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EDUCACIÓN EN TIEMPOS DE PANDEMIA: LOS DESAFIOS DE LA

UNIVERSIDAD

Autora: Mavil Hidalgo.


Investigador Adjunto Cespe Venezuela
DOCENTE ORDINARIO D.E.
UNEFA
Correo: hidalgomavilgmail.com

El mes de marzo del 2020 se convirtió en un mes que América Latina no podrá
olvidar debido a la suspensión de clases que ocurrió en casi todo el mundo como
consecuencia directa de la cuarentena a resguardar por el COVID 19, donde el pánico
colectivo, el estrés generado por el confinamiento y el rol de las instituciones educativas
frente al uso de herramientas tecnológicas para crear ambientes de aprendizaje virtual
improvisados, nos lleva a replantearnos el modo y la forma en que la universidad educa en
tiempos de crisis.

La suspensión de clases demanda en forma urgente de una experiencia en la


docencia virtual, ya que en muchas latitudes geográficas, esta forma de abordar una clase
haciendo uso del internet nos acerca al
punto de lo importante que es saber
afrontar las incertidumbres, sobre todo
cuando el cierre de las instituciones
educativas muestra en forma acentuada la
abismal diferencia entre los estudiantes
urbanos más acomodados, que cuentan tienen móviles y ordenadores, una buena conexión a
Internet, y aquellos con menor capacidad que carecen de teléfonos celulares ni
computadoras, peor aún, una conexión a internet que les permita continuar las clases
virtuales en plataformas como Zoom, Moddle o Hangouts de Google, las cuales destacan
entre las favoritas de los docentes y muchas instituciones.

La educación, considerada principalmente como una ciencia, de carácter teórico,


pero también práctico. Se distingue por ser procesual, un medio que transmite a los
individuos una serie de conocimientos, comportamientos, cultura, valores, y formas que le
permiten desenvolverse en la sociedad, que no son momentáneas, al contrario, son
habilidades y capacidades aplicables a lo largo de la vida. Mediante la educación se les dota
a los sujetos de diversas estrategias y herramientas con el fin de fortalecer las
características propias de cada uno. La percepción que se posee en la actualidad sobre
educación ha variado debido a las secuelas de la pandemia generada por el COVID-19, en
el contexto educativo a nivel mundial, observamos la marcada influencia de los recursos
tecnológicos. En la actualidad se ha cambiado la noción de educación, pasa de un modelo
de enseñanza presencial a un modelo virtual o a distancia, en donde la familia asume un rol
protagónico y estratégico en el proceso formativo.

Ante esta nueva realidad mundial


generada por las consecuencias del
COVID-19, la educación se ha visto en la
necesidad de ajustarse a un nuevo
escenario formativo. Las universidades
han quedado vacías y las casas se han
convertido no solo en los espacios en
donde se aprenden valores, va más allá, se
han convertido en los nuevos escenarios de aprendizaje formal y, también, informal.
Principalmente, la educación se percibe como la formación y preparación del individuo
para su accionar en la sociedad. Ante esta nueva realidad, la importancia de la educación en
el siglo XXI se debe caracterizar, no solo por la transmisión de conocimientos, debe aportar
en el fomento de valores que ayuden a construir la sociedad, eso puede ser posible a través
de recursos tecnológicos.
En la peripecia de aprendizaje el Estado, a través de la universidad y principalmente
el docente, debe tener en cuenta lo improbable de trasladar la estructura presencial a un
sistema en línea o virtual; si eso se pretende, se corre el riesgo de que el proceso no sea
significativo para el estudiante y, por ende, fracase. En este contexto, corresponde
considerar los recursos tecnológicos no reemplazarán la labor educativa, pero sí se pueden
convertir en una herramienta fundamental para generar un revelador proceso de enseñanza-
aprendizaje; estos recursos promoverán un escenario adecuado y servirán de conexión entre
los docentes y sus estudiantes. La preocupación siempre existirá en aquellos casos de
estudiantes vulnerables, carentes de conectividad y aparatos tecnológicos. Por más que no
se desee, existirá una desventaja entre aquellos estudiantes de ciudad con familias con
posibilidad económica y entre aquellos estudiantes de campos o suburbios desprovistos de
recursos y los medios necesarios; esto se convierte en uno de los grandes desafíos: la
equidad educativa.

En estos momentos de pandemia es probable


que se presenten crisis tanto en estudiantes como en
los profesores universitarios, como se ha denunciado
en varios países, donde se quejan unos y otros, incluso
los padres, por la alta carga de trabajo que devino con
el cambio frente a la emergencia sanitaria. Las
preocupaciones, por tanto, abundan. Si se trata de
familias y/o estudiantes vulnerables, aquellos cuyos ingresos no son suficientes para
satisfacer sus necesidades, o han sido desplazados por la violencia, víctimas de catástrofes,
o han perdido el empleo, viven en zonas rurales de difícil acceso, con baja infraestructura
eléctrica e inexistencia de conexión a internet, o se trata de estudiantes con algún tipo de
discapacidad, entre otras desventajas, la situación se complejiza aún más y supone un
mayor reto. Las decisiones y las actuaciones deben
corresponder a estas realidades, de tal manera que
no se vulnere el derecho a la educación,
convirtiendo el sistema educativo más inequitativo
de lo que es, por ejemplo, en los países en
desarrollo. Se trata entonces de una situación inédita que requiere de propuestas creativas y
viables.

Uno de los factores que afecta directamente el crecimiento y desarrollo de los


individuos y sociedades, es la educación. La educación enriquece la cultura y creencias, y
todo lo que caracteriza al ser humano; por tal razón es importante en todos sus sentidos, ya
que transforma vida y genera cambios. Ahora bien, en el siglo XXI y en medio de una
pandemia, el director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros
Adhanom Ghebreyesus, declaró que el coronavirus COVID-19 pasa de ser una epidemia a
una pandemia, afectando la posibilidad de continuar con una educación presencial a nivel
mundial. Es relevante enfatizar que la Organización de las Naciones Unidas (ONU), por
medio de su organismo para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), ha generado
la Agenda de Educación Mundial, que busca implementar hasta el año 2030 y en la cual se
abordan temas como el acceso a la educación, la cobertura, las herramientas y su calidad en
el mundo.

La pandemia de COVID-19 ha derivado en una crisis internacional que reformó las


agendas y puso en primer orden la salud y la atención a los efectos concomitantes en la vida
social, la economía y la política. En efecto, este es considerado como el mayor desafío
desde la segunda Guerra Mundial (PNUD, 2020). La pandemia fue declarada el pasado 11
de marzo (OMS, 2020) se propagó en días y pocas semanas, a diferencia de la ocurrida en
1918, que se transmitió en meses. Los cambios demográficos y la gran movilidad han
hecho a la humanidad más vulnerable a las pandemias como la producida por el
coronavirus

Como un elemento particular de análisis del actuar educativo en momentos del


COVID 19 sometidos a la cuarentena, he logrado descubrir dentro de muchos círculos
profesionales educativos, un estilo de docente perteneciente a sectores más conservadores
cuya óptica catastrófica no le deja ver lo grave que es la incertidumbre provocada por la
pandemia, llegando a considerar el final del tiempo de las predicciones científicas, siendo
recomendable aceptar y asumir las situaciones inesperadas cotidianamente, y no es
posible que los académicos resuelvan las problemáticas generadas por las pandemias,
fenómenos naturales o las guerras y el calentamiento global sentados frente al escritorio en
contextos de crisis.

El académico venezolano cierra postura al dar con


buen tino el considerar que la acción educativa en
tiempos de crisis se ha convertido en un reto para quienes
tienen el deber de educar y una célebre experiencia que
mide su entereza, profesionalismo y su capacidad de
adaptar las estrategias pedagógicas a las nuevas
realidades, para el caso particular, las realidades que nos deja la pandemia del COVID 19.

El principal desafío que presenta la universidad en la época de pandemia, es reducir


al máximo las consecuencias directas e indirectas en el proceso de aprendizaje. Se hace
necesario que la Universidad genere acciones viables que respondan a las exigencias y
requerimientos de los estudiantes en sus distintos contextos y realidades, por tal motivo se
requiere incorporar las nuevas tecnologías
de la información y comunicación al
proceso educativo que es uno de los
grandes retos, ya que no basta con
estrategias momentáneas; requiere un
proceso de transformación desde sus bases;
por ende, se hace necesario promover una
nueva etapa de reencantamiento social y educativo, y esto puede lograse a través de la
incorporación de las tecnologías, en su sentido completo. Los docentes son clave en este
proceso, y la adecuada formación en metodologías digitales permitirá que éste cuente con
herramientas acertadas para acompañar a los estudiantes y sus familias en esta nueva
realidad virtual.

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