Está en la página 1de 7

Desde el corazón

Romanos 10:8b-10
“…Esta es la palabra de fe que predicamos: 9 que, si confiesas con tu
boca que Jesús es el Señor y crees en tu corazón que Dios lo levantó de
entre los muertos, serás salvo. 10 Porque con el corazón se cree para ser
justificado, pero con la boca se confiesa para ser salvo.”

Contexto
El apóstol Pablo escribió estas palabras después de haber dicho que
la salvación no depende del que quiere ni del que corre por ella,
sino de Dios, que tiene misericordia, explicando por qué la nación
judía no creyó, ni cree, en Jesús el Mesías, el Hijo de Dios, Dios
hecho hombre, que murió por nosotros.

No es que no amen a Dios. Tienen celo de Dios, pero no según el


perfecto conocimiento (10:2). Ellos han querido justificarse por el
cumplimiento de la ley, y no por la justicia de Dios por medio de
Jesucristo (10:3-4).

Domingo de Ramos
Un domingo como hoy, Jesús iba bajando por el monte llamado de
los olivos, hacia Jerusalén. Venía montado en un pollino, una cría de
asna, sobre el cual nadie jamás se había montado.
Entonces el gentío empezó a gritar los ¡hosannas!, los ¡benditos!, los
¡gloria a Dios en las alturas! Y Jesús no se los impidió.

Otras veces había pedido encarecidamente –no le digan a nadie


nada–, aunque todos terminaban por decir que él era el Cristo. Y
es que aún no era su tiempo. Pero esta ocasión era ya el tiempo.

La pregunta puede ser: ¿Y sabía bien la gente qué estaba gritando


exactamente? Es decir, ellos sabían lo que significaba la palabra
hosanna, pero ¿En realidad estaban pidiéndole al Señor que los
salvara? Y si lo entendían, le pedían salvación, pero ¿de qué debía
salvarles?

Cinco días más tarde, esa misma multitud habría de ser inducida a
gritar –queremos a Barrabás… crucifíquenle –. Barrabás era un
ladrón. Y es que no se trata solo de confesar; hay que creer; creer
con el corazón.

Transición
Pablo escribe a los romanos diciendo que hay que confesar que
Cristo es el Señor, y que Dios le resucitó de entre los muertos,
pero no es un confesar por confesar. No es una fórmula mágica; no
es solo palabras huecas. Tienen que ser palabras que salgan de lo
profundo, del corazón.
Nota la diferencia del vs 9 al 10. En el 9 Pablo empieza diciendo que
si “confiesas con tu boca” para luego decir “y crees en tu corazón”.
Pero en el vs10 pone el orden como es: “con el corazón se cree…”
“con la boca se confiesa…”.
Esta es la esencia de la fe salvadora; esto es lo que debe ocurrir en
cada persona que se acerca a Dios. Debe creer y debe confesar.

Este era el problema de aquella multitud. Gritaban “hosanna”;


Gritaban a viva voz “Sálvanos, Jesús, te lo rogamos! Pero eran
palabras motivadas por la emoción. Eran palabras que, en el mejor
de los casos, tenía intenciones políticas (ellos pensaban que Jesús
se dirigía al palacio de Herodes, a derrocar al rey impío, y que iba
a expulsar a los soldados romanos de la tierra de Judea).

Seguidores impulsivos.
Lucas 9:57-62 nos presenta tres personas. Algunas versiones de la
biblia titulan esta parte como “seguidores impulsivos”. Querían
seguir a Jesús, pero no entendían bien la naturaleza del llamado.
Querían estar con Jesús, pero no estaban dispuestos a pagar el
precio.

¿Cuántos de nosotros somos así? ¡Queremos las bendiciones, pero


no queremos pagar el precio de Seguir a Jesús!

Nos emocionamos, gritamos sus alabanzas, decimos amen a las


promesas, pero cuando el llamado es a un compromiso más
profundo, a una rendición completa, que incluye todo tu ser, todas
las áreas de tu vida, como la financiera, o el de tus relaciones
sentimentales, entonces lo pensamos dos veces.
Volviendo a Lucas, uno quería seguirle, pero Jesús le dijo —mira,
no tengo donde vivir; no tengo propiedades; no te aseguro riqueza
ni prosperidad. El hombre se quedó pensando. Otro, estaba
dispuesto; incluso Jesús le dijo —¡sígueme! Pero él tenía un apego
a su familia, a su padre. Su excusa sonaba razonable. ¿Acaso se había
muerto su padre, y quería darle sepultura? No. El problema era que
no quería separarse de su padre. La expresión “deja que primero
entierre a mi padre” significa más bien -no me iré de casa hasta que
mi padre muera-. El tercero estaba en una situación similar. —te
seguré —le dijo a Jesús. —pero dejame despedirme de los que
están en mi casa. Por la respuesta de Jesús, parece que este hombre
tenía un serio problema de apego familiar.

¡Por favor! Querer despedirse de su familia no tiene nada de malo.


Pero el problema real era que este hombre, como muchos en este
tiempo, tienen un fuerte apego a la familia, y si la familia les dice
NO vayas; NO sigas; NO seas cristiano, ellos estarían dispuestos a
negar a Cristo, con tal de tener el favor de su familia, o de los otros.

Pueden ser de aquellos que se avergonzarían de Cristo; o se


escandalizarían del Reino de Dios. Cristo habló sobre ellos: Él dijo
“Al que me negare, yo también lo negaré delante de mi Padre que está
en los cielos” Mateo 10:33
El primero, buscaba riqueza y prosperidad. El segundo, no quería
sufrir la separación de su padre. El tercero tenía la tentación de
negar a Jesús si las cosas se ponían difíciles.
Jesús le respondió: “—Nadie que mire atrás después de poner la mano
en el arado es apto para el reino de Dios”. Es así de serio.

También, cuando Jesús había alimentado a aquellos 5mil, y a otros


4mil, multitudes le seguían, porque les daba de comer. Así que Jesús
los confrontó, según leemos en JUAN 6:60-71

Pregunta obligada a estas alturas: ¿Qué tipo de seguidor eres


tú?
¿Eres semilla que cayó entre espinos o entre las piedras? O
eres semilla que ha caído en buena tierra.
¿Eres de los que un día gritan HOSANNA, y al otro le entregan
a ser crucificado?

Transición.
Filipenses 2:11 dice “y toda lengua confiese que Jesucristo es el
Señor…”.
1 Corintios 12:3 dice “3 …ni nadie puede decir: «Jesús es el Señor»
sino por el Espíritu Santo.

El hecho de confesar que Jesucristo es el Señor era un compromiso


serio.
Ningún judío que no hubiera confiado plenamente en Cristo haría
tal confesión, a menos que fuese un hipócrita. (Y es que en la biblia
hebrea, que fue traducida al griego, y que usaban todos los judíos
fuera de Jerusalén, llamaban KYRIOS a Dios. “Kyrios” es la palabra
griega que traduce el hebreo Adonai).
Ningún gentil lo haría si no renunciaba primero a dejar su religión
cultural, e incluso, dejar su adoración al emperador romano, al que
llamaban KYRIOS.

La expresión CESAR ES KYRIOS era común en todo el imperio


romano. El emperador había instaurado su propia religión. Y los
cristianos empezaron a ser perseguidos por declarar JESÚS ES EL
SEÑOR en vez del CESAR ES…. Y eso les costó la vida a miles de
cristianos durante los primeros siglos en la historia de la Iglesia.

Discípulos fieles.
Qué importante es confesar con nuestra boca; pero más
importante es creer en el corazón, o creer con todo el corazón.
Solamente cuando se cree en lo profundo del corazón, es que toda
confesión tiene sentido.

Creer con el corazón, y confesarlo con nuestra boca implica


compromiso con Dios. Creer de todo corazón, y confesarlo como
tu Salvador es lo que te da la salvación.
Creer en lo que Cristo Jesús hizo por nosotros, en aquella cruz, y
confesar que lo creemos, y lo recibimos en nuestra vida, y le
seguimos con fidelidad, eso, mis hermanos y amigos, nos abre las
puertas de la salvación, según lo que leemos en Romanos 10.

¿Y tú? ¿Crees con el corazón? ¿Le has confesado como tu Señor y


Salvador?

Quiero cerrar esta reflexión, haciéndote un llamado a creer en tu


corazón que Jesucristo es el Señor, y a que lo confieses con tu boca.

Romanos 10:12-13 dice: “el mismo Señor es Señor de todos y


bendice abundantemente a cuantos lo invocan, 13 porque «todo el
que invoque el nombre del Señor será salvo».

Puedes repetir conmigo “Señor Jesús: creo en ti con todo mi


corazón; y confieso hoy que tú eres mi Señor y Salvador. Gracias
por recibirme como tu hijo.

Finalmente: Si crees con todo tu corazón, y le has confesado


como tu Señor, vive conforme a eso. Nada menos.

También podría gustarte