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Tramo de Formación Docente

ESCUELA Y DIVERSIDAD CULTURAL

Prof: Nicolás Villa

Trabajo Final

Estudiantes: Martín López

Sergio Cocciarini
Tramo de Formación Docente

ESCUELA Y DIVERSIDAD CULTURAL

Trabajo Final
El hombre occidental, macho, heterosexual, blanco y burgués se ha autoerigido en modelo y
patrón de medida de toda la humanidad. Y a cualquier individuo que no comparta alguna de estas
características automáticamente lo considera atrasado, desviado, precario. Carente de todas las
virtudes que son en definitiva sus cualidades.

Lejos de considerar que las contingencias que nos diferencias son eso, accidentes que no
afectan a la esencia de lo humano se postula como modelo de toda normalidad.

Y a medida que realimenta su confianza y seguridad en su condición de prohombre va


gestando su desconfianza, resentimiento y temor hacia aquellos que no forman parte de su “raza”

Además sucede un fenómeno paradójico. Tal es la capacidad que ha tenido este macho-
heterosexual-blanco-burgués en convencerse y convencer a la humanidad que es él el humano que
bajo esta hegemonía. Los Otros se han resignados a su condición de menos humanos

Y la maquinaria que utiliza para mantener a todos bajo la imagen de este hombre es único
tiene una pieza fundamental en el sistema educativo. En la escuela ingresan a corta edad la mayoría
de la humanidad en carácter de a-lumnos (etimológicamente los que no tienen luz) y se les enseña
conforme a un proyecto mundo que postula esta superioridad del hombre modelo

Los docentes postulan un alumno ideal y le enseñan lo que ese ideal necesita para
desenvolverse en esta sociedad. Pero los educandos no coinciden con ese modelo de alumno
abstracto y por ende presentan menor desempeño académico o incluso “fracasan” en el sistema
educativo. O lo que es peor, se sobreadaptan desconociendo su naturaleza y sus características
“alcanzando los logros” esperados para su lugar en el mundo

¿Acaso podemos hablar de fracaso para quien fracasa en ser quien no es? Por el contrario,
¿en qué consiste el éxito de haber violentado su identidad de esa manera?

Sucede que estos niños y jóvenes no son alumnos (ni el docente trae la luz que les falta).
Son iguales en que son todos distintos. Y es en sus diferencias en las que radica la verdadera
Humanidad. Concebir a los estudiantes como seres ricos dotados de cultura, creencias, valores,
motivaciones tanto los originarios de su grupo de pertenencia como aquellos individuales que lo
hacen único.

El hombre único dice que reconoce al otro, lo acepta en su mundo. Lo tolera.

La tolerancia consistiría en soportar la agraviante diferencia del otro y aun así dejarlo
participar en el mundo único. La tolerancia no es más que un eufemismo que no disimula la misma
violencia hacia el otro que cuando lo expulsaba sin más
La contracara de la tolerancia sería la hospitalidad. En la hospitalidad no hay diferencias
que tolerar. Se reconoce el enriquecimiento del intercambio de diferencias y se admite que el otro es
inaprehensible. Siempre excede lo que conozco de él presenta en todo momento un plus de otredad.

Pero para una hospitalidad plena que reciba al otro con todas sus características y se le
permita realizarse conforme a sus necesidades y deseos es necesario reconocer que uno mismo es
también otro. Corrernos del grado cero de humanidad y concebir que tal normalidad no existe.

Durante toda la Historia definimos a los bárbaros como aquellos que no somos nosotros
sólo porque no entendíamos su lengua. Hablamos de gente de color como si nuestra tonalidad
cutánea fuera la pureza y no un color más. Llamamos comida étnica a las de otras culturas como si
nuestras comidas tradicionales no fueran típicas de nuestra propia “etnia”. Notamos que personas de
otras regiones, aunque sean también de nuestro país, tienen acento al hablar como si la nuestra fuera
el habla natural. ¡Incluso hay un modo de hablar nuestro idioma al que llamamos español neutro!
Claro que ese termina siendo un idioma artificial que en realidad no habla nadie

Son innumerables los ejemplos de hasta qué punto tenemos interiorizado nuestra falsa
conciencia de ser los normales y que los diferentes son los que tienen alguna característica que
destacar. No solo nos educaron así sino que dicha educación es el fruto de una larga tradición de
etnocentrismo, sociocentrismo, falocentrismo entre otros tantos “centrismos”

Sartre decía “habremos de ser lo que hagamos, con aquello que hicieron de nosotros”. Pues
bien, por más que nos hayan formado como individuos desconectados de nuestros semejantes es
hora de que empecemos a ver al otro como un igual justamente porque es diferente. Porque es tan
diferente como somos todos

Probablemente el desafío que enfrentamos los docentes en tiempos en los que el Sistema
Educativo al fin se propone (con todas las contradicciones y la falibilidad de sus intentos) ampliar
su grado de inclusión sea el de una pedagogía hospitalaria. Que abandone las etiquetas que le
asignan a cada colectivo una característica esencial que tranquiliza nuestro egocentrismo pero
violenta a los prejuzgados.

Una pedagogía con docentes que “enseñan” al tiempo que “aprenden”. Donde el fenómeno
educativo surja de ese intercambio de diferencias habrá aportado en favor de la hospitalidad al
semejante antes que la (in)tolerancia al diferente

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