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Reseña de El Pintor y la Sombra, de Karla García

El cortometraje El Pintor y la Sombra, producido por la artista española, Karla


García, en el año 2010, es una obra cinematográfica de estupenda calidad y que,
desde su lanzamiento, ha recibido múltiples críticas positivas.

El Pintor cuenta con un montaje de tipo expresivo. En este tipo de montajes el


orden cronológico queda en un segundo plano -aunque no necesariamente deban
superponerse acciones del pasado y el futuro- para concentrarse en el ritmo de la
acción. Rápido en las escenas donde se hallan los personajes envueltos en una
aventura y donde se torna lento en el drama, momentos tristes o de suspenso.
Esto se evidencia, por ejemplo, al final del "corto", donde Ichigo comprende que
sombra no volverá, o tal vez en una nueva forma u olor "...mientras tanto le había
dejado mucho material con que trabajar. Por cierto, ahora 'sombra' tiene un nuevo
nombre... imaginación". García utiliza las imágenes lentas para que el espectador
aprehenda, de una manera más efectiva, la carga emocional, y la relevancia de la
escena, ralentizando el montaje.

Por otro lado, El pintor podría categorizarse como un "corto" de animación en


volumen o stop-motion. Un tipo de genero cinematográfico, o más bien una forma
de realizar el cortometraje, donde múltiples imágenes estáticas son unidas
convirtiéndolas en una secuencia. Cortometrajes conocidos de stop motion
podrían ser Forest del director Schlnik o violeta del mar negro o The night before
christmas.

El Pintor y la sombra, de alguna manera, metaforiza el proceso por el cual los


hombres se enfrentan a un elemento desconocido. Como es imposible escaparnos
de nuestras interpretaciones del mundo, prejuicios, limitaciones, creencias y
sentimientos, nos acercamos a este elemento a partir de todas estas variables.
Ichigo se acerca, en un primer momento, a Sombra desde la imposibilidad de
pintar un cuerpo sin expresiones faciales. No obstante, así como muchas veces
sucede en la vida cotidiana, al acercarnos más, y comprender lo desconocido
desde otra visión externa, le hallamos sentido y podemos, por fin, entenderlo
desde otra perspectiva. Algo que, invariablemente, siempre es fructífero. Esto se
ve reflejado, por ejemplo, en el texto de Emmanuel Lévinas, El tiempo y el Otro, en
el que analiza el concepto de alteridad. Cómo el Yo tiene una relación con el Otro 1.
La muestra de esto, y sospecho es la intención de García, es cómo Ichigo puede
pintar a Sombra, aun cuando esta no poseía rasgos faciales. La sonrisa, los ojos o
cabello que empieza a observar -y pintar- Ichigo, realmente, nunca existieron, sólo
fueron precisamente el entendimiento de lo desconocido desde otra visión
diferente a la inicial.

1
Lévinas exhorta a pensar como uno mismo puede comprender de manera más efectiva a la otra persona.
Una de las metáforas más conocidas de este texto es la de Ulises y Abraham. En vez de realizar un recorrido
al conocer al otro, pero regresar al estadio anterior, como Ulises, debemos emprender el recorrido, pero sin
retorno, como Abraham. Es decir, la comprensión del otro solo se da cuando algo en mi ha cambiado,
cuando he absorbido cualidades de quien buscaba comprender. Situación que sucede en El pintor. Ichigo se
transformó después de su encuentro con Sombra.

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