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1. Observaciones preliminares[1]
Al llevar a cabo el análisis de las disposiciones del derecho laboral, podemos constatar
expresamente que este derecho es un derecho de la vida cotidiana, debido a que las
instituciones contempladas en el mismo constituyen los fundamentos de tipo normativo
que permiten al ser humano ejercer una actividad asalariada y, por consiguiente, obtener
recursos financieros para sus necesidades propias y para las de sus familiares (su familia
o pareja de hecho).En los estudios dedicados al derecho laboral existe una distinción clara
entre el derecho laboral individual y el derecho laboral colectivo (dejando al margen las
reflexiones sobre si el derecho de la seguridad social o la protección social es un derecho
laboral o si constituye una rama de derecho independiente). Por derecho laboral individual
deben entenderse aquellas normas jurídicas que regulan las relaciones directas entre los
trabajadores particulares y el empresario. Por otra parte, el derecho laboral colectivo
sirve para velar por los derechos e intereses colectivos. Es, por ende, un conjunto de
disposiciones jurídicas relativas a las relaciones mutuas entre el empresario (los
empresarios) y una colectividad de trabajadores sensu lato. Por consiguiente, serán
inherentes al derecho laboral colectivo las normas jurídicas que regulan las actividades
legales de los sindicatos, representaciones de trabajadores constituidos ad hoc y órganos
de autogestiones obreras, así como las acciones informativas y consultivas llevadas a cabo
con estas organizaciones, la formalización de acuerdos colectivos (convenios laborales
colectivos), las resoluciones de los conflictos colectivos (huelgas y otras formas de
protesta del personal), la posibilidad de llevar a cabo los cierres patronales o los despidos
colectivos. No obstante lo anterior, el derecho laboral individual y el colectivo se asocian
al derecho laboral general. En otras palabras, constituyen dos especialidades de la misma
sección del derecho, es decir, del derecho laboral interpretado como una rama
independiente.En los estudios dedicados al derecho laboral polaco se observan
reflexiones doctrinales que versan sobre si el derecho laboral debe interpretarse como un
derecho privado con elementos del derecho público o como materia propia del derecho
público[2]. Es razonable plantearse esta pregunta teórica debido a varios motivos, en
particular, habida cuenta de la considerable cantidad de consecuencias de naturaleza
práctica. Estas consecuencias, a su vez, implican al menos tres cuestiones:
1. Definición de conceptos.
Por otra parte, deben considerarse propias del derecho privado aquellas normas jurídicas
que regulan las relaciones jurídicas existentes entre particulares, con el reconocimiento
de que estas personas se encuentran en situación de igualdad. Las disposiciones del
derecho privado regulan las relaciones jurídicas entre sujetos autónomos que tienen sus
propios intereses, amparados por la ley, tanto de tipo patrimonial como no patrimonial
(intereses personales). Esta autonomía se traduce, sobre todo, en la inexistencia de una
relación de poder o subordinación de un sujeto con respecto al otro. Precisando lo
anteriormente dicho, podemos sostener que lo que caracteriza una relación jurídica
privada reside en que el sujeto carece de facultades jurídicas para poder modelar la
situación jurídica de otro sujeto de manera unilateral y, por consiguiente, no puede
interferirse en su vida privada. El método de regulación aplicado consiste, sobre todo, en
aceptar el estatus autónomo de los sujetos de una relación jurídica, por consiguiente,
ninguna parte de esta relación está capacitada para crear de forma soberana la situación
jurídica de la otra parte. Este atributo permite distinguir el derecho civil de las distintas
ramas del derecho público, tales como el derecho administrativo y el penal, citados con
anterioridad, o el derecho financiero (tributario) y el constitucional. En sus principios, el
derecho privado se basa en la libertad contractual que permite a los particulares en
posición de igualdad estipular el contenido de un contrato de manera libre. El principio
fundamental del derecho privado será la autonomía de la voluntad de los sujetos quienes
crean individualmente las regulaciones existentes entre ellos. De lo anteriormente
expuesto dimana el hecho de que el derecho privado se base, generalmente, en normas
dispositivas (ius dispositivum). Un ejemplo clásico del derecho privado es el derecho civil
(Código Civil) o el derecho privado internacional que en su sentido estricto constituye un
conjunto de normas jurídicas cuya única finalidad reside en delimitar las zonas de
actuación de distintos sistemas jurídicos de los distintos países si bien, no obstante, el
ámbito de su aplicación se limitará solamente al derecho privado.
En los estudios dedicados a la naturaleza del derecho laboral se suele destacar que este
derecho sui generalis procede del derecho civil y su génesis histórica se remonta hasta el
derecho romano. Debido a que el derecho laboral deriva del derecho civil y éste del
derecho romano, será lógico que consideremos que los orígenes del derecho laboral
también deben buscarse en el derecho romano. Está fundada la opinión de que uno de los
ejemplos del derecho laboral en el derecho romano es el arrendamiento de servicios
denominado locatio conductio operarum, de acuerdo con el cual las personas libres
ponían a disposición del “empleador” (conductor) su propia actividad, prometiendo que
realizarían para él su trabajo (operae) a cambio de una remuneración (pensio). Al igual
que en el contrato de trabajo contemporáneo, el contrato de arrendamiento de servicios
no suponía ningún suministro o elaboración de una obra, sino únicamente una prestación
de servicios. Es relevante que nos refiramos a la “regulación” del derecho romano, puesto
que el derecho laboral ha conseguido la categoría de rama independiente dentro del
sistema jurídico gracias a la transformación del contrato de arrendamiento de servicios de
carácter civil en un contrato laboral. Esta transformación surgió a raíz de la falta de
igualdad entre las partes y debido a la necesidad de velar por la parte débil de esta relación
laboral, es decir, por el trabajador. Asimismo, se observaba otra desigualdad: las
prestaciones analizadas no eran del todo equivalentes, cuando la correspondencia
completa y la igualdad de prestaciones constituyen un rasgo característico del derecho
civil. Este proceso sigue perdurando hasta la actualidad, por lo tanto, tiene una naturaleza
histórica: en el derecho laboral ocupan un lugar relevante las disposiciones del Código
Civil, precisamente debido a las relaciones antiguamente muy estrechas entre el derecho
laboral y el derecho civil. La idea de tratar el derecho laboral como una rama de derecho
independiente no significa, no obstante, que quede aislado o separado de otras parcelas
que forman un sistema jurídico uniforme y aplicable dentro de un Estado. El derecho
laboral sigue teniendo una relación genética y normativa muy estrecha con el derecho
civil. No obstante, en lo que respecta a la normativa polaca, la confirmación formal de la
independización del derecho laboral se remonta a la promulgación de la Ley de 23 de
abril de 1964: Disposiciones generales de aplicación del Código Civil[4]. Su párrafo 1
del artículo XII, vigente hasta la actualidad, dispone que el Código Civil no infringirá lo
dispuesto en la legislación laboral. Asimismo, la relación normativa entre el derecho
laboral y el civil es evidente en aquellas disposiciones que prevén la aplicación del
derecho civil en los supuestos que no han sido regulados en el derecho laboral. Se trata
de las normas de remisión, en particular, la norma incluida en el artículo 300 del Código
del Trabajo polaco. Estas consideraciones han dado lugar a afirmar que el derecho laboral,
que constituye una rama de derecho independiente, es, en definitiva, una modificación
del derecho civil o bien que es un derecho privado.
En este punto cabe destacar otro argumento al que se suele aludir para fundamentar la
opinión de que el derecho laboral es un derecho privado: por esta afirmación aboga
también el derecho consuetudinario, obviamente no en el sentido del sistema common law
anglosajón. En el presente estudio entendemos por derecho consuetudinario, en general,
un uso al que podemos denominar “una costumbre profesional”. Se trata, por ende, de
una solución que funciona en la dimensión paralela (que podemos denominar horizontal),
puesto que afecta al nivel empresario – trabajadores. Por consiguiente, no se trata de un
nivel cuya dimensión sea vertical, debido a que no alude a la relación entre el empresario
y las autoridades estatales o locales.
La argumentación sobre los comienzos del derecho laboral enfocados en el marco del
derecho privado, presentada con anterioridad, debe considerarse fundada. No obstante, el
derecho per se (y no sólo el derecho laboral) tiene carácter evolutivo (dinámico). Por
consiguiente, uno de los principales métodos de investigación que nos permite decidir
cuál es la naturaleza del derecho laboral deberá ser el método histórico. Nuestra
conclusión al respecto surge a raíz de la suposición de que el derecho laboral, también en
la actualidad, sigue teniendo una relación normativa y genética con el derecho civil, sin
embargo, esta presunción en gran medida deja de ser válida. Sustentaremos esta opinión
en los argumentos axiológicos y normativos presentados a continuación.
Argumentación axiológica:
– por norma general, el contrato laboral surge como consecuencia de la voluntad expresa
de ambas partes, en particular, la del trabajador,
– los vínculos del derecho laboral con el derecho civil se manifiestan, asimismo, en
conceptos tales como la responsabilidad laboral material o los plazos de prescripción de
las reclamaciones.
Fundamentos jurídicos:
1. El carácter jurídico del contrato laboral, que cuenta –en nuestra opinión– con
rasgos del contrato administrativo (sin embargo, no es un contrato administrativo
sensu stricto), es decir, carácter de naturaleza pública[7]. En este punto cabe
señalar que el contrato administrativo no es objeto de la normativa polaca y, por
lo tanto, debemos referirnos a las doctrinas de otros países. Por ejemplo, en lo que
respecta a la legislación alemana, el contrato administrativo es una forma de
actuación que ocasiona el nacimiento, modificación o supresión de una relación
jurídica incluida en el derecho público. Sirve para ejecutar normas jurídicas
englobadas en el derecho público o determina una facultad público-jurídica o una
obligación del ciudadano (o bien le exime de la misma). Este contrato surge como
consecuencia de un acuerdo entre un órgano y un ciudadano, por lo tanto, no es
un acto jurídico unilateral. Goza de protección, porque está sometido a la
jurisdicción de los tribunales de lo administrativo. En Francia, por su parte, el
contrato administrativo es un contrato formalizado entre el Estado u otras
personas jurídicas siempre con un sujeto privado con el fin de obtener bienes y
servicios que tengan utilidad pública gracias a este acto jurídico. Se supone que
estos contratos tienen por objeto organizar los servicios públicos o garantizar su
funcionamiento mediante el empleo de medidas jurídicas bilaterales. En el
momento de formalizar un contrato de este tipo, el órgano y la persona privada
manifiestan su voluntad de forma expresa y unánime, y se someten al derecho
administrativo pudiendo gozar de las medidas jurisdiccionales de lo contencioso-
administrativo.
En las disposiciones de varios países, por ejemplo, en la normativa polaca, se observa que
en el contrato laboral existe un fuerte elemento de tipo público-jurídico. Mediante sus
regulaciones, el Estado impone en gran medida el contenido de este contrato, haciendo
que las partes del mismo ya no sean plenamente autónomas (la autonomía, es decir, un
rasgo privado, se manifiesta, entre otros, en la posibilidad de formalizar un contrato por
un período de prueba o determinar que la fecha de suscripción del contrato laboral sea
distinta a la del inicio del trabajo). Asimismo, el Estado influye en él, directa o
indirectamente, mediante la introducción de otros elementos prescriptivos, entre los
cuales destacan los siguientes:
– si, durante la vigencia del contrato laboral, un empleado se encuentra en una situación
de incapacidad laboral y luego desea retomar su trabajo, está obligado de hecho a
someterse a una revisión médica,
Al analizar el contrato laboral no podemos olvidar, no obstante, que éste incluye un rasgo
civil, al menos en aquellas regulaciones que permiten que algunos contratos se celebren,
en cierta medida, de forma libre. Empleamos la expresión de “cierta medida”, puesto que
esta autonomía no puede referirse a los principios clásicos del derecho civil. De acuerdo
con los supuestos civilistas, el hecho de negarse a celebrar un determinado contrato no
surtirá ningún efecto jurídico, ni favorable, ni adverso. En el contexto del derecho laboral,
por su parte, el hecho de negarse a celebrar, por ejemplo, un pacto de no competencia
durante la vigencia del contrato laboral o un pacto de corresponsabilidad material por
daños ocasionados al empresario, podrá constituir una base para negarse a formalizar el
contrato laboral o, una vez formalizado el mismo, un fundamento intrínseco para su
rescisión. Dadas estas características, el contrato laboral no es un contrato clásico, según
las reglas civiles, basado en la autonomía absoluta de las partes, y nos impulsa a sostener
que es un contrato del ámbito administrativo. Se trata de un contrato englobado dentro
del área del derecho administrativo (de carácter administrativo), debido a que se observa
un elemento de subordinación. Por consiguiente, existe la posibilidad de dictar órdenes
de carácter imperativo (prescriptivo), si bien la celebración del contrato como tal se basa
en la autonomía de las partes que lo suscriben. Dicha autonomía emana, en particular, de
la voluntad del candidato que desea ser trabajador. Naturalmente, el hecho de emprender
un trabajo no requiere el consentimiento de ningún órgano de administración pública o
local, ni constituye una obligación impuesta por una orden administrativa, aunque en
Polonia sí llegó a existir en el pasado una obligatoriedad de este tipo[8].
– instar a que se suspendan los trabajos o las actuaciones en caso de que la infracción de
las disposiciones pueda poner en peligro directo la vida o la salud de los trabajadores o
de otras personas que realizan estas labores o llevan a cabo estas actuaciones; o bien
– instar a que los empleados realicen otros trabajos; el inspector podrá dar esta orden a
trabajadores, o a otras personas que hayan sido admitidas al trabajo, que hayan sido
contratados contrariamente a las disposiciones relativas a los trabajos prohibidos, nocivos
o peligrosos, o cuando los trabajadores, u otras personas que hayan sido admitidas al
trabajo, realicen trabajos peligrosos sin contar con un permiso de cualificación especial;
las órdenes en esta materia son de obligado e inmediato cumplimiento.
Las disposiciones del derecho laboral colectivo en su sentido estricto son de naturaleza
eminentemente público-jurídica. Este rasgo resulta particularmente visible en las
cuestiones asociadas al funcionamiento de los sindicatos y a la resolución de conflictos
colectivos (huelgas)[11]. Las disposiciones fijadas por el Estado permiten que se
establezcan sindicatos cuyo funcionamiento se extiende más allá de las relaciones
laborales. Asimismo, el legislador impone un modelo de movimiento sindical otorgando
derechos especiales a aquellos sindicatos que ostentan la categoría de sindicato de
empresa o a las llamadas asociaciones representativas. La consecución de este estatus por
parte de las organizaciones otorga diversas facultades tales como el derecho a redactar
actos laborales autónomos en forma de estatutos laborales, reglamentos de salarios o
convenios colectivos de trabajo.
Por otro lado, en caso de que se produzca un conflicto colectivo, es evidente que esta
confrontación y, una huelga posterior, constituye un conflicto de valores en la economía
de mercado. Se trata de un conflicto en el cual, por un lado, se ampara el valor de la
libertad de la empresa cuya finalidad es generar beneficios y el derecho a la propiedad y,
por otro lado, se protege el derecho de los trabajadores a recibir una remuneración digna
por el trabajo realizado y se les intenta garantizar que las condiciones de salud y seguridad
laborales sean adecuadas. Lo que emana de la actividad empresarial es el nacimiento del
derecho a la propiedad, por parte del empresario, y otros derechos patrimoniales. Debido
a ello, el conflicto colectivo, que puede transformarse en su última etapa en una huelga,
no es un derecho absoluto ni superior a los valores que acabamos de mencionar. El
legislador está obligado a analizar minuciosamente los intereses de los trabajadores y del
empresario, así como garantizar que se mantenga un equilibrio entre sus derechos. Los
intereses de los sujetos que intervienen en el proceso laboral deben guardar unas
proporciones adecuadas.
El ejercicio del derecho de resistencia por parte del personal de una empresa debe tener
en cuenta tanto el interés del empresario y del conjunto de la sociedad, como el interés de
aquellos trabajadores que estén en contra de la huelga. En este sentido, la restricción de
la libertad de acceder al trabajo desempeñado, como consecuencia de la huelga, se
encuentra en conflicto con el derecho a realizar el trabajo con fines lucrativos. La decisión
de los empleados interesados en la huelga se convierte en un tipo particular de solidaridad
laboral, expresada de forma democrática mediante un referéndum relativo a la huelga.
Las leyes escritas en su parte dispositiva deben fijar, por lo tanto, el objetivo o la función
para el que se establecen, es decir, deben describir los bienes (los valores) amparados
mediante dichas disposiciones. En este contexto, el ejercicio del derecho de huelga es de
carácter administrativo y debemos buscar su axiología en el derecho público[15].
Son las normas de competencia las que atribuyen a los sindicatos la facultad de iniciar
una huelga. No obstante, esta competencia queda delimitada por unas restricciones y la
ley señala expresamente, entre otros, qué materias pueden ser objeto de un conflicto
colectivo. Asimismo, existe un imperativo de aplicación común que impone la necesidad
de observar el principio de paz social o la necesidad de llevar a cabo una serie de consultas
previas a la declaración de la huelga. Ello implica que el derecho de huelga en términos
del derecho positivo sea una categoría del derecho público. Del análisis de las
disposiciones pertinentes se desprende que estos actos, establecidos por el Estado, regulan
las facultades y los procedimientos que permiten eximir, de conformidad con la ley, a los
empleados que hayan participado en la huelga de su obligación de realizar su trabajo.
Resulta importante destacar que se conserva su seguridad social en lo que respecta al
empleo[16], así como que se aplican sanciones legales introducidas “desde arriba” por su
infracción. Las partes del conflicto colectivo no pueden modificarlas a su discreción y
siguiendo el principio de la autonomía, lo cual es propio del derecho privado. El derecho
de huelga debe ser regulado por el derecho positivo (ius positium).
1. Observaciones finales.
Las reflexiones incluidas en el presente análisis, aunque muy sintéticas y por desgracia
no muy pormenorizadas debido al carácter de este estudio, ponen de relieve que está
fundada la opinión de que el derecho laboral es, en efecto, un derecho asociado
(subrayamos que es un derecho asociado y no perteneciente) al ámbito del derecho
público, aunque teniendo en cuenta su génesis y también, en cierta medida, desde el punto
de vista prescriptivo, está relacionado con el derecho privado. Tiene, por ende, un carácter
heterogéneo. El planteamiento de esta hipótesis tiene sólidos fundamentos de índole tanto
axiológica como normativa. El derecho laboral cuya esencia reside en las relaciones
laborales basadas en la libertad, se convierte, en realidad, cada vez más en un derecho
público (regulado mediante leyes), puesto que -como se ha expresado en un estudio
dedicado a esta problemática- “el derecho laboral no confía en el contrato” y el proceso
de restricción del contrato por parte del legislador se sigue ampliando[18]. Los preceptos
que permiten defender la tesis de que el derecho laboral debe considerarse un derecho
público, son, en particular, los siguientes: las disposiciones del derecho laboral colectivo
y las normas relativas al contrato laboral que cuenta con rasgos propios del contrato
administrativo. Asimismo, en un número considerable de instituciones destinadas a la
aplicación del derecho laboral se contemplan órdenes o prohibiciones que tienen por
objeto imponer al empresario ciertos comportamientos definidos de antemano. Podemos
observarlo especialmente en el caso de las normas relativas a la maternidad o paternidad
mediante las cuales se imponen al empresario cada vez más obligaciones nuevas con
respecto a sus trabajadores, obligaciones que no guardan ninguna relación con el principio
de equivalencia en las relaciones laborales. Debido a ello, las normas jurídicas laborales
son, en realidad, más actos estrictamente políticos o actos del ámbito de la política social
que actos que expresan necesidades en la creación de normas jurídicas.
Todo lo expuesto con anterioridad, no obstante, no implica que el derecho laboral deba
incluirse en el derecho administrativo en sentido amplio, ni que sea un fenómeno pasajero
surgido en el seno del derecho administrativo. En cuanto al objeto y sobre todo si
analizamos el Código de Trabajo polaco (que no constituye un acto exhaustivo ni global,
cuenta con varias normas de delegación o remisión y constituye un corpus iuris
laborantium particular), el derecho laboral adquiere una dimensión
“interdisciplinaria” de todo el sistema legal general (lo cual se puede observar
también, por ejemplo, en el derecho constitucional o en los derechos humanos). En
este contexto, debemos subrayar que resulta difícil distinguir rigurosamente el derecho
de la seguridad social, que es una parte del derecho laboral general, del derecho civil, del
derecho administrativo o del derecho constitucional (derechos humanos). Asimismo, en
varios aspectos del derecho laboral se observa “una infiltración” del derecho penal (o,
propiamente dicho, del derecho administrativo penal). A todo ello se superpone lo
dispuesto en el derecho internacional público[19] y en el derecho europeo: el derecho
comunitario, esto es, el derecho de la Unión Europea (Directivas o Reglamentos) o los
Convenios de la Organización Internacional del Trabajo[20], así como los convenios
internacionales: todos estos preceptos en su sentido amplio. Debido a ello, no es posible
constatar, de forma categórica, que el derecho laboral sea un derecho privado o un
derecho público si nos basamos en las definiciones clásicas (hacemos hincapié en la
palabra “clásicas”). Asimismo, hay diversas propiedades que lo distinguen de otras ramas
del derecho: uno de los atributos del derecho laboral son sus fuentes jurídicas que surgen
como consecuencia de un contrato entre interlocutores sociales. Los pactos laborales y
otros acuerdos denominados convenios colectivos no son contratos de derecho civil. Visto
cuanto antecede, el derecho laboral sensu lato engloba no solo las leyes escritas, sino
también los actos autónomos y las costumbres aprobadas y aceptadas en un entorno de
trabajo.
[4] Ley de 23 de abril de 1964: Disposiciones generales de aplicación del Código Civil
(Diario Oficial n.° 16, posición 94 en su versión vigente).
[5] El derecho laboral europeo también hace referencia a usos y costumbres mediante el
empleo del término “prácticas” nacionales (ing. “practice” o fr. “pratiques”).
[6] K. Jaśkowski, Funkcje zwyczaju w prawie pracy, PiZS 2008, n°. 1, pág. 2.
[7] Ya antes de la Segunda Guerra Mundial se publicaron estudios que sostenían que el
contrato laboral había dejado de ser un contrato jurídico privado de carácter libre y se
había transformado en un convenio de tipo jurídico-público, F. Zoll, Prawo pracy w biegu
wieków. Rocznik prawniczy wileński, Wilno 1930, pág. 7.
[10] L. Florek, Ustawa i umowa w prawie pracy, Warszawa, 2010, pág. 17.
[11] Este término equivale al término inglés: to strike work, alemán streik, francés gréve
o italiano sciopero.
[12] J.C. Javillier, Les reformes du droit du travail depuis le 10 mai 1981, Paris 1984,
págs. 308-309.
[19] La fuente del derecho laboral internacional son los convenios internacionales
bilaterales y multilaterales. En términos generales, el derecho laboral colectivo se refiere
a los derechos humanos fundamentales, en particular, a la libertad sindical, Z. Hajn,
Zbiorowe prawo pracy. Zarys systemu, Warszawa 2013, págs. 33-34.
[20] Por ejemplo, el Convenio de la OIT n.° 87 de 1948 relativo a la libertad sindical y a
la protección del derecho de sindicación, el Convenio de la OIT n.° 98 de 1949 relativo a
la aplicación de los principios del derecho de sindicación y de negociación colectiva, el
Convenio de la OIT n.° 144 de 1976 sobre consultas tripartitas para promover la
aplicación de las normas internacionales del trabajo o el Convenio de la OIT n.° 135 de
1971 relativo a la protección y facilidades que deben otorgarse a los representantes de los
trabajadores en la empresa.
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