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UNIVERSIDAD NACIONAL DE ROSARIO


FACULTAD DE HUMANIDADES Y ARTES
ESCUELA DE HISTORIA
CATEDRA: HISTORIA DE ASIA Y AFRICA I
PROF. TITULAR: CRISTINA I. Di BENNARDIS

LAFONT, Sophie (1997)“Un <caso real> en la Época de Mari”, Revue


D´Assyriologie Et D´Archèologie Orientale 91(2): 109-119.
Traducción para uso interno de cátedra: Leticia Rovira, 2002

“Un <caso real> en la Época de Mari”

[109] Una de las cuestiones más delicadas que domina en las fuentes
jurídicas cuneiformes* concierne a la distribución de las competencias públicas y
privadas en materia penal. ¿Donde se interrumpen los derechos de la víctima?
¿Donde comienzan los del Estado?. La respuesta debe estar matizada según las
épocas y según las infracciones. De todos modos los derechos orientales
muestran claramente la coexistencia de diversos tipos de penas, privadas y
públicas, en el interior de un mismo sistema jurídico: composiciones legales, talión
privado o también castigos corporales y pecuniarios impuestos por la ley, que
dependen de la naturaleza y de la gravedad del delito.
En Mari, la política penal es definida por el soberano, y tiende a limitar las
prerrogativas privadas procedentes de la jurisdicción domestica del jefe de familia.
El texto editado aquí1 sirve a la ilustración: muestra que conforme al derecho
común, el amo no dispone del derecho de vida y de muerte sobre su esclavo, esta
prerrogativa recae exclusivamente en el rey.
[110]
1 Dile a mi señor: 2 así habló Ibâl- pî- El, 3 tu servidor.

* ABREVIATURAS: CH: Código De Hammurabi; CLI: Código de Lipit-Istar; CUN: Código de Ur-
Namma; LA: Leyes Asirias; LE: Leyes de Esnunna; LH: Leyes Hititas; LAPO 16 Y 17 = J.-M.
Durand, Documents épistolaires du palais de Mari, t. 1 (LAPO 16), 1997 y t. 2 (LAPO 17), 1998.
1
A. 1945. Fue J.- M. Durand que ha llamado mi atención sobre este documento. Le estoy muy
agradecida por su ayuda y por la confianza que él ha tenido a bien manifestarme, particularmente
facilitándome las informaciones contenidas en ciertos textos inéditos. M. Guichard me ha dado
útiles concejos para situar la copia del texto: le doy también mis agradecimientos.
2

4-5 Un servidor de Hardûm el beduino acompañaba a dos sirvientes,


<<amigas>>A de él (= Hardûm) y 6 él [el servidor] ha huído a Subartu. 7 Él
(Hardûm) se ha reunido 8 y lo ha apresado en Šubartu. 9 En cóleraB , 10-11 él ha
reventado los ojos de su servidor. 12-13 Él ha venido a verme 14 y ha dicho: <<15-16
Yo quiero matar a este hombre y 17 que sea situado sobre la estaca y que 18 luego
C
(cada uno) 19 aprenda 18 con su ejemplo .>> Eso es lo que él me ha dicho 20, le he
respondido así: 22-23 <<Sin (la opinión) de mi Señor, tú no puedes hacer nada. 24

Yo voy a llamar a mi Señor 26 y haré 25 todo lo que mi Señor diga>>. 26 Eso es lo


que he respondido. 27 Que mi Señor me escriba que se debe hacer.

[111] La lectura de esta carta hace aparecer dos informaciones


remarcables: por una parte, los derechos del amo son limitados por la prohibición
de matar a un servidor y la necesidad de justificar los malos tratos que se han
inflingido; por la otra, la pena capital no puede ser pronunciada más que por el rey.

Los límites a los derechos del amo

A
Para el sentido de šawitu/ še’ītu, cf. J. – M. Durand, MARI 4, p. 406-407, y B. Groneberg, NABU
1989/46 y 1989/74. Los lexicógrafos catalogan el término bajo la entrada ši´itu (Ahw) y še´u/še´itu
(CAD), dándole los sentidos de <<esposa secundaria>> y <<compañera de viaje>> según las
equivalencias sumerias dam-bàm-da y dam-kaskal-la. Estas favoritas eran elegidas por el rey, a
diferencia de las esposas principales (aššatu) impuestas frecuentemente por los contratos políticos.
Yahdun-Lîm hasta las instaló en el palacio, en el sitio de sus <<verdaderas>> mujeres,
escandalizando a la corte y a las familias reales, y parece que Yasmah-Addu intentó hacer lo
mismo (cf. J. – M. Durand, MARI 6, p. 290-291 y p. 293, n. F) El uso era pues hacer vivir a las
še’ītu fuera del domicilio conyugal. La institución no esta reservada a los soberanos: la carta
editada aquí lo prueba, lo mismo que ARM XXVI/1 252, donde una ordalía ha mostrado el nombre
de una enigmática Rûmatum, <<compañera de viaje>> (ši´at bâbim) de un hombre casado,
denunciada por la esposa principal pero que no se pudo encontrar por los servicios administrativos
locales. Pero parece que, entre los particulares, la <<amiga>> era un estatus temporario,
concerniente a la duración de un viaje. Tal pudo haber sido el caso de Rûmatum, y también el de la
mujer casada apuntado en § 22 LA (cf. ya con J. – M. Durand, ARM XXVI/1 p. 513, n. 27) llevada
indebidamente por un hombre, menospreciando su condición matrimonial. Igualmente, en el caso,
las dos compañeras de Hardûm son sirvientes, es decir mujeres sin duda libres y solteras,
reclutadas ocasionalmente para circular con el Beduino, con el fin de amenizar el viaje. El servidor
habría intentado huir cuando dejaba a las dos compañeras, una vez que su <<misión>> acabó.
B
Literalmente <<en su nariz>>. La interpretación <<en cólera>> sugerida por J. – M. Durand, se
funda sobre el paralelo con la expresión bíblica (cf. los numerosos ejemplos catalogados en BDB s.
v.) Se trata aquí de lesiones intencionales: Hardûm quería corregir a su servidor por eso lo cegó, tal
sanción no entra manifiestamente en el campo de su jurisdicción doméstica (ver infra).
C
Literalmente <<en su mano>>. El sentido de ina qāt, <<del hecho de>> es bien documentado en
Mari. Cf. el Dictionnaire babyloniede Paris, ha aparecer.
3

Se acostumbra atribuir al propietario prerrogativas ilimitadas sobre su/sus


servidor(es), por una doble analogía con los derechos del pater familias sobre sus
dependientes por una parte, y la situación de los esclavos de la Roma antigua por
la otra. El derecho romano admite en efecto que el jefe de familia ejerce un
derecho de vida y de muerte (vitae necisque potestas) sobre sus esclavos, y a
veces también sobre sus niños2. Parecería que la condición servil en el Antiguo
Cercano Oriente es mucho menos dura que en el mundo romano, del mismo modo
que la situación de los hijos e hijas de familia. La jurisdicción domestica reconoce
que el padre/madre es en efecto controlado por la ley3. De manera general, los
castigos [112] pronunciados deben ser justificados por la perpetración de un acto
reprensible al menos moralmente. Además, las competencias del jefe de familia no
incluyen la punición de los crímenes, se limita a reprimir los delitos familiares de
menor importancia. Con la excepción del adulterio flagrante, que el esposo puede
castigar el mismo matando a los culpables, las infracciones imputables a los niños
o a su mujer están sujetas a penas públicas4. Por otra parte fuera de la esfera
penal, los derechos del pater, están vigilados por la ley que interviene en ciertos
casos para obligar a la mansedumbre5.
El esclavo se beneficia también de una protección legal. Aún falta
conocimiento respecto a la semántica de este término y sus diferentes
traducciones en las fuentes cuneiformes, particularmente en la época
Paleobabilónica. Al parecer hay que diferenciar, en Mari al menos, al subalterno
del verdadero esclavo-objeto, designado por la expresión sag-ìr/géme. El simple
wardum (ìr) o el ṣuḫarum (lú-tur) son inferiores en jerarquía social o política, sin
ser reducidos al estatus de cosas. El matiz es evidente en todas las formulas

2
Cf. R. Monier, Manuel élémentaire de droit romain, t. 1, Paris, 1970, p. 211 y 250.
3
Cf. por ejemplo el § 59 LA que limita el derecho de corrección de un marido a su esposa. Sobre la
reducción de los poderes del jefe de familia, cf. E. Otto, Die Einschränkung des Privatstrafrechts
durch öffentliches Strafrechts in der Redaktion der Paragraphen 1-24, 50-59 des Mittelassyrischen
Kodex der Tafel A (KAV 1), OBO 123 (= Festschrift M. Metzger), 1993, p.131-166
4
La victima de un robo puede también hacer justicia ella misma si sorprende al culpable in actu (cf.
§ 12-13 LE). Aquí como en el caso del adulterio, el delito flagrante excluye la premeditación del
homicidio, el cual es justificado por el carácter nocturno de la infracción. A contrario, un robo
flagrante cometido en pleno día no es pasible de sanción.
5
Cf. G. Cardascia, L´indulgence pour la premiére faute dans les droits du Proche-Orient ancient,
Estudios in homenaje al Profesor J. Iglesias, t. II, Madrid, 1988, p. 651-674, continuado en S.
Lafont (ed.) Hommage à´Guillaume Cardascia, Méditerranées 3, 1995, p. 111-136.
4

epistolares de la administración mariota, donde el que remite se presenta como el


<<servidor>> (ìr) del destinatario, el rey: el funcionario, cualquiera sea su rango,
es forzosamente subordinado a un soberano. Se reencuentra quizás aquí la idea
de domesticidad honorable, familiar y medievalista. Igualmente, el individuo
calificado de lú- tur NP* es definido en relación a aquel al que debe servir, sus
tareas diversas - aquí, escoltar a dos <<amigas>> de Hardûm – incluyendo a
veces responsabilidades importantes6. Para resumir, se puede decir que el sag-ìr
es el esclavo objetivo7, privado de libertad, mientras que ìr/wardum y lú-
tur/ṣuḫarum son las designaciones relativas que expresan la sumisión de un
individuo a otro. No es seguro que la distinción se verifique siempre en los textos
legales: los usos de los escribas varían de una cancillería a otra, explicando el
empleo constante de sag-ìr en los LE y la preferencia por ìr en el CH. Sería un
error concluir que Hammurabi sólo se ha interesado en los <<inferiores>>,
excluyendo a los verdaderos esclavos. En Mari, al contrario, la distinción parece
recuperar la realidad sociológica.
No había una condición servil homogénea en Mesopotamia, pero si grados
diversos de dependencia económica, política o social, temporaria o definitiva. De
este modo [113] una gran parte de la población sojuzgada es constituida por
deudores insolventes8. El conflicto con la servidumbre, frecuentemente excluido en
las cláusulas penales de los contratos de sujeción, no parece tampoco reconocido
por el derecho positivo: el § 282 CH autoriza al amo a cortar la oreja del servidor
negando su condición9.

*
NP=Nombre Propio.
6
Cf. A. Finet, Le suharum à Mari, en D. O. Edzard (ed.) Gesellschaftsklassen im Alten
Zweistromland und in den angrenzenden Gebieten, (= CRRAI 18), Munich, 1972, p. 65-72
7
La expresión es una creación paleobabilónica, distinta de la forma neo-sumeria sag-nita/munus,
que designa gramaticalmente al género masculino o femenino. Cf. P. Steinkeller, Sale Documents
of the Ur III Period, FAOS 17, 1989, p. 131.
8
Sobre esta fuente importante de la esclavitud oriental, cf. la síntesis reciente de R. Westbrook,
Slave and Master in Ancient Near Eastern Law, Chicago Kent Law Review 70/4, 1995, p. 1631-
1676 (a continuación Slave...); G. C. Chirichigno, Debt-Slavery in Israel and the Ancient Near East,
JSOT Suppl., 141, 1993
9
El § 14 CLI podría desmentir esta conclusión, si se comprende que ella garantiza al esclavo una
presunción favorable en caso de vindicatio libertatis introducida para la segunda vez. Ver en último
lugar G. Cardascia, Indulgence, p. 114 s. con bibliografía anterior. Según otra interpretación, el
texto pronunciaría la liberación del esclavo que habría pagado dos veces a su amo el precio de su
liberación. En este sentido F. R. Steele, AJA 52, 1948, p. 438 y luego M. Roth, Law Collection from
5

Los ejemplos de fuga de esclavos, cualquiera que sea sus estatus, son muy
nombrados en la documentación cuneiforme10. Se conocen sobretodo las
frecuentes evasiones de oblatos (sirku) fuera del templo de Uruk en el primer
milenio11. Las fuentes de Mari ilustran también los diversos hechos que implican al
personal del palacio12. El caso hace manifiesta parte del curso seguido por los
estudiantes de derecho, ya que figura entre las formulas jurídicas sumero-acadias
enseñadas a los aprendices de escribas, en la serie ana ittisu13. Los legisladores
castigan la complicidad de la evasión y el encubrimiento e instigamiento a la vez
que las autoridades y los particulares persiguen a los fugitivos para hacerlos volver
con su propietario14.Es probable que por la clase de caso, Hardûm haya sido
advertido por los poderes públicos o por los dos sirvientes, de la desaparición de
su subordinado. El se lanza entonces a la persecución y encuentra al fugitivo, sin
duda interceptado localmente.
La ley no define expresamente el derecho de corrección del amo. Ese
silencio indica que el propietario puede castigar al fugitivo. Toda la cuestión esta
en saber como es de amplio su derecho. En esta consideración, la historia
relatada aquí por Hardûm es instructiva: él reconoce haber hecho sufrir
mutilaciones a su domestico bajo el peso de la cólera. Invoca pues una suerte de
excusa para explicar su gesto, esto deja suponer que un hombre no puede dañar
a su sirviente sin una razón válida.
[114] Esta norma parece prevalecer en el conjunto de derechos
cuneiformes, como lo muestra la interpretación a contrario de las § 282 CH y 44

Mesopotamia and Asia Minor, SBL 6, 1995, p. 28-29. De manera general, se podrá consultar la
síntesis de I. Cardellini, Die biblischen <<Sklaven>> Gesetze im Lichte des keilschriftlichen
Sklavenrechts, BBB 55, 1981, que ha reunido en la primer parte de su trabajo las fuentes de
derecho positivo y las actas de la práctica sobre el tema de la esclavitud.
10
Sobre este fenómeno, que no toca ni a la población servil ni tampoco a los libres sumidos a una
presión fiscal o económica demasiado fuerte, cf. J. Renger, Flucht als sociales Problem in der
altbabylonischen Gesellschafs, en D. O. Edzard (ed.) Gesellschaftsklassen im Altem Zweistromland
und in den angrenzanden Gebieten, CRRAI 18, Munich, 1972, p. 167-182, especialmente p. 179-
180.
11
M. A. Dandamaev, Slavery in Babyloniafrom Nabopolassar to Alexander the Great (626-331 BC),
DeKalb, 1984, p. 490-499.
12
Cf. N. Ziegler, Deux esclaves en fuites à Mari, Recueil d´études à la mémoire de Maurice Birot,
FM II, 1994, p. 11- 21; cf. también ARM I, 89 (vuelto a ver por J. – M. Durand, MARI 5, p. 183-184),
XIII, 118 (=LAPO 17, 785) y XIV 121(=LAPO 17, 660).
13
MSL I, tabl. 2 iv: 7´-14´.
14
Cf. § 17 CUN, 12-13 CLI, 50 Y 51-52 LE, § 15-20 CH.
6

LA: fijando limitadamente los malos tratos que puede sufrir el esclavo o la prenda,
así como las justificaciones de su imposición, la legislatura excluye otras formas
de castigo excedentes a la medida legal15. Igualmente, el <<manual>> de derecho
súmero-acadio, citado más arriba, prevé que al fugitivo le serán colocadas
cadenas, entregado en mano y marcado en el rostro16. En la práctica, la existencia
de verdaderas sanciones penales no son siempre confirmadas, y la
documentación neo-sumeria indicaría aún que la primera huida queda impune: un
proceso-verbal oficial establecido ante los jueces de Nippur señala así que un
esclavo, fugado y al ser nuevamente capturado, ha aceptado bajo juramento ser
mutilado si se escapa una segunda vez17. En el caso mariota, el gesto de Hardûm
se emparentaría pues en si a un abuso de autoridad (salvo al suponer que el
culpable es un reincidente, cuestión que el texto no indica). Esta interpretación
encuentra una confirmación en un pasaje de las <<Instrucciones>> hititas
destinadas a los oficiales del templo: <<Si un esclavo causa la cólera de su amo,
se le matará o se le dañara su nariz, sus ojos o sus orejas>>18. Las formas
verbales en plural, conducen aquí a la forma indefinida <<se>> que designa la
intervención de las autoridades públicas o religiosas; de todos modos, el poder de
castigo no le pertenece al amo, incluido el de las mutilaciones físicas. La misma
regla figura en el Antiguo Testamento, a propósito de la servidumbre por deuda
según la interpretación de R. Westbrook19: el acreedor que daña el ojo o el diente
de su servidor- deudor debe liberarlo <<por su ojo / su diente>>(Ex. XXI, 26-27).

15
Cf. R. Westbrook, Slaves…, p. 1666-1667
16
Se objetará vanamente que este texto no constituye el derecho positivo, para desechar el
testimonio que aporta. Él representa ciertamente un derecho vivo, suficiente en todo caso para ser
enseñado. El aprendizaje del derecho con la ayuda de formulas jurídicas revela un método
paradigmático que, como hoy, permite memorizar a la vez la forma y el fondo. ¿Qué se dirá de las
notas de curso de un profesor de derecho civil moderno que no recorta alguna realida d
contemporánea y no continué con formulas fosilizadas?. Se puede luego apoyarse sobre los textos
llamados <<escolares>> para asir una parte de la vida jurídica mesopotámica.
17
Cf. NRVN I, 1: <<Gu´ugu, esclavo de Urnungal, se ha fugado. El ha sido (re)capturado. El ha
comparecido. El ha jurado por el rey: “ El día en que, una segunda vez, me escapara, seré
mutilado.” Lugalazida, Aba-Enlilgin, Iti son jueces. (Estos son los) habitantes de Nippur. Año AS 1”
(citado también por R. Westbrook, Slaves..., p. 1670). Sería este un nuevo ejemplo de la
indulgencia para la primera falta estudiada por G. Cardascia (supra, n. 5).
18
Cf. la traducción de A. Goetze, ANET, 3era ed., 1969, p. 207, 1. 29-30.
19
R. Westbrook, Studies in Biblical and Cuneiform Laws, Cahiers de la Revue biblique 26, 1988, p.
101, y Lex talionis and Exodus 21, 22-25, RB 93, 1986, p. 52-69, especialmente p. 66, n.63 para la
traducción <<por su ojo>>.
7

Pero paralelamente, los códigos mesopotámicos se muestran un tanto indulgentes


con respecto a las vías de hecho e incluso de los homicidios supeditados al efecto
de sentimientos violentos, a fortiori cuando su autor puede invocar una autoridad
reconocida sobre la victima. Así el crimen pasional del marido, que mata a su
mujer y al amante sorprendidos en flagrante delito, es perdonado (§ 197 LH in
fine). Asimismo en el § 206 CH se le anula la responsabilidad al hombre que ha
herido a otro golpeándolo <<sin [115] querer>>, es decir por arrebato y sin
premeditación, pudiendo ser a continuación de una discusión demasiado
animada20. Hardûm ha cedido también a la cólera golpeando a su servidor, esto es
porque, como en § 206 CH, ningún castigo le era impuesto aunque él hubiera
actuado sin derecho. La protección misma de la prenda contra los malos tratos
que le inflingiría el acreedor confirman esta idea: el acreedor no tiene más que un
poder limitado y circunstancial sobre los derechos del deudor al cual ha tomado
en la casa.
Si los esclavos dependían pues de la jurisdicción doméstica del jefe de
familia, ellos se beneficiaban sin embargo de una cierta protección contra los
malos tratos excesivos. Una tablilla de Mari21 nos informa así que un individuo
acusado de haber apaleado22 a un sirviente, intenta disculparse imputando la
infracción a su hermano. A pesar de sus imprecisiones, el texto confirma, al
principio, el caso que relata nuestra tablilla: no se golpea, no se mutila
impunemente a un individuo, fuera social o jurídicamente inferior. Sin embargo, las
fuentes de Nuzi dan otra imagen, mucho más cruel, de los derechos del
propietario: una cláusula de un contrato de los archivos de Tehip-tilla23autoriza al
amo a vender a su sirviente cocontratante y a sus hijos en caso de poner en duda
su condición, tras haberle reventado sus ojos. El carácter atípico de tal cláusula,

20
Cf. D. Charpin, Lies natürlich… A propos des erreurs de scribes dans les lettres de Mari, en M.
Dietrich y O. Loretz (ed.), Vom Alten Orient zum Alten Testament, Festschrift für Wolfram Freiherrn
von Soden, AOAT 240, 1995, p. 43-56, especialmente p. 50, a propósito del verbo rasābum (a/u)
<<equivocarse>>. Es preciso en lo sucesivo abandonar la traducción <<en una riña>> por la
expresión ina risbatim (1.5), que significa <<por descuido>>.
21
ARM XXVI/1, 254, 1. 23-26 y mi nota en NABU 1989/2. Parece claro que la esposa que sufre la
ordalía en el lugar de su marido es distinta de la sirviente que ha sido golpeada.
22
El texto dice <<herir mortalmente>> (1. 25-26, im-ha-aṣ-ma úš-mì-it) esto parecería ser una
metáfora porque la victima es enviada al rey.
23
JEN 449, citado por R. Westbrook, Slave..., p. 1667
8

muestra que ella constituye una derogación del derecho común. La mutilación de
quien, es la cuestión en Nuzi, y en la tablilla editada aquí es típico de los malos
tratos sufridos por los prisioneros políticos orientales: el texto ARM XIV, 78
muestra que, una vez ciegos, ellos son obligados a un trabajo penoso de moler en
el ergástulo, comparable al que efectúa Sansón en Gaza (Jueces XVI, 21)24.
Hardûm habría pues podido vender a su servidor a las autoridades públicas para
realizar esas tareas físicas agotadoras. Pero él prefiere pedir su ejecución.
Es interesante notar que, para los Orientales, los esclavos no se reducen a
simples cosas, a pesar de las enumeraciones en los códigos que los coloca al
mismo nivel que a los animales y a los bienes patrimoniales (e.g. § 40 LE; § 7 CH).
Lo mismo sucede en el idioma que efectúa a veces una discriminación entre
humanos y esclavos25, persistiendo una oposición [116] irreducible entre los
principios jurídicos y la realidad cotidiana. Los Mesopotámicos no consiguieron
salir de la contradicción entre el esclavo-cosa, vendido, alquilado o utilizado como
un objeto sin importancia, y el esclavo-persona, dotado de una capacidad jurídica
suficiente para permitirle actuar en la justicia, de tener un patrimonio y de
casarse26. Así mismo, si los Romanos han llevado más lejos la lógica jurídica
tratando teóricamente al servus como una res privada de personalidad, ellos
jamás han podido forjar una reflexión coherente sobre la condición de las
personas, no pudiendo superar la insoluble cuestión de los esclavos27. Para esta
consideración, el Próximo Oriente adopta una aptitud más pragmática: el
vocabulario de la servidumbre recobra más un concepto jurídico estrictamente

24
J. –M. Durand me señaló esta interpretación de ARM XIV, 78 y sus paralelos bíblicos por K. Van
der Toorn, RA 79, 1985, p. 189-190.
25
Cf. supra la discusión sobre sag-ìr/géme, ver también A. Falkenstein, NSG I, p. 86 y n. 2, que
subraya que los verbos ìr/géme por sujeto utilizan en principio el prefijo in-ni, y más raramente, bi-.
Igualmente, las ventas de esclavos mencionan el nombre propio de los interesados llevando en
principio la forma mu-ni, y no mu-bi (cf. P. Steinkeller, Sale Documentes..., p. 131). En cambio, el
§ 146 CH designa a los sirvientes como géme-há.
26
Cf. con la síntesis de E. Szlechter, Le statut de l´esclave aux époques sumérienne et paléo-
babylonienne, Studi A. Bicardi 1, Milan, 1981, p. 309-326, y J. Klima, Les esclaves dans la société
hammurabienne, Studi Sanfilippo 2, 1982, p. 273-284.
27
Cf. M. Humbert, Institutions politiques et socials de l´Antiquité, 5ta ed., Paris, 1994, p. 16-17. A
partir de la época clásica, el esclavo se beneficia de una protección legal contra los malos tratos,
de una capacidad jurídica con provecho de su amo y de una personalidad jurídica, aun cuando ella
es limitada. Esta evolución esta ligada a las necesidades económicas pero también a las
consideraciones humanitarias dictadas por la filosofía y el cristianismo.
9

definido que una situación de hecho teniendo ante todo una inclinación ante todo
social28.
Más allá de los intereses específicos del amo, que lo proteje contra las
intromisiones a sus prerrogativas de propietario, el derecho positivo o
consuetudinario garantiza pues un mínimo de integridad física al esclavo fijando el
umbral de los daños corporales autorizados. Hardûm ha cegado a su servidor,
sobrepasando así los límites admitidos por la justicia, él se justifica invocando la
furia que le provocó la actitud del sirviente. Aparentemente, esta explicación basta,
ya que Ibâl- pî-El no lo sanciona por esta punición excesiva.
Una vez que su cólera se apacigua, Hardûm prefiere librarse del
desgraciado. Esto es porque el va a encontrarse con el merhûm, con el fin de que
sea ejecutado el culpable de manera ejemplar.

La pena de muerte, prerrogativa real.

Hardûm exige que su servidor sea empalado con el fin de que cada uno
pueda ver cual es la suerte reservada a los fugitivos. Queda claro según la carta
que el amo no puede infligir la pena de muerte como iniciativa propia.
El recurso del empalamiento es documentado en los códigos de leyes, a
propósito del <<asesinato del marido>> (§ 153 CH) y del aborto voluntario (§ 53
LA tabl. A), o figura como en el presente caso, la expresión <<colocar sobre el
palo>>. Este modo de ejecución es acompañado sin duda de una exposición del
cadáver. Como una especie de ejemplo, de la suerte del culpable debiendo
desalentar a otros eventuales candidatos a la fuga. La pena es, así, una fuerza
disuasiva, [117] al mismo tiempo que un valor que es execrable, ligado a la
privación de la sepultura29. El extremo de crueldad de este suplicio, del cual los

28
Cf. G. Cardascia, Les archives des Murasu, Paris, 1951, p. 13; P. Steinkeller, Sale Documents, p.
131.
29
El suplicio es en efecto aplicable post mortem en § 53 LA, contra la mujer que voluntariamente
abortó. Para otras atestaciones del empalamiento, modo de exposición del cadáver, en la época
paleobablilónica, cf. S. Greengus, A Textbook Case of Adultery in ancient Mesopotamia, HUCA 40-
41, 1969-1970, p. 33-44, especialmente p. 41, n. 25. En UTE 5, 203, dos culpables de adulterio son
<< dados al palo>> (1. 17-18) sin que se sepa si se trata de un modo de ejecución de la pena de
muerte o solamente de una exhibición de los cadáveres colgados de las estacas. El empalamiento
10

célebres bajo relieves asirios ofrecen ilustraciones30, se explica por la gravedad


particular de los crímenes aludidos en el Código de Hammurabi y las Leyes
Asirias. ¿La fuga de un esclavo es una infracción de una gravedad comparable?
La documentación de Mari se inclina a responder por la afirmativa: el Estado
orienta la política penal en un sentido muy represivo para este tipo de delito. Sin
ser forzosamente la pena del derecho común en la materia, el empalamiento
puede ser inflingido en un caso de circunstancias agravantes. Es así mencionado
en contra de un fugitivo, que parece se ha escapado de noche y con la ayuda de
comparsas31. El documento, una carta de Kibrî-Dagan, es todavía evasiva en
cuanto a la autoridad competente para ejecutar el castigo: <<[Si] se toma a este
[hombre)], [él será] empalado [sobre] una estaca>> (1. 13´-15´). Es difícil saber si
el gobernador de Terqa considera llevar adelante él mismo la muerte del culpable
o si se limita a describir la suerte del culpable y de sus cómplices, la cual será
decretada por el rey. La segunda hipótesis es sostenida por el paralelo con el caso
de Hardûm.
Lo importante de la carta de Ibâl-pî-El es en efecto la de mostrar que esta
sanción depende de la competencia exclusiva del rey. Un alto funcionario no está
autorizado para condenar a muerte a un individuo, incluso servil. El texto confirma
así la existencia de una prerrogativa real por excelencia: el derecho de vida y de
muerte. La correspondencia real de Mari da varias ilustraciones de esta
competencia exclusiva del monarca. Así en una carta inédita32, un funcionario
peticiona a su rey atribuirle puntualmente la autoridad suficiente para condenar,
sin duda a muerte, a varios criminales cuyo destino aún no está fijado. Tal
delegación excepcional de autoridad debía cubrir los eventuales recursos por
exceso de poder contra la decisión de un simple agente administrativo, en

en las tablillas lexicales y adivinatorias refleja las lesiones de la boca y de la nariz efectuadas con
la ayuda de un pedazo de caña (cf. M. Roth, JESHO 31, p. 197, n. 27, y S. Greengus, op. cit., p.
42. n.26
30
Cf. L. W. King, Broze Reliefs from the Gates of Shalmaneser, King of Assyria BC 860-825,
Londres,1915, pl. 7 y 56 para el s. IX; H. Gressman, Altorientalische Bilder zum Alten Testament,
Berlin, 1927, II, pl. LVIII y LXI para el s. VIII.
31
ARM XIII, 108 : 14´-15´.
32
A. 637, ha aparecer en ARM XXVI/3 y cito también mi artículo <<Justice royale et raison d´Etat
à Mari>> ha aparecer.
11

principio incompetente para distinguir un <<caso capital>>33. Los crímenes, [118]


particularmente, los que tiene un carácter político, marcan pues la justicia
moderada del rey: si él no puede emitir personalmente la sentencia, la dictará a
sus subordinados o les concede la autorización de actuar en su lugar.
Este concepto de justicia reservada y su corolario, la justicia delegada, son
prestados del vocabulario jurídico de la antigua Francia. Ellos permiten dar cuenta
de la plenitud de los poderes del soberano en materia de justicia y de derecho. Las
diversas instituciones administrativas o políticas investidas de competencias
judiciales actúan por delegación de autoridad: los agentes administrativos locales
y particularmente el gobernador (šâpiṭum), lo Ancianos, los jueces (di-ku
5/dayyānum), son otros tantos actores de la vida jurídica que han recibido,
realmente o ficticiamente, sus competencias del rey. Esta justicia delegada,
dotada de competencias propias, se vuelve necesaria por el volumen de casos a
tratar y la obligación de desconcentrar la actividad judicial fuera de la capital. Pero
estos órganos jurisdiccionales no son sin embargo autónomos: ellos se inscriben
en un sistema centralizado, en el cual todo emana de la autoridad real. La
oposición entre justicia reservada y justicia delegada se destaca bien en la
documentación neo-asiria: el soberano delega la mayoría de las veces su
competencia jurisdiccional a los oficiales administrativos, reservándose la facultad
de actuar directamente sobre la petición de sus subditos cuando pronuncian la
<<palabra del rey>> (ab/mat šarri)34. El rey de justicia puede en todo momento
recuperar el empleo de su derecho real de juzgar.
Una situación similar resalta de la documentación paleobabilónica. La
abundante correspondencia administrativa refleja bien esta burocracia
jerarquizada y la subordinación del conjunto del personal a las órdenes del

33
A.637, rev. 1. 1´-7´: 1´ [šum-ma lú.meš a-na se-er] 2 [be.lí-ia la] i-la-ku ù b[e-lí] 3 [a-na] i –di-ia-
ma sa n(a-pí-iš-tim] 4´ [li-i]š-ku-un-ma lu-uš-lim 5´ ù d lamma ša be-lí-ia li-iṭ-ṭú-ul 6´ aš-šum la ar-
niia sa na-pí-is 7-tim 7´ ú-ba-al-lu-ú : <<Si estos hombres no deben ir hacia mi Señor, entonces
será preciso que mi Señor ponga a mi conocimiento las causas capitales con el fin de que yo esté
tranquilo y que el Ángel guardián de mi Señor vea que los culpables de una causa capital son
ejecutados sin falta de mi parte.>>
34
Cf. el estudio de J. N. Posgate, Royal Exercise of Justice under the Assyrian Empire, en P.
Garelli (ed) Le palais ert la royauté, archéologie et civilisation, CRRA I 19, Paris, 1974, p. 417-426,
especialmente p. 421.
12

palacio. La soberanía amorrita, definida por lo sagrado y la justicia35 es de


naturaleza absoluta. La justicia reservada es una ilustración en las fuentes de
Mari, ciertos casos son reservados al rey, en razón de sus gravedad, cuando
implican la pena capital o si ellos tiene ramificaciones políticas. El poder de
condenar a muerte y como corolario el de indultar a un culpable36, el soberano
mariota no lo delega, al menos en un principio37.
[119] En el derecho positivo mesopotámico, una partición se opera entre las
prerrogativas de la victima (o de sus derechos) y las del Estado, particularmente
por los actos tocantes a la familia. Ciertos crímenes como el homicidio marcan
prioritariamente la competencia privada38, mientras que otros son pasibles de
penas públicas destinadas a hacer echar atrás venganzas o la jurisdicción
domestica39. En Mari al contrario, la mayoría de los casos penales señalan la
competencia pública, cuando por otra parte la ley tolera habitualmente una
intervención del ofendido. Así en materia de adulterio: según el derecho común, el
marido puede hacer justicia él mismo si sorprende a los culpables in actu. O, una
carta acéfala tenida en cuenta en un delito flagrante, comprobado por el esposo y
por los testigos, y pareciendo por lo tanto dar lugar a una ordalía decidida por la

35
Cf. J.- M. Durand, Le mythologème du combat entre le dieu de l´Orage el la Mer en
Mesopotamie, MARI 7, 1993, p. 41-61, y mi artículo Nouvelles données sur la royauté
mésopotamienne, Revue historique de droits francais et étranger 73, 1995, p. 473-500
36
Cf. R. Yaron, Vitae necisque potesta, Tijdschrift voor Rechtsgeschiedenis 30, 1962, p. 243-251;
R. Westbrook, A Matter of Life and Death, JANES 25, 1998, p. 61-70, y mi estudio sobre la justicia
real (citado supra, n. 32)
37
Sucede del mismo modo fuera de Mari. Así por ejemplo el célebre caso de homicidio de un
dignatario del templo, juzgado en Nippur, es ella sumisa al rey, que delega sus competencias a la
Asamblea de Nippur, donde el crimen sin duda ha sido cometido. Cf. T. Jacobsen, An Ancient
Mesopotamian Trial for Homicide, Analecta Biblica 12, 1959, p. 130-150, especialmente p. 140
donde el autor subraya que la queja ha sido probablemente presentada en primer lugar delante de
las autoridades locales, las cuales han apelado al rey y han requerido de él una competencia de
atribución por conocer aquel proceso. Este es el procedimiento aplicable en general para los
crímenes. Se notara en un pasaje que uno de los acusados de Nippur es un esclavo, del cual el
estatus no tiene sin embargo ninguna incidencia sobre el tratamiento penal que le es aplicado: es
juzgado según el mismo procedimiento que los otros acusados, de condición libre.
38
Tal es el caso por ejemplo en materia de asesinato en el derecho hitita. Cf. H. A. Hoffner Jr.,
<<On Homicide in Hittite Law>>, G. D. Young et al. (ed.) Crossing Boundaries and Linking
Horizonts, Studies in Honor of Michael C. Astour, Bethesda, 1997, p. 293-314, especialmente p.
311.
39
Cf. por ejemplo el estudio de E. Otto, Das Eherecht im Mittelassyrische Kodex und im
Deuteronomium. Tradition und Redaktion in den 12-16 der Tafel A des Mittelassyrische Kodex und
in Dtn 22, 22-29, AOAT 232 (= Festschrift K. Bergerhof), 1993, p. 259-281.
13

autoridad local40. Asimismo, una narración atroz de venganza consecutiva de un


homicidio y perpetuada por la familia de la victima indica, in contrario, que la
sanción de tales crímenes no debían escapar al control de la autoridad pública41.
Este Estado, en buen grado represivo y autoritario42 da al soberano un poder
arbitrario que este utiliza unas veces para castigar, a veces en nombre de la razón
de Estado; otras veces para indultar. El gobierno absolutista de Zimrî- Lim le
reserva al rey el conocimiento de los crímenes y correlativamente la desaparición
de su castigo.
Se ignora que le ocurrió al servidor de Hardûm: ¿fue empalado o al
contrario, se consideró que fue suficientemente castigado por el gesto de su amo?
Remitiendo el caso al rey, Ibâl-pî- El solo cumplía con su deber de funcionario,
por no poder él mismo resolver un caso real.

40
M. 5001, editado por J.-M. Durand, ARM XXVI/1, p. 524-525. Como subraya el editor del texto, el
recurso verosímil de la ordalía podría explicarse por las declaraciones contradictorias de los
culpables, una pretendió haber sido violada, el otro afirmó ignorar la condición matrimonial de su
compañera. El resultado de la prueba, puede ser sufrido por las dos partes, esto no es
convincente, y los protagonistas son enviados ante el rey.
41
ARM XXVI/2, 434, editado por F. Joannès. La carta, en la cual el tono es claramente reprobador,
ha sido enviada al rey por Yasîm-El, en misión en Andarig. Él subraya la inutilidad de su
intervención junto al jefe militar que ha entregado al presunto culpable (en realidad, un inocente) a
la venganza de la familia de la victima. Igualmente la opinión de Hammurabi en Kurdâ, lugar del
que el ajusticiado es originario, no ha sido esperado para entregar al hombre a la crueldad de sus
acusadores. Ninguna autoridad ha podido luego proteger al desgraciado del ejercicio de la
venganza. El caso es por lo tanto más censurable a los ojos de Yasîm-El ya que se podría, según
él, errar la persona.
42
Cf. D. Bonneterre, Surveiller, punir et se venger: la violence d´Etat à Mari, MARI 8, 1997, p. 537-
561.

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