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02 - G. Edward, Gonzalo. Externalidades e Instrumentos de Regulacion Urbana
02 - G. Edward, Gonzalo. Externalidades e Instrumentos de Regulacion Urbana
Octubre 1994
Documento de Trabajo
ISSN (edición impresa) 0716-7334
ISSN (edición electrónica) 0717-7593
Externalidades e Instrumentos de
Regulación Urbana.
Gonzalo Edwards
www.economia.puc.cl
ISSN:0716-7334
EXTERNALIDADES E INSTRUMENTOS
DE REGULACION URBANA*
Gonzalo Edwards G. **
Octubre, 1994
* Este trabajo forma parte de la línea de trabajo sobre Economía Urbana y Regional, del programa de
investigación en Economía y Medio Ambiente del Instituto de Economía de la Pontificia
Universidad Católica de Chile. Esta línea cuenta con una donación de Forestal Valparaíso S.A. Se
agradecen los útiles comentarios de Gert Wagner.
** Profesor Instituto de Economía, Pontificia Universidad Católica de Chile.
EXTERNALIDADES E INSTRUMENTOS DE REGULACION URBANA 1
I. INTRODUCCION
Para enfrentar las externalidades, a lo largo del tiempo han surgido instrumentos
y contratos que buscan facilitar tal objetivo. Muchos, seguramente la gran mayoría, son
resultado de la libre iniciativa privada y son parte del proceso de desarrollo económico.
Sin embargo, aquí sólo interesa referirse a aquellos instrumentos de regulación urbana
que sean de control más directo por parte de la autoridad. Dichos instrumentos, los
cuales muchas veces se utilizan en forma conjunta, se pueden clasificar en tres grupos:
a) Aquellos que se basan en la regulación por medio de normas, como por ejemplo,
los planes reguladores.
b) Aquellos instrumentos que persiguen potenciar el uso del mercado, los cuales
se basan típicamente en la desregulación o en la regulación flexible.
II.1 Objetivos
Un Plan Regulador regula el uso del suelo, tanto aquel que se encuentra bajo el
régimen de propiedad privada como los terrenos bajo propiedad común. Estas
regulaciones identifican o autorizan determinados usos (prohiben otros) para el suelo y
capital fijo adherido a éste, establecen límites de altura, distancias mínimas desde las
líneas divisorias, etc. Se complementa con otros instrumentos tales como el límite
urbano, los planos intercomunales y otras disposiciones sobre construcción y
urbanismo.
En segundo lugar, hay que tener presente que una cosa es el objetivo y otra la
potencialidad del instrumento, esto es, la regulación -ordenanza-, para lograr el primero.
Es muy posible que en un momento dado existan regulaciones que técnicamente no sean
capaces de lograr el objetivo, o bien, que se encuentren de algún modo truncadas y que
por tal motivo también sean poco operantes. Puede ocurrir que como consecuencia de
un diagnóstico equivocado de la aparente o real externalidad, se elija para su corrección
un instrumento de política que no sea el adecuado.
A modo de ejemplo, supóngase que una comu nidad valora como principal
objetivo del Plan Regulador el que exista la mayor cantidad posible de áreas verdes
públicas. En este caso, si se desea mantener un determinado nivel de población, es
necesario contar con un coeficiente de constructibilidad relativamente alto. Si por otro
lado se desea respetar la privacidad de los vecinos, dicho coeficiente debería ser bajo. Si
se desea que la comuna cumpla un rol metropolitano claro, será importante asignar
espacio a la vialidad estructurante.
Otro punto vital en relación con los objetivos de un Plan Regulador tiene que
ver con el hecho de que en una misma comuna pueden existir sectores interesados, por
ejemplo, en que la comuna crezca, y otros que simplemente no lo están. Uno de los
objetivos que se podría plantear para un Plan Regulador es justamente lograr en forma
armónica un carácter mixto para la comuna. Para ello podría ser necesario, si se desea
limitar conflictos, que algunos costos de construir en la comuna sean asumidos por los
constructores. Las nuevas vías y plazas, la reposición de pavimentos, la habilitación de
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nuevos centros de salud y colegios, etc. son costos que pueden internalizarse de alguna
forma en aquellos que construyen.
Por otra parte, externalidades tales como el ruido, la congestión, acceso a la luz
solar, la inseguridad que pueda representar usos distintos dentro de un mismo barrio, etc.
son difíciles de internalizar actualmente. Al respecto debiera abrirse la posibilidad para
una discusión, a fin de determinar qué solución debiera proponerse para ellas en el Plan
Regulador, como por ejemplo, si son manejadas en su forma tradicional que define
morfológica y funcionalmente la ciudad, o bien, si resulta posible crear mecanismos de
negociación donde las normas puedan ser flexibilizadas en favor de algún atributo
distinto que pudiere ser considerado deseable por las autoridades. Especialmente
importante pareciera ser la segunda opción en el caso de proyectos mayores y que
abarcan más terreno.
alternativo del bien raíz - , puede considerarse válido dentro de rangos en que la calidad
del producto final sea más bien homogénea.
Se debe advertir que los números sólo persiguen servir de ejemplo para entender
las principales relaciones y pretenden reflejar de manera aproximada la situación de
edificios orientados a satisfacer el mercado de 40-45 unidades de fomento (U.F.) por
metro cuadrado de superficie útil. Es obvio que los costos subirían si el mercado objetivo
fuera de departamentos de mayor calidad, y que son distintos para diferentes valores de
las demás normas de regulación. Por ejemplo, el costo por metro cuadrado de
construcción es distinto para edificios de 4 pisos y de 15 pisos.
PT
P v = 35 + 1, 25
cc
Esta fórmula señala que el precio por metro cuadrado útil será el costo de
construcción (incluidos los gastos generales, honorarios y utilidad), más el precio del
terreno prorrateado en los metros cuadrados útiles.
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Este ejemplo explica por qué en un barrio las primeras casas en demolerse para
construir en altura son aquellas situadas en terrenos relativamente grandes. El precio por
metro cuadrado de terreno es en general menor. Asimismo, explica por qué en Santiago la
altura media de 4 pisos no dio los resultados esperados. En este caso, el coeficiente de
constructibilidad máximo, o mejor dicho su equivalente en altura, era demasiado bajo para
justificar la demolición de casas. Donde sí se esperaría que funcionara es en terrenos
donde no existe construcción previa.
terrenos. Eventualmente, podrían subir ambos si los precios de venta suben más que
proporcionalmente. Los mayores precios de venta estarían relacionados con mejores
índices de calidad de vida -es claro que menores coeficientes de constructibilidad
redundan en menor congestión o hacinamiento- pero es importante destacar que a
precios significativamente mayores que los actuales puede no haber suficiente demanda-
ésta podría trasladarse a otras comunas- y por ende, podría significar una fuerte
contracción de la construcción en la comuna.
En relación con este último punto, cabe la pregunta del tamaño óptimo de la
comuna. Es decir el número de personas que desea acoger la comuna. Es un problema
análogo al problema de tamaño óptimo de un club. En el caso que nos ocupa es
importante definir además, sin embargo, el grupo objetivo. ¿Incluye a quienes deseando
vivir en la comuna, viven en otra al momento de hacer la votación sobre el Plan
Regulador? La respuesta a esta pregunta escapa el análisis de este trabajo.
Otro punto importante que surge del análisis de la relación entre el precio de la
vivienda, el coeficiente de constructibilidad y el precio de los terrenos es que en una
comuna perfectamente pueden convivir sectores con distintas normas de construcción,
por ejemplo, distintos coeficientes de constructibilidad, con iguales precios del terreno.
La variable de ajuste sería el precio de la vivienda. Las normas que permiten la
construcción en altura en ciertos sectores de una comuna no tienen por qué elevar el
precio por metro cuadrado de terreno equivalente (habida consideración de los posibles
costos de demolición involucrados). De hecho, si en una comuna el precio por metro
cuadrado de terreno es mayor en un sector donde se permite la construcción en altura
que en otro donde no se permite, la autoridad haría bien en aumentar la zona de altura y
disminuir la zona de baja altura.
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III.1 Introducción
Supóngase que rige la regulación que permite dos pisos y todos los adicionales
que las partes puedan acordar. En este contexto si el propietario de un sitio, A, tiene
interés en levantar pisos adicionales, deberá entrar en conversaciones con B y C, los
vecinos contiguos. Si hay o no hay una transacción, el número de pisos que se autorice,
la forma en que se produzcan las compensaciones, todo ello dependerá de cada caso.
Nada garantiza a priori que haya una transacción, por cuanto la suma del precio que
solicitan C y B puede resultar prohibitiva para A. En tal evento todavía queda la opción
de buscar otro predio, por ejemplo F, cuyos vecinos G y H muestren más interés, o bien,
que parezca contar con una demanda final por metros cuadrados construidos en F, que
esté dispuesta a pagar un precio mayor que la correspondiente en A, para así lograr
convencer a los dueños de G y H.
Esta última cae dentro del ámbito que se denomina regulación de mercado, por
cuanto junto con establecer un estándar ofrece la posibilidad de alterarlo o bien permite
que los ciudadanos encuentren la mejor forma de lograrlo. Este último sería el caso de los
permisos de emisión transables, regulación empleada para enfrentar emisiones de gases y
partículas por fuentes fijas.
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Considérese ahora una variante del primer tipo, de regulación rígida, en la cual la
altura máxima permitida es de 4 pisos, pero que a diferencia de la anterior, permita niveles
más elevados a condición de, por ejemplo, cumplir con una determinada norma de
densidad por cada hectárea, la misma que vale para la regulación rígida para cada sitio.
Mientras en el primer caso hay un estándar fijo, en este último se da lugar a cierta
posibilidad de elección. Esta zonificación y en relación a los cuatro pisos máximos
parejos, permite un grado mayor de libertad, ya que la demanda por construcción en alta
tiene así alguna posibilidad de materializarse y no es decartada a priori. Sin embargo
ambas, y ahora en relación a la regulación de mercado en que los interesados pueden
intervenir activamente, no permiten aprovechar todo el conocimiento que los ciudadanos
son capaces de desarrollar para decidir el uso más apropiado de la tierra. En otras
palabras, se caracterizan también por corresponder a una decisión de planificación
central, institución que ha demostrado ser especialmente débil cuando se trata de
situaciones en que la demanda valoriza la heterogeneidad del producto, aspecto que es
muy característico del área inmobiliaria.
las construcciones y diseños que finalmente se obtengan, sino también por el potencial
de corrupción a que pueda dar origen.
Este contrato permite que en el agregado, esto es, en el conjunto formado por
los sitios componentes del contrato, se cumpla con las normas de regulación sin
necesidad de que se cumpla para cada predio en particular. Al mismo tiempo, los
compradores de departamentos sólo precisarían adquirir el derecho a construcción en
altura y no todo el predio, de modo que el precio de la vivienda podría ser inferior o,
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eventualmente, el precio del sitio mayor. Por último, cabe la posibilidad de que así se
estimule la conservación de algunas casas de mayor valor y sus respectivos parques o
jardines, aun cuando esto requiera tener presente también las normas respectivas, en
especial lo referente a estacionamiento de automóviles. Finalmente, e igual que en el
contrato de fusión, la asociación permite, al menos dentro del conjunto de asociados,
internalizar las externalidades de la edificación en altura.
Para ejemplificar lo anterior, supóngase dos predios contiguos, cada uno con
1.000 metros cuadrados de terreno y una casa de 300 metros cuadrados construidos. Si
se utiliza la fórmula desarrollada en la sección II.2, suponiendo un precio de las viviendas
en departamentos de 40 U.F. por metro cuadrado útil, se tiene que:
PT
=4
cc
Un coeficiente de constructibilidad de 2 implicaría que para la construcción en
altura, los sitios mencionados valdrían alrededor de 8 U.F./m2, 8.000 U.F. en total cada
uno.
La pregunta ahora es ¿cuánto vale la altura del predio número 2 al dueño del
predio número 1 que ha decidido construir en altura en su predio?
El sitio de él vale, como ya se vio, 8.000 U.F. si construye en altura, pudiendo
construir 2.000 metros cuadrados obre la cota 0. Si asocia su predio al sitio 2, podría
construir hasta 4.000 metros cuadrados en total, que implica poder construir 3.700 metros
cuadrados en su sitio (se deben restar los 300 metros construidos en el sitio 2 que no se
demolerían). Así, la asociación permite que el coeficiente de constructibilidad del sitio 1
suba a 3.700/1000 = 3,7 con lo que el valor de dicho sitio, y como producto de la
asociación, sube a 14,8 U.F. por metro cuadrado (3,7 * 4), 14.800 U.F. en total. La
diferencia de 6.800 U.F. es el máximo valor a pagar por la altura del sitio 2.
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La ganancia neta de este tipo de contratos sería que permite no demoler para
construir en altura cuando las partes interesadas se ponen de acuerdo. Se debe reiterar
que las normas de regulación se cumplen en este ejemplo para el conjunto de predios
involucrados.
Para terminar con este punto, es perfectamente posible imaginar otros tipos de
asociación, por ejemplo en relación con las distancias al medianero, superficies de áreas
verdes, etc.
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3. El cobro del costo marginal de uso de cada bien público local resulta en muchos
casos excesivamente engorroso. En consecuencia, puede ser necesario financiar
estos costos directamente con el presupuesto general. En todo caso, se sugiere
que dicho financiamiento provenga del presupuesto del organismo
administrativo cuyo ámbito de acción sea lo más cercano posible a la localidad
más directamente beneficiada. A modo de ejemplo, si los beneficiarios más
directos están localizados dentro de una comuna, se sugiere que los costos de
uso sean financiados por la municipalidad.
4. Las principales normas de regulación prescriben usos del suelo y de los activos
adheridos a éste y, por otra parte, establecen estándares y condiciones que
deben cumplir las construcciones. Como instrumento para enfrentar
externalidades tienen un potencial más limitado que el impuesto y el subsidio;
sin embargo y debido a costos de implementación del mercado o de los
impuestos o subsidios, la regulación puede llegar a ser el instrumento más
adecuado. Sin perjuicio de lo anterior hay muchos casos de externalidades en
que, por los motivos recién señalados, la mejor solución no es más que no
intentar implementar ninguna.
REFERENCIAS
Edwards, G.; Monge, A; Varas, J.I.; G. Wagner y C. Williamson (1993), "Plan Regulador:
Externalidades, Precio del Suelo y Regulación". Instituto de Economía,
Pontificia Universidad Católica de Chile. Mayo. Trabajo no publicado.
Glaeser, E.L. (1993), "The Political Economy or Urban Development". Agosto. Trabajo
no publicado.
Musgrave, R.A. y P.B. Musgrave (1976), "Public Finance in Theory and Practice".
McGraw-Hill.