Está en la página 1de 5

SERIE MILAGROS DE JESÚS

JESÚS SANA A UN PARALÍTICO – MARCOS 2:1-12

1. INTRODUCCIÓN.

Es de conocimiento de todos que nuestro Señor Jesucristo en su ministerio terrenal,


iba sanando enfermos y expulsando espíritus malignos por donde viajaba, Betsaida,
Kersa, Gadara, Naín, Capernaúm, entre otros.

A medida que iba sanando, las personas comenzaban a divulgar lo sucedido y el


resultado, es que Jesús ya no podía entrar en ningún pueblo abiertamente, sino que
se quedaba afuera, en lugares solitarios, pero aún así, gente de todas partes
seguían acudiendo a Él.

Veamos que nos dice la palabra de Dios en Marcos 2:1-2 NVI


1 Unos días después, cuando Jesús entró de nuevo en Capernaúm, corrió la voz de
que estaba en casa. 2 Se aglomeraron tantos que ya no quedaba sitio ni siquiera
frente a la puerta mientras él les predicaba la palabra.

Aquí podemos ver cómo la gente buscaba a Jesús, poblaciones enteras se


congregaban para escucharlo. Al leer esto me surge una pregunta, si en este
momento supiéramos que Cristo Jesús estuviera predicando en algún lugar de la
tierra, ¿hasta dónde estaríamos dispuestos a viajar para escucharlo?

Continuemos con Marcos 2:3-4 NVI


3 Entonces llegaron cuatro hombres que le llevaban un paralítico. 4 Como no podían
acercarlo a Jesús por causa de la multitud, quitaron parte del techo encima de donde
estaba Jesús y, luego de hacer una abertura, bajaron la camilla en la que estaba
acostado el paralítico.

Fijémonos que estas personas no se dieron por vencidas al ver la multitud, buscaron
la forma de acercarse a Jesús, se esforzaron y creyeron que obtendrían lo que
buscaban; ellos realizaron un acto de fe, porque tenían la convicción que Jesús
podía ayudar al paralítico.

Muchas veces vemos personas que ante la enfermedad ponen toda su esperanza,
su confianza y recursos en sus fuerzas, en los médicos y en la ciencia; pero aun
así, muchos terminan desahuciados. Sin embargo, a la hora de buscar la ayuda de
Cristo, ante cualquier mínima oposición se rinden, no tienen el mismo carácter de
lucha y determinación para acercarse a Él. Pero debemos tener algo claro, Cristo
siempre recompensa nuestra fe.

El Señor nos dicen en Marcos 2:5 NVI


5 Al ver Jesús la fe de ellos, le dijo al paralítico:
—Hijo, tus pecados quedan perdonados.

Aquí podemos ver claramente que nuestras prioridades y las de Dios no siempre
son las mismas.

Isaías 55:8-9 NVI


8 «Porque mis pensamientos no son los de ustedes,
ni sus caminos son los míos
—afirma el Señor—.
9 Mis caminos y mis pensamientos
son más altos que los de ustedes;
¡más altos que los cielos sobre la tierra!

El paralítico llegó buscando sanidad, pero Jesús le dio algo mejor, aunque diferente:
le dio LA SALVACIÓN. Es que, aún si hoy estamos sanos, nuestro cuerpo está
destinado a morir. Por eso la prioridad de Jesús es nuestra salvación. Ser salvos
nos garantiza un cuerpo glorificado, que no se enfermará en toda la eternidad. Y,
antes de ocuparnos en el cuerpo presente, es necesario garantizar que en verdad
tendremos ese otro cuerpo.

Marcos 2:6-9 NVI nos dice:


6 Estaban sentados allí algunos maestros de la ley, que pensaban: 7 «¿Por qué
habla este así? ¡Está blasfemando! ¿Quién puede perdonar pecados sino solo
Dios?»

8 En ese mismo instante supo Jesús en su espíritu que esto era lo que estaban
pensando.

—¿Por qué razonan así? —les dijo—. 9 ¿Qué es más fácil, decirle al paralítico: “Tus
pecados son perdonados”, o decirle: “Levántate, toma tu camilla y anda”?

Muchas veces, cuando una persona se acerca a Cristo con la única intención de
recibir sanidad, el Señor aprovecha para bendecirla con lo más importante de todo:
LA SALVACIÓN DEL ALMA, ese regalo inmerecido que recibimos por gracia
mediante la fe. Pero también, muchas veces las personas seculares que nos
rodean, cuando ven el proceso de transformación que inicia el Señor en nuestras
vidas, comienzan a sembrar desánimo, y llegan a poner en duda hasta el perdón
que recibimos en Cristo.

Ni el perdón de los pecados, ni la sanidad física son cosas fáciles, es más, ambas
cosas son imposibles de conseguir para el hombre que lucha en sus fuerzas, pero
son totalmente posibles para Dios.

Ante la duda secular que les mencionaba, el Señor nos dice en Marcos 2:10 NVI
10 Pues para que sepan que el Hijo del hombre tiene autoridad en la tierra para
perdonar pecados —se dirigió entonces al paralítico—:

Jesús Cristo tiene autoridad para perdonarnos, tiene poder sobre la enfermedad.
No hay nada que sea imposible para Él. Cristo venció la muerte y la enfermedad. Él
pago el precio de nuestro perdón hace 2.000 años en la cruz y nos ofrece vida
eterna y sanidad.

Marcos 2:11-12 NVI nos dice:


11 A ti te digo, levántate, toma tu camilla y vete a tu casa.

12 Él se levantó, tomó su camilla en seguida y salió caminando a la vista de todos.


Ellos se quedaron asombrados y comenzaron a alabar a Dios.

—Jamás habíamos visto cosa igual —decían.

Podemos ver que Jesús no reprendió a la enfermedad, sino que le dio una orden al
hombre y esperó que este obedeciera en fe. La fe de este hombre no era pasiva.
Por fe él y sus amigos lucharon para llegar a Jesús, y ahora por fe, en contra del
diagnóstico médico y en obediencia a Jesús, se levantó.

Hoy Jesucristo continúa perdonando pecados y sanando enfermedades; pero es


necesario que quién se acerque a Él, lo haga con fe.

Piense en todo lo que recibimos por fe:


Por fe recibimos la salvación. Romanos 5:1 NVI dice:
5 En consecuencia, ya que hemos sido justificados mediante la fe, tenemos[a] paz
con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo.

Por fe recibimos llenura de espíritu. Gálatas 3:14 NVI dice:


14 Así sucedió, para que, por medio de Cristo Jesús, la bendición prometida a
Abraham llegara a las naciones, y para que por la fe recibiéramos el Espíritu según
la promesa.
Por fe recibimos la victoria sobre el mundo. 1 Juan 5:4 NVI dice:
4 porque todo el que ha nacido de Dios vence al mundo. Esta es la victoria que
vence al mundo: nuestra fe.

Por fe recibimos la victoria sobre el enemigo. Efesios 6:16 NVI dice:


16 Además de todo esto, tomen el escudo de la fe, con el cual pueden apagar todas
las flechas encendidas del maligno.

Por fe recibimos perdón de pecados y santificación. Hechos 26:18 NVI dice:


18 para que les abras los ojos y se conviertan de las tinieblas a la luz, y del poder
de Satanás a Dios, a fin de que, por la fe en mí, reciban el perdón de los pecados y
la herencia entre los santificados”.

Y Ahora, para cerrar, quiero que nos volvamos a hacer la pregunta inicial: si en este
momento supiéramos que Cristo Jesús estuviera predicando en algún lugar de la
tierra, ¿hasta dónde estaríamos dispuestos a viajar para escucharlo?

Pues te tengo buenas noticias, las buenas nuevas son que NO necesitamos viajar,
porque la palabra de Dios nos dice:

Apocalipsis 3:20 NVI


20 Mira que estoy a la puerta y llamo. Si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré,
y cenaré con él, y él conmigo.

El Señor está esperando a que le abras la puerta de tu corazón, Él quiere entrar y


tener una relación íntima contigo, quiere quitarte el yugo del pecado, quiere darte
sanidad en cuerpo, alma y espíritu, quiere compartir la eternidad contigo; este es el
momento de dar ese paso, es el momento de levantarte de esa camilla y depositar
en Cristo tu fe y tu confianza, es el momento de reconocer la necesidad de Cristo
en tu vida, es el momento de reconocer tu pecado y darle la espalda para siempre,
es el momento de poner tus ojos en Cristo y entregarle tu vida.

La palabra de Dios nos dice en Romanos 10:9-10 NVI


9 que, si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor y crees en tu corazón que
Dios lo levantó de entre los muertos, serás salvo. 10 Porque con el corazón se cree
para ser justificado, pero con la boca se confiesa para ser salvo.

Por eso te invito a hacer la siguiente oración para recibir a Cristo como tu Señor y
salvador personal:
ORACIÓN DE FE.
Amado Jesús, te doy gracias, reconozco que soy pecador, pero también reconozco
que tú Jesús eres Dios, que te hiciste hombre, moriste en la cruz por mis pecados
y resucitaste al tercer día, te abro la puerta de mi corazón, haz de mí la persona que
tú quieres que yo sea, límpiame, sáname y libérame de todos mis conflictos con tu
preciosa sangre derramada en el calvario, te recibo ahora mismo como mi Señor y
mi Salvador. En el nombre de Cristo Jesús, Amén.

Si hiciste esta oración, te felicitamos, eres una nueva creación en Cristo, la palabra
de Dios dice:

2 Corintios 5:17 NVI


17 Por lo tanto, si alguno está en Cristo, es una nueva creación. ¡Lo viejo ha pasado,
ha llegado ya lo nuevo!

Por eso, damos gracias a Dios por tu vida y te bendecimos con toda bendición del
cielo.

También podría gustarte