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Todas las PEC de Fundamentos Psicosociales del


Comportamiento Humano 19/20
Fundamentos psicosociales del comportamiento humano (Universitat Oberta de
Catalunya)

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Fundamentos Psicosociales del


Comportamiento Humano

PECs

Francesc Gomez-Morales
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PEC 1. Locura y Cordura desde Tres


Perspectivas de la Psicología Social
Francesc Gomez-Morales

La Psicología Social Psicológica (PSP) adopta los fenómenos psicológicos individuales y los
fenómenos sociales como unidades de análisis separadas y trata de establecer
correlaciones entre ellos, de manera que se pueda determinar el impacto del estímulo social
en la reacción del individuo (Ibáñez, 2016). Dentro de la PSP, una ​orientación conductista
establecería la locura como un patrón de respuestas anomal respecto a una serie de
estímulos. La cordura vendría definida, por tanto, por el patrón estímulo social - respuesta
conductual mayoritario en la sociedad. Una ​orientación psicoanalítica​ destacaría cómo las
dinámicas psicológicas del individuo, originadas en los estadios infantiles, influyen en la
creación de grupos sociales, relaciones interpersonales y liderazgos. De esta manera, el
loco es aquella persona con un trastorno mental originado en la infancia que tiene
interacciones sociales disfuncionales que le impiden participar en la dinámica de grupos.
Por último, una​ orientación cognitiva​ haría énfasis en la manera cómo las personas
piensan (fenómeno psicológico) sobre el mundo social que les rodea (fenómeno social). Un
loco sería entonces una persona con una distorsión cognitiva, con una visión del mundo no
compartida con el resto que le conduce a tener una conducta extravagante y un aislamiento
social.

La Psicología Social Sociológica (PSS) aboga por una indisolubilidad del binomio
individuo-sociedad, de manera que uno no puede ser una variable del otro. La unidad de
análisis es la interacción social y el estudio se centra en las características de la vida
colectiva y en la configuración social de las personas (Ibáñez, 2016). Dentro de la PPS, la
corriente dominante es el ​interaccionismo simbólico (IS)​. Los seres humanos no
reaccionan a los estímulos de manera estrictamente fisiológica, sino que pueden ofrecer
una respuesta muy variable si interpretan un significado en el estímulo. Las ​interacciones
humanas se perciben siempre como estímulos y casi siempre esas interacciones tienen una
carga​ ​simbólica​. Desde esta perspectiva, la percepción de locura (símbolo) estará ligada la
situación concreta (interacción): una persona puede interactuar con normalidad con otra de
la cual desconoce que tiene un diagnóstico de salud mental. Sin embargo, al conocer el
diagnóstico, el valor simbólico de la interacción cambia y, en consecuencia, cambia el
comportamiento (estigmatización, compasión…).

Por último, de manera más reciente, ha aparecido la Psicología Social Constructivista


(PSC). El objetivo de esta orientación es la teorización sobre la estructura y el proceso de
intercambio humano. En parte es una continuación del IS que pone el énfasis en cómo el
lenguaje construye la realidad psicológica. Un concepto clave de esta orientación es la
dualidad estructural: ​hay un marco social que incide sobre las actividades que hacemos y
lo que hacemos altera el marco social. De esta manera es posible la historicidad del

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fenómeno social. Desde esta perspectiva, la locura es una palabra que “construye realidad”
y cuyo significado dependerá del contexto histórico. El trabajo y el ejemplo de miles de
“locos” activistas por la salud mental hace que el marco social de la locura vaya
evolucionando a lo largo del tiempo y los nuevos “locos” diagnosticados hoy se mueven en
un marco social que les ofrece posibilidades muy diferentes a las que disfrutaron los
diagnosticados 40 años atrás.

Total: 521 palabras

Bibliografía
Ibáñez García, T. et al. (2016). ​Fundamentos Psicosociales del Comportamiento Humano.
Barcelona: FUOC

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PEC 2: Identidad social y construcción


social del cuerpo: la gordofobia
Francesc Gomez-Morales

1. Categorización social, identidad y rechazo


social

a. La gordofobia y la Teoría de la Categorización Social de


Tajfel
La Teoría de la Categorización Social de Tajfel es una teoría con una perspectiva
psicosocial que se aleja tanto del reduccionismo individualista en la construcción identitaria
en el que frecuentemente cae la psicología como del reduccionismo social propio de la
sociología. En el caso de la gordofobia, identificarse como gordo no es ni una elección
exclusiva de la persona, ni una etiqueta de la que la persona no pueda escapar. En el
debate en torno a la gordofobia se pueden observar afirmaciones de sesgo individualista:
“Trato a diario con personas que sufren diferentes grados de obesidad y no viven ese odio
ni humillación” (Sostres, 2019). Y también abundan las afirmaciones de sesgo fatalista, en la
que el individuo está irremediablemente sometido al dictado social: “no he conocido ni a una
sola persona gorda que no haya sufrido gordofobia” (Piñeyro, 2019).

La Teoría de Tajfel propone tres procesos psicosociales básicos interrelacionados: la


categorización social, la comparación y la identificación. Estos tres procesos no son
secuenciales, sino que surgen de manera simultánea en un proceso de retroalimentación.
En todo caso, por simplicidad, los explicaremos de manera lineal.

La ​categorización social​ surge a raíz de la necesidad de los humanos de crear narrativas


que les permitan interpretar la realidad. De esta manera, se crean categorías para ordenar,
simplificar y comprender la realidad social que están fuertemente asociadas a las
circunstancias sociales e históricas (Pujal i Llombart, 2016). Las categorías fundamentales
son “el nosotros” (endogrupo) y “el ellos” (exogrupo). El sobrepeso, al ser un atributo
fácilmente evaluable a simple vista y con evidentes connotaciones negativas para la salud,
se puede utilizar fácilmente como criterio de división de la sociedad, agrupando todas las
personas con sobrepeso en un grupo: los gordos.

La existencia de categorías sociales condiciona la percepción de uno mismo y del otro,


generándose juicios comparativos, a menudo espontáneos, sobre la pertenencia o no a una
categoría concreta. Es lo que Tajfel denomina el proceso de ​comparación social​. En el
caso de la gordofobia, se traduciría en la tendencia a comparar el peso corporal, propio y
del otro, respecto a un patrón socialmente aceptado. El fenómeno queda plasmado en

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testimonios como el siguiente: “Cuando engordas unos kilos, la gente rápidamente te dice
'has engordado' solo por el mero hecho de que se supone que es malo y te da la
enhorabuena cuando adelgazas” (López, 2019).

El proceso de categorización social y el de comparación social crean una dinámica de


identificación​ en los individuos, compuesta por dos fuerzas complementarias: la
acentuación ilusoria de la semejanza con el endogrupo y la exageración igualmente ilusoria
de las diferencias con el exogrupo. Este proceso se basa en la necesidad del individuo de
tener un autoconcepto positivo y tiene como consecuencia la creación de una ​distintividad
social positiva​, que se sostiene tanto con la continua discriminación del exogrupo como
con estrategias de mejora del propio endogrupo. La gordofobia sería un ejemplo de
cristalización de esa discriminación (Ortí, 2019) y el “derecho a la diversidad estética”
(Sostres, 2019) sería una estrategia del colectivo de personas gordas de mejorar su
endogrupo.

b. Estereotipo, prejuicio y discriminación


El ​estereotipo​ es una creencia simplista y categórica, con base más o menos real, que
fácilmente permite atribuir connotaciones negativas a un colectivo. “La obesidad es
resultado de la indisciplina alimentaria” (Sostres, 2019) es una afirmación simplista (ofrece
una explicaicón única y universal), categórica (reduce la complejidad de motivos que
conducen a la obesidad) y de ella se derivan fácilmente connotaciones negativas (los
obesos son personas indisciplinadas).

A diferencia del estereotipo, que es principalmente un contenido cognitivo, el ​prejuicio​ es


más actitudinal, conlleva una mayor carga emotiva y tiene una potencial traducción directa
en el comportamiento. Una afirmación como “(los gordos) tienen un problema patológico
que a corto, medio o largo plazo puede afectar su salud” (Ortí, 2019) directamente juzga a
todos los gordos como enfermos, sin atender a los casos particulares y dejando la puerta
abierta a que, en consecuencia, a los gordos se les trate como enfermos.

La ​discriminación​ está claramente en el ámbito de la conducta y supone una acción de


ataque o marginación, generalmente del grupo mayoritario hacia el minoritario. Piñeyro
enumera un listado de actos discriminatorios habituales hacia los gordos: “ser el hazmerreír
en el grupo de amigos, marginadas del mundo productivo, excluidas del mundo
sexoafectivo, invisibilizadas en la cultura, acosadas en el colegio e insultadas en la calle”
(Piñeiro, 2019).

El ​prejuicio sociocéntrico, ​que consiste en conductas de favoritismo hacia el exogrupo


dominante, se puede intuir en afirmaciones como: “habitamos un cuerpo en permanente
tránsito en la medida en que no es la mejor versión de nosotras” (Reguero, 2019) y “no
quiero llegar al final de mi vida abrazada al deseo de haber sido otra” (Sen, 2019). En
efecto, en ambos testimonios se percibe el deseo implícito de ser “otro”, es decir, de
pertenecer al exogrupo dominante.

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c. La atracción interpersonal
La atracción interpersonal es el primer paso para el establecimiento de una relación. Los
factores que influyen en su aparición son: la proximidad física, el atractivo físico y la
semejanzas de valores, actitudes y opiniones (Maestres Useche y Peñaranda Cólera,
2016). La gordofobia dificulta de manera clara a las personas gordas su capacidad de
atracción interpersonal. Posibles casos de discriminación laboral y autodiscriminaciones en
actividades de ocio (excursiones, gimnasios, discotecas…) pueden limitar la proximidad
física de las personas gordas con el resto de la población. En muchos casos, especialmente
en las mujeres, el sobrepeso supone una pérdida muy notable (en algunos casos absoluta)
del atractivo físico, por lo que estas personas puede encontrar dificultades para
interacciones de las que puedan surgir relaciones íntimas. Por último, en una sociedad
donde existe una creciente concienciación por los valores de una vida saludable, los
prejuicios sobre el sobrepeso como falta de disciplina alimentaria, pueden provocar también
pérdida de atractivo interpersonal de los gordos.

2. Identidades múltiples, cambiantes y situadas


En el caso de las personas gordas, la discriminación que puedan sufrir puede verse
modulada por la pertenencia a otras categorías sociales. La estrecha relación entre atractivo
sexual y la apariencia física que existe para la mayoría de hombres puede suponer que las
mujeres heterosexuales gordas tengan un estigma añadido: “Y, aunque la gordofobia no
entiende de géneros (...) el activismo gordo es en gran parte activismo feminista” (Reguero,
2019). Algunos hombres homosexuales muestran un prejuicio aún mayor que el de los
heterosexuales y llevan la discriminación un paso más allá: “la mayoría no quiere ni siquiera
tener una amistad porque los consideran (a los homosexuales gordos) de un nivel más bajo,
peor.” (López, 2019).

Las identidades que interactúan en el fenómeno de la gordofobia, “gordo” y “no-gordo”, son


construcciones que emergen de la miríada de interacciones que se dan a cada momento,
en múltiples lugares. Es decir, la identidad es un fenómeno ​emergente​ y no algo anterior al
proceso de socialización de la persona. Nadie tiene la identidad de gordo por naturaleza,
sino a raíz de su interacción social. De la misma manera, esta construcción identitaria sólo
puede entenderse en el contexto histórico y social en el que nos encontramos. Es una
categoría social ​situada​ en determinadas sociedades del siglo XXI y que puede presentar
múltiples variantes​ en diferentes sociedades y en diferentes épocas. Se trata de una
identidad ​negociada​ en cuanto que su valor simbólico se construye intersubjetivamente.
Esa negociación se produce cuando una persona gorda combate el estigma o cuando un
periodista describe el sobrepeso como un problema patológico. En último término se trata
de una lucha por el significado de la palabra gordo. Por último, la identidad es ​recíproca​:
aquel que juzga a alguien como gordo automáticamente se ha implicado a sí mismo en la
comparación social: o bien él también es gordo o bien no lo es. De la misma manera,
considerar al gordo como enfermo, convierte al no-gordo en sano y el gordo que se
considera discriminado convierte al no-gordo en discriminador.

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Un apunte final para resaltar que la categorización en la que se basa la gordofobia no puede
considerarse un fenómeno inherente a la naturaleza humana, sino que tiene una estrecha
vinculación con el momento histórico específico (finales del siglo XX y principios del XXI) y
el tipo específico de sociedad (la sociedad global de consumo posmoderna). La gordofobia
puede darse gracias al concurso omnipresente de los medios tradicionales y sociales, con
los cánones físicos que promueven, así como de los actores políticos globales reconocidos
como la OMS, con su gran capacidad de prescripción: “la OMS la considera la epidemia del
siglo XXI” (López, 2019).

Bibliografía
López, A. (2019, 3 de julio). ​Gordofobia: cómo el culto al cuerpo está generando una gran
discriminación​. Recuperado de
https://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2019-07-03/gordofobia-culto-al-cuerpo-di
scriminacion_2102006/

Maestres Useche, B. y Peñaranda Cólera, M. (2016). La interacción social. En Ibáñez


Gracia, T. (coord), ​Fundamentos Psicosociales del Comportamiento Humano​. Barcelona:
FUOC

Ortí, A. (2019, 12 de febrero). ​Gordofobia: ¿Qué hay detrás del odio a las curvas?​.
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Piñeyro M. (2019, 12 de junio). ​Un gordo y dos armarios​. Recuperado de


https://www.pikaramagazine.com/2019/06/salvador-sostres-un-gordo-y-dos-armarios/

Pujal i Llombart, M. (2016). La identidad (el self). En Ibáñez Gracia, T. (coord),


Fundamentos Psicosociales del Comportamiento Humano​. Barcelona: FUOC

Reguero, P. (2019, 21 de julio). ​Cuerpos en la playa, el bikini como forma de resistencia​.


Recuperado de
https://www.elsaltodiario.com/gordofobia/cuerpos-en-la-playa-el-bikini-como-forma-de-resist
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Sen, C. (2019, 3 de junio). ​Gordofobia: ¿Cómo afecta y por qué debes combatirla?
Recuperado de
https://www.lavanguardia.com/vivo/lifestyle/20190603/462581112574/gordofobia-como-afect
a-combatirla-discriminacion.html

Sostres, S. (2019, 9 de junio). ​Gordofobia, el último populismo​. Recuperado de


https://www.abc.es/sociedad/abci-gordofobia-ultimo-populismo-201906090140_noticia.html

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Actitud y discurso: ¿MENAS o


menores no acompañados?
Francesc Gomez-Morales

Perspectiva tradicional sobre las actitudes

1. Modelo tridimensional de las actitudes


Si analizamos las actitudes respecto a la acogida de los menas desde el modelo
tridimensional de la perspectiva tradicional, hemos de detectar las componentes cognitivas,
evaluativas y conductuales (Pallí y Martínez, 2008) tanto del posicionamiento favorable
como del desfavorable.

En el ámbito cognitivo, la actitud pro-menas se fundamenta en la creencia en el artículo


primero de la Declaración Universal de los Derechos Humanos (ONU, 1948) y en la
creencia en el Estado de Derecho como garante de dichos valores universales. Es por ello
que el OCSPI establece que “son niños, niñas y adolescentes. La procedencia es
irrelevante de cara a su protección” y conmina a un “escrupuloso respeto a la normativa y
sentencias nacionales e internacionales” (OCSPI, s.f.). Por contra, la actitud anti-menas se
fundamenta en la creencia de la supremacía de los derechos nacionales y/o de raza por
encima de los derechos inherentes a la persona humana. De ahí surge el enfoque “o ellos o
nosotros” de VOX cuando pregunta “cuánto nos cuesta al mes a los valencianos” (El País,
2019) o del Correo de Madrid cuando afirma que la ayuda a los menas disminuye la ayuda a
los parados (Grau Morancho, 2019).

En el ámbito evaluativo, la actitud pro-menas establece que los menas “no son peligrosos,
están en situación de peligro” y que la situación “no es un problema, sino una ventana de
oportunidad” (OCSPI, s.f.), invirtiendo así los argumentos contrarios. Los ex-MENAs, ponen
de relieve “la dura historia personal que arrastran” y las condiciones de vida que sufre cada
uno de ellos (La Vanguardia, 2019). Estas evaluaciones, que ponen el foco en el individuo,
hacen suscitar sentimientos de comprensión y solidaridad a través de la empatía. En
cambio, la actitud anti-mena hace evaluaciones del colectivo sin entrar en las diferencias
individuales, asociándolos con la “delincuencia” aunque matizando que lo hacen “sin querer
criminalizar ni generalizar” (El País, 2019). Una evaluación de los menas como amenaza
despierta el miedo y la agresividad. Los posibles sentimientos de vergüenza por racismo
quedan amortiguados porque se presentan “hechos objetivos” sin intención de generalizar.

Por último, en el ámbito conductual, la actitud pro-mena propone una actuación de presión
sobre tres poderes públicos: el ejecutivo (creación de un plan nacional), el legislativo
(aplicación de la ley) y los medios de comunicación (bloqueo al populismo). La actitud
anti-mena se decanta por el acoso al gobierno en el ámbito institucional (VOX), revertir el

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código penal a fórmulas arcaicas más represivas y la eventual expulsión de los extranjeros
del territorio nacional.

2. Coherencia intra-actitudinal
En el caso del teniente de alcalde Batlle, se puede observar un claro caso de disonancia
cognitiva. Por un lado, la orientación política de Batlle no deja lugar a dudas de su absoluta
adhesión a los Derechos Humanos y el Estado de Derecho, pero las circunstancias le llevan
a tener que adoptar una conducta que entra en contradicción con los mismos. Esta es una
situación de ​acuerdo inducido​ ya que existe un consenso social para ser “incoherentes”
(supremacistas) en la resolución del problema de los menas y restringir sus derechos. La
estrategia de Batlle para reducir la disonancia es disimular el cambio de actitud mediante
eufemismos como "retorno asistido con acompañamiento y voluntario" en sustitución de
deportación y con reinvenciones de los derechos humanos como “el interés superior del
menor es estar con su familia” (Martín, 2019). El medio de comunicación que recoge la
actuación de Batlle, al enmarcarla con otras políticas similares en el resto de España y en
Francia, estaría utilizando l​a interacción de grupo ​como medio para reducir la disonancia
en sus lectores, que podrían sentirse incómodos porque un periódico progresista justifique
actitudes racistas.

En un caso diametralmente opuesto, encontramos los menores marroquíes y su actitud


frente a la inmigración a Europa. La idealización extrema de un futuro mejor más allá de sus
fronteras, simbolizada en los “dibujos de pateras”, contrasta con la realidad que se
encuentran: marginalidad, detenciones, deportaciones, mendicidad, exclusión y prostitución.
Tanto los protagonistas como sus familiares se protegen de esta disonancia mediante la
justificación del esfuerzo​. Por un lado se devalúa el riesgo y la miseria de la travesía
mediante el fenómeno “selfie” y el “streaming”. Por otro lado se sobrevaloran los símbolos
de progreso material que eventualmente puedan adquirirse (vivir en España, ropa, alquiler
de vehículos…). Estos mecanismos de protección son tan efectivos que les protegen de
disonancias tan radicales como el hecho de que “una chica que ha sido prostituta en
España vuelve, y es el orgullo de su padre” (Colell, 2019).

Perspectiva discursiva sobre las actitudes

3. Discursos
El discurso que podríamos llamar “políticamente correcto” se fundamenta implícitamente en
la creencia generalizada en la sociedad occidental surgida tras la Segunda Guerra Mundial
de que todos los humanos tenemos los mismos derechos. La segunda creencia
fundamental es el Estado de Derecho, en el cual todos los ciudadanos se rigen bajo la
misma ley, con una separación de poderes que garantiza que la confección, ejecución y
aplicación de dichas leyes no es abusiva. Dentro de este discurso “igualitarista” se
enmarcan diferentes tipos de argumentos. Por un lado, los argumentos vivenciales de
discriminación y desatención de la asociación de ex-MENAs (La Vanguardia, 2019) y por
otro los argumentos retóricos del OCSPI que se caracterizan por invertir los argumentos

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anti-menas. De esta manera, hablan de oportunidad donde los otros otros ven amenaza y
afirman que “no son peligrosos, están en situación de peligro” (OCSPI, s.f). También están
dentro de este discurso igualitarista las organizaciones que trabajan en el país de origen, si
bien sus argumentos son de tipo pragmático (Migrar es un derecho (...) pero no queremos
ver más muertes” (Colell, 2019).

El discurso “supremacista” se fundamenta implícitamente en la creencia de que la


nacionalidad y/o la raza otorgan unos derechos superiores. En occidente no hay leyes
explícitamente raciales, pero sí que quedan vestigios en los reglamentos de inmigración y,
sobre todo, en las creencias de los ciudadanos. Dentro de este discurso supremacista, hay
unos argumentos que son de tipo “criminalizador”, al vincular todo el colectivo con la
delincuencia indiscriminadamente. También encontramos unos argumentos de
“restauración”, que promueven la recuperación de leyes y prácticas vigentes en regímenes
españoles supremacistas como solución al problema. Por último, encontramos los
argumentos de tipo “agravio comparativo” cuando se presenta la dedicación de recursos a
los menas como un detrimento a las prestaciones sociales de los nacionales o cuando se
pone el acento en la “protección” de los nacionales que trabajan con los menas por encima
del bienestar de los niños (El País, 2019).

4. El mismo discurso puede dar lugar a realidades sociales


alternativas

Desde el discurso igualitarista basado en el Estado de Derecho, se pueden construir al


menos tres realidades sociales diferenciadas. Por un lado, se puede utilizar este discurso de
manera maximalista para exigir el bienestar de los menas, tal como hace el OCSPI,
reclamando mayor sacrificio de las instituciones autóctonas. Por otro, se puede ir al otro
extremo y utilizar el mismo discurso enfatizando los derechos de la población general y de
los trabajadores de los centros de acogida, tal como hace VOX en el Parlament valencià (El
País, 2019). Una tercera vía, a medio camino entre las dos, sería el pragmatismo de Batlle
en el Ajuntament de Barcelona, que recurre a eufemismos (retorno voluntario, el derecho a
estar con la familia) para poder escapar a las exigencias maximalistas sin salirse del marco
del discurso igualitarista. Ninguna de estas tres opciones, bajo mi punto de vista, abandona
completamente las creencias fundamentales en el discurso mayoritario y políticamente
correcto, que asume el principio básico de igualdad y la legislación vigente, como sí que
hace de manera explícita Grau Morancho, que claramente tiene un discurso supremacista.
Es sabido que VOX tiene también este discurso supremacista, pero es una formación
ambivalente y en el texto concreto que nos ocupa su actuación y argumentación se puede
considerar dentro de los límites del discurso igualitarista, ya que asume sus reglas del
juego.

Desde este discurso fundamentado en la creencia en los derechos humanos, todavía se


pueden construir dos realidades sociales más sobre el fenómeno “mena”, ambas “en
primera persona”. Tanto en el colectivo de ex-MENAs como en las organizaciones en el
país de origen el discurso se construye, de manera implícita o explícita, sobre la creencia en
la igualdad, el derecho a la inmigración y a una vida digna, utilizándose la fuerza del propio

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testimonio como argumento. Sin embargo en un caso se pretende construir una realidad en
la que los derechos de los menas sean respetados y en el otro una realidad donde los
menas no existan. Ambas realidades, si bien no son contrapuestas, son alejadas.

5. Implicaciones ideológicas de opiniones confrontadas


Siempre que se produce una confrontación de opiniones, cada una de las opiniones no se
da “en estado puro”, sino en referencia al punto de vista opuesto. De hecho, el punto de
vista opuesto forma parte de la opinión misma, de manera indisoluble. Bajo mi punto de
vista, esto se puede ver claramente en los argumentos retóricos del OCSPI: se vale de que
el punto de vista opuesto piensa que los menas son un peligro para contrarrestar diciendo
que en verdad viven en peligro. De igual manera, dan la vuelta al argumento de los menas
como amenaza para afirmar que son una oportunidad. El texto de Grau Morancho sería un
ejemplo de esa “oposición” contra la que escribe el OCSPI. Este tipo de posturas delimitan
un terreno de juego, unos temas de debate en torno al problema de los menas. De ahí
surgen artículos con argumentos en contra del “coste económico” de los inmigrantes como
los de eldiario.es (Sáenz de Ugarte, 2018) y El País (Criado, 2018). También la defensa del
igualitarismo de Andolz (Andolz, 2019) y la lucha contra la desinformación y por el diálogo
de los vecinos de Rubí (Rebollo, 2019) se encuentran dentro de estos debates establecidos
de peligrosidad vs. vulnerabilidad, amenaza vs. oportunidad. Estos debates, en último
término, están bajo la contraposición supremacismo vs. igualitarismo.

La ideología sería este marco de referencia, esta agenda de debates sobre el tema, que
deja fuera de manera sistemática otros posibles debates y otros posibles temas (Gil y
Vitores, 2008). El caso más llamativo, en la polémica de los menas, es la total ausencia de
la realidad en el país de origen (Colell, 2019) o de la experiencia de los ex-MENAs. Estas
perspectivas, que de alguna manera deberían tener un puesto relevante al tratarse de
afectados en primera persona, quedan marginadas y fuera de los discursos. En mi opinión,
así es como se manifiesta una ideología concreta: en quién tiene voz y quién no, en cómo
se discuten los temas (con leyes, con indicadores cuantitativos, en base a intereses
económicos) y en cómo no se discuten (con historias individuales, con contexto social, con
intereses humanos).

Bibliografía
Andolz, S. (2019, 19 de julio). ​Una bomba de relojería​. Recuperado de
https://www.elperiodico.com/es/opinion/20190719/articulo-sonia-andolz-acogida-tutela-meno
res-bomba-rejojeria-7561545

Colell, E. (2019, 12 de agosto). ​Aquí los niños dibujan pateras​. Recuperado de


https://www.elperiodico.com/es/sociedad/20190812/menas-pateras-larache-7584599

Criado, M.A. (2018, 20 de junio). ​Los refugiados devuelven más de lo que reciben​.
Recuperado de ​https://elpais.com/elpais/2018/06/20/ciencia/1529516744_661988.html

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“ante el aumento de la inseguridad”​. Recuperado de
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Tomás (coord.) ​Fundamentos psicosociales del comportamiento humano​. Barcelona: FUOC.

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-Sistema-Penal-ante-la-Inmigracion

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Rebollo, A. (2019, 23 de mayo). ​Vecinos de Rubí se manifiestan a favor de la acogida de los


'menas' en la ciudad​. Recuperada de
https://www.elperiodico.com/es/sociedad/20190523/vecinos-de-rubi-se-manifiestan-a-favor-
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Sáenz de Ugarte, I. (2018, 29 de julio). ​Los datos sobre el impacto económico de la


inmigración de los que no habla Pablo Casado. ​Recuperado de
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PEC 4: Vientres de alquiler vs.


gestación subrogada
Francesc Gomez-Morales

Normas sociales, normalización e identidad


1. Normas implícitas y explícitas
Las normas sociales, que son el conjunto de obligaciones en una situación específica así
como las expectativas de comportamiento sobre uno mismo y los demás, se pueden
clasificar en normas implícitas, cuando las personas implicadas no son conscientes de las
mismas, y normas explícitas, cuando sí que se da esa consciencia (Feliu i
Samuel-Lajeunesse, 2016). Esta división no es dicotómica, sino que existe un continuo
entre las normas muy explícitas, escritas y solemnemente sancionadas (como las leyes) en
un extremo y las normas más implícitas y arraigadas en la costumbre no escrita (como dar
la mano para saludar) en el otro extremo.
En el caso de las empresas de alquiler de vientres que operan en España, se pueden
identificar una serie de “normas no escritas” (normas implícitas) que facilitan una
transacción que, por otra parte, a día de hoy está prohibida en España por la ley 14/2006
(Valle, 2019). Precisamente la ilegalidad impone de manera implícita la norma de la
confidencialidad por ambas partes. En el artículo de Coronado Sopeña (2018) se puede
constatar que, incluso cuando se pretende denunciar los hechos, se respeta esa
confidencialidad al no mencionar la ubicación de la empresa ni el nombre de su
representante. También en este tipo de contratos se presupone, sin necesidad de reconocer
el hecho de manera explícita, que se pretende adquirir un ser humano con fines generativos
y no con otros fines como podrían ser la investigación médica, el canibalismo o el tráfico de
órganos. También existe un acuerdo tácito de que la persona interesada en la transacción
es el destinatario final y no un intermediario, sin necesidad de que formalmente quede
prohibida la reventa mediante un acuerdo verbal o escrito.
En la situación que nos ocupa pueden observarse también normas explícitas. La más
evidente es el acuerdo sobre el precio de la transacción. Dicha norma, que es fundamental
dentro de la operación, requiere no solo un declaración verbal sino que se pone por escrito,
de manera que el acuerdo se materializa en una factura. En esta situación específica, por
tanto, la factura se convierte en una norma explícita que obliga a ambas partes: a la
empresa a prestar los servicios especificados y al cliente a abonar la cantidad requerida.

2. Normalización, normas, estereotipos y prejuicios en el


fenómeno “vientres de alquiler - gestación subrogada”
En el apartado anterior hemos visto como, independientemente de la legislación en vigor,
existen una serie de obligaciones y expectativas, implícitas y explícitas que regulan las
interacciones en la situación que estamos analizando, a las que podemos denominar
normas sociales.
Este fenómeno, que la técnica ha hecho ahora posible por primera vez en la historia de la
humanidad, está en un proceso de normalización desde hace muy poco tiempo. Son muy

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recientes y, por tanto muy cambiantes y controvertidas, todas las normas que regulan la
conducta, la percepción, el pensamiento o los deseos de las personas en cuanto al alquiler
de gestantes. Una muestra de esa variabilidad del proceso de normalización sería la
controversia parlamentaria sobre la ley (Valle, 2019) así como el contraste entre los
términos utilizados para describir la práctica por uno y otro bando: desde la visión del
fenómeno como “realidad monstruosa” (Coronado Sopeña, 2018) o mercantilización del
cuerpo de la mujer (Crespo, 2017) a la “regulación de la gestación por substitución”
defendida por el partido liberal (Valle, 2019).
Precisamente porque nos encontramos ante un hecho novedoso y polémico, es fácil que las
personas tiendan a crear categorizaciones, frecuentemente simplistas, que orienten su
percepción sobre el asunto. Es lo que denominamos estereotipos (Ibáñez García, 2016).
Por lo general, ante una cuestión en disputa, las personas tienden a tomar partido por una u
otra opción, con mayor intensidad en función de cuánto más crítico sea el tema para la
construcción de su propia identidad. De hecho, incluso la manera de denominar el
fenómeno ya supone la creación de un primer estereotipo básico. “Vientres de alquiler” hace
una doble categorización: por un lado reduce el fenómeno a una transacción mercantil y por
otro reduce a la gestante a la parte de su cuerpo que es de provecho en la operación. Sin
duda será un estereotipo que asumirán fácilmente las personas igualitaristas,
anticapitalistas y feministas, como la activista de derechos humanos recogida por Coronado
Sopeña (2018) o los partidos políticos que menciona Crespo (2017). Por otra parte, la
palabra “gestación subrogada” también es un estereotipo en sí mismo, ya que reduce el
fenómeno a una mera “substitución” de una persona por la otra y a la vez reduce la
complejidad del proceso a la simple gestación, omitiendo que se compromete el derecho a
la identidad del bebé y así como los derechos como madre de la gestante. Este estereotipo,
que apela a la libertad de las personas para relacionarse entre ellas y al derecho a ser
padres de los que no pueden tener hijos, tiene especial acogida en las personas con fuerte
mentalidad de defensa del libre mercado, del individualismo y de la moral utilitarista, algo
común en las filas del partido liberal que pretende la legalización (Valle, 2019).
Es a partir de los estereotipos que las personas generamos los prejuicios, que son juicios de
valor sobre el exogrupo (Ibáñez García, 2016). Desde el simple estereotipo ya recogido en
el nombre “vientres de alquiler” es fácil elaborar el prejuicio de que el fenómeno solamente
es un negocio de ricos y que los implicados están mercantilizando el cuerpo de la mujer. Por
el contrario, desde el estereotipo “gestación subrogada” fácilmente se puede acusar a los
que defienden lo contrario de prohibicionistas, de limitar las posibilidades de la ciencia y de
falta de empatía con los que no pueden tener hijos y necesitan una gestante sustituta para
poder ser felices.

Influencia social
3. El debate “vientres de alquiler - gestación subrogada” y los
procesos de influencia social.
No existe un único proceso de influencia social, sino diferentes fenómenos como la
normalización, la percepción social, la conformidad, la innovación y la obediencia (Feliu i
Samuel-Lajeunesse, 2016). En el caso del debate “vientres de alquiler - gestación
subrogada” vemos todos estos procesos implicados en la lucha por el establecimiento de un
discurso dominante. Esta lucha de poder explica la gran polarización que existe en las
posiciones.

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En el punto 2 ya hemos analizado el proceso de normalización. En este proceso las leyes


estatales tienen un peso fundamental, si bien la normalización no se reduce a las normas
explícitas. En el caso que nos ocupa, existe una legislación vigente desde 2006, aunque
existen iniciativas para su derogación. Además, la propia ley ofrece un limbo legal que es
fácilmente aprovechado por las comercializadoras para ofrecer sus servicios de gestación
subrogada, de manera que, de facto, es posible el fenómeno “vientre de alquiler” en España
aunque sea ilegal. La ley actual sólo es capaz de perseguir de manera efectiva los casos
más evidentes que se desarrollen dentro del territorio nacional, como el que recogen
Garofano y Cabrera (2016). En este proceso de normalización mediante leyes
parlamentarias, influyen también movimientos ciudadanos como 'No somos vasijas', que
tratan de condicionar la posición de los partidos políticos actuando como lobby (Abellán,
2017). En la dirección opuesta trabaja la Asociación por la Gestación Subrogada, que utiliza
una estrategia diferente para “entrar” en el Parlamento: la promoción de una Iniciativa
Legislativa Popular, (L’Associació Drets Sexuals i Reproductius, s.f.).
En este debate existe también un proceso de creación y refuerzo de determinadas
percepciones sociales. Tanto un lado como el otro crean una narrativa sobre el fenómeno
mediante teorías de atribución sobre la actuación de la otra parte. De esta manera, los
prohibicionistas atribuyen a los garantistas unos intereses económicos. Por ello se centran
en describir los implicados como empresas que satisfacen los deseos de personas ricas
aprovechando la vulnerabilidad socioeconómica de algunas mujeres (Abellán, 2017). Sitúan
por tanto el origen de la conducta en una causa externa, las leyes de mercado. Sin
embargo, los garantistas entienden que la única motivación es “ayudar a otras personas a
que puedan ser madres y padres” (L’Associació Drets Sexuals i Reproductius, s.f.), es decir,
atribuyen la conducta, en último término, a una causa interna: la libertad y el amor de las
personas. Estas atribuciones son posibles gracias a la abundancia de sesgos cognitivos en
el discurso tanto de un lado como del otro. Los garantistas cometen el error fundamental de
atribución al priorizar las atribuciones internas sobre las externas. Los prohibicionistas sin
embargo construyen su discurso bajo el sesgo de la creencia en el igualitarismo, que
adoptan como verdad indiscutible e inviolable. Tanto unos como otros presentan sesgos de
falso consenso, ya que los garantistas miran a Estados Unidos y los prohibicionistas al resto
de países del entorno que mantienen el veto (Coronado Sopeña, 2018). Como resultado de
todo este proceso se crean estereotipos en uno y otro bando como los que se han discutido
en el punto 2.
Los procesos de influencia basados en la conformidad y la innovación se tratan con detalle
dentro del punto 4.

4. ¿Qué discursos ponen en marcha los grupos mayoritarios y


cuáles se plantean desde la minoría?
Pese a que no se puede decir que haya una postura claramente mayoritaria en este debate,
si hubiera que elegir a una de las dos, en mi opinión el prohibicionismo sería mayoritario, ya
que actualmente tiene el peso de la ley. Sin embargo, teniendo el cuenta la importancia
abrumadora de la economía de mercado y el extraordinario peso que otorga la población al
individualismo y a los argumentos emotivos, también podría justificarse que es el
garantismo quien tiene la posición de fuerza, hasta el punto de posibilitar la gestación
subrogada de facto sin que la ley pueda impedirlo.
Asumamos, en aras de profundizar en el análisis, que el prohibicionismo es el grupo
mayoritario. Esta posición, además de contar con “el peso de la ley”, tiene el respaldo del
igualitarismo de izquierdas y de colectivos como el LGTBI+ (Castaño y Hernández, 2019)

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por lo que muchas personas e incluso medios de comunicación podrían alinearse con ellos
(proceso de conformidad) por sumisión o identificación, es decir, por miedo a que no se les
considere progresistas o simplemente porque se identifican con el grupo y no quieran que
esta cuestión les aleje del mismo. De igual manera, las personas que priorizan la igualdad
de derechos sobre la economía de mercado también pueden conformarse con esta postura
mediante un proceso de interiorización, puesto que entenderán y verán razonables los
argumentos basados en la protección de la dignidad de la mujer.
El discurso prohibicionista tiene una idea fundamental: existe una realidad supranacional y
universal, incuestionable e inviolable (los derechos humanos) que tiene el poder de limitar el
alcance de los deseos individuales y de la economía de mercado. Para reforzar este
discurso se mencionan casos de evidente mercantilización, se recuerda el precio de la
conquista de dichos derechos y los peligros de no respetarlos. Todo esto para justificar
finalmente que no se puede “convertir el deseo en un derecho” (Abellán, 2017).
El movimiento garantista se puede considerar minoritario desde la óptica legal y además
porque ellos mismos no dudan en reconocerse como víctimas: “nos insultáis, nos
ninguneáis, nos agredís” (L’Associació Drets Sexuals i Reproductius, s.f.). Uno de los
mecanismos de captación de nuevos miembros para esta minoría se puede observar en el
caso que explican Garofano y Cabrera (2016), cuando los vecinos simpatizan con la pareja
que quería alquilar un vientre y se ponen de su parte: “ellos tienen derecho a ser padres”.
Bajo mi punto de vista se trataría de un ejemplo de la Teoría de la autocategorización de
John Turner (Feliu i Samuel-Lajeunesse, 2016), ya que la gente “se pone en la piel” de los
que no pueden satisfacer su deseo. Esta idea del “derecho a la paternidad” se opone
diametralmente a la idea básica del discurso prohibicionista, según el cual no todos los
deseos son convertibles en derechos. El discurso garantista, por tanto, hace énfasis en la
importancia suprema de la individualidad, del respeto a su diversidad y sus deseos, sin que
se vea limitada por principios universales ("queréis imponernos vuestra ética”) y enfatizando
la libertad personal para adquirir cualquier tipo de compromiso y asumir las consecuencias:
“desconfiáis de nuestra capacidad de decidir” (L’Associació Drets Sexuals i Reproductius,
s.f.).

5. Disonancia cognitiva
Se consideran disonancias cognitivas según Festinger (1957; citado en Ibáñez García et al.,
2016) aquellas incoherencias en las creencias del individuo y entre sus creencias y sus
acciones. Tanto en uno como en otro grupo se pueden observar estas disonancias. Por
ejemplo, cuando Alicia Miyares afirma que “las salvedades no necesitan una legislación”
(Abellán, 2017) está admitiendo que pueden existir casos en los que los derechos humanos,
que son la base de su razonamiento, no apliquen. Sin embargo decide que, a diferencia de
otras situaciones similares, esta situación particular no necesita ser legislada. Se observa
claramente como utiliza la minimización del problema (utilizando la palabra “salvedades”)
para conservar la coherencia del pensamiento.
En el ámbito garantista, existe una disonancia evidente en el discurso que recoge
L’Associació Drets Sexuals i Reproductius (s.f), ya que por un lado acusa a los
prohibicionistas de “imponer una ética” y en el mismo texto afirma que “legalizar es la opción
ética”, sin ver que en este caso ellos estarían imponiendo su propia ética a los demás. La
manera que tienen de compensar esta disonancia es sobrevalorando los resultados finales:
“la gestación subrogada (...), bien regulada, sólo trae felicidad”. Lo cual demuestra que, en
el fondo, a pesar de que digan lo contrario, la cuestión ética no es relevante para ellos, lo
importante es que unos individuos puedan satisfacer sus deseos.

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Paradigma jurídico y paradigma estratégico del


poder
6. “Paradigma jurídico”, “Paradigma estratégico” y la situación
legal de los vientres de alquiler
El paradigma jurídico del poder propuesto por Focault se considera el modo antiguo de
coacción por parte de las estructuras de poder. En este paradigma el poder se “posee”. Los
elementos centrales son la Ley y el castigo por su incumplimiento. Podemos observar este
paradigma en el hecho de que exista una ley explícita que prohíbe la comercialización de la
gestación y el hecho de que se persiga y castigue a las personas que la incumplen dentro
de la propia jurisdicción (Garofano y Cabrera, 2016). Una parte, aunque pequeña, del
discurso de la mayoría prohibicionista se articula desde este paradigma, ya que utilizan
como argumentos la legislación vigente y las incoherencias legislativas que provocaría una
hipotética aprobación de esta práctica (Abellán, 2017). De manera indirecta también está
presente este paradigma en la criminalización que se hace de las empresas que se dedican
a este negocio, como se puede observar en el reportaje de Coronado Sopeña (2018). Bajo
este paradigma, bajo mi punto de vista el prohibicionismo gozaría de la “posesión” del
poder.
El paradigma estratégico tiene un enfoque diferente, pues el poder no es algo que
proporciona la ley, sino que es una convergencia de fuerzas procedentes de diferentes
puntos del tejido social, de manera que no es algo que se posea, sino algo que se ejerce.
Las dinámicas de poder en España se articulan mayoritariamente según este paradigma,
razón por la cual el colectivo prohibicionista no se limita a utilizar su fuerza jurídica, sino que
constantemente refuerza su discurso ampliando la base de apoyos y sumando a todos los
colectivos partidarios de la idea de que, en caso de conflicto, los derechos humanos
prevalecen sobre los individuales. Dentro de este paradigma los garantistas ejercen un
poder real aunque su posición sea ilegal. Tienen un discurso que resuena en muchos
ciudadanos y que refuerzan mediante el poder de prescripción de famosos como Cristiano
Ronaldo y Nicole Kidman y países de referencia como EEUU. El objetivo último es la
construcción de un discurso de normalidad del fenómeno. En un paradigma estratégico, en
el que el objetivo del poder es la promoción de la normalidad, presentar la “gestación
subrogada” como normal impide que pueda ser castigada. En líneas generales, bajo este
paradigma, podría afirmarse que la distribución de poder entre prohibicionistas y garantistas
está mucho más equilibrada que en el caso anterior.

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http://lassociacio.org/mujeres-a-favor-de-la-gestacion-subrogada-responden-al-manifiesto-n
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Descarregat per Juan Pablo Blanch (juanpblanch@gmail.com)


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Coronado Sopeña, N. (2018, 23 de septiembre). ​Vientres de alquiler: cuando lo que te
compras es un bebé​. Recuperado de
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Crespo, I. (2017, 17 de junio). ​Gestación subrogada: Los famosos quieren hijos y buscan
madres​. Recuperado de
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Garofano, L. y Cabrera, M. (2016, 29 de noviembre). ​Una pareja gay, detenida por alquilar
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Ibáñez García, T. et al. (2016). ​Fundamentos psicosociales del comportamiento humano.
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Valle, S (2019, 6 de julio). ​Lo que la ciencia tiene que decir sobre la gestación subrogada​.
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