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CAPITULO II

MARCO TEORICO
1. ANTECEDENTES DE LA INVESTIGACION.

Fueron visitadas varias Universidades Locales entre ellas: La

Ilustre Universidad del Zulia, Facultad de Derecho, Escuela de

Derecho; La Facultad de Medicina; Universidad Rafael Urdaneta,

Escuela de Derecho y en ninguno de los recintos, en sus respectivas

hemerotecas, aparece registrado ningún trabajo de Pregrado ni

post- gado, bajo el mismo o similar título del Presente Trabajo de

Investigación. Solo se podría referir trabajos de investigación que

tratan algunos puntos que, directa o indirectamente, se refieren al

tema tratado, en la tesis que nos ocupa, como por ejemplo el de la

investigación realizada por un grupo de estudiante de Medicina, de

la Escuela de Medicina de Luz, Cátedra de Etica Médica, Titulado

Etica Médica, en cuyo punto número quinto (5°), se trata algo

sobre la conceptualización y clasificación de la Eutanasia.

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Como es sabido, todo trabajo de investigación debe tener

una base investigativa de estudios anteriores a él, que le sirvan

como punto de referencia a la investigación que se realiza.

Partiendo de esta premisa, es bueno apuntar, que por cuanto

la variable a ser estudiada en el presente Trabajo de investigación,

está referida a la

“Posición del legislador y la doctrina Venezolana en relación a la


Eutanasia como Práctica Lícita”.

Es poco el material que existe en este tema; por lo tanto, se citan

a continuación los trabajos encontrados, los cuales, aún cuando no

abordan concretamente la variable objeto de la presente

investigación, sí tocan aspectos importantes como son los trabajos

encontrados en INTERNET, con los nombres “Evangelium Vitae”, Yo

doy la muerte y doy la vida ( DT. 32, 39): El drama de la

Eutanasia de fecha 15/02/2000, en el cual la Iglesia considera que

el hombre ha olvidado su relación fundamental con Dios, cree ser

criterio y norma de si mismo y piensa tener el derecho de pedir,

incluso a la sociedad, que le garantice posibilidades y modos de

decidir sobre la propia vida en plena y total autonomía. Asimismo,

se considera que en semejante contexto es cada vez más fuerte la

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tentación de la Eutanasia, esto es, adueñarse de la muerte,

procurándola de modo anticipado y poniendo así fin a la propia vida

o a la de otros.

Es así como la Iglesia refiere que para un correcto juicio

moral sobre la Eutanasia, es necesario ante todo definirla con

claridad. Por Eutanasia, en sentido verdadero y propio, se debe

entender:

“Una acción o una Omisión que por su naturaleza y la intensión


causa la muerte, con el fin de eliminar cualquier dolor”.

(“El drama de la Eutanasia” información de Internet Pag. 363, DT.

32,39) situando pues, de esta manera la Eutanasia, en el nivel de

las intensiones o de los métodos situados.

Así mismo, se hace una diferenciación entre la Eutanasia y el

ensañamiento terapéutico. Siendo este último, ciertas

intervenciones Médicas ya no adecuadas a la situación real del

enfermo, por ser desproporcionadas a los resultados que se podrían

esperar o bien por ser demasiado gravosas para él o su familia. En

este tipo de situación la Iglesia considera que la renuncia a medios

extraordinarios o desproporcionados no equivale al suicidio u

homicidio, acepta más bien la condición humana ante la muerte.

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Otras de las informaciones recabadas a través de INTERNET,

fue titulada “Eutanasia: El derecho a la vida y el derecho a la muerte”. ( Silva

Jayo PO 613-24/12/98. Pag. 1 a la 3.).

En Holanda, como también en algunas ciudades de EE.UU y

en Australia, la Eutanasia es legal desde el año 1984.

Sin embargo, en Holanda la situación no está resuelta: en

el año de 1985, murieron más de cuatro mil personas por

Eutanasia, y solo existen ocho Hospitales para enfermos

terminales; por lo tanto los ancianos temen ir a los Hospitales o

residencias de tercera edad por temor a ser eliminados. En

Holanda, la Eutanasia se ha convertido en una política de recorte

de gastos del Estado.

2. CONCEPTO DE EUTANASIA.

La palabra “EUTANASIA” está compuesta de dos voces Griegas

que significan “Muerte Buena”.

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En sentido propio y estricto es la buena muerte que otro

procura a una persona que padece una enfermedad incurable o

muy penosa, y la que tiende a truncar la agonía demasiado cruel o

prolongada.

Ricardo Royo- Villanova citado por Jiménez de Asúa

“Es la muerte dulce y tranquila, sin dolores físicos ni torturas


morales, que puede sobrevenir de un modo natural en las edades
más avanzadas de la vida, de un modo sobrenatural, como gracia
divina o sugerida por una exaltación de las virtudes estoicas y que
puede ser provocada artificialmente ya por motivos eugénicos, bien
con fines terapéuticos, para suprimir o abreviar una inevitable,
larga y dolorosa agonía, pero siempre previa una reglamentación
legal o el consentimiento del enfermo”.

Para Jiménez de Asúa en su obra “Libertad de amar y

Derecho a morir” (1958, Pag. 405).

“Consiste tan solo en la muerte tranquila y sin dolor, con fines


libertadores de padecimientos intolerables y sin remedios, a
petición del sujeto y con objetivo eliminador de seres desprovistos
de valor vital, que importa a la vez un resultado económico, previo
diagnóstico y ejecución oficiales”.

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3. CLASES DE EUTANASIA.

3.1. ACTIVA VOLUNTARIA DIRECTA.

Es la muerte elegida y llevada a cabo por el paciente. La

manera mas conocida es la dejar una sobre dosis a su alcance. Para

ello basta una simple petición; se trata de un asunto de libertad

personal. En una palabra, es el suicidio. Cualquier caso concreto

brindaría la oportunidad de sacar a colación el tema de la

competencia del paciente, pero defender que esta categoría de

Eutanasia es justificable, supone rechazar esa patraña simplista de

que todos los suicidas están mentalmente trastornados.

Presumiblemente, se suscitará una cuestión que se asocia con

aquella: la noción convencional de consentimiento en la Etica

Médica. Todos los Código s (American Medical Association, Helsinki,

World Medical Association, Nuremberg) sostienen que el

consentimiento válido para recibir tratamiento quirúrgico o de otra

índole debe encerrar para el paciente una esperanza razonable de

beneficio.

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3.2. PASIVA VOLUNTARIA DIRECTA.

El paciente concede a otros Médicos, Abogados, familia,

amigos, el poder de discernir cuando y como poner fin a la

situación, si es que el paciente llega a estar en coma o padece una

grave disfunción que a él mismo le impide tomar las medidas

necesarias.

3.3. PASIVA VOLUNTARIA INDIRECTA.

Esta forma, igual que la segunda, es llevada a cabo por el

paciente pero con su consentimiento, y solamente por medios

indirectos, no directos.

3.4. PASIVA INVOLUNTARIA DIRECTA.

Es la forma o procedimiento en que se aplica el “Asesinato

Piadoso” en nombre del paciente, sin que haya consentimiento

expreso ni en el momento ni con anterioridad. Esta es la forma de

Eutanasia que en repetidas ocasiones ha planteado problemas en

juicios y procesamientos…

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3.5. PASIVA INVOLUNTARIA INDIRECTA.

Es la táctica de “dejar morir al paciente”, practicada a diario en nuestros

Hospitales. Al paciente no se le hace verdaderamente nada para

librarlo de su trágica condición. Lo que se hace, se hace por él, pero

no responde a una solicitud suya. Al menos en teoría, se trata de

una actitud susceptible de ser objeto de demandas por negligencia

profesional o por conducta inmoral, amparadas en leyes atrasadas,

y entabladas, posiblemente, por miembros airados o sugestionables

de la familia, o por Abogados amantes de los pleitos.

4. HISTORIA DE LA EUTANASIA Y LEGISLACION.

4.1. PRIMITIVAS FORMAS DE EUTANASIA.

En algunos pueblos pretéritos como entre los celtas, el

designio eugénico se completaban con el propósito eutanásico,

puesto que se daba muerte a los ancianos valetudinarios. La

práctica extendida entre algunas tribus antiguas y grupos salvajes,

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que aún se conserva, imponen como obligación sagrada al hijo,

administrar la muerte buena al padre viejo y enfermo, es una de las

muertes mas paladinas de que la Eutanasia tiene remoto origen y

algunos ejemplos vigentes de los que pueden enorgullecerse poco

sus partidarios.

“En la India antigua los incurables eran conducidos por sus


allegados al borde del Ganges; se les asfixiaba mas o menos
completamente llenándoles las narices y la boca de barro, y se les
arrojaba en el río sagrado”.

4.2. EDAD MEDIA Y COMIENZOS DE LA MODERNA.

Terminar con los heridos en los combates es un hecho que

atraviesa toda la historia, y en la Edad Media se llamó misericordia

al corto puñal afiladísimo que servia para rematar a los que caían

en las luchas multitudinarias o en los llamados juicios de Dios. Se

usaban introduciéndolo en la juntura de la armadura, por bajo de

la gorguera, para rematar al vencido que, con heridas mortales,

sufría mucho o tardaba en acabar su agonía.

4.3. LEGISLACIONES VIGENTES.

Las prácticas de Eutanasia han intentado injertarse en las

leyes y lo han logrado en cierta medida. Pero antes de que se

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pusiera a la moda discutir la licitud de la “Muerte Buena” algunos

viejos Códigos, en atención al móvil, atenuaban en caso de

homicidio piadoso. Empezando por estos preceptos vamos a

estudiar la legislación extranjera e Hispanoamericana.

4.4. CODIGOS QUE ATENUAN LA PENA DEL HOMICIDIO

PIADOSO.

Un cierto numero de antiguos Códigos seguían ya criterio

atenuante en orden al homicidio piadoso. Así, por ejemplo, el

Código del Tisino, que hablaba en su Artículo 301 Ord 2°, de

atentado o suicidio producido

“Por horror de una muerte dolorosa, inevitable e inminente por


efecto de enfermedad incurable”;

el Código de Bulgaria y el viejo de Servia en los que se establecía

menor pena en caso de homicidio cometido “Para satisfacer el deseo

expreso del muerto” o “ Por compasión”; y el Código Noruego de 1902,

cuyo Artículo 235 establece que la pena del homicidio podrá ser

rebajada por bajo del Mínimum, o conmutada por otra menos

grave, cuando

“El culpable ha dado muerte por piedad a un enfermo en estado


desesperado o ha contribuido a hacerlo”.

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A este grupo, pudo ser afiliado el Código Penal Español de

1928, que la República anuló por haber nacido de la espuria fuente

dictatorial, en cuyo Artículo 517, se condena la cooperación al

suicido y el homicidio consentido; puesto que añadía un segundo

párrafo en el que indudablemente hallaba norma atenuante el

homicidio piadoso:

“…En todo los caso del párrafo anterior los tribunales, apreciando
las condiciones personales del culpable, los móviles de su conducta
y las circunstancia del hecho, podrán, a su prudente arbitrio,
imponer una pena inferior a la señalada para el delito”.

Entre los modernos Códigos Europeos que siguen este criterio

descuellan el de Polonia (Artículo 227) y, sobre todo, el de Letonia

de 1933 cuyo Artículo 434 dispone:

“El que hubiere cometido un homicidio a petición insistente de la


persona muerta, e impulsado por un sentimiento de compasión
hacia ella será penado con prisión. La tentativa es punible”

(La pena dura de dos semanas a un año. Prácticamente el Juez,

puesto que puede condenar al mínimo de 14 días, tiene la faculta

de perdonar en este caso).

Importa advertir que han adoptado este sistema los Códigos

de Defensa Social de Cuba (abrogado actualmente), y el Código

Penal del Brasil, así como los proyectos de Bolivia y Gómez-Coll en

Argentina

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4.5. PENALIDAD ATENUADA EN OTROS CÓDIGOS

HISPANOAMERICANOS.

El Código de Defensa Social de Cuba, del año 1936, derogado

por la revolución Cubana actualmente, después de configurar en el

apartado A) del Artículo 437, el auxilio y la inducción al suicidio, así

como el caso de que el propio inductor o auxiliador ejecutare la

muerte, dice en el apartado B):

“En los casos del Apartado anterior, los Tribunales, apreciando las
condiciones especiales del culpable, los móviles de piedad o
compasión de su conducta y las circunstancias del hecho podrán, a
su prudente arbitrio, señalar una sanción inferior a la de seis (6)
años que fijara dicho precepto pero en ninguna caso inferior a un
año”.

Formula análoga y hasta pareja penalidad contiene el

Proyecto de Código Penal Argentino de 1937, redactado por los

profesores Eusebio Gómez y Jorge E. Coll. La disposición pertinente

esta así redactada:

Artículo 117; en los casos previstos en el Artículo 115

(Homicidio Simple) y en el inciso primero del Artículo 116

(Parricidio, Filicidio y Conyugicidio) se impondrá prisión de uno a

seis años…

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“2° al que lo cometiere movido por un sentimiento de piedad ante
el dolor físico de la víctima, si fuere intolerable y las circunstancias
evidenciaran la inutilidad de todo auxilio para salvar la vida del
sufriente”.

De criterio atenuante es, asimismo, el Proyecto del Código

Penal Boliviano de 25 de Octubre de 1935, redactado por Julio

Salmón, si bien la penalidad marcada es mas alta, el Artículo 78

esta concebido en estos términos:

“El que matare a otro, aun por favor a su instancia, con el fin de
evitarle los sufrimientos y las penas de una enfermedad tenida por
incurable, será reprimido con cuatro (4) a ocho (8) años de
presidio o dos (2) a seis (6) años de reclusión.”

En el Brasil se ha seguido, de igual modo, el régimen de

atenuar la pena en caso de homicidio por caso de compasión. El

Proyecto de Código Penal Brasileño de 1928 estableció ya que el

motivo piadoso como una circunstancia atenuante, enunciada de

este modo en la parte general, Artículo 130 IV

“...cuando cedió a la piedad provocada por la situación irremediable


de sufrimiento en que se encontraba la víctima y a sus súplicas...”.

El vigente Código Penal de Brasil, de 1940, ha cambiado la

sistemática, puesto que no trata de este tema en la parte general,

sino al legislar sobre los delitos en especial, pero mantiene el

régimen atenuante, de este modo:

Artículo 121; 1°

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“Si el agente comete el crimen impelido por motivos de relevante
valor social o moral…, el Juez puede reducir la pena de un sexto a
un tercio”.

Finalmente, a este grupo de las legislaciones Iberoamericanas

que atenúan la pena, en caso de Homicidio eutanásico, corresponde

el reciente Código Penal de Costa Rica, de 1941, en cuyo Artículo

189 se configura y sanciona la instigación y ayuda al suicidio, así

como la muerte dada a instancia de la víctima.

“En los casos anteriores, los Jueces, apreciando las circunstancias


personales del culpable, los móviles de piedad o compasión de su
conducta y las circunstancias del hecho, quedan facultados para
disminuir la pena a su prudente arbitrio, sin que ésta pueda en
ningún caso ser inferior a un año”.

5. DOCTRINA DE LA EUTANASIA.

La casuística presente y la historia nos muestra una serie de

hechos que, como se ha visto, han invadido incluso las leyes de

hoy. Para juzgar con acierto en asunto tan sensible es preciso,

antes de abordar los aspectos jurídicos, oír la doctrina científica y

literaria expuesta por intelectuales de alta alcurnia.

Acaso recogiendo las enseñanzas de los indios, los filósofos

griegos y romanos se mostraron partidarios en ayudar a morir a los

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ancianos, a los agónicos y a los incurables. Platón, Epicuro y Plinio

fueron los primeros pensadores eutanasistas. El primero, en su

República expone conceptos de carácter seleccionador, alabando a

Esculapio por haber propuesto el cuidado tan solo de los enfermos

curables y el abandono a su propio destino de los desahuciados y

patrocinando el homicidio de los ancianos, de los débiles y de los

enfermos. Epicuro, por su parte, pensaba que debíamos hacer lo

posible porque la vida no nos fuera odiosa; pero una vez que se

nos hiciera insoportable debíamos terminarla. Plinio, en fin, llega a

discutir las enfermedades en que “Los físicos podían dar la muerte”.

De ese pensamiento Grecolatino se divorcia Hipócrates.

Todavía figura en el famoso y admirable

“Juramento Hipocrático”, este principio: “ No daré … droga mortal


aunque me sea solicitada”.

Tomas Moro en “Utopía”, publicada en 1516, ha escrito estas

frases, hijas de la ideología de Esculapio y de Platón:

“Quienes sufren de enfermedades curables deben ser tratados y


asistidos; pero cuando la enfermedad no solo sea incurable sino
también terriblemente dolorosa, los jueces y los sacerdotes deben
concederles la merced de la muerte”. “Los que son convencidos se
dejan vencer de hambre o reciben la muerte mientras duermen y
sin darse cuenta”.

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5.1. EL PENSAMIENTO EUTANASICO EN EL SIGLO XIX Y

HASTA 1914.

La ciencia y la literatura han debatido el hondo problema de

la Eutanasia durante esa etapa que se inicia después de la

Revolución Francesa y llega hasta la guerra de 1914, y que con

impropiedad cronológica, pero con perfecta exactitud conceptual,

podemos llamar el siglo XIX. Ha habido periodos en que se

descubrió el asunto con mucha viveza. Así aconteció en el primer

decenio de nuestra centuria anticipo de lo que ocurría desde 1920,

en que se retoma el asunto para seguir debatiéndolo hasta hoy.

Ya Billón, (en su obra le medicin Paris) en 1820, mantuvo la

tesis de la libertad de Eutanasia, y cincuenta y tres años mas tarde

aparece patrocinada por Tollemache. Mas en Francia, ya a fines del

siglo XIX y comienzos de la presente centuria, han crecido los

adversarios, rechazándola con severo acento Dechambre, y sobre

todo Guermonprez, que en su obra, publicada en París el año 1904,

lleva la indignada repulsa, incluso hasta el titulo de su folleto, “L’

Assassinat Medical et le resipet de la vie humaine”, rechazando incluso el

simple empleo de ciertos calmantes durante la agonía. Tan cerrada

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actitud motivó el subjetivo estudio de Jules Regnault, que vio la luz

en la Revue (Anncienne Revue Des Revues) de junio de dicho año,

en el que la pregunta con que se formula el tema Assassinat

Medical ou suprime Charité? Se resuelve por el escritor en forma

decididamente afirmativa, considerando la muerte buena como

consecuencia de los sentimientos altruistas:

“...tal vez no esta lejano el día dice el Dr. Regnault (en su obra
“Esculape revue mens ilustre” 1913) en que la Eutanasia, que se
califica de asesinato por Guermonprez, y que, según las leyes
existentes, es en efecto un crimen, será considerada, en ciertas
condiciones, como un acto de solidaridad y de caridad suprema”.

En 1909 se debatió este argumento en la Revista Francesa

“Touche á Tout”. En ella se consignaron los pareceres de N.C. Poinsot,

Sebastián Charles Leconte, Rosmy y el abate Naudet. Las opiniones

fueron en su inmensa mayoría, redondamente en contra de la

Eutanasia. Y negativos fueron también los criterios de Helme,

Sicard, Bouquet, etc.

En Francia, como vemos, la opinión científica es contraria a

las prácticas eutanásicas.

“Nada mas absurdo que el sufrimiento inútil, y nada es mas


legítimo que tratar de desembarasarce de él”.

Fuera de Francia, la Eutanasia fue defendida por William

Munk, en 1887, y por el gran psiquiatra y médico-legista Pablo

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Nacke, en 1903. Continua la doctrina en Alemania, con sentido

afirmativo y luego con viva polémica. En Italia donde la propuesta

de Nobel levanto formidable discusión, la Eutanasia fue propugnada

por el profesor Ughetti.

En los Congresos Médicos de lengua Inglesa, el asunto se

discute desde 1895. En el congreso de Long Branch, de dicho año,

fue propuesto por el Dr. Bach que se otorgara al Médico el derecho

de proporcionar una buena muerte a sus enfermos cuando así los

juzgare necesario. Pero tanto, en esa fecha como en 1905, los

congresistas no llegaron a una conclusión. Más terminante fue la

asamblea de la NEW YORK STATE MEDICAL ASSOCIATION, habida

en 1903, en que no solo se pronunciaron los reunidos en pro de la

“muerte dulce”, reclamándola como un derecho y hasta como un

deber, en condiciones determinadas, sino que se fijaron casos

dignos de Eutanasia:

“...canceroso cuyo neoplasma se generalizó; tuberculoso en el


tercer periodo; infeliz víctima de fractura de la columna vertebral,
con parálisis mas o menos completa, e impotencia funcional de los
miembros”.

En este Congreso destacó la opinión de Wrigt de entre las más

favorables.

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Más entre toda la producción científica extranjera de médicos

y juristas, sobre los problemas de Eutanasia, destacan cuatro

libros, tres de ellos modernos y uno remozado, que merecen

atentos análisis, debido a Ferri, Binet-Sangle, Binding y Hoche y

Enrique Morselli. (Son las obras fundamentales que han puesto

candente el tema en nuestro tiempo).

6. EL ESPEJISMO DE LA EUTANASIA.

Los veinte años de autodeterminación para la Eutanasia en

Holanda y el peligro de los abusos que en nombre de una “Buena,

feliz e indolora muerte” se hacen con enfermos terminales, es el espejo

en el que aparece que han de reflejarse el resto de países que,

como España, no se han definido legalmente y de forma

concluyente sobre este tema. Solo los Países Bajos y Uruguay han

traspasado esa frontera con leyes permisivas al respecto. La

legalización de estas prácticas no afecta únicamente una ética

confesional particular, sino también al Estado, por su

responsabilidad sobre la protección de la vida y el respeto a los

Derechos Humanos.

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Cuando se establece un principio de selección sin limites, los

resultados en la misma sociedad pueden llegar a ser desastrosos,

por muy humanitarias que parezcan a primera vista las causas que

se aducen para llevar a cabo estas “Muertes médicamente asistidas”,

eufemismo utilizado para encubrir la ayuda al suicidio.

Impresionante es la existencia en Holanda de un “pasaporte a la

muerte” que autoriza la práctica de la Eutanasia sobre el titular, pero

más increíble resulta que muchos holandeses se vean obligados a

llevar otro “Pasaporte a la Vida”, que ya se conoce como “Tarjeta no me

Mateis”, por el miedo de caer enfermos y no tener la mente clara

para poder decidir.

7. ELIMINAR EL SUFRIMIENTO DEL HOMBRE Y NO AL

HOMBRE QUE SUFRE.

Los múltiples casos documentados de muertes involuntarias

ponen de manifiesto que no todo está bajo control, y que muchos

enfermos a los que se les adelantó su final biológico nunca firmaron

una autorización expresa para ello. La Eutanasia infantil es el

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ejemplo más claro de la indefensión a la que se enfrentan niños

nacidos con disminuciones físicas. Nunca el Derecho a morir, por

muy controvertido que sea, puede convertirse en el deber de morir.

Los que apoyan la Eutanasia afirman que esta medida se

basa en la auto determinación y la elección particular del paciente;

sin embargo con lo que no cuentan es el 1% de muertes producidas

en Holanda en 1990 fueron provocadas por las drogas mortales

administradas sin su consentimiento. Esta estadística holandesa

está recogida en el informe Remmelink, auspiciado por el Gobierno.

Una alternativa importante a esta dolorosa situación por la

que pasa tanto el enfermo como su familia, es recurrir a los

cuidados paliativos, que aseguran una muerte digna y tener clara la

postura de oposición al encarnizamiento terapéutico. No se prohibe

utilizar medicamentos para calmar los dolores aunque eso suponga

un acortamiento de la vida del paciente, ni existe ninguna

obligación de prolongar a través de medios técnicos situaciones que

conducen irremediablemente a la muerte. Los motivos de

esperanza son muchos, y no se puede negar la evidencia: es

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siempre mejor intentar eliminar el sufrimiento humano que eliminar

al ser Humano que sufre.

8. EL SUICIDIO.

El suicidio ha tenido, en la historia de la civilización humana,

formas distintas de reconocimiento de valor y de disvalor, que han

exigido una amplia variedad de juicios. En efecto, se va desde la

execración en el mundo medieval cristiano, expresada con poderosa

iluminación poética en el poema de Dante, hasta la exaltación que

de él todavía se hace en el Japón moderno, pues que, el que haya

vivido en ese país, probablemente ha conocido un hijo de suicida

que conserva con orgullo la espada con que el padre se hizo

harakiri, para espiar la derrota en guerra y rendir homenaje al

Emperador. El mismo acto puede ser considerado una prueba de

vileza o de valor, y el juicio queda suspendido: en los campos de

concentración nazis ocurría a menudo que un prisionero prefería

morir arrojándose sobre la alambrada provista de corriente de alta

tensión, antes que continuar sufriendo las sevicias y las

humillaciones a que era sometido. Pero otros, en cambio,

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continuaban padeciendo su terrible sufrimiento en espera de la

ejecución de la mano ajena.

Aquí se debe subrayar que el suicidio representa el punto

decisivo de encuentro entre la voluntad de vivir y la de morir,

decisivo precisamente en el sentido de que es el sujeto el que

decide transponer el limite atravesando la línea sombría, y que lo

hace libremente sin que importe las razones que lo llevan a hacerlo.

Por un aspecto particular, el suicidio, que es una experiencia

antigua y con raíces en la humanidad, puede, por lo tanto,

aproximarse a la Eutanasia o también a la voluntad consciente y

decidida de hacer breve el curso de la agonía, que conduce de la

vida a la muerte. Aproximar el primero, el suicidio, a la otra, la

Eutanasia, no significa identificarlo, esto es, confundirlos entre si.

Como el carácter distintivo de la Eutanasia, que quiere decir la

“Buena Muerte”, así como se toma en consideración, es un carácter

que se deriva de las condiciones de la edad tecnológica, y que por

lo tanto, era del todo desconocido en las épocas anteriores.

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8.1. LA EUTANASIA Y LA ETICA DE LA SITUACION.

La Eutanasia es en cambio, un hecho que es el resultado de

una situación social compleja. Ante todo, ella no consiste

simplemente en una contraposición de la muerte a la vida, sino que

consiste en la alternativa entre la muerte como hecho natural,

instantáneo, aceptado como tal, y la prolongación artificial del

mismo proceso de extinción, obtenido con la aplicación de

instrumentos tecnológicos que producen un control sobre el cuerpo

del paciente, recurriendo a la intensificación terapéutica.

Por consiguiente, es necesario que la moral y el Derecho

tomen ambos en consideración esta innovación de la relación entre

la vida y la muerte, surgida del proceso científico y tecnológico. No

le sirve a la humanidad ocultar el problema rechazándolo o

confinándolo al terreno de la práctica Médica, ya que debe ser

insertado en el proceso de la civilización de las costumbres, como

forma de garantizar la continuidad y la coherencia de los valores de

la especie y de la sociedad humana en el momento inevitable de la

muerte de todo hombre. Por esto, deben examinarse ambos

aspectos de la cuestión, el Etico y el Jurídico, los cuales son a un

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mismo tiempo distintos e inseparables, por que ambos se refieren

al hombre en cuanto a ser dotados de conciencia y establecen las

dimensiones a lo largo de las cuales se desarrolla, los modos en

ellas se conducen en las relaciones sociales, y las formas que

asume para crearse una estructura y comunicarla.

En la problemática y dramática de la Eutanasia, esto es, de la

ayuda que el enfermo pide y que el médico le suministra para

abreviar su sufrimiento en la agonía y afrontar la muerte con

dignidad, así como ocurre en otras formas de la práctica humana, la

diferencia entre la moral y el Derecho la da la existencia y la falta

de ley, entendida como un conjunto de reglas prefijadas,

expresadas en las formas de una norma jurídica, que sirva para

definir un modelo de estructura del comportamiento social y que lo

hace lícito u obligatorio o prohibido, y que, por lo tanto, puede

promoverlo o reprimirlo.

Es menester tener clara esta diferencia: que en la moral no

consiste en la obediencia conformista a un conjunto de reglas

escritas o de órdenes impartidas por una autoridad ya sea

eclesiástica o civil, en forma de preceptos que se han de observar

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en todo caso. La moral conoce una sola ley que es una ley no

escrita, la ley del amor por el prójimo en cuanto miembro de la

misma humanidad. Es el amor compuesto y tácito con el cual el

médico auxilia a todo enfermo, a todo herido, a todo infeliz, como

es el lisiado o minusválido, sin hacer distinción entre personas

conocidas y desconocidas, entre conmilitones y adversarios en

guerra, entre reos e inocentes.

El imperativo de la ley moral surge siempre de una situación

concreta, determinada y precisa y no ya de un precepto rígido y

abstracto como lo es la norma jurídica. Por esto se habla de una

ética de la situación como opuesta a una ética de la moral; la

primera es la reflexión que se realiza sobre una moralidad auténtica

en la realidad, la segunda es una contracción conceptual basada

sobre una moral convencional de conformismo a la reglas, que es a

la primera (Según dice Kant) como el cadáver es el cuerpo vivo.

El principio primario de la convivencia humana, sin el cual ella

no puede ni durar, es el mandamiento no matar, el cual

corresponde al Derecho a la vida, que es el fundamento de todos

los demás Derechos ya que estos no tendrían sentido si el hombre

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estuviera desprovisto de la vida. El Médico por su vocación, es el

garante de ese bien supremo de la existencia Humana.

En el caso de la Eutanasia, invocada por el paciente en una

situación que parece plena de tormento, pero privada de la

esperanza, o sufrida por los parientes que asisten inmutables a la

prolongación artificial de una vida inconsciente, la colaboración del

Médico de asumir una corresponsabilidad es inevitable: El se ha

puesto en igual condición que el enfermo, por la consciencia de la

vida que le da valor humano a la vida misma, pero que es

inseparable de la consciencia de la muerte, por la cual adquiere su

valor. Es esta doble consciencia de la vida y de la muerte la que

crea el vinculo de solidaridad entre el Médico y el enfermo y la que

obliga a tomar una decisión única para ambos cuando el enfermo

pide trasponer el umbral obscuro, sometido y ayudado por el

Médico, el sentido físico y moral.

La Eutanasia Pasiva, en virtud de la cual el Médico no

abandona al paciente, sino socorre y conforta hasta lo ultimo, es

admitida por la doctrina de la iglesia Católica, como se infiere en la

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declaración de la sagrada congregación para la doctrina de la fe,

expedida el 5,V, 1980.

En ella se afirma la solicitud de servirse de los Médicos

normales, que la Medicina puede ofrecer, ya que no es posible

imponerle a nadie la obligación de recurrir a un tipo de curación

que, por mas que ya se use, sin embargo, aun no está exenta de

peligro o es demasiado onerosa, desde el punto de vista económico.

Por lo tanto, prosigue la citada declaración,

“Ante una eminente muerte inevitable, a pesar de los medios


empleados, es lícito en consciencia tomar la decisión de renunciar
al tratamiento que procuraría una prolongación precaria y penosa
de la vida sin interrumpir las curaciones normales de vida al
enfermo en tales casos”.

Entre estas curaciones queda comprendido el uso de analgésicos

para atenuar el dolor, y los que asisten a los enfermos

“deben suministrar los remedios que consideren necesarios y


útiles…en todo caso, se podrá apreciar bien los medios poniendo en
confrontación el tipo de terapia, el grado de dificultad y el riesgo
que implica, los gastos necesarios y la posibilidad de aplicación con
los resultados que de ellas se pueda esperar, teniendo en cuenta al
enfermo y su fuerzas físicas y morales”.

Como se ve, la aplicación del precepto de no abreviar la vida

se entiende en este caso con referencia a la citación particular y se

deja a la prudente discreción del Médico.

29
9. PROBLEMÁTICA JURIDICA DE LA EUTANASIA EN ESPAÑA,

INGLATERRA, HOLANDA, COLOMBIA Y VENEZUELA.

ESPAÑA:

Al lado del aspecto ético esto es, de filosofía moral es

menester tener en cuenta el aspecto Jurídico, el cual no puede

sustituirse por el otro, sino que debe también integrarlo en

consideración al carácter social de los comportamientos. En el caso

de la Eutanasia llamada Pasiva por que en ella el médico se

abstiene de modificar el curso de la naturaleza y lo facilita

suprimiendo el dolor, no hay lugar al homicidio del que tratan los

Artículos 579 y 580 del Código Penal Español; pero ante todo debe

estudiarse el Artículo 32 aparte dos (2) de la Constitución Italiana

que dispone:

“Nadie puede ser obligado a determinado tratamiento sanitario sino


por disposición de la ley. La ley no puede, en ningún caso, violar
los limites impuestos por el respeto de la persona humana”.

Por lo tanto, la libertad personal se puede ejercer aun antes de la

muerte y el paciente puede rechazar el uso de medios

extraordinarios y solicitar morir con dignidad.

30
Distinto es el problema suscitado en el campo jurídico por los

proyectos de legitimar la forma de Eutanasia definida como activa,

porque en esta el médico procede a una intervención directa para

interrumpir el flujo vital, ora sea por voluntad expresa del paciente,

o sea por solicitud formulada por los parientes, o por el

consentimiento de la autoridad judicial, cuando llegue a faltar la

capacidad de participación consciente del paciente mismo.

INGLATERRA:

Para llamar la atención sobre la dificultad o sobre lo delicado

que es el problema de la Eutanasia activa, nos permitimos recordar

un caso ejemplar ocurrido en la Gran Bretaña. En 1.936 Lord

Regland presentó un proyecto de Eutanasia voluntaria, que

permitirá a los médicos aplicar la Eutanasia a los pacientes que lo

solicitaran o que estuvieran afectados por una grave enfermedad

física o por un deterioro considerados razonablemente incurables y

que podían causarles una angustiosa enfermedad o hacerles ineptos

para llevar una existencia iluminada por la razón. El proyecto de

Ley fue rechazado, pero fue luego propuesto treinta años después

en 1.969, por segunda vez, y de nuevo fue rechazado por la

mayoría de los dos tercios. Sin embargo, en el ordenamiento

31
Jurídico Británico, a diferencia de los países del continente Europeo

no es solo el poder legislativo, representado por las dos cámaras, la

de los comunes y la de los lores, el único autorizado para establecer

las normas jurídicas, pues inclusive las cortes o tribunales judiciales

puedan hacerlo, con base en el sistema del antecedente judicial o

case law con una sentencia que establezca un precedente, que

luego debe ser seguido en casos semejantes.

HOLANDA:

Los holandeses legalizaron la Eutanasia en 1.981, a partir de

una decisión del Código Criminal de Rotterdam.

Los médicos, en ese país, comenzaron a interrumpir el agua y

los alimentos para tales pacientes. Sin embargo, pronto advirtieron

que estos morían con lentitud, dolorosamente, situación que era

psicológicamente tensionante para los familiares y el personal

médico, además de costosa.

“¿Por que torturarlos? Si nosotros los estamos matando, ¿ Por que


no hacerlo cómodamente y sin dolor?”, dijeron.

Y a partir de este razonamiento los médicos holandeses

empezaron a usar inyecciones letales (y los jueces toleraron esta

32
práctica) los datos relacionados con el tema no son exactos debido

a las variaciones en la frecuencia con que se les informa, pero se

acepta que en 1.986 los médicos mataron de cinco mil a veinte mil

personas sobre un total de ciento veinte mil muertes. Algunos

holandeses aceptan la Eutanasia pero otros no.

“Casos documentados de Eutanasia activa ajena a la


voluntad de los pacientes fueron informados por C.I. Dssaur C.J.C.
Rutenfrans, y otros. K.F.Gunning publicó sus experiencias con
especialistas que, al pedirles la internación de un paciente anciano
en un Hospital, aconsejaban al médico que lo había enviado que en
lugar de esto le administrara una inyección letal”.

H.W. Hilhorst, en un extenso estudio ( Patrocinado por la

Universidad de Utrech y la Academia Real de Ciencias de España),

constató que la Eutanasia activa, no voluntaria, se practicaba en

ocho Hospitales.

“La ansiedad esta creciendo entre los miembros de grupos


amenazados. Se han publicado advertencias referidas a pacientes
de edad que, aterrorizados por la posibilidad de la Eutanasia se
negaron a una hospitalización y se niegan, incluso, a consultar a
médicos. Una encuesta efectuada entre pacientes de Hospitales
mostró que muchos de ellos temen que sus propias familias puedan
solicitar la Eutanasia sin consultarlos. La Asociación Holandesa de
pacientes publicó una advertencia a la prensa señalando que, en
muchos Hospitales, se estaban matando pacientes sin la voluntad o
el conocimiento de ellos, o sin que sus familiares lo supieran y
aconsejaban a los pacientes y sus familias, que preguntaran
cuidadosamente acerca de cada etapa del tratamiento, y en caso
de duda, que consultaran con un experto digno de confianza que
no perteneciera al plantel del hospital”.

COLOMBIA:

33
El Código Penal colombiano en su Articulo 326 prevee el

homicidio por Piedad:

“El que matare a otro por piedad para poner fin a intensos
sufrimientos proveniente de la lesión corporal o enfermedad grave
o incurable, incurrirá en prisión de seis (6) meses a tres (3) años”.

Entra al juicio de valor, como parte integrante del análisis de

esta legislación en particular, ya que habría que tomar en cuenta en

manos de quien está la responsabilidad, porque se entiende por la

redacción de la norma, algo permisiva pero aun así pena la

conducta por considerarla delito; hablábamos entonces de un

atenuante de lo que se considera una conducta delictiva.

A nuestro entender la penalidad estipulada por el legislador

Venezolano, no se equipara con el delito cometido es claro que para

el legislador Colombiano la conducta derivada en el Artículo 326 del

Código Penal, es calificada como un delito, esta norma es ambigua

y la pena aplicada es baja. Por otro lado podría opinarse a este

respecto el conocimiento de la intención del legislador, lo cual

justificaría la ambigüedad de la norma, ya que pareciere que éste, a

través del Articulo 326, tratara de frenar la práctica de la Eutanasia

cuando entre líneas da a saber de la muerte (es decir al que ejecuta

o autoriza la acción) que de cualquier manera será penado.

34
Además, lo que para uno es piedad para otro puede no serlo;

ya que se trata de un juicio de valor, sea quien sea el que decida

será pendo. También prevee la caución o fianza como beneficio, al

prestarla se restituye la libertad, una vez más se advierte lo

permisivo de esta norma.

VENEZUELA:

El legislador venezolano no legisla sobre la Eutanasia como

tal, la subsume dentro del homicidio intencional pero tampoco

permite el homicidio consentido o el suicidio, es claro al establecer

en el Código Penal Venezolano Articulo 407

“El que intencionalmente haya dado muerte a alguna persona, será


penado con presidio de doce (12) a dieciocho años (18)”.

No aclara, ni hace la diferenciación entre el consentimiento o

no de la víctima; por lo tanto para que hubiese excepción de la

penalización no bastaría esgrimir en el caso de la Eutanasia, el

hecho de que el paciente haya consentido la conducta del Médico o

del autor de la Eutanasia, solo podrá tratarse a nivel Jurídico desde

el punto de vista del Artículo 407 del Código Penal.

35
Asimismo, el Articulo 411 de Código Penal Venezolano aduce:

“El que por haber obrado por imprudencia o negligencia, o bien por
impericia, o por inobservancia de los reglamentos, ordenes o
instrucciones haya ocasionado la muerte de alguna persona, será
castigado con prisión de seis (6) meses a cinco (5) años”.

El Código de Deontología Médica contiene un aparte dirigido a

los deberes generales de los médicos y así el Articulo 13 Expone:

“El papel fundamental del Médico es aliviar el sufrimiento humano,


sin que por motivo alguno, ya sea personal, colectivo, religioso o
político, lo separen de ese noble objetivo”.

Asimismo el Articulo 14 del mismo Código apunta:

“El médico se haya autorizado para emitir diagnósticos o indicar


tratamientos, pero un médico no debe, salvo en circunstancias
excepcionales, formular diagnósticos o aplicar procedimientos
terapéuticos que excedan su competencia o sus posibilidades”.

De aquí, se concluye que el Código Penal Venezolano, se

refuerza con la normativa que rige al Gremio Médico, al preveer los

deberes del médico y el incumplimiento de esa normativa especial

que lo rige, como lo es el Código de Deontología Médica, y la Ley

del ejercicio de la Medicina: deberes del Médico.

36
10. EL HECHO ILICITO CIVIL.

El hecho ilícito contemplado en el Articulo 1185 del Código

Civil estipula:

“El que con intención, negligencia o imprudencia, ha causado un


daño a otro, está en la obligación de repararlo”.

Se trata de las fuentes más directas e importantes de

reparación o resarcimiento de daños producidos al enfermo con

motivo de la relación Médico paciente, cuando por algunas

circunstancias este haya sufrido algún perjuicio por parte del

médico y vinculado a su ejercicio profesional.

Sin embargo es necesario diferenciar bien entre las

consecuencias jurídicas derivadas por incumplimiento de las

obligaciones establecidas en el contrato de la relación médico

paciente, de aquellas que dentro del ámbito del contrato se generan

por hechos culposos dentro de la misma relación.

Se acepta generalmente, por la doctrina y la jurisprudencia,

que se pueden derivar consecuencias jurídicas y obligaciones de

37
reparación o resarcimiento por vía extracontractual, dentro de la

existencia de una obligación contractual.

No obstante, es aceptado por nuestro Tribunal Supremo:

“Debe dejarse claramente establecido que si bien los


contratos son fuentes de obligaciones, también los hechos ilícitos lo
son y, la circunstancia de existir entre determinadas partes una
relación contractual, no impide la coexistencia de un hecho ilícito
de general indemnización de la víctima. Este hecho ilícito puede
presentarse de dos formas: un hecho ilícito paralelo o
independiente de la relación contractual, y un hecho ilícito
originado con motivo de abuso o defecto en la ejecución de
obligaciones de índole contractual. Respecto de este ultimo caso,
podrían clasificarse los hechos ilícitos ocurridos con ocasión de
excesos o abusos de los patronos en la ejecución de un contrato de
trabajo y lo que pueden derivarse de la ejecución abusiva culposa,
negligente, imprudente o intencional, por parte de quienes prestan
un servicio personal, profesional publico o privado”.

Esto significa que, la relación Médico-paciente es elemento

primordial de la práctica Médica y se produce cada vez que un

profesional a quien la estructura social y jurídica de un País ha

catalogado como idóneo para ejercer la Medicina, acepta la petición

de otro miembro de la sociedad que acude en la búsqueda de su

opinión, consejo o tratamiento.

El acto Médico como acto jurídico busca un resultado jurídico

concreto: el diagnóstico y la recuperación del paciente a cambio de

los honorarios profesionales; Mientras que el acto Médico como

38
hecho jurídico no encuentra sus implicaciones jurídicas en la

voluntad o intención con que se realizan.

10.1. CONSENTIMIENTO DEL PACIENTE.

Alegamos que el acto Médico y la relación Médico-paciente,

desde el punto de vista del contrato y como fuente de obligaciones,

era un contrato que entre otras características era la de ser un

Contrato Consensual, lo cual implica que hace falta el

consentimiento legítimamente manifestado tanto por el Médico

como por el paciente para completar y formalizar así ese vinculo

jurídico.

Pues bien este consentimiento debe ser expreso, y

legítimamente manifestado, libre de error, de temor o presión, de

violencia y de dolor y manifestado por persona capaz de obligarse,

a luz de los Artículos 1141, 1143, 1146, y siguientes del Código

Civil.

En los actos Médicos, la situación con respecto al

consentimiento es muy compleja, y las condiciones mínimas para

39
que exista un acto de consentimiento Médico, varía de acuerdo a

las diversas legislaciones.

10.1.1. CAPACIDAD.

La capacidad de las personas esta manifestada en los

Artículos 1143 y 1144 del Código Civil, cuando establecen:

“Pueden contratar todas las personas que no estuvieren


declaradas incapaces por la ley”.

[…] son incapaces para contratar […]: los menores, los

entredichos, los inhabilitados y cualquier otra persona a quien la ley

le niega la facultad de celebrar determinados contratos.

Es así como específicamente la Ley de Ejercicio de la Medicina

en su Articulo 34 expresa:

“Los actos y procedimientos Médicos realizados con fines


diagnósticos o terapéuticos que produzcan el condicionamiento o
pérdida transitoria de las facultades mentales, requieren la
autorización, por escrito del paciente o de quien tenga su
representación legal”.

40
10.1.2. TITULARIDAD.

Para que exista consentimiento se requiere la posesión o

titularidad del Derecho, bien o interés sobre el cual el sujeto

consiente el acto médico. Esta titularidad a veces se encuentra

limitada al paciente en función de un interés mayor de salud

pública, o cuando priva la vida sobre cualquier otro interés.

10.1.3. LIBERTAD.

La libertad es necesaria para la decisión de efectuar el acto

Médico, de modo muy especial para el Médico en relación con el

diagnóstico y tratamiento por cuanto el Artículo 12 del Código de

Deontología Médica establece que:

[…] “El Médico debe gozar de libertad para decidir acerca de la atención
Médica requerida por el enfermo dentro de las normas y criterios científicos
prevalecientes”.

10.1.4. INFORMACION.

La información es un Derecho esencial del paciente, y

especialmente en relación con el principio de autonomía de

voluntades y el consentimiento legítimamente manifestado para el

41
establecimiento de la relación Jurídica Médico-paciente. Establece el

Artículo 69, del Código de Deontología Médica:

[…] el enfermo tiene Derecho a: […] Ordinal 3° ser informado

de la naturaleza de su padecimiento, de los riesgos inherentes a la

aplicación de los procedimientos diagnósticos y a conocer las

posibles opciones; 4° recibir la información necesaria para dar su

consentimiento válido [libre], previo a cualquier procedimiento

diagnóstico o terapéutico.

10.1.5. RIESGO PREVISTO.

Aunque dedicaremos especial atención a este tema se hace

necesario mencionar el riesgo previsto en relación con la

información dada al paciente y el consentimiento legítimamente

manifestado en la aceptación de la relación Médico-paciente.

El consentimiento legítimamente manifestado no equivale por

tanto a una exoneración al Médico, pues ante la Ley se estaría

renunciando a algo que no se puede renunciar. Lo que si se

excluye, en una forma general, en la mayoría de los casos, con la

42
manifestación oportuna del riesgo previsto, es la culpa por

negligencia.

Esta relación Jurídica contractual establecida entre el médico

y el paciente es una obligación de medios y no de fines, resultado

de un acuerdo de voluntades, con consentimiento legítimamente

manifestado y bien informado que explican para el Médico,

especialmente, una responsabilidad que genera obligaciones

derivadas de sus actos, por lo que tiene que responder ante el

paciente y la sociedad.

11. ORIENTACIONES DE LA IGLESIA ANTE LA

RESPONSABILIDAD DEL MÉDICO.

11.1. LA VIDA DEL HOMBRE.

La fundamentación cristiana del valor de la vida está en su

origen: Dios. Y nos enseña la teología que el hombre está llamado a

la vida eterna. Desde la perspectiva de la filosofía y normativa

Jurídica, cabe considerar en primer lugar la vida de cada individuo

43
singular como un Derecho radical y primario, el cual origina a su

vez el grave deber de conservarla.

En segundo lugar, es preciso estimar el Derecho a la vida de

los demás, de por sí inviolable e inalienable, que a su vez origina el

deber correlativo de respetar y proteger ese Derecho.

Para el cristiano la vida tiene un sentido trascendente, al mismo

tiempo que actual. Y aunque la cima haya de ser la felicidad eterna,

la vida es ya una situación existencial típicamente cristiana.

El sentido de la vida y de la muerte es el problema fundamental de

cada hombre en todos los tiempos. La vida del cristiano tiene una

proyección hacia la eternidad. Más de cuarenta (40) veces la

palabra vida va acompañada del epíteto “Eterna” en el nuevo

testamento. Existe una promesa condicionada a una conducta de

fidelidad a Dios y a sus preceptos.

La responsabilidad de respetar la vida aflora a la conciencia

del hombre, ya que es un don de Dios, solo con dependencia de él y

revertido a él por el hijo, por el que fueron creadas todas las cosas.

44
“El fundamento esencial de la dignidad Humana está en la vocación
del hombre a la comunión con Dios, y no vive plenamente de
verdad sino reconoce libremente ese amor y no se entrega a su
creador”.

11.2. LA MUERTE DEL HOMBRE.

Es un fenómeno biofisiológico que afecta a todo el organismo

viviente. Hay muchas reacciones del hombre ante la muerte.

Abarca muchos ángulos biológicos, filosóficos y teológicos y por

otra parte cada hombre capta su muerte como un suceso

singularmente expresivo.

El mensaje cristiano de salvación ofrece todo menos una

explicación racionalista. Es un misterio del hombre que sólo

encuentra luz ante la palabra revelada del padre en Cristo Salvador.

La revelación bíblica no deja de dar al hombre, desde el principio,

alguna luz sobre la significación del hecho tragico de la muerte.

Esta aparece en primer lugar no algo como establecido por Dios,

sino debido al abuso de la libertad del hombre, al pecado.

Esta afirmación se aclara a la luz del pensamiento bíblico que

presenta a la muerte como castigo por los pecados.

45
En el Nuevo Testamento esta gravitando el mismo concepto

de muerte que en el Antiguo Testamento. Pero el misterio que

encierra la muerte para el hombre se ve iluminado por las palabras

y los hechos de Jesús, y por la enseñanza de los Apóstoles que

apoyada en la resurrección de Cristo de entre los muertos proclama

definitivamente un sentido nuevo de la vida y de la muerte.

11.3. LA SALUD DEL HOMBRE.

Esta es la misión del médico desde el valor de la vida

humana, hacer que esta vida se mantenga en plenitud. El médico

debe estar interesado en tratar de la salud y de la enfermedad en

todas sus dimensiones, de la neurosis, de la psicopatología, de la

psicosis, de los problemas generales del cuidado de la salud y de

los problemas relacionados con el tratamiento médico. Muchos son

los aportes que la técnica y la investigación médica están aportando

en nuestro tiempo. Existe el peligro de interesarse más por la

Medicina y la técnica en sí que por el hombre.

Para el médico y el moralista el problema no se limita al

significado de la enfermedad, sino que deben atender al auténtico

46
sentido de la vida personal para el individuo enfermo o sano, así

como a la búsqueda, por parte del hombre, del sentido de la

enfermedad cuando se enfrenta a la muerte. Estos sondeos básicos

están relacionados con la interdependencia de la enfermedad y del

hallazgo del sentido de la vida, y con la relación entre el concepto

de la persona humana y los fines de la ciencia y practicas médicas.

11.4. LA MORAL MEDICA DE LA IGLESIA Y LA CONCIENCIA

DEL MÉDICO.

La defensa de la salud y el cuidado de los enfermos son

problemas básicos para toda sociedad. Para la iglesia sería

inconcebible el descuidar este campo. Ella no puede proclamar el

mensaje de salvación y el mandato del amor universal sin una

aplicación actual a los problemas esenciales de la salvación, la salud

y la integridad humana. La iglesia ofrece un esfuerzo de integración

presentando las perspectivas básicas, los principios y los motivos.

El teólogo moralista tiene que ser la voz del magisterio de la iglesia

ante los profesionales.

47
El médico cristiano se siente en conciencia obligado a ver su

vocación médica y su actividad a la luz de la fe, poniendo particular

atención a la imagen del hombre, como es concebida en la

comunidad de los creyentes.

La conciencia del médico y la del paciente deben tomar en

cuenta el magisterio y los esfuerzos de los teólogos. El médico,

para formar su propio criterio, no debe únicamente acudir a la

teología, sino que debe examinar también las convicciones morales

y el comportamiento ético de colegas dedicados en conciencia. Esta

visión tiene su confirmación en la doctrina del vaticano II..

“Por fidelidad a la conciencia los cristianos se unen con los demás


hombres para la búsqueda de la verdad y para la solución genuina
de los numerosos problemas que surgen en la vida de los
individuos y en las relación sociales”.

48
SISTEMA DE VARIABLES
12. SISTEMA DE VARIABLES.

OBJETIVO GENERAL. DETERMINAR LA POSICION DEL LEGISLADOR Y LA DOCTRINA VENEZOLANA


EN RELACION A LA EUTANASIA COMO PRACTICA LICITA

OBJETIVOS VARIABLES DIMENSIONES INDICADORES ITEMES


OBJETIVO v Doctrina. 1) ¿Qué señala la doctrina
ESPECIFICO Venezolana en relación a la
NUMERO 1: Eutanasia?
L
Identificar las bases 2) ¿Cuáles aspectos resaltan
A P
históricas de la las doctrinas extranjeras en el
R
Eutanasia en Venezuela caso Eutanásico?
E A
y en los países
U C
extranjeros.
T T
A I
N C
Bases Históricas
A A
de la Eutanasia
S
I L
A I
C
C I
O T
M A
O
OBJETIVO GENERAL. DETERMINAR LA POSICION DEL LEGISLADOR Y LA DOCTRINA VENEZOLANA
EN RELACION A LA EUTANASIA COMO PRACTICA LICITA

OBJETIVOS VARIABLES DIMENSIONES INDICADORES ITEMES


OBJETIVO v Ley 1) ¿Cuáles son las leyes
ESPECIFICO es especificas tomadas como
NUMERO 2: v Códi fundamento de la investigación?
Analizar los L gos 2) ¿Qué Código s se analizaron y
P
Fundamentos Jurídicos A aplicaron al caso, como base de
R
y Documentales de la la legislación Venezolana?
A
Eutanasia en E
C
Venezuela, a fin de U
T
determinar los criterios T
I
acogidos por la A
C
Legislación Venezolana. N Fundamentos
A
A Jurídicos y
S Documentales
L
I
I
A
C
I
C
T
O
A
M
O
OBJETIVO GENERAL. DETERMINAR LA POSICIÓN DEL LEGISLADOR Y LA DOCTRINA VENEZOLANA
EN RELACION A LA EUTANASIA COMO PRACTICA LICITA

OBJETIVOS VARIABLES DIMENSIONES INDICADORES ITEMES


OBJETIVO v Entr 1) ¿Cuál es su profesión?
ESPECIFICO evistas a 2) ¿Qué cargo desempeña en
NUMERO 3. médicos esta Institución Hospitalaria?
Determinar los casos L intensivistas. 3) ¿Cuánto tiempo tiene de
P
de Eutanasia en la A graduado?
R
Ciudad de Maracaibo en 4) ¿Desde que año se ha
A
la actualidad. E desempeñado en el cargo que
C
U detenta en la Institución
T
T Hospitalaria?
I
A 5) ¿Tiene usted conocimiento de
C
N los casos de Eutanasia
A Casos de
A practicados en esta Institución
Eutanasia
S Hospitalaria?
L
I 6) ¿Cuáles han sido las causas
I
A que han llevado a los médicos a
C
practicar la Eutanasia en esta
I
C Institución Hospitalaria?
T
O 7) ¿Tiene usted conocimiento de
A
M quien es la responsabilidad de
O decidir sobre la práctica de la
Eutanasia en paciente de esta
Institución Hospitalaria?

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