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Persona

Posmoder
Cuando hablamos de las culturas de la modernidad y la posmodernidad, abarcamos un todo de posibilidades de cambios
transitorios de una cultura a otra. Una de esas permutas específicamente son las personas; mientras que en la modernidad
hablamos de un hombre como centro de la vida, para la posmodernidad se presenta a la persona como ese centro. Puede
parecer lo mismo más no lo es.
Al hablar de las personas posmodernas, nos encontramos refiriéndonos a hombres y mujeres identificados; personas
adquiriendo la idea de que no hay nadie más importante que uno mismo, repitiéndose a sí mismos “la prioridad soy yo”
mientras que los demás pierden importancia alguna.
Dicho de otra forma, vivimos ejercitando una extrema admiración que se vuelve excesiva y exagerada por nosotros
mismos; nos volvemos seres individualistas que actuamos según nuestra voluntad, sin tener en cuenta la opinión de los
demás individuos que pertenecen al mismo grupo y sin reflexionar las normas de comportamiento que controlan nuestras
relaciones, acciones o comportamientos.
A diferencia de la modernidad en donde la razón guía lo que decimos y lo que hacemos, en la posmodernidad el deseo es
aquella emoción quién estará fijando nuestras conductas y decisiones en una necesidad de conseguir el placer total; deseo
tras deseo que al darnos la satisfacción de haberlos cumplido, volvemos a desear teniendo otra satisfacción que perseguir;
es lo que llamamos búsqueda del placer y que en esta cultura se resuelve esencialmente con un procedimiento conocido
como consumismo (en un grado hiper). Somos considerados consumidores que buscan despegarse del resto de los
consumidores, tratando de ser único, tener estilo y diferenciarse, pero terminan siendo iguales. Para la posmodernidad el
consumo necesita estar a la moda, renovarse y reinventarse para venderse continuamente, un buen ejemplo de esto sería la
tecno ciencia, que lleva una estancia permanente. No obstante, el consumo no puede satisfacer todos los deseos: el hombre
tiene otras dimensiones, como el conocer, aprender, crear, ganar autoestima, que los bienes comerciales no pueden
satisfacer.
Para los hombres y mujeres posmodernos lo instantáneo se convierte en un valor, lo único importante realmente es el hoy,
pues el pasado ya sucedió y el futuro tiene su condición de lejanía, sólo tenemos una sucesión de presente tras presente y
por lo tanto sólo adquiere sentido lo que nos pasa ahora. Vivimos en una época de fugacidad donde todo dura poco y hasta
la felicidad es instantánea, dicho en otras palabras todo rápidamente se vuelve viejo, obsoleto o debe ser reemplazado: son
constantes los cambios.
En las personas posmodernas predomina una ética personal, la cual se refiere a que nosotros, de forma individual,
determinamos que cosa es buena, mala, correcta o incorrecta sin importarme la opinión del otro; existe una gran libertad
personal.
Somos hombres y mujeres hedonistas (identificamos el bien con el placer, especialmente con el placer sensorial e
inmediato; tal ejemplo puede ser el parámetro de la belleza de esta cultura, el cual se manifiesta en las superficie: lo
pulido, brillante, luminoso y sin imperfecciones es bello, nuestra obsesión de belleza esta en nuestra superficie corporal),
buscando la aceptación que nos haga la devolución de la aprobación, convirtiendo a esto y al me gusta en el objetivo de
nuestra conducta, huyendo de todo aquello que no sea placentero (dejamos de aprender a hacerle frente a los problemas o
situaciones negativas) dando pie a que para la posmodernidad el factor negativo desaparece bajo la absoluta positividad,
no hay espacio para el dolor.
La seducción se vuelve una forma relacional aceptable para la posmodernidad; la seducción facilita el movimiento.

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