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LOPE DE VEGA (1562-1635)

1. BIOGRAFÍA. Es difícil resumir su turbulenta existencia. Anotaremos sólo algunos


datos que marcan su vida y su obra.

HASTA 1588. Lope Félix de Vega Carpio nació en Madrid de padres


humildes. Estudió en el colegio de los jesuitas y en las universidades de Alcalá y
Salamanca. En su juventud hay algún episodio bélico (expedición contra las Azores,
que coronó la anexión de Portugal) y diversos amoríos, como su relación con Elena
Osorio, la Filis o Zaida de sus versos; pero ella lo abandona y Lope reacciona con unos
poemas difamatorios que le valen un proceso y pena de destierro.

1588-1595: EL DESTIERRO. Despechado, se casa, tras raptarla, con Isabel de


Urbina (Belisa), con la que vive en Valencia, ciudad que entonces destacaba por su
vida teatral. Desde allí envía sus comedias a los teatros de Madrid. Vive luego en la
corte ducal de Alba de Tormes, donde muere su esposa. Perdonado, vuelve a Madrid.

1595-1614. Nuevos pesares (pierde a una hija) y nuevos amores con la actriz
Micaela Luján (Camila Lucinda), bella mujer casada que le inspiró múltiples obras y le
dio cinco hijos. Pese a estas relaciones, contrae nuevo matrimonio con una mujer
vulgar, Juana de Guardo, de la que nacerán tres hijos más. Su fama ha ido creciendo, y
de estos años data su enemistad con Góngora. Las muertes de su hijo preferido, Carlos
Félix, y de su mujer lo sumen en una fuerte crisis y se ordena sacerdote.

1614-1635. El amor volverá a tentarle: con la joven Marta de Nevares vivirá


muchos años y tendrá más hijos. No le arredra el escándalo. Su popularidad como
escritor es inmensa. Marta se queda ciega y luego pierde la razón. Ya viejo, está junto a
ella, cuidándola durante casi diez años. Otras tristezas lo abaten en sus últimos años:
apuros económicos, una hija se escapa de casa, otro muere en América… Lope muere
en Madrid. Su entierro fue una multitudinaria manifestación de duelo y admiración.

2. PERSONALIDAD Y FAMA. Se le llamó “Monstruo de la Naturaleza”


queriendo ponderar la excepcional intensidad de su vivir y su crear. Su ímpetu vital es
increíble y en él caben las más flagrantes contradicciones: glorias y miserias, pasiones
humanas y divinas. Lope lo vivió todo con la misma fuerza. Tan intensa fue su vida, que
no es concebible cómo escribió una obra tan inmensa. Y tan inmensa es su obra que es
inconcebible cómo vivió con aquella intensidad.

Si Lope tiene un primerísimo puesto como lírico, destaca aún más como autor de
teatro: es el creador del teatro nacional. Aunque es verdad que dramaturgos
anteriores, con mayor o menor fortuna, prepararon su aparición, poco hubieran
significado si Lope no hubiera venido a desarrollar tales intentos. Es él quien, con su
genialidad, hace posible la desbordante floración de nuestro teatro, no tanto por su
inmensa producción cuanto por crear los nuevos cauces. Su acierto consistió en saber
acomodarse a las exigencias de un público ávido de espectáculo, que esperaba mayor
dinamismo y espontaneidad en el desarrollo argumental.

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En lo ideológico, Lope, tan poco convencional en su vida, fue plenamente
conformista. Respetó el orden social vigente y compartió los valores dominantes en lo
religioso y lo político. Vio cómo España se hundía en la decadencia, pero siguió
exaltando sus grandezas y glorias pasadas, sin afrontar la realidad con mirada
crítica. Y salvo en algún aspecto (Fuente Ovejuna), su teatro ofreció al público caminos
para distraerse o soñar. Conservador y conformista.

Su popularidad en vida probablemente no tenga paralelo en ningún otro escritor


de cualquier país. El pueblo lo adoraba: era su poeta. La fama había convertido su
persona en símbolo de lo bueno y maravilloso, de modo que para ponderar cualquier
obra de arte o hasta el producto más vulgar se decía que “era de Lope”. Un discípulo
suyo cuenta: “No hay casa de hombre curioso que no tenga un retrato de él”. Se cuenta
que la gente se paraba en la calle y le aplaudía al verle pasar. Incluso tuvo que intervenir
la Inquisición ante una irreverente parodia del Credo que decía: “Creo en Lope de Vega,
todo poderoso, poeta del cielo y la tierra…”.

2. OBRA. Con Lope ocurrió algo semejante a lo que sucedió con Cervantes: su
propia fama como hombre de teatro impidió su justa apreciación como lírico. Es más,
su misma llana popularidad no admitió cuestionar su obra y, por lo tanto, verla en su
justa medida; contrariamente a lo que pasó con Góngora, que generó fuertes polémicas
literarias.

Su amplia producción poética se puede clasificar en dos vertientes


fundamentales: la popular o tradicional y la culta o artística. Se puede formular esta
división sobre algo muy visual y objetivo: poesía de metros populares y poesía de
metros cultos. Entre las primeras, hay que incluir los romances y “letras para cantar”
(villancicos, seguidillas, letrillas, cantares de bautizo, de siega, de amor, etc.); entre las
segundas, sonetos, elegías, canciones, églogas y epístolas.

Gran parte de su producción lírica está esparcida por sus obras dramáticas y
narrativas, pero un abundante caudal lo reunió en libros de poesía como Rimas,
Rimas sacras, Romancero espiritual, Triunfos divinos, Rimas humanas y divinas del
licenciado Tomé de Burguillos. Rimas constituye una obra heterogénea: 200 sonetos
de gran variedad temática, epístolas, églogas, estancias, romances, epitafios… Rimas
Sacras fue producto de una crisis espiritual que llevó a Lope al sacerdocio; en este libro
reunió todos los versos devotos. En Rimas humanas y divinas… Tomé de Burguillos es
un alter ego de Lope; es un libro misceláneo marcado por el desencanto, la burla y el
sarcasmo.

2.1. POESÍA POPULAR

a) Romances. Constituyen un subgénero importantísimo, no solo porque inicia


su actividad poética, sino porque en su teatro, sobre todo en el histórico, incluye muchos
de tipo tradicional, aunque recargándolos. Los romances de juventud muestran una
viveza, movimiento y brío que no se encontrará en los posteriores; pero, en cambio, los
de su época madura tienen un tono elegante y melancólico. En todo caso, constituyen
una joya del Romancero nuevo o de autor.

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-“Mira, Zaide, que te aviso”. El autor convierte en bellísimo romance morisco
un episodio de su vida: había reñido con Elena Osorio, porque había hecho públicas
ciertas intimidades de su amorío, y ella se lo recrimina. Zaide es el nombre moro que
adopta Lope.

b) Letras para cantar. Expresión consagrada por Montesinos, es una


denominación que comprende el variado conjunto de poemas inspirados en la lírica
popular. La mayoría de ellos se halla en las comedias, con gran variedad de formas
(villancicos, seguidillas, letrillas, etc.) y de temas (alboradas, pastorelas, mayas,
cantares de vela y trabajo, canciones de amor, etc.). En estos poemas Lope es
insuperable por su técnica y elevado lirismo y, tal vez, sea el conjunto de composiciones
de mayor encanto para el hombre de hoy.

-“Ya no cogeré verbena/ la mañana de San Juan/ pues mis amores se van”.
Lope capta la espontaneidad de lo popular al glosar un estribillo anónimo tradicional,
sobre el que engarza la creación personal del villancico. Tanto la verbena como la noche
de San Juan tenían un simbolismo amoroso en toda la poesía popular. El contraste
naturalista rosa/azucena como alegorías amorosas había sido muy frecuente en el
Renacimiento; la rosa simboliza el rojo de la pasión amorosa, la azucena el blanco de la
pureza y la frialdad.

-“Si os partiéredes al alba,/ quedito, pasito, amor,/ no espantéis al ruiseñor”.


Es una delicada recreación de las albadas medievales que aludían a la necesidad de la
partida del amante antes de que pudiera ser visto con la luz del día. Lope confiere a la
albada un lirismo y ternura que supera los modelos que le sirvieron de inspiración.

-“Íbase la niña,/ noche de San Juan”.

-“En las mañanicas/ del mes de mayo”.

2.2. POESÍA CULTA

a) Sonetos. Compuso más de 3000 y manifiestan, de manera especial, el arte de


Lope, que toca todos los temas: amoroso, mitológico, histórico, patriótico, de
circunstancias, satírico, bíblico, ascético-místico, etc. son especialmente interesantes los
amorosos, por el alarde de sutil “concepto” y por el análisis de los efectos de la pasión
amorosa; también los de tema ascético-místico por su gran belleza formal y de
contenido (“Pastor, que con tus silbos amorosos”).

Ambos conjuntos de sonetos tratan temas que afectan a la inquieta y emotiva


personalidad del poeta, lo que demuestra una vez más que poesía y vida se funden en él.
Poseen, por tanto, una fuerte motivación autobiográfica, ya que describen sus estados
emocionales más trascendentes o los acontecimientos más nimios de su existencia. A
veces eran crónica apenas disimulada de sus andanzas amatorias, que Madrid entero leía
con avidez.

-“Ir y quedarse, y con quedar partirse”. La definición del amor a través de


paradojas es típicamente barroca, pero tiene su antecedente en la poesía cancioneril del
s. XV. Lope construye este soneto a partir de acciones contrapuestas, acumulando y
exagerando las antítesis que en la poesía cortés solo aparecían esporádicamente.

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-“Desmayarse, atreverse, estar furioso/ áspero, tierno, liberal, esquivo”. Este
soneto está construido sobre la misma técnica de opósitos que el anterior, pero la
acumulación enumerativa es de adjetivos de cualificación psicológica del amante, y no
de acciones. El final (“esto es amor: quien lo probó lo sabe”), con esa alusión indirecta a
la propia experiencia personal, confiere al soneto una autenticidad vital y afectiva que
trasciende el típico virtuosismo técnico de este tipo de poemas.

-“Suelta mi manso, mayoral extraño”. Elena Osorio lo ha despedido y él,


dolorido, bajo la alegoría de un pastor a quien han robado su corderillo amado, pide al
poderoso rival (rico caballero, sobrino de un famoso cardenal) que se la ha arrebatado
que se la devuelva.

-“¿Qué tengo yo que mi amistad procuras?”. Muestra de la lírica religiosa,


está dictado por las contradicciones que hubo siempre en su alma.

-“Un soneto me manda hacer Violante/ que en mi vida me he visto en tanto


aprieto”. Original poema en que se describe el esquema del soneto. Ejercicio de
virtuosismo poético (poco probable en examen).

b) Elegías. Abundantes, pero solo alcanzan gran altura emotiva cuando el sujeto
del poema es alguien ligado al poeta por relaciones personales, como en Canción a la
muerte de Carlos Félix.

c) Canción. “Oh, libertad preciosa” aborda el tema del beatus ille.

d) Égloga. “Amarilis” evoca dolorosamente los amores de Marta de Nevares y


la imagen de su hijo, ya muertos.

2.3. POESÍA NARRATIVA. La temática es variada:

a) Religiosa. El Isidro, en octosílabos, canta la vida y milagros del santo patrón


de Madrid, con verdadera gracia popular.

b) Histórica. La Dragontea narra la derrota del pirata inglés Francis Drake.

c) Burlesca. La Gatomaquia, obra de vejez desengañada, es una parodia


caballeresca en silvas (casi 3000 versos) que narra las luchas épicas de los gatos
Marramaquiz y Micifuz para obtener el amor de la gata Zapaquilda. Es quizá el mejor
poema épico-burlesco escrito nunca.

d) Novelesca. La hermosura de Angélica, inspirada en el Orlando furioso de


Ariosto.

e) Pseudohistórica. La Jerusalem conquistada intenta emular La Jerusalem


libertada de Torcuato Tasso.

f) Mitológica. La Circe, basado en el episodio correspondiente de Odisea.

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3. ESTILO. Como Cervantes, vivió la gran revolución idiomática del
Barroco; y como a Cervantes, su talante le conducía a la naturalidad y llaneza
expresivas. Pero su actitud no fue tan firme como la del gran novelista. En la pugna
entre culteranos y conceptistas, se encontró más próximo a Quevedo, aunque sintió
envidia de su mortal enemigo Góngora, a cuyas fórmulas poéticas rindió culto más de
una vez. Con todo, aun cuando por ceder a la moda abandone ocasionalmente la
sencillez, no cae casi nunca en los extremos quevedescos ni en los gongorinos.
Aspiraba a ser claro: ello le valió la adhesión popular y el menosprecio de Góngora y de
sus seguidores.

Para comprender el estilo de Lope no hay que olvidar que, como hombre
abierto y receptivo, bebe en la vena popular pero, a la vez, es receptor de la tradición
de los Cancioneros del s. XV y de la poesía culta renacentista. Lógicamente, los
gustos de la época en que vive influyen en él: el culteranismo, en medida muy
prudente, y el conceptismo, con algo más de fuerza. Sin embargo, aunque su poesía es
síntesis de estas tendencias y escuelas, fue su propio carácter el que impuso, sobre
todo ello, un lenguaje natural, vivaz y espontáneo. Él mismo dice: “el hacer versos y
amar/ naturalmente ha de ser”, palabras que, por contundentes, excluyen todo
comentario.

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