Se tiene conocimiento de la existencia de la eutanasia desde la Edad Antigua. Sin
embargo, en las culturas griegas y romanas, el concepto de eutanasia se identificaba con su sentido etimológico de buena muerte, es decir el estado mental o espiritual de la persona en los momentos finales de su vida. La eutanasia no era, por tanto, una ayuda para morir sino una forma de morir 2. La práctica del suicidio y de la asistencia al mismo estaba extendida e incluso justificada por filósofos como Platón, quien defiende que “quien no es capaz de vivir desempeñando las funciones que le son propias no debe recibir cuidados por ser una persona inútil tanto para sí mismo como para la sociedad”; sobre las “personas constitucionalmente enfermizas o de costumbres desarregladas”, el filósofo griego recoge como criterio médico aceptable que, “como la prolongación de su vida no había de reportar ventaja alguna a sí mismos ni a sus prójimos, no debía aplicarse a estos seres el arte médico ni era posible atenderles” 3 . El fundador del estoicismo, el filósofo griego Zenón (siglo iv a.C.), no solo legitimaba el suicidio sino que él mismo puso fin a su vida, al igual que Epicuro (siglo IV a.C.), ya que la aversión de los epicúreos hacia el dolor les hacía justificar, en casos extremos, el suicidio 4.Plutarco explica que en Esparta, los niños discapacitados, considerados inútiles para la guerra, eran arrojados al barranco de Taigeto 5. No obstante, el primer código deontológico médico conocido, el Juramento hipocrático Juramento Hipocrático (siglo V-IV a.C.), incluye claramente la promesa de no dar a nadie “una droga mortal, aun cuando me sea solicitada, ni daré consejo con este fin”6. La ley de Moisés característica del judaísmo prohibía provocar la muerte a un semejante; en el mismo sentido se pronunció el cristianismo. La moral judeocristiana obligaba no solo a respetar la vida como un don que solo Dios puede dar y quitar sino a cuidar de enfermos y moribundos, como atestiguan las innumerables órdenes e instituciones religiosas dedicadas a atenderles. El sentido cristiano del sufrimiento, capaz de unirse a la pasión de Cristo y redimir a otros, otorga una dimensión sobrenatural a la enfermedad. Esta mentalidad presidió el pensamiento occidental durante toda la Edad Media. Ya en la Edad Moderna hay quien presenta a Tomás Moro como un defensor de la eutanasia en su libro Utopía (1516); es cierto que en la obra se indica que los sacerdotes y magistrados trataban de persuadir a los enfermos incurables de la bondad de la muerte, causada por sí mismo o por otros. No obstante, el carácter literario del relato y el tono irónico empleado por el autor en muchos de sus pasajes impiden afirmar con rotundidad que Moro defendiese la licitud moral de la eutanasia y del suicidio asistido 7. Francis Bacon (Novum Organum, 1623) acuñó el término “eutanasia exterior” para referirse a la misión de los médicos de facilitar la partida de esta vida a los enfermos incurables 8. Desde finales del siglo XIX la eutanasia conocería un nuevo impulso en gran medida gracias a la aparición de la eugenesia, es decir la aplicación de las leyes biológicas de la herencia al perfeccionamiento de la especie humana 9; y el darwinismo social según el cual en las sociedades solo sobrevivían los más aptos. Aunque hay muchos más ejemplos, en 1873 Samuel D. Williams escribe el artículo Eutanasia en la revista Popular Science Monthly en el que defiende la eutanasia realizada por médicos y aplicada a pacientes que la solicitaran y con el fin de evitar el dolor 10. Planteamiento del problema La eutanasia es uno de los actos más controversiales en la actualidad, en cuanto a los derechos del ser humano y en el Ecuador, no es la excepción, de acuerdo con la Constitución del año 2008, en el estado se incorpora varios derechos como; justicia y derecho social, además de incluir la dignidad. Se entiende por eutanasia a la práctica mediante la cual una persona accede a dar fin a la vida de otro individuo ya sea a petición de este último o de un tercero; ello con el deseo de detener el sufrimiento del paciente ya que no puede llevar una vida digna. En este sentido las personas con enfermedades terminales en el Ecuador pasan diferentes cuidados para que su vida se alargue soportando un tratamiento que disminuya su dolor, pero no nos damos cuenta de la calidad de vida que está llevando o si su dignidad se está destruyendo. Cabe resaltar que existe una importante distinción entre la eutanasia activa y la eutanasia pasiva. La primera consiste en la eutanasia que se realiza, generalmente, por medio de la administración de una sobredosis de alguna droga con la intención de poner fin al dolor del paciente, quitando a su vez la vida de éste. Por otra parte, la eutanasia pasiva es aquella donde el médico retira o niega un tratamiento necesario para mantener con vida al paciente. Eutanasia desde un punto de vista moral Desde un punto de vista moral (desde el punto de vista de los mores o costumbres normadas de un grupo, una banda, una tribu, un gremio, etc.) los problemas de la eutanasia se plantean de otro modo. No son ahora las virtudes de la firmeza o de la generosidad, sino los principios de utilidad o peligrosidad que actúan en orden a la recurrencia del grupo. Estos principios muchas veces pueden ser convergentes o paralelos con los principios éticos, pero otras veces serán divergentes o estarán en conflicto con ellos. Hay un caso de especial significación que podría ser analizado desde el punto de vista de la moral (en el sentido dicho, como moral de un grupo o gremio), en cuanto puede entrar en conflicto con la ética: es el caso de la eutanasia contemplada desde el punto de vista del “cuerpo médico”. La mayor parte de los colegios médicos de los más diversos países –siguiendo la inspiración del llamado juramento de Hipócrates (“jamás daré a nadie medicamento mortal, por mucho que me lo soliciten”) tiende a incluir la prohibición terminante de la eutanasia activa en los artículos de sus códigos deontológicos. La cuestión es si éstos pueden ser llamados éticos en todas sus partes (se les suele llamar bioéticos) o más bien hay que decir que ellos contienen una gran porción de normas morales en sentido estricto. Es decir, normas determinadas por la misma exigencia de recurrencia del grupo o colegio de los médicos en cuanto tales, de normas dictadas por la estructura del grupo, pero que están también más allá del bien y del mal… ético. El juramento de Hipócrates no parece haya de ser considerado como la expresión de un código ético, sino, más bien, como la expresión de un código moral. Eutanasia desde un punto de vista jurídico Desde la perspectiva de las normas jurídicas la cuestión de la eutanasia se plantea de modos muy diversos en función de la diversidad de los ordenamientos jurídicos. Diremos, en un sentido muy general, que las normas jurídicas, aun cuando sean consideradas de rango ético inferior, son de hecho las que terminan imponiéndose en la sociedad de referencia. Ello se explica porque cuando un código sigue vigente, hay que pensar en que el grado de desacuerdo moral con él no ha sido tan grande como para obligar una reforma perentoria. O, lo que es lo mismo, habrá que pensar en que hay un “consenso moral” que es capaz de neutralizar las más radicales protestas éticas de las minorías. Este mecanismo puede ilustrarse con lo ocurrido en España en los días de 1987 en los cuales se discutió la cuestión del aborto, así como en los años sucesivos. Quienes impugnaban esa ley solían hacerlo desde principios confesionales que les obligaban a llamar asesinos a los médicos que practicaban el aborto, así como a la madre que se prestaba a ello. Por la misma razón, los defensores de la ley debieran ser considerados como “inductores al homicidio”. Sin embargo, lo cierto es que (salvo protestas verbales y retóricas) prácticamente ningún diputado de la derecha, una vez promulgada la ley, ha tratado a su colega de la izquierda como si fuese un inductor de asesinato, ni le ha llevado a juicio; ni tampoco a los médicos que, dentro de la legalidad vigente, siguen “asesinando” a embriones de menos de tres meses. Lo cual quiere decir que hay una suerte de “consenso moral” implícito entre la derecha y la izquierda a propósito de la ley del aborto por debajo de las discrepancias retóricas parlamentarias o periodísticas. Mutatis mutandis podemos prever qué ocurrirá con la cuestión de la eutanasia. Eutanasia desde un punto de vista filosófico Si bien la eutanasia es un asunto controvertido, la legalización de ésta constituye un gran dilema no sólo a nivel político sino a nivel ético y moral. Dicho problema se debe principalmente a la diversidad y oposición de creencias y pensamientos entre los individuos e instituciones. La eutanasia encaja en un problema de razonamiento jurídico ya que presenta varias dudas en cuanto al alcance de una norma, la misma que podría ser regulada de manera armónica en cualquier caso de similar o más relevante índole; su interpretación en algunos casos no es la adecuada por lo tanto estaría prácticamente desprestigiando valores constitucionales, morales, etc. También estaría enmarcada dentro de los Casos Difíciles por lo que no existe una norma jurídica que valide la aplicación de la eutanasia en el Ecuador, es decir no hay una óptima regulación en el ordenamiento jurídico en cuanto a mencionada problemática de tipo social. (Hart, 1983, p. 10) 12 La condición digna de la vida humana es invariable desde que se comienza a existir hasta la muerte, e independiente de condiciones cambiantes a lo largo de la existencia. Kant distinguió entre dignidad ontológica, como valor intrínseco, inviolable, incondicional, que no varía con el tiempo y no depende de circunstancias exteriores o de consideraciones subjetivas, y dignidad moral, como aquella que el hombre tiene en mayor o menor grado según las acciones que realice, si estas son acordes o no a la dignidad ontológica del ser humano. 1 En última instancia, afirmamos que la raíz y el fundamento último de la dignidad del ser humano es el haber sido creado a imagen y semejanza de Dios, somos “imago Dei”. Pero, también estamos convencidos de que nuestra propuesta sobre el valor de la vida humana es ampliamente compartida por muchas personas que defienden y proclaman los derechos de todos los seres humanos. La eutanasia ha sido participe de muchos debates académicos en la actualidad. Además la eutanasia en nuestro país al no ser contemplada como un derecho como parte de la vida digna y el derecho a la libertad de decisión, es considerada como un delito, lo que ha provocado en más de una ocasión suicidios, o que se den casos de cripatanasias es decir eutanasias al margen de la ley lo que puede dar lugar a una serie de problemas y abusos sobre el paciente, la eutanasia voluntaria pasiva es un verdadero derecho de las personas con enfermedades terminales con lo cual se vulnera su derecho a vivir con dignidad y a un buen morir. BIBLIOGRAFÍA 1. Kant, citado por Serrano Ruiz-Calderón JM. Testamentos vitales. Persona y Derecho. 2007 2. Drane, James. Eutanasia y suicidio asistido en las culturas antigua y contemporánea. pp. 36. http://www.fundacionmhm.org/pdf/Numero1/Articulos/ articulo3.pdf. 3. Platón. La República. Consultado el 13 de julio de 2018. Cap.III. 4. Estoicismo. Historia de la filosofía. Consultado el 13 de julio de 2018. 5. Cruz García, Álvaro. Sociedad y educación en Esparta. Arte historia. Consultado el 13 de julio de 2018. 6. Juramento Hipocrático. Consultado el 13 de julio de 2018. 7. Moro Tomás. Utopía. Consultado el 13 de julio de 2018. 8. Aller, Germán; Langón Cuñarro, M. (2005). Eutanasia, eugenesia y vida. Criminología y derecho penal I: pp. 1- 2. http://www.fder.edu.uy/contenido/penal/pdf/aller-eutanasia.pdf. 9. Real Academia Española. Diccionario de la Lengua Española. http://lema.rae.es/drae/?val=eugenesia. Consultado el 13 de julio de 2018 10. Von Engel Hardt, Dietrich (2002). La eutanasia, entre el acortamiento de la vida y el apoyo a morir: experiencias del pasado, retos del presente. Acta Bioética I: pp. 60. http://www.scielo.cl/pdf/abioeth/v8n1/art07.pdf. 11. Sánchez Jiménez, E. (1999 ). La eutanasia ante la moral y el derecho 30. Sevilla : Universidad de Sevilla 12. Hart Herber (1983), La teoría del derecho, p. 10 http://sistemaucem.edu.mx/bibliotecavirtual/oferta/licenciaturas/derecho/LDE20 7/la_teoria_del_derecho_de_h_l_a_hard.pdf