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EJ Estudio Jurídico del Trabajador

T
PROCEDIMIENTO
MATERIA
:
:
TUTELA LABORAL
TUTELA POR VULNERACION DE DERECHOS FUNDAMENTALES VIGENTE LA
RELACIÓN LABORAL.
DEMANDANTE : VANNESSA CATHERINE IBARRA MUÑOZ
Rut : 13.207.791-6
Domicilio : Barcelona 1253 casa 4 Valle Escondido Paicavi, Concepción.
PATROCINANTE 1 : PAULA URZUA TRONCOSO C.I. 10.484.693-9
PATROCINANTE 2 : RODRIGO HENRIQUEZ GARCIA C.I. 13.796.496-1
Domicilio : Lincoyán 445, Piso 3, Concepción.
Forma de Notificación : paula.urzua@ejdeltrabajador.cl rodrigo.henriquez@ejdeltrabajador.cl
DEMANDADO : COMANDO DE OPERACIONES TERRESTRES COT RUT: 61.970.300-6
Representante Legal : xxxxxx C.I. XXXX
Domicilio : Collao n° 171, Concepción

EN LO PRINCIPAL: Denuncia por vulneración de Derechos Fundamentales vigente la relación


laboral; PRIMER OTROSI: Acompaña Documentos; SEGUNDO OTROSI: Solicita oficio que indica;
TERCER OTROSI: Patrocinio y Poder; CUARTO OTROSI: Señala forma especial de notificación y
solicita litigación electrónica.

JUZGADO DE LETRAS DEL TRABAJO DE CONCEPCION

VANNESSA CATHERINE IBARRA MUÑOZ, cédula de identidad N° 13.207.791-6, Profesora


de Idioma, con domiciliado en Barcelona N° 1253, casa N° 4, Valle Escondido Paicavi, Concepción,
a Usía con el debido respeto digo:

Que en conformidad a lo dispuesto en los artículos 19 Nº 1, 16 de la Constitución Política


de la República, artículos 1, 2, 5, 425 y siguientes, 446 y siguientes, 485 y siguientes y demás
pertinentes del Código del Trabajo, así como normas pertinentes del Decreto con Fuerza de Ley 29
de 2004 que fija el texto refundido y sistematizado de la ley Nº 18.834 sobre Estatuto
Administrativo y de la ley Nº 19.880 sobre Bases de los Procedimientos Administrativos que rigen
los Actos de los Órganos de la Administración del Estado, vengo en interponer denuncia de tutela
laboral por vulneración de derechos fundamentales vigente la relación laboral en contra de mi
empleador COMANDO DE OPERACIONES TERRESTRES COT, RUT 61.970.300-6, representado
legalmente por don XXXX cédula de identidad N° XXXX, con domicilio en Collao Nº 171,
Concepción, o por quien lo subrogue o represente en virtud del art. 4° del Código del Trabajo, en
base a los siguientes fundamentos de hecho y de derecho:

I. CONDICIONES CONTRACTUALES

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T Tras un largo proceso de postulación y habiendo trabajado ya 6 meses con boletas de


honorarios, el 1 de julio de 2005 fui contratada como Profesora de Inglés en el Regimiento
CHACABUCO de la Tercera División del Ejército de Chile, con el cometido de formar la Sede
Concepción de la Escuela de Idiomas de la Institución. Mi contrato siempre fue el de personal civil
del ejército, en calidad de contrata. Mi remuneración originalmente era equivalente a un grado 9°
en la escala de sueldos del ejército. En diciembre de 2005 me informaron que mi sueldo, a partir
de 2006 bajaría al equivalente a un grado 11 (fui la única profesora de inglés del país a la que le
bajaron el grado). En el año 2014 volvieron a bajarnos las remuneraciones, esta vez a todos los
profesores de inglés, por lo que varios de ellos renunciaron.
En el momento actual mi remuneración íntegra es de $ $1.409.736.-
Mi jornada de trabajo es de 44 horas semanales.
Durante los años en que he trabajado para el Ejército me correspondió primero formar la Escuela
de Idiomas de la Tercera División Sede Concepción y luego dirigirla e impartir clases de inglés,
tarea que he hecho con mucha dedicación y profesionalismo, lo que me ha permitido obtener la
más alta calificación en todos mis años de servicio, salvo el último (2019) y que la Escuela de
Idiomas a mi cargo haya obtenido los mejores resultados en el país.

Relato detallado de los hechos que antecedentes a esta denuncia.

2 La Escuela de Idiomas del Ejército está técnicamente a mi cargo, pero


administrativamente a cargo de personal del Ejército y son ellos quienes hacen todos los pagos,
compras y demás trámites administrativos, bajo la planificación técnica del trabajo que hago yo.
Estructuralmente la Escuela de Idiomas está formada sólo por dos personas, yo como profesora
encargada, y un ayudante, normalmente un suboficial del ejército. Sobre nosotros se encuentra un
jefe encargado de la escuela que es siempre un mayor o comandante del ejército. Además hay un
coordinador nacional de todas las sedes de escuelas de idiomas, con rango de Comandante y que
tenía el cargo de Subdirector de la Escuela de Idiomas del Ejército.
Durante los años que he trabajado en el Regimiento Chacabuco he visto y me he
enterado de muchísimas irregularidades, tanto por haberlas visto directamente como porque mis
alumnos me contaban sus problemas. Sin embargo, intenté siempre mantenerme al margen de los
asuntos internos del Ejército y limitarme a cumplir mi función con rectitud.
Solo una vez, aproximadamente en el año 2013 me correspondió declarar como testigo
en Fiscalía Militar en el marco de una investigación que se seguía en contra del Mayor Christian
Valdebenito, que había estado a cargo de la Escuela de Idiomas Sede Concepción entre 2011 y
2012, por mal uso de dineros de la Escuela de Idiomas. Con el mayor Valdebenito yo tuve muchos
problemas, al punto que sufrí un aborto espontáneo a causa del estrés, lo que en su momento
informé en la oficina de personal pero no hicieron nada por lo que, considerando que él ya se
había ido (le pidieron el retiro), decidí dejarlo hasta ahí y seguir trabajando en paz.

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En el año 2016 la Jefatura de la Escuela Sede Concepción estaba a cargo del Comandante

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Marcelo Elzo y el funcionario administrativo era el Sargento José Quijada, quien ejercía ese cargo
desde hacía ya un par de años. Ese año se habilitó la nueva sede de la Escuela de Idiomas en el
casino de la guarnición, que estaba en desuso. Eso significó varios trabajos y obras para desocupar
el casino y habilitarlo como escuela de idiomas. Consecuentemente se manejaron en el
presupuesto de la escuela cantidades importantes de dinero y se celebraron varios contratos con
terceros, todos los que eran manejados por el personal uniformado.
Ese año el Sargento Quijada pidió que se incorporara al equipo de la Escuela un segundo
funcionario del ejército para labores administrativas, a lo que el mando accedió y se incorporó el
Sargento Claudio Mora.
Desde el inicio la relación del Sargento Mora con el Sargento Quijada fue muy conflictiva.
Yo tenía serias presunciones de que el Sargento Quijada no era muy recto en el uso de los recursos
y en los procesos de compras, pero nunca indagué demasiado pues no era mi rol y no quería
meterme en problemas. Sin embargo, el maltrato hacia el Sargento Mora era algo que no podía
soslayar. Por lo anterior, en mayo de 2017 pedí una entrevista directamente con el Comandante
del Regimiento, Coronel Vásquez, que era el único con poder suficiente como para corregir la
situación, y pedí que cambiaran al Sargento Quijada. Yo en ese momento no sabía que existía una
investigación en curso en contra del Sargento Quijada por hechos de corrupción y mal uso de
dineros.
Pocos días después de haber hablado con el Coronel Vásquez, el Sargento Quijada me
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dijo que estaba enterado de que yo lo había ido a acusar con el Comandante y me amenazó
diciéndome que no sabía con quién me había metido, que él tenía muchas influencias y que se
encargaría de que me sacaran de mi puesto y me echaran.
Tiempo después me enteré de que la investigación en contra del Sargento Quijada por
los hechos de corrupción había sido detenida y dejada sin efecto por el propio Coronel Vásquez.
Desde entonces comenzó en mi contra una serie de hostigamientos y malos tratos de
diferentes maneras. En forma directa el Sargento Quijada era amenazante y grosero
permanentemente. Por otra parte, en oficina de personal comenzaron a pasar cosas raras: me
pedían papeles repetidas veces sin ninguna necesidad, perdían los papeles que yo presentaba, me
llamaban la atención por no haber presentado documentos que sí había presentado, no
tramitaban mis solicitudes, incluso “perdieron” tres veces mi título universitario y tres veces tuve
que llevarlo de nuevo para poder ser contratada al año siguiente, etc. Asimismo, mientras yo
trabajaba también ocurrían cosas, como que mientras estaba haciendo clases entraban a la sala
personas a supervisar e interrogaban a los alumnos sobre mi desempeño. En el entorno del
Regimiento muchas personas dejaron de saludarme y el ambiente se tornó muy hostil en mi
contra. El ayudante del Sub Director Nacional de la Escuela de Idiomas, Sub Oficial en retiro
Duarte, comenzó a pedirme mis planificaciones, listas de asistencia, evaluaciones y muchos
informes que nunca me habían pedido. El por su parte me acusaba de falsear información y
mostraba evaluaciones de alumnos que habían abandonado el curso. En otras ocasiones me

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tendían trampas, como pedirme que girara boletas de honorarios o que firmara documentos que

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no correspondían, cosas que de haberlas hecho habrían sido graves irregularidades
administrativas.
Yo hablé de esta situación con el Comandante Elzo, mi jefe directo, quien me dijo que no
podía hacer nada y que yo la había “embarrado” metiéndome con el Sargento Quijada, protegido
del Comandante Vásquez.
En agosto de 2017 me llamó el Comandante Vásquez a su oficina para notificarme del
resultado de la evaluación por la Junta Calificadora de Funcionarios Civiles. Me dijo que “por esta
vez” había pasado mi recontratación para el año siguiente pero que tenía que dedicarme
solamente a hacer mis clases y no meterme en otras cosas pues de lo contrario al año siguiente no
sabía qué pasaría.
En enero de 2018 el Coronel Vásquez dejó el cargo de jefe del regimiento Chacabuco y
fue destinado al Comando de Operaciones Terrestres, COT. El mismo día el Sargento Quijada dejó
el cargo de administrativo de la Escuela de Idiomas y fue trasladado al pelotón de infantería en el
mismo Regimiento Chacabuco. En ese momento pedí mis vacaciones por las 4 semanas que me
correspondían pero me las autorizaron sólo por tres (se había perdido, supuestamente, mi
certificado de feriados progresivos), pero pasé todas mis vacaciones con tratamiento psiquiátrico
por cuadro ansioso depresivo. Con todo, no me atreví a presentar la licencia médica que me
extendieron y en febrero 2018 volví a trabajar encontrándome con que el puesto del Sargento
Quijada era ahora ocupado por el Sargento Javier Ovalle, quien antes de esa destinación trabajaba
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directamente con el Comandante Elzo en otras de sus funciones.
No hice sino llegar a mi puesto de trabajo cuando el Sargento Ovalle, junto con
presentarse, me informó que era muy amigo del Comandante Elzo y que él estaba ahí para
encargarse de taparle la boca a los acusetes que pretendían atacar al Sgto. Quijada y que se
investigaran los hechos salpicando a su comandante Elzo. Me advirtió que me cuidara y me
portara bien pues él y el Comandante Elzo tenían muchos contactos y habían hecho despedir a
muchas personas. Dado lo ocurrido durante 2017 yo no me atreví a denunciarlo, y los malos tratos
en mi contra y contra el Sargento Mora se intensificaron. Constantemente el Sgto. Ovalle entraba
a mi oficina o me citaba a reunión para contarme historias de lo que le había pasado a la gente
que se había metido con él, que algunos terminaban muertos, que él tenía sicarios que por 50 mil
pesos se cargaban a alguien, que él tenía poderes que hacían que cuando se enojaba con alguien a
esa persona le pasaban cosas terribles. Mientras tanto, las irregularidades en el tratamiento de
mis asuntos en la oficina de personal continuaban.
Durante varios meses intenté soportar lo que estaba pasando, incluso sintiéndome
responsable de haber generado esta situación. Aunque sufría de jaquecas, ataques de pánico y
otros síntomas, no quería presentar licencia médica. Esto se agudizó el 29 de junio de 2018. El día
anterior, 28 de junio, tuve una discusión particularmente odiosa con el Sgto. Ovalle luego de la
cual, estando en clases, sentí una jaqueca tan grande que casi me desmayé, por lo que el día 29 no
fui a trabajar, lo que informé telefónicamente. Ese día, estando yo en mi casa, recibí varios

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llamados del Sgto. Ovalle diciéndome que tenía que ir a trabajar, que no creía que estuviera

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enferma, que seguro faltaba sólo para perjudicarlo, etc. Al día siguiente me reincorporé al trabajo
y llevé la licencia médica por el día anterior, la que el Sgto. Ovalle no quiso recibir y me gritó todo
lo que quiso. Así las cosas, cuando en agosto sufrí un serio incidente en mi pie derecho por una
pésima atención recibida por el podólogo del centro médico del regimiento, nunca presenté
licencia y fui a trabajar con el pie vendado y cojeando por varios meses hasta que, aprovechando
mis vacaciones, me traté el pie en una clínica privada.
En septiembre de 2018 el Comandante Elzo delegó la jefatura de la Escuela de Idiomas al
Mayor Paulo Torres, quien en la práctica nunca ejerció como encargado, de modo que la escuela
quedó en la práctica a cargo del Sgto. Ovalle.
El 14 de diciembre de 2018 tuve un altercado muy fuerte con el Sgto. Castro, de la oficina
de personal. Ese día acudí a la oficina del Sgto. Castro a presentarle una licencia médica que me
había dado la ACHS por la infección en mi pie, pero al entrar él me insistió en que tenía que usar
mis vacaciones, a gritos, con tono amenazante y sarcástico hasta que haciendo rechistar los dedos
me echó de la oficina. Al día siguiente mi marido llevó la licencia médica que no me quiso recibir el
Sr. Castro, por 15 días, pero el resto del tratamiento lo hice haciendo uso de mis vacaciones.
Tras este episodio, me decidí a denunciar el acoso del que estaba siendo víctima. Busqué
a las distintas personas que estaban en mi línea de mando: Mayor Torres, Teniente Armijo
Comandante Carrasco, pero ninguno estaba. Sólo encontré a la Comandante Ruth Lastra a quien
informé lo ocurrido y me dijo que debía poner los hechos por escrito y entregárselo al Coronel
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Villaseca directamente el día lunes 17 de diciembre de 2018.
El lunes 17 de diciembre de 2018 me dirijo a la oficina del Coronel Villaseca pero me
recibe primero el Comandante Carrasco, quien me escuchó, leyó la denuncia que yo había hecho y
me llevó a la oficina del Coronel Villaseca, Comandante de la Brigada Maule a la que pertenecía el
Regimiento CHACABUCO. Al verme en su oficina y saber por qué iba, el Coronel Villaseca se
enfureció, mandó llamar a toda la línea de mando entre yo y él, los subió y los bajó por inútiles por
no haber impedido que mi caso llegara hasta él, a mi también me retó por saltar hasta la más alta
jefatura y apuntándome con el dedo me gritaba que qué quería que pudiera ser tan importante
como para interrumpirlo. Como pude yo le entregué mi denuncia, que él ojeó por encima y luego
dio las siguientes instrucciones: que sacaran de inmediato a Castro de su puesto, que se abriera
una Investigación Sumaria de la que la Tte. Armijo sería la fiscal y que no quería volver a verme.
Saliendo de la oficina del Coronel Villaseca, llorando, la Tte Armijo me lleva de inmediato
a la oficina de la Tte. Quiroz, jefa directa del Sgto. Castro y allí en mi presencia le informa que el
Sgto. Castro estaba trasladado desde ese mismo momento porque yo lo había denunciado y que
se haría una ISA. Ante eso la Tte. Quiroz me llevó a una oficina aparte, cerró la puerta y me increpó
a gritos por atacar a su mano derecha, que le creaba un grave problema, que las civiles no
debíamos meternos con los uniformados y que terminaría saliendo para atrás con todo esto.
Como he dicho, en ese momento estaba con licencia médica por el problema de mi pie,
licencia que se prolongó hasta el 31 de diciembre. El 2 de enero volví al trabajo pero de inmediato

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pedí 10 días hábiles de feriado, para no presentar nuevas licencias. Por suerte tuve la precaución

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de fotografiar el documento de solicitud de feriado, pues luego éste “se perdió” y me estaban
acusando de no concurrencia al trabajo, de lo que me enteré al regresar, el día 13 de enero. En ese
momento pedí más vacaciones, de modo que estuve fuera todo el mes de enero. Durante los días
de licencia y de vacaciones fui citada al menos 6 veces para declarar en la ISA.
En febrero de 2019, de regreso de mis vacaciones (que había usado para tratarme el pie)
me encuentro con que se había designado como Jefe de la Escuela de Idioma sede Concepción al
Comandante Alejandro Coch, quien ya antes había sido jefe de la escuela y por tanto jefe tanto
mío como del Sgto. Quijada. Apenas pude me entrevisté con él y le relaté todo lo sucedido, frente
a lo cual él me llamó la atención, diciéndome que si se investigaba al Sgto. Quijada él también
saldría salpicado, que no podía dar crédito a mis mentiras. Desde entonces el Cdte. Coch apoyó en
todo al Sgto. Ovalle y a mi me hacían el vacío y me controlaban permanentemente. El Sgto. Ovalle,
por su parte, apoyado de esta manera, recrudeció sus malos tratos.
En marzo de 2019 el Comandante Coch delega en el Capitán Trullen la jefatura de la
Escuela de Idiomas de Concepción, a quien también informé de lo que estaba ocurriendo. Me dijo
que poco podía hacer pues el Cdte. Coch protegía a Ovalle y a Quijada. El 22 de abril de 2019 el
Capitán Trullen nos llama a una reunión a mi, al Sgto. Mora y al Sgto Ovalle. En esa reunión nos
dice que él está al tanto del maltrato de que soy víctima, que todo el mundo lo sabe, y que no lo
va a permitir pues es una situación muy grave. Hasta ahí yo estaba contenta. Pero luego agregó
que los trapos sucios se lavan en casa, que a él lo habían llamado del mando para hablar del tema
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pues alguien había hecho una denuncia y que eso era inaceptable. Que de ahora en adelante
nadie tenía que decir nada más y que si volvía a saber algo del tema se iría sancionado al que le
tocara, en otras palabras, que si me volvía a quejar o a hacer una denuncia, me sancionaría.
El 20 de junio de 2019 soy notificada de los resultados de la investigación administrativa,
a pesar de que el cierre de la investigación había sido el 7 de enero de 2019. Durante todos esos
meses yo pedí reiteradamente, por escrito, se me informara el curso de la investigación, sin
resultado. Pero no me entregaron nada sino hasta después de realizada la junta de calificación de
los suboficiales, en la que el Sgto. Castro apareció sin ninguna acusación y calificado en lista 1.
La conclusión de la Investigación Sumaria es que todos los hechos denunciados eran
falsos por lo que se dictamina “amonestar a la PAC (personal a contrata) Vanessa Ibarra por
denuncia temeraria”.
Ante tamaña injusticia yo presenté una reconsideración, que no tuvo respuesta alguna.
El 26 de junio pedí audiencia nuevamente con el Coronel Villaseca y le conté lo que había
pasado en el curso de la Investigación Sumaria, la serie de irregularidades que se habían cometido
durante la misma, el resultado que había tenido y que yo había presentado una reconsideración. El
Coronel Villaseca me dijo que no había nada que hacer y que si quería trabajar tranquila tenía que
aceptar la amonestación y me advirtió que faltaba poco para la junta calificadora y que era él
quien me calificaría.

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En las semanas siguientes muchas personas me comentaron que el Coronel Villaseca

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había enviado a Santiago un informe lapidario sobre mi persona y que “me tenía pedida” así es
que me preparara en buscar otro trabajo.
En agosto de 2019 tuvo lugar la Junta Calificadora del personal civil en la que se resolvió
no renovar mi contrato para el 2020, de lo que me notificó personalmente el Coronel Villaseca. En
ese momento yo le hice ver al Coronel Villaseca que eso era completamente irregular y que yo
haría una presentación a Contraloría, ante lo que él me dijo que hiciera lo que quisiera. Sin
embargo, ese mismo día el Coronel Villaseca ordenó la reapertura de la Investigación Sumaria
anterior, designando como fiscal, esta vez, al Mayor Daniel Quintana, quien me tomó declaración
sin permitir que yo leyera y firmara mi declaración.
El día 12 de agosto yo presenté a la Junta Calificadora en Santiago un documento
pidiendo la reconsideración de la resolución de no renovación de contrato para que fuera
conocido por ésta en la re-calificación que se realizaría el 6 de septiembre.
Tras esto yo seguí trabajando pero con constantes crisis de angustia, cefaleas y sin poder
dormir, por lo que mi médico de cabecera dr. Leonel Silva me dijo que esta vez no me permitiría
seguir sin consultar psiquiatra. Acudí entonces a un psiquiatra que me ordenó reposo inmediato,
lo que rechacé pues sé que si no estaba presente y alerta en mi trabajo, se encargarían de
echarme leña. Seguí entonces trabajando con psicofármacos.
El 27 de agosto estaba haciendo clases en una sala con dos alumnas cuando entró
corriendo el Sargento Ovalle con un conjunto de papeles que me pidió firmar con urgencia,
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insistiendo muy apurado. Se trataba de nóminas de alumnos con sus calificaciones que él había
elaborado, supuse en ese momento que en base a los libros de clases que yo llevaba, por lo que
ante su insistencia los firmé. Sin embargo, apenas se fue, una de las alumnas, Cabo Valeska
Saavedra, me advierte que no debía firmar y que fuera a ver bien de qué se trataba. Siguiendo su
consejo fui a la oficina y vi que estaba timbrando todas las hojas con fecha 7 de agosto, 20 días
antes y que eran nóminas alteradas con alumnos que nunca fueron y notas falsas. Era evidente
que pretendía construir evidencia de que yo falsificaba la información de la escuela. Procedí
entonces a escribir en todas las hojas la verdadera fecha y que a mi no me constaba su veracidad.
Luego de esto volví a la sala de clases y sufrí un ataque de pánico muy severo, casi me ahogo y
tuve que partir de urgencia al Sanatorio Alemán donde estuve todo el día hasta la noche y me
dejaron con licencia por tres días. Volví entonces donde mi psiquiatra quien me extendió licencia
por 1 mes, la que se me ha renovado varias veces hasta el día de hoy.
Así entonces, me encuentro con licencia médica desde el 27 de agosto de 2019 hasta la
fecha, con diagnóstico de estrés post traumático, neurosis laboral y cuadro ansioso depresivo. Sin
embargo, a pesar de encontrarme con licencia, mis conflictos no se han resuelto y mucho menos
ha habido una intención real por parte del ejército de resolver mi situación.
Mi psiquiatra me recomendó realizar las últimas acciones para denunciar lo ocurrido y no
dejarlo impune y luego evitar todo contacto con el Ejército. Por este motivo:

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El 30 de agosto 2019 fui a la PDI a denunciar las amenazas de muerte que cotidianamente me

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había hecho el Sgto. Ovalle en mi lugar de trabajo. Esta denuncia dio lugar a la apertura de la
carpeta investigativa Causa RUC 1900949178-6, aún en etapa de investigación. Dados los
hechos de la denuncia y las amenazas y seguimientos de que fui víctima yo y mi marido en los
meses siguientes, la PDI nos incorporó en un plan de protección en virtud del cual todos los
días los funcionarios de la PDI me visitaban y llamaban para verificar mi situación, durante 60
días. Luego se renovó esta medida de protección.
 El 4 de septiembre envié una presentación a la Contraloría General del Biobío poniéndole al
tanto de lo que me había ocurrido y de mi desvinculación. Contraloría pidió informe al Ejército,
pero éste respondió varios meses más tarde, cuando ya se había resuelto renovarme el
contrato, por lo que Contraloría no hizo nada. .
 El 5 de septiembre de 2019, le envié otra carta al Coronel Villaseca enrostrándole su propio
maltrato, feroz, hasta el punto de la desvinculación, como respuesta a mi solicitud de
protección frente al maltrato de que era víctima por parte de mi compañero de oficina.
Además le enrostré el pésimo clima laboral y la absoluta falta de ética imperante en el
regimiento bajo su mandato. Paralelamente hablé con el Coronel Castilla, par del Coronel
Villaseca y amigo de él y le conté el estado de la situación advirtiéndole que esto había llegado
a un límite inaceptable y que yo haría las denuncias correspondientes en todas las instancias
necesarias.
A raíz
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de esta carta, el Coronel Villaseca ordenó abrir una nueva Investigación Sumaria
designando como Fiscal al Comandante Pereira de Chillán, en contra de los señores Trullen,
Ovalle y Mora, pero sin tocarlo ni a él mismo ni al Cdte. Coch.
Ignoro cuál es el estado de esta investigación pues, a pesar de las constantes insistencias, yo
no he entregado declaraciones ni me he acercado a averiguar, por expresa prescripción
médica. Pero sí tuve información, a través del Sargento Mora, de que el Fiscal de esa
investigación en conjunto con el Cdte. Coch, fueron a la Escuela de Idiomas cuando yo no
estaba y revisaron y destruyeron mucha documentación, revisaron los computadores y
borraron archivos, lo que fue presenciado por el Sgto Mora, si es que puedo creer en su relato.

La Junta Calificadora no pudo realizarse en la fecha programada por cuanto justo en esa
fecha estalló el escándalo de corrupción por los viajes en el ejército, en el que estaba
directamente involucrado el General Morales, presidente de la junta calificadora. Se realizó la
junta el día 12 de septiembre y en ella se resolvió acoger mi reconsideración y se renovó mi
contrato para el año 2020.
Ese mismo día 12 de septiembre comenzaron a llamarme por teléfono desde el
regimiento para pedirme que vaya al Regimiento para firmar mi renovación de contrato. Mi
marido contestó el teléfono diciéndoles que yo me encontraba con licencia psiquiátrica y que para
mi recuperación era importante que yo no tuviera contacto alguno con el Ejército, por lo que
pedía me enviaran el documento por correo a mi domicilio para que lo firmara.

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T Poco tiempo después, se ordenó la reapertura de la Primera Investigación Sumaria,


aquella que se había iniciado por mi denuncia en contra del Sgto. Castro en la que se había
resuelto sancionarme a mi por denuncia temeraria. A raíz de ello insistentemente me llamaban
desde el Regimiento para pedirme datos, declaraciones y otras diligencias, pero mi marido
respondía siempre que por favor dejaran de llamarme pues por prescripción médica yo no debía
tener contacto con el ejército.
Por su parte, el Sargento Mora hizo también una denuncia, no sé exactamente por qué
motivos ni contra quién, pero esa denuncia también dio lugar a una investigación sumaria en la
que me han estado pidiendo declaraciones y gestiones.
Luego mi marido fue personalmente al Regimiento a entregar el certificado médico que
decía que yo no debía tener contacto con ellos mientras durara mi recuperación y les pidió que no
volvieran a llamarme ni pedirme diligencias mientras estuviera con licencia médica. Como se verá,
esta gestión tuvo nulo resultado.

Acoso en el período en que he estado con Licencia Médica


A pesar de mi licencia médica, de las múltiples veces en que tanto yo como mi marido
pedimos que no me siguieran enviando documentos ni llamando e incluso después de que mi
marido llevara a la oficina de personal el certificado médico que indica la total inconveniencia de
que yo me mantuviera en contacto con el Regimiento, siguieron como si nada enviándome
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documentos, citaciones, cartas, formularios de preguntas, etc. Todo el tiempo. Lo más reciente fue
el día 3 de febrero de 2020 día en que me llamó a mi celular una cabo (por error yo lo contesté,
pues normalmente mi celular lo tiene mi marido para filtrar las llamadas) para notificarme
verbalmente que me encontraba citada a declarar en determinada fecha que no recuerdo, bajo
apercibimiento de arresto. Con esta llamada a mi me subieron las pulsaciones, comencé a
ahogarme y corté. Luego mi marido envió un correo pidiendo enviaran por esa vía el documento
de la citación y reiterando que se abstuvieran de llamarme directamente, pero no tuvo respuesta.
Pero lo más graves en todo este período y es lo que ha justificado nuestra incorporación
en el Plan Familia Protegida por parte de la PDI, han sido los otros extraños sucesos ocurridos
permanentemente durante todos estos meses en que he estado con licencia:
Reiteradamente, varias veces al día, alguien llamaba al teléfono fijo de mi casa y se
limitaba a respirar muy fuerte, luego se reia y cortaba. Esto se repitió por varias semanas hasta
que cambiamos de número.
A mi marido reiteradas veces lo seguían vehículos sin patente y vidrios polarizados, o
bien vehículos con patente de “Tattersal”, es decir, en proceso de remate y sin propietario.
Durante meses a la salida de la oficina de mi marido, a la entrada del condominio e
incluso frente a la casa, se detenían vehículos con vidrios polarizados y personas adentro, que se
quedaban allí por varias horas.

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Cuando yo salía de mi casa (nunca he salido sola en todo este período pues siento un

T
inmenso temor), al poco rato llegaba alguien, siempre hombres jóvenes y de pelo muy corto, a
preguntarle a la asesora del hogar si yo estaba en casa y si sabía dónde había ido.
Todas estas situaciones me han mantenido en un estado de verdadero terror
dificultando absolutamente mi recuperación.

Gestiones ante el Alto Mando del Ejército

Dado que todas las gestiones que había hecho siguiendo los canales regulares, en vez de
tener por resultado que mi empleador me protegiera y reparara el daño que se me había causado,
sólo habían conseguido que a mi se me sancionara y castigara por reclamar, negando
absolutamente la veracidad de mis dichos, mi marido, Juan Carlos Martínez, decidió acudir al Alto
Mando del Ejército. Así fue como en octubre de 2019, con ocasión de una visita a Concepción del
Comandante en Jefe del Ejército, General Ricardo Martínez, mi marido consiguió encontrarse con
él y hacerle entrega de una carta en que relataba todo lo sucedido conmigo. Frente a esto, el 17 de
octubre recibió una carta muy conceptuosa y formal acusando recibo de la carta y diciendo que se
le dará trámite, pero nunca pasó nada.
El 24 de noviembre, aprovechando un viaje que hicimos a Santiago para una
interconsulta neurológica que me ordenaron, mi marido fue personalmente a la comandancia e
intentó entrevistarse con el Comandante en Jefe pero no lo logró, sólo después de varias gestiones
consiguió
10 que le recibiera el Secretario General del Ejército, Sr. Goetheferd, quien lo derivó a su
ayudante Coronel Villagrán, que lo escuchó amablemente y le prometió una respuesta en 15 días,
pero lo único que sucedió fue que el 4 de diciembre de 2019 llegó a nuestro domicilio una carta
dirigida a mi por el Coronel Villagrán, muy conceptuosa y formal, que sólo dice que se dio trámite
documental a las reparticiones correspondientes, es decir, que lo derivaron nuevamente al mismo
regimiento. Nunca más supimos de ellos.
Frente a la falta de reacción, mi marido volvió a intentar ser escuchado por alguien del
alto mando, por lo que solicitó entrevista con el Comandante Esteban Guarda, recientemente
designado Jefe del Comando de Operaciones Terrestres, quien le atendió a comienzos de enero
2020, lo escuchó y le prometió una respuesta en una semana. Pasado ese plazo mi marido volvió a
la oficina del Cdte. Guarda pero estaba de vacaciones. Al día siguiente salió en los periódicos que
Contraloría había pedido la remoción del Comandante Guarda tras un sumario por falta a la
probidad y desvío de recursos a fines particulares. Con todo, el Comandante, que continúa en su
cargo, lo recibió nuevamente el recién pasado 4 de febrero, fecha en que le manifestó que lo que
yo tenía que hacer era volver a mi trabajo.

Gestiones ante el Instituto de Seguridad Laboral

Desde que comencé a atenderme con el psiquiatra, éste me dijo muchas veces que tenía
que el origen de mi enfermedad era evidentemente laboral por lo que tenía que atenderme en la
mutualidad de mi empleador, que era el Instituto de Seguridad Laboral, ISL. Por eso, el 6 de

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septiembre de 2019 fui al ISL a ingresar personalmente una denuncia individual de enfermedad

T
profesional. Allí me encontré con la sorpresa de que el Ejército nunca me declaró a mi como
trabajadora ante el ISL ni pagó las cotizaciones. Yo tuve que acreditar ser trabajadora del Ejército y
me ingresaron la DIEP. Con ello se inició el trámite de evaluación del origen de mi enfermedad, lo
que se hizo en el Hospital Clínico del Sur (ACHS). El 12 de septiembre me evaluó un médico
cirujano que me extendió licencia médica tipo 6 (enfermedad laboral) y me derivó donde el
psiquiatra. Pero el Ejército no quiso tramitar la licencia por ser de tipo 6. De igual modo seguí con
el proceso de evaluación, que culminó el día 18 de octubre de 2019, fecha en que el ISL dictó la
Resolución de Calificación del origen de mi enfermedad calificándola como de origen común. La
misma resolución expresa, sorprendentemente, “calificación realizada con antecedentes parciales
por obstaculización del empleador a la realización de la evaluación de las condiciones de trabajo.
En las oficinas del ISL me explicaron que había sido imposible hacer la calificación porque en el
Regimiento se negaron reiteradas veces a recibir al evaluador.
Ante tan insólita resolución, apelé de ella ante la SUSESO, apelación que aún se
encuentra pendiente.

Resumen de los hechos


1. Trabajo para el Regimiento Chacabuco en calidad de civil a contrata desde el 1 de julio de
2005, con funciones de profesora de inglés y directora de la Escuela de Idiomas sede
Concepción
11 del Ejército, con jornada completa y mi remuneración asciende actualmente a
$1.409.736.-
2. En el mes de mayo de 2017 denuncié verbalmente, ante el Comandante del Regimiento, al
Sargento Quijada que trabajaba conmigo, por maltratar al Sargento Mora, que también
trabajaba conmigo.
3. Ante mi denuncia no se tomó ninguna medida tendiente a mejorar el clima laboral. Al
contrario, a partir de ese momento fui objeto de una serie de hostigamientos de diferente tipo
por parte del mismo Sgto. Quijada y de otras personas, incluidos algunos funcionarios de la
oficina de personal.
4. En enero de 2018 cambiaron tanto el Comandante del Regimiento como el Sargento Quijada.
En reemplazo de éste último se incorporó al equipo de la Escuela de Idiomas el Sargento
Ovalle, quien desde su ingreso señaló saber que yo había denunciado al Sargento Quijada, que
eso ponía en riesgo a otras personas del Ejército y que él se encargaría de mantenerme
callada. Desde entonces su actitud fue siempre amenazante, con amenazas incluso de muerte
en mi contra, mientras continuaba con mayor crudeza el maltrato por parte de otras personas
en mi contra, en particular un permanente cuestionamiento, pérdida de documentos, no
tramitación de solicitudes y hostigamiento de parte de algunos funcionarios de la oficina de
personal.

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5. En esta etapa yo comencé a tener frecuentes cefaleas y otros síntomas de estrés laboral.

TComencé a consultar con un psiquiatra que me dio tratamiento farmacológico, pero siempre
rechacé la posibilidad de tomar una licencia médica.
6. En diciembre 2018 tuve un serio problema en mi pie por una pésima atención en el centro de
salud del ejército. Al llevar la licencia médica a la oficina de personal tuve un grave altercado
con el Sargento Castro, que se negó a recibir la licencia y me trató a gritos echándome del
lugar.
7. El 17 de diciembre 2018 denuncié ante el Comandante de la Brigada Coronel Villaseca al
Sargento Castro por maltrato. Coronel Villaseca me recibe con visible desagrado y trato
agresivo. Se da inicio a una Investigación Sumaria que termina en enero, con muchas
irregularidades. La resolución se me notifica recién en junio 2019. Resolución indica que no
son efectivos los hechos, que mi denuncia fue temeraria y soy sancionada con amonestación.
Apelo sin resultado.
8. En agosto 2019 la Junta Calificadora resuelve no renovar mi contrato para 2020. Pido
reconsideración. En septiembre 2019 se resuelve, reconsiderando, por lo que se renueva mi
contrato por todo 2020.
9. El 27 de agosto de 2019, ante una nueva situación muy violenta con el Sgto. Ovalle sufro un
ataque de pánico severo. Desde esa fecha me encuentro con licencia médica psiquiátrica y con
indicación de no tener contacto alguno con el Ejército.
10. Inmediatamente después de salir con licencia médica hago una nueva denuncia ante el
12
Coronel Villaseca por acoso laboral, denuncio amenazas de muerte ante la PDI e ingreso una
denuncia ante Contraloría. Contraloría se limita a pedir informe y cerrar el caso. PDI deriva al
Ministerio Publico que inicia investigación RUC 1900949178-6 y me incorpora a plan familia
protegida. Coronel Villaseca abre una nueva investigación sumaria y poco después ordena
reabrir la investigación sumaria anterior.
11. El 6 de septiembre de 2019 ingresé una DIEP ante el ISL por mi enfermedad psiquiátrica.
Ejército nunca me había declarado como trabajadora ni había cotizado por mi en esa
institución. Se inicia evaluación del puesto de trabajo. El ejército no permite que se realice la
evaluación del puesto de trabajo. Ante esta dificultad ISL dicta resolución que con ese
fundamento concluye que se trata de enfermedad común. Apelación ante la SUSESO se
encuentra pendiente.
12. Desde que salí con licencia médica recibo llamadas anónimas en mi domicilio, hay vehículos no
identificados persistentemente estacionados en el entorno de mi casa, personas no
identificadas controlan mis salidas, mi marido es objeto de seguimientos. En todo este período
soy constantemente requerida por parte del Ejército para que realice diligencias, acuda a
interrogatorios o me notifique de documentos, a pesar de haber sido informados reiterada y
documentalmente de que me encuentro con una grave enfermedad psiquiátrica con
indicación de no tener contacto con nada relacionado con el Regimiento Chacabuco. Ultimo
episodio el 4 febrero 2020 se me cita a declarar bajo apercibimiento de arresto.

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13. Mi marido Juan Carlos Martínez ha realizado en los últimos meses múltiples gestiones ante el

TAlto Mando del Ejército pidiendo se adopten medidas eficaces para mi protección, sin
resultado. El 4 de febrero 2020 Comandante Guarda le indica que yo debo reintegrarme al
trabajo sin más.

PETICIONES:
Que se declare que se ha vulnerado su derecho a la integridad psíquica por actos de su
empleador, lo que le ha provocado un profundo dolor además de altos costos en atención médica.
Se condene al denunciado a pagar:
Daño Moral: $ 100.000.000
Gastos médicos y asociados: $xxx
Se condene a adoptar las siguientes medidas reparatorias:
a. Se reconozca ante el ISL el origen laboral de su actual enfermedad
b. Se le incorpore como Empleado Civil de Planta de la FFAA
c. Una vez incorporada a CAPREDENA se evalúe por la comisión de sanidad del ejercito
a fin de que se constate su inhabilidad
d. Se cree al interior del Ejército una instancia independiente, que de garantías de
autonomía, para conocer de las denuncias de acoso laboral
e. Se aplique en el Regimiento Chacabuco la encuesta POC (Pauta de Observación
Conductual) a todo el personal dependiente del Coronel Villaseca.
13

II. CONSIDERACIONES DE DERECHO


SOBRE LA COMPETENCIA DEL JUZGADO DEL TRABAJO.
Si bien estoy contratada como personal civil de las fuerzas armadas, regida por el
Estatuto del Personal de las FF.AA., la Ley Orgánica Constitucional de las FF.AA., y el Estatuto
Administrativo, por tanto, en principio mi relación funcionaria no es de competencia de los
Juzgados del Trabajo, las situaciones antes relatadas me han afectado en mi derecho
constitucional a la vida e integridad física y psíquica, como se explicará más adelante, no existe, en
ninguno de las leyes y estatutos ya mencionados, alguna norma o procedimiento que indique el
camino a seguir ante este tipo de vulneraciones. De esta manera, existiendo un vacío en esta
materia, se hace aplicable supletoriamente el Código del Trabajo, tal como dispone su art. 1° al
señalar que los funcionarios públicos “se sujetarán a las normas de este Código en los aspectos o
materias no regulados en sus respectivos estatutos, siempre que ellas no fueren contrarias a estos
últimos.”
Sobre este punto viene al caso recurrir a las mismas argumentaciones vertidas por el Tribunal de
Us. en fallo de 25 Abril 2019, en causa ROL T-18.740-2018, en el que se expone que “Séptimo:
Que, para los fines de asentar la recta exégesis en la materia, debe tenerse presente lo
ya resuelto por esta Corte en las sentencias acompañadas al recurso, cuyos razonamientos
se comparten. Al efecto, corresponde señalar que el procedimiento de tutela laboral tiene por

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objeto la protección de los Derechos Fundamentales de los trabajadores frente a cuestiones

T
suscitadas en la relación laboral por aplicación de las normas de dicho ámbito. Los Derechos
Fundamentales están reconocidos a toda persona por la Constitución Política, que es
jerárquicamente superior tanto al Código del Trabajo como a la normativa específica referida a la
administración pública. No se plantea, por tanto, a este respecto una cuestión que deba
ser examinada en los términos del inciso segundo del artículo primero del Código del Trabajo. En
efecto, este artículo tiene por objeto establecer el ámbito de aplicación del Código del Trabajo en
relación con estatutos especiales. Pero esta necesidad de delimitación no surge cuando se
trata de Derechos Fundamentales constitucionalmente reconocidos, los que tanto por su
naturaleza como por la fuente de su reconocimiento resultan aplicables a todas las personas. Por
otra parte, el procedimiento se aplica “…a cuestiones suscitadas en la relación laboral por
aplicación de las normas laborales”. En primer lugar, la relación funcionaria es también
una relación de índole laboral, pues el inciso tercero del artículo primero del Código del
Trabajo denomina en términos genéricos “trabajadores” a los funcionarios públicos. En
cuanto a la expresión “normas laborales”, esta debe entenderse referida a aquellas que sean
aplicables a la relación específica de que se trate. En todo caso, si bien la posibilidad de que los
funcionarios públicos puedan recurrir al procedimiento de tutela laboral en ningún caso
importa per se la aplicación de normas sustantivas del Código del Trabajo, no hay duda de que
los funcionarios a contrata de la Administración del Estado están facultados para utilizar el
procedimiento de tutela para denunciar la infracción de sus Derechos Fundamentales sufrida a
14
consecuencia de su relación funcionaria por aplicación de las normas que las regulan. Octavo:
Que, por su parte, el recurso de protección, como propone la sentencia impugnada, por su
naturaleza, sólo permite un conocimiento sumario, con el fin de cautelar, con urgencia y
celeridad, conculcaciones concretas de Derechos Fundamentales, esencialmente para
garantizar el statu quo proscribiendo la autotutela, pero que dejan a salvo la interposición de
una acción de plena cognición para revisar el fondo del asunto debatido, como provee el
procedimiento laboral ordinario. Por otro lado, si bien es posible discernir la existencia de
arbitrios administrativos útiles para reclamar de situaciones de discriminación, es palmario que
aquellos no ocupan el mismo lugar ni preponderancia que los judiciales en la garantía de los
derechos de las personas. Esto es algo que la propia Carta Fundamental reconoce, al
garantizar en su artículo 38 que cualquier persona puede reclamar ante los tribunales que
determine la ley.”
Este mismo criterio ha sido reiterada y uniformemente sostenido por la Corte Suprema,
como queda en evidencia en el siguiente párrafo, extraído de fallo de Unificación de
Jurisprudencia dictado el 19/12/2019 en Causa Rol 37905-2017: “9° Debe recordarse, que el
procedimiento de tutela laboral tiene por objeto la protección de los Derechos Fundamentales
en el específico ámbito del desempeño de labores bajo vínculo de subordinación y dependencia.
Tal especial tutela, se explica por la asimetría característica que se constata entre quienes
prestan servicios remunerados –trabajadores–, colocando su trabajo, tiempo y esfuerzo a la

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disposición de quien, pagándolos, se beneficia de ellos. Al respecto, debe reafirmarse, como lo

T
ha sostenido invariablemente esta Corte, que los Derechos Fundamentales están reconocidos a
toda persona por la Constitución Política de la República, que es jerárquicamente superior
tanto al Código del Trabajo como al Estatuto Administrativo y demás normativa específica
relativa a la administración pública, pues se tratan de prerrogativas que no se limitan a
operar en el ámbito público de las relaciones verticales entre el Estado y los particulares, ni
restringen su exigibilidad a los otros miembros de la sociedad con quienes se interactúa
socialmente, sino que también definen los contornos en que se deben enmarcar las relaciones
de trabajo, donde el empleador debe respetar en el contexto del despliegue del vínculo
laboral, los derechos fundamentales.
10º Que tal voluntad protectora, no es una característica propia del derecho del trabajo,
si no que se configura como elemento central del derecho procesal contemporáneo, el cual
de modo general, ha venido a comprender sus instituciones desde el prisma de la
tutela efectiva del derecho material, como dechado de todo el esfuerzo institucional jurídico,
de modo que sus conceptos fundamentales, como el de jurisdicción, acción y proceso, se
comprenden a la luz de dicho parámetro, esto es, entendiendo que el acceso a la jurisdicción,
que se concreta en un determinado proceso, iniciado mediante la adecuada interposición de la
acción ante el órgano debidamente facultado, sólo adquiere sentido sobre la base del
compromiso estatal de proveer debida tutela a los derechos cuya protección se reclama.
Tal voluntad tutelar, es de tan alta relevancia, que se encuentra plasmada no sólo en nuestro
15
ordenamiento interno, sino que se refuerza, complementa y amplía, mediante la
incorporación a nuestros sistemas de los tratados internacionales que los reconocen y
protegen. El propio Tribunal Constitucional, a partir de su sentencia ingreso Nº 815, ha señalado
que nuestro sistema “reconoce de manera expresa el conjunto valórico normativo que configura
la tutela judicial efectiva de los derechos e intereses de las personas, declarando también que los
derechos fundamentales deben ser respetados y promovidos por todos los órganos del
Estado”. Añade una sentencia posterior “ que el derecho a la tutela judicial efectiva tiene una
doble dimensión, por una parte adjetiva, respecto de los otros derecho e intereses, y, por la
otra, sustantiva, pues es en sí mismo un derecho fundamental autónomo que tiene por
finalidad que las personas accedan al proceso como medio ordinario de resolución de
conflictos jurídicos, lo que resulta un presupuesto mínimo de todo Estado de Derecho” y que su
única forma de garantizarlo, es “el acceso efectivo a la jurisdicción en todos los momentos de su
ejercicio” (motivos 19º y 20º de la sentencia Rol 1535-09)Como se ve, la importancia de dicho
deber, se ve amplificada cuando el objeto del amparo solicitado, es justamente alguna
de las prerrogativas reconocidas como esenciales por nuestro ordenamiento constitucional,
es decir, cuando la petición de tutela consiste en la denuncia de que algún Derecho
Fundamental ha sido violentado.
11º Que, en tal contexto de reconocimiento esencial del acceso al órgano
jurisdiccional, como fórmula concreta de cumplimiento de la promesa estatal de tutela

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material de los derechos, a cuya creación y establecimiento en nuestro ordenamiento, ha

T
contribuido el propio Tribunal Constitucional, surgen una serie de principios interpretativos que
permiten concluir, a pesar del apartamiento de los preceptos legales decididos en el fallo de
inaplicabilidad, la incoherencia con nuestro ordenamiento jurídico, de impedir a un sector
de la población –los funcionarios de la Administración del Estado– el acceso a la protección
específica que otorga la acción de tutela contemplada en el Código del Trabajo, que, aunque
cercenada mediante la exclusión en el caso concreto del artículo 485 de dicho estatuto,
sobrevive y se mantiene vigente en el resto del articulado no afectado por el fallo de
inaplicabilidad en referencia. En efecto, realizando el trabajo interpretativo propio del presente
recurso, a fin de definir la postura doctrinal que en este tema debe primar, debe
considerarse, que el artículo 485 del estatuto laboral, no agota la regulación del
procedimiento de tutela laboral, pues, lo que hace, conforme su tenor literal, es determinar
su ámbito de aplicación, señalando su contexto de procedencia, es decir, “las cuestiones
suscitadas en la relación laboral por aplicación de las normas laborales”–, el supuesto de
hecho, que autoriza su deducción, esto es: “que afecten los derechos fundamentales de los
trabajadores”–, para luego enumerar específicamente, que vulneraciones concretas
permiten la especial tramitación que a continuación se desarrolla. Pues bien, el articulado
posterior, regula no solamente el rito procedimental aplicable, exigencias formales de la
denuncia, facultades del juez, y los requisitos del fallo que se pronuncie sobre ella, sino que
también define, como sucede en el caso del artículo 486 del texto citado, la legitimación activa
16
para su procedencia, otorgándosela a “cualquier trabajador u organización sindical que
invoque un derecho o interés legítimo y que consideren lesionados sus derechos
fundamentales”. Excluido, entonces, el artículo 485 citado, resulta que la acción de tutela
adquiere una amplitud mayor, por cuanto no existe limitación relativos a los derechos
fundamentales específicos que protege, haciéndose eficaz en contra de cualquier vulneración
que denuncie un trabajador u órgano sindical, por cuanto pierde, también, eficacia, el
artículo 487 del Estatuto Laboral, al efectuar un reenvío a la norma apartada para este caso
particular. De esta manera, asegurada la supervivencia en la especie de la acción de tutela
laboral, el único punto que resulta relevante para definir el asunto levantado por medio del
recurso en examen, es la posibilidad de aplicar dicho texto legal a los funcionarios de la
Administración del Estado, en otras palabras, si puede considerarse que dichos actores
pueden ser considerados como trabajadores, y provistos de legitimación activa para deducir
dicha acción.
12º Que esta Corte, como es sabido, de manera estable había concluido
afirmativamente la interrogante anterior, sobre la base de una interpretación expansiva
del texto consagrado en el inciso tercero del artículo 1º del Código Laboral, el cual, al ser
declarado inaplicable, debe ser excluido del razonamiento que se debe construir de cara al
recurso que se conoce. En tal orden de cosas, el artículo 1º del Código del Trabajo –en sus incisos
que sobreviven para la su aplicación–, es claro en determinar que su aplicación se extiende a las

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relaciones laborales entre empleadores y trabajadores, excluyéndose a los funcionarios de la

T
Administración del Estado. Sin embargo, dicho precepto, debe ser enfrentado desde la
perspectiva de los derechos fundamentales, y del compromiso constitucional del Estado de Chile
de promoverlos y ampararlos, conforme lo indicado precedentemente, relativo al
reconocimiento del derecho a la tutela judicial efectiva, como una prerrogativa de dicha
naturaleza. De este modo, debe enfrentarse la norma antes citada, con aquella contenida
en el artículo 3º del Código del Trabajo, el cual, en su inciso primero, otorga una serie de
definiciones que son útiles para definir los contornos de aplicación de dicho estatuto legal.
Pues bien, dicha norma define empleador y trabajador, señalando que, el primero es aquella
“persona natural o jurídica que utiliza los servicios intelectuales o materiales de una o más
personas en virtud de un contrato de trabajo ”; mientras que trabajador es “toda persona
natural que preste servicios personales intelectuales o materiales, bajo dependencia o
subordinación, y en virtud de un contrato de trabajo”, mientras que el inciso segundo del texto
citado, excluye de tal aplicación a los servidores públicos, en la medida que se encuentren afectos
a una vinculación con la Administración del Estado fundado en un estatuto especial, al cual se
deben sujetar.
13º Que, por su parte, el artículo 485 del Código del Trabajo, excluido de aplicación
por el Tribunal Constitucional, era aquel que justamente relacionaba el texto antes citado con
el procedimiento de tutela laboral, pues dicho precepto precisaba su ámbito a “las cuestiones
suscitadas en la relación laboral”, y luego acota aún más el asunto cuando expresa que
17
tales asuntos se refieren a la afectación de derechos fundamentales por “aplicación de las
normas laborales”. Tal estrecho margen de aplicación contemplado por dicha norma es el que
hizo necesaria la integración de la norma supletoria del inciso tercero antes mencionado,
pero, declarado inaplicable el artículo 485 del cuerpo legal citado, tampoco se hace necesario
recurrir a la norma de reenvío del artículo 1º ya referida. En efecto, corresponde
entonces, realizar la labor adjudicataria con las normas que sobreviven a la decisión de exclusión
del Tribunal Constitucional, esto son, los artículos 486 en adelante, que deberán
proporcionar el marco de aplicación del procedimiento referido. En tal sentido, debe anotarse,
como primera aproximación, que tales reglas corresponden a preceptos de naturaleza procesal, y
por lo tanto, es dicho perfil el que debe prevalecer para determinar su interpretación y
alcance, esto significa, que es menester tener en consideración los principios
constitucionales y convencionales que las sustentan, en especial aquellos consagrados en
diversos tratados internacionales y en nuestra Carta Fundamental, relativos a la tutela
efectiva que el Estado debe prestar por medio de la actuación de los órganos
jurisdiccionales, y, en esa perspectiva, asegurar el debido acceso a los tribunales, debiendo
recordarse que tal garantía no se satisface con la mera posibilidad de efectuar presentaciones
y pretensiones ante el Estado adjudicador, sino que, específicamente, otorgar la prestación de
tutela debido, con criterios de eficiencia, eficacia y rapidez, y, además, como lo señala la
doctrina, mediante la técnica procesal idónea.

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14º Que en tal orden de ideas, sobreviven los artículos 486 y 487 del Código del

T
Trabajo como marco del procedimiento de tutela, de los cuales fluye que tal rito procede a
favor de “ cualquier trabajador u organización sindical que, invocando un derecho o interés
legítimo, considere lesionados derechos fundamentales en el ámbito de las relaciones
jurídicas cuyo conocimiento corresponde a la jurisdicción laboral”. En tal contexto, la normativa
vigente exige analizar la posibilidad de que un funcionario público deduzca tal acción desde la
perspectiva de las normas de competencia que determinan la actuación de la jurisdicción laboral.
Para tales efectos, conviene tener en consideración que el artículo 487 del estatuto del
trabajo, limita la aplicación del procedimiento de tutela analizado, la vulneración específica de los
derechos fundamentales a que expresamente se refiere el artículo 485; sin embargo, al ser
excluido dicha norma, dicho límite no opera, y por lo tanto, se hace susceptible de conocer
toda violación a derechos fundamentales, en la medida que se verifique en un ámbito
compatible con las reglas de competencia que establece el artículo 420, el cual, en su
literal a), señala que a los juzgados de letras del trabajo les corresponde su conocimiento
respecto “las cuestiones suscitadas entre empleadores y trabajadores por aplicación de
las normas laborales o derivadas de la interpretación y aplicación de los contratos individuales o
colectivos del trabajo o de las convenciones y fallos arbitrales en materia laboral”. En tal
sentido, incluso, sin la aplicación del inciso tercero del artículo 1º del código laboral, es posible
entender, que en un contexto público, la vinculación estatutaria de una persona natural con un
órgano de la Administración del Estado, puede entenderse como compatible con el concepto de
18
trabajador con que trabaja el artículo 486 antes citado, ya que conforme la definición ya anotada
del artículo 3º, en relación con la mencionada norma y el 487 del mismo texto, este es aquel
que con ocasión de la prestación de servicios personales intelectuales o materiales a
un empleador, quien a su vez, es el que los utiliza, sirviéndose de ellos, se ve vulnerado en
sus derechos fundamentales en dicho contexto.
15º Que la interpretación que debe realizarse entonces, de los preceptos referidos, debe
ser controlado con el margen del derecho de las convenciones en Chile, esto es, contrastando
las normas internas con las exigencias de la Convención Americana de Derechos Humanos
En tal perspectiva, debe determinarse si los funcionarios públicos, cuyo régimen es asimilable
al laboral desde una visión práctica, pueden utilizar las herramientas procesales de dicho
ordenamiento jurídico para la tutela de sus derechos fundamentales vulnerados con
ocasión del desarrollo de su vínculo funcionario. Es relevante en este punto considerar lo
dispuesto en el artículo 25 de la mencionada Convención, que a propósito de la garantía
de la “Protección Judicial”, señala que: “ 1. Toda persona tiene derecho a un recurso
sencillo y rápido o a cualquier otro recurso efectivo ante los jueces o tribunales
competentes, que la ampare contra actos que violen sus derechos fundamentales reconocidos
por la Constitución, la ley o la presente Convención, aun cuando tal violación sea
cometida por personas que actúen en ejercicio de sus funciones oficiales.2. Los Estados Partes se
comprometen: a) a garantizar que la autoridad competente prevista por el sistema legal del

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Estado decidirá sobre los derechos de toda persona que interponga tal recurso ;b) a

T
desarrollar las posibilidades de recurso judicial, y c) a garantizar el cumplimiento, por las
autoridades competentes, de toda decisión en que se haya estimado procedente el recurso”. De
dicha disposición emana el deber ineludible de los órganos del Estado, proveer a los
individuos el medio más eficaz para la tutela de los derechos, máxime si se trata de
la protección de aquellos de naturaleza fundamental. Tal tutela, no puede ser reemplazada
por una de carácter administrativo, como parece proponer el Tribunal Constitucional al señalar
la existencia de la posibilidad de los funcionarios públicos de recurrir ante la Contraloría
General de la República; y, dentro de las tutelas judiciales, el recurso de protección tampoco es
una vía idónea, como lo es la acción de tutela, que por su especial formulación, al operar sobre
la base de indicios, otorga una posición procesal favorable a la parte más débil, que en una
relación laboral es el trabajador, y una de carácter público, la de la persona natural que presta
servicios al Estado administrador. En efecto, el recurso de protección, no es la acción adecuada y
específica para la tutela de fondo de ningún derecho constitucionalmente reconocido, desde que
por su naturaleza sólo permite un conocimiento sumario, con el fin de cautelar con urgencia y
celeridad conculcaciones concretas de derechos fundamentales, esencialmente para garantizar
el statu quo protegiendo de la autotutela, pero que dejan a salvo la interposición de una acción
de plena cognición, como si provee el procedimiento laboral ordinario. Por otro lado, si bien
es posible discernir la existencia de recursos administrativos para reclamar de situaciones
de discriminación, es palmario que aquellos no ocupan el mismo lugar que los judiciales
19
en la garantía de los derechos de las personas. Esto es algo que reconoce la propia
Constitución Política, al garantizar en su artículo 38 que cualquier persona que sea lesionada en
sus derechos por la Administración del Estado pueda reclamar ante los tribunales que
determine la ley. Se trata entonces de un asunto que el Estatuto Administrativo no regula.
El Código del Trabajo sí lo hace. En consecuencia, por los argumentos expresados, resulta
aplicable en la relación funcionaria el procedimiento de tutela laboral en los términos ya
expuestos.
16º Que, por su parte, el derecho laboral, como es sabido, se construye sobre la
base de varios principios que son útiles no sólo para integrar la normativa aplicable a su ámbito de
acción, sino que fundamentalmente, se constituyen como criterios interpretativos que deben
guiar la acción y comprensión del juez de los asuntos concretos, que en el desarrollo de su
función que le es propia, debe resolver. Uno de ellos, y quizás, el más notorio, es el
denominado “principio de la primacía de la realidad”, que fundado en la asimetría propia en
las relaciones de mando y obediencia propia de este ámbito, plantea como regla, la
actitud preferente que se debe demostrar, en caso de discordancia, o controversia fáctica con lo
que sucede en la realidad, de manera concreta, que los acuerdos plasmados en
documentos o acuerdos formales. Por eso resulta impropio, dentro del proceso de
consagración de tales dogmas jurídicos que se viene verificando en nuestro país, una decisión
que limita el acceso a un ámbito específico de protección de los mismos, donde el tribunal

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llamado a conocer de la acción específica de tutela, es el de letras del trabajo, y que de paso

T
consagra una discriminación inadecuada de clase de trabajadores, aquellos que pueden
recurrir de acción de tutela en búsqueda de resguardo de sus Derechos Fundamentales cuando
estos han sido conculcados, y otros que les está vedado tal acceso”.
EN CUANTO A LOS DERECHOS FUNDAMENTALES VULNERADOS

SOBRE LA DISCRIMINACIÓN.
La discriminación laboral ha sido definida como “Toda distinción, exclusión o preferencia
de trato que, ocurrida con motivo u ocasión de una relación de trabajo, se base en un criterio de
raza, color, sexo, edad, estado civil, sindicación, religión, opinión política o cualquier otro que se
considere injustificado, y que tenga por objeto alterar o anular, la igualdad de trato en el empleo y
la ocupación” 1.
La Constitución consagra el principio general del derecho a la no discriminación laboral
en el art. 19 n° 16, inciso tercero, al señalar que "se prohíbe cualquier discriminación que no se
base en la capacidad o idoneidad personal, sin perjuicio de que la ley pueda exigir la nacionalidad
chilena o límites de edad para determinados casos".
Asimismo, el artículo 2º del Código del Trabajo, en su inciso 3º, señala que "son
contrarios a los principios de las leyes laborales los actos de discriminación", como formulación
genérica, refiriéndose a toda forma de discriminación, por cualquier motivo distinto de la
capacidad o idoneidad personal. Luego, en su inciso 4° la norma agrega que " los actos de
20
discriminación son las distinciones, exclusiones o preferencias basadas en motivos de raza, color,
sexo, edad, estado civil, sindicación, religión, opinión política, nacionalidad, ascendencia nacional
situación socioeconómica, idioma, creencias, participación en organizaciones gremiales,
orientación sexual, identidad de género, filiación, apariencia personal, enfermedad o discapacidad
u origen social, que tengan por objeto anular o alterar la igualdad de oportunidades o de trato en
el empleo y la ocupación".
De lo anterior, se sigue que en el sistema jurídico vigente en nuestro país, las personas se
encuentran dotadas de un derecho constitucional, en el ámbito laboral, a no ser objeto de
discriminaciones arbitrarias, esto es, según señala el propio precepto del texto fundamental,
cualquier discriminación que no diga relación con la idoneidad o capacidad personal.
Tal como lo dice el citado profesor Ugarte Cataldo en su obra Tutela de Derechos
Fundamentales, al referirse al derecho a la no discriminación, “la interpretación del artículo 2° y
485 del Código del Trabajo debe hacerse a la luz de las normas constitucionales y particularmente
del derecho de no discriminación laboral del artículo 19 número 16 de la Constitución,
entendiendo la primera de esas normas como una enumeración meramente reforzativa de las
normas constitucionales, pero sosteniendo que la discriminación protegida es la que,

1
Lizama, Luis y Ugarte, José Luis. Interpretación y derechos fundamentales en la empresa, Editorial Jurídica
ConoSur, Santiago de Chile (1998), pág. 218-219.

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precisamente, prohíbe la Constitución –toda la que no se funde en la idoneidad o capacidad

T
personal del trabajador.”
Esta interpretación amplia del principio de no discriminación tutelado es acorde con el
principio pro homine que debe seguirse en la interpretación de toda norma relativa a los derechos
fundamentales. Ha sido refrendada también por la jurisprudencia, entre otras, por la Corte de
Apelaciones de San Miguel, Causa Rol 66-12, de febrero 2012 “Octavo: Que, sin lugar a dudas la
lista de criterios del artículo 2° del Código del trabajo, parecen ser más restringidas que el derecho
a la no discriminación laboral reconocido en el artículo 19 N° 16, inciso tercero, de la Carta
Fundamental. Sin embargo, esta norma debe ser interpretada extensivamente…”
Refuerza este hecho, lo señalado por el profesor Dr. Eduardo Caamaño Rojo 2, quien ya
en el año 2003 expresó lo siguiente: “…Debe recordarse que la Constitución Política, en su artículo
19 N° 16, prohíbe “cualquiera discriminación que no se base en la capacidad o idoneidad personal,
sin perjuicio de que la ley pueda exigir la nacionalidad chilena o límites de edad para determinados
casos”. Esta interdicción de la discriminación en el ámbito laboral se enmarca en el principio de
igualdad, que se encuentra en las bases de nuestro ordenamiento constitucional, consagrado en el
artículo 1° de la Carta fundamental, mediante de afirmación de que “las personas nacen libres e
iguales en dignidad y derechos” y el reconocimiento del “derecho de las personas a participar con
igualdad de oportunidades en la vida nacional”. El mismo artículo 19 en su núm. 2º consagra la
igualdad ante la ley, la negación de los privilegios y la prohibición del establecimiento de
diferencias arbitrarias, mientras que en el núm. 3° garantiza la igual protección de la ley en el
21
ejercicio de los derechos. A diferencia de otros textos constitucionales e instrumentos
internacionales, la Constitución Política chilena, al prohibir la discriminación, no identifica
determinados motivos como criterios inaceptables de diferenciación. Se sostiene que el
constituyente “ha entendido ampliamente el derecho a la no discriminación, lo que se manifiesta
en la circunstancia de no haber introducido una enumeración o enunciación de criterios de
diferenciación injustificados o arbitrarios, sino que ha excluido, con bastante acierto, cualquier
motivo o criterio que no se base en la capacidad o idoneidad personal, esto es, prohíbe cualquier
criterio de diferenciación carente de fundamentación objetiva y razonable”.
En mi caso, los hechos relatados dan una clara manifestación que he sido objeto de una
discriminación por razón de sexo, pues como se explicó detalladamente párrafos atrás, para una
misma decisión (el constituir su grupo de trabajo con personas de su confianza), el Director del
Servicio de Salud Talcahuano, tomo diversas y discriminatorias decisiones para un mismo hecho,
durante su administración desde la Dirección de Servicio se han enviado en Comisión de servicios
a distintos centros de trabajo a tres personas, Cristián Ruiz Zenteno, Ramón Cartes Flores y a mí,
es decir, dos hombre y una mujer y a la única que se le disminuye su grado remuneratorio es a mí,
a la mujer, este es un hecho objetivo irrefutable.

2
Caamaño Rojo, Eduardo, “La tutela del derecho a la no discriminación por razones de sexo durante la
vigencia de la relación laboral”, en Revista de Derecho (Valdivia), vol. XIV (julio 2003), p. 30

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SOBRE DERECHO A LA VIDA Y A LA INTEGRIDAD FÍSICA Y PSÍQUICA DE LA PERSONA.

T Este derecho está establecido en el artículo 19 Nº 1 de la Constitución Política de la


República y a él se refiere expresamente el artículo 485 del Código del Trabajo para otorgarle la
protección del procedimiento de Tutela Laboral cuando éste Derecho Fundamental sea agraviado
durante o al término de una relación laboral.
Nadie pone en duda que toda persona, sin atender a su condición tiene derecho de
preservar su vida, asistiéndole por lo tanto el derecho a exigir su protección en contra de los
atentados y amenazas de terceros.
Este derecho ha sido definido por la doctrina como la facultad inherente a toda persona
natural de poder subsistir como ser humano sin amenaza, privación o perturbación de su normal
existencia. A su vez, el derecho a la integridad física y psíquica se ha definido como aquel que le
asegura la conservación sin desmedro de su humanidad corporal y el equilibrio mental y espiritual
de su ser.
Es así que nuestra Corte Suprema ha resuelto en relación a esta garantía.... "Esta elevado
a la categoría constitucional el derecho de la persona a mantener su integridad física y psíquica,
por lo tanto, para el ordenamiento jurídico representa un interés que debe ser protegido de
manera que cualesquiera acción desplegada por persona o agente alguno que provoque o atente
contra esta integridad constituye un perjuicio y, por ende, un daño que el derecho debe resolver,
sea efectivamente o alternativamente". (Corte Suprema, sentencia de fecha 29 de diciembre del
2009, causa rol 5946-2009).
22
En mi caso, este derecho se ha claramente afectado, pues como lo señalé, el médico
tratante y que me emitió licencia médica, lo realizó porque del análisis de los antecedentes que él
disponía en ese momento, los síntomas que tenían, eran claros descriptores de una enfermedad
profesional, dado el clima laboral que estaba viviendo, por ello se efectuó la correspondiente
Denuncia Individual de Enfermedad Profesional.

RESOLUCIÓN EN CASO DE COLISIÓN DE DERECHOS FUNDAMENTALES

Como ya se ha podido apreciar, lo que nos encontramos en estos momentos es en una


colisión de Derechos Fundamentales, entre los ya indicados anteriormente como que me fueron
vulnerados y el Derecho de Propiedad (en su faz de facultad de dirección) del empleador, por lo
que para resolver este conflicto se debe aplicar lo que en teoría se conoce como el Juicio o Test de
Proporcionalidad.
Como se expresa claramente en sentencia de este mismo Tribunal en causa ROL T 43
2017:
“En efecto, en virtud de la regla de la prueba indiciaria, tocará al empleador denunciado,
como autor de las medidas objetadas, fundamentar la idoneidad, la necesidad y la
proporcionalidad en sentido estricto de la referida medida, lo que se verificará ocupando un test
llamado de proporcionalidad, que consiste en un examen de admisibilidad de la restricción que se

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pretende adoptar basada en la valoración del medio empleado- constricción del derecho

T
fundamental- y el fin deseado- ejercicio del propio derecho (Ord N°2856/162 de 30 de agosto de
2002, de la Dirección del Trabajo).
Se trata, según Christian Melis Valencia, en su obra “Los Derechos Fundamentales de los
Trabajadores como Límites a los Poderes Empresariales”, Editorial LegalPublishing, año 2009,
pp.106 y siguientes, de un mecanismo relacional, esto es, basado en la correspondencia medio/fin;
en donde el medio está constituido por la medida restrictiva del derecho fundamental y el fin por el
ejercicio del propio derecho que, como se ha señalado, debe tratarse de un derecho fundamental,
siendo en consecuencia éste un presupuesto necesario del principio de proporcionalidad sin el cual
éste no tiene aplicación. En función de la utilización del principio de proporcionalidad, diremos que
una medida limitadora o restrictiva de un derecho fundamental, resulta constitucionalmente
justificada, cuando: 1. Persiga un fin constitucionalmente legítimo; 2. Constituya un medio idóneo
para alcanzarlo; 3. Sea necesaria, al no existir otro medio menos lesivo e igualmente apto para
alcanzar la misma finalidad; 4. Exista proporcionalidad entre los sacrificios y los beneficios que se
obtienen con la medida. De la afirmación precedente, se desprende que el principio de
proporcionalidad, en cuanto a su estructura, admite una clasificación en tres sub principios:
idoneidad, necesidad y proporcionalidad en sentido estricto. Estos tres sub principios se aplican de
manera sucesiva y escalonada, de forma tal, que sólo ha de aplicarse el sub principio de necesidad
en la medida que se superen las exigencias del sub principio de idoneidad y, del mismo modo, sólo
ha de aplicarse el sub principio de proporcionalidad en sentido estricto en tanto se haya superado
23
el sub principio de necesidad.”
De esta manera y siguiendo el análisis de esa sentencia, lo primero que debemos aplicar es
el sub principio de idoneidad, en el cual el examen consiste en determinar la aptitud de la medida
de restricción para el logro de la finalidad perseguida. En este caso la medida restrictiva, como ya
se ha dicho, resulta ser mi traslado en comisión de servicios al Hospital Penco-Lirquen con
disminución de remuneración en un grado en la Escala Única de Remuneraciones (E.U.R.); la
finalidad, como hemos señalado, el formar equipo de trabajo que cuente con la confianza del
Director de Servicio actual; el fundamento, las facultades legales que le otorgan las normas
administrativas y la Resolución Exenta N° 4335 y los derechos afectados o limitados, el de la
discriminación por razones de género y la integridad física y psíquica.
En un primer análisis, esto pudiera entenderse cumplido, por cuanto lo que busca este
principio es netamente establecer que la medida utilizada servía para cumplir la finalidad
establecida, y ello se da correctamente en este caso.
Por ello debemos pasar al análisis del segundo subprincipio, el sub principio de necesidad,
en virtud del cual se exige que la medida restrictiva de un derecho fundamental sea la única que
puede alcanzar la finalidad perseguida o que, existiendo medios alternativos igualmente eficaces,
sea la menos gravosa para el derecho que se pretende limitar.
El examen comparativo se da entre los distintos medios alternativos existentes en relación
con la intensidad de la restricción. Por una parte, se compara la aptitud de los distintos medios

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para alcanzar el fin deseado y, por otra, se compara el grado de intensidad de la restricción, esto

T
es, cuán gravosa es la limitación en uno y en otro caso.
En cuanto a la aptitud, se exige que los medios alternativos posean, a lo menos, el mismo
grado de aptitud para alcanzar el fin perseguido que la medida objeto de control de
proporcionalidad. Es decir, que los medios alternativos sean, a lo menos, igualmente idóneos que
el medio empleado en la restricción del derecho fundamental objeto de control.
Es decir, en este análisis se nos exige establecer si la medida de la comisión de servicios
con disminución de remuneraciones, era la única aplicable y menos gravosa para alcanzar la
finalidad perseguida y es aquí donde la medida deja de tener proporcionalidad, por cuanto, para
conformar su equipo de trabajo y establecer nuevas formas de efectuar el trabajo en la Dirección
del servicio, el Director puede realizar traslados de trabajadores, sin embargo, teniendo
conocimiento él y su equipo directivo que tengo las aptitudes y conocimientos para desarrollar las
funciones en el lugar de trabajo que me estaban enviando, que siempre he sido una funcionaria
muy bien evaluada en todos los puestos de trabajo en que me he desempeñado y que ingresé al
servicio por concurso público, decide adoptar una decisión en que me perjudica tanto mi salud
como económicamente y en mi carrera funcionaria, pues era decisión de él que me mantuviera el
grado 10° que había obtenido en el desarrollo de mi carrera funcionaria. Esto es así, por cuanto en
la resolución exenta del 27 de diciembre de 2018, se plantea como uno de sus argumentos la
resolución N° 538 de 2013, la que contradictoriamente a lo que ellos pretenden demostrar, fija la
política institucional para permitir la estabilidad en el empleo y la carrera funcionaria para las
24
jefaturas del servicio, lo que es justamente lo contrario a lo que están realizando en ese acto
administrativo.
Es decir, existen a lo menos otra acción menos gravosa y perjudicial y con igual resultado
de cumplir con la finalidad buscada por el denunciado, sin embargo, el denunciado decidió aplicar
la más gravosa y que me causa mayores perjuicios, esta es, mi envío en Comisión de Servicio con
disminución de grado de remuneración.
De esta manera se demuestra sin lugar a dudas que el despido no ha logrado superar el
análisis exigido por el sub principio de necesidad, debiendo entenderse que su medida no resulta
justificada y, por ende, que los derechos fundamentales antes especificados, en especial, a la
libertad de trabajo y a la no discriminación, ha sido vulnerado.

SOBRE EL PROCEDIMIENTO DE TUTELA LABORAL.


Los artículos 485 y siguientes del Código del Trabajo (CT) regulan el procedimiento de
tutela laboral, mediante el cual se busca la tutela judicial efectiva de los derechos de los
trabajadores cuando éstos han sido vulnerados durante la relación laboral o con ocasión del
despido.
Este procedimiento constituye un sistema de salvaguardia de derechos, que se funda en
el respeto y acatamiento directo de las normas constitucionales en las relaciones laborales, que
afecten derechos fundamentales de los trabajadores, entre ellos, el de la vida e integridad física y

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psíquica establecido en el artículo 19 Nº 1 inciso 1º de la Constitución Política de la República y el

T
derecho a la no discriminación a que se refiere el artículo 2° del Código del Trabajo.
Cuando la vulneración de los derechos fundamentales se produce durante la relación
laboral, el artículo 486 del CT dispone que la denuncia puede ser interpuesta por el trabajador
afectado o por la organización sindical, dentro de los 60 días siguientes desde que se produjo al
vulneración de derechos fundamentales.
Asimismo ya sea en la primera resolución (art. 492 CT) o en la sentencia (art. 495 Nº 2
CT) el juez deberá ordenar la cesación del comportamiento antijurídico, además en esta última,
deberá señalar las medidas que deba realizar el infractor para reparar las consecuencias de la
vulneración de derechos fundamentales y aplicar las multas que estime pertinentes conforme al
ordenamiento jurídico.

SOBRE LA PRUEBA EN EL PROCEDIMIENTO DE TUTELA LABORAL.


A fin de viabilizar la pretensión tutelar del denunciante, el legislador ha establecido un
sistema de prueba especial, dado que de otro modo al trabajador le sería muy difícil probar
situaciones que, por definición, ocurren al interior de la relación laboral y, por tanto, en un
escenario dominado por el empleador.
Como una forma de lograr lo anterior nuestro legislador laboral contempló en el artículo
493 la prueba indiciaria e introdujo una reducción probatoria, consistente en la obligación del
trabajador de presentar sólo indicios suficientes de la vulneración que alega. Esta técnica, como lo
25
ha señalado el profesor José Luis Ugarte Cataldo, no se trata de una inversión del onus probandi,
ya que no basta la alegación de una lesión a un derecho fundamental, para que se traslade al
empleador la carga probatoria, sino que sólo se alivia la posición del trabajador exigiéndole un
principio de prueba por el cual acredite indicios de la conducta lesiva, esto es, acredite hechos que
generen la sospecha fundada, razonable, de que ha existido esta lesión.
Este sistema de prueba indiciaria es aplicable en todas las hipótesis de vulneración, sea
que ocurran durante la vigencia de la relación o con ocasión del despido.

SOBRE LOS INDICIOS EXISTENTES EN ESTE CASO.


Así las cosas, conforme a los antecedentes de esta presentación, es posible encontrar
indicios más que suficientes de las vulneraciones denunciadas y todo ello sin perjuicio de los
indicios que S.S. pueda determinar durante la secuela de este procedimiento, en virtud de las
facultades oficiosas que le asisten de conformidad al artículo 492 del Código del Trabajo, puedo
señalar como ejemplos de ellos los siguientes:
1) La serie de actos administrativos realizados para justificar en lo formal la decisión que
se adopta.
2) Los diversos errores cometidos en esos actos administrativos tanto en su redacción,
fundamentación y orden de emisión.

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3) El haberme excluido entre los responsables de la modificación del Manual de

T
Organización, a pesar que a la fecha estaba nombrada formal y legalmente como jefa de la
Unidad.
4) El haber recibido un trato discriminatorio en razón de género en la aplicación de la
decisión de Comisión de Servicio, en comparación con otros dos hombres que fueron afectados
por decisiones del mismo tipo.
5) El haber afectado mi salud física y psicológica.
6) Los diversos perjuicios económicos que estoy sufriendo.
7) El perjuicio en mi carrera funcionaria.

POR TANTO, en mérito de los expuesto y de lo dispuesto en los artículos 19 Nº 1 y 16 de


la Constitución Política de la República, artículos 1, 2, 5, 425 y siguientes, 446 y siguientes, 485 y
siguientes y demás pertinentes del Código del Trabajo, así como normas pertinentes del Decreto
con Fuerza de Ley 29 de 2004 que fija el texto refundido y sistematizado de la ley nº 18.834 sobre
Estatuto Administrativo y de la ley nº 19.880 sobre Bases de los Procedimientos Administrativos
que rigen los Actos de los Órganos de la Administración del Estado, SOLICITO A USÍA tener por
interpuesta denuncia de tutela laboral por vulneración de derechos fundamentales durante la
relación laboral por mi empleador COMANDO DE OPERACIONES TERRESTRES COT, RUT
61.970.300-6, representada legalmente por don XXXX cédula de identidad N° XXXX, con domicilio
en Collao Nº 171, Concepción, o por quien lo subrogue o represente en virtud del art. 4° del
26
Código del Trabajo, darle la tramitación respectiva y en definitiva acoger la presente denuncia,
declarando que:
1.º. Durante la relación laboral se han vulnerado mis Derechos Fundamentales, en
especial el derecho a la vida e integridad física y psíquica y el derecho a la no discriminación;
2.º. Bajo el apercibimiento del artículo 492 del Código del Trabajo se le ordene cesar en
su comportamiento antijurídico, debiendo adoptar todas la medidas que sean necesarias para que
ello ocurra, y sin perjuicio de las que Usía determine, en especial la siguiente:
a) Modificar la Resolución TRA N° 436/219/2018, en la parte que se señala que mi
grado en la E.U.S. es el 11°, cambiándola a grado 10°.
b) Modificar la Resolución Exenta N° 4437 de 26/12/2018, en la misma forma
señalada en la letra a) anterior.
c) Ordenar que se me pague, conforme a lo establecido en el Decreto Exento N° 90
de 2018 del Ministerio de Hacienda y la jurisprudencia de la Contraloría General
de la República.
3.º. Sin perjuicio de las que Usía determine conforme al mérito del proceso, y bajo el
apercibimiento del artículo 492 del Código del Trabajo se ordenen las siguientes medidas
reparatorias:
a) La redacción y entrega de una carta de disculpas por las infracciones cometidas
en contra de mis derechos fundamentales.

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b) La publicación de esa carta en los diarios murales, reuniones ampliadas y correo

T electrónico al igual que una declaración en que se señale el respeto irrestricto de


la institución a los derechos fundamentales de todos sus funcionarios, el
compromiso de eliminación de toda acción u omisión que los afecte.
c) Que el Director del Servicio de Salud Talcahuano y las jefaturas superiores de
dicho servicio deban efectuar una capacitación de a lo menos 36 horas
cronológicas sobre Derechos Fundamentales y no discriminación.
4.º. Las multas que estime pertinente conforme al mérito de autos y la legislación
laboral.
5.º. Remitir copia de la sentencia a la Dirección del Trabajo para su registro.
6.º. Cualquier otra medida que usía estime pertinente conforme al mérito de autos.
7.º. Las costas de esta causa.

PRIMER OTROSI: SOLICITO A USÍA tener por acompañados, en virtud de los arts. 446 y 490 del
Código del Trabajo, los documentos que a continuación se especifican:
1. Formulario DIEP de Valentina Sepúlveda.
2. Informe Médico Psiquiatra Gloria Uribe Venegas de 21/06/2018.
3. Informe Médico Psiquiatra Gloria Uribe Venegas de 17/07/2018.
4. Correo electrónico enviado a Directora CESFAM con sus adjuntos.
27

SEGUNDO OTROSÍ: SOLICITO A USÍA, que de conformidad al artículo 486 inciso 4º del Código del
Trabajo, se oficie a la Dirección del Trabajo de la Región del Bío Bío, para que se emita por quien
estime pertinente el informe que ordena dicha norma legal ordena y determine si se hace parte de
este procedimiento.

TERCER OTROSI: SOLICITO A USÍA tener presente que designo en este acto como abogados
patrocinantes y confiero poder en estos autos a doña PAULA URZUA TRONCOSO, Cédula Nacional
de Identidad N° 10.484.693-9, y a don RODRIGO HENRIQUEZ GARCIA, Cédula Nacional de
Identidad N° 13.796.496-1, ambos domiciliados en calle Lincoyán N° 445 Piso 3, de la ciudad de
Concepción, quienes firman esta presentación en señal de aceptación del poder que se les
confiere y que podrán actuar en forma conjunta, separada o indistintamente, durante toda la
secuela del juicio. El poder se entiende conferido según lo dispuesto en los artículos 426 y 434 del
Código del Trabajo y con todas las facultades de ambos incisos del artículo séptimo del Código de
Procedimiento Civil, los cuales se dan por expresamente reproducidos, en especial las de conciliar,
avenir, percibir, transigir y absolver posiciones.

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CUARTO OTROSI: SOLICITO A USÍA que en virtud de lo dispuesto en los artículos 433 y 442 del

T
Código del Trabajo, autorice que las notificaciones del presente proceso se nos efectúen a los
correos electrónicos paula.urzua@ejdeltrabajador.cl y rodrigo.henriquez@ejdeltrabajador.cl

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