Está en la página 1de 4

La diversidad bajo sospecha

Me gustaría comentar un texto con el cual me reencontré hace unos días, escrito por Carlos Skliar y Silvia Duschatsky, “La
diversidad bajo sospecha”, en el cual ambos autores reflexionan sobre los diferentes discursos sobre la alteridad y sus
implicancias en la educación.

Nombran tres formas en que estos discursos han tenido lugar en el pensamiento moderno y posmoderno, correlacionándolos
en el sistema educativo. Los invito a leerlos y a reflexionar críticamente cuántas de estas representaciones conviven o
coexisten en nosotros, en la actualidad.

1- El “otro” como fuente de todo mal: La modernidad construyó estrategias para regular y controlar la diferencia:
delimitando las perturbaciones, demonizando al distinto, estereotipándolo. El otro, diferente es depositario de todos los
males, el que se equivoca, el que tiene las “fallas sociales”. Hay una regulación y control de la mirada que define quiénes
somos nosotros y quiénes son “los otros”. Necesitamos al otro porque de ese modo podemos justificar quiénes somos,
nuestras leyes, las reglas, la ética, la moral y hasta la estética. Porque si existe “el otro” podemos nombrar la barbarie, la
herejía, la mendicidad y dicen, los autores, no ser nosotros mismos los mendigos, los bárbaros, los herejes. Se homogeneiza la
cultura, y se las piensa como libres de diferencias. Y acerco esta frase que lo expresa tan claramente: “lo negativo es aquello
que irrumpe para dislocar la aparente normalidad”. 

En educación este mito impacta en la búsqueda de “normalizar”, homogeneizar los grupos de alumnos, construyendo una
lógica binaria: lo deseable es lo legítimo y del otro lado, lo ilegítimo, lo “anormal”. Así se pretendió eliminar lo negativo,
encauzarlo, rechazando estilos de vida diferentes, despojando de palabra al mal alumno, devaluar el lenguaje “no oficial”.

2- El “otro” como sujeto pleno de un grupo cultural: desde esta perspectiva se piensa a cada cultura como un reducto, como
una comunidad homogénea y libre de toda relación de poder y jerarquía, una falsa convivencia. El mito es creer que cada
una de estas culturas es armoniosa, equilibrada, como si en ellas no existieran las luchas de poder, las disputas. ¿No será
acaso, la modernidad, un modo elegante desarrollado para silenciar diferencias y conflictos internos, para inhabilitar el
diálogo cultural y disolver la construcción de identidades plurales? 

En educación la entrada del multiculturalismo es una “entrada folklórica”, como una especie de “recorrido turístico de
costumbres”. Se considera respetar la cultura de origen e integrar en la cultura huésped. Se ordena a la población escolar en
mayorías vs minorías, lengua oficial y no- oficial, alta y baja cultura.

3- El tercer discurso es el pensar al “otro” como alguien a tolerar. La tolerancia es una necesidad, pero es también una
virtud? La tolerancia nos exime de responsabilidades, de tomar posición, enmascara la desigualdad. Tiene un cierto
parecido o aire de familia con la indiferencia. Es un pensamiento descomprometido, desapasionado. 

Esta tolerancia en educación es naturalización, cierta indiferencia frente a lo extraño y comodidad con lo familiar. Se tolera,
hasta que NO se tolera más.

Pero entonces, ¿Será imposible Educar en la diferencia?

Es imposible si pensamos que educar es “formatear al otro”, regular el pensamiento y la sensibilidad. 


Estos autores nos invitan a pensar la educación como un “ponerse a disposición del otro”, de todo aquello que le haga
posible ser distinto de lo que es, en algún aspecto. Una educación que apueste a recorrer un itinerario creativo, plural, sin
patrones ni reglas rígidas, que promueva la construcción desde los acuerdos, pero también desde el disenso, desde
una perspectiva intercultural. 
“Los otros no son algunos otros, sino todos los otros”, porque “todos somos diferentes”.   Raquel López
Publicado por Dirección de Educación en 11:05   
Etiquetas: Comentarios de textos
2 comentarios:
adicional en el que todos los niños hacen lo mismo, en el mismo momento, de la misma forma y con los
mismos materiales. La cuestión central es como organizar las situaciones de enseñanza de forma que sea
posible personalizar las experiencias de aprendizaje comunes, es decir, como lograr el mayor grado posible de
interacción y participación de todos los alumnos, sin perder de vista las necesidades concretas de cada uno.
La inclusión en educación implica la responsabilidad moral de priorizar a las alumnas y los alumnos en
situación de riesgo de ser marginados y excluidos de la escuela, (ya se trate por discapacidad, condiciones
sociales desfavorables, historia personal y familiar, características personales…) y/o de obtener magros
resultados en sus aprendizajes, no alcanza con incluir a los niños y jóvenes dentro de la escuela. Toda acción
de inclusión educativa, debería tener como fin primordial el logro de aprendizajes significativos y de calidad
en los estudiantes. Esto supone no sólo la adquisición de contenidos “sustantivos” sino la capacidad de
resolver problemas y aprender a lo largo de toda la vida. 
Seamos críticos cuando las estadísticas y propagandas políticas hablan de mayor cantidad de niños en la
escuela… los que nos encontramos con las aulas repletas de “otros” sabemos de la responsabilidad que esto
implica…que no siga dependiendo del compromiso personal de cada docente.
“Que se vengan los niños….” Pero que nos encuentren capacitados y predispuestos a recibirlos con las
mejores herramientas posibles.
Para profundizar sobre el tema recomiendo leer a Rosa Blanco, (Licenciada en Filosofía y Ciencias de la
Educación por la Universidad Complutense de Madrid y realizó estudios de doctorado en el Programa de
Psicología Evolutiva y del Aprendizaje en la Universidad Autónoma de Madrid. Actualmente es especialista
en educación inclusiva y educación y cuidado de la primera infancia en la Oficina Regional de Educación de
la UNESCO para América Latina y el Caribe y coordina la Red de Innovaciones para América Latina y el
Caribe, Innovemos. Anteriormente trabajó como asesora técnica del Centro Nacional de Recursos para la
educación especial del Ministerio de Educación de España.).
Sobre el discurso de la diversidad: del dicho al hecho hay mucho trecho (trampas de
la posmodernidad)

MODOS EN QUE EN DISTINTOS MOMENTOS SE VIO AL OTRO

1º versión: “El otro como fuente de todo mal”


• Siguió el modo predominante de relación social durante el siglo XX: conflictos bélicos, los genocidios
sistemáticos (matanzas étnicas, apartheid, dictaduras): eliminación física
• La propia civilización desplaza la violencia externa a la coacción interna: regulación de costumbres y
moralidades en el marco de los dispositivos de construcción del sujeto y regímenes de verdad
Sordos: 
• hasta 1860/70 usaban lengua de señas
• 1880 Congreso en Milán de de profesores determinan que “lo mejor” para los sordos es el lenguaje
oral→¿se queman libros del lenguaje de señas?
Estrategias de regulación y control de la alteridad en la modernidad
• la demonización del otro
• transformación en sujeto “ausente”, es decir, la ausencia de diferencias al pensar la cultura
• su invención para que dependa de las traducciones “oficiales”: la delimitación y limitación de sus
perturbaciones
• las formas de narrar la alteridad son formas de representación que diluyen los conflictos y que
delimitan los espacios por donde transitar con relativa calma
Larrosa y Pérez de Lara: “la alteridad del otro permanece como reabsorbida en nuestra identidad y la
refuerza todavía más; la hace, si es posible, más arrogante, más segura, y más satisfecha de sí misma. A
partir de este punto de vista, el loco confirma nuestra razón; el niño, nuestra madurez; el salvaje,
nuestra civilización; el marginado, nuestra integración; el extranjero, nuestro país; el deficiente,
nuestra normalidad”

2º versión: “El otro como sujeto pleno de una marca cultural”


• las culturas representan comunidades homogéneas de creencias y estilos de vida
• el mito de la consistencia cultural supone que cada sujeto logra identidades plenas a partir de únicas
marcas de identificación, como si acaso las culturas se estructuraran independientemente de relaciones
de poder y jerarquía
• el mito de la consistencia interna supone que cada cultura es armoniosa, equilibrada,
autosatisfactoria. Supuestos: las diferencias son absolutos, plenas; las identidades se construyen en
únicos referentes.
“En este contexto, la diversidad cultural pasa a ser un objeto epistemológico, una categoría ontológica;
supone el reconocimiento de contenidos y costumbres culturales preestablecidas exentas de mezcla y
contaminación”.

3º versión: “El otro como alguien a tolerar”


• Considerando la historia de la tolerancia en términos de sumas y restas, vemos que durante la
modernidad, la tolerancia se ha desplazado desde el privilegio del individuo en detrimento del
reconocimiento de grupos o a la inversa, lo que se tolera en el grupo, dejando sin resolver la cuestión
de la libertad individual
El principio de reconocimiento se sustentó en la homogeneidad, en la igualación, y no en la diferencia
(hay alguien que está arriba, que es superior, que tolera, valora, acepta)
• La tolerancia reaparece en el discurso posmoderno. La tolerancia invita a admitir la existencia de
diferencias pero ahí mismo reside la paradoja: aceptar la diferencia como principio conlleva a que
también se tienen que aceptar los grupos cuyas marcas son los comportamientos antisociales u
opresivos. Aceptación de la diferencia / Nihilismo moral

LA DIVERSIDAD BAJO SOSPECHA


Transcripción de LA DIVERSIDAD BAJO SOSPECHA
Reflexiones sobre los
discursos de la diversidad y sus implicancias educativas
Silvia Duschatzky y Carlos Skliar
LA DIVERSIDAD BAJO SOSPECHA
EL OTRO
como sujeto pleno de una marca cultural
EL OTRO
como alguien a tolerar
LA ESCUELA:
Describe, clasifica y explica la diversidad 
DE LOS DEMAS.
Con el término "diversidad" también se instala la desigualdad (el otro no es igual) y la diversidad es sinónimo
de exclusión, de marginación, de pobreza, de violencia, de desamor, etc.
Entonces, si quiero retener AL OTRO diferente, debo deshacerme de aquello que lo hace diferente, de su
alteridad.
EL OTRO
como fuente de todo mal
Sospecha: ¿en qué medida retóricas que reivindican el multiculturalismo o tolerancia, están anunciando
pensamientos de ruptura respecto de tradicionales formas de nominación de la alteridad?

Tarea: interrogarnos sobre nuestras representaciones acerca de la alteridad, sobre nuestros discursos y prácticas
políticamente correctos pero confusos...

DIVERSIDAD BAJO SOSPECHA

Este artículo se propone poner en suspenso ciertas retóricas sobre la diversidad y sugerir que se
trata de eufemismos que tranquilizan nuestras conciencias. La cuestión es interrogarnos sobre
nuestras representaciones acerca de la alteridad.

Presentamos tres formas en que la diversidad ha sido enunciada, configurando los imaginarios
sociales sobre la alteridad:

1. EL OTRO COMO FUENTE DE TODO MAL

La modernidad construyo estrategias de regulación y de control de la alteridad, entre ellas: la


demonización del otro; su transformación en sujeto ausente, es decir, la ausencia de las diferencias al
pensar la cultura; su invención, para que dependa de las traducciones “oficiales”; su permanente y
perversa localización en los discursos y prácticas institucionales, vigilando permanentemente las
fronteras; su oposición a totalidades de normalidad a través de la lógica binaria.

Las formas de narrar la alteridad son formas de representación que diluyen los conflictos pero si
la cultura es, de acuerdo con Bhabha, un territorio de diferencias que precisa de traducciones, el
problema es quien traduce a quien. Por esto la representación de los otros esta atravesada por
eufemismos. Sin embargo, esas formas no son neutras y generan consecuencias en esos otros.

La modernidad denominó de distintos modos el componente negativo: marginal, indigente, loco,


deficiente, drogadicto, etc.
Las oposiciones binarias sugieren siempre el privilegio del primer término sobre el otro, no
existe fuera del primero sino dentro de él como su inversión negativa.

La alteridad para formar parte de la diversidad cultural “bien entendida” debe despedirse de sus
marcas identitarias y ser como los demás.

La alteridad es utilizada para justificar lo que somos. Necesitamos del otro para poder nombrar
la barbarie, la herejía, la mendicidad, etc., y para no ser nosotros los bárbaros, herejes y mendigos.

En la educación este mito constituyó el pilar fundacional. Sarmiento creyó que era la barbarie el
origen del drama argentino. La promesa educativa pretendió eliminar lo negativo, rencauzándolo:
devaluando el lenguaje no oficial, rechazando estilos de vida diferentes, etc.

En la educación “el otro como fuente de todo mal” asumió distintas formas, pero todas
implicaron un intento por descartar el componente negativo, lo no idéntico.

2. LOS OTROS COMO SUJETOS PLENOS DE UNA MARCA CULTURAL

Desde esta perspectiva las culturas representan comunidades homogéneas de creencias y estilos de
vida.

El mito de la consistencia cultural supone que los sujetos experimentan una única forma
cultural y que cada uno logra identidades plenas a partir de únicas marcas de identificación, como si
acaso las culturas se estructuraran independientemente de relaciones de poder y jerarquía.

Este mito supone que cada cultura tiene sus diferencias que son absolutas y se construyen en
únicos referentes ya sean étnicos, de raza, de religión, etc., estas costumbres culturales prestablecidas
están exentas de mezclas y contaminación.

Bhabha articula una distinción importante entre diversidad y diferencia. Critica la noción de
diversidad usada en el discurso liberal y afirma que junto con la diversidad sobreviene una “norma
transparente”, construida y administrada por la sociedad que “hospeda”, creando un falso consenso y
una falsa convivencia.

El multiculturalismo se levanta contra las posiciones homogeneizadoras reivindicando la


inconmensurabilidad de las culturas y los derechos plurales no previstos por las narrativas totales.

El multiculturalismo se torna discurso conservador cuando a la pregunta por las diferencias no


acompaña otra por la articulación de los fragmentos.

El carácter paradójico del multiculturalismo es el de hacer a la modernidad caer en su propia


trampa al reclamar de ella, lo que ella debe. El multiculturalismo es en este sentido, uno de los
reflejos más significativos de la crisis de la modernidad. De acuerdo con Zizek el multiculturalismo es
una forma de racismo negada: respeta la identidad del otro, concibiéndolo como una comunidad
auténtica cerrada, hacia la cual él, mantiene una distancia que se hace posible gracias a su posición
universal privilegiada.

El multiculturalismo conservador abusa del término diversidad porque los grupos son
considerados como agregados a la cultura dominante. Así, éste puede ser

También podría gustarte