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UNIDAD 4: ANTROPOLOGÍA, NATURALEZA Y CULTURA

1.- LA ANTROPOLOGÍA

2.- LA ANTROPOLOGÍA NATURAL: TEORÍAS SOBRE EL ORIGEN DEL


SER HUMANO
2.1. Teorías pre-evolucionistas
2.2. Teorías evolucionistas

3.- LA ANTROPOGÉNESIS

3.1. Filogénesis

4.- DIALÉCTICA NATURALEZA-CULTURA EN LA ANTROPOGÉNESIS

4.1. Proceso de hominización y humanización.

5.- IMPLICACIONES FILOSÓFICAS DE LA EVOLUCIÓN

6.- LA ANTROPOLOGÍA CULTURAL: LA DIVERSIDAD CULTURAL


6.1. Las grandes escuelas antropológicas y sus contribuciones conceptuales a la antropología.

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1.- LA ANTROPOLOGÍA
Como hemos visto en los temas precedentes, desde el siglo VI a.n.e. las explicaciones racionales
dieron lugar al desarrollo del pensamiento filosófico. En un primer momento, la reflexión filosófica se
centró en el estudio de la Naturaleza (periodo cosmológico, presocráticos), y en segundo momento, siglo
V a.n.e. abordó el estudio del ser humano (periodo antropológico) dando lugar a una serie de
cuestiones, conceptos y teorías específicos que, con el paso del tiempo, constituyeron la “antropología
filosófica”.

Desde el punto de vista etimológico, “antropología” es una palabra compuesta por dos términos
griegos: anthropos (ser humano) y logos (razón, palabra, ciencia o discurso sobre algo). Por lo tanto, la
antropología se especializa en el estudio del ser humano. Ahora bien, dependiendo de la perspectiva que
se adopte y del método de estudio que se utilice, podemos distinguir entre:

• Antropología filosófica: es una disciplina tan antigua como la filosofía, aunque podríamos situar su
origen en Atenas, en el siglo V a.n.e. a partir de los problemas que plantearon Sócrates y los
Sofistas. Tiene como objetivo definir los rasgos esenciales del ser humano. Para ello, recopila datos
provenientes de otras ciencias y saberes, y a través del método filosófico, trata de elaborar una
explicación global de la identidad humana frente al resto de seres vivos.

• Antropología científica: es una disciplina mucho más reciente que surge en la segunda mitad del
siglo XIX, a raíz de la Teoría de la Evolución. Se ocupa tanto de la dimensión biológica de la especie
humana como de la dimensión cultural, por eso suele diferenciarse entre “antropología natural o
biológica” y “antropología social y cultural”.

1. La antropología natural aborda al ser humano como producto de la evolución biológica, es


decir, su filogénesis. Los antropólogos físicos tratan de descubrir el curso de la evolución
humana mediante el estudio de los fósiles. Asimismo, intentan describir la distribución de las
variaciones hereditarias entre las poblaciones contemporáneas y deslindar y medir las
aportaciones relativas de la herencia, la cultura o el medio ambiente a la vida humana.

2. La antropología cultural aborda al ser humano como creador de “productos” y estudia estos
elementos tanto en sociedades actuales como pasadas. El antropólogo cultural estudia la
sociedad y la cultura humanas, describiendo, analizando, explicando o interpretando las
similitudes y diferencias culturales. Para ello, realiza dos tipos de actividad: la etnografía
(basada en el trabajo de campo) y la etnología (basada en la comparación transcultural).

2.- LA ANTROPOLOGÍA NATURAL: TEORÍAS SOBRE EL ORIGEN DEL


SER HUMANO

2.1. Teorías pre-evolucionistas

Una de las cuestiones que siempre ha preocupado al ser humano es explicar su origen. En todas
las épocas y culturas encontramos teorías que tratan de responder a esta pregunta.

En nuestra tradición cultural, encontramos dos “grandes” teorías: una de carácter “mítico”
proveniente de la Biblia y otra de carácter “racional” proveniente, sobre todo, de la filosofía de Aristóteles.
La primera recibe el nombre de “creacionismo”, y a la segunda se le denomina “fijismo”.

Estas dos teorías, con el paso del tiempo, terminan “fundiéndose” en una sola que prevalece
hasta el siglo XIX, se trata del creacionismo fijista.

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Creacionismo:
Doctrina que explica la existencia de la vida y de los seres a través de intervención creadora de un ser
supremo. Constituye la base de muchas concepciones religiosas y es una de las doctrinas esenciales de
las religiones de la Biblia (judaísmo, cristianismo e islamismo).

La Biblia se compone de cuarenta y seis libros que recogen la historia mítica y tradiciones de
Israel. La redacción definitiva de estos textos, a partir de la cual ya no se modifican, se produce en torno
al 500-450 a.n.e. El primer libro de la Biblia es el Génesis en el que aparecen una colección de mitos y
leyendas acerca del origen de la humanidad. Narraciones importantes dentro de nuestra tradición cultural
son el mito de la creación, la expulsión del paraíso terrenal, Caín y Abel, el diluvio y la torre de Babel.

Respecto a la creación, hay dos relatos, diferentes y contradictorios en algunos puntos. El


primero pertenece a los escritos “sacerdotales” y el segundo a los “yahvistas”. El primero, divide la
creación en siete días para acabar justificando la práctica del descanso sabático. El segundo, enlaza con
el relato del hombre en el paraíso y su expulsión.

La creación de Adán, Capilla Sixtina (Museos Vaticanos)


Miguel Ángel (1475-1564)

Lee los siguientes textos y establece semejanzas y diferencias:

Dijo Dios: “Hagamos al ser humano a nuestra imagen, como semejanza nuestra, y manden
en los peces del mar y en las aves de los cielos, y en las bestias y en todas las alimañas terrestres,
y en todas las sierpes que serpean por la tierra.” Creó pues, Dios al ser humano a imagen suya, a
imagen de Dios le creó, macho y hembra los creó. Y los bendijo diciéndoles: “Sed fecundos y
multiplicaos y llenad la tierra y sometedla; mandad en los peces del mar y en las aves de los cielos
y en todo animal que serpea por la tierra” (Génesis, 1, 31)

“Entonces Yahvé Dios formó al hombre con polvo del suelo, e insufló en sus narices el
aliento de vida, y resultó el hombre un ser viviente. Dijo luego Yahvé Dios: “No es bueno que el
hombre esté solo. Voy a hacerle una ayuda adecuada.” Y Yahvé Dios formó del suelo todos los
animales del campo y todas las aves del cielo y los llevó ante el hombre para ver cómo los
llamaba, y para que cada ser viviente tuviera el nombre que Dios le diera. El hombre puso nombre
a todos los ganados, a las aves del cielo y a los animales del campo, mas para el hombre no
encontró una ayuda adecuada. Entonces Yahvé Dios hizo caer un profundo sueño sobre el
hombre, el cual se durmió. Y le quitó una de las costillas, rellenando el vacío con carne. De la
costilla que Yahvé Dios había tomado del hombre formó a una mujer y la llevó ante el hombre.
Entonces éste exclamó: “Esta sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne. Esta será
llamada mujer, porque del varón ha sido tomada. Por eso deja el hombre a su padre y a su madre
y se une a su mujer, y se hacen una sola carne”. Estaban ambos desnudos, el hombre y la mujer,
pero no se avergonzaban el uno del otro. (Génesis, 2, 7. 18-25)

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. Fijismo:
Doctrina que explica la diversidad de los seres vivos a partir del principio aristotélico de la inmutabilidad
de las especies. Afirma que las plantas y los animales pertenecen a especies que existen desde siempre
y no cambian con el tiempo

Aristóteles (385-323) después de abandonar la Academia platónica y antes de convertirse en


preceptor de Alejandro, pasó bastante tiempo en Asia Menor estudiando animales y plantas. Estudió
embriología y el problema de la herencia. Escribió libros sobre temas zoológicos y botánicos. Así, creó la
anatomía comparada, y la clasificación sistemática de los seres vivos en función a su estructura. Su
clasificación fue respetada hasta el siglo XVI y fue el punto de partida desde el cual Linneo desarrolló el
sistema moderno de clasificación de las especies.

La concepción fijista de los seres que atribuimos a Aristóteles, en realidad, se deriva de su


concepción metafísica de la sustancia. Si recordamos el hilemorfismo, sostiene que todas las sustancias
(cosas) que constituyen el mundo natural, están compuestas por dos co-principios*: la materia prima y la
forma sustancial. La materia prima es el componente informe que constituye un individuo; la forma
sustancial es “la estructura” (lo que da orden a esa materia informe) de una cosa, aquello que hace que
sea lo que es, su esencia. Esta forma es “universal”, es decir, es la misma en todos los individuos de
una especie, lo que les diferencia son aquellas características accidentales, o materiales. Además, esta
forma es eterna. De ahí se deducen dos consecuencias importantes: no puede haber especies nuevas y
cada especie se mantiene invariable a lo largo del tiempo.

Creacionismo fijista:
El origen de esta teoría está en la Edad Media, a partir de la conciliación llevada a cabo por la
Escolástica entre el fijismo aristotélico y el creacionismo cristiano. La armonización de ambas teorías
hizo que durante siglos se aceptaran como indiscutibles y se mantuvieran vigentes hasta el siglo XVIII,
siendo defendidas aún por los naturalistas más importantes de este siglo.
Esta teoría afirma que todas las especies han sido creadas por Dios, una por una, desde el inicio del
mundo y tal como son ahora. Por lo tanto, las especies no cambian con el tiempo.

El desarrollo del creacionismo fijista culminó con el Sistema natural de C. Linneo (1707-1778),
quien clasificó los seres vivos en función a similitudes externas, agrupándolos en clases, órdenes,
géneros y especies. Esta taxonomía binomial (género y especie) se mantiene hoy en día. Resulta curioso
que, aunque este esfuerzo sistemático de clasificación y agrupación se elaboró desde el fijismo, sin
embargo, al clasificar las plantas y animales según caracteres comunes - el llamado “parentesco de las
especies”- facilitó el avance de las ideas evolucionistas, y además aportó datos para justificar la idea
básica de un origen común de las especies. Parece ser que Linneo, al final de su vida, dudó sobre el
carácter inmutable de las especies.

Acorde al creacionismo fijista, durante el siglo XVII y XVIII la doctrina imperante fue el
catastrofismo, defendido entre otros por Georges Cuvier (1739-1832). Esta teoría trataba de armonizar
los nuevos datos (descubrimiento y acumulación de fósiles) con la tradición bíblica. Cuvier, estudiando los
fósiles y realizando análisis de anatomía comparada, llegó a la conclusión de que grandes catástrofes,
como por ejemplo el diluvio universal, habían producido extinciones en masa seguidas por la aparición de
nuevas especies.

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2.2. Teorías evolucionistas

La idea de que una especie pudo originarse a partir de otra es, de hecho, muy antigua, el
primero al que se le atribuye es Anaximandro (610-545 a.n.e.), después Empédocles (495-435 a.n.e.) y
Lucrecio (99-55 a.n.e.). Sin embargo, hasta la Edad Moderna (siglo XIX) no empieza a difundirse y a
abrirse paso en los círculos científicos. Hay dos grandes dificultades para su avance: la tradición religiosa
y la edad de la Tierra:

• Las creencias religiosas hacen que la mayor parte de las personas considere “herético” pensar
en un origen distinto para los animales y el ser humano, que no sea la creación divina.
• La evolución requiere que la Tierra sea mucho más antigua de los cálculos estimados hasta el
momento (la Tierra había sido creada en el año 4004 antes de Cristo). Incluso cuando los
“físicos” aportaron datos que pudieran apoyar las tesis evolucionistas, esta edad era insuficiente:
T. Kelvin (1824-1907), consideraba que el enfriamiento de la Tierra debía de haberse producido
hace unos 20 o 40 millones de años. Pensemos que, en la actualidad, se estima que la edad de
la Tierra es de 4.540 millones de años, y de la vida lleva sobre la Tierra de 3.500 millones de
años.

A pesar de estas dificultades, en el siglo XVIII aparece un grupo de “evolucionistas” de los cuales
el más destacado es J.B Lamarck (1744-1829) pues elabora la primera teoría de la evolución,
denominada “lamarckismo o transformismo”.

Al igual que Cuvier, Lamarck estudió los fósiles y observó que algunos de ellos presentaban un
aspecto intermedio entre organismos antiguos y actuales. Esto le hizo pensar que procedían unos de
otros. Propuso como causa de estos cambios la necesidad de los organismos de adaptarse a los
cambios ambientales, desarrollaban aquellos órganos que más usaban y se atrofiaban los no usados
(ley de la función crea el órgano). Las características adquiridas por el uso o desuso se transmitían
hereditariamente a la descendencia -heredabilidad de los caracteres adquiridos-.

La teoría de Lamarck no fue aceptada por sus contemporáneos, pero ya contenía ideas buenas y
errores que era necesario subsanar. Respecto a los aciertos:

• Defendía un proceso evolutivo y proponía un mecanismo para explicarlo (evolución)


• Reconocía la relación entre las estructuras anatómicas y sus funciones (función)
• Sostenía que los individuos se adaptan al medio en el que viven (adaptación)

Respecto a los errores:

• Pensaba que el órgano se desarrolla o se atrofia por el uso que hagan del mismo los
individuos de la especie, es decir, depende del esfuerzo activo del individuo.
• Defendía que estas modificaciones, producto del esfuerzo individual, se heredan (herencia
de los caracteres adquiridos)
• Creía que los individuos tienen una tendencia interna a perfeccionarse, y hacerse más
complejos. Por lo tanto, la evolución implica individuos cada vez mejor adaptados, y por lo
tanto, individuos más perfectos (progreso).

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El lamarckismo se oponía al creacionismo, pero dentro del evolucionismo era la teoría “del
sentido común”, es decir, teoría elaborada desde la observación ingenua y desde la aplicación de
esquemas explicativos muy simples.

De hecho, en seguida apareció la versión política del lamarckismo, desarrollada por Herbert
Spencer (1820-1903). A partir de un paralelismo entre lo que ocurre en la Naturaleza y el papel del
Estado, este movimiento defendía minimizar la intervención del gobierno en la vida de los hombres
(laissez fare): si la Naturaleza hace que la competencia elimine a los organismos menos eficientes, de
igual modo, la competencia libre con su iniciativa individual tenía que producir, por fuerza, una raza de
individuos llenos de éxito y satisfacción. Por lo tanto, la libre competencia haría realizable el ideal
utilitarista de la mayor felicidad para el mayor número posible de individuos. La legislación laboral, la
sanidad o educación públicas debían ser eliminadas, pues sólo incitaban a la pereza y disminuían el valor
de cualidades como la inteligencia, industriosidad e independencia, y a la larga, terminaban produciendo
una raza de mediocres. La extinción del “incapaz” produce sufrimiento, pero su “protección” por parte del
Estado no es “natural”. La no intervención del Estado genera el progreso, pues asegura la victoria de la
felicidad sobre la miseria. Esta teoría recibió, posteriormente, el nombre de “darwinismo social” pero
tiene muy poco de darwinista, como veremos.

Lee el siguiente texto y contesta a las preguntas:


“El primer desarrollo de la vida tuvo lugar por ciega evolución; fue resultado de la selección natural
operando sobre las variaciones “casuales” y tendiendo a favorecer a las criaturas mejor adaptadas que
otras a las condiciones ecológicas y climáticas existentes. El estado directamente producido por ese
ciego proceso es llamado por Huxley “estado de naturaleza”. La sociabilidad y la astucia resultaron ser
cualidades de gran valor biológico-existencial en el estado de naturaleza. La evolución de esas
cualidades dio incidentalmente lugar (en el hombre) al sentimiento moral, al pensamiento reflexivo y a la
capacidad de placer estético. Así se introdujo un elemento nuevo en el proceso cósmico.
Apareció en efecto con ese desarrollo un ser vivo que, gracias a sus facultades mentales, podía adoptar
las condiciones externas a sus necesidades, en vez de basar su existencia en su propia capacidad de
adaptación a las condiciones externas. Este animal se creó un ambiente que Huxley, comparándolo a un
jardín en medio de una selva virgen, llama el estado de arte. Hay un conflicto entre el jardín y la selva, y
la naturaleza primitiva tiende a restablecer la vegetación salvaje en el jardín en cuanto se produce una
disminución de los esfuerzos de los jardineros. La tarea más urgente de éstos es mitigar la lucha por la
existencia en el interior del jardín, pues sí ésta reaparece un día con toda su fuerza salvaje, las delicadas
plantas cultivadas no tendrán posibilidad alguna de resistir una lucha contra las duras criaturas de la
selva”
L.W.H HULL, Historia y filosofía de la ciencia (Barcelona, Ariel, 1984) p 368
a) ¿Cómo se ha generado el “estado de naturaleza”? ¿Qué valores son característicos de este estado?
b) ¿Cómo se ha generado el “estado de arte”? ¿Qué valores son característicos?
c) ¿Qué teoría crees que trata de combatir Huxley con este relato? ¿Por qué?

Poco a poco, algunos científicos van admitiendo la


idea de “evolución” y el cambio de mentalidad empieza a
producirse. De hecho, es curioso que la idea clave de la
“teoría de la evolución” se les ocurre, de forma
independiente y a la vez, a dos naturistas ingleses: C.
Darwin (1809-1882) y A.R. Wallace (1823-1913). Una
muestra insólita de colaboración es la decisión de
presentar la teoría juntos ante la Linnaean Society.

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La revolución antropológica: la teoría evolutiva de C. Darwin (el darwinismo).

El libro empieza documentando la existencia de variaciones, es decir, la aparición ocasional de


individuos (en cada especie) que difieren perceptible, aunque ligeramente, de sus compañeros. Esta
“variabilidad” se observa a escala general (en todas las especies). Darwin dice que es algo que debe
afirmar como una cuestión empírica pues el estado actual de sus conocimientos no le permite establecer
las causas. Debe aceptarse como un hecho indiscutible pero aún no explicado.

Por otra parte, Darwin observa el trabajo de agricultores y ganaderos, que consiguen cambiar las
cualidades de plantas o animales en pocas generaciones a través de una “selección” (pueden mejorar la
velocidad de los caballos permitiendo que en cada generación sólo se reproduzcan los más veloces; o
podemos mejorar el perfume de las rosas, cultivando sólo las que mejor huelan).

Además, Darwin se da cuenta de que la “variabilidad” por sí sola no podría explicar ningún
cambio significativo en una raza. Las variaciones en una dirección serían neutralizadas por las
variaciones en la dirección opuesta, de tal modo que el efecto total sería despreciable. Así, la crianza o el
cultivo selectivos, que propagan las variaciones de un tipo y eliminan las de otro, son los factores que
hacen el cambio uniforme y relevante.

Por lo tanto, Darwin cree que tiene que existir una causa natural capaz de hacer lo que el
jardinero o ganadero hacen con sus plantas o animales. Leyendo a T. Malthus (1766-1834) identifica esa
causa. Malthus afirmaba todas las poblaciones humanas tendían a crecer a un ritmo superior a la
producción de alimentos, y que era por lo tanto inevitable que existieran frenos (enfermedades,
hambrunas, guerras, miseria, en definitiva.

Con estas ideas Darwin elabora su teoría, que coincide con la Wallace y constituye la base de la
explicación que actualmente se da sobre la evolución biológica. Los principios básicos son los siguientes:

• Los individuos que conforman cualquier población de seres vivos presentan diferencias
anatómicas, fisiológicas o de comportamiento.
• Se producen más individuos de cada clase de organismos de los que suelen sobrevivir
hasta reproducirse. Como el número de individuos de una especie se mantiene más o
menos constante, se deduce que muchos mueren antes de llegar a reproducirse o lo hacen
por poco tiempo.
• El hecho de que nazcan más individuos de los que logran sobrevivir implica que existe
entre ellos una competencia por el espacio, el alimento y la reproducción. Se trata de la
denominada “lucha por la supervivencia”
• Aquellos individuos poseedores de variaciones ventajosas para la supervivencia en un
determinado ambiente se ven favorecidos, en detrimento de los que están peor adaptados.
Este mecanismo se conoce como “selección natural”
• Como consecuencia, tiene lugar la “supervivencia del más apto”: los individuos
poseedores de características ventajosas sobreviven (su frecuencia aumenta
progresivamente en la población) mientras que los que carecen de estas características
resultan perjudicados (van desapareciendo).
• Al reproducirse, los individuos "aventajados" trasmiten a su descendencia sus
características favorables, que se heredan de generación en generación.
• Al cabo de muchas generaciones, si se producen cambios importantes respecto a la
población inicial, pueden originarse nuevas especies.

Darwin era consciente de las implicaciones de su teoría y del delicado problema de persuasión
ante el que se encontraba. El tacto con el que escribió estaba tan cuidadosamente estudiado como la
gigantesca masa de conocimientos empíricos que presentó para demostrar su teoría. De hecho, en El
origen de las especies, sólo hay una línea dedicada al ser humano. Tardó doce años más en decidirse a
defender, abiertamente, el origen del hombre en términos evolutivos. En 1871 publicó su segunda gran
obra El origen del hombre.

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La teoría de la evolución elaborada por Darwin, como el mismo reconoce, no sabe explicar la
“variabilidad”. Posteriormente, con los estudios de G. Mendel (1822-1884) sobre la herencia y el
descubrimiento de las mutaciones, será posible completar su teoría. En 1940 T. Dobzhansky (1900-
1975), E. Mayr (1904-2005) y G.G. Simpson (1902-1984), desarrollan lo que se denomina
“neodarwinismo o teoría sintética de la evolución” con los siguientes principios:

• Las causas que generan la variabilidad existente en las poblaciones son varias: las mutaciones que
generan cambios en los genes, la reproducción sexual, que permite la combinación de genes
distinta a la de los progenitores; la recombinación genética que tiene lugar durante la meiosis, la
deriva genética y el aislamiento geográfico.

• La selección natural actúa sobre el individuo, pero la que evoluciona es la población a la que
pertenece. La acumulación de pequeñas variaciones en las frecuencias génicas (proporción de
individuos de una población que presenta un gen determinado) modifica de un modo imperceptible a
las poblaciones, pero con el paso del tiempo las diferencias serán tan grandes que podrá originar
nuevas especies. Este proceso de trasformación lento y gradual se llama anagénesis.

Actualmente, la teoría de la evolución se ha visto confirmada desde distintas ciencias: existen


pruebas anatómicas y morfológicas; pruebas fósiles; pruebas embriológicas, moleculares, biogeográficas.
Pero el hallazgo de nuevos datos, plantean posibles modificaciones de la teoría sintética, aunque aún no
hay consenso entre los investigadores. Son las siguientes:

Frente al gradualismo darwinista:

El equilibrio puntuado o puntualismo (significa “estabilidad interrumpida) elaborado en 1972


por los paleontólogos Niles Eldredge (1943) y Stephen Jay Gould (1941-2002), sostiene que el proceso
evolutivo no siempre se produce de forma lenta y gradual (evolución lineal), sino que, en muchos casos,
las nuevas especies surgen de forma rápida (evolución ramificada). Esta teoría se basa en estudios
paleontológicos en los que se observa la aparición repentina de grupos de fósiles sin que existan formas
previas semejantes o de transición con grupos antecesores. De media, una especie aparece en un lapso
de tiempo “corto”, entre 5000 y 50000 años y se mantiene sin cambios durante el resto de su existencia,
unos 10 millones de años. Por ello, estos autores defienden la existencia de un mecanismo evolutivo
rápido y por ramificación denominado cladogénesis. Según estos autores, la aparición de una nueva
especie se produce por lo general a partir de una pequeña población aislada.
No obstante, hay científicos con una postura ecléctica, que considerar que gradualismo y
puntualismo son compatibles: habría cambios lentos y graduales, especialmente en las especies
(microevolución) y cambios repentinos, sobre todo en la aparición de nuevos grupos de organismos
(macroevolución).

La biología evolutiva del desarrollo (evo-devo): se basa en el descubrimiento de un grupo de


genes, conocidos como genes Hox (caja de herramientas genética) que regulan la expresión de otros
genes y la organización de las diferentes regiones del cuerpo durante el desarrollo embrionario. Esto
significa que mutaciones en grupos muy reducidos de estos genes, serían responsables de grandes
cambios corporales que habrían dado lugar a nuevos grupos de organismos. Por ejemplo, hay genes hox
para controlar el número, longitud y separación de las aletas de los peces como de las extremidades de
los tetrápodos. Se piensa que mutaciones aquí pudieron inducir la formación, en los vertebrados
diferentes tipos de extremidades.

Respecto a la selección natural como mecanismo evolutivo:

La endosimbiosis: elaborada por la bióloga estadounidense Lynn Margulis (1938- 2011) afirma
que el principal motor evolutivo, sobre todo a nivel celular, no es la selección natural sino la simbiosis
entre especies. Por ejemplo, el origen de las células eucariotas, o de los cilios y flagelos, serían una
relación simbiótica con bacterias.

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El neutralismo: elaborado por el biólogo japonés Motto Kimura (1924- 1994) sostiene que la
mayoría de las mutaciones no suponen ventajas ni desventajas para los individuos que las poseen y por
esta causa, la selección no actúa sobre ellas. Si estos individuos van creando descendencia y se aíslan
del resto, puede originarse una nueva especie. Según esta teoría el ritmo de la evolución sería más
regular de lo que se piensa.

3. LA ANTROPOGÉNESIS

El término “antropogénesis” está compuesto de las palabras griegas "anthropos", ser humano, y
"génesis", generación, por lo tanto, hace referencia al estudio del origen, de la procedencia de la especie
humana.
En este estudio se incluye la “filogénesis”, es decir, el estudio del origen y desarrollo evolutivo
de la especie humana, además del proceso de hominización y humanización que veremos en el siguiente
apartado.

Respecto a la genealogía de la evolución humana hay dos modelos evolutivos

- La hipótesis multirregional o modelo de continuidad regional. Este modelo mantiene que


evolucionamos como una especie interconectada con el Homo erectus. El Homo sapiens no habría
aparecido en un área concreta, sino allí donde vivían los Homo erectus. Esta especie habría dejado
África hace unos dos millones de años y habría evolucionado lentamente a H. sapiens en las
diferentes partes del mundo. . Es, en consecuencia, un modelo poligenista (muchos orígenes).
Este modelo se basaría en la “anagénesis”, es decir, la acumulación de pequeñas variaciones en las
frecuencias génicas (proporción de individuos de una población que presenta un gen determinado)
provocaría un proceso de trasformación lento y gradual. Se defendería desde posiciones
neodarwinistas o sintéticas

- El modelo más aceptado actualmente es, sin embargo, el del origen único o del “Arca de Noé”,
más conocido como “Out of Africa”. Este modelo sostiene que todos los ancestros sapiens tienen
un origen africano, donde primero evolucionaron y, ya convertidos en H. sapiens, migraron
después fuera de este continente y fueron a reemplazar a todas las poblaciones que
descendían del Homo erectus sin entrecruzarse con ellas, hasta colonizar todo el mundo. Es,
en consecuencia, un modelo monogenista (un solo origen). Este modelo se basa en la “evolución
ramificada” o cladogénesis, en la que se producen “clados” o ramas, es decir, especiación. Las
nuevas especies, genéticamente incomunicadas por definición, aparecen por lo general a partir de
poblaciones locales que ya estaban incomunicadas geográficamente. Este modelo es más acorde
con el equilibrio puntuado.

3.1. Filogénesis (genealogía de la especie)

Nuestra filogenia nos sitúa en el orden de los Primates, Haplorrinos y Simios antropomorfos.
Dentro de los simios antropomorfos, los humanos compartimos la misma línea evolutiva que los
chimpancés y gorilas, pues nuestros genomas son muy parecidos. Sin embargo, la línea evolutiva del
gorila se separó hace 10 millones de años de la nuestra, y la de los chimpancés hace 7 millones de años.

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Por lo tanto, el “hombre no viene del mono”.

La separación de los homínidos.

Probablemente nuestra línea arranca de los Ardipitecus que aparecieron hace 7 – 4,4 millones
de años. Donde no hay duda sobre nuestra filiación con ellos son los Australopithecus que vivieron
desde algo más de 4 millones de años hasta hace poco menos de dos millones de años en África.

Más allá de las diferencias interespecíficas, los Australopithecus eran primates de tamaño
medio-grande; su estatura era algo superior a un metro y su peso corporal oscilaba entre 35-45 kg. El
cráneo tenía una conformación de “simio antropomorfo”, con una caja encefálica relativamente pequeña,
con un volumen de 500 ml. Sin embargo, lo que distingue a este género y lo vincula a los humanos son
dos características: Las dimensiones de los dientes demuestran una inversión de tendencia respecto al
resto de los simios; pero la característica más innovadora es el bipedismo. Todo esto hace pensar que
el hábitat de los australopithecus estaba en los bosques fragmentados, mientras que los antepasados de
gorilas y chimpancés, en cambio, permanecieron en las selvas lluviosas y continuas, sin grandes claros,
del cinturón tropical africano, donde siguen sus descendientes.

Investiga: Una de las cuestiones abiertas es si el último Australopithecus sediba es el último de los
Australopithecus o uno de los primeros Homo. ¿Por qué?

La aparición del género Homo: la humanidad primera.

Hace 2 millones de años, se produce el paso de unos simios antropomorfos bípedos ya desde
hace tiempo (los Australopithecus) al género Homo.

Los fósiles más antiguos atribuidos al género Homo pertenecen a la especie denominada Homo
habilis. Tienen al menos 2 millones de años y se han encontrado en Kenia y en Tanzania. Pero hay un
par de fósiles encontrados en Etiopía que, aunque insuficientes, sugieren un origen más antiguo para
esta especie.

Hay restos en esas mismas cronologías (entre hace dos millones de años y hace un millón y
medio de años) de individuos más altos que los Homo habilis, de piernas más largas para caminar lejos,

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con zancadas amplias, de cerebros más grandes, y caras y muelas más pequeñas, a los que se ha
llamado Homo erectus en Extremo Oriente y Homo ergaster en África.

Con la aparición de estas especies aparece un nuevo modelo biológico y una nueva posición
ecológica de nuestros antepasados. Conservan un esqueleto parecido al de sus contemporáneos,
Australopithecus, pero se han producido cambios en cuanto a la morfología craneal y la dentadura. Se
observa un primer aumento de las dimensiones encefálicas (con un volumen ligeramente superior a
500ml), asociada a una estructural dental no tan especializada como los australipitecinos. A estos
cambios se añade una nueva disposición de la bóveda craneal y una reducción de las superestructuras
óseas, con huesos faciales y mandíbulas más gráciles. Pero, al haber cambiado su posición en la
pirámide alimentaria (pasan de ser consumidores de vegetales a mayor aporte de proteínas animales), se
convierten en predadores oportunistas (“barrenderos de la sabana”).

El cambio de dieta hace necesario la elaboración de instrumentos para proporcionar o


elaborar diferentes alimentos. A partir de este momento ya puede hablarse de la coevolución entre
biología y cultura, porque se crea un circuito de retroalimentación, una nueva rueda evolutiva. Para
definir la especie más antigua del género Homo, el Homo habilis, además de sus características físicas,
habría que ponerle una herramienta en la mano porque sin ese utensilio no se explican ni los dientes, la
cara, ni el cerebro.

En relación con este nuevo nicho ecológico, los primeros Homo, habrían alcanzado una habilidad
manual completa y la capacidad de producir instrumentos: los llamados “Modo 1” del Paleolítico, es decir,
Olduvaiense (debido al yacimiento de Olduvai de Tanzania).

Además, hay indicios de que utilizaban el fuego y el grado erectus parece que ya sería capaz de
controlarlo.

La humanidad intermedia

Durante el Pleistoceno medio, una humanidad arcaica distribuida por ambos hemisferios a lo
largo de un área geográfica vastísima fue sometida a presiones ambientales capaces de influir
profundamente es su biología y comportamiento. Actualmente, la mayoría de los paleoantropólogos
identifica esta fase crucial de la evolución humana con una especie ampliamente distribuida denominada
Homo heilderbergensis. Sin embargo, más acorde con la teoría sintética, hay autores que prefieren
considerar al Homo erectus como la especie que representa la línea principal y unificada de la evolución
humana. El problema que presenta esta tesis es que no hay fósiles claros de Homo erectus en Europa.

Las poblaciones europeas posteriores a los últimos 500-600 000 años pertenecen a la especie
Homo heilderbengensis y preceden a los neandertales en el mismo territorio o, mejor dicho, son sus
antepasados

Aproximadamente en el mismo periodo (500-600 000) aparecen, también en África, formas que
podrían atribuirse al Homo heidelbergensis. Los fósiles son parecidos a los europeos, pero no presentan
caracteres incipientes de neandertal. Por el contrario, preceden y anuncian la morfología del Homo
sapiens, cuya aparición tendrá lugar en África hace 200.000 años.

En el Pleistoceno medio tardío (hace unos 200 000 años) hay fósiles en Asia de una especie
distinta al Homo erectus (cuyas poblaciones, en ese momento, parecen estar marginadas solamente en el
Sudeste Asiático hacia la isla de Java) que parece ser de nuevo Homo heidelbergensis. También hay
fósiles en China e India.

Por lo tanto, podemos hablar de una especie con distribución pluricontinental que se perfila como
una “humanidad intermedia” entre las variedades arcaicas del género Homo, como el Homo ergaster y
Homo erectus, y otras especies derivadas, como los neandertales o los sapiens.

11
Desde el punto de vista de la cultura material, las herramientas vinculadas al Homo
heilderbergensis, pertenecen al Modo 2 del Paleolítico inferior o Achelense, y es posible que provenga
remotamente de África, dado que este tipo de instrumentos habían aparecido en aquel continente en
tiempos del Homo ergaster, hace 1,5 millones de años, para después difundirse desde África al Próximo
Oriente y más allá. El hecho de que estos instrumentos aparezcan en Europa hace 600.000 años se debe
a la llegada al continente del Homo heidelbergensis.

Forma parte de esta humanidad intermedia, además del Homo heidelbergensis y, para algunos,
el Homo erectus, otra especie, descubierta en la sierra de Atapuerca en Burgos, a partir de la cual podría
haberse generado el neandertal. Los fósiles presentan una combinación de rasgos que hace que no se
les pueda considerar ni erectus ni neandertales. Su antigüedad data entre 800.000 y 900.000 años y se le
ha denominado Homo antecesor. Sus descubridores sostienen que esta especie también habría dado
lugar al sapiens en África, pero por el momento no se han encontrado fósiles que avalen tal teoría.

Homo neanderthalensis

En principio, el Homo neanderthalensis es una especie que procede de poblaciones europeas


anteriores y la transición debió de aparecer alrededor de 250-300.000 años.

Alcanzan un grado extremo de encefalización, con volúmenes endocraneales que, con


frecuencia, superan los valores medios de la humanidad actual. Aun así, hay que decir que la caja
craneana, aun siendo extremadamente voluminosa, conserva una estructura arcaica, pues la
encefalización se realiza a cargo de la parte posterior del cráneo. Presentan técnicas de lascado que
muestran un cierto grado de “predeterminación” del resultado final. Aparecen las primeras posibles
sepulturas y otros indicios de pensamiento simbólico. Estas nuevas tecnologías muestran la proximidad al
Homo sapiens, a nivel del comportamiento y potencialidad intelectiva. Se extinguen hace 40 000 años en
plena glaciación cuaternaria.

Hoy parece que los científicos están de acuerdo en considerar que es una especie distinta a
Homo sapiens, aunque fueron contemporáneas durante largo tiempo y muy próximas en el plano
filogenético, hasta el punto de acabar cruzandose, aunque solo en la zona circunscrita al primer contacto,
hace 55 000 años en Oriente Próximo (Israel).

Homo de Denisova es una especie nueva que ha sido descubierta recientemente. El ADN de
varios individuos cuyos restos fueron recuperados en la cueva Denisova (montes de Áltai, en Siberia)
permite conocer que la cueva fue habitada por denisovanos entre hace 287-55 000 años y por
neandertales entre hace 193-97 000 años. Los estudios paleogenéticos han revelado que el ADN
denisovano se puede encontrar en algunas poblaciones vivas, particularmente en Melanesia y el norte de
Australia y han calculado las fechas de divergencia con los neandertales y los humanos modernos y de
diversos eventos de hibridación. Denisovanos y neandertales divergieron de un antepasado común hace
390 000 años. Entre ambos grupos hubo episodios de hibridación. Asimismo, los denisovanos se
mezclaron con los antepasados de los actuales humanos de Oceanía y Asia.

Homo sapiens

Todas las investigaciones recientes sobre Homo sapiens conducen a dos resultados: su origen
está en África y es relativamente reciente.

Respecto a la datación, nuestra especie sólo se reconoce en el registro fósil por sus rasgos
distintivos, sus especializaciones, desde hace 200 000 años. Por lo tanto, su aparición se considera más
tardía y rápida que la de los neandertales. Sin embargo, los nuevos hallazgos, en el yacimiento marroquí
de Jebel Irhoud, podrían cuestionar esta fecha pues su antigüedad se estima en torno a los 315.000
años.

12
Respecto al origen único, con la aparición del Homo sapiens asistimos a un periodo evolutivo
muy particular, una verdadera y propia especiación, diferente de cuanto se había producido en Europa y
en otras partes, como con los neandertales. Con los primeros restos que podemos atribuir al Homo
sapiens vemos como, de repente, el cráneo se acorta y se eleva, perdiendo los principales elementos de
arcaísmo que, durante casi 2 millones de años, habían caracterizado a las especies y variedades
humanas. Parece ser que en la aparición de nuestra especie ha intervenido un cambio drástico,
verificado en el seno de una pequeña población aislada de las demás, en las que tuvo lugar una
combinación genética que podríamos definir como improbable. Esto lo demuestra el hecho de que todas
las demás líneas evolutivas del género Homo, han seguido trayectorias de expansión encefálica que no
fueron acompañadas de una reconfiguración de la arquitectura craneana como, por el contrario, sucedió
con el Homo sapiens. Probablemente, el nuevo equilibrio cráneo-cerebro, con una caja ósea más
elástica, junto con el nacimiento prematuro, permitieron un efecto en cascada: una receptividad
prolongada para el aprendizaje y el desarrollo de nuevas conexiones neuronales que hicieron posible
la aparición de un mundo de símbolos desde los primeros Homo sapiens.

Observamos, entonces, que la nueva especie humana también se caracteriza por un rápido
éxito adaptativo y demográfico, emprendiendo casi inmediatamente una difusión primero en latitudes
próximas a la banda tropical y después hacia el norte. A lo largo de dos o tres grandes difusiones, entre
los 95 000 y 62 000 años, las primeras poblaciones humanas de morfología moderna, además de
difundirse por África y Eurasia, llegarán hasta Australia (hace unos 45 000 años), y a continuación,
pasando por la zona de Bering, se difundirá también por las Américas (hace 15.000 años). En el
transcurso de esta historia, contribuye, más o menos indirectamente, a la extinción de las otras especies
humanas: los neardentales en Europa y en el Próximo Oriente, los denisovanos en Asia continental, los
últimos Homo erectus en Indonesia o el pequeño pueblo de las islas de las Flores. En la actualidad, es la
única “rama viva” de la evolución de los homínidos.

Por lo tanto, el patrón de la evolución humana no parece lineal sino ramificado. La geometría
que mejor la describe es una serie de radiaciones adaptativas: primero la de los ardipitecos, después la
de los australopitecos, más tarde el género Homo. En todos los casos, se trataría de “superespecies”. Las
especies que componían estas superespecies se comportaron a efectos evolutivos como verdaderas
especies diferentes. Es decir, no todas las especies de australopitecos contribuiría a la aparición del
Homo habilis, sino que lo haría una sola de ellas. Del mismo modo, sólo algunos europeos del
Pleistoceno medio darían lugar a los neandertales, y solo alguna población africana produciría los
humanos modernos. Cada radiación relevaba a la anterior y la sustituía, aunque no siempre
inmediatamente y por completo, sino que podían coexistir por un tiempo.

Realiza una tabla con la evolución del ser humano, incluyendo las principales especies con su datación,
lugares, características anatómicas y capacidades.

13
4.- DIALÉCTICA NATURALEZA-CULTURA EN LA ANTROPOGÉNESIS

4.1. Proceso de hominización y humanización.

Los cambios evolutivos que dan lugar al Homo sapiens, se producen en dos ámbitos: a nivel del
organismo (biología) y a nivel de las formas de vida (cultura). En el plano biológico se producen
transformaciones anatómicas y fisiológicas que conforman el patrimonio genético de la especie humana.
Entre estas transformaciones podemos destacar: el perfeccionamiento de la bipedestación, el
desarrollo de elementos anatómicos y fisiológicos adecuados para la fonación (habla), el
desarrollo del cerebro y la neotenia prolongación del proceso de maduración (infancia). En estos
cambios consiste el proceso de hominización.

Proceso de hominización: conjunto de cambios anatómicos, fisiológicos y etológicos (comportamientos


en el medio natural) que irán apareciendo a lo largo del tiempo y que darán lugar al Homo sapiens

En el plano cultural las transformaciones afectan fundamentalmente a las relaciones con el


medio (desarrollo técnico e instrumental), a las relaciones con los congéneres (cooperación,
distribución de tareas, organización social, etc.) y a la comunicación (desarrollo del lenguaje). Estos
cambios constituyen el proceso de humanización.

Proceso de humanización: conjunto de cambios, producto de la socialización, que hacen posible la


emergencia de la inteligencia operativa. Es la adquisición de la capacidad de pensar sobre nuestra
inteligencia, de entender el proceso de la vida y de adaptarse al entorno a través del conocimiento, la
tecnología y el pensamiento

La relación entre los procesos de hominización y humanización no es simplemente lineal. Es


decir, no puede afirmarse que primero haya tenido lugar la hominización (desarrollo biológico) y
posteriormente la humanización (desarrollo cultural), sino que la evolución biológica y el proceso cultural
han ejercido una influencia recíproca.

A partir de cierto momento de la evolución, la competencia ecológica (la lucha por la vida
contra las fuerzas hostiles de la naturaleza) dejó de ser un factor decisivo, debido al dominio alcanzado
sobre el medio. La competencia se estableció en el seno de la especie, dentro del grupo y entre grupos,
es decir, en el medio social (que sería la nueva naturaleza hostil). En la evolución humana, la palabra que
mejor explica al ser humano actual es “sociedad”. El ser humano actual, el único que queda en la
bioesfera, sería el resultado de la cada vez más preponderante competencia social.

Algunos cambios anatómicos y fisiológicos peculiares del ser humano se dieron mucho antes de
ese cambio de presión selectiva como, por ejemplo, la postura bípeda o la anatomía de los brazos que
nos permite lanzar objetos con precición. Otros están presentes antes del separarnos genéticamente de
los grandes simios, como la visión tridimensional y cromática o las manos prensiles. Pero otros muchos,
como el blanco de los ojos, el grado de expresividad de nuestro rostro, nuestro largo ciclo vital, habrían
llegado después y serían causa y efecto, directa o indirectamente de la competencia social.

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Esto significa que, durante muchos miles de años, de entre las múltiples mutaciones genéticas
que por azar se produjeron durante todo este tiempo, aquellas que implicaran que el fenotivo de su
portador fuera más exitoso en la competencia social serían las que se habría seleccionado
especialmente. Llegó un momento en que ya no era tan necesario mejorar los mecanismos de regulación
térmica o de formas más eficaces para huir de los depredadores, sino que los seres humanos siguieron
evolucionando, no tanto en función de factores naturales, sino factores basados en la propia especie.

Analicemos ahora los rasgos más peculiares del Homo sapiens, empezando por aquellos más
vinculados a la competencia ecológica para pasar a los más relacionados con la competencia social:

1. La marcha bípeda.

Es una de las adaptaciones generadas por presión ecológica. Permite recorrer largas distancias y
mostrar gran resistencia al cansancio, lo que da ventaja a la hora de atrapar presas que efectúan carreras
rápidas pero cortas y fatigosas. La postura bípeda se acompañó de brazos más cortos, lo que permitió
desarrollar la habilidad de lanzar objetos con fuerza y puntería.

No se sabe a ciencia cierta cómo apareció la postura bípeda, porque se encuentra en los
australopitecos ya completamente realizada. Una posible explicación de esta aparición aparentemente
súbita del bipedismo es que surgiera primero un rasgo que implique poco cambio genético (pocas
mutaciones) pero que tenga efectos adaptativos importantes. En torno a esta innovación clave habrían
ido apareciendo en poco tiempo, en cascada, todas las demás adaptaciones de la postura humana,
favorecidas por la selección natural.

2. El tamaño de los dientes.

Con la aparición del género Homo, respecto a los australopitecinos, se constata una reducción
de los dientes posteriores (premolares y molares, incluyendo la muela del juicio) muy significativa, de tal
modo que pasan a ser dientes relativamente pequeños, pues incluso han sufrido una ulterior reducción
intraespecífica, sobre todo a partir del paso de la caza y recolección a la producción de alimentos (la
llamada “revolución agrícola” del inicio del Neolítico).

3. La fabricación de herramientas.

La utilización de herramientas es algo que encontramos en otras especies. Los animales usan
objetos como si fueran herramientas, pero son incapaces de fabricarlas pues nunca combinan dos elementos,
o distintas partes que configuren algo más complejo. Tampoco utilizan una herramienta para construir otra.
Las herramientas humanas requieren una gran coordinación manual y motora y una cierta capacidad de
anticipación (elegir materia prima e ir a buscarla lejos de la propia zona).

El desarrollo de esta capacidad pudo estar vinculada a la bipedestación (al liberar las manos) y a la
forma y tamaño de la mano, pues las proporciones de los dedos y su capacidad para realizar la “pinza de
precisión”, con un pulgar perfectamente oponible (ya que puede tocar a cualquiera de los otros dedos) son
características únicas que hace de ella una herramienta muy precisa y de alta calidad. Esta importante
especialización se acompaña de una enorme sensibilidad en las manos, sobre todo en la yema de los dedos.

Actualmente, se están realizando estudios que tratan de averiguar qué regiones cerebrales se
activan al tallar herramientas, pues la fabricación de útiles pudo suponer un impulso decisivo en la evolución
humana al favorecer la coordinación mental y corporal, además de haber impulsado el desarrollo del lenguaje,
muchas estructuras cerebrales son responsables a la par de habilidades lingüísticas y manuales. La
conclusión a la que se ha llegado es que es posible que los circuitos neurales que se desarrollaron para
fabricar herramientas, luego se aprovecharon para crear formas primitivas de comunicación con gestos y
quizá, verbalizaciones.

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4. La creciente cerebración y “globularización” encefálica.

Comparando el índice de encefalización (relación entre el tamaño del cerebro y el tamaño del
cuerpo) de los grandes simios con el del Homo sapiens, podemos observar una gran diferencia pues
mientras en los primeros este índice está en torno al 2, lo que significa que posee un gran cerebro, en el
caso humano está en torno al 7, alcanzando el número máximo de todo el reino animal.

Este índice de encefalización ha ido creciendo a lo largo de la evolución humana, pues el volumen
cerebral era de 350 cc en el Australopithecus, se duplica en el Homo erectus con 930 cc y alcanza los 1330
cc en el H. sapiens. Un cerebro más grande conlleva más capacidad de asociación de ideas y de
pensamiento analítico. Pero no solo el cambio el volumen cerebral es importante sino también la
reorganización de las áreas cerebrales y su desarrollo.

Las últimas investigaciones han demostrado que lo que más diferencia el modelo de crecimiento
y desarrollo del Homo sapiens del de los neandertales, se basa en lo que sucede en el primer año de
vida. Algo parecido ocurre en comparación con los chimpancés. Respecto a los neandertales, la
progresión en el crecimiento durante el segundo y tercer año de vida es muy parecida, mientras que
durante el primero es muy distinta. En el Homo sapiens, durante el primer año de vida se produce la
“globularización” del cerebro, lo que marca la diferencia en la forma de la bóveda craneana de las dos
especies. El cráneo del neonato sapiens se trasforma desde el punto de vista “arquitectónico”: de
alargado como era (igual que en neandertales) alcanza en pocos meses esa forma globular que le es
propia. Así pues, es en el primer año de vida cuando desempeñan un papel decisivo los genes
reguladores del crecimiento.

Si en términos de cantidad encefálica las dos especies son casi indistinguibles, sus diferentes
trayectorias evolutivas han conferido a los neandertales un cerebro en forma de balón de rugby y a
sapiens, tipo balón de futbol. Esta forma diferente puede indicar diferencias funcionales con un gran
significado evolutivo. El estudio de la estructura interna del cerebro utilizando técnicas actualizadas de
neuroimagen y morfometría tridimensional, revela que en nuestra especie los lóbulos encefálicos, sean
frontales o temporales -implicados en funciones lingüísticas, mnemotécnicas y sociales-, así como los
lóbulos olfativos, están relativamente más desarrollados que en neandertales. Unos grandes lóbulos
olfativos en combinación con lóbulos temporales más desarrollados podrían estar relacionados con
aspectos cognitivos, comportamentales y sociales.

5. El largo ciclo vital.

El ser humano, al nacer, es un ser absolutamente desvalido. Otras especies de mamíferos


placentarios, -como los roedores y algunos carnívoros-, nacen en un estado similar, con los ojos y
conductos auditivos cerrados o semicerrados, sin pelo y con severas limitaciones motoras. El tamaño del
encéfalo humano, al nacer, es la tercera parte del que tendrá cuando alcance su máximo desarrollo, y eso
significa que en el momento del nacimiento se encuentra muy lejos de disponer de plenas facultades
neurológicas y cognitivas. Por lo tanto, es una especie altricial. Esta “condición altricial” humana es
bastante especial pues ningún otro primate actual tiene esa característica. Ningún otro nace con un
encéfalo tan poco desarrollado como el humano. Para que un bebé humano nazca con un grado de
desarrollo equivalente al de un bebé chimpancé, necesitaría una gestación de entre 18 y 21 meses.

La gran vulnerabilidad con la que nacen los bebés humanos ha determinado aspectos muy
importantes de la biología humana. El lento desarrollo y la gran duración del periodo de cría han
llevado asociados el emparejamiento estable, la supervivencia prolongada de las abuelas, y el cuidado
aloparental (a cargo de otros miembros del grupo) de las crías.

A esto hay que añadir que la inmadurez se mantiene hasta la juventud, de ahí que el ciclo vital
del ser humano hasta llegar a la edad adulta sea sumamente largo, incluso con etapas de desarrollo que
no existen en otros primates: entre la infancia y la juventud, en nuestro caso se añade la niñez y la

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adolescencia; estas dos etapas suponen un largo periodo de aprendizaje y educación, algo
absolutamente necesario para una especie con unas reglas sociales tan complejas y un amplio bagaje
cultural que trasmitir.

6. Los grupos humanos: las sociedades extensas.

Dos de las características más específicas del Homo sapiens son la particularidad de sus
coaliciones y el tamaño de los grupos a los que pertenece.

Se entiende por coalición, la colaboración que se da entre individuos que, sin ser
necesariamente parientes, de su acción conjunta se derivan beneficios evidentes para todos sus
integrantes. Las coaliciones existen en otras especies, pero el caso del Homo sapiens destaca porque las
coaliciones son algo frecuente y cotidiano, y además pueden ir más allá del grupo cercano o familiar
(somos capaces de anular muchos de los impulsos agresivos que en otras especies surgen por
competencia territoriales para conseguir objetivos a los que nuestro cerebro ha dado valor, por ejemplo, el
intercambio de materias primas). Las coaliciones humanas, además se rigen por leyes que regulan la
forma de comportarse; algunas serán implícitas (como las normas morales) y otras serán explícitas y
deberán dejarse por escrito, especialmente cuando el grupo es muy grande y abarca a muchos
individuos.

Respecto al tamaño de los grupos, si tomamos como medida los llamados “grupos basados en
el individuo”, su número límite parece rondar los 150 o 200 individuos. Esta cifra supera ampliamente la
magnitud de los grupos que aparecen en otras especies “sociales”, por ejemplo, los grupos de
chimpancés pueden alcanzar los 55 individuos. Por otra parte, los grupos humanos, cuando son muy
grandes, para facilitar la identificación y cohesión, construyen emblemas o símbolos (el Homo sapiens es
la única especie cuyos miembros morirían y matarían por defender un “símbolo” de pertenencia a un
grupo, como una bandera).

La explicación de esta diferencia puede hallarse en la propia conformación del cerebro: la


corteza cerebral humana cuadriplica la de un chimpancé, de tal forma que puede guardar y manejar
mucha más información sobre la identidad de cada miembro del grupo. En esta labor no sólo participa la
corteza cerebral sino también otras áreas del cerebro que controlan el comportamiento social, pues
regulan las emociones y en especial, la agresividad.

7. El “nicho cultural”.

Todo ser humano es producto de su cultura, por muy aislado que esté “lo social” construye su
forma de pensar y actuar. Como ya vimos, los seres humanos vienen al mundo con un alto grado de
inmadurez cerebral. La mente humana, como el cuerpo, se desarrolla en interacción con el mundo. En
este caso el mundo es doble, pues no se compone solo del medio material del que obtiene los recursos
para la supervivencia, sino que también se compone de “medio cultural” (costumbres, tradiciones,
modos de vida, conocimientos acumulados, normas de convivencia…), siendo la cultura un genuino
producto social.

La sofisticación y complejidad de la cultura humana ha alcanzado cotas nunca vistas. Para lograr
moverse en un entorno cultural, el ser humano ha desarrollado tanto la capacidad de imitación como la
emulación (imitación, pero solo de los objetivos, no de los pasos para alcanzarlos). El lenguaje es otra de
las capacidades que más contribuye a la excepcionalidad de este desarrollo cultural, pues permite
acumular y trasmitir una inmensa cantidad de información. Fruto de estos factores es que el ser humano
ha desarrollado una tecnología sin precedentes en el mundo natural y una forma científica del ver el
mundo que probablemente desarrollan un papel importante en la propia evolución. Sea como fuera, lo
cierto es que el ser humano ha creado su propio “nicho ecológico: el nicho cultural.

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8. El lenguaje, el pensamiento y la mente.

El origen del lenguaje aún se desconoce, con las pruebas de que se dispone no hay claras
evidencias de cómo se efectuó la evolución del lenguaje. En realidad, todo son conjeturas,
extrapolaciones, inducciones basadas en pruebas indirectas. Desgraciadamente el lenguaje no se
fosiliza.

Existen varias hipótesis, puede que se desarrollara a partir de los gestos, al estar las áreas
cerebrales vinculadas al lenguaje en el mismo hemisferio que la mano dominante. Otra hipótesis, sitúa en
la imitación de los sonidos de los animales el origen del lenguaje, para facilitar su caza, de hecho, en
muchas culturas hay relación entre el sonido que emiten los animales y algunas vocales que aparecen en
los nombres que los denotan. Lo cierto es que el lenguaje es una capacidad “natural” del cerebro humano
pues está programado para aprenderlo con suma facilidad.

Mientras que la comunicación sonora de otros animales codifica informaciones muy precisas y
simples (aviso de un predador, llamada a los padres, marcado de un territorio, amenaza, etc.), el lenguaje
huma humano se caracteriza por la doble articulación. La primera articulación transforma en palabras
una serie de sonidos (consonantes y vocales) modulados en la nasofaringe, la posición y forma de la
lengua con respecto al paladar o los dientes, así como la diferente abertura bucal. Una segunda
articulación transforma series de palabras en frases. Aunque una sólo palabra (nunca un solo sonido)
pueda ser de valor semántico “¡cuidado¡”, se necesita una frase, de doble articulación para comunicar
significados específicos. La segunda articulación permite una cantidad virtualmente infinita de mensajes.

El lenguaje humano, al ser un lenguaje simbólico, no sólo sirve para comunicar, sino que sirve
para poder pensar, es la estructura que facilita el pensamiento. La abstracción y elaboración de
conceptos no son posibles sin la palabra. A través de estos recursos, la mente humana es una máquina
de buscar constancias y regularidades, hacer inferencias causales, planificar a corto y largo plazo,
ordenar secuencialmente, los acontecimientos, es decir tener consciencia de que el tiempo pasa y de que
los acontecimientos se suceden unos a otros.

Ahora bien, integrar el futuro con el pasado y el presente sólo es posible debido al espectacular
desarrollo la denominada “memoria operativa o memoria de trabajo”. Se trata de un sistema cerebral
que almacena temporalmente información procedente del pasado, del presente y de un posible futuro y
que trabaja con ella. Sirve para abordar tareas mentales como la comprensión del lenguaje, el
aprendizaje, el razonamiento, entre otras capacidades.

Al tener una memoria operativa el ser humano cuenta con una de las mejores herramientas para
enfrentarse a un entorno cambiante, sea el medio natural o social. Su aumento fue esencial para realizar
determinados tipos de herramientas, también sobre el lenguaje y el pensamiento a la hora de comprender
el medio natural, favoreciendo el “pensamiento intermodular” que permite considerar a la vez varios
aspectos distintos de la realidad. Con la expansión cerebral se alcanzó la capacidad de crear y memorizar
relatos más complicados. Algunos autores sostienen que una de las diferencias entre la mente neandertal
y sapiens está en su menor capacidad de memoria operativa.

Otro de los rasgos más sobresalientes del cerebro humano es la búsqueda de novedades. Este
un comportamiento típico del primate, pero en el caso humano es sin duda el motor de muchos avances.
Para nuestro cerebro la novedad constituye un premio, pues produce grandes cantidades de dopamina,
trasmisor neuronal relacionado con el placer. Innovar produce placer en nuestro cerebro. Tal mecanismo
puede haber potenciado la gran creatividad humana, otro motor que ha servido para explotar el medio
natural o manejar el medio social (la especialización social, el engaño y la teoría de la mente o capacidad
de entender la mente de otros, formaría parte de la dimensión innovadora del ser humano).

Pero, quizás el fenómeno perceptivo más llamativo que se ha visto afectado por la evolución es
la consciencia. Algunos animales pueden ser conscientes de parte de sus percepciones, por ejemplo,

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los macacos son conscientes solo de parte de lo que ven. Al cambiar el foco visual, cambia el contenido
de la consciencia, por ello, la consciencia está muy relacionada con la atención.

Aun no se sabe bien lo qué es la consciencia, pero se sabe que hay distintos grados o niveles.
La primea distinción sería estar consciente o no. Este nivel se rige por estructuras tan antiguas como el
tronco encefálico y el diencéfalo. En la evolución la corteza cerebral se habría incorporado al sistema de
conciencia para ampliarla, para poder ser conscientes de más tipos de información. De ahí que
posteriores etapas de la evolución algunas especies habrían pasado de ser conscientes por este orden:

1) Ser consciente de los demás


2) Ser consciente de sí mismo o “autoconsciencia”
3) Ser consciente de que otros tienen mente consciente, o “metaconsciencia”
4) Por último, ser conscientes de que tenemos una mente que es consciente de que nosotros
mismos somos conscientes, o meta/autoconsciencia.

Aquí residiría una de las propiedades más significativas del pensamiento humano, la
recursividad (unos elementos llevan a otros y a otros), una propiedad que no sólo tiene el pensamiento
sino nuestras instituciones sociales y nuestros circuitos cerebrales. De ahí se deriva una de las
peculiaridades más destacables de la mente humana, pues el cerebro humano trabaja más con
información de “cosecha propia” que con aquella que le viene del exterior.

Fruto de “esa cosecha propia” es la mente simbólica cuya eclosión suele datarse en torno a los
40 000 años, pero hay indicios de su aparición mucho antes, en torno a los 70 000 años y que podemos
ver reflejada ya en numerosas elementos culturales: enterramientos y expresiones artísticas (pinturas
rupestres y venus paleolíticas).

Link: El código de la Amazonia https://www.youtube.com/watch?v=JGGiZ2U4kuM

5.- IMPLICACIONES FILOSÓFICAS DE LA EVOLUCIÓN


1.- Se generaliza la interpretación de la realidad como algo dinámico, cambiante, en constante
transformación. Desaparece el “esencialismo” característico de la filosofía desde Platón (V-IV a.C.) que
sostenía que el mundo estaba compuesto por un número invariante de esencias, siendo lo individual la
“copia” o “manifestación” imperfecta y limitada de la “forma” esencial. Ahora, lo real es el cambio.
2.- Sin embargo, que la realidad cambie no significa que progrese. En el siglo XIX, el
concepto de “progreso”, heredado del mundo ilustrado, influye en las investigaciones científicas, de tal
modo que, en muchas de ellas, el “cambio” se interpreta como “progreso”.
Es cierto que el progreso implica cambio, pero el cambio no implica necesariamente progreso.
Para hablar de “progreso”, el cambio debe dirigirse hacia un determinado estado o meta, y la elección de
este estado o meta depende de juicios de valor moral, estético o económico y, no es, por tanto, una
cuestión puramente científica. Eliminar de los estudios sobre evolución este “sesgo” aún no se ha
conseguido.
Una de las razones de tal resistencia está en el uso del término “evolución”, pues esta palabra
conlleva un sentido de mejora, un telos o direccionalidad. Darwin no la utilizó nunca, quizás para tratar de
evitar tal presuposición. Por el contrario, defendió siempre que la trasformación de unas especies en otras
no obedecía a ningún “telos”, ni podía vislumbrarse ninguna “mejora”. A pesar de su esfuerzo, se impuso
y popularizó este término.
Misia Landau (1953) ha estudiado la estructura narrativa de las historias acerca de la evolución
y ha visto que es muy similar a las narraciones míticas o religiosas. Son historias que reconocen a los
organismos vivientes un papel activo en su propia evolución, les da protagonismo frente a los cambios del
medio ambiente (por ejemplo, atribuir la marcha bípeda al esfuerzo y el ejercicio continuo). Además,

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presenta la evolución como un proceso dirigido por fuerzas internas o externas, que siguiendo un plan
establecido /predefinido, culmina en la aparición del ser humano. Debido a estos elementos que suelen
aparecer en lo relatos evolucionistas, muchas personas ven a la especie humana como una especie
superior, producto de una larga y costosa evolución, que ha dado lugar al ser más inteligente y
desarrollado: la especie elegida.
Sin embargo, hoy en día sabemos que los organismos son sujetos pasivos en la evolución, sin
que la actividad de los individuos influya o pueda modificar lo más mínimo las estructuras anatómicas y
los órganos de sus descendientes. Las dos únicas fuentes de variación que se dan en los organismos
son producto del azar: por una parte, las mutaciones y, por otra, la capacidad casi ilimitada de
combinación genética que tienen los genes como consecuencia del proceso de reproducción sexual.
Sobre estas variaciones actúa la selección natural, haciendo que las combinaciones mejor adaptadas se
trasmitan y eliminando progresivamente las demás. Y a pesar de dicha adaptación, los cambios
climáticos bruscos y las catástrofes naturales, han provocado grandes extinciones de especies.

3.- Por lo tanto, la teoría evolutiva supone un cuestionamiento radical y profundo del tradicional
antropocentrismo. Se modifica la visión del ser humano: su origen no es la “voluntad divina” y, por tanto,
sus características o capacidades ya no tienen que ver con un “don divino”, sino que comparte el mismo
origen que el resto de los seres vivos.

4.- A pesar del esfuerzo científico por explicar el “camino evolutivo del ser humano” hay muchas
personas que creen que la causalidad y el azar no pueden explicar la complejidad de los seres vivos y,
menos aún, la del ser humano. Al amparo de esta creencia, surgen diferentes posiciones que van desde
el negacionismo (el creacionismo defendido por algunas sectas religiosas hasta, teorías
pseudocientíficas, como el Diseño Inteligente (que ya hemos visto en el tema anterior) o el
denominado “principio antrópico”, según el cual la naturaleza ha evolucionado para posibilitar la
aparición del ser humano, verdadero objetivo final del proceso. Esta es una visión muy extendida, pero
errónea.

Lee el siguiente texto y contesta a las preguntas:

“En 1974 Brandon Carter publicó el artículo Large number coincidences and the anthropic
principle in conmology, en el que presentaba (…) el principio antrópico, del que distinguió dos
versiones, la débil y la fuerte. El principio antrópico débil dice que “lo que podemos esperar observar
debe ser restringido por las condiciones necesarias para nuestra presencia como observadores”. Esta
versión verdadera pero trivial es muy distinta del principio antrópico fuerte, que dice que “el Universo (y
por tanto los parámetros fundamentales de los que depende) debe ser tal que admita la creación de
observadores dentro de él en alguna etapa”. Otros han formulado el principio antrópico fuerte diciendo
que es una ley de la naturaleza que la vida inteligente tiene que desarrollarse. El principio antrópico
fuerte siempre se presenta como algo extremadamente especulativo y es rechazado por todos los
cosmólogos. (….) El principio antrópico débil es una regla de inferencia correcta, pero no constituye
una explicación física (o no física) de cosa alguna. (….) sólo nos permite inferir lo que ya sabíamos
(que las constantes tienen los valores que ya sabemos), pero no nos permite explicar ni predecir nada
nuevo. Y carece por completo de consecuencias filosóficas (…) Carr y Rees (1979), al final de su
análisis benevolente indican que el principio antrópico “es completamente post hoc, todavía no se ha
usado para predecir aspecto alguno del Universo”

Mosterín, Jesús, “Examen del principio antrópico en cosmología”en Diálogos, 79 (2002)


pp 203-236

1.- ¿Qué es el principio antrópico? ¿Qué dos versiones existen?


2.- ¿Qué critica realiza el autor a estos principios?
3.- Busca el significa de la expresión “post hoc” y explica el sentido que tiene en el texto

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La evolución de las especies está sometida a la influencia de tal cantidad de factores que en la
práctica su futuro es impredecible, no porque no conozcamos todos esos factores y sus interacciones,
sino porque el futuro no está dado. Mientras en otras ciencias los procesos son predecibles y reversibles,
en el caso de la evolución biológica, el proceso es irreversible, se despliega en el tiempo y no sigue
ninguna regla.

6.- LA DIVERSIDAD CULTURAL: LA ANTROPOLOGÍA CULTURAL

6.1. Las grandes escuelas antropológicas

Con anterioridad a la segunda mitad del siglo XIX en que nace la antropología como ciencia, no
puede hablarse propiamente de un desarrollo teórico. Lo que existe antes de este momento es una
curiosidad que va creciendo, sobre todo, en momentos en los que se producen choques culturales. Uno
de los más trascendentales es el que tiene lugar en el siglo XV, coincidiendo con el descubrimiento de
América. Las gentes del Nuevo Mundo atraen poderosamente la atención de los españoles primero y del
resto de los europeos después. El P. Sahagún o el P. Las Casas serán dos claros ejemplos de este
interés por el conocimiento de otras culturas. Los siglos siguientes, XVI y XVII son tiempos de
descubrimientos geográficos y, por tanto, de incesante curiosidad. El encuentro con otros pueblos
fomenta y estimula la creación de una literatura interesada por diferencias entre las gentes y los pueblos
que, a la postre, prepara el nacimiento de la antropología social, un inicio que se produce bajo el signo del
evolucionismo y del de las teorías que precedieron a éste. De hecho, la teoría antropológica en sus inicios
se nutrió del pensamiento evolucionista y, al igual que sucede en otras ciencias, ella misma, la
antropología contribuyó a fomentar dicho evolucionismo.

La primera escuela antropológica es el “evolucionismo cultural”, una teoría en perfecta conexión


con las teorías etnocéntricas de la época sobre el progreso y el hombre moderno como su máximo
exponente. Los pueblos primitivos existentes fueron concebidos como restos vivientes, reliquias de lo que
debió ser el albor de la humanidad en su progresiva cadena evolutiva hacia el progreso y el hombre
actual, representado por el europeo, cuyas capacidades eran las máximas que la evolución habría
producido y hacia las que se encaminarían el resto de los pueblos, que pasarían, con el tiempo y según el
evolucionismo, por las mismas etapas. La evolución cultural de la humanidad se pensaba como un
progreso lineal hacia un estado civilizado y civilizador. Pertenecen a esta escuela los primeros grandes
antropólogos, el norteamericano, L. H. Morgan (1818‐1881), y el inglés E. B. Tylor (1832‐1917). Ambos
coinciden en el hecho de que, en su evolución, las sociedades pasan por tres fases sucesivas:
salvajismo, barbarie y civilización.

Precisamente fue E.B. Tylor quien elaboró una de las definiciones de cultura más aceptadas
por los antropólogos:

Cultura: es ese todo complejo que comprende conocimientos, creencias, arte, moral, derecho,
costumbres y cualesquiera otras capacidades y hábitos adquiridos por el hombre en tanto que miembro
de la sociedad

Etnocentrismo: tendencia a considerar la propia cultura como el único criterio válido para interpretar o
valorar los comportamientos, costumbres, tradiciones o valores de otros grupos, etnias o sociedades.
Además, suele implicar la creencia de que el propio grupo, sociedad o cultura se considera superior en
su forma de vida a los demás grupos, sociedades o culturas, y, en virtud de ello, rechaza, excluye y
margina a todo aquel que no forme parte de ella. La palabra, como tal, se forma a partir de las raíces
etno-, que significa ‘pueblo’, centro, en referencia al lugar que el individuo considera que su cultura
ocupa, e -ismo, que indica ‘tendencia’ o ‘actitud’. El etnocentrismo suele ser la base de muchos
nacionalismos. Al radicalizarse, puede generar discriminación, xenofobia o racismo.

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• A finales del siglo XIX se cuestiona la validez de este esquema. Por ejemplo, la escuela
difusionista, surgida a principios del siglo XX, defiende que el progreso cultural no dependería tanto
de la fuerza imparable inserta en cada sociedad sino más bien de los contactos e intercambios de
ésta con otras, por medio de los cuales reinventa y se readapta continuamente a nuevas condiciones
del entorno. Por lo tanto, para los difusionistas, como W. Rivers (1864‐1922), el verdadero motor de
la historia habría sido la difusión. Unas pocas culturas habían alcanzado extraordinarios desarrollos
culturales y, a partir de las mismas, sus rasgos culturales se habrían irradiado por todo el mundo.

• Otra de las críticas al evolucionismo cultural la realiza el particularismo histórico norteamericano


liderado por Franz Boas (1858‐1942) y sus numerosos discípulos, tales como, A. Kroeber, M. Mead,
R. Benedict, etc., de modo que en el primer cuarto del siglo XX el evolucionismo cae en el
desprestigio en Norteamérica y en Europa.

Franz Boas y su escuela, se opusieron al evolucionismo cultural, defendiendo un relativismo


cultural en el que cada cultura era un mundo independiente y completamente acabado. El relativismo
cultural está basado en el concepto de que todos los sistemas culturales son esencialmente iguales en
cuanto a su valoración; y que las diferencias entre distintas sociedades han surgido como resultado de
sus propias condiciones históricas, sociales y/o geográficas. No hay culturas mejores o peores sino
culturas diferentes.

Relativismo cultural: Nace como reacción al etnocentrismo y sostiene que para entender, estudiar y
explicar cada cultura hay que hacerlo desde sus propios parámetros. Además, suele incluir la creencia
de que no es posible la comparación entre culturas y de que no tiene ningún sentido juzgar o valorar las
prácticas culturas desde otras culturas, pues éstas tienen su razón de ser sólo dentro de la cultura que
las alberga. Esta actitud fomenta la identidad cultural y la diversidad cultural, pero llevado al extremo,
esta actitud obliga a respetar prácticas culturas que pueden atentar contra los Derechos Humanos.

• Más adelante, entre la segunda y la tercera década del siglo XX, aparece una de las escuelas más
importantes de la antropología: la funcionalista. Para esta corriente no eran tan importantes las
diferencias entre las culturas, como las semejanzas entre las mismas, consecuentes estas últimas
con la atribución a la cultura de las funciones que demandan las múltiples necesidades humanas. El
funcionalismo se dedicó a analizar las instituciones sociales en términos de satisfacción colectiva de
necesidades, considerando cada sociedad como un sistema cerrado y coherente. Entre sus
representantes están dos de los antropólogos más sobresalientes, A. R. Radcliffe‐Brown (1881‐
1955) y B. Malinowski (1884‐1942). Con ellos, se inaugura una nueva forma de hacer antropología,
a partir de este momento, los análisis culturales estarán precedidos de largos trabajos de campo, y
queda definido el método antropológico.

• En los años cincuenta y sesenta del siglo XX aparece otra de las escuelas más importantes, el
estructuralismo, cuyo representante más importante es C. Levi‐Strauss (1908‐2009). Para esta
escuela es objetivo fundamental es la búsqueda de regularidades culturales. El estructuralismo
defiende la idea de que un parecido extremo une en lo sustancial a todas las culturas. Parte de la
base de que todas las civilizaciones poseen una estructura común que puede descubrirse siempre
que se apliquen los códigos adecuados. Esa estructura está oculta para los individuos que viven
inmersos en la civilización, por eso no comprenden el significado de su propia cultura. Ese significado
pertenece al inconsciente colectivo que es común a todos los seres humanos. Para el estructuralismo
lo que expresa la cultura en superficie, no es más que el reflejo de una serie de mecanismos fijos que
se hallan en profundidad. Esos mecanismos están perfectamente ordenados, formados por
elementos que combinados entre sí dan lugar a las diferentes expresiones culturales que son
perceptibles de manera directa. La labor del investigador, como si de un científico riguroso se tratara,
se centra en descifrar los códigos ocultos de significado que subyacen bajo, por ejemplo, un conjunto
de relaciones sociales observables empíricamente.
.

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• Por último, otra de las corrientes más significativas ha sido el materialismo cultural de Marvin
Harris (1927‐2001), cuyas investigaciones se centran en el sistema productivo y su relación con la
cultura, es decir en las condiciones materiales de la cultura. Para esta escuela, el estudio de la
cultura de una sociedad debe afrontarse a través de una estructura compuesta por tres partes: la
infraestructura, que integra la producción y la reproducción, muy variables según las condiciones del
medio y las tecnológicas; la estructura, que incluye la economía doméstica y la política; y la
superestructura, que se refiere al pensamiento y la conducta.

Debido a todos los estudios antropológicos precedentes y a las características de las sociedades
actuales tan globalizadas, en las que encontramos varias culturas conviviendo en un mismo espacio
físico, geográfico o social, podemos destacar dos conceptos más:

Multiculturalidad: Según la sociología o la antropología cultural, la multiculturalidad es la constatación


de que coexisten varias culturas en un mismo espacio geográfico o social, pero no implica
necesariamente que exista una influencia o intercambio importante entre ellas. Este fenómeno puede
verse en la formación de comunidades aisladas como, por ejemplo, los barrios italianos, chinos o
palestinos que existen en algunas grandes ciudades, sin o con muy poco contacto con la comunidad
local. La multiculturalidad es un principio que reconoce la diversidad cultural existente en todos los
ámbitos y promueve el derecho a esta diversidad. Cuando las comunidades logran mantener un
intercambio en respeto y tolerancia los expertos lo llaman multiculturalismo

Interculturalidad: hace referencia a las relaciones de intercambio y comunicación igualitarias entre


grupos culturales diferentes, sin reconocer superioridad de una cultura sobre otra, independientemente
de la relación entre mayoría-minoría. La pertinencia de este movimiento se justifica en el marco de las
sociedades globalizadas actuales, que arrastran históricamente el peso de la perspectiva colonizadora,
en la cual el sector mayoritario o dominante se ha pretendido erigir como un "modelo cultural superior".
En este contexto, las palabras mayoría o minoría no se refieren al número de individuos que conforman
un grupo, sino al modo en que el poder es ejercido. Así, será "mayoría" aquel grupo que ejerza la
hegemonía cultural, y será "minoría" el grupo que no tenga el control del poder. La interculturalidad
apunta a construir una sociedad más democrática. Incluye procesos de interrelación y comunicación de
saberes, códigos, patrones y valores entre diferentes grupos culturales, entendiendo que existe igualdad
entre sujetos, independientemente de la posición que ocupen en el sistema.

La antropología biológica acabó presentándonos la identidad como una propiedad que emerge
de todo un conjunto de transformaciones anatómicas, fisiológicas, cognitivas, psicológicas y sociales. La
antropología cultural nos hizo conscientes de la diversidad cultural y de la relación entre cultural. Por todo
ello, la identidad, tanto individual como colectiva, no puede ser considerada un valor absoluto, sino que es
una dimensión del ser humano que viene conformada y modificada por todos estos factores. Siendo
conscientes de ello, se hace necesario, preservar la dignidad y libertad humana por encima de posibles
propuestas identitarias, excluyentes o estereotipadoras que amenacen con cercenar la “alas” con las que
la evolución ha dotado al ser humano.

"Que nada nos limite. Que nada nos defina. Que nada nos sujete. Que la libertad sea nuestra
propia sustancia"
Simone de Beauvoir

Vocabulario: antropología natural, antropología cultural, antropología filosófica, creacionismo, fijismo,


creacionismo fijista, evolución, selección natural, hominización, humanización, cultura, etnocentrismo,
relativismo cultural, multiculturalidad, interculturalidad.

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