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(Traducción en español para Hispanoamérica)

Conexión CH, Sierre, 24 de marzo de 1994

“Para ser un pueblo de Pascua”1

Queridísimos:
Se acerca Pascua, la fiesta más grande del año, y con ella la Semana Santa,
desbordante de los misterios más preciosos de la vida de Jesús.
Estos misterios se recuerdan sobre todo el jueves, el viernes, el sábado santo y el
domingo de Resurrección y representan para nosotros otros tantos aspectos centrales
de nuestra espiritualidad. Estos son: la entrega del Mandamiento Nuevo, la institución
del sacerdocio y de la Eucaristía, la oración por la unidad, la muerte de Jesús
Abandonado en la cruz, la Desolada y el Resucitado.
Los celebraremos con la Iglesia a través de la santa liturgia, pero ya que el
nuestro es un “camino de la vida” nos preparamos para honrarlos también con nuestra
vida.
Pero ¿cómo podremos revivir al menos un poco misterios tan numerosos y
profundos? Nos basta uno solo de ellos para encender en nuestra alma la meditación,
para llevarla a la contemplación. Nos basta uno solo para santificarnos, lo sabemos.
Tenemos, además, en el patrimonio de nuestra espiritualidad varios documentos
sobre uno y otro aspecto. Hemos escrito para nuestra edificación algunos pequeños
libros que enriquecen la ya extremadamente rica literatura sobre cada argumento: “La
caridad como ideal”, que profundiza el Mandamiento Nuevo; “Hombres al servicio de
todos”, que nos revela qué es el sacerdocio para Jesús y para la Iglesia; “La Eucaristía”;
“La unidad y Jesús Abandonado” y varios otros de profundización sobre María en su
desolación, sobre Jesús Resucitado…
Entonces, ¿qué podemos vivir en el aproximarse la Semana Santa y durante esos
benditos días?
Pienso que si vivimos la Pascua, es decir, si dejamos vivir al Resucitado entre
nosotros, tenemos el mejor modo de vivirlos todos.
Para que el Resucitado resplandezca entre nosotros, debemos amar a Jesús
Abandonado y estar siempre -como decimos nosotros- “más allá de su llaga”, donde la
caridad es reina. Luego, es ella la que nos impulsa a ser el Mandamiento Nuevo en
acción; la que nos impulsa a acercarnos a la Eucaristía, la cual alimenta esta caridad
divina en nuestro corazón y nos transforma en lo que recibimos como alimento, que es
Jesús Resucitado. Es la caridad la que nos lleva a vivir la unidad con Dios y con los
hermanos. Es por la caridad como podemos ser, en cierto modo, ‘otra’ María.

1
C. Lubich, Un pueblo de santos, Madrid 2001, p. 14 – 16.
Sí, no se pueden vivir mejor los varios aspectos de la vida de Jesús recordados
durante la Semana Santa que proponiéndonos hacer que viva en cada momento el
Resucitado entre nosotros.
Esto queremos proponerles y esto tratamos de vivir.
Así, todos juntos seremos, realmente ese “Pueblo de Pascua” que a alguien le
pareció entrever en nuestro Movimiento.
De este modo podremos entender mejor la pasión, la muerte y la resurrección de
Jesús que nos vuelve a presentar la liturgia.
Ésta es una renovación de todo nuestro ser, como miembros de la Obra de
María, que nos hace ser menos indignos de llevar al mundo nuestro Ideal.
Esto es todo. Saludos, saludos muy cordiales a ustedes y a cuantos representan.

Chiara Lubich

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