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I. Breves antecedentes
El día 11/11/2020, el Congreso Nacional sancionó la ley 27.587 que viene
a sustituir el texto de cuatro (4) artículos del Cód. Civ. y Com., muy
vinculados al derecho sucesorio, y concretando de esa manera algunos
objetivos concretos que venían siendo propuestos por diferentes sectores
del quehacer jurídico (1).
Los artículos modificados son los siguientes: arts. 2386, 2457, 2458 y
2459, que contemplan y tienen determinadas finalidades, pero como trataré
de explicar, la reforma produce una cierta unidad y detenta un propósito
específico. Ahora bien, el resultado que se trata de obtener, puede ser
motivo de importante controversia doctrinaria pues, dicha solución, carece
de unanimidad en el parecer de los autores. La diversidad se ubica en: el
respeto rígido del principio de la legitima hereditaria, o bien la protección
de terceros adquirentes y permitir mayor fluidez en el tráfico de bienes
registrables.
La reforma se concentra en el contenido y extensión de las acciones de
colación y reducción que pueden llegar a ejercer los herederos forzosos que
se ven a afectados en el derecho a la legítima hereditaria (art. 2386), en la
limitación a la extinción de derechos reales que haya constituido el
donatario de una donación inoficiosa (art. 2457), en el alcance de la acción
reipersecutoria contra terceros adquirentes de bienes que hayan sido
objetivo de ese tipo de donación (art. 2458), y finalmente un supuesta y, ya
existente en el Cód. Civ. y Com., de cierta forma de prescripción
adquisitiva —no muy adecuada—, que ordena impedir el progreso de la
acción de reducción (art. 2459).
Para ordenar su explicación tratare de examinar, con cierto grado de
brevedad posible, la novel modificación legislativa.
II. Acciones de colación y de reducción
La colación de donaciones es una figura y acción que se les otorga a los
herederos legitimarios (forzosos) para incorporar como valor del haber
relicto a las donaciones hechas en vida por el causante a favor de otro
legitimario, y tiene como efecto el calcularlo como una especie de adelanto
de la hijuela que le corresponde a ese heredero (2).
El instituto se encontraba previsto en los arts. 3476 a 3484 del Cód. Civil
anterior, y en el actual reglado en los arts. 2385 a 2396, con respecto a la
“colación de donaciones”, y los arts. 2382 a 2384, con relación a la
“colación de deudas”.
Mediante el ejercicio de esta pretensión se trata de conseguir la paridad
entre los herederos, ahora solamente limitada como derecho de los
“descendientes y cónyuge del causante”. Y es por ello que solo lleva a la
incorporación de un valor para determinar y no afectar la legitima
hereditaria (3).
El heredero aceptante de la herencia que recibió anticipadamente un bien
donado por el causante, se encuentra obligado a que en la cuenta
particionaria se compute a su favor el valor de lo donado que será
descontado de lo que por derecho le corresponde. Como bien enseña el
profesor Ferrer: “... se trata de una obligación de no hacer en una doble
vertiente, aceptar que los coherederos imputen en su hijuela los valores
donados y además soportar que los demás herederos tomen en los bienes
relictos, más que él...” (4).
Con respecto a la acción de reducción, hay que tener en cuenta que
responde más bien al carácter de las llamadas donaciones inoficiosas y
contiene como base el logro de proteger la legítima de los herederos
forzosos. Aclaro que cuando el causante realiza un contrato de donación y
beneficia a un heredero legitimario o a un tercero, y le trasmite derechos o
bienes que a más de afectar la legítima, también exceden la porción
disponible, el o los afectados pueden reclamar la inoficiosidad de esa
donación (5).
Los sujetos pasivos de dicha pretensión son aquellos que se benefician con
liberalidades que concreta el causante (sean terceros o legitimarios) y dicha
pretensión en el caso que el bien hubiere sido transmitido a un tercero,
puede ser dirigida hacia quien se benefició en forma directa como contra el
subadquirente (conf. art. 2458 del Cod. Civ. y Com.). Y tal, como muy lo
explica la Dra. Medina, dando un buen ejemplo. Así cuando al
fallecimiento del causante no existen bienes en el sucesorio, porque todo lo
que tenía en su activo se lo donó a uno de sus hijos, no basta con compartir
lo recibido por un heredero, sino que hay que ejercitar la acción de
reducción para “salvaguardar la legítima de los herederos forzosos...” (6).
Retornando al análisis de la reforma es importante analizar al art. 2386 del
Cod. Civ. y Com. Este artículo en su texto originario, dispone:
“Donaciones inoficiosas. La donación hecha a un descendiente o al
cónyuge cuyo valor excede la suma de la porción disponible más la porción
legítima del donatario, aunque haya dispensa de colación o mejora, está
sujeta a reducción por el valor del exceso. El texto actual de la nueva ley
preceptúa: “Donaciones inoficiosas. La donación hecha a un descendiente o
al cónyuge cuyo valor excede la suma de la porción disponible más la
porción legítima del donatario, aunque haya dispensa de colación o mejora,
está sujeta a colación, debiendo compensarse la diferencia en dinero”.
Del nuevo artículo se puede deducir que la acción que nace a favor de los
herederos forzosos es solamente la de “colación” desapareciendo la de
“reducción”, y además que la diferencia debe ser compensada en dinero.
Ello significa que ya no podrá utilizarse la acción de reducción entre los
coherederos forzosos, especialmente en el caso en que no haya más bienes
para compensar. Es un ejemplo de declinación del principio de la legítima,
a favor del ejercicio de un tráfico más fluido de los bienes, es decir una
cuestión opinable y donde juegan las valoraciones (7).
V. Prescripción adquisitiva
El último artículo que aparece alcanzado por la reforma es el 2459. El que
en el Código Civil y Comercial ordena lo siguiente. “Prescripción
adquisitiva. La acción de reducción no procede contra el donatario ni
contra el sub adquirente que han poseído la cosa donada durante diez años
computados desde la adquisición de la posesión. Se aplica el art. 1901”.
El art. 2459 dispuesto por la reforma prevé: “Prescripción adquisitiva. En
cualquier caso, la acción de reducción no procede contra el donatario ni
contra el sub adquirente que han poseído la cosa donada durante diez (10)
años computados desde la adquisición de la posesión, se aplica el art. 1901.
No obstará a la buena fe del poseedor el conocimiento de la existencia de la
donación”
La redacción tiene una gran similitud y difiere al comienzo donde el nuevo
artículo dice “en cualquier caso...”, y al final con un agregado donde se
aclara que no afectará a la “buena fe” del poseedor el conocimiento que
haya tenido que título previo del transmitente del dominio era un contrato
de donación.
Creo que lo aclarado al principio carece de relevancia jurídica, ya que, si la
ley impide el ejercicio de una pretensión judicial y no brinda excepciones,
debe entenderse que ello ocurre en todos los casos; y el final que, viene a
desechar presunciones de mala fe porque el adquirente pudo saber que el
antecedente dominial era una donación, carece de sentido propio, ya que
los actos lucrativos no tienen como contenido un sospechoso obrar de los
adquirentes onerosos de esos bienes (17).
De la prescripción que aquí se trata es de la “adquisitiva”, pues con
observable técnica legislativa, se dispone que “...la acción de reducción no
procede cuando se cumple el termino de 10 años desde la adquisición... etc.
“Aclaro, si una acción o pretensión judicial no procede (como literalmente
dice el artículo, o no es viable), es porque lo que prescribió o caducó es el
derecho de su titular, no porque la situación del reclamado mutó su
situación jurídica. Lo que debió disponer la ley es que, en este supuesto,
una persona adquiría un determinado estatus legal, y de allí en más se verá
la dimensión de su derecho y hacia quien puede hacerlo valer (18).
A más y, continuando con la norma en estudio, si lo que se intenta es crear
una “prescripción adquisitiva de dominio (corta)” mediante lo previsto en
los arts. 1897, 1898 y remisión del art. 2565, la vía elegida es inapropiada y
tiene defecciones que no debe llevar una ley privada.
No posible omitir que la prescripción adquisitiva, larga o corta es igual, es
una forma originaria de adquirir el dominio. Y ello porque dicha manera de
obtener el derecho es por una desvinculación con la situación jurídica
anterior, o como bien enseña Emilio Betti, “...se concreta por una relación
inmediata con el objeto de cuya adquisición se trata...”. El derecho surge en
forma autónoma, no depende por ello del que tenía o podía tener algún
sujeto precedente (19).
No es el caso previsto en el art. 2459 que hace una remisión al art. 1901,
norma que considera “...El heredero continúa la posesión de su causante. El
sucesor particular puede unir su posesión a la de su antecesor siempre que
derive inmediatamente de las otras. En la prescripción breve las posesiones
unidas deben ser de buena fe y estar ligadas por un vínculo jurídico”. Esta
disposición viene a consagrar la denominada “accesión de posesiones”
consagrando la innecesariedad de que sea una misma persona la que tenga
la cosa durante todo el tiempo exigido para prescribir; por ello el heredero,
o el sucesor particular pueden aprovechar el tiempo anterior que tuvo el
causante para adicionarlo al propio y cumplir el término previsto
legalmente (20).
A lo dicho es importante señalar que la prescripción adquisitiva tiene
siempre como base la posesión “animo rem sibi habendi”, con carácter
ostensible, continua, pública y pacífica por todo el tiempo requerido en las
normas (art. 1900 del Cod. Civ. y Com.). Y en el caso de la “prescripción
corta”, se reclaman 10 años de dicho ejercicio, más el justo título y la
buena fe (21).
Con relación a estos dos últimos elementos, es dable señalar que también
aparecen discordes con el art. 2459. A esta clase de buena fe el art. 1902
del Cod. Civ. y Com. exige: No conocer ni haberlo podido saber la
ausencia de derecho a la cosa; y para el caso de los bienes “registrables”
que se haya realizado “...un examen previo de la documentación y
constancias registrales...”, y otros actos que hagan a la su verificación.
En cuanto al “justo título” y su compleja naturaleza, al comienzo de la
norma citada se la aclara debidamente. Me permito una síntesis al
considerar que se trata de un acto revestido de las formalidades necesarias
que es y, resulta causa legal que tal. Como surgía del art. 4010 del Cód.
Civil anterior, “... es un título que tiene por objeto transmitir un derecho de
propiedad, estando revestido de las solemnidades exigidas para su validez,
sin consideración en relación a la persona de la cual emana...”. Como bien
aclara Salvat la palabra título no tiene el sentido del instrumento donde
consta la existencia del derecho, sino el de acto jurídico que sirve de causa
a la tradición o entrega de la cosa (22).
Vinculado al tema me permito citar las elevadas consideraciones que hace
Diez Picazo, al referir a la tradición, tanto cuando el “tradens” no era el
dueño, como cuando lo era, pero el negocio resulta ineficaz. En el primer
supuesto es decir cuando se adquiere a “non domino”, se puede llegar por
medio de la usucapión a convertirse en dueño; en cambio cuando trasmite
el propietario, pero el negocio es declinante o ineficaz (acto nulo, o
sometido a condición resolutoria, o supuesto de dominio revocable, etc.),
aclara el jurista citado que “... la usucapión no funciona en este caso” (23).
Para concluir me permito agregar que este tipo de prescripción adquisitiva
puede tener algún efecto en cuanto al donatario que recibió la cosa del
causante, y allí vienen a considerarse los 10 años, y el resto de los
requisitos. Pero si se trata de un adquirente de este donatario que suma
buena fe y onerosidad del título le resultará innecesario tener años en la
posesión, ya que se adquisición automática la da el art. 2457 de la nueva
normativa.
VI. Síntesis
A modo de síntesis creo importante señalar que la reforma tiene dos efectos
generales concretos: por un lado, la debilitación del principio de la
legitima hereditaria, y por el otro tratar de brindar mayor vigor y certeza a
los adquirentes de bienes registrables a título lucrativo. Inclinar la balanza
hacia uno u otro lado, lleva a que no sea posible un juicio de valor
inmutable. De todos modos, quedan a salvo algunas objeciones ya
concretadas sobre la novel ley.
Cita online: AR/DOC/597/2021
Fuente: LL_Diario_12-3-21