 P LATON NOTA S Al. CAPI T ULO XVI 353

JJ Diels, DoxOlff Uph i 386. Exactament e es el escolio 6 477. Asimismo eso (co mo tr acciones de da to s sens ibles ta nto más q ue co mo datos sens ibles son sólo aproxima-
yo co ntra F. A. Ukert , Geog raphie der Griechen und R 6mer 1, 1816-1a4J. 2, 2 16, Y d o nes de las ideas.
rem itiéndom e a H . Diels, en «Seneca und Luce n», A b h. 8 tTl. A tad . d . Wiss. 188S. , La doctrina clara mente necesita una de fensa desde qu e incluso cond ujo a Mili
17, hago nota r) es impensa ble en la realidad el q ue la teoría d el círculo imaginario de a a firma r que po stula ba infalibilidad o a lgo par ecido a e llo en los go be rnan tes del Es-
la T ierra y las lonas re troc ediese a los sacerdo tes egipcios, a pesa r de q ue ta mbién Dio- tad o , «o mcrusc adscr ibe ta l abismo de imbecibdad compara tiva pa ra el resto d e la
d oro 140 adscr ibe la opinión d e Eud oxe 1<3 a lgunos filó sofo s d e Menñs». g ud oxo pa- hu ma n id ad , como para desc a lifica rlos para cualquier vo z en su prop io go bier no o pa-
rece que se remue a su esta ncia en Eg ipto y a hab er ten ido rda ción con la casta sacer- ra cua lquier poder de exigir cuentas a su go ber nante cíenuñc o... J. S . M ili, Díssena-
do ta l. C fr . también Dióge nes Laercio VII I 89 sobre la supuesta tr aducció n del egipcio lioll$ and Discussions (Bostcn , 1868 ), IV, 325.
« Diálogo de los perros ». 6 A po fogia 11 D; Laq ues 196 B; Fedro 212 DE ; lA R ep ública 492 BC; Teeteto
l. Lo q ue a lli está adscrito a Nicágoras sólo es la gran conjetura sin la teo ría cien- 112 CE.
d fil;&. de las zonas. Esa la fundamenta por primera vez en Ari stóteles cua ndo la intr o- 7 El PoJI~ico 295 A B. Pla tó n retoma la idea de equidad en Las L eyes 815 D.
d uce con las palabras : «Non plane a utem hoc determin at , videtu r enim nihil negocia - I A pologia 24; Las Lt'yes 862 E y SS.; Protágoras 326 D.
tus esse círca hoc c¡uod d icitur» I N o determ ína en efecto ab iertametlteesto, sin embar- 9 P lató n creia q ue la Ley era desconocida en la sociedad primitiva (680 Al.
go perece que nada se trata 1'11 torno a lo que se d icel . Pero , asi co mo en e recto la lO (;orgias 482 E; Les L eyes 889 D y SS.; La R ep ública 5S1 B.
op inión d e Nlc ágcras se elevará a la a ltura d e u na hipótesis científica, concuerda oon 11 Sófocles, Anligona 454, &lipa Rey 865; Jeno fon re, Recuerdos IV ív 19.
10 que se ha tra nsmitido de Eudoxo y u no se asombra de qu e no se hubie ra tratado u Las L~yes 838 B, 841 B, 680 A , 79) A-C, 890 E; Lu Republicu 56) O; El Poliri -
de encontr a r en Arislót eles. ro 294 C , 299 A, 300 A, 301 A , 302 A .
Js No es ninguna pru eba pero es asimism o digno de mención el que Simplicio Ile- LJ Platón obs erva q ue nues tros po líticos , que a ralos son d esde ño sos de los escn-
ve a este [)ala je (p . 541 Diels) com o ejemplo también pa ra la Canc bos. OtrOS pasajes torea, son las mas d e las veces aflcicnados a escri bir (Fedro 251· 58). C uando u n políti_
en Berger, op . cit.. 241. Nota S. co sa ca a lguna compos ición, insiste en señala r al comie nzo asl: ..Sea est o decretado
.\6 De otra manera Ulr.ert, op. cit. por el senado, el pueblo o ambos , a la moción de deterrnln ada persona.. , que es e! polí-
57 Agalé1nnos I 2 (Geogr. Gr. M in . 11 411): E ~6a t <>f 6f fO ...~ >ro l Ó1"'~o¡¡ , rov tico (ibid. 278 D).
...)"áTOV1 I Eud oxo. el tamullo doble de lu anchurul . 14 P ara la plena diferenciaci ón den tro de la ley atka, vid. Carl FriC'drich Herman n,
J.I Cf r, E. Berge r, .. Die SleUung de~ Posidoniu s zur Er dmC$Sungsrra ge.. I EI pasa- A MUllual of th~ PoIitical Annquiues of Grl'«'f (Oxford 1826), pág. 268.
j e de Pwidonio para la ('llf!s tión de la medida de /0 Tieffo! en Ber/. d . Sadas. Gn. u Cu ías rem ite a la ley qu e propo ne P la tón sob re da ños a la tier ra de! vecino , por
d. Wiss. 1897; Thomson, ap. cit., 157 Y SS., 212 Y ss. , 229 y n. obstr ucción a la salida de agu as desbordadas o po r permitir qu e bro ten oon dema siada
)9 Alexander ve n H umbold t, Kosm os , tomo 11 , ca p. VI. violencia , como la base de la reglamentación en el Digeslo 1.13. 1. Vid . n . ) ant erior.
40 Id a Ro d rlgue:z P ra mpo lini, Lo Atlólllido de Plo/ón en los CrOniSlas del Siglo 16 El d~o de P lató n de tratar las contribu ciones en beneficio d e asociaciones ce -
XVI, México , 1941. mo u na o bligación imperfect a está ta l vez influenciad o po r el Derecho á tico qu e permi-
te recu rrir con tra ciudadanos en u na circu nstancia buena pero no en o tro mod o.
17 C fr. Gorgias 480 B; Los Leyes 934 A B; Lo Repú blico ) 80 B. En este punto Pla-
Ión no ime ma refut a r el argu mente sobre el q ue las teorías re form isaas y disuasorias
NOTAS AL CA P ITU LO XV I se a nalizan. Am ba s teo rías justifican el ca stigo de homb res inocent es; la teo ria de la
d isuasión si se cree q ue va a ser culpable por aqu ellos p robab lemen te de co meter e!
Las notes, 1'11 inglés en el origillol, son las q ue fueron e;sulb leddas por el autor del c rimen en el futuro; y la teo ria d e la reforma si se tr a ta de ma las personas, pero no
correspondiente cepauto, también en dic ho lengua. (N. del T.) ca rgados de cu lpa bilida d de o fensas.
13 «Un hom bre lla mado C hao ng A n-ching, ayuda do por su esposa Chaong w cn g-
1 Este ensayo es parte de un capñulo d el libro L egal Phi/osop hy l rom PIolo lo He- shee , va puleó a su mad re. En estas circunstancias siendo informado T un gscbee. en c u-
gel ! Filusofia L egol d t'sde Pfa/o n hOSlO Hegel! (Baltimore, 1949). O riginalment e roe yo remo fue perpetrado el d elito , SI: decret ó una o rd en imperial para hacer q ue los de-
p ublicado ba jo el tItulo «p tarc's T heory o f La w» / Teo ría pl ató nica de fa Ley! en H ar- hncuenres fueran desoll ados vivos, sus cue rpos fuera n arrojados a u n ho rno y ~us hue-
vard La w Rt'view LVI (1942), 359-81. Ha sido o mitid a aq uí, e n ra zó n del espacio, una so s, saca dos d e entre las cenizas y reducidos a polvo, fuera n esparcido s a lo s vientos.
relación de las ideas legales de lo s pr esocrático s y una d iscusión sob re el pun to d e vista La o rden más ta rde fue dirigida más lejos : q ue la cabeza d el cla n, al q ue per tenecía n
de Platón acerca de la naturaleza d e la Ley. los do> culp able" debiera de ser ejec uta d a por estrangula miento ; q ue los vecinos, q ue
Nol o soore las Tr ad ucci ones: Para las citas que a pa recen en el texto , he seguid o vivían a ambas man o s de los culpables, fueran a zot ad os, po r su silencio y no inter fe-
en general las traduccion es de Bu ry, Shorey (para La República), Jow ett y Taylor, a rencia , con ochent a latigazo> cada u no y enviados al des tierro; que la cabeza o rep re-
veces combiná ndolos o co n mo dificacion es. Mi deuda respec to a las Ielices uaducclo- sent a nte de lo s gra duad os d el primer grado , entre los que esta ba encua d rado el culpa-
ncs que Inglaterr a se a rriesga a a ña dir a su edición de La s Leyes y a sus notas será ble varón , de bía recibir una flagelación de ochenta a zotes y ser dester rado a un lugar
sin esfuerz o evide nte. Mi deuda con los comentario s de Ora te, Shorey , Ta ylo r, Net- a mil li de distancia de su ho gar ; q ue elno-ab uelo del culpab le var ó n d cbta scr dcca pi-
tlesh ip y Ritt er será tambi én o bvia. tado; que su tia y sus dos hermanos mayor es debían ser aju sticia dos por estra ngula-
{Las not as a este capítulo son, por sup uesto , de Mr, Cairn . Ellas y eltexto ha n sido ció n; que el p refecto y el goberna nte del distrito en el que resid ía n los c ulpables debía n
edita dos sólo por confor midad técnica. Todas las referencias a La5' Leyes de P latón ser privados po r un tiempo de su ran go; q ue en la ca ra de la madre de la mujer culpa-
por lo meno s ind icadas de o tra man era-P . Fried l.] ble de bían ser tatu ados cua tr o ca racteres ch inos q ue expresalc n la negligencia de su
2 Aulobiograp hy (Lon do n, 1926), 11,442. debe r frente a su hija y que ruera desterrad a a una pro vincia , la M~p lim a en cua nto
l l acqu es Cuj as, Opera Om nia (Ná poles, 1772), V, 666, a llí, en el Digesto se cita n a la dista ncia de aq uella en la que había na cid o; q ue a l pa dre de la m ujer culpa ble,
insta ncias de p réstamos esped ficos de P lat ón . un bachiller en Artes, no se le debia Jl'C' rmitir toma r ningú n grado lite ra rio más a lto ,
4 Vid . ta mb ién La R epública 472 C, Las ideas pla tó nicas no son estr ictamen te abs- deberla r~ i b i r u na flagelación d c ocbe nta azotes; que la mad re del acus ado varón de-
4

354 PLATON NOTAS AL CAP ITU LO XV1ll 355

bía d e ser testigo d el deso llamiento de su hijo , pero de bía per mitirse!e recibir d ia ria - 6 C fr. por ej . La rngdon-Zehnpfu nd. Die nl'ubabylon. kóni gsin.sc.hrijlen / Las ins-
mente para su ma nutención una medida de arro z cerresc ro pro vincial ; que el hij o de cripciones reales neob<1hilónicas/, nr. 9, 29: « lo más sagrado. I~ vivien da de su ~fIo'
los culpabl es (u n nína ) debía ser puesto ba jo la nuera del go bernado r del d istr ito y reci- ría , recubria yo su ta pia con or o radia nte. A Kad ug-Ltse g cub r~ con o ro ». l o rmsmo
bir o tro nombre; Y. por últ imo, q ue las tierras de los culpa bles debían perma necer duo es frecue nte pa ra el templo d e Salom6n: III Reg. 6, 20y ss. [cubie rto de o ro) , 1, Crún .
ra nte uo uem po en barbecho... Jolm Henry G ray, China: A lIistorY of lhe Úl"'S, Man _ 29, 4 (cubierto co n o ro y pla ta). P a ra lo vanopínrc d e las co nstrucciones de piedra se
ners OM Custoro s of Ihe Poople ( China: Una Historio de las leyes , m odos de ser y puede compara r de lejos: tes mu ralla s de la ciudad de Erit rea , e n la q ue a lternaba n
costumbres dtl pueblol ( t.ondon , 1878), 11 , 237-38. e n efec to 3 as ientos de sillares d e blanca cal iza con un asiento de sillares d e tra q uita
19 A pologio 26 A ; Go rgias 466 A; Hipius M enor 376 B; Las Leyes 73 1 C; Menó" co lor rojo oscu ro. Vid . G . Weber , ..Eryt hrai», Alh. M ili . 26, 190 1., 10 5. _
77·78; Pro lágo rQs 345 D; Lo R eplÍbJico 589 C; Tímeo 86 E . 1 Esa rC'8ular idad es evid ente aho ra, a su vez, en e.l plano d e la C1~da d de Babilo-
lO Los pri ncipiOli pena les de Platón la ma yo Ma de las veces se encuentr a n en lo s nia de R. Koidewey, Das wiet/erslehende Bubylon / & bdo nUlreronstru ida / , 1 ~25 , grab.
comienzos en el libro IX de Las Leyn. - 256. Herod oto deja supo ner que llega ría a parecer aun ma yor si f uera co nocida la mi-
11 De la misma man era, en el EUlijrón, a ntes de la in venció n d e u n léxico gra ma. tad de la ciud ad desde el la do oeste ta nto como si lo fuera desde el este . Segu n el arq ue-
tical , P lató n parece intenta r u na dlstia ei ón filosófica ent re las voces activa y pas iva tipo de Babi lon ia, ha ce Arislófanes en tos A ves (S50-2) q ue la ciudad de los p:loja ros
del verbo. Desde el punto de vista n uestro, actu a lmente el a rgumen to aparece innece- estuviera encerra da po r un muro de lad rillo. . .
sariamente complejo. I El pla no de la ciud ad se repi te en el man ual de A rqueología , es tablecId o por
2l Lo RepUN iC'o 405; Teeteto 175-77. l os escoliastas se han dad o cuent a de que W . 01 10 1, 1939, 70s ; E . Her zfeld y F. Sarre. A " himlogiMhe Reise im Euphrut- und
el pa saje del Ttt/e/o, en dond e se oponen por co mpleto el ho mbre d e negoc ios Y el Tigrisgebiel /Viaj e arqueológico a lu zona del Eufr alts y Tigrisl , 191 1- 1920 , 11 , 106
d e Ie)'es co n el filósofo , eslá mem or izad o po r completo. YSS. , grab o 1110; W. Ancrae, ..Hatra.., en Wissms. Verijf/'entl. d. DeulKhen Orh'nt~e-­
n Ka nt , Cririque of Pu re Reusan, Ir . N. K. Smith [New York, 1933), p . 47. Mil. 9 , 1908, y 21, 1914; F . von Lu scban, AuJgriíbungen III ~ndMh'r(I II /Exnl~flC'O­
nes en Sendsch irli 1I1,lám. 29. l uga res en Asiria: J . Hunger y H . lamer, A flofl el1 tu-
lische Kul/ur im BiJde, 1911, grabo 139. Tepe Gawta: W. F. G . Knight , en: Vergi/ius
(Bull. of the Vergilian Soc iety), enero 1939, 9. .
NO TAS A l CA PITULO XV II 9 Bossert , arien/. Lit. Zeit. 1927, 654 ha llamado la atención sobre esa concordan -
cia . Sin d ud a alli no se pedi rá informes al plan fa ntáslic o de Ola t ón, sino que la pre-
1 C fr. H. Hetter, «Ptato ns Allami s», Bon; Ja ñrb. 133,1928,28 Y ss. ; ",Alles und gu nta pasa a l espectro dcl ..real .. país de la Atlámida. En el ca p. XV I se utiliza n infor-
Neues ro Plat o ns Kn nas .. l Lo gn/iguo y nuevo respt!Cto alCTillas de PJotón / , Rh. M uJ. mac iones bibliogr á ficas que se a grad ecen a P. Iacobu hal.
92, 1943, 236 y ss. ; 96, 19 S3, 1 y ss. Además se rectifica n aq uí detal les o deben ser tO A . vo n Oe rkan , Griech . Sliidlt'Onfagell / Diseílas griegas de ciudades/ , 1924, 30
considera do s co n más agudeza. R. S . Brum bau gh, « No te o n Ihe Nu mbers in Pla to 's Y s., imp ugna a q uella relació n. C fr . Fabricius, « Hip pod amO$'" R.E. V III 1731 Y ss.;
C ritias» , CI'!ss. Phi/o/. 43, 1948, 40 y ss. _ Plato 's Mathem aliC'ollm agination 19S4, «Stá dteba u» R.E . 11IA 1992 Yss. Diels-Kranz, 39 [271: Hip podamc s, M . Erd man n,
47 y ss. es d ig no de cons ideració n. Pero el juicio que se repite siempre al1i de qu e Pla- « H ippoda m~>l , PhilologuJ 42, 1884, 206 está muy inclinado a a tribu ir ta les influ jos,
tó n, p?r med io d e esos números. hab ria q uerido ex presar fa lta de orden (desor den, como ta mb ién W. L Newman, The PoIilia of A rislolle 1, 1887, 362.
conrusí énj, no pue de !.el" correcto. El peligro pa ra Atla ntis res ide suficientemente en II Cfr. Fab ricius, op. cu., 1734; Erdmann, op . cr., 204.
las d irecciones enfrentadas , po r pa rte de la exagera da marematlzación. Bibliogra fia más 11 A . Riva ud en su introducción al Crilias de Platón (col. Dudé) X, 250, con la re--
reciente sobre el Crilias, o sea, en esp«ial sobre la Atlánlida; Rosenmeyer , C/uss. W",*I,. ferencia a l disci'\o del Pi rco de Hi póda mo , escribe: ",Presque sans sort fr d' Athenes, Plaron
50,1957,178; Cherniss, Luslrum 1959/ 4, 79 Y ss. po uvalttroaver to us les éíé men rs essentiels de sa narration» / Casi si.n salir de A /~nus,
1 En d isla ncias incluso más am plias se pod rlan recordar los puen tes ro ma nos co. Platón pod(u encontrar IOdos los elementos esenciales de su narraClón /. Una mira da
mo el de SI. C ha mas en Provenza . a un mapa d el puerto d e Alcnas (por ej . en W . J udeich, Topo graphie \'o n A the n , pla~
l 116 C ) ma nliene 7a (Jao,),ua como un ró llllo pa ra 1000, 10 que con tinúa hasla no ) es suficiente para desmentir esta tesis. . _ . '
117 A . 117 A 2 denom ina m (Jao¡'"f"ua en un sentido más estrec ho a l pa lacio . u C fr . W . Herler, «Die Ru ndf orm in Plat o n! Allan .. s und Ihre N.1chwlTku ng 10
4 Pa ra el ~ apit u lo X VI y las láminas VIII y IX cfr . las nola s aproba to rias de A . der Villa ~I adria ns .. I Lu forma ret.londu en lu Allun/ida de Pla fón y su pos/erior reali-
E. T aylor, Plalo : Timaeus and Critias Iranslated in lo English, 1929 , 8. Par a las lámi - zación en la villa de Adriano/ en Rhein. Mu s. 96, 1953, i ss.
nas cfr. las tres láminas en Plalo VII , Tim aeus, Crilias. .. , Irad. y ed . por R. G . Bury 14 Vid. Israel Exploration Jo urnaf7, 19S7 , 29 y ss. ~o n gra bo 12 y 18 y lám. 6 y 7.
(Loeb libr a ry), 1929. El acuer do co n mi reco nslrucci ón (d e 1928) es muy am plio . Sólo I! A. E. Brinc km a nn, Sladtballkunsl I A rle de c:v ns/f llcción de ciudades/, 1920:
en un d etalle par ece co nlener un error el mapa de la Llanura arenosa de Bury: que " P lalz und Monu ment», 1923, 41; An lonio Avelino FHa rele, Traklal über die Bau-
la l1 anur a parCl:e rode a r al cana l p rincipa l, corno si fuera de SO estad ios de ancho en kUl1sl/Tratado sob re el A rte de conslr ucció n/ , ed il. por W. von Dclli ngc n, en: R . von
vez de I : a cau~a de ello ha y una inco mpre nsible do ble línea (¿un puente ?) d ibujada Edelberg, Queilenschrijten f. KUllslgesch. ¡Fuentes pura ia Ui sto rlu del Arte/ VIIl,
en el eje principal de la ciud ad redo nda a través de ese ca na l. 1871.
1 Se cf r. Crílias l IS C y ss. con Herodoto I 98, 181·185, Diodo ro 1 48, JI 7-9. En
la H istoria de la Ekfrasis /Descrip ciónl, q ue yo a nteriormctlle ha bía Sinle lizado (Jo-
hal/Il es von GI/za lUId I'I/IIII1S Sill'nliarius, 1912, Introd ucci6n), falta de mod o chocan- NOTA S AL CAPITU LO XV1l1
t~ ya el. Crília~'. Debería sobrc tod o ha ber sido mancjado en el capít ulo 4, « Ro ma» y
ajustarla mucha s cosas que fUero n tratadas en el capítulo 3, « Descripci6n de la H isto. I El capilUlo XVI II , 1-111, muestra ba jo ell!lUlo de "Socrates enten Ro me)) ISó-
ria». A s! pa rece ta mbién aq uí que de nuevo la importancia de la H istor ia jon ia se co n- erales enl ru 1'11 Roma/ , en el American Jou rIJal Philol. LXV I, 1945, 337 ~ ss. que el
firmaría por la hi ~toria de la Ekfrasis. T amb ién pa ra lo que ha y q ue extraer sobr e el apartado IV del artic ulo ha sido deja do de lado aqul; en él s~ trataba la s i m il ~t ud entre
ca mbio d e la de~cri pció n en ~al ma y de los momentos narr ativos, habría que ~acar el Alcib lades l lB A Yss. de P latón y Eró lico fr g. 96 R. de Ansl6lCles y. se hab la.llegado
Cril ias. a la conclusión de q ue Arist óteles habí a tenid o en la men te el pasaje platólllco .
-
356 PLA TON

2 Polibio X XX I 23-~ { Bülme r-Wobst, Ptaum, Loeb ed.) = XXX II 9- 16 [Bekker ,


Hu ltscb) _ Excerpfo t ííst. «l . Boissevin el al. n, 2 (ed . Reos), pp . 187 Y ss. Cfr . E.
K . Ra nd , 1"he Building 01 E/emal Rome /l.o eonsuuccion de fa Roma etema/ , 1943,
cap . l .
J "'~ ¡'J(. lü 1a{ía _ai ow,<'QO<JV~lfl oo~~ I L a opini6n sobre buen orden y templan -
~a/ Pol i bio ( =&w-pto His/orica 11,2 p. I90 Z .7), Di odoro ( = Exc. Hist. 11, 1 p. 187
Z . I I) p ro porciona un desc uidad o extracto: riJ ~ ¡ 'J( ' l Üra~íao ow,<'QOov ,,'I". 110 templan-
~o S O M un buen orde nl .
4 C fr . H . v , Arn im, S/oic . Frot:. 111 p. 5 Irg, 12; p. 48 frg . 197; p. 63 frg. 262;
p. 72 fra . 293.
INDIC ES
, Mc mrnsen. Rómischf' Grsch . I Hist. de Romal 11 4 12.
6 E. K. Rand , op, at., lO. A. SINOPSIS DEL CONTEN IDO
7 Es d igno de mención q ue tam bién la palabra O " ~le"'l'Óf a pa rece en una relación B. NOMBRES Y CONCE PTOS
similar en u n pasaje de El B,lI1quete (2 12 B): !in roirro.. 1 0 ;; x rij¡urrOJ rijo ,h-tl ew 'J(l íao
oplÍou o" ~ Q"'I'o" &~¡...., '1: Q"' 1Of oh ;; ~ lI f Qat~"'" 'I.á/1o•. I Nadie podria encontrar C. ESC RITOS DE PLATO N
l odlme nte mejor compañero para la naturalna hum ana que Erosl . a"~lQ ""Ó J es aqul D. ESCRITOS DE ARISTOTELES
Eros, no Sócrates. Pero uno se tie ne que acor da r perrecramenre de q ue Dio tima at ri-
buye a Eros muchos recu rsos de Séc rates.
I Da vid Sachs me muestr a el paralelo en Jám blico, Viro Py thagorae t 24, en den-
de el discípulo dice a P itágoras: & . n 1fl ).QQ ~ 1Q Ó 'J( O~ 1lKc. Id f'm ostrarf pif'dad fi-
lial dI' lllguna ma nera/ ,
' C fr . v. Arn im , S foic. Frog. 111 p. 64.
10 Cfr. R. v. Scala , Die Studif''' drs Poly bios l Los f'Sludios di' PoIibiol . 1890, 1,
97 ss.
I l C fr . el res umen en v. Scala, op , cit.• 122. La nota de T . R . Glo ver en la Cam-
bridKf'An.:'. Hiu. VIII p. 4 '1 s.: .. H is retereeces ro P lato do nOl su~ great sympat hy»
I Sus rf'j f'fl'nd as a Plafón no sugif'ren gran símpallul se ven empleada la mbién en muo
chos pasa jes ron Arist óteles. ¿ Pero no ser ia esto en uno como en airo caso u n err or?
12 R. v, Scala, op. cit. , 201. No es necesario entra r en aeranes . pues el libro de v.
Scala ofrece el ma teria l seleccionado . Cít . también J . B. Bury, ]"he A nd ent Greek H ís-
torians, 1909,204, si bie n en su repert orio P latón no tiene el lugar qu e le correspo nde;
E . deli Pla ces. .. Le Pla io nísme de Panétiu s», en Mélanges d e 1'& 011' jranfOise dI' Ro-
me, 1956 .
u Cfr. por ej . F. W, Wa lbank , «Polybjus o n the Roman Co nstilUlion », en Ctass.
Quotf. XXXV II . 1943, 86.
l. Po libio XXX VI 15 Buu ner -wob si = XXXV II 2 Bekker.
lS En el capñulo co rrespondiente a Po libio e n Charakterkópjen aus d. anuk, u-
terO/ur. 190) 78, de Bdua rd Schwar tz, sigue a la muy destacable y correcta fra se de
« Polibio lo debe a la Filo sorla griega" un análisis q ue mod ifica mucho el prop io relato
d e Po libio ( ene romo filó sofo. sino co mo ho mbr e d e vida práctica » _ no q uiere edu-
car a su jo....en a migo para la virtud o la sab iduría sino para la noble za romana »] .
I~ C fr. la int rodu cción a los comenta rios d e Proclo y de Dama sc¡c : P rocti Oper a
tneaua ro. V. Co usín , P arí s, 1864, pp. 181 Y ss.; Initia Philosop hiae oc Theo fogiae
ex Pla/onicis Fon tibus Du eto / Com íenzos de fa Filosofta y de fa Teologra ttevaaos de
fu entes plat ántcas/, ed . Creuzer, JI, 1821, p. 3 y ss. Es digno de mención que Lucillo
había leido el Cdrmides, cua ndo escribía ellihro 29 de sus Sátiras, o sea, entre el ])2
Y133 d. C. Cfr. C.Lucilii Carminun Reliquiae ed. Marx I vv . 830·833, con comentario
de Ma rx 11, 288; Cíchortus, Untersuc ñ. zu Lucilius / Lnvestig, sobre Lucuto /, 1908, 68
y ss. 177.
17 W. W. Fowler, Thc Retígi ous expc r ience al /he Roman Peop íe. 1911, 363. Pa-
ra el cap. XVtII cfr . R. H arder, « Die Ein bürgerung der P hilo sophi e in Rom» ILa na-
turaitzaci án de la FilosoFa en Ro mal, Die A ntike V, 1929, 291 Y ss.
A, SINOPSIS DEL CONTENIDO

PR IMERA PAR TE

C AP/rolO 1: MEDIO Y ENTORN O

Autobiograffa de Plató n (21-23), nuestro único doc umento sobre Sil evolució n es-
piritual, le muestra como alguien que debe co nvert irse en político, pero q ue fue saca do
en si mismo de su carril por la corrup ción política y el destino de Sóc rates. La tesis
de los filósofos-goberna ntes es la fór mula epigramática para su voluntad de renova-
ción radical (25). Su obra escrita y sus intento s prácticos de integra rse Cil la vida públ i-
ca de su tiempo confirman el predomin io de la polít ica en la existe ncia platónica (26).
La ciudad griega , en sus comi enzo s un ida a lo divino, hab ia caido en la arbit rariedad .
Sócrates , con su pr egun ta sin fin y con su muer te, se man tiene fren te a esa conmoción
(28). En el encuentro con él, se hicieron visibles a los oj os del al ma (30) de Plató n las
formas eternas (32). Para ese nuevo medio hay qu e fundame ntar de nuevo la ciudad
( ). Para crear conccptualid ad y comunica bilidad a su visión, se vuelve de nuevo Pla -
tó n a la ontolo gía de Pa rménides (41). La cosmovísíón de Pa rménides se manti ene frente
a la de He ráclito, y, a su vez, coinciden ambo s puntos de vista en el mundo ideal de
Platón (44). Pitágoras le sirve de ayuda para el paso al cosmos (44), y el mito órfico-
pitagór ico dc las almas le ayuda a expresar lo que le ba enseña do la existencia socráti-
ca : la inmortalidad de las almas idea les (45). Alma, ciudad y cosmos determ inados a
través del Eido s; el Eidos espiritual; intuición y dialéctica , el camin o hacia el Eidos
(47).

C AP ITULO 11 : DEMO N

Lo demónico es un paso esencial de Sócra tes. Plat ón muestra en él ant e to do la


fuerza que marca la difere ncia so bre lo digno de educación (48-51). El demon , matiza-
do de múltiples maneras en los mitos platóni cos , es un símbolo: para la fo rma humana
esencial dad a con su destino , - para la razó n con la tra nscend encla.c--pa ra la libertad
en la necesidad. - para la co municación del más elevado ser-ah í a la Socieda d humana
(54). Demo n y dios llegan ser iguales y, a su vez, diferenciad os (56) . El dcmon como
el Metaxy es un elemento estruc tural del mun do plató nico (58). Demon y Eros (63).
Erotism o de Sócra tes muy unido al no-sa ber y a la iro nía (65). Unida d de la educac ión
de amor y contemplación de las ideas en El Banquete, en el Fedro con ello se une la
ord enación j erárquica de las existencias, en La República el amo r de los filósofos lle-
gará a ser para prod ucción : su co nocer amo roso es un conoce r existencial (68). Eros-
Eidos-c-Pclis-c- Cosmos (69). Platón con serva la fuerza socrática y reúne co n ella la abun -
dancia sistemática: Plotino no esta ba en con diciones de conservarla: verdadero amor
es para él «Unío Mystica» (72).

CAP1TL:lO 1l1: ARR H ETON

El Eidcs es, como flloso fema , la respuesta de Platón a la pregunta socrática leída
en la existencia de Sócrates. Los mismo que ella se alza más arriba de lo decible, as¡
cl camino plató nico del conocimiento conduce a la contemplación intelectual de las ideas
y, con ello, a las fronteras de la transcendencia (73-77). Los tres cami nos , del con oci-
miento , del amor y de la muerte, son finalmente uno (78). Su característic a: camino
362 PLA TON A. S INO PS IS DE L COf\TENl OO 363

Construcción de la imagen de tas almas: el carácter alado está lomado de Eros. en el CAPITuLo X II : DIALOGO Y EXISTENCIA
q ue el carro trimembre llegará a formar la psicología de la ciu dad en imagen. Alma
'J desune de las almas contemplado s desde la perfecció n del co smos . La cc ntesnplacié n Jas pers acentúa qu e sólo en asociació n co n el ser-ahí pued e llegar verdadera Filoso-
de las idea s de La Rep úblicv llegará a ser figu rada por med io dd mo tivo formal astro- fla. Pero el Diálo go de P lató n no sería. co mo podría parecer po r u n insta nt e, exp re-
nó mico : la per iodización cósmic a encierra la de l alm a particular. Graduación de las sió n de auténtica co mu nicación . frent e a esto algu nos destacados ejemplos llevan a
almas, juicio d e lo s muertos y eleccí én de vida est án todavía muy poco imaginadas. la pregu nta de s.i no seri a eso incluso la vo luntad de P lat ón: fu nda mentar la dia léctica
Para d io llega rá a ser forma da , dentro de la eosm o togta. la oon lcmpadón de las Id eas en la Existencia y exp lica r la Existe ncia po r med io de la Dia léct ica (222-223) . Mi in ten-
y ron ella la a nám nesis (190). Sólo desd e la uanscendencía se puede comprender el amor ció n: baj ar el ab ismo entr e discusión filosófica y lo que se loma po r ro paje d ramático.
terrena l (19 1). El mito de la creaci ón de l mu ndo en el Timeo. Se reunen la image n de Dec laración de Proclo a esta pregu nta (224) . Momentos existencia les en los Diálogo s
la creación y la imagen del cos mos . Para el mso de la creación, p rofu ndiza Plató n en (22S) . Mientras q ue Jas pers rech aza enco mr a r la Existe ncia en lo s Diá lo gos, en Kierke-
la vieja Filosoffa de la Nat uraleza; el pitagó rico qu e ha y en él lo somete al or de n ma te- gaa rd allí, en do nde siem pre habla de Existencia , está Sócra tes presente (225). Lo s Diá-
ma tico: el Sócrates qu e ha y en él prop orciona a todo la dirección por med io de la idea logos plató nicos p reten de n llega r a ser leidos existen cialmente. Son real idad de la vid a
de perfección (194). Pa leo -Atena s y Pe jeo -Auanns, en el Tímeo-Critias so n imá genes mien tras qu e bu scan en d irección a la verdad d el ser (22S).
milo-h istóricas de las do s pale o -con stitu cion es, mo nar q uía y dem ocracia (197). El mi-
lO de El Poll~ko se cons truye a través de lo q ue ha bía imag inado para IAJ Republica
y el Tímeo : el ser cós mico determi nado d e las con stituciones de la ciu dad y con él su CAPITULO XIII: SOB RE LA S CA RTAS PLATON ICAS
relación con el Eldos (2oo). Oj ead a a la totalid ad de lo s mi tos. Su pu nt o á lgido es el
Eid a s. U n mito es un enga ño qu e está mezclado co n la verda d y , co n ello , fund amenta- La a ute nticida d de las cartas pla tónica s es desd e ha ce much o tiempo o bjeto de en-
do en la esencia del ser. El mito es pari ente de la iro nía. Se ma nt iene en un ión co n cona do. de bates. Po dría ser q ue la concentració n en la cuestió n de la autenticidad hu-
lo s co nocimientos de la d ialéctica y las exige ncias ética s (201) . biese estorbado la sere na comprensió n del docu men to. Alg u na s serias cues tiones tie-
nen q ue llega r a ser tra tad as a pesar de q ue la preg u nta so bre la aute nticidad per ma-
nezca sin d ecid ir (226-227) Corto VII: los tres elementos de la ca rta . Ex posición co n
SEGUNDA PA RT E Misch (228). El rela to a uto bio gr áflcn en el Fedó n yel de la Corla están empar enta dos
en la escritura . En ambos el desar roll o tiene tres grados , el punto de partid a fue d escr i-
CAPiTULO X: INT UIC IO N y CONS TRUCCION to co n pa recidas palabras y el ob jet ivo es el mism o . Una a na logía también en las Res
gest ae de A ugusto . l a Cane se a ba ser ia mente en la Histor ia d e la A utob iografía, in-
8er gwn diferencia , en una gran Pñcso ña , el bro te intuitivo de sus element o s co ns- clu so a unq ue no fuera d e Plat ón (229) . CartQ JI: EJ a par ta do sobre la relació n de P la-
tru cti vos . El exige un procedimient o a ná logo a los historiado res d e la Filosofl a . Ejem- tón co n Dion isia y so bre la merañsica trinita ria só lo llega rán a ser co mprendidos en -
plos de una deri va ció n pu ram en te anatuícc-genéuca de la doct rina de Plat ón (207-210). lances cua ndo se oiga el sar casmo en el ..pa rhcs » (23 1). El apenado so bre los sucesos
Inten to s de la nueva inve<>ligació n so bre P latón para d ar su derecho a la intuició n (211). a menores en O limpia, en el qu e se de fiende d e la recriminació n d e co mporta miento
Dielthey ( 212). Nietzsc he critica a Scho penha uer porque encontraba en la intu ició n el hos til, es ademá s fuerte mente jurídico, en ta nto q ue ex plica la recri mi naci ó n de male-
bro te d e la idea p lató nica (213). J usti cens ura en el fu ndamento de esa interp retació n dicencia. Las Carta.sII y lIJ, bien sea n aUléntitas o no . tienen u n ad ecuad o luga r en
scho pen ha ueria na d e Pla tó n la metafisica platónica (2 14). Scho penhauer reduc e la idea la HiSlor ia de las reíecío oes entre a mbos hombres (233). Es Iantast k o el intento de mo s--
p latónica al Arte, pero ha expresado de la ma nera más correcta el nacimie nto int uitivo tra r la Carta JI co mo una fal§ificaci6n de Dicnisio (260).
de la idea a pa rtir de la p ropia exper lencta (214).

CAPlruLO XI V: PLATO N CO MO FI SICO DEL ATOMO


CAPiTU LO X I: ALET HE IA
Juicios de modernos invesngado tes so bre la Física de Platón, Se r uídc p ro fundo y
He idegger ve en la historia de l co ncepto a>'.;9ftu una lr a ns fo rmación qu e ser ia u na j uego en el Tímeo (235-237). Co nceptos fu nda menta les d e la Fisica plat énj ca . U. sus-
decadencia (2 14). Se pod ria duda r si la derivación de la raíz léxica M,9- >.lJ8- es lingüís- ta ncia prim itiva , to ma da co n melá fora s de múlt iples up os, es asimi smo especío, ma te-
üca meme correcta. Pero, errón eamen te, yo hab ria a nteriorme nte ignOr.ldo q ue los griegos ria y energ ía. lodo en u na fo rm a previa, q ue es necesariamente indete rminada . ¿Se po-
ha brlan pensado oír e n ello esa ra iz lé x.ica (2 1S). Lo qu e , a su vez, Heidegger cr itica d ria co mparar co n el principio de las relacio nes de indeterminación de Heisenberg (238)1
en P lató n com o deca de ncia es un pas o fijo e n el pensamiento griego . Ya Hesíod o o ye Les elementos so n tra nsfo rma bles, para cad a uno ha y establecid a u na estr uctura ató-
en &>''16~¡ la corrección de la mira da q ue Heidegger atribuye a un grado de l pensamiento mica . ¿Es P latón p reced ente d e Dalro n (24 1)1 Lo s cu erpo s atómicos ti enen for ma este-
platónico po r p rime ra vez. Hom ero o ye en &>''10~~ el desembozamientc d e las cosas reomémca. ¿Es Platón un predecesor de la Estereoqufmica, Cristalografía y Física ató-
ju nto con la rectitu d de la expres ió n , y también una vez la veracidad del hombr e (217) . mica modernas (242)1 Entre los difer en tes ta mañ o s de átomos de lo s mismos elemen -
En Par ménides se encuentran unid as las tres caras de l con cepto &),,~OHU (2 18). El símil tos se establece una relaci ón ma temática , ¿Se po dría co mparar con los mod ernos isó-
de la caverna en P la tón mu estr a el ca mi no por grad os del ser y el del conocer, am bos topos d e íos elemen tos (242)? La s partícu las mín imas de P latón puede n llegar a sepa-
estrecha mente remitidos el uno al o tro, a mbos fu nda mentados en el «a gathón». y a de- ra rse y unirse de nuevo . An alo gías mode rnas . Ta les analogías so n ar riesgad as , pero
má s, el Só crates pr esente , la veracidad de la existencia. A sl ha recogido, creado y síste- son inevi tab les (244). ¿Casuali dad o azar ? Esa es act ualmente u na cuestió n de cisiva
matiz ado P lató n el co ncepto «alétheia» (22 1). de la Filoso fía de la Natu raleza . Según Platón, la Naturaleza se esta blece a partir de
la realización conju nta de ley matemá tica y aza r caó tico (24S). In fluencia de la Física
pla t ónka en la nu eva ciencia de la Natu ra leza . U. estructura mat em áti ca de los ele-
ment os es co nocida en la Eda d Media y f ue renovada en el Renacim ient o . Kep ler, Ga s-
se nd i, Swedenborg. Ampére, Wollasto n y ooeme (248).
364 PLATON A. SINOPS IS DEL CONT ENIDO 365

CAPITULO xv: PLATO N COMO G EOFlSl CO y GEOG RAFO do una fuerte realización en la literatura histó rica y biog ráfica (300-30 1). El relato ua-
ta en pr imer luga r del co mienzo de la a mistad e~t.re los dos hom bres Y. en segundo
1. En el mito del Fedó" ha y do s elementos clar amente d ifere nciados : las pa rles lugar, propo rciona un retra to del carácter de Escipión . Am bas pa rtes eslá n !".uy rela-
2 y 4 contienen la Escatología, las pa rtes I y 3 so n su cimentació n científico -natu ral cio nada s ent re si (303). 1I. Mu estr a suficientes semeja nzas e ntre aq uella d ecIsl ~a con-
(242- 255) 11. La s do s línea s de desar ro llo de la ciencia de la im agen de la Tierr a : An axi- versació n de Polibio con Escipión y el primer encuentro de Sócrates co n .A lc~blades
ma ndro co nstr uye el primer ma pa de la Tierra, probablemen te según un modelo ba bi- en el diálo go de este nomb re: 1) la Impor ta ncia del mo~enlO ; 2) la. caracter~oón del
ló nico pero a partir de una nueva disposición cienlJfica (236). La doctrina de la 'tterr a joven ínter tccu tor ; 3) tan to Poliblo co mo Sécrates a plican que, sm ellos, el rcven no
circular se atribu ye a Par ménides. En el Fedón eslá n reunidas ambas imágenes de la hub iera pod ido alcan zar su objetivo; 4) en amb<» casos esta de acuerdo, entusIasma-
Tier ra. Las oquedades del circu lo de la T ierra son así pa ra explicar qu e el disco re-res- do el jo ve n y S) e xpresa q ue él desde a hor a va a te nder a lo más elevado; 6) en Sóc ra tes
tre, levantado por el borde exterfor , se tra nsfiere al circulo (258). li t. La imagen de se q ueda detrás el temor de que se pueda realizar: Polibio da vueltas a la duda de q ue
la T ierra en el comienzo del ttmeo es el asiento par a la narración de la Atlánt ica, pero se ha ya reali zado (30 S). La comparació n del joven ~~ci pión con ~ n perr o de ra za. ~s tá
tiene pasos que son indepe nd ientes de ésra. Avance sobre la constr ucción del Fedón: to mada de L o Rt>público, ya q ue efectiva mente Po hblo ha co nocido a fo nd? y utiliza-
las oq ueda des ya no están, la supe rficie superio r de la Tierr a se ha convertido aho ra do susta ncialmente las obras de Plató n (306). 111 . la fór mula plat éníca d~ .los
por pri mera ....ez en un a posible unida d para sus moradores (26 1). IV. En Aristóteles gobernantes -filóso fos ha sido a propiada por Polibio : t i mismo se ....e como pouuco-
e ncontra mos el gra n paso siguiente. El circulo de la Tierra es pequeño. Diferent es in- hislOriador .fil ósofo (307). El, pa ra qu ien Filoso fla está unida ~asla la iden ~idad con
tento s de fij ar en él el «ecumene». Euro pa del Oeste y el Este de Asia se encuentr an Paideia, critica la Roma , admirad~ po r ti, a.causa de I ~ care nera de for~~ctón. Es f!1
uno fre nte al otro . De Nort e a Sur se extiende el continente al menos a través de cuatro quien ha añad ido la fuerza. ~ OCr.át ICO-p[a tólll~a en el c l ~culo de los E sctplt~nes (307).
zon as (265). Bajo las citas de A ristÓteles C'S tá lo más serio de Eud oxo (267). Co m inua- Po libio estaba bast a nte Ia mtlizaeizado con el dIálogo A lrlblodl'S, y aq uella primera con-
cíe n de esta linea hasta en la Antigüedad tar día (267). Realizació n de a mba s imá¡ e nes venación co n el jove n Escipién se este blece sobre lo do bajo la Influencia de esa o bra
del. círculo de la Tierra en d Renacimie nto (267). platónica (308).

CAPITULO XVI: PL ATON CO MO JURISTA


por Hu nt ington Caim s

La teoría plat ó nica de la l ey constituye una pa rte básica de su Füo sc ña gener al.
Su influencia sob re la Ley - tanto en la teoría como en la práct ica~ ha sido larga
(2ó8-269). La funció n de la Ley: todas las leyes, q ue no tiend a n a la bondad en los
hombres, son rech azadas; la ley co mo la segunda mejo r solució n; la necesida d de la
Ley; la Ley como un proceso ta nto genét ico co mo teleológ ico (269-272). Teoría dc la
legislación: el legislador es el filósofo en acción; d istinguidas la Ley escrita de la no-
escrita; formació n de las leyes como un esf uerzo de la razón; pro pósito de la legisla-
ción: regular la vida entera ; anticipación de Bentham en el pensamiento de P la tón ; ob-
jetivos del legislador ; deber de 10$ ho mb res de obedecer a las leyes (272-279). Siste ma
jud icial y ad ministrat ivo: pro puestas co ncernientes a procedimientos privad os y pú bli-
cos; procedimient os; com pro bación de la veracida d del testimo nio; el art e de la aboga-
d a pr ofesional; la función de los exa minadores (279-283). Co ntra to y propiedad : pro-
visiones pa ra reivind icaciones; exame n de reglas y práct icas; abo lició n de la capacidad
de (esta r (283-289). Venta de bienes (289-290). P rinci pios pena les: [ustiflcacié n del cas -
ligo; distinci ón entre inj uria y cano: categor ías de delito s (290--291). El caso contra el
abogado (291-292). Contribució n de P la tó n a la J urisprudencia (292-293).

CAPiTULO XV II: PLATON COMO P LANI F ICAD OR DE C IUDADES

Texto para La lá mina VIII: llanura costera de Atlamis (293-294). Texto para la lá-
mina IX, I: ciudad de la Atlán tica (294). Texto para la lá mina IX ,2: ciudad inter ior
de la Atlántica (296). La tesis de q ue la Atlá ntica de Plató n sea ..O riente idealizado "
se establece por medio de paralelos con ciudades, templos, mo numentos y canales orien-
tales (297). Pare ntesco y d iferencia con el plan hípodám ico de la ciudad (299). Posible
realizació n en el ar te de co nstr uir ciudades del Renaci mie nto (299).

CApiTULO XVIII: SOCRATES EN ROM A

1. El excurso de Poliblc sobre la educación y carácter del jov en Escipió n ha teni-


B. INDl CE DE NOMBRES Y CONCE PTOS 1

Academia: 95-11S, 236 , 240, 259, 319 (1) , Anaxima!ldro: 27, 104, 237, 255 y ss-, 259,
321 (2 1), 322 (24). 310 (7) , 348 (9 ).
Aco sta , J . de: 267. Anaximenes: 257, 349 (141.
Acr ópolis : 196. Andr ae, W.: 355 (8).
A ct en (l o rd ): 272. «andre ía »: 306.
Adam , J.: 320 ( 14), 324 (17), 335 ( 12). An d rés: 315 (14).
Ada ms, Hcnry: 273. Amfis: 32 1 (22).
Ade lard o de Bat h: 245. An ge! Silesilü: 88, 91.
Adriano , Villa d e... : 298 y ss. «a ntato i..: 182, 189 .
Aecío: 265. A nti fo nlC: 28, 310 (8 ) .
A frod ita Uran ia y Pend emo s: 1 1. A nti plató nica , Po lémica ...: J2 y S., 101 Y
Agalias: 322 (29). s., II I, .109 (4), 310 lIS) , 333 (4).
Aga ló n: 134, ISO, 167, 172, 176. Anl ifan cs: 322 (22 ).
«agatbén ..: 45, 46 , 69, 128,3 17 (22) . Ant í8ono de Ca ry~os : 319 (5).
All u~in: 32, 85 Y !>S., 309 (6). An li.sICfl CS: 158, 310 (15).
AIlI ~ers, F. A .: 320 (14), 343 (l). «anypót hetcn..: 168.
• A kribcia» : 111, 215. « aplile.. : 2 14.
Al Ghazzali: 86. Apell , O .: 330 (12), 342 (12).
Ala in (C hat ier, E .): 319 (6), B2 (18). Apiano : 306.
Albino: 314 (11. Apolo de aenvecere: 210.
Alcibladc\ : 25, J O, 60, 61 Y SS., 64, l OO, Apo lodo ro : 125.
121, m, 142 Y S., 167, 172 Y S., 189, «apo rr ee..: 189.
300-308. «a pse udés»: 20 1, 211.
Alcid a mame: 111, J2J (4). Apulcyo: 51.
Alcmeón: 187, 194, B5 ( 18). Aquerome . Ma r Aquerúsice: 252 .
Alcja nd ro Magno: 116. A rcesítao : 322 (29).
A f érheía: 16, 214-22 l. Arcber-Hind , R. D.: 343 (1 ).
Alcxis: 322 (22). Ard ico : 182.
Alficri, V. E. : 343 (1). A reré : 26,64,69, 108 , 175.
Alla n, D . J.: J09 (3), 312 (23a) . Ar,i nusa.\ , p roceso de las... : 133, 327 (6 ).
Allgeicr, A .: 318 (27). Ari Slipo : 158.
Alma: 44 y ss., 52, 56, 15, 82 Y SS., 84, 90, A risto xeno : 326 (3) , 327 (6) .
92, 17J , 179 Y SS., 18 fl~' s., 188 y ss. Arisr ófa nes: 33, 38 y s., 69, lOS, 132, lOO,
Ahllas, Peregrina ció n de las... : 118 y ss.• 177, 192, 198, 327 (6), B4 (l l) , 3S5 (71.
242. Aristón : 329 (4) .
Am istad : 64. Aristóny nlO: 110.
Am or, vid. Ero s , Aristóteles: 24)1 s., 35. 40 Y a., l OO, 104,
Ampére , A. ~.: 247 y s., 347 (35). 112, 125,135, 14I, 164, 172,175, 2 Il,
Amp ére, J . J.: 347 (35). 235 ,237 Y SS . , 240, 243, 245 Y S., 292,
«a nako lnosis»: 223. 322 (24), 351 (34),356 (11).
Análi sis e Intu ición: 2ü7 y ss. Am im, H. v.: 323 (3),335 (15), 335 (19,
A namncsi s: 157, 180, 334 (13). 20, 2 ]) , 336 (22, 23, 26), 356 (4, 9).
An énke: 184 y s., 242. A rqucluo : 251, 349 (14),
An axá gora s: 24, 184, 194,202,228,237, Arquelao de Macedonia : 182.
348 (8). Arquitas: IIJ .

1 l os concep tos e n griego del origina l se ha n coloca do en rren scnpcíón y entre co-
millas. (N. de' T.).
p

368 PLATON
B. NOM BRES Y CO NC EP TOS 369
Arrheto n: 7J-94, 129, 145, 154, JI 7 (8). Bluck, R.: 226, 340( 1), 341 (4, 6), 342 (8),
Ar lajerjes Oros: )SO (22). 350 (16). Ca ta lina de Siena : 31S (29). Cro nos: 54, 20 1.
Aristid es: SI, 134. Blu mentha l, A . v.: 326 (1). Ca usalid ad : l lU , 244. C tesias: 296.
Assos : 100 , 111. Boas, G .: 341 (4). Causas: 245. Cresipo: 160.
Asl. Fr. : J I4 (Sa) . 329 (6), 342 (10) . Boecio: 311 ( 16). Caverna, símil de la .. .: 18 y s., 217_222, C udwo rt h, R.: 241, 346 (3 1).
ASlronomía : 102 y U., 18S, 189, ))5 (20). Boeckh , A.: 227. 320 (15), 335 (20). 245, 249. Cu jas, J.: 268 , 352 (3) , 353 (15).
As urbanipa l: 349 ( 11l. Boehme, Jekob- U . CHalo: 176. Cultura , Desarrolle de la .. . : 28, 333 (7 ).
Atenas. Ali ca: 24 y U., 132, 196 Yss., 280 Bohr, N.: 24 1 y S., 244 . C iceró n: 39, 109, 139, 306 YS., 3 10 (15), Cu mo nt, F. : 318 (28 ).
y u. Boisa cq , E.: 339 (1) . 31 1 (16). Cunius, E. R.: 311 ( 16). 323 (2).
Ateneo : 111, 309 (4), 3 19 (5), 320 (12), 322 Bonitz, H . : 223, 344 (7a ). Clc horius, e: 356 ( 16).
(22), 322 (27. 29). Boodi n, J . E .: 314 (38), 344 (6). C iclad as: 186.
Alen!rogoru: 350 (22). acrees y Oreithya : 186. C idias : 61. eH
Alla nlis, Atlán lida: JOS. 136, 196 Y U. , aosser, H .: 355 (9) . C ircu lo, movimiento : HUI, 192.
258, 293-299. Boussei , W .: 317 (12). C ircu lares, ciuda des de Or ient e: 297. Oiaignn , A . : 32.5 (26).
Alm an : 4 1, 187. Bowra , C. M .: 322 (30). C irene: 110. C1larleto n, W.: 32$ (30).
Alom o , Física dd...: 235·247. Hoyle, R.: 239, 247. CiIO : 158, 197. Che mer, E. (A la in ): 325 (18).
Augusto (Res Ilestae): 229. Bra gg, W . L.: 345 (18). Ciu d ad, E" ado: 24 y S§.. 27 y a., 35. 44 Chernes, H.: 208, 309. (3), 311 (17). 316
A Ullin. J .: 269 , 277. Brah e, Tiro: 246. Y SS ., 108 YS§., 114. 185, 236. (1 ), 319 (4 ). 320 (14 ), J2I (20), 326 (3),
Auto-mo vimiento : 187. Bra hma n: 87, 88, 9 1,163. Civilizacién, H istoria de la . .. : 28. n o ( 15), n3 (7), 338 (3), 341 (4), 344
AlIlobiogr l fla de Platén: 21 '1 SS. , 109, ar ect n. F. J.: 318 (37). Ctean tes: 264 . ("J, H5 (168 ), 34 ~ (24).
133. 227. Brinckmann , Alber1 E.: 293, 355 (15). C lemente de Alejand ria : 234, 311 (16).
A verroes: 246. Brind.mann, August: 342 ( U ). Clec medes: 257, 349 (14).
Axiooo: 147. Broc hard , V.: 345 ( 161). Oinias: 141, 159 Y s. D
Azar: 244. Brod, M .: 329 (6) . Oilón: 101.
Brommer, P .: 311 (17) . Cllrnacus, Johan nes: 225, 317 ( 10). Da llon , J.: 2040 y s., 242.
Brumbaugh, R. SI.: 320 (14), 353 (1) . Cócveo: 252. Dam ascio: 322 (29). 356 (16).
Bruno, Giordano: 225, 247. Co llingwood, R. G.: 235, 23S, 32.5 (IS), Dampier -wehham, W. C.: 235,343 (4),
B Bru ns, l. : 315 (18, 23), 32.5 (24). 341 (3) . 344 (6) .
Bréh ier, E.: 318 (31). Colo res: 333 (4), 337 (37). Dante: 23, ~ 2 . 61, 84, 81, 131,182, 186,
Babilonia: 296. Buber , M .: 3 17 (24), 318 (29). Co media: 107 y 5 . 202, 331 (31).
Ba bilón ico. Ma pa : 256. Bíichner , W. : 329 (4) Bud a: 86, 163. Co mle, A ugusre: 235, 343 (3). Da río : 191.
Bacon, Francis: 299. Buena vent ura: 85. Comunicación : 222 y s. De VOle!, C . J.: 327 (6) .
Baco n, Roger: 246. Bultm ann, R. : 311 (16, 17), 330 (12), 338 Concepto e Idea : 35 y S. , 208 Y 5. De vnes, G . J.:ras (26).
Baeu mker. C .: 317 (12). (39). Condorcer- 272. Deiehgriibef , K.: 339 (3) .
Bagdad . 297. Burc kha rdt , J .: 26, 309 (4). Conducción: 77_ Demetrio de Faler o: 167, 332 (19).
Bahman - Yasr: 337 (35). Burner, 1.: 336 (30). Conoc imien to , vía del: 74 y ss. Dem ocracia y Monarqu ía: 196 y a., 298 .
Becker, O . : 316 (S). Bury, J . B. : 356 (12). Co nsta nlino Po rürogenneios: 300. Deméc nro: 28, 48, 104 Y5. , 194, 202. 238,
Becker, W. G .: 322 (25). Bury, R. G.: 340(1), 342 (8), 352 (1), 354 Coum ra t. L. : 330 (10), 332 (1),334 (13). 240,241,257.259,349 (14).
Bekker, l. : J5S (2). 356 (14). ( 4). Coriseo : 100, 111. Demon, Demonion : 48-72, 111!, 314 (5, 5a,
Benon, P.: 351 (25). BU$Cho rd , E.: 326 (4). Corn ford , F. M .: 312 (29), 313 (35), 315 6), 3 1 ~ (1 1, 14).
Bemhan, J.: 274, 278. (18), 316 (5a ), 339 (6), 343 (1) , 344 (8), Dem os, R.: 315 (I 8).
Berger, E .: 348 (9), 350 (17, 19), 351 (27, .'44 (14), 345 (20, 22). Dem óstenes: 323 (2).
28, 29, 32, 35, 38).
Bergson, Henr i: 207-214, 317 (9).
e Cos mas Indicopleustes: 350 (18).
Cosmos : 44, 46, 54, 69, 177, 184 Y5., 187
Descartes: 222, 247 , 344 (lOa).
Desocu ltación : 214-306.
Ber nay s, J.: 312 {29}, 322 (26, 29). Cábala: 8~ . Y sa., 189, 192 Y s., 198, 248. Destino, Diosa s deh..: 242.
Bernouilll, J . J.: 322 (22). Ceirns, H . : 26S-293. Co tvs: 111. Deussen, P .: 318 (25), 33 1 (11).
Bernr, A. : 318 (32). Calicles : 43, 145, 167, 173. Co usín, V. : 314 (7), 315 (11, 19), 330 (8), Dialéctica: 31, 46, 78 Y S. , 82, 154, 176,
Benhoüer. Co nde, C . L. : 247. Calipo: 111, 114. 340 (1), 356 (16). 182,207.
Bertra m, E.: 64, 316 (25). Cami no: 69, 80, 86, 200. erares: 264, 351 (28). Diai resis: 103.
Betbe, E .: 315 (18), 330 (12). Campa nella, T. : 298. C rati lo: 30 y s., 38, 41, 313 (33). Diá lo go: 29, 155-169,222-226.
Bhagave d-Gite : 87. Ca mpbetl, L. : 337 (34, 35). Creaci ón: In. Diánoia: 58, 228.
Bhakti: 87. Ca nobo. Estrellas: 265. Cret a: 129, 294. Dickcrm an, S. O . : 333 (7).
Bidez, J .: 320 (15), 334 (1), 336 (28), 337 Cár mides: 50, 60 Y55 .,133 , 143 YS.I .. 167. Cr euzer , G . F. : 356 (I6). Didi mo: 322 (28).
(35), 350 (17). Casand ro: J II. Críuas: 28, lOO, 119, 134, 136, 170, 172, Diehl, E . : 342 (16 ).
Biología: 103. Cas io, Dión , 300. 310 (8), 336 (30). nres. H .: 312 (29}, 314 (1), 321 (20), 339
Ilisrna rck : 25. Cassírer , E .: 312 (22), 325 (IS) , 346 (29). Crítób ulo: 60 y s. (7), 348(7, 8, 9), 351 (2~), 351 (31, 33).
Critó n : 46, 147, 278. Dies, A .: 320 (14), 327 (6).
"
370 PL A TON B. NOMBRES Y CO NCEPTOS 37 1

Diereríc n, A.: 323 (2). 189 Y S., 192, 1% , 199, 200 Y S., 214, Endo xc : 101, 265-267. Pra ncesca, Piero della : 246.
Dike: 27 y ss., 37. 217 Y S. , 221, 255, 311 (17). Eufrates: 256. Fla nk, E.: JO') (3, S), 3]] (35), ) 14 (1), 316
Dilth ey. W. : 24, 210 Ys. 309 (6, 10). 338 « eik ad~in>' : 172 . Eufreo: lOO, 10 1. 110. (1), 320, (Il), 320 05. 17), 334 (12.1 ).
(8) . «einaí le kai me elna i.. ; 41. Eupolis: 132. 340 (2), 347 (1, 3), 349 (15), 3Sl (32 ) .
Diodoro : 296, 300. 306, JSl un.
356 (3). «eiro lu>: 141, 329 (7). Eurtpiées: 24, 29, 38, 125, 134, 170, 172, Frieéema nn , H .: 208. 318 (37), 338 (2).
Diégenes de Apolonia: 194, 326 (2). 347 Ekdem os : 322 (29) . 179, 323 (21. Fries. K.: 331 (12).
(3). 348 (S). «t l go nos too. agalho ü..: 76. Eusebio : 234, 318 (28). Fritz, K. v.: II I (17), 313 (35), 3B (7).
O¡ó genes d Cinioo: 153, 156. Ekphrasis: 3" (S). ..eu lu ia..: 302. Fr ul iger, P .: 332 (1). 350 (16).
Dióge nes l acrcio: 104 , 310 0 51. 314 ( 1), Elementos : 54, 104, 237 Y ". Eutidemo: 1« , 147, 160 Y s. Fu rt....a n¡ le r. A .: 326 (4).
120 (111. n.z (22). 322(26). 323 (2), m Elcllsis: 84 y s.• 317 (8). Eu tifr ón : 145, 167, 353 (21). Fustel de Co ulan ges: 310 (6J.
(25), 351 (J J). Elia no : 28 1, 322 (26). Evans, H. M.: 343 (2).
Dión: 21, 97. 101, 111 Y~ .• 11 4, 120, 132, El éa tas : 137, 329 (9). Eveo de Lém psaco: 111.
228 Y s., 233 Y S. , 320 (l 2a) . Elénctica: 39, 157 Y s. Exiliurn co rd is: 86. G
Dio nislo Aeropagita : 85, 88, 3 17 (22). Bmerson, R. W. : 147. Existencia : 53. 68, 70. 129. 139. 147, 180.
Dionisio 11: 101, 11 8, 230, 234. Em ilio Paulo : 302, 308. 222-226, 334 (13). Gadamer , H . G.: 325 (26J, 3JO (4), 340 (7),
Dicnisio Perie getes: 349 (13). Empédocles: 30, 130, 187, 189, 194, 199, Experimen te: 345 (22). 344 (I ó) , 345 (23).
Dionisic de Halicar naso: 332 (19). 210,240, 310 (l 2), 3JS (18), 337 (35). Gasse ndi, P . : 247.
Dionis odo ro : 160. «enérgeia»: 238. Oeddes, J. : 331 (17).
Dinnisos: 109, 129. Lnthusiesmos : 92 , 329 (9). F cernen, J .: 309 (4),340 ( l) .
Dios, amor de. .. : 88. Ep ékeina: 90 y s.• 168, 20 1,2 18, 251,335 Geldncr, K.: 337 (35) .
Diotima : 32, 56, 58, 61, 67, 69, 71, 81 Y (15). Pa bncíu s, E.: 355 (10, 11). Ge minus: 256, 349 (12) .
S., 83, 91, 150 Y SS ., 172, 330 (13), 356 Epica rmo: 30, 310 (12). Fasis: 249. Gc neración : 67.
(7). Epfcrates: 103. Fa talismo : 53. Oe mife, M. : 331 (17).
Dirac, P . A . : 238, 344 (l2). Epicuro : 28, 32. 108, 111, 247, 310( 15l. Fau ccl, D.: 340 (10). Geogra fía, Geofísica: 24R-267.
Disso i Logci: 28, 36. n 3 (2). Fedro : 69. 124, 129, 151, 170 Y s., 175. Geo metría : 43, 100, 111.
Dillm a r, H .: )[6 (22). Epideixis: 155. 186. 323 (6) . Gercke, A.: 320 ( 15), aza (7),347 (l ).
Dodds, E. R.: 315 (14), 3 18 (37). 3)4 (121). Epimeleo : 175 y s. Fedón de Elide: 158. 16 !. Oerkan, A. v.: 355 (10 ).
Do rnseilf, F.: 323 (2), 340 (2). «episteme» : SS. Feslugierc , A . J.: 318 (26). 318 (37), 341 Giges, a nillo de.. . : 279.
Doxa: 41. 58, 313 (30). «ep istre p hée : 86. (4). 342 (8 ). Gigo n, O .: 327 (6). 333 (10), 34 1 (4), 345
Dscbellaledin: 91. Erastós : 100. 110. Feuerba ch, L. : 25. (15).
Duhru ng. J.: 322 (29). Eratésrenes: 2M , 267. 349 (13). Ficino, M .: 336 (31). Gillespie, R. C. M.: 311 (17).
Dummjer , F.: 310 (9). Erdma nn , M .: 355 (l O, 11). Fidia s: 3D, 132, 210. 335 (20). Gilscn, E. : 3 1S ( 17), 340 (4 , S).
Du rero: 57. Ens : 21S. Fidd , O . C.: 319 (1, 4), 342 (8) , 342 (16). Gim nástica: 159.
Eritrea : 355 (6). Figura : 33. Gla ucón : 25, 40. ISO. 166.
E ros: « , 50, 58 Y ss.• 61 y 5.• 68-72. 82, Figur ativas, Art es: 3D, 107. 125, 132, 210, Globo terráq ueo: 104 y SIl.
84, 97. 100, 143. 172,1 75. 1S8, 32l(24). 325 (20), 326 (4), 327 (6). Gtove r, T . R.: 356 ( 11).
E 3B (6). 356 (7) . Fllarete, A .: 299, l 55 ( IS). God el, R.: 330 un.
Escatolo gja: 178 y s. , 182, 235 Y S., 248 Filipo de Maced onia: 110. Goet he: 23. 37, 43 , SO Ys•• 52, 54 YSS.,
Ecbata na : 2% Y s. Y S., 253 Y ss.• 337 (35), 350 ( 16). Filipo de Opu me : 56, 101. 104. 240. 315 59, 64,77, 85,140, 147, 167, 168, 247,
Eckerma nn. J . P.: SO, 59. Escipió n A fricano Menor : 300-308. (24). 309 (2), 312 (22 ), 314 (5. 9), 316 (3). 328
Eckha rdt , Maestre : 88. 90 Y s. Escop as: 107. Pnocretes: 165. (1), 347 (35).
Ecumen e: 104 y SS. , 248-267. Escoto Eng ena: 87. Filod emo: 319 (4). Goetze, A .: 314 (37). 334 (11) .
Edad de O ro ; 54, 198 Y S . , 201. 202. Escrita , Ob ra. .. : 115. 130. Filola o: 335 (20). Go ldbeck . E.: 317 (12) .
Edelsrejn, E.: 327 (6). Escrit ura : 116 Y ss., 165. Filó n: 32, 85, 89. Gold scb mida, V. : 313 (33), 34 1 (4).
Edelstcin, L ; H2 ( l) , 345 (22). Escepticísrno: 24, 340 (3). FilollOno : n o ( 12). Go mmc. A. V.: 347 (1 ).
Efipo: 322 (22). Espacio : 237 y ss. Füó so jos-Go berna ntes: 23, 26 Y s.• 37, Oor gias: 24, 30, 38, 117. 132. 143. 310
Egermann , F. J .: 341 (6, 7). Espejo, imágenes del.c.: 321 (20). 123. 228,229.27 1.306. (12). 324 (10).
Egipto, Egipcios: 109, 196, 256,296 Y s.. Espeusipo : 100, 101 YS . , 103 Ys., 32 1(I R). Finslcr, O . A.: 324 (17). Gr ado s, Cami no de... : 71, 75, 228 y SS.,
35 1 (33). Espinoza: 87. Flsica : 104, 235-248, 344 (8). B6 (22).
«eidolo n»: 75. 117, 189. Esq uilo: 30, 124, 310 (6, 12). Fisiognémic a: 60, 322 (22), 327 (6) . G rassi, L: 334 (13).
Eid o s y Mythos: 196, 200 Y ss . Esquines: 50, 158. Foción : 111. Gray, 1. H .: 353 (18) .
Eld os y Polis: 24, 37. 68. 97. 107. Estereoq uímica: 241. Pce rster , R.: 315 (20), 327 (6). Greene, W. C.: 324 (9),325 (26),
Eido s, Idea: 24, y s.• 31 y SS., 3J YS., 36 Estoa : 52, 304 Y ss . Forbigcr , A. : 351 (32). G rimm, H.: 330 ( 1).
YS., 44 Y SS., 67 YSS.• 73 Y ss.• 90 y s.• Estrabón: 266. 350 (24). Fo rmión: 110. Grirnm , 1.: 311 (16).
94, 100 YS., 106, 108. 11 4. 118. 123. 126. Ethos: 125, 127. Po wter, W. W. : 3SÓ ( 17J. Grimm. W.: 311 (16) .
In . I~ 137y s .• I~I " . I72, I~ , Eud emo nía: S2 y s., sa. Fránk el, H .: 326 (1), 339 (6), 340 (7J. Gro te, C .: 226, 32.8 (8), 333 (10), 352 ( 1).
372 PLATON B. NOM BRES Y CONCEPTO S 373

Grub e, G. M . A .: 315 (18), 338 (1). Hipias el Sofista: 29, 103, 159, 326 (2). Iro nía: 60, 107, 140-155, 201, 223 Y s., 329 Kepl er: 246.
Orum ach, E.: 347 (35). Hipoc rát icos, Escritos : 31, 33, 310 (12), (4, 5), 340 (3), 342 (9). Kern , O. : 315 (14).
Gundcrt, H. : 314 (1), 318 (37), 329 (9). 311 (l7), 314 (37), 326 (2). Islam : 89. Ker schenstein er, J .: 334 (11), 335 (20), 336
Gu ndolf, F. : 331 (17). Hipódamo de Mlleto: 297 y s. , 355 (12). Islas de los Bienaventur ados : 248, 249, (32), 337 (35).
Hipólito; 234. 253. Kerén yi, C.: 335 (20) .
Hipotales: 64, 143, 170. lsócrat cs: 116 y ss., 118, 319 (2), 323 (4, Klerk egaard: 140, 225, 328 (3), 329 (5), 330
H Hirzel. R.: 309 (6), 324 (I5 ), 330 (4), 331 6'. (12), 340 (4),
(13, 14). «isótes»: 29, Kittel, G. : 339 (l).
Hali ste, P .: 322 (25). Hi stor ia, Escritura de la.. . : 305 y s., 354 Isótopo s: 242. Klibansk y, R.: 346 (26).
Ha m br uch , E. : 32 1 (18). (5) . Knight, W. F . G . : 355 (8).
Ha rder, R. : 323 (2), 356 (17). «h ó ésti»: 38, 139, 312 (25). «kolla»: 249. 349 (17).
Har dy, E .: 317 (JI) . Hobbes, Th.: 269. J Kold ewey, R.: 355 (7) .
Harwa rd, J .: 341 (6), 342 (8, 15). Hoffmann, E. : 314 (6), 315 (17), 316 (2), Koyr é, A .: 334 (13).
Hat ra: 297. 318 (37), 336 (25, 29). Jacob st hal, P .: 356 (9). Kramers, H . A. : 345 (18).
H ecateo de Abd era: 296. Hall, K.: 317 (13). Ja coby, F.: 320 (15), 332 (19), 350 (20). Kramcr, H. J . : 326 ( 3), 330 (15).
Hecate o de Milete: 105, 131,259. Holst, H. : 345 (18), Jaeger, W.: 310 (6, 9), 315 (l7), 316 (1), Kranz, W.: 312 (29), 314 (37), 316 (6), 323
Hegel : 146, 200, 225, 317 (S), 329 (6), 334 Homero: 24, 27, 42, 57, 69, 109, 116, 126 319 (4, 5), 320 (15), 321 (17), 321 (20), (2), 330 (13), 330 (3), 339 (7), 343 (1).
(13), 337 (36), 343 (1 ). Y s., 129, 167,2 15 YS., 274, 309 (6), 339 322 (24, 26, 28), 323 (31), 326 (3), 327 Kraus s, H .: 316 (22).
Heib er g, J . L. : 242, 320 (15), 344 (16) . (6), 349 (JI). (6), 342 (l2), 348 (9) . Kroll , J. : 311 (16), 317 (10), 318 (26).
He idegger, M .: 139 ,214-222,33 9 (5), 340 «homció tetes, hómcia»: 103, 321 (18). James, W.: 317 (18). Kr oll, "". : 316 (4), 333 (4), 334 (16).
(10) . «h óntos, tó ¡ ónti»: 38. Jaspers, K.: 54, 70, 217, 218, 222·226, 314 Krüge r, G. : 315 (18), 330 (13), 332 (1), 340
Heidel, W . A .: 245 (22), 347 (3), 349 (12). Hoffding, H.: 330 (12). (9),315 (J l a), 328 (3), (10).
«heimarméne»: 199 . HOI derlin : 58, 64, 317 (8), jc an Paul : 135, 140 Y s., 328 (3). Kuchar ski, P . : 337 (35a).
Heinick e, R. : 345 (l8). Hotscher, G.: 349 (10). Jc ans , J .: 343 (4), 344 (6), 345 (25). Kuhn , H .: 327 (6),33 1 (17).
Heinze, R.: 315 (15), 321 (20). Holscher, U.: 323 (1) , 339 (7). Jen ócra tes: 56, 104, 240, 325 (26).
Heisenberg, W, : 236, 238, 241, 344 (5, 12), Hónfgswald, R .: 210, 312 (20), 334 (13), Jenófanes: 130.
345 (18) . 338 (6). Jenof onte: 25, 39, 51, 60 Y s., 107, 131, L
Helb lg , W .: 325 (20). Hor as, Las .. .: 27. 157 Y ss., 160, 273, 314 (4), 327 (6), 353
Helic ón de Cizico: 101,320 (15). Horn effer , E .: 328 (7). (11). Laeliu s: 307.
Hell, G. : 341 (ó), 342 (8). Hugo de San Vícto r: 245. Jensen, Ch.: 329 (4). Lamer, H .: 355 (8).
Hellingrath, N. v.: 317 (8). Hult , C. : 227. rcsr, K. : 330 (4). Landsberg, P. L.: 321 (17).
Helvetius, C. : 274. Hultsch, F. : 320 (15), 356 (2). J olle s, A.: 325 (18). Lang, P .: 321 (18).
H eraclides Pómico: 100, 320 (15). Humboldt , A lexander van .. .: 351 (25). Jones, R. M. : 339 (25). Langdcn . S .: 355 (6) .
H eraclid es de Siraco: 111. Hu me, D. : 244 y S., 274. Jónica, Ciencia y Metafísica. .: 24 y S., 255 Lasscn, C h.: 337 (35).
Herche r, R. : 227, 324 (9), Humor: 330 (12). Y s., 260, 354 (5). Lasswu z, K.: 346 (26).
H errnann, C. F. : 322 (25), 323 (31), 324 Hun ger, J .: 355 (8). J crdan, P. : 344 (12). Lehrs , K.: 315 (14).
(9), 325 (25), 331 (14), 348 (6), 353 (14). J owett , B. : 333 (7), 352 (1). Leisegang. H .: 311 (16), 318 (27), 319 (4),
Hermias de Atarneo - 110, 114. J uan, Evangelio de .. . : 85. 326 (3), 340 (1), 342 (8).
Hcr mipo: 342 (10). J udeic h, W .: 319 (1), 355 (12). Leonardo da Vincl: 246.
Hermética: 85, 88 Y s., 311 (16), 318 (26). Juegc y Seriedad: 123, 128 Y ss., 224, 230, Leucipo: 194, 238, 240.
Herm ócrates : 101. Idea : vid. Eido s. 236. Levinson, R. B. : 341 (4).
H erodes: 299. Iglesia, Pad res de la .. : 234. Ju sti , K.: 159, 212 Y s., 330 (5). Ley y Azar: 244.
Her ódoto : 33, 105, 131, 256, 296 Yss., 349 llis c : 186. Justln o Mártir : 234. Leyes: 122 y s., 269-279, 322 (25).
(12), 351 (31), 354 (5), 355 (7). Ilustración: 28. León de Sala mlna: l27 (6).
Herter, H.: 298 y SS. , 319 (4), 350(21), 353 Immis ch , O .: 3] 9 (4), 322 (25). Libert ad transcendental: 54.
(1), 355 (13). Indeter minaci ón , Relacio nes de... : 238 y K Libro: 323 (2).
Hertz, G. W .: 312 (22). s. Licabeto : 196.
Hcrzfeld, E.: 297, 355 (8). Index Acad emico ru m: 320 (15). Ka fka, G.: 320 (14). Liceo: 105.
Heráclito : 27 y 5., 41 Y ss., 53. 115, 130, India : 41, 85 YS., 87 Y s., 89 y ss., 162 y Kakegoría : 232 y ss., 342 (13, 14). Lic htenstaedt , J . R. : 347 (35).
187,194,218, 309 (6, 7), 312 (29), 320 S. , 331 (11), 337 (35). Kalok a gathía: 303. Licurgo : 69, 126.
(1). Inge, Deán W , R. : 210, 314 (8), 338 (5). Kant : 37, 40, 54, 147. 29 1, 353 (23), Lidd ell, H. G.: 339 (1),
Hesíodo: 27, 56, 57, 69, 116, 130 YS., 196, Injuria verbal: 232 y s. Kapp , E.: 319 (4). Linceo : 96.
215, 309 (6), 337 (35). Inmortalidad : 44 y ss. 181 y SS.• 189. Karo, G . : 319 (1). Linforth, 1. M .: 313 (36), 334 (12a) .
Hild ebrandt, K. : 327 (16). In terpr etación: 338 (39). Karpp, H . : 351 (32). Lipsius, J . H .: 342 ( 13).
Hillebrandt, A.: 318 (25). Intimidad: 187. Keith, A. B,: 335 (ISa). Lisandro: 132.
Hilt on, W. : 317 (10). Intuición: 36, 207-211. Kelscn, H.: 315 (l S). Lisias: 117, 152, 323 (6 ).
374 P LAT ON B. NOMBRES Y CO NCEPTOS 375

Lisis: 134, 166. Meesner , B.: 349 (10). Na torp, P. : 312 (20), 313 (33), 316 (2), 318 «o n hótes»: 220.
Lislmaco: 51. Mekler, S.: 320 (15). (37), 319 (6),334 (13), 335 ( 19) . Dscundad y Luz: 77,79 Y s.s., 84 y SS., 331
Livio : 300 . M etísso : 38 . Naturaleza y Consritucjón de las rosas: 28. (7).
Lo beck, C . A.: 317 (7). :\1enexeno: 133. Na tu ra leza , Al osofia de la: 137, 187, 192 . Ostwatd , F .: 347 (34).
Lod ge , R. C.: 312 (22), 325 (18). Merla n, P .: 322 (26), 325 (26). Na turaleza , Ley de la : 244. 0110 . R. : 3 17 (9, 10. 14 , 21).
Le gos , Lógo i: 29, ] 7. 4 1. 51 YS., 75. 76, Merx, A. : 317 (9). Nekyia (Od isea): 257, 259. 0110 . W .: 355 (16).
115, 127, IJ I, 143, 147 Y S., 153. 15.5 , :\1e1a física: 106, 148, 250, 259. Neo pitagóricos: 90. Ovidio: 311 (16).
171,175. 177 Y s., 184, 195. 201, 214, Meta fisica de la Luz: 31, 78, 82 Y 5 •• B5, Necplatónk cs : 86, 88, 129, 161. 185, 234, Ozymand ias (Monumerac funerario ): 296.
2 17. 223, 228, 323 ( 11, 332 (2 ), 340 (3). 330 (7). 33) (4). 3) 7 (37 ) .
Lohm ann . J.: 341 (4). Metamorfosis de las Plan tas: 37. Nere o: 215 .
longino : 129 . Melaxy: 56 y ss., 68, 178, 315 (17). 336 Nesrle, W. : 3) 3 (1 ). p
Lo uis, P . :)23 (la ), 344 (9). (25) . Net tleship, R. L. : 352 (1).
l ucia no : 310 (15). Metá fora: 231 ~ s. Neuma nn , K. E.: 331 (12). Pacicli, L. : 246
L ucil io : 356 (16). Método: 18. Newman n, W . L. : 355 (10). « paid iá,.: 124 y M.
Luscha n, F. v.r 3H (SI. ~I el ón: 298. Newton: 236, 264, 215. Pal eo -Atenas, Viej a Ate nas: 19 5 y ss.
Lu rher, W, : 339 <1 , 4). Meyer, Ed .: 226, 322 (26 , 30) , 342 (15). Nicágoras de Cíp re: 265, 351 (34). « palfmonos-palíntrepos .. : 312 (29)
Lu tosla wsk i, W.: 2 10. 338 (4). Meyer, M. H .: 342 (13). Nicholsc n. R. A. : 311 (9), 318 (31). Panareneas: 196
Lúers, G .: 311 (16), 317 (191. 317 (24). Meyerson, E.; 345 (17). Nieb uhr , B. G .: 196, 336 (3 1). Pa nedo: 306
Mie1i, A .: 235, 344 (4). Nietzsche: 23, 62 YS., 166. zoe. 21 1 YS., Pa no fsky, E.: 325 (18)
Yjigne: 317 (10). 309 (2), 324 (16), 327 (6). P ara íso: 249
M Mileto: 24, 237 Y s.• 256. Nik hilanand a, Swa mi: 318 (25). Par ménid es: 23, 28 , JO, 3S, 39 y SS., 130,
Milha ud , G .: J44 (10). Nllssc n, M .: 310 (6), J15 (14). 317 (7), 3)2 m , 1B7. 194. 217 ys.• 249, 250, 312(26,
Ma cedonia : l OO, 10 1, 110. Mili, J . S.: 353 (5). (l) . 29), 312 (2B , 29 ), 314 (33). 335 (19) , 341
Macro bío : 333 m. 338 (37). M ilne, xr. T .: 323 (4). Noack , F .: 311 (7).
Ma crocos mos y Microcosmos: 46 y S., 314
(37).
Maestro Eckhart : 88, 90 Y s.
Mimesis: 124· 129.
Minera les, C ristales : 241.
Mi!oCh, G .: 228 y ss.• 326 ( l).
Nock, A. D .: 313 (36), 318 (26). 338 (37).
Nomos: 28.
Norde n, E.: 318 (27). 362 (15), 397 (3).
'"
Parrasio: 107, 124
Pansch, J. M .: 350 (22), 351 (26 , 31)
Pa scal: 86 , 89, 161
Magalha es-vnh ena, V. de : 327 (6). Mistenos: 44 , 84 Y ss. Novalls: 167. Pasqu ali, G.: 233 y s.• 342 (8), 342 (l 2a,
Mah a bhara ta: 337 OS ). Mistica : 84 y S., 91. 317 (9). Novo tny, F.: 342 (8. 10), 342 (12. 15). 1S).
Ma llen. L.: J4ll (4). Mito ; 170-202,242 YSS., 332 (1), 333 (27). N um enjo : 318 (28 ). Pausanias: 71 y S. , 176 y s.
!\1a nn, Thomas: 140, 328 (2). 334 (13), 336 (33), 338 (38, 39). Nus (noüs): 52. 54 Y S., 195, 198, 220 . Pa usa nias el Penegera : 300
Man ía y Dialéctica : 47 . 107, 117, 189. lOO, Moe bíu s, H .: 330 (13). Núm eros , J uegos d e.. . : 10 1. Pau són : 125
201. Moira : 53. Penra y Po ro s: 177 y s.
Mapa d e la Tierra : 255 y n. Mo mms en, Th .: 302. 356 ( 5). Pe rdic as 111 : 101 . 111
\ 1ap as: 255.
Maq uiavelo: 2Sl .
Monresquieu: 272. o Pe nc jes: 24
Mo re tt i-Co stan ti , T .; 325 ( 18). Peripa to : 100, 104 Y s.
Ma rar ón: 197. Moro , To más: 299. Obermann , J.: 311 (17). Pe rsía: 109, 197
Ma rc, F.: 327 (5). Morríso n, T. S.: 335 (l 7a). Océa no : 252, 256, 251 , 259, 350 ( 18). «philía»: 58, 64 Y s.
Marro espacia l d e! Diá logo : 159 ~ ss. Mo rro\\', G . R. : 231, 322 (26), 342 (8, 11). Ode r, E. : 348 (7, S). Pint ura : 125
Ma rino: 267, 350 ( 19). Muert os , J uicio de los ... : 182. «o dís»: 68 y §s. Pisistrütld as: 24, 59
Marsias: 133, [42 , 185 . Mugler, C .: 320 (14). O jos del alma: 30 y ss., 82 y s., 310 (11 , Pita goras , P itagó ricos: 42 )' S. , 46, 100,
Mar tia nus Cepeüa : 349 (14). Mundo, Alma del. .. : 199. 14, 15), JI] (16). 101, 126, 179, IS S, 2911, 356 (8)
Ma rtin, T. H .: 343 (1) , 350 (18). Mundo, Creació n de!. .. : [92. Olden berg, H .: 318 (25), 331 (11). Pla nta P rimigenia: 37
Mart in , V .: 327 (6). Mundo , Periodos del. .. · 196, 199 Y ss. Olimp ia: 231 y s. Plotin o: 32, 45, 70 Y ss. , 76 Y S. , 85, 87
Ma rx, F .: 356 (16). Musas: 186. Ohm piodcro: 215, 334 (14),3 39 (2). Y ss., 90, 210, 234, 315 (15), 317 (16),
Más Allá : 88, 178 Y SS., 248 Y ss. Música : [85. O lrik, A .: 337 (35). 317 (22), 318 (28, 34-37) , 322 (29), 342
Mat emát icas: 30, 100 Y SS. , 240 Y S . , 320 Müller, E.: 325 (18). Ollch ki, L. : 346 (27). (16)
(14). Mülfer, F.: 318 (37). Olvido: 215. Plutarco: 5 [ y s. , 100 , 2 15, 233, 237, 315
Mat eria: 237 y SS., 344 (8) , 344 (9) . MüUer, G . : 340 (3). Ont olo gía: 38 y ss , (10), 320 (9 , 12a, 15), 322 (22, 26, 29),
Mat rcr, M. : 346 (33). Müñer, K.: 399 (13). Op tica : 321 (20). 338 (39), 344 (8) , 350 (21)
Máximo de T iro: 52, 56. Ora l y Escrito : 117 y ss. 323 (2) . P nyx: 196
McKeo n, R. : 309 (3). Orden : 42 y s, Poh lcnz, M.: 315 ( [5), 346 (6)
Méautis, G .: 34 [ (4) . Orflsmo: 44. 84, 116,181 ,323 (2). P o lih io: 109, 300-308,356 (2, 3)
Mechthild vo n Ma gd cb urg: R5, 87 . N Orient e: [87,296 Yss.; 334 (11), 337 (35). Polied ro: 240 y ss.
Megaló fan es: 322 (29). Orí genes: 234. Po lignot o: 125
Megaló pclis : 110, 322 (29). Nab ucod c nosor : 296. Ort ega y Gassel : 344 (7a ). Po llcleto: 30
-,

376 P LATO N B. NO '-t BRES Y CO NCEPTOS 377

Pc uuca. T rad ición de la Academia : 322 Riezler, K.: )13 (33 ), 339 (1) , 34) (2) Schleiermacher, Fr.: 165, 333 (10), )35 So ro f, F. : 3S0 (24), 35 1 (29)
(29) Riu er , C .: 311 (17), 322 (30), l 52 ( 1) (l 9a) Sosigenes: 320 (15)
Po rfirio : 70 Riva ud, A .: 343 (1), 355 (12) Schmidt , L .: 329 (4) Souélhé, J.: 231
Po stdo nío : 52, 265, 267, 341 (l) Robin, L. : 227, 315 (15), 319 (4), l23 (4), Scholz, W. v. : 331 ( 17) Spencer, H.: 268
Post , L. A. : 342 na, 15) 333 (6), 341 (4), 343 (1), 344 (8), ) 45 Schü ma nn, G . F .: 342 ( 13) Spe ngler, O .: 323 (2)
Poussín, N. : 186 (l 6a) Schopenha ucr: l 7, 49, 207, 211 Y ss., 312 Spr a nger , E .: 327 (6)
P raechtcr, K. : 338 (1) Robin son, R.: 328 (3) (2 1),3 14 (2), 317 (9) St efanlni , L. : 231, 340 (3),342 (11)
P raja pati: 163 Rallen, A. K. : 327 (6), 335 (19), 342 (8) , Schonía ndcr, E. : 344 (12), 345 ( 18), 346 Stella , L. A. : 325 (26)
P ra xhetes: 107 342 (16) (25a) Stenzel, J.: 340 (3)
P resocr áticos : 24, 187, 194 Ro hde, E. : 313 (36), ) 48 (4), 3SO (20 ) Schuhl, P. M .: 325 (18), 332 (1) Stewart , J. A.: 208 y s. , 322 (1), 338 (38,
Pris ión : 79 y ss. , 85 Roj o, Mar: 262 y S., 350 (22), 351 (26) Scbwartz, E.: 319 (2), 322 (lO), 328 (3), 2)
P roclo : 32, SI, 56, 59, 16 1, 18S, 234, JI S Roma : 300-308 lS(i (15 ) Stéc klein , P. : 322 (1)
(1 1, IS, 19), 3 16 (41, m (4), B 4 (16), Ro mánticos : 140 , l29 (6) Schweüzer, B.: 310 (1 1), 321 (2 1a), 325 Strauss, O .: 318 (25)
342 (16) , JSO (17, 21), 356 (I 6) Rosem ~r8 , F.: 30 (4) (18) «stron"lilos..: 347 (3)
Pr Odico : 126, 143, 159 g oss, Sir David: 319 (4), 326 (3), 318 (8 ), Scon, R.: 339 (1) Suess, W .: 323 (4)
P rc metec : 17S, 201 338 (1), 344 (8) Semu a mís: 296 Sufl: 85, 87
Propo rción: 43 Rot ura del ála mo: 242 Separación : 80 Swedenbo rg , E.: 247, 346 (32, 33)
P rotágoras: 24, 61, 126,13 2,1 67, 175, 333 Rc usseau, J .•J.: 2l Ser, Seres: 31 y s. 38 y S$ . , 139 Sybel, L. V .: 319 (8)
(7) Rousseau, P .: 235, 238, 343 (3), 344 (4, Seuse, H einrich: 85 y S. , 88
P ro ut, W .: 240 6) Sexto Em pírico: 215, 335 ( 19, l3 9) (2)
P ru sias: 306 Rubens: 57 Shorey, P.: 208, 227, 229 Y S ., au (20), T
Ptolo meo : 210, 311 (16), JSO (19) Rudberg, G .: 322 (29), 323 (4) 323 (l a), 338 (1 ), 341 (4), 342 (12), 343
Pyriphlegeth on: 252 Rus.seJl, B.: 344 (6) ( 1), 352 (1) Tales: 351 (31)
P indaro: 29,.11 6. 170 . 175, IRO, 310( 12) Ruther fo rd, E.: 24 1, 244 Sicilia: 23, 50, 97, 111 YSS., 132 Ys., 227, Tan nery, P.: 320 (14, 15)
Ryle, G .: 329 (9) 229 Y ss. Tarrant , D.: )3 1 ( 17)
Sició n: 322 (29) Tárt a ro : 182, 242, 252 Y s.
Q Sileno: 142, 172 Y s. 'r assc: 161
Simbólsce, Lenguaje ... : 87 tat twam así: 87
Qal a ¡ Datad : 297
Qu erome de Pallene: 111
s Simias: 251
Simmel, G .: 3J() (1)
Tale, J.: 331 (17)
Tau ler, J.: 87
Qu intilianc : 14 1 Saccako: 163 Simplicio: 315 (1) Taylor , A. E.: 243, 311 ( 17), 322 (28), 336
Q llió n de Heraclea : 110 Sachs , D . 356 (8) Singer, Ch .: 235, 344 (4) (30) , 342(8),343(1 ), l 45 (21). 346 (24),
Sacbs, E.: 320 (15), l O ( I) Sistema de los Elementos: 240 347 (1), lS 4 (4)
Sa fc : 130 Síva: 85 'teetet o: 101
R Salín, E.: 330 (15) Sncll, B.: 313 (30), 316 (5), 322 (26), 326 Teleo logía: 184, 235 Y ss.
Salís, Av.: 335 (20) ( 1) Teod or o: 323 (la)
Radermach er , L.: 332 (19) Salom ón, Templo: 296 Sóc rates: 21 y s.. 24 y ss., 29 y s., 32, 35, Teofrasto : J05, 14J, 329 (4), 347 (3)
Ra fael: 228 Sa hrst jo: 338 (37) 39, 4 1 Y s., 43 y s. , 46y sa., 50y ss., Tepe Ga wra : m, 3SS (8)
Ra nd , E. K.: JS6 (2, 6) Samkara: 87 58 y SS., 64 , 70, 73, 82 y s., 94 y ss., 100 Teresa, Santa ...: 87
Ravatsscn -Mo níen, G .: 346 (27) Sarre , F.: 297, 355 (8) y S., 117, 123, 127, 130- 139, 141-154, Terr itorio, Paisa je: 155, 185 YS. , 330 (1)
Réca míer , M ad am e de •.. : 347 (35) Sanan, G .: 244, B 6 (3 1), l43 (2) ISS-1S8, 160 y s., 172 Y ss-, 225, 279, Textual , C ritica: 310 (15) , B2 (19), 336
Regreso : 80 Sasénidas: 322 (29) 281, 300-308, l25 (22), 327 (6), 328 (7, (24), 339 (6), 340 (3), 342 (12), 356 (3 )
Rehm , A . : 320 (15), 347 (.3), 350 (16), 351 Sátiros y Silenos: 172 8), 329 (9), 356 (7) Th a mus: 186
ran $ca la, Ca n Grande della: 202 Sofistas: 24, 18, 30y s., 36, 39, 41, 51, 100, d héa Io n ano..: 189
Reiehen bach, H .: )45 (18), 346 (25a ) Seala, a .v.: 356 (10, 12) 126, 131 Y s., 134, 143, 145 Y s., 147, T heiler, W. : 316 (26), 330 (15), 341 (4)
Reíc hhold , K. : 326 (4) Schaa rschmidt , K. M. W. : 227 151 Y s., IS9, 167, 175 Y ss., 211 Th emis: 27, 37
Rein bardt , K. : l I2(29), l i S (10, 17), 332 Schaeder, H . H . : 328 (3), 329 (5) S ófocles: 11 6, 125,I S5, 273, B O(l ), 352 Theuth: IlI6
(1), l}5 (18, 19), 347 (3) Schaerer , R. : 326 (28), 327 (6), 328 (3), 340 (ll) Thiba udel , A. : 323 (2), 325 (26)
Reírzenstein, R.: 314 (l7), ) 25 (23), 336 (2) Sofro nisco : 139, 145, 147 Thi ersch , F. W . : 331 (17)
(28), 317 (35) Schefold , K.: 327 (6), 330 (13) Sol, reloj de ... : 256 Thcrn as, 1.: 320 (l 2)
Renacimient o, Arquitectu ra del ... : 299 Sche liha, R.v. : 315 ( 18), 337 (30) Soledad: ¡ 55 Thc mso n, J . A . K. : 328 (3), 348 (9)
Repentino, de repente: 75, 82, 87, 91 Yss. Schelling, F. w.v.: 346 Solger, K. W. r .. 140 Th omson , J . O .: 347 (1), 349 (10, 15), 350
Respo nsabilidad: 40 Schiaparcl li, G . V. : 320 (15) Sclmsen, f r.: 3 10 (6) ( 17), 1SI (25, 32), 35 1 (38)
Resto , P rob le ma del ...: 40, 208 Schiüer: 37, 50 Sclovíew, W .: 328 (7) d í ~sl i, hó 61i..: 139
Rey, A. : 236, 32 1 (20), 344 (5), 347 ( 1, 3) 5ch legel, Fr.: 140, 147, 148 , !S2, 328 (3), serón: 24, 25, 69, 126 Tierr a, zonas de la ... : 262 y 55.
Richt meyer, f. K. : l 43 (4) 310 (8, 9) Scphrosyne: 43, 61, 302 Y $.,306 Tifó n: 172
-, ,

378 PL A TON

T imarcc : so, 52 w
T irnco: 44, 100, 136. 196,24 1 'J S., 243.
306 Walbank , F. W. : 336 (13)
T imolao de Cizico: 111 waher , J .: J25 (18)
wenher , G .: 317 (12)
e, OBRA S DE PL A TON
T iranía : 29
T om ás de Aq uino : l i S (17) Weber, G . : 355 (6)
T omás de Cefanc : 87 w emsrock, H .: J4 1 (7) Agropho dogma/o: 326 (3) Fedro: 32, 50, 67 Y s.• 70, 74 Y s., 78.
«té pos noer és»: 189 w endíand , P. : 322 (26) A lcibiodes 1: 31, 50. 55. 60 YS., 62 Y ss., 80-83. 84,90,92, lOO, 117 YS. , 124, 126
T ra gedia : 124, 127. 170 Y s. w emer, Octaedro de . .. : 241 143 y 5 . , 167, 189, 223 '/ 5 ., 302-306. 307 ,/ 5S., 129,137, 142. 152 '15., 157,165,
Tr anscendencia: 13-94, 168 Ys., 179, 189, w euer, G . A. P. : J I7 (12) '1 5., 314 (6), 356 ( 1). 170, 172. 177. 185, 186-194, 196, 199,
218, 340 (10) whírehead, A . N.: 236 y 5., 344 (S. 7). 345 A pologio: 50,13 1, 133.145,157, 158,73 lOO, 228. 249, 313 (31) , 314 (Sa). 320 (9) ,
'rrasrmacc: 141, 145 Y s. (19) '1 S., 178. 280, 314 (6). 323 (2). 323 (4, 6. 111. 330 (7), 335 (19,
Treinta: 21. l B wickert, L.: J23 (JI). 342 (8) 19a, 20), 336 (23, 24), 338(39), 342 (10),
T rinida d. Dogma metafísico de la .. . : 2).4 \Viggep.>, R. : J32 ( 1) & nqu ele: 30 '1 SS., 55 y ss.. 60 '15., 62 Y 353 mi.
Triptolerno : 188 Wilamo.....ifl · Moellendorr r. u .e.: 2.26. 229, 5.• 64 '1 ss. ffJ , 71, 74. 78. 82, 83 y SS .,
Triáng ulo . poliedro: 242 311 (17). 312(24), 314 (36), JI S (14), 318 9O Y5" <]7, 100, 127,133.139, 142, 144 fllebo : 137.
Troronio: 52 (J6), 319 (l . 3. S). 320 (10. 15). 321 (21), YS.• I SO'l S5., 157. 172 '15.• I7 S Y S5.,
T roll, W.: 312 (22) 322 (26, 30). 323 (2. 4). 325 (24), 327(6), 186, 189 Y s., 210, 223, 225. 307, 313
T rubetz key, S.: 328 (7) 330 ( 15). 331 (9, 14). H4 ( 11), 335 ( 18, (32) , 318 (36. 37), 327 (6), 330 (13), l 33 C orgios: 26, 42 Y5.• 74 , 95, 106. 111. 156
Tuddidn :)l. 1lJ . 312 ( 18). 327 (6) 20). 341 (6). 342 (8) (S), 356 (7). '1 S., 159, 166, 173, 175, 179 YS., 182
Tzetzes: 320 (12) Wilhdm ve n Co nches: 245 '1 U. , 278. 322 (29), 331 (6), 353 ( 10),
wm. W. : 332 (1) Cé rmídes: 60, 62. 139, 143 YS. , 160, 224, 353 (17) , 3B ( 19).
Wi1l iams, H. S.: J4J (4) 356 (16).
Windelba nd. W. : 208, 227. 310(10), 313 Hipios Mu;or: 38, 269.
Corto 11: 121 '1 5., 135, 226-234, 321 (21).
u (36), 329 (6), 338 (3)
wíndíschms n, K. J .: 347 (35) 342 (8. 9), J42 (15). Hioias Minor: 157, 35J (19).
Ueberweg, F. : 227, 338 (1) w er rm» . H .: 315 (16)
Wolla5ton. W . H .: 247 y S., 347 (34) Corta 111: 227 '1 5., 233 y 5.
Ukert, F . A . : 35 1 (33, 36) Ion : 126.
Undnh lll. E. : 317 (9. 10. 15). 318 (33)
Cono VI: 34, 110. 322 (28). 341 (4), 342
Unío mystica: 12 y (12). Laques: 5 1, 139. 14J. 172.
Upa nischads: 88. 9 1. 163, 187, 318 (39)
u sene, H .: 103.310 (15), 320 (15, 17),332 Carla VII: 21'1 SS., 37, 48, 68 Ys., 74, 75, Leyes: 27, I08 '1 s.. 122 y s., 127, 132, 136
(19) Yajnavalkya: 163
Yo, el .. .: 130 y ss. 77, 96 '1 5., lOO, 112, 114, 121 Ys.• 134, '1 s. , 162, 164, 172, 177, 196 '1 S., 202
Uto pías: 298 '1 S., 232 '1 s., 268-292, J03, 322 (25), 326
Yoga : 86 136, 167. 226-234, 316 (2), 323 (S). 3J I
Uxküll-Gyl1e nband. w .v. : 333 (7, 9) (7), J40 (3), 34 1 (4), 342 (12). (28), 328 (8). 331 (7), 337 (5 ).
Yo rk, Co nde P . de : 329 (6)
Yám blico: 52, 56, 356 (8)
Carla VI1J: 112, 226-234, 280, 341 (4). Lisis: 60 y s.• 64 y 5., 139, 143, 159 ,/ s.,
166, 170,1 89 Y li.
v z Crat íto: 48, 210.
Mesexeno: 157, 195, 1%.
Valéry, P.: li S Zeller, E. : 208, 212, 310 (IS ). 314 (3), 320 Crirón: 113, 223, 224, 277.
Veda: 87 (12, 15), 323 (31), 325 (17,24), 334 (13), M enón: 37, 95, 143 '15 .. 157, 168, 180 Y
Verda dera Tierra : 250 341 (5) Ep igr ama en fa tumba de Dión: 114. S., 182, 186, 189 Y s.
Verdadero Mar y Co ntinente : 251\ y s. Zenó n: 38, 40, 328 (9)
v ery, F. W. : 346 (33) Ze ux¡s: 125 Eut idemo: 50, 147, 156, 159 Yss. Parménkíes: 41 Y5., 74, 136 Yss., 224, 227.
Visnú: 85 Ziegler, K.: 334 (11)
vl astos , G.: 312 (29),33 3 (7). 345 (22) Zim mern , A . E. : 310 (6) Eutifrón: 223, 353 (21). Pof(l ko: 54, 56, 108, 122, 136 YS, " 162,
v ogel. K. : 320 (l S), 347 (3) Zop yros: 60 n s, 192, 196, 198 Y SS., 270 y s., 283
I:edón: 24,25, 38,46,53,69,74 YS., 76, y S., 288, 324 (12), 324 (13-15), 333 (5,
78 Yss., 82 y ss., 89 y s., 97, 911, 104 Y 6), 334 (9), 337 (33, 34), 337 (35), 348
S., 106, 115, !J I, 148 Y5., 162, 171 Y (6).
S., 180-184, 185 YS., 187-189, 194 YS.,
201,224,228 Y5., 248 YS., 257 Yse., ProtágOroI: 25, 61, 120, 139, 156, 157, 159
261,3 18 (36), J 30 (la), 330 (2), 347 (3), YS., 165, 172 Y S5., 177, 192, 198, 224,
348 (6), 350 (16). 288, 323 (l a), 333 (6, 7). 334 (9).
380 PLATON

R"público; 3 1 y M., 36 Y s•• 40 , 42 Y S., Teoges: SO Y ss. 60 y S., 64, 134, 167.
53 YS., 56 y S., 68. 69, 74, 75·84, 93 y D. OBRAS DE ARISTOTElES
5., 91. 100 Y5.• IOJ. 104, I08 ys., 122, Teeteto: 34, 50 Y s., 162, 165, 189. 223,
124, 126,1 21 y s., 139, 14 1, 14S, 148y 313 (3 1), 318 (36), J2] (2), J JO(6), 353 De crH10 //: 14.297b 30: 261 y ss.
s.• 1j 7. 162 .166. 167 y ~ .• I72 Y5.• I75 (6). 353 (22). E/ ira Nicómaro:
'1 5., 182·1 86, 187, 188 Y SS., 194. 196 .d 13. 11273 22 sq q., b 22 sqq.: 329 (4)
Y s., 199 y S., 202. 248. 249 Y s., 212 , EJ , I 129 b 222: 342 ( 14)
278 Y S. , 285, 30S. 3m, 312 (2S). 318 Tras/maco: 11$ Y s. ZI3 , I I44a 28: ) 10 ( 14)
Mm ifisir:u: A 2. 982b 18: 175 y ss.
(36). 319 (2). 323 (2), J2S (17. 19), 325
(22,24), H2 (2, 3), m (2 1, lJ ), 338 Timeo: S 2~S S , 56 y SS. , 70 , 7S, 104 y s., A 6, 981a 29 sqq.: 2) y ss., 208
Q 3, 994b 32 sqq .r n i (16)
(39), l40 (31. 350 (16), HJ (4I, ]S) ( 17). 128, 136 YS., 17S, 177 , 184, 192, 194 Y
M., 198 Y SS. , 235-348, 2S8 'J SS., 263, A 6, 107l b 31: 2)8
Sof ISta.' 32, 83, IH Ye., 152. 162. 168, 237 267, 321 (20, 21), 333 (S ), 344 (8). 34S M 4, 1000b 9 sqq.: 208
M~lfflfO/Og{Q: A 13, 3SOb u sqq .: 351 (lO)
y S., JI 4 (38) . (16), 341 (35), JSO (16).
B 1, 3543 1: 262
B 2, 355b 32: 262, 350 (16)
B S. 362b 12: 349 (121
B 6, 361b 21: 262
Politictl: H 11, 133Gb I7sqq.: 298
R eJ. Sofistictu : 183b 7: 151 y s.
Frtlgm . 49.- 316 (1)
Fftlgm. 96: 356 (1)
LAM INAS
"

LAM INAS 38S

1. ECUMENE

V ERDADERA ETER
TIERRA
AIRE

ECUME E
OCEANO

TIERRA
SUP ERFICIE SU PERIOR

" T-~
A '.
A -.

..l'-
TIERRA ~~
LAM . 11 : Cuad ros 1·3. Pa ra el FEDON :
1: Círculo de la Tierra con oq ueda des.
2: Corte transversal en la oqueda d del Ecumene.
3: Corte de un lado del clrl:u lo de la Tierra .
386 PLATON LAMI NAS 387

V ERDA DERO

CONTINENT E

LAM. IV; Terraedo regular: Atomo ..Fuego...

1. ECUMENE
2. ATlANTlDA

\ --. .,.,;:.,..~

LAM. 111 : Cuadro 1. Círculo de la Tierra Tímeo.


Cua dro 2. Circulo de la Tierra, según Aristóteles.
LAM. V: Hexaedro regular; Atomo «Tierra»,
,I

388 PLATON LAMINAS 389

GRAN CAN AL

LAM. VI; Octaedro regular: Arome «Aire»,

GRAN CANAL

LAM. VIII : Llanura costera: Atlantis .

LAM. VII: Icosaedro regular: Alo mo «Agua ».


(

390 PLATON

LAM . IX: Cuadro 1: Ciudad de los Atlantes.

1. Templo
2 . Estela
3. Palacio
4. Hipódromo

LAM. IX: Cuadr o 2: Interio r de la d udad de la At lám ida .


Este texto constituye una de las obras maestras que culmina los esfuer-
zos filológ icos y filosófico s de una larga tr adición germánica para po ner
al alca nce del hombre act ual la génesis y el significado de la filo sofía plato-
nfca.
Paul Fricdlandcr, en este primer tomo de su gran obra que a parece aqul
por primera vez en castellano, nos pon e en contacto no sólo con el mundo
de los griegos, sino sobre todo con los objetivos qu e hoy deben ser tenidos
en cuen ta para comprender la necesidad de la formación filosófica . Es evi-
dente q ue tenemos delante un elemento de trabajo y de análisis de primer
orden con el que se han orientado no sólo las generaciones ger mánicas
act uales, sino ta mbién todas las escuelas euro peas y americanas en este
siglo, co mo lo demuestra la participación de una figura como el norteame-
rican o Cairns , que, en un capítulo muy completo que recoge el propio
Frledt ündcr, anali za las características de la obra ju rídica plat únlca y seña-
la las d irect rices básicas y los alcances vigentes en tod as las escuelas legales
del mo mento actual.
Al texto original se le han aña dido las notas a pie de págin a necesari as
para qu e los conceptos técnícos o híst óricu s del mundo griego pudi eran ser
fácilmente en tendidos. Asimismo se han incorpo rado las correspondientes
tra ducciones de las citas en esta lengua con el fin de qu e puedan ser segu í-
das por todos aqu ellos que no hayan tenid o la fortuna de iniciarse en esto s
elemen tos básicos pa ra nuestra civilización.

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