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El pensamiento evolucionista o transformista, la concepción de que las especies cambian a lo largo del
tiempo, tiene sus orígenes en la antigüedad, en las ideas de los griegos, romanos, chinos y musulmanes. Sin
embargo, hasta el siglo XVIII, el pensamiento biológico occidental estaba dominado por el esencialismo, la
idea de que las formas de vida permanecen inmutables. Esta idea comenzó a cambiar, durante la
Ilustración, una vez que la cosmología evolutiva y la filosofía mecánica se extendieron de las ciencias
físicas a la historia natural. Los propios naturalistas comenzaron a concentrarse en la variabilidad de las
especies; el surgimiento de la paleontología con el concepto de extinción, minó aún más la concepción
estática de la naturaleza. A principios del siglo XIX, Jean-Baptiste Lamarck postuló su teoría de la
transmutación de las especies, que fue la primera teoría científica de la evolución completamente formada.
En 1858, Charles Darwin y Alfred Russel Wallace publicaron una nueva teoría evolutiva, que fue explicada
en detalle en la obra de Darwin El origen de las especies (1859). A diferencia de Lamarck, Darwin
proponía la idea de una ascendencia común y un árbol de la vida compuesto por muchas ramificaciones.
Esta teoría se basaba en la idea de la selección natural y sintetizaba una gran variedad de hallazgos en
varias disciplinas como la crianza de animales, la biogeografía, la geología, la morfología y la embriología.
El debate en torno a la obra de Darwin llevó a la rápida aceptación de la evolución, pero el mecanismo que
proponía, la selección natural, no fue ampliamente aceptado hasta la década de 1940. La mayoría de
biólogos argumentaban que otros factores impulsaban la evolución como la herencia de caracteres
adquiridos (neolamarquismo), un impulso innato hacia el cambio (ortogénesis), o grandes mutaciones
repentinas (saltacionismo). La síntesis de la selección natural con la genética mendeliana en las décadas de
1920 y 1930 fundaron la nueva disciplina de la genética de poblaciones. Durante las décadas de 1930 y
1940, la genética de poblaciones se integró con otros campos de la biología, resultando en una teoría
evolutiva ampliamente aplicable que comprendía gran parte de la biología; la síntesis evolutiva moderna.
Tras el establecimiento de la biología evolutiva, los estudios de las mutaciones y las variaciones en
poblaciones naturales, en combinación con la biogeografía y la sistemática, condujeron a sofisticados
modelos evolutivos matemáticos y causales. Asimismo, se mantuvieron vigentes los movimientos y
corrientes creacionistas que rechazaron la selección natural y mantuvieron la idea del diseño inteligente,
según la cual el ser humano y el universo fueron creados ya sea por uno o varios entes divinos. La
paleontología y la anatomía comparada permitieron reconstrucciones más detalladas de la historia de la
vida. Tras la aparición de la genética molecular en la década de 1950, se desarrolló el campo de la
evolución molecular, basado en secuencias proteicas y pruebas inmunológicas, incorporando más tarde
estudios del ARN y del ADN. La visión genocéntrica de la evolución se hizo prominente en la década de
1960, seguida por la teoría neutralista de la evolución molecular, acalorando los debates sobre el
adaptacionismo, las unidades de selección y la importancia relativa de la deriva genética y de la selección
natural. A finales del siglo XX, la secuenciación de ADN condujo a la filogenia molecular y la
reorganización del árbol de la vida en el sistema de tres dominios. Asimismo, los factores recientemente
reconocidos de la simbiogénesis y la transferencia horizontal de genes introdujeron aún más complejidad a
la historia evolutiva.
Antigüedad
Griegos
Los filósofos griegos discutieron conceptos que implicaban formas de evolución. Un antecedente lo
tenemos en la pugna entre Parménides y Heráclito. Anaximandro (aprox. 610-546 a. C.) afirmaba que la
vida se había desarrollado originalmente en el mar y que posteriormente esta se trasladó a la tierra, en
tanto Empédocles (aprox. 490-430 a. C.) escribió sobre un origen no sobrenatural de los seres
vivos.1
Empédocles incluso parece haber sugerido una forma de selección natural, tal y como lo transmitió
Aristóteles, aunque él personalmente estaba en contra: «Así, cuando tales partes resultaron como si
hubiesen llegado a ser por un fin, sólo sobrevivieron las que por casualidad estaban convenientemente
constituidas, mientras que las que no lo estaban perecieron y continúan pereciendo, como los terneros de
rostro humano de los que hablaba Empédocles».2 Otros filósofos, que llegaron a ser más influyentes en
la Edad Media, creyeron que las especies de todas las cosas, no sólo las cosas vivas, se fijaron por diseño
divino.
Chinos
Las ideas sobre la evolución fueron expresadas por antiguos filósofos chinos, como Zhuangzi (Chuang
Tzu), un filósofo taoísta que vivió cerca del siglo IV a. C. Según Joseph Needham, el taoísmo rechaza
explícitamente el fijismo de las especies biológicas, y los filósofos taoístas especulaban que las especies
habían desarrollado características diferentes en respuesta a ambientes diferentes.9 Los humanos, la
naturaleza y los cielos se consideraba que existían en un estado de «transformación constante» conocido
como Tao, en contraste con la concepción más estática de la naturaleza típica del pensamiento
occidental.10
Romanos
Lucrecio (fallecido el 50 a. C.), el filósofo atomista romano, escribió el poema didáctico De la
naturaleza de las cosas (De rerum natura) donde ofrece la mejor explicación de las ideas de los filósofos
griegos epicúreos que se ha conservado. Describe el desarrollo del cosmos, la Tierra, los seres vivos y la
sociedad humana por medio de mecanismos puramente naturales, sin ninguna referencia a un agente
sobrenatural. El poema influiría en las especulaciones cosmológicas y evolucionistas de los filósofos
y científicos,
durante y después del Renacimiento.11 12
Agustín de Hipona
El teólogo del siglo IV Agustín de Hipona escribió que el relato de la creación del Génesis no debería
interpretarse literalmente. Como expone en su libro De Genesi ad litteram ("Sobre la interpretación
literal del Génesis"), creía que en algunos casos las nuevas criaturas se formaban debido a la
«descomposición» de formas de vida más primitivas.13 Para él, «plantas, aves de corral y animales no
son perfectos... pero fueron creados en un estado de potencialidad». No obstante, consideraba
teológicamente perfectos a los ángeles, al firmamento y al alma humana.14 Su idea de que los seres
vivos se transformaban lentamente con el tiempo llevó a Giuseppe Tanzella-Nitti, profesor de teología de
la Pontificia Universidad de la Santa Cruz, en Roma, a afirmar que Agustín había sugerido una forma de
evolución.15 16
Edad Media
El escritor afroárabe al-Jahiz, en el siglo IX, fue el primero en intentar describir la evolución de las
especies. Estudió los efectos del entorno en las posibilidades de supervivencia, y describió la lucha por la
existencia y las cadenas tróficas.18 19 En un fragmento de El libro de los animales puede leerse:
«Los animales se encuentran involucrados en una lucha por la existencia: por los recursos,
para evitar ser devorados, y para reproducirse. Los factores ambientales influyen en los
organismos para desarrollar nuevas características que aseguren su supervivencia,
transformándose así en otras especies. Los animales que sobreviven y se reproducen pueden
traspasar sus características a la descendencia.»
Al-Jahiz, El libro de los animales.20
Dentro de este sistema se podía ordenar todo lo que existe, desde «lo bajo» hasta «lo alto», con el
infierno debajo y Dios arriba; debajo de Dios había una jerarquía angelical marcada por las órbitas de los
planetas, la humanidad en una posición intermedia, y los gusanos como los animales más bajos. En
última instancia, el universo era perfecto, y por tanto la cadena de los seres también lo era. No había
eslabones vacíos en la cadena, y ningún eslabón estaba representado por más de una especie. Por tanto,
ninguna especie podía moverse desde una posición a la otra. En esta versión cristianizada del universo
platónico perfecto, las especies no podían cambiar nunca, y permanecían inmutables de acuerdo con el
Génesis. Que los humanos olvidaran su posición en la cadena se consideraba pecado, ya fuera por
comportarse como animales situados más abajo en la cadena o por aspirar a un lugar más alto del que su
Creador les había asignado.4
Se esperaba que las criaturas situadas en eslabones adyacentes se parecieran bastante, una idea expresada
en el dicho natura non facit saltum («la naturaleza no da saltos»). Este concepto básico de la cadena de
los seres influenció en gran medida en el pensamiento de la civilización occidental durante siglos, y
todavía tiene una cierta influencia en la sociedad de hoy en día. También formaba parte del argumento
teleológico del diseño, presentado por la teología natural. Como sistema de clasificación se convirtió en
el principal principio organizador, y el fundamento de una ciencia emergente, la biología, en los siglos
XVII y XVIII.4
La primera referencia con respecto al uso de la palabra «evolución» hacía mención de lo que era el
desarrollo embriológico, sin embargo su primer uso en cuanto al desarrollo de especies se dio en 1762,
cuando Charles Bonnet lo usó para su concepto de pre-formación, en la cual se usaba como referencia
una forma miniatura de todas las generaciones futuras. El término ganó más adeptos que lo
vinculaban
con el crecimiento o desarrollo progresivo.29
Más tarde, en el siglo XVIII, el filósofo natural francés G. L. L. Buffon sugirió que lo que la mayoría de
gente denominaba 'especies' en realidad sólo eran variedades marcadas y modificadas por factores
ambientales a partir de una forma original. Por ejemplo, creía que los leones, tigres, leopardos y gatos
domésticos podían haber tenido un antepasado común. Especulaba que las aproximadamente 200
especies de mamíferos, hasta entonces conocidas, podrían haber descendido de sólo 38 formas originales.
Las ideas evolucionistas de Buffon eran limitadas; creía que cada una de las formas originales había
aparecido por generación espontánea y que les daban forma unos «moldes internos» que limitaban la
cantidad de cambio. Buffon fue uno de los principales naturalistas del siglo XVIII y sus obras, Historia
Natural y Las Épocas de la Naturaleza, tuvieron una enorme influencia; en ellas exponía teorías bien
desarrolladas sobre un origen completamente materialista de la Tierra, así como sus ideas cuestionando la
fijación de las especies.30 31 Entre 1767 y 1792, James Burnett, Lord Monboddo incluyó en sus escritos
no sólo la idea de que los hombres habían descendido de los primates sino también que, en respuesta a su
medio, los animales habían encontrado maneras de transformar sus características a lo largo de grandes
períodos.32 En 1796, el abuelo de Charles Darwin, Erasmus Darwin, publicó Zoönomia, que sugería que
«todos los animales de sangre caliente han surgido de un filamento viviente».33 En su poema de 1802
Temple of Nature, describió la aparición de la vida, desde organismos minúsculos que vivían en el barro
hasta toda la compleja diversidad actual.34
Para Maupertuis la naturaleza era demasiado heterogénea como para haber sido creada por diseño. Su
perspectiva materialista y mecanicista (debida a su conocimiento de las teorías newtonianas y sus
conocimientos en torno a la herencia le permitieron desarrollar una teoría de la vida muy próxima al muy
posterior mutacionismo de Hugo de Vries (1848-1935). Según Maupertuis, las primeras formas de vida
aparecieron por generación espontánea a partir de combinaciones azarosas de materias inertes, moléculas
o gérmenes. A partir de estas primeras formas de vida, una serie de mutaciones fortuitas engendró una
multiplicación siempre creciente de especies. Maupertuis llega incluso a postular la eliminación de los
mutantes deficientes, convirtiéndose así en un antecedente de la teoría de la selección natural. Junto a esta
idea, surgió el transformismo del Conde de Buffon, limitado al interior de las especies. Si bien Buffon
especula sobre la posibilidad de un tipo original de donde habrían descendido el resto de los animales
mediante transformaciones morfológicas, finalmente rechaza esta hipótesis basándose en la
constancia de las especies y la infertilidad de los híbridos. La tesis de que Buffon era un evolucionista
convencido que corrigió sus opiniones por miedo a la Iglesia no es aceptada ya por ninguno de los
expertos en la obra de Buffon. Como señala Russell, Buffon refuta la posibilidad transformista apelando
a criterios racionales y no a un acto de fe. Para él, las «degeneraciones» han podido afectar tan sólo al
tipo original de una especie por influencia especialmente del clima. No obstante, su cuestionamiento de
la constancia absoluta de la especie, sus reflexiones sobre la historia de la Tierra, la fecundidad de los
híbridos, el papel del medio y la biogeografía, abrirá la vía a la biología lamarckiana.35 En su obra De la
Nature (1761), Robinet formuló la idea de que los organismos vivos se transforman formando una cadena
ininterrumpida, idea que desarrolla en sus Considérations philosophiques de la gradation des formes de
l'être, ou les essais de la nature qui apprend à faire l'homme y en su Parallèle de la condition et des
facultés de l'homme avec la condition et les facultés des autres animaux, publicadas en 1768 y 1769.
Entre 1767 y 1792 James Burnett (Lord Monboddo) postuló la idea de que el hombre había derivado de
los primates, y que los animales, ante un medio cambiante, amoldarían sus características a lo largo del
tiempo en respuesta a dicho cambio, con base a la variedad de sus características. 36 Sus principales
trabajos se centraron sobre todo en el estudio de la evolución del lenguaje, donde explica su surgimiento
y desarrollo con ideas que anticipan al principio de selección natural; fue el primero en señalar la ventaja
selectiva que daba el lenguaje al ser humano. Parece ser que influyó en los trabajos de Erasmus Darwin.
Paleontología y geología
En 1796, Georges Cuvier publicó sus descubrimientos sobre las diferencias entre los elefantes vivos y los
que aparecían en el registro fósil. Sus análisis demostraron que los mamuts y los mastodontes eran
especies diferentes de cualquier animal viviente, poniendo fin así a un largo debate sobre la posibilidad
de que se extinguieran las especies. 37 En 1788, James Hutton describió procesos geológicos graduales
que funcionaban constantemente a lo largo del «tiempo profundo».38 William Smith comenzó el proceso
de ordenar estratos rocosos mediante el análisis de los fósiles de las capas mientras trabajaba en su mapa
geológico de Inglaterra. Georges Cuvier y Alexandre Brongniart publicaron un influyente estudio de la
historia geológica de la región circundante de París, basado en la sucesión estratigráfica de las capas de
roca. Estas obras contribuyeron a determinar la antigüedad de la Tierra. 39 Cuvier defendía el
catastrofismo para explicar los patrones de extinción y sucesión faunal que revelaba el registro fósil.
El conocimiento respecto al registro fósil continuó avanzando rápidamente durante las primeras décadas
del siglo XIX. En la década de 1840, los grandes rasgos de la escala geológica estaban quedando claros, y
en 1841 John Phillips dio nombre a tres grandes eras, basándose en la fauna predominante de cada una: el
Paleozoico, dominado por los invertebrados marinos y los peces; el Mesozoico, la edad de los reptiles, y
la actual; el Cenozoico, era de los mamíferos. Esta visión progresiva de la historia de la vida fue aceptada
incluso por geólogos ingleses conservadores como Adam Sedgwick y William Buckland, sin embargo,
otros como Cuvier, atribuían la progresión a episodios catastróficos repetidos de extinción
seguidos de nuevos episodios de creación.40 A diferencia de este, Buckland y algunos otros defensores
de la teología natural entre los geólogos británicos se esforzaron para relacionar explícitamente el último
episodio catastrófico propuesto por Cuvier al diluvio bíblico.41 42
Entre 1830 y 1833, Charles Lyell publicó su obra de varios volúmenes Principles of Geology que, a partir
de las ideas de Hutton, defendía una alternativa uniformitarianista a la teoría catastrofista de la geología.
Lyell afirmaba que, en lugar de ser el resultado de eventos cataclísmicos (y posiblemente sobrenaturales),
los rasgos geológicos de la Tierra se explican más fácilmente como resultado de las mismas fuerzas
geológicas graduales que se observan hoy en día —pero actuando a lo largo de períodos inmensamente
largos. Aunque Lyell se oponía a las teorías evolucionistas (cuestionando incluso el consenso que el
registro fósil demuestra una progresión auténtica), su concepto de que la Tierra era modificada por
fuerzas que actuaban gradualmente sobre un periodo largo así como la inmensa edad de la Tierra que
asumían sus teorías, influyó a muchos futuros pensadores evolucionistas como Charles Darwin.43
Una escuela radical británica de anatomía comparada, que incluía el anatomista Robert Grant, tuvo un
contacto muy estrecho con la escuela francesa de Lamarck del «transformacionismo». Uno de los
científicos franceses que influyó a Grant fue el anatomista Étienne Geoffroy Saint-Hilaire, cuyas ideas
sobre la unidad de las diferentes configuraciones corporales de los animales y la homología de ciertas
estructuras anatómicas serían ampliamente influyentes y llevarían a un intenso debate con el su colega
Georges Cuvier. Grant se convirtió en una autoridad en la anatomía y reproducción de los invertebrados
marinos. Desarrolló las ideas de Lamarck y de Erasmus Darwin sobre la transmutación y el
evolucionismo, e investigó las homologías para demostrar la descendencia común. Como joven
estudiante, Charles Darwin se unió a Grant en investigaciones del ciclo vital de animales marinos. En
1826, un documento anónimo, escrito probablemente por Robert Jameson, alabó a Lamarck por haber
explicado cómo los animales más altos habían «evolucionado» de los gusanos más simples; esta fue la
primera utilización de la palabra «evolucionar» en su sentido moderno.46 47
Las ideas sobre la transmutación de las especies estaban asociadas con el materialismo radical de la
Ilustración y fueron atacadas por pensadores más conservadores. Georges Cuvier atacó las ideas de
Lamarck y Geoffroy Saint-Hilaire, estando de acuerdo con Aristóteles en que las especies eran
inmutables. Cuvier creía que las partes individuales de un animal estaban demasiado estrechamente
relacionadas como para que una de ellas cambiara independientemente de las otras, y argumentaba que el
registro fósil mostraba patrones de extinciones catastróficas seguidas de repoblaciones, y no un cambio
gradual a lo largo del tiempo. También indicó que los dibujos de animales y las momias de animales de
Egipto, que tenían miles de años de antigüedad, no presentaban ninguna diferencia respecto a los
animales modernos. La fuerza de los argumentos de Cuvier y su reputación científica hicieron que las
ideas transmutacionales permanecieran marginales durante décadas.50
En Gran Bretaña, la filosofía de la teología natural permaneció influyente. El libro de 1802 de William
Paley Natural Theology, con su famosa analogía del relojero, fue escrito al menos parcialmente como
respuesta a las ideas transmutacionales de Erasmus Darwin.51 Los geólogos influidos por la teología
natural, como Buckland y Sedgwick, tomaron la costumbre de atacar las ideas evolucionistas de
Lamarck, Grant y The Vestiges of the Natural History of Creation.52 53 Aunque el geólogo Charles Lyell
se oponía a la geología sacra, también creía en la inmutabilidad de las especies, ya sus Principles of
Geology (1830-1833) criticaron el desarrollo de las teorías lamarckianas. 43 Idealistas como Louis
Agassiz y Richard Owen creían que cada especie era fija e inmutable porque representaba una idea en la
mente del creador. Pensaban que las relaciones entre las especies podían ser discernidas a partir de
patrones del desarrollo embriológico, así como el registro fósil, pero que estas relaciones representaban
un patrón subyacente de pensamiento divino, con una creación progresiva que llevaba a una mayor
complejidad y culminaba con la humanidad. Owen desarrolló la idea de «arquetipos» de la mente Divina
que producen una secuencia de especies relacionadas para homologías anatómicas, como los miembros
de los vertebrados. Owen encabezó una campaña pública que consiguió marginar a Robert Grant de la
comunidad científica. Darwin utilizaría las homologías analizadas por Owen en su propia teoría, pero el
severo trato que recibió Grant y la controversia alrededor de Vestiges contribuyeron a su decisión de
retrasar la publicación de sus ideas.47 54 55
En 1813, William Charles Wells leyó ante la Royal Society ensayos que asumían que había habido una
evolución de los humanos, y reconocían el principio de la selección natural. Charles Darwin y Alfred
Russel Wallace no estaban al corriente de esta obra cuando publicaron conjuntamente su teoría en 1858,
pero Darwin reconoció más tarde que Wells había reconocido el principio antes que ellos, escribiendo
que la obra An Account of a White Female, part of whose Skin resembles that of a black («Informe sobre
una hembra blanca, de la cual una parte de la piel se asemeja a la de un negro») fue publicada en 1818, y
que «[él] reconoce claramente el principio de la selección natural, y éste es el primer reconocimiento al
ser indicado, pero sólo lo aplica a las razas humanas, y únicamente a ciertos rasgos». 57 Cuando Darwin
estaba desarrollando su teoría, fue influido por el «sistema natural» de clasificación de Agustín de Candolle, que enfatizaba la
guerra entre especies competidoras.58 59
Patrick Matthew escribió en su «críptico» libro Naval Timber & Arboriculture (1831) sobre una
«adaptación continua de la vida en las circunstancias" y sobre que la "descendencia de los mismos
padres, bajo circunstancias muy diferentes, pueden, en varias generaciones, ser incluso especies
diferentes, incapaces de reproducirse entre ellas».60 Charles Darwin descubrió esta obra tras la
publicación inicial de El origen. En el breve esbozo histórico que Darwin incluyó en la tercera edición
dice que: «Desafortunadamente, la idea fue expuesta por el Sr. Matthew muy brevemente en un apéndice
de una obra sobre un tema diferente[...] Sin embargo, vio claramente toda la fuerza del principio de la
selección natural.»61 Es posible observar toda la historia de la biología desde los antiguos griegos hacia
adelante y descubrir anticipaciones de casi todas las ideas clave de Darwin. Sin embargo, como dice el
historiador de la ciencia Peter J. Bowler, «con una combinación de teorías audaces y una evaluación
detallada, Darwin encontró un concepto de la evolución que era único en su tiempo». Bowler continúa
diciendo que la simple prioridad por sí sola no es suficiente para asegurarse un lugar en la historia de la
ciencia, hay que desarrollar una idea y convencer a los demás de su importancia para que tenga un
impacto real.62
En su ensayo sobre la recepción de El origen de las especies, Thomas Henry Huxley dijo:
Selección natural
Los patrones biogeográficos que observó Charles Darwin en lugares como las islas Galápagos durante el
viaje del Beagle hicieron que pusiera en duda la fijación de las especies, y en 1837 inició el primero de
una serie de libros de notas secretos sobre la transmutación. Las observaciones de Darwin le llevaron a
ver la transmutación como un proceso de divergencia y ramificación, en lugar de la progresión en escala
concebida por Lamarck y otros. En 1838 leyó la nueva sexta edición de Ensayo sobre el principio de la
población, escrito en el siglo XVIII por Thomas Malthus. La idea malthusiana que el crecimiento de la
población lleva a una lucha por la supervivencia, combinada con el conocimiento de Darwin sobre cómo
seleccionaban los ganaderos los rasgos interesantes, llevó al nacimiento de la teoría de la selección
natural de Darwin. Darwin pasa veinte años sin publicar sus ideas sobre la evolución. Sin embargo, sí que
las compartió con algunos otros naturalistas y amigos, empezando por Joseph Hooker, con quien discutió
sobre su ensayo no publicado de 1844 sobre la selección natural. Durante este período, utilizó el tiempo
que le quedaba del resto de su trabajo científico para refinar lentamente sus ideas y, consciente de la
intensa controversia en torno a la transmutación, acumular pruebas para apoyarlas.55 64 65
A diferencia de Darwin, Alfred Russel Wallace, influido por el libro Vestiges of the Natural History of
Creation, ya sospechaba la existencia de la transmutación de las especies cuando empezó su carrera
como naturalista. En 1855, las observaciones biogeográficas llevadas a cabo durante su trabajo de campo
en Sudamérica y la Insulindia ya le habían dado la confianza necesaria en
un patrón ramificándose de la evolución como para publicar un documento
en el que afirmaba que cada especie se originó en gran proximidad a una
especie muy próxima ya existente. Como en el caso de Darwin, fue la
consideración de Wallace de cómo las ideas de Malthus se podían aplicar a
poblaciones de animales que lo llevó a conclusiones muy similares a las de
Darwin sobre el papel de la selección natural. En febrero de 1858,
desconociendo las ideas no publicadas de Darwin, Wallace plasmó sus
pensamientos en un ensayo que envió a Darwin, pidiéndole su opinión. El
resultado fue que publicaron conjuntamente en julio siguiente un extracto
del ensayo de 1844 de Darwin junto con la carta de Wallace. Darwin
también comenzó a trabajar con dedicación en El origen de las especies,
La obra de Darwin causó
que publicaría en 1859.66
demasiadas críticas. Este
dibujo hecho por Faustin
1859-1930: Darwin y su legado
Betbeder, es una burla
hacia la perspectiva En la década de 1850, si las
fundada por Darwin.
especies evolucionaron o no fue un
tema de intenso debate, con
científicos prominentes discutiendo
68
ambos lados del tema. La publicación de El origen de las
especies de Charles Darwin transformó fundamentalmente la
discusión sobre los orígenes biológicos.69 Darwin argumentó que
su versión ramificada de la evolución explicaba una gran
cantidad de hechos en biogeografía, anatomía, embriología y
otros campos de la biología. También proporcionó el primer
mecanismo convincente por el cual el cambio evolutivo podría
persistir: su teoría de la selección natural.70
La teoría de Darwin logró alterar profundamente la opinión científica sobre el desarrollo de la vida y
producir una pequeña revolución filosófica. 74 Sin embargo, esta teoría no podría explicar varios
componentes críticos del proceso evolutivo. Específicamente, Darwin no pudo explicar la fuente de
variación en los rasgos dentro de una especie, y no pudo identificar un mecanismo que pudiera transmitir
los rasgos fielmente de una generación a la siguiente. La hipótesis de la pangénesis de Darwin, aunque
dependía en parte de la herencia de las características adquiridas, demostró ser útil para los modelos
estadísticos de evolución desarrollados por su primo Francis Galton y la escuela "biométrica" del
pensamiento evolutivo. Sin embargo, esta idea demostró ser de poca utilidad para otros biólogos. 75
Aplicación a humanos
Charles Darwin era consciente de la reacción severa en algunas
partes de la comunidad científica contra la sugerencia hecha en
Vestigios de la Historia Natural de la Creación de que los
humanos habían surgido de los animales por un proceso de
transmutación. Por lo tanto, ignoró casi por completo el tema de
la evolución humana en El origen de las especies. A pesar de esta
precaución, el tema ocupó un lugar destacado en el debate que
siguió a la publicación del libro. Durante la mayor parte de la
primera mitad del siglo XIX, la comunidad científica creía que, Esta ilustración (la raíz de The March
aunque la geología había demostrado que la Tierra y la vida eran of Progress76 ) fue el frontispicio del
muy antiguas, los seres humanos habían aparecido libro de Thomas Henry Huxley
Evidence as to Man's Place in Nature
repentinamente unos pocos miles de años antes del presente. Sin
(1863). Huxley aplicó las ideas de
embargo, una serie de descubrimientos arqueológicos en las Darwin a los humanos, usando una
décadas de 1840 y 1850 mostraron herramientas de piedra anatomía comparada para mostrar
asociadas con los restos de animales extintos. A principios de la que los humanos y los simios tenían
década de 1860, como se resume en el libro de 1863 de Charles un antepasado común, lo que
Lyell, Geological Evidence of the Antiquity of Man, se había desafió la idea teológicamente
importante de que los humanos
aceptado ampliamente que los humanos habían existido durante
tenían un lugar único en el
un período prehistórico, que se extendió muchos miles de años
universo.77
antes del comienzo de la historia escrita. Esta visión de la historia
humana era más compatible con un origen evolutivo para la humanidad que la visión más antigua. Por
otro lado, en ese momento no había evidencia fósil para demostrar la evolución humana. Los únicos
fósiles humanos encontrados antes del descubrimiento de Java Man en la década de 1890 eran humanos
anatómicamente modernos o neandertales demasiado cercanos, especialmente en la característica crítica
de la capacidad craneal, a los humanos modernos para que pudieran ser intermediarios convincentes entre
humanos y otros primates.78
Por lo tanto, el debate que siguió inmediatamente a la publicación de El origen de las especies se centró
en las similitudes y diferencias entre los humanos y los simios modernos. Carolos Linneo había sido
criticado en el siglo XVIII por agrupar humanos y simios como primates en su innovador sistema de
clasificación.79 R i c h a r d O w e n defendió vigorosamente la clasificación sugerida por G e o r g e s
Cuvier y
Johann Friedrich Blumenbach colocó a los humanos en un orden separado de cualquiera de los otros
mamíferos, que a principios del siglo XIX se había convertido en la visión ortodoxa. Por otro lado,
Thomas Henry Huxley buscó demostrar una estrecha relación anatómica entre humanos y simios. En un
famoso incidente, que se conoció como la Gran Pregunta del Hipocampo, Huxley mostró que Owen se
equivocó al afirmar que los cerebros de los gorilas carecían de una estructura presente en los cerebros
humanos. Huxley resumió su argumento en su influyente libro de 1863 Evidence as to Man's Place in
Nature. Otro punto de vista fue defendido por Lyell y Alfred Russel Wallace. Acordaron que los
humanos compartían un ancestro común con los simios, pero cuestionaron si algún mecanismo
puramente materialista podría explicar todas las diferencias entre humanos y simios, especialmente
algunos aspectos de la mente humana.78
En 1871, Darwin publicó The Descent of Man, and Selection in Relation to Sex, que contenía sus puntos
de vista sobre la evolución humana. Darwin argumentó que las diferencias entre la mente humana y las
mentes de los animales superiores eran una cuestión de grado más que de tipo. Por ejemplo, él vio la
moralidad como una consecuencia natural de los instintos que fueron beneficiosos para los animales que
viven en grupos sociales. Argumentó que todas las diferencias entre humanos y simios se explicaron por
una combinación de las presiones selectivas que surgieron de nuestros antepasados que se mudaron de los
árboles a las llanuras, y la selección sexual. El debate sobre los orígenes humanos y sobre el grado de
singularidad humana continuó hasta bien entrado el siglo XX.78
Transformismo lamarquista
El primero en proponer una teoría acabada de la evolución fue Jean-
Baptiste Lamarck.
El mecanismo de la evolución
A pesar de que la teoría de Darwin pudo sacudir profundamente la
opinión científica con respecto al desarrollo de la vida (e incluso
resultando en una pequeña revolución social), no pudo explicar la
fuente de variación existente entre las especies, y la propuesta de
Darwin de la existencia de un mecanismo hereditario (pangénesis)
no satisfizo a la mayoría de los biólogos. No fue recién hasta fines
Diagrama dibujado por Charles del siglo XIX y comienzos del XX, que estos mecanismos pudieron
Darwin en El Origen de las establecerse.
Especies.
Cuando se "redescubrió" alrededor del 1900 el trabajo de Gregor Mendel sobre la naturaleza de la
herencia que databa de fines del siglo XIX, se estableció una discusión entre los Mendelianos
(Davenport, Bateson) y los biométricos Walter Frank Raphael Weldon y Karl Pearson), quienes insistían
en que la mayoría de los caminos importantes para la evolución debían mostrar una variación continua
que no era explicable a través del análisis mendeliano. Finalmente, los dos modelos fueron conciliados y
fusionados, principalmente a través del trabajo del biólogo y estadístico R.A. Fisher. Este enfoque
combinado, que empleaba un modelo estadístico riguroso a las teorías de Mendel de la herencia vía
genes, se dio a conocer en los años 1930 y 1940 y se conoce como la teoría sintética de la evolución.83
En los años de la década de 1940, siguiendo el experimento de Griffith, Avery, McCleod y McCarty
lograron identificar de forma definitiva al ácido desoxirribonucléico (ADN) como el "principio
transformante" responsable de la transmisión de la información genética. En 1953, Francis Crick y James
Watson publicaron su famoso trabajo sobre la estructura del ADN, basado en la investigación de
Rosalind Franklin y Maurice Wilkins. Estos desarrollos iniciaron la era de la biología molecular y
permitieron el estudio de la evolución a nivel molecular (ver evolución molecular).
A partir de comienzos de la década de 1960, la biología molecular fue considerada cada vez más como
una amenaza al núcleo tradicional de la biología evolutiva. Algunos biólogos evolucionistas establecidos,
tales como Ernst Mayr, Theodosius Dobzhansky y George Gaylord Simpson, mostraron un especticismo
extremo en lo referente a enfoques moleculares, especialmente cuando se trataba de conexiones con la
selección natural. La hipótesis del reloj molecular y la teoría neutralista eran particularmente
controvertidas, y dieron lugar al debate neutralismo-seleccionismo sobre la importancia relativa de la
deriva y la selección, que continuó hasta la década de 1980 sin una resolución clara.86 87