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CONCEPTOS FUNDAMENTALES DE YOM KIPPUR


Explicados por medio de historias y parábolas de los jasídicos
Rav Dr. Williams Pitter
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Las historias aquí recopiladas no han sido escogidas al azar,


tampoco han sido escogidas para que tengas una idea
de la vida y la enseñanza jasídica. Ni para instruirte
de nada en absoluto. Han sido escogidas porque,
cuando las escuches cuidadosamente, dejarán de
ser historias jasídicas… y serán tus historias. Y cuando
oigas lo que la historia tiene que contar acerca de ti, de tu vida,
y de la mejor manera de vivirla, la historia habrá cumplido su misión.
Rebe Rami Shapiro

Primera parte: El jasídico, su suegro y su Rabino

Segunda parte. El Rebe que cobraba por tefilá, el judío extraviado y la fiesta del Mesías

Tercera parte. Preguntas y respuestas en el día del juicio

Conferencias dictadas en la sinagoga BESH de Maracaibo, Zulia. Venezuela.


Octubre 2014/Tishrei 5775
Conceptos fundamentales de Yom Kippur
Dr. Williams Pitter

CONCEPTOS FUNDAMENTALES DE YOM KIPPUR


Explicados por medio de historias y parábolas de los jasídicos.
Primera parte: El jasídico, su suegro y su Rabino
Rav Dr. Williams Pitter

Como preludio a esta conferencia, me gustaría comentar algunos aspectos históricos del Judaísmo moderno, que
darán la base y el marco apropiado para hacerme entender y así tratar los temas que deseo compartir con Uds.

Una de las marcas distintivas del Judaísmo de todos los tiempos ha sido la permanente preocupación de sus
rabinos y líderes comunales por la educación de los niños y jóvenes; y junto a ello, se promueve la erudición
intelectual en el dominio de la Torá escrita y de la Torá oral. Al punto que, cualquier joven de origen humilde y con
talento era protegido y educado para llegar a ser un gran Maestro de Torá y hasta un líder admirado y respetado
por toda la comunidad. La corona de la Torá estaba al alcance de todo hombre temeroso del Eterno.

Uno de los ejemplos más emblemáticos y citados por la literatura rabínica es el del joven Hillel, que no teniendo
como pagar su educación se subía al techo de la sinagoga y pegado a las rendijas de las ventanas escuchaba las
lecciones de Torá que tanto amaba. Hasta que un día, en pleno invierno, lo encontraron casi congelado en el techo,
y los Maestros de Torá de aquella época, admirados por este esfuerzo lo becaron. Aquel joven Hillel, con el tiempo
se convirtió en uno de los Maestros de Torá más distinguidos de su tiempo, y llegó a ser el presidente del sanedrín.
Los últimos 20 años de su vida coincidieron con el nacimiento de Yeshua, y se cree, que Hillel estaba entre aquellos
sabios con los cuales discutió el joven Yeshua de 12 años cuando visitó el Templo de Jerusalén (Mt 2:41-52). Y
leyendo las páginas del Nuevo Testamento nos damos cuenta cuán afamados y apreciados eran los hombres judíos
que dominaban y enseñan Torá con mucha habilidad. Y entre ellos, y por encima de ellos se destacó Yeshua, un
joven carpintero de Nazaret, y también el Saulo de Tarso, unos de los jóvenes más brillantes de su generación y
discípulo de Rabbí Gamaliel, como lo dice en su auto-biografía en el libro de los Hechos (22:3).

El ideal de la erudición y el amor por la Torá se forma desde la más temprana edad como lo menciona la Mishná1;
desde el hogar, y prolongándose en las casas de estudios de las comunidades judías; y al mismo tiempo, los jóvenes
aprendían un oficio con sus respectivos padres o familiares. El gran valor atribuido al estudio de la Torá y a la
disciplina de los hogares judíos más el esfuerzo de los Rabinos, ha contribuido al extraordinario hecho histórico
que, el pueblo judío, en medio de la opresión ejercida de diversas maneras por la cristiandad durante la edad
media, que le negaba la entrada a las universidades a los jóvenes judíos; estos se distinguieran y llegaron a ser
famoso más allá de las fronteras de las comunidades judías. De ellos podemos mencionar a El Rambam,
Maimónides, Rashí, Abraham Abarbanel, etc., Desde tiempos antiguos y hasta el día de hoy, cuando un joven
descollaba por su talento y piedad, y sin importar su origen humilde, no sólo era considerado como un potencial
Maestro de Torá sino también como un potencial candidato para el matrimonio por las ricas familias judías,
quienes querían casar a sus hijas con un joven de este carácter. Así que, llegar a ser Rabino y un prominente sabio
de su generación es el ideal de los jóvenes judíos ortodoxos, y el ideal de una joven ortodoxa es casarse con un
joven talentoso y erudito en Torá.

Este ideal por la erudición entre la juventud judía y aun entre los Rabinos, vino a ser estremecido por una nueva
forma de espiritualidad judía que surgió en las primeras décadas del siglo XVIII, por medio de un Rabino de nombre
Ysrael Ben Eliezer (1698-1760). Este Rabino llegó a ser mundialmente conocido bajo el nombre de “Baal Shem Tov”,
el “Señor del Buen Nombre”, y fue el fundador de los jazidim, es decir, los piadosos, o jasídicos, como también se
les llama. Los jasidim toman nombre de la palabra hebrea jesed, que en nuestro idioma a veces traducimos como
“bondad” o “compasión”.

Este movimiento empezó y se esparció en sus inicios por toda la Europa oriental, Hungría, Ucrania, Lituania,
Polonia, Rusia, etc, regiones en las cuales dominaban los ashkenazíes quienes hablaban yiddish. En verdad, el
jasidismo no ponía a un lado la erudición en la Torá, sino que hizo o puso más énfasis en el corazón más que en el
cerebro, en la alegría más que en la intelectualidad. Pues, como ellos decían, que la Torá nos dice que debemos

1
Mishná Abbot 5:20. A los cinco años el niño empieza con el estudio de la Tanak, a los trece (con el Bar Mitzvá) comienza a
guardar los mandamientos, a los quince el Talmud.
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servirle al Eterno con alegría (Devarim 28:47), y ellos con la alegría de sus vidas, con sus danzas, con sus violines y
su música, eran la expresión viva de vivir y observar la Torá con un sagrado regocijo, ellos celebraban la vida, y la
vida, aun en medio de sus pruebas, traía la alegría y consuelo al corazón al reconocer en ellas que todo viene del
cielo y que todo es para nuestro bien. Pero esto de la alegría suena muy bien, pero, ¿qué dicen los jasidim del
sufrimiento? Ellos afirman, que sólo hay dos clases de personas que sufren, los que viven lejos de Di_s y los que son
llamados por Di_s, pero de estos, muchos sufren porque aun no conocen la verdadera alegría de servirle al Eterno y
que todo está bajo su control, y quienes si comprenden estas cosas, son los tzadikim de la generación en la cual
viven2. Liderados por sus Maestros carismáticos y hasta excéntricos, el jasidismo es el movimiento judío que ha
provocado un poderoso reavivamiento en la predicación por la venida del Mesías y, además de ello, basados en la
Torá, han desarrollado conceptos novedosos y útiles para nuestras vidas, como el manejo de las emociones, que en
su oportunidad comentaré. Tienen pensamientos que son una joya, por ejemplo, “para el creyente no hay
3
preguntas que hacerle al Eterno, para el incrédulo, no existen respuestas” .

En abierto contraste con los ideales del judaísmo tradicional que promocionaban la erudición y la concentración en
el estudio de la Torá y del Talmud, el jasidismo, desde el Baal Shem Tov en adelante, enseñaba que la meta
suprema de la vida de un judío era más bien algo mucho más elevado y radical, era el daat daveikus, es decir, la
conciencia de estar unido con el Eterno, darte simplemente cuenta que Di-s es todo en tu vida, y que tú no eres
nada. Aunque tu vida sigue siendo tuya, el jasidismo insiste en la disolución del yo con sus intereses egoístas a fin
de alcanzar la experiencia de la plenitud de la unión con Di_s, y lleno así de Él, servirle con alegría y llevar esa
alegría a la gente4.

Aun más, sin dejar a un lado el Sidur, se pone más énfasis en la oración espontánea al Eterno, la cual llamaban
“hitbodedut”. Pero como toda obra humana, el jasidismo tiene sus defectos, pues el amor que el jasidismo
profesaba a la naturaleza rayaba en el panteísmo, y además ayudó a darle un renovado impulso al misticismo judío;
promocionan además el estudio de la cábala y del zohar; enseñanzas sobre la reencarnación, y toda una variedad
de filosofías que giran en torno a las experiencias místicas y a las revelaciones de sus Rebes, que es el nombre que
los jasídicos dan a sus Rabinos carismáticos5.

Por supuesto, la reacción del Judaísmo tradicional contra el jasidismo y sus Rebes no se hizo esperar, y se
produjeron muchos conflictos y controversias de toda la naturaleza; creando divisiones y causando profundas
heridas en las personas y en las comunidades judías de Europa oriental. Los Rabinos ortodoxos no aceptaban como
Rabinos a los Rebes del jasidismo. Para acortar este resumen, se puede decir que ya en nuestros tiempos, el
jasidismo es aceptado sin resentimiento o sospecha de ninguna clase, y es una de las corrientes de más rápido
crecimiento y con mucha influencia dentro del Judaísmo moderno; y los jasídicos, con sus vistosos trajes largos y
negros y sus atractivos tirabuzones, peayot, o largas patillas son el signo externo de una nueva espiritualidad judía
que promueve la alegría de la vida.

De los jasídicos, de quienes se cuentas miles de historias extraordinarias, muchas de ellas, casi a nivel de leyendas,
contaré algunas de ellas y algunas parábolas para ilustrar cuatro conceptos importantes relacionados con estos días
especiales que estamos viviendo de Rosh Hashaná hasta el ayuno de Yom Kippur.

La primera historia, la primera parábola y el primer concepto.

El primer relato que quiero contarles era una de las historias favoritas del Rebe Yisrael de Rizhin (1797-1850); y
trata sobre la experiencia de un joven jasídico que dejó el jasidismo para casarse con una joven del Judaísmo

2
E. Wiesel, Celebración jasídica. Ediciones Sígueme, 2003, p. 118.
3
E. Wiesel, obra citada, p. 92.
4
Rabbí R. Shapiro, Cuentos jasídicos anotados y explicados. Editorial Sal Terrae, 2005, p. 33.
5
Para un estudio introductorio al pensamiento jasídico, véase la obra de Rabbí Z. Reichman, Flames of faith. An introduction to
chasidic thought. Kodesh Press. 2014. Esta obra contiene muchos asuntos interesantes, pero advierto que está plagado con
enseñanzas místicas sobre la kábala, la pre-existencia de las almas, la reencarnación, y no debe ser leído sin consultar a su
Rabino y que lo oriente en su lectura. Por ejemplo, menciona que un Rebe recordó una reencarnación que tuvo en tiempos de
Moshé, y otro Rebe menciona que en tiempos de Yaacob era una oveja, y aprendió una canción que Yaacob cantaba a sus
ovejas en las noches, y que él ahora se las enseñó a sus discípulos.
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Conceptos fundamentales de Yom Kippur
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tradicional, y sucedió en los tiempos conflictivos de un Rebe famoso llamado el gran Maguid Dov Ber de Mezeritch
(1704-1772)6.

Un joven seguidor del gran Maguid de Mezeritch se casó con la hija de un judío que atacaba con mucho fervor a los
jasídicos, pero la condición que le impuso su suegro para que el casamiento se efectuara era que el joven
prometiera abandonar al jasidismo y a su Rebe, y si violaba esta promesa, se efectuaría inmediatamente el
divorcio, y no vería más a su esposa y a sus hijos, y le serían confiscadas todas sus propiedades; lo cual aceptó, y así
quedó constancia en la ketubá. Luego de cierto tiempo de casado, aquel joven sintió nostalgia por la comunidad
jasídica en donde se había criado y secretamente fue a visitar a sus antiguos compañeros. Su suegro se enteró, y al
regreso lo llevó a juicio ante el Rabino de la comunidad, y éste pronunció el fallo: el suegro tenía razón, su yerno
faltó a su palabra, lo divorciaron de su esposa, fue expulsado de la comunidad, y se quedó sin ningún tipo de auxilio
financiero. El joven cayó en una profunda depresión y en la más extrema pobreza, llegó a enfermarse, y luego de
tanto sufrimiento emocional y físico, murió poco tiempo después.

El Rebe Yisrael de Rizhin, una vez que la ha contado esta historia a sus discípulos, construyó un relato ficticio, una
parábola para enseñar una lección a sus talmidim. Y él les dijo más o menos lo siguiente. Cuando venga el Mesías, y
ocurra la resurrección de los muertos, aquel joven entablará un juicio contra su suegro y contra su Rabino y los
acusará delante del Mesías por su desdicha y muerte prematura. Entonces el Mesías le preguntará al suegro: “¿Por
qué hiciste eso?”, y el suegro le contestará: “Yo obedecí a mi Rabino”. Entonces, el Mesías le preguntará al Rabino,
“¿Por qué hiciste eso?”, y el Rabino le contestará: “Yo obedecí a la Torá que me faculta para emitir un documento
de divorcio”. Entonces el Mesías se dirige ahora el joven y le dice: “El suegro tiene razón, el Rabino tiene razón, y la
Torá tienes sus razones”. Pero ahora quiero hacerte algunas preguntas: “¿Reconoces que tu suegro tiene razón
porque tú en verdad violaste tu juramento, y que además que el Rabino tiene razón porque tú aceptaste que él
firmara la ketubá con la cual te casaste, y finalmente reconoces las razones que da Torá para que los Rabinos
emitan un documento de divorcio?”. El joven avergonzado, bajó la cabeza y reconoció que él era el único culpable
de toda su miseria que había vivido y de su muerte prematura, y entonces dijo: “Si lo reconozco, y estoy
arrepentido”. Y le pidió perdón a su suegro y al Rabino. Entonces el Mesías se acercará al joven y le abrazará y le
dirá: “Escucha tu suegro tiene razón, y el Rabino también, pero yo no vine ni por tu suegro, ni por el Rabino. Yo he
venido por causa de aquellos que no tienen razón”.

¿Qué quiso decir el Mesías cuando reveló que Él había venido por los que no tiene razón? O mejor dicho, ¿qué
lección quería enseñarle el Rabí Ysrael de Rizhin a sus discípulos al afirmar que el Mesías había venido por aquellos
que no tienen razón? Sencillamente que el Mesías abrazará y recibirá en su reino a todos aquellos que reconocen
y confiesan con genuino arrepentimiento que no tienen razón alguna para justificar sus errores. El pecado no
puede ser justificado, ni debemos dar vueltas y argumentos ni razones para no asumir nuestra responsabilidad por
nuestras faltas. Una de dos, o justificas tu pecado o apelas ser justificados por la fe en el Mesías. Tú eliges tu
destino, no sólo para restaurar o establecer tu relación con el Eterno, sino para restaurar las relaciones rotas con tu
prójimo, ya sea tu esposa, amigo, vecino, pero especialmente con los de la familia de la fe.

Esta enseñanza del Rebe Yisrael de Rizhin es similar a la del Mesías Yeshua. Nos relata Mateo en su libro, que
cuando conoció a Yeshua lo invitó a comer a su casa, y allí ocurrió el siguiente episodio: “…he aquí que muchos
publicanos y pecadores que habían venido se sentaron juntamente a la mesa con Yeshua y sus discípulos. Cuando
vieron estos los fariseos, dijeron a sus discípulos: ¿Por qué come vuestro maestro con los publicanos y pecadores?
Al oír esto, Yeshua les dijo: los sanos no tiene necesidad de médico, sino los enfermos. Id, pues, y aprended lo que
significa “misericordia quiero y no sacrificio”. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores al
arrepentimiento” (9:9-13). Enseñan nuestros Rabinos desde la antigüedad, que cuando el Mesías apareciese traería
la cura contra mordedura de la serpiente. ¿Pero quienes tienen la oportunidad de recibir el poderoso suero anti-
ofídico de la sangre del Mesías? Los arrepentidos, los que reconocen que están enfermos por el pecado y claman
por auxilio para ser sanados, ellos recibirán no sólo sanidad en este mundo, sino también el privilegio de participar
en el mundo venidero.

6
E. Wiesel, obra citada, p. 154.
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Y este es el primer concepto que tenemos que aprender hoy: el arrepentimiento, la teshuvá. En estos días
solemnes, llamados por la tradición, como los días de arrepentimiento, cuando el Eterno está más cercano a Su
pueblo como lo enseña el Midrash7, debemos quebrantarnos ante Su presencia y reconocer que no tenemos razón
alguna que justifique nuestras faltas. Debemos reconocer, nuestras faltas contra el Eterno, y nuestras faltas contra
el prójimo, y en este último caso, debemos confesar como nos enseña Yeshua en la parábola de Lucas 15, que
debemos acercarnos al prójimo que hemos ofendido y herido, y decir con sinceridad: “he pecado contra el cielo y
contra ti”. Pues toda falta contra el prójimo es considerada también una falta contra el Eterno, es jilul Hashem, una
profanación de Su Nombre.

El genuino arrepentimiento es esencial para alcanzar el perdón del Eterno y la paz interior, y así, sólo así, podemos
recuperar la alegría de la vida. Los días que van desde Yom Teruá a Yom Kippur se les llaman días de Teshuvá,
porque en esos diez días nos debemos arrepentir por las faltas que hemos cometido contra nuestro prójimo y
contra Di_s. Teniendo presente esta gran diferencia: “Las transgresiones del hombre contra Di_s el Día de la
Expiación las absuelve, pero las transgresiones contra su prójimo, el Día de la Expiación no las expía a menos que y
hasta tanto éste no se haya reconciliado con su prójimo y reparado el error cometido” (Talmud Bavlí Yoma 85b).
En otras palabras, el día del ayuno de Yom Kippur es para pedir solamente perdón por nuestras faltas contra el
Eterno, pues en los días previos se supone que ya debemos haber arreglado en buenos términos nuestras
diferencias con nuestro prójimo. Si hacemos así, seremos abrazados por el Mesías y recibidos en Su reino.

Me gustaría terminar esta primera parte citando dos Tehilim

“12¿Quién podrá entender sus propios errores? Líbrame de los que me son ocultos. 13Preserva también a tu siervo
de las soberbias; Que no se enseñoreen de mí; Entonces seré íntegro, y estaré limpio de gran rebelión. 14Sean
gratos los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón delante de ti, Oh Hashem, roca mía, y redentor mío”
(19:12-14).

“10Escucha, oh Adonai, y ten piedad de mí. ¡Oh Adonai, sé Tú mi ayudador! 11Cambiaste mi lamento en danza,
desataste mi cilicio y me vestiste de alegría, 12Para que mi lengua cante a Ti y no calle más. ¡Oh Adonai, Dios mío, te
alabaré por siempre!” (30:10,11).

Y que sea así siempre, hasta que el Eterno envíe al Mesías, pronto y en nuestros días, y decid: Amén!

7
Midrash Tanjumá a Devarim 32:4. “Él es la roca fuerte, es perfecta obra su obra, porque todos sus caminos son justicia. Di_s es
fiel y sin iniquidad, justo y recto, justo y recto es Él” (Devarim 32:4). Al comentar este pasuk, el Midrash Tanjumá cita a Isaías
55:6: “Busca a Hashem mientras pueda ser hallado, invócalo, mientras está cerca”, y señala que esto nos enseña que hay
tiempos cuando el Eterno se nos revela a nosotros y que hay tiempos cuando Él se oculta, según sean Sus designios. Y en uno y
en el otro caso, el Eterno estaba obrando apropiadamente porque “es perfecta obra su obra, porque todos sus caminos son
justicia. Di_s es fiel y sin iniquidad, justo y recto, justo y recto es Él” (Devarim 32:4). Aunque el Eterno siempre está cercano a Su
pueblo, durante los días de arrepentimiento se acerca mucho más y de manera especial.
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Explicados por medio de historias y parábolas de los jasídicos.
Segunda parte. El Rebe que cobraba por tefilá, el judío extraviado y la fiesta del Mesías
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En la conferencia anterior vimos que la teshuvá es uno de los conceptos centrales en estos días especiales que van
desde Rosh Hashana hasta Yom Kippur. Y estudiamos e ilustramos la teshuvá o arrepentimiento usando una
historia y una parábola extraídas del Rebe Ysrael de Rizhin, en Rusia. Pero junto a la teshuvá, hay otros dos
concepto que necesitamos aprehender y poner en práctica, y que también son parte importante de la concepción
judía de Yom Kippur. De nuevo, recurriré a una historia y una parábola del mundo de los jasídicos para ilustrar estos
conceptos.

La segunda historia y el segundo concepto. Se cuenta que en una oportunidad cierto hombre judío y su esposa se
acercaron al famoso Rebe de Mezeritch, conocido como el Maguid de Mezeritch, con la intención de comunicarle
que intercediera ante el Eterno, pues no tenían hijos y deseaban tener por lo menos uno. Al llegar, le contaron al
Rebe la preocupación que tenían y como conocían que él era un hombre de Di_s poderoso en la tefilá, le suplicaron
que rogara al Eterno por ellos a fin de que el Eterno les concediera el hijo que tanto deseaban. Entonces el Rebe les
contestó: “Muy bien, yo voy a orar al Eterno para que les conceda un hijo, pero les va a costar 52 rubros (moneda
rusa)”. La pareja quedó sorprendida, y aquel judío le replicó con cierta incomodidad al Rebe: ¿Por qué 52 rubros?
¿Por qué tan caro? Además nosotros no sabíamos que Ud. cobraba”. El Rebe sonriendo les contestó: “Les cobro 52
rubros porque la palabra hebrea “ben” (“hijo”) da una suma 52 en el valor que nosotros le asignamos a las letras
hebreas”. “Es demasiado”, dijo el paisano un poco molesto y confundido, e intentó regatear para que el Rebe
bajara su oferta a la mitad, pero el Maguid de Mezeritch se mostró inflexible y les dijo: “Si quieren que yo ore por
Uds. busquen el dinero”. Entonces el hombre se enojó con el Rebe, y dirigiéndose a su esposa le dijo lo siguiente:
“!Que le vamos a hacer mujer, nos arreglaremos sin el Rebe, vamos a orar nosotros mismos al Eterno y nos saldrá
gratis”. Al escuchar esto, el Maguid de Mezeritch volvió a sonreir y dijo: “Amén”8.

¿Cómo entender la conducta del Rebe ante esta urgente petición? Simplemente, que el Maguid de Mezeritch había
percibido por Ruaj haKodesh que esta pareja no necesitaba de su oración, que ellos debían dirigirse en oración al
Eterno y pedir para ellos y por ellos mismos, lo que necesitaban. En otras palabras, hay ocasiones en la vida en la
que no es necesario ni tampoco correcto que otra persona ore por nosotros, pues en lo que concierne a la oración
de confesión de pecados, por ejemplo, tenemos que orar por nosotros mismos para alcanzar la misericordia al
Eterno. Nadie puede hacer esto por nosotros, esto es un asunto personal que nos concierne solo a nosotros y a
nadie más, es imposible dejarle o asignarle esa responsabilidad a otros.

La tefilá, vinculada a la teshuvá, es el segundo concepto que necesitamos aprender. Pues el genuino
arrepentimiento lleva a la oración sincera de confesión. Pues está escrito: “con el corazón se cree para justicia y con
la boca se confiesa para salvación” (Rm 10:10). He escuchado por allí que el único pecado que el Eterno no perdona
es el que no se confiesa. Y esto es una gran verdad, puesto que sólo consiguen el perdón, los que confiesan sus
pecados, ni siquiera Yeshua puede hacer esto por nosotros, lo que Él hace por nosotros es darnos la oportunidad
de invocar sus méritos para obtener el perdón y vida eterna en Su Nombre.

Que la oración de confesión por el pecado sea un asunto privado y que uno mismo tiene que ser esa oración y
nadie más, también la aprendemos de otra historia mucha más antigua, esta vez no de los jasídicos sino del
Talmud, y sucedió en tiempos de Rabbí Yehudá Hanasí hacia finales del siglo II9. Se cuenta que para esa época vivió
un judío de nombre Eleazar Ben Dordia, un pecador empedernido que se ufanaba públicamente de sus faltas, hasta
que un día tuvo un mala experiencia que lo llevó reconsiderar sus malos caminos, y desesperado, creyó que había
llegado demasiado lejos y que ya no tenía posibilidades para arrepentirse. En medio de su confusión, gritó:
“Montañas y colinas, ¡oren por mi! Y, por supuesto, no hubo ninguna oración de las montañas y colinas. Entonces
dijo de nuevo: “Sol y luna, oren por mi!”. Viendo que no respondía, insistió y esta vez dijo: “Estrellas y

8
E. Wiesel, obra citada, p. 79.
9
Talmud Bavlí Avodah Zarah 17a.

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constelaciones, ¡oren por mi!”. Eleazar Ben Dordia, pudo al fin reflexionar, y entonces desconsolado pudo
balbucear: “Este asunto depende solamente de mi”. Se arrodilló, puso su cabeza en el piso, y comenzó a llorar y a
orar al Di_s de Ysrael. Y luego de un rato falleció. Quienes fueron testigos de esto, dicen que escucharon una voz
celestial que reveló: “Rabbí Eleazar Ben Dordia está ya destinado para la vida en el mundo venidero”. Cuando Rabbí
Yehudá Hanasí, el redactor de la Mishná, escuchó de esta historia, se echó a llorar y dijo: “Algunos tienen la
oportunidad de vivir en el mundo venidero después de mucha fidelidad y pruebas, pero otros, lo obtienen en un
momento”. Y remató su comentario diciendo: “Los penitentes no sólo son aceptados, sino también le llaman
Rabbí".

Y mucho antes que los Rebes y Rabinos dieran estas lecciones, ya David lo había enseñado, de hecho, la tradición
judía fundamenta las lecciones en esta área en el Tehilim 32:

“1¡Cuán bienaventurado es aquel cuya trasgresión ha sido quitada, y cubierto su pecado!2¡Cuán bienaventurado es el hombre a
quien el Eterno no le imputa iniquidad, y en cuyo espíritu no hay engaño!3Mientras callé, se consumieron mis huesos, en mi
4
gemir todo el día. Porque de día y de noche tu mano se agravaba sobre mí, hasta que mi vigor se convirtió en sequedades de
5
verano. Mi pecado te hice saber y no encubrí mi iniquidad. Dije: Confesaré mis trasgresiones al Eterno, y Tú mismo cargaste con
la maldad de mi pecado.6Por esto orará a ti todo santo en el tiempo en que puedas ser hallado. Ciertamente en la inundación
7
de muchas aguas, éstas no llegarán a él. Tú eres mi refugio, me guardarás de la angustia, me rodearás con cánticos de
liberación” (Tehilim 32:1-7).

Un arrepentimiento genuino acompañado de una oración o confesión sincera terminará con la angustia de una
conciencia atribulada por el pecado, y nos dará liberación y paz en este mundo, más la dorada oportunidad de vivir
en el mundo venidero.

Sin embargo, es pertinente dar una palabra de advertencia, pues hay muchos zánganos y pecadores encubiertos
contra quienes debemos estar en guardia para no ser engañados por sus confesiones y por sus lágrimas. ¿Quiénes
son estos? Esaú y Judas Yscariote. Todos conocemos ambos casos. Veamos el de Esaú, el midrash que nos presenta
el libro de Hebreos nos revela su conducta: “..que no haya ningún fornicario, o profano, como Esaú, que por una
comida vendió su primogenitura. Porque sabéis que aun cuando después deseaba heredar la bendición, fue
rechazado (porque no halló lugar de arrepentimiento), aunque solícitamente la buscó con lágrimas”. Lo que nos
quiere decir el midrash es simplemente que Esaú no estaba arrepentido por sus faltas que le condujeron a la
pérdida de las bendiciones de la primogenitura, todas sus palabras y lágrimas eran más bien una lamentación por lo
que había perdido. Su ruego con gran espectáculo de lloro, es el clamor de un pecador que no le duele su pecado,
sino todo lo que el pecado le hizo perder; se lamenta por las consecuencias del pecado y no por el pecado mismo. Y
por esta causa dice el midrash, que fue rechazado por su padre Ytzjak porque él vio por Ruaj Hakodesh que su
pobre hijo no estaba arrepentido, pues lo que “solícitamente buscó con lágrimas” era la primogenitura, no el
perdón de sus pecados.

Esaú había arruinado su vida y perdió todas las bendiciones. Igual pasó con Judas. Esaú, aun después de esa
experiencia, no cambió su vida, más bien quiso matar a su hermano; Judas, se suicidó. Las confesiones de ellos no
fueron sinceras. Y así tenemos gente hoy, y aun dentro de las congregaciones. Podemos añadir algo más sobre la
personalidad de Esaú, se arrastró por así decirlo ante su padre, para recuperar sus bendiciones, y así hay personas
que se arrastran y confiesan con lágrimas sus errores, pero no les crean, son serpientes, hombres que se arrastran
para recuperar las bendiciones que una vez tuvieron, pero que no están arrepentidos, son personas que tienen
graves dificultades para manejar sus emociones, y por esta causa ellos caen una y otra vez; y lo lamentable es que
muchas personas son víctimas de su conducta extraviada, impulsiva, que no piden ni aceptan consejos. Y quienes le
crean la pagarán muy caro. Esaú es el modelo de todos los zánganos religiosos de este mundo.

El tercer concepto y la segunda parábola.

Ahora vamos a hablar de un tercer concepto, estrechamente vinculado a los de la teshuvá y a la tefilá. Recurramos
en esta ocasión a otra parábola jasídica.

La parábola que quiero compartir con Uds. es original del Rebe Leví Yistjak de Berditchev (1740-1810), considerado
uno de los Rebes más eruditos y piadosos del jasidismo, y esta parábola la ideó este Rebe en medio de una
7
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controversia que tuvo con algunos de sus detractores. En una ocasión el Rebe Leví Yistjak le contó una parábola a
un grupo de hombres ricos y muchos de ellos, judíos religiosos, que le criticaban por su permanente asociación con
personas pobres y sin educación, pues esta gente se encontraban a gusto con ese Rebe especial. He aquí la
parábola10: “Cuando venga el Mesías, Di_s organizará un festín en Su honor; naturalmente a ese festín serán
invitados nuestros patriarcas, Abraham, Ytzjak y Yaacob, Moshé Rabenu, nuestros profetas, nuestros reyes y
nuestros grandes sabios. En cuanto a mí, me colaré con los pobres de mi pueblo. Y si me descubren y me preguntan
con qué derecho estoy yo en la fiesta del Mesías, les responderé: Sed caritativos conmigo, porque yo también lo
era con la gente”.

De aquí se desprende dos enseñanzas. Primero, esta parábola era una crítica del Rebe Leví Yistjak a sus detractores,
pues ellos no tendrían mérito alguno para entrar a la fiesta del Mesías, y segundo, que si él podía entrar a la fiesta
del Mesías, era solamente por tratar bien y dar tzedaká a aquellos desposeídos que sus enemigos despreciaban. Y
siguiendo con esta idea, el Rambam ya desde la edad media enseñaba: "Debemos cuidar el cumplimiento de los
preceptos caritativos más que el de ningún otro precepto positivo, pues la caridad es la señal distintiva de un
11
hombre justo” . Es la tzedaká, el tercer concepto que necesitamos aprender en esta ocasión.

Yeshua y la tzedaká

En fin, para el Rebe Leví Yistjak de Berditchev, la tzedaká abre de par en par las puertas del reino de los cielos. Y
esto mismo enseñó Yeshua, en el contexto de una dura crítica que dirigió a aquellos que eran portadores de una
religiosidad sin piedad:

“31Y cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los ángeles con Él, entonces se sentará en su trono de gloria32y serán
reunidas delante de Él todas las naciones, y los apartará unos de otros como el pastor separa las ovejas de las cabras:33Colocará
las ovejas a su derecha, y las cabras a la izquierda.34Entonces dirá el Rey a los de su derecha: ¡Venid, benditos de mi Padre,
heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo!35Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed
y me disteis de beber, fui forastero y me acogisteis, 36desnudo, y me cubristeis; estuve enfermo y me visitasteis; estaba en
37
prisión y vinisteis a mí. Entonces los justos le responderán, diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te sustentamos, o
sediento y te dimos de beber? 38¿Cuándo te vimos forastero y te acogimos, o desnudo y te cubrimos?39O, ¿cuándo te vimos
enfermo o en la cárcel y fuimos a Ti?40Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo, en cuanto lo hicisteis a uno de éstos,
mis hermanos más pequeños, a mí me lo hicisteis.41Entonces dirá también a los de la izquierda: ¡Apartaos de mí, malditos, al
fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles!42Porque tuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed y no me disteis
de beber,43fui forastero y no me acogisteis, estaba desnudo y no me cubristeis, enfermo y en prisión, y no me visitasteis.44Ellos
entonces también responderán, diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, o forastero, o desnudo, o enfermo, o
en prisión, y no te servimos?45Entonces les responderá, diciendo: De cierto os digo: En cuanto no lo hicisteis a uno de estos más
pequeños, tampoco me lo hicisteis a mí.46E irán éstos al castigo eterno, y los justos a la vida eterna” (Mt 25:31-45).

En esta parábola de Yeshua, los que hicieron tzedaká a su prójimo, el Mesías los considera como si le hubieren
dado tzedaká a Él mismo, y cuando se desprecia al necesitado, es como si despreciaran al Mesías. Y esta revelación
del Mesías se basa en el principio de que el Mesías se identifica con el sufrimiento de Su pueblo, como bien lo dice
el profeta Ysaías: “Y fue afligido con todas sus aflicciones. El Ángel de su presencia los salvó, en su amor y en su
ternura, Él mismo los redimió, y cargó con ellos, y los llevó todos los días, desde la antigüedad”(63:9).

La tzedaká es pues, el tercer concepto que debemos aprender y poner en práctica en estos días especiales de
arrepentimiento. La palabra “tzedaká” aparece innumerables veces en la Torá y en los profetas y tiene el
significado de “justicia”, “rectitud”, “honradez”; en algunos contextos puede ser equivalente a “salvación” (leer Is
61:10). El pensamiento judío considera la justicia (“tzedaká”) como uno de los atributos del Eterno. En el hebreo
moderno, debido a la influencia de los sabios judíos, la palabra “tzedaká” ha adquirido la connotación de “caridad”,
en el sentido de proporcionar ayuda al necesitado; y cuando se realiza una obra de bien hacia un necesitado
hacemos justicia, esto es, dar “tzedaká” al necesitado. Y de paso, como enseña el Rebe Leví Yistjak de Berditchev
y aun el mismo Yeshua, la tzedaká ofrecida de corazón nos abre las puertas al reino de los cielos.

10
E. Wiesel, obra citada, p. 102.
11
Maimónides, Mishné Torá, Libro Dádivas a los pobres 10:1.
8
Conceptos fundamentales de Yom Kippur
Dr. Williams Pitter

Esta comprensión está enraizada en la exégesis rabínica del pasuk: “Guardarás, pues, los mandamientos de Hashem
tu Dios, andando en sus caminos” (Dt 8:6). ¿Cómo andamos en Sus caminos?, haciendo misericordia, “Porque
Hashem es misericordioso” (Dt 4:31). Aquí la sabiduría judía, por medio de este midrash, nos está enseñando el
principio de imitación al Eterno, a actuar como actúa el Eterno, con acciones de justicia y misericordia12. Por tanto,
al dar “tzedaká” se hace justicia al necesitado por un acto de misericordia de nuestra parte.

Además, de manera explícita las Escrituras nos instruyen al respecto de la atención que debemos prestar al
necesitado. “Aprended a hacer lo bueno, buscad lo justo, socorred al oprimido, mantened el derecho del huérfano,
defended a la viuda” (Isaías 1:15 a 17). Y la Torá nos dice cuando conozcamos la necesidad de un hermano: "Le
abrirás tu mano (...) como para cubrir su necesidad en aquello que le haga falta" (Devarim 15:8). El sentido de este
precepto es que debemos alimentar a los hambrientos, vestir a los desnudos, dar un colchón al que carezca de uno,
y una manta al que carezca de una13.

Pero en ocasiones, no tenemos dinero o bienes para compartir con el necesitado, pero podemos darle una palabra
de aliento, una palabra que pueda darle esperanza, e incluso, sanidad al corazón y al cuerpo. Como ejemplo de ello,
citemos el episodio de Pedro y Juan que, a eso de las nueve de la mañana, la hora de la oración14, iban a entrar al
15
Templo de Jerusalén a través de una de sus puertas llamada la “Hermosa” . Y allí, a esa misma hora, tal vez
familiares y/o amigos, colocaban a un hombre lisiado para pedir dinero; pues estaba prohibido que los ciegos y
lisiados entraran al Templo16. En esos momentos, casi a punto de entrar al Templo, Pedro se fija en aquel hombre, y
este, esperando recibir alguna tzedaká, recibió la más grande tzedaká de su vida, pues Pedro le dijo: “No tengo
plata ni oro, pero lo que tengo te doy, en el nombre de Yeshua el Mesías de Nazaret, levántate y anda. Y tomándole
por la mano derecha le levantó; y al momento se le afirmaron los pies y los tobillos; y saltando, se puso en pie y
anduvo; y entró con ellos al Templo, andando, saltando y alabando a Di_s…” (Hch 3:1-10). Por fin el hombre
caminaba por primera vez en su vida, y con alegría entró al Templo también por primera vez en su vida para adorar
al Di_s de Ysrael, al Di_s de los desamparados, de los ciegos y de los lisiados de este mundo.

Finalmente, no debemos olvidar la condición humana lejos del Eterno; está escrito que todos somos ciegos,
indigentes y desamparados, y la desgracia es que muchos no lo saben, pues así está escrito: “y no sabes que tú eres
un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo” (Ap 3:17). Y nadie escapa a esto, ni los reyes y
multimillonarios del mundo, en esa condición estamos y andamos desde el pecado de nuestros primeros padres.
Por tanto, la verdadera pobreza no es la de estar destituido de dinero o de bienes materiales, nuestra indigencia es
más profunda, es de carácter espiritual: somos unos miserables, ciegos y desnudos, y sin hogar, pues vagamos por
el mundo desde que fuimos exiliados de nuestro hogar en el jardín del Eden.

Por eso la obra de la salvación del Mesías Yeshua es el más grande y extraordinario acto de tzedaká jamás
realizado; ¿cuál fue la tzedaká que Yeshua dio para sacarnos de la extrema pobreza en la que estamos? Está
escrito: “Se dio a sí mismo” (Gál 1:4), la vida nuestra costó la vida suya. La humillación que experimentó durante su
vida y el oprobio durante su muerte, y su resurrección gloriosa, constituyen la verdadera tzedaká que todos los
miserables de este mundo necesitamos. Desde esta perspectiva, la predicación de la Besorah, del evangelio, es el
anuncio que ha llegado a su fin nuestra pobreza espiritual con todo lo que ella implica: sufrimientos indecibles y
muerte sin esperanza. Este es el verdadero evangelio de la prosperidad que ser predicado a todos los hombres,
que Yeshua es nuestra tzedaká, pues por su gracia nos hizo justicia a nosotros los desamparados y desnudos de
méritos, por eso está escrito en el profeta Jeremías respecto del Mesías: “Y se le llamará, Hashem, justicia nuestra”
(33:16). Es decir, Yeshua nuestra Tzedaká.

12
Talmud Bavlí Sotá 14a. Ver también, Mejilta de Rabbí Yishmael 18; 2:3.
13
Rambam, Maimónides: Libro de los Preceptos.
14
Según J. Shulam y H. Lecornu, esta referencia muestra que, a finales del período del Segundo Templo, la Amidá y la lectura de
la Torá eran parte del servicio regular que se hacían previa a los sacrificios de la mañana, y se hacía igual con la minjá. J. Shulam
y H. Lecornu, The Jewish roots of Acts. Netivyah Bible Instruction Ministry. Second Edition, 2012. Vol. I, pp. 165-168.
15
Muchos eruditos piensan que este pórtico, situada en la parte oriental del Templo, se refiere a la llamada “Puerta de
Nicanor”, que era mucho más alta que las otras puertas del Templo y estaba revestida de plata y oro, según lo relata Josefo en
su obra Guerra de los Judíos, allí según el Talmud Bablí Yoma 38a ocurrió un milagro en tiempos de los macabeos. Ver J. Shulam
y H. Lecornu, obra citada, pp. 178-180
16
J. Shulam y H. Lecornu, p. 178. Aunque la Mishná Shabbat 6:8, exceptuaba a Rabinos y sacerdotes.
9
Conceptos fundamentales de Yom Kippur
Dr. Williams Pitter

Por tanto, con esta trilogía de conceptos: teshuvá, tefilá y tzedaká podemos alcanzar no sólo el perdón de los
pecados, la paz interior en este mundo, y por si fuera poco nos da la oportunidad de participar en el mundo
venidero. Es más, teshuvá, tefilá y tzedaká que vienen de un hombre o de una mujer temerosa del Eterno pueden
anular cualquier decreto del Eterno contra nosotros y el mismo Eterno puede desbaratar cualquier conspiración de
los hombres contra sus hijos. Hay varios ejemplos de esto en las Escrituras hebreas.

Por tanto, acerquémonos confiadamente al trono de la gracia, con teshuvá y oración, que vengan respaldadas con
obras de misericordias realizadas a favor de tu prójimo. Y en un día como este, de ayuno y aflicción, obtendremos
perdón y purificación, hasta que el Eterno envíe al Mesías, y que sea pronto y en nuestros días, y decid: Amén.

10
Conceptos fundamentales de Yom Kippur
Dr. Williams Pitter

CONCEPTOS FUNDAMENTALES DE YOM KIPPUR


Explicados por medio de historias y parábolas de los jasídicos.
Tercera parte. Preguntas y respuestas en el día del juicio
Rav Dr. Williams Pitter

Ya hemos hablado de tres conceptos importantes para la fe judía como lo son la teshuvá, la tefilá y la tzedaká, y
estos conceptos forman una unidad inseparable, uno de ellos no puede permanecer en pie en ausencia de los
demás. Esta trilogía de conceptos, tienen un capital importancia en el contexto de un cuarto concepto que es vital
en la comprensión de los eventos en torno a los días de Rosh Hashana y de Yom Kippur. Como en las conferencias
anteriores, vamos a introducir este cuarto y último concepto por medio de una historia jasídica, que a su vez
contiene una parábola.

La tercera parábola y el cuarto concepto

La historia siguiente tiene que ver con el Rebe Elimélej de Lyzhensk (Rusia) (1717-1786), junto con su hermano el
famoso Rebe Zusia de Hanipol, viajó mucho por Rusia y por algunas ciudades de Europa oriental, recaudando
fondos para rescatar a judíos secuestrados por terratenientes y bandidos de la época.

En cierta ocasión17, los discípulos del Reb Elimélej le preguntaron si estaba seguro de que tenía asegurado un lugar
en el mundo venidero. “Absolutamente”, respondió el Rebe sin ninguna vacilación. “¿Y cómo Ud. puede estar tan
seguro?”, le replicaron de inmediato sus jasidim. Entonces el Rebe Elimélej de Lyzhensk les respondió: “Tarde o
temprano, todas las personas de este mundo tendrá que comparecer ante el tribunal celestial para rendir cuentas
por lo que han hecho en sus vidas. Y allí, en ese juicio le van a formular varias preguntas relacionadas con la Torá, la
adoración al Eterno, y a las obras de caridad18. Si la persona responde correctamente esas preguntas, lo dejarán
entrarán al mundo venidero. Y sus discípulos entusiasmados le dicen: “Rebe, ¿Ud conoce las preguntas”, y el Rebe
le dijo: “Si”. Y le volvieron a preguntar: “¿También conoce las respuestas”. Y el Rebe Elimélej les volvió a decir que
“si”. Los jasidim, asombrados con la revelación le preguntaron otra vez: “¿Compartirá con nosotros las preguntas y
sus respuestas?”. El Rebe, sonriendo les dijo: “Miren, las preguntas son las mismas para todos, pero las respuestas
son propia de cada persona, cada persona habrá de responder conforme a su experiencia espiritual”. Los discípulos
parecieron un poco confundidos pero el Rebe continuó explicando: “Me voy a poner como ejemplo para que vean
que responderé yo en el día del juicio. Me preguntarán: “¿Estudiaste Torá lo mejor que pudiste?” “Y yo responderé
sinceramente: “No”. Entonces me harán las otras preguntas: “¿Serviste al Eterno de todo corazón e hiciste todas las
buenas obras que pudiste durante tu vida?”. Y yo responderé de nuevo con sinceridad: “No”. Y entonces, el
tribunal celestial me dirán: “Te hemos evaluado y concluimos que estás diciendo la verdad; y sólo por eso eres
bienvenido al mundo venidero”.

Es claro entonces, que el cuarto y último concepto que tenemos que entender es que, más tarde que temprano,
todos, sin excepción enfrentaremos el juicio del Eterno. Sin embargo, la parábola tiene algunos detalles que no son
fáciles de captar. ¿Cómo entender esta parábola del Rebe Elimélej? Rabbí Rami Shapiro19, de cuya obra extraje la
parábola del Rebe Elimélej, nos explica esta intrigante parábola.

“¿Significa esto que Reb Elimélej evitó el estudio de la Torá, hizo tefilá sin ganas e hizo caso omiso de la tzedaká?
Nada de eso. Significa, simplemente que el Reb se dio cuenta de que nunca había alcanzado la perfección en
ninguna de estas cosas. Esta constatación pudo haberlo llevado a la desesperación. Podría haberse sentido indigno
del cielo y haberse vuelto loco auto flagelándose. Obrar así habría significado que el cielo se puedo ganar y que el

17
Rabbí R. Shapiro, obra citada, pp. 161,162.
18
En la Mishná se enseña que el mundo se sostiene sobre tres cosas: “sobre la Torá, sobre la avodá, y sobre la caridad” (Abbot
1:2). Es decir, el mundo se sostiene a causa de que los justos estudian Torá, se dedican al servicio del Eterno, y ayudan a los
necesitados; de otro modo, este mundo se hundiría en el caos. Es por esta razón que el Rebe Elimélej enseña que en el día del
juicio las tres preguntas que hará el tribunal celestial serán sobre el estudio de Torá, la adoración al Eterno y la tzedaká u obras
de caridad.
19
Rabbí R. Shapiro, obra citada, p. 163.
11
Conceptos fundamentales de Yom Kippur
Dr. Williams Pitter

Reb Elimélej, simplemente, no dio la talla. Pero él sabía que uno no puede ganarse la entrada al cielo (Rav Shaul
diría acá: “No por obras para que nadie se gloríe”). Lo más que puede hacerse es ser sincero consigo mismo…”

Pero todavía hay acá un concepto que está implícito y Rabbí Shapiro nos pone en bandeja de plata. Es el concepto
de “dayenu”, palabra hebrea que significa “suficiente”, que significa que, que hicimos todo lo posible que tuvo a
nuestro alcance, porque siempre nos faltará tiempo para profundizar en el estudio de Torá y para dedicarnos con
más fervor a la oración en esta vida, siempre habrá actos de caridad por realizar; pero no podemos hacerlo todo. Ni
tampoco debemos excusar nuestra pereza o negligencia. No debemos vanagloriarnos de lo que hicimos, porque
20
nunca será perfecto, ni tampoco buscar evasivas para no admitir nuestros errores, pereza o negligencias . Ante el
tribunal divino sería una estupidez negar o defender nuestra vida, debemos aceptarla tal cual la hemos vivido, y
confiar que el Eterno nos juzgue con misericordia.

Ante el tribunal del Mesías

Esta extraordinaria enseñanza rabínica puede ser coronada con la revelación del Mesías que ya conocemos. Pues
no enseña el apóstol Juan,

“15Cualquiera que confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él, y él en Dios.16Y nosotros hemos conocido y creído
en el amor que Dios tiene hacia nosotros. Dios es amor, y el que permanece en el amor, permanece en Dios, y Dios permanece
en él.17En esto ha llegado a la perfección el amor entre nosotros, para que tengamos confianza en el día del juicio: que como
Él es, así somos nosotros en el mundo” (1 Jn 4:15-17).

En otras palabras, el temor al día del juicio queda excluido por cuanto hemos creído en Yeshua, aun cuando no
hayamos hecho lo suficiente y aunque nos hayamos equivocado muchas veces y de muchas maneras, pero si
aceptamos nuestra vida tal como es, con humildad y sinceridad; entonces esta será nuestra confianza: que los
méritos de Yeshua si son suficientes para que seamos exonerados de toda culpa. Invocando sus méritos a nuestro
favor, podemos pasar el juicio, pues así enseñan nuestros Rabinos desde la antigüedad que la muerte de un justo
judío, puede redimir al pueblo de Ysrael21.

La Escritura es muy clara cuando enseña: (1) Que el juicio comienza con el pueblo del Eterno, como le enseña 1
Pedro 4:17 y (2) que todos los creyentes en el Mesías compareceremos ante el tribunal del Mesías a rendir cuentas
por nuestras obras (2 Co 5:10), y que en este tribunal nuestro Redentor, también será nuestro Juez (Hch 10:42), y
(3) que los impíos serán juzgados sin misericordia alguna después del cierre del tiempo de la gracia ante el gran
trono blanco, como lo señala la profecía (Ap 20).

La pregunta es: ¿Cuándo comienza este juicio? En Rosh Hashana, es decir, en algún momento del futuro cercano,
cuando hagamos tocar el sonido del shofar en nuestras congregaciones, Yeshua, como Juez y Rey del universo, se
sentará a juzgará a su pueblo. Una alusión a este juicio futuro, y a la proclamación de advertencia para los otros
creyentes que no saben de esto, la encontramos en el libro de Apocalipsis 14:6,7: “Vi otro ángel volando en medio
del cielo, que tenía un evangelio eterno para proclamarlo a los asentados en la tierra, es decir, sobre toda nación, y
tribu, y lengua y pueblo, que decía a gran voz: ¡Temed a Dios y dadle gloria, pues la hora de su juicio ha llegado!
¡Adorad al que hizo el cielo y la tierra y el mar, y las fuentes de las aguas!”.

En otras palabras, como pueblo del Eterno tenemos una ventaja, un privilegio que debemos aprovechar. Que
conocemos de antemano que viene un juicio sobre el creyente, pues el sonido del shofar en Rosh Hashana es una
alusión al juicio venidero, y así tenemos el tiempo para prepararnos, no tenemos excusa.

Resumiendo la enseñanza que ya he impartido en otras ocasiones. El Talmud Rosh Hashana enseña en varios
lugares que el pueblo de Ysrael enfrenta anualmente un juicio, el cual es una alusión al juicio del cual habla ya se
habla en 1 Pedro 4:17. Este juicio comienza en Rosh Hashana y su veredicto es sellado en Yom Kippur.

20
Rabbí R. Shapiro, obra citada, p. 163.
21
Pesikta de Rab Kahana, Piska 26:10. Ver la edición de Pesikta de Rab Kahana de Rabbí W. Braude, Jewish Publication Society of
America, 2002, p. 546.
12
Conceptos fundamentales de Yom Kippur
Dr. Williams Pitter

Detengámonos un momento a considerar lo siguiente. Si estudiamos con detenimiento el calendario judío de las
festividades nos damos cuenta que sólo dos de ellas han alcanzado su cumplimiento histórico en eventos
relacionados con el Mesías: Pesaj y Matán Torá. Pero las otras tres festividades aun no se han cumplido: Rosh
Hashana, Yom Kippur y Sukkot.

Por tanto, al celebrar estas tres festividades cada año, estamos anunciando que pronto, en el tiempo del Eterno,
estas festividades serán cumplidas en nuestras vidas. Y por ello, a las festividades la Torá las llama “mikrá”, que
significa “ensayo”, pues al hacerla una y otra vez cada año, nos estamos preparando para hacerla y vivirla como el
Eterno lo ha designado. De allí que estos diez días, desde Rosh Hashana a Yom Kippur, que vivimos cada año, es
una alusión al juicio y a las aflicciones que enfrentaremos en los días finales de este mundo.

El juicio a la casa de Di_s comienza en Rosh Hashana y termina en Yom Kippur. Los “diez días” son una alusión a
juicio, porque la tradición judía el número “diez” es una alusión a juicio. Por tanto, no son literales. Este lapso de
tiempo literal de diez días, tiempos de aflicción y de arrepentimiento, que vivimos anualmente, es un ensayo para
el futuro, para el tiempo de angustia pronosticado para Yaacob, el pueblo de Di_s. Pues esos futuros días terribles
son llamados por el profeta Jeremías: “tiempos de angustia de Yaacob” (Jer 30:7), pero como Yaacob fue liberado,
así lo esperamos también nosotros. Y podemos ser liberados, porque invocaremos a nuestro favor los méritos de
Yeshua, nuestro Juez y Redentor.

Quien se prepare y escuche el sonido del shofar en una festividad de Rosh Hashaná del futuro cercano, le será dado
el privilegio de escuchar el shofar del Mesías que revela Rav Shaul en 1 Ts 4:16,17, que anuncia la liquidación del
mal y la resurrección de los muertos justos y la transformación gloriosa de los justos vivos para aquellos momentos
de angustia.

Baruj Hashem que, como dice el Tehilim, “bienaventurado el pueblo que conoce el sonido del shofar” (89:15).

Mantengámonos en esta expectativa, creyendo y obrando, para que tengamos confianza en el día del juicio, y así
esperar con fe, que el Eterno envíe al Mesías, pronto y en nuestros días, y decir amén.

13

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