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Diálogo filosófico entre Horacio Cerutti Guldberg y Andrés Merejo (1-4)

El profesor Horacio Cerutti-Guldberg, es un investigador consagrado a la Filosofía


Latinoamericana. Nació en Mendoza, 1950, Argentina (Naturalizado como ciudadano mexicano
en febrero de 1993).Licenciado y Profesor (Maestro) en Filosofía por la Facultad de Filosofía y
Letras de la…

Por ANDRÉS MEREJO 07-06-2020 07:05

El profesor Horacio Cerutti-Guldberg, es un investigador consagrado a la Filosofía

Latinoamericana. Nació en Mendoza, 1950, Argentina (Naturalizado como ciudadano mexicano

en febrero de 1993).

Licenciado y Profesor (Maestro) en Filosofía por la Facultad de Filosofía y Letras de la

Universidad Nacional de Cuyo, Mendoza, Argentina. Con doctorado en Filosofía por la

Universidad de Cuenca, Azuay, Ecuador y con un Postdoctoral por la Fundación Alexander von

Humboldt, Nürnberg, Alemania.

Ha sido Profesor en diferentes Universidades: Nacional de Salta, Argentina; de Cuenca, Ecuador;

Pedagógica Nacional en México.

Desde 1980 hasta la fecha imparte docencia en la Universidad Nacional Autónoma de México,

además de ser investigador en el Centro de Investigaciones sobre América Latina y El Caribe y

Profesor de Filosofía Latinoamericana, Historia de las Ideas y Filosofía Política en la Facultad de

Filosofía y Letras. Ha recibido el Estímulo Catedrático nivel II y el de Investigador Nacional

nivel II (CONACYT).

1987 a 1990: coordinador del Colegio de Estudios Latinoamericanos en la FFYL.

1996 a 1998: presidente de la Asociación Filosófica de México, A.C.


2004 hasta la fecha es el director General de Pensares y Quehaceres. Revista de Políticas de la

Filosofía, editada en México por la Asociación Iberoamericana de Filosofía y Política y la

Sociedad de Estudios Culturales Nuestra América.

2006: Doctor Honoris Causa, Universidad “Ricardo Palma”, Lima, Perú, “por sus contribuciones

para el desarrollo de una filosofía humanista latinoamericana”.

2009: Es distinguido como “Soci corrispondenti” de la Scuola Internazionale di Alti Studi,

Fondazione Collegio San Carlo di Modena, Italia.

2009: Es nombrado Secretario General del Comité Permanente de los Congresos Internacionales

de Americanistas.

2010: Doctor Honoris Causa, Universidad de Varsovia, Polonia, porque “abordó con suma

sagacidad la problemática política, social, cultural y humana de los pueblos que habitan

actualmente aquellas tierras [se refieren a Nuestra América], perfecto y esclarecido conocedor de

la identidad de los pueblos y habitantes de América Latina”.

2010 a 2012: Coordinador del Programa de Postgrado en Estudios Latinoamericanos de la

UNAM.

2011: Director de la Colección: “Filosofando desde Nuestra América para el mundo”, Bogotá,

Colombia, Ediciones desde abajo.-

2013: Le fue otorgado, el 14 de mayo, el Doctorado Honoris Causa por la Universidad Nacional

de San Luis, Argentina. –

2013: El 9 de agosto fue declarado “Huésped de Honor” en la Universidad Nacional de Río

Cuarto, Córdoba, Argentina. –

Entre sus libros más recientes y reediciones cabe mencionar:

– La utopía de Nuestra América (De Varia Utópica. Ensayos de Utopía III), Colección

Prometeo 37. Heredia, Costa Rica, Universidad Nacional de Costa Rica, 2ª ed. corregida (la

primera se hizo en la Universidad Central de Bogotá en 1989), 2007, 222 págs.


– Filosofía de la liberación latinoamericana. México, Fondo de Cultura Económica, 3ª ed.

corregida y aumentada (la primera y segunda se hicieron también en el FCE en 1983 y 1992),

2006, 527 págs.

– Filosofar desde Nuestra América. Ensayo problematizador de su modus operandi.

México, Miguel Ángel Porrúa / UNAM, 2000, 202 págs.

– Configuraciones de un filosofar sureador. México, Ayuntamiento de Orizaba, Veracruz,

1ª reimpresión corregida (la primera edición se hizo también en Veracruz en 2005), 2006, 168

págs.

– Democracia e integración en Nuestra América (Ensayos), Mendoza, Argentina,

Editorial de la Universidad Nacional de Cuyo, 2008, 180 págs.

– Filosofías para la liberación ¿liberación del filosofar? San Luis, Argentina, Editorial de

la Universidad Nacional de San Luis, Tercera edición corregida (1ª y 2ª en Toluca, UAEM, 1997

y 2001), 2008, 215 págs.

– Filosofando y con el mazo dando. Madrid, Editorial Biblioteca Nueva / UACM, 2009,

291 págs.

– Y seguimos filosofando… La Habana, Cuba, Editorial de Ciencias Sociales, 2009, 168

págs.

– Utopía es compromiso y tarea responsable (Ensayos de utopía V). Monterrey, N.L.,

CECyTE-CAEIP, 2010, 124 págs.

– Doscientos años de pensamiento filosófico Nuestroamericano. Bogotá, Colombia,

ediciones desde abajo, 2011, 135 págs.-

– Pensando después de 200 años. Monterrey, N.L., CECyTE-CAEIP, 2011, 100 págs.;

Pensando após 200 anos. Ensaios em torno do bicentenario das independencias da América

Latina. Traduzido por Eugênio Rezende de Carvalho. Goiânia, Brasil, Pontifícia Universidade

Católica de Goiás, 2012, 150 págs.-


– Filozofia naszoamerycana – Filosofía nuestroamericana. “Nota Editorial” y

traducción al polaco Janusz Wojcieszak. (Ideas y Semblanza, 13). Varsovia, Polonia, CESLA /

Universidad de Varsovia, 2011, 81 págs.

Posibilitar otra vida transcapitalista. Universidad del Cauca /Centro de Investigación sobre

América Latina y el Caribe, UNAM. 2015, 198 págs.

Andrés Merejo (AM): Estudiando parte de tu obra, encontramos temas vitales para el filosofar de

estos tiempos globales, cibernéticos, transidos y perplejos, en los que el riesgo global como le

llama Uribe Beck, es parte de la era del cibermundo (La pandemia del covid-19 y el cambio

climático), en la que surgen nuevos movimientos sociales producto de las redes sociales del

ciberespacio frente al neoliberalismo y neopopulismo, en la crisis de la democracia

representativa por lo que se hace más imprescindible entender el contexto filosófico específico

como el filosofar latinoamericano, en cuanto ir un más allá en el abordaje de la filosofía de la

liberación, tal como se pensó en el siglo XX. ¿Cómo focalizas el panorama actual?

Horacio Cerutti Guldberg (HCG):

Sobreviviendo la pandemia del covid 19 a nivel mundial la cuestión se vuelve no sólo

importante, sino decisiva. ¿Cómo hacer para sobrevivir ya no sólo cada uno de nosotros, sino

conservar sana la vida del planeta como tal? Aquí la filosofía tiene que abordarse como lo he

propuesto en otros trabajos, como un esfuerzo a posteriori, vale decir, un filosofar que se

alimenta de otros saberes y no que presume ser ‘el único saber habido y por haber’. En realidad,

no es un ir más allá de los planteos de la Filosofía de la Liberación, sino retomar continuando el

modo como planteamos una de las versiones de las Filosofías para la Liberación. Proponíamos -y

no como simple anhelo, sino como urgencia ya en la década de los ‘70 del siglo pasado- una

liberación integral, que no quedara reducida al ámbito nacional, justamente porque advertíamos

que lo nacional estaba condicionado a lo mundial. Y esa liberación no podía ser entendida como

la ayuda a un conjunto de gente concebido como pueblo, sino como el avance decisivo del

conflicto entre clases sociales, incorporando también los embates a las restricciones de etnia, de

género, de espacios-tiempos, de creencias religiosas.


Indudablemente hoy, en medio de la pandemia y el encierro indispensable, aunque no garantice

nada, los avances tecnológicos los experimentamos todavía más para ponernos en contacto y

comunicación, sin contacto físico directo. Podemos hablar por todo el mundo, podemos conocer

al instante lo que ocurre, podemos impulsar buenas energías, podemos escucharnos y dialogar en

medio del caos. Claro que el cambio climático y la crisis ecológica están por encima del mismo

virus y sus avances destructivos constituyen una amenaza a toda forma de vida. Aquí es donde

debemos buscar y procurar inventar formas de solución que no sólo nos permitan vivir a

nosotros, sino que nos ayuden a garantizar la vida de las futuras generaciones. El diálogo inter-

generacional constituye un punto clave en todo esto. No basta con entendernos los de nuestra

generación, sino que debemos procurar un diálogo enriquecedor -acompañado de experiencias

compartidas- con las nuevas generaciones. Y en ese diálogo es menester tener claro que no

somos los mayores quienes más sabemos. Más bien, tenemos que buscar articular saberes

colectivos y con diversas características. Cuando abundamos en estas cuestiones, nos damos

cuenta que no son sólo cuestiones de hoy, sino que llevamos décadas arrastrándolas como

necesidades urgentes y, sin embargo, no hemos sabido llevarlas a cabo. Hay que abrir y construir

espacios de diálogo, de organización y de colaboración mutua.

(AM): El discurso filosófico tuyo se caracteriza por una articulación política, educativa, cultural

e histórica en relación a la filosofía de la liberación latinoamericana, lo que no significa

abandonar lo universal, en cuanto el pensar la tradición filosófica más allá de lo específico. En

esos temas se deja entrever la importancia de la filosofía como encuentro con el pasado

articulado con el presente, que es la manera de comprender en su justa dimensión filosófica la

propia filosofía.

¿Cómo definirías la filosofía?

(HCG): Hay que ser muy cuidadosos para evitar la soberbia y la prepotencia en cuanto a la

búsqueda del saber filosófico. Por eso, digo búsqueda, porque no es un saber que se posee, sino

un saber que se procura lograr. Y sigue siendo válido mi modo de entender la filosofía como lo
decía hace unos años: pensar la realidad, a partir de la propia historia, crítica y creativamente,

para transformarla. Vale decir, tenemos que entrenarnos en el ejercicio de filosofar para poder

entender nuestra realidad histórica (tal como la caracterizó con inmensa precisión Ignacio

Ellacuría, el jesuita asesinado con sus compañeros en El Salvador), buscando crítica y

creativamente cómo hacer para transformarla. Y esto de transformarla no es un interés de ahora,

sino que viene desde siempre. Los seres humanos hemos percibido este mundo en que nos

encontramos como algo a modificar, a perfeccionar, a transformar para permitir una vida digna y

plena a todas y a todos y al conjunto que nos rodea (madre tierra, naturaleza, cosmos). Por lo

tanto, filosofía no es un saber que brinda recetas o posee claves para entender todo lo habido y

por haber, sino que es -como filosofar- una búsqueda constante de otro mundo posible y más

adecuado.

Y ese esfuerzo de filosofar, como ya hemos comentado, tiene que alimentarse de otros saberes,

experiencias, sugerencias, etc. Para revisarlas y ver qué es lo que se acomoda a nuestra situación

actual y qué la distorsiona. Porque requerimos apreciarla tal como es.

(AM): En tu libro Filosofía de la liberación latinoamericana (1992), deja bien claro su

participación activa en ese movimiento en la década de los 70 y 80 del siglo XX, asumes una

postura crítica ante la corriente filosófica populista de esos tiempos, que se destaca en el

gobierno peronista de Argentina de los años 70. Es bueno señalar, que la obra que estudié, es la

segunda edición, ya que la primera fue en el 1983, y que, el texto constituye una interpretación,

síntesis y una ubicación puntual de la Filosofía de la liberación Latinoamericana, sin pretender

caer en la originalidad. En la presentación de ese texto, Leopoldo Zea, expresa críticamente el

abordaje de esta filosofía como simple instrumento ideológico y político, reivindicando, pues,

que: “La preocupación misma por la existencia de una filosofía latinoamericana es ya expresión

de esta anhelada filosofía. Sus respuestas forman el rico acervo que habla de la existencia de la

misma” (p.11). ¿Ha cuajado el filosofar latinoamericano, tal como lo llegó a pensar en el siglo

XX? ¿Ruptura o continuidad, ideología o filosofía en dicho filosofar?


(HCG): Mi libro surgió de unas experiencias complejas y entreveradas. La distancia y las

diversas situaciones a superar marcaron mi esfuerzo por esclarecer de qué estábamos hablando y

qué era lo que precisamente proponíamos. Vale decir, eso que terminó en tesis doctoral y en libro

publicado, comenzó como unas pequeñas anotaciones con vistas quizá a un artículo para

esclarecer de qué se estaba hablando en aquellos años de esas propuestas filosóficas y qué

coincidencias y diferencias había entre ellas. Cuando ya se había complicado muchísimo el

panorama en la Argentina después de la muerte de Perón, lo que quedaba era ver cómo ubicarse

frente a lo que se veía venir como golpe de estado militar y altamente represivo. Becado de

posgrado en la Fundación Bariloche, en el sur del país, después de haber tenido que dejar mi

puesto de profesor en la recientemente creada Universidad Nacional de Salta, en el norte, me

puse a hacer mis anotaciones a mano sobre estas cuestiones y a ir iniciando borradores a

máquina, como se escribía en ese tiempo. Buscando precisar bien los documentos y referencias

específicas para no promover más confusiones. Cuando vino el golpe de estado tuve que salir,

mejor dicho: logré salir del país, para dirigirme a Ecuador. Allí en la Universidad de Cuenca,

como profesor, seguí escribiendo mi trabajo y cuando caí en la cuenta ya era un libro de muchas

páginas. Tuve el privilegio de que lo revisara Claudio Malo y él me recomendó presentar el

trabajo como tesis doctoral, aceptando mi solicitud de que fuera él el director de la misma. Y

algo así como una semana antes de sustentar la tesis, tuvimos un importante encuentro

académico en la Pontifica Universidad Católica de Quito, cuyo rector era el Padre Hernán Malo,

hermano de Claudio, y allí me reencontré con Leopoldo Zea, a quien había conocido

personalmente en una visita que él hizo a Mendoza, cuando yo era dirigente estudiantil en la

Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Cuyo. Le pasé una copia de mi

texto y al día siguiente lo había leído todo y me tuvo en un intenso interrogatorio de más de tres

horas, preguntándome sobre aspectos específicos y pidiéndome precisiones donde no había

suficiente claridad. Después de ese tiempo me propuso publicar el texto en el FCE y, como joven

imprudente, le dije algo así como: sí, con una condición. ¿Cuál? Preguntó Leopoldo. Y contesté:

que Ud. le escriba un prólogo. Zea se mostró muy contento de poder hacerlo y me llevé ese gusto
inmenso para poder defender mi tesis en la siguiente semana en Cuenca, donde fui aprobado y

me recibí de Doctor. Recuerdo estas dimensiones no por afán de ‘egotismo’, sino porque indican

con claridad cómo el filosofar surge o, mejor dicho, se regenera y avanza en medio de difíciles y

complejas situaciones críticas. ¿De dónde apoyarse para situarnos adecuadamente en esa

coyuntura en que nos encontramos? De todo lo que nos pueda servir, venga de donde venga. Lo

importante es cómo lo adoptemos y adaptemos a nuestra situación específica, alejándonos de

puras repeticiones o ‘copismos’ de supuestos ‘modelos’ intocables. Y esto no es sólo del

filosofar nuestro americano, sino que lo podemos ir detectando en todos los esfuerzos efectuados

en el mundo desde que contamos con indicios.

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