Está en la página 1de 16

Esteban Echeverría nace en buenos aires en septiembre de 1805, realiza sus estudios

primarios en la escuela de san Telmo y luego ingresa en el departamento de estudios


preparatorios de la universidad de buenos aires, en 1825 parte hacia Europa. En parís
asiste al colegio de ateneo y toma cursos de dibujo, guitarra, historia, economía y
política. Allí entra en contacto con el romanticismo y se conmueve con la obra de
Goethe, Schiller y Byron. En parís empieza a escribir sus primeros poemas. En 1830
regresa a buenos aires y comienza a publicar sus trabajos. A partir de 1835 participa en
el salón literario y en 1838 funda junto a Alberdi y juan María Gutiérrez, la asociación
de la joven generación argentina

Enfrentado al régimen Rosista se exilia en 1840 en Uruguay y muere en 1851 en


Montevideo.

El matadero es publicado recién en 1874 por juan María Gutiérrez en las obras
completas de esteban Echeverría.

En 1835 Asume Don Juan Manuel de Rosas asume como gobernador de la provincia de
buenos aires y asume también como el “vengador de juan facundo Quiroga” que había
sido asesinado en barranca yaco. En 1835 lo que estaba pasando en buenos aires en el
ámbito intelectual era que se había creado en la librería de marcos sastre un salón
literario, este salón literario es quizás nuestra primera generación de intelectuales, de
hombres ligados a la cultura, a la elite cultural, cuya cabeza hegemónica es Esteban
Echeverría que había viajado a Francia y que había vuelto de parís con todas las
últimas novedades de la cultura francesa. En el salón literario se reúnen Echeverría,
juan Bautista Alberdi, José María Gutiérrez, marcos sastre.

El que es realmente agresivo con rosas es esteban Echeverría que había publicado la
cautiva en 1837 escribe un cuento de una inusual brutalidad que recién en 1871 juan
María Gutiérrez en las obras completas de Echeverría habrá de publicar, pero
Echeverría lo escribe entre 1835 y 1840 y el cuento se llama EL MATADERO y trata de
ser un cuento propagandístico, un cuento militante, para herir a la tiranía de rosas que
asi era considerado su gobierno por los unitarios que se habían exiliado en
Montevideo. El texto de Echeverría se cree que va de mano en mano entre amigos
porque no se puede publicar porque es demasiado terrible, quizá por eso Echeverría
cargo tanto las tintas porque era un texto secreto para leer entre exiliados.

Lo que narra el cuento es el cuento perfecto entre lo civilizados y los barbaros, el


cuento se llama el matadero porque ocurre en el matadero de la convalencencia
donde Echeverría hace una descripción de la gente que trabaja del matadero, que es la
gente del Rosismo la gente que adhiere a la figura del restaurador de las leyes que así
se le decía a Rosas. Y la descripción que hace Echeverría de esta gente es de un desdén
de un racismo de un clasismo impresionante, pocas veces se ha visto considerar a la
clase digamos plebeya como una clase ligada, identificada con la ANIMALIDAD, son
animales, es decir carnean animales y a la vez ellos son animales. Los faenadores del
matadero son también reses como las reses que ellos carnean, andan en charcos de
barro, andan entre sangre, es un horror el cuadro que traza Echeverría, en brutal
contraste con esto viene un hombre de la cultura de la civilización un hombre de la
racionalidad, este hombre es un joven unitario que ha tenido la desgracia de extraviar
sus pasos y de entrar en el matadero. El esquema que tenemos aquí es que la
civilización pierde sus pasos y entra en la barbarie, este joven que viene en silla inglesa
que viene muy elegantemente vestido, que tiene modales exquisitos que es de la
oligarquía más concentrada de buenos aires un culto, pierde sus pasos en el matadero
y ahí es muy mal recibido porque todos los del matadero se dan cuenta que quien ha
llegado es evidentemente un unitario.

El cuento se llama el matadero porque va a ser el matadero de las reses y del unitario,
todo a manos de esta turba salvaje, que es son los hombres que adhieren a Don Juan
Manuel de Rosas, el personaje odiado por los unitarios y especialmente por
Echeverría. Entonces, el unitario es visualizado por los hombres del matadero, aquí ya
se produce un encuentro brutal. Lo ven y ven que es un joven que viene montado en
una cabalgadura de silla inglesa, que para sarmiento en el Facundo va a ser muy
importante, porque sarmiento va a decir que si Lavalle hubiera hecho la campaña de
1840 en silla inglesa la habría ganado, o sea que estos elementos de la cultura europea
son muy valorados por los hombres de la elite cultural de BS. As. De modo que este
joven unitario viene montado en silla iglesia y los del matadero que vienen comandado
por un siniestro personaje que se llama Matasiete, apenas lo ven venir en silla inglesa,
dicen “ahí viene un unitario” notamos la alegría que habrán sentido los del matadero
cuando se les viene un unitario un juego, un tipo con el cual se van a divertir mucho. El
unitario como todo unitario que se enfrenta con la chusma es muy altanero y los
desprecia con sus gestos con sus miradas, que quieren con el cómo se le acercan y hay
un juez en el matadero que lo primero que le pregunta al unitario es lo más visible
para un federal, porque no trae usted la divisa punzo, que era un pedazo de genero
punzo que rosas obligaba a que todo el ,mundo lo llevara como identificación a su
adhesión a su gobierno, el unitario como no adhería a rosas no llevaba la divisa punzo.
Entonces lo que responde el unitario es altamente altanero “eso es para ustedes yo
soy un hombre libre, no la llevo” está diciendo que a mí nadie me obliga a llevar una
divisa punzo porque soy un hombre libre y Matasiete que sabe responder “NOSOTROS
A LOS LIBRES, LA DIVISA PUNZÓ SE LA HACEMOS LLEVAR A LA FUERZA” lo cual es una
contundente respuesta al orgullo de la racionalidad, iluminada oponerle la fuerza
brutal de la barbarie. Esto es lo que plantea Echeverría.

Matasiete y todos sus amigos son constantemente asimilados a la condición animal.


Como el proyecto unitario era liquidar a todos estos gauchos barbaros es fundamental
que no pertenezcan a la condición humana, porque si queremos matar a alguien lo
haremos más fácil si consideramos que ese alguien no pertenece a la condición
humana. El hecho de que Echeverría describa a estos hombres como animales está
preparando el terreno para una represión feroz que el unitarismo de buenos aires va a
llevar sobre las provincias. Entre tanto, lo que hace Echeverría es mostrar la crueldad
de los federales, siempre que en un texto se muestra la crueldad del enemigo es
porque se está justificando la crueldad que uno cuando esté en buenas condiciones va
a ejercer sobre ese enemigo, por eso a Echeverría le interesa demostrar que los
federales son infinitamente crueles porque luego ellos van a ser crueles con los
federales. Los federales lo humillan al unitario, lo vejan, lo desnudan algo que él no
quiere aceptar de ninguna manera y antes de aceptar estas horribles humillaciones se
produce algo inesperado. El unitario revienta de sangre, sus asesinos quedan
sorprendidos por toda la sangre que tiene el unitario y por cómo ha reventado antes
de que pudieran vejarlo mas, entonces así termina el cuento, en medio de un baño de
sangre y Echeverría que dice esa es la federación rosina y es en el matadero donde
tiene su lugar.

Otro texto absolutamente sangriento de la literatura argentina se ha hecho sobre todo


en el siglo XIX siguiendo o expresando a los hechos políticos de la argentina, tanto es
así que hay muchos unitarios que después de leer el facundo de sarmiento decían
“ahora sabemos porque luchamos” el texto que quiero comentar que es también
tremendamente sanguinario y que está en la línea del matadero es la refalosa de
Hilario Ascasubi, es un poema gauchesco con la característica de que es escrito por un
poeta unitario. Ascasubi toma la voz del mazorquero y a través de lo que el
mazorquero dice Ascasubi va a mostrar la infinita crueldad de los hombres de la
mazorca. Lo que se le hace al martirizado es que con el cuchillo lo van cortando de
apoco mientras la persona está parada y va sangrando y cuando sangra mucho se crea
a sus pies un charco de sangre por eso se llama la refalosa porque el resbala en su
propia sangre. Ascasubi escribe unitario que agarramos lo amarramos y por atrás lo
agarran los compañeros que empiezan a jugar con él, de forma cruel, porque se trata
de matarlo pero antes de torturarlo. Y esa es la crueldad que Ascasubi quiere mostrar.

“con un puñal bien templao y afilao que se llama el quita penas le atravesamos las
venas del pescuezo”, observemos que el hallazgo de llamar al puñal el quita penas, es
verdad que un puñal puede ser llamado así ya que una vez que te clavan un puñal en la
garganta se te van todas las penas.

“larga sangre la víctima, que es un gusto (al mazorquero le encanta que largue sangre)
y del gusto comienza a revolver los ojos del susto”

“de ahí se le cortan las orejas, barba, patilla y cejas (los unitarios llevaban patilla) y
pelao lo dejamos arrumbao a que engorde algún carancho o chancho” hay que admitir
que este texto de Hilario Ascasubi es horroroso porque pensar que a este personaje lo
tiran a los chanchos es la descripción de una crueldad inimaginable. La refalosa está
escrita con tanta habilidad por Ascasubi que en realidad sentimos que nos habla un
degollador de la mazorca porque describe con tanta precisión con tanta habilidad, con
tanta crueldad con tanto gusto y placer esa masacre esa tortura a la que se somete al
unitario que solamente un cruel mazorquero puede matar así. Y ahí es que nos
preguntamos que si este hombre mata así como lo mataríamos cuando llegue la hora
de la venganza

 Ejemplo de mundo comentado:


Los abastecedores, por otra parte, buenos federales, y por lo mismo buenos católicos,
sabiendo que el pueblo de Buenos Aires atesora una docilidad singular para someterse a
toda especie de mandamiento, sólo traen en días cuaresmales al matadero los novillos
necesarios para el sustento de los niños y de los enfermos dispensados de la abstinencia
por la bula, y no con el ánimo de que se harten algunos herejotes, que no faltan,
dispuestos siempre a violar los mandamientos carnificinos de la Iglesia, y a contaminar
la sociedad con el mal ejemplo. (Echeverría, E., “El matadero” [1871], El matadero y
otros escritos, 2018, p. 70, las negritas son nuestras)
Los señaladores verbales del mundo narrado tienen como tiempo base el presente
simple, expresado en los siguientes verbos: traen, harten, faltan.

 Ejemplo de mundo narrado:


Sucedió, pues, en aquel tiempo, una lluvia muy copiosa. Los caminos se anegaron, los
pantanos se pusieron a nado y las calles de entrada y salida a la ciudad rebosaban en
acuoso barro. Una tremenda avenida se precipitó de repente por el riachuelo de
Barracas y extendió majestuosamente sus turbias aguas hasta el pie de las barrancas del
Alto. (ibid., p. 70)
Entre este párrafo y el anterior hay un cambio del mundo comentado al mundo narrado
con el inicio del verbo en pretérito perfecto simple sucedió.
3-b)
Narrador: Las huellas del narrador pueden verse expresadas mediante el uso de verbos y
deícticos que hacen referencia a un “yo” enunciador: empezaré, diré, tengo,la mía, mi
historia, callo (p.70)y el uso de un nosotros excluyente que no se refiere al enunciatario
pero sí la enunciador: estábamos (ibid.).

Narratario: Mediante pasajes que lo implican sin nombrarlo directamente, con el uso de
un “nosotros” inclusivo: nuestros prototipos (ibid.) nuestros beatos abuelos (p. 72),
nuestro país (p. 75).

También se encuentran pasajes del relato en el que el narrador se refiere


directamente la narratario: “Porque han de saber los lectores que en aquel tiempo la
Federación estaba en todas partes […]” (p. 72); “Pero para que el lector pueda
percibirlo a un golpe de ojo […]” (p. 73); “algunos lectores no sabrán qué al tal
heroína […]” (ibid..).
Otras huellas que se presentan del narratario son la negación, los términos de
valoración demostrativa y las analogías o comparaciones. Todas estas se pueden ver ni
bien empieza el cuento: “[…]no la empezaré por el arca de Noé y la genealogía de sus
ascendientes, como acostumbraban hacerlo los antiguos historiadores españoles de
América, que deben ser nuestros prototipos” (ibid.. p.70). La negación está
explícitamente marcada por el uso del adverbio no, para la cual es necesario que el
narratario conozca la tradición literaria precedente y las referencias bíblicas, por lo que
también implica un término de valor demostrativo con la mención de “el arca de Noé”
que estaría remitiendo a un texto anterior que estaría en el Antiguo testamento con el
mito de Noé. A su vez, el autor establece una comparación, cuya marca léxica es la
preposición como, y para la cual también es necesario un conocimiento previo de parte
del narratario, porque este procedimiento de iniciar desde la biblia o textos muy
antiguos pertenece a una tradición literaria.

Por último, también hay presencia de justificaciones o sobrejustificaciones. Una de


las más llamativas es cuando el narrador se disculpa por el vocabulario vulgar y las
obscenidades lingüísticas que tienden a usar los personajes del matadero. Dice:

Oíanse a menudo, a pesar del veto del Restaurador y de la santidad del día, palabras
inmundas y obscenas, vociferaciones preñadas de todo el cinismo bestial que
caracteriza a la chusma de nuestros mataderos, con las cuales no quiero regalar a los
lectores. (ibid., p. 70, las negritas son nuestras).

3-c)La polifonía en el discurso de El matadero:


● Ironía: “Los abastecedores, por otra parte, buenos federales, y por lo mismo
buenoscatólicos, sabiendo que “el pueblo de Buenos Aires atesora una docilidad
singular para someterse a toda especie de mandamiento”(ibid., p.70).

En este ejemplo podemos ver que la ironía alude a una crítica social, es decir, hace
referencia a que a los habitantes de Buenos Aires “le gusta” someterse u obedecer
órdenes o reglas sin sentido como es la abstinencia a la carne en cuaresma. El narrador
se apropia de la voz de un enunciador ingenuo e inocente, que sería aquel que está a
favor de los federales y les conciben la cualidad de “buenos” y “católicos”.

El primer novillo que se mató fue todo entero de regalo al Restaurador, hombre muy
amigo del asado. Una comisión de carniceros marchó a ofrecérselo a nombre de los
federales del matadero, manifestándole in voce su agradecimiento por la acertada
providencia del gobierno, su adhesión ilimitada al Restaurador y su odio entrañable a los
salvajes unitarios, enemigos de Dios y de los hombres.”(ibid.. p. 72, negritas nuestras)

Aquí, las voces ingenuas son extraídas nuevamente de aquellos que creen en el
federalismo como bueno, ya que manejan una concepción antagónica de sus enemigos,
los unitarios. Así, se les atribuye a estos las cualidades de salvajes y enemigos, aunque
este no sea el parecer del narrador, es decir del enunciatario irónico. Este discurso
irónico se repite en numerosas veces, especialmente para exaltar las supuestas virtudes
de los federales, y execrar a los unitarios:“Las pobres mujeres salían sin aliento,
anonadadas del templo, echando, como era natural, la culpa de aquella calamidad a los
unitarios.”(p. 103, negritas nuestras). La marca en negrita es de una frase como
subjetivema, pues esta indica que todas las culpas y los males vienen siempre de los
opositores, unitarios.

● Citas:Cita directa de las palabras de un sacerdote:

Es el día del juicio, decían, el fin del mundo está por venir. La cólera divina rebosando
se derrama en inundación. ¡Ay de vosotros, pecadores! ¡Ay de vosotros unitarios impíos
que os mofáis de la Iglesia, de los santos, y no escucháis con veneración la palabra de
los ungidos del Señor! ¡Ah de vosotros si no imploráis misericordia al pie de los
altares!” (ibid., pp. 70-71)

Cita directa de los personajes del matadero. Hay una unificación de todas las voces
en un solo diálogo: “—Chica, pero gorda —exclamaban—. ¡Viva la Federación!
¡Viva el Restaurador!”(ibid., p. 72).

Cita directa con el uso de comillas en vez de diálogo, para referirse a los letreros que
colgaban de la cintura del Juez del matadero: “ya no resaltar sobre su blanca pintura
los siguientes letreros rojos: ‘Viva la Federación’, ‘Viva el Restaurador y la heroína
doña Encarnación Ezcurra’, ‘Mueran los salvajes unitarios’ ”(ibid., p. 73).

SEGUNDA PARTE

1. Claves románticas en el nivel de la historia:


Las claves románticas del cuento El matadero de Esteban Echeverría serán
ejemplificadas a continuación con su respectiva explicación:
 La división de la realidad en dos mundos, mencionada por Jitrik, se
evidencia con claridad a partir de la introducción del personaje unitario. Pero
antes de recurrir a este ejemplo es preciso marcar otras dicotomías que la
preceden: la del conocimiento científico o racional vs. el conocimiento mítico y
supersticioso, y la de materia vs. espíritu:

Ejemplo de dicotomía entre el conocimiento científico o racional vs. el


conocimiento mítico y supersticioso:
Se hablaba ya como de cosa resuelta de una procesión en que debía ir toda la población
descalza y a cráneo descubierto, acompañando al Altísimo, llevado bajo palio por el
obispo, hasta la barranca de Balcarce, donde millares de voces conjurando al demonio
unitario de la inundación debían implorar la misericordia divina. […] no tuvo
efecto la ceremonia, porque bajando el Plata la inundación se fue poco a poco
escurriendo en su inmenso lecho sin necesidad de conjuro ni plegarias. (Echeverría,
El matadero, p.71, las negritas son nuestras)

La dicotomía aparece por el uso de cierto tipo de subjetivemas: demonio, conjuro y


plegarias. El uso de estas expresiones, además de evidenciar una demonificación de los
unitarios, indica también la mentalidad mágica y supersticiosa de los federales y fieles a
Rosas.
Ejemplo de dicotomía materia vs. espíritu:

Algunos médicos opinaron que si la carencia de carne continuaba, medio pueblo caería
en síncope por estar los estómagos acostumbrados a su corroborante jugo; y era de notar
el contraste entre estos tristes pronósticos de la ciencia y los anatemas lanzados desde el
púlpito por los reverendos padres […] Se originó de aquí una especie de guerra
intestina entre los estómagos y las conciencias […] bien informado, [el Restaurador]
promulgó un decreto tranquilizador de las conciencias y de los estómagos […] (ibid.,
pp. 71-72, las negritas son nuestras).

Esta diferenciación entre el estómago y las conciencias, y que nosotros reconocemos


como materia y espíritu, también es una extensión de la dicotomía anteriormente vista
entre el conocimiento científico vs. el conocimiento mítico, ya que en el fragmento
citado se incluye la discusión entre la opinión de los científicos y la ciencia y la opinión
de la religión y los sacerdotes.
Estas y otras dicotomías de El matadero responden a una división mayor entre el
bien y el mal, en la que el bien está representado por los federales (devotos, beatos,
fieles) y el mal por los unitarios (herejes, impíos, y libertinos).
Ejemplo de dicotomía ferocidad vs. delicadeza:
Ya abordadas las dicotomías anteriores podemos proseguir con el ejemplo del
personaje unitario porque, como bien explica Jitrik, el esquema romántico del autor
empieza a delatarse con la llegada del unitario al matadero (1980). Una vez se introduce
el personaje, empiezan a proliferar los calificativos y la mención de valores y virtudes
elevadas. Los calificativos son especialmente llamativos cuando se trata de describir la
belleza y juventud del unitario:
El joven, en efecto, estaba fuera de sí de cólera. Todo su cuerpo parecía estar en
convulsión: su pálido y amoratado rostro, su voz, su labio trémulo, mostraban el
movimiento convulsivo de su corazón, la agitación de sus nervios. Sus ojos de fuego
parecían salirse de la órbita, su negro y lacio cabello se levantaba erizado. Su cuello
desnudo y la pechera de su camisa dejaban entrever el latido violento de sus arterias y la
respiración anhelante de sus pulmones. (El matadero, p. 79)

Para su contraste podemos citar la descripción de un personaje como el carnicero, de


cualidades antinómicas a la del unitario:
En torno de cada res resaltaba un grupo de figuras humanas de tez y raza distintas. La
figura más prominente de cada grupo era el carnicero con el cuchillo en mano, brazo y
pecho desnudos, cabello largo y revuelto, camisa y chiripá y rostro embadurnado de
sangre. (ibid., p. 73)

Frente a la delicada y bella imagen del unitario está la rústica y fiera imagen del
carnicero, ambas figuras tanto estética como políticamente opuestas. Se trata de la
dicotomía ferocidad vs. delicadeza, ya mencionada por Jitrik.
Ejemplo de dicotomía animalidad vs. dignidad:
Para cerrar este rasgo romántico citamos unos ejemplos que pueden implicar la
dicotomía animalidad vs. dignidad. Para ello recurrimos a dos fragmentos distintos: el
primero en el que el narrador hace un comentario valorativo sobre el ataque de los
federales al unitario: “Qué nobleza de alma! ¡Qué bravura en los federales!, siempre en
pandilla cayendo como buitres sobre la víctima inerte” (ibid., p. 78); y el segundo
fragmento perteneciente al diálogo entre el unitarioy sus captores los federales, cuando
éstos le preguntan por qué no está vestido a la moda rosista ni lleva las insignias del
federalismo:

—No sabes que lo manda el Restaurador.


—La librea es para vosotros, esclavos, no para los hombres libres.
—A los libres se les hace llevar a la fuerza. —Sí, la fuerza y la violencia bestial. Ésas
son vuestras armas, infames. El lobo, el tigre, la pantera también son fuertes como
vosotros. Deberíais andar como ellas en cuatro patas.
—¿No temes que el tigre te despedace?
—Lo prefiero a que maniatado me arranquen como el cuervo, una a una las entrañas.
—¿Por qué no llevas luto en el sombrero por la heroína?
—Porque lo llevo en el corazón por la patria, por la patria que vosotros habéis
asesinado, ¡infames!
—No sabes que así lo dispuso el Restaurador.
[…]
—Abajo los calzones a ese mentecato cajetilla y a nalga pelada denle verga, bien atado
sobre la mesa […]
—Primero degollarme que desnudarme, infame canalla. (ibid., p.78, negritas nuestras)
En el primer fragmento el narrador ya establece la bestialidad o animalidad en la
figura de los federales del matadero, al compararlos con buitres en antítesis al modo de
proceder del Duelo, donde la dignidad implica el enfrentamiento uno a uno. En el
diálogo el unitario también denuncia el carácter bestial de los federales antepuesto al
propio carácter digno del capturado, que no se deja doblegar ni amedrentar. La dignidad
del unitario se ve ultrajada por la desnudez a la que se ve sometido, sometimiento
ejercido por la bestialidad de los federales y los tratos que estos le dan al joven opositor.
Con estas citas queda ejemplificada entonces la dicotomía de la dignidad del unitario vs.
la bestialidad de los federales.

 Para el tratamiento del “color local” citaremos un ejemplo para los temas
locales, otra cita para las costumbres, y unas últimas para los tipos característicos.
a) En el tema local: si bien todo el tratamiento que Echeverría le da al
matadero es en sí el abordaje un tema local, optamos, sólo para ejemplificar, por el
caso de la refalosa que, además de ser una danza y un texto de Ascasubi, era una
forma de ejecución aplicada por la Mazorca a los untarios y opositores del rosismo.
En el cuento, los carniceros del matadero amenazan al unitario con aplicarle la
refalosa:

—A ti te toca la resbalosa —gritó uno.


—Encomienda tu alma al diablo.
—Está furioso como toro montaraz.
—Ya le amansará el palo.
—Es preciso sobarlo.
—Por ahora verga y tijera.
—Si no, la vela.
—Mejor será la mazorca. (ibid., p. 79, negritas nuestras)

b) En las costumbres:de todas las costumbres existentes en el matadero y descritas


por Echeverría, recuperamos el “carnaval” de sangre y carne, un hábito que es llevado a
cabo por los niños y otros personajes recurrentes del matadero. Se trata de un retrato de
costumbres visceral y hasta escatológico:

Varios muchachos gambeteando a pie y a caballo se daban de vejigazos o se tiraban


bolas de carne […] De repente caía un bofe sangriento sobre la cabeza de alguno, que
de allí pasaba a la de otro […] Alguna tía vieja salía furiosa en persecución de un
muchacho que le había embadurnado el rostro con sangre, y acudiendo a sus gritos y
puteadas los compañeros del rapaz la rodeaban y azuzaban como los perros al toro y
llovían sobre ella zoquetes de carne, bolas de estiércol, con groseras carcajadas y gritos
frecuentes, hasta que el juez mandaba restablecer el orden y despejar el campo.
(ibid.,pp. 74-75)
c) En los tipos característicos: el narrador de El matadero tiene al menos dos formas
muy particulares de referirse a estos tipos característicos. La primera como “un grupo de
figuras humanas de tez y raza distintas” (p. 73) y más adelante como “la chusma” (p.
74). De las numerosas figuras que conforma esta chusma, optamos por destacar la de las
negras y mulatas achuradoras, incluso por encima del carnicero ya que, por un lado, es
la primera en ser mencionada dentro de la historia, y cuya aparición se irá repitiendo a
lo largo del cuento: “Multitud de negras rebusconas de achuras, como los caranchos de
presa, se desbandaron por la ciudad como otras tantas harpías prontas a devorar cuanto
hallaran comible” (ibid., p. 71); y, por otro lado, por ser los personajes de rasgos más
marginales o, en otros términos, por ser mujeres de ascendencia africana:

Acullá se veían acurrucadas en hilera cuatrocientas negras destejiendo sobre las faldas
el ovillo y arrancando uno a uno los sebitos que el avaro cuchillo del carnicero había
dejado en la tripa como rezagados, al paso que otras vaciaban panzas y vejigas y las
henchían de aire de sus pulmones para depositar en ellas, luego de secas, la achura.
(ibid., p. 74)

La presencia de este tipo característico demuestra el realismo que posee el cuento de


Echeverría, pues no lo excluye por muy marginal y desagradable que sea, esto último
desde los ojos del romántico.
 Como última clave romántica tenemos la construcción del héroe, en este caso, la
del unitario. El personaje es un prototipo del héroe romántico y rebelde, ya desde su
condición política, por ser el opositor ante elrosismo y el hereje espiritual ante la iglesia.
Esta rebeldía se observa en las contestaciones que el unitario arroja a sus captores:

—¿Tiemblas?
—le dijo el juez.
—De rabia, porque no puedo sofocarte entre mis brazos.
—¿Tendrías fuerza y valor para eso?
—Tengo de sobra voluntad y coraje para ti, infame. (ibid., p. 79)

Además, el personaje no parece presentar un cambio psicológico desde que es


atrapado por los federales. La rabia, y la indignación parecen perdurar en su ánimo hasta
tal punto que provocan su muerte: “—Reventó de rabia el salvaje unitario— dijo uno”
(ibid., p. 80). Esta muerte también coincide con el esquema romántico, si recordamos la
muerte de Margarita (nombre de Gretchen en la edición de Cátedra, 2010) en el Fausto
de Goethe. Ambos, la heroína de Goethe y el héroe de Echeverría, experimentan una
muerte a causa del exceso de sentimientos o experiencias internas: Margarita al negarse
escapar con Fausto y aceptar todos sus remordimientos y pecados, y el unitario al
explotar de rabia.
El final romántico del unitario aparte de ser un recurso del autor para evitar una
mayor humillación y degradación de su personaje, a su vez implica una ruptura con el
realismo que se estaba desarrollando en la narración del cuento. Se trata, en efecto, de la
muerte de un héroe romántico.
2. Claves románticas en el nivel del discurso:
Podemos evidenciar rasgos propios del romanticismo en el plano discursivo de la
obra de Echeverría, en donde predomina la presencia de juicios y valoraciones
altamente subjetivos que expresan de forma explícita el profundo rechazo que éste
siente hacia un determinado sector de la sociedad donde triunfan las ideas federales y el
poderío rosista, a saber: la campaña.
Así, por ejemplo, los subjetivemas que utiliza Echeverría, generalmente dotados de
connotaciones negativas o irónicas, nos dan un pantallazo del particular modo
desencantado en que ve a la realidad de su época: “El espectáculo que ofrecía entonces
era animado y pintoresco aunque reunía todo lo horriblemente feo, inmundo y deforme
de una pequeña clase proletaria peculiar del Río de la Plata” (Echeverría, 2014
[1871], p. 73).
Siguiendo la clasificación propuesta por Kerbrat Orecchioni (1986), los adjetivos
“feo, inmundo y deforme” junto con su modificador adverbial “horriblemente”
corresponde a subjetivemas de tipo afectivo puesto que el narrador evidencia una actitud
emocional, a saber: que considera desagradable a un determinado sector de la sociedad
correspondiente a la clase proletaria. Asimismo, el adjetivo “peculiar” contribuye a
dotar de significado peyorativo a la masa social de la que el autor hace referencia.
También se puede advertir la presencia de subjetivemas de tipo axiológico, como
ejemplifica la siguiente cita: “(…) desparramó sus esbirros por la población (…)”
(Ibíd., p. 72, son nuestras las negritas). En este caso, el sustantivo “esbirros” se emplea
de forma despectiva para hablar de los seguidores del presidente Juan Manuel de Rosas.
En contraste con el sector federal que critica, Echeverría introduce un personaje
como una figura completamente opuesta al bando de los federales, único individuo al
que le adjudica valoraciones positivas de tipo afectivas como ser una persona
“gallarda y buen puesta”. Este personaje sería el modelo prototipo de los miembros del
partido unitario: “Era este un joven como de veinticinco años, de gallarda y bien
apuesta persona, que mientras salían en borbotón de aquellas desaforadas bocas las
anteriores exclamaciones, trotaba hacia Barracas, muy ajeno de temer peligro
alguno”. (Ibíd., p. 78)
También notamos como rasgo típicamente romántico, la predilección por recursos
retóricos como la adjetivación, la pregunta retórica, la exclamación y la ironía. Así, por
ejemplo, en la cita expuesta a continuación puede reconocerse el uso de varios adjetivos
como recurso para caracterizar a los unitarios desde la perspectiva del narrador:

Llamaban ellos salvaje unitario, conforme a la jerga inventada por el


Restaurador, patrón de la cofradía, a todo el que no era degollador, carnicero, ni
salvaje, ni ladrón; a todo hombre decente y de corazón bien puesto, a todo
patriota ilustrado amigo de las luces y de la libertad (Ibíd., p. 81).

El recurso retórico predilecto del escritor argentino pareciera ser la ironía, elemento
recurrente a lo largo del discurso. Así, por ejemplo, en la cita de abajo, podemos
observar el empleo de la exclamación retórica como recurso para reforzar la ironía que
subyace en el enunciado:“¡Qué nobleza de alma! ¡Qué bravura en los federales!
Siempre en pandilla cayendo como buitres sobre la víctima inerte” (Ibíd., p. 78). La
aparente afirmación positiva “¡Qué nobleza de alma! ¡Qué bravura en los federales!”
esconde, en realidad, una dura crítica al modo de actuar de los federales, hecho que se
evidencia más adelante, cuando los compara con buitres a fin de remarcar la cobardía
que demuestran al atacar a una víctima que no está en igualdad de condiciones, sino
“inerte”.
Otro rasgo romántico que aparece en la obra de Echeverría es el deseo de retratar el
color local de donde está ambientada la misma, lo que lleva al autor a intentar
reproducir, lo más fidedigno posible, el modo de hablar típico de los sectores rurales de
la sociedad:
—¡Che!, negra bruja, salí de aquí antes que te pegue un tajo —exclamaba el
carnicero.
—¿Qué le hago, ño Juan? ¡No sea malo! Yo no quiero sino la panza y las tripas. —
Son para esa bruja: a la m… (Ibíd., p. 74).
Vemos cómo los hablantes pertenecientes a la clase rural de la ciudad de Buenos
Aires recurrían, por ejemplo, al americanismo “ño”, la interjección rioplatense “che”,
el voseo verbal en imperativo “salí”. También aparece el uso de refranes como por
ejemplo “—Mal haya el tropero que nos da gato por liebre” (Ibíd., p.75), recurso
lingüístico típico del sector popular.
“—Sí, la fuerza y la violencia bestial. Ésas son vuestras armas, infames. El lobo, el
tigre, la pantera también son fuertes como vosotros. Deberíais andar como ellas en
cuatro patas” (Ibíd., p.80). El fragmento extraído demuestra el juego de lectos que
introduce Echeverría, como una forma de diferenciar dos grupos sociales, otorgando
más prestigio a uno en detrimento del otro. Así, mientras que el grupo heterogéneo
reunido en el matadero, conformado por criollos, mulatos, mestizos y esclavos de la
época evidencian registros del habla local rioplatense, el joven unitario emplea las
formas verbales propias del español estándar de España, hecho que se evidencia en el
uso del pronombre posesivo de segunda persona plural “vuestras” y el pronombre
“vosotros” en concordancia con el verbo de la segunda persona del plural “Deberíais”.
La subjetividad del narrador se evidencia explícitamente en varias oportunidades,
una de ellas corresponde a la cita presentada a continuación, donde el mismo interrumpe
la narración de los hechos acontecidos dentro del matadero, hecho que podemos
identificar gracias al uso de la primera persona en el verbo “quiero”, para comunicarle
al narratario, explicitado por medio de la frase “los lectores”, su desagrado hacia la
“chusma” que asiste a dicho establecimiento.
Oíanse a menudo, a pesar del veto del Restaurador y de la santidad del día,
palabras inmundas y obscenas, vociferaciones preñadas de todo el cinismo
bestial que caracteriza a la chusma de nuestros mataderos, con las cuales no
quiero regalar a los lectores (Ibíd., p. 74).
La forma en que está estructurado el cuento también se corresponde con la tradición
romántica y lo notamos en la descripción abundante y minuciosa del escenario en el
que se van a desarrollar los acontecimientos.
El matadero de la Convalecencia o del Alto, sito en las quintas al sur de la
ciudad, es una gran playa en forma rectangular colocada al extremo de dos
calles, una de las cuales allí se termina y la otra se prolonga hacia el este.
(…)
La perspectiva del matadero a la distancia era grotesca, llena de animación.
Cuarenta y nueve reses estaban tendidas sobre sus cueros y cerca de doscientas
personas hollaban aquel suelo de lodo regado con la sangre de sus arterias. En
torno de cada res resaltaba un grupo de figuras humanas de tez y raza distintas
(Ibíd., p. 73).
La cita expuesta arriba, ejemplifica, la atención al detalle que Echeverría demuestra a
la hora de recrear la escena en la que transcurren los acontecimientos. Este escenario en
palabras del narrador, “grotesco”, repleto de alimañeras, sangre y suciedad, se
corresponde con la descripción del tipo de personajes que en él participan individuos
violentos, desagradables, salvajes y estéticamente “feos”: “A sus espaldas se rebullían
caracoleando y siguiendo los movimientos una comparsa de muchachos, de negras y
mulatas achuradoras, cuya fealdad trasuntaba las harpías de la fábula (…)” (Ibíd., p.
73).
Alguna tía vieja salía furiosa en persecución de un muchacho que le había
embadurnado el rostro con sangre, y acudiendo a sus gritos y puteadas los
compañeros del rapaz la rodeaban y azuzaban como los perros al toro y llovían
sobre ella zoquetes de carne, bolas de estiércol, con groseras carcajadas y gritos
frecuentes (…) (Ibíd., pp. 74-75).
La escena, en cierto modo macabra, repleta de vísceras y sangre de animal, muestra
violencia ejercida tanto por participantes del evento como por los animales que allí
esperan su oportunidad por conseguir alimento, crea una imagen general de caos, como
si Echeverría hubiese intentado comparar al matadero con un infierno donde se reúne
todo lo malvado y ruin de la ciudad.
Hacia otra parte, entretanto, dos africanas llevaban arrastrando las entrañas de
un animal; allá una mulata se alejaba con un ovillo de tripas y resbalando de
repente sobre un charco de sangre caía a plomo, cubriendo con su cuerpo la
codiciada presa (Ibíd., 74).

Jitrik (1980) afirma que la obra es moderna para la época que la vio nacer y, al
mismo tiempo, presenta caracteres propios de su tiempo, a saber: ser, por un lado, “el
producto de una mentalidad romántica, y afirmar en consecuencia un sentido de la vida
romántico” (Jitrik, 1980, p. 259) y, por otro, un relato de costumbres contemporáneas.
Jitrik (1980) concluye que en el cuento de Echeverría lo realista se introduce es un
marco romántico en donde el material del relato está conformado por una base de
observación local argentina y americana, donde vemos el tono costumbrista, y a la vez,
un sector de la realidad idealizado, medido según pautas europeas.
El autor explica, que el rasgo costumbrista se evidencia, sobre todo, al principio del
relato, cuando Echeverría construye el escenario donde va desarrollarse la acción y a los
partícipes de ésta.
Los abastecedores, por otra parte, buenos federales, y por lo mismo buenos
católicos, sabiendo que el pueblo de Buenos Aires atesora una docilidad singular
para someterse a toda especie de mandamiento, sólo traen en días cuaresmales al
matadero los novillos necesarios para el sustento de los niños y de los enfermos
dispensados de la abstinencia por la bula, y no con el ánimo de que se harten
algunos herejotes, que no faltan, dispuestos siempre a violar los mandamientos
carnificinos de la Iglesia, y a contaminar la sociedad con el mal ejemplo (Ibíd.,
p.70).

En la cita expuesta arriba se evidencia como el narrador procede a describir una


parcela de la realidad, a saber: la forma en que la religión católica arraigada en Buenos
Aires incide en el comercio del lugar, ya que los abastecedores de novillo vacuno evitan
traer las normales cantidades de animales para carnear debido al periodo de cuaresma
(época en que debe evitarse su consumo, siguiendo la doctrina católica). También salta
a la vista el juicio valorativo del narrador, quien manifiesta una actitud de rechazo por
medio de las ironías a las que acude, demostrando, bajo un superficial discurso inocente,
otro, burlesco y crítico, a saber: el carácter irrazonable de las costumbres religiosas y de
aquellos quienes las creen y profesan y, sobre todo, la mansedumbre que el pueblo de
Buenos Aires, compuesto en su gran mayoría por federales, demuestra como signo de su
falta de pensamiento individual.
Vemos el cuadro costumbrista también en la descripción de episodios típicos
ocurridos en el Matadero, por ejemplo, como ilustra la cita de abajo, la manera en que
las “negras” aprovechaban las viseras que el carnicero desechaba para su futuro
consumo personal.
Acullá se veían acurrucadas en hilera cuatrocientas negras destejiendo sobre las
faldas el ovillo y arrancando uno a uno los sebitos que el avaro cuchillo del
carnicero había dejado en la tripa como rezagados, al paso que otras vaciaban
panzas y vejigas y las henchían de aire de sus pulmones para depositar en ellas,
luego de secas, la achura (Ibíd., p. 74).

Como se explicó al principio, esta descripción de la realidad está valorada desde una
óptica marcadamente subjetiva que evalúa lo acontecido en función de criterios
europeos, y tomando partido por una parcela de la sociedad correspondiente a los
unitarios.
La narración del punto máximo de tensión de la obra correspondiente al
enfrentamiento desencadenado entre el joven unitario y el grupo de federales demuestra
lo que Jitrik(1980) denomina “deslizamiento hacia la toma de partido”, en donde el
narrador se posiciona claramente a favor del bando unitario, describiendo a los federales
como una gran masa enemiga que ataca “cobardemente” al aprovecharse de su situación
desventajosa del joven al tener que lidiar solo contra ellos: “Dos hombres le asieron,
uno de la ligadura del brazo, otro de la cabeza y en un minuto cortáronle la patilla que
poblaba toda su barba por bajo, con risa estrepitosa de sus espectadores” (Ibíd., p.79).
El ámbito unitario es idealizado, utópico, apreciado como un mundo que reúne lo todo
lo bello y elevado, en contraposición con el despreciable, inhumano, vigoroso y salvaje
lado federal.

También podría gustarte