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MESOPOTAMIA
Las civilizaciones fluviales
Hace unos 5 000 años surgieron las primeras civilizaciones históricas conocedoras de la escritura. Reciben el nombre de
civilizaciones fluviales, porque surgieron en las fértiles orillas de algunos grandes ríos de la Tierra, cuando los pueblos
neolíticos que las habitaban aprendieron a utilizar sus aguas para regar los campos. Esta agricultura de regadío favoreció el
aumento de la producción, el crecimiento de la población y el nacimiento de prósperas ciudades.
Las civilizaciones fluviales más influyentes en la historia posterior fueron la mesopotámica, entre los ríos Tigris y Éufrates; la
egipcia, en las orillas del valle del Nilo; la india, en torno a los ríos Indo y Ganges; y la china, junto al río Huang He (Amarillo).
En ellas, con el tiempo, se produjeron una serie de cambios que afectaron a todos los ámbitos de la vida.
Cambios políticos
El poder político surgió de la necesidad de organizar el trabajo colectivo, la distribución de las aguas entre los agricultores,
la conservación de los canales de riego o la defensa de la ciudad.
En sus inicios, el poder recayó sobre príncipes o reyes, que concentraron el poder político, militar y religioso, y fueron
considerados dioses o intermediarios entre los dioses y los seres humanos. Para gobernar, se ayudaron de funcionarios y
crearon grandes ejércitos. Con estos, algunos reyes conquistaron otros pueblos próximos, formando así los primeros
imperios de la historia.
Cambios económicos, sociales y culturales
La economía de estas primeras civilizaciones siguió siendo básicamente agrícola. No obstante, las abundantes cosechas
permitieron el desarrollo de otros oficios: alfareros, tejedores, orfebres, canteros, etc.
También se incrementaron los intercambios comerciales; primero, entre las distintas regiones de un mismo estado; y, después,
con otros estados. Este comercio utilizó los grandes ríos y sus canales.
La sociedad se hizo más compleja, ya que surgieron distintos grupos sociales, diferenciados por su riqueza o por su prestigio
social. En general, una minoría de privilegiados, que incluía al rey, a altos funcionarios, a sacerdotes y a los jefes militares,
sometió a la mayoría de la población (personas dedicadas a la agricultura, la ganadería y la artesanía), obligándola al pago de
elevados impuestos.
La cultura y la ciencia se desarrollaron, y los reyes y emperadores potenciaron el arte con la construcción de grandes
edificaciones lujosamente decoradas, como palacios, templos y tumbas.
El territorio de Mesopotamia
La civilización mesopotámica se localizó en la zona comprendida entre los ríos Tigris y Éufrates. De ahí proviene su nombre, que
en griego significa ‘tierra entre dos ríos’. Ambos ríos nacen en las montañas de Armenia, y desembocan en el golfo Pérsico,
después de discurrir en paralelo durante gran parte de su recorrido. Cada primavera, con el deshielo, los caudales de estos ríos
aumentan y las aguas se desbordan, fertilizando con su fango o limo las tierras de sus orillas.
El territorio de Mesopotamia se suele dividir en dos grandes regiones: la Baja Mesopotamia o Caldea, situada al sur y ocupada
por Sumer y Acad; y la Alta Mesopotamia o Asiria, situada al norte.
La evolución histórica (3500 a. C.-539 a. C.)
La riqueza del suelo de la región atrajo a numerosos pueblos, que disputaron su dominio entre 3500 a. C. y 539 a. C. Por tanto,
su historia se divide en períodos, determinados por el pueblo que dominó la zona.
Los sumerios se consideran los iniciadores de la civilización mesopotámica. Hacia el 3500 a. C., este pueblo de origen
desconocido se instaló en la Baja Mesopotamia, hasta entonces una región pantanosa y casi deshabitada; desecó los pantanos;
controló la crecida de las aguas mediante diques y muros; construyó acequias y canales, y extendió la superficie de cultivo
mediante regadíos.
El consiguiente desarrollo agrícola originó el nacimiento de ciudades-estado independientes, a menudo rivales entre sí, como
Ur, Uruk, Lagash y Eridú. Cada una constaba de una ciudad y los territorios rurales de alrededor, y tenía independencia política y
económica.
Los primeros imperios
La agricultura de regadío fue la base de la economía de Mesopotamia. Las tierras pertenecían al palacio o al templo, que las
arrendaban al campesinado.
El campesinado cultivaban cereales (cebada y trigo), verduras y hortalizas (cebollas, ajos, habichuelas, calabazas), palmeras
datileras y árboles frutales (almendros, higueras, melocotoneros). Además, obtenían lino y algodón, que usaban para hacer hilos
y telas; y criaban ovejas, cabras, cerdos, bueyes y caballos.
El comercio exterior fue más activo que en otros pueblos contemporáneos, como Egipto. Se benefició de la excelente situación
geográfica de Mesopotamia y suministró productos básicos no disponibles en la región, como madera, piedra y metales.
El pueblo mesopotámico desconocía la moneda; por eso, las transacciones comerciales se hacían mediante trueque o con
láminas de plata que, enrolladas como brazalete, se cortaban para pagar.
La organización social
La población de Mesopotamia se dividía en tres grupos sociales que tenían derechos y deberes diferentes:
los señores, el pueblo y los esclavos.
– Los señores constituían el nivel superior. Este grupo social estaba integrado por el patesi o el rey y su
familia, los altos funcionarios del Estado y los sacerdotes. Todos ellos tuvieron un gran poder económico y
social, pues tenían inmensas posesiones y recaudaban impuestos.
– El pueblo estaba formado por los hombres libres que tenían bienes propios. En él se distinguía un grupo
intermedio, compuesto por los comerciantes y los funcionarios, entre los que sobresalían los escribas; y un
grupo inferior, que incluía a las demás personas libres, como los campesinos y los artesanos.
– Los esclavos fueron más abundantes que en el cercano Egipto. Eran prisioneros de guerra o personas
libres que caían en la esclavitud al no poder pagar sus deudas. Se consideraban una propiedad más, y
constituían una mano de obra barata que realizaba los trabajos más duros y peligrosos.
La religión mesopotámica La indumentaria
¿Cómo se lee?
Se narra una escena continuada, aunque el espacio se divide en franjas horizontales, que se leen siguiendo el
orden de la escritura sumeria: de derecha a izquierda y de abajo arriba.
Las personas tienen las piernas y la cabeza de perfil y los hombros y el ojo de frente, (A), la ley de frontalidad.
Los objetos y las personas se representan también de perfil (B).
El rango de los personajes o importancia social se refleja por el tamaño: el patesi es de mayor tamaño que los
nobles (C) y estos de mayor tamaño que los siervos o esclavos. La vestimenta ayuda a diferenciar a los
vencedores y nobles, que van vestidos, de los vencidos y esclavos, que van desnudos (D).
Mujeres y hombres
La mentalidad mesopotámica y las diferencias sociales las
conocemos gracias al código de Hammurabi, redactado hacia el 1 760
a. C.
En sus normas se recogen los derechos y las obligaciones de mujeres
y hombres, que no eran iguales, ya que la mujer estaba sometida a la
autoridad del padre o el marido y su consideración social era inferior.
«Si una mujer casada que está viviendo en la casa de un hombre, arregla su rostro para
salir al exterior y persiste en un comportamiento alocado malgastando los bienes
domésticos y deshonrando a su esposo, será acusada y, si su marido dice que se
divorcia de ella, entonces podrá hacerlo; nada se le dará».
Código de Hammurabi
La ciudad de Babilonia
Desde el pueblo sumerio, los núcleos urbanos se convirtieron en el centro de la actividad política, económica
y cultural de una vasta región circundante, que acogía campos de cultivo y pequeñas aldeas agrícolas.
Babilonia, cuyo nombre significaba Puerta de los Dioses, fue la ciudad mesopotámica más famosa. Debió ser
fundada por el rey Sargón de Acad en el siglo XXIV a. C. y su máximo esplendor lo alcanzó bajo los
mandatos de Hammurabi (siglo XVIII a. C.) y, sobre todo, de Nabucodonosor II (604-562 a. C.).
La avenida de las Procesiones era la calle principal. Partía de la puerta de Ishtar y discurría paralela al río. En
ella se situaban los principales palacios, los templos, el gran zigurat y los famosos jardines colgantes.
BABILONIA, SÍMBOLO DE PODER
El plano de la ciudad
Las viviendas
Se construían con ladrillos
de barro. Las de las
familias importantes
constaban de dos o tres
plantas y tenían un patio
interior. Los más pobres
vivían en pequeñas
cabañas de techo plano. Los muebles eran escasos. Los ricos tenían una
cama alta y sillones. Los pobres dormían en
esteras de cañas.
La ciudad de Babilonia
La piedra era muy escasa en Mesopotamia. Por eso, la arquitectura utilizó materiales pobres, como el
adobe, que era barro mezclado con paja y secado al sol; y el ladrillo, hecho de piezas rectangulares de barro
cocido.
En la cubierta de los edificios se empleó, por primera vez en la historia, el arco y la bóveda.
Las edificaciones más importantes fueron los templos y los palacios.
– Los templos fueron una creación sumeria, e incluían en su recinto un zigurat o torre escalonada. Los más
significativos son el de Ur y el de Babilonia, consagrado al dios Marduk.
– Los palacios fueron una creación acadia, continuada después por los asirios y los persas. Estaban
rodeados de murallas, en las que se abrían grandes puertas, y contenían diversas estancias. Para
embellecerlos, se recubrían con relieves, cerámica vidriada y frescos.
Los palacios más famosos fueron el de Khorsabad, mandado edificar por el rey asirio Sargón II, y el de
Babilonia, construido bajo el reinado de Nabucodonosor. En esta época se levantaron también los Jardines
Colgantes de Babilonia, una de las siete maravillas del mundo antiguo.
La arquitectura mesopotámica utilizó como materiales el adobe (A) y el ladrillo (B), que
a veces se esmaltaba y vidriaba para preservarlo mejor de la humedad. Con estos
materiales se levantaron enormes construcciones, como el zigurat (C), que enlazaba a
los humanos con los dioses y también servía de observatorio astronómico.
En escultura destacaron las estelas, como la de Naram-Sin (D), que cuenta la victoria sobre sus enemigos de este rey acadio y su pueblo; los relieves
de toros alados (E), que protegían las entradas de las ciudades y los palacios; y los frisos de los palacios (F) o puertas monumentales de las ciudades
en cerámica vidriada, como la puerta de Istar de Babilonia.