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paradigma de los
anglicismos.
1. Introducción.
Para palabras acabadas en vocal: si acaba en vocal átona o en -á, -é, u -ó tónica,
realizará el plural con -s. Como ejemplo tenemos: cartas, viajes, yanquis, cascos,
tribus, sofás, tentempiés, bongós, etc. En cambio, si vocal final es una -í o -ú tónica,
acudirá al morfema -es. V. gr: carmesíes, o iglúes
Para palabras acabadas en consonante: si finaliza en -l, -n, -r, -d, -z, o -j, se ocupará
el alomorfo -es, como en cónsules, riñones, mártires, virtudes, paces, relojes, etc. Si el
final es en -s o -x y se trata de un monosílabo o de una palabra aguda, el plural se
realizará en -es, como en compases y faxes, aunque, en el resto casos en plural se
realizará con marca Ø, de manera invariable, por lo que se tendrá que apoyar de otros
elementos como artículos o adjetivos para marcar su plural sin pie a ambigüedades, V.
gr: los lunes, habitaciones dúplex, etc.
Se suele decir entre filólogos que las lenguas funcionan como seres vivos.
Evolucionan, crecen y se adaptan al medio como cualquier organismo de nuestra
naturaleza. Y no solo eso, la parte mágica de esto es que nunca paran de crecer, pues
están en constante desarrollo. Esto ha permitido que los hablantes ya sea por una fuerte
influencia extralingüística, por un intento de facilitar el proceso comunicativo por parte
de los hablantes, o por el motivo que sea, a lo largo de la historia, hayan mantenido su
inventario de palabras como un sistema estructurado abierto. Las lenguas tienen la
cualidad de ir progresando con el paso del tiempo. Y no es nada nuevo, ya pasaba con el
latín que adoptando cientos de palabras del griego, con las lenguas románicas acogiendo
vocablos árabes, y pasa hoy en día, por ejemplo, con el inglés dejando neologismos en
todas las lenguas del mundo. Si bien algunos puristas pueden pensar que esto es una
manera de desdeñar la tradición endémica de una lengua, lo que realmente ocurre es un
enriquecimiento. Unamuno decía lo siguiente sobre la inminente llegada de anglicismos
al español “meter palabras nuevas, haya o no otras que remplacen, es meter nuevos
matices e ideas” (Sobre la lengua española, en Ensayos. Madrid, España, Aguilar,
1945, I, p 322). La lengua está al servicio del hablante, y por algún motivo a este se le
hará más cómodo la introducción de este nuevo término con el que él se representa
mejor.
Ahora bien, los hablantes empiezan a utilizar una nueva palabra. La acogen como
suya, y al completarse este proceso cognitivo, el hablante habrá depositado este
neologismo en su inventario de palabras, por lo cual tendrá que atribuirle ciertas
características gramaticales para poder emplearlo funcionalmente en su habla cotidiana
y natural. Entre estas características una de las que más incertidumbre y discrepancias
crea -sino la que más- es el uso del plural. Veamos, pues, qué sucede aquí
específicamente en la introducción de anglicismos al español.
Para empezar, hay que aclarar bien qué es lo que dice la Academia ante este
problema, la cual empezó a atender el problema quizá un poco tarde. Ya se lo reclamaba
Emilio Lorenzo cuando decía lo siguiente hablando de la influencia de los mass media
en la correcta forma de emplear los nuevos anglicismos:
Cabe mencionar que después de estas palabra de Lorenzo la Academia se ocupó del
tema en el Boletín de la Real Academia del problema que planteaba. Desde entonces
hasta nuestros días, con más de cincuenta años de estudios después, los académicos se
han preocupado por dicho problema y actualmente el tema de los anglicismos ocupa su
propia apartado en El Manual de la nueva gramática de la lengua española del 2010.
Hablemos de los que nos dice al respecto.
Siguiendo esta lógica, esperablemente, las palabras acabadas en -l, -n, -r, -d, -z, o -j,
ocuparán el alomorfo -es, es por ellos que hablamos de chándales, bluyines, yogures,
etc; mientras que si se trata de -x o -s final tendrá la marca de plural Ø o -es siguiendo
las normas comentadas en el apartado 3. Por lo cual tenemos faxes, y a la vez cámaras
réflex. Los acabados en el resto de consonante, normalmente oclusivas -salvo en d-
suelen hacer plural en -s. V. gr: gin-tonics, airbags, esnobs, robots, etc.
Resulta un gran problema las palabras inglesas acabadas en -y, pues hacen plural con
un alomorfo -ies. El conflicto nace cuando se intenta ser fiel a la etimología, y se peca
contra uno de los principios básicos de la escritura en español, pues brandies no se lee
con esa -i intermedia. Esto hace que se opte por un final en -is como en ponis o en
dandis. Sin embargo, es cierto que estas palabras ya han sufrido un proceso de
lexicalización que permite esta terminación castellana. Esta resolución no se hace con
neologismos tan exóticos todavía como celebrities o hobbies.
Hasta aquí la normativa. Sirve como base y como guía, pero la misma Academia
reconoce la existencia de una inestabilidad y una gran cantidad de vacilaciones causante
de excepciones en relación a este tema, pues se sabe que son muchas las ocasiones en
las que nos encontramos con palabras a mitad de proceso de incorporación al léxico
castellano. En el siguiente apartado veremos lo que realmente sucede en nuestra
actualidad y las tendencias morfológicas de los hablantes sobre el plural de los
anglicismos.
El segundo, y el que quizá cause más problemas, es la inamovible norma del español
que consiste en una fiel y estricta relación entre la fonética de las palabras y las grafías
empleadas, es decir, todo se pronuncia como se escribe. Esto generará grandes
quebraderos de cabeza y confusiones, sobre todo para la gramática normativa, pues, en
el caso del inglés, esta norma no se aplica y la Academia ve en riesgo la -de tan larga
tradición- tendencia a ser fieles etimológicamente en la ortografía. Como solución a este
problema, surge el proceso de “castellanización” que consiste en la adaptación de la
fonética exótica de las lenguas extranjeras al sistema fonológico español; bien es cierto
que con la finalidad de facilitar el proceso del habla.
Otro caso controversial es el de las palabras fan y pin, pues como vimos
anteriormente el final en -ns es lo más esperable. No obstante, la Academia ha intentado
difundir la forma en -es en analogía con panes o flanes. Esto ha conseguido que a día de
hoy sea esta última variante la más extendida en la península ibérica, mientras que los
hispanohablantes americanos prefieren mantener el final original, quizá por la mayor
influencia estadounidense. Caso distinto es el de la forma filmes como plural de film
está mayormente justificada pues, pese a ser una nasal, el plural -s al no poseer vocal de
apoyo, generaría un grupo consonántico de hasta tres sonidos: -lms. De esta manera,
desde temprano se empezó a optar por la variante filmes, y que, gracias a ello, hoy en
día tenga una buena extensión la castellanización del anglicismo en su forma singular,
quedando filme como resultado.
En inglés cuando la palabra termina en sonidos sibilantes como -ch, -sh, -tch, -ss, -x,
o -zz se acude al alomorfo -es para el plural. La Academia ante este asunto nada más
aclara el plural de ejemplo muy extendido como sándwich y fax, cuyos plurales son
sándwiches faxes respectivamente, a pesar de que algunos hablantes, quizá por
desconocimiento del inglés, usen la variante sandwichs. No obstante, afirma Emilio
Rodríguez que cuando nos encontramos ante estos finales, el hablante español se puede
permitir formar plurales invariables. Esto se explica mediante lo extravagantes y
exóticas que son estas palabras al oído fonológico español que decide no añadirle la
cualidad de flexión para no enrevesarlas más. Por ende, se puede escuchar de vez en
cuando los fax, los sketch, los speech, etc.
Si bien la Academia incita al uso de las formas córneres, búnkeres, o vodeviles;
cierto es que si algo caracteriza siempre las líquidas es su facilidad para mezclarse con
otros sonidos -de ahí su nombre-. Por ello, en contradicción a la RAE, se forman los
siguientes plurales sin complicaciones y de manera natural: best-sellers, bloggers,
hackers, boomers. Los plurales con final en -es de estas palabras presentan cero
entradas en el corpus CREA. El hecho de que, como vimos anteriormente, se hable de
radares y láseres se explica por el previo proceso de filtración que ha tenido esta
palabra, de manera que se asentó y lexicalizó tan rápidamente que permitió que los
hablantes aplicarán la norma correctiva en estos casos de plural en -es.
7. Conclusión.
El plural es una cualidad gramatical muy abierta con una libertad para desarrollarse
instintivamente mayor que el género, por ejemplo. El mecanismo en teoría es fácil. En
español contamos con el alomorfo -s y su variante -es para hacer respaldo si es
necesario, y pese a que por este sencillo proceso se puede pensar que no debería haber
mayores problemas, el paradigma de plural muestra sus vacilaciones con palabras
conceptuales complicadas como los numerales o nombres colectivos. No obstante, al ser
la lengua un sistema flexible y abierto a nuevas incorporaciones, con la llegada de
extranjerismos aparecen grandes estabilidades; quizá mayores a las que ocurrían cuando
en siglos pasados adoptábamos palabras de lenguas hermanas como el francés o el
italiano en sus respectivas épocas de apogeo. El inglés posee un sistema fonológico muy
distinto al español, y ya ni hablar del ortográfico.
No cabe duda de que el inglés llegó para quedarse al igual que sus neologismos. La
influencia masiva que está teniendo a nivel global, sobre todo los grupos más jóvenes es
impresionante. Hoy en día, gracias a la globalización, la gran mayoría de personas
manejan bien este idioma y estamos tan expuestos a él que inconscientemente se van a
seguir incluyendo más y más anglicismos a nuestra lengua. Y no tiene por qué ser
negativo, aprender a recibir bien lo de afuera forma parte también de la historia de una
cultura.