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Historia Americana Siglo XX – CLASE 3

Profesorado en Historia. ISFD 3

Clase virtual N°3

Tema: Desarrollo económico y dependencia en América Latina

Presentación de la clase:

En esta clase se abordarán los procesos económicos vividos por la región desde 1870 hasta la actualidad,
profundizando sobre el modelo de crecimiento hacia afuera, el proceso de industrialización por sustitución de
importaciones y la transformación neoliberal y financiera de las últimas décadas. El recorrido parte de un video
realizado con fines académicos y finaliza con un video explicativo sobre programas para realizar presentaciones
interactivas.

Objetivos de la clase:

 Profundizar sobre el proceso económico de la región, con respecto a los modelos de mayor impacto a nivel
social: el modelo agro-minero exportador; el modelo ISI, y el modelo neoliberal y financiero.
 Reconocer el peso de las variables económicas en la configuración de los modelos: en particular la situación de
América Latina en el contexto geopolítico del siglo XIX y XX.
 Ponderar el peso de las estructuras de producción (matrices societales) heredadas de la colonia y de la etapa
independiente.
 Establecer las variables involucradas en los cambios vinculados con la propiedad de la tierra y otros medios
productivos, de las relaciones entre las fuerzas del trabajo y el capital, las posibilidades y limitaciones de la
industrialización y el peso del sistema financiero internacional en las estructuras económicas de la región.

Contenidos de la clase:
Unidad de enlace con Historia Americana SXIX e introductoria al siglo XX en América Latina

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Las etapas de formación de las bases de larga duración (matrices societales): la


organización de los Estados nacionales (1830-1870). La consumación de los Estados
Oligárquicos (1870 – 1910).
La teoría de la dependencia. El concepto de matriz societal y de matriz institucional de
Ansaldi y Giordano. (Encuentro virtual del lunes 7 de junio de 2021).
Unidad 1: El marco internacional y económico del siglo XX sobre AL, y las transformaciones de
comienzos de siglo
Economía: Del modelo agro-exportador al modelo de industrialización por sustitución de
importaciones. Los límites de los procesos de industrialización y modernización durante el
desarrollismo de los años ’60. El endeudamiento externo y las crisis de los ’80. El consenso
neoliberal de los ’90 y el boom de los comodities de comienzo del siglo XXI.
Sociedad: Las ciudades de masas. Transformaciones sociales tras las inmigraciones. El
ascenso de las clases medias. Las clases obreras.

Desarrollo de la clase:

El modelo de crecimiento basado en las exportaciones: el basamento económico del sistema oligárquico
En esta clase vamos a hablar de economía, profundizando sobre algunos temas que seguramente conocen por
Historia Argentina y por vivir en un país sudamericano, pero que ahora los vamos a poner en contexto regional.
Como vimos en la clase 1, respecto a la periodización y esquematización de la materia, uno de los ejes que nos
proponían Funes y López en el texto sobre la forma de abordaje de la Historia de latinoamérica, era el de las
transformaciones económicas. El texto señala tres momentos claves en la historia del siglo XX:
1) La etapa que va de 1930 a 1950/60: desarrollo del modelo de sustitución de importaciones (ISI); ampliación y
fortalecimiento del mercado interno, ampliación del consumo de masas, crecimiento industrial y urbano, presencia
de un Estado interventor en la economía y redistribuidor de la riqueza; los límites del modelo marcados por la falta
de inversiones de capital y de infraestructura energética.
2) La etapa de 1960 a 1980: marcada por el paulatino desarme de las estructuras de los estados interventores de la
etapa anterior, aumento de la iniciativa privada y extranjera en la industria de producción vinculada con el mercado
interno; es la etapa de aplicación de algunos modelos teóricos que llevarán al concepto de “desarrollismo”. También
es la etapa en que surge una teoría para explicar los problemas de América Latina, elaborada por economistas y
sociólogos de la época: la/s teoría/s de la dependencia.
3) La etapa de 1980 hasta hoy: marcada por el avance del capital financiero y especulativo sobre la región, la
aplicación de políticas de tipo neoliberal (liberalización de los mercados internos y externos); el endeudamiento
externo creciente de las economías; el freno al desarrollo de las actividades industriales, el boom cíclico de los
comodities, la dependencia tecnológica.
Ahora bien, ninguna de estas etapas serían como son, si no pensamos en la estructura básica que tienen las
economías latinoamericanas que se fijaron en el siglo XIX. Me refiero a las economías primario –exportadoras. En la
clase 2, les ofrecí un video y presentación en el que fundamentalmente recuperaba los aspectos políticos de los
sistemas de dominación oligárquica. Dicha estructura de poder está íntimamente ligada con este modelo de
desarrollo hacia afuera, o desarrollo del mercado externo como también se la llama a veces. Pese a que no lo
mencioné en ninguna de las tres etapas que describí arriba, dicho modelo pervive por detrás y como fondo de
sustentación de la economía de nuestra región. Sigue ahí, transformado por lo que ha ido ocurriendo a lo largo del
siglo XX, pero del cuál América Latina aún no ha podido salir. Y digo salir, porque dicho modelo se basó ante todo en
la expulsión, exclusión y explotación de la mayor parte de la población del continente. Esa que después, como una
masa aflora en el siglo XX para pelearle a las élites dominantes, su poder, sus privilegios.

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En América Latina la conexión entre economía y poder es muy clara, se hace observable en casi todas las cosas que
observamos de nuestro entorno cotidiano. Nuestras circunstancias de vida están tensionadas por la puja entre
mercado y política como ya vimos en la clase 1. Por eso es tan importante conocer uno de los momentos claves en
los que se anudó esa desigualdad. Aún hoy (y si no les invito a que lean los comentarios que cotidianamente la gente
publica en la página de La Nueva, debajo de las noticias de actualidad), este modelo sigue vivo para muchas personas
que creen que Argentina fue “el granero del mundo”. Esta forma de sentido común debe ser fuertemente
cuestionada por nosotres como historiadores y profesoras y profesores. En el resto de América Latina esta idea no
creo que exista, pero no tengo la información precisa como para poder demostrarlo.
Para poder comprender con claridad qué fue ese modelo económico, las transformaciones que produjo, los modos
en que se implementó, las variaciones qué tuvo en las distintas regiones y lo largo de más de 60 años, les propongo
en esta oportunidad la visualización de este video del profesor Ernesto Bohoslavsky, de la Universidad de General
Sarmiento para las cátedras de Historia de América Latina de esa universidad. Tal como lo dicen en la descripción del
video, se trata de una clase virtual, “dedicada a reconstruir los principales rasgos de las economías de exportación de
América latina a fines del siglo XIX e inicios del siglo XX. Presenta las principales transformaciones vividas en la
economía de los países de la región, así como algunas características de la propiedad de la tierra, la actividad laboral
y las inversiones extranjeras”.
El video se basa en la lectura del libro de Victor Bulmes Thomas, catedrático británico especializado en la historia
económica de nuestro continente. Dicho libro se titula: Historia Económica de América Latina. En particular el autor
se refiere a los capítulos III, IV, V y VI. Es un texto sumamente completo, con muchísimos datos, un planteo muy
interesante, crítico a la teoría de la dependencia, aunque personalmente pienso que pese a la información, no
supera el planteo dependista. Si lo quieren descargar o conocer un poco, les dejo aquí el enlace:
http://www.iunma.edu.ar/doc/MB/lic_historia_mat_bibliografico/Historia%20Latinoamericana%20II/Unidad%203/Bulmer
%20La_Historia_economica_de_America_Latina.pdf
Otro aspecto a destacar del video es que resulta sumamente claro en su contenido. El autor y profesor ordena su
presentación con diapositivas en la que va puntualizando cuestiones particulares. Está muy bien la forma que tiene
de encarar la presentación del tema a través de una pregunta disparadora que surge de la observación de una
fotografía de comienzos del siglo XX. ¿Cómo era la economía del mundo en ese momento que permitía que la gente
obtuviera y consumiera productos que venían de lugares muy lejanos? No la olviden porque estaría bueno pensarla
nuevamente al finalizar el visado del video.

Enlace al video: https://www.youtube.com/watch?v=VHgo7yL_2nE&list=PLuqbZKxQEagSxL3eXA_Jj1prGjFhtGKml&index=1

Actividad optativa – Realización de formulario de preguntas en el aula luego de mirar el video de E. Bohoslavsky

Les dejo estas preguntas para que a medida que vayan mirando piensen y si pueden realicen el formulario de análisis
(no – obligatorio) que aparecerá debajo de la clase de hoy.
1) Ordene cuáles son las etapas del modelo, y que palabras corresponden a cada uno.
Primera etapa 1914 - Crisis y desarticulación
Segunda etapa 19301850 – 1880 Afirmación y expansión
Tercera etapa 1880 - 1914 Consolidación
2) ¿Cuáles son las razones del surgimiento de este modelo? ¿Cómo podría vincular esta explicación con la explicación de la
“larga espera” que planteamos en la clase anterior?
3) ¿Por qué la “revolución de los transportes” fue clave para la expansión del modelo exportador?
4) ¿Cuáles son los tres modelos recuperados por Bohoslavsky de Víctor Bulmer Thomas?
 Modelo corporativo
 Modelo aditivo
 Modelo destructivo
 Modelo transversal

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 Modelo evolutivo
 Modelo transformativo
5) Explique con sus palabras en qué consiste cada modelo.
6) ¿Qué significa el concepto de “lotería de bienes”? ¿Qué efectos tenía en el continente y dentro de cada territorio?
7) Identifique los mercados o factores que se constituyen los puntos de análisis claves para entender el modelo.
 Trabajo
 Estado
 Tierra
 Consumidores
 Capital
 Manufacturas
8) ¿La expansión de la frontera productiva se hizo por medio de una producción intensiva o extensiva? ¿Esta forma de
producción benefició la redistribución o la concentración de la tierra?
9) ¿Las relaciones de trabajo están marcadas por el patronazgo o autonomía, el salario o el trueque, el estímulo al trabajo o la
coerción?
10) Las inversiones de capital se caracterizan por:
 ser inglesas y alemanas.
 ser inglesas y estadounidenses.
 es personalizado.
 es institucional mediado por bancos.
 invierten en actividades para diversificar la economía.
 invierten en actividades en expansión.
 invierten en actividades complementarias.
 invierten en producción directamente, sobre todo después de 1914.
11) El modelo exportador, retardó o impulsó el desarrollo industrial previo a 1930.
12) Indique cuáles de estos grupos recibieron transformaciones positivas o negativas:
 Elites dominantes.
 Sectores medios.
 Sectores populares urbanos.
 Sectores populares rurales.
13) Luego de mirar el video, como responderías a la pregunta que Bohoslavsky señala al comienzo del mismo, ¿cómo era la
economía mundial que le permitía a las personas consumir productos de lugares lejanos que además requerían de un transporte
rápido?

El legado del modelo exportador: las matrices societales.


Para Waldo Ansaldi, la oligarquía no es solo una clase social, que se impone por encima de los otros grupos o
sectores de la sociedad. Se trata de una situación relacional. De diversos modos (como se planteaba en el video
sobre la oligarquía en la clase 2), este sector social propietario de tierras y jerárquico, consiguió imponerse por
encima de los otros, y todas las relaciones estaban condicionadas de algún modo por el vínculo entre quienes
detentan la propiedad y quienes no la tienen. Por eso, la oligarquía es más que una clase, es un régimen de
dominación basado en la propiedad de los medios de producción, el control de la fuerza de trabajo y la exclusión
de esa fuerza de trabajo de la toma de decisiones.
Ahora bien, esta situación es en parte herencia de la época colonial en base a los tres tipos de estructuras de
producción existentes desde la colonización española y portuguesa: la plantación esclavista, la hacienda semiservil y
la estancia con trabajo asalariado. El tipo de relaciones de trabajo que se dan en estos ámbitos, condicionará las
formas de incorporación a la vida política en las sociedades latinoamericanas.
Son matrices, porque son las que dan origen, las que generan algo, pero al mismo tiempo se vuelven invisibles y sus
rasgos perviven en el largo plazo. Son las bases sobre las que actuamos en la vida social actual, pese a que insiste,

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hayan ido cambiando, sus condicionantes se mantienen no sólo en las relaciones laborales, sino también en la vida
política de América Latina.
Dice Waldo Ansaldi
"Según una de mis hipótesis, los países latinoamericanos se constituyen históricamente desde tres
matrices societales, cada una de ellas, a su vez, desarrollada a partir de sendas unidades de producción
económica: la plantación con trabajo esclavista, la hacienda con trabajo semiservil y la estancia con
trabajo asalariado. Las tres generan coincidencias y diferencias en los planos sociales y culturales que se
expresan, con matices, en las formas con las cuales se procesan, tras la ruptura del nexo colonial, los
proyectos y los fundamentos del nuevo orden político.
Esta hipótesis persigue una explicación que, sin negarla sino apoyándose en ella, vaya más allá de la
clásica que enfatiza la cuestión de la propiedad de la tierra como clave de los regímenes políticos
latinoamericanos, en particular como causal de oclusión de los proyectos democráticos. Es cierto que
plantación, hacienda y estancia tienen un común denominador: la propiedad latifundista de la tierra.
Tienen, a su vez, diferencias notables, en particular el distinto papel desempeñado por el capital y las
formas de organización del trabajo. Si bien estas divergencias son de peso, la coincidencia se revela
decisiva en el largo plazo, concebido como dialéctica de tiempos mixtos (autóctono, colonial, moderno,
posmoderno) o bien analizado desde una sociología de historia lenta.
En efecto, como reiteradamente han marcado muchos científicos sociales, la propiedad latifundista de la
tierra constituye o conforma el núcleo duro de sistemas políticos duraderos, cuyo desiderátum es la
dominación oligárquica, sin mengua de la persistencia de varios de los atributos de ésta en regímenes
liberal democráticos y populistas. El clientelismo político es, si no la forma paradigmática, una de las
más importantes de esa continuidad oligárquica en unos y otros de tales regímenes, excelente ejemplo
de historia lenta o temporalidad mixta, llegando a trabar, si no ocluir, la expansión de la democracia
política, la conversión de súbditos (titulares de deberes) en ciudadanos (titulares de derechos y de
deberes).
(...) El peso de las tres matrices en la conformación de condicionantes de larga duración para la
construcción de sujetos y prácticas democráticas no debe ser descuidado. Es obvio que los componentes
de cada una de las matrices, por sí mismos, no definen ni explican todos los condicionantes estructurales.
Hay otros elementos convergentes y relacionados que contribuyen a definir una trama que, por lo demás,
es histórica, por tanto, cambiante. Pero está claro que ellas han operado como auténticas cárceles de
larga duración, "naturalizando" las diferencias sociales y las capacidades diferentes derivadas de ellas,
como también la dominación y la subordinación. La relación patrón - cliente, el paternalismo y el
autoritarismo derivados de ella, y la convicción de la política como privativa de los "notables", claves para
explicar la política latinoamericana hasta hoy, nacen en esas unidades de producción devenidas
microsociedades, a despecho del carácter esclavista, semiservil o libre de las relaciones de trabajo
dominantes en cada caso." (Ansaldi, W. La democracia en América Latina, un barco a la deriva, tocando en
la línea de flotación y con piratas a estribor. Una explicación de larga duración. En Ansaldi, W. (Dir) 2008.
La democracia en América Latina, un barco a la deriva. Bs. As., FCE. Pp. 55-61, subrayado y negritas míos).
A estos matrices agregará una cuarta que es la de las comunidades de pueblos originarios.
“Como las otras matrices, la de las comunidades indígenas también fue una creación colonial, si bien, a
diferencia de aquellas, tomó elementos propios de los pueblos originarios. Surgió en el siglo XVI y persiste
todavía hoy, con un momento de inflexión a mediados del siglo XIX, cuando comenzaron a producirse
transformaciones varias, tanto en su interior como en las relaciones con el conjunto de la sociedad
nacional, particularmente en el mundo andino.
(…) En el mundo andino (…), la importancia de la comunidad indígena es tal que constituye, junto con la
hacienda, uno de los pilares de la estructura agraria. Se define por tres rasgos: 1) posesión común (no
propiedad privada) de un espacio rural usufructuado por sus miembros de manera individual y colectiva;
2) una forma de organización social basada en la reciprocidad “y en un particular sistema de participación
de las bases”, y 3) “mantenimiento de un patrón cultural singular que recoge elementos del mundo
andino”.
Lo que le interesa al autor, es el rol de este tipo de matriz en la constitución de las relaciones de poder.

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“En el período colonial, la comunidad indígena, como se ha dicho, fue funcional al poder de la Corona. A
partir de la instauración de las repúblicas, fueron, sobre todo, espacio de resistencia cultural procurando
mantener su identidad, que ya no era la originaria, pues había sido permeada por la dominación europea
y luego lo fue por su sucesora criolla. Uno de los aspectos más relevantes de esa resistencia, nos parece,
se hace explícito y manifiesto a fines del siglo XX, comienzos del XXI, cuando en Guatemala, México,
Ecuador y Bolivia (muchos menos en Perú, hasta ahora), surgieron movimientos sociales indígena-
campesinos revalorizadores de la cultura y la afirmación de la identidad de sus pueblos y sectores
sociales, en particular de las diferencias étnicas y de género. La más que secular exclusión de facto de la
ciudadanía está induciendo a los nuevos movimientos a proponer la construcción de un nuevo mundo
desde la posición que detentan, pero sin perder sus rasgos particulares y apuntado a la superación del
concepto de ciudadanía tal como útilmente aplicado, a lo largo de dos siglos, pro clases dominantes
empeñadas en la contención y división de las clases populares, subalternas, consideradas peligrosas.
Es en este sentido que la comunidad indígenas aparece como una matriz societal. Si bien en términos
culturales ella tal vez sea, como escribió Matos Mar (1976: 200 y 203), “un relicto de lo que podría ser
considerado lo ‘indígena’ en el área andina”, en lo que hace a nuestro objeto, es una todavía vigente
“modalidad de organización social y productiva” que combina posesión colectiva y usufructo individual de
la tierra, “ejercicio compartido del poder y […] un sistema de valores que exalta esas características”, en
particular la reciprocidad y la cooperación entre los miembros de la comunidad, poseedora de una
capacidad matricial potencialmente favorable a procesos de profundización y radicalización de la
democracia”. (Ansaldi y Giordano, 2012, Tomo 1: 123-125).

Estas largas citas intentan explicitar un marco teórico sociológico, una forma de
entender las relaciones entre los sujetos que desde lo material va afectando a las
formas de actuar y de pensar, si bien no determinan las realidades del siglo XX, si
condicionarán la política a lo largo de todo el siglo XX. Por eso me parece tan
importante incorporar estos conceptos.

El mismo autor tiene una larga explicación de estas cuatro matrices en el Tomo 1, entre las páginas 105 y 126.

El modelo de crecimiento basado en las importaciones: un nuevo patrón de acumulación y nuevas relaciones
Las economías de América Latina basadas en el modelo de crecimiento hacia afuera recibieron un fuerte impacto de
la crisis de 1929 que las llevó a nuevos rumbos, aunque no necesariamente al cambio como dijimos antes al
referirnos a las matrices y al modelo exportador). Esa crisis fue precedida por algunas señalas que mostraron los
límites del modelo durante la Primera Guerra Mundial (1914 – 1918) y la crisis de la sobreoferta de la década del
1920-1921.
Con la IGM el efecto más marcado fueron las dificultades que se presentaron tanto para la exportación de materias
primas (que redujeron su volumen, pero mantuvieron o incluso incrementaron sus precios) y la reducción de las
importaciones. Los problemas no eran solo fruto de la capacidad de compra de los países receptores de estos
productos (en particular Gran Bretaña) sino también de la guerra misma que dispuso que los transportes tuvieran
otras funcionalidades o fueran directamente afectados por el conflicto bélico. Esta situación generó además
reducción de los ingresos fiscales del Estado, que venían de los impuestos a la exportación – importación.
En cambio, en la crisis de sobreoferta de 1920-1921, tras liberalizarse el comercio de productos, hubo muchos
incentivos para el incremento de los niveles de producción, y esto generó una reducción de los precios.
En ambas crisis además hubo dificultades para obtener financiamiento externo. Paulatinamente el capital inglés fue
dando paso al capital norteamericano, que en principio buscó asegurarse la provisión de materias primas

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estratégicas, como petróleo (de México y Venezuela), cobre (de Chile) y estaño (de Bolivia), y que luego comenzó a
invadir la región con sus propios productos. Más pronto que tarde se apreció que la relación con este capital no era
de complementariedad como había sido con el inglés, sino de competencia, puesto que los productos de muchos
países de América Latina, competían con los productos que EEUU también vendía a nivel internacional, y por lo tanto
era vendedor, más no comprador.
Estas crisis demuestran entonces con claridad el problema de la dependencia del modelo con respecto a la
capacidad de compra y venta del sector exportador, así como la incapacidad local de intervenir en el control de
precios de las materias primas. A lo que se debe sumar, la propia inestabilidad política de aquellos años a nivel
mundial.
Antes de la crisis de octubre 1929, existían señales de problemas, así el crecimiento de los precios había generado
un aumento de la oferta, mayor al de la demanda; el aumento de las tasas de interés de los capitales había generado
mayor presión para el pago de los mismos y esto conllevó a la fuga de capitales hacia países con mejores tasas de
interés.
Cuando se produce el crack, se reduce aún más la demanda de bienes exportables; aumenta la demanda de créditos
por parte de Latinoamérica, y se contrae la circulación de moneda. Y si bien caen los valores de los bienes
importados no lo harán tan rápido como los de exportación. El resultado de todo ello, será un déficit en la balanza de
pagos, en la relación entre el comercio interior y el exterior.
Esto provocará una sería de problemas, siendo más graves para los países que ven reducción de los precios de sus
productos, así como los volúmenes de venta (por caso Bolivia, Chile y México, con sus minerales y Cuba con el
azúcar). En cambio, será menos grave para los que se ven afectados por la reducción de precios, y no por los
volúmenes. En estos se da una reducción de los ingresos, pero no una caída de la producción. Algunos pocos, como
Venezuela y Colombia sufren un pequeño descenso (Venezuela y Colombia), esto es por el tipo de bienes que
exportan.
Pero en general, el efecto más notorio, fue una disminución del PODER ADQUISITIVO DE LAS EXPORTACIONES.
Pero a diferencia de lo ocurrido a fines del siglo XIX cuando hubo una crisis financiera vinculada con las deudas
externas, se sostiene el pago de deuda externa, entonces lo que se obtiene en ganancias por el mercado externo,
se utiliza para pagar deuda.
En relación con ello, a nivel de los mercados internos de cada país, se produce una reducción de las importaciones, y
también de ingresos fiscales. Esto generará crisis políticas, y el reemplazo de gobiernos por sectores que antes no
estaban en el poder. Volveremos a hablar de ello, cuando nos refiramos a los procesos políticos de los países de AL.
Para lograr el equilibrio externo, entonces, se estableció el control del sistema de cambios, a fin de reducir salidas de
metal o monedas; se redujeron las importaciones, a través del establecimiento de gravámenes que favorecían a los
productos locales de sustitución, que además constituían una fuente de recursos para el Estado. Obviamente que se
redujeron en sí por la falta de reservas para comprar bienes importados. Como punto favorable, en general en casi
todos los países de la región, hacia 1932, había conseguido el equilibrio en la balanza comercial de pagos externos.
A nivel interno, para lograr el equilibrio se aumentó el circulante y se mantuvo el gasto público, pero de este modo
se alentaba a las importaciones. Esto generó un corte entre el equilibrio externo y el interno. El interno no se pudo
lograr y esto llevó a la decisión de no pagar la deuda externa en algunos países de AL. Como consecuencia esto
provocará inestabilidad financiera y económica, pero también contribuirá a la recuperación posterior.
Debemos tener en cuenta también, que pese al proteccionismo a nivel internacional (establecimiento de impuestos
y cuotas de importación en EEUU; el retraimiento a sus colonias de Gran Bretaña y la utilización de la moneda
askimarco de Alemania), no impidieron que el sector exportador se recuperara durante la década del '30. Para ello
fue fundamental que las élites dirigentes reconocieran la necesidad de la intervención estatal en la economía. Fue
cuando comenzaron a crearse entidades para la promoción de la producción. Ya en la década del 1920 también
muchos países habían creado Bancos Centrales para controlar la circulación de las monedas.

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Los sectores productivos internos, no vinculados con la exportación en este marco, también sufrieron los efectos de
la crisis, quizás positivamente. Su participación en el PBI siguió siendo reducida, sobre todo porque no había
estímulos para mejorar la productividad y competir en el mercado externo, puesto que el mercado interno (que era
pequeño) daba suficientes ganancias, y estaba bastante protegido. El nivel de productividad era bajo y era escaso el
valor agregado por trabajador (falta de energía, falta de mano de obra calificada, acceso limitado al crédito, uso de
maquinaria anticuada). Este sector concentraba mano de obra empleada en la industrialización de alimentos y
textiles, especialmente.
La recuperación posterior a la crisis, se debió a distintos factores. Así al desarrollo de una industria de sustitución de
importaciones, en países cuyos mercados internos ya habían crecido y en parte diversificado por los efectos
secundarios del modelo agroexportador. Estos países lograron una recuperación media (Argentina, Colombia, El
Salvador). No menor fue el rol ocupado ahora por la Alemania Nazi como compradora de productos primarios en el
continente, y proveedora de bienes de capital y de consumo. Esto generó importantes tensiones en la diplomacia de
la época cuando se inicie la IIGM, y no será una razón menor que explique la insistencia de muchos países de la
región en mantenerse neutrales frente al conflicto bélico.
Otros en cambio, promovieron las exportaciones y lograron una rápida recuperación (Brasil, Chile, Costa Rica, Cuba,
Guatemala, México, Perú y Venezuela). Incluso Brasil puede ser considerado un caso excepcional, bajo el gobierno
cívico-militar de Getulio Vargas, aumenta la producción industrial gracias también al tipo de bienes importados en la
década del '20, puesto que muchos de ellos son bienes de capital.
Otra de las formas de la recuperación fue por medio del crecimiento de la demanda interna, favorecida a través de
una política fiscal y monetaria laxa y del financiamiento interno por medio del sistema bancario. En estos países la
recuperación fue lenta (Uruguay, Nicaragua y Honduras). Además, allí esto alentó también la Agricultura de
sustitución de importaciones. La demanda también creció gracias al desarrollo de la inversión pública, en sistemas de
carreteras, y también debido a ciertos cambios en la distribución del ingreso, en parte favorable a la mano de obra
en el sector exportador.
Finalmente, la recuperación del sector exportador permitió obtener los recursos necesarios para la importación de
bienes duraderos o de capital, que se hicieron más necesarios a partir de 1935 cuando el continuo crecimiento de la
demanda, ya no podía ser cubierto con infraestructura previa.
Con respecto al sistema financiero, después de la crisis, se crearon otros bancos centrales, compañías de seguros, y
más entidades de banca secundaria. Los bancos contaron con reservas superiores a los montos mínimos requeridos
y se vieron favorecidos por la política cambiaria, que evitó la salida de recursos. Además, cuando el sector
exportador se recupera, los bancos vuelven a trabajar con sus clientes tradicionales, y muchos reinvierten sus
ganancias en el sector no-exportador.
El sistema fiscal, en cambio, no se vio tan favorecido por la recuperación del comercio exterior. Pero sí por las
medidas contracíclicas que permitieron ampliar la base tributaria, y los gobiernos dejaron de depender tanto del
comercio exterior, ya que se crearon impuestos directos sobre la renta y la propiedad, e indirectos al consumo.
El sector que había comenzado a producir manufacturas, destinadas a la sustitución de bienes de consumo que antes
se importaban, se ve favorecido por la reducción de los precios de las materias primas, el deterioro de los términos
de intercambio en la relación con el sector exportador; y el aumento de los gravámenes y la devaluación de la
moneda, que actuaron como medidas proteccionistas. Sobre todo, se vio beneficiado por el aumento de la
demanda, y porque gracias al no pago de deuda externa, hay capacidad de ahorro, y de capital de financiamiento del
trabajo a través de créditos con bajas tasas de interés, emitidos por los bancos.

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Sintetizando, a partir de la crisis de 1929:


 Se favorece la ISI en los países grandes y la agricultura de sustitución de
importaciones (sobre todo de alimentos) en los países más chicos.
 La recuperación se logró al darse el equilibrio externo y cuando se pudo
volver a importar.
 Se acepta la intervención estatal en la economía.
 La década marcó el cambio hacia el modelo de desarrollo hacia adentro.

Ahora es necesario frenar, tomarse un descanso, seguir otro día… porque lo que sigue a continuación,
sería para la segunda semana de clases (semana del 14 de junio). Así que paren, háganse un matecito,
pongan música. Les comparto en esta oportunidad un cuento del escritor peruano José María
Arguedas, titulado “El sueño del pongo” (1965), para pensar las relaciones entre patrones y
trabajadores en las haciendas de la época oligárquica ¡Qué lo disfruten!

José María Arguedas: El sueño del pongo


A la memoria de don Santos Ccoyoccossi Ccataccamara, Comisario Escolar de la
comunidad de Umutu, provincia de Quispicanchis, Cuzco. Don Santos vino a
Lima seis veces; consiguió que lo recibieran los Ministros de Educación y dos
Presidentes. Era monolingüe quechua. Cuando hizo su primer viaje a Lima tenía
más de sesenta años de edad; llegaba a su pueblo cargando a la espalda parte
del material escolar y las donaciones que conseguía. Murió hace dos años. Su
majestuosa y tierna figura seguirá protegiendo desde la otra vida a su
comunidad y acompañando a quienes tuvimos la suerte de ganar su afecto y
recibir el ejemplo de su tenacidad y sabiduría.
Enlace al cuento:
https://lecturia.org/cuentos-y-relatos/jose-
maria-arguedas-sueno-del-pongo/1062/
Un hombrecito se encaminó a la casa-hacienda de su patrón. Como era siervo iba a cumplir el turno de pongo, de sirviente en la
gran residencia. Era pequeño, de cuerpo miserable, de ánimo débil, todo lamentable; sus ropas, viejas.
El gran señor, patrón de la hacienda, no pudo contener la risa cuando el hombrecito lo saludó en el corredor de la residencia.
—¿Eres gente u otra cosa? —le preguntó delante de todos los hombres y mujeres que estaban de servicio.
Humillándose, el pongo no contestó. Atemorizado, con los ojos helados, se quedó de pie.
—¡A ver! —dijo el patrón—, por lo menos sabrá lavar ollas, siquiera podrá manejar la escoba, con esas manos que parece que no
son nada. ¡Llévate esta inmundicia! —ordenó al mandón de la hacienda.
Arrodillándose, el pongo le besó las manos al patrón y, todo agachado, siguió al mandón hasta la cocina.
El hombrecito tenía el cuerpo pequeño, sus fuerzas eran sin embargo como las de un hombre común. Todo cuanto le ordenaban
hacer lo hacía bien. Pero había un poco de espanto en su rostro; algunos siervos se reían de verlo así, otros lo compadecían.
«Huérfano de huérfanos; hijo del viento de la luna debe ser el frío de sus ojos, el corazón pura tristeza», había dicho la mestiza
cocinera, viéndolo.
El hombrecito no hablaba con nadie; trabajaba callado; comía en silencio. Todo cuanto le ordenaban, cumplía. «Sí, papacito; sí,
mamacita», era cuanto solía decir.
Quizás a causa de tener una cierta expresión de espanto, por su ropa tan haraposa y acaso, también, porque no quería hablar, el
patrón sintió un especial desprecio por el hombrecito. Al anochecer, cuando los siervos se reunían para rezar el avemaría, en el
corredor de la casa-hacienda, a esa hora, el patrón martirizaba siempre al pongo delante de toda la servidumbre; lo sacudía como a
un trozo de pellejo.
Lo empujaba de la cabeza y lo obligaba a que se arrodillara y, así, cuando ya estaba hincado, le daba golpes suaves en la cara.
—Creo que eres perro. ¡Ladra! —le decía.
El hombrecito no podía ladrar.
—Ponte en cuatro patas —le ordenaba entonces.
El pongo obedecía, y daba unos pasos en cuatro pies.
—Trota de costado, como perro —seguía ordenándole el hacendado.
El hombrecito sabía correr imitando a los perros pequeños de la puna.
El patrón reía de muy buena gana; la risa le sacudía el cuerpo.
—¡Regresa! —le gritaba cuando el sirviente alcanzaba trotando el extremo del gran corredor.
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El pongo volvía, de costadito. Llegaba fatigado.


Algunos de sus semejantes, siervos, rezaban mientras tanto el avemaría, despacio, como viento interior en el corazón.
—¡Alza las orejas ahora, vizcacha! ¡Vizcacha eres! —mandaba el señor al cansado hombrecito—. Siéntate en dos patas; empalma
las manos.
Como si en el vientre de su madre hubiera sufrido la influencia modelante de alguna vizcacha, el pongo imitaba exactamente la
figura de uno de estos animalitos, cuando permanecen quietos, como orando sobre las rocas. Pero no podía alzar las orejas.
Golpeándolo con la bota, sin patearlo fuerte, el patrón derribaba al hombrecito sobre el piso de ladrillo del corredor.
—Recemos el padrenuestro —decía luego el patrón a sus indios, que esperaban en fila.
El pongo se levantaba a pocos, y no podía rezar porque no estaba en el lugar que le correspondía ni ese lugar correspondía a nadie.
En el oscurecer, los siervos bajaban del corredor al patio y se dirigían al caserío de la hacienda.
—¡Vete, pancita! —solía ordenar, después, el patrón al pongo. 
Y así, todos los días, el patrón hacía revolcarse a su nuevo pongo, delante de la servidumbre. Lo obligaba a reírse, a fingir llanto.
Lo entregó a la mofa de sus iguales, los colonos[1].
Pero…, una tarde, a la hora del avemaría, cuando el corredor estaba colmado de toda la gente de la hacienda, cuando el patrón
empezó a mirar al pongo con sus densos ojos, ése, ese hombrecito, habló muy claramente. Su rostro seguía como un poco
espantado.
—Gran señor, dame tu licencia; padrecito mío, quiero hablarte —dijo.
El patrón no oyó lo que oía.
—¿Qué? ¿Tú eres quien ha hablado u otro? —preguntó.
—Tu licencia, padrecito, para hablarte. Es a ti a quien quiero hablarte —repitió el pongo.
—Habla… si puedes —contestó el hacendado.
—Padre mío, señor mío, corazón mío —empezó a hablar el hombrecito—. Soñé anoche que habíamos muerto los dos juntos;
juntos habíamos muerto.
—¿Conmigo? ¿Tú? Cuenta todo, indio —le dijo el gran patrón.
—Como éramos hombres muertos, señor mío, aparecimos desnudos, los dos juntos; desnudos ante nuestro gran Padre San
Francisco.
—¿Y después? ¡Habla! —ordenó el patrón, entre enojado e inquieto por la curiosidad.
—Viéndonos muertos, desnudos, juntos, nuestro gran Padre San Francisco nos examinó con sus ojos que alcanzan y miden no
sabemos hasta qué distancia. A ti y a mí nos examinaba, pesando, creo, el corazón de cada uno y lo que éramos y lo que somos.
Como hombre rico y grande, tú enfrentabas esos ojos, padre mío.
—¿Y tú?
—No puedo saber cómo estuve, gran señor. Yo no puedo saber lo que valgo.
—Bueno. Sigue contando.
—Entonces, después, nuestro Padre dijo con su boca: «De todos los ángeles, el más hermoso, que venga. A ese incomparable que
lo acompañe otro ángel pequeño, que sea también el más hermoso. Que el ángel pequeño traiga una copa de oro, y la copa de oro
llena de miel de chancaca más transparente».
—¿Y entonces? —preguntó el patrón.
Los indios siervos oían, oían al pongo, con atención sin cuenta pero temerosos.
—Dueño mío: apenas nuestro gran Padre San Francisco dio la orden, apareció un ángel, brillando, alto como el sol; vino hasta
llegar delante de nuestro Padre, caminando despacio. Detrás del ángel mayor marchaba otro pequeño, bello, de luz suave como el
resplandor de las flores. Traía en las manos una copa de oro.
—¿Y entonces? —repitió el patrón.
—«Ángel mayor: cubre a este caballero con la miel que está en la copa de oro; que tus manos sean como plumas cuando pasen
sobre el cuerpo del hombre», diciendo, ordenó nuestro gran Padre. Y así el ángel excelso, levantando la miel con sus manos,
enlució tu cuerpecito, todo, desde la cabeza hasta las uñas de los pies. Y te erguiste, solo; en el resplandor del cielo la luz de tu
cuerpo sobresalía, como si estuviera hecho de oro, transparente.
—Así tenía que ser —dijo el patrón, y luego preguntó—: ¿Y a ti?
—Cuando tú brillabas en el cielo, nuestro gran Padre San Francisco volvió a ordenar: «Que de todos los ángeles del cielo venga el
de menos valer, el más ordinario. Que ese ángel traiga en un tarro de gasolina excremento humano».
—¿Y entonces?
—Un ángel que ya no valía, viejo, de patas escamosas, al que no le alcanzaban las fuerzas para mantener las alas en su sitio, llegó
ante nuestro gran Padre; llegó bien cansado, con las alas chorreadas, trayendo en las manos un tarro grande. «Oye, viejo —ordenó
nuestro gran Padre a ese pobre ángel—, embadurna el cuerpo de este hombrecito con el excremento que hay en esa lata que has
traído; todo el cuerpo, de cualquier manera; cúbrelo como puedas. ¡Rápido!». Entonces, con sus manos nudosas, el ángel viejo,
sacando el excremento de la lata, me cubrió, desigual, el cuerpo, así como se echa barro en la pared de una casa ordinaria, sin
cuidado. Y aparecí avergonzado, en la luz del cielo, apestando…
—Así mismo tenía que ser —afirmó el patrón—. ¡Continúa! ¿O todo concluye allí?
—No, padrecito mío, señor mío. Cuando nuevamente, aunque ya de otro modo, nos vimos juntos, los dos, ante nuestro gran Padre
San Francisco, él volvió a mirarnos, también nuevamente, ya a ti ya a mí, largo rato. Con sus ojos que colmaban el cielo, no sé
hasta qué honduras nos alcanzó, juntando la noche con el día, el olvido con la memoria. Y luego dijo: «Todo cuanto los ángeles
debían hacer con ustedes ya está hecho. Ahora ¡lámanse el uno al otro! Despacio, por mucho tiempo». El viejo ángel rejuveneció a
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esa misma hora; sus alas recuperaron su color negro, su gran fuerza. Nuestro Padre le encomendó vigilar que su voluntad se
cumpliera.

[1] Colono: indígena que pertenece a la hacienda.


© Relato popular recopilado por José María Arguedas. Publicado en El sueño del pongo, 1965.

SEGUNDA PARTE: La economía latinoamericana durante y después de la Segunda Guerra Mundial

A diferencia de ciertos planteos que se dieron en la década del ’40 o ’50 en la región, vinculados con los
discursos populistas de entonces, el desarrollo de un modelo de crecimiento basado en el mercado interno
no puede ser entendido sólo como consecuencia del fuerte nacionalismo vigente en las décadas del ’20 y del
’30, o del intento de los distintos gobiernos de la época de buscar una alternativa que permitiera un desarrollo
más autónomo e independiente de los gobiernos latinoamericanos. Como estamos viendo las relaciones
comerciales internacionales, en especial el lugar dentro del comercio mundial de las exportaciones de bienes
primarios, las posibilidades reales de compras de bienes con las divisas obtenidas, la calidad de las
manufacturas locales, en definitiva, el shock económico recibido por la crisis de 1929 fue el desencadenante
final que marcó el rumbo hacia el nuevo modelo. Más tarde, las posibilidades de una Tercera Guerra
internacional por la guerra de Corea, la política de EEUU hacia la región, la posibilidad o no de contar con
capital extranjero, las ideas y términos contenidos en las instituciones surgidas de la posguerra y los acuerdos
comerciales internacionales, constituyen una gran cantidad de factores, un marco más que ideológico, que
debemos considerar al pensar en por qué se da el desarrollo hacia adentro.
Podemos pensar el período 1939 – 1955 dividido en tres etapas: durante la IIGM, la inmediata posguerra
(1945 – 1950), y el primer lustro posterior marcado por la posibilidad de una nueva guerra mundial (Guerra
de Corea, 1951 – 54).
Rosmary Thorp, que será la investigadora que seguiremos en este apartado en conjunto con Bulmer Thomas,
se plantea por qué se pasa de una política de coherencia en la relación de industrialización y exportación de
materias primas, que era la principal fuente de divisas, en los ’30, a una política económica contradictoria en
los ’50, que discrimina negativamente a las exportaciones cuando se da la necesidad de una mayor cantidad de
divisas. Para esta autora el modelo de desarrollo hacia adentro se da entre los ’40 y ’50 y llega a la conclusión
que esta relación contradictora fue fruto de una política errónea, que no supo considerar el papel estratégico
del sector exportador fortaleciéndolo y que además no buscó una industria eficiente con capacidad de
exportación.
La IIGM generó un nuevo quiebre en los mercados de exportación de AL. El bloqueo británico impidió comerciar con
la Europa continental – ya mencionamos que el Tercer Reich Alemán fue un mercado comprador importante para los
países de la región –, y más tarde, a raíz de su entrada en la guerra, con Japón. También desde ya se quebró la
importación de productos de esos países. Gran Bretaña buscó lograr el abastecimiento de productos estratégicos,
además de tratar de impedir que los países enemigos pudieran proveerse de ellos. Pero, por otro lado, mantuvo su
estrategia de obtener materias primas y otros productos de los territorios de su Imperio colonial.
El lugar de importador-exportador fue ocupado en parte, y es importante remarcar que en parte, por EEUU. Este país
en principio había adoptado la política del buen vecino iniciada bajo la presidencia de Franklin Rooselvet, lo que
implicaba el uso de la política y la diplomacia en lugar de las intervenciones militares para relacionarse con América
Latina. Entre las razones del cambio de estrategia política se encontraba la necesidad de EEUU de contar con el
apoyo de AL en caso de guerra. Ahora bien, Bulmer Thomas dice que para ellos era muy importante evitar el
derrumbe económico de la región. Como durante los años ’30 varios países se mostraron favorables a las formas
fascistas de Europa no había garantía de que en caso de guerra apoyaran a EEUU. Además debía asegurarse el
abasto de materias primas y de productos estratégicos en caso de que se interrumpiera sus fuentes tradicionales

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fuera de AL. Cuando EEUU entró en la guerra, la presión sobre AL para que los países se adhirieran a la causa aliada
fue mucho más fuerte. A raíz de esta situación tanto México como Brasil cambian sus posturas a favor de una mayor
colaboración con EEUU. En agosto de 1942 Brasil será el primer país en declarar abiertamente la guerra al Eje, e
incluso enviar tropas a Europa.
Aumentará así la inversión pública y privada de EEUU en AL, particularmente en las áreas esenciales de transporte y
comunicaciones (por ejemplo el capital norteamericano invierte en la construcción de la Panamericana, que debía
unir Buenos Aires con Monterrey, México).
Otra consecuencia inmediata de la guerra será el surgimiento de un sistema de cooperación económica
interamericana, cuyas bases se encontraron en la Conferencia Panamericana de Panamá en 1939 (tres semanas
antes que iniciara la guerra, agosto de 1939). Tras ella se crea la CIAD (Convención Interamericana de Desarrollo,
1940). También surgen el Banco de Importación y Exportación, la Compañía de Reserva de Caucho y la Compañía de
Reserva de Metales.
EEUU pasará a ser un importante importador de productos latinoamericanos, estableciendo acuerdos y cuotas de
importación para los productos tanto estratégicos – luego de que Japón rompiera la circulación en el Pacífico –, y no
estratégicos, como por ejemplo la CIAC (Convención Interamericana del Café). También aumentará la inversión en la
producción de bienes estratégicos en la zona. Su objetivo era estar bien abastecido de estos materiales durante la
guerra. Dice la autora, “La generosidad estadounidense no se hizo extensiva a los productos de zona templada del
Cono Sur, que siguieron atados sobre todo al mercado británico”.
A partir de entonces, se hizo más notorio el crecimiento de las relaciones comerciales entre los mismos países
latinoamericanos. Incluso hubo intentos de crear mercados comunes entre los países del Cono Sur.
No obstante el volumen de exportaciones para los países grandes no se recuperó al mismo nivel de preguerra
(Argentina, Brasil y Chile); en cambio países como Bolivia y Venezuela si incrementaron sus niveles de exportación de
estaño y petróleo. El valor de las exportaciones creció por el aumento de precios y la inflación del dólar, pero
también lo hicieron el precio de importación y el costo de vida. No hubo un aliento al consumo importante a través
del mercado de exportación.
Uno de los cambios ahora sí ya notables es el desarrollo industrial. Por tres razones: 1) la disminución del volumen
de importaciones en conjunto con una etapa previa de recuperación de la importación de bienes industriales que
permitió mantener la capacidad productiva; 2) el aumento del comercio internacional, que abrió nuevas plazas de
colocación de productos latinoamericanos, incluso en otros países que antes dependían de Europa (Sudáfrica); y 3) el
surgimiento de industrias que no dependían de la demanda de los consumidores individuales, y que en cambio
encontraban sus compradores en los sectores productivos y en el propio Estado (por ejemplo la empresa siderúrgica
Volta Redonda, de Brasil, financiada en parte por EEUU).
También se termina de afirmar una tendencia que ya venía de años anteriores que fue la intervención del Estado en
la economía: actuó regulando precios, estableciendo cuotas de importación de divisas, permisos de importación y
como inversor en la infraestructura y las obras públicas. Además fue importante su rol en la expropiación de bienes y
empresas alemanas, una vez iniciado el conflicto. Esto ocurrió especialmente en los países de América Central (como
México, Honduras y Guatemala) y en Brasil.
Uno de los sectores industriales que más crece es el sector no sustituible, en las ramas de la construcción, los
transportes, los servicios públicos, incluso crecieron más rápido que el crecimiento demográfico en sí. Es importante
tener en cuenta, que dicho despegue se produce en un contexto donde estas actividades no habían tenido un gran
impacto aún (recuerden que deben pensar más allá de las fronteras de Argentina, y de la zona pampeana de nuestro
país, donde muchos países sufrieron un cambio importante en la distribución de la población de rural a urbana).
En cambio, no va a aumentar la producción de la agricultura, lo cual tendrá consecuencias en el período de
posguerra y durante la Guerra Fría (no – elasticidad). Esto implica que en el aumento del PBI nacional crece la
participación que corresponde a la industria como un nuevo factor relevante.

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Historia Americana Siglo XX – CLASE 3
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La guerra supuso la transición final del modelo de crecimiento hacia afuera, por el
modelo de crecimiento hacia adentro, basado en la ISI. Esto implicó el debilitamiento
progresivo del nexo entre el sector externo y el desempeño económico agregado,
conforme el cambio estructural aumentaba la importancia de los sectores no
exportadores y desviaba la composición de la producción industrial hacia los bienes
intermedios y de capital.

Dice Thorp, “¿Qué significó entonces la IIGM para el proceso de transición económica? Ante todo, después
de la IGM y la depresión de 1929, representó otro golpe para el modelo basado en la exportación, que esta
vez dejaba patente su vulnerabilidad a la disponibilidad de importaciones y de transporte y a la
inestabilidad de los mercados de productos primarios a los conflictos políticos mundiales. Cabe ver estos
golpes acumulativamente: el resultado del último golpe fue que los países más grandes del continente
estuvieron por fin preparados para responder a la creciente sensación de la necesidad de una fuente
endógena de dinamismo”.
“Sin embargo, lo que es paradójico sobre este impacto externo y contribuye a explicar la ambigüedad de la
subsiguiente evolución de la política, es que no aumentó la autonomía latinoamericana; por el contrario,
como hemos visto, fue acompañada por un crecimiento abrumador de la influencia de EEUU, a medida que
este país intentaba salvaguardar los suministros existentes e impulsar el desarrollo de nuevos recursos
esenciales”. (Thorp; 54).
Y complementariamente citemos a Bulmer Thomas, quién nos dice “Sin embargo, la industria se desarrolló
sobre cimientos frágiles. Debido a la escasez de capital y financiamiento, las nuevas empresas solían ser
más pequeñas que sus predecesoras. La incapacidad de explotar economías de escala casi no importaba en
los años en que la competencia internacional había sido anulada por la escasez de importaciones, pero era
una base muy apropiada para lanzar un programa de industrialización en tiempos de paz. Demasiadas de
las nuevas empresas – incluyendo el gran número de las que se establecieron durante los treinta – sólo
prosperaron gracias a las condiciones artificiales posibles por la alta protección, las restricciones a la
importación y los subsidios estatales indirectos.” (p. 279).
Esta última cita nos deja entrever entonces que si bien el cambio hacia la ISI fue aceptado, no fue planificado, sino
más bien adaptado a las circunstancias que se fueron produciendo. La planificación del modelo ocurrirá ya en los
años ’50 y ’60 con el desarrollismo y la aceptación de la incorporación del capital extranjera como fuente de
transformación.

Inflación, excedentes comerciales y política fiscal


La deflación de precios de los ’30, durante la guerra fue reemplaza por la inflación. En los países desarrollados, la
vuelta a la paz, permitió reducir notablemente los niveles de inflación. No va a ocurrir lo mismo en AL, donde
permanecerá como un rasgo permanente, en especial en algunas economías como la argentina. En primer lugar,
durante la guerra si bien no crece el volumen de las exportaciones, si lo hace su precio. En aquellos países que
exportaban productos que también eran de consumo local (Argentina) esto generó un fuerte aumento del costo de
vida.
También aumentó el precio de las importaciones, debido a la inflación en EEUU y la escasez de navíos. Además hubo
importantes diferencias en los precios pagados de acuerdo a las distancias de los centros manufactureros. Esto
generó importantes cuotas de ganancia para quienes lograran cuotas de importación en aquellas épocas.
Para BT mientras en la décadas previas, la inflación estuvo ligada a situaciones políticas (guerras entre países,
guerras civiles), durante la IIGM fue producto de la abundancia de divisas, ya que el excedente comercial era
producto de un crecimiento de precios mayor en las exportaciones que en las importaciones, a lo que se sumó la
entrada de capital de EEUU para las inversiones directas, el gasto militar y la infraestructura social.

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En consecuencia creció notablemente la cantidad de activos extranjeros. El caso emblemático es el de Argentina


cuyas divisas en libras esterlinas estaban bloqueadas en Londres, ya que durante la guerra la libra fue inconvertible.
Las políticas fiscales de la época generaron también las presiones, que actuó sobre la inflación. En principio se vieron
nuevamente reducidos los ingresos fiscales de derechos a las importaciones, debido a un descenso de la base fiscal
(volumen de importaciones). Los gobiernos recurrieron a otros medios para aumentar sus ingresos. En principio los
impuestos directos (si bien éstos eran una novedad en la mayoría de los países de AL). Éstos no provocaban aumento
de precios y reducían el ingreso disponible y el poder adquisitivo, haciendo que demanda y oferta sean más
equilibradas. En casos como Brasil (Vargas recurre durante el Estado Novo a los impuestos directos, para evitar los
gravámenes sobre la importaciones intermedias y de bienes de capital), esta política fue positiva. Pero en general
siendo la base fiscal de este impuesto muy pequeña (era reducida la cantidad de personas y empresas en
condiciones de pagarlo), los gobiernos recurrieron a otros mecanismos: operaciones de sistemas de cambio múltiple
(comprar a los exportadores dólares a valor oficial bajo y usar para pagar a importadores a valores libres altos; esto
provocó inflación; el otro elemento fueron los impuestos indirectos a los bienes de consumo, que si bien
aumentaron los ingresos fiscales , también elevaron el costo de vida.
A esto se suma la falta de control sobre los gastos gubernamentales. Así aumenta la demanda y en un círculo vicioso
genera más inflación. Se aumenta el gasto público en infraestructura, en obra pública, como medida contracíclica
(Colombia) o también como respuesta a las necesidades de la industria, para aumentar la oferta interna. También se
elevó el gasto militar, y en consonancia con las modificaciones políticas de los años de guerra (la alianza entre EEUU
y la URSS, fortaleció el lugar de partidos comunistas y sindicatos) se aplicaron legislaciones laborales y progresistas
que mejoraron los programas de seguridad social. Aumenta entonces el gasto social que impacta favorablemente en
las poblaciones urbanas. Como consecuencia de este aumento del gasto público por encima de sus ingresos, fue el
déficit presupuestario (algunos países pudieron hacerle frente a través de la emisión de bonos, Argentina), pero en
general todos dependieron de los préstamos de sus bancos centrales o de los préstamos extranjeros. El efecto fue
un aumento del circulante, que en general fue de origen interno. Esto llevó a un aumento del costo de vida.
Para limitar la inflación de precios se recurrió al control estatal de precios, que tuvo resultados de contención. Otra
medida fue la revaluación de las monedas. Pero salvo Uruguay, en AL los países se negaron a llevarla a cabo, pese a
la acumulación de reservas de divisas, tampoco querían aumentar la tasa de descuento de los bancos centrales, para
tratar de frenar el aumento de activo monetario de los bancos. Esto supone una política monetaria pasiva y
acomodaticia.
El exceso de poder adquisitivo afectó los activos, así como los bienes y servicios. El crecimiento urbano de la época
(en parte producto del tránsito de las economías rurales y agrícolas, a industriales y urbanas, o más diversas por lo
menos), también aumentó el valor de terrenos e inmuebles en las ciudades.
Por último, la inflación también afectó la distribución del ingreso. Sólo un pequeño número de asalariados pudo
proteger sus ganancias reales contra los estragos de la inflación. Entre estos grupos estaban los miembros de la FFAA
y algunos sectores obreros. Pero en general, el aumento del costo de vida afectó a todos y generó una fuerte
inquietud social en los últimos meses de la guerra, e incluso mucho después de ella.

El dilema de la posguerra, 1945-1950


El primer efecto de la paz fue la contracción del mercado interamericano. EEUU redujo sus cuotas de importación de
productos de AL al recuperar el control sobre las antiguas zonas de abastecimiento. Volvió a su confianza en el libre
mercado expuesto en la Conferencia Panamericana de Chapultepec (México, 1945), eliminando todos los acuerdos
comerciales, incluso el CIAC. El objetivo de EEUU era la reconstrucción de Europa, hacia dónde fueron los préstamos
públicos, mientras que para AL se pensaba en la inversión privada.

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La nueva afluencia de bienes europeos y norteamericanos desplazó a los productos latinoamericanos de otras
naciones latinoamericanas. La sobrevaluación de las monedas locales y las tasas de inflación, impidieron compensar
la falta de calidad con un precio más bajo de estos productos.
Aumentan las exportaciones a Europa, pero hubo dificultades en un comienzo por la falta de recursos en la misma
Europa. Esto cambia con el Plan Marshall (1947) y la Guerra Fría. Europa recibirá durante cuatro años ayuda
financiera de EEUU a cambio de elevar la productividad y rebajar las barreras aduaneras y la inflación. El crecimiento
de las exportaciones en los primeros años de posguerra fue modesto en general, bueno para algunos países como
Brasil y Venezuela. Si bien se dio un notable aumento de precios de los bienes que generó unos TNIC (Términos
Netos de Intercambio Comercial) favorables para AL, que continuó por la Guerra de Corea (1950 – 1954), y que llevó
a la acumulación de bienes estratégicos, esas mejoras no llegaron a todos los países. Uno de los que no recibió ese
punto positivo fue Argentina.
El crecimiento de la exportación generó abundancia de divisas. El problema que se presentó fue como gastar los
balances acumulados antes de que perdieran valor por la inflación. Había dos opciones: 1) emplearlo para pagar la
deuda (pública) externa contraída anteriormente, esto se convirtió en una condición para recibir nuevamente capital
extranjero público o privado; 2) emplearlas para nacionalizar empresas extranjeras. En el caso de México se las
utilizó para indemnizar a las compañías extranjeras por la expropiación de 1938 de los ferrocarriles y del petróleo (la
disponibilidad de divisas en el exterior fue uno de los factores que favoreció el nacionalismo de la época del
gobierno populista de Lázaro Cárdenas en detrimento del capital extranjero).
Las divisas igual disminuyen por las importaciones, que crecen de un modo notable inmediatamente después de la
guerra, tanto en bienes de consumo, como intermedios y de capital, o también otras materias primas para las
industrias en desarrollo. No obstante, ese aumento fue desmedido, de un 75%, valor altísimo que no era esperado
por los gobiernos de la época. Nuevamente, esto llevará a decidirse por seguir con el modelo de crecimiento hacia
adentro, y por imponer restricciones a las importaciones. Otros factores no económicos y no económicos que llevan
a este cambio a favor de la industria y en detrimento de las exportaciones se encuentran:
 el nacionalismo, que no fue reducido, debido a que las posibilidades de un comercio más igualitario con
EEUU no parecían probables. Según Thorp también se debatió en la época el rol empresarial del Estado y su
intervención en la economía. Se lo consideraba como un factor necesario, pero los empresarios temían a su
lugar de empresario. Tanto en Brasil (Petrobras), como en México y Chile, surgieron instituciones
controladas por el Estado para la promoción industrial. Esto provocará un incremento de las relaciones
empresariales estatales “clientelares” en todas las economías industrializadas de AL, como forma de
reconciliar la necesidad y el miedo al Estado. Según Sanford Mosk, “Es verdad que los empresarios adjudican
al gobierno un papel prominente, pero desean que el gobierno adopte decisiones sobre la base de
información y consejos dados por los grupos de interés industriales. Lo que proponen es más bien la
intervención empresarial en el gobierno que la intervención gubernamental en la empresa”. (p. 64, negrita
mía).
 el pesimismo generalizado respecto a la posibilidad de recuperación de las exportaciones a los niveles de
preguerra, también considerado por la CEPAL (1948). En la “tesis Presbich” las economías latinoamericanas
no respondían “automáticamente” a la señal del precio de los términos de intercambio, debido a las
“rigideces estructurales” – imperfecciones del mercado enraizadas en las deficiencias estructurales y en las
instituciones y los sistemas y valores políticos y sociales. Las economías latinoamericanas, por tanto,
requerían una promoción deliberada del gobierno a la industrialización. Para lograrlo y buscar
independencia respecto a las exportaciones, no se pensó que sería contradictorio recurrir a la inversión de
capital extranjero. Ellos esperaban capital público que no llegó, y tuvieron que aceptar el privado, en forma
directa. Entonces fue necesario un ajuste entre el capital estatal, el nacional y el extranjero. Otro factor clave
para favorecer la entrada de las inversiones era definir la situación de la fuerza laboral. Las tendencias

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militantes surgidas durante y después de la guerra tenían que ser “controladas” en pro de una adecuada
confianza empresarial. (Thorp, p 61-62).
 la escasez de divisas. Para Bulmer Thomas esta es la razón más importante. Ahora bien para resolver esto, se
recurrió al capital extranjero. En principio se esperaba el público de EEUU (como el Plan Marshal), pero luego
se liberalizó a todos los capitales. En general se benefició al extranjero, por encima del nacional.
Algunos países adoptaron directamente el modelo basado en la industrialización y el desarrollo del mercado interno
(Argentina, Brasil, Chile, Uruguay)1; otros en cambio combinaron el desarrollo industrial sin dejar de lado la
promoción de las exportaciones (Colombia, México); otros países optaron por una diversificación de sus
exportaciones (Bolivia, Paraguay, Perú; y también algunas repúblicas de América Central). Además de cuotas de
importación también se establecieron tipos de cambio discriminados de acuerdo al tipo de bienes de importación.
Estas medidas se terminan de establecer en casi toda AL hacia los ’60 cuando se habían terminado las posibilidades
de una guerra. Todos los países se vuelcan al desarrollo de la industria y de un modelo de crecimiento hacia adentro.
Esta política supuso una discriminación hacia las exportaciones. No obstante, en México se produce un desarrollo
agrícola auxiliado por la expansión de tierras de regadío a consecuencia de las inversiones de los años ’30. Pero este
desarrollo se concentró en zonas con importante desarrollo infraestructural y precios garantizados por el gobierno
para que los grandes terratenientes salieran adelante. Se invirtió en diversas variedades de trigo que era el producto
exportable. Por lo tanto, los pequeños y medianos cultivadores de maíz para el mercado interno no recibieron
importantes beneficios de este desarrollo.
En Argentina, el IAPI fue la herramienta estatal para reorientar ingresos del sector agrícola exportador a la industria.
Pero esta política no fue favorable, incluso cuando se intentó mejorar los precios hacia los ’50 los agricultores no
confiaban y el impacto inflacionario llevó a justificar su desconfianza. En definitiva se produjo un retroceso en la
inversión en el sector en esta época.
En cuanto a la distribución de la renta, hubo cierta redistribución favorable en Argentina a favor del trabajo, pero no
en general en el resto de AL.

El nuevo orden económico mundial: 1951-1954


Para EEUU era necesario algunos ajustes para reconstruir la economía internacional: eliminar las medidas
proteccionistas y las intervenciones del Estado producidas desde los ’30 y con más fuerza durante la guerra y
también reducir la inflación.
Los acuerdos de Bretton Woods (1944), la creación del FMI y del BIRD (Banco Internacional para la Reconstrucción y
Desarrollo, o Banco Mundial), bajo los auspicios de la ONU, fueron las entidades creadas para dar forma,
organización y estabilidad al nuevo orden económico internacional surgido tras la guerra. Las metas de estas
entidades estaban puestas en supervisar las correcciones de las balanzas de pagos; generar mecanismos para lograr
la estabilidad cambiara; crear instrumentos que favorecieran las afluencias de capital y lograr la eliminación de las
barreras al comercio internacional. Se restauró un patrón “cambio oro” en el que las monedas convertibles (en la
práctica el dólar) eran aceptadas como parte de las divisas. En ellas la posición de EEUU fue dominante dado su lugar
de gran taller del mundo y principal acreedor internacional.
Los países de AL consideraron que esto facilitaría la obtención de bienes que permitiría evitar los fuertes ajustes del
gasto en los casos en que las balanzas comerciales sufrieran una sacudida externa, y también evitar el

1 Thorp se va a referir al proceso de industrialización en los distintos países latinoamericanos, marcados mantenimientos del
modelo de exportación (Am. Central, Venezuela, Ecuador, Perú, Bolivia). Es muy interesante el análisis que plantea para el caso
de Argentina que se podría sintetizar en discriminación hacia las exportaciones en un contexto de crecimiento reducido, fuerte
apoyo a las industrias justo cuando caen las exportaciones hacia otros países latinoamericanos, y fuerte presiones y negativas de
EEUU frente a las características políticas del gobierno de Perón, a lo que se sumó el bloqueo de las divisas en Londres. Todo esto
generó una disminución de la producción tanto en la industria como en la agricultura. El problema con el capital extranjero, tendrá
que ver con la caída de Perón, pero igual no se resolverá favorablemente a este sino hasta el gobierno de Frondizi, en 1958.
(Confr. Thorp, pp. 67 a 78).
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mantenimiento de grandes reservas de divisas extranjeras (con tasas de interés negativas). Una organización
internacional suponía también reducir la dependencia del capital estadounidense. Sin embargo, tanto el FMI como el
BM, con poder de voto determinado por la propiedad accionaria, dieron prioridad a Europa. AL tuvo que buscar en el
capital privado de EEUU antes que en el capital oficial. Entonces su atención pasó a concentrarse en cuestiones de
comercio internacional. Pero si bien el gobierno de EEUU no impidió la inversión de sus compañías en la producción
de manufacturas en el extranjero, AL más allá de algunas producciones estratégicas en especial durante la Guerra de
Corea, no constituía un punto central de interés en términos económicos o políticos (Thorp, p. 58).
El primer paso para una Organización Internacional de Comercio fue el GATT (Acuerdo General sobre Aranceles y
Comercio) y más tarde la Conferencia de La Habana (1947-48). Pero este intento de lograr acuerdos sobre el
comercio internacional que favoreciera a los países en desarrollo y también a la comercialización de bienes
primarios, pronto fue dejado de lado. En cambio si servirá para eliminar las barreras arancelarias del comercio de
manufacturas. Esto también fue otra razón para buscar el crecimiento hacia adentro.
Se da un resultado paradójico, porque mientras en AL descree de las posibilidades de desarrollo a través del
comercio internacional y se da un relativo aislacionismo, el mundo entra en su gran espiral de crecimiento basado
en el comercio internacional (1948 – 1973). El GATT favoreció a los países miembros más desarrollados. Además el
Plan Marshall permitió la recuperación de Europa que volvió a exportar bienes. Tanto Europa Occidental como los
miembros de la URSS buscaron formas de integración aduanera regional (se trata de la Comunidad Económica
Europea y el Consejo de Asistencia Económica Mutua de la URSS, o COMECON). En esta época el comercio mundial
crece notablemente, y sobre todo entre los países desarrollados. La comercialización de los productos primarios
también creció y permitió a los países en desarrollo obtener algunas ventajas de este gran crecimiento.
Pero en general, AL quedó divorciada tanto de la comercialización de productos primarios, como de la importación
de bienes manufacturados. Pero esto también se debió a la falta de diversificación de las exportaciones, a la caída
de los precios de los productos primarios en comparación con los manufacturados, por la protección a la
agricultura en los países desarrollados y la discriminación de las potencias europeas a favor de sus ex colonias.
Para finalizar BT señala que el comercio internacional generaba ganancias para aquellos que diversificaran sus
exportaciones en especial hacia las manufacturas (como lo hicieron los países del sudeste asiático), o también
México con sus exportaciones de productos textiles, hacia los ’60.
Finaliza diciendo que tanto en los ’20 como a mediados de los ’40, el mercado había sido una guía engañosa para la
asignación de recursos; los políticos llenaban los vacíos e intervenían para desviar los precios relativos en la dirección
deseada. El argumento a favor del crecimiento hacia adentro fue creíble en los ’40 pero era menos verosímil en los
’50 y menos aún en los ’60. “AL pagó muy caro no haberse adaptado más rápido”.
“Cuando estuvo claro que el capital público extranjero no llegaría en cantidades apreciables, y que las ventajas de
complacer a EEUU con una postura de libre comercio eran insignificantes, la política se consolidó con una
desafortunada mezcla de la postura de restructuración económica y la liberal (industrialización con apoyo de capital
extranjero privado, que fue atraído por un mercado interno protegido (intervención estatal) y por una legislación
favorable. La eficiencia se convirtió en un factor totalmente subordinado a la necesidad de crear oportunidades
significativas de ganancia a corto plazo. La insistencia de la época bélica en las industrias básicas desapareció ante el
auge del interés en la producción local de bienes de consumo duradero, que llevó una aumento del gasto en
tecnología importada inapropiada y grandes necesidades de importación.”
Thorp finaliza diciendo que “parte de las tensiones y fragilidades del modelo se resolvieron hacia fines de los ’50, con
cierta racionalización y la disminución en los complejos controles comerciales, con una reducción del sesgo
antiexportador y con una aceptación completa del capital extranjero privado. Lo lejos que estaba esto de ser una
solución real quedaría encubierto, de hecho, por el crecimiento en el mercado mundial durante el auge de los años
sesenta, e incluso por el crecimiento de la disponibilidad de los préstamos extranjeros durante los ’70. Finalmente, sin
embargo, las tensiones se hicieron abrumadoras, cuando las implicaciones en el sistema fiscal y en la balanza de pagos
del modelo subyacente se hicieron evidentes”. (ambas citas, p. 82).

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¿Era viable el desarrollo del modelo de crecimiento hacia adentro en una época en
que el mundo volvía a abrirse? La falta de capitales públicos destinados a producir
para el mercado interno, fue suplida con capital extranjero que en general se ubicó
sobre las actividades industriales más rentables. Para estos autores la falta de apoyo
y las presiones sobre el sector exportador fue contraproducente al momento de
generar divisas que pudieran ser reinvertidas en la industrialización. De este modo, la
industrialización en América Latina quedó trunca ya que esta no pudo competir con
sus productos a escala internacional.
Así, podríamos concluir entonces con la idea de Ansaldi y Giordano, que ISI al utilizar
todas las estructuras previas fue una industrialización, pero no una “revolución
industrial”.

ÚLTIMA PARTE: La crisis de la ISI y el impacto de las políticas neoliberales


Durante la década del ’60, al calor de la Alianza para el Progreso, proyecto impulsado por el gobierno de EEUU de J.F.
Kennedy, que suponía el aporte de capital norteamericano para el desarrollo de la región, América Latina entró en la
última etapa de crecimiento de la industrialización. Pese a las “buenas intenciones” de Kennedy, detrás de las cuales
se encontraba un fuerte temor al avance de la revolución y del comunismo, los créditos entregados por el capital
norteamericano, no hicieron más que reforzar la situación de endeudamiento y dependencia. Los mercados internos
de nuestros países no solo no crecieron, sino que comenzaron a verse cada vez más fragmentados y excluyentes. En
ese marco de gran apertura y liberalización de los mercados internacionales, los estados que intervenían en la
economía (con medidas redistributivas) fueron fuertemente cuestionados y comenzaron a desmantelarse poco a
poco.
Más allá de su orientación hacia el comercio exterior, o hacia el mercado interno, dice Bulmer Thomas, durante los
’60 “Ambos grupos tenían algo en común: una distribución desigual del ingreso y la riqueza. Heredada del período
anterior, la distribución del ingreso no mejoró demasiado, y en algunos casos hasta se deterioró. Nuevas fuentes de
datos, tanto sobre el ingreso como sobre la concentración de la riqueza, revelaron lo que muchos siempre habían
creído: que la desigualdad era más marcada en América Latina que en otras partes del mundo. La incapacidad de los
deciles inferiores para servir de mercado efectivo a muchos bienes y servicios fue vista por algunos como un
obstáculo a todo nuevo desarrollo y crecimiento, pero la mayoría de los intentos por mejorar la distribución del
ingreso y la riqueza resultaron vanos. Sólo Cuba, después de adoptar una política socialista revolucionaria a partir de
1958, experimentó una gran modificación de la participación de los más pobres en el ingreso, aunque el precio que
tuvo que pagar no fue bajo: el estancamiento del consumo real per cápita y un enfrentamiento con EEUU” (2010;
310).
Dadas estas condiciones, la conflictividad social aumentó, y la solución no fue la búsqueda de consenso y políticas
redistributivas, sino la adopción de medidas represivas, en el marco de gobiernos dictatoriales, fuertemente
alentados por la Doctrina de la Seguridad Nacional en el marco de la Guerra Fría. Animados por las ideas de los
economistas del modelo neoliberal como Friedrich Hayeck, Milton Friedman, Ludwing von Miser y Gerhard Ritter,
adoptaron medidas liberalizantes, en particular se liberalizaron las importaciones y las actividades financieras. El
nuevo modelo de acumulación de capital se acentuó en el papel subsidiario del Estado, limitado a la condición de
garante de la libertad del mercado. El estado se volvió burocrático-autoritario y paulatinamente se fue
desprendiendo de empresas por medio de las privatizaciones.
Esto se conoció como un ajuste estructural que lejos de favorecer a la mayoría de la población, significó una nueva
vuelta de la desigualdad social, la fragmentación y la exclusión.
Al reducirse las actividades productivas internas, nuevamente se redujeron los ingresos del estado, que en
consecuencia debió reducir sus inversiones en materia social: educación y salud. Sin embargo, dado el avance del
capital internacional de tipo especulativo, los gobiernos mantuvieron el pago de las deudas externas.
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A nivel internacional, el fin de los acuerdos de Bretton Woods (1944-1971) en 1971, en especial el fin de la
convertibilidad del dólar en oro, y la crisis del petróleo entre 1973 y 1979 (que elevó fuertemente los precios del
mismo), nuevamente demostraron la dependencia de la economía de AL en relación al mercado y las instituciones
internacionales (el FMI, el Banco Mundial).
Los años ’80 estuvieron marcados por las crisis de la deuda. México se convirtió en el país de mayor notabilidad en la
relación entre capital extranjero – deuda – impacto recesivo sobre la economía y la poblaciones. Tanto en ese país,
como en otros países latinoamericanos, se recurrió al endeudamiento para financiar el desarrollo de ciertas
actividades productivas, en el caso mejicano, en la industria petrolera. Sin embargo, las metas no fueron alcanzadas
y esas deudas no pudieron pagarse. Entonces, se recurre nuevamente al financiamiento externo para pagar las
deudas contraídas, y por ende, se acrecientan las deudas. El perfil de la deuda externa de América Latina, es de los
más negativos del tercer mundo, y ha significado que cada vez más los ingresos (magros) de las exportaciones se
utilicen para pagar la deuda externa.
Durante toda la década se suceden distintos planes para fijar responsabilidades a acreedores y deudores (Plan Baker,
1985; Plan Brady, 1989), pero los resultados fueron muy, muy reducidos. En conjunto entre 1980 y 2000 la duda en
América Latina se triplicó. La devaluación de las monedas y la reducción del gasto público han sido los métodos
generalizados para reducir los desequilibrios, mantener las ganancias del sector externo – a costa de los mercados
internos y de la población en general – y el pago de las deudas externas. En los ’90, al calor de la aplicación de un
importante paquete de medidas neoliberales, los índices macroeconómicos mostraron ciertas mejoras (reducción de
la inflación, PBI en crecimiento), pero el impacto del efecto Tequila, dejo a las economías latinoamericanas sin
recursos financieros internacionales. Las medidas, podríamos decir que arbitrarias, tomadas por el gobierno de
México, generó una fuertísima desconfianza hacia la región, y los capitales comenzaron a retirarse. Con ello también
se demostró que América Latina había entrado en la globalización de un modo negativo.
Ni gobiernos, ni instituciones económicas internacionales son capaces de asumir las culpas respectivas y reducir el
impacto de los capitales financieros especulativos a nivel internacional. Entre 2003 y 2007, en parte por el auge de
los comodities, en algunos países, como Argentina, Venezuela y Brasil, se toman algunas medidas que retrotraen las
reformas neoliberales de la época anterior, recuperando el rol del Estado en materia social, buscando formas para
reducir los niveles de pobreza y el desempleo y mejorar la distribución del ingreso. Pero hacia mediados de la
década de 2010, no se visualizaba en el horizonte cercano que las economías de América Latina se estuvieran
encauzando en una situación de transformación y avance hacia un desarrollo integral y sostenible.
La década de 2010 se cerró con el ralentamiento del crecimiento por el boom de las comodities, en conjunto con el
retorno de gobiernos de nuevo corte neoliberal, de forma más o menos legal, y una política exterior de EEUU hacia
la región poco colaborativa. A ello se sumó el impacto de la pandemia desde el 2020. En este contexto, la
industrialización latinoamericana quedó trunca y aunque con pequeños ejemplos de actividades industriales que han
podido insertarse en la economía mundial, la capacidad de absorción de mano de obra de estas empresas está lejos
de los niveles alcanzados en la década del ’40 y ’50. La dependencia de las actividades primarias sigue siendo
fundamental y el rol del Estado no puede obviarse en esta situación, en especial cuando el 70% de la producción
industrial se encuentra en manos de empresas transnacionales.
En pocas palabras…

Desde la década del ’70 hasta el 2003, la región se vio envuelta en un ciclo de
reducción de la capacidad estatal de intervenir en la economía, liberalización de los
mercados internos para el capital internacional (no productivo y especulativo),
incremento del peso de las deudas externas en relación a sus PBI. Si bajo el modelo
primario exportador, los recursos permitieron la expansión a nivel interno y su
aplicación para el desarrollo industrial, en las últimas décadas la mayor parte de las
ganancias del sector se transfieren para el pago de las deudas externas. En el camino,
la fragmentación y desigualdad social parecen no tener límites.
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Antes de terminar (¡¡si es que ya no murieron delante de sus escritorios!!), les dejo este video en el que sintetizo
muchísimo las ideas principales de casi un siglo de historia económica. No obstante, la idea de que miren este video
es sobre todo porque explico cómo utilizar la herramienta de edición de diapositivas y presentaciones, Genially, que
en la actividad obligatoria deberán utilizar para sintetizar las transformaciones económicas de esta última etapa.
Tienen muchas imperfecciones, tanto desde el contenido, como de los ruidos de fondo. Espero que puedan
disculparme por esas fallas.
Enlace a la presentación realizada con Genially: https://view.genial.ly/5efa5747c9db760d89ed7e82/interactive-image-el-paso-de-
la-economia-de-mercado-interno-hacia-la-globalizacion-en-america-latina

Enlace a video: https://youtu.be/u4YQTDvSiv4

Actividad obligatoria: Realización de presentación interactiva en forma grupal


A fin de ampliar los conocimientos vinculados con la última etapa de la economía regional, la propuesta de trabajo
consiste en la realización en grupos de hasta 5 personas, de una presentación interactiva utilizando plataformas de
edición online, como Genially o similares (también pueden utilizar Padlet si les gusta o les parece más cómoda).
El contenido de dicha presentación debe ser sobre las transformaciones económicas vividas por la región desde 1960
en adelante. Para ello utilizarán como material bibliográfico fundamental los apartados de Ansaldi y Giordano (2012;
661-676). Se sugiere enriquecer la presentación con fotografías vinculadas con los procesos económicos o también
de tipo ilustrativo, caricaturescas (tipo cómic), o videos cortos, y no sobrepasar la cantidad de 6 o 7 diapositivas.
Pueden o no incluir audio en su presentación.
En el aula virtual, encontrarán un espacio para subir los archivos o enlaces de las actividades de la clase 2 (anterior) y
de esta clase.
Fecha de presentación de la actividad de la clase 2 (esquema o red conceptual sobre textos de Olivier Dabene): lunes
21 de junio.
Fecha de presentación de la actividad de la clase 3: lunes 5 de julio

Bibliografía obligatoria y a esquematizar:


 ANSALDI, W. y Giordano, V. (2012), América Latina, La construcción del orden. Tomo II: De las Sociedades
de masas a las sociedades en procesos de reestructuración. Buenos Aires, Ariel. Apartado titulado: Crisis de
la Industrialización por Sustitución de Importaciones (ISI), crisis de la deuda e implantación de un
nuevo modelo económico.
Enlace al apartado: https://drive.google.com/file/d/1ZGvQnu4-uFaF-cWrDmUrS-neePJBY86g/view?
usp=sharing (En este enlace aparecen otra selección de fragmentos que utilizaremos en la clase 4, por ahora, solo
tienen que trabajar con las páginas indicadas).
Bibliografía para ampliar y profundizar sobre esta etapa (muy recomendada, pero no imprescindible, permite
profundizar en varios aspectos que la bibliografía obligatoria no se explaya):
BULMER – THOMAS, V. (2010), La historia económica de América Latina desde la Independencia. Buenos Aires.
Fondo de Cultura Económica. Caps. IX, X, XI y XII. Enlace:
http://www.iunma.edu.ar/doc/MB/lic_historia_mat_bibliografico/Historia%20Latinoamericana%20II/Unidad%203/Bulmer
%20La_Historia_economica_de_America_Latina.pdf
Recursos bibliográficos
Otras lectura obligatorias:

 ANSALDI, W. y Giordano, V. (2012), América Latina, La construcción del orden. Tomo I: De la Colonia a la
disolución de la dominación oligárquica. Buenos Aires, Ariel. Pp. 627 - 661. Enlace de descarga:

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https://drive.google.com/file/d/1cMQHQm34P5XBOBmK8G7hn5vxTG_5e9UV/view?usp=sharing
 ANSALDI, W. y Giordano, V. (2012), América Latina, La construcción del orden. Tomo II: De las Sociedades de
masas a las sociedades en procesos de reestructuración. Buenos Aires, Ariel. Apartado titulado: La crisis del
modelo primario exportador y la ampliación de la industrialización sustitutiva de importaciones. pp. 226 a
239. Enlace de descarga ya indicado en la actividad obligatoria.

Para la realización de esta clase se utilizaron los siguientes materiales bibliográficos, que se sugieren como lecturas
optativas, de refuerzo o ampliatorias:
 BULMER – THOMAS, V. (2010), La historia económica de América Latina desde la Independencia. Buenos Aires.
Fondo de Cultura Económica.
 THORP, Rosemary, “Las economías latinoamericanas 1939 – c.1950” en Bethell, L. (1997), Historia de América
Latina, Tomo 11, Barcelona, Crítica. Capítulo 2, pp. 47 – 82.

Clase sincrónica: La/s Teoría/s de la dependencia

En la clase sincrónica 3 nos referimos a dicho contenido. Para ello se establece lectura obligatoria, los capítulos III, V
y VI del libro:
CARDOZO, Fernando y E. Faletto (2003). Dependencia y desarrollo en América Latina: ensayo de interpretación
sociológica. Buenos Aires, Siglo XXI Editores. Enlace de descarga:
https://drive.google.com/file/d/17GQK9JcAqtSO2lXYcuMx7XIvZMzqM5kI/view?usp=sharing

Lectura ampliatoria optativa:


BEIGEL, F. (2006), Vida, muerte y resurrección de las teorías de la dependencia. En VVAA. Crítica y teoría en el
pensamiento social latinoamericano. Bs. As.: CLACSO, PP. 307 – 321. https://drive.google.com/file/d/18HtgVsz-
ykkLt9uU2sS7M59y53JahT6e/view?usp=sharing

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