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Abog. Esp. Alexis Lattuf B.

TEMA 1.
EL DERECHO CONCURSAL.

GENERALIDADES. RESEÑA HISTORICA. CONCEPTO E IMPORTANCIA.


JURISDICCION. CODIGO DE COMERCIO VENEZOLANO. EL DERECHO
CONCURSAL SUSTANTIVO Y ADJETIVO. EJECUCION SINGULAR Y EJECUCION
COLECTIVA: DIFERENCIAS Y SEMEJANZAS. EL PATRIMONIO COMO PRENDA
COMUN DE LOS ACREEDORES. (Art. 1.863 y 1.864 C.Civ) PATRIMONIO NORMAL
Y PATRIMONIO EN CRISIS. CESACIÓN Y SUSPENSIÓN DE PAGOS. CONCEPTO.
ELEMENTO FUNDAMENTAL EN EL ATRASO Y LA QUIEBRA. DIFERENCIAS ENTRE
SUSPENSIÓN DE PAGOS DEL ATRASO Y LA CESACION DE PAGOS DE LA
QUIEBRA. CESACION DE PAGOS E INCUMPLIMIENTO. CESACION DE PAGO E
INSOLVENCIA.

DERECHO CONCURSAL. GENERALIDADES.


Cuando una pluralidad de acreedores se encuentra en conflicto con un deudor
común que no puede pagar sus deudas regularmente por cualquier causa, prevista
e imprevista, excusable o no, fortuita o culposa, la situación de peligro para la paz
social es mas grave que la que ocurre cuando se trata solo de incumplimientos
aislados, debidos, no a una crisis del patrimonio del deudor, si no a otras causas
de menor importancia. Esta situación adquiere mayor trascendencia si el deudor
común es un comerciante cuya actividad en mayor cuantía que la de un
empresario civil, interesa a la economía de la nación. Y si pensamos que la mayor
parte de las empresas mas poderosas se encuentran organizadas bajo la forma de
sociedades mercantiles, podremos comprender la mayor importancia de las crisis
que ocurran en el aspecto mercantil, mas conectadas que la empresa civil al
crédito en general y a la actividad bursátil, bancaria, de producción y distribución,
así como también al movimiento general de circulación, cambio, importación y
exportación.
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El comercio vive del crédito y la falta de cumplimiento de las obligaciones


mercantiles puede producir desequilibrios y malestares económicos mas graves
que los simples incumplimientos civiles. La incapacidad de pago oportuno con los
recursos normales de la hacienda es, por lo tanto mas grave en el aspecto
mercantil, visto el entrelazamiento, la interdependencia y las relaciones que
existen entre todas las empresas comerciales en general.

Por esas razones, el legislador atribuye mayor importancia a las crisis temporales o
definitivas del patrimonio de los comerciantes y a los conflictos resultantes de la
falta d pago regular de sus correspondientes obligaciones mercantiles. Por ello ha
creado normas legales que regulan tales crisis con el objeto de remediarlas en lo
posible o de regularlas en su desarrollo con el fin de proteger la economía nacional
a través de la protección de los intereses de los múltiples acreedores de un
comerciante en crisis económica. Tales normas legales integran lo que llamamos El
Derecho Concursal, cuya definición veremos mas adelante.

RESEÑA HISTORICA.
En lo que respecta a la quiebra moderna esta es un producto de origen romano,
con influencias germánicas medioevales, sujeta a una amplia elaboración doctrinal,
jurisprudencial y práctica, que se condensó en grandes codificaciones.

En el Derecho Romano. En el derecho romano falta un sistema de quiebras,


aunque hay numerosas disposiciones relativas a la ejecución forzosa de
obligaciones, cuyas notas más típicas el carácter privado del procedimiento o su
aspecto penal. El deudor que no cumplía podría ser objeto del procedimiento de la
manus enjectio, que se hacia efectiva contra el deudor Judicatus o contra el
confessus, cargado de cadenas y vendido mas allá del Tiber e incluso ser
despedazado. Este procedimiento cruel, sangriento, privado, motivó una fuerte
reacción, cristalizada en la Lex Poeteli, que prohibía en contra del carácter penal
del procedimiento, la muerte y la venta como esclavo del deudor y disponía, en
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contra de su carácter privado la intervención del magistrado en todo caso y


circunstancia. En los casos en que el deudor estaba ausente o había huido, no
procedía la manus ejecutio, por lo que se introdujo el sistema de la missio in
possessionem (posesionarse de los bienes del deudor ausente). Con arreglo a él, el
pretor, por su imperio, autorizaba el apoderamiento de los bienes del deudor.

Posteriormente, este procedimiento se amplió también para el deudor confeso o


juzgado que no cumplía. De este modo aparece, mediante la missio in
possessionem un procedimiento de ejecución patrimonial. Un paso mas se da,
cuando se autoriza a otra persona para que enajene los bienes del deudor y pague
con su importe a los acreedores. Es el sistema de la bonorum venditio. Con
posterioridad aparece la actio pauliana, el interdictum fraudatorium, todos aquellos
encaminados a conseguir la integración mas completa del patrimonio del deudor.
Por último, para evitar la infamia que la bonorum venditio suponía, se introdujo la
cessio bonurum que podría ser hecha por el deudor confeso o juzgado, que
suponía ceder sus bienes a sus acreedores, poniéndolos en posesión de un
curador que procedía a su venta privada.

CONCEPTO E IMPORTANCIA DEL DERECHO CONCURSAL.


Por Derecho Concursal podemos entender el conjunto de normas materiales y
procesales que regulan y hacen posible la declaración de proceder a la ejecución
colectiva de todo el patrimonio del deudor en beneficio de todos sus acreedores y
organizan las actividades ten dientes a realizar materialmente el principio de que el
deudor responde con todos sus bienes presentes y futuros y que de su patrimonio
es la prenda o garantía común de sus acreedores, quienes deben recibir trato
igualitario en dicha ejecución colectiva, salvo las excepciones permitidas por la ley.
Por ello el Derecho Concursal tiende a asegurar en la medida de los posible: la
ocupación y embargo general de todo el patrimonio del deudor, la seguridad de
que éste no continuará administrándolo libremente y agravando la crisis existente,
la liquidación del patrimonio todo en beneficio de los acreedores, quienes deben
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recibir el más estricto trato igualitario salvo de privilegios existentes a favor de


otros acreedores, la nulidad de todo acto que perjudique a los acreedores y l a
supresión de todo fraude o maniobra tendientes a menoscabar a los acreedores en
general o beneficiar a unos más que a otros, con detrimento del principio
igualitario entes mencionado.

JURISDICCIÓN MERCANTIL. TRIBUNAL COMPETENTE.


La competencia para declarar la quiebra se rige tanto por la cuantía y la materia
como por razón del domicilio.
a). RESPECTO DE LA CUANTÍA. La regla que nos da el Art. 928 del Código
de comercio, según el cual la declaratoria formal del estado de quiebra la
pronuncia el juez de comercio o el Juez de Primera Instancia, cuando el pasivo
excediere de diez mil bolívares, o por el Juez de Departamento o Distrito cuando
no excediere de esa suma, cantidades estas que no están adecuadas al momento
en que vivimos ya que la cuantía para esta fecha es de cinco millones y por debajo
de ella es el Juez de Municipio y no el Departamento o Distrito, superior a esta
cantidad será el Juez de Primera Instancia en lo Mercantil.
b). POR RAZON DE LA MATERIA: el tribunal competente para declarar la
quiebra entiende de todo el procedimiento de la misma y de las acciones que de él
se deriven. Por ejemplo: la acción de oposición a la admisión de algún acreedor en
el concurso y las acciones que nacen con relación a lo que se haya acordado en
materia de convenio. Así pues, en esta materia, el Juez de la quiebra es
competente para conocer de todas las acciones concernientes a aquellas relaciones
jurídicas sobre las cuales ejerce influencia el procedimiento de la quiebra, mientras
que no lo es en caso contrario (Art. 942 C.Co). Entendemos que, dada la claridad
de la disposición todas las acciones civiles, mercantiles que de alguna manera
afectan bienes del patrimonio del deudor deben ser acumuladas al juicio de
quiebra, ya que todos son de la exclusiva competencia del Juez que conoce de
dicho procedimiento. Sin embargo, el fallido puede ejercer acción contra alguien y
un tercero puede también intentar acciones contra el quebrado en tribunales
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distintos al de la quiebra, siempre que esas acciones no tengan incidencia alguna


sobre los bienes patrimoniales del fallido.
c). POR RAZON DEL DOMICILIO. De acuerdo con el principio de la unidad
de la quiebra, solo hay un tribunal competente para declarar y organizar el
procedimiento colectivo de quiebra, y es en ese tribunal donde se centralizarán
todas las cuestiones nacidas de dicho procedimiento. Ese tribunal es el del
domicilio del deudor, a tenor de lo expuesto en el Art. 925 de nuestro Código de
Comercio. Pero hay que distinguir cuando se trata de un deudor persona natural y
un deudor persona jurídica (sociedad mercantil). En el primer caso el domicilio del
deudor es su domicilio comercial que, conforme al Código Civil (Art. 27) es el lugar
donde tiene el asiento principal de sus negocios. En el segundo caso, la
determinación del domicilio es más complicada, porque en primer lugar, este
puede estar en el lugar que determine el contrato constitutivo de la sociedad, y en
segundo lugar, para el caso de omisión, el domicilio será el lugar de su
establecimiento principal. También podría suceder que el estado de cesación de
pagos haya comenzado en una sucursal respecto a contratos o actos celebrados
por ésta con acreedores de la localidad. Se estima que en los términos del Art. 28
del Código Civil, el tribunal competente también podría ser el del domicilio de la
sucursal, siempre y cuando sea solicitada por el representante legal del
establecimiento principal o que quien la demande pida la citación del administrador
del establecimiento matriz. Puede presentarse el problema de que el deudor en
estado de cesación de pagos traslade su domicilio a otro lugar, sin haber dado
cumplimiento a lo establecido en el Art., 925 C.Co. ¿A que tribunal podrán
concurrir los acreedores a demandar la quiebra de su deudor? Aquí se presenta el
problema de determinar cual es el Tribunal competente: ¿El del primitivo domicilio
o el del nuevo? La doctrina generalmente aceptada estima que si el comerciante es
de buena fe y ha trasladado su domicilio solamente con el propósito de probar
fortuna y mejorar en sus negocios, los acreedores deben demandar la quiebra ante
el tribunal de su nuevo domicilio; pero si es de mala fe y su traslado obedece al
propósito de defraudar a sus acreedores, entonces el tribunal competente es el de
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su antiguo domicilio; pero en este caso la carga de la prueba de mala fe


corresponde a los acreedores.

En caso de que el comerciante no tenga establecimiento, el juez competente es el


de su residencia, Art. 31 Código Civil y si no tuviere domicilio ni residencia
conocidos, la demanda debe ser propuesta por ante el Tribunal de la jurisdicción
donde se le encontrare, Art. 40 del Código de Procedimiento Civil.

DERECHO CONCURSAL SUSTANTIVO Y ADJETIVO.


Dentro del vasto conjunto de normas legales referentes a esta rama del derecho,
existen algunas que se refieren a atribuciones de derechos e imposición de
deberes tanto para el deudor, sujeto pasivo del proceso, como para sus
acreedores, los cuales pertenecen al campo del derecho sustantivo. Y por otra
parte, numerosas normas que regulan el proceso de ejecución colectiva indicando
el camino a seguir para llegar a la liquidación y repartición total del patrimonio, los
cuales, como es natural, pertenecen al derecho formal, procesal o adjetivo. No es
el caso referirse a las diferencias y conceptos de ambas categorías de derechos,
pues tal misión corresponde a la teoría general del derecho. Como por ejemplo
puede decirse que todo lo relacionado con el concepto de crisis del patrimonio,
cesación de pagos, cualidad del comerciante, cualidad de acreedor, naturaleza del
crédito del acreedor, bienes que pertenecen a la masa de la liquidación, regulación
de reivindicaciones y revocatorias y efectos del proceso de ejecución colectiva
sobre el deudor, acreedores, relaciones jurídicas preexistentes al proceso y sobre
la persona del deudor y su patrimonio, pertenecen al derecho material Concursal.

En cambio, el estudio todo del proceso en sí, su iniciación, citaciones,


convocatorias, defensas del demandado, pruebas, reuniones de acreedores,
calificación o verificación de créditos dentro del proceso en general ejecutivo,
interrupción y sobreseimiento del proceso, liquidación y distribuciones, pertenecen
al derecho procesal Concursal. La distinción tiene importancia tanto teórica y de
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formación científica como práctica, por ejemplo para fines de interpretación de las
respectivas normas, problemas de retroactividad y algunas otras.

EJECUCION SINGULAR Y EJECUCION COLECTIVA. Diferencias y


semejanzas.
Dentro de una situación de normalidad en el patrimonio del comerciante deudor
ante el incumplimiento de éste, basta al acreedor acudir a los medios procesales
ordinarios para obtener la satisfacción de su interés , que pueden consistir en la
declaración de la existencia de su derecho y a veces posteriormente en el
cumplimiento de la sentencia de condena que haya obtenido contra su deudor si
este no prefiere, como es normal, pagar o cumplir espontáneamente para evitar
procesos y actos que lo perjudiquen pues afectan su crédito y su nombre. Pero si
el patrimonio es impotente para cancelar debido a un desequilibrio o crisis que lo
afecta, se hace necesario acudir a otros medios de ejecución que tomen en cuenta
dicha crisis interna y la posibilidad de que el activo no baste para cancelar todos
los compromisos y pasivos. Surge así la ejecución colectiva, tendiente a liquidar
todo el patrimonio del deudor en beneficio de todos sus acreedores, diligentes o
no, con créditos vencidos o por vencer, civiles o mercantiles. En algunas ocasiones
el interés público impone la sustitución de la ejecución singular hecha por uno o
varios acreedores aislados contra el deudor común, por una ejecución más
compleja, global, general y ordenada, hecha en beneficio de todos los acreedores
y más estrictamente vigilada e intervenida por el Estado a través del Tribunal

Ambas formas de ejecución, tendientes a lograr la cancelación al acreedor del


comerciante, son procesos ejecutivos en su esencia. Ambos son de interés público,
pues la concepción del proceso singular y ordinario que lo consideraba de interés
privado está ampliamente superada. Ambos requieren la intervención del Estado a
través del Poder Judicial y supone el establecimiento previo del derecho del
acreedor para ejecutar bienes del deudor, la mayor parte de las veces a través de
procesos de conocimientos si hay contradicción en cuanto a la existencia o
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alcance del derecho originario. Sin embargo los tipos de ejecución difieren en
numerosos aspectos. La ejecución singular ordinaria es menos igualitaria y
niveladora que la colectiva. El acreedor más diligente cobra primero y el que mejor
bienes embargue está en situación mejor. De ordinario la ejecución singular tiene
como base el principio de la exclusión y de la selección. Esto quiere decir que el
acreedor que utiliza dicha vía de ejecución cobra, de ordinario, solo sobre los
bienes que embargó y que pudo escoger a su antojo, entre los bienes del deudor,
los que mas le gustaron, para proceder a su venta forzosa en cuanto a la
ejecución. El producto de la venta de dichos bienes irá al o los acreedores que
demandaron al deudor por ejecución singular.

El proceso de ejecución colectiva se basa, por el contrario, en la inclusión y en la


generalidad. Todos los acreedores están en pie de igualdad, salvo las preferencias
derivadas del privilegio. Todos los bienes del deudor, salvo algunos muy escasos,
inembargables o personalísimos, serán destinados a satisfacer a prorrata a sus
acreencias. Se persigue el tratamiento igualitario a todo trance y por ello algunos
actos del deudor que favorezcan indebidamente a alguno o algunos de sus
acreedores, pueden ser revocados y anulados, impera el principio de la par
condicio creditorum. Se suspenden todos los juicios individuales contra el deudor
que puedan afectar sus bienes, prenda común de sus acreedores, según el Art.
1.864 C.Civ.

El proceso colectivo de ejecución tiene por naturaleza más publicidad que el


singular, pues es necesario llamar a todos los acreedores del deudor para que
concurran a él. Las incidencias son más complejas, pues en el mismo intervienen
gran número de personas que aun cuando tengan intereses comunes pueden estar
en desacuerdo sobre algunos aspectos de la ejecución o de la marcha del proceso.

El proceso de ejecución singular ordinario puede ser puesto en marcha por


cualquier acreedor que tenga título ejecutivo. El proceso de ejecución colectiva
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necesita para ser puesto en marcha, un estudio y una investigación previa del
Juez, que debe declarar en sentencia la procedencia de dicho proceso, decretando
previamente el atraso o la quiebra, y también verificando que reúnen los
supuestos de hecho para una u otra declaratoria.

Normalmente, en la ejecución singular el acreedor pretende y espera se le pague


todo su crédito. En la colectiva, el acreedor sabe de hecho que no percibirá todo lo
que se le adeuda, vista la crisis del patrimonio que lo lleva a ese medio de
ejecución. Podría decirse que en la ejecución singular se establece la
responsabilidad del deudor, según el monto total de su deuda; en cambio, en la
colectiva, la responsabilidad se establece de acuerdo con la cuantía y suficiencia
del patrimonio. En otros términos, en la ejecución singular el acreedor realiza
plenamente su derecho frente al deudor. En la colectiva, su derecho se convierte
en una cuota de participación sobre todo el patrimonio del quebrado, fallido o
atrasado.

EL PATRIMONIO COMO PRENDA COMUN DE LOS ACREEDORES. (Art. 1.863


y 1.864 C.Civ. PATRIMONIO NORMAL Y PATRIMONIO EN CRISIS.
El patrimonio es un conjunto ideal, real de bienes, derechos, créditos, obligaciones,
cargos, activos y pasivos, agrupados bajo una misma administración y vigilancia
común y perteneciente a una persona o grupo de personas jurídicas, individuales o
colectivas. Dicho conjunto de pertenencias no posee personalidad jurídica propia,
ya que ésta corresponde al dueño de dicho patrimonio. También están
comprendidas en el patrimonio los bienes incorporales tales como derechos de
patente, marcas de fábrica.

Para el estudio que vamos a realizar solo nos interesa el patrimonio mercantil, el
cual está integrado íntimamente al concepto de empresa. El concepto económico
del patrimonio en movimiento de producción o gestión comercial corresponde
aproximadamente al de empresa comercial que agrupa los factores diversos:
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capital, locales, trabajadores, bienes de toda índole, relaciones con otras empresas
y administración mercantil del conjunto tendientes a obtener lucros. Este
patrimonio, así ligeramente delineado, constituido en empresa individual o
colectiva dedicado al ejercicio del comercio, en continuo movimiento y objeto de
múltiples transacciones y relaciones con otras personas, que utilizan el crédito
activa y pasivamente, y que se desenvuelve según la finalidad y objeto
previamente trazados, puede estar en situación de equilibrio si las ganancias
compensan todos los gastos y erogaciones, puede producir ganancias netas o
arrojar pérdidas, según la marcha d los negocios y también según la habilidad y
conocimientos de quienes lo administran.

Cuando por cualquier tipo de circunstancias el patrimonio en su conjunto carece de


medios líquidos, de dinero, para pagar oportuna y regularmente las deudas y
compromisos, está en crisis, lo cual toma en cuenta y regula el derecho. A éste no
le importa el análisis general y detallado del patrimonio para ver si el activo supera
el pasivo, si la hacienda comercial produce o no utilidades. Al derecho objetivo le
interesa solamente que el deudor titular del patrimonio cumpla normalmente con
sus obligaciones, que pague regularmente y que tal modo no interfiera y
perjudique las actividades de otros patrimonios. Por ello si el patrimonio deja de
ser suficiente y capaz para pagar sus deudas, interviene el Estado e impone al
comerciante la obligación de manifestar la crisis al Tribunal pidiendo ser declarado
en quiebra o facultándolo apara solicitar el atraso. Y después de obtenida esa
declaratoria, procede a liquidar todo el patrimonio en beneficio de todos los
acreedores.

Por ello la crisis del patrimonio que interesa fundamentalmente para el derecho
concursal, es aquella que se manifiesta externamente por la incapacidad de pagar
las deudas. Puede ser una mera suspensión de pagos temporal y remediable
debida a sucesos imprevistos o excusables. En este caso, si el activo es mayor que
el pasivo y el Juez estima que una liquidación amigable dentro de un estado de
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atraso, bastará para que el deudor extinga todo su pasivo, procederá este tipo de
liquidación general siempre que el comerciante la pida y cumpla los requisitos
previstos en la ley (Art. 899 y 913 C.Co). Si la cesación de pagos obedece a causas
mas graves, si es más definitiva que temporal, procede otro sistema de
liquidación: La quiebra. Aquí no interesa la relación del activo con el pasivo, solo
es importante saber que síntoma externo de la cesación de pagos demuestre una
grave crisis del patrimonio, el cual es definitivamente importante para cumplir
regularmente sus compromisos. Tampoco importa las causas, pues también puede
quebrarse como consecuencia de sucesos imprevistos o fortuitos, al igual que lo
exigido para el atraso. Por ello, puede decirse que la crisis que interesa es,
fundamentalmente, la relacionada con la cesación de pagos. Posteriormente, y al
estudiar la quiebra, se verán cuales hechos sirven para demostrar la existencia de
la cesación de pagos y si además del o de los incumplimientos hay otros hechos
idóneos para su establecimiento.

Otra crisis patrimonial que, por ejemplo imponen al titular del mismo deudor
mercantil, vender mercancías a precios precio menor que el del costo, ventas o
daciones en pago de importantes renglones del activo para acallar a los
acreedores, o acudir a préstamos usurarios para mantener el equilibrio, son
posibles, pero su importancia es menor que la crisis fundamental que se debe
precisar: la constituida por el hecho de que el comerciante deje de pagar
regularmente sus obligaciones por fallas y desajustes en el equilibrio económico
del patrimonio.

LA CESACION DE PAGOS.
Antes de entrar en el tema que nos ocupa veremos unas generalidades
importantes.
En el Derecho Romano la cesación de pago no es una creación legislativa, antes
por el contrario su concepto es doctrinario y eso no suele ser advertido
suficientemente, de surte que los principios generales utilizables para servir y guiar
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al juez a fundamentar su resolución y las apreciaciones de otros, serán doctrinarios


si se desea una interpretación acertada, al menos real.
Como ocurre con muchas instituciones jurídicas, el origen de la quiebra y el
germen de la cesación de pagos se ha querido plantear en el derecho romano,
cuyo carácter de fuente jurídica maravillosa y admirada, que todos reconocemos
y nadie discute.
Muy particularmente, nos atrevemos a sostener que no basta darse en Roma la
manus ejectio, la bonorum venditio, ya varias modalidades mas de ofrecerse o
entregarse en bloque los bienes del deudor a disposición de los acreedores, a
prorrata o sin ella, para fundar en eso la presencia d la quiebra. Allí el interés, el
móvil del deudor era evitar una nota infamante o la prisión, con lo cual se esta
muy distante de un reconocimiento o declaratoria de quiebra. En el Derecho
Romano, ni en ningún otro, el convenio entre el deudor con sus acreedores
comporta ordinariamente una cesación de pagos o existencia de un estado de
quiebra y esto suele omitirse.

En el derecho Medioeval y Moderno. La quiebra, aun la palabra misma, su proceso


y el concepto de cesación, ofrecen sus primeras manifestaciones en el Derecho
Medioeval, concretamente en el derecho estatutario italiano, cuyos fallecimientos y
bancarrotas si perfilan con características inequívocas la institución. Se admite la
presencia en ese derecho de la coacción, la violencia, como medio de provocar el
pago y la aplicación del instituto a comerciantes y no comerciantes. Pese a estas
características, muy propias de algo que trata de darse su propia forma y manera
de ser, puede precisarse su origen en las ciudades de Bolonia, Brescia, Florencia,
Génova, etc, en la edad media y fue en el “constituto de siena” de 1262, donde
apareció por primera vez la palabra CESANTE, para designar al deudor en estado
de quiebra. Tal como la conocemos modernamente y nos ha llegado, la quiebra es
obra del derecho Francés, principalmente y luego del derecho italiano cuyas
legislación y doctrina la han colocado en una altura no superada por ningún país
de derecho codificado.
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En el Derecho Positivo. A grandes rasgos podemos caracterizar la quiebra de


nuestro derecho positivo como una institución privatística, porque el hecho
económico jurídico de la quiebra precede al hecho económico-procesal, o sea el
juicio de quiebra. La quiebra, como estado de hecho, encaja dentro del derecho
privado. La quiebra, como estado declarado jurídicamente, ostenta un predominio
del derecho formal.
Debe reconocerse que entre nosotros y también en la mayoría de las legislaciones
donde imperan sistemas similares, la quiebra participa del derecho sustantivo y del
derecho formal, en la proporción señalada. Esta doble faz también se advierte en
su configuración del derecho-deber, según se le demande o manifieste.

Se aplica a personas, comerciantes individuales, sociedades y patrimonios en un


juicio único, no susceptible de ser sustituido por otro concursal, condicionado a
determinados presupuestos y entre ellos la cesación en el pago de obligaciones
mercantiles.
Fuera del Art. 914 de nuestro Código de Comercio no existe en el mismo una
disposición explicativa o complementaria de la fórmula genérica “cesación de
pagos”, ni tampoco otra que indica los actos sintomáticos de la quiebra.
Trataremos ahora de inquirir a quien corresponde analizar y calificar los hechos del
estado de quiebra o sea, las circunstancias constitutivas de la Cesación de pagos
de primera fase, esto es, cuando se trata de preparar, intentar, iniciar una
demanda para obtener su contestación judicial o simplemente, hacer la
manifestación de l estado de quiebra.

Vale destacar que un juez mercantil no puede tampoco indagar de motus propio
un estado de cesación de pagos, o sea actuar espontáneamente sin instancia de
alguien, a establecer la suficiencia de determinados hechos en relación con la falta
e pagos de obligaciones mercantiles contraídas por un comerciante para promover
el debido proceso, proceder a la subsiguiente declaratoria de quiebra y someter al
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deudor al juicio respectivo; conviene recordar que nuestro juez mercantil está
impedido de actuar a impulso propio. Lo general y normal es la instancia de parte.
Importa siempre tener en cuenta, que no hay juicio de quiebra sin una previa
declaración judicial de la misma, ya que una cosa es pedir, solicitar, provocar una
declaración de quiebra (Art. 931 y 932 C.Co) y otra declararla, mediante la
sentencia de los Art. 936 y 937 C.Co., bajo las manifestaciones de: declaración
formal del estado de quiebra Art. 928 C.Co, pronunciarla Art. 929 C.Co, declarar la
quiebra Art. 929 y 930 C.Co., expresiones usadas para referirse a un solo objeto:
la sentencia de quiebra.

CONCEPTO DE CESACION DE PAGOS.


De la cesación de pago no se proporciona una definición. No la ofrece ni la ley ni
los autores. Ella es, en síntesis, un resultado de los elementos que la componen y
distinguen, sometidos a la apreciación crítica de las partes y del juez. Es fundada
en hechos manifiestos, confesados, indicios, presunciones, algunas pruebas más y
un saldo de manifestaciones examinables con mucha ponderación y gran cuidado.
En efecto, sin llegar a entenderse acerca de la verdadera naturaleza de la cesación
de pagos se ha incurrido en disputas de palabra y de nociones y de lo abundante
de la doctrinario quizás se logre obtener una visión objetiva.

La cesación de pago o insolvencia no es la impotencia definitiva del patrimonio


para hacer frente, puntual y regularmente, al pago de las obligaciones líquidas y
exigibles con el numerario y el activo realizable a corto plazo, como sucede
normalmente en la quiebra.
Más aún, la falta de numerario en sí misma, si bien tiene un matiz de
provisionalidad y superabilidad. Es como lo señala la ley, la crisis patrimonial
ocasionada por la falta de numerario debido a sucesos imprevistos o causa de
cualquier otra manera excusable.
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Por ello, aún cuando el concepto de cesación de pagos sea uno, tanto para el
estado de atraso como para el proceso de quiebra, forzoso es admitir, vistos los
requisitos de admisibilidad y procedencia del estado de atraso, especialmente la
positiva superioridad del activo sobre el pasivo que implica la factibilidad de su
conversión en dinero, que la cesación de pagos en el atraso reviste caracteres
menos definitivo que en la quiebra. Se estima inicialmente como provisional y
superable mediante la espera impuesta a los acreedores y la intervención del
tribunal y de estos mismos por medio de la comisión de vigilancia en la
administración y funcionamiento del patrimonio del deudor, cuyo activo es
realmente superior al pasivo. Por otra parte, sucederá con mas frecuencia en el
atraso que en la quiebra que el deudor establezca con certeza la inminencia de
una falta de numerario en el futuro y, por ello adelantándose a la misma, acuda al
tribunal a solicitar el beneficio de atraso, aun en momentos en que no ha dejado
de cumplir ninguna obligación vencida y exigible. Lo anteriormente dicho no
supone un modo alguno, que dentro de la hipótesis de quiebra no pueda suceder
lo mismo nada impide que el deudor que todavía no ha incumplido ni siquiera una
de sus obligaciones mercantiles considere que, por ejemplo, dada la insanable
excedencia de su pasivo sobre el activo, o su irremediable falta de numerario,
caerá indefectiblemente en quiebra y se adelante a confesar su estado económico
ante el juez competente pidiéndole ser declarado y constituido en estado de
quiebra. Podría suceder también que el comerciante se adelante a pedir su quiebra
aun sin haber incumplido ninguna obligación mercantil y no obstante tener un
activo superior al pasivo, si está seguro que le faltará numerario, porque sabe que
no le será posible cumplir con uno o varios de los requisitos de admisibilidad del
estado de atraso, por ejemplo no tener sus libros de comercio regularmente
llevados.

La cesación de pagos en el atraso podría más propiamente denominarse


suspensión, lo cual da una idea de provisionalidad
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La necesidad de una cesación de pagos por parte del deudor es la consecuencia


del fin mismo del procedimiento de quiebra. El deudor comerciante que cesa en
sus pagos causa un perjuicio individual y social a la vez, porque al no pagarle a sus
acreedores los pone en aprietos al arriesgarlos a que tampoco puedan pagar sus
deudas. Por eso el Art. 914 de C.Co., hace de la cesación de pagos del
comerciante una de las condiciones de fondo esenciales para la declaración de
quiebra.

CESACION DE PAGOS Teoría de la insolvencia. Esta teoría es según la cual hay


cesación de pago cuando el comerciante está insolvente, porque el pasivo es
mayor que su activo, y porque según esta teoría lo que caracteriza a la cesación
de pagos es justamente la insolvencia. Al precisarse el estado de cesación de
pagos como una situación perdurable y no circunstancial, se logro crear una nueva
concepción de tipo manos personal y menos jurídica. Nos referimos a esa opinión
que en su conjunto establece una similitud de imagen entre la cesación de pagos y
la insolvencia. De inmediato captamos una elaboración con elementos más
objetivos, esto es, un hecho económico, la insolvencia, reflejada en el patrimonio.
Persiste a lo largo de los sostenedores de esta corriente un sospechado hábito de
reacción contra la teoría del incumplimiento, que estriba la quiebra en un hecho
pasajero y subsanable fácilmente por el crédito, lo cual conduce a iniquidades
producidas por la falta transitoria de recursos para afrontar las deudas vencidas y
pendientes.

El concepto de insolvencia, y esto es muy natural, al aplicarse a la quiebra


contagió a esta delicadas situaciones de derecho financiero, entre las cuales se
destaca la dificultad de comprobar el estado real del patrimonio de una persona,
por una parte, y luego, lo atentatorio a la libertad individual y a los secretos de la
hacienda que resultan los procedimientos utilizables para comprobar la insolvencia.
La mayor parte de las veces, el vencimiento de estos obstáculos es obra del mismo
deudor o del azar.
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CESACION DE PAGOS. Teoría del incumplimiento. Esta teoría sostiene que lo que
caracteriza la cesación de pagos, es el incumplimiento de las obligaciones del
comerciante. Basta que se de el incumplimiento del pago para que aparezca la
cesación de pagos.
De allí que si aplicamos la primera teoría, nos encontramos con que muchas
veces, un comerciante que está en estado de insolvencia, porque su activo es
menor que el pasivo, pero haciendo ciertas operaciones dentro de lo normal, ese
comerciante paga las cuentas que se le vayan presentando, a pesar de estar
insolvente.
Y si aplicamos la teoría de la insolvencia, ese comerciante a pesar de estar
pagando, estaría en quiebra, y se le podría aplicar el procedimiento de ejecución
colectiva de la quiebra. Pero si aplicamos la segunda o sea la del incumplimiento,
nos encontramos con que un comerciante que tiene una solvencia comprobada,
deja de pagar una letra de cambio, ese comerciante estaría en quiebra, y no
parece razonable que un comerciante se declare en quiebra por el solo hecho de
que no cumpla una obligación a su vencimiento.

Bajo esta posición se enfoca la directriz conceptual de la cesación de pagos como


un hecho jurídico: el incumplimiento. Y se establece que por medio de ese
supuesto puede llegar hasta nosotros la evidencia, directa o indirecta, capaz de
permitirnos demostrar o presumir en el deudor algún desequilibrio determinante
de su imposibilidad para cancelar sus obligaciones mercantiles.
Abog. Esp. Alexis Lattuf B.

FIN TEMA 1

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