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Viernes de la Octava de Pascua.

Año Par Ciclo A (Hec 4, 1-12; Jn 21, 1-14)

INVOCACION DEL ESPIRITU SANTO

✞ ✞ ✞ Padre, en Tus manos abandono mi vida y todo mi ser, para que me vacíes de todos
los pensamientos, palabras, obras, deseos e imágenes que me separan de Ti.
Calma mi sed y sacia mi hambre, lléname de Ti. Con humildad te entrego mi intención
de consentir tu Presencia y acción en mí, sáname, transfórmame, hazme de nuevo.
Ahora mismo anhelo y te pido a nombre de tu Hijo Jesús que me des al Espíritu Santo;
pues ya dispuesta mi alma, por tu gracia y misericordia; espera la luz que abra mi
mente y mi corazón para escucharte y ahí en mi meditación dejarme encontrar,
sorprender, seducir, tocar, y guiar por Ti.
Dime lo que quieres de mi para hacer Tu voluntad y no la mía. Dame el don de la
contemplación y la gracia para ver, aceptar y perseverar sin apegos, en este camino
hacia la Gloria.

✞ ✞ ✞ Señor Jesús, que tu Espíritu, nos ayude a leer las Sagradas Escrituras en el mismo
modo con el cual Tú la has leído a los discípulos en el camino de Emaús.
Con la luz de la Palabra, escrita en la Biblia, Tú les ayudaste a descubrir la presencia de
Dios en los acontecimientos dolorosos de tu condena y muerte. Así, la cruz, que parecía
ser el final de toda esperanza, apareció para ellos como fuente de vida y resurrección.
Crea en nosotros el silencio para escuchar tu voz en la Creación y en la Escritura, en los
acontecimientos y en las personas, sobre todo en los pobres y en los que sufren.

Tu palabra nos oriente a fin de que también nosotros, como los discípulos de Emaús,
podamos experimentar la fuerza de tu resurrección y testimoniar a los otros que Tú
estás vivo en medio de nosotros como fuente de fraternidad, de justicia y de paz. Te lo
pedimos a Ti, Jesús, Hijo de María, que nos has revelado al Padre y enviado tu Espíritu.
Amén

✞✞✞
Jesús, enséñame a gustar la infinitud del Padre. Háblame, Señor Jesús, acerca del
Padre. Hazme niño para hablarme de él como los padres de la tierra conversan con sus
pequeños; hazme amigo tuyo para hablarme de él como hablabas con Lázaro en la
intimidad de Betania; hazme apóstol de tu palabra para decirme de él lo que
conversabas con Juan; recógeme junto a tu Madre como recogiste junto a ella a los doce
en el Cenáculo..., lleno de esperanza para que el Espíritu que prometiste me hable
todavía de él y me enseñe a hablar de él a mis hermanos con la sencillez de la paloma y
el resplandor de la llama (G. CANOVAI, Suscipe Domine).
“JESÚS: ERES MI SEÑOR, GRACIAS POR TU PAN”
 «Lago Tiberíades. Jesús se aparece a sus Apóstoles. Pesca milagrosa»

 «Aquella noche no pescaron nada. Al clarear el día, se presentó Jesús


en la orilla del lago, pero no lo reconocieron. Jesús les dijo: -
Muchachos, ¿habéis pescado algo? Ellos contestaron: -No».
 «Él dijo: Echad la red al lado derecho. La echaron, y la red se llenó de
tal cantidad de peces que no podían moverla (153 peces grandes). El
discípulo a quien Jesús tanto quería dijo a Pedro: ¡Es el Señor!».
 «Jesús les dijo: - Venid a comer. Y Ninguno se atrevía a preguntar: «
¿Quién eres?», pues sabían que era el Señor. Jesús se acercó, tomó el
pan en sus manos y se lo repartió, y lo mismo hizo con los peces».

1 RITOS INICIALES
✞ ✞ ✞ Antífona de entrada Cf. Sal 77, 53

El Señor condujo a su pueblo seguro, mientras el mar cubría a sus enemigos. Aleluya.

Nos reunimos en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
✞ ✞ ✞ Saludo al altar y pueblo congregado

Misa del Viernes de la Octava: Viernes de la Octava de Pascua. 17 de Abril 2020


• La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo esté
siempre con nosotros.
✞ ✞ ✞ Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

• Señor, te pido que la experiencia de tu resurrección sea luz que dirija mi vida.
• Jesús, creo profundamente en Ti y sé que eres la luz que ilumina mi existir. Te pido al
iniciar esta oración, que acompañes siempre mis pasos, para que caminando seguro a tu
lado, sepa escoger el camino que lleva a la vida verdadera.

✞ ✞ ✞ Introducción por el Celebrante.

No se nos ha dado otro nombre que pueda salvarnos. (Hch 4,1-12, Jn 21,1-14)
Los cuatro evangelistas subrayan la dificultad de los discípulos en reconocer a Jesús
Resucitado. Primero, no se dan cuenta de que él está allí, lo toman sólo un extraño;
después, normalmente como consecuencia de una palabra o acción de Jesús, caen en la
cuenta de que es el Señor; y habitualmente, los primeros en reconocerle son los que
más le aman -hoy Juan-. La apariencia del Señor Resucitado es completamente
diferente de la del Jesús que habían conocido antes de su muerte y resurrección.
Aunque la fe de los apóstoles en la resurrección era difícil y lenta, todavía conforma el
núcleo de la predicación apostólica: El Jesús Resucitado es la piedra angular de nuestra
fe y de nuestra vida. Como con los apóstoles, Jesús permanece con nosotros, cuando
nos esforzamos en seguirle.

✞ ✞ ✞ Acto penitencial

El Señor Jesús, que nos invita a la mesa de la Palabra y de la Eucaristía, nos llama ahora
a la conversión. Reconozcamos nuestra indignidad, debilidad, y nuestros pecados e
invoquemos con esperanza la misericordia de Dios.
Jesucristo, el justo, intercede y nos reconcilia con el Padre. Abramos, pues, nuestro
espíritu al arrepentimiento. … Un poco de silencio…
• Soy consciente también Buen Jesús de mis pecados y faltas de amor. A veces escojo
mal y tomo el rumbo de la oscuridad del pecado. Te pido perdón de corazón porque
confío en tu amor misericordioso. Sé que siempre estás dispuesto al perdón y a
ayudarme a levantarme cada vez que caigo.
¡Señor, ten piedad! ¡Cristo, ten piedad! ¡Señor, ten piedad!

✞ ✞ ✞ Gloria a Dios.

Gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor. Por tu
inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te damos
gracias. Señor Dios, rey celestial, Dios Padre todopoderoso. Señor, Hijo único,
Jesucristo. Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre. Tú que quitas el pecado del
mundo, ten piedad de nosotros; Tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra
súplica. Tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros. Porque
solo Tú eres Santo, solo Tú Señor, solo Tú Altísimo, Jesucristo. Con el Espíritu Santo, en
la gloria de Dios Padre.

✞ ✞ ✞ Oración Colecta:
Dios todopoderoso y eterno, que por el Misterio pascual has restablecido tu alianza con
los hombres, concédenos imitar en la vida lo que celebramos en la fe. Por nuestro Señor
Jesucristo.
Oh Dios y Padre nuestro: Por medio de tu Hijo Jesucristo, Señor nuestro Resucitado, nos
has transmitido un mensaje de esperanza y nos has dado una persona única e
insuperable por quien vale la pena vivir. Libra nuestra fe de trivialidad y rutina y
llénanos con su Espíritu de fortaleza, para que aprendamos a vivir con firmeza en las
inseguridades del cambio, exigidas siempre por el evangelio y por las necesidades de los
tiempos. Que nuestra vida cristiana dé testimonio del nombre de quien nos salvó,
Jesucristo Resucitado, nuestro Señor.

2 LITURGIA DE LA PALABRA
✞ ✞ ✞ Primera lectura: Hechos de los Apóstoles 4,1-12

No hay salvación en ningún otro.


4,1 En aquellos días, mientras Pedro y Juan hablaban a la gente, se les presentaron los
sacerdotes, el jefe de la guardia del templo y los saduceos.
2 Estaban molestos porque enseñaban al pueblo y anunciaban que la resurrección de los
muertos se había realizado ya en Jesús.
3 Los prendieron y los encarcelaron hasta el día siguiente, pues era ya tarde.
4 Pero muchos de los que habían oído el discurso creyeron, y el número de hombres
llegó a cinco mil.
5 Al día siguiente se reunieron en Jerusalén los jefes de los sacerdotes, los ancianos y
los maestros de la Ley:
6 Anás, sumo sacerdote, y Caifas, Juan, Alejandro y todos los que pertenecían al linaje
sacerdotal.
7 Hicieron comparecer a Pedro y a Juan y les preguntaron: - ¿Con qué poder o en
nombre de quién habéis hecho esto?
8 Entonces Pedro, lleno del Espíritu Santo, les dijo: - Jefes del pueblo y ancianos de
Israel,
9 hoy ha sido curado un hombre enfermo, y nos preguntáis en nombre de quién se ha
realizado esta curación;
10 pues sabed todos vosotros y todo el pueblo de Israel que éste aparece ante vosotros
sano en virtud del nombre de Jesucristo Nazareno, a quien vosotros crucificasteis y a
quien Dios ha resucitado de entre los muertos.
11 Él es la piedra rechazada por vosotros, los constructores, que se ha convertido en
piedra angular.
12 Nadie más que Él puede salvarnos, pues sólo a través de Él nos concede Dios a los
hombres la salvación sobre la tierra.
PALABRA DE DIOS. R/TE ALABAMOS, SEÑOR
www.evangelizacion.org.mx

Meditatio
Ni parecería que el Pedro que está hablando fuera aquel mismo Pedro que por miedo a
correr la misma suerte que Jesús, lo negó tres veces; el mismo hombre que después de
la resurrección estaba escondido a puerta cerrada por miedo a los judíos.
La diferencia entre uno y otro se debe a que ha tenido un encuentro "personal" con
Jesús resucitado. Ahora conoce a Jesús no solo como "un profeta poderoso en obras
delante de Dios y de los hombres", sino como su Dios y su Señor. Es por ello necesario
que todos y cada uno de nosotros tenga también este encuentro personal, como decía el
Papa Juan Pablo II: "de ojos abiertos y corazón palpitante", con Jesús resucitado, ya que
este encuentro es el elemento que transforma nuestra vida.
La Pascua es un tiempo propicio para que este encuentro se realice en lo profundo de
nuestro ser. Simplemente hay que estar atentos, Jesús nos saldrá al encuentro en
cualquier momento, no lo dejemos pasar sin que nos cambie el corazón.
Oratio
Creo en ti, Señor, creo que sólo tú has sido constituido salvador nuestro y que solo tú
eres el camino, la verdad y la vida. Dame tu gracia para testificar al mundo lo que has
hecho en mi vida. Amén.
Actio
Hoy memorizaré alguna cita bíblica que me recuerde que Jesús es mi Salvador y que
puedo confiar en él.
www.santaclaradeestella.es

• Dos son los temas principales de este fragmento: la reacción de los jefes de Israel
ante el éxito de los apóstoles y las importantes afirmaciones del discurso de Pedro.
Primer tema: sorprendentemente, el «caso Jesús» no se cerró con la crucifixión. Sus
seguidores hacen prosélitos. Más aún, predican en el templo, convirtiéndose en
maestros del pueblo (tarea reservada a los doctores de la Ley), y anuncian la
resurrección de los muertos (lo que parece particularmente inoportuno a los saduceos).
Los jefes del pueblo, sorprendidos y exasperados, se les echan encima y los meten en la
cárcel. Ésta fue la primera persecución, a la que siguió un ulterior incremento numérico
de discípulos. El Sanedrín, el mismo que pocas semanas antes había juzgado a Jesús, se
reúne.
En él se concentran los diferentes poderes: el religioso, el económico, el teológico, el
social y lo que queda del poder político. Unos poderes que se sentían amenazados por el
mensaje subversivo de Jesús y que, ahora, deben ocuparse nuevamente de la cuestión.
El segundo tema es el breve y vigoroso discurso de Pedro. Éste, «lleno del Espíritu
Santo», tal como había prometido Jesús, habla con una gran parresia, es decir, con una
audacia y un coraje inauditos, plantando cara a los jefes del pueblo y poniéndoles en
una situación seriamente embarazosa. Parte del hecho de la curación para anunciar la
salvación, la curación radical. Las afirmaciones de Pedro son solemnes y claras: aquel a
quien vosotros condenasteis a muerte ha sido resucitado por Dios; y la piedra que
vosotros desechasteis Dios la ha convertido en la piedra fundamental del nuevo edificio
que pretende construir. Jesús, a quien los jefes rechazaron y mataron, ha sido elegido
por Dios para dar cumplimiento a sus promesas. El conjunto está dominado por el
«nombre de Jesús»; en ningún otro nombre hay salvación.
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Por el Nombre del crucificado hechos 4,1-12. ¡De modo que no había bastado con
crucificar a Jesús, sino que ahora se ataca a sus discípulos! Pedro y Juan instruyen al
pueblo e insisten en decir que Jesús ha resucitado de entre los muertos. Muchos de los
que les escuchan se convierten, y crece la comunidad de creyentes. Es más de lo que
pueden soportar los sumos sacerdotes, que se encogen de hombros cuando se les habla
de resurrección. Hay que matar al polluelo en el huevo y desmembrar la secta. Ha
llegado para la Iglesia la hora del testimonio.
« ¿En nombre de quién habéis hecho eso? —En nombre de Jesús, pues no se nos ha
dado bajo el cielo otro nombre que pueda salvarnos». El enfermo ha sido salvado en el
nombre de Jesús. ¿No es Jesús la piedra rechazada por los que hoy persiguen a la joven
Iglesia, pero elegida por Dios para ser la piedra angular sobre la que se edifique el
nuevo Israel?
El salmo 117 pertenece al género de acciones de gracias individuales.
El versículo 12 parece haber sido interpretado por los judíos como el anuncio de la
edificación de la comunidad escatológica, pero la Iglesia no tardó en aplicarlo a Cristo,
fundador del nuevo pueblo de Dios. Obsérvese el tono antijudío que se desprende de un
juego de palabras arameo que asimila los «arquitectos» a los escribas.
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1. La unicidad de Jesús
1.1 Como no faltan los que piensan que estar convencido es sinónimo de ser
intransigente, y que por lo mismo el único modo de ser abierto de mente es ser medio
demente, relativizando todo y a todos, conviene que hoy meditemos en las palabras de
Pedro sobre la mediación necesaria de Cristo para la salvación del hombre. A este
respecto nos ayudan las reflexiones de "Dominus Iesus", documento con que la
Congregación para la Doctrina de la Fe se expresa al respecto. Tomamos textos de los
números 13 a 15.
1.2 Es frecuente la tesis que niega la unicidad y la universalidad salvífica del misterio de
Jesucristo. Esta posición no tiene ningún fundamento bíblico. En efecto, debe ser
firmemente creída, como dato perenne de la fe de la Iglesia, la proclamación de
Jesucristo, Hijo de Dios, Señor y único salvador, que en su evento de encarnación,
muerte y resurrección ha llevado a cumplimiento la historia de la salvación, que tiene en
él su plenitud y su centro.
1.3 Los testimonios neotestamentarios lo certifican con claridad: "El Padre envió a su
Hijo, como salvador del mundo" (1 Jn 4,14); "He aquí el cordero de Dios, que quita el
pecado del mundo" (Jn 1,29). En su discurso ante el sanedrín, Pedro, para justificar la
curación del tullido de nacimiento realizada en el nombre de Jesús (cf. Hch 3,1-8),
proclama: "Porque no hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres por el que
nosotros debamos salvarnos" (Hch 4,12). El mismo apóstol añade además que
"Jesucristo es el Señor de todos"; "está constituido por Dios juez de vivos y muertos";
por lo cual "todo el que cree en él alcanza, por su nombre, el perdón de los pecados "
(Hch 10,36.42.43).
1.4 Pablo, dirigiéndose a la comunidad de Corinto, escribe: "Pues aun cuando se les dé
el nombre de dioses, bien en el cielo bien en la tierra, de forma que hay multitud de
dioses y de señores, para nosotros no hay más que un solo Dios, el Padre, del cual
proceden todas las cosas y para el cual somos; y un solo Señor, Jesucristo, por quien
son todas las cosas y por el cual somos nosotros" (1 Co 8,5-6). También el apóstol Juan
afirma: "Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que
crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no ha enviado a su Hijo
al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él" (Jn 3,16-17).
En el Nuevo Testamento, la voluntad salvífica universal de Dios está estrechamente
conectada con la única mediación de Cristo: "[Dios] quiere que todos los hombres se
salven y lleguen al conocimiento pleno de la verdad. Porque hay un solo Dios, y también
un solo mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús, hombre también, que se
entregó a sí mismo como rescate por todos" (1 Tm 2,4-6).
1.5 Basados en esta conciencia del don de la salvación, único y universal, ofrecido por el
Padre por medio de Jesucristo en el Espíritu Santo (cf. Ef 1,3-14), los primeros cristianos
se dirigieron a Israel mostrando que el cumplimiento de la salvación iba más allá de la
Ley, y afrontaron después al mundo pagano de entonces, que aspiraba a la salvación a
través de una pluralidad de dioses salvadores. Este patrimonio de la fe ha sido
propuesto una vez más por el Magisterio de la Iglesia: "Cree la Iglesia que Cristo,
muerto y resucitado por todos (cf. 2 Co 5,15), da al hombre su luz y su fuerza por el
Espíritu Santo a fin de que pueda responder a su máxima vocación y que no ha sido
dado bajo el cielo a la humanidad otro nombre en el que sea posible salvarse (cf. Hch
4,12). Igualmente cree que la clave, el centro y el fin de toda la historia humana se
halla en su Señor y Maestro".
2. Fe firme
2.1 Debe ser, por lo tanto, firmemente creída como verdad de fe católica que la voluntad
salvífica universal de Dios Uno y Trino es ofrecida y cumplida una vez para siempre en el
misterio de la encarnación, muerte y resurrección del Hijo de Dios.
2.2 Teniendo en cuenta este dato de fe, y meditando sobre la presencia de otras
experiencias religiosas no cristianas y sobre su significado en el plan salvífico de Dios, la
teología está hoy invitada a explorar si es posible, y en qué medida, que también figuras
y elementos positivos de otras religiones puedan entrar en el plan divino de la salvación.
En esta tarea de reflexión la investigación teológica tiene ante sí un extenso campo de
trabajo bajo la guía del Magisterio de la Iglesia. El Concilio Vaticano II, en efecto, afirmó
que "la única mediación del Redentor no excluye, sino suscita en sus criaturas una
múltiple cooperación que participa de la fuente única". Se debe profundizar el contenido
de esta mediación participada, siempre bajo la norma del principio de la única mediación
de Cristo: "Aun cuando no se excluyan mediaciones parciales, de cualquier tipo y orden,
éstas sin embargo cobran significado y valor únicamente por la mediación de Cristo y no
pueden ser entendidas como paralelas y complementarias". No obstante, serían
contrarias a la fe cristiana y católica aquellas propuestas de solución que contemplen
una acción salvífica de Dios fuera de la única mediación de Cristo.
2.3 No pocas veces algunos proponen que en teología se eviten términos como
"unicidad", "universalidad", "absolutez", cuyo uso daría la impresión de un énfasis
excesivo acerca del valor del evento salvífico de Jesucristo con relación a las otras
religiones. En realidad, con este lenguaje se expresa simplemente la fidelidad al dato
revelado, pues constituye un desarrollo de las fuentes mismas de la fe. Desde el inicio,
en efecto, la comunidad de los creyentes ha reconocido que Jesucristo posee una tal
valencia salvífica, que Él sólo, como Hijo de Dios hecho hombre, crucificado y resucitado,
en virtud de la misión recibida del Padre y en la potencia del Espíritu Santo, tiene el
objetivo de donar la revelación (cf. Mt 11,27) y la vida divina (cf. Jn 1,12; 5,25-26;
17,2) a toda la humanidad y a cada hombre.
2.4 En este sentido se puede y se debe decir que Jesucristo tiene, para el género
humano y su historia, un significado y un valor singular y único, sólo de él propio,
exclusivo, universal y absoluto. Jesús es, en efecto, el Verbo de Dios hecho hombre para
la salvación de todos. Recogiendo esta conciencia de fe, el Concilio Vaticano II enseña:
"El Verbo de Dios, por quien todo fue hecho, se encarnó para que, Hombre perfecto,
salvará a todos y recapitulara todas las cosas. El Señor es el fin de la historia humana,
"punto de convergencia hacia el cual tienden los deseos de la historia y de la
civilización", centro de la humanidad, gozo del corazón humano y plenitud total de sus
aspiraciones. Él es aquel a quien el Padre resucitó, exaltó y colocó a su derecha,
constituyéndolo juez de vivos y de muertos". "Es precisamente esta singularidad única
de Cristo la que le confiere un significado absoluto y universal, por lo cual, mientras está
en la historia, es el centro y el fin de la misma: "Yo soy el Alfa y la Omega, el Primero y
el Último, el Principio y el Fin" (Ap 22,13)".
www.caminando-con-jesus.org

La curación del paralítico y la predicación sobre Jesús lleva a los apóstoles a tener que
comparecer ante las autoridades. La vida cristiana conlleva riesgos. En tanto que
obramos como cristianos, predicamos lo que hacemos y hacemos lo que predicamos,
encontraremos dificultades, adversidades y hasta persecuciones.

✞ ✞ ✞ Salmo

Sal 117,1-2.4.22-24.25-27a
R/. La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular.
Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia. Diga la casa de
Israel: eterna es su misericordia. Digan los fieles del Señor: eterna es su misericordia.
R/. La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular.
La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo
ha hecho, ha sido un milagro patente. Éste es el día que hizo el Señor: sea nuestra
alegría y nuestro gozo.
R/. La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular.
Señor, danos la salvación; Señor, danos prosperidad. Bendito el que viene en nombre
del Señor, os bendecimos desde la casa del Señor; el Señor es Dios, él nos ilumina.
R/. La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular.
✞ ✞ ✞ Secuencia (Opcional)

Ofrezcan los cristianos ofrendas de alabanza a gloria de la Víctima propicia de la Pascua.


Cordero sin pecado que a las ovejas salva, a Dios y a los culpables unió con nueva
alianza.
Lucharon vida y muerte en singular batalla, y, muerto el que es la Vida, triunfante se
levanta.
« ¿Qué has visto de camino, María, en la mañana?» «A mi Señor glorioso, la tumba
abandonada, los ángeles testigos, sudarios y mortaja. ¡Resucitó de veras mi amor y mi
esperanza!
Venid a Galilea, allí el Señor aguarda; allí veréis los suyos la gloria de la Pascua.»
Primicia de los muertos, sabemos por tu gracia que estás resucitado; la muerte en ti no
manda.
Rey vencedor, apiádate de la miseria humana y da a tus fieles parte en tu victoria santa.

✞ ✞ ✞ Aleluya

Aleluya Sal 117, 24


R. Aleluya, aleluya, aleluya.
V. Éste es el día que hizo el Señor, sea nuestra alegría y nuestro gozo.
R. Aleluya, aleluya, aleluya.

✞ ✞ ✞ “Padre, dame tu bendición”: “El Señor esté en tu corazón y en tus labios, para que anuncies
dignamente su Evangelio en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”

✞ ✞ ✞ Lectura del Santo Evangelio según: Juan 21, 1-14

Jesús se acerca, toma el pan y se lo da, y lo mismo el pescado.


21,1 Poco después, Jesús se apareció otra vez a sus discípulos junto al lago de
Tiberíades.
2 Estaban juntos Simón Pedro, Tomás «El Mellizo», Natanael el de Cana de Galilea, los
hijos de Zebedeo y otros dos discípulos.
3 En esto dijo Pedro: - Voy a pescar. Los otros dijeron: - Vamos contigo. Salieron juntos
y subieron a una barca, pero aquella noche no lograron pescar nada.
4 Al clarear el día, se presentó Jesús en la orilla del lago, pero los discípulos no lo
reconocieron.
5 Jesús les dijo: - Muchachos, ¿habéis pescado algo? Ellos contestaron: -No.
6 Él les dijo: - Echad la red al lado derecho de la barca y pescaréis. Ellos la echaron, y la
red se llenó de tal cantidad de peces que no podían moverla.
7 Entonces, el discípulo a quien Jesús tanto quería le dijo a Pedro: - ¡Es el Señor! Al oír
Simón Pedro que era el Señor, se ciñó un vestido, pues estaba desnudo, y se lanzó al
agua.
8 Los otros discípulos llegaron a la orilla en la barca, tirando de la red llena de peces,
pues no era mucha la distancia que los separaba de tierra; tan sólo unos cien metros.
9 Al saltar a tierra, vieron unas brasas, con peces colocados sobre ellas, y pan.
10 Jesús les dijo: - Traed ahora algunos de los peces que habéis pescado.
11 Simón Pedro subió a la barca y sacó a tierra la red llena de peces; en total eran
ciento cincuenta y tres peces grandes. Y, a pesar de ser tantos, la red no se rompió.
12 Jesús les dijo: - Venid a comer. Ninguno de los discípulos se atrevió a preguntar: «
¿Quién eres?», porque sabían muy bien que era el Señor.
13 Jesús se acercó, tomó el pan en sus manos y se lo repartió, y lo mismo hizo con los
peces.
14 Ésta fue la tercera vez que Jesús se apareció a sus discípulos después de haber
resucitado de entre los muertos.
PALABRA DEL SEÑOR. R/ GLORIA A TI, SEÑOR JESÚS.

✞ ✞ ✞ “Que por el Evangelio sean perdonados nuestros pecados veniales”

San Josemaría Escrivá, Amigos de Dios 267


Los demás discípulos vinieron en la barca, tirando de la red llena de peces, pues no
estaban lejos de tierra, sino como a unos doscientos codos (Jn 21, 8). Enseguida ponen
la pesca a los pies del Señor, porque es suya. Para que aprendamos que las almas son
de Dios, que nadie en esta tierra puede atribuirse esa propiedad, que el apostolado de la
Iglesia -su anuncio y su realidad de salvación- no se basa en el prestigio de unas
personas, sino en la gracia divina.
Lee con atención la siguiente reflexión que te ayudará a profundizar el evangelio:
Luego de la muerte de Jesús, los discípulos, a pesar de haber sido advertidos de la
Resurrección por el mismo Señor en varias ocasiones, pierden la esperanza. Prueba de
esta actitud de derrota es la actitud que toma el apóstol Pedro en el Evangelio que
acabamos de meditar. El llamado a ser la Roca en que se sostendría la Iglesia es el
primero que toma la iniciativa de “volver a ser el de antes”. En otras palabras, el
llamado a ser “pescador de hombres” vuelve al oficio anterior… ser un pescador. ¿Qué
sucedió para que Pedro tomara este camino? Tal vez descubría en su interior que el
sueño del Mesías había terminado. Tal vez pensaba que no era digno de seguir a Jesús y
proclamarlo luego de haberlo negado tres veces. Pero Jesús, el Misericordioso, se acerca
en la madrugada luego de una pesca infructuosa para pedir a los discípulos que lancen
sus redes de nuevo a la derecha. Y Pedro, al reconocer al Señor con la ayuda del apóstol
Juan, se lanza al agua y nada hasta la orilla. Se ha iniciado el camino de la reconciliación
y de la esperanza. Pedro toma el lugar del más humilde dentro del grupo de
pescadores… al llegar a la orilla es quien se sube a la barca y “saca la red a tierra llena
de peces” (Jn 21,11) porque ha empezado a ser más humilde y ha reconocido que el
seguimiento de Jesús exige ser “el último de todos y el servidor de todos”. (Padre
Alberto Hadad)

1 Contexto. La palabra se ilumina.


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Apéndice o epílogo: aparición en Galilea (21,1-25). No puede haber duda de que el


cap. 21 es un apéndice añadido al evangelio, que concluye con el cap. 20. Lo que resulta
dudoso es si la adición fue hecha por el mismo evangelista autor de los caps. 1-20. Si
bien no se puede dar una respuesta apodíctica a esta cuestión, algunas consideraciones
llevan a la probable conclusión de que es obra de los discípulos después de la muerte del
evangelista (→ 8, supra; cf. las pruebas lingüísticas y de otros tipos en Bultmann, Das
Evangelium, 542-47). El apéndice se presenta como compuesto a partir del mismo
testimonio que respalda los caps. 1-20, pero este testimonio parece paralelo más que
parte integrante de las anteriores unidades, por lo que este capítulo no ha sido
completamente integrado con el resto del evangelio. Sea lo que fuere de su autor
literario, la tradición manuscrito indica que formaba parte del evangelio desde el
principio, es decir, probablemente desde el momento de la publicación del evangelio a
raíz de la muerte del evangelista. En cuanto a la canonicidad e inspiración de este
capítulo, nunca se ha planteado duda alguna. Las razones en que se apoya la adición de
este suplemento se verán en las mismas materias de que se ocupa. S. Besobrasoff
[Obispo Casiano], John XXI: NTS 3 (1956-57), 132-36; M.-E. Boismard, Le chapitre XXI
de Saint Jean. Essai de critique littéraire: RB 54 (1947), 473-501; L. Vaganay, La finale
du Quatrieme Évangile: RB 45 (1936), 512-28.
Las apariciones junto al mar de Galilea (21,1-14). Los w. 1 y 14 hacen mención de
las apariciones en Jerusalén y sirven de enlace con el resto del evangelio. Una tradición
antigua afirmaba que Jesús se había aparecido en Galilea (Mc 16,7), pero el único relato
asociado a esta tradición es el de la misión universal de los discípulos en Mt 28,16-20.
La escena de pesca en Juan tiene relación con la pesca milagrosa de Lucas y con la
designación de Pedro «pescador de hombres» (Lc 5,1-11). Se ha sugerido que el relato
lucano pudiera ser un relato de resurrección sacado de contexto (véase FGL 561). Esta
hipótesis haría coincidir las posibles fuentes de Juan y Lucas y, sin embargo, las
peculiaridades del relato joánico hacen que sea igualmente probable que los dos
episodios se hayan originado de forma independiente.
• En este suplemento, el evangelio de Jn concuerda con Mt (cf. también Mc 16,7), que
sitúa en Galilea las apariciones de Jesús resucitado a los discípulos; Lc y Jn 20 hablan
sólo de apariciones en Jerusalén. En Jn no hay intento alguno de armonizar la historia de
las apariciones en Galilea (que parece ser la tradición más antigua del evangelio) con las
de Jerusalén; no se da explicación de la repentina partida de los discípulos que marchan
de Jerusalén y retornan a sus antiguas ocupaciones.
1. poco tiempo después: Esta indicación temporal es muy genérica (cf. 3,22; 5,1; 6,1;
7,1) y no se refiere necesariamente a ningún acontecimiento anterior. «De nuevo» se
encuentra en algunos manuscritos antes o después de la palabra «se apareció»; parece
ser un intento de unir este capítulo, originalmente independiente, de manera más
estrecha al resto del evangelio, el mar de Tiberíades: Únicamente en este pasaje de los
evangelios se utiliza esa designación (cf. comentario a 6,1).
La pesca milagrosa (21,2-8.10-11).
2. Simón Pedro, Tomás...: La lista de nombres quizás proceda del editor del
evangelio, puesto que tanto Tomás como Natanael son presentados al lector de acuerdo
con su descripción en el evangelio.
• Son mencionados siete discípulos, de los que ya nos son conocidos los tres primeros
por el evangelio de Juan, hijos de Zebedeo: Esta designación pertenece a la tradición
sinóptica; no son mencionados en ningún pasaje de Jn. otros dos discípulos: No queda
claro por qué no se especifican sus nombres; sin embargo, Juan ya ha empleado
anteriormente este anonimato (cf. 1,35).
3-4. El retorno de los discípulos a sus casas y ocupaciones anteriores resulta plausible
únicamente aceptando que este capítulo era originalmente independiente del cap. 20 y
que no se presuponen las apariciones acaecidas en Jerusalén. De manera semejante, el
que los discípulos no reconozcan a Jesús (como en 20,14; Lc 24,16) suena como si se
tratara de la acostumbrada circunstancia de una aparición inicial del Señor. La razón
para incluir este relato, sin embargo, se verá en el v. 11.
3. voy a pescar: La decisión de ir a pescar, adecuada si consideramos el relato como la
primera (¿la única?) aparición de Jesús a sus discípulos, resulta sorprendente tras la
misión que éste les ha encomendado en 20,21.
4. El hecho de no reconocer a Jesús, típico de los relatos sobre las apariciones (p.ej., Jn
20,15; Lc 24,14-15), resulta también más apropiado en el contexto de una aparición
independiente. Diversos detalles de la pesca presentan paralelos en el relato de Lucas:
los discípulos han trabajado toda la noche sin ningún éxito; Jesús les ordena echar las
redes al agua; las redes se llenan con un gran número de peces; la reacción espontánea
de Pedro; los peces como símbolo de la misión; y la referencia al estado de la redes. Los
relatos se diferencian en la localización del bote y de Jesús, en el contenido de la
reacción de Pedro, en el estado de las redes y en la presencia de otros botes que les
ayudan a arrastrar las redes.
5-6. La escena descrita corresponde al conocido ambiente de Galilea. Incluso la orden
de echar la red al costado derecho (el lado de la suerte) de la barca no implicaría
necesariamente un conocimiento sobrehumano (aunque el evangelio lo entiende
probablemente como tal en vista del versículo siguiente), pues un hombre de pie en la
orilla podría ver muchas veces un banco de peces oculto a la vista de los que se hallaban
en la barca. Este relato recuerda el de Lc 5,4ss, que el tercer evangelio sitúa al principio
del ministerio en Galilea.
7. ¡es el Señor!: La identificación por parte del Discípulo Amado del extraño que está
en la orilla desencadena la reacción de Pedro. Algunos exegetas señalan un paralelo con
la escena de María Magdalena; María reconoce al Señor cuando éste la llama por su
nombre (20,16). Jesús se ha dirigido a los discípulos con la denominación propia de la
comunidad joánica, «hijos» (v. 5; cf. 1 Jn 2,13.18; 3,7).
Aquel discípulo al que Jesús amaba [→ 3, supra]: En este capítulo aparece asociado
a Pedro, como en tantas ocasiones anteriores (13,23s; 20,2; 18,15?) y es el primero en
reconocer al Señor (cf. 20,4). Probablemente, la abundantísima captura de peces ha de
considerarse como un «signo» que recuerda la gran cantidad de vino de Cana (2,6), la
multiplicación de los panes (6,11), el agua viva (4,14; 7,37ss), la vida eterna otorgada
por el Buen Pastor (10,10) y la plenitud del Espíritu (3,34).
Simón Pedro se ciñó su ropa: Los judíos eran muy considerados en cuestión de
saludos, que no podían hacerse sin la adecuada indumentaria. La precipitada acción de
Pedro es característica de su temperamento, tal como nos lo describen los evangelios.
8-9. Nada más se dice sobre la acción de Pedro, pero los demás discípulos son
introducidos en la escena por el mismo Cristo. La comida preparada por el Señor no
puede sino recordar la multiplicación de los panes (6,9), que a su vez es un signo de la
eucaristía, la distribución de la vida que comunica el Espíritu.
10-11. traed pescado: Esta orden no ha de explicarse en relación con la comida, que
ya estaba preparada. Es probable más bien que el Señor intentara subrayar que el oficio
de pescador simbolizaba la misión apostólica (cf. Mt 4,19; Mc 1,17; Lc 5,10).
• La petición parece entrar en contradicción con el v. 9, pero sirve para relacionar la
pesca con la escena de la comida.
11. 153 peces: El significado simbólico de los 153 peces es discutido. El paralelo con el
relato de Lucas sugiere que debe de hacer referencia a la universalidad de la misión (cf.
10,16). El narrador quizás haya enfatizado el hecho de que las redes no se rompieran
para significar la unidad de los creyentes y contraponerla a las divisiones de las
multitudes faltas de fe del evangelio (p.ej., 7,43; 9,16; 10,19).
• La mayor parte de los comentaristas, antiguos y modernos, ve una intención simbólica
en este número, pero no hay acuerdo en cuanto a su sentido. Dado que, como parece
verosímil, los peces simbolizan a los que entrarán en la Iglesia gracias a la predicación
apostólica (y, en consecuencia, la red que no llegó a romperse tendría el mismo
significado que la túnica de Cristo en 19,23s), la interpretación de san Jerónimo resulta
atractiva (PL 25.474): que los antiguos zoólogos calculaban precisamente en 153 el
número de las especies de peces. El sentido, por tanto, sería que los discípulos pescarían
todo tipo de peces; podríamos ver aquí un eco de las palabras de Jesús en Mt 13,47 (cf.
también Ez 47, 9s). Desgraciadamente, en la obra a que san Jerónimo se refiere para
justificar su afirmación (la Haliéutica de Opiano) no es posible hallar esa referencia. Se
ha observado que 153 es el «número triangular» de 17 (1 + 2 + 3... + 17 = 153), pero
en este caso no está claro lo que significaría 17. Para Barrett, el significado ha de
buscarse en los números 7 y 10, números de plenitud y perfección, que representarían
«la totalidad de la Iglesia católica y apostólica». Otros recurren a la gematría (el valor
numérico de las letras), una forma de simbolismo muy usada por los judíos (cf. Ap
13,18), pero la variedad de palabras que se pueden formar con equivalencia numérica
de 153 (¿en griego, arameo, hebreo?) es infinita y dependiente en gran parte de
apreciaciones subjetivas (cf. H. Kruse, VD 38 [1960], 129-48, que prefiere la frase
hebrea qehal hachaba, «la Iglesia del amor»).
La comida (21,9.12-14). El relato de la pesca milagrosa se convierte en un relato de
resurrección y se combina con la tradición acerca del reconocimiento por parte de los
discípulos de Jesús resucitado durante una comida. En Lc 24,43 el mismo Jesús come
pescado para alejar toda duda acerca de su presencia física. En Lc 24,30 Jesús abre los
ojos a los discípulos bendiciendo, partiendo y distribuyendo el pan. El pan y el pescado
fueron los alimentos bendecidos en el relato de la multiplicación de los panes en Jn 6,9.
Ambos relatos coinciden en situar la acción junto al lago de Tiberíades (son los dos
únicos relatos del cuarto evangelio que mencionan este lago) y coinciden también en el
gesto de Jesús que toma el alimento y lo reparte a sus discípulos (v. 13). En Jn 6,11,
Jesús distribuye el alimento entre la multitud. Parece, pues, harto probable que la
escena del reconocimiento de Jesús durante la comida esté destinada a recordar al
lector joánico la presencia de Jesús en la eucaristía (véase R. Pesch, Der veiche
Fischfang: Lk 5,1-11/Jo 21,1-14; Wundergeschichte-Berufungserzéhlung-
Evscheinungsbevicht [Düsseldorf 19691).
12-13. En Lc 24,42s hay una escena en que Cristo resucitado come con sus discípulos,
pero su intención es distinta. Aquí no se dice que el mismo Jesús tomara parte en la
comida, sino que distribuyó los alimentos; nuevamente esto nos recuerda las
expresiones de 6,11, el milagro de los panes que tuvo lugar precisamente junto a este
mismo lago. De nuevo nos encontramos con un paralelo lucano (cf. Lc 24,30s.35).
Ninguno de los discípulos se atrevió a preguntarle « ¿Quién eres tú?»: Cf. 4,27;
8,25. Algunos ven aquí el cumplimiento de 16,23, pero más bien parece que los
discípulos, si bien reconocen al Jesús con quien habían tratado antes, se sienten al
mismo tiempo sobrecogidos de temor por lo que en él ha ocurrido en virtud de la
resurrección y no se atreven a penetrar más profundamente en el misterio (Bultmann).
14. La tercera vez: Este versículo es obra del autor (o autores) de este capítulo, que
de esta forma lo relacionan con el cap. 20 (no se cuenta la aparición a María
Magdalena).
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• La «pesca milagrosa» presenta la tercera aparición del Resucitado a los discípulos-


pescadores, reunidos junto a la orilla del lago Tiberíades. El encuentro de Jesús con los
suyos, que habían vuelto a su trabajo, describe de manera simbólica la misión de la
Iglesia primitiva y el retrato de cada comunidad. Éstas permanecen estériles cuando se
quedan privadas de Cristo, pero se vuelven fecundas cuando obedecen a su Palabra y
viven de su presencia. El texto se compone de dos fragmentos en el ámbito de la
redacción: a) ambientación de la aparición en Galilea (vv. 1-5); b) la pesca milagrosa y
el reconocimiento de Jesús (vv. 6-14).
El reducido grupo de los discípulos, con Pedro a la cabeza, representa a toda la Iglesia
en misión. Pero sin Jesús en la barca, el fracaso de la «pesca» (= misión) es total y
anda a tientas en la «noche» (v. 3). Frente a la conciencia de no triunfar por sí solos en
la empresa, interviene Jesús -«al clarear el día» (v. 4) - con el don de su Palabra,
premiando a la comunidad que ha perseverado unida en el trabajo apostólico: «Echad la
red al lado derecho de la barca y pescaréis» (y. 6). La obediencia a la Palabra produce el
resultado de una pesca abundante.
Los discípulos se fiaron de Jesús y experimentaron con el Señor la desconcertante
novedad de su vida de fe. Jesús les invita después al banquete que él mismo ha
preparado: «Venid a comer» (v. 12).
En el banquete, figura de la eucaristía, es el mismo Jesús quien da de comer,
haciéndose presente de una manera misteriosa. Los discípulos son ahora presa del
escalofrío que les produce el misterio divino. La conclusión del evangelista es una
invitación a la comunidad eclesial de todos los tiempos para que vuelva a encontrar el
sentido de su propia vocación y ponga a Jesús como Señor de la vida, de suerte que, a
través de la escucha de la Palabra y de la eucaristía (= las dos mesas), la Iglesia haga
fructuosos todos sus compromisos entre los hombres.
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El texto está compuesto por dos fragmentos en el ámbito redaccional: la aparición de


Jesús en Galilea y la pesca milagrosa (vv. 1-6), y el reconocimiento de Jesús y la comida
preparada por él (vv. 7-14). El relato describe, de una forma simbólica, la misión de la
Iglesia primitiva y el retrato de toda comunidad en misión, que permanece estéril
cuando le falta Cristo pero se vuelve fecunda cuando obedece a su Palabra y vive de su
presencia. El fragmento joánico se muestra rico en elementos simbólicos: la pesca indica
el campo de la evangelización y del apostolado; el mar donde los discípulos desarrollan
su trabajo apostólico, representa el lugar de los asuntos humanos y el ambiente del
trabajo evangélico; el número siete indica la plenitud y la totalidad de los discípulos en
la Iglesia, entre los cuales se nombra en primer lugar a Pedro, porque ejerce la función
de responsable y de guía de la comunidad; los discípulos trabajan juntos durante la
noche sin pescar nada porque Jesús, verdadera luz del mundo (cf. Jn 8,12; 1 Jn 1,5), no
está en su barca. El momento de crisis está subrayado no solamente por la noche, sino
por el pecado de autosuficiencia de los discípulos, puesto de manifiesto por su personal
proyecto apostólico «yo voy a pescar... nosotros...» (v. 3).
Frente a la conciencia de no salir airosos por sí solos en la empresa, Jesús interviene «al
clarear el día», tiempo privilegiado de la acción de Dios (cf. Éx 14,24; Sal 5,4; 30,6).
Con su amabilidad y con el don de su Palabra, premia a la comunidad que ha
perseverado unida en el trabajo apostólico. Jesús les ofrece entonces su Palabra de vida:
«Echad la red al lado derecho de la barca y pescaréis» (v. 6). El lado derecho es en el
lenguaje semítico símbolo de la buena suerte y del bienestar, como obra de Dios. Jesús
impulsa de este modo a los suyos a cumplir su Palabra y a vivirla en obediencia. El
resultado es una pesca milagrosamente sobreabundante.
Ahora, uno tras otro, siguiendo la indicación del discípulo amado, que es el primero en
identificar al «Señor» (v. 7), reconocen en la fe a Jesús, que les invita a participar en el
banquete que él mismo ha preparado y en el que quiere que colaboren los suyos,
depositando también en la mesa el fruto de su misión evangelizadora.
Llegados a la orilla junto a Jesús, Pedro reemprende su servicio en la comunidad,
llevando a tierra la red llena de peces sin romperla, dado su carisma de conservar la
unidad en la Iglesia. Viene, después, la invitación de Jesús a comer. El texto, al hablar
de pan y de peces, alude de manera explícita a la eucaristía, momento cumbre de la
comunidad de fe.
Esta tercera aparición de Jesús resucitado es una invitación dirigida a toda comunidad
eclesial para que recupere el sentido de su propia misión, poniendo al Señor, Palabra y
eucaristía, en el centro de su propia vida.
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No hay contexto.
2 Reflexión. ¿Qué nos dice Dios en el Texto? La palabra me ilumina.
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No hay reflexión.
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Oración inicial
Dios todopoderoso y eterno, que por el misterio pascual has restaurado tu alianza con
los hombres; concédenos realizar en la vida cuanto celebramos en la fe. Por nuestro
Señor.
Del Evangelio según Juan 21,1-14
Reflexión
• El Capítulo 21 del evangelio de San Juan parece un apéndice que fue creciendo
más tarde después que el evangelio ya estaba terminado. La conclusión del capítulo
anterior (Jn 20,30-31) deja percibir que se trata de una añadidura. De cualquier
manera, añadidura o no, es Palabra de Dios, que trae un bonito mensaje de resurrección
para este quinto día de la semana de Pascua.
• Juan 21,1-3: El pescador de hombres vuelve a ser pescador de peces. Jesús
murió y resucitó. Al final de aquellos tres años de convivencia, los discípulos volvieron
para Galilea. Un grupo de ellos está de nuevo ante el lago. Pedro retoma el pasado y
dice: “¡Voy a pescar!” Los otros dijeron “¡Nos vamos contigo!” Así, Tomás, Natanael,
Juan y Santiago junto con Pedro tomaron el barco y fueron a pescar. Retomaron la vida
del pasado como si nada hubiese acontecido. Pero algo había acontecido. ¡Algo estaba
aconteciendo! ¡El pasado no volvió! “¡No hemos pescado nada!” Volvieron a la playa
cansados. Fue una noche frustrante.
• Juan 21,4-5: El contexto de la nueva aparición de Jesús. Jesús estaba a orillas
del mar, pero ellos no le reconocieron. Y Jesús pregunta: “Muchachos, ¿no tenéis nada
que comer?” Respondieron: “¡No!” En la respuesta negativa reconocieron que la noche
había sido frustrante y que no pescaron nada. Ellos habían sido llamados a ser
pescadores de hombres (Mc 1,17; Lc 5,10), y volvieron a ser pescadores de peces. Pero
algo había cambiado en sus vidas. La experiencia de tres años con Jesús produce en
ellos un cambio irreversible. Ya no era posible volver atrás como si nada hubiera
acontecido, como si nada hubiese mudado.
• Juan 21,6-8: Lanzad una red al lado derecho del barco y los vais a encontrar.
Ellos hicieron algo que, probablemente, nunca hubiesen hecho en su vida. Cinco
pescadores experimentados obedecen a un extraño que manda hacer algo que contrasta
con su experiencia. Jesús, aquella persona desconocida que estaba en la playa, mandó
que echasen la red por el lado derecho del barco. Ellos obedecieron, echaron la red, y
fue un resultado inesperado. ¡La red se llenó de peces! ¡Cómo era posible! ¿Cómo
explicar esta sorpresa fuera de cualquier previsión? El amor hace descubrir. El discípulo
amado dice: “¡Es el Señor!” Esta intuición lo aclara todo. Pedro se tira al agua para
llegar más deprisa cerca de Jesús. Los otros discípulos fueron detrás con el barco
arrastrando la red llena de peces.
• Juan 21,9-14: La delicadeza de Jesús. Llegando a tierra, vieron que Jesús había
encendido unas brasas y que estaba asando pan y peces. Pidió que trajesen unos peces
más. Inmediatamente, Pedro subió al barco, arrastró la red con ciento y cincuenta y tres
peces. Muchos peces, y la red no se rompió. Jesús llama a la multitud: “¡Venid a comer!”
Él tuvo la delicadeza de preparar algo para comer después de una noche frustrada sin
pescar nada. Gesto bien sencillo que revela algo del amor con que el Padre nos ama.
“Quién me ve a mí, ve al Padre.” (Jn 14,9). Ninguno de sus discípulos se atrevía a
preguntar quién era él, pues sabían que era el Señor. Y evocando la eucaristía, el
evangelista Juan completó: “Jesús se acercó, tomó el pan y lo distribuyó para ellos”.
Sugiere así que la eucaristía es el lugar privilegiado para el encuentro con Jesús
resucitado.
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La seguridad de Pedro procede de la certeza interior de que Jesús es ahora el único


Salvador. Toda la Iglesia de los orígenes vive de esta certeza, una certeza que la hace
fuerte, intrépida, gozosa, misionera, irresistible.
Las grandes epopeyas misioneras se han nutrido siempre de esta conciencia. La Iglesia
será siempre misionera mientras se interese por la salvación del prójimo, a la luz de
Cristo salvador.
Nuestros tiempos no resultan demasiado fáciles a este respecto: es preciso justamente
respetar las conciencias, está el diálogo interreligioso, es preciso promover la paz, existe
la propagación de un cierto relativismo, está la desconfianza con respecto a todo tipo de
integrismo. A pesar de todo ello, Cristo, ayer como hoy y como mañana, sigue siendo el
único Salvador. De lo que se trata es de convertir esta certeza no en un arma contra
nadie, sino en una propuesta paciente y firme, serena y motivada, testimoniada y
hablada, orada y alegre, suave y valiente, dialogadora y confesante. En todo ambiente,
en todo momento de la vida, aun cuando parezca tiempo perdido, incluso cuando
parezca fuera de moda. De esta certeza nace una fuerza nueva: se liberan energías.
Dejamos de tener miedo a los juicios de los hombres y nos convertimos en hombres y
mujeres interior y exteriormente libres.
www.Dioscadadía.Bastin,Pinkers,Teheux

Juan 21,1-14. «No tengas miedo, Simón; desde ahora serás pescador de
hombres» (Lc 5,10). Por orden de Jesús echaron la red y sacaron ciento cincuenta y
tres peces. Jesús ha glorificado a su Padre, y ahora el Padre le glorifica a él. Resucitado,
realiza la promesa que había hecho a algunos paganos: «cuando haya sido elevado de la
tierra, atraeré a todos los hombres hacia mí» (12,32). Ahora es el tiempo de la misión, y
Pedro es su jefe: ¿no se lanzó al agua al reconocer al Señor, igual que había corrido
hacia la tumba vacía en la mañana de Pascua? Han capturado una enorme cantidad de
peces, y la red no se rompe con el peso de la pesca. Así, contra toda esperanza, los
apóstoles van a congregar a hombres de todas partes en la unidad de una sola Iglesia.
Pero sin Jesús no pueden hacer nada: durante la noche no habían pescado una sola
pieza.
De regreso a la orilla, encuentran unas brasas sobre las que Jesús ha puesto pescado y
pan. Jesús toma ahora el pan y se lo da, y ninguno le pregunta: « ¿Quién eres?», ya que
saben muy bien que es el Señor. En efecto, en el pan compartido han reconocido el Pan
de la vida, el Pan venido del cielo, el que da la vida eterna.
¡Todo vuelve a empezar! Habían detenido a Jesús y le habían crucificado: ¡todo en vano!
Hoy sus discípulos predican... Habían acusado a Jesús de curar en nombre de Belzebú:
hoy hacen comparecer a Pedro y a los demás. « ¿Con qué poder o en nombre de quién
hacéis esas curaciones?». El proceso de Jesús no ha concluido: ¡el Gólgota sólo fue un
momento de la gran acusación! ¡De tal Maestro, tales discípulos! A lo largo de la
historia, los discípulos vivirán en su carne la suerte reservada al Maestro. El proceso
continúa: ¡por los siglos de los siglos, la cruz será piedra de escándalo! Proceso a Jesús:
era necesario que Jesús pasara por la cruz. A causa de su vida, porque lo cambiaba
todo: la sociedad, la religión, Dios; porque producía un contagio peligroso a la
humanidad: el del amor y la libertad. ¡Era necesario que entregase su vida para que la
Vida viviera! Proceso a la Iglesia: ¡el discípulo no es más que su Maestro! Proceso a la
Iglesia cuando derriba los ídolos fabricados por las manos del hombre y denuncia todas
las servidumbres: la tiranía del dinero, la pasión del poder. Proceso a la Iglesia cuando
pone en peligro el orden social desenmascarando a los falsos dioses y revelando la
dignidad del hombre querida por Dios. Pasión de los discípulos cuando prenden fuego a
los tradicionalismos esterilizantes y a los poderes destructivos.
« ¿Con qué autoridad hacéis esto?». «La piedra que desechasteis vosotros, los
arquitectos, se ha convertido en piedra angular. Fuera de él no hay salvación». El
proceso de Jesús no se ha clausurado con una condena, sino con una victoria, pues Dios
se ha puesto del lado del condenado. Y para siempre, Dios ha unido su suerte a la de
sus discípulos. «Gracias al nombre de Jesús el Nazareno, este hombre se presenta sano
ante vosotros»...
Hermanos, si algún día la vida abre un proceso a vuestra esperanza, si las fraternidades
rotas procesan a las manos que vosotros habéis unido, si la injusticia impugna vuestro
trabajo por un mundo más auténtico y más hermoso, recordad la ley de la cruz: era
necesario que el grano fuera arrojado en tierra para que brotara en todo su esplendor la
flor de Pascua. Dios realiza siempre el contra-proceso de la acusación hecha a los suyos.
No lo olvidéis: en la mañana de Pascua, el Acusado se hizo vuestro Abogado, y la propia
muerte tuvo que retroceder ante la vida. «Los reconocieron como compañeros de Jesús,
vieron de pie junto a ellos al hombre que había sido curado y no encontraron acusación
contra ellos»...
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No hay reflexión.
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Conversando con el amor


Señor, ven y revélame todo lo que necesito saber para amarte incondicionalmente y que
no nada me haga desviar de tu camino. Aumenta mi fe. Tú te has fijado en mí y me
acompañas a lo largo de mi camino de vida. Enséñame a descubrir tus enseñanzas
dónde yo solo veo problemas, sufrimientos, epidemias. Te confío mi vida. Amén
Evangelio de hoy. Santo Evangelio del Viernes de la octava de Pascua.
Reflexión del Papa Francisco.
Sobre el Evangelio de hoy, recordemos siempre la historia de aquella noche de pesca,
cuando los discípulos no pescaron nada, nada. Y por eso estaban un poco enfadados.
Por ese motivo cuando se acercaron a la orilla y escucharon que un hombre les
preguntaba si tenían algo para comer, he aquí que ellos enfadados respondieron: No.
Porque de verdad no tenían nada.
Pero ese hombre les dijo que tirasen las redes hacia la otra parte: los discípulos lo
hicieron y la red se llenó de peces.
Es Juan, el amigo más cercano, quien reconoce al Señor. Por su parte Pedro, el
entusiasta, se lanza al mar para llegar antes que el Señor. Esto fue de verdad una pesca
milagrosa, pero al llegar - aquí comienza el pasaje del Evangelio de hoy - encontraron
que Jesús había preparado el desayuno: sobre la parrilla estaba el pescado. Y comieron
juntos. (Homilía del Evangelio de hoy. Santa Marta, 22 de mayo de 2015)
[...] En diversas partes del mundo hay también quien sufre, como Pedro y los Apóstoles,
a causa del Evangelio; hay quien entrega la propia vida por permanecer fiel a Cristo, con
un testimonio marcado con el precio de su sangre.
Recordémoslo bien todos: no se puede anunciar el Evangelio de Jesús sin el testimonio
concreto de la vida. Quien nos escucha y nos ve, debe poder leer en nuestros actos eso
mismo que oye en nuestros labios, y dar gloria a Dios.
Me viene ahora a la memoria un consejo que San Francisco de Asís daba a sus
hermanos: predicad el Evangelio y, si fuese necesario, también con las palabras.
Predicar con la vida: el testimonio.
La incoherencia de los fieles y los Pastores entre lo que dicen y lo que hacen, entre la
palabra y el modo de vivir, mina la credibilidad de la Iglesia.
Pero todo esto solamente es posible si reconocemos a Jesucristo, porque es él quien nos
ha llamado, nos ha invitado a recorrer su camino, nos ha elegido.
Anunciar y dar testimonio es posible únicamente si estamos junto a él, justamente como
Pedro, Juan y los otros discípulos estaban en torno a Jesús resucitado, como dice el
pasaje del Evangelio de hoy; hay una cercanía cotidiana con él, y ellos saben muy bien
quién es, lo conocen.
El Evangelista subraya que "ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle quién era,
porque sabían bien que era el Señor" (Juan 21,12).
Y esto es un punto importante para nosotros: vivir una relación intensa con Jesús, una
intimidad de diálogo y de vida, de tal manera que lo reconozcamos como el Señor.
¡Adorarlo! (Homilía del Evangelio de hoy, 14 de abril de 2013)
Oración para el Evangelio de hoy.
Señor, quiero tomar conciencia de que tu amor es la única fuerza que llena de plenitud
la vida y sólo tu amor tiene el poder de transformar corazones.
Gracias por abrirme las puertas del Cielo con tu resurrección, por abrirme a la esperanza
y por darme la fe para enfrentar mis batallas y resistir al mal.
Con tu gracia, me has capacitado el espíritu para y librarme de aquellos que conmigo no
tienen las mejores intenciones y quieren verme tropezar.
Sopla sobre mí esa fortaleza de tu Espíritu Santo para vencer toda dificultad, porque con
esa poderosa Presencia me puedo mantener firme en la prueba.
Quiero sentir la fuerza sanadora de tu Cruz confiado en que has entregado tu vida en
ella para sanarme y convertirme en valiente colaborador de tu Reino.
Ilumina mi vida para s entender que, con tu resurrección, puedo vencer todo miedos y
angustia del camino, porque Contigo voy, Contigo soy y Contigo vivo.
Mis esfuerzos, mis rutinas, mis logros y fracasos, todo cobra sentido en tu sacrificio de
Cruz… Eres el Señor y siempre estarás cuando más te necesito.
Como Pedro, al conocer tu presencia, quiero lanzarme al agua de vida e ir hacia Ti
donde me esperas para saciar mi corazón de tu amor. Amén
Propósito para hoy.
Hoy, rezaré por las benditas almas del Purgatorio, para que pronto encuentren el
consuelo celestial.
Frase de reflexión.
"Queridos jóvenes, les invito a poner sus talentos al servicio del Evangelio, con
creatividad y con una caridad sin fronteras". Papa Francisco
www.evangelizacion.org.mx

Es una equivocada creencia que a Jesús sólo se le puede encontrar en los templos o en
los momentos de mucha intimidad dentro de la oración. Jesús, hombre de lucha y de
fatiga, se hace presente en nuestros mismos lugares de trabajo.
Aunque su presencia escapa a nuestra vista, su acción creadora está siempre lista para
ayudarnos en nuestras labores diarias, así, a pesar de que nuestros esfuerzos no
rindieron el fruto esperado, él hará aquello que para nosotros no fue posible. Sin
embargo, debemos estar atentos pues, del mismo modo que dijo a los discípulos nos
dice también a nosotros: tiren de nuevo las redes, pero del modo que yo les indico.
Cuando somos capaces de hacer nuestro trabajo de la manera que Jesús nos los indica,
es decir, con generosidad, honradez, esfuerzo, la pesca es siempre abundante, y no sólo
para el pan de nuestras casas, sino para que el mundo crea que Jesús está vivo ahí,
donde todos los días convivimos. Sí, hermanos: Jesús ha resucitado para estar con
nosotros, para actuar en nuestra historia, para convencer al mundo que el pecado y la
muerte han sido vencidos, para acompañarnos hasta la consumación de los siglos.
¡Aleluya, Aleluya!
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El relato de la pesca milagrosa alude al misterio de nuestras comunidades cristianas,


que con frecuencia intentan «hacer», construir, trabajar en la evangelización, pero que
igualmente a menudo actúan por la «noche» contando exclusivamente con sus fuerzas
humanas, y entonces experimentan la amargura, la decepción y el fracaso. Sin
embargo, cuando actúan al clarear el dia y con la luz que es Jesus, intentando obedecer
a su Palabra, dan fruto y se abren por completo al sentido de su vocación.
La sabia dosificación entre el hacer y el estar con Jesús determina la calidad de la
existencia de nuestra vida cristiana. Las comunidades que se limitan a vivir en la
superficie son incapaces de alcanzar el centro más profundo de Sí mismas y no
descubren nunca el «centro del centro», que es Dios y su Palabra. Solo las comunidades
que viven y se miran en el centro se conocen a sí mismas y viven la experiencia de Dios
y de su Palabra, porque -como dice Paul Ricoeur- «la vida interior es la fuente de sus
relaciones exteriores».
El fragmento joánico nos interpela, por tanto, personal y comunitariamente. ¿Qué nos
dice a cada uno de nosotros el mandato de Jesus: «Echad la red al lado derecho de la
barca y pescareis» (v. 6)? Nos dice, antes que nada, que para salir hoy de una situación
de cansancio y desconcierto es preciso vencer el entorpecimiento funesto, que es la
superficialidad en la vida espiritual. Jesus nos invita a volver a entrar en nosotros
mismos, a confesar nuestras debilidades y a confiar no en proyectos humanos y
personales, sino en la fe en él, en su Palabra, en nuestro trabajo apostólico. En nuestro
caso, se trata de volver a encontrar la unidad de la vida espiritual y de la acción
apostólica, fiándonos de la persona de Jesús, convencidos de que es a él a quien
debemos poner en el centro de nuestras opciones pastorales.
www.catholic

"Voy a pescar". - dijo Pedro. Casi se puede escuchar el tono de alguien que regresa a
la rutina, en donde se hace lo que se tiene que hacer porque se tiene que hacer y nada
más.
Parece que Pedro experimentó el aburrimiento del hombre que ha estado en la cima de
una montaña y ha contemplado el paisaje; y ahora se tiene que contentar con ver ese
mismo paisaje en una fotografía.
Voy a pescar, es decir, vuelvo a mi trabajo, vuelvo a hacer lo que en sí me gusta hacer
pero... ya no es lo mismo... no encuentra el sentido.
Pedro había conocido a Cristo. Vivió con Él, comió junto a Él; lo escuchó..., lo traicionó,
lo amó; era su amigo. De repente se ve sin Él, se ve sin el amigo que a su vida le dio
sentido; el amigo que alguna vez le dijo: "desde ahora ya no solo serás pescador sino
que serás pescador de hombres..., uno de los apóstoles, mi discípulo, mi amigo."
"Es el Señor". Pedro no piensa nada, simplemente actúa y lo primero que hace es
dirigirse hacia lo único que le hace falta, hacia lo único importante..., se dirigió hacia el
Amigo.
De la nada, la rutina de la vida desaparece. El aburrimiento se olvida. No es una
fotografía..., es el verdadero paisaje.
Esto es lo que significa la resurrección. La vida verdaderamente cobra un sentido;
aparece un horizonte hacia dónde dirigir la vida. Un horizonte que tiene un nombre
específico: Cristo.
• El relato se sitúa en el marco de la vida cotidiana de los discípulos, que habían
regresado a su tierra y a su trabajo de pescadores, después de los días tremendos de la
pasión, muerte y resurrección del Señor. Era difícil para ellos comprender lo que había
sucedido. Pero, mientras que todo parecía haber acabado, Jesús va nuevamente a
"buscar" a sus discípulos. Es Él quien va a buscarlos. Esta vez los encuentra junto al
lago, donde ellos habían pasado la noche en las barcas sin pescar nada. Las redes vacías
se presentan, en cierto sentido, como el balance de su experiencia con Jesús: lo habían
conocido, habían dejado todo por seguirlo, llenos de esperanza... ¿y ahora? Sí, lo habían
visto resucitado, pero luego pensaban: "Se marchó y nos ha dejado... Ha sido como un
sueño... (Homilía de S.S. Francisco, 10 de abril de 2016).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con
Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees
que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hacer un pequeño examen de conciencia donde profundice en la pregunta: ¿hacia dónde
estoy dirigiendo mi vida?
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1. Por mandato del Señor, los apóstoles habían ido a Galilea. Véase Mt. 28, 7.
9. Santo Tomás de Aquino opina que en esta comida, como en la del Cenáculo (Lc. 24,
41-45) y en la de Emaús (Lc. 24, 30), ha de verse la comida y bebida nuevas que Jesús
anunció en Mt. 26, 29 Lc. 22, 16-18 y 29-30. Otros autores no comparten esta opinión,
observando que en aquellas ocasiones el Señor resucitado no comió cordero ni bebió
vino, sino que tomó pescado, pan y miel, y que, lejos de sentarse a la mesa en un
banquete triunfante con sus discípulos, tuvo que seguir combatiéndoles la incredulidad
con que dudaban de su Redención (cf. Lc. 24, 13; Hch. 1, 3 y notas).
http://www.ciudadredonda.org

Querido Dios Padre resucitador


Me encanta lo que me escribes acerca de tu Hijo Jesús. Sabes que lo admiro. Me
entusiasman sus palabras y sus vidas. Quiero sentir como él sintió; me encanta
experimentar la vida como el la experimentó y vivir desde su corazón filial. Me fascina
eso de amar como Él amó.
Hoy de nuevo tratas de hacerme tomar conciencia de la nueva forma de presencia de
Cristo, tu Hijo del alma, en nuestra vida e historia humanas. De nuevo nos recuerdas
que su resurrección no es ausencia, que tenemos que entrenarnos para nueva forma de
presencia. Me cuentas que tu Hijo una vez más se hizo encontradizo con sus discípulos,
que tomó la iniciativa Él mismo. Y se apareció junto al lago de Tiberíades, a Pedro y a
los otros discípulos.
Ellos se encuentran faenando en el lago. Aparece Él en la orilla. Lo ven y no lo
reconocen; “no sabían que era Él”. Para darse a conocer Jesús resucitado les recordó y
les puso delante de los ojos, dos signos que había hecho en su etapa terrena: la comida
y la pesca milagrosa. Y fue entonces cuando el amor del discípulo amado encendió sus
ojos y dijo: “Es el Señor”.
Todos estaban persuadidos de que era Él y no se atrevían a preguntarle. El Jesús
viviente rememora el gesto señero de su entrega. “Toma el pan y se lo da, y lo mismo el
pescado”. De esta forma dejó claro cuáles son los signos en los que nos sale al
encuentro y se da a conocer y reconocer. La resurrección es una luz que ilumina hacia
adelante y hacia atrás. Hacia atrás pone de manifiesto nuevos significados en los gestos
históricos de Jesús. Quedan transidos de nuevo significado. Son ahora los signos del
encuentro y de la relación con él.
En tu carta menciones al discípulo amado. Fue el que descubrió primero y confesó: Es el
Señor. Debo entender que donde hablas del discípulo amado sin darle nombre, quieres
que cada uno pongamos el nuestro. Quieres que yo ponga el mío: También yo soy
discípulo amado. Y tengo la dicha de haber recibido el don de la fe.
Hoy quiero darle especialmente las gracias por este regalo.
Con afecto y gratitud
Tu hijo
http://www.aqplink.com/roguemos

Echen la red a la derecha de la barca y encontrarán. El Señor ha resucitado y se ha


presentado a los discípulos hasta en tres oportunidades hasta el momento, según el
pasaje que vamos a reflexionar hoy. Hay algo sobre lo que queremos detenernos y es
esta presencia suya que para nosotros debe traducirse en oírle y hacer lo que nos dice,
porque en ello tenemos garantía de éxito. No se trata de un éxito efímero, sino en
función de la Misión que tenemos encomendada. Jesús Resucitado no solo está con
nosotros, Vivo, sino que está para ayudarnos, para orientarnos, para decirnos lo que
debemos hacer. Él sabe muy bien lo que necesitamos aún antes de que se lo pidamos y
nos dará en abundancia si le oímos y hacemos lo que nos dice. Hemos de verlo y
prestarle atención. Siempre hay opción. Él no obliga, como no obligó a sus discípulos,
pero ellos estuvieron dispuestos a oírlo y a hacer lo que les dijo. Esta es la lección que
debemos procurar aplicar en nuestras vidas. Pidamos a Dios que nos de esta
disponibilidad. Echen la red a la derecha de la barca y encontrarán. La echaron, pues, y
ya no podían arrastrarla por la abundancia de peces.
Jesús saca del derrotismo, de la depresión en la que habían caído los discípulos, que se
encontraban juntos, pero como perdidos, sin rumbo. Que Pedro quiera ir a pescar y que
todos se le unan, refleja un poco el estado anímico en el que se encontraban.
Seguramente podemos buscar distintas interpretaciones y tal vez ninguna sea la
correcta, pero a nosotros se nos ocurre que Pedro estaba como anonadado por todo lo
que había acontecido, tratando de asimilarlo y preguntándose si todo aquello que habían
vivido en realidad no fue una alucinación, una locura, que terminó con la muerte de
Jesús. Así, ese “voy a pescar”, suena como “aquí ya no hay nada más que hacer;
regresaré a lo que siempre fui; tal vez allí encuentre las respuestas que busco…De
cualquier modo algo tenemos que hacer de aquí en adelante; haremos lo que sabemos,
lo acostumbrado…Volveremos a lo de antes, tal vez…” Quizás todo esto venían rumiando
Pedro y los demás en sus cabezas, cuando aparece Jesús y con Él nuevamente regresa
la esperanza, la ilusión, la alegría, la convicción y la Vida. Echen la red a la derecha de la
barca y encontrarán. La echaron, pues, y ya no podían arrastrarla por la abundancia de
peces.
Jesús no nos abandona jamás. Desde que Jesús Resucitó, ya nada volverá a ser lo
mismo. No hay marcha atrás. ¡Jesús ha vencido al mundo, ha vencido a la oscuridad, ha
vencido al pecado y a la muerte! ¡Jesús ha triunfado! Todo lo que les comunica este
episodio a los discípulos y a través de ellos a nosotros es: ¡Ánimo! ¡Aquí estoy yo! ¡No
están solos! ¡Yo estoy con ustedes hasta el fin de los tiempos! ¡Solo tienen que oírme y
hacer lo que les digo! ¡Manos a la obra! ¡Estamos juntos! ¡Conmigo no hay imposibles!
¡Juntos somos mayoría! ¡Nada ni nadie podrá vencernos! ¡Vamos a lo nuestro, a todo
aquello que les hablé y enseñé! Jesús Resucitado viene a abrir los ojos a los discípulos y
a sacarlos del amodorramiento, el temor, el conformismo y el absurdo en el que
parecían empezar a hundirse. Jesús Resucitado da sentido a sus vidas, así como a las
nuestras. ¡Las promesas de Cristo son ciertas! ¡Vamos por ellas! Echen la red a la
derecha de la barca y encontrarán. La echaron, pues, y ya no podían arrastrarla por la
abundancia de peces.
Oremos: Padre Santo, gracias por enviarnos a Tu Hijo amado, nuestro Señor Jesucristo,
quien Resucitando y quedándose con nosotros para siempre, ha dado sentido a nuestras
vidas. Danos la sensatez y disponibilidad para oírlo y hacer lo que nos dice…Te lo
pedimos por Cristo nuestro Señor…Amén. Roguemos al Señor… Te lo pedimos Señor.
http://www.caminando-con-jesus.org

Los discípulos retoman sus trabajos originales: van a pescar. El sentimiento de


desilusión y abandono habría sido muy fuerte. Sin embargo, en la orilla, el Señor se
presenta de un modo misterioso. Es el resucitado, pero no es fácil reconocerlo. No hay
ningún criterio humano para identificar a Jesús resucitado, salvo el amor y la intuición
del discípulo amado.
“¡Es el Señor!” Jn 21, 1-14 - Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
En el Evangelio de hoy, Jesús se apareció otra vez a los discípulos a orillas del mar de
Tiberíades. San Juan nos dice, que Jesús se apareció otra vez, nuevamente Él quiere
compartir con sus discípulos, la escena pasa en Galilea y junto al mar de Tiberíades.
Ésta fue la tercera vez que Jesús resucitado se apareció a sus discípulos. Este Evangelio
nos trae mucho simbolismo, especialmente en torno a Pedro.
1. Sin Jesús junto a ellos, se encontraban desconcertados hasta recibir nuevas
instrucciones.
Sin decir más, san Juan sitúa a los apóstoles en Galilea, El que los apóstoles estén en
Galilea, sin decirse más, es decir no expresa o no se dice formalmente, pero se supone
una relación histórica de la narración de san Juan con los otros evangelios, los
sinópticos. En éstos, Jesús primero les había anunciado según san Mateo 26:32; san
Marcos 14:28 y luego les había ordenado por el ángel en san Mateo 28:7-10; y san
Marcos 16:7 ir a Galilea después de su resurrección, en donde le verían. Alejados de los
peligros de Jerusalén, tendrían allí el reposo para recibir instrucciones sobre el reino por
espacio de cuarenta días.
Los apóstoles debieron de volver, de momento, a sus antiguas ocupaciones. Sin Jesús
junto a ellos, se encontraban desconcertados hasta recibir nuevas instrucciones. Es lo
que se ve en esta escena. Pedro debió de volver a su casa de Cafarnaúm. San Juan, dice
que estaban juntos Simón Pedro, Tomás, llamado el Mellizo, Natanael, el de Caná de
Galilea, los hijos de Zebedeo y otros dos discípulos también apóstoles, ya que allí
estaban conforme a la orden del Señor de volver a Galilea.
Como nota al margen, es extraño en este pasaje el que se diga de Natanael que era de
Cana de Galilea, cuando ya antes lo expuso, con cierta amplitud san Juan 1:44, donde
dice Felipe era de Betsaida, el pueblo de Andrés y de Pedro. Su presencia entre el grupo
de los apóstoles se explicaría mejor admitiendo que también se le conoce como
Bartolomé, así le llaman los otros evangelistas. También es notorio que san Juan, nunca
había citado los hijos del Zebedeo, que son Juan y Santiago el Mayor de esta forma,
cuyo silencio y anonimato confirma la tesis de ser él el autor del cuarto evangelio. Estas
contradicciones, hace que algunos digan que la redacción de este capítulo no es toda de
san Juan.
2. Voy a pescar.
Pedro aparece con la iniciativa, dice el Evangelio; Simón Pedro les dijo: Voy a pescar. Al
anuncio de ir a pescar, se le suman también los otros, pues ellos le respondieron:
Vamos también nosotros. Habían vuelto al trabajo. Debía de ser ya el atardecer cuando
salieron en la barca, pues aquella noche no pescaron nada. La noche era tiempo propicio
para la pesca. Salieron y subieron a la barca. Pero esa noche no pescaron nada. Al
amanecer, Jesús estaba en la orilla, aunque los discípulos no sabían que era él. Ellos no
lo conocieron, sea por la distancia, sea por su aspecto, como no le conoció Magdalena ni
los peregrinos de Emaús. Tal vez pensaron que era un espectador. Jesús se expresa
como quien tiene gran interés por ellos, y les habla en tono animado. Les pregunta si
tienen algo de pesca para comer. Jesús les dijo: Muchachos, ¿tienen algo para comer?
Acaso piensan en algún mercader que se interese por la marcha de la pesca para
comprarla. A su respuesta negativa, les da el consejo Tiren la red a la derecha de la
barca y encontrarán. Ante el fracaso nocturno, se decidieron a seguir el consejo.
Siempre había gentes experimentadas en las cosas del mar. En el Tiberíades también
hay verdaderos. De suyo no suponía esto un conocimiento sobrenatural. Desde la orilla,
un hombre en pie puede ver un banco de peces que no se perciben desde la barca.
Echada la red, ya no podían arrastrarla por la multitud de la pesca obtenida. Esta
sobreabundancia o plenitud es un rasgo en el que san Juan insiste en su evangelio: tal
en Cana (2:6); en el agua viva (4:14; 7:37ss); en la primera multiplicación de los panes
(6:11); en la vida abundante que da el Buen Pastor (10:10); lo mismo que en destacar
que el Espíritu había sido dado a Jesús en plenitud (3:34).
3. Lleva la barca mar adentro y echen las redes para pescar
En el Evangelio de San Lucas, 5:4-11 encontramos este relato; Cuando terminó de
hablar, dijo a Simón: “Lleva la barca mar adentro y echen las redes para pescar. Simón
respondió: Maestro, por más que lo hicimos durante toda la noche, no pescamos nada;
pero, si tú lo dices, echaré las redes. Así lo hicieron, y pescaron tal cantidad de peces,
que las redes casi se rompían. Es fácil entonces, pensar si este relato de la pesca
milagrosa de san Juan es sustancialmente el mismo de la pesca milagrosa que relata san
Lucas. La confrontación de ambos hace ver puntos de contacto. Naturalmente que
pueden ser escenas distintas. Pero para quien conoce los usos de los evangelistas y
cómo las tradiciones se mezclan, se puede preguntar si no hay aquí una misma tradición
que encontró dos expresiones diferentes. En este caso, retocadas, o san Lucas la habría
adelantado para ponerla en función de las escenas de vocación de discípulos, o san Juan
la retrasa o la mantiene en su situación histórica, como preludio a la importante
aparición de Jesús, y destacándola con valor histórico-simbolista.
Ante esta aparición y en aquel ambiente de la resurrección, san Juan percibió algo,
evocado acaso por la primera pesca milagrosa (Lc 5:1-11), y al punto comprendió que
aquella persona de la orilla era el mismo Jesús. Esto fue también revelación para Pedro.
El dolor del pasado y el ímpetu de su amor” el carácter y la psicología de Pedro” le
hicieron arrojarse al mar para ir enseguida a Jesús. El peso de la pesca le hizo ver el
retraso de la maniobra para atracar, Simón Pedro oyó que era el Señor, se ciñó la
túnica, que era lo único que llevaba puesto, y se tiró al agua
4. San Juan hace una precisión, se ciñó la túnica.
Estudiando las tradiciones de la época, dicen que en el lago de Genesaret el agua y el
aire se conservan calientes en aquella estación del año aun durante la noche. Los
pescadores suelen quitarse los vestidos ordinarios y echarse encima una especie de
túnica ligera de pescador, sin ceñírsela con el cíngulo; de ese modo, en caso de
necesidad, están dispuestos a nadar. Los pescadores entonces no tienen dificultad en
dejar los vestidos ordinarios durante la faenas y evitan comparecer en traje de trabajo
delante de los que no son iguales a ellos. Dice el Evangelio; que era lo único que llevaba
puesto, es decir, no completamente vestido, cuando san Juan le dijo: Es el Señor.
Entonces podemos decir, que no sólo para nadar con más seguridad, sino también por
cierto sentimiento de decencia, antes de echarse al agua se ciñó Pedro la túnica con el
cíngulo.
5. Traigan algunos de los pescados que acaban de sacar.
Los otros discípulos vinieron en la barca, arrastrando la red cargada de pesca, ya que no
estaban lejos de la costa. Estaban como a unos 200 codos, sobre unos 90 metros. Al
bajar a tierra vieron que había fuego preparado, un pescado sobre las brasas y pan.
Pero, cuando ya están estos discípulos en tierra, Jesús les manda traer los peces que
acaban de pescar. Jesús les dijo: Traigan algunos de los pescados que acaban de sacar.
Para esto, Pedro, espontáneamente, acaso por ser el dueño de la barca, subió a ella y
arrastró la red a tierra. Se hizo el recuento y habían pescado 153 peces grandes.
Posiblemente se quiera decir con esto que, en el recuento global, éstas eran las mejores
piezas. Preguntándome porque San Juan es tan preciso en la cantidad, no encontré
mucha consistencia. Por eso me inclino que tiene un valor simplemente representativo.
El evangelista destaca, sin duda con este valor simbolista, el que, con ser tantos los
peces capturados, no se rompió la red.
6. Jesús les invita a comer.
El mismo tomó el pan al que acaba de aludir, e igualmente el pez, y les dio ambas cosas
para comer. ¿Qué significan este pan y este pez sobre esas brasas, que Jesús
“milagrosamente” les preparara y que luego les da a comer? Se piensa en que tiene un
triple sentido, como afectivo: Jesús muestra su caridad; O como apologético: Jesús
quiere demostrar con ello la realidad de su resurrección, como lo hizo en otras ocasiones
(Lc 24:41-43; Hech 1:4), en las que El mismo comió como garantía de la verdad de su
cuerpo; aquí, sin embargo, el evangelista omitió que Jesús hubiese también comido,
para destacar el aspecto simbolista; esa comida dada por su misma mano a ellos les
hacía ver la realidad del cuerpo de Jesús. Era el mismo Jesús que había multiplicado, en
otras ocasiones, los panes y los peces, como seguramente aquí también multiplicó un
pez y un pan para alimentar a siete discípulos; como allí era realmente El quien les daba
el pan y peces que multiplicó, aquí también era realmente El mismo; y finalmente es un
sentido simbólico.
En todo esto destaca el autor que ninguno se atrevió a preguntarle quién era, pues
sabían que era el Señor. Era un motivo de respeto hacía El, como ya lo habían tenido, en
forma igual, cuando hablaba con la Samaritana (Jn 4:27), máxime aquí, al encontrarse
con El resucitado y en una atmósfera distinta. Por eso no se atreven a profundizar más
el misterio
7. La tercera vez que Jesús se apareció resucitado a sus discípulos
San Juan consigna que ésta fue la tercera vez que Jesús se apareció resucitado a sus
discípulos, conforme al esquema literario del evangelio de san Juan. Las otras dos veces
fue en Jerusalén, la tarde misma de la resurrección, y la segunda, en las mismas
condiciones, a los ocho días (Jn 20:19-29).
San Juan, como he comentado, nos acusa muchos simbolismos en sus narraciones,
como por ejemplo en este capítulo, acusa en su estructuración toda una honda
evocación simbolista, especialmente en torno a Pedro. Pedro se propone pescar. Suben
a su barca otros discípulos. El número de los pescadores que van en la barca de Pedro
es de siete, número de universalidad. Por sus solos esfuerzos nada logran en la noche
de pesca. Pero Jesús vigila desde lugar seguro por la barca de Pedro y de los que van en
ella, lo mismo que por su obra. Por eso, les dice cómo deben pescar. El mandarles tirar
la red a la derecha pudiera tener acaso un sentido de orientación a los elegidos (Mt
25:33).
8. La barca de Pedro sigue ahora las indicaciones de Jesús
Pedro es guiado por Jesús. Jesús orienta la barca de Pedro en su tarea, en su marcha. Y
entonces la pesca es abundantísima. La Iglesia es guiada por Jesús. La red es símbolo
de la del reino (Mt 4:19 par.), de la Iglesia, como la pesca milagrosa fue ya símbolo de
la predicación de los apóstoles (Lc 5:10). Terminadas sus faenas, en nombre de Jesús
“faenas apostólicas” todos vienen a Jesús. Es a Él a quien han de rendírsele los frutos de
esta labor de apostolado.
Jesús mira por los suyos, por sus tareas y fatigas. Pan y peces fue el alimento que El
multiplicó dos veces. Él les tiene preparado un alimento que los repara y los apostoliza.
El mismo se lo da. Evoca esto la sentencia de Jesús: Venid a mí todos los que estéis
cansados y cargados, que yo os aliviaré (Mt 11:28). El que Él lo tomó ³ se lo dio
parecería orientar simbólicamente a la eucaristía. El que esté un pez sobre brasas indica
la solicitud de Jesús por ellos al asarles así la pesca, encuadrado también en el valor
histórico-simbolista de la escena. Si les manda traer de los peces que han pescado y
unirlos al suyo, hace ver que todo alimento apostólico se ha de unir al que Jesús
dispensa (Jn 4:36-38).
Acaso también se pudiera ver un simbolismo en la frase de no preguntarle quién era,
sabiendo todos que era el Señor. En la tarea apostólica, el apóstol sabe que Jesús está
con él, lo siente y lo ve en toda su obra. También se piensa si podría ser un rasgo
simbolista el que no pesquen nada en la noche, sino en la mañana, a la luz de Jesús.
Pedro les dijo: Voy a pescar. Ellos le respondieron: Vamos también nosotros. Es decir,
los apóstoles siguieron a Pedro. Pedro es la cabeza de la Iglesia, como lo fue Juan XIII y
Juan Pablo II que serán prontamente canonizados. Con gran cariño recordamos a estos
papas. La luz de Cristo se hizo presente por medio de ellos entre nosotros.
La Paz de Cristo Resucitado.
3 Para la reflexión personal
– (Haz silencio en tu interior y pregúntate:)
1.- ¿Qué me dice el evangelio que he leído?
2.- ¿Cómo ilumina mi vida?
3.- ¿Qué tengo que cambiar para ser más como Jesús?
4.- ¿Qué me falta para ser más como Él?
5.- ¿Te aconteció alguna vez que te han pedido echar la red por el lado derecho del
barco de tu vida, contrariando toda tu experiencia? ¿Has obedecido? ¿Echaste la red?
6.- La delicadeza de Jesús. ¿Cómo es tu delicadeza en las cosas pequeñas de la vida?
7.- Estamos celebrando la Pascua del Señor, ¿experimentamos la alegría por la
Resurrección del Señor?
8.- ¿Qué puedo hacer para crecer en la fe en el Señor que me reconcilia y me llama a
vivir lleno de esperanza?
9.- Siguiendo el testimonio de Pedro, ¿estoy dispuesto a servir a los demás con alegría?
4 Oración. ¿Qué le decimos a Dios? La palabra se convierte en Oración.
1 ¡Haznos vivir, Señor, por el poder de tu nombre! Denuncia a quienes nos acusan y
líbranos de los lazos que nos impiden poner en práctica tu Palabra. Por la resurrección
de tu Hijo, arráncanos del poder de la muerte. «Venid a almorzar...». Un poco de pan
sobre nuestra mesa es la señal para ir hacia ti. Haz, Señor, que nos fiemos de tu
Palabra: tú pronuncias tu nombre sobre nosotros, y ya somos tuyos por los siglos de los
siglos.
«Venid, seguidme, y os haré pescadores de hombres, artífices de la paz, cosechadores
de un pan de vida, vendimiadores de una fiesta sin fin, ingenieros de los tiempos
nuevos». ¡Bendito seas, Señor, que necesitas de nosotros, de nuestras manos, de
nuestra mente, de nuestro corazón y de nuestra pobreza! Quienquiera que seamos, tú
nos llamas a seguirte; ¡condúcenos al despojo del verdadero discípulo: que lo dejemos
todo con alegría para poder estar contigo!
En la otra orilla, envuelto en la bruma de la mañana, allí está él, hechizándonos y
tendiéndonos los brazos. Tu mirada, Señor, ha atravesado nuestro corazón y nos has
seducido: ¡llévanos siempre más lejos por tu amor! www.Dioscadadía.Bastin,Pinkers,Teheux
2 A menudo me siento, Señor, entre dos fuegos: el respeto a las opiniones de los otros y
la necesidad de comunicar tu nombre y tu verdad. No quisiera ofender la sensibilidad de
quien está a mi lado, pero al mismo tiempo siento la necesidad de comunicar tu nombre.
No quisiera parecer un atrasado, pero siento que sin ti se retrocede. Debo confesarme y
confesarte que estaba más seguro en el pasado: las muchas certezas apoyaban también
esta certeza de tu unicidad. Pero debo admitir asimismo que ahora, en estos tiempos en
que han venido a menos muchas certezas, siento que debo aferrarme cada vez más a ti
y arriesgarme más a reconocerlo, tanto en público como en privado. Refuerza, Señor, mi
pobre corazón, para que ponga y vuelva a poner su centro sólo en ti como Señor y
Salvador.
Concédeme una experiencia vigorosa de esta realidad para que pueda yo decir que tú
eres mi salvación y mi alegría. Concédeme una experiencia tan incisiva que suprima en
mí toda inseguridad a la hora de anunciar tu nombre, tu nombre santo de Salvador de
todos. Concédeme, Señor, la convicción de que la Buena Nueva reiniciará su carrera en
el mundo cuando tú brilles en mi corazón y en el de tus discípulos como el Insustituible,
como el Incomparable, como el Único necesario. Concédeme esta luz para que pueda yo
iluminar este pequeño ángulo del mundo que me has confiado. www.santaclaradeestella.es
3 Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia. Digan los
fieles del Señor: eterna es su misericordia. (Sal 117) www.ocarm.org
4 ¡Padre de nuestra vida, Dios de la barca y nuestro camino! Haz que por tu gracia
nuestras palabras siempre vengan con tu Santo Nombre: «Voy a… pescar, trabajar, reír,
comer, caminar…» en el nombre y por amor a Jesús. Ilumínanos con tu Espíritu Santo
consolador, para que nuestra soberbia y nuestro «yo» sea aplacado y vencido, para que
actúes solo tú en nuestro mar, en nuestras aguas de lucha por conocerte. Enséñanos en
el nombre de Cristo, nuestro Salvador y Redentor, a echar la red para encontrar pesca;
a ti mi Divino Maestro, y proclamar sin cesar: «Es el Señor» porque todo lo puedo en
Cristo, que me fortalece. Amen. www.dario.res
5 Padre misericordioso, te damos gracias por el don que nos has hecho de Jesús-palabra
y de Jesus-eucaristía, pan de vida partido por nosotros y alimento de nuestra vida
espiritual, personal y comunitaria. Nosotros queremos corresponder a este inmenso don
tuyo intentando vivir en comunión constante con el Resucitado a través de los signos
que el evangelista nos ha presentado: en el reconocernos pecadores, en la unidad y el
amor mutuo entre hermanos en la fe que trabajan juntos por el Reino, en la obediencia
a tu Palabra de vida, en la comunión vivida, hecha testimonio, en torno a la mesa
eucarística.
A veces nos sentimos cansados y fatigados cuando recorremos este camino con
fidelidad, y tenemos miedo, como los discipulos en la pesca nocturna, de tomar a Jesus
en nuestra barca y confiar en él, porque vemos que muchas de nuestras aspiraciones se
han frustrado y somos estériles en nuestra obra de evangelización. Padre bueno,
intervén en nuestra vida cuando, sin confiar ya en los medios humanos, nos sentimos
ansiosos o sentimos la tentación de abatirnos; vuelve a darnos el coraje de poner al
Señor en medio de nosotros, de suerte que podamos caminar con renovada confianza y
brío hacia ti. www.evangeliodeJuan.GiorgioZevini
5 Contemplación. ¿Cómo interiorizamos la palabra de Dios? La palabra en el
corazón de los Padres.
¿Quién es Cristo? ¿Quién es para mí? Cuando reflexionamos sobre estas preguntas
sencillas, aunque terribles, no nos damos cuenta de que nos sentimos tentados a
deslizamos hacia un nominalismo cristiano y a eludir la lógica dramática del realismo
cristiano. Si Cristo es aquél fuera del cual no hay solución a las cuestiones esenciales de
nuestra existencia, si son verdaderas y actuales aquellas palabras de Pedro, «lleno del
Espíritu Santo» (Hch 4,1 ls), entonces nos sentiremos agitados y quizás descompuestos.
Ya no podremos considerar el nombre de Jesucristo como una pura y simple
denominación que se ha insinuado en el lenguaje convencional de nuestra vida, sino que
su presencia, su estatura -dotada de una infinita majestad- se levantará delante de
nosotros. Él es el Alfa y la Omega, el principio y el fin de todas las cosas, el centro del
orden cósmico, que nos obliga a reconsiderar la dimensión de nuestra filosofía, de
nuestra concepción del mundo, de nuestra historia personal. No hemos de sentirnos
anonadados, como los apóstoles en la montaña de la transfiguración. La humildad del
Dios hecho hombre nos confunde en la misma medida que su grandeza. Sin embargo,
ésta no sólo hace posible el diálogo, sino que lo ofrece y lo impone (Pablo VI, Audiencia
general del 3 de noviembre de 1976). www.santaclaradeestella.es
El Señor Jesus se apareció a los discipulos mientras pescaban en el lago de Tiberíades
después de la resurrección. Cuando les llamó por vez primera les dijo: «Venid conmigo y
os hare pescadores de hombres» (Lc 5,11). Y fue en aquella ocasión cuando, tras haber
echado las redes fiándose de su Palabra, capturaron una gran cantidad de peces, hasta
el punto de que las barcas estaban a punto de hundirse. También ahora, debido a la
gran cantidad de peces, no conseguían tirar de la red, y el evangelista se siente en la
obligación de añadir que, «a pesar de ser tantos, la red no se rompió» (21,11). Con
todo, el Señor no les dijo en aquella primera pesca: «Echad la red a la derecha» (21,6),
sino solo: «Echad» (Lc 5,4), sin mencionar ni la derecha ni la izquierda. Entonces
echaron las redes de una manera no precisada: no se menciona la derecha para que no
se entienda sólo los buenos, y tampoco se nombre la izquierda, para que no se entienda
sólo los malos: los buenos y los malos están mezclados.
Ahora, en cambio, no figuran los malos y existe una gran tranquilidad: es preciso, no
obstante, que tú seas bueno. Sed buenos en medio de los malos y seréis buenos allí
donde faltarán los malos. A vosotros que me escucháis no sólo con el objetivo de
alimentar vuestra fe, sino también con el de vivir bien, os digo esto: Vivid como buenos,
y vivid como buenos también en medio de los malos, no queráis romper las redes. Si,
efectivamente, conocéis la ley, conocéis los mandamientos de Dios, pero después no
ponéis en práctica todo esto, ¿qué ventaja obtendréis de ello? (Agustín de Hipona,
Discorsi, 249, 1 s, Roma 1986, 423-425, passim; existe edición española en BAC).
www.evangeliodeJuan.GiorgioZevini

6 Acción. ¿A qué me comprometo con Dios? Para custodiar y vivir la palabra.


Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra: «Señor, ¿a quién vamos a ir? Tú tienes
palabras de vida eterna» (Jn 6,68).
Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra: «Es el Señor» (v. 7).
7 Para la lectura espiritual. Caminar con la palabra.
La vida es imprevisible. Podemos ser felices un día y estar tristes al siguiente, estar
sanos un día y enfermos un día después, ser ricos un día y pobres al siguiente. ¿A quién
podremos, entonces, aferramos? ¿En quién podremos confiar para siempre? Sólo en
Jesús, el Cristo. Él es nuestro Señor, nuestro pastor, nuestra fortaleza, nuestro refugio,
nuestro hermano, nuestro guía, nuestro amigo. Vino de Dios para estar con nosotros.
Murió por nosotros y resucitó de entre los muertos para abrirnos el camino hacia Dios, y
se ha sentado a la derecha de Dios y nos acogerá en su casa. Con Pablo, debemos estar
seguros de que «ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los principados, ni lo presente
ni lo futuro, ni las potestades ni la altura ni la profundidad ni otra criatura alguna podrá
separarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús, Señor nuestro» (Rm 8,38s)
(H. J. M. Nouwen, Pane per ¡I viaggio, Brescia 1997, p. 383 [trad. esp.: Pan para el
viaje, PPC, Madrid 1999]). www.santaclaradeestella.es
En el caso de los apóstoles, pocos días después de los acontecimientos de la Pascua y
las primeras apariciones de Jesús resucitado, en cuanto se desvanece su figura
luminosa, recobra su lugar la vida ordinaria. Los horizontes de Galilea aparecen cerrados
para siempre y el lago recupera su aspecto sin esperar ya nada. A Pedro le vuelve el-
deseo de pescar y los otros discípulos le siguen y repiten el ritual monótono que ya se
sabían de memoria: la barca lanzada al agua, la red desplegada, echada a la luz de la
antorcha, la larga espera que deberá revelarse vana cuando el alba blanquee las crestas
de las colinas. Todo se ha desarrollado como de ordinario, una esperanza de hombres,
una desilusión de hombres, cruelmente triviales. Y, sin embargo, Jesús estaba allí, pero
ellos no lo sabían. No se esconde. Es perfectamente visible, de pie en la orilla. Les dirige
también alguna frase, pero hasta ellos llega una voz desconocida que no les recuerda
mida. Jesús está muy cerca; ellos también están en contacto con él, incluso siguen su
consejo, pero no le reconocen.
Hasta que la red se hunde brutalmente con el peso de la captura, y uno sólo, aquel al
que Jesús amaba, hace la confrontación de improviso y descubre la identidad del
desconocido: «Es el Señor». Aquel al que amaba le ha reconocido. Sólo el amor
reconoce. Sólo el amor está en condiciones de apartar el velo gris de lo cotidiano para
intuir la presencia de Jesús. Al grito de Juan: «Es el Señor», los demás se dan cuenta
enseguida. El primero Pedro, sin la menor sombra de duda, pues confía en el testimonio
del que ama. Toda la Iglesia regula su paso a través del corazón y de los ojos de Juan.
Ella reconoce a Jesús y da testimonio de él. Y también las dudas desaparecen con el solo
testimonio del que ama. El amor barre todo, incluso las preguntas. Sólo el amor es
digno de fe. Sólo el amor es ahora digno de consideración. Y no hay otro poder fuera del
amor, del amor perdonado y restablecido más grande que antes, y que a su vez no se
cansa nunca de anunciar el perdón (A. Lauf, Solo l'amore vi baster& Casale Monf. 1985,
75-77, passim). www.evangeliodeJuan.GiorgioZevini
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✞ ✞ ✞ Profesión de Fe

Solo los Domingos y Solemnidades.

✞ ✞ ✞ Intenciones (Oracion de los fieles)

Jesucristo, el Señor, vive para siempre he intercede por nosotros ante el Padre. Oremos
con toda confianza.
- Para que el Señor Jesús disipe todo miedo de su Iglesia y le otorgue la valentía para
predicar en todo el mundo la Buena Noticia. Oremos.
- Para que ilumine a los gobernantes y los empuje a buscar siempre soluciones que
lleven a la justicia y a la paz. Oremos.
- Para que los que buscan la luz de la fe la encuentren en Jesús resucitado y en el
testimonio de sus discípulos. Oremos.
- Para que todos nosotros, que celebramos con gozo la Pascua del Señor, seamos
testigos de su presencia entre nosotros. Oremos.
- Por la Iglesia, para que siga proclamando la Buena Noticia del Señor Resucitado y
dando testimonio de él, aun cuando esto moleste no solo a los de fuera, sino incluso a
algunos de sus miembros, roguemos al Señor.
- Por nuestras comunidades cristianas, para que podamos vivir sin miedo y abiertamente
nuestra fe, y hacer lo que es justo y bueno en el nombre de Jesús, roguemos al Señor.
- Por todos y cada uno de nosotros, para que reconozcamos con fe y amor la presencia
del Señor en los hermanos, roguemos al Señor.
Acoge, Padre, la oración que te presenta tu Iglesia, confiando en que intercede por
nosotros ante ti Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo por los siglos de los siglos.

3 LITURGIA EUCARISTICA
Sacerdote: Orad hermanos para que este sacrificio, mío y vuestro, sea
agradable a Dios, Padre todopoderoso.
Todos: El Señor reciba de tus manos este sacrificio, para alabanza y gloria
de su Nombre, para nuestro bien y el de toda su santa Iglesia. (→ Este es el
Compendio de la Misa)

✞ ✞ ✞ Oración sobre las Ofrendas

*** Se llevan al altar los dones; el pan y el vino. *** Acepta, Señor, nuestro corazón contrito y nuestro
espíritu humilde; que éste sea hoy nuestro sacrificio y que sea agradable en tu presencia, Señor, Dios
nuestro. *** Lava del todo mi delito, Señor, limpia mi pecado.

Realiza, Señor, en nosotros lo que significa el intercambio de esta ofrenda pascual, para
que pasemos del apego a las cosas de la tierra, al deseo de los bienes del cielo. Por
Jesucristo, nuestro Señor.
Oh Dios y Padre nuestro: Tú pones palabras lindas en nuestra lengua y llenas nuestras
manos con buenos dones; tú nos confías incluso a tu Hijo eucarístico y lo pones en
nuestras manos. Así pues, que por medio de Él, y juntamente con Él, lleguemos a ser
para el mundo tu palabra y tu don, tu signo de esperanza. Haznos también capaces de
dar testimonio de tu amor a los hombres. Te lo pedimos en el nombre de Jesús, el
Señor.
Introducción a la plegaria eucarística
Centro y el culmen de toda la celebración. Es una plegaria de acción de gracias y de
consagración. El sentido de esta oración es que toda la congregación de fieles se una con Cristo
en el reconocimiento de las grandezas de Dios y en la ofrenda del sacrificio .

a) Acción de gracias
El Señor esté con vosotros. R/ Y con tu espíritu. Levantemos el corazón R/ Lo tenemos
levantado hacia el Señor. Demos gracias al Señor, nuestro Dios. R/ Es justo y necesario.
Prefacio Pascual I. El misterio Pascual
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación glorificarte siempre, Señor;
pero más que nunca exaltarte en este día en que Cristo, nuestra Pascua, ha sido
inmolado.
Porque Él es el verdadero Cordero que quitó el pecado del mundo; muriendo destruyó
nuestra muerte, y resucitando restauró la vida.
• Gracias Señor porque todo lo que haces está lleno del más profundo amor hacia todos
nosotros. Gracias porque has venido a alimentarnos, con la comida que sacia nuestro
hambre de infinito, que es tu Cuerpo y tu Sangre. Gracias por haberme acompañado en
esta oración, hoy y siempre me pongo en tus manos. Amén.
(Si quieres, puedes pedirle al Señor por tus intenciones).
Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria…
Por eso, con esta efusión de gozo pascual, el mundo entero se desborda de alegría, y
también los coros celestiales, los ángeles y los arcángeles, cantan el himno de tu gloria
diciendo sin cesar:
b) Santo: con esta aclamación toda la asamblea, uniéndose a las jerarquías celestiales, canta
o recita las alabanzas a Dios.

Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del Universo. Llenos están el cielo y la tierra de tu
gloria. Hosanna en el cielo. Bendito el que viene en nombre del Señor. Hosanna en el
cielo.
c) Epíclesis Se implora el poder divino para que los dones se conviertan en el Cuerpo y la
Sangre de Cristo, y para que la víctima inmaculada que se va a recibir en la comunión sea para
salvación de quienes la reciban.

Santo eres en verdad, Padre, y con razón te alaban todas tus criaturas, ya que por
Jesucristo, tu Hijo, Señor nuestro, con la fuerza del Espíritu Santo, das vida y santificas
todo, y congregas a tu pueblo sin cesar, para que ofrezca en tu honor un sacrificio sin
mancha desde donde sale el sol hasta el ocaso. Por eso, Padre, te suplicamos que
santifiques por el mismo Espíritu estos dones que hemos separado para ti, de manera
que se conviertan en el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo, Hijo tuyo y Señor nuestro, que
nos mandó celebrar estos misterios.
d) Narración de la institución y consagración. Con las palabras y gestos de Cristo, se
realiza el sacrificio que él mismo instituyó en la última cena. Momento más solemne de la Misa;
es la transubstanciación: pan y vino desaparecen al convertirse en el Cuerpo, Sangre, Alma y
Divinidad de Cristo. Dios se hace presente ante nosotros con todo su amor. ¡Bendito Jesus en el
Santísimo sacramento del Altar!

Porque Él mismo, la noche en que iba a ser entregado, tomó pan y dando gracias te
bendijo, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo: "Tomen y coman todos de él,
porque esto es mi Cuerpo, que será entregado por ustedes".
Del mismo modo, acabada la cena, tomó el cáliz, y, dando gracias te bendijo, y lo pasó a
sus discípulos, diciendo: "Tomen y beban todos de él, porque éste es el cáliz de mi
Sangre, Sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por ustedes y por
muchos para el perdón de los pecados. Hagan esto en conmemoración mía".
e) Anámnesis. La Iglesia, al cumplir este encargo que, a través de los Apóstoles, recibió de
Cristo Señor, realiza el memorial del mismo Cristo, su Reactualización, recordando
principalmente su bienaventurada pasión, su gloriosa resurrección y la ascensión al cielo.

Éste es el sacramento de nuestra fe. R/ Anunciamos tu muerte, proclamamos tu


resurrección. ¡Ven, Señor Jesús!
f) Oblación. La asamblea ofrece al Padre la víctima inmaculada, y con ella se ofrece cada uno
de los participantes.

Así, pues, Padre, al celebrar ahora el memorial de la pasión salvadora de tu Hijo, de su


admirable resurrección y ascensión al cielo, mientras esperamos su venida gloriosa, te
ofrecemos, en esta acción de gracias, el sacrificio vivo y santo.
Dirige tu mirada sobre la ofrenda de tu Iglesia y reconoce en ella la Víctima por cuya
inmolación quisiste devolvemos tu amistad, para que, fortalecidos con el Cuerpo y la
Sangre de tu Hijo y llenos de su Espíritu Santo, formemos en Cristo un solo cuerpo y un
solo espíritu.
Que Él nos transforme en ofrenda permanente, para que gocemos de tu heredad junto
con tus elegidos: con María, la Virgen Madre de Dios, los apóstoles y los mártires, (san
N.: santo del día o patrono) y todos los santos, por cuya intercesión confiamos obtener
siempre tu ayuda.
Te pedimos, Padre, que esta Víctima de reconciliación traiga la paz y la salvación al
mundo entero. Confirma en la fe y en la caridad a tu Iglesia, peregrina en la tierra: a tu
servidor, el Papa N., a nuestro Obispo N., al orden episcopal, a los presbíteros y
diáconos, y a todo el pueblo redimido por ti.
g) Intercesiones. Con ellas se da a entender que la Eucaristía se celebra en comunión con
toda la Iglesia, celeste y terrena, y que la oblación se hace por ella y por todos sus miembros,
vivos y difuntos.

Atiende los deseos y súplicas de esta familia que has congregado en tu presencia, en el
domingo, día en que Cristo ha vencido a la muerte y nos ha hecho partícipes de su vida
inmortal. Reúne en torno a ti, Padre misericordioso, a todos tus hijos dispersos por el
mundo.
A nuestros hermanos difuntos y a cuantos murieron en tu amistad recíbelos en tu reino,
donde esperamos gozar todos juntos de la plenitud eterna de tu gloria, por Cristo, Señor
nuestro, por quien concedes al mundo todos los bienes.
Padre eterno, te ofrecemos la Preciosísima Sangre de Jesús, con todas las
Misas celebradas en el mundo en éste día, por las benditas Almas del
Purgatorio. Y Concédeles, Señor, el descanso eterno y brille para ellas la luz
perpetua. Amén.
h) Doxología final. Se expresa la glorificación de Dios y se concluye y confirma con el amen
del pueblo.

Por Cristo, con Él y en Él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del
Espíritu Santo, todo Honor y toda Gloria por los siglos de los siglos. Amén
✞ ✞ ✞ Rito de la comunión
Significa "común unión". Al acercarnos a comulgar, además de recibir a Jesús dentro de
nosotros y de abrazarlo con tanto amor y alegría, nos unimos a toda la Iglesia en esa misma
alegría y amor.

a) Introducción al Padrenuestro
Con las palabras de Jesús nuestro Señor oremos al Padre de todos para que su reino venga a
cada persona de la tierra.

• Oremos a nuestro Padre misericordioso nos conceda la gracia de alimentarnos a diario


con el Pan que Jesús nos ofrece; el «Pan de Vida Eterna»"
• Unidos en el amor de Cristo, por el Espíritu Santo que hemos recibido, dirijámonos al
Padre con la oración que el Señor nos enseñó:
R/ Padre nuestro…
b) Rito de la Paz
Los fieles imploran la paz y la unidad para la iglesia y para toda la familia humana y se expresan
mutuamente la caridad antes de participar de un mismo pan.

Líbranos, Señor.
Líbranos, Señor de todos los males, y concédenos la paz en nuestros días, para que
ayudados por tu misericordia, vivamos libres de pecado y protegidos de toda
perturbación, y aguardando la venida gloriosa de Jesucristo, nuestra esperanza.

R/. Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria, por siempre, Señor.


Señor Jesucristo, que dijiste a tus apóstoles: "La paz les dejo, mi paz les doy", no
tengas en cuenta nuestros pecados, sino la fe de tu Iglesia y, conforme a tu palabra,
concédele la paz y la unidad. Tú, que vives y reinas por los siglos de los siglos. R/.
Amén.
La paz del Señor esté siempre con ustedes. R/. Y con tu espíritu.
Dense fraternalmente la paz.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo. R. Ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo. R. Ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo. R. Danos la paz.
Invitación a la Comunión
Éste es Jesucristo, el Señor, que nos dice: “Vengan a comer ".

• Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Dichosos los invitados a la
cena del Señor.

R. Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una Palabra tuya
bastará para sanarme.
c) El gesto de la fracción del pan: Significa que nosotros, que somos muchos, en la
comunión de un solo pan de vida, que es Cristo, nos hacemos un solo cuerpo (1 Co 10,17)

d) Inmixión o mezcla: el celebrante deja caer una parte del pan consagrado en el cáliz.
Antífona de comunión Cf. Jn 21, 12-13
Jesús dijo a sus discípulos: «Vamos, almorzad». Y tomó el pan y se lo dio. Aleluya.

✞ ✞ ✞ Oración después de la Comunión

Guarda, Señor, con tu amor constante a los que has salvado, para que los redimidos por
la pasión de tu Hijo se alegren con su resurrección. Él, que vive y reina por los siglos de
los siglos.
Señor Dios, Padre nuestro: Tu Hijo Jesús nos ha invitado hoy a venir a esta eucaristía
para comer el alimento de sí mismo que él ha preparado para nosotros. Envíanos
también a nosotros a invitar a los hermanos -cercanos y lejanos- a participar en la
mesa de las cosas que poseemos y de lo mejor que hay en nosotros nuestro amor y
compasión, nuestra palabra de ánimo, y nuestra presencia fraternal entre todos. Que,
para los que conviven con nosotros, sea ésta la mejor señal de que tu Hijo resucitado
vive en medio de nosotros, ahora y por los siglos de los siglos.

4 RITO DE CONCLUSION
Consta de saludo, bendición sacerdotal, y de la despedida, con la que se disuelve la asamblea,
para que cada uno vuelva a sus honestos quehaceres alabando y bendiciendo al Señor.

✞ ✞ ✞ Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos
de los siglos. R/ Amén.
¡Cristo, Rey nuestro! R/ ¡Venga tu Reino!

Consagración a María
Pidámosle a María que nos acompañe siempre:
Reina del Cielo, alégrate, aleluya, porque el Señor, a quien llevaste en tu seno, aleluya,
ha resucitado, según su palabra, aleluya. Santa María, Madre de Dios, ruega por
nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amen

Oracion a San Miguel Arcángel.


San Miguel Arcángel, defiéndenos en la lucha. Sé nuestro amparo contra la perversidad
y acechanzas del demonio. Que Dios manifieste sobre él su poder, es nuestra humilde
súplica. Y tú, oh Príncipe de la Milicia Celestial, con el poder que Dios te ha conferido,
arroja al infierno a Satanás, y a los demás espíritus malignos que vagan por el mundo
para la perdición de las almas. Amén

✞ ✞ ✞ Bendición

1
Bendición solemne como el día de Pascua.
Que os bendiga Dios todopoderoso en la solemnidad pascual que hoy celebramos y,
compasivo, os defienda de toda asechanza del pecado.
R. Amén.
El que os ha renovado para la vida eterna, en la resurrección de su Unigénito, os colme
con el premio de la inmortalidad.
R. Amén.
Y quienes, terminados los días de la pasión del Señor, habéis participado en los gozos de
la fiesta de Pascua, podáis llegar, por su gracia, con espíritu exultante a aquellas fiestas
que se celebran con alegría eterna.
R. Amén.
Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo + y Espíritu Santo, descienda sobre
vosotros y os acompañe siempre.
R. Amén.

Para despedir al pueblo, el diácono o el mismo sacerdote, dice:


Podéis ir en paz, aleluya, aleluya.
R. Demos gracias a Dios, aleluya, aleluya.
2
Hermanos: Animémonos unos a otros y ofrezcámonos unos a otros salud interior, amor
y paz en el nombre de Jesús, nuestro Señor Resucitado.
Para ello, que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda
sobre nosotros y nos acompañe siempre.
Podéis ir en paz, aleluya, aleluya.
R. Demos gracias a Dios, aleluya, aleluya.

✞ ✞ ✞ Abba Padre, gracias te doy por enseñarme a Cristo histórico. Y ahora, por tu gracia
y Espíritu Santo concédeme fortalecer la fe, para caminar con Cristo, por Cristo y en
Cristo, ya no histórico, sino Pan vivo bajado del cielo.
«Tú eres Cristo, el Hijo de Dios Vivo» Mt 16, 16

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