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abdelmalek sayad
el desarraigo
la violencia del capitalismo
en una sociedad rural
\ X / 1 siglo veintiuno
^ ^ 1 editores
grupo editorial
m siglo veintiuno
siglo xxl edHorn, méxJco
CERRO DEL AGUA 248. ROMERO DE TEJTCflOS, 04310 MÉXICO, DF
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anthropos
LEPANT 241, 243 00013 BWCELONA, ESPAÑA
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Bourdieu, Pierre
El desarraigo: La violencia del capitalismo en una sociedad rural / /
Pierre Bourdieu y Abdelmalek Sayad.- i * ed.- Buenos Aires: Siglo
Veintiuno Editores, 2 0 17 .
272 p.; 2 1 x 14 cm.- (Biblioteca clásica de Siglo Veintiuno)
ISBN 978-987-629-719-6
ISBN 978-987-629-719-6
Introducción 27
Apéndices
Siglas 269
NOTA DEL EDITOR
Amín Pérez*
RUPTURAS d e u n a a n t r o p o l o g í a p o l í t i c a
TRASCENDER LA DOMINACIÓN
***
El tradicionalism o de la desesperación.
nados por la montaña, sobre los cerros, las laderas o al pie del mon
te. En el mejor de los casos, toda la población de la zriba puede per
tenecer a un solo clan. Por ejemplo, la zriba Bekura coincide con
la zona de ocupación de la familia de los B uhuch; en otros casos,
la zriba agrupa un número más grande de íam ilias y clanes, de
modo que el sentimiento de hermandad, a base de la unidad de
la zriba como clan no, se fundam enta ya objetivam ente en una ge
nealogía común. Para justificar la unidad de estas grandes zribat
no hay más remedio que echar mano de alguna leyenda o invocar
algún antepasado mítico.
(5) Las grandes zonas de emigración hacia Francia son exacta
m ente las regiones montañosas muy poco ocupadas D o r la coloni
zación, es decir, las Kabilias, el Macizo de Collo y el Aurés, así como
algunos islotes berberófonos de los Babors (El Milia) o de Orán
(Mazuna, Nedrona, Lalla-M aadis) y, excepcionalmente, los grupos
arabófonos (región de Setif y de los Maadis). En las zonas de gran
colonización, la emigración se orienta sobre todo hacia las ciudades
(y en este caso es definitiva), o bien, hacia las explotaciones agrí
colas modernas, en cuyo caso es estacionaria. Más adelante inten
tarem os explicar por qué las emigraciones de trabajadores hacia
Francia no ejercen la misma influencia que las migraciones al in
terior de Argelia.
(6) La obra de Francia en Argelia —escribe O. Pesie— ha sido
claram ente reform ista, por no decir revolucionaria. Esto se induce
del "montón de decretos argelinos” y la "m uchedumbre de textos
escritos", como dice R. Maunier. La voluntad de la administración
ha consistido en afrancesar el país —cosas y hombres, tie rra y
corazón—. Conservar lo menos posible y sólo lo estrictam ente np
cesario para evitar costosas revueltas, y sobre las ruinas del sis
tem a abatido, im plantar nuestros propios métodos; la legislación
francesa no ha tenido otro objetivo... Fiel a la concepción del hom
bre abstracto —el ciudadano— (Francia) se ha impuesto como línea
de conducta transform ar en ciudadanos a los musulmanes argelinos.
Este ideal de un hombre libre, igual a los demás por sus derechos,
vaciado de todo particularismo, y que Francia ha procurado reali
zar en sus nacionales, ha pretendido también extenderlo generosa
mente a sus nuevos súbditos. P a ra ello, ¿qué es lo que ha hecho?
Ha alterado profundam ente la ley y costum bres indígenas, orien
tándolas en lo posible hacia las nuestras. Los medios em pleados han
sido diversos, tan pronto brutales como hábiles... Abolición de la
ley local y, en su defecto, transform ación, sustitución de la lev fran
cesa, innovación inclusive. Estos medios «premeditados» —prefiem
la franqueza de esta palabra— se han aplicado y ejercido sobre la
fam ilia paternal conyugal, la tribu, la ciudad, la justicia, la pro
piedad, los contratos. «La Répudiation chez les M alékites de l'Afri-
que du Nord, Pref. VIII-LX, subrayado nuestro).
(7) El capitán Vaissiére refiere que los Uled Rechaich experi
mentaron una gran consternación, cuando se enteraron de que se
iba aplicar el senadoconsulto a su tribu, pues eran plenam ente cons
cientes de la capacidad de destrucción que suponía esta m edida:
«Los franceses, declaró un anciano, nos han derrotado en el llano
de Sbikha, matando a nuestros mozos; luego, nos im pusieron con
tribuciones de ííuerra. Todo eso no era nada, las heridas cicatriza
DOS HISTORIAS, DOS SOCIEDADES 6 5
Tabla I
Las categorías socio-profesionales
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g o EL DESARRAIGO
E l p restigio d el "oficio”.
que les sirven para contar la duración del trabajo, les per
miten una estim ación más estrecham ente adaptada a la
realidad. La m edida en quintales y kilogram os de cereales
y de sémola, etapa previa anterior a la evaluación en di
nero, parece haber sido introducida por las autoridades
militares, las cuales, a fin de controlar la circulación de
mercancías, alm acenaban, tras haberlas pesado, todas las
cosechas distribuyéndolas después por contingentes estric
tam ente proporcionales a la dimensión de cada familia.
En térm inos gen erales, la causa de la quiebra de la ac
tividad tradicional en sus m ism as raíces ha sido la exp e
riencia directa o indirecta del asalariado, más que la es
timación en dinero del producto del trabajo (operación
mucho más compleja), al escindir el producto del esfuerzo
y el tiempo empleado. La aparición de un número relati
vam ente im portante de em pleos asalariados, creados más
o m enos artificialm ente por el ejército (harkis, em pleados
comunales, jornaleros de obras públicas, etc.) acentuó la
conciencia de la escasa rentabilidad del trabajo agrícola.
«La S.A.S. ha contribuido a apartar a la gente de la tierra,
dando oficio a las gentes. Primero hubo recelo y auto
defensa, porque el primer oficio, a buen seguro, im pedía
ocuparse de los asuntos de uno y no beneficiaba gran cosa.
Luego vinieron los harkis, los «goumiers» (soldado indí
gena de caballería), los m ojazni, sargento (sarjan ), cabo
(kabran), sargento m ayor (sarjan ch if), primera clase, se
gunda clase; luego secretarios (sá k ritir) y los jodja, sin
hablar del alcalde (el m ir) y sus concejales. Después de
esto, bastaba con que el lugarteniente supiera que fulano
o zutano sabía hacer esto o lo otro, para que lo m encionara
como si tuviera ese oficio. Así, poco a poco, todo el mundo
se ha ido olvidando que existe el trabajo de la tierra. En
el censo, yo he visto a Mohand L... insubordinarse porque
se le inscribía como agricultor, cuando había encontrado
un oficio como los dem ás: ’Me despreciáis; a los verda
deros agricultores les habéis encontrado un trabajo. Y yo,
como no tengo ni un palmo de tierra, me ponéis como agri
cultor. ¡Vaya un agricultor! Ellos tienen tierra, hasta el
suelo de su puerta, y, sin embargo, uno es chófer, el otro
comerciante’. Se le preguntó entonces su oficio. El día an
terior había comprado el rebaño de Si L... que había ve
nido a refugiarse en la a ld ea; inm ediatam ente, él lo re
106 EL DESARRAIGO
De la inocencia a la estupidez.
n iya = thiáuggants
th igh yu lith thih’archi
Campesinos «descampesinizados»
thatsa
— +
NIYA » THIÁUGGANTS
+ ~
se extinguió por los años 1933-35, como ocurrió hacia 1944-45 con
ia emigración mucho menos rentable de jóvenes adolescentes ha
cia las marismas del litoral argelino. Hoy se cuenta 225 hombres
en Francia y otros trein ta en distintas ciudades de Argelia. De
los 175 hombres q ue han perm anecido en el pueblo, sólo 32 no
han estado nunca en F ran cia: son los adolescentes (17), los bu-
uiya y los miembros de una familia propietaria de tie rra s bastante
rica que siguen considerando un tim bre de gloria tra b a ja r sus
propias tierras (ocho), y todos aquéllos, en fin, que ejercen en el
pueblo alguna función tradicional (t’alab originario del pueblo,
algunos miembros de la íam ilia morabita, el herrero, el especia
lista de la circuncisión, que prodiga sus cuidados tanto a los hom
bres como a las bestias y que, además ,es el personaje que todos
los años inaugura las labores agrícolas, etc.) o una función econó
mica de tipo moderno (un chófer de camión, un empleado de ofi
cina, algunos artesanos iniciados en técnicas modernas). Si se tiene
en cuenta la emigración de familias enteras, se observa que sólo
13 familias decidieron instalarse en las villas y ciudades de A r
gelia, m ientras q u e o tra s 45 se establecieron en F rancia (la p ri
m era en 1938).
(9) La edad media de los hombres que m archan a Francia por
prim era vez es muy baja (diecinueve años). La p rim era estancia
es el signo decisivo de 1a emancipación. Muchos jóvenes sólo se
casan a su vuelta, tra s haber ganado el importe de la dote y ad
quirido los medios de proveer a todos los gastos.
(1U) Hasta 1954 sólo cuatro familias instaladas mucho tiempo
atrás en la ciudad confiaban sus tierras a parientes, según el con
trato de th a ch rikth; en la actualidad son 12, que, sin embargo,
residen en el pueblo, las que han dado sus tierras en aparcería
(150 jornadas de trab ajo ); otras 27 han abandonado la aldea, en
dirección a Francia principalm ente.
(11) El pastor de rebaños comunales está situado actualm ente
en el fondo de la escala social. Necio de solemnidad, tarado (pie
deforme y mano paralizada), sin fam ilia y célibe, albergado por
caridad o por los servicios q u e puede eventualm ente prestar..., es
el único capaz de aceptar una actividad absolutam ente despreciada.
(12) Es frecuente que los hombres adultos evoquen su infancia
de pastores p ara d a r a en ten d er q ue no se dejarán engañar fácil
m ente: «Yo fu i pastor... Mi padre me confió las cabras...».
(13) «Yo todavía conocí la época en que hombres con toda su
barba cuidaban su rebaño. ¡Y no e ra una cosa sin im portancia!
Ciento cincuenta cabezas de ganado que vigilar y llevar al askáa-
kach (los buenos pastos que el rebaño no sabría encontrar oor sí
sólo, el pasto intensivo, con alimento recogido especialmente p ara
las bestias). Por la noche siem pre había algo q u e h acer: una bes
tia enferm a a la q ue había que m atar p a ra ev itar p erd erla, un
chacal q ue conseguía burlar la vigilancia de los p e rro s y atacaba a
una bestia o alguna otra que alum braba y había que llev ar al
hombro el cordero o el cabritillo... Nadie decía nada porque D ada
Am... fuese todavía p asto r a los cuarenta años. Y, ahora, su nieto
Am..., que no tiene aún diez años, prefiere chupar el «Nestlé»
antes que guardar la cabra... Claro que ahora va a la escuela.»
C a p ít u l o VI
T abla III
La econom ía de A ghbala (3)
Media mensual
(en F) 16.630 2.850* 960 30.000
Porcentaje de la
renta m onetaria
global 81.3 % 13.8 % 4,7 % -
Porcentaje de la
renta global 70,9 % 12,1 % 4,1 % 12.8 %
La ”autoconfesión” y la coartada.
La separación.
(1) Del distrito de Collo (en marzo de 1959) había 3.357 tra
bajadores en Francia y 158 tránsitos (104 salidas hacia F ran cia y
54 regresos); tres meses más tarde, en junio, el distrito contaba
con 3.430 emigrados (este mes hubo 76 salidas a Francia y 30 re
gresos). En la comuna de C heraia (Cheraia y el ex-duar A rb El
Gufi) los envios de los emigrados y los subsidios pagados a sus
familias —en tre el 1.° de ab ril y el 31 de diciem bre de 1959—
ascendieron a 76.060 F, o sea, 8.450 F por mes, 122,67 F por em i
grado y 13,7 F p or emigrado y mes (el núm ero de trabajadores
originarios de la Comuna que trabajaban en Francia era aproxi
madam ente de 620). En 1959 hubo 223 salidas hacia Francia, por
76 regresos, esto es, un excedente de 147 emigrantes. E ste núm ero
siguió aum entando en el curso del año, pasando de 515 a 662. D u
rante los siete prim eros meses de 1960, los recursos procedentes
de la emigración fueron del orden de 73.047 F., o sea, 10.435 F men
suales, 99,11 F por em igrado y 14,16 F por emigrado y mes. El 30 de
julio de 1960 el núm ero de emigrados había subido a 741, con un
máximo de 759. alcanzado en junio (en el curso de estos siete
meses se registraron 183 salidas hacia Francia y 104 retornos al
país, con u n saldo d e 79 emigrantes). En el período de dieciséis me
ses sobre el cual tenem os informaciones cu an titativ as (1.° de abril
de 1959 a 30 de julio de 1960), las sum as procedentes de la em igra
ción en F rancia se elevaron a 149.110 F (una media m ensual glo
bal de 9.320 F, una m edia por emigrado de 213 F y una media
mensual p or em igrado de 13,3 F).
(2) El v a lo r de la cosecha global se pudo estim ar en 18.500 F :
300 dobles decálitros de habas, 130 quintales de trigo y 320 q u in
tales de cebada. Si tenemos en cuenta los productos de huerta
(como las legumbres), la cosecha de aceitunas, higos, frutos, la
ganadería inferior, etc., podemos evaluar las producciones agríco
las del año en poco menos de 47.500 F (la p a rte dedicada al auto-
consumo representaría un valor de 36.000 F).
(3) Se han tenido en cuenta los intercam bios económicos re a
lizados en el in te rio r del pueblo, por ejemplo, los salarios en espe
cie de los obreros agrícolas, comerciantes y artesanos (en especie
y, en general, en bienes naturales).
(4) E ntre los «entrevistados» de Barbacha, no había ni una sola
familia con emigrado(s) que no estuviese adscrita a un pariente
UNA A G R IC U L T U R A SIN A G R IC U L T O R E S 147
v a ró n ; todas las fam ilias tienen a l menos un varón en tre sus m iem
bros. En K erkera la proporción de fam ilias sin «hombre» es sólo
del 4,5 % y del 6 % en Ain-Aghbel. En M atm ata y D jebabra —lu
gares en donde se desconoce la emigración a Francia, así como la
forma de solidaridad inherente a ella (indivisión, como producto e
instrum ento de la emigración)— los porcentajes son del 14,3 %
y el 15,4 % respectivam ente (en ambos casos, superiores a los p o r
centajes alcanzados en el bidonville de A ffreville: 8,1 %). De ahí
tam bién las diferencias q u e se observan de una región a otra, en lo
que se refiere al número (promedio) de hom bres por familia
(Barbacha, 2,0; A in Aghbel, 1,82; K erkera, 1,73; M atm ata, 1,54:
D jebabra, 1,43, y A ffreville, 1,43). Efectivamente, la emigración,
al provocar una cierta reconstitución de la fam ilia indivisa, ha
hecho dism inuir el núm ero de familias, en tanto que aumenta el
número de hom bres (térm ino medio) por fam ilia (emigrados in
cluidos).
(5) La introducción del espíritu de cálculo en sociedades toda
vía fieles a las tradiciones agrarias, determ ina conductas realm ente
paradójicas: un khamés de los Uled-Ziad, deudor de su patrón
—a causa de las m alas cosechas— de los adelantos en naturaleza
que había recibido p ara alim entar a su familia, prefirió em igrar
a Francia antes que «encadenarse» más estrecham ente (cosa que
habría ocurrido, según él, de haber renovado un contrato del
cual ya no podría redim irse nunca). A fin de saldar la cuenta
pendiente con su patró n (cuenta saldable en «trabajo»), este k ha
més contrató un obrero agrícola, a quien pagó con sus ahorros
propios. P o r lo mismo, algunos pequeños propietarios consideran
más ventajoso hacerse su stitu ir por un khamés, y de esta form a
pueden em ig rar: «¡C uento contigo, oh khamés, y yo iré a a lq u i
larm e en otra p arte!» Sólo las grandes fam ilias están en condi
ciones de explotar sus tierras con mano de obra fam iliar y dedicar
(liberar) a la emigración uno o dos hom bres que les aseguran
así rentas m onetarias perm anentes.
(6) En 1960, y en vísperas de su reagrupam iento, la zriba K er
kera seguía cultivando las m ism as superficies que en el pasado,
o sea 133 hectáreas p or 120 fellah'in (51 de los cuales explotaban
menos de 25 á re as; 3 de 25 a 50; 16 de 50 áreas a u n a hectárea,
y 50 de una a 4 hectáreas). Algunos fellah’in que ya vivían en el
reagrupam iento seguían ayudando a sus p arientes de la zriba en
el trabajo de la tierra. Cuando se procedió a su reagrupam iento,
una parte im portante de los h ab itan tes de la zriba se refugió en
Collo y su abandono de la agricultura adquirió las mismas pro
porciones que en otros lugares, y esto a pesar de la proxim idad
de las tierras.
(7) Lo mismo ocurre en la sociedad urbana, en donde cierta
prohibición se opone al trabajo de las m ujeres; prohibición que
«puede» transgredirse en el caso de que aprem ie la necesidad (que
el marido esté parado, por ejemplo). Esta prohibición recupera su
vigencia en cuanto se restablece de alguna m anera la situación
m aterial de la pareja.
(8) A pesar de que su amor a la tie rra se expresa en ocasio
nes a trav és de la nostálgica evocación de la existencia que h u b ie
14 8 EL D ESA R R A IG O
y son ellos los que se alzan con e l producto de la tierra. Son más
molestos que los chacales y los jabalies. No hay nada que hacer
contra ellos, nadie puede impedirles que destrocen un huerto. ¡Para
qué cultivar sobre una tie rra que ha perdido su h'urm a (su honor)
(A.S., setenta y ocho años, K erkera).
(19) «Mi tie rra es como mi cam isa; ¿a quién se le ocurriría
tirar la camisa que lleva puesta?» (Fellah’ reagrupado en M atma
ta, originario de la jarcia de los Laghuati, en donde poseia en vis-
peras de su reagrupam iento siete hectáreas y una cabaña de diez
vacas, diez ovejas, siete cabras y cuatro mulos).
C a p ít u l o V I I
D el clan a la pareja.
tes se oye decir: ’en casa de los Ait M... ya sólo queda
ahora akhm an u A a ... Si nos separamos, se acabó todo; ya
no serem os nadie. Ninguno de nosotros estaría en condi
ciones de elim inar un buey por sí sólo. N osotros éram os
akhm an (una casa), pero nos convertirem os en casitas
(thikh am in ), como las otras familias. N uestro clan está li
quidado; e l de enfrente de nosotros cuenta todavía con dos
fam ilias indivisas (izdh in ), y m ás listos que nosotros, pro
curan fortalecerse aún más».
A causa de una cierta lógica del honor, algunas fam ilias
levantan la indivisión «de puertas adentro» (b a t’tu an d aj
bal, la partición interior), pero, por una especie de ficción,
ofrecen hacia afuera la apariencia de que la unidad per
manece (za d d i anbarra). Nada traiciona al exterior la se
paración del hogar tradicional y, no obstante, se levantan
nuevos tabiques para dividir la casa, se reparten todos los
bienes m uebles y las reservas, se valoran los bueyes y el
rebaño y se distribuyen sus rentas, toda la propiedad se
ha repartido entre los herederos y lo único que falta por
hacer es marcar con matorral las lindes de las tierras. El
mismo jefe de la fam ilia sigue hablando en su nombre,
cuya responsabilidad ostenta ante th ajm aáth y e l m ercado;
la m ism a pareja de bueyes y el mismo rebaño franquean
el dintel... Mas, vacías de su sentido originario, todas las
m anifestaciones por las cuales la comunidad se recreaba y
fortalecía, son ya incapaces de resucitar el sentim iento y ni
siquiera la ilusión de la verdadera comunidad.
El grupo roto.
T abla IV
Djebabra Kerkera
t u t u 11 C u li. (U t il II B u fl-
F cluti F Ollltl
jt r lio p re u p iis- par 1 Í 1 p reup m -
j tirli y tir li
fin llli °/„ tim illi %
T a b la I V bis
General 3 750 60
Matmata 4.260 69,5
Jefes de explotación 4.150 55,8
Asalariados agrícolas 3.320 67,1
MEZCOLANZA CULTURAL
El educador y la burocracia
SIT U A C IÓ N E C O N Ó M IC A D E L D IS T R IT O
Tabla V
Estado comparativo de la agricultura, la explotación
forestal y la ganadería en 1954 y 1959:
Después
Antes del
Producciones del Regresión
reagrupamiento
reagrupamiento
Superficie
25.000 has. 12.000 has. 50%
cultivada
Cereales
(trigo,
cebada):
superficie 12.000 has. 4.000 has. 66%
g ú
3 ¿s
cosecha 56.830 Qm. 16.000 Qm. 72%
u O Tabacos. 69 has. 10 has. 85,5 %
!>=;* superficie
Olivares:
900 has. 800 has. 11,1 %
superficie
producción 13.000 Qm. nula 100%
Cítricos.
56 has. 16 has. 82%
superficie
producción 4.765 Qm.
Corcho
110.000 Qm. 18.000 Qm. 83,5 %
(110.000 has.)
(primera pela)
Bosque
Troncos
10.000 Qm. 2.000 Qm. 80%
de arbustos
Troncos de
15.000 ms 1.500 ms 90%
árboles en bruto
73.000 cabezas 26.000 cabezas 64,5%
Tabla VI
Estado comparativo de la actividad de las industrias trans
formadoras de productos forestales en 1954 y 1959:
Porcentaje
Antes de 1954 1959
de regresión
3 fábricas 1 fábrica 66%
Corcho 7.500 tons. 500 tons. 93%
300 obreros fijos 200 obreros 33%
E L C EN TR O DE KERKERA («K IL O M E T R O ÍO » )
El Centro de Kerkera reagrupa a los habitantes del sur y del oeste
de la comuna, es decir, la población del antiguo aduar de Kerkera,
constituido en 1886 sobre el territorio de la tribu de los Beni-Bu-
Naim. El informe de las operaciones del senadoconsulto da los
datos siguientes:
«Los Beni-Bu-Naim, al igual que algunas de las tribus vecinas,
parecen tener un origen muy antiguo. Ibn Jaldún los considera
descendientes por línea directa de Cham y dice que habitaban en
territorio de hadjar, cerca de La Meca. Habrían llegado a Argelia
el año 540 de la Egira. Los Beni-Bu-Naim abarcan tres pequeñas
228 EL D ESA R R A IG O
Localización
El nuevo habitat está situado a 10 kilómetros de Collo, en la carre
tera departamental de Collo a Constantina, en un lugar llamado
«Buchakur» y también «Kilómetro 10». En la margen derecha del
U ed Guebli, se ha acondicionado para la instalación del centro
una treintena de hectáreas de tierras comunales y privadas, algu
nas ocupadas de forma pacífica y amistosa, otras mediante proce
dim iento de expropiación.
El reagrupamiento de Kerkera
2 3 0 EL DESARRAIGO
E L C E N T R O D EL « K IL O M E T R O 1 9 »
El centro del «Kilómetro 19», último reagrupamiento efectuado
en la comuna de Kerkera, está situado, al igual que el otro, al
borde de la carretera, a la altura de la cota de ese kilómetro, en
el punto de partida de la antigua senda que comunicaba las zribat
de los alrededores.
LOS REAGRUPAMIENTOS DEL MACIZO DE COLLO 2 3 1
E L C E N T R O D EL G H E D IR
El centro del Ghedir reagrupa las poblaciones dispersas del anti
guo aduar Tokla, al borde del eje caminero recientemente abierto
entre Kerkera (Kilómetro 10) y el litoral (Ben Zuit), en el valle de
un afluente del Ued Guebli, el Ued Ahmar.
El aduar Tokla, unidad administrativa instituida en 1867 (en
cumplimiento del mandato del senadoconsulto de 1863), coinci
día con la antigua tribu de los Uled-Jezzaz, que el Informe de la
Comisión Administrativa Encargada de la Aplicación del Senado-
consulto presentaba así:
«Los Uled-Jezzaz —que engloban dos fracciones importantes,
los Demnia y los Tokla, se instalaron en la comarca que ocupan
actualmente en una época muy antigua [...]. Los límites de la
tribu los forman principalmente las crestas y barrancas que di
bujan el contorno de una extensión de 6.792 hectáreas (de las
cuales hay que deducir 1.051 hectáreas 50 áreas patrimoniales)...
En concepto de tierras “melk”, comunales y “habu” (cementerios,
mezquitas), la tribu dispone, pues, de 5.740 hectáreas y 75 áreas».
Tabla VII
Situación de la población de las principales zribat de la comuna de Kerkera
Población que
pertenece en su
Población Población Población Población total
habitat tradicional
ZRIBAT reagrupada en reagrupada en reagrupada que permanece
2 3 2 EL DESARRAIGO
en espera de
el kilómetro 10 el kilómetro 19 eneIGhedir en la comuna
su reagrupamiento 0
control «in situ»
c
3
c
.3
a
a
8
tu
0
u
cu
2V
cu
U*
Familias | Personas | Personas |
V
Personas |¡ Familias |
Kerkera 206 1.110 60 320 4 16 270 1.446
Lazilet 45 230 45 230
Tahra 2 115 22 115
Utait-Aicha 7 35 243 1.205 250 1.240
Bul-Bellut 2 11 133 680 135 691
Burguel 41 226 70 385 111 611
El-Hammam 8 35 127 590 135 625
Bulguertum 74 550 74 550
Ben-Ariba 14 92 60 360 74 452
El-Fraua 8 34 75 371 83 405
s
Ued-el-Affia 320 10 75 70 395
Loghdaira 20 100 48 236 68 336
El-Utia 60 350 60 350
El-Bir 65 325 65 325
El-Fella 57 280 57 280
O
00
Buhnin 36 186 17 53 266
Tuila 42 225 42 225
Rekakeb 37 220 37 220
Bussalah 45 221 45 221
Jaibar 15 81 3 21 18 102
Djenan- 20 86 24 113 44 199*
Hadjem
Fuera de la
C'l
50 253 16 52 269
com una
O
00
Total 333 1.775 589 3.264 517 2.620 371 1.894 9.553
93 familias (324 personas) abandonaron la comuna, camino de la ciudad.
LOS REAGRUPAMIENTOS DEL MACIZO DE COLLO 2 3 3
234 EL DESARRAIGO
Tabla VIII
Recapitulación del estado de la población de Kerkera
tras los últimos reagrupamientos (septiembre de 1960)
%respecto
Familias Personas del conjunto
de la Doblación
Población controlada «in situ» 127 665 6,9%
Población del reagrupamiento 795 3.424 35,8 %
de Kerkera (kilómetro 10)
Población del reagrupamiento 371 1.894 19,8 %
del Ghedir
Población del reagrupamiento 517 2.620 27,4 %
del kilómetro 19
Total 1.810 9.533 100%
Localización
El centro está instalado en una zona pantanosa cubierta de maleza
(48 hectáreas). La población vive en 542 guibis de 32 m2 cada uno.
Las familias disponen de sendas superficies habitables de 120 m2,
patio incluido, y está previsto dotarlas de un huerto de 216 m2, en
cuanto se haya limpiado de maleza todo el terreno.
E L C EN TR O DE TA M A LU S
Está situado en el territorio de la comuna de El-Atba y reagrupa
todos sus habitantes; también acoge la población de las comunas
vecinas de Ain-Tabia, Demnia y Taábna, más otras 400 personas
originarias del aduar Medjadja (tribu de los Uled-Ajsib) residentes
en Tamalus, en espera de que se les asigne una nueva residencia.
Localización
El nuevo habitat está enclavado en el cruce de las carreteras de
Constantina y Philippeville, a 30 kilómetros de Collo, en tom o a
un embrión de aglomeración que comenzó a formarse en 1855;
Tamalus era el centro de la comuna Al-Atba y preferentemente su
actividad principal era el mercado de ganado. Disponía de un ma
tadero y un caravanserrallo, una escuela y una casa para el caid.
Para instalar el centro de reagrupamiento, se despejaron 100 hec
táreas (20 comunales y 80 privadas), ocupadas en parte defactoy
las demás previo acuerdo y promesa de venta, lo cual signiñca que
la situación jurídica del terreno está lejos de ser normal. El empla
zamiento de Tamalus tiene fama de ser uno de los más insalubres
de la región y, de hecho, es muy favorable al paludismo.
Dotación
El centro fue creado entre agosto de 1957 y septiembre de 1958.
Es un reagrupamiento inmenso, en el que se ha amontonado a
la población de cuatro comunas (11.306 personas); la confusión
ha sido constante y en 1960, tres años después de su creación, el
desorden no parece haber desaparecido. Más de la mitad de la po
blación de Tamalus (unas 6.000 personas) está allí de modo transi
torio, en espera de una instalación definitiva en otros centros. En
LOS REAGRUPAM IENTOS DEL M ACIZO DE COLLO 2 3 7
La población
En Tamalus viven 11.306 personas: unas de forma definitiva; otras,
esperando un nuevo desplazamiento.
4.507 personas adultas: 1.910 hombres y 2.597 mujeres;
6.799 niños menores de dieciséis años.
En Tamalus reside la mayor proporción de jóvenes de todos los
reagrupamientos de la región (población de menos de dieciséis
años: 60,1 %) y también allí el desequilibrio entre las poblaciones
adultas masculina y femenina es el más pronunciado (población
femenina adulta: 57,1 %).
La asistencia
En espera de estas hipotéticas realizaciones, los recursos tangibles
de estas poblaciones son los socorros en especie y otras donacio
nes (distribución de artículos alimenticios, vestido, mantas, etc.,
organizadas por los servicios administrativos civiles o militares, la
Cruz Roja, la Caja de Solidaridad, el Socorro Católico, etc.). En
1957, poco antes de comenzar el invierno, se distribuyeron 1117
mantas y durante el primer trimestre de 1958, otras 1900. De abril
de 1958 a mayo de 1959, se repartieron 1.150.000 francos anti
guos en especie. La asistencia en productos naturales equivalía a
11 millones de francos antiguos (sólo en productos alimenticios),
incluidos 130 Qm. de sémola. Aún hay que añadir 2.600 vestidos
LOS REAGRUPAMIENTOS DEL MACIZO DE COLLO 2 3 9
T a b l a IX
reagrupados
Proporción
Proporción
de
Población
respecto
Número
centros
de los
Departamento
291 ?0ft 68,9% 173.100 72,2 %
de Orléansville
Región de Argel
(departamentos
de Argel, Médéa, 721 500 69,3% 329.500 65,3%
Orléansville y
Tizi-Uzu)
Ta bla X
Población reagrupada
Departamento de
585.000 558.000 240.000 41 % 43%
Orléansville
Región de Argel
(departamentos
de Argel, Médéa, 2.440.000 2.030.000 504.000 20% 24%
Orléansville y
Tizi-Uzu)
La reforma agraria
Se distribuyeron (o debían distribuirse) 10.205 hectáreas por me
dio de las diferentes S.CAP.C.O. del departamento y 1.370 por me
dio de la CAP.E.R. (en teoría, 231 familias dispondrían de tres a
cinco hectáreas de tierras de regadío, con una renta anual neta de
3.500 F); además de estas adjudicaciones de carácter definitivo, se
alquilaron o requisaron otras 5300 en beneficio de los reagrupados.
A eso hay que añadir 43.400 árboles (olivos y cítricos) y 15 cen
tros de capacitación agrícola y otros grupos cooperativos.
En materia de reforma agraria, el departamento de Orléansvi
lle es claramente privilegiado, puesto que de 17.610 hectáreas ra
cionalmente roturadas en la región de Argel, 8.835 están en este
departamento, así como la tercera parte (10.205 hectáreas) de las
35.000 de la C.A.P.E.R., las diferentes S.C.A.P.C.O. y las SA.P. de
la región. De 13 S.C.A.P.C.O. que había en la región, 7 estaban
en el Chelif; de 24 previstas, 10 corresponderían también a este
departamento.
Además de estas acciones, la C.A.P.E.R. preparaba 1.346 hec
táreas para posteriormente distribuirlas entre 170 familias del
departamento; también se había previsto que, en 1960, se adqui
rirían treinta propiedades con una superficie global de 8.777 hec
244 EL DESARRAIGO
La asistencia
La población del Chelif concentra sustancialmente la acción
realizada en la región, en concepto de asistencia otorgada a las
poblaciones desplazadas y necesitadas; los beneficios alcanzan a
38.500 personas (5.400 hombres, 10.050 mujeres y 23.050 niños),
esto es, el 16 % de la población reagrupada en el departamen
to y el 80,2 % de los reagrupados asistidos en la región (48.000
personas).
E L C E N T R O D E M ATM ATA
El reagrupamiento de Matmata
2 4 6 EL DESARRAIGO
Localización
El nuevo habitat está implantado en una propiedad alquilada; no
se han adquirido las 6 hectáreas necesarias para la creación del
poblado definitivo que, según las previsiones de las autoridades,
debe llegar a ser el centro comunitario de Ued Djamáa (en sep
tiembre de 1960, todavía no se había implementado procedimien
to alguno de expropiación o de compra).
La zona prohibida, lindera al reagrupamiento, separa de m odo
tajante a la población de la montaña respecto de sus antiguos do
minios y la confina a un perímetro extremadamente reducido;
así, la orienta hacia la llanura, es decir, hacia Aífreville y hacia los
fundos de colonización.
Distintas sendas permiten abastecer al reagrupamiento, pero
—sin excepción— en invierno son impracticables debido a las cre
cidas del ued Deurdeur que cruza ese emplazamiento; así, impedi
do de cualquier comunicación, el centro permanece aislado buena
parte del año, durante los períodos de lluvia. La vía más importante
une directamente el reagrupamiento con la ruta departamental de
Aífreville; al igual que ella, cinco sendas secundarias tienen su punto
inicial allí, en Matmata (se dirigen hacia Uled Sida, hacia la escuela
de Ain Berrecem, hacia el sur como prolongación del camino veci
nal n° 5 — la «senda del Presidente»— y por último la «senda B»).
La dotación
La S.A.S. y los demás servicios administrativos, civiles y militares
están instalados en los edificios de la antigua granja. La fuente
LOS REAGRUPAMIENTOS DEL VALLE DEL CHELIF 2 4 7
El habitat
Dos años después de su implantación, la población seguía vivien
do en chozas de adobe; no había construcciones en materiales
sólidos, durables, a no ser los edificios del antiguo fundo. La
inundación y el incendio que han diezmado al reagrupamiento
—durante la primavera de 1960 y el verano de ese mismo año,
respectivamente— han destruido por completo la hilera de cho
zas: el fuego ha quemado las de 24 familias, a las cuales se ha
debido refugiar bajo tiendas de lona. Estos dos riesgos impiden la
implantación definitiva del centro en los sitios que actualmente
ocupa, a menos que se avance en la realización de trabajos im
portantes y onerosos: desvío del curso de agua, consolidación del
terreno, conformación de una cubierta vegetal para reducir las
amenazas de posibles incendios. Otra solución que se ha encara
do consistía en situar el reagrupamiento más lejos del curso de
agua y en la ladera de la colina. Tres años después del reagrupa
miento de poblaciones (primavera de 1961), todavía no se había
adoptado decisión alguna.
Empleo
El problema más grave, desde luego, es el em pleo para unos 450
hombres en edad activa. Por intermedio de la S.A.P. de los braz
(Miliana), se han alquilado 650 hectáreas de tierras para cereales;
estas rinden a razón de un quintal por hectárea, en beneficio de
los reagrupados. La granja Rideyre sigue empleando a 6 cuadrillas
24 8 EL DESARRAIGO
T a b l a XI
Efectivos Proporciones
hombres mujeres total %H %M %Total
Menos de 15 años 670 650 1.320 58,5 54,0 56,2
De 15 a 20 años 40 44 84 3,5 3,6 8,6
De 20 a 30 años 140 141 281 12,2 11,7 11,9
De 30 a 40 años 80 129 209 6,9 10,7 8,9
De 40 a 50 años 89 96 185 7,7 7,9 7,8
De 50 a 60 años 68 80 148 5,9 6,6 6,2
De 60 a 70 años 42 37 79 3,6 3,0 3,3
De 70 a 80 años 14 24 38 1,2 1,9 1,5
Más de 80 años 1 2 3 — — —
Total 1.144 1.203 2.847 100 100 100
das pertenecen a la gran tribu de los matmata: los hamzat, los uled
mehdi y los zebala; la farqa de Tighzirt se confunde con el ex aduar
homónimo; la farqa de los Meherza, cuyas tierras están situadas en
la llanura (en todos los casos), está separada del reagrupamiento
apenas por media hora de caminata. Las restantes farqat (especial
mente las del Djebel Luh: farqa de los laghuati y de los uled mehdi)
tienen su respectivo terreno a distancias que no podrían zanjarse
en menos de tres horas de caminata (entre 15 y 20 kilómetros).
Además, la situación d e las distintas farqat reagrupadas varía en fun
ción de su origen y de su lejanía respecto del reagrupamiento. Por
supuesto, las más desfavorecidas son las de montañeses del Djebel
Luh, que dejaron atrás tantas más selvas que tierras cultivables y
que debieron destruir sus casas antes de evacuarlas, para que no
sirviesen como refugios; entretanto, la gente de Meherza pudo con
tentarse con cerrar las puertas de sus moradas.
E L C E N T R O D E D JE B A B R A
Este centro reagrupa a las poblaciones dispersas del ex aduar El-
Hammam, vale decir, sobre todo de las farqat Djebabra y Merdja.
El principal enclave de la comuna es Hammam Righa, ciudad de
colonización del distrito de Miliana. Por ende, el centro no es una
entidad com unal autónoma.
Localización
El nuevo habitat está implantado en el sitio conocido com o Draá
Driyas, a ambos lados de la línea (Ued Djer - Dada Mimun) que se
para los antiguos territorios de las farqat de Djebabra y de Merdja;
a 4,5 kilómetros al noreste de Hammam Righa y a poco más o
menos de 1 kilómetro de la ruta nacional Affreville-Bourkika, a
la cual está unido por una senda que comienza en el «Ravin des
Voleurs» [Barranco de los Ladrones].
Ocupa una superficie de 5 hectáreas, que de m odo indiviso per
tenece a cuatro grandes familias. Se había encarado un trámite de
expropiación. Se estimaba que esas tierras equivalían a 600 F por
hectárea.
2 5 0 EL D ESA R R A IG O
Dotación
El sitio del reagrupamiento definitivo se decidió en enero de
1959: a vuelo de pájaro, se nota que toda la población que se dis
persaba por 3 o 4 kilómetros a la redonda de ese punto había
sido objeto de desplazamientos y de instalaciones provisorias en
enclaves improvisados y en condiciones extremadamente preca
rias. Los primeros trabajos de implantación comenzaron en Draá
Driyas durante el verano de ese mismo año.
LOS REAGRUPAMIENTOS DEL VALLE DEL CHELIF 2 5 1
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Apéndice III
Un aspecto de la
descampesinización
más dado a la comida que un fellah’, ¡lo que podía llegar a comer!
Ahora apenas se toca el alimento, a fuerza de delicadeza...»
«Por lo general, antes uno “se olvidaba”, no daba gran impor
tancia a su propia persona; las gentes de ahora “acarician a su
propia persona”. Uno se ponía enfermo, y entonces se acostaba;
mejoraba, se levantaba, sin más.»
«La enfermedad la han traído los trabajadores de Skikda
(Philippeville) y Annaba (Bona). Volvían con fiebre; a más de
uno lo han tenido que traer en camilla (tháarishth). Perdían el
conocimiento y estaban acostados durante tres o cuatro meses.
Estos fueron los primeros enfermos. Entonces supimos lo que era
t ’ifus (el tifus). Luego vinieron los enfermos de Francia; de ellos
se decía: “Los ha golpeado el frío”. Estos volvían enflaquecidos,
tosían y ocultaban su mal, estaban m'putrini ([<fr. poitñnaires], hé
ticos). Estos enfermos no guardaban cama, seguían trabajando
mientras podían; a veces se curaban, otras iban tirando hasta que
ya no podían más y morían. Su agonía era fácil; languidecían y se
extinguían muchas veces con todo su espíritu.»
«Por el contrario, los moribundos de antes penaban, su ago
nía era lenta, podía durar una noche y un día o dos noches y un
día. La muerte los “asaltaba siempre por la palabra”, se volvían
mudos. Todo el mundo tenía tiempo de verlos por última vez.
daban tiempo a los parientes para reunirse y preparar el entierro.
Para facilitar su agonía se hacía limosna, se daba a la comunidad
un árbol, casi siempre una higuera situada al borde del camino.
Los frutos de este árbol no se recogían, y se dejaban a los pobres
y viajeros (shajra usufagh: el árbol de la salida, shajra n'esadhaqa. el
árbol de la limosna...»
«¿Quién está enfermo ahora? ¿Quién tiene buena salud? Todo
el mundo se queja, pero nadie guarda cama, todo el mundo corre
a ver al médico. Todos conocen su enfermedad. Yo soy incapaz de
decir si mi mal está aquí o allá. Todo lo que sé es que tengo mal el
corazón [lleva su mano hacia la parte alta del vientre]. Primero fueron
los hombres, los ex obreros de Francia, los que comenzaron a ir al
médico, después las mujeres, al final los niños. Las mujeres y los
niños sólo desde que comenzó esta guerra, desde que los militares
dan pinchazos [inyecciones] y llevan los enfermos al hospital.»
2 5 6 EL DESARRAIGO
«¡Al hospital, y con eso está todo dicho! ¡El hospital, que an
tes era un insulto, la mayor desgracia y el mayor deshonor! “¡Oh,
rostro de (quien está en el) hospital! ¡Tú eres aquel que será co
mido en el hospital, el que terminará sus días en el hospital!’’ El
hospital era la vergüenza de la familia del enfermo. ¿Quién habría
consentido, como hoy, separarse del enfermo? Se decía que allí
se mataba a los enfermos, se les colocaba en una tabla inclinada
y jabonosa y se les dejaba resbalar hasta el mar. Yo he visto ahora
el hospital, ¡todo es blanco! Todos los hospitales están llenos, uno
espera su tum o para ir al el hospital; uno suplica para poder in
ternarse y quedarse. Las mujeres insisten y perseveran más que los
hombres, desde que han tenido conocim iento del médico y los
pinchazos; corren tanto o más que cuando iban en busca de algún
t ’aleb [sabio, facultativo] célebre o hacia un lamqam (mausoleo de
un santo) en el que tenían fe.»
«No bien hay un enferm o en la familia, se aconseja o se repro
cha: “¿No le habéis llevado al médico? ¿No le habéis comprado
ningún m edicamento?”. Como antes, sí, antes se decía: “Llevad
lo a que lo escriba tal t ’aleb, o aplicadle tal preparado”. ¿Acaso
a los enfermos de ahora los cuidan sus allegados más particu
larmente que a los de antes? Estamos viendo aparecer nuevas
costumbres.»
«En el origen de estas costumbres está Francia.2 Marchan de
aquí (Argelia) delgados, enclenques, con mal aspecto. No hay
nada (bueno) que ver en ellos; pero antes tenían buen porte, no
conocían la enfermedad, se avergonzarían de decirse enfermos
y, si lo estaban, lo ocultaban. Vuelven de Francia gordos, mofle
tudos, con buenos colores, fuertes, sólidos, pero enfermos. No
trabajan, no comen, se les da dinero por eso. Una enfermedad
como esa de guardar cama, no trabajar y ganar dinero, ¡a más de
uno le gustaría que fuera incurable! Basta ver cóm o palidecen
sus semblantes cuando el médico les anuncia que están curados y
que ya pueden ir a trabajar; vuelven a enfermar de un m om ento a
otro, y enseguida recuperan su mal color, en cuestión de un día.»
latach [un ataque], otros tienen labsi [un absceso] que puede «vol
ver» adentro [reabsorberse] o puede iklati [estallar, del fr. éclater]
afuera. Dos muchachitas han tenido la valentía de hacer albarasiyu
[«operación», por antonomasia] y operaciones más delicadas que
labandisit’ [apendicitis] o la ablación de bocio (que han sido las
primeras). La benjamina de las enfermedades es lanshin [angi
nas] — ni hablar de thajanaqth [transfusión de sangre]— : requie
re que el paciente se haga quitar alfijü’asiu. Thinagist [punzada
abdominal] dejó de llamarse de ese modo; entre los hombres, se
vuelve buwandikut’ [<point de cóté\. Ya no hay quien se contente
con lafizit’ [visitar, ver en el consultorio] al médico: se le pide que
pase [dé sesiones de, aplique] radiyu, radiuyskub [radioscopia]
que es la «radio de los ojos», o radiyugraf [radiografía] que es la
«radio con foto» (aradiyu as lafutu). A la vez, uno se hace zanatiz
[distintos estudios, análisis] en laburatuwar [el laboratorio] y por
eso se alegra de tener «sangres fuertes» (sahan idhaman) o, por el
contrario, diagnostica su mal diciendo que «las sangres se arruina
ron» o «se mezclaron» (ajasran idhaman, ja lt’an idhaman). Los más
enterados hablan de glubul [glóbulos] e incluso añaden rush [ro
jos] o bla [blancos]. Se esperan los rizulta [resultados, informe]
de una iksbirtiz [<expertise, revisión médica] o de un kuntrul [con
trol], se solicita una kuntrfizit’ [<contre-visite, «segunda opinión»
médica] cuando el m édico «quita» o «rompe» lakis [va más allá
de la cobertura prevista por el seguro de salud]. Según se sabe,
para tener lanfalid [certificado de invalidez] hay que estar rifurmi
en 66 bursa [baldado en un 66 %], que en el caso de una mujer
basta 40 bursa [un 40 %]. Se hace diferencia entre lanfaliditi-jininal
[invalidez total, «general»] y lanfalid-brubursiyunal [invalidez par
cial, «proporcional»]. Un buen m édico es aquel que extiende un
buen sartafika [certificado]. El sbisiyalist’ [especialista] —vale de
cir, el tisiólogo— es el mejor médico, ya que siempre concede la
lungmaladi [licencia por enfermedad prolongada; desde luego, la
tuberculosis] y eso es algo que lakis lasurans [el seguro social de sa
lud] siempre teme; una prueba al respecto es que sólo cada seis o
nueve meses cita al enfermo para ligzama [examinarlo, revisarlo].
Apéndice IV
Las dos sintaxis