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Rafael Pombo

(Bogotá, 1833 - 1912) Poeta colombiano. Máximo representante del


romanticismo en su país y una de las principales figuras de la lírica
romántica en lengua española, la relevancia de Rafael Pombo en la historia
literaria del continente ha quedado parcialmente oscurecida por el éxito de
sus fábulas y cuentos destinados al público infantil, que han conservado
intactas su frescura y popularidad hasta nuestros días.

Rafael Pombo

La familia de Pombo formaba parte de la aristocracia criolla: su padre, Lino


de Pombo O'Donnell, fue un destacado político, militar y diplomático
cartagenero, que entre otras cosas firmó el tratado Pombo-Michelena de
límites con Venezuela y se casó en Popayán con Ana Rebolledo, mujer
también de alta alcurnia. Rafael fue el hijo primogénito. Su tía paterna,
Matilde, fue la madre del célebre político y literato colombiano Julio Arboleda.
Como era costumbre, doña Ana enseñó al pequeño Rafael las primeras
letras. A los once años, en 1844, ingresó en el seminario. El latín allí
estudiado haría de él un diestro traductor de los clásicos; Marcelino Menéndez
Pelayo comentó acerca de sus traducciones: "No las hay más valientes y
atrevidas en nuestra lengua". De los poetas grecolatinos tradujo a Horacio y
el episodio de Laoconte de Virgilio. También vertió al castellano El poeta
moribundo, de Alphonse de Lamartine, y el soliloquio de Hamlet de Shakespeare.
Parece que la inclinación por la poesía nació en Pombo desde muy
temprano. Ya a los diez años había copiado versos y traducciones en un
cuadernillo que tituló Panteón literario. En 1846 ingresó en el Colegio Mayor
de Nuestra Señora del Rosario, donde estudió humanidades; en 1848
recibió el grado en matemáticas e ingeniería en el Colegio Militar que había
fundado recientemente el general Tomás Cipriano de Mosquera.
Aunque nunca ejerció formalmente como ingeniero, se sabe que realizó
algunos estudios para el mejoramiento urbano de Bogotá. Recién graduado,
fue miembro de la Sociedad Filotémica, en cuyo periódico publicó por
primera vez poesías bajo el seudónimo de Firatelio. Estas tempranas obras,
cargadas de un tono sentimental, dejan entrever ecos de Ramón de
Campoamor, José Zorrilla, Garcilaso de la Vega y del legendario lord Byron.
Posteriormente viajó a Popayán, donde su familia materna tenía
propiedades, escribiendo allí dos de sus poemas más conocidos: La copa de
vino y Mi amor, firmado con el seudónimo de Edda. Se creyó que tal poema
era obra de una enigmática y brillante poetisa hasta que el mismo Pombo
reveló su autoría; la anécdota muestra hasta qué punto asimiló la
psicología femenina y su distinta manera de sentir el amor y de expresarlo.
En compañía de los escritores José Eusebio Caro y José María Vergara y
Vergara fundó en 1852 La Siesta, órgano literario de marcado tinte
romántico.
En 1855 viajó a Nueva York como secretario de la legación colombiana en
esta ciudad. Permaneció diecisiete años en Estados Unidos, durante los que
residió en Washington y en Filadelfia (donde fue cónsul), siendo ésta su
época de plenitud creadora. Tal vez el contacto con una cultura y un idioma
de sonoridades diferentes dio un giro universal a su obra. También
mantuvo contacto con personalidades de la intelectualidad como Henry
Wadsworth Longfellow y William Cullen Bryant. Tradujo por entonces a poetas
ingleses, franceses y alemanes, y sus Cuentos pintados para niños (1867) se
publicaron por primera vez en Nueva York.
En un emotivo acto (que casualmente coincidió con la noche en que
falleció Diego Fallon, su gran compañero de generación), Rafael Pombo fue
coronado como poeta nacional el 20 de agosto de 1905, en el teatro Colón.
El 6 de febrero de 1912 reemplazó a Manuel María Mallarino como miembro
de la Academia Colombiana de la Lengua, de la que fue secretario
perpetuo.
La obra de Rafael Pombo
Junto con José Asunción Silva, Rafael Pombo es el más destacado de los
poetas colombianos del siglo XIX. Favorecido por su bienestar económico,
fue el primero que asumió la labor poética como principal actividad a lo
largo de todo su periplo vital, en una época en que otros optaron por acatar
las órdenes de la musa sólo de manera periférica.
Con Pombo nace, en un entorno de acento todavía colonial, una poesía
nueva en el continente. Su lírica funde subjetividad y meditación filosófica,
reflexivo sentimiento del amor y de la naturaleza, pálpito religioso y
aprovechamiento de la experiencia. Dios, la naturaleza y la mujer son
protagonistas en su obra, así como la rebeldía, el vigor y la ironía, por lo
que resulta una extraña suma de autor entre devoto y demoníaco. Su
inspiración romántica recorrió los caminos que van de Zorrilla y Víctor
Hugo a Byron y Leopardi, pasando por los clásicos griegos y latinos, que se
afanó en traducir, así como a muchos ingleses y franceses.
Su obra se puede dividir en tres ciclos que corresponden a tres momentos
de la vida del poeta: primera residencia en Bogotá, residencia en Estados
Unidos (1855-1872) y segunda estadía en Bogotá. Pombo entiende desde
muy temprana edad que su quehacer es escribir: "De que soy poeta apenas
tengo estos datos: Que no sirvo para nada, sino para hacer versos". Sus
primeros poemas fueron publicados bajo el título Exabruptos poéticos de Rafael
Pombo.
En 1855, Rafael Pombo escribió La hora de las tinieblas, ambicioso poema de
largo aliento compuesto por sesenta y una décimas, que abre y refleja de
manera fidedigna la segunda etapa de su producción. Considerada una de
sus obras más representativas, La hora de las tinieblas manifiesta un
sentimiento de escepticismo y desesperanza propio del más genuino
espíritu romántico. El poema Noche de diciembre retoma la temática de La hora
de las tinieblas: es el escepticismo y la desesperanza, tal vez con mayor
madurez literaria, pero con el mismo sentimiento y espíritu.
Entre los más logrados poemas de Pombo escritos en Norteamérica se ha
querido destacar Al Niágara y Elvira Tracy. En el primero hay una constante
oposición entre la civilización moderna y la vida bucólica, entre la utilidad y
el desinterés, entre lo artificial y lo natural, donde lo segundo siempre
triunfa por sobre lo primero; sobresale asimismo por la portentosa fuerza
expresiva de las imágenes con que describe las cataratas. Elvira Tracy es una
elegía dedicada a la joven del título, fallecida a los quince años; se trata de
un canto al amor verdadero, a la pureza femenina y a la inocencia, en
cuyos versos se cumple el ideal romántico de morir en la plenitud de la
belleza y en el inicio de la vida.
Casi toda su producción está impregnada del aroma de un amor nunca
satisfecho. Más que un poeta del amor, Pombo canta a la amada, y más
aún a la compañía de la amada. En efecto, la mujer amada es, para el vate
bogotano, la suma e interpretación de toda la creación. Al lado del Pombo
sentimental encontramos, por momentos, un poeta preocupado y
angustiado por los grandes problemas metafísicos. En ese campo, la
religiosidad de Pombo se torna a veces en misticismo. Otro de los temas
recurrentes en su obra es la historia y las manifestaciones de la cultura
local. En este ámbito sobresalen sus poemas a la patria, al folclore y a los
héroes nacionales, como La tumba de Ricaurte.

Ilustración de Simón el Bobito en la primera edición


de Cuentos pintados para niños (Nueva York, 1867)
Finalmente, cabe destacar la inclinación de Pombo por la literatura infantil,
en donde da rienda suelta a su fascinación por lo fabuloso y lo mágico. Ya
en su etapa norteamericana dio a conocer dos recopilaciones de relatos
breves en verso: Cuentos pintados para niños (1867) y Cuentos morales para niños
formales (1869). Al primero pertenecen poemas tan celebrados como El
renacuajo paseador, El gato bandido, La pobre viejecita y Simón el Bobito; del segundo
son Mirringa y Mirronga y Fuño y Furaño. La gracia y frescura de estos poemas
ha alimentado la fantasía de incontables generaciones de niños, y todavía
hoy son enormemente populares; tanto es así que Rafael Pombo es
actualmente más conocido por esta vertiente de su producción que por su
lírica romántica.
La obra completa de Pombo se publicó por vez primera en 1916, en cuatro
volúmenes. El primero y el segundo contienen su obra poética; el tercer
tomo lo constituyen sus traducciones, y el último encierra sus Fábulas y
verdades, Cuentos pintados y Cuentos morales para niños formales. Pombo dejó
también numerosos artículos de crítica literaria. En colaboración con el
músico José María Ponce de León, escribió incluso el libreto de la
ópera Florinda o la Eva del reino godo español.

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