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Nueva Babel. El reino de lo urbano y la muerte de la ciudad.

Françoise Choay

Resumen

Choay expone cómo la ciudad europea ha cambiado en los últimos 150 años, desde la Ciudad Tradicional Preindustrial, pasando
por la última cara de la Urbanidad como la obra de Haussmann, hasta llegar a la Ciudad Global, donde la escala local y urbanidad
han desaparecido y ha dado paso a lo urbano indefinible e infinito, donde habita una sociedad que ha perdido el sentido a las
nociones de arraigo y pertenencia. El Paris de Haussmann culmina la ciudad tradicional preindustrial e inicia la aclamada urbanidad.
Aunque Haussmann pareciera no valorar la ciudad antigua a la cual demolió considerablemente, sí fue capaz de reconocer la
pequeña escala y vida social presente en el pasado y repotenciarla y aplicarla en la nueva Paris creando una nueva vida social donde
la urbanidad está presente en las aceras y jardines. Wagner y Cerdá meditaron en el ejemplo parisino y promovieron la misma
urbanidad en Viena y Barcelona, respectivamente.

Los planes de Wagner y Cerdá también incluían interesantes innovaciones respecto a su relación con el entorno y transformación
en el futuro. Otto proyectó un plan abierto al entorno y posibilitado a la expansión indefinida gracias las vías de comunicación.
Justificaba esta estrategia en la imposibilidad de predecir el futuro de la ciudad y de su cambiante sociedad. Por otra parte, Cerdá
propone un plan que establezca una relación entre el centro histórico y la región circundante, además este plan tiene la posibilidad
de extenderse infinitamente. Otros planes en el resto de Europa logran integrar la Urbanidad metropolitana de Haussmann con las
teorías modernas del siglo XX. En conclusión, en algunos lugares de Europa, la ciudad antigua y la Urbanidad persistían en los
procesos urbanos y ejercían una fuerte influencia.

Los primeros signos de desaparición de esta Urbanidad se vaticinaron con teorías urbanas como la Ciudad Lineal, la cual rompía el
esquema de aglomeración multidireccional con el objetivo de mejorar el transporte y comunicación de la clase obrera. Varios
teóricos soviéticos vieron una oportunidad para utilizar esta teoría y así llevar a cabo los ideales socialistas con el fin de lograr una
automatización y eficiencia industrial, como ocurre en una cadena de montaje. Sin embargo, serían los “desurbanistas” de los CIAM
quienes darían el golpe final. Ellos desintegraron la Urbanidad para reemplazarla por la funcionalidad mecánica de una ciudad en
la cual no hay vida social y la comunicación es interpretada solo como circulación. De este modo los CIAM reemplazaron los
procesos urbanos naturales de una ciudad con Urbanidad en la cual conviven las tradiciones y los nuevos sistemas, por objetos y
símbolos de modernidad vacíos, y actividades únicas y totalitarias. Aunque la Ciudad Jardín planteó vida social a través de
aglomeraciones de escalas pequeñas, tiene elementos y estrategias comunes con la Ciudad Lineal, por lo que se encuentra en un
punto medio en esta desintegración de la Urbanidad al ser un plan anacrónico y generar disfunciones.

La transformación de la ciudad debe ir acompañada de la implementación de las redes de comunicación y telecomunicaciones. La


estrategia de implementación fue anticipada por Gustavo Giovannoni, quien planteó que estas redes deben contemplar los lugares
de ocio y reposo, y que el estudio de los centros históricos dé claves para la estructuración de la escala de proximidad como principio
generador. Por ello es fundamental que el ingeniero y el arquitecto trabajen coordinadamente. La consolidación del cambio se
produjo por la implementación final de estas y otras innovaciones en los años 70. Esto ocasionó el aumento de velocidad en el
desplazamiento y la adquisición de información, y finalizó las restricciones espaciales de los antiguos asentamientos humanos. Esta
velocidad de circulación favoreció el desarrollo de dos tipos de ciudades: concéntricas, focalizadas en polos de atracción como las
metrópolis, o dispersas que provocan una desconcentración lineal. De esta manera ya no hay entidades urbanas finitas sino
urbanizaciones universales y difusas, pues el límite de la ciudad ya no es claro. Esta confusión física también está presente en la
relación de la “urbs” y “civitas”; la interacción entre los individuos resulta desfocalizada y la “civitas” no es determinable y ya no
se encuentra exclusivamente en la “urbs” o en un lugar definido.

Ante esta disyuntiva varios urbanistas y teóricos se muestran reacios a afrontar la realidad de las transformaciones y optan por un
urbanismo cosificador. No obstante, la sociología es fidedigna y concluye y reafirma a los espacios y escalas locales como los entes
que constituyen la base de la memoria colectiva y el cimiento del funcionamiento de la sociedad. Sin embargo, estos actores ya no
son aplicables a una sociedad global en la cual las nociones de arraigo y pertenencia han perdido el sentido. Esto se incrementa por
la arquitectura superficial que ya no se centra en el arte de construir ni en operar en el ámbito local, pues solo interpreta a la escala
local en términos de ordenación espacial.

En conclusión, la confusión de escalas suprime la escala local y por ende a la Urbanidad que Haussmann supo potenciar. Esta
Urbanidad es diferente a lo urbano ya que se centra en las relaciones sociales, y es evidente en la ciudad histórica, los campos y
escalas locales, por lo que debe integrarse y articularse a la nueva ciudad y no simplemente ser añadida por yuxtaposición.

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