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EL P EQ UEÑO AL BERT (JH O N BRO ADUS WATSO N,

1920)
En un momento determinado, Watson decidió que tenía que llevar sus ideas a la práctica

y puso en marcha junto a una joven estudiante de doctorado llamada Rosalie Rayner,

uno de los experimentos de peor fama de la historia de la Psicología: el del pequeño

Albert. El objetivo general era comprobar si se podía generar una emoción fuerte para lo

que decidieron generar una fobia condicionada en un niño de nueve meses que no tenía

miedo previo al agente causal y que era emocionalmente estable. El trabajo buscaba

respuestas a tres interrogantes:

1. ¿Puede condicionarse a un niño para que sienta un temor que antes no sentía?

2. ¿Se transferirá tal miedo a otros animales u objetos inanimados?

3. ¿Cuánto persistirá ese condicionamiento?

Albert B. era un niño de 9 meses criado en el hospital donde su madre trabajaba de

nodriza. Era común en la época que muchas de ellas llevaran sus hijos a las clínicas

donde trabajaban alimentando en esa época pre-biberón a los bebés allí internados,

primero por no dejarlos solos en casa y segundo porque también tenían que darles a

ellos el pecho a sus horas.

Lo primero que hicieron Watson y Rayner fue establecer el nivel basal emocional de

Albert. Para ello le expusieron a una serie de estímulos novedosos entre los que había

animales vivos, máscaras, algodón, lana, un periódico quemado y otros estímulos.


El niño no mostró miedo a ninguno, entonces colocaron a Albert en un colchón situado

en una mesa, pusieron a su lado una rata albina de laboratorio y le dejaron jugar con

ella. Al poco tiempo, el niño intentaba cogerla. A continuación, colocaron una barra de

hierro detrás del niño y cuando acercaba su mano a la rata, golpeaban el metal con un

martillo. El pequeño Albert se asustaba con el ruido y empezaba a llorar.

Tras siete repeticiones, probaron a ponerle solo la rata y mostraba claras señales de

miedo, se negaba a acercarse a la rata y quería irse de allí. También vieron que la

sensación de terror se generalizaba a otros animales y objetos que tuvieran pelo

incluyendo un perro, un conejo, algodón en rama, el abrigo de piel de foca de Rosalie y

al propio Watson disfrazado con una máscara barbuda de Santa Claus. 


Con respecto a la persistencia del condicionamiento, las respuestas se mantuvieron

durante un mes, momento en el cual la madre de Albert se llevó al niño. Watson no hizo

ningún intento de deshacer el condicionamiento y declaró que era muy probable que el

miedo «se mantuviese indefinidamente».

Watson y Rayner especularon cómo interpretarían los discípulos de Freud los miedos de

Albert si llegaba a psicoanalizarse:

De aquí en veinte años los freudianos, a menos que sus hipótesis cambien, cuando

empiecen a analizar el miedo de Albert a un abrigo de piel de foca —suponiendo que

vaya a que le analicen a esa edad— probablemente sacarán de él el relato de un sueño

sobre el que su análisis demostrará que cuando Albert tenía tres años intentó jugar con

el vello púbico de su madre y fue reprendido violentamente… Si el analista ha

preparado suficientemente a Albert para aceptar ese sueño como una explicación para

sus tendencias de rechazo y el analista tiene la autoridad y la personalidad para

imponerlo, Albert puede quedar totalmente convencido que el sueño fue la verdadera

revelación de los factores que le han causado ese miedo.


Aunque el experimento tenía graves problemas de diseño y nunca se ha vuelto a repetir,

se considera un clásico de la historia de la Psicología. Para muchos, los datos de Watson

y Rayner entran en la categoría de resultados «interesantes pero ininterpretables» y el

experimento del pequeño Albert tuvo una derivada inesperada: Watson inició una

relación con Rosalie Rayner. El escándalo saltó a la prensa, Rayner era de una de las

familias más poderosas de Baltimore y la Universidad Johns Hopkins le pidió a Watson

que dejara supuesto. 

Los dos abandonaron la universidad y se casaron poco después. En vez de artículos

académicos, Watson empezó a publicar en revistas populares como Cosmopolitan y

Harper’s y a salir en distintos programas de radio, lo que le dio notoriedad aunque él lo

hacía por la difícil situación económica que estaba pasando. Gracias a los contactos de

un colega, empezó a trabajar en la agencia de publicidad J. Walter Thompson. Aprendió

sobre el negocio de los anuncios desde la base, incluyendo una experiencia como

vendedor de zapatos en unos grandes almacenes. En dos años ascendió a la

vicepresidencia de la empresa con un salario y beneficios que multiplicaba por mucho

su buen sueldo de la universidad —sería equivalente a un millón de dólares al año


actuales— y abrió a los psicólogos una importante salida laboral: entender porqué

elegimos un producto ya sea un candidato electoral o una marca de champú.

Rayner y Watson tuvieron dos hijos, William (1921) y James (1924) —probablemente

un homenaje a su admirado William James— que criaron de acuerdo a los principios del

conductismo. Según Watson, mostrar afecto a los niños les generaba una dependencia

de los padres que iba en detrimento de su independencia al ir creciendo, así que ni

William ni James fueron besados o mimados. En vez de eso, eran tratados como

pequeños adultos, animados a estar a gusto ellos solos, a practicar sus propios hobbies y

enviados desde muy pequeños a campamentos y clubs de fin de semana.

En el libro The Psychological Care of Infant and Child se animaba a las madres a criar a

los hijos bajo estos principios y a no malcriarles con muestras de cariño. En el capítulo

titulado Too Much Mother Love (Demasiado Amor maternal) se decía

Cuando tengas tentaciones de besuquear a tu hijo recuerda que el amor materno es un

instrumento peligroso. Un instrumento que puede infligir una herida que nunca

cicatrice, una herida que puede hacer que la infancia sea infeliz y la adolescencia una

pesadilla, un instrumento que puede arruinar la vocación futura de tu hijo o hija o sus

posibilidades de felicidad marital. Rayner murió de disentería tras haber tomado fruta

estropeada. 
Watson nunca se volvió a casar y cayó en la bebida. Los dos hijos intentaron suicidarse

y William lo hizo. Según, James, el otro hijo:

Creo honestamente que los principios que mi padre defendía como conductista

erosionaron la habilidad de Bill y la mía para manejar con eficacia las emociones

humanas, y cuando fuimos mayores, nos minó la autoestima, contribuyendo finalmente

a la muerte de Bill y a mi propia crisis. Trágicamente, la antítesis de lo que mi padre

esperaba al practicar estas filosofías.

El pequeño Albert fue localizado 2014 e identificado como Albert Barger, aunque ya

había fallecido. Su sobrina contó a los investigadores que al supuesto Albert no le

gustaban los animales y en particular tenía un miedo atroz a los perros. Una casualidad

o quizá un condicionamiento que le duró toda la vida.


Teorías del Aprendizaje: El Conductismo

El conductismo, aplicado a los animales y al hombre, se basa en la conducta que puede

ser objeto de observación, y no en el proceso mental, que sin desconocer su existencia,

es inobservable, y por lo tanto su evaluación no científica. A todo estímulo le sigue una

respuesta, por lo cual se podrán obtener las conductas deseables si se emplean sobre el

individuo, los estímulos adecuados.

Aplicado a la educación, el conductismo, que tuvo gran auge y permanencia en el

sistema educativo, hasta el desarrollo del cognitivismo, que se centra en los procesos

internos del sujeto cognoscente y su estructura mental, significó adiestrar, más que

educar a los niños, de igual modo como se procede con los animales, asignándole un

premio cuando la conducta era la deseada, y un castigo en caso contrario.

Hoy es altamente criticado por la pedagogía moderna, pues ya no se considera que el

alumno aprende cuando solo se generan respuestas a determinados estímulos, sino que

el nuevo conocimiento -ya sea de conceptos, procedimientos o actitudes- debe

integrarse a la estructura cognitiva del individuo. Aun así, sus postulados tienen base

científica que no puede desestimarse.

Puede por lo tanto ser un complemento muy válido del cognitivismo. Otro tanto sucede

con las calificaciones, o con pasar lista para determinar el ausentismo. Es muy difícil

que se logre que el alumno concurra a clases por el placer de aprender. Si las materias

no fueran calificadas o no se pasara lista, seguramente los alumnos estudiarían menos, y

crecería el ausentismo, pues son respuestas humanas. ¿Acaso iría una persona a su

trabajo si le dijeran que vaya o no vaya cobrará o no cobrará su salario?


Por lo tanto, sin dejar de reconocer el mérito de poner la atención en los procesos

internos de la mente, tampoco se deben despreciar los aportes conductistas, aunque

deben ser usados con cuidado, para que las conductas humanas sean el resultado de una

reflexión interna y crítica, y no una simple respuesta a estímulos.

Principales representantes:

Burrhus Frederick Skinner (EE.UU., 1904-1990): Skinner tenía una convicción firme

de que mediante mecanismos asociativos y reforzados podemos explicar cualquier tipo

de conducta. El conductismo sigue siendo actual en la educación puesto que nos ayuda

a modificar hábitos, en la adquisición de conocimientos memorísticos, en los

aprendizajes motores y en los aprendizajes de estrategias. Skinner dividía

al conductismo en 4 principios: sensaciones captadas por los sentidos, principio de

asociación por semejanza, casualidad y el espacio, ambiente que moldea al sujeto, y

objetividad. En 1954 Skinner publica el artículo. La ciencia del aprendizaje y el arte

de la enseñanza, en el cual señalaba las deficiencias de las técnicas tradicionales e

indicaba que la utilización de máquinas de enseñar podía ayudar a solucionar muchos de

los problemas de la educación. La enseñanza individualizada fue la más aceptada de 

todo el trabajo de Skinner porque en los años 60 y 70 se dio mucha importancia a la

medición de las características individuales de los alumnos a través del trabajo

individualizado; cada alumno tiene su ritmo de aprendizaje y lo más importante es saber

reforzar en cada caso las respuestas deseadas.

Edward Lee Thorndike (EE.UU., 1874-1949): Psicólogo y pedagogo estadounidense,

es considerado un antecesor de la psicología conductista estadounidense. Sus estudios

sobre la conducta animal le permitieron desarrollar la teoría del conexionismo.

Thorndike se interesó en la aplicación de su teoría a la educación de las matemáticas,


aprender a leer, medición de la inteligencia y aprendizaje de adultos. Desarrolló la teoría

del conexionismo, una corriente psicológica dentro del conductismo primero y del

cognitivismo después. Edward Thorndike, entendía el conexionismo como una

psicología de Estímulo-Respuesta. La teoría del conexionismo consistía en tres leyes

principales: efecto, ejercicio y lectura. En estas tres leyes el refuerzo del conocimiento

se da a través de la repetición, una práctica que fue tomada con entusiasmo en el mundo

de la publicidad y el marketing.

Robert Gagné (EE.UU., 1916-2002): Es el creador del Diseño Instructivo, disciplina

que tiene por objeto ofrecer una guía explícita de cómo en una situación de enseñanza-

aprendizaje se puede conseguir que los alumnos aprendan los contenidos propuestos.

Siguió los principios conductistas de Skinner pero introduciendo algunas

modificaciones ya que su modelo incluye también las teorías cognitivas sobre el

aprendizaje. Su objetivo principal era proporcionar un marco teórico que sirva de guía a

los profesionales de la educación en el momento de planificar la instrucción. Los pasos

de su diseño instructivo son: Análisis de la tarea, crear condiciones para apoyar el

proceso de aprendizaje, conocer el tipo de capacidad de persona, los pasos de la tarea o

del desarrollo a plantearse.

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