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Génesis

En las sagradas escrituras el primer libro de Moisés se llama por su palabra inicial
"Bereshit" que significa "al comienzo." El nombre griego de este libro "Génesis" indica
su contenido.

La historia de los orígenes plantea una serie de interrogantes fundamentales para el


hombre: ¿cómo se originó el mundo? ¿qué relación existe entre el cielo y la tierra, entre
Dios y el hombre? ¿cuál es el sentido de la existencia humana? ¿cómo y por qué ha
entrado el mal en el mundo? Los once primeros capítulos del Génesis responden a estas
y otras cuestiones elementales de la vida. La descripción de la creación del mundo
persigue la finalidad religiosa y no científica: mostrar que Dios es la causa primordial de
todo lo existente. El mundo y todo lo que constituye el mismo, aparecido no
casualmente sino por la voluntad del creador. El hombre no es sólo un animal, él lleva
en sí el soplo Divino, su alma inmortal, a la semejanza de Dios. El hombre esta creado
para designios superiores, el perfeccionamiento en la virtud. El diablo es el causante de
la caída del hombre y la fuente del mal en el mundo. Dios siempre se preocupa por el
hombre y dirige su vida hacia el bien.

El libro fue escrito para dar al hombre la idea del origen del mundo, el comienzo de la
historia humana, ya que las tradiciones orales tienden a olvidarse, y además para
conservar en toda su pureza, las profecías primordiales sobre el Divino Salvador del
género humano, el Mesías.

En el libro del Génesis se puede percibir aún el eco de distintas voces. Son las voces de
varias generaciones: una larga tradición oral, que más tarde fue fijada por escrito, dando
como resultado el texto actual del libro. El lector atento puede descubrir en sus páginas
las huellas de diferentes autores y redactores. Puede ser éste un ejercicio interesante;
pero lo que más interesa es captar el mensaje de fe y esperanza en Dios, tal como lo
vivió y experimentó el antiguo pueblo de Dios. Fe y esperanza en un Dios que modela
al hombre a su imagen y semejanza; un Dios fiel a sus promesas, cuyo plan de salvación
abarca desde el principio hasta el final de los tiempos.

Todos los relatos del Génesis contenidos en 50 capítulos, pueden ser divididos en 3
partes: la primera cuenta el origen del mundo y la caída del hombre, la segunda relata la
historia de la humanidad antes y después del diluvio universal y la vida de Noé (4-11
cap.). La tercera contiene la historia de los tiempos patriarcales. De todos los pueblos de
la tierra, Dios eligió una familia, un hombre: Abrahán para hacer de él su propio pueblo,
en el que serían benditas todas las familias de la tierra (Gn 12-50) contiene la historia de
esta familia en tres generaciones: Abrahán, Isaac y Jacob. Estas historias muestran la
actuación de Dios: cómo ha ido preparando a su pueblo en orden a la salvación del
mundo. Los patriarcas testimonian la fe en este Dios, que acompaña, guía y salva al
hombre en su caminar.

Éxodo

El segundo libro de moisés, en las Sagradas Escrituras, se llama por sus palabras
iniciales: Elle Shemot = "estos son los nombres" de los hijo de Israel, quienes en el
tiempo de José se mudaron a Egipto. El nombre griego es Exodo, ya que relata
principalmente el éxodo de israelíes de Egipto en el tiempo del profeta Moisés.

La verificación histórica de este acontecimiento es confirmada por los antiguos


testimonios y nuevas investigaciones y descubrimientos en Egipto. El periodo de tiempo
que abarca el libro Éxodo se cuenta en varios centenares de años desde la muerte de
José hasta el nacimiento de Moisés. Moisés condujo al pueblo hebreo de Egipto, cuando
tenía 80 años. Al año siguiente él organizó el tabernáculo (una especie de tienda de
campaña que servía como templo portátil). Con este hecho termina el libro éxodo.

Es importante agregar aquí algunos datos históricos relacionados con el libro Éxodo.
José, fue vendido por sus hermanos a Egipto, cuando allí reinaba la dinastía de los
Hicsos o pastores (aproximadamente 2000 años antes de Cristo). Egipto se encontraba
en la cúspide del desarrollo y poder. El faraón reinante era probablemente Apofis. El
encumbró a José, quien salvó a los egipcios del hambre y también mostró una gran
benevolencia hacia la familia de José. Pero los principales nacionales egipcios se
reunieron en Tebas y paulatinamente expulsaron a los Hicsos. Luego reinó la 18°
dinastía con Amosis primero. Los nuevos gobernantes cambiaron su relación con los
hebreos. Comenzaron las persecuciones que luego se transformó en una pesada
esclavitud. Los nuevos faraones obligaron a los hebreos, como esclavos, a construir
ciudades. Al mismo tiempo existía el temor de que los hebreos se unan a las tribus
nómades, fronterizas, y arrebataran el poder a Egipto. El éxodo de hebreos corresponde
al periodo 1500-1400 a de Cristo. Probablemente reinaba entonces el faraón Totmes
cuarto.

El libro Éxodo fue escrito por Moisés en el desierto de Arabia (península de Sinaí)
después de recibir de Dios las leyes religiosas y civiles. Se escribió a medida que
Moisés recibía las revelaciones Divinas. El libro tiene dos partes: histórica y legislativa.
En su parte histórica cuenta los sufrimientos del pueblo hebreo en la esclavitud de
Egipto (cap. 1), luego se relatan los caminos de la providencia Divina en la vida de
Moisés, llamado por el Señor, para salvar al pueblo hebreo (cap. 2-4). Más adelante se
cuenta cómo el Señor preparaba a los hebreos para su liberación (cap. 5-11), su éxodo
de Egipto y la deambulación en el desierto hasta el monte Sinaí (cap. 12-18).

En la parte legislativa se dan las bases de la ley Sinaí (cap. 19) y también la lista de las
leyes religiosas y civiles reforzadas por la entrada de los hebreos en la Alianza con Dios
(cap. 20-25).

Israel descubrió a Dios en los acontecimientos históricos. Toda la exposición de su


historia está recorrida por la experiencia de Dios, a quien se considera motor de la
historia. Para Israel, el Señor es, ante todo, el Dios que le sacó de Egipto. La salida de
Egipto no es el resultado de una mera concatenación de circunstancias naturales, más o
menos extraordinarias, sino más bien la consecuencia de la intervención poderosa del
Señor. La liberación de Egipto es presentada como la gran acción del Señor. La alianza
y la ley se comprenden a la luz de estos acontecimientos histórico-salvíficos. A la
acción del Señor que salva ha de corresponder el compromiso de la alianza. La ley del
Señor es signo y expresión de la nueva vida de los liberados.

En el centro de esta historia, justo entre el Señor y el pueblo de Israel, destaca la figura
de Moisés. A la salida de Egipto, Moisés actúa como caudillo, siguiendo fielmente el
plan de salvación del Señor, para el que ha sido llamado. En la ratificación de la alianza
y en la transmisión de la ley, Moisés hace de mediador entre Dios y el pueblo. El
mensaje del Exodo sigue siendo vivo y actual para el nuevo pueblo de Dios, el pueblo
de la nueva alianza; un pueblo libre, en marcha hacia la ciudad futura y permanente (cf
He 13:14).

A pesar de los milenios que pasaron desde entonces, las leyes religiosas y morales del
libro Éxodo, no perdieron su fuerza. Por el contrario, Nuestro Señor Jesucristo, en Su
Sermón de la Montaña, nos enseña a comprenderlos más plena y profundamente. Las
leyes civiles y litúrgicas del Exodo y otros libros de Moisés, en el tiempo de Nuevo
Testamento, perdieron su obligatoriedad y fueron cancelados por los Apóstoles en el
Concilio de Jerusalén (cap. 15 de Hechos).

Libros Levítico y Números

El tercer libro de moisés fue intitulado en tiempos antiguos con la palabra "Vaiikra,"
que significa, "y llamó" Dios a Moisés al Tabernáculo para que reciba las leyes
levíticas. El nombre griego de este libro es "libro levítico" ya que contiene la serie de
leyes sobre los servicios de los descendientes de Leví (uno de los hijos de Jacob) en el
templo del Antiguo Testamento.

El culto israelita, es la expresión de su fe en el Dios que ha sacado a Israel de Egipto y


qué ha entablado con él una alianza en el Sinaí. El Señor libró a Israel de las ataduras
del Faraón para hacer de él un pueblo consagrado a su servicio. De una servidumbre,
forzada, a un servicio libre. En la alianza, Israel pasa a ser el pueblo de Dios, un pueblo
separado y apartado de los demás, para que pueda entrar más fácilmente en comunión
con el Señor. En la óptica del Levítico, el culto se presenta como la forma más
apropiada para entrar en contacto con él Señor, para vivir en comunión con él.

La comunión con el Señor debe ser la meta de toda celebración litúrgica. Los diversos
tipos de sacrificios (cc. 1-7) ofrecidos por los sacerdotes levitas (cc. 8-10) son siempre
un intento del hombre por entrar en relación más estrecha con la divinidad. Dado que el
Levítico se escribe en un momento en, que Israel toma, clara conciencia de sus pecados,
se explica su particular insistencia en el valor reconciliador de los sacrificios. En este
sentido, la celebración más importante es la del Yom kippur, o gran día dé la expiación,
y del perdón (c. 16), en el que el pueblo se reconciliaba plenamente con e1 Señor. Las
leyes sobre la pureza-impureza (cc. 11-15) cobran sentido a la luz de la misma
concepción básica. Se ha de evitar cualquier impureza que comprometa las relaciones
del hombre con Dios. La ley de santidad (cc. 17-27) gira sobre el mismo quicio. Puesto,
que el Señor es santo, el pueblo por él escogido ha de ser santo. La santidad exige
separación de todo lo profano y consagración al servicio del Señor.

Esto implica el cumplimiento fiel de la voluntad divina, evitando todo lo que física o
moralmente pueda alejar al pueblo de Dios.

Con su forma de entender el pecado y la reconciliación mediante el sacrificio, el libro


del Levítico pone las bases para asentar y comprender la obra de Cristo, sumo
sacerdote, quien con el sacrificio de sí mismo asegura al hombre el acceso a Dios, la
definitiva comunión con él.

El cuarto libro de Moisés se intitulaba con la palabra inicial "Via-edavver" = "y dijo" el
Señor a Moisés sobre el recuento del pueblo israelí. Los griegos llamaron a este libro
"Números," ya que este comienza con el recuento del pueblo hebreo. Además del valor
histórico del relato de ambulación de hebreos en el desierto, el libro "Números"
contiene numerosas leyes parcialmente nuevas y en parte ya conocidas de los libros del
Éxodo y Levítico, pero reiteradas por necesidad. Estas leyes y ceremonias ya perdieron
su importancia en los tiempo del Nuevo Testamento. Como explica el apóstol Pablo en
su Epístola a los Hebreos, los sacrificios del A.T. son símbolos del Sacrificio Salvador
de Gólgota de Nuestro Señor Jesucristo. Sobre este tema escribe Isaías en el capítulo 54
de su libro.

Las historias expuestas en el libro de los Números pertenecen a un período del desierto
en el que se pueden distinguir tres estaciones principales, correspondientes a cada una
de las tres secciones del libro. La historia comienza en el desierto del Sinaí, con una
serie de disposiciones y medidas antes de partir (cc. 1:1-10). La segunda sección (cc.
10:11-20:13) tiene como punto neurálgico Cades, donde el pueblo pasó gran parte de su
estancia en el desierto. Finalmente, los cc. 20:14-36:13 se desenvuelven en las cercanías
de la tierra prometida, al este del Jordán.

La estancia en el desierto ha significado para Israel una experiencia religiosa


extraordinaria, rica en lecciones no sólo para sus protagonistas, sino también, para las
sucesivas generaciones. En su marcha por el desierto, Dios acompaña y guía a su
pueblo, pero sin privarle de la búsqueda, sin coartar la libertad y la iniciativa humana.
En cada momento, Israel tiene que decidir responsablemente. La actitud del pueblo
contrasta continuamente, con la del Señor. Israel se niega a caminar, se enfrenta a sus
jefes y ofrece resistencia al plan salvífico de Dios. El Señor castiga a los rebeldes, pero
nunca abandona a su pueblo ni deja en su plan de salvación.

El período del desierto es un tiempo de purificación y de maduración. La experiencia


del desierto educa y forma al pueblo, ayudándole a crecer y preparándole para la etapa
definitiva, que orienta y da sentido a su marcha: la vida en la tierra prometida. En su
avance hacia esta meta, el pueblo tiene que superar muchas tentaciones. Son las mismas
que frenan a cada hombre en su ascensión hacia la meta final. También el hombre de
hoy puede verse reflejado en esta experiencia histórica del pueblo de Dios.

Deuteronomio

El quinto libro de moisés se intitulaba, en tiempos antiguos con la palabras: "Elle-


gaddebarim" = "estas son las palabras." En griego se llaman, según su contenido,
Deuteronomio, ya que en forma abreviada repite la lista de leyes del Antiguo
Testamento. Además, este libro agrega algunos detalles a los acontecimientos relatados
en los libros anteriores.

En el primer capítulo del Deuteronomio se cuenta cómo Moisés comenzó a explicar la


ley de Dios en la tierra Moavita, al otro lado de Jordán, en la planicie en frente a Suf. La
distancia era de 11 días de camino desde Horeb. Acontecía esto en el primer día del
décimo primer mes, a los 40 años del éxodo de Egipto.

Hacia el final de la vida de Moisés, casi no quedaba nadie de los que escucharon la ley
Divina en el Sinaí y en la Tierra Prometida debía entrar la nueva generación, nacida en
el desierto. Moisés, velando por la conservación de la verdadera adoración de Dios en el
pueblo israelí, antes de su muerte resolvió reunir la Ley de Dios en un libro. En este
libro, Moisés, con amenazas y promesas de recompensas, quería fijar lo más
profundamente en los corazones de la nueva generación israelí la decisión de seguir por
el camino de servicio de Dios.

Desde el punto de vista teológico, el Deuteronomio es uno de los libros más ricos del
Antiguo Testamento. Cinco grandes temas se dan cita en él: un Dios, un pueblo, una
tierra, una ley, un santuario. Éstos, a su vez, atraen a otros: elección, alianza, bendición,
maldición, etcétera.

La idea de un Dios se da la mano con la de un pueblo. El Señor es el Dios de Israel, y


éste, el pueblo de Dios. La unidad de Dios, solemnemente proclamada desde el
principio, constituye el dogma principal (6:4). De entre todos los pueblos, el Señor
eligió a Israel como pueblo de su propiedad (7:6). Tal elección crea lazos especiales
entre los dos. Israel tiene que amar al Señor, alabarle y reconocerle como a su Dios. Se
exige de Israel un amor total y exclusivo, que implica una separación de las otras
naciones Israel no puede portarse como ellas, pues es un pueblo santo y consagrado al
Señor. Los israelitas son hijos de Dios y hermanos entre sí.

De Dios le vienen a Israel los bienes que posee. La tierra figura como el más
importante. Tanto su conquista como la fuerza para trabajarla y adquirir sus riquezas
proceden del Señor, no de Israel ni de los otros dioses o pueblos. Por esto, Israel no ha
de vanagloriarse; pero tampoco ha de temer, sino tan sólo confiar en el Señor. La tierra
de Canaán es una tierra buena (8:7 ss). Contrasta con la de Egipto y con el desierto.
Egipto era una tierra de servidumbre; la de Canaán es de señorío (6:10-11:10). El
desierto era un sequedal, sin una gota de agua, mientras que en Canaán abundan las
fuentes y veneros. La tierra prometida es, en fin, "una tierra que mana leche y miel."
Asentado en esta tierra, el pueblo necesita una ley para vivir en sociedad. Ser fieles a la
ley equivale a ser fieles al Señor. Observar los mandamientos es tanto como temer al
Señor, amarle y servirle (10:12 ss). Del cumplimiento de las leyes depende la vida y la
bendición del pueblo (c. 28).

La unidad de Dios lleva, en última instancia, a la unidad del santuario (c. 12). La
centralización del culto forma parte del capital más valioso y original del libro del
Deuteronomio. Se pide a Israel que destruya los lugares de culto y que adore al Señor en
el lugar que él eligiere para hacer habitar allí su nombre.

I. Nombre

Si bien no se sabe a ciencia cierta si la palabra originalmente era un adjetivo


calificativo, referido al nombre omitido de biblos, o un sustantivo, literalmente significa
“cinco cajas” y aparentemente se refiere a las fundas o cajones en los que se guardaban
los diversos rollos o volúmenes. Tampoco se ha establecido claramente en qué preciso
momento se dividió la primera parte de la Biblia en cinco libros. Algunos datan la
división en algún momento anterior a la traducción de los Setenta; otros la atribuyen a
los autores de dicha traducción. San Jerónimo opinaba (Ep. 52, ad Paulin., 8; P.L.,
XXII, 545) que ya san Pablo había aludido a esa división en cinco libros en I Cor 14,
19. Y también Filón y Josefo estaban familiarizados con ella ("De Abrahamo", I; "Cont.
Apion.", I, 8). Pero por más antigua que haya sido la costumbre de dividir la porción
inicial del Antiguo Testamento en cinco partes, los primeros judíos no tenían ningún
nombre para referirse a esa separación. A esa parte de la Biblia la llamaban hattorah (la
Ley), o torah (Ley), o sepher hattorah (libro de la Ley), a causa del naturaleza de su
contenido (Jos 8, 34; 1, 8; I Esdr 10, 3; II Esdr 8, 2, 3, 14; 10, 35, 37; II Par 25, 4).
También la llamaban torath Mosheh (Ley de Moisés), sepher Mosheh (libro de Moisés),
sepher torath Mosheh (libro de la Ley de Moisés), por causa de su autor (Jos 8, 31-32;
23, 6; I Re 2, 3; II Re 14, 16; 23, 25; Dan, 9, 11; I Esdr 3, 2; 6, 18; II Esdr 8, 1; 13, 1;
etc.). Por último, el origen divino de la ley mosaica queda implícito en los nombres: Ley
de Yahve (I Esdr 7, 10), Ley de Dios (Jos 24, 26), Libro de la ley de Yahve (II Par 17,
9), Libro de la ley de Dios ( Jos 24, 26). La palabra ley, de las expresiones anteriores,
fue traducido por los Setenta como nomos, con y sin artículo. El Nuevo Testamento se
refiere a la ley mosaica de varios modos: la Ley (Mt 5, 17; Rom 2, 12; etc.); la ley de
Moisés (Lc 2, 22; 24, 44; Hech 28, 23); el libro de Moisés (Mc 12, 26), o simplemente,
Moisés (Lc 24, 2; Hech 15, 21). Incluso el Talmud y otros escritos rabínicos llaman “el
Libro de la Ley” a la primera parte de la Biblia, mientras que en arameo se le conoce
sencillamente como “Ley” (cf. Buxtorf, "Lexicon Chaldaicum Talmudicum
Rabbinicum", 791, 983; Levy, "Chaldaisches Worterbuch", 268, 16; Aicher, "Das Alte
Testament in der Mischna", Friburgo, 1906, p. 16).

El nombre griego pentateuchos, que implica una división de la Ley en cinco partes,
aparece por primera vez alrededor de los años 150-175 d.C. en las cartas del
valentiniano Ptolomeo a Flora (cf. San Epifanio, "Haer.", XXXIII, IV; P.G., XLI, 560).
Se suponía que existía una mención anterior del nombre en un pasaje de Hipólito, donde
el Salterio es llamado kai auto allon pentateuchon (cf. Edición de De Lagarde, Leipzig y
Londres, 1858 p. 193), pero se ha descubierto que el pasaje pertenece a Epifanio (cf.
"Hippolytus" in "Die griechischen Schriftsteller der ersten drei Jahrhunderte", Leipzig,
1897, t. I, 143). El nombre es utilizado de nuevo por Orígenes (Comment. in Ev. Jo., t.
II; P.G., XIV, 192; cf. P.G., XIII, 444), san Atanasio (Ep. ad Marcellin., 5; P.G.,
XXVII, 12), y varias veces por san Epifanio (De mensur. et ponderib., 4, 6; P.G., XLIII,
244). En latín, Tertuliano usa la forma masculina Pentateuchus (Adv. Marcion., I, 10;
P.L., II, 257), mientras que san Isidoro de Sevilla prefiere el neutro Pentateuchum
(Etym. VI, ii, 1, 2; P.L., LXXXII, 230). Se han utilizado formas análogas: Octateuco,
Heptateuco y Hexateuco, para referirse, respectivamente, a los primeros ocho, siete y
seis libros de la Biblia.

Los escritores rabínicos adoptaron la expresión “los cinco quintos de la Ley” o, más
sencillamente, “los cinco quintos”, para señalar los cinco libros del Pentateuco.

Tanto los judíos palestinos como los alejandrinos tuvieron distintos nombres para cada
uno de los cinco libros del Pentateuco. En Palestina, las palabras iniciales de cada uno
de los varios libros servía como su título. De ahí tenemos los nombres bereshith,
we’elleh shemoth o simplemente shemoth, wayyiqra, wayedhabber, y elleh haddebarim
o simplemente debarim. Si bien esos eran los títulos hebreos ordinarios de los libros
consecutivos del Pentateuco, algunos escritores rabínicos denominan a los tres últimos
de acuerdo a sus contenidos. Llamaban al tercero torath kohanim, o ley de los
sacerdotes; al cuarto, homesh happiqqudhim, o libro del censo; al quinto, mishneh
torah, o repetición de la Ley. Los judíos alejandrinos derivaron los nombres griegos de
los cinco libros de los contenidos de la totalidad o del inicio de cada división. De ese
modo, el primer libro se intitula Genesis kosmou o simplemente Genesis; el segundo,
Exodus Egyptou o Exodus; el tercero, Leueitikon; el cuarto, Arithmoi; y el quinto,
Deuteronomion. Esos nombres pasaron de los Setenta a la Vulgata Latina y de ahí a la
mayor parte de las traducciones de ésta. Arithmoi, sin embargo, fue remplazado por su
equivalente latino, Numeri, mientras que los demás retuvieron su forma original.

II. Analisis

Los contenidos del Pentateuco son parte de carácter histórico, parte de carácter legal.
Nos dejan conocer la historia del pueblo escogido desde la creación del mundo hasta la
muerte de Moisés, y nos familiarizan también con la legislación religiosa y civil de los
israelitas durante la vida de su gran legislador. El Génesis puede ser considerado como
la introducción a los otros cuatro libros. Contiene la historia primitiva hasta el momento
de la preparación de Israel para salir de Egipto. El Deuteronomio, que consiste
primordialmente de discursos, es prácticamente una compilación sumarizada de la
legislación mosaica y también concluye la historia del pueblo bajo el liderazgo de
Moisés. Los tres libros siguientes describen la vida errante de Israel en el desierto y los
sucesivos decretos legales. Cada una de esas tres grandes divisiones tiene su propia y
peculiar introducción (Gn 1, 1- 2, 3; Ex 1, 1-1, 7; Deut 1, 1-5), y dado que es su
contenido lo que distingue a Levítico de Números, para no mencionar las terminaciones
literarias del tercer y cuarto libros (Lev 27, 34; Num 26, 13), la forma actual del
Pentateuco manifiesta tanto una unidad literaria como una división en cinco partes
menores.

A. Génesis

El libro del Génesis prepara al lector para la legislación pentatéutica. Nos narra cómo
Dios escogió a una familia particular para guardar su revelación, y cómo entrenó al
pueblo escogido para cumplir esa misión. Siguiendo la naturaleza de su contenido, el
libro consiste de dos partes algo disparejas. Los capítulos 1-11 detallan las
características de una historia general, mientras que los capítulos 12 - 50 contienen la
historia peculiar del pueblo escogido. Gracias a un artificio literario, cada una de esas
partes se subdivide en cinco secciones que varían en extensión. Las secciones son
introducidas por la frase elleh tholedhoth (estas son las generaciones) o su variante zeh
sepher toledhoth (este es el libro de las generaciones). “Generaciones” es sencillamante
el significado etimológico del hebreo toledhoth; en ese contexto, esa fórmula
difícilmente puede significar un árbol o listado genealógico, pues no está ni antecedida
ni seguida de tales listas. Las historias orientales generalmente inician con registros
genealógicos, y en cierta medida consisten en esos registros, por lo que uno
naturalmente interpreta la fórmula mencionada arriba, o su variante, como si
significaran “esta es la historia” o “este es el libro de la historia”. En dichas frases
“historia” no debe ser entendida como una narración apoyada en el folklore, como cree
el P. Von Hummelauer ("Exegetisches zur Inspirationsfrage, Biblische Studien",
Friburgo, 1904, IX, 4, pp. 26-32), sino como un registro basado en genealogías. Aún
más, frecuentemente la fórmula introductoria hace referencia a alguna característica
sobresaliente de la sección que le antecede, formando así una transición y conexión
entre partes sucesivas. Gn 5, 1, por ejemplo, se refiere a Gn 2, 7 ss. ; 6, 9 a 5, 29 ss. y 6,
8; 10, 1 a 9, 18-19, etc. Por último, el autor sagrado trata brevemente sobre las familias
o tribus no escogidas y siempre las considera antes que a la rama escogida de la familia.
Trata a Caín antes de hablar de Set; a Cam y Jafet antes que a Sem; el resto de la
posteridad de Sem antecede a Abraham; Ismael va antes de Isaac; Esau antes de Jacob.

Teniendo en mente esos datos generales de los contenidos y la estructura literaria del
Génesis, fácilmente podremos entender el siguiente cuadro analítico.

Introducción (Gn 1,1- 2,3)- Consiste en el Hexameron (el relato de los seis días de la
creación). Enseña el poder y la bondad de Dios según se manifiesta en la creación del
mundo y en la dependencia de la creaturas del dominio del Creador.

Historia general (2,4- 11, 26)- El hombre no reconoció su dependencia de Dios. Como
resultado, Dios deja a los desobedientes al amparo de sus propios recursos y se escoge a
una familia o a un individuo como depositario de su revelación.

Historia del Cielo y de la Tierra (2, 4 - 4, 26)- Aquí tenemos la historia de la caída de
nuestros primeros padres, 2, 5- 3, 24; del fratricidio de Caín, 4, 1-16; la posteridad de
Caín y su eliminación, 4, 17-26.

Historia de Adán (5, 1- 6,8)- El autor enumera a los setitas, otra línea de descendientes
de Adán, 5, 1-32, pero muestra que ellos también se corrompieron de tal modo que
exclusivamente uno de ellos encontró gracia ante Dios, 6, 1-8.

Historia de Noé (6,9 – 9, 29)- Ni el diluvio que destruyó a toda la raza humana,
excepción hecha de la familia de Noe, 6, 11 – 8, 19, ni la alianza de Dios con Noé y sus
hijos, 8, 20- 9, 17, logró el arrepentimiento de la familia humana, y sólo uno de los hijos
de Noé fue elegido como portador de las bendiciones divinas, 9, 18-29.

Historia de los hijos de Noé (10,1 – 11,9)- El orgullo de la posteridad de los hijos no
elegidos, 10, 32, trajo un nuevo castigo a la raza humana, 11, 9.

Historia de Sem (11, 10- 26)- La posteridad de Sem es enumerada hasta Téraj, el padre
de Abraham, por cuya descendencia serán benditas todas las naciones de la tierra.

Historia especial (11,27-50,26)- El autor inspirado describe aquí la providencia especial


que obraba sobre Abraham y sus descendientes, quienes en Egipto llegaron a ser un
gran pueblo. Al mismo tiempo, elimina a los hijos de Abraham que no son hijos de la
promesa de Dios. Esto demuestra a los israelitas que la simple descendencia carnal de
Abraham no basta para hacer a un verdadero hijo de Abraham.

Historia de Téraj (11, 25- 25, 11)- Esta sección narra la llamada de Abraham, su
transmigración a Canaan, su alianza con Dios y Sus promesas.

Historia de Ismael (25, 12- 28)- Esta sección elimina las tribus que nacen de Ismael.

Historia de Isaac (25, 19- 35, 29)- Tenemos aquí la historia de los hijos de Isaac, Esau y
Jacob.
Historia de Esaú (36,1- 37,1)- El autor sagrado proporciona una lista de la posteridad de
Esaú; no pertenece al pueblo escogido.

Historia de Jacob (37,2-50,26)- La parte final del Génesis nos habla del destino de la
familia de Jacob hasta la muerte del Patriarca y de José.

Lo que se ha dicho muestra un plan uniforme en la estructura del Génesis, al que


algunos estudiosos prefieren llamar “esquematismo”. (I) La totalidad del libro está
dividida en 10 secciones. (II) Cada sección es iniciada por la misma fórmula. (III) Las
secciones están organizadas según un plan definido, con la historia de las ramas
laterales precediendo siempre a las partes correspondientes de la línea principal. (IV) Al
interno de las secciones, la fórmula introductoria o el título son generalmente seguidos
de una breve descripción de algún detalle significativo de la sección precedente, dato
que ya fue notado y explicado por autores tales como Rábano Mauro (Comment. In
Gen., II, XII; P.G., CVII, 531-2), pero que ha sido desviado por críticos más recientes
para formar un argumento a favor de la diversidad de fuentes. (V) La historia de cada
patriarca nos habla del desarrollo de su familia durante su vida, mientras que la
descripción de su vida propiamente dicha varía en extensión de una cuantas líneas a
narraciones más largas. (VI) Cuando la vida del patriarca es descrita en mayor detalle, la
narración termina en forma casi uniforme, indicando la duración de su vida y su
sepultura entre sus ancestros (cf. 9, 29; 11, 32; 25, 7; 35, 28; 47, 28). Un plan así de
definido muestra que el libro fue escrito con un objetivo a la vista y según una
organización preconcebida. Los críticos atribuyen ese orden al “redactor” final del
Pentateuco, quien adoptó, según esa opinión, el marco genealógico y el “esquematismo”
del código sacerdotal. Posteriormente se analizará el valor de tales opiniones. Por el
momento, bástenos saber que hay una unidad notable a través de libro del Génesis (cf.
Kurtrz, "Die Einheit der Genesis", Berlín, 1846; Delattre, "Plan de la Genèse" en
"Revue des quest. hist.", Julio, 1876; XX, pp. 5-43; Delattre, "Le plan de la Genese et
les generations du ciel et de la terre" en "La science cath.", 15 Oct., 1891, V, pp. 978-
89; de Broglie, "Etude sur les genealogies bibliques" en "Le congres scientif. internat.
des catholiques de 1888", París, 1889, I, pp. 94-101; Julian, "Etude critique sur la
composition de la Genese", Paríis, 1888, pp. 232-50).

B. Exodo

Después de la muerte de José, Israel llegó a ser un pueblo y su historia ya no trata de


meras genealogías, sino del desarrollo nacional y religioso del pueblo. Las diferentes
leyes fueron promulgadas como lo iba exigiendo la ocasión, por lo que ellas están
íntimamente relacionadas con la historia del pueblo, y los libros pentatéuticos en las que
quedaron registradas están correctamente categorizados dentro de los libros históricos
de la Escritura. Solamente el libro tercero del Pentateuco muestra signos de ser un
código de leyes. El libro del Exodo consiste en una breve introducción y tres partes
principales:
Introducción (1,1-7)- Es un breve resumen de la historia de Jacob que conecta el
Génesis con el Exodo y sirve, al mismo tiempo, de transición del primero a este último.

1. Primera parte (1, 8-13, 16)- Trata de los eventos que antecedieron y prepararon la
salida de Israel de Egipto.
a. Ex 1, 8-2, 25: Los israelitas son oprimidos por un nuevo faraón “que no conocía a
José”, pero Dios les prepara un libertador en la persona de Moisés.
b. Ex 3, 1- 4, 31: Moisés es llamado a liberar a su pueblo. Su hermano Aarón es
designado para acompañarlo; la recepción que les dan los israelitas.
c. 5, 1- 10, 29: Faraón se niega a escuchar a Moisés y Aarón; Dios renueva su promesa;
genealogías de Moisés y Aarón; las primeras nueve plagas no alcanzan a mover el
corazón de Faraón.
d. 11, 1- 13, 16: La décima plaga consiste en la muerte de los primogénitos; Faraón deja
salir al pueblo; ley de la celebración de la Pascua en memoria de la liberación de Egipto.

2. Segunda parte (13, 17- 18, 27)- Viaje de Israel al Monte Sinaí y milagros que
preparan al pueblo para la ley sinaítica.

a. 13, 1- 15, 21: Guiados y protegidos por una columna de nube y fuego, los israelitas
cruzan el Mar Rojo, pero los perseguidores egipcios perecen en las aguas.
b. 15, 22- 17, 16: La ruta de Israel pasa por Sur, Mara, Elim, Sin, Refidim. En Mara las
aguas amargas se vuelven dulces. En el desierto de Sin, Dios les manda codornices y
maná a los hijos de Israel; en Refidim, Dios les da agua de la roca y vence a Amalec por
la oración de Moisés.
c. 18, 1-27: Jetro visita a su familia, y a sugerencia suya, Moisés instituye jueces para el
pueblo.

3. Tercera parte (19,1- 40, 38)- Conclusión y renovación de la alianza del Sinaí. A partir
de aquí el Exodo adopta carácter de código legal.

C. Levitico

El Levítico, llamado por los autores rabínicos “Ley de los sacerdotes” o “Ley de los
sacrificios”, contiene una colección casi completa de las leyes referentes el ministerio
levítico. Si bien no están codificadas en un orden lógico, podemos distinguir, sin
embargo, ciertos grupos de normas que tratan el mismo asunto. El libro de Exodo
muestra lo que Dios ha hecho y continúa haciendo a favor de su pueblo; el Levítico
prescribe lo que el pueblo debe hacer por Dios y cómo debe hacerse aquél merecedor de
Su presencia constante.

1. Parte primera (1, 1- 10, 20)- Deberes de Israel hacia Dios, que vive en medio de ellos.

a.1, 1- 6, 7: Se enumeran los diferentes tipos de sacrificios y se describen sus rituales.


b. 6, 8 – 7, 36: Se establecen los derechos y deberes de los sacerdotes, los oferentes
oficiales de los sacrificios.
c. 8, 1 –10, 20: Son consagrados los primeros sacerdotes e iniciados en su función.

2. Parte segunda (11, 1- 27, 34)- La pureza legal exigida por la presencia divina.

a. 11, 1- 20, 27: Todo el pueblo debe ser legalmente limpio; las diversas formas por las
que se debe conservar la limpieza; a la limpieza externa debe añadirse la interna.
b. 21, 1- 22, 33: Los sacerdotes deben sobresalir en cuanto a pureza interior y exterior.
Por ello deben observar normas especiales.
c. 23, 1- 27, 34: Las demás leyes, y también las promesas y amenazas hechas para
motivar a la observancia y disuadir de la violación de las leyes, pertenecen tanto a los
sacerdotes como al pueblo.

D. Números

Este libro a veces llamado “En el desierto” por algunos escritores rabínicos porque
cubre prácticamente la totalidad de la vida de Israel en el desierto. Su narración
comenzó en el Exodo pero quedó interrumpida por la legislación sinaítica. Números
asume la narrativa a partir del primer mes del año segundo y la continúa hasta el mes
undécimo del cuadragésimo año. Pero este perído de 38 años es tocado brevemente;
sólo se mencionan el inicio y el fin, pues este espacio de tiempo fue ocupado por la
geneación de israelitas que habían sido condenados por Dios.

Primera Parte (1, 1- 14, 45)- Resumen de los acontecimientos anteriores al rechazo de la
generación rebelde, especialmente durante los dos primeros meses del segundo año. El
escritor invierte el orden cronológico de esos dos meses para no interrumpir la
descripción de la errática ruta del pueblo con la descripción de los censos, la
organización de las tribus y los deberes de las varias familias de levitas, todas ellas
cosas que acontecieron durante el segundo mes. Así que el autor comienza dejando
asentado lo que había permanecido invariable a través de la vida en el desierto y
después retorna a los viajes desde el primer mes del segundo año.

a. 1, 1 – 4, 27: Se elabora un censo, las tribus quedan organizadas según el orden


debido, se definen las tareas de los levitas, se promulgan los reglamentos referentes a la
limpieza en el campamento.
b. 7, 1 – 9, 14: Los acontecimientos del primer mes: ofrecimiento de los jefes durante la
dedicación del tabernáculo; consagración de los levitas y duración de su ministerio;
celebración de la segunda Pascua.
c. 9, 15- 14, 45: Señales para demontar el campamento; el pueblo abandona el Sinaí el
vigésimo segundo día del segundo mes y viaja rumbo a Cades en el desierto de Parán;
acosados por la fatiga, el hambre de carne, etc., murmuran contra Moisés; engañados
por espías desleales, se niegan a entrar en la Tierra Prometida y como consecuencia
Dios rechaza a toda esa generación.

2. Segunda parte (15, 1- 19, 22)- Acontecimientos relativos a la generación rechazada.

a. 15, 1- 41: Algunas leyes relativas a los sacrificios; la no observancia del Sábado es
castigada con la muerte; la ley de los flecos en los vestidos.
b. 16, 1- 17, 13: El cisma de Coré y sus seguidores; su castigo; el sacerdocio es
confirmado a Aarón a través del báculo florido que se conserva como recuerdo en el
tabernáculo.
c. 18, 1- 19, 22: Los derechos de los sacerdotes y levitas; su porción; la ley del sacrificio
de la vaca roja y la expiación con agua.

3. Tercera parte (20, 1- 36, 13)- Historia del viaje desde el primero al undécimo mes del
cuadragésimo año.

a. 20, 1- 21, 20: Muerte de Miriam, hermana de Moisés; de nuevo Dios da agua de la
roca al pueblo que murmura, pero niega la entrada a la Tierra Prometida a Aarón y
Moisés a causa de sus dudas; Aarón muere mientras el pueblo rodea las montañas de
Idumea; los descontentos son castigados con serpientes venenosas.
b. 21, 21- 25, 18: Es capturada la tierra de los amorreos; los moabitas en vano intentan
destruir a Israel a causa de la maldición de Balaam; los madianitas conducen al pueblo a
la idolatría.
c. 26, 1- 27, 23: Se lleva a cabo un nuevo censo orientado a dividir la tierra; la ley de
herencia; Josué es designado sucesor de Moisés.
d. 28, 1- 30, 17: Se reiteran y completan algunas leyes relativas a los sacrificios, votos y
fiestas.
e. 31, 1- 32, 40: Luego de la victoria sobre los madianitas, se entrega el territorio de la
otra rivera del Jordán a las tribus de Rubén y Gad, y a la mitad de la tribu de Manasés.
f. 33, 1-40: Lista de campamentos del pueblo de Israel durante su travesía por el
desierto.
g. 33, 50- 36, 13: Orden de acabar con los cananeos; límites de la Tierra Prometida y
nombres de los varones que habrían de dividirla; ciudades levíticas y de refugio; ley
relativa al asesinato; ordenamiento relativo al matrimonio de las herederas.

E. Deuteronomio

El Deuteronomio es una repetición y explicación parcial de la legislación anterior y una


urgente exhortación a ser fieles a ella. El cuerpo principal del libro consiste de tres
discursos pronunciados por Moisés al pueblo en el mes undécimo del cuadragésimo
año. Dichos discursos están antecedidos por una breve introducción y seguidos por
varios apéndices.
Introducción (1, 1-5)- Breve indicación del contenido del tema, tiempo y lugar de los
discursos consecuentes.

1. Primer discurso (1, 6- 4,40)- Se enumeran los beneficios de Dios y se exhorta al


pueblo a observar la ley.

a. 1, 6- 3, 29: Se recuerdan los principales acontecimientos de la vida en el desierto


como señales de la bondad y justicia de Dios.
b. 4, 1-40: De lo anterior se deduce que se debe guardar la alianza con Dios. Como un
paréntesis, el autor sagrado añade aquí (1) el nombramiento de tres ciudades de refugio
al otro lado del Jordán, 4, 41-43; (2) un preámbulo histórico que nos prepara para el
segundo discurso, 4, 44-49.

2. Segundo discurso (5, 1- 26, 19)- Esto conforma prácticamente el grueso del
Deuteronomio. Repasa la totalidad de la economía de la alianza en dos partes: una
general, otra particular.

a. La repetición general, 5, 1- 11, 32: Repetición del decálogo y razones de la


promulgación de la Ley a través de Moisés; explicación del primer mandamiento y
prohibición de cualquier interrelación con los gentiles; recordatorio de los favores y
castigos divinos; promesa de victoria sobre los cananeos; bendición de Dios a los
observantes de la Ley y maldición sobre los transgresores.
b. Leyes especiales, 12, 1- 26, 19: 81) Deberes para con Dios: debe ser adorado y nunca
abandonado; distinción entre carnes puras e impuras; diezmos y primeros frutos; las tres
principales solemnidades del año. (2) Deberes para con los representantes de Dios: los
jueces, los futuros reyes, los sacerdotes y los profetas. (3) Deberes para con el prójimo:
en la vida, posesiones externas, matrimonio y varios otros particulares.
3. Tercer discurso (27, 1- 30, 20)- Renovada exhortación a observar la Ley, por varias
razones.

a. 27, 1-26: Mandato de grabar la Ley en piedra una vez cruzado el Jordán y de
promulgar las bendiciones y maldiciones conectadas con la observancia e
incumplimiento de la Ley.
b. 28, 1-68: Una descripción más detallada del bien y el mal que siguen la observancia o
violación de la Ley.
c. 29, 1- 30, 20: Es exaltada la bondad de Dios; se exhorta a todos a ser fieles a Dios.

4. Apéndice histórico (31, 1- 34, 12).

a. 31, 1-27: Moisés designa a Josué como su sucesor; le ordena que lea la Ley ante el
pueblo cada siete años y que coloque una copia de la misma en el arca.
b. 31, 28- 32, 47: Moisés convoca una asamblea de los Ancianos y recita su cántico.
c. 32, 48-52: Moisés ve desde lejos la Tierra Prometida.
d. 33, 1-29: Bendice a las tribus de Israel.
e. 34, 1- 12: Su muerte, sepultura y panegírico especial.

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