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OBRA DE CRISTO
Esperamos que este material elaborado con mucho amor sea de ayuda y
motivación para reunirse juntos como familia en torno al altar de la
oración doméstica.
Un abrazo de Pascua
La Semana Santa es la “Semana Mayor” para todos los cristianos, allí se encuentra el gran
misterio, que da sentido a nuestra vida. Jesús entrega su vida por cada uno de nosotros.
Ese acontecimiento cambia radicalmente, nuestra vida, porque hemos pasado de la
muerte a la Vida, su Amor nos ha salvado y nos sigue salvando. A continuación vamos a
conocer como fueron los inicios de lo que hoy llamamos, “Semana Santa”,como ha sido
vivida por las primeras comunidades.
Liturgia judía y liturgia cristiana.
Los invitamos a profundizar la liturgia del pueblo judío, para ayudarnos a
comprender mejor nuestra liturgia cristiana, porque en muchos aspectos
somos herederos suyos. Un
elemento importantísimo que tenemos en común con los judíos es la Sagrada Escritura: la
manera de proclamar la Palabra de Dios, la respuesta a esta Palabra, la adoración de
alabanza y de intercesión por los vivos y los difuntos, y también el buscar la misericordia
de Dios.
La liturgia de la Palabra
de nuestra santa misa tiene su origen en la oración judía. A ella se remonta también el rezo
de la Liturgia de las Horas, igual que la forma en que están hechas nuestras oraciones más
importantes. Dentro de la Misa, las plegarias eucarísticas, que son las oraciones que reza el
sacerdote luego de la consagración, se inspiran también en la tradición judía. Sobre todo,
se nota esta relación en las grandes fiestas del año litúrgico como la Pascua. Pero también
aquí podemos distinguir nuestra diferencia más grande con los judíos.
Los cristianos celebramos la Pascua en la muerte y la resurrección de Cristo, esperando a
la segunda venida definitiva del Señor. En cambio, los judíos la celebran recordando un
hecho pasado, la liberación de Egipto, y esperando la venida del mesías, ya que a Jesús no
lo reconocieron como tal.
En elcristianismo, toda acción litúrgica, especialmente la celebración de la Eucaristía y de
los sacramentos es un encuentro entre Cristo y la Iglesia. El Pueblo de Dios se reúne por la
comunión del Espíritu Santo, en el único Cuerpo de Cristo. Esta reunión va más allá de los
vínculos familiares, raciales, culturales y sociales.
Preparar nuestro corazón
es buscar el auxilio del Espíritu Santo, de nosotros y de los ministros, el Espíritu Santo anima
y vivifica nuestro ser, para que busquemos esa adhesión a la fe, a la conversión del
corazón y la adhesión a la voluntad del Padre.
Algo de historia sobre los inicios de la semana Santa…
Luego de la muerte de Cristo, la pequeña Iglesia se vio en la necesidad de celebrar
litúrgicamente este hecho salvífico.
En los comienzos de la vida de la Iglesia, la Pascua del Señor se conmemoraba en la
Eucaristía, que ya se convocaba el día domingo, porque en este día fue la
resurrección del Señor. A partir del siglo II, comenzó a reservarse un domingo
particular del año para celebrar este misterio pascual.
Con el paso del tiempo nació el Triduo Pascual, cuando la Iglesia comenzó
a revivir los misterios de Cristo en forma histórica. La primera vez se realizó
en Jerusalén, donde todavía se conservaba la memoria de los lugares
donde ocurrió la pasión y glorificación de Cristo.
Vigilia Pascual
La celebración litúrgica de la Pascua del Señor se encuentra en los orígenes
mismos del culto cristiano. Desde la generación apostólica, los
cristianos conmemoraron semanalmente la Resurrección de Cristo,
por medio de la asamblea eucarística dominical.
Además, ya en el siglo II, la Iglesia celebra una fiesta específica como
memoria actual de la Pascua de Cristo, aunque las distintas tradiciones
subrayen uno u otro contenido pascual: Pascua-Pasión.
San Agustín la llama a la “Noche Santa” la “madre de todas las vigilias” y el
catecismo de la
Iglesia nos recuerda…
La prueba de que vivimos bajo presión es que nada nos hace parar…
Sólo cuando nuestra vida corre peligro, o cuando desde fuera -obligadamente- nos
detienen. Lo estamos viviendo: hace unos días, de repente, casi de manera
imperceptible, como una ráfaga nos cambió todo… ¡A vivir un tiempo de
aislamiento!
● ¿Castigo u oportunidad?
● ¿Dios o la presencia constante de nuestras fragilidades?
● ¿Queja o esperanza?
● ¿Enojo o aceptación serena de lo que somos?
● ¿Tiempo de aislamiento o tiempo de encuentro?
Podríamos decir que en este año, la Cuaresma nos encontró en otro lugar, nos
invitó realmente a retirarnos, a ir a un lugar probablemente muy conocido, el
hogar, pero que nos hace ir quizá hacia lo desconocido: nuestro interior. En el
tiempo de Cuaresma nos invitaron a encontrarnos, en esta cuarentena había que
encontrarse con uno mismo y había que encontrarse con las personas con las que
cotidianamente vivimos. Pero pareciera que en esta situación en la que tenemos
tanto tiempo, aparece otro problema: organizarnos, volver a vivir una vida en
comunidad, en familia, aceptarse, tolerarse, pensar en el otro.
Así como este tiempo está cargado de incertidumbre, también está cargado de
posibilidades, de seguir aprendiendo ciertas habilidades muy humanas, muy
cristianas. Por eso ..
♥ Es tiempo de caminar hacia adentro, hacia el lugar donde hay PAZ, hacia
adentro de nuestro corazón.
♥ Es tiempo de abrir las manos y no querer controlarlo todo.
♥ Es tiempo de no entrar en pánico y respirar… ¡ESTÁS VIVA FAMILIA!
♥ Es tiempo de aprender a reír y saltar… y cantar… en medio de la dificultad.
♥ Es tiempo de quedarnos en la comodidad de nuestro hogar pero que salgamos
de nosotros mismos para ponernos a disposición del otro, movidos por el amor,
elemento esencial de la vida familiar.
♥ Es tiempo de celebrar que amamos y nos aman.
Hoy estamos todo el tiempo JUNTOS, Dios nos pide algo más, quiere que esta
Semana Santa caminemos unidos en familia. ¡Ese es el mejor modo! Es imposible
crecer espiritualmente, cuando habiendo otros, se camina solo, es un llamado a la
santidad, es una invitación para que las Iglesias Domésticas se santifiquen, para
que esta CASA que hoy nos acoge y nos protege se transforme en un HOGAR, y
que cada hogar y cada miembro, den lugar a Cristo en su corazón.
La Semana Santa requiere por nuestra parte un acompañamiento a Jesús
y a María en el momento de intenso dolor, implica acompañarlos con
nuestra oración, sacrificios y el arrepentimiento de nuestros
pecados, reflexionando qué cosas de nuestra vida deben morir en la Cruz
para que podamos resucitar con Jesús. Que nuestro corazón sea el
punto de encuentro con Dios.
Pidamos esta gracia de permanecer en el Señor, y roguemos al Espíritu
Santo que podamos distinguir lo que se mueve en nuestro interior.
La Conversión familiar signo de ser un hogar nuevo Introducción
Hombres Nuevos: Hogares Nuevos. Uno puede hacer la analogía de que así
como hay un hombre viejo, puede también haber un hombre nuevo (Col 3,9-
10), y lo mismo sucede con el hogar: puede ser viejo o nuevo. Cuando, como
famila, el hombre viejo es abandonado y abrazamos al hombre nuevo, así
tenemos “hogares nuevos”.
Debemos dejar de ser ese hogar viejo en donde el que reina es el pecado,
virus mortal al que todos debemos temer, porque pasa de un modo
imperceptible en nuestras vidas, pero deja notables consecuencias en su
andar.
Como dijo el Papa Francisco en la Indulgencia Plenaria que realizó de modo
extraordinario el día 27 de marzo: este hombre viejo se encuentra apoyado
en falsas seguridades con las que construye su vida, deja dormido y
abandona lo que lo alimenta y sostiene, por lo tanto es FUNDAMENTAL
abrazarnos a la corona salvadora de nuestro Señor Jesús, que nos invita a
no tener miedo, ya que con Él nada malo nos puede pasar.
A su vez nos siguió remarcando que así como los discípulos de Jesús se
encontraban atemorizados en la barca por los fuertes vientos que los
azotaban, así nos encontramos nosotros en estos días, preocupados no sólo
por las consecuencias sanitarias de esta enfermedad, sino también en las
consecuencias que ésta va a traer en nuestros trabajos, y en la posibilidad
de poder traer el pan de cada día.
Cuando los vientos los asechaban, Jesús al despertarse les preguntó ¿Por
qué tienen miedo?, ¿Cómo es que no tienen fe? Así como los discípulos
tenían miedo, en este momento nosotros estamos teniendo la misma
sensación, nos encontramos asustados y perdidos, ya que nos sorprendió
una tormenta furiosa e inesperada, Jesús nos interpela a dejar de lado al
hombre viejo, yendo a abrazar a ese hombre nuevo, renovado, en el que
Cristo venza, no sólo siendo un hombre nuevo, sino también un hogar nuevo.
Debemos invocar a Jesús, le debemos suplicar “Despierta Señor”. Estamos
en el momento de elegir entre lo que cuenta verdaderamente y lo que pasa,
lo que se va; separar lo que es necesario de lo que no lo es: pasar del hogar
viejo al hogar nuevo. En estos momentos nuestra oración y el servicio
silencioso son nuestras armas vencedoras. El comienzo de la fe es saber que
necesitamos la salvación, solos nos hundimos. Hay que entregarle a Jesús
nuestros temores para que nos ayude a vencerlos. Con Él a bordo no se
naufraga, la fuerza de Dios es la que nos ayuda a convertir en algo bueno
todo lo que sucede, incluso lo malo. Hay que abrazar al Señor para abrazar
la esperanza, CON JESÚS TODO, SIN JESÚS NADA.
Testimonio
En lo cotidiano, en nuestra familia, concurrimos a misa todos los domingos,
bendecimos todos los días la mesa y rezamos antes de dormir. Con esta
situación actual en donde la cuarentena nos obliga a permanecer en nuestro
hogar, valoramos lo que es la familia como Iglesia Doméstica, a lo largo de
los días fuimos descubriendo el poder de la unión y la oración, no solo en el
plano familiar, sino también con nuestra comunidad. La tecnología nos
permite reunirnos diariamente a las 18:30 horas para rezar el Santo Rosario
y el día viernes el Vía Crucis; sin esta experiencia de encierro, jamás se nos
hubiese ocurrido mantenernos unidos como comunidad como lo estamos
haciendo en este momento.
Este paréntesis en nuestras vidas nos ayudó a descubrir la oración en
comunidad y redescubrir a Cristo en medio nuestro. Los invitamos a
escuchar esta hermosa canción que nos hará reflexionar la importancia de
sumar a Cristo en nuestras familias.
https://www.youtube.com/watch?v=gSpnq6dNk-U
La Pascua fue el paso que dieron los israelitas al salir de la esclavitud hacia
un Pueblo de hermanos. Fue y es “el paso de Dios” que quiere liberarnos. La
pascua se articula en tres secciones: ritual de la fiesta (12, 1-14),
celebración (12, 21-28) y elenco de participantes (12, 43-51). El ritual,
memorial de la salida, tiene forma de comida y resalta el carácter redentor
de la sangre: el Señor salva a su pueblo pasando de largo por las casas
señaladas; pero también se trata de un golpe definitivo para el opresor: la
muerte de sus primogénitos.
Es un rito de vida-resurrección. Jesús será el nuevo Cordero que inaugurará
la liberación interior de los pecados: paso de la servidumbre del pecado a la
libertad en Cristo resucitado. Y el cordero comido en la pascua hebraica es
figura muy clara de otro alimento y de otra cena: el Pan de vida en la cena
de la Eucaristía.
El Papa Benedicto XVI decía, la familia debe ser una hoguera, un fuego que
caliente a todos los que la forman, pero hoy sopla sobre ella una gran
masa de aire polar, que congela los corazones de los esposos y los hijos.
Cuando se ama se va contagiando un fuego que enciende e ilumina los
corazones.
CONCLUSIÓN
Recordando que familia que reza unida permanece unida, los invitamos a
terminar este momento de oración con el Santo Rosario, que de modo
providencial en este día, nos hace recorrer junto a la Sagrada Familia
Nazaret los misterios de gozo: la alegría de un hogar que desde su
cotidianeidad se adhería a la promesa de salvación.
DOMINGO DE RAMOS
ORACIÓN
DE LA MAÑANA
Señor Jesús,
Tú que en el tiempo preciso llegaste
hasta nosotros,
enséñanos a valorar el tiempo que nos
regalas,
utilizándolo para la gran prioridad
que es nuestra Familia.
De tus 33 años, dedicados a la obra
más grande para la humanidad,
30 los viviste en familia. Ayúdanos a
purificar nuestras opciones
para así brindarnos a lo más precioso
que nos regalaste:
nuestro Hogar. Amén.
REFLEXIÓN MATUTINA
I.-La familia en camino a la Pascua teniendo a Cristo como centro y eje de la vida
personal y familiar.
Este año estamos ante una situación excepcional en la que no podemos salir de
nuestras casas, podríamos decir que es una gran oportunidad para que en cada una
de las familias, constituidas por el sacramento del matrimonio en Iglesias
Domésticas compartamos la fe, la esperanza en familia, y, a través de los medios de
comunicación con otros hermanos. Así, en algunas comunidades de Hogares Nuevos
nos encontramos para hacer cartillas, y/o vivimos la Santa Misa juntos a través de
internet y rezamos el Rosario en familia.
La oración es fundamental en la vida familiar, especialmente cuando se logra
hacerla “juntos”. Orar es crear una relación de amistad profunda con Dios.
Para cultivar la amistad con Dios es necesario mucho trato, de aquí la necesidad
de la oración. Quienes logran una amistad profunda con el Señor, se les hace un
hábito buscar la voluntad de Dios, para encontrar en ella los caminos de su visión.
Entonces toda la oración se transforma en vida, y la vida se transforma en oración.
Es muy importante recordar esto: cada familia es una Iglesia Doméstica, templos
vivos donde Dios quiere habitar; sabemos que María es la que lleva las llaves de
cada hogar, y que a su vez, trae a su Hijo, pero en esta oportunidad ¡viene directo a
cada uno! y podemos preguntarnos: ¿Cómo nos encuentra en este día?, ¿qué tanto
papá, mamá y los hijos pueden experimentar el paso del que viene aclamado?
Él llega pero no en un carruaje majestuoso, ni en un avión de primera
clase o un auto lujoso sino que viene en un asno, sencillo, silencioso...
Jesús viene para quedarse en nuestro Hogar, en nuestro Templo, pues
es aquí donde se siente a gusto. Su presencia nos enseña que hoy, al
comenzar esta Semana Santa, Él quiere “reclamar su espacio” tomar
su lugar; desde nuestros dones de la humildad y la alegría, quiere que
le digamos lo que es para nosotros: CENTRO Y EJE DE NUESTRAS
VIDAS.
En este día viene hacia ti, hacia mí, hacia nosotros: ¿qué haríamos en
su lugar?, ¿cómo lo recibimos?, ¿cómo está el templo?. Imagina por un
momento, que ya Cristo está llegando al templo de tu casa ¿cómo lo
encontraría? ¿Estaría limpio, ordenado, adornado, bien iluminado? La
familia gira, crece y da fruto en torno al Señor y, sólo cuando se lo
reconoce es que podemos decirle. “Hosana al hijo de David”. La
promesa que ayer fue anunciada, hoy ya es una realidad que se hace
carne en cada matrimonio, hijo, familia. Jesús viene en nombre de
quien lo ha enviado, de Dios Padre para rescatarnos del pecado y de la
muerte.
Pensando en el pecado y en la muerte, cuántas tentaciones nos
propone el mundo y está en nuestro ser poder decir que NO para que
nuestra coherencia de vida y sentido común, como experiencia de
encuentro personal con el Amado, nos haga caer en la cuenta de que
Él ¡golpea la puerta para entrar! El Hijo no retiró su rostro cuando fue
ultrajado, burlado y salivado, al contrario mirándonos a los ojos nos
dice: cuánto te amo a pesar de que me has negado, esta misma
experiencia hay que trasladarla sin lugar a dudas a cada familia:
Cuánto te amo, familia, a pesar de que algunas veces, olvidas que
habito en ti. Cristo es la Roca sobre la cual está cimentada
nuestra vida, pensamiento, toma de decisiones, la forma
como amamos, corregimos.
Un verdadero cristiano, una verdadera familia, es la que sabe, entiende e imita el
mensaje del Señor: vivir en continuo anonadamiento (abajarse, hacerse nada) para
posteriormente, después de ser exaltado atraer a todos hacia sí. Como Iglesia
Doméstica, desde esta vivencia sincera de la Pascua, tenemos como misión decirle
al mundo: Aquí hay un verdadero templo donde están papá, mamá y los hijos, y
donde está también el Rey de reyes.
En la actualidad muchos templos o familias están como cerrados, pareciera que con
ausencia de Dios, pues quieren ser sus propios reyes, gozar de su propia gloria y
vivir en forma egoísta. Como Hogares Nuevos no podemos seguir ese rumbo, no
podemos dilatar otros 2020 años hasta darnos cuenta de que Jesús golpea la
puerta, viene, quiere compartir, acompañar, alegrarse, sufrir y tantas otras cosas
con cada familia, que es su templo, su corazón.
En esta historia, que es Historia de Salvación, la introducción es vivir este Domingo
de Ramos, el nudo: la entrada triunfal, y el desenlace: la habitación en el templo,
siendo una oportunidad única. Al decir de un autor: ES CRISTO QUE PASA...
¿queremos recibirlo?.
La cuaresma va llegando a su fin, en este domingo de Ramos ¡no perdamos el
tiempo ni arruinemos nuestro templo!: hagamos silencio, escuchemos la Palabra,
compartamos la mesa de la Eucaristía, donde el pan y el vino se convierten en algo
maravilloso: El Cuerpo y la Sangre de nuestro Señor que como donación y entrega
se actualiza cada día, cada año y en todo tiempo.
Que María nos enseñe a ser verdadero templo vivo, ella fue sagrario humano donde
el verbo se encarnó y habitó. Que nuestro corazón diga SÍ SEÑOR JESÚS, VEN A
NUESTRO TEMPLO, para que como familia, como cristianos, te sigamos hasta la
esquina ó hasta el confin de la Tierra, donde tú quieras Señor. ¡Feliz Semana Santa
en Familia!