Está en la página 1de 4

037.

05 año 11, oct 2010

Territorios de transición: tres ejemplos (1)

Parte 5 de la serie 'La deriva del espacio público'


Zaida Muxí y Josep Maria Montaner

resumen

Josep Maria Montaner y Zaida Muxí escriben sobre cómo una ciudad debe establecer los límites de la privacidad
y de lo común; analizan sendos proyectos de construcción urbana en Groningen (Holanda) y Viena

cómo hacer la citación

MUXÍ, Zaida; MONTANER, Josep Maria. Territorios de transición: tres ejemplos. Parte 5 de la serie 'La deriva del
espacio público'. Drops, São Paulo, 11.037, Vitruvius, oct 2010
<http://www.vitruvius.com.br/revistas/read/drops/11.037/3626>.

Schots 1 y 2, en Groningen
Foto Montaner/Muxí

El urbanismo siempre tiene relación con la política, en el sentido amplio de la palabra. La política viene
de polis, de la correcta organización de la ciudad, y tiene que ver con la gestión del espacio y los
equipamientos públicos. Actuar sobre el espacio público es actuar sobre lo que es común. Y el
espacio público no es un vacío separado por una clara y definida línea de otro tipo de espacio,
generalmente interior, que es privado. Las calidades que definen al espacio público son, por un lado,
su habitabilidad y su posible apropiación por los habitantes; y por otro, los espacios de transición entre
los adentros y los afueras. Enfatizaremos en este artículo estos espacios de transición entre los usos
residenciales y los espacios públicos, fundamentales para una ciudad de calidad, segura, amigable
con las personas y variada en sus usos.

En la complementariedad entre la vivienda y el espacio público radica la clave de la relación entre lo


privado, lo doméstico, el derecho a la privacidad e intimidad, y lo público, la esfera de la relación, el
trabajo y el intercambio, que debe ser igualmente accesible para todas y todos. En La condición
humana (1958), Hannah Arendt considera que el desarrollo de la dignidad humana depende del
equilibrio y la relación entre lo privado y lo público. Hoy podemos escribir que este equilibrio se rompe
cuando, por ejemplo, lo público irrumpe de manera fascista en la libertad individual o cuando la vida
privada, en el caso de los “sin techo”, no tiene otra salida que desplegarse en el ámbito de lo público.

1
Podríamos afirmar que hay una escala de actuación, en la mejora de la calidad de vida de las
personas que viven en las ciudades, que sólo es posible desde la acción política pública. Esto es
especialmente cierto cuando nos referimos a los servicios e infraestructuras, muchas veces invisibles,
pero imprescindibles para nuestro bienestar y desarrollo. En esta categoría entra el espacio público y
los equipamientos. Las viviendas pueden, de mejor o menor manera, ser resueltas por los propios
habitantes, sin embargo, la ciudad nunca es el resultado de una acción individual ni personal como no
lo son las transiciones entre privado y público. Es el proyecto urbano, con la definición de usos y
tipologías, el que determina sus características.

Un ejemplo emblemático, del que hablamos en el anterior artículo, es el de Favela Bairro en Río de
Janeiro, en el que se afrontaron las dos cuestiones a la vez: vivienda y espacio público. En este caso
solo se han hecho viviendas nuevas cuando se trataba de realojo, es decir, en aquellas áreas que
están en zonas peligrosas o con riesgo de desastre, o en ejes estratégicos para mejorar las
infraestructuras del barrio. En las favelas, donde la gente ha sido capaz de autoconstruirse sus casas,
lo que falta son equipamientos y el acondicionamiento del espacio público. Y esto es lo que ha de
aportar la ciudad: lo que no pueden construir sus habitantes. Se trata de hacer ciudad donde no había,
nombrando las calles, llegando con servicios y equipamientos públicos. Y deberíamos reconocer que
en nuestro país encontramos problemas similares, especialmente en urbanizaciones que han dado
lugar al suburbio disperso y que en cuyo origen hay procesos de parcelación no regulados y, en
algunos casos, viviendas autoconstruidas, y que hoy se encuentran con serios problemas de servicios
de infraestructuras, equipamientos, transporte y, por supuesto, el espacio público es inexistente, más
allá de las calzadas para los coches. A esta problemática derivada de las décadas de los sesenta y
setenta, se suma el boom de los suburbios residenciales de baja densidad de las últimas dos
décadas, a los que es casi imposible hacer llegar los servicios de calidad reclamables y en los que el
espacio público ha quedado reducido a los conectores vehiculares llamados calles, aunque una calle
sea algo mucho más complejo ¿Cómo solucionaremos hoy este problema en nuestro territorio?

Otra cuestión vital es cuando se hacen nuevos barrios: ¿cómo conseguir que funcione el espacio
público? Porque el espacio público no se consigue solo haciendo físicamente un vacío denominado
calle o plaza. Para que funcionen ha de reunir una serie de cualidades, siendo la principal la
complejidad entendida como mezcla de funciones. Por ello el futuro de las ciudades está en la
complejidad en vertical, tal como se consigue en el proyecto para el centro de Almere, en Holanda,
que sigue el plan general de Rem Koolhaas (OMA). La solución para potenciar las relaciones y la vida
urbana consiste en anudar y superponer torres y bloques sobre distintas capas funcionales y formales.
Almere se plantea como un manifiesto de alternativas tipológicas de media altura, organizadas,
esencialmente en tres grandes niveles. Subsuelos complejos para infraestructuras, redes de
transporte público, aparcamientos, carga y descarga, supermercados o entidades bancarias. Encima,
niveles de calles peatonales, con paseos, tiendas, restaurantes, servicios y equipamientos públicos. Y
sobre estos cuerpos de la base, torres, bloques y manzanas dedicadas a oficinas, hoteles y viviendas
que pueden disfrutar de cubiertas verdes, depósitos de agua de lluvia y espacios comunitarios. Y
entonces es cuando el espacio público se multiplica en plataformas, azoteas y pasarelas.

Veamos tres ejemplos de buena relación entre los límites de lo privado y lo público. Dos de los
proyectos se sitúan en una antigua zona industrial en proceso de recalificación en Viena, Austria: el
conjunto de la Frauen Werk Statd y la Compact City. En ambos, el gradiente de paso entre lo público y
lo privado está muy desarrollado.

El conjunto Frauen Werk Stadt, (barrio de las mujeres trabajadoras), renombrado Margarete Shütte-
Lihotzky Hof, fue promovido por la Oficina de la Mujer de Viena, se inició en 1992 con un concurso
entre equipos exclusivamente de arquitectas, para proponer un desarrollo residencial basado en los
requerimientos de la vida cotidiana y, específicamente, en las necesidades de las mujeres. El
concurso lo ganó Franziska Ullmann, que hizo el desarrollo urbano y uno de los edificios. Para los
otros se escogieron a Elsa Prochazka, Gisela Prodeka y Liselotte Peretti. El objetivo era el de convertir

2
la experiencia de la mujer en la vida cotidiana en criterio de diseño, tanto en el proceso de
planificación urbana como en la construcción de viviendas; aumentar su participación en la
construcción de la ciudad y en los lugares de decisión política; y demostrar que los criterios de diseño
para viviendas y espacio público, con visión de género, no solo son un manifiesto teórico sino que
también se pueden llevar a la práctica y son beneficiosos para todas las personas.

Su espacio público está pensado para los usuarios, con lugares de juegos y actividades para
diferentes edades. Al conjunto de viviendas con zonas de trabajo se le suman los equipamientos de
proximidad; una guardería, un dispensario médico, el centro de vecinos, una estación de policía y
comercios. Algunos criterios de diseño son los recorridos abiertos a la vista de todo el conjunto,
sobretodo en las entradas; las escaleras muy visibles y con buena iluminación; los espacios de
almacenamiento accesibles en planta baja, para bicicletas y cochecitos de niños; las azoteas
utilizables comunitariamente; y la creación de espacios de encuentro.

La manzana de la Compact City (1995-2001), situado enfrente del anterior proyecto del equipo Bus
Architektur, encabezado por Laura Spinadel, es un valioso caso de superposición y mezcla de usos en
una manzana plurifuncional, con viviendas, comercios, talleres, oficinas, un supermercado y sus
almacenes, restaurantes, aparcamientos y equipamientos como una guardería. Con un laborioso
proceso de proyecto y gestión se ha conseguido realizar una manzana urbana, en la cual se
superponen distintos usos configurando un sistema de espacios públicos, accesos, marquesinas y
pasarelas. De esta manera, genera una diversidad y complejidad necesaria por su localización
periférica lejana del centro de la ciudad, y evita la reproducción de barrios monofuncionales.

Ambos proyectos apuntan hacia un futuro hecho de la mezcla de funciones, la superposición, la


relación vivienda y trabajo y las piezas urbanas densas y variadas.

La ciudad de Groningen, Holanda, ha hecho de la renovación de antiguas áreas industriales su


modelo de transformación. En este contexto se sitúa el proyecto de los Schots 1 y 2 (1998-2003), del
estudio S333 Architecture+Urbanism, dos manzanas residenciales y polifuncionales, estrechamente
relacionadas entre ellas. Una megaforma que sitúa las viviendas en los espacios semipúblicos, con
una calle pública comercial en su eje, que va configurando cubiertas hechas con grava y césped sobre
los aparcamientos, supermercados y comercios de pequeña y mediana escala, de manera que se
produce una agradable y sutil transición entre lo público y lo privado.

Concluyendo, en la relación entre lo privado y lo público es esencial la existencia de gradientes de


privacidad, es decir, espacios de transición. De ello tenemos muy buenos ejemplos en Cataluña,
desde la Casa Bloc en Barcelona, del GATCPAC, (1934-1936), hasta el Walden 7 en Sant Just
Desvern del Taller de Arquitectura (1972-1977). La arquitectura moderna quiso introducir espacios
intermedios, como en el grupo de viviendas para la cooperativa de agentes comerciales en la calle
Santa Maria Micaela en Valencia (1958-1961), de Santiago Artal, en el que los edificios pantallas y el
bloque bajo, que matiza la transición entre la calle corredor y los edificios modernos, delimitan un
patio comunitario que da acceso a las viviendas y que recuerda las pequeñas plazas de Ámsterdam,
conceptualizadas por Jacoba Mulder y proyectadas por Aldo van Eyck en los años sesenta.

Por lo tanto, tan importantes como los metros cuadrados de la vivienda lo son los de espacio público,
semi-público y semi-privado que puede disfrutar cada habitante en aceras, paseos, plazas, jardines,
pórticos, marquesinas, zaguanes, patios, pasarelas y cubiertas. La clave es que la puerta de la
vivienda no de directamente a un espacio transitado y ruidoso. Es decir, que de a un tranquilo y vivo
espacio público.

Nota 1 - Artículo originalmente publicado en el cuaderno Cultura|s de La Vanguardia, en 26 agosto 2009.

3
sobre los autores

Josep Maria Montaner es arquitecto, doctor y catedrático de la Escola Tècnica Superior d'Arquitectura de
Barcelona de la Universitad Politécnica de Cataluña. Es director del Master Laboratorio de la vivienda del siglo
XXI en la ETSAB.

Zaida Muxí Martínez es arquitecta, doctora, professora y coordinadora de la Escola Tècnica Superior
d'Arquitectura de Barcelona y codirectora junto Josep Maria Montaner del Master Laboratorio de la vivienda del
siglo XXI en la ETSAB.

Compact City en Viena


Foto Luciana Tessio/ Montaner Muxí Arquitectes

Frauen Werk Stadt en Viena


Foto Luciana Tessio/ Montaner Muxí Arquitectes

También podría gustarte