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Garcés, Mario. Crisis social y motines populares en el 1900. Santiago, Lom Ediciones, 2003.
5 Poblete, Moisés y Álvarez, Óscar, La legislación social obrera chilena. Recopilación de leyes y
9Moisés Poblete en Revista Servicio Social, Nº 2 y 3, 1932, p. 151
10 Venegas, Hernán y Morales, Diego, “El despliegue del paternalismo industrial en la
Compañía Minera e Industrial de Chile (1920-1940) en Revista Historia Crítica, Nº58,
Colombia, 2015, p.117-136.
11 Sobre este tema véase Valdivieso, Patricio, Dignidad humana y justicia: la historia de Chile, la
disciplinadoras en la minería del carbón en Chile, Lota y Coronel en la primera mitad del siglo
XX », Amérique Latine Histoire et Mémoire. Les Cahiers ALHIM [En línea], 28 | 2014, Publicado
el 16 noviembre 2015, consultado el 23 febrero 2016. URL : http://alhim.revues.org/5099
14 Valero, Augusto. “Paternalismo empresarial en la industrialización de Colombia y
15 Sergio Morresi y Gabriel Vomaro (ed), Saber lo que se hace. Expertos y política en Argentina, ,
Buenos Aires, Prometeo, 2012. En este texto se discuten distintas perspectivas sobre el campo
de los expertos y el nacimiento de profesiones vinculadas a las ciencias sociales. Un debate
más teórico sobre el tema lo encontramos en Sciulli, D. “Continental sociology of professions
today: conceptual contribution” en Current Sociology, 53, 2005, p.915-942.
16 Illanes, María Angélica, “Ella en Lota y Coronel: poder y domesticación. El primer servicio
el proceso de profesionalización del trabajo social chileno 1925-1965 , Santiago, Ed. Universidad
Católica de Chile, 2004.
filántropos”19, después de retornar de un viaje a Europa, decidieron crear dicha
escuela en 1925. La primera directora de la Escuela fue la belga “Mme. Jenny Bernier,
quien tuvo que luchar contra las numerosas dificultades, pero que terminó con éxito el
primer curso 1925-26, al fin del cual 42 niñas obtuvieron su diploma de Visitadora
Social”20.
La Escuela estuvo asociada a la idea de independencia inicial del sistema
universitario y su vinculación a la Junta de Beneficencia marcó el elemento
tradicional: filantrópico y asistencial, que la caracterizó durante sus primeros diez
años de existencia y que se tensionó permanentemente con aquellos elementos
modernos del “servicio social”, entendido como práctica racional y científica, que
ejercida por “intermediarios preparados que comprendiendo las tendencias nuevas de la
acción social y poseyendo las cualidades morales y los conocimientos necesarios
pudieran aplicar práctica y sistemáticamente sus directivas”21. Pocos años más tarde se
crearon dos escuelas de Servicio Social, asociadas a la Universidad Católica y a la
Universidad de Chile. Sin embargo, la más relevante por su antigüedad y por las
importantes redes que fue instalando a lo largo de su existencia fue la dependiente de
la Junta de Beneficencia de Santiago.
La visita del Dr. René Sand a la Universidad de Chile, un año antes de la
creación de la Escuela, marcó el giro en el que médicos, miembros de la Cruz Roja,
abogados y filántropos decidieron repensar las formas para enfrentar los evidentes
conflictos sociales que cruzaban a la sociedad chilena. La conferencia titulada “La
evolución de las ideas modernas en el dominio de la Asistencia Social”22 fue gravitante
en la creación de la Escuela de Servicio Social. Una década después de su fundación, se
definía el Servicio Social como “el total de esfuerzos científicos organizados, colectivos o
individuales, privados o públicos, que tienden a la solución de los problemas de
desadaptación y desorganización, tales como las enfermedades, la miseria, la
dependencia económica, el divorcio, la cesantía, la falta de distracción apropiadas, etc.,
no sólo con el objeto de evitarlos, sino que principalmente prevenirlos. En consecuencia
el Servicio Social tiene un doble fin: de tratamiento y de prevención”23.
La primera generación de visitadoras estuvo compuesta por “niñas y señoras
muy jóvenes, cuya mayoría habían ya consagrado muchos esfuerzos en obras
filantrópicas y que deseaban apoyar sobre una sólida base científica su labor
humanitaria”24 . La estructura curricular estuvo compuesta por cursos de Higiene
Social, Educación Cívica y Economía política, práctica del servicio social, contabilidad y
estadística, dietética y economía doméstica, además de sicología moral25 , que daban
un amplio espectro de posibilidades de inserción a las visitadoras en hospitales, Gotas
de Leche, Oficinas del Seguro Obligatorio, Maternidades, etc.
19 Revista Servicio Social, Nº 3-4, 1927, p.113
20 Op. Cit. 114.
21 Leo Cordemans, Revista Servicio Social, Nº3-4, 1927, p.111.
22 Revista Servicio Social Nº 2-3, 1932, p.193.
23 Revista Servicio Social N1 3-4, 1935, p.115
24 Revista Servicio Social Nº 2 -3, 1932, p. 194
25 Revista Servicio Social Nº 2-3, 1932, p.196
Según las estadísticas que entrega la propia Revista de Servicio Social, principal
órgano de difusión de las experiencias de las Visitadoras Sociales, la mayoría de las
egresadas encontraron trabajos en espacios vinculados la educación, la
burocratización del bienestar desde el Estado (Seguro Obrero) y principalmente en los
ámbitos de la salubridad.
El higienismo expresado en la preocupación por la alimentación de los infantes,
la educación en puericultura, el tratamiento del alcoholismo, entre otros, fueron
gravitantes en el ejercicio del Servicio Social. En paralelo a ello, las Visitadoras
trabajaron vinculadas al Departamento de Bienestar de la Inspección General del
Trabajo, promoviendo la educación en los derechos laborales existentes a partir de la
década de 1920 y desde allí se relacionaron con el mundo de los trabajadores y los
sindicatos.
La especialización en el área de la industria tuvo sus inicios hacia fines de la
década de 1920, y si bien nunca alcanzó a constituir el principal espacio de desarrollo
de las Visitadoras Sociales, fue en creciente aumento dada la importancia que tendrían
las prácticas de control extensivo, así como los desafíos que implicaba la
implementación de la nueva legislación socio laboral.26 Entre 1926 y 1950 el 17% de
los artículos publicados en la Revista de Servicio Social correspondieron a temas
vinculados al mundo del trabajo industrial, con un aumento vertiginoso hacia fines de
1930, donde se concentra el 66,6% de las reflexiones27. Este cuadro se complementa
con el estudio realizado por el sociólogo de la Universidad de Chicago, Robert J.
Alexander, quien indicaba que hacia 1940 “about fifty factories in Chile have at least
one visitadora social”28.
La constatación compartida - entre visitadoras sociales y juristas-de que las
relaciones entre capital y trabajo generaban una desigualdad intrínseca que podía
conllevar a numerosos conflictos sociales, posibilitó que el servicio social industrial se
fuera consolidando como campo laboral y de experticia particular. Tal como lo
planteaba la visitadora Chela Reyes en 1927, “¿de qué le sirve a la industria el obrero de
hoy, que no será el de mañana, por sus vicios, y el carácter abúlico que caracteriza a este
pueblo…? Ya que el Servicio Social le dará el hombre fuerte, justo es que ella lo reciba
preferentemente. Por eso concluyo con esta frase tan antigua como el mundo “Unión es
Fuerza” y mientras ella no exista entre el industrial y nuestro servicio, este movimiento
será casi nulo, pues la base del desequilibrio físico y moral del pueblo, estriba en su
mayor parte, en el desarreglo de la situación económica, del cual son derivados el
abandono de hogar, el alcoholismo y las enfermedades sociales.29” El nuevo derecho
26 Klubock, Thomas, Contested communities. Class, Gender, and Politics in Chile`s El Teniente
Cooper Mine, 1904-1951. Durham Duke University Press, 1998; Vergara, Ángela. Legitimating
workers rights: Chilean cooper workers in the mine of Potrerillos and El Salvador, 1917-1973.
Tesis doctoral en Historia, University of California, 2002; Vergara, Ángela, “Paternalismo
industrial, empresa extranjera y campamentos mineros en América Latina: Un esfuerzo de
historia laboral y transnacional” en Avances del Cesor Nº 10. 2013, p.113-128.
27 Calculo obtenido de la revisión de todos los artículos publicados en la Revista de Servicio
Social entre 1926 y 1950, clasificados según los tópicos que abordaban.
28 Alexander, Robert, Social Service Review, Vol 2. Nº 3, 1949, p.373
29 Revista Servicio Social, 1927,Nº 1, p182.
laboral fundamentado en la idea realista de la desigualdad entre obrero y patrón30,
obligaba a una nueva relación entre capital y trabajo. El trabajador ya no podría
considerarse una simple herramienta más del patrón y en ese marco, la Visitadora
Social ejerció un importante rol, no sólo educando en la legislación, sino que como
parte central del engranaje del funcionamiento de la industria, entendida como una
comunidad armónica y sin conflicto social. Las lecturas realizadas por uno de los
inspiradores de la asistencia social en Chile, el Doctor René Sand, vincularon a las
estudiantes con una nueva concepción de la economía- crítica de la teoría clásica- y
que supuso la necesidad de intervención del Estado, ya que solamente “él puede
imponer las medidas necesarias, únicamente él posee los recursos que permiten la
protección continua de todas las existencias amenazadas31”
Hacia 1930, las visitadoras sociales tomaban como referente los lineamientos
emanados de la OIT y se vincularon a la Asociación Internacional de Relaciones
Industriales (IRI), asistiendo al Congreso de Relaciones Industriales realizado en
Amsterdam ese mismo año. Dicha reunión convocó a numerosos expertos en el área
de las relaciones laborales y el bienestar social, tales como Dr. Otto Neurath, director
del Museo Económico y Social de Viena; el Dr. Lewin Lorwin del Instituto de Economía
de Brooking Institute de Washington y Dr. D.H. Person, Gerente de la Taylor Society de
Nueva York, entre otros32
La IRI, órgano internacional al que se vincularon las Visitadoras Sociales
chilenas, declaraba que su propósito era “el estudio y la promoción de mejores
relaciones en la industria humana. . …Estos temas están dentro del inmediato objeto y
punto de interés de la IRI, porque son problemas de las relaciones industriales y afectan
al bienestar humano”33 . Fueron esos lineamientos estratégicos, en conjunto con las
reflexiones realizadas por el ya mencionado Sand, Mary Abby van Kleeck34 y Julio
Iribarne - primer latinoamericano en escribir un texto dedicado exclusivamente al
servicio social industrial -, que se constituyó el campo de acción de las nuevas
expertas. Para Iribarne este campo de intervención social debía realizarse en base a
un estudio metódico de los factores que perturban la vida sana y normal de los
trabajadores, para que la acción correctiva se tradujera “en un beneficio indudable
para la industria misma y en un progreso general, restableciendo el equilibrio y la
armonía.”35
Este campo se enriqueció gracias al intenso contacto que establecieron las
visitadoras con juristas de la Inspección del Trabajo, el Departamento de Bienestar del
mismo y el Seguro Obrero. Frecuentes fueron los vínculos - a través de columnas en la
Revista de Servicio Social, conferencias o dictando cursos en la Escuela - con los
30 Moisés Poblete en Revista Servicio Social Nº 2 y 3, 1932, p. 152
31 Sand, René. La economía humana. Buenos Aires, Eudeba, 1961 (primera edición 1941), p.7.
32 Revista Servicio Social, Nº 1, 1931, p254.
33 Revista Servicio Social, Nº 1, 1931 p.254
34 Ella formó parte, en calidad de asociada directiva, del International Industrial Relations
p16.
abogados Raimundo del Río 36 , Moisés Poblete Troncoso 37 , Héctor Escribar 38 y
Francisco Walker Linares 39 , con quienes construyeron una estrecha relación
formativa y le permitieron a Raquel Fernández, Visitadora Social de las Cristalerías
Chile, proponer la especialización del “servicio social industrial” hacia fines de la
década de 1930.
La especialidad nació con el objetivo de dotar de herramientas técnicas y
científicas a las visitadoras sociales, para que colaboraran a la solución de los
problemas socio-laborales que generaban las nuevas formas de capitalismo y así
lograr “la equidad y armonía social”40. Para ello se contemplaron como saberes
específicos los conocimientos sobre los problemas médicos, morales, económicos,
jurídicos, de habitación e industriales que aquejaban a obreros y empleados, nociones
sobre legislación social – en especial la ley 4054 sobre seguro obrero, seguro contra
accidentes del trabajo y las normas que regulaban los sindicatos, cooperativas y
tribunales de trabajo- y por último, conocimientos relativos a las reflexiones
intelectuales y prácticas en el mundo del trabajo emanados desde la Liga
Internacional del Trabajo y la OIT41.
Todo esos saberes implicaron sistematizar las prácticas de intervención en los
espacios fabriles. Por ello, durante la década de 1940 aumentaron las reflexiones
sobre los casos donde se aplicaba el servicio social industrial y los logros y dificultades
que tenían las visitadoras al interior de las faenas productivas. Así, según la Directora
de la Escuela de Servicio Social en 1936, Luisa Fierro, dado que hacia la década de
1920 se habían producido profundas modificaciones en los métodos del trabajo
industrial que “estaban dominados por el maquinismo, que hace del obrero un simple
accesorio de la máquina…, (…)producía la angustia económica del obrero y la
disgregación de la familia”42 , hacían inexcusable la intervención de la visitadora social
para el mejoramiento “moral y económico de las clases trabajadoras”43.
Una valoración similar sobre el servicio social industrial tenía en 1939, Vicente
Echeverría, Consejero de la Caja de Crédito minero, quien planteaba: “cuántos males y
deficiencias se podrían remediar, si las Visitadoras sociales actuaran en ellas del modo
regular y metódico que lo hacen en otras industrias”44. Ellas deberían, a juicio de
36 abogado, profesor de sicología en la escuela de Servicio Social y Presidente del Instituto de
durante los años 30. Se desempeñó, entre otros cargos, como profesor de Derecho Social y de
Técnica de Investigación Social en la Escuela de Servicio Social.
38 Abogado, autor del Tratado de Derecho del Trabajo editado por Zigzag en 1944. Fue
49 Venegas, Hernán “Anticomunismo y control social en Chile, la experiencia de los
trabajadores del carbón en Lota y Coronel, a mediados del siglo XX” en Revista de Historia
Social y de las Mentalidades, Vol. 16, Nº2, 2012, 79-106.
50 Revista Servicio Social Nº3, 1935, p. 177
51 Illanes, María Angélica (2001) “Ella en Lota y Coronel: poder y domesticación. El primer
Frentes Populares” en Godoy, Lorena et al. Disciplina y Desacato, Santiago, Sur/CEDEM, 1995.
57 Revista Servicio Social, Nº 1, Santiago, 1931, p. 56-57
70 Revista Servicio Social, Nº1, 1941, p.220.
71 Revista Servicio Social, Nº 2 y 3, 1946, p. 4
72 Revista Servicio Social Nº 2 y 3, 1946, p.7
73 Revista Servicio Social Nº 2 y 3, 1946, p.16.
74 Revista Servicio Social, Nº 3 y 4, 1931, p.116.
75 Revista de Servicio Social, 1944, p.37.
76 Revista Servicio Social, Nº1, 1947, p. 37
ejercicio de derechos”, en el que el Servicio Social pudo definirse “como el conjunto de
medidas tomadas para asegurar la salud física y moral del factor humano en la
producción, a objeto de conservar la salud económica en la industria”77 .
Las transiciones de este ejercicio profesional que combinaba el control
moralizador, la consideración del espacio laboral extendido, los cambios en la
legislación laboral, los “conflictos sociales” generados por la consolidación de un tipo
de capitalismo, y un conjunto de representaciones sobre el bienestar que provenían
desde EEUU y Europa a través de la OIT, ya se había trazado su primera historia hacia
fines de 1940. Según ellas, su genealogía experta las remitía a “las primeras
expresiones de la acción social en la industria, que se remontan al experimento de Owen
y que pronto tuvo imitadores en EEUU. A mediados del siglo XVII no cundieron, ni en
patronos ni en trabajadores, porque esas obras reposaron, más que en imperativos en
orden social, en inspiraciones generosas de carácter humanitario y filantrópico” Para la
visitadora social era fundamental que “El trabajador acepte la cooperación que se le
lleva, cuando puede ver en ella un sentido de restauración de derechos no disfrutados;
pero esquiva la dádiva espontánea cuando le parece dictada por sólo sentimientos
generosos y conmiserativos. El patrono, a su vez, rehúye lo que pretende ingresar a sus
dominios cuando se le ofrece para suplir algo que él pudo conceder pero se niega a dar;
acepta, en cambio, como valiosa ayuda, todo aquello que se le aporta, con recursos que él
no dispone, mediante formas que no rivalizan ni compiten con sus recursos para
afianzar sus relaciones, en recíproco beneficio, con el factor humano en cuya eficiencia y
poder reposa su propia prosperidad”78 .
Con esta pequeña síntesis de sus orígenes y devenires, estas visitadoras
sociales industriales consignaron su campo profesional como parte de los mecanismos
de un paternalismo burocratizado, no sólo por la incorporación de agentes expertos,
sino que también por los cambios en la propia burocratización del bienestar que
realizaba el Estado. Lograr hacer que el beneficio se transformara en bienestar,
moralizar para ejercer ciudadanía, constituyeron el núcleo de sus preocupaciones y
las diferenciaron de las practicas asistenciales que realizaron otras visitadoras en
hospitales u orfanatos.
Para finalizar, podemos constatar que hacia 1950 existían 23 asistentes
sociales de la Escuela A. Del Rio, 11 de la Universidad de Chile, 12 de la Universidad de
Concepción, 1 de la Universidad de Chile de Temuco y 6 de la Universidad de Chile de
Valparaíso, ejerciendo en distintas industrias el servicio social industrial 79 ,
compartiendo un conjunto de representaciones sobre el obrero, el patrón y el ejercicio
de la profesión, así como un conjunto de prácticas de organización de su labor, que
fueron consolidando su campo de intervención social en el espacio fabril y doméstico.
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Revista Servicio Social, Junta de Beneficencia, Santiago, 1927 a 1950.
77 Revista Servicio Social Nº 2 y 3, 1946, p.17
78 Revista Servicio Social Nº 2 y 3, 1946, pp. 16-17
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