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Del diagrama de relaciones entre las partes del edificio resaltamos la importancia de las zonas

colectivas como transición entre áreas de niveles de privacidad y propiedad diferentes (entre el
área privada de la vivienda y las áreas de apoyo no residencial, como aparcamientos y trasteros,
o entre los espacios públicos y privados).

Estos espacios comunitarios pueden estar dedicados a: cocina comunitaria, comercio de


pequeña escala (y uso diario: panadería, verdulería, carnicería, quiosco, etc.), comercio de gran
escala (supermercado), comedor comunitario, patios urbanos, centro de día, centro de salud,
azotea accesible, sala de actos/conciertos, huertos comunitarios, guardería autogestionada,
ludoteca, sauna, spa, lavadero común y tendederos, aulas para todo tipo de aprendizaje, talleres
de aprendizaje y reparación (oficios), taller de dibujo y bellas artes, centros de actualización
profesional, talleres de comida fresca, centro de información, escuela de cocina, escuela de
baile, escuela de jardinería, centro de aprendizaje sobre energías renovables, centro de
participación, centro de cooperación, sede para co-shopping, local para bicicletas, red de radio
o comunicación metropolitana, local para trueque, locales para practicar gimnasia o yoga,
restaurantes, piscina, áreas de usos comunes polivalentes, área de encuentro vecinal, áreas de
juego, espacios para oficinas, vivero de empresas, espacios de almacenamiento común.

Para la calidad de la vida urbana es importantísimo que existan gradientes entre lo público y lo
privado, es decir, definir y proyectar espacios intermedios entre vivienda y edificio, y entre
edificio y espacio público. También es clave la relación entre el plano vertical de fachada y las
aceras y los espacios públicos, ya que es el encuentro de dos sistemas de relación y es aquí
donde reside la potencialidad de máxima actividad y variedad, como si de sistemas ecológicos
se tratara.

Tan importantes como los metros cuadrados de la vivienda son los metros cuadrados de espacio
público, semipúblico y semiprivado que puede disfrutar cada habitante en aceras, paseos,
plazas, jardines, zaguanes, patios y pasarelas. La clave es que la puerta de la vivienda no de
directamente a un espacio transitado y ruidoso.

Es vital que cada sociedad resuelva adecuadamente sus viviendas, ya que las fricciones
derivadas de su mal diseño e insuficiencias pueden tener consecuencias negativas en la vida de
las personas, con efectos y gastos que se externalizan. Cuando las viviendas no responden a las
necesidades reales, a la larga los problemas se hacen visibles en formas de insatisfacción que
derivan en depresiones personales, en situaciones de exclusión social, violencia social e
intrafamiliar. La situación y la morfología urbana, así como la insuficiencia y poca calidad de la
vivienda, pueden generar situaciones de guetificación, estigmatización y marginación.

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