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James Watson

Fue uno de los psicólogos estadounidenses más importantes del


siglo XX, conocido por haber fundado la Escuela Psicológica
Conductista , que inauguró en 1913 con la publicación de su artículo
«La Psicología tal como la ve el Conductista».

Es célebre la frase, que él mismo admitió como exageración, en la


que sostiene que tomando una docena de niños cualquiera, y
aplicando técnicas de modificación de conducta, podría conseguir
cualquier tipo de persona que deseara:

Dame una docena de niños sanos, bien formados, para que los
eduque, y yo me comprometo a elegir uno de ellos al azar y
adiestrarlo para que se convierta en un especialista de cualquier tipo
que yo pueda escoger —médico, abogado, artista, hombre de
negocios e incluso mendigo o ladrón— prescindiendo de su talento,
inclinaciones, tendencias, aptitudes, vocaciones y raza de sus
antepasados.
Es conocido también por su controvertido experimento con el
Pequeño Albert realizado junto a Rosalie Rayner, su asistente
personal.

John Broadus Watson nació en Greenville (Carolina del Sur) el 9 de


enero de 1878 y murió en Nueva York el 25 de septiembre de 1958.

Se graduó en la Universidad de Chicago en 1903. Su disertación


“Animal education: an experimental study on the psychical
development of the white rat, correlated with the growth of its nervous
system”, es el primer documento moderno científico acerca del
comportamiento de la rata blanca. En el documento, Watson
describe la relación entre la mielinización cerebral y la capacidad de
aprendizaje en ratas a lo largo de su desarrollo biológico.

Watson permaneció en la Universidad Johns Hopkins varios años


realizando investigaciones acerca de la relación entre inputs
sensoriales y aprendizaje y comportamiento de las aves.

En octubre de 1920 Watson fue invitado a abandonar su cátedra en


la Universidad Johns Hopkins debido a los rumores que corrían
acerca de la relación que mantenía con su asistente Rosalie Rayner
(la cual sería su colaboradora en el famoso experimento acerca del
condicionamiento del miedo con el pequeño Albert), pasando a
trabajar posteriormente como psicólogo para la empresa Thompson
(hecho por el cual fue ampliamente criticado por sus colegas de la
época).

Conductismo
No obstante, Watson desarrolló el conductismo, que hoy en día
constituye una de las principales corrientes psicológicas, y que se
emplea en muchas terapias con un alto grado de efectividad.

En 1913 Watson publica el que, a menudo, ha sido considerado su


trabajo más importante, el artículo: “La psicología desde el punto de
vista conductista” y que dará punto de partida al conductismo. En él
Watson describe las líneas generales de la que será su nueva
filosofía.

El conductismo pone el énfasis sobre la conducta observable (tanto


humana como animal), que considera que ha de ser el objeto de
estudio de la Psicología, y las relaciones entre estímulo y respuesta,
más que en el estado mental interno de la gente (aunque Watson
nunca negó la existencia de cualquier del mundo privado o íntimo).
En su opinión, el análisis de la conducta y las relaciones era el único
método objetivo para conseguir la penetración en las acciones
humanas y extrapolar el método propio de las Ciencias Naturales (el
método científico) a la Psicología.

El pequeño Albert
Watson pasó a la historia de la Psicología por los experimentos
realizados junto a Rosalie Rayner para demostrar sus teorías acerca
del condicionamiento de la reacción de miedo en un niño de once
meses de edad y que ha pasado a la historia con la denominación de
Pequeño Albert.

En él Watson pretendía demostrar cómo los principios del


condicionamiento clásico, recientemente descubierto por Iván
Pávlov, podían aplicarse en la reacción de miedo de un niño ante
una rata blanca.
Albert fue escogido como sujeto de experimentación por su gran
estabilidad emocional. Mediante el experimento, Watson pretendía
demostrar cómo podía condicionar la reacción de miedo de Albert
hacia una rata blanca, que inicialmente no provocaba en el niño
ninguna reacción aversiva, cómo podría generalizar esta conducta a
otros estímulos similares y, por último, cómo eliminar esta conducta.

Según describen Watson y Rayner (1920), los objetivos que


perseguían con su experimento eran dar respuesta a las siguientes
preguntas:

¿Puede condicionarse a un niño para que tema a un animal que


aparece simultáneamente con un ruido fuerte?
¿Se transferirá tal miedo a otros animales u objetos inanimados?
¿Cuánto persistirá tal miedo?
El procedimiento seguido fue el siguiente: Se seleccionó a un niño
sano de nueve meses, Albert, para el experimento. Se le examinó
para determinar si existía en él un miedo previo a los objetos que se
le iban a presentar (animales con pelo), examen que fue negativo. Sí
se identificó un miedo a los sonidos fuertes (como golpear una
lámina metálica con un martillo fuertemente).

El experimento dio comienzo cuando Albert tenía 11 meses y tres


días. Consistía en presentar al niño una rata blanca al tiempo que un
ruido fuerte (que se lograba golpeando una barra metálica detrás de
la cabeza del niño). Después de varios ensayos, el niño sollozó ante
la presencia de la rata y posteriormente generalizó su respuesta a
otros estímulos: un perro, lana, un abrigo de piel, etc.

El experimento no pudo llegar a término, no alcanzándose la fase de


descondicionamiento, debido a que Albert fue sacado de la unidad
hospitalaria en que se encontraba antes de su conclusión.

Implicaciones éticas
El experimento con el pequeño Albert abrió el debate sobre la ética a
la hora de experimentar con seres humanos, contribuyendo al
establecimiento de límites para este tipo de experimentos.

George H. Mead (27 de febrero de 1863 - 26 de abril de 1931)


Filósofo pragmático, sociólogo y psicólogo social estadounidense.
Teórico del primer conductismo social, también llamado
interaccionismo simbólico en el ámbito de la ciencia de la
comunicación. Nació en South Hadley, Massachusetts. Cursó
estudios en varias universidades de Estados Unidos y Europa e
impartió clases en la Universidad de Chicago desde 1894 hasta su
muerte.

Con influencias de la teoría evolutiva y la naturaleza social de la


experiencia y de la conducta, recalcó la emersión del yo y de la
mente dentro del orden social y en el marco del simbolismo
lingüístico que usan las personas para comunicarse (interaccionismo
simbólico). A partir de la crítica al conductismo de J. B. Watson
denominó su propia corriente como conductismo social. Pensaba que
el yo surge por un proceso social en el que el organismo se cohíbe.
Esta timidez es el resultado de la interacción del organismo con su
ambiente, incluyendo la comunicación con otros organismos.

El gesto verbal es el mecanismo a través del cual se verifica esta


evolución. Pero para él también la mente es un producto social. La
mente, o la inteligencia, es un instrumento desarrollado por el
individuo para "hacer posible la solución racional de los problemas".
Mead hizo por ello hincapié en la aplicación del método científico en
la acción y reforma social.

Durante su vida sólo publicó artículos. Sus libros fueron editados


póstumamente a partir de manuscritos y de los apuntes de sus
alumnos. Sus principales obras son La filosofía del presente (1932),
Espíritu, persona y sociedad desde el punto de vista de un
conductista social (1934) y La filosofía del acto (1938).

Mead escribe en "Mind, Self and Society" que el ser humano


comienza el entendimiento del mundo social a través del "juego", es
decir que los niños van adoptando papeles o roles a medida que van
jugando, pero en este hay un limitante, que es que no pueden
adoptar al mismo tiempo distintos roles, es decir, que el niño para
lograr esto tiene que estar dispuesto a adoptar distintos roles, como
lo que ocurre en el deporte, he ahí la diferencia entre ambos. Por ello
se dice que el niño toma diferentes roles que observa en la sociedad
adulta, y los juega de tal manera que le sean útiles para alcanzar un
entendimiento de los diferentes roles sociales. Por ejemplo, juega el
rol de policía y después el de ladrón mientras juega "Policías y
Ladrones", y juega el rol de doctor y de paciente cuando juega al
"Doctor". Cuando están más maduros, el niño puede participar en el
juego, como el baseball. En el juego él se tiene que relacionar con
otros y entender las reglas del juego. A través de su participación en
el juego, gana un entendimiento que él debe tener sobre las normas
relacionadas con él en el juego para que pueda ser aceptado como
jugador. Mead llama esto la primera vez con "el Otro generalizado"
que es algo así como la sociedad, en la que se toman actitudes de
los otros y se incorporan en el individuo. "El Otro generalizado"
puede ser visto como la norma general en un grupo social o
situación. De esta manera el individuo entiende qué tipo de
comportamiento es esperado, apropiado y demás, en diferentes
situaciones sociales. La familia, el equipo de baseball, el colegio y la
sociedad son ejemplos de situaciones sociales a través del cual el
niño desarrolla gradualmente entendimiento de las normas de
comportamiento.

Para Mead es importante diferenciar a la persona del organismo, por


cuanto el organismo no necesariamente es persona, pero la persona
es totalmente distinguible desde el organismo, por cuanto la persona
surge en el proceso de la experiencia y actividades sociales,
mediante el lenguaje. Por ello, la importancia del "otro generalizado",
ya que es por medio de la adaptación de actitudes que se constituye
el "mi", que reacciona como un "yo". El "Mí" es la acumulación de
entendimiento sobre " el otro generalizado", ejemplo: las normas,
opiniones inconscientes, patrones de la respuesta social, etc. El "Yo"
se trata de opiniones personales, del observador o reflector, del
conflicto social - esto es lo que crea la individualidad del individuo.

Mead usa los términos "I" y "me". El "I" (yo) es el principio de


creatividad y espontaneidad y aún a toda la dotación de instintos del
ser humano. El "me" como instancia valorativa para estructurar los
impulsos espontáneos se refiere a la internalización en mí de las
expectativas que un otro tiene de mí. Al tratar la sociedad de
interacciones cada vez más complejas en las que el otro se multiplica
en muchos (llegando a representarse como un "otro generalizado"),
de la síntesis de los diversos "me"s emerge el "self", es decir la
identidad del yo.
Es importante que cuando se lee a Mead recordar que él ve la mente
humana como algo que puede surgir solamente de la experiencia
social. El proceso de pensamiento, para Mead, es importante, ya que
se trata de una preparación para la acción social

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