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Autor:
Docente:
Aquino, Maria Francia
Daniela Ruiz
C.I:28411942
Imagenologia 2T
San Diego, Marzo 2020
La Moralización del Individuo:
Se dice que, en cualquier cultura, existe un consenso acerca de las actividades que caen
dentro del dominio de la moral y las que caen fuera. Pero esta dicotomía no es estable o
inamovible, sino que el estado moral de una actividad fluye y cambia con el tiempo. La
Moralización es el proceso por el que una actividad que previamente se consideraba fuera
del campo moral entra dentro del mismo. Es un proceso muy común tanto en la evolución
cultural como en la evolución individual, pero también es verdad que no se le ha hecho
demasiado caso. Es un fenómeno muy importante en el campo de la salud, desde luego, y
que ocurre continuamente incluso en esta sociedad laica en la que vivimos. Por citar un
ejemplo, en USA se está moralizando el consumo de carne roja, es decir, va aumentando la
creencia de que comer carne roja es inmoral.
Paul Rozin define la Moralización como la adquisición de cualidades morales por parte de
objetos y actividades que previamente eran moralmente neutras. Ejemplos de este proceso a
nivel cultural podrían ser la moralización de la esclavitud en los siglos XVIII y XIX, y la
moralización del consumo de tabaco en el siglo XX. Pero como hemos comentado que se
trata de un proceso dinámico y cambiante debe existir también el proceso inverso, es decir,
que un objeto o actividad considerada moral salga del dominio moral. A este proceso Rozin
lo denomina Amoralización. Un ejemplo podría ser el cambio en las actitudes hacia la
homosexualidad en muchos grupos e individuos de la sociedad americana a lo largo del
siglo XX. Una forma especial de Amoralización es la llamada Medicalización. En este
caso, una enfermedad que previamente se ligaba con fallos morales por parte del individuo
pasa a ser considerada como dominio exclusivo de la Medicina. Muchos aspectos de la
enfermedad mental, incluyendo el alcoholismo, han hecho parte de este viaje también a lo
largo del siglo XX.
También parece claro que cuando algo es moral no se deja al criterio de cada uno, sino que
tiende a regularse, o a conformarse socialmente. Esta es una de las consecuencias más
importantes de la Moralización. Una vez de que ocurre el proceso de Moralización en una
parte importante de la población o en segmentos influyentes de la misma, las fuerzas del
Gobierno y de las Instituciones entran en juego y aceleran el ritmo hacia una mayor
moralización; es decir, ocurre un proceso de movilización institucional: los medios de
comunicación, las leyes, los tribunales, las instituciones de caridad, las Universidades, y
hasta los científicos, entran en juego promoviendo la Moralización como hemos podido
comprobar recientemente con el tema del tabaco. Toda esa presión hace que ahora se puede
abordar y censurar a un fumador de una forma que hace veinte años era impensable.
Moralización e Internalización van unidas también: los valores morales se internalizan, se
convierten en parte del yo. Es razonable suponer que preferencias y conductas que se unen
a valores internalizados se internalizan también. Es decir, un objeto o actividad en línea con
un valor moral nos gustará, pero uno que viola esos valores no nos gustará y provocará
rechazo.
La historia de la 1tica ha sido muy estudiada a través de los años por diferentes
fil&sofosmuy reconocidos en la historia de la filosofía, los cuales cada uno tiene una forma
diferente de considerar el termino 1tica, pero todos enfocados al comportamiento del ser
humano en la sociedad, haciendo uso del mandamiento para determinar lo bueno y lo malo,
con ello orientarse la práctica de los buenos hábitos y valores que le permitan vivir y
órgano) a una sociedad de convivencia mutua.
Los actos morales, como actos que son, están orientados hacia el exterior, la realidad, el
mundo, los demás. Pero, por ser morales, tienen un aspecto interno, que es el que hace que
sean valorables. No podemos olvidar que somos morales porque sabemos que podemos
elegir, porque sentimos que tenemos posibilidad de seguir caminos diferentes en nuestra
vida, porque nos damos cuenta de que nuestras acciones tienen consecuencias. La
conciencia de estas consecuencias es la base del aspecto interno de la moral, en ella está el
origen de la valoración de nuestros actos, nuestros hábitos o nuestro modo de vida. Pero
la conciencia moral es también conciencia de la libertad, conciencia de que no todas las
posibilidades de elección son igualmente valiosas. Por eso es especialmente importante
plantearnos qué es y cómo funciona. La misma palabra que usamos para referirnos a ella ya
nos da una pista: estar consciente significa darse cuenta de lo que ocurre alrededor. La
conciencia es una forma de conocimiento o de percepción. La conciencia moral es con lo
que nos damos cuenta de lo que vale, de lo que merece la pena para la vida, de lo que es
bueno -o bien, de lo que no merece la pena, de lo malo, de lo que hay que evitar-.
Hipótesis sobre el funcionamiento de la conciencia moral.
Al definir la conciencia como un tipo de conocimiento o de percepción estamos
reconociendo que es una realidad compleja. Cuando valoramos una acción realizada o por
realizar, la conciencia moral puede actuar de maneras diferentes: podemos sentir que lo que
hemos hecho o vamos a hacer está bien o mal, sin saber exactamente por qué; podemos
también analizar las consecuencias reales o posibles de nuestra acción y su conveniencia;
podemos recurrir a pensar en normas previamente aceptadas para enjuiciar la acción... A lo
largo de la historia, distintas corrientes de pensamiento sobre la moral han dado mayor
importancia a alguno de estos modos de actuación de la conciencia moral.
Compromiso es una obligación contraída, palabra dada. También, es una situación difícil,
incomoda, embarazosa o delicada, El compromiso opera en diferentes contextos: en el
derecho, en el campo laboral, en las relaciones de pareja, de amistad y todos los días de
nuestras vidas. El ser humano todos los días contrae responsabilidades desde la más simples
hasta la más complejas y el compromiso u obligación de cumplirlas.
El compromiso es una promesa matrimonial, que los futuros cónyuges hacen, adquiriendo
la responsabilidad de cuidar la relación. En el seno de la familia, quienes deciden ser padres
adquieren el compromiso de educar, amar, guiar y proteger a los hijos, a su vez, los hijos
adquieren el compromiso con sus padres de respetarlos, amarlos y hacer todo aquello que
sus padres le exigen por su bien. En el campo laboral, los empleados adquieren el
compromiso intelectual, emocional y físico de lograr el éxito de la empresa, a su vez, lo
patrones se comprometen a ofrecer seguridad, satisfacción y remuneración justa.
Todos los ciudadanos cumplimos con ciertos compromisos cívicos o sociales: el respeto y
cumplimiento del ordenamiento jurídico que posee la nación, el respeto por los otros
ciudadanos, no perturbar a los demás, cumplir las normas de buen oyente y hablante,
preservar y mantener el medio ambiente, todo ello con el fin de vivir en orden y en armonía
con la comunidad.
El compromiso ético, con uno mismo, se establece para lograr el desarrollo y
perfeccionamiento personal y comunitario en relación a la profesión, función o actividad,
por eso encontramos códigos de ética del médico, del abogado, del deportista, etc.para el
desempeño digno y respetuoso de la profesión y de quienes son beneficiados de ella.
El compromiso personal es un valor que impulsa al ser humano a lograr sus objetivos y
orientarse en el camino hacia la plenitud de vida. Es un proceso desde el interior que
desafortunadamente no es muy atractivo, pues lo tomamos como carga, peso u obligación.
Una persona comprometida no es una persona abrumada por la carga de obligaciones, sino
una persona apasionada que disfruta lo que realiza.
Cambios históricos – sociales de la moral: