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Mesopotamia este "Valle entre dos ríos" fue sede de unas extraordinarias
civilizaciones y el centro más importante de la cultura humana. Entre las principales
culturas que integraron el conjunto de comunidades mesopotámicas están los sumerios
(primera civilización urbana del mundo), así como los semitas, los acadios, los asirios, los
babilonios, los amorreos y los arameos. En una etapa posterior destacaron los hititas y los
medos.; podríamos recordar algunos de sus mejores reyes, héroes de leyenda como
Hammurabi en Babilonia, que codificó una serie de leyes entre las que resaltan las relativas
al ejercicio de la Medicina y Cirugía.
Algunas de las creaciones que les debemos a las civilizaciones que habitaron
Mesopotamia son:
Junto con contemporánea medicina egipcia, los babilonios introdujeron los conceptos
de diagnóstico, el pronóstico, el examen físico, los enemas y las recetas. Además, el
Manual de diagnóstico introdujo los métodos de terapia y etiología y el uso del empirismo,
la lógica y la racionalidad en el diagnóstico, el pronóstico y la terapia. El texto contiene una
lista de síntomas médicos y observaciones empíricas a menudo detalladas junto con las
reglas lógicas utilizadas para combinar los síntomas observados en el cuerpo de un paciente
con su diagnóstico y pronóstico.
Todas las dolencias o maléficios producidos por demonios, o las curas se explicaban
a través de una correlación entre dioses. En la Medicina mesopotámica, la dolencia era un
castigo divino, originado por una falta, por eso la intervención del médico o sacerdote se
iniciaba con una confesión doliente, y la curación tenía un tinte de purificación a través de
la catarsis, y atribuida al contenido mágico del medicamento; algunos aspectos de la
medicina mesopotámica al igual que la griega, romana, egipcia, surgen de la mitología y
desde Mesopotamia se ha utilizado la serpiente como símbolo médico y tiene su origen en
la leyenda sumeria del héroe Gilgamesh que se basaba en la figura de un rey sumerio del
tercer milenio con múltiples aventuras, una de las cuales refiere que Gilgamesh se sumerge
hasta el fondo del mar para coger la planta de la eterna juventud, a su regreso en un
momento de descuido una serpiente le roba y engulle la planta, rejuveneciendo, mudando
su piel y curaba las enfermedades.
Otra clase de tratado médico es el que describe los síntomas de las enfermedades y
sus respectivos pronósticos. Conservamos un manual de estas características y, según se
indica en el colofón, fue escrito por Esagil-kin-apli, Las dos primeras tablillas del manual
tienen un marcado carácter mágico, pero las restantes son un ejemplo de precisión en la
descripción de los síntomas, examen del enfermo y dictamen del pronóstico: “él morirá” o
“él sanará”; El Tratado de diagnósticos y pronósticos no incluye tratamientos ni recomen-
daciones.
— III a XIV. Examen físico del enfermo, de la cabeza a los pies. Se hace un repaso de los
males que afectan al cráneo, como la fiebre, heridas y dolor; aspecto del cabello; heridas y
afecciones en los ojos, nariz, orejas, boca, dientes y lengua; temblores y rigidez en el
cuello; afecciones en el pecho y la respiración; brazos, manos, dedos, muñecas y codos;
abdomen, epigastrio, intestinos, cadera, ingles, nalgas, ano, pene, testículos, excrementos,
orina, piernas, rodillas y pies.
—XIX, XX y XXI. Distinción entre las enfermedades que acusan fiebre de las que
no lo hacen.
— XXXI. Fiebres.
Los textos apuntan a una tradición de terapeutas iniciada a mediados del cuarto
milenio a de C., probablemente, durante los períodos de las dinastías arcaicas de Uruk. Este
conjunto de conocimientos, transmitido oralmente de padres a hijos, o enseñado a muy
contados aprendices en las escuelas anexas a los templos, fue recogido sucesivamente por
los sanadores de las civilizaciones acadia, babilónica, asiria y caldea. La magia y el
exorcismo impregnaron un saber que se apoyaba en el examen clínico, la experiencia y la
tradición. Los médicos de estas culturas no supieron o no pudieron enunciar hipótesis
teóricas a las que ajustar los datos empíricos acumulados en el ejercicio de su profesión, al
atribuir el origen de las enfermedades al desequilibrio humoral. Los sanadores asirios y
babilonios procedieron de manera más arcaica: registrando las manifestaciones y los
síntomas de las enfermedades; anotando las dolencias concomitantes; escudriñando al
paciente. No conociendo la causa de la enfermedad, creyeron que los dioses enviaban el
mal, a modo de represalia contra el enfermo, quien, segura- mente, habría quebrantado un
juramento o violado alguna regla. Antes de nada, se hacía necesario contentar a los dioses.
De ahí las plegarias y ritos, los exorcismos y las ofrendas. Nada nos sorprende: el ser
humano actual todavía busca curas milagrosas y achaca su enfermedad a castigos divinos y
a conductas improcedentes. A veces, se conforma con lo que le ha venido (del cielo) y no
busca la curación, porque ve en su dolencia el castigo impuesto por su falta.
BIBLIOGRAFIAS
https://es.wikipedia.org/wiki/Mesopotamia.