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Mateo Polanco Bernal.

Universidad de los Andes


201327342 19/09/2016
Arquitectura. Arquitectura, cuerpo y percepción: Reseña 2

Aristóteles, Acerca del Alma

Aristóteles fue un filósofo de la antigua Grecia que escribió no solo de filosofía, sino que
también de estética, retorica, física, biología y astronomía entre otros. Entre tales textos, hoy
pretendo reseñar aquel que aborda la explicación del fenómeno de la vida en tanto, según
Aristóteles, esta se da únicamente en los seres que tienen alma. Ahora bien, Aristóteles
argumentará en este tratado que, a diferencia del planteamiento de sus predecesores, el alma
es el acto del que el cuerpo es potencia y por ende, está sujeta a la mortalidad de lo corpóreo.
Aunque tales términos resulten complicados y sus implicaciones no sean implícitas, la
intención de esta reseña es aclarar algunos argumentos del filósofo para invitar al lector a la
reflexión de las implicaciones del alma como entelequia y función del hombre. Para ello, se
abordaran inicialmente la relación entre el alma y los seres vivos y después se definirán,
según Aristóteles, las tres funciones del alma, para luego hablar específicamente del papel de
la facultad sensorial en la percepción humana del mundo material.

Primero es esencial desglosar los argumentos del filósofo en tanto nos sea pertinente, para
entender la relación vital entre el alma y el cuerpo. Así pues, es importante tener en cuenta
que Aristóteles obvia la existencia del alma, pues la problemática que aborda no está
relacionada con la existencia de esta o sus particularidades religiosas. El alma, para
Aristóteles es aquello que nos diferencia de los seres inertes, a saber, la acción. Por tanto,
siendo el alma el ser en acto de los seres vivos, el cuerpo es la materia de la cual depende el
alma para llevar su cometido a cabo. “En efecto, si el ojo fuera un animal, su alma sería la
vista. Esta es, desde luego, la entidad definitoria del ojo. El ojo, por su parte, es la materia de
la vista, de manera que, quitada ésta, aquél no sería en absoluto un ojo” (Aristoteles, 2010)
A esto añade que los cuerpos requieren del alma para actuar, y en tal medida son el ser en
potencia del alma. Lo que lleva finalmente a Aristóteles a una configuración del alma en
tanto esta es la entidad definitoria del cuerpo como lo es la forma a la materia.

Por otro lado, el filósofo griego introduce las distintas funciones del alma y su jerarquía
dentro de los seres vivos. Para ello define que el alma, como ser en acto, funciona en diferente
forma para todos los seres vivos, pues no todos poseemos las mismas facciones. Las tres
funciones que define en este tratado serán la de Nutrición, que la poseen todos los seres vivos,
la de Sensación, que la tienen todos los animales y por último la Inteligible, que es particular
de los seres humanos. De esta jerarquía en las funciones del alma, Aristóteles pretende
explicar las facultades de los seres vivos iniciando por las plantas que solo pueden nutrirse
para vivir, crecer y morir. Luego vienen los animales que, además de las facultades de las
plantas, son capaces de percibir el mundo de las formas sin la materia. Finalmente están los
hombres, que son capaces no solo de sentir y nutrirse, sino que también son capaces de
razonar y aplicar estas formas sentidas en razonamientos complejos. A tal respecto, y aunque
muy interesante, no vamos a entrar más a fondo pues, para el fin de la reflexión de esta reseña,
no hace falta ahondar más en el tema más allá de la diferenciación y jerarquización propuesta
por el filósofo.

Ahora bien, para llegar a la jerarquización de la que se habla en el anterior párrafo, Aristóteles
hace un recorrido por las diferentes facultades de los seres vivos y más específicamente por
la sensorial y la inteligible. Para ello, aborda un análisis de la sensación en general y luego
se enfoca en cada uno de los sentidos para finalmente encontrar aquello que les es común en
todos los sentidos. De tal forma define que lo sensorial “es la facultad capaz de recibir las
formas sensibles sin la materia al modo en que la cera recibe la marca del anillo sin el hierro
ni el oro” (Aristoteles, 2010), en donde es posible entender que lo sensorial no se limita a
solo percibir la materia circundante, sino que es susceptible de ser afectada al nivel del alma
entendida como forma y en cuanto a su cualidad. Además, deja la capacidad inteligible como
aquella que además de esto es capaz de imaginar, entender y razonar, sin dejar de lado el ser
en potencia, pues el cuerpo tiene la facultad motriz, distinta en cada ser vivo y determinante
del alma en tal sentido.

El texto es muy interesante en su planteamiento de lo sensitivo, pues, en mi opinión y a


manera de relacionarlo con la clase, no cae en el moderno pensamiento cartesiano que separa
lo sensorial de lo sensacional en tanto es el alma quien se ve afectada en la percepción de las
formas. Cabe concluir, entonces, que la visión de la fenomenología perceptual, planteada por
el filósofo, permite advertir de la sensibilidad del alma respecto a lo formal en la percepción
espacial y la relación directa entre las cualidades materiales de los objetos y el ser en acto del
arquitecto. Por tal motivo y para cerrar, a tal respecto Aristóteles advierte a los artistas y
arquitectos:

“Los excesos de los sensibles destruyen los órganos


de la sensación: en efecto, si el movimiento del órgano resulta
demasiado fuerte, desaparece la proporción idónea –y esto es
el sentido- al igual que desaparecen la armonía y el tono si se
pulsan violentamente las cuerdas.” (Aristoteles, 2010)

Bibliografía
Aristoteles. (2010). Acerca del Alma. (M. D. Boeri, Trad.) Buenos Aires: Colihue.

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