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Los plurales en español y el

paradigma de los
anglicismos.
1. Introducción.

Si insistimos en este proceso natural e intuitivo de asignación plural a ciertas


palabras, es porque dicha intuición será fundamental en el análisis posterior de este
trabajo. Queremos analizar la lengua desde un punto de vista natural y en el que se
encuentre al servicio del hablante y no al caso contrario donde el hablante se veía
fustigado por la lengua y se convierta más en un obstáculo que en una herramienta.

2. ¿Qué es el término plural?

Empecemos definiendo el concepto de pluralidad a la par que su función y


necesidad, ya no solo en el español, sino en cualquier lengua. Hablamos de un sistema
estructurado empleado para describir e identificar entidades del mundo real o del mundo
abstracto. Una vez entendemos esto, sabremos que unos de los conceptos más básicos
de nuestra realidad es la cantidad, por ende, el número. Si bien, hay lenguas que
presentan paradigmas numerales que incluyen categorías más allá de singular y plural
-dual, trial, paucal, etc-; el paradigma más extendido ha sido el modelo de singular y
plural, aparentemente más práctico y sencillo. Asignando uno para entidades únicas y
sin semejantes presentes y/o existentes, y otra para conjuntos que carezcan de esta
individualidad, es decir, dos o más. De esta manera, nuestro concepto de plural se
simplifica y abarca un campo de trabajo más amplio y eficiente, que facilita mejor la
idea de su concepto.

Asimismo, vemos una necesidad intrínseca de los hablantes de otorgar a ciertas


clases de palabras de su inventario -que a lo largo del trabajo veremos cuáles- la
cualidad y posibilidad de manifestarse más de una sola vez, y, al contrario, veremos que
también hay palabras que no permiten plural, y por ello están despojadas de la cualidad
del número. Es decir, no son obligatoriamente singulares, es mejor pensar que, por
naturaleza, no comprenden el concepto de singularidad o pluralidad. Por tanto, vemos
que el plural es el que, a priori, el término marcado.

Ahora bien, centrémonos en el uso del plural en el español. El Manual de la nueva


gramática de la lengua española del 2010, explica que “el número es una propiedad
gramatical propia de los sustantivos, los pronombres, los adjetivos, los determinantes
(en el sentido amplio que abarca los cuantificadores) y los verbos”; lo que resulta una
proposición normativa muy útil que nos facilita el estudio del resto de este documento.
También nos dice la Academia que la pluralidad es informativa solo en sustantivos y
pronombres, en el resto de casos es mera concordancia. Informativa en tanto que son en
estas clases gramaticales donde el plural presenta una relación directa entre significante
y significado, entre la palabra y la entidad de nuestra realidad. De esta manera, si un
adjetivo se halla en plural, será por el simple motivo de satisfacer a su correspondiente
nombre y cumplimentar su función de adjunto. En relación a esto, decimos que el
adjetivo adopta la cualidad numérica solo desde un punto de vista flexivo, mas no
conceptual, pues la distinción singular-plural se puede interpretar desde un punto de
morfológico o semántico, que bien pueden coincidir o no.

Para entender esto mejor, veamos ahora un caso completamente contrario y


hablemos de los sustantivos numerales. En una oración como cuatro fueron detenidos
en un allanamiento en Maipú vemos que el numeral cuatro presenta una ausencia de
alomorfo de plural, no obstante, su significado lleva intrínseco el concepto de numeral,
lo que hace que el verbo se resuelva y haga su “concordancia” con un plural. Por tanto,
los sustantivos numerales comprenden esta cualidad desde la semántica y no desde la
morfología. Pasa lo mismo con sustantivos colectivos y con sustantivos genéricos que
representen, como si de un arquetipo se tratase, a un colectivo entero, como en el
hombre es malo por naturaleza, refiriéndose al conjunto entero de seres humanos.

3. ¿Cómo se forma el plural en castellano?


El proceso de la pluralización en castellano es simple, añadiendo una -s o -es según
corresponda el caso adecuado. A continuación, enunciaremos la recomendación
normativa y deseable por parte de la Academia, aunque siendo conscientes de que
siempre habrá cabida a excepciones.

Para palabras acabadas en vocal: si acaba en vocal átona o en -á, -é, u -ó tónica,
realizará el plural con -s. Como ejemplo tenemos: cartas, viajes, yanquis, cascos,
tribus, sofás, tentempiés, bongós, etc. En cambio, si vocal final es una -í o -ú tónica,
acudirá al morfema -es. V. gr: carmesíes, o iglúes

Para palabras acabadas en consonante: si finaliza en -l, -n, -r, -d, -z, o -j, se ocupará
el alomorfo -es, como en cónsules, riñones, mártires, virtudes, paces, relojes, etc. Si el
final es en -s o -x y se trata de un monosílabo o de una palabra aguda, el plural se
realizará en -es, como en compases y faxes, aunque, en el resto casos en plural se
realizará con marca Ø, de manera invariable, por lo que se tendrá que apoyar de otros
elementos como artículos o adjetivos para marcar su plural sin pie a ambigüedades, V.
gr: los lunes, habitaciones dúplex, etc.

El resto de terminaciones no son propias o naturales del sistema morfológico


español, es decir, son préstamos de otras lenguas y hablaremos de ellas en detalle a
continuación. De todos modos, bien cabe decir que la norma de la Academia en esos
casos sería añadir el canónico morfema -s. Un ejemplo sería la palabra venida del ruso
soviets, aunque en muchos casos no sea la solución a la que recurran los hablantes.

4. Paradigma de los prestamos

Se suele decir entre filólogos que las lenguas funcionan como seres vivos.
Evolucionan, crecen y se adaptan al medio como cualquier organismo de nuestra
naturaleza. Y no solo eso, la parte mágica de esto es que nunca paran de crecer, pues
están en constante desarrollo. Esto ha permitido que los hablantes ya sea por una fuerte
influencia extralingüística, por un intento de facilitar el proceso comunicativo por parte
de los hablantes, o por el motivo que sea, a lo largo de la historia, hayan mantenido su
inventario de palabras como un sistema estructurado abierto. Las lenguas tienen la
cualidad de ir progresando con el paso del tiempo. Y no es nada nuevo, ya pasaba con el
latín que adoptando cientos de palabras del griego, con las lenguas románicas acogiendo
vocablos árabes, y pasa hoy en día, por ejemplo, con el inglés dejando neologismos en
todas las lenguas del mundo. Si bien algunos puristas pueden pensar que esto es una
manera de desdeñar la tradición endémica de una lengua, lo que realmente ocurre es un
enriquecimiento. Unamuno decía lo siguiente sobre la inminente llegada de anglicismos
al español “meter palabras nuevas, haya o no otras que remplacen, es meter nuevos
matices e ideas” (Sobre la lengua española, en Ensayos. Madrid, España, Aguilar,
1945, I, p 322). La lengua está al servicio del hablante, y por algún motivo a este se le
hará más cómodo la introducción de este nuevo término con el que él se representa
mejor.

Ahora bien, los hablantes empiezan a utilizar una nueva palabra. La acogen como
suya, y al completarse este proceso cognitivo, el hablante habrá depositado este
neologismo en su inventario de palabras, por lo cual tendrá que atribuirle ciertas
características gramaticales para poder emplearlo funcionalmente en su habla cotidiana
y natural. Entre estas características una de las que más incertidumbre y discrepancias
crea -sino la que más- es el uso del plural. Veamos, pues, qué sucede aquí
específicamente en la introducción de anglicismos al español.

5. Plural normativo de los anglicismo en español:

Para empezar, hay que aclarar bien qué es lo que dice la Academia ante este
problema, la cual empezó a atender el problema quizá un poco tarde. Ya se lo reclamaba
Emilio Lorenzo cuando decía lo siguiente hablando de la influencia de los mass media
en la correcta forma de emplear los nuevos anglicismos:

La invasión no reviste gravedad en las zonas hispánicas de pronunciación relajada, sea


en España o en América, sino precisamente en las más puristas, donde la extendida
opinión de que “el español se pronuncia como se escribe” impide la adecuada lima de
los barbarismos aceptados o en proceso de incorporación. Aun a riesgo de tener que
revisar sus propias normas, convendría que la Real Academia considerase el problema
y terminara con la confusión actual. (Lorenzo, E. El Español de Hoy, Lengua en
Ebullición. Madrid, España. Editorial Gredós. 1966 p, 58.)

Cabe mencionar que después de estas palabra de Lorenzo la Academia se ocupó del
tema en el Boletín de la Real Academia del problema que planteaba. Desde entonces
hasta nuestros días, con más de cincuenta años de estudios después, los académicos se
han preocupado por dicho problema y actualmente el tema de los anglicismos ocupa su
propia apartado en El Manual de la nueva gramática de la lengua española del 2010.
Hablemos de los que nos dice al respecto.

Se habla primero de la intención de que el neologismo pase un proceso gradual hasta


eventualmente llegue a lexicalizar y castellanizarse de manera que el hablante no la
distinga como palabra extranjera. Para esto se busca que sigan el modelo natural del
resto de palabras del español, despojándose de la morfología original del idioma de
donde provienen. Emilio Lorenzo ponía como ejemplos bóer, soviet, accésit y fiord,
cuyos plurales en españoles los hacemos tal que bóers, soviets, accesits, y fiords,
cuando en sus lenguajes originales -holandés, ruso, latín y noruego- el plural no se
forma con el alomorfo -s. La Academia plantea como modelo lo que sucedió en su
momento con las palabras patrimoniales latinas. Asimismo, se puede seguir el ejemplo
del italianismo spaghetti que a día de hoy se escribe espagueti con su respectivo y
correspondiente plural en -s, espaguetis. Han conseguido a día de hoy llegar a ese punto
palabras como radares o láseres, que muchos hispanohablantes pensarían que son de
origen romance.

Siguiendo esta lógica, esperablemente, las palabras acabadas en -l, -n, -r, -d, -z, o -j,
ocuparán el alomorfo -es, es por ellos que hablamos de chándales, bluyines, yogures,
etc; mientras que si se trata de -x o -s final tendrá la marca de plural Ø o -es siguiendo
las normas comentadas en el apartado 3. Por lo cual tenemos faxes, y a la vez cámaras
réflex. Los acabados en el resto de consonante, normalmente oclusivas -salvo en d-
suelen hacer plural en -s. V. gr: gin-tonics, airbags, esnobs, robots, etc.

Resulta un gran problema las palabras inglesas acabadas en -y, pues hacen plural con
un alomorfo -ies. El conflicto nace cuando se intenta ser fiel a la etimología, y se peca
contra uno de los principios básicos de la escritura en español, pues brandies no se lee
con esa -i intermedia. Esto hace que se opte por un final en -is como en ponis o en
dandis. Sin embargo, es cierto que estas palabras ya han sufrido un proceso de
lexicalización que permite esta terminación castellana. Esta resolución no se hace con
neologismos tan exóticos todavía como celebrities o hobbies.

Hasta aquí la normativa. Sirve como base y como guía, pero la misma Academia
reconoce la existencia de una inestabilidad y una gran cantidad de vacilaciones causante
de excepciones en relación a este tema, pues se sabe que son muchas las ocasiones en
las que nos encontramos con palabras a mitad de proceso de incorporación al léxico
castellano. En el siguiente apartado veremos lo que realmente sucede en nuestra
actualidad y las tendencias morfológicas de los hablantes sobre el plural de los
anglicismos.

6. Paradigma actual de los anglicismos en español.

La Academia afirma que el proceso de admisión y lexicalización de palabras


extranjeras es gradual lo cual, si bien les aporta a estos vocablos una mejor recepción
por parte de los hablantes, da pie a un sinfín de vacilaciones en cuanto a la manera de
emplearlas, por tanto, la manera emplear la forma de plural. Nos encontramos ante
varios factores que condicionan y sugestionan este proceso:

El primero quizá es el desconocimiento de la gramática extranjera por parte de los


hablantes, lo cual hace que al no saber bien cómo se usa el neologismo en su lengua
original, al adaptarlo, pueden ocurrir muchísimas modificaciones. Suele ser muy común
el caso de las ultracorrecciones, o fallos relacionados con la disparidad que hay entre la
sintaxis de los adjetivos en inglés y en el español, donde la lengua germana mantiene a
esta clase gramatical como invariable, mientras que el español no.

El segundo, y el que quizá cause más problemas, es la inamovible norma del español
que consiste en una fiel y estricta relación entre la fonética de las palabras y las grafías
empleadas, es decir, todo se pronuncia como se escribe. Esto generará grandes
quebraderos de cabeza y confusiones, sobre todo para la gramática normativa, pues, en
el caso del inglés, esta norma no se aplica y la Academia ve en riesgo la -de tan larga
tradición- tendencia a ser fieles etimológicamente en la ortografía. Como solución a este
problema, surge el proceso de “castellanización” que consiste en la adaptación de la
fonética exótica de las lenguas extranjeras al sistema fonológico español; bien es cierto
que con la finalidad de facilitar el proceso del habla.

Y, finalmente, hablemos de la presión de la presencia correctiva y de tanta autoridad


que tiene la Academia. Al intentar cumplir su labor en algunas ocasiones convierte el
proceso de lexicalización en un proceso antinatural que más que aclarar solo difumina el
panorama. Félix Rodríguez González de la Universidad de Alicante se dio cuenta de que
el anglicismo club con un plural en inglés fácil de pronunciar como clubs, aunque no
común en el sistema fonológico español. Esto hizo que la RAE empezase a recomendar
el uso del alomorfo -es, quedando clubes. Periódicos de gran influencia como el diario
Marca o El País siempre han intentado seguir a raja tabla las órdenes de la Academia,
por lo cual no extraña que un diario deportivo como Marca, que emplea tanto el
anglicismo en cuestión por la correspondiente temática que abarca haya normalizado la
palabra clubes hasta el punto que tiene el mismo uso que su variante originaria del
inglés, cuando lo natural en el proceso adaptación es mantener el plural con el morfema
-s, tal como podemos comprobarlo atendiendo a anglicismos de entrada mucho más
reciente y que se encuentran en pleno proceso vivo. Al igual que clubs acaban en
sonidos bilabiales: esnobs, tops, whatsapps o guasaps, etc.
Evidencia también es la palabra eslogan cuyo final en nasal ha hecho que la
Academia recomendase un plural en -es como en panes. No obstante, el grupo
consonántico -ns no suena tan exótico para el oído español. Recordemos su abundante
presencia en la lengua latina. Tenemos hoy en día rastros en el español como el muy
común prefijo trans-. Y si bien históricamente para el lenguaje cotidiano este grupo
consonántico puede ser difícil para algunos hablantes, la resolución siempre había sido
una asimilación regresiva como en traspaso. Por ende, en todo caso, si la palabra
eslogans hubiese resultado tan complicada de pronunciar, los hablantes eventualmente
podrían haber optado por eslogas así como ocurrió con hipérbatos, y no por eslóganes,
la cual es una palabra esdrújula de cuatro sílabas que, a priori, debería ser más
complicada de pronunciar. No obstante, es esta última versión la más extendida y
normalizada a día de hoy. De esta manera, queda demostrada la enorme presión que
puede ejercer la Academia, y cómo puede cambiar el flujo de la lengua en algunas
ocasiones.

Entonces, si la intención es que eventualmente el anglicismo pueda ser articulado


naturalmente con el plural castellano, es pertinente replantear la pregunta que se hacía
Emilio Lorenzo para comenzar a hablar de esta cuestión: ¿Qué posibilidades hay de que
permanezca o se difunda este plural en -s?

Emilio sabía que el verdadero problema se planteaba en las palabras con


terminaciones exóticas que daban lugar a plurales impronunciables para cualquier
hablante monolingüe estándar del castellano. Hacía referencia a los grupos “insólitos”:
rds, ngs, st, rts, etc. presentados en palabras como standards, smokings, tests, flirts, etc.
Se habla de que en los grupos cultos o de hablantes más esmerados todavía podemos
encontrarnos con un claro mantenimiento de estos plurales. Lamentablemente, esto no
es el caso de la mayoría de hablantes, por lo que se tiene que recurrir a otras soluciones,
como la asimilación regresiva que consiga una simplificación de los grupos
consonánticos, o bien el uso de plurales con rasgos invariables. Todo esto con la
intención de que la ortografía sea fiel a la verdadera pronunciación, pues con frecuencia
escuchamos estandars, esmokins, tes, sovies, flers.
Félix Rodríguez González hizo un excelente estudio basado en el corpus de la RAE
sobre la presencia de irregularidades en los plurales de los anglicismos. A la oposición
club/clubes se presenta una tercera variante simplificada: clus, que da origen a la forma
singular clu. Aunque un caso curioso es lo ocurrido con pub, cuya fonética
esperablemente hace pensar que funcionará igual que club. El caso es que los hablantes
suelen pronunciarlo como [puf] o [paf] aun escribriéndolo con -b final. Además, la
influencia de la Academia no cuajó tanto aquí, de manera que el plural pubes es muy
escaso, por no decir nulo, prefiriéndose la variante pubs.

Otro caso controversial es el de las palabras fan y pin, pues como vimos
anteriormente el final en -ns es lo más esperable. No obstante, la Academia ha intentado
difundir la forma en -es en analogía con panes o flanes. Esto ha conseguido que a día de
hoy sea esta última variante la más extendida en la península ibérica, mientras que los
hispanohablantes americanos prefieren mantener el final original, quizá por la mayor
influencia estadounidense. Caso distinto es el de la forma filmes como plural de film
está mayormente justificada pues, pese a ser una nasal, el plural -s al no poseer vocal de
apoyo, generaría un grupo consonántico de hasta tres sonidos: -lms. De esta manera,
desde temprano se empezó a optar por la variante filmes, y que, gracias a ello, hoy en
día tenga una buena extensión la castellanización del anglicismo en su forma singular,
quedando filme como resultado.

En inglés cuando la palabra termina en sonidos sibilantes como -ch, -sh, -tch, -ss, -x,
o -zz se acude al alomorfo -es para el plural. La Academia ante este asunto nada más
aclara el plural de ejemplo muy extendido como sándwich y fax, cuyos plurales son
sándwiches faxes respectivamente, a pesar de que algunos hablantes, quizá por
desconocimiento del inglés, usen la variante sandwichs. No obstante, afirma Emilio
Rodríguez que cuando nos encontramos ante estos finales, el hablante español se puede
permitir formar plurales invariables. Esto se explica mediante lo extravagantes y
exóticas que son estas palabras al oído fonológico español que decide no añadirle la
cualidad de flexión para no enrevesarlas más. Por ende, se puede escuchar de vez en
cuando los fax, los sketch, los speech, etc.
Si bien la Academia incita al uso de las formas córneres, búnkeres, o vodeviles;
cierto es que si algo caracteriza siempre las líquidas es su facilidad para mezclarse con
otros sonidos -de ahí su nombre-. Por ello, en contradicción a la RAE, se forman los
siguientes plurales sin complicaciones y de manera natural: best-sellers, bloggers,
hackers, boomers. Los plurales con final en -es de estas palabras presentan cero
entradas en el corpus CREA. El hecho de que, como vimos anteriormente, se hable de
radares y láseres se explica por el previo proceso de filtración que ha tenido esta
palabra, de manera que se asentó y lexicalizó tan rápidamente que permitió que los
hablantes aplicarán la norma correctiva en estos casos de plural en -es.

Se considera anglicismo también la siguiente tendencia a emplear palabras latinas en


plural con final -a. La Academia deja clara la triple solución al uso de plural de los
latinismos. Son válidas la formas los ítem, los ítemes, y los ítem; es decir, ya sea de final
invariable, en -es, o en -s; siendo la útima opción la más utilizada y causando muchas
veces el proceso de castellanización -caso de currículos-. No obstante, la RAE es
consciente de que el influjo del inglés se hace presente hasta en el empleo de latinismos,
pues los angloparlantes arman el plural con la forma originaria latina, esto es, con final
en -a. Por este motivo los hablantes han añadido una cuarta solución hablando de los
currícula.

Y, para finalizar, hablemos de las ultracorrecciones y fallos morfológicos en


adaptación de anglicismos. En este apartado nos guiaremos especialmente del estudio de
Félix Rodríguez González. Como avisamos anteriormente, estas surgen por
desconocimiento de la gramática inglesa por parte muchos hablantes y, sorpresivamente
-puede que no tanto-, muy manifiesta en periódicos y medios de comunicación. Esto
también se puede explicar a veces por esa tendencia casi inconsciente de intentar añadir
“caché” cuando empleamos anglicismos. Si no, se hace difícil explicar el uso de
cocktailes en varios diarios que Félix Rodríguez recoge en su estudio, cuando el plural
en inglés es cocktails y la palabra se encuentra actualmente castellanizada como cóctel y
cócteles. Sin duda es muy curiosa la formación de este híbrido que carece de lógica.
El final en -y genera ciertamente mucha confusión, pues en su forma plural adaptada
genera una contradicción entre grafía y pronunciación. Como vimos en el principio de
este apartado, se recomendaba un final -is para palabras ya castellanizadas, y final
anglosajón en -ies para préstamos crudos. En la lengua escrita parece estar muy
extendido los final en -ys o -yes. Por lo que nos encontraremos habitualmente con sexys,
heavys, penaltys, o penaltyes.

La ultracorrección se hace también muy presente en palabras como whisky o jersey


donde ocurren casos de plurales dobles. Esto se puede deber al frecuente uso de estas
palabras en plural que ha hecho que se lexicalicen en esta forma para algunos hablantes.
Esto explicaría el hecho de entradas en el corpus de la RAE como güisquises o
jerseyses.

A causa pura del desconocimiento de la gramática inglesa tenemos hoy en día


variantes como realities shows y walkies-talkies. En realidad, por mucho que puedan
incomodar estos usos para algunas personas, es ciertamente esperable. Los adjetivos en
castellano son flexibles y necesitan satisfacer al sustantivo que acompañen, de ser así el
caso, con un plural de concordancia. Por tanto, cuando en El País nos encontramos con
walkies-talkies no es más que un intento de lexicalizar el sintagma de manera
individual. Si es recomendable hacerlo de esta manera o no, ya queda a criterio y gusto
personal de cada hablante.

7. Conclusión.

El plural es una cualidad gramatical muy abierta con una libertad para desarrollarse
instintivamente mayor que el género, por ejemplo. El mecanismo en teoría es fácil. En
español contamos con el alomorfo -s y su variante -es para hacer respaldo si es
necesario, y pese a que por este sencillo proceso se puede pensar que no debería haber
mayores problemas, el paradigma de plural muestra sus vacilaciones con palabras
conceptuales complicadas como los numerales o nombres colectivos. No obstante, al ser
la lengua un sistema flexible y abierto a nuevas incorporaciones, con la llegada de
extranjerismos aparecen grandes estabilidades; quizá mayores a las que ocurrían cuando
en siglos pasados adoptábamos palabras de lenguas hermanas como el francés o el
italiano en sus respectivas épocas de apogeo. El inglés posee un sistema fonológico muy
distinto al español, y ya ni hablar del ortográfico.

Aquí nace la dura tarea de la Academia en buscar el balance entre la comodidad de


los hablantes y seguir los ideales puristas de ser “limpia, fija y dar esplendor”.
Honestamente, los que empleamos el lenguaje de manera cotidiana no dejamos el
trabajo fácil, pero ¿qué podríamos esperar de una de las lenguas con mayor expansión
demográfica del mundo? Cada hablante es un mundo distinto marcado por su lengua-i.
La intención de este trabajo nunca fue designar qué variantes eran las más
recomendadas o las que poseen mayor prestigio, para eso ya está la Academia. Nuestro
trabajo es simplemente el de dar visibilidad al panorama actual y explicar los motivos y
orígenes de este.

No cabe duda de que el inglés llegó para quedarse al igual que sus neologismos. La
influencia masiva que está teniendo a nivel global, sobre todo los grupos más jóvenes es
impresionante. Hoy en día, gracias a la globalización, la gran mayoría de personas
manejan bien este idioma y estamos tan expuestos a él que inconscientemente se van a
seguir incluyendo más y más anglicismos a nuestra lengua. Y no tiene por qué ser
negativo, aprender a recibir bien lo de afuera forma parte también de la historia de una
cultura.

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