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Favorecer la reflexión sobre esa realidad y ese momento vital para ser capaces de
orientar fomentando la calidad de vida de los futuros jubilados y jubiladas.
Los datos nos dicen que existen una serie de alteraciones psicológicas y sociales frente al
hecho de la jubilación y posiblemente todos tenemos experiencias de algún ser cercano o
conocido sobre la vivencia de su jubilación. Sabemos que se va a tener más tiempo después del
momento de jubilarse y que se está repleto de datos y de experiencia, y la cuestión es: Qué
significa para cada uno este periodo y de qué manera se puede orientar personal y
socialmente.
Se plantean a continuación algunos ejercicios de reflexión interesantes para llevar a cabo con
las personas a orientar en su proceso de jubilación:
La clave está en buscar cuales son las motivaciones, los motores para seguir viviendo con
intensidad. Cultivar las aficiones propias que uno ha dejado olvidadas, o a las que no ha podido
dedicarse suficientemente con anterioridad.
El objetivo a largo plazo al desarrollar nuestro proyecto de vida es mejorar nuestra calidad de
vida, es decir, llegar a experimentar un sentimiento de bienestar psicofísico y socioeconómico
en el que influyen tanto factores personales o individuales (salud, independencia, satisfacción
con la vida, autoestima) como factores socioambientales. Dicho proyecto de vida debe,
asimismo, ser lo suficientemente flexible como para permitir ir añadiendo cambios en función
de nuestras expectativas con respecto al proyecto y la contrastación del mismo con la realidad
que nos rodea.
Nos cuidamos en la medida en que conocemos los cambios a los que nos vamos a enfrentar en
este proceso y prevenimos con nuestras actitudes y comportamientos los procesos de un
envejecimiento patológico. La disminución de nuestros temores y miedos a no saber como
manejarnos en situaciones complejas, mejora nuestra salud bio-psico-social, de manera que
aportemos vida a los años y no años a la vida, como dice la OMS.
En la medida en que la vivencia de este proceso sea positiva y se pueda ir cumpliendo el propio
proyecto de vida se podrán desarrollar estrategias y mecanismos de participación social para
poder llegar a ser agentes de cambio en la sociedad, generando nuevos modelos de jubilación
distintos al actual modelo algo deficitario.
Hacer una lista de lugares nutricios, actividades nutricias, personas nutricias. Este
ejercicio ayudará en la elaboración del Proyecto de Vida.
Fomentar las relaciones sociales. Gozar de la relación con los demás es toda una
garantía de salud mental: cultivar los vínculos de la familia, de las amistades, es una
buena manera de sentirse vivos, de constatar que para los demás tenemos un valor y
una significación. Mantener nuestras vinculaciones con el entorno y las personas es
también una forma de aferrarnos a la realidad y de relativizar las dificultades. La
importancia de las relaciones con el entorno ha venido subrayada por las
investigaciones relacionadas con el apoyo social, y el nivel de estrés y calidad de vida.
La conclusión es clara: hay una relación inversa entre la red social de una persona y las
disfunciones físicas y / o psicológicas; cuánto menores son las redes sociales, mayores
son las patologías, (Albarracín y Goldestein, 1994).
El as en la manga: Rita Levi Montalcini (Drakontos. Ed. Crítica. Barcelona, 1999) La orientación
va a ser asimismo información, asesoramiento sobre dudas, sobre aspectos de la propia
persona que ella misma desconocía, sobre recursos, sobre procesos psicológicos, va a ser un
proceso de aprendizaje que puede generar mucha ilusión y motivación a la persona que va a
jubilarse. Puede resultar una experiencia muy gratificante, un comienzo y además un
encuentro del que orientador también se verá beneficiado pudiendo enriquecerse mucho de la
experiencia de estas personas.
Conclusión
Como hemos ido viendo a lo largo de este artículo es necesario que los orientadores se
identifiquen con quien trabajan y que puedan reflexionar sobre la problemática que van a
afrontar. Es en el movimiento de acercamiento al otro, en el intento de ubicarnos en su
situación y problemática donde se ponen en juego las acciones y también las limitaciones de
los técnicos.
Si pensamos que el objetivo del trabajo con adultos en fase de jubilación o prejubilación, es
colaborar con ellos en la tarea de responsabilización de sus propias vidas, generando un
nuevo proyecto, se abre una multitud de posibilidades para la integración de propuestas en un
proceso donde se comparten la capacidad de reflexión y crítica. Entendiendo que habrá
aspectos, emociones y momentos críticos que no hay que negar y que hay que adaptarse a
cada persona. Haciendo hincapié en eso, en ser persona sin desempeñar ningún rol
profesional, sin ocupar ningún cargo o puesto en determinada empresa o puesto de trabajo.
La relación con el otro desde uno mismo, sin ocupación laboral. El orientador no debe verse
afectado por la posición u ocupación previa de la persona porque eso ya no desempeña un
papel de importancia, excepto en sus experiencias y en su “tener”, pero no en su “ser”, en
terminología de Erik Fromm.
Tal vez, a partir de aquí podamos trabajar en temas como el lugar que ocupa en su familia, sus
modelos identificatorios, sus miedos e inseguridades. En definitiva, sobre los distintos soportes
de su personalidad, los que le permitirán o no profundizar en la intervención y proyección vital
haciendo un trabajo conjunto intenso y valioso.
No podemos pensar que no podemos ayudar a una persona de mucha experiencia y que está
en ciclo decadente, hay que confiar, no infantilizar ni trivializar, debemos ser capaces de
plantear un proyecto de vida serio. Asimismo este trabajo supone un importante papel como
agentes de cambio social influyendo con nuestra actitud y propuestas sobre el imaginario
social, ayudando a romper prejuicios y moldes excesivamente rígidos que la sociedad ha ido
generando respecto a este momento vital.
Como hemos ido viendo toda medida preventiva para conseguir un buen ajuste en el camino
hacia la jubilación pasa por mirar adelante tratando de planificar los años venideros, así mismo
ha quedado claro que las diferencias individuales van a ser evidentes en este proceso de
jubilación y por ello la orientación no puede ser estática, sino que serán acciones dinámicas,
que orienten a las personas a concebir su situación futura como algo importante que debe
planificarse y que hay varios aspectos que van a influir en la diferente manera de afrontar la
jubilación.
Aspectos a tener en cuenta
Eric Fromm dice que “el ritmo de la noche y el día, del sueño y la vigilia, del crecimiento y la
vejez, la necesidad de sustentarnos con el trabajo y de defendernos, son factores que nos
obligan a respetar el tiempo si deseamos vivir; pero una cosa es respetar el tiempo y otra es
someterse a él y que el tiempo se vuelva el amo. El actual modo de producción exige que cada
acto esté exactamente programado y la mayor parte de nuestra vida esta gobernada por el
tiempo y su transcurso. Solo en nuestro tiempo libre parece que tengamos cierta oportunidad
de elegir”.
La jubilación puede ser esa oportunidad de elegir desde uno mismo, desde el sentido de la
propia vida, desde los deseos, produciendo, actuando, viviendo, en definitiva, siendo.
Ángel es un hombre de 65 años de edad, que desde hace aproximadamente un mes presenta
sensación de falta de aire y se siente más cansado de lo habitual. Tras realizarse un chequeo
médico y comprobar que todo está bien, acude a nuestro centro, donde nos explica que ha
estado durante algunos meses preparando (a nivel empresarial) su jubilación, tras cuarenta
años dedicado a su propio negocio, y que desde hace algo más de un mes y medio, está
“oficialmente” jubilado. Asimismo, explica que en casa las cosas no van del todo bien, ya que su
esposa ha sido diagnosticada de una enfermedad crónica, y que uno de sus hijos está en
proceso de separación. Explica también, que desde que tiene esta sensación de falta de aire y
de cansancio, ha empezado a introducir ciertos cambios en su vida: ha dejado de hacer
deporte, realiza más trayectos en coche para no cansarse, evita situaciones de estrés y
alimentos “inadecuados”, etc; ya que cree que de esta manera controlará mejor los síntomas
mencionados y conseguirá que desaparezcan antes. Ángel presenta una reacción de ansiedad
relacionada con su jubilación.
Muchas veces, a la persona que se jubila le cuesta aceptar este cambio vital ya que implica un
cambio de rol importante. Es habitual la tendencia a asumir, durante el transcurso de nuestra
vida, la identidad de cada uno de nosotros con el rol profesional que tenemos (el abogado, la
maestra, el oculista, la diseñadora, el pastelero), por ello, en el momento de la jubilación, nos
encontramos con otras muchas identidades que también forman parte de nuestra vida y a las
que seguramente no les estábamos prestando tanta atención como la que le prestaremos a
partir de este momento: yo como persona, yo como padre/madre, yo como abuelo/a, yo como
esposo/a, etc.
Fases de adaptación.
Según los estudios realizados, existen diversas fases de adaptación a la jubilación, aunque no
todos pasamos por todas ellas, ni tampoco en el mismo orden.
Fase de “Luna de miel”. Ocupa los primeros días que siguen al momento de la
jubilación. Suele aparecer una sensación de estar de vacaciones, pero mejor, ya que no
existe la presión de ver cómo se acaban los días, y la persona suele sentirse “feliz” de
estar jubilada, por lo que realiza planes múltiples y sus expectativas suelen ser
elevadas.
Fase de “Desencanto”. Pasadas las primeras semanas, puede que las cosas no sean
como esperábamos (dificultades para llevar a cabo todos los planes que habíamos
hecho, ser conscientes del cambio económico que supone la jubilación, sentir cierta
nostalgia del trabajo, enfrentarnos a nuestro “nuevo yo”). Es entonces cuando puede
aparecer sintomatología ansiosa o depresiva (fruto de la decepción o la frustración);
contrarrestándose, en algunas ocasiones, con hiperactividad, y en otras,
abandonándose las actividades habituales.
Factores de riesgo.
Podemos encontrarnos con diversas variables que, según los estudios realizados, pueden
aumentar la probabilidad de presentar una mala adaptación a la jubilación:
Tener una baja red de apoyo social, así como no tener pareja.
Es recomendable tener bien planificada la jubilación, ya que nos adaptamos mejor a aquello
que esperamos que suceda; en el caso de Ángel, se había ocupado excesivamente de los
aspectos más “administrativos” y se había olvidado de pensar en los aspectos más personales.
Anticiparnos a la jubilación nos ayudará; por ejemplo, podemos empezar a realizar actividades
propias de la jubilación antes de habernos jubilado.
También es muy importante estar rodeados de la familia y los amigos, y mantenernos activos,
tanto socialmente como intelectualmente y físicamente. En este sentido, Ángel se encontró
con un panorama familiar complicado, y además, fruto de sus síntomas de ansiedad, empezó a
abandonar actividades que para él eran placenteras, tales como el deporte o caminar,
pensando que así evitaría la aparición de los síntomas ansiosos, pero no hizo más que
empeorar el cuadro.
Por último, tenemos que comprender que es un cambio vital, y como tal, conlleva un periodo
de adaptación que durará algún tiempo. En el caso de Ángel, su impaciencia y exigencia
también le estaban dificultando el proceso, dado que no se estaba permitiendo que el
transcurso de la adaptación tomara un tiempo.