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Por este motivo, en una primera visión de los elementos que conforman el
equilibrio emocional en las personas mayores, debemos hablar de
la importancia de disponer de objetivos que aporten significado a nuestra
existencia y una relación de correspondencia con el entorno social, con los
demás.
Para lograr el bienestar emocional deseado en la Tercera Edad es elemental
llevar un estilo de vida activo, el cual implica mucho más que realizar actividad
física o realizar las tareas del hogar. Incluye también participar en la sociedad,
ya sea en las relaciones con otras personas, en los eventos sociales y
culturales de nuestra comunidad, en la práctica religiosa o espiritual, o en los
temas cívicos que nos interesen.
Este momento del ciclo puede convertirse en una oportunidad para hacer todas
aquellas cosas arrinconadas por el trabajo en años anteriores: la atención a los
hijos o el cuidado de familiares, entre otros. Envejecer activamente implica
participar y encontrar un significado a lo que hacemos. En esta etapa de la vida
hay muchos aspectos positivos, como la serenidad de juicio, la madurez y la
experiencia. Sin embargo, desde el fin de la madurez, el individuo vive un
periodo que en muchos casos está ligado al sentimiento de pérdida: pérdidas
de seres queridos, pérdida de capacidades mentales y físicas, pérdida de
responsabilidades o de relevancia para los demás. Asimismo ha de enfrentarse
a cambios psicosociales importantes ligados a la jubilación, la cual requiere
ajustes económicos y sociales. Por tanto, más que nunca se necesitará
una actitud optimista y activa ante la vida que emane desde el interior.
Las personas mayores tienen el difícil papel de ser ellas mismas las responsables de
adoptar una actitud positiva, dar un significado positivo a la vida y convivir con
las dificultades propias de la edad. Mantener un contacto vital con el mundo
que nos rodea será el primer paso para encontrar una actitud positiva y llena de
significado. Es importante no dejarse abandonar, entrar en contacto con
familiares y amigos, querer estar al tanto de las noticias y de la actualidad,
saber sobre los planes de los nietos, con quienes salen y cuáles son sus
aficiones. Cuanto más contacto tengas con la realidad que te envuelve, más
fácil te será encontrar esas razones para vivir.
Un segundo paso para dar significado a la vida es marcándose retos y metas.
Metas que no tienen que ser grandes hazañas, pero sí objetivos que estimulen
y hagan la rutina más agradable: tener unos horarios regulares para las
actividades cotidianas, salir a dar un paseo todos los días, relacionarse con el
vecindario, comer con la familia, hacer algunas gestiones o asumir ciertas
responsabilidades. La vida te da grandes oportunidades en cualquier momento.
Para todos es de vital importancia, pero en las personas mayores
es verdaderamente positivo establecer y mantener relaciones sociales,
situadas en el contexto de la participación, la seguridad y la salud.
Hay que tener presente que la soledad es uno de los grandes enemigos del
bienestar. Las dificultades asociadas a la vida de los mayores hace que sea
frecuente encontrar personas que pasan gran parte del día solas. Los demás
andamos demasiado atareados para pasar tiempo con ellos. En este
sentido, las relaciones en el seno de la familia son muy importantes, ya que
implican a las personas mayores como cuidadoras y como cuidadas. También
en este sentido será importante que las personas mayores tomen un papel
activo en este área. No esperes sentado en casa a que tus amigos y familiares
te llamen o te pasen a ver. Hacerse responsable de las relaciones sociales será
una actividad más de tu agenda. Llama a tus familiares o pide ayuda en algún
asunto. Encarga una cena o apúntate a las actividades del barrio.