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Facultad de Humanidades
Departamento de Literatura y Lingüística
Trabajo de Diploma
1
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN .................................................................................................... 3
CONCLUSIONES.................................................................................................. 76
BIBLIOGRAFÍA ..................................................................................................... 78
2
INTRODUCCIÓN
1
Este epíteto se debe a Salvador Redonet cuando lo nombra de esta manera en el título de su compilación
ensayística: Entre dos origenistas y un eterno disidente. La cuentística de José Lezama Lima, Eliseo Diego y
Virgilio Piñera.
2
El lapsus que antecede a la gestación de las dos novelas fue muy prolífico para Virgilio P., pues ya habían
aparecido varios de los géneros desarrollados por el artista con notables exponentes: en 1941 se publica
su primer poemario, Las furias, posteriormente pueden verse algunos relatos y poemas reunidos en su
relevante texto Poesía y prosa (1944); tras la primera novela y anterior a la segunda aparecen sus Cuentos
fríos (1956); en el caso del teatro, basta con mencionar una de sus piezas más representativas, Electra
Garrigó (1941).
3
Jorge Luis Arcos: «María Zambrano y Virgilio Piñera o el diálogo de la intensidad», en República de las
Letras, No. 114, p.186.
3
primera instancia los Cuentos fríos, contiguamente la obra teatral y más tarde, sus
novelas.
Para la mayoría de los estudiosos de la literatura cubana Virgilio Piñera es
sobre todo un dramaturgo, y lo es, sin lugar a dudas, aunque también se le
reconoce como el autor de Cuentos fríos y el poeta de «La isla en peso». Sin
embargo, casi nunca se le ha nombrado como el autor de La carne de René, de
Pequeñas maniobras y, menos aún, de Presiones y diamantes.
La crítica literaria ha realizado un llamado de atención sobre la problemática del
cuerpo en la obra de Piñera, como un elemento integrador de su poética: «A
inicios de los años cuarenta Virgilio Piñera empezó a publicar con sistematicidad
sus textos narrativos, un grupo de los cuales ha venido a conformar el núcleo de lo
que podría considerarse su política del cuerpo y su gramática de la carne […], su
denodada y versátil interlocución con el yo del soma –el “otro” que mora,
alternativo, en el soma; cuya convencional “independencia” o “enajenación” sirve
de estructura a una zona de su poética».4
Otros estudiosos de la literatura cubana, como Antón Arrufat y Víctor Fowler,
también han señalado la presencia arrolladora del cuerpo en la producción
virgiliana. El primero, al referirse al lapsus creativo donde aparece La carne de
René, comenta: «El centro de la meditación y hasta de la angustia de Piñera no es
el alma, sino el cuerpo. La carne es lo primordial en esta etapa de su obra y de su
existencia».5 Arrufat defiende varias hipótesis sobre esa obsesión carnal en la
obra del autor; en primera instancia supone que, como marginado de las letras
latinoamericanas, sintió la necesidad de contravenir el canon dominante de la
cultura occidental en el que la mente prevalece sobre el cuerpo. A su entender, la
inversión de Piñera (cuerpo sobre mente) fue más trasgresora aún, lo que
constata cuando el autor afirma que el cuerpo no solo es superior al alma, sino
que es su creador. Otra de sus conjeturas se centra en la relación dispar, varias
veces señalada por la crítica literaria cubana, entre el autor de La carne de René y
el escaso atractivo de su cuerpo.
4
Alberto Garrandés: La mirada crítica, p.19.
5
Antón Arrufat: «Un poco de Piñera», en: Virgilio Piñera: Cuentos completos, p.18.
4
Al respecto, Fowler señala que «hay una obsesiva preocupación por el estatuto
de los cuerpos en la narrativa de Virgilio Piñera […]»;6 preocupación que también
imputa a un conflicto personal del escritor, codificado en su literatura: una manera
culpable de utilizar el cuerpo. Como puede verse, en más de una ocasión las
voces de la crítica literaria cubana se han pronunciado a favor de la presencia
indiscutible de este tema en la obra virgiliana.
Por demás, la cuestión del cuerpo en la obra de Virgilio Piñera se ha visto sobre
todo en su producción cuentística y, periféricamente, en La carne de René. El
análisis del cuerpo en esta porción de la obra se ha centrado en algunas de sus
manifestaciones, sin ningún estudio a profundidad, a pesar de ser este un
elemento tan descollante en su poética. Además, estos estudios no parten de una
sistematización de lo que ramas como la filosofía, la psicología, la antropología, la
cultura en general y la semiótica entienden por cuerpo o carne, sino que se limitan
a la mera descripción de su presencia más explícita. Por tanto, reducen la
complejidad y extensión que el cuerpo como objeto de investigación tiene en los
estudios culturales y literarios.
Como se ha visto, los estudios sobre el cuerpo en la obra de Piñera todavía
resultan insuficientes y, en sus novelas, son prácticamente inexistentes. Es así
que este trabajo se plantea como problema científico:
¿Qué significaciones genera el cuerpo en las novelas La carne de René y
Pequeñas maniobras de Virgilio Piñera?
Objetivo general:
Analizar las significaciones que genera el cuerpo en las novelas La carne de René
y Pequeñas maniobras de Virgilio Piñera.
En la presente investigación se trabajará con dos de las únicas tres novelas del
autor: La carne de René (1952) y Pequeñas maniobras (1960). Su tercera novela:
Presiones y diamantes (1967), se excluye de la muestra seleccionada, ya que la
temática del cuerpo no alcanza en ella una relevancia notable, como sí ocurre con
6
Víctor Fowler: Historias del cuerpo, p.77.
5
las restantes, en las que el cuerpo como tema central permea todas las instancias
textuales.
Se empleó como método general el análisis de textos, entendido este como una
de las vías de acercamiento más necesarias y frecuentadas en la investigación
cualitativa del arte, a decir de Luis Álvarez Álvarez y Gaspar Barreto Argilagos en
El arte de investigar el arte (2010).7
Entre las diversas modalidades del método general de análisis de textos, se
utilizó como procedimiento de trabajo el análisis de contenido.8 De los dos criterios
básicos que conforman el análisis de contenido, se seleccionó el criterio de
cantidad/calidad, por ser el que trabaja en el campo intratextual, orientado al
análisis de los elementos que componen los textos objeto de estudio.9 Dentro de
este criterio, se usó la estrategia intensiva, al analizar las relaciones entre los
elementos predeterminados (las significaciones del cuerpo de acuerdo con los
diversos enfoques con que ha sido estudiado: filosófica, psicológica,
antropológica, cultural y semióticamente) y el todo textual, un corpus reducido (las
dos novelas referidas de Virgilio Piñera).10
A su vez, como una de las formas del análisis de contenido, se hizo uso de la
perspectiva o enfoque semiótico.11 Entre los varios procedimientos posibles de
carácter semiótico para operacionalizar la construcción de datos en función de una
interpretación,12 se trabajó con la especificidad de la semiótica del cuerpo.
Los antecedentes fundamentales del presente estudio contemplan tres textos
referidos a la problemática del cuerpo en la obra de Piñera: La poética del límite
(1993) y La mirada crítica (2007), ambos del narrador e investigador cubano
Alberto Garrandés, así como Virgilio Piñera: un hombre una isla (2002) de Alberto
Abreu.
En el primer volumen, Garrandés realiza un trazado de la poética virgiliana
mediante un recorrido por sus relatos, donde alude necesariamente a La carne de
7
Luis Álvarez Álvarez y Gaspar Barreto Argilagos: El arte de investigar el arte, p. 196.
8
Ibídem, p. 214.
9
Ibíd., p. 240.
10
Ibíd., p. 241.
11
Ibíd., p. 220.
12
Ibíd., p. 228.
6
René. En su estudio, el tema del cuerpo aparece, sobre todo, a través de la
mutilación y sus distintas configuraciones (automutilación y mutilación mutua),
vistas como ritual de la carne: «[…] pues los ritos de la carne trucidada constituyen
el fenómeno tras el cual se esconde la esencia que Piñera ilustra: la opresión del
espíritu».13 Todo su análisis se centra en ver cómo los personajes de estas
narraciones, a la vez que pierden partes físicas de su cuerpo, se van despojando
sucesivamente de su espiritualidad e identidad.
El examen que realiza Garrandés encuentra en estas mutilaciones corporales
una explicación del carácter alienado del individuo. Nótese que el estudio prioriza
solo una, de las tantas connotaciones que puede tener el cuerpo en la narrativa de
Piñera. Por otra parte, no debe obviarse el hecho de que en la muestra revisada
se destacan los relatos, dejando fuera prácticamente las dos novelas. Además de
la propia mutilación, tópico central que se analiza, emergen otras significaciones
de lo corporal que no tienen por qué limitarse a la despersonalización y opresión
del espíritu.
De la Mirada crítica de Alberto Garrandés interesa destacar el ensayo dedicado
al cuerpo como asunto: «Virgilio Piñera: economía y política de la carne», donde
se focalizan algunos fenómenos concernientes al mundo de la política de la carne
en varios relatos y dos novelas: La carne de René y Pequeñas maniobras. Dentro
de estos fenómenos el ensayista nombra el goce pánico del cuerpo, la huida del
dolor y el sometimiento estetizado. Para él, estas tres manifestaciones se
encuentran insertas en el par dicotómico placer-dolor. Al referirse a la trayectoria
narrativa del autor de Pequeñas maniobras, Garrandés comenta: «En cuanto al
trasfondo común, determinado por la carnalidad, el goce y el dolor –un estatuto
básico y sus dos extremos dramatúrgicos-, lo que puede llegar a estremecernos
es su persistencia, su notoria propagación».14
Como se ve, en «Virgilio Piñera: economía y política…», solo se muestran
algunas aristas del comportamiento corporal, aquellas que mueven su reflexión
hacia el placer y el sufrimiento.
13
Alberto Garrandés: La poética del límite: sobre la cuentística de Virgilio Piñera, p.44.
14
Alberto Garrandés: La mirada crítica, p.21.
7
Nuevamente se advierte en la ensayística de Garrandés una predilección por
analizar la temática del cuerpo en la obra narrativa de Piñera, pero siempre vista a
partir de interpretaciones parciales que interesan al investigador. Al centrar su
análisis en significaciones puntuales de lo corporal (enajenación,
despersonalización, dolor y placer del individuo), constriñe la riqueza interpretativa
a que puede ser sometido el tema, según la amplia gama de criterios que lo
integran en la actualidad.
Por último, el texto Virgilio Piñera: un hombre una isla de Alberto Abreu dedica
una mirada a La carne de René, donde también se tiene en cuenta el tópico del
cuerpo. Uno de los principales aportes de este breve esbozo, consiste en perfilar
la presencia del doble, aspecto relevante en la concepción virgiliana de lo corporal.
Al mismo tiempo, el investigador descubre en la novela un rechazo y una burla
hacia toda tradición filosófica,15 sobre todo aquella que tiene que ver con el
supuesto equilibrio alma-cuerpo. Es así que la incursión de Alberto Abreu en la
novela de Piñera se vincula con el presente estudio, puesto que instrumenta en su
análisis algunas concepciones filosóficas de lo corporal. Al tratarse de un análisis
tan preciso sobre el asunto del cuerpo, Abreu no recurre al carácter multidisciplinar
del concepto. Su análisis se centra en dos cuestiones básicas, el cuerpo como
entidad cuestionadora del modelo cosmológico que descansa en el equilibrio
alma-cuerpo y la particularidad del doble.
Sobre los estudios del cuerpo en la creación narrativa de Virgilio Piñera pueden
citarse varias contribuciones, como parte del estado del conocimiento. El ensayista
cubano Víctor Fowler, es uno de los que con más insistencia se ha interesado por
el tema en la literatura del país. Por lo que sus investigaciones han tenido que
transitar por la obra de Piñera.
El ensayo Historias sobre el cuerpo (2001) se detiene en la narrativa de Piñera,
específicamente en la colección de cuentos Un fogonazo. La reflexión de Fowler
ilustra las relaciones entre cuerpo y libertad, donde el ser humano será más libre
en tanto pueda disponer con mayor independencia de su propio cuerpo. Para el
15
Alberto Abreu: «Algunas aproximaciones a La carne de René», en: Virgilio Piñera: un hombre una isla,
p.72.
8
ensayista esa falta de libertad implica la enajenación del hombre, donde su única
escapatoria es el dolor físico. Desde este punto de vista, pueden encontrarse
puntos concomitantes entre este estudio y el realizado por Garrandés. Aunque las
muestras seleccionadas por ambos autores son totalmente desemejantes, sus
resultados parecen comunicarse en algún punto. Tanto para uno como para el
otro, el constante desmembramiento de los cuerpos presente en la prosa virgiliana
está fuertemente integrado a la idea del dolor físico. Independientemente de las
discrepancias entre los anteriores estudios y el presente, interesa tomarlos en
cuenta por cuanto recuperan la jerarquía y valor del cuerpo en esta narrativa.
Una lectura obligatoria al tratar la obra de Piñera es la ensayística de Antón
Arrufat, ferviente conocedor de su obra literaria. En Virgilio Piñera entre él y yo
(2002), Arrufat dedica unas páginas a La carne de René. Aunque su comentario
interpretativo no focaliza la atención únicamente en el problema corporal, sus
ideas al respecto resultan muy aportadoras. Véase, por ejemplo, la secuencia
donde Arrufat se refiere directamente a René, personaje que goza el privilegio de
ocupar el rol protagónico de la narración: «Toda su acción, desde el primer
capítulo hasta el último, consiste solamente en huir. Huida patética y semejante a
una apuesta metafísica […], tal lucha es un imposible: nunca podrá escapar de su
propio cuerpo».16 Nótese el cuerpo divisado como una entidad superior, espacio
simbólico y destino trágico al que irremisiblemente se encuentra condenado el
personaje.
Sin asirse a ninguna categoría en específico, Arrufat intenta desentrañar el
sentido que adquiere el cuerpo en La carne de René. Aunque no se puede hacer
confluir el estudio del autor con un enfoque predeterminado, en él se reconoce la
presencia de lecturas antropológicas y filosóficas como las referenciadas más
adelante. El trabajo citado de Antón Arrufat no persigue un interés marcado por
analizar la novela de Piñera, se trata más bien de un ensayo sin pretensiones
científicas y de corte testimonial, donde aparece inserto un comentario crítico de la
obra referida.
16
Antón Arrufat: Virgilio Piñera entre él y yo, p.54.
9
Por último, se encuentra el reciente texto Virgilio Piñera o la libertad de lo
grotesco (2010) de David Leyva, donde se analiza el papel de lo grotesco dentro
de la poética virgiliana Este análisis distingue el descuartizamiento corporal, las
referencias escatológicas, la antropofagia y autofagia, etc., aspectos que se
vinculan con otras investigaciones teóricas y críticas sobre el cuerpo. Valga decir
que aunque el joven autor se basa solo en el análisis de los Cuentos fríos, transita
necesariamente por la presencia del tema en otras zonas de la prosa virgiliana,
como La carne de René. Al mismo tiempo dialoga con los ya mencionados textos
de Arrufat y Garrandés.
Tras analizar los estudios referidos al cuerpo en la narrativa de Piñera, puede
concluirse que sigue siendo una carencia en el marco de las investigaciones
literarias y académicas del país, las indagaciones sobre el cuerpo como tema
fundamental en las dos novelas del autor. Esta problemática en su obra rebasa la
mera preocupación de índole personal17 para convertirse en un fenómeno de
múltiples connotaciones.
El asunto de lo corporal interesa al presente estudio porque no se trata solo de
un leit motiv en las novelas, sino que se manifiesta como la temática central que
determina sus sentidos, y contamina el resto de los tópicos recurrentes en las
obras. A su vez, se convierte en motivo de la acción narrativa, en eje del conflicto,
en el elemento rector del subsistema de personajes e, incluso, en el cronotopo
regente de las novelas. La representación literaria del cuerpo trasciende las
referencias explícitas y las imágenes exteriores de la corporalidad y moviliza una
serie de significados latentes. Por ello, se ha conformado un concepto amplio de
esta variable, acorde con los múltiples significados que se desprenden de su
presencia en la prosa virgiliana.
En cuanto a los estudios relacionados con el cuerpo en la obra de Piñera,
todavía quedan muchos caminos por recorrer, pues la presente investigación solo
se encarga de una parte de su producción novelística, la cual constituye una breve
etapa de su creación literaria. El tema es susceptible de futuros abordajes e invita
17
Varios autores cubanos (Antón Arrufat, Alberto Abreu, Víctor Fowler y David Leyva) han señalado que la
presencia recurrente del cuerpo en la narrativa de Virgilio Piñera es resultado de la inconformidad que
sentía el autor con su cuerpo.
10
a un estudio extensivo que comprenda todos los géneros que componen la obra
del autor: la narrativa, la poesía y la dramaturgia. Una investigación sobre el
cuerpo en su obra completa, dado el grosor de su producción, pudiera evaluar el
fenómeno desde otras perspectivas. El presente trabajo no solo puede
completarse al incluir el resto de la obra virgiliana, sino también con la búsqueda
de otras aristas del cuerpo como objeto de estudio. Téngase en cuenta que el
concepto de cuerpo es de reciente aplicación en el campo de las investigaciones
literarias, cuya movilidad y desarrollo en la práctica científica augura innumerables
posibilidades.
El informe investigativo está estructurado por dos capítulos:
«Conceptualizaciones del cuerpo en la cultura occidental. Posiciones
metodológicas para el estudio del cuerpo en la literatura» y «Análisis de los
significados que genera el cuerpo en La carne de René y Pequeñas maniobras de
Virgilio Piñera». En el primero, compuesto por tres epígrafes, se contraponen
variadas conceptualizaciones del cuerpo provenientes de distintas esferas del
conocimiento, para conformar un concepto abarcador de la variable. Además se
realiza una aproximación a las dos perspectivas de análisis empleadas en el
estudio: el tratamiento criatural de la corporalidad y la semiótica del cuerpo.
El capítulo dos «Análisis de los significados que genera el cuerpo en La carne
de René y Pequeñas maniobras», organizado en dos epígrafes, presenta el
estudio de ambas novelas, según los enfoques explicados en el capítulo
precedente.
11
CAPÍTULO 1
El origen de los estudios sobre el cuerpo se sitúa en la segunda mitad del siglo
XX, coherente con el auge de la cientificidad en disciplinas como la medicina, la
psicología y la biología como ciencia piloto.18 En este período se incentivó y
extendió la atención a la corporalidad como objeto de investigación en diferentes
disciplinas, de modo que llegado el siglo XXI la extensa proliferación de los
acercamientos al tema, obligó a agruparlos por esferas del conocimiento. Es así
que en la actualidad pueden encontrarse acercamientos a la corporalidad en sus
nociones filosófica, psicológica, antropológica y cultural, semiótica y artística.
Si bien cada una de estas nociones cuenta con sus propias teorizaciones
autorizadas, la contemporaneidad tiende a la vinculación interdisciplinaria. Es por
ello que emergen una serie de estudios que imbrican las variadas perspectivas
con que puede asediarse el cuerpo como objeto de investigación, y es esta la
posición teórico-metodológica regente en las incursiones más actuales del tema.
18
Según Luis Álvarez Álvarez las llamadas ciencias duras o ciencias piloto que se convirtieron en fundamento
de la labor científico investigativa de las ciencias humanísticas son la matemática, la física y la biología. (El
arte de investigar el arte, p.110)
12
existente desde los inicios de la civilización humana ofrece una concepción del
cuerpo acorde con la cosmovisión de su época. Estas concepciones se perpetúan
como paradigmas en la reflexividad del hombre contemporáneo, como pilares de
la cultura occidental y como intertextos obligados en la creación artística.
Así, pueden citarse entre las concepciones más reconocidas: las ideas de la
moderación carnal socrática (sophrosyne), el dualismo platónico alma-cuerpo, la
negación estoica de la corporeidad, la represión medieval de la carnalidad, la
separación paulista carne-cuerpo, el cuerpo humano como materia de los
humanistas del renacimiento, el cientificismo y funcionalismo de lo corporal del
pensamiento ilustrado, la oposición cartesiana cuerpo-mente y la apoteosis de lo
corpóreo en el positivismo evolucionista, entre otros.
En la segunda mitad del siglo pasado, con las polémicas del llamado
postmodernismo filosófico,20 se asiste a una pluralidad mayor de consideraciones
sobre la dimensión corporal del ser humano, pluralidad que sería imposible
recontar en breves páginas. No obstante, pueden citarse por su relevancia la
propuesta de la somatología política del cyborg dentro del discurso foucaultiano:
un entendimiento del cuerpo como mapa de la sociedad postindustrial, donde se
inscriben las marcas del poder y los efectos de la tecnologización.21
19
Alexis Jardines: El cuerpo y lo otro. Introducción a una teoría general de la cultura, p. 64.
20
Sobre las controversias de la definición de postmodernismo filosófico y pensamiento postmoderno, ver:
Paul Ravelo Cabrera: «Modernismo, posmodernidad y posmodernismo en América Latina», en: Isabel
Monal y Pablo Guadarrama: Filosofía en América Latina, p.421.
21
Michel Foucault: Microfísica del poder, p. 142.
13
Dentro de las principales ideas de Foucault sobresale la tesis sobre el biopoder,
como denuncia a la transversalidad de las operaciones de poder ejercidas sobre
los cuerpos y mediante ellos. El autor interpreta la represión corporal como una de
las manifestaciones de la microfísica del poder, proveniente de la tradición del
pensamiento sociocultural de Occidente y perpetuada en la era tecnológica. Su
principal contribución al análisis del tema, proviene de la percepción de la dualidad
cuerpo-poder: la somatografía política o escritura política del cuerpo (inscripción
del poder sobre el cuerpo) y el somato-poder (ejercicio del poder a través del
cuerpo).22
El pensador explica: «Lo que busco es intentar mostrar cómo las relaciones de
poder pueden penetrar materialmente el espesor mismo de los cuerpos sin tener
incluso que ser sustituidos por la representación de los sujetos. Si el poder hace
blanco en el cuerpo no es porque haya sido con anterioridad interiorizado en la
consciencia de las gentes».23 El descubrimiento de Foucault devela la red invisible
de los mecanismos de dominación y el cuerpo como una de sus herramientas.
Además, hace despertar la sospecha acerca de que la representación de la
violencia corporal puede responder a una intención crítica o estética, o puede ser
una manifestación involuntaria del inconsciente colectivo que ha dejado sojuzgar y
usar su cuerpo secularmente, sin conciencia de ello.
22
Ibíd., p. 144.
23
Ibíd., p. 156.
24
Fanny Carvajal: «Pórtico», en: Alexis Jardines: El cuerpo y lo otro. Introducción a una teoría general de la
cultura, p. VII.
14
Jardines revela la importancia de la mentalidad corporal en la tradición del
pensamiento occidental y reivindica el mundo del cuerpo como elemento definidor
en las concepciones del lenguaje, la religión, la cultura en general y el arte. Uno de
sus aportes fundamentales radica en declarar que el despojo y subvaloración del
cuerpo ocupa los marcos del paradigma representacional del pensamiento
occidental aún en el siglo XX; por lo que todo intento de resituar el inestimable
valor del cuerpo en la cultura es un empeño necesario que afirma la importancia
de un estudio como el que se propone.
Otro aporte esencial de este texto son las nociones diversas desprendidas de la
variable fundamental, tales como: cuerpo físico, cuerpo vivo, cuerpo vivo actuante,
cuerpo vivo percipiente, cuerpo objeto, cuerpo original, cuerpo propio, cuerpo para
otro, cuerpo mítico, cuerpo ritual y, sobre todo, la noción de cuerpo representado,
por ser la que se concreta en los discursos artísticos.
25
Alexis Jardines: ob. cit., p. 70.
15
actualidad el estudio filosófico de lo corporal rebasa el confinamiento
epistemológico y se abre al diálogo multidisciplinar.
Las teorías corporales del psicoanálisis, por su parte, fueron las encargadas de
establecer el posible significado de las funciones y comportamientos del cuerpo
humano; así como de estudiar el simbolismo convencionalizado de su realización
estética. Entre las contribuciones fundamentales de esta área de investigación se
sitúan: la comprensión de lo inconsciente corporal y de la condición corporal de lo
inconsciente; la relación soma-psiquis; la psicología del cuerpo, así como el
concepto de mentalidad corporal y vivencia corporal de la palabra.26 De este
modo, el enfoque psicoanalítico aplicado a la literatura fue de los primeros en
localizar el significado latente de las representaciones corporales; sin embargo, la
mayoría de sus aplicaciones críticas han preferido concentrarse en la relación de
esas representaciones y la biografía del autor, y en la dimensión corpórea de la
sexualidad.
31
Olga García Yero: «La violencia en las artes», en: Puerto Príncipe 2006. Anuario de la Filial y Centro de
Estudios Nicolás Guillén del Instituto Superior de Arte en Camagüey, p. 55.
32
Michel Giroud: «Performances/ Intervenciones», en Gerardo Mosquera: ob. cit., p. 349.
33
Olga García Yero: ob. cit., p. 55.
34
Ibíd., p. 56.
35
Ana María Guash: El arte último del siglo XX. Del posminimalismo a lo multicultural, p. 82.
18
contemporánea de la belleza».36 Otra línea investigativa que destaca en este
sentido es la pornografía y la pospornografía, que descubren el interés por la
representación literal y obscena, espectacular y paisajística, fisiológica y escópica,
lúdica y gustativa del cuerpo en los mass media.37
36
José Enrique Finol: «Semiótica del cuerpo: El mito de la belleza contemporánea», en: Opción, No.28,
p.115.
37
Una de las voces más autorizadas sobre los estudios académicos de la pornografía es Jerzy Ziomek: «La
pronografía y lo obsceno», en: Criterios, No. 25-28, ene-dic 1990, pp. 224- 264. Para una visión de la
pospornografía como dominante actual en la representación mediática, puede verse: Fabián Giménez
Gatto: «Pospornografía», en: .<www.estudiossexuales.net/revista/pdf/num5/gimenez-gatto.pdf.>.
38
Ivonne Muñiz: «Arte y violencia: historias para ser contadas», en: Anales del Caribe, p. 243.
39
Carlos Jáuregui: Canibalia. Canibalismo, calibanismo, antropofagia cultural y consumo en América Latina,
p.11.
19
correspondencia con situaciones histórico-culturales diversas. Adolfo Colombres
en La emergencia civilizatoria de Nuestra América, observa en tono denunciante el
destino del cuerpo en la sociedad y la cultura latinoamericana del siglo XX, bajo
los efectos del posmodernismo occidental: «Esta destrucción del sentido profundo
del cuerpo se quiere compensar en una especie de religión del cuerpo, que lo
vacía de todo sentido que no sea puramente físico».40 A pesar de su visión
pesimista, lo más interesante del breve análisis del intelectual argentino, es su
relación con el destino del cuerpo y la identidad continental: « […] esa circulación
de signos que va del cuerpo al territorio y del territorio al cuerpo, porque éste es
también un espacio habitado por símbolos, donde no dejan de jugar las relaciones
de identidad y alteridad».41
Otra de las áreas de estudio que se ha interesado por el análisis del cuerpo y
ha aportado una sistematización teórica de la variable, es la de los estudios de
género. Estos han puesto su atención en las relaciones cuerpo-poder y en la
corporalidad como factor distintivo de las identidades subalternas. En el caso
específico de la crítica literaria feminista del siglo XX, se ha privilegiado la llamada
escritura del cuerpo como elemento definidor de la identidad de género. Este
énfasis tiene su explicación en la influencia de las teorías feministas de base
biologicista, por tanto, ha sido objeto de controvertidas polémicas. No obstante,
estos estudios han sido pioneros en convertir el cuerpo en variable fundamental de
penetraciones crítico-literarias.
40
Adolfo Colombres: «Cultura de masas y, posmodernidad», en: La emergencia civilizatoria de Nuestra
América, pp.142-143.
41
Ibíd.
42
Hélène Cixous: «La joven nacida», en: Nara Araújo y Teresa Delgado: Textos de teorías y crítica literarias
(Del formalismo a los estudios postcoloniales), p.545.
20
equivalencia fundamental sujeto de la escritura- texto- cuerpo que distingue la
identidad escrita por mujeres. En la radicalización de su propuesta, la relación se
vuelve proporcional, al punto que la autora afirma: «¿Por qué hay tan pocos
textos? porque aún muy pocas mujeres recuperan su cuerpo», de modo que, si
«Las mujeres son cuerpos.» a «Más cuerpo, por tanto, más escritura».44
43
Ibíd., p.538.
44
Ibíd., p. 547-548.
45
Umberto Eco: Tratado de semiótica general, p.27.
46
En el epígrafe « ¿Dominio o disciplina?» de su Tratado de semiótica general, Umberto Eco propone la
denominación provisional de dominio semiótico dada la variedad y desorden de sus formas investigativas.
Asimismo, el académico cubano Luis Álvarez Álvarez, en su texto de metodología de la investigación El
arte de investigar el arte asume la semiótica en tanto dominio científico. (Umberto Eco: ob. cit., p. 23, Luis
Álvarez Álvarez: ob. cit., p. 252)
21
comportamientos sociales como el beso, el abrazo, los golpes en el hombro), la
semiótica médica (estudio de los síntomas o alteraciones externas del cuerpo en
tanto signos).47 Otros autores posteriores reafirman la existencia de una
semiología olfativa, táctil, del gusto, del gesto y del vestuario, todas relacionadas
de una forma u otra con elementos corporales codificados como signos.
Más allá de las series, pueden extraerse otras perspectivas valiosas de las
investigaciones bajtineanas sobre el tema, tales como: el análisis de la hipérbole y
el grotesco en la configuración corporal, el detenimiento en las posibilidades
expresivas del movimiento y gestualidad del cuerpo en la obra literaria y, sobre
todo, las nociones de la corporización del mundo convertida en imagen artístico-
literaria.
49
Stefan Zólkiewski: «Bajtín y el problema fundamental de la semiótica», en: Criterios, p.27.
23
explotación de las posibilidades biomecánicas y cinésicas del cuerpo. Por otra
parte, fueron atendidas las principales aportaciones de la teoría y crítica de las
artes a este campo de estudio, prestando especial interés al body art y a su
empleo metafórico del cuerpo, pero, sobre todo, a la preferencia de esta
modalidad artística por la mutilación corporal.
Luego han sido consideradas algunas ideas de la crítica literaria feminista del
siglo XX. Específicamente, la idea del cuerpo como factor distintivo de las
identidades subalternas. Posteriormente, se esbozó una de las primeras formas de
analizar el cuerpo en la literatura, el estudio cronotópico de las series de Mijaíl
Bajtín, entendido como un antecesor de los estudios semióticos del tema.
50
Erich Auerbach: Mímesis, p.236.
24
Ahí nace su lado criatural, la noción del cuerpo en sujeción eterna al dolor y a la
caducidad, que Auerbach define del siguiente modo:
55
Ibíd., p.471.
56
Según Perla Chinchilla Pawling, la figura criatural definida por Auerbach es necesaria para cualquier
estudio sobre el realismo, y no se ha logrado « […] situarla y darle el peso que para la modernidad tiene.».
Perla Chinchilla Pawling: «Preliminares», en: Historia y Grafía, No. 32, p. 17,
.<http://www.redalyc.org/src/inicio/ArtPdfRed.jsp?iCue=58922946001>.
57
Umberto Eco: ob. cit., p. 26-27.
27
en la semiótica de las artes, dio lugar a un área específica, la semiótica del
cuerpo.
Afín con la idea propuesta por José Enrique Finol al comienzo del capítulo se ha
realizado un rastreo del cuerpo como variable principal de este estudio, de
acuerdo a las mencionadas esferas del conocimiento. Sin embargo, no solo se
han tenido en cuentas estas, sino las excluidas por él. Las precisiones teóricas del
58
José Enrique Finol: «La corposfera: para una cartografía del cuerpo», en: Trujillo, [s/p]
59
Iuri Lotman: La semiosfera I. Semiótica de la cultura y del texto, p. 22.
60
José Enrique Finol: «La corposfera: para una cartografía del cuerpo»: ob. cit., [s/p]
28
teatro, las artes plásticas y la literatura que han contribuido al estudio del cuerpo
se consideran esenciales para la aplicación de la semiótica corporal a las obras de
Virgilio.
61
Ibíd. [s/p]
62
José Enrique Finol: «Discurso, Isotopía y Neo-narcisismo: Contribución a una Semiótica del Cuerpo», en:
TELOS. Revista de Estudios Interdisciplinarios en Ciencias Sociales, p.4.
63
Ibíd.
29
padecimientos o respectivas huellas (tatuajes, laceraciones, agujeros, etc.).
Asimismo, la referencia a olores, texturas y sabores, sonidos, colores y
densidades, indica la racialidad, el paso de la juventud a la vejez o a la
enfermedad. La exteriorización de ciertos padecimientos en la carne enferma
(escarificaciones, quemaduras, dermatitis), la pérdida de la densidad de la carne
envejecida, modulan la historia del sujeto y narran la memoria específica del
cuerpo.
Con respecto a los tatuajes, Finol señala su impacto desde el punto de vista
cultural, pues cada cuerpo marcado también crea su específica memoria e
historia. A nivel visual este tipo de huellas que suelen refractarse en el tejido
epidérmico, no solo transforman los colores y las texturas de la piel, sino que
construyen una nueva historia para el cuerpo que las posea (el hecho de elegir o
no tenerlas, marca la diferencia del sujeto, y la elección ideográfica supone un
mensaje para el tatuado, el artista o el espectador). Además constituye un gesto
social (de exclusión en aquellos contextos en que resulta un tabú, o de inclusión a
determinados grupos sociales) y un gesto cultural (de significación ritual, estética,
etc.).
Por último, incluye otros lenguajes corporales que no deben pasarse por alto en
un análisis de este tipo, y son precisamente los que tienen que ver con los signos
y los síntomas que suelen aparecer en el cuerpo en el transcurso de una
enfermedad, tanto física como mental.65 Durante un padecimiento cualquiera, el
cuerpo se ve sometido a constantes transformaciones físicas (manchas,
64
Ibíd., p.4.
65
Ibíd.
30
escarificaciones, coloraciones, olores inhabituados, etc.), al tiempo que lo
convierte en recinto de nuevos lenguajes.
66
Ibíd., p.5.
67
Ibíd., p.5.
68
Ibíd.
31
Por último, la propuesta de Finol ofrece el par cuerpo referente. En este caso se
trata de elementos que se encuentran separados del cuerpo humano, pero debido
a la necesaria relación existente entre ambos (cuerpo y objeto), deben estudiarse
conjuntamente. Se trata de: «[…] objetos- signo que han sido modelados a partir
del cuerpo, con su morfología, funciones, hábitos, que aún en su ausencia lo
significan, y que por lo tanto serían ininteligibles sin la referencia al cuerpo, el cual,
por su volumen, sus movimientos, su peso y densidad, marca muchos de los
objetos que la sociedad construye».69 Ha de decirse que independientemente de
la relación general entre objetos e individuos que apunta Finol, cada objeto en
particular adquiere una dimensión distinta en la medida en que algún cuerpo lo
posee. Los objetos específicos que un cuerpo emplea se van nutriendo de su
personalidad e imagen, mucho más en el contexto de una obra literaria, donde
cada personaje va a estar modulado alrededor de una indumentaria que lo
caracteriza, que lo significa aunque no esté presente.
69
Ibíd.
32
A través del desarrollo de la filosofía cada sistema de pensamiento modula
una concepción diferente del cuerpo, que va desde la dicotomía alma-
cuerpo hasta la idea del somato-poder.
Una zona de la crítica literaria feminista del siglo XX insiste en el valor del
cuerpo como factor distintivo de las identidades subalternas.
34
CAPÍTULO 2
DE VIRGILIO PIÑERA
70
Michel Foucault: ob. cit., p.145.
35
los primeros en darse cuenta que el poder político se impone cuando se logra
disciplinar al cuerpo, similar ocurre en la novela cuando se intenta subyugar al
cuerpo bajo normas estrictas de comportamiento.
36
carne en cada caso, acorde al contenido que se abordará en los apartados: La
carne chamuscada, La carne perfumada, La carne de gallina, Tierna y jugosa.
Como bien puede verse, algunos de ellos reflejan características especiales de la
piel, por ejemplo, cuando se dice tierna y jugosa para referir la frescura de esa
piel. Pero cuando se habla de carne chamuscada o perfumada se está haciendo
alusión al cuerpo como escenario de otros signos, es decir, a la categoría cuerpo
espacio. Resulta interesante que a través del paratexto se preanuncie el contenido
de la subsiguientes páginas.
37
sacerdote de la carne, el rey de la carne en conserva y otros personajes
secundarios como alumnos y sirvientes.
71
Virgilio Piñera: La carne de René, pp.14-15.
38
tiempo apetito sexual e instintos de violencia, de ahí las siguientes frases que lo
describan: carne de víctima propiciatoria o carne tan expuesta.72
La llamativa pubertad de este caracter no solo lo hace más bello, sino más
codiciado. El constante deseo de poseer la carne de René responde a distintas
finalidades, para la señora Pérez la iniciación sexual, para el padre su maduración
en tanto rito (torturas corporales de toda índole): «Si tu pecho no tiene una llaga
como la mía, ¿de qué te serviría? Si tu vientre está libre de costurones, ¿para qué
lo quieres? Si esos brazos llegan sin heridas a la vejez ¿de qué te habrán servido?
Si tus piernas no tienen mil y una heridas, ¿a qué uso placentero las reservas?».73
El padre espera para el cuerpo de su hijo un destino semejante al suyo, pero este
camino del conocimiento corporal significa una entrega para René, una pérdida de
su libertad.
39
aparatos de dominación, otro al disidente, al insubordinado, al que no se deja
someter.
74
Ibíd., p.14.
75
Ibíd., p.37.
40
solitarios se encuentra René. Su heroicidad consiste en no dejarse poseer
corporalmente, en un mundo movido esencialmente por la carne.
La novela instaura una extraña filosofía del cuerpo que resulta contradictoria en
sí misma. La obsesión por lo corporal es tan excesiva que se convierte en una
ceremonia maldita. El cuerpo como representación del poder primario del hombre,
es llevado al límite de sus posibilidades. Este ritual constituye la primera máscara
de la represión corpórea.
76
Ibíd., p.72.
77
Ibíd., p.55.
78
Ibíd., p.164.
41
pieles, tiene que ver con el tiempo acumulado dentro del rito de la carne. Como
para este señor el cultivo de la carne forma parte de su vida, el acto de envejecer
ha venido aparejado al conocimiento corporal o cultivo de la carne, mientras que
René, como recién iniciado, aún mantiene una piel lozana.
Más adelante René continúa apreciando la fisonomía del anciano: «[…] pensó
que veía al hombre más flaco del mundo; apenas una delgada capa de carne
recubría sus huesos; la piel de los brazos se mostraba arrugada o como sumida
en la osamenta. Los ojos, en el fondo de sus cuencas, miraron ávidamente la
tierna carne de René, y dos gruesas lágrimas resbalaron por sus mejillas». 79 La
mirada del mutuo reconocimiento de sus cuerpos, revela la importancia que tiene
lo corporal en la novela. Por un lado, el reconocimiento visual de René que
entrevé en el cuerpo del anciano su fatum trágico. Por otro, el acto contemplativo
del anciano que aprecia en el cuerpo de René lo que en otro tiempo fue el suyo.
Uno reflexiona sobre lo importante que sido el cuerpo en su existencia, a la vez
que se mira en el espejo del pasado, otro presiente que no puede escapar de su
cuerpo. Este diálogo tácito entre ambos se da a través del lenguaje corporal, de
ese cúmulo de expresiones que hablan por sí mismas, sin necesidad de la
intervención verbal.
42
causa de la condición decadente de su cuerpo simbolizan su anagnórisis,
justamente en los estados terminales es donde el personaje descubre su
equivocación. El duelo entre los dos planos (carne flácida v/s carne jugosa),
además de ser irónico, constituye una denuncia a los aparatos de represión
corporal. Tras esos mecanismos de represión, prácticamente ocultos en la novela,
se encuentra una denuncia a mayor escala.
80
Rine Leal: «Piñera todo teatral», en: Virgilio Piñera: Teatro completo, p.v.
43
rematada por una especie de gran bandeja. Cómodamente instalado en ella se
hallaba Bola de Carne. No tenía brazos ni piernas; por efecto de la carne, el tórax
y el abdomen se juntaban. La cabeza, sumida en el pecho, parecía formar parte
de éste».81 Si en otros casos la fisonomía de los personajes podía tornarse
graciosa, por su relativa deformidad, en este momento alcanza dimensiones
pantagruélicas. La excesiva imperfección física del personaje ha llegado a un
grado límite, donde ni siquiera sus partes se encuentran bien delimitadas. El
cuerpo de Bola es incapaz siquiera de desplazarse en el espacio, su condición
esférica lo hace rodar por la bandeja. La caricatura exagerada de este, basada en
su grotesca anatomía, sin duda alguna, constituye uno los signos somáticos que
más determinan sus relaciones humanas.
81
Virgilio Piñera: ob. cit., p.142.
82
Ibíd., p.141.
83
David Leyva: Virgilio Piñera o la libertad de lo grotesco, pp.113-116.
44
móvil fundamental de la narración es el rito de la carne, tenerla en abundancia
también forma parte del mismo. El exceso de carne que contiene su cuerpo, así
como su denodado cultivo es símbolo de avaricia, pues el acaparamiento de
riquezas forma parte del modus operandi del rico, en esta ocasión el producto más
valorado es la fibra carnal. Nótese, además, el énfasis en la clase pudiente que
representa por la mención directa a criados y fortuna. En este caso la
monstruosidad ad infinitum del personaje, representativa de la burla y la opulencia,
puede estar asociada a una crítica indirecta a la clase social que encarna.
45
importante es el baño que recibe René en casa de la señora Pérez, demás está
señalar que la sección se corresponde con el deleite de la olorosa carne.
Con respecto al apartado que lleva por título La carne chamuscada, como bien
sugiere su nombre, se trata de la quemadura en el trasero, ha de decirse que esta
práctica es de origen puramente animal. El hecho de reproducir con semejante
exactitud una práctica tan brutal, reduce el cuerpo de las víctimas humanas a un
trozo de carne, lo animaliza. A partir de entonces esta marca se convierte en algo
más que un atributo visual, no solo modifica la superficie cutánea de los
personajes, sino el trayecto de sus vidas.
Al compararse con otras huellas, esta cobra una trascendencia especial, pues
ella significa un antes y un después en el conocimiento corporal de cada
personaje. Al mismo tiempo, se presenta como una provocación a quien elige no
tenerla, pues esta elección ideográfica signa la autoconciencia del dolor y la
represión del cuerpo de unos frente a otros. Debido al carácter litúrgico de esta
estampa corporal, la violencia que supone el acto queda aparentemente
justificada. Sin embargo, la violencia y represión contra el cuerpo resultan
ineludibles, pues no se trata únicamente de elegir o no este camino, sino que el
cuerpo se vuelve la vía más inmediata de manipular al hombre.
84
Virgilio Piñera: La carne de René, p.57.
85
Ibíd., p.47.
46
Si se compara la misión primera del bozal (objeto empleado en las bestias para
guiarlas y evitar cualquier tipo de ataque) con la explicitada en la obra, se verá que
el principio es el mismo aunque la finalidad sea distinta. En cada caso se intenta
cubrir la boca, lo mismo al humano que a la bestia, y este acto de por sí expresa
un impedimento, una represión de tipo corporal. Cuando se logran restringir los
usos del cuerpo, se ejerce contra el ser humano una violencia explícita, a la vez
que se domina en toda su magnitud. El bozal no solo evita el gemido en un sentido
literal, sino que se vuelve metáfora de la incomunicación. De manera que este
objeto, al agregarle un matiz de bestialidad al ser humano, transforma su
geografía corporal, primero por la reproducción de la práctica animal, luego por la
violencia corpórea y finalmente por la supresión del raciocinio.
86
Ibíd., p.26.
47
Como se ha venido ejemplificando, el rito de la carne en sí mismo con sus
disímiles manifestaciones, constituye una forma de domino sobre el cuerpo, dentro
de las que se encuentran las descarnadas prácticas del bozal, la quemadura y las
flechas. Estas formas de control corporal, por su manera ridícula y exagerada de
presentarse, además del contenido violento que encierran, suponen una crítica a
la autoridad. Obviamente, lo corporal remite a un subtexto mayor que lo que él
mismo puede parecer a primera vista, pues como se ha verificado, sus fronteras
resultan inabarcables.
Este sentido reaparece una y otra vez en la trama, por tanto las funciones
naturales que acontecen en el organismo también forman parte de este discurso.
Como se había señalado, el cuerpo objeto se interesa en los discursos
fisiológicos, que aunque no resultan recurrentes en la novela, son de interés para
el análisis por su particular manera de ser tratados.
Hasta ahora se ha podido ver en la novela un enfático interés por retratar todo
lo feo y grotesco que puede tornarse un cuerpo humano, ya sea a través de
imágenes del cuerpo en su caducidad, carente de atractivo físico o transformado a
partir del ritual. Pero toda esa apariencia, como su nombre lo indica, se concentra
en la exterioridad. Sin embargo, no faltan los ejemplos que se regodeen en esa
mirada interior del individuo. La categoría cuerpo objeto permite entenderlo desde
sus procesos naturales más cotidianos: «Pero como los cuerpos se defienden
contra el exceso, empezaron a vomitar y orinar, y todo se unió a la manteca
derramada. Lo fofo y lo blando, esponjoso y flácido, parecían instar a ablandarse a
lo duro y sólido, a lo macizo y consistente».87 El cuerpo humano está conformado
87
Ibíd., p.85.
48
por multiplicidad de funciones, pero las que más se destacan en la novela, son
aquellas que resaltan las facetas innobles del cuerpo humano.
Esta imagen sobre los desechos del organismo esparcidos por el suelo, donde
se destacan los actos relativos a las funciones de la excreción corporal, presenta
una dualidad de sentido. Puede entenderse como una representación de la
categoría cuerpo objeto, por su matiz fisiológico, pero a la vez puede interpretarse
como una imagen criatural por el estado corroído de los cuerpos.
88
Ibíd., p.21.
49
Las heridas supurantes, los cuerpos sufrientes o en descomposición, no resultan
aquí un crecimiento del espíritu, ni una derrota de la carne, sino un triunfo del
cuerpo en tanto materia. De ahí el interés por destacar la huella criatural que dejan
estas llagas y cicatrices en la carne del padre. Este conjunto de estampas
grotescas presentes en el cuerpo del progenitor, signan su madurez y su
respectivo servicio a La Causa de la carne, también nombrada como Causa del
Dolor o irónicamente, Causa del Chocolate. Es así que el dolor, conjuntamente a
los vestigios que este deja, son pruebas por las que el cuerpo necesita transitar en
pos de su preparación.
Mira mi hombro derecho. Sabes que esta parte del cuerpo se denomina
clavícula. Pues bien, se ha convertido en una grotesca protuberancia […] ¿Y
por qué no tengo uñas en los dedos de los pies y en su lugar se observan
negros boquetes? Sí, mira, no te canses de mirar, de examinar, y si quieres
hasta puedes tocarme […] Mira este agujero en la oreja, del tamaño de una
moneda de un centavo. Te confieso que siento por él un cariño especial. Me
50
provoca la sensación de que es como un mirador de cuanto se encierra en mi
cuerpo.89
89
Ibíd.
90
Ibíd., p.23.
51
convierte en una criatura esperpéntica que conmina a la risa. Ese guiño de
comicidad que persiste en lo criatural, precisamente lo emparenta con la categoría
estética del grotesco91 a semejanza de la obra rabelesiana.
91
Wolfgang Kayser explica la relación existente entre el grotesco y la risa, se habla de la carcajada cínica,
irónica y hasta satírica, donde las creaciones grotescas llevan a su plenitud una visión satírica del
mundo. Wolfgang Kayser: Lo grotesco. Su realización en la literatura y la pintura, p. 313.
92
Virgilio Piñera: ob. cit., pp74-75.
52
carácter criatural. Adviértase en la siguiente secuencia donde un cúmulo de
estudiantes pretenden ablandar la carne de René:
[…] toda actividad dirigida en este mundo al futuro les parece sin valor y sin
dignidad, mero juego de los instintos y de las pasiones, y su relación con la
realidad terrestre se compone del reconocimiento de su figura como teatro de
plástica expresividad y del desenmascaramiento radical de la misma como
efímera y vana, por lo que se destacan por todos los medios los contrastes
entre vida y muerte, juventud y vejez, salud y enfermedad, vana ostentación
93
Ibíd., p.83.
53
del papel desempeñado en la vida y resistencia lastimera contra la implacable
destrucción.94
Con el pecho desnudo, estaba un viejo recostado en una piedra. Dos tipos
de rodillas ante él, cada uno con un cuchillo en la mano, lo examinaban
atentamente. El viejo tenía en el pecho dos puñaladas; aunque René sabía
poco de la palidez cadavérica, se dio cuenta de que le quedaban pocos
minutos de vida […] con precisión matemática hundieron los cuchillos al
94
Erich Auerbach: ob. cit., p.237.
95
Virgilio Piñera: ob. cit., p.90.
54
unísono en el corazón del viejo, que se contrajo violentamente. La rigidez
cadavérica fue tomando posesión de su carne.96
Solo para René esta muerte posee una naturaleza trágica, pues tanto los
matones como los testigos presentes en el asesinato, disfrutaban del espectáculo.
La violencia del suceso es comparable con el público que asistía al Coliseo
Romano a disfrutar los sangrientos combates entre gladiadores.
96
Ibíd., p.101.
97
Ibíd., p.125.
98
Ibíd.
55
viene a ser el colofón de esta idea. Esta violencia ejercida contra los cuerpos, no
constituye tal crimen, sino un acto de supremo heroísmo por una causa que rinde
culto a divinidades ignoradas, como bien declara el progenitor en capítulos
precedentes.
99
Virgilio Piñera: Pequeñas maniobras, p.9.
56
protagonistas. En una primera impresión, las semejanzas entre dichos héroes
pudieran resultar casuales, teniendo en cuenta las situaciones que propician el
desmayo.
Sin embargo, podrá verse cómo en las dos novelas de Piñera emerge una
misma tipología de héroe, acorde a los factores socioculturales del contexto
prerrevolucionario donde son gestadas.100 En ambos casos se trata de construir
un sujeto débil, solitario y con deseos de escapar al contacto humano. Esos
anhelos de escapar del mundo se interpretan indistintamente en cada personaje,
en uno significa una postura de resistencia ante la dominación, en otro, su
incapacidad para comprometerse con el medio. Uno de los elementos decisivos en
la conformación de estos caracteres y en su parecido fundamental es la
simbología del cuerpo. No se trata de un parecido en cuanto a especificidad de
rasgos anatómicos, puesto que difieren en belleza estética y edad corporal, sino
en ese aire de sujetos pusilánimes e indefensos.
100
Valga especificar que Pequeñas maniobras fue concluida en 1957, aunque no se publica hasta 1962.
Rogelio Rodríguez Coronel da fe de ello en su texto La novela de la revolución cubana, p.72.
101
Virgilio Piñera: Pequeñas maniobras, p. 10.
57
desmayo, palidez, sudoraciones, temblores) signa su falta de compromiso ante la
vida.
58
La autoconciencia de esa debilidad corporal es tan determinante para
Sebastián, que en algún momento llega a considerarla una virtud: «Uno puede
gustar por su debilidad, así como otros gustan por su fuerza». 103 Los dos son
deseados por su fisonomía debilucha y rostro de criatura indefensa. Esta
condición que Sebastián manifiesta sobre sí mismo, viene a redondear su esencia
como personaje. La pequeñez de sus acciones corporales, manifestada en su
constante miedo, va a estar en consonancia con el revelador título de la novela.
103
Ibíd., p.18.
104
Ibíd., p.17.
105
Ibíd., p.17.
59
de la caducidad, no debe obviarse el carácter despectivo de la descripción. No
existe en el retrato de esta señora el menor atisbo de alabanza, puesto que cada
sujeto, objeto o espacio que habita la mirada de Sebastián, pasa por el tamiz de
su amarga y deformada cosmovisión.
60
compararla? ¡Ah, ya sé! Con un ano. Esta boca es un círculo perfecto donde
hubiera estallado una granada.107
61
medios para trasmitir la impresión de disgusto que causan todos los seres
humanos en el héroe desidioso.
109
Víctor Fuentemayor: Entre cuerpo y semas: la corporeidad», en: Simulacros, imaginarios y
representaciones Memorial de VI Congreso Latinoamericano de Semiótica, 2005. Víctor Fuentemayor es
otro de los semiólogos del cuerpo, estudiosos de la corporalidad como semiotización específica del cuerpo
basada en el simulacro. Aunque no ha sido incluido en el apartado teórico del presente trabajo por la
parquedad de su artículo y su contradicción esencial con las ideas de Finol, priorizadas aquí, se considera
pertinente citar en esta afirmación.
110
Virgilio Piñera: Pequeñas maniobras, p.124.
111
Ibíd., p.119.
62
signo de la depauperación corporal que deja la vejez. Y también unida a la
epatancia vulgar de la expresión usada para significar la intensidad del aliento
fétido (de tres pares de cojones).
112
Ibíd., p.118.
113
Ibíd., p.114.
63
y alienado. Otra vez está incluida la hipérbole en el pasaje, esta vez a través del
calificativo: escenas monstruosas, para describir su pedestre cotidianeidad.
Las pocas veces en que el autor cubano se refiere a lo bello en la novela, será
con un sentido totalmente irónico. Constan como ejemplos el pasaje donde
Sebastián dice: «Sería imperdonable que la belleza del director no recibiera la
belleza del ministro».115 La belleza es una forma hilarante y sarcástica de referirse
precisamente a su contrario, respecto a esas dos figuras paradigmáticas del poder
represivo sobre el cuerpo (director y ministro).
En el aparato cuerpo referente Finol ubicaba los signos aledaños al cuerpo que
lo significan metonímicamente. En la novela, a pesar de no ser abundantes los
ejemplos donde esto se materialice, puede percibirse que poseen un sentido muy
114
Adriano Corrales Arias: «El cuerpo en la literatura o la literatura en el cuerpo», en:
http:www.monográficos.com/trabajos 55/ cuerpo-en-literatura/ cuerpo –en-literatura?
115
Virgilio Piñera: Pequeñas maniobras, p.55.
116
Ibíd., p.26.
64
similar a los anteriores. Así describe Sebastián, su visión de una de las casas
visitadas:
[…] lo cierto es que su ocultamiento físico me iba dejando ver, por los
objetos amontonados en la sala, una parte de su alma […] Un cesto de mimbre
lleno de trapos viejos. Una caja, que al par que llena las herramientas de todo
tipo, contenía cáscaras de naranjas y conserva de guayaba cubiertas con una
espesa capa de moho verde […] y la caja de un radio repleta de borras de
café.117
117
Ibíd., p.95.
65
la segunda novela el concepto parte de la imagen, pero se configura a través de
un procedimiento metafórico, incluso, en ocasiones se sustituye la imagen por el
enunciado indirecto.
66
De igual forma, la imagen corporal de los sujetos que le rodean, va a parecerle
más hiriente y enfermiza cada vez, junto a la suya propia. De ahí la proliferación
de imágenes relacionadas con los cuerpos enfermos o moribundos: «Fernando el
encargado se está muriendo […] Lesión súbita en la columna vertebral […] Los
brazos le cuelgan, hay que bañarlo, darle la comida […] uno pasa y lo ve, y si no lo
ve escucha sus quejidos».118 En esta descripción se hace ostensible el estado
terminal del personaje y el regodeo en su padecimiento y en la presencia
aniquiladora de su maltrecha anatomía.
67
responsabilidades, ni afectividad hacia los otros. Su cosmovisión pesimista
manifiesta en la novela, se ejemplifica en su deseo de escapar, de no ser querido,
de vivir distanciado de todos, lo cual tiene su correspondencia en el inventario de
imágenes sobre la decadencia corporal del hombre.
119
Ibíd., p.5.
68
Si en la primera tenía una intención crítica y desacralizadora de los mecanismos
de poder, ahora marca la falta de comprometimiento social del protagonista y
colabora a su visión pesimista y corrosiva del mundo. Esa visión deformada del
universo que distingue a la novela tiene su máxima representación en la
corporalidad humana:
Siento un asco tan grande que estoy por vomitar: Fernando despojándose
de su cáncer y de sus secretos para caer en el hoyo; secretos revueltos con el
monstruoso tumor, he ahí un plato difícil de tragar, a él le han servido ese plato
y lo ha tenido que ir tragando cucharada a cucharada. El médico se ha
quedado con el tumor y el cura con los secretos, pero Fernando ha debido
comérselos perfumados con desinfectantes y con incienso.120
[…] el tipo de poder pastoral […] ha estado ligado a una institución religiosa
definida, a menudo diseminada por todo el cuerpo social y que encontró apoyo
en multiplicidad de instituciones. En legar del poder pastoral o político […]
había una “táctica’’ individualizante que caracterizó a series de poder: aquellas
de la familia, la medicina, la psiquiatría, la educación y el trabajo.122
120
Ibíd., p.21.
121
Michel Foucault: «El sujeto y el poder», en: ARTNOVELA.COM.AR. <http://www.artnovela.com.ar>.
122
Ibíd.
69
para expresar la lenta crueldad de la degeneración del cuerpo cancerígeno
(engulléndolo cucharada a cucharada con perfume e incienso).
Según se ha venido refiriendo, la visión del otro que tiene el héroe es lo que
determina su manera de conducirse, traducible en la novela en el relato
despreciativo de los cuerpos y del suyo propio: «¿Sabía usted que mi cara y mi
cuerpo, en otro tiempo hermosos, hoy son sólo triste piltrafa?».125 En esta imagen
lo criatural se acentúa en la experiencia sensible y harto carnal que deja la
caducidad corpórea. La propia manera en que se observa el protagonista, deja
entrever su pesimismo fundamental, al reducir su cuerpo a la inmundicia, al
excremento. La concepción criatural aparece tratada con especial relieve, al punto
de reflejar en su cuerpo formas que su juventud no dejaba presagiar.
123
Léase el siguiente fragmento de la novela para distinguir el parecido: «Entonces me dio la Náusea: me
dejé caer en el asiento, ni siquiera sabía dónde estaba; veía girar lentamente los colores a mi alrededor;
tenía ganas de vomitar y desde entonces la Náusea no me ha abandonado, me posee», en Jean Paul
Sartre: La Náusea, p. 22.
124
Rogelio Llopis: «Pequeñas maniobras» en: Revista Casa de las Américas, mayo- junio, 1964, p. 107.
125
Virgilio Piñera: Pequeñas maniobras, p.135.
70
subvaloración del cuerpo ocupa los marcos del paradigma representacional del
pensamiento occidental aun en el siglo xx.
Por demás, la relación del cuerpo con el espacio insinúa ese deseo de confinar
el cuerpo a materia. Cuerpo y espacio cohabitan en una especie de relación
recíproca, cuyo sentido unificador es el carácter criatural de ambas partes:
«Nuestro encuentro se produjo […] frente a un montón de materia deleznable –
mondongo, lengua».126 El suceso en cuestión ofrece otra arista de la percepción
grotesca que este sujeto tiene de la realidad. No le basta con describir la horrible
corporalidad de los personajes, sino que necesita trasladar esa monstruosidad a
los lugares que habita. Por tanto, lo criatural es visible en el cuerpo como imagen
de la enfermedad y el dolor, pero a la vez en su correlación con la espacialidad.
La escena posee una crueldad intrínseca por la propia indiferencia ante las
muertes recontadas, aun cuando su frase concluyente parezca contradecir el
contenido de sus anteriores palabras. Si bien, el registro detallado de la muerte en
la primera novela destacaba su sentido criatural, la parquedad descriptiva de esta
imagen en la segunda también connota esa interpretación. Por demás, la caótica
enumeración de las muertes, como el tinte esquivo de quien las narra, potencia su
efectismo criatural.
126
Ibíd., p.142.
127
Ibíd., p.129.
71
Valga aclarar, que aunque el personaje marca una supuesta distancia con la
violencia corporal cuando dice: Estoy lejos del Gran Guiñol y de "las tripas al
aire"…, su visión desacralizadora de la realidad lo desmiente. Recuérdese que el
Guiñol Clásico en sus comienzos era para adultos y se caracterizaba por la
brutalidad de sus representaciones. Al tratarse de un teatro de títeres, esto
permitía el empleo de la cachiporra, la desarticulación corporal del muñeco y el
acto de sacar, literalmente, las tripas al aire. De ahí que la mención al espectáculo
refiera su carácter obsceno y feroz. Por otro lado, si se compara este ejemplo con
el antepuesto, donde se alude a la materia deleznable compuesta por mondongo y
lengua, se verá cuán lejos se encuentra realmente el personaje del Gran Guiñol y
las tripas al aire.
128
Erich Auerbach: ob. cit., p.237.
129
Virgilio Piñera: Pequeñas maniobras, p.19
72
epocales, su manera de ver la vida revela ese pesimismo, desinterés y falta de
valor que tuvo en aquella época.
Más explícito aún se torna cuando dice: «Mi única aspiración es vegetar» 130 o
con mayor vehemencia: «No somos nada».131 No debe negarse que la visión
criatural de la existencia que tiene el héroe de Pequeñas maniobras resulta
redundante en la novela y es la que marca en gran medida su pesimismo
fundamental. Es preciso apuntar que el contenido de estas frases garantiza la
validez del cuerpo aunque el mismo no esté presente en ellas, ya que en sus
declaraciones -solo aspiro a vegetar o no somos nada-, hace referencia a la
concepción materialista del ser.
Una vez realizado el análisis de las dos novelas de Virgilio Piñera, se concluye:
130
Ibíd., p.114.
131
Ibíd., 56.
73
funciones corporales, expresiones escatológicas, representaciones de la
excreción humana).
74
anatómicas en cada caso. También se incluyen ahora, enunciados
explícitos referidos a la condición perecedera del hombre.
75
CONCLUSIONES
En las obras analizadas el cuerpo se constituye en el tema fundamental e
instaura una multiplicidad de significados.
76
ajenos, mediante texturas, olores, imágenes, sonidos, correspondencias
físico-morales.
77
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